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Orión Yaxley

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Todo lo publicado por Orión Yaxley

  1. Orión asintió intuitivo. Sí. Le parecía correcto. Si es que iban a compartir la clase con Ishaya, sobre Historia de la Magia, entonces le parecía perfecto la nueva perspectiva historicista. Si bien, Orión no era del todo contextualista, porque a veces se necesitaba poder salirse de los conceptos de lecturas previas, entendía que era un buen camino. Observar nubes no era lo suyo. Nunca había practicado la Aeromancia como bien indica la palabra, pero era un día de muchos inicios. Puso la mente en blanco y se quitó de la cabeza las posibles preguntas que podían aquejar su mente. Clavó sus azules ojos en el cielo y se dedicó a ver. Simplemente, a ver. - En general veo un mapa. Veo jerarquías entre las nubes más difusas, y aquellas que tienen los bordes definidos. Las últimas son como tierra, mientras que el azul del cielo puede ser el mar, y el resto. Puedo distinguir un gran continente, como islas. También pasajes y estrechos marítimos Indudablemente, la jerarquía pesa más todavía, cuando hay contrastes de luces y sombras. Más de ahí, sólo es un cielo y una respuesta para el que la quiera encontrar. Carraspeó y se incorporó de su estado previo sobre el césped. Observó a Bridget, luego a Dave y después a Ishaya. - No quiero distraerme con el transcurso de la clase. He leído sobre el origen de las runas, pero ¿saben ciertamente de dónde se deriva el alfabeto más antiguo de las runas? ¿Hay escritos históricos sobre el uso de runas en la toma de decisiones políticas? El tipo deliraba ¿quién rayos preguntaría sobre esas cosas en un día tan bonito? - Si bien, es importante la intuición y la interpretación, me cuesta generar información de la nada. Yo mismo tuve que armar un sistema de representatividad que estoy muy seguro que nuestra querida amiga, Bridget, también armó el suyo. Que puede ser muy diferente, o no, del mío. Lo que me lleva a preguntar ¿crees que haya una visión hegemónica sobre el lenguaje rúnico?
  2. Roncó. Es que el clima estaba ideal para una siesta y el tipo había llegado con cierto tiempo de ventaja. Tenía su cara tapada por un libro de poesía y sus manos apoyadas en la nuca a modo de almohada. No es de levantarse sobresaltado, porque siempre tenía en cuenta que era su cuerpo el que lo invitaba a moverse y no alguna otra cosa externa. Por eso lo sintió tan natural cuando Dave, quien iba a impartir la clase. Se incorporó con lentitud, mientras que guardaba el libro en el maletín que había traído consigo, junto con la carta que le había indicado la localidad. Se puso encima de su falta, mientras que entrecruzaba las piernas. A veces tenía ciertas posiciones que lo incomodaban. Justo ese día quiso usar unos jeans fit y una camisa suelta. Todavía la ropa le quedaba un poco más grande. Pero puedo deducir que según su cara de somnoliento, ni distinguía cómo se presentaba. - Perdón Dave, es que, me dormí esperando –se giró hacia la bruja-. Hola Brid ¿lista para usar las runas? Ven, siéntate al lado del tío Orión. Ya conocía al profesor. Sabía que algo iban a sacar de la clase. Pero particularmente en esta estaba impaciente. Había querido tomar la clase de runas antes, pero un incidente en Grecia, con Juve como la suplente, había causado que reprobara. Recordaba un par de cosas y supuso que tanto Bridget, como él, estaban a un mismo nivel. Como Blacks, los conocimientos de esa índole eran primordiales. - Perdón que empiece Dave, pero sé que Bridget y yo tenemos ciertos concimientos sobre runas en común. Según Juve, al momento de utilizarlas había que tener en cuenta cinco tipos de ¿movimientos? ¿Perspectivas? Cosas que hay que tener en cuenta para interpretarlas. Siempre, tomando en cuenta el uso de ellas en la predicción, o en la obtención de información. No sé si veremos el mismo enfoque. Se había espabilado. El viento fresco de esa mañana le levantaba el ánimo.
  3. Oh, el bello paisaje se expandía por los cuatro puntos cardinales y Orión no podía estar más relajado. El verde, el sol y el gran cuerpo de agua llenaban en parte su alma. Encima, estaba con ella. Porque pretendía ignorar todo lo demás. Porque la última clase fue un fiasco para él, siendo que terminó cuasi desnudo en medio de un desierto, atacado por un sinfín de animales fantásticos. Y no había que ser adivino para saber que algo así iba a pasar. Por eso, esta vez, había ido más preparado. Llevaba todas esas tonterías que los uzzas usaban para canalizar magia dentro de sus bolsillos. No sé, creo que era un tema de él, porque odiaba usar anillos. Si tanto poder tenía este grupo, no necesitarían collares, amuletos y demás para poder usar su magia. Pero bueno, eran las reglas del juego. Luego de un par de presentaciones comenzaron a caminar. El viento movía levemente los cabellos cobrizos con puntas azules del Black. Había dado un par de zancadas para caminar a la par de Gatiux. Con su mochila y todo. Siempre era la que más se preparaba, mientras que él era un poco despistado con el tema. Un poco paradójico, ya que era Orión el que representaba todo lo de predicciones y esas yerbas. - No puedo creer que te haya convencido de venir. Sabes que estas cosas me dan muuuuucha pereza hacerlas solo. Necesito una damisela en apuros. Le dio un suave golpe en las costillas a modo de broma. En un toque, habían llegado a esa “civilización”. No sabía que había. No reconocía casas, ni edificios particulares, sino una sensación de estar en algo así. La cara de perdido del Mago Oscuro no cesaba de incrementar. Y por si fuera poco, una jauría de lobos espectrales, muertos, algo vivos, y cosas salidas de una película de zombies, salieron en conjunto a atacarlos. - ¿Podrá sola damisela en apuro? En un movimiento rápido, Orión se colocó en frente de Gatiux para arremeter contra la jauría. Según el libro de la sangre, había un hechizo que podía utilizar que servía de más utilidad que el Orbis Bestiarum. Una bestias no vivientes saltó hacia su cuerpo, por lo que en contra ataque, juntó sus manos y trabó con fuerza el hocico. Entre los ojos del canino, una marca oscura del tamaño de su palma apareció de repente. - Obedire –susurró, al mismo tiempo que realizaba la acción. Soltó el animal y le indicó con un ademán a proteger a los dos de cualquier otro que quisiese meterse con la pareja. - Por lo menos practicamos los hechizos.
  4. A partir de este momento, sólo voy a ser capaz de poder describir las reacciones que tuvo Orión frente a los eventos que se estaban desenvolviendo. No tengo potestad, e intención, de poner en tela de juicio lo que pensaba su pareja o su hermana. Como ya sabemos todos, cada quien tiene su forma de asimilar las crisis, algunos simplemente niegan, la mayoría lo enfrentan con ira y algunos, cabe decir los más especiales, con humor. ¿Adivinen en cuál caía él? Casi se echa al suelo a reír. Hasta había un cartel de la Marca Tenebrosa gracias a algunos… Vándalos. La cosa es que, le habían ofrecido un super terreno, lleno de atracciones funcionando correctamente. Con una planilla de empleados capacitados y motivados para enfrentar cualquier situación y conflicto. Con luces de colores en todos lados, alegría, diversión y mucho, pero mucho dinero. Era un negocio redondo, mires por dónde lo mires. Tanta adivinación y astronomía ¿para qué? - Bueno, veamos el lado positivo. Sólo hace falta un poco de cuidado. Contratar a la gente correcta. Y en poco tiempo esto se llenará. Si no entramos no podremos ver cómo está la situación, en definitiva. Empezó a caminar. Sus botas se iban llenándose con una mezcla de barro y orina de algún animal forastero. Ajj, pestes. Otro tema de qué preocuparse. Al otro lado del terreno, pasando por la cabinita de boletos, había una caravana de aluminio con toda la pintura descascarada con una de las ruedas enterrada hasta el fondo del barro. Había un cartel cutre que señalaba “Organisazión”. Les hizo un ademán a sus colegas para que lo acompañen. Si ése se suponía que era el centro de operaciones, capaz había alguna que otra pista sobre qué diablos había sucedido en el lugar. Tuvo que empujar varias veces la puerta para que cedieran, dando lugar a un cutre motorhome stlye caravana, donde había una cafetera con lo que, oh por dios, esperaba que sea café, como también moscas, platos sucios y una mesa torcida. Había una carta. - Creo que es de los antiguos dueños. La abrió y sacó un papel amarillento. “Queridos nuevos propietaros; Mi más sentido pésame por su compra. Enserio. Me disculpo. Todo… ¡TODO! Es mi culpa. Y no puedo sentirme más mal escribiendo estas palabras. Les deseo lo mejor. Enserio. Lo mejor. Intentamos hacerlo. Realmente intentamos hacerlo. Habíamos contratado a las personas más positivas del mundo. Instalamos los juegos más emocionantes. Pero fue el accidente. Ése terrible accidente. El sobre está encantado. Los visitaré en cuanto sepa que el parque está en nuevas manos. Un amigo.” Levantó la ceja luego de leer la carta. - Parece que tenemos a nuestra primera visitante. Me da un chiquitín de miedo.
  5. - ¿De qué quiero hablar? Justamente de esto, Frenger. De que me quieres romper la cara. Vamos por partes. La recibida del Rexdemort no fue la mejor claramente, y su propia predisposición lúgubre le daba escalofríos en la nuca. La razón de lo último se concentraba en que Orión no estaba tan acostumbrado a eso. O sea, de por sí, el tipo iba transcurriendo a tropezones el rencuentro con almas del pasado, pero no lo suficientemente fallidos como lo estaba teniendo con su interlocutor. Por otro lado, el simple contexto físico no aportaba mucho a la comodidad de Orión. Pero eso no era tan malo. Lo soportaba. Estuvo en peores situaciones, de eso seguro. Lugares donde el olor a sangre era más punzante que el de la madera podrida. Las islas siniestras, donde Dragomir celebraba su tutoría, o las tundras a donde Artheón lo había llevado; eran simples ejemplos. Y eso que casi se mata subiendo hasta la sala. Por último, sentarse frente a él. Encararlo. Era momento de hablar. Sacó su varita gris y con un leve movimiento conjuró un pequeño fuego entre los dos, el cual levitaba a centímetros del suelo. Había notado los pies desprotegidos de Frenger. Se negaba a decirle Axel. Ese nombre no existía pera él. El problema, es que justo cuando iba a hablar, no sabía que decir. - No sé qué decirte. Debí decirte lo antes posible sobre lo de Gabrielle. Pero sabes cómo son las cosas. No me quise meter. Pero eso no significa que me trates como basura. Como si no me conocieras. Como si todo lo que hicimos era nada. Estaba sentido. Reconocía que se merecía uno, o dos, golpes en la cara. Por desaparecer. Por no visitarlo. Por no preocuparse por él. Pero ya quería terminar con eso. Se sacó el sobretodo y se lo ofreció. - Veo que estás con más frío –le dejó el mismo a un costado, quedando en su camisa a cuadros roja-. Terminemos ya con esto. Si realmente quieres golpearme, acá estoy. @@Axel Rexdemort
  6. - Tranquilo muchacho. Te entiendo mucho más de lo que crees. A tu edad tenía mis necesidades escapistas. A veces uno piensa que no puede con todo. Que tiene que estar resolviendo cosas ajenas. Así te vas acercando a la despreocupación absoluta, supongo. Y sí, realmente lo entendía. Bueno, él se desapareció por cinco años aproximadamente. Y antes de eso, eran muy pocas las veces que pasaba la noche en el castillo. Fuera de eso, el encuentro con Aziid fue de pura suerte. Habían pasado no menos de dos minutos que había dejado a Gatiux en la sala para ir a buscarlo. Si ya era oficial que vivirían como pareja, vio pertinente la presentación del reciente joven Black. El problema del árbol, y los registros ministeriales, es que se necesitaba oficializar las relaciones de alguna manera u otra. Aziid todavía no había encontrado el parentesco con el árbol, pero ciertamente era un Black hecho y derecho. En cierta manera, le hacía acordar a su propia búsqueda con respecto a su madre, y comprendía la necesidad del proceso de sentirse parte de la familia. Después de todo, uno no se entera de un nuevo apellido todos los días. - ¡Gatiux! Se anunció mientras bajaba las escaleras, dando un rápido salto y superando los últimos 4 escalones y con unas zancadas la tomó por detrás. Estaba como ¿emocionado? ¡JA! Su cara estaba roja. Tenía pequeños síntomas de nerviosismo. Después de todo, uno no presenta a un hijo todos los días. - Resulta que hace unos meses, me encontré con un joven en una taberna en el callejón. Estaba buscando respuestas sobre… ya sabes, respuestas. Se acercó al castillo un día. Le di algunas y él encontró otras. Presuntamente tiene padres de la familia, o sea ¡miralo! Todo en su cuerpo grita Black. Pues, lo he tomado dentro de la familia mientras él sigue investigando. Él es Aziid Black. Su mano bajó para encontrarse con la de ella, entrecruzando con tranquilidad las manos. - Y bueno, Aziid, ella es Gatiux. Mi pareja. Oh sí. Pareja. Lo eran, ciertamente. Pero ya la etiqueta de novios no iba más. Novios eran los que iban y venían, jugando y divirtiéndose. Los que no veían más allá que el presente. Y si bien, ellos dos eran todo eso, también había algo más, porque eran ella, eran él y eran los dos. Y miraban el presente y el futuro. Y afrontaban el pasado. Y muchos otros y más. - Ella es… -se giró hacia ella y puso cara de desconcertado y cómplice al mismo tiempo-. ¿Cómo diablos debería presentarte? ¿Épica? ¿Formidable? ¿Awesome? Se volvió a Aziid, con una silenciosa carcajada. Y sí. Tenía tanto para hablar. - Te exhorto a que confíes en ella. Tiene mucho para enseñar. Había escuchado ruidos en la cocina y se inclinó para atrás a ver si veía algo raro. De por sí, el resto de los familiares habían vuelto a hacer sus cosas. Sintió una leve necesidad de saber qué estaba haciendo Kya. Se ocuparía de ella luego. Pero vio a alguien más. Su hermana Mahia. Le hizo un ademán para que se acercara, supuso que ella tampoco conocía a Aziid. - ¡Mahia! ¿Sabes que Gatiux casi se nos va? Justo cuando empezamos a ser una familia. No tenía ni idea de que básicamente por eso se habían desencadenado las anteriores acciones que giraron alrededor de la Malfoy. Porque el vaso bajo, con el recuerdo de ella, seguía estando en la cocina, intacto. El Black no había tenido tiempo de verlo. Esto, es lo que en la literatura llamamos, ironía dramática.
  7. Orión Yaxley

    Inscripciones

    Nick: Orión Black. ID: 46902 Libro de Hechizos: Libro de la Sangre Justificante de compra del Libro (Link a la bóveda trastero): Justificante Rango Social: Dragones de Bronce Nivel de Magia: VII Fecha aproximada de aprobación EXTASIS o de salida de la Academia (versión anterior): Octubre 2008 Link a la Bóveda: Boveda 78333 Link a la Ficha: Ficha 7828
  8. Para Orión, descubrir un bar nuevo presuponía un avance en sus conocimientos. Como fiel bebedor de cerveza, era su afán poder encontrar aquella que encajaba perfecto con sus papilas gustativas. Por el momento, la ganadora iba siendo una fresca irish red que dejaba un suave sabor en su garganta. Y como él había aprendido en todos estos años, había más que a aprender. Subió las escaleras de caracol que daban al piso superior de un local al que recientemente lo habían nombrado socio con un pequeño porcentaje de ganancias. Le daba la bienvenida Shadowhunters, un lugar bien arreglado y con el suficiente porte tenebroso como para tramar algo con buenos resultados. Había invitado a Káiser, un jóven aspirante mortífago parte de la familia Black. Ignoraba el parentesco, pero sabía que su madre, Akiza, era una de las dueñas del lugar. Pretendía trazar un plan, lo suficientemente contundente como para iniciar un camino lleno de éxitos dentro del bando mortífago. Lo habían asignado como su aconsejado y como todo viejo lobo, tenía mucho por contar. - Una pinta de su más fina Kölsch. Había aclamado en voz alta mientras se sentaba en una de las mesas que conformaban un esquinero en el lugar. Prefería los lugares recluidos, donde uno podía hablar libremente y sin tapujos. Aquella magia que venía con el libro de la fortaleza, también lo ayudaría.
  9. - Tu saldo es menor comparado con los siete mil galeones que cuesta por lo que lamento informarte que tendrás que volver la próxima para poder adquirirlo y cursarlo en el Ateneo. - ¿Pocos galeones? ¡Esto no puede ser! Se cruzó de brazos. Estaba extrañado. El depósito de los galeones que había tramitado su hermana no había llegado a tiempo en el que había realizado la transacción. Sacó su varita y tras mandar un comunicado pidiendo que se apuren, volvió a rellenar la ficha. Supuso que ahora ya podría realizar la compra de su preciado libro. La cosa es que, había convencido a Gatiux de cursarla con él y le daba mucho apuro poder inscribirse para el mes de Febrero. Tenían un plan un poquito más divergente de lo que usualmente uno hace como estudiante. - Creo con esto ya estaríamos, querido. ID: 46902 Nick: Orión Black Link a la Bóveda Trastero: 108859 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 78333 Nivel Mágico: VII Fecha: 2017-01-30 Nombre del producto: Libro de la Sangre Consumible o Libro de Hechizo: Libro de hechizo Nivel (del libro): VII Precio: 7000 G Precio Total: 7000 G - ¿Dónde lo retiro? ¿Viene con el material para la clase?
  10. Si bien, el tipo seguía pensando que este conflicto se podía resolver de una forma pacífica, él no sería el primero en ceder. Es lo primero que le enseñaron ni bien le tatuaron la marca. Y estaba grabado, a fuego, en lo más profundo de su inconsciente. Ésos eran los dejos de supervivencia que tomaban el control cada vez que se enfrentaba a una batalla. Y cuántas veces lo habré dicho. Orión era pacifista. Hasta que estaba en la batalla, claro. Sonrió al ver como su ataque desapareció tras la rápida protección de Maida. Ahora, quiero aclarar algo, como espectador de este épico encuentro. Orión tenía una debilidad muy grande, y es el tema del tiempo. O bueno, no sé si debilidad. Pero con cada acción que se realizaba, él, comenzaría a atacar con más fuerza y más tenacidad. - Absorvere. Dio una fuerte floritura con su varita. Su objetivo iba a la muñeca donde sostenía la varita. Era una acción bastante utilizada en los duelos. El simple fin, tras el sonoro crack, era que la puntería sea un tema utópico. Así fue como el rayo verde que se desprendió de su varita, fue parar directo a uno de las estanterías, explotando algunos libros. - Te das cuenta que esos libros podrían ayudarnos –carraspéo-. ¿Crees en el destino querida? Esta es una biblioteca demasiado antigua. Son instalaciones olvidadas ¿cómo obtuviste el contacto? Levantó la ceja. Ella no hablaría, por lo que él intentó propulsar las cosas. - Construí parte de esta biblioteca. Hay libros de mortífagos que he escrito yo. Movió lentamente su varita, para dar una estocada final. - ¡Sectusempra! El rayo escarlata salió esta vez de su varita. Como era lo obvio, buscaba desangrar a su contrincante. Por lo menos, con cada paso, se develaba de a poco la verdad.
  11. Lo bueno de ser un canal entre lo que parecían ser dos mundos, era de que al final, cuando se conectaban, él podía tomar algo de ese suceso. Básicamente, lograr pertenecer por unos segundos. Y ahí estaba él, terminando la canalización de los sentimientos de Ariane, con respecto a su local y cada una de las varitas que sus ancestros y ella, habían creado. Por eso, justo cuando sentía la mayor tensión y donde ya se estaba sintiendo más un intruso, que un ayudante, se salió de la conexión. Abrió los ojos. La bola de cristal aclaró la bruma que contenía. Estiró su espalda y se rascó un poco la nuca. Ya estaba agotado. Pasó su palma por encima de la bola para volverla a su tamaño conveniente para ir al bolsillo. - Creo que he abierto la comunicación perdida Ariane. Queda todo en sus manos para poder seguir. Se levantó de su asiento y palpó sus bolsillos por si se estaba dejando algo. Se giró rápidamente para buscar el saco que había colgado anteriormente. Mientras se dirigía hacia la salida del local controlaba que todo estuviese en orden. El tema de estas soluciones es que no se desarrollaban a corto plazo. Orión se refería a que no existía la cura inmediata con esos sucesos mágicos. Había que tener paciencia y entendimiento. Mientras menos uno presione, mejor. De todas maneras, el cese momentáneo de mini catástrofes ya se perfilaba como una buena mejoría. - Cualquier cosa llámenos nuevamente ¿Sí? Muchas gracias por ayudarnos a ayudarla. Dele tiempo a sus varitas, deje que todo fluya y cada cosa caerá en su lugar. Que tenga bonita noche Ariane. Se giró sobre sus talones y salió del local, desapareciéndose inmediatamente al tocar la calle.
  12. - Oh… disculpe. El tema con la muerte, para Orión, era un toque especial. De todas maneras, no evitó sentirse un poco incómodo ante su propia intromisión frente a la respuesta de la Dumbledore. Clavó sus ojos en el suelo y suspiró. Volvió a escanear el taller, buscando un par de pistas más. La vida mágica a veces era cruel con las relaciones interpersonales. - Por Merlín... ¿Y qué puedo hacer para que esto deje de pasar? - Primero que nada. Alégrate que pase. Si has estado fuera por una determinada cantidad de tiempo, y sin el negocio atender, el comportamiento de las varitas indica un gran afecto hacia su persona. Es un simple reproche. Como cuando dejás a un perro o un gato tras un viaje y a la vuelta se “enojan” de cierta forma. La gran canica seguía sus pasos. El tema era más simple de lo que el Black se preocupaba. No hacía falta grandes cantidades de magia. Simplemente una “junta”. - Bien Ariane. Lo máximo que puedo hacer es servirle de médium entre las varitas y usted. De ahí en más, queda todo en sus manos. Procure volver a conectarse con las varitas ya creadas. Aumentar sus ventas. O simplemente estar. Hablarles. Como a las plantas ¿vio? Poder comunicarse con su local. Se giró sobre sus talones y volvió a la mesa. Tras un movimiento de su palma, la canica tomó gran tamaño, siendo una bola de cristal propiamente dicha. Flotaba a centímetros de la madera. Su varita quedó guardada en el saco. A veces, le daba miedo sacarla frente a civiles, porque en definitiva, era su arma en los asaltos y batallas en las que protegía su identidad. - Como ya le comenté, serviré de canal. En los próximos minutos facilitaré la comunicación. Creo que lo mejor serían disculpas y explicaciones sinceras. A veces lo mejor es decir la verdad, sin más. Finalmente guardó silencio y cerró sus ojos. Una niebla opaca comenzó a formarse dentro de la bola de cristal. Era algo tan simple, pero paso fundamental. Alguien tenía que servir de medio entre los objetos y sus dueños, cuando esa preciada relación se rompía.
  13. Un detalle importante. El taller. Generalmente, en una cuestión de energías, esos lugares de creación son muy fuertes sobre la magia. Por más que uno no realice ningún hechizo o proyección como movimiento externo, esto es rayo o alguna invocación fuera de su cuerpo, sigue aplicando las mismas acciones que originan la magia al crear. Y eso era necesario. Visitarlo. Orión, por su parte, había escuchado atentamente a cada palabra de Ariane, mientras se apoyaba en el mostrador. Fue cuando una de las varitas lo electrocutó con la suficiente fuerza que pudo volver a la realidad. - ¡Muy amable de su parte Ariane! Entiendo entonces que, en primera instancia usted viajó lejos del local, sus socios y empleados tampoco se encuentran muy presentes en la economía en general y por último, las cosas pasaron sin que usted se diera cuenta. De todas maneras, si es el taller el problema. Al taller debemos ir. Tomó nuevamente la iniciativa y se giró para la trastienda. Con cada paso, su mirada escaneaba el escenario con exhaustividad. No se le quería escapar ningún detalle, pero al contrario de muchos detectives, veía todo holísticamente. Necesitaba un plano general. Una mirada externa, para entender la situación. - Por el momento no, gracias. Le voy a aceptar un té de cedrón luego de terminar el trabajo. Dejó sin pedir permiso, mala costumbre del Black, el saco en una de las perchas del taller. Se acercó hacia la mesita donde se trabajaban desde el inicio las varitas y palpó la madera, intentando alimentarse de alguna energía sobrante. - Un Poltergeist es un espíritu bromista que causa estragos a los propietarios de un hogar. Es esporádico y azaroso. Impredecible. Al contrario, si los efectos mágicos se producen en patrones, hay un malfuncionamiento dentro del flujo mágico. Como un reloj que tiene trabado el segundero. Sacó una pequeña bola de cristal de su bolsillo. Un poco más grande que una canica de considerable tamaño y la dejó frotando frente suyo, por encima de la mesa. Cerró los ojos sus azules ojos y concentró su energía en el cristal. Con la derecha se acomodó sus cabellos cobrizos con puntas azules. Algo estaba viendo ya. Nada. - Debo serte sincero Ariane. Esto no es necesario en lo más mínimo. Pero si hubiese sido un Poltergeist, ya estaría en este lugar, causando lío. Les atrae los artefactos mágicos y tienen una curiosidad peculiar. Se levantó de su asiento, y comenzó a recorrer el taller. Tenía un olor un poco viejo, una mezcla entre encierro y nostalgia. Capaz lo percibía así él. - Oh. Creo saber qué pasa. Todos los objetos tienen… memoria e historia. Si me dices que usted estuvo de viaje, señorita Dumbledore ¡Perdón! ¿O debo decir señora? –Carraspeó ante la equivocación-. Lo que me refiero. Creo que… las varitas están un poco ofendidas por su ausencia.
  14. - Buen día, mi nombre es Ariane, en que puedo ayudarle. - ¡Hola! Buenas tardes. El Black dio una pequeña reverencia y no pudo evitar el deje de empatía para con su interlocutora. Ariane realmente parecía que había pasado una tarde de locos. Estaba como desganada y cansada. Asintió, como entendiendo la situación y dio unos pasos dentro del local. Se giró hacia Ariane e intentó observar algún dejo o pista de los problemas que venía a solucionar. - Acá, mi estimada Ariane, vengo yo a ayudar. Soy Orión Black, por parte de Misterios. Me han comentado que necesitaban ayuda en el lugar. Volteó a ver el local. Estaba tal cual como recordaba cuando vino a escoger su primera varita. Al principio, no notaba nada raro. Salvo por un patrón específico. Constantemente las varitas con números y posiciones pares salían y entraban del lugar. A veces, ni llegaban a concretar lo segundo que quedaban tiradas en el suelo. Las luces, cada cuatro segundos, titilaban. Tenía una teoría específica. - Creo que es un Poltergeist. Pero no quiero cerrarme a algo específico todavía. Temo pedirle té y que se nos caiga encima ¿Hace cuánto viene con este problema? ¿Ha pasado algo que se maneje así sistemáticamente? ¿Patrones? ¿Horarios específicos? Vio que encima del mostrador había un polvo púrpura. Leve. Pero estaba ahí. Pasó los dedos y sintió la textura entre las yemas. Parecía arena, porque se colaba rápidamente entre los mismos. No tenía un olor particular. - Si esto fue de un día para el otro, necesito algún espacio para la bola de cristal.
  15. Si nos vamos a poner ñoños, creo que la baja del MSN cambió mucho las relaciones sociales que se dan dentro del foro. Voy a dar un ejemplo, ahora con el Wsp, siempre estás conectado. Siempre. En todo momento. Salvo que no mires el celular. Pero para la otra persona lo estás. Entonces no hay como un "listo, cierro esto, cierro el foro y me desconecto". Por eso a veces uno se le desgasta la batería social tan rápido. Debería probar telegram. Nunca lo usé. Slack es genial si tenés organizaciones sociales o equipos de trabajo. Lo amo. Muy buena entrada!
  16. Nick: Orión Black ID: 46902 Conocimiento: Runas Antiguas, de lo contrario, Encantamientos. Nivel de magia: 7 Link ficha de personaje: Ficha Link boveda: Bóveda +3+
  17. Oh, el trabajo dentro del departamento de misterios se hacía cada día más emocionante. Primero, porque en definitiva, en una comunidad mágica sí abundan esas cosas. El segundo punto iba más por un tema de que por fin podía salir a participar en otros ambientes que no sean los del ministerio. Siempre se había proyectado como alguien que trabajaría en varios escenarios diferentes. A veces, tendía a la oficina. A veces, al campo de batalla. Y hoy tocaba el campo. Por eso se había aparecido en Ollivander’s, donde aparentemente la dueña estaba lidiando con un problema un toque más sobrenatural. El escaparte, que se apareció frente a él tras el uso de la magia, brillaba con delicadeza en aquella tarde de invierno. Lo primero que sintió fue un gran golpe nostálgico. Fue donde compró su primera varita de álamo, la cual tras los años nunca supo bien donde quedó. Llevaba un sobretodo negro. La su pesada varita gris en la derecha. Unos pantalones de vestir, junto con unos zapatos de azabache que hacían juego. Era como un uniforme serio de trabajo como Inefable, ya que estaba como una visita oficial. Su cabello cobrizo con puntas azules estaba peinado prolijamente hacia atrás, formando una pequeña colita en su nuca. Finalmente, unos ojos azules compasivos revisaban todo los puntos de la puerta. Con la izquierda tomó el picaporte y entró. - ¿Hola? Vengo por el Departamento de Misterios. Soy Orión Black –dijo y al ver que no había gran peligro, guardó la varita dentro del sobretodo-. ¿Alguien puede darme los detalles?
  18. Esas compras en el Mall le daban escalofríos. De por sí, tener que estar visitando esa planta por medio del peligroso ascensor le daba indicación suficiente que ese lugar no le gustaba tanto las visitas. Eso era lo que le daba la mala espina general al Black. Pero sus ansias de conocimiento eran mayores en algunos aspectos y era un paso necesario. Amargo, pero necesario. Por eso estaba suspirando, con cada paso que daba hacia el mostrador. Puso sus dos manos a trabajar, buscando un pergamino y una pluma con tinta. Comenzó a llenar su ficha. Nunca se olvidó de la primera vez que había puesto demasiada en aquella y resultó en casi un rechazo de su compra. Ew. Más vergüenza todavía. El Libro de la Sangre era el siguiente. Su paso por el de la fortaleza fue un poco traumático, dado que se había olvidado prácticamente de los anillos que le daban esa posibilidad de utilizar alguna que otra magia. Por eso estaba decidido a controlar que todo estuviese en orden para poder seguir con los estudios. - ¡Hola! Vengo por el Libro de la Sangre ¿Ustedes dan las herramientas para llevar al curso? Sin más, dejó la ficha completa.http://www.harrylatino.org/user/46902-orion-black/ ID: 46902 Nick: Orión Black Link a la Bóveda Trastero: 108859 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 78333 Nivel Mágico: VII Fecha: 2017-01-24 Nombre del producto: Libro de la Sangre Consumible o Libro de Hechizo: Libro de hechizo Nivel (del libro): VII Precio: 7000 G Precio Total: 7000 G - ¡Gracias!
  19. Ese beso tuvo el poder del mismísimo dios del tiempo para él, porque todo se congeló. Básicamente, desde que había hecho la pregunta, se moría con cada segundo sin que ella diera respuesta. Y eso, obviamente, le dio un gran respiro. Porque con esa respuesta, algo muy dentro de él se encendió. Una pequeña llama, que le daba calor al resto del cuerpo. Ahora empezaba para él algo diferente, y no podía ignorar ese dejo de aventura. Sonrió ante el comentario de la habitación. Obviamente irían a la suya, en esa torre pequeña que servía también como estudio. A veces las noches podían ser demasiado crudas, y por más capas de colchas y sábanas lo cubrieran, no lograba mantener el calor. Y ella, ella podía ser la solución, de ese y de tantos problemas más. Y a decir verdad, Orión quería presentarle a Aziid. Un joven a quien se había encontrado en una taberna de mala muerte por el callejón y quien sorpresivamente había tomado como protector dentro de la Black. Nunca supo exactamente qué había pasado dentro de la historia del Base, pero era tan Black como él. - Hay alguien. Aziid. No sé si lo recuerdes, con todo eso que pasó en Octubre con Luisitha. Ya sabes. Él estuvo ahí y bueno, lo he tomado como “hijo” hasta que se sepa bien su parentesco con la familia. Y ahí estaba esa veta paternal. - No me olvido del recuerdo. Lo había soltado. El vaso seguía en la cocina. Pero Mahia, Mahia se había aparecido en la cocina sin que tomara conciencia de la presencia de la pajera. El Black carraspeó con fuerza, intentando llamar la atención. No hacía falta ser adivino para sentir la tensión que había desde el desayuno. - Yo buscaré al otro, creo que tienes cosas que hablar con ella.
  20. Apareció Axel. Con una mana, descalzo y muy poco sueño. La primera impresión del Black fue de preocupación. Sabía que Gabrielle había visto a Frenger, pero nunca entendió en definitiva qué había pasado. No había visto más a su hermana con él, ni siquiera en una charla de paso. Sabía también que había dejado el bando. Se arrepintió no haberlo visitado antes. Revisó de arriba abajo devuelta, mientras tragaba saliva al verlo cerrar la puerta. Le estaba prácticamente denegando el espacio de su local. - ¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres? Suspiró. No quería arrebatarse. Pero cuando el Rexdemort reaccionaba así no le dejaba más ventana que cachetearlo para entrar en razón. El origen de la agresión, en definitiva, venía por la omisión sobre el carácter de vida de Gabrielle. Orión, no negaba merecerse un par de golpes en su cara, pero por eso, jamás. - ¿Que qué quiero? Me entero que estaremos en la misma clase al mismo tiempo que estás a punto de romperme la cara. Y creo que necesitamos aclarar un par de cosas entre los dos. Dio un paso hacia delante. Quedándose a considerable distancia del danés. No tenía su varita encima. No llamaría a sus compañeros de bando. - ¿Qué dem****s te pasa? Tampoco tenía idea sobre si Gabrielle estaba viva o no. Una de las razones por las que me alejé de todo fue por su supuesto suicidio. Miró hacia abajo con unas lágrimas en sus ojos. Fue una época muy oscura para él. Sus cuatro hermanas ya habían desaparecido y no le quedaba casi nada de familia inmediata dentro de la marca. Salvo él. Pero como todos los detalles eran confusos y no prefería meterse. - Sé. Debí haberte avisado antes ¿Te parece si discutimos esto adentro? Me estoy congelando Se inclinó hacia el cuerpo del danés mientras estiraba el brazo y tomaba con fuerza el picaporte detrás de él. Lo giró rápidamente y dio un leve empujó para que se abriera la puerta. Dio un paso más, intentando pechar de alguna forma al Rexdemort, qué, teniendo en cuenta su accionar en Aritmancia, no se iba a sentir tan intimidado.
  21. - ¿Qué necesitas? ¿Más espacio? Cada vez que creo entenderte, resulta que no es así. Él seguía de espaldas a ella. Se había apoyado en su espalda, como si de alguna manera encontrara paz en esa estilizada espalda morocha. En ese cuerpo, encontraba una paz peculiar. Podría decir que para Orión existían diferentes tipos de la misma, algunas que lo tendían a llevarlo a una zona de confort. Con Gatiux no. Era totalmente lo contrario. Algo excitante, dinámico, que lo llevaba a un cambio constante. Y eso era hermoso. - No tengo miedo de ponerle un nombre. Pero ¿para qué? Somos tú, somos yo, somos nosotros. La apretó con aún más fuerza tras decir lo último. Toda su cara seguía apoyada en su espalda y cuello y exhaló fuertemente por su nariz. No es que le tenía miedo a la velocidad, sino es que necesitaba procesar mejor cómo iban las cosas. No quería transitar esa etapa de su vida sin ella. Por fin se habían alineado tantos planetas. - No es la rapidez. Es que quiero asegurarme de estar contigo en estos momentos. Te necesito acá. Éste es tu espacio. No tengo miedo de dar el siguiente paso. Tragó saliva nuevamente. Y la giró con suavidad, para quedar cara a cara. - Gatiux Malfoy ¿Quieres vivir conmigo en este castillo? La tomó de la mano y sin esperar respuesta la llevó hacia fuera de la habitación, hacia la cocina. - Necesito que conozcas a alguien.
  22. - Sí. Creo que está mal Axel. Escribió rápidamente los números, 23 + 8 + 15 + 7, daban 53, como era un número de dos cifras, tenían que sumarse entre ellas, siendo 5 + 3, 8. De ahí, se levantó con el pedazo de pergamino y se acercó hacia donde estaba él. Sentía en carne propia la tensión. Al menos Orión, cansado y todo por la dura noche anterior estaba de mejor humor que el Rexdemort. Volvió a su banco y estiró sus extremidades. Pegó un bostezo, revisó nuevamente a sus compañeros y luego hacia la gran ventana. Se apoyó sobre su brazo y pensó en alguna contestación elocuente al comentario irónico de Alegna. - El cero puede significar muchas cosas. Como lo no-es. Lo que es, no es no-es y con eso ya tenés el fundamento de algo. Puede ser otra cosa. No sé. No tengo estudios sobre la muerte para teorizar específicamente sobre eso. Pensó en la pregunta de Alegna. En la matemática el orden de los productos no altera el resultado, pero no siempre. Ahora, el tema es que estaban viendo en esos momentos la numerología en base a objetos. Por ejemplo, las manchas de un perro. O la cantidad de escamas de un dragón. Lo que le daba curiosidad, en definitiva y en base a su trayectora, era aplicar este tipo de técnicas sobre personas. - Entonces, teniendo en cuenta que tenemos los números de objetos ¿Cómo podemos hacer para expandir estas técnicas sobre otra persona?
  23. - Por si quieres examinar la escena. Ahora, si me disculpas... Orión calló. Vio el vaso con el líquido plateado que revoloteaba. En su mente cruzaron dos caminos, por un lado iba a tomarse el tiempo para revisar el mismo pensamiento, buscar por detalles, ver quién había dicho qué y así, para formar otra opinión. Pero por el otro, no había tiempo. Gatiux no era de esas mujeres que se planteaban irse así como así. Se incorporó ¿Vieron cuando estás apurado que si hacés todo rápido te sale mal? Así iba el Black entonces. Un paso de él significaban tres de ella, o por ahí. La cosa es que, indudablemente, llegó a visualizar como ella cerraba la puerta de un portazo. Su cara estaba seria, de piedra. Dio un poquito de envión y rompió la cerradura al golpearla con el hombro. Vio la escena y suspiró, pero de esos en los que te quedás sin aliento. La tomó por detrás con fuerza. - Estás viviendo en el Castillo con el permiso de Glenin. Ni mis hermanas, ni yo, podemos opinar sobre tu presencia en el castillo. Pegó su cara a su cuello y miró hacia la ventana. Ya iba marcando la media mañana, casi el almuerzo. La planta baja estaba llena de gente. Sus hermanas perdidas en el bosque. Y la presencia de su tío haciendo de las suyas por ahí. - ¿Podemos si quiera hablar de esto? Digo… aparentemente estamos ¿viviendo juntos? ¿con nuestros hijos? Muchos pasos en poco tiempo –tragó -. Y bien sabés que te necesito. Pequeños diamantes comenzaban a caer del cielo. Volvía a nevar. A todo esto, su magia seguía ordenando su ropa. Él no quería que se vaya, claramente. Pero tampoco la podía detener. En definitiva era su decisión y su relación se mantenía coherente así.
  24. - ¿Ya sabes a que parte en concreto iremos? Sólo pregunto para saber si puedo ir averiguando algo que nos sirva de ayuda para que puedar hacer lo que necesites. Miró hacia abajo. Había escuchado, de una gruta. Ése era el problema. Los rumores son un arma de doble filo, que siempre se presentan un poco engatusadores frente a la necesidad de ser utilizados, para una forma u otra. Sin embargo, con todo y sus aspectos negativos, eran a veces los únicos recursos con los que uno contaba para iniciar las investigaciones. Resulta, entonces, que este lugar se encontraba en medio de uno de los caminos cerca de una cadena montañosa en la parte más continental de la isla. - Cuando el momento llegue, me adelantaré y les avisaré por lechuza ¿Sí? Se movió un poco incómodo en el lugar. Estar pidiendo ayuda lo mataba. Más que nada porque no tenía nada a cambio para pagar el favor. Y para él, siempre, pero siempre, se tenía que presentar una contraprestación de algún tipo. El balance era primordial. - Gracias, Emmet. Espero que en este viaje puedas sacar algo positivo, también. No quiero molestarte más. Tengo el presentimiento que tendrás una larga visita. Le dio una sincera sonrisa ¡los compañeros de bando eran lo mejor! Más allá de llamarlos para esconder un cadáver, cosa muy común entre ellos. Ése tipo de viajes eran un poco más personales y a veces, en la marca, algo personal era tabú. Le dio un abrazo medio sorpresivo y con el mismo cuidado con el que entró, salió del Atelier.
  25. A ver. Entendamos una cosa. Orión no es específicamente un hombre matutino. Como no le gustaba el café, porque lo ponía demasiado hiperactivo, necesitaba de un par de tazas de té para recuperar en cierta medida, un dejo de conciencia sobre el contexto. De ahí, es que en relativas palabras, puedo explicar la poca predisposición ante los comensales en aquella fría mañana en el castillo. Sólo se limitaba a tomar. Intentar hipotetizar sobre el restante de las hojas de té. Su inconsciente sí escuchó el intercambio entre Kya y Gabrielle. Pero su consiente estaba despertando todavía. Bostezó y aun con los ojos somnolientos vio como Gatiux se dirigía hacia la cocina. Parpadeó varias veces. El tema de ser padre todavía no le golpeaba en su puerta del cotidiano. Sus “hijos” iban y venían. Su trabajo tampoco le permitía darle grandes ventanas de tiempo compartido. Pero algo tenía que decir. - Kya, sabes que esas cosas están mal decirlas. A veces es mejor tener paz, a tener razón. Hablaremos de esto más tarde No es que estaba haciendo referencia a ese caso específicamente. No le interesaba si su hermana hablaba francés o no. Él mismo tenía un par de modismos irlandeses que se le escapaba. Lo suficiente como para que él solo se diera cuenta. Y es que, en una comunidad británica cosmopolita, donde básicamente los ingleses eran la minoría, uno se terminaba acostumbrando. Lo que sí lo terminó de despertarlo fue cuando Aziid entró en escena. Hacía tanto que no lo había visto. Desde ese ataque en Halloween, donde muy pocos recordaban los verdaderos sucesos. De ahí, entendió que el joven Black hubiese tomado distancia. A veces, involucrarse demasiado con algo en muy poco tiempo, tendía a llevar una reacción opuesta. Le levantó la taza a modo de saludo cuando éste primero se apoyó en el hombro. - Como verás, pasamos de drama terrorífico, a un drama novelero. Lo que sí, queridos míos, voy a pedirles permiso. Creo que tengo un par de cosas que resolver en la cocina. Si alguien me hace el favor de despertar a Luisitha, sería bastante conveniente. Siempre es la que se despierta temprano, en definitiva. Se levantó de su asiento mientras terminaba el contenido de su taza. Se acordó, después, de ese intercambio medio raro entre su hermana y Aziid ¡Diablos! Estaba fallando como padre. Nunca podía educar a tiempo. Apoyó la taza en la mesa y miró al joven morocho. - Contigo también tengo que hablar seriamente –se quedó en silencio, viendo a Akiza, Benisher, Kya y Azzid-. ¡Qué casualidad! Todos primos hermanos acá. Volveré en unos minutos. Se dirigió hacia la cocina. No quería sorprender a Gatiux. No le había dirigido palabra desde que apareció. Tampoco quería iniciar un encuentro furtivo carnal, como sus bellas hermanas. - ¿Hablaste con Gabbs? ¿Te importa si me comentas los detalles? –preguntó, al mismo tiempo que se apoyaba en el marco de la puerta.

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