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Edmund Browsler

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Todo lo publicado por Edmund Browsler

  1. Edmund parpadeó un par de veces sin creer lo que veía. Un segundo atrás había estado en pleno polo norte, ¿cómo era posible que ahora estuviese en Londres? La respuesta llegó a su mente tan rápido como había surgido la pregunta. La aurora boreal en realidad no tenía ningún poder especial mágico, se había trato de un traslador que los había llevado hasta aquella desierta calle. Los Guerreros Uzza debían ser unos magos excepcionales ya que Browsler sólo podía utilizar objetos tangibles como trasladores. Se encontraba muy ataviado para encontrarse en Londres, así que el mago se quitó el grueso abrigo y lo dejó caer en el suelo, mostrando una túnica negra. Sus zapatos negros delataban cada paso que daba, este sonido pudo haber sido obnubilado en una ocasión ordinaria gracias a los vehículos, pero en aquella noche no se observaba una sola alma en aquella calle además de los magos que recientemente habían aparecido. - Curioso –murmuró para sí mismo avanzando unos pasos más ubicándose en el centro de aquella calle. Los magnánimos edificios de concreto armado se ubicaban a su derecha e izquierda haciendo que los recién llegados se vieran minúsculos ante ellos. Los árboles frondosos no tenían ni una sola hoja, tétricos, bajo aquella noche sin luna cuya única iluminación provenía de los faroles ubicados sobre unos pedestales. Las nubes cubrían por completo el cielo londinense y el viento comenzaba a azotar con fuerza, como si una tormenta se estuviese acercando… Tal vez se tratara de una tormenta, pero el aspecto del cielo denotaba algo más. Y no sabía que era precisamente. Browsler se encaminó hacia uno de los bancos de piedra, se sentó y se cruzó de piernas mientras observaba a los demás sin expresión. Escuchaba taciturno cada uno de sus comentarios, especialmente el de los profesores, analizando cada una de sus palabras. Soltó una sonrisa al enterarse que debían enfrentarse los unos con los otros y se incorporó, observando por primera vez al mago que sería su rival en aquella oportunidad. Sacó a Ddraig Goch de su túnica y se preparó para iniciar el duelo cuando un sonido extraño hizo que se detuviera en seco. ¿Agua? Edmund dio unos pasos hacia la derecha y observó a varios magos que se acercaban. Sally, Madeleine, Axel, Niko, hasta el mismísimo ministro de magia. Desde uno de los extremos de la calle surgió repentinamente una ola de agua que se acercaba amenazadoramente hacia ellos, parecía que aquel fenómeno acuático había salido de la calzada misma, haciendo posible lo increíble. Se escucharon gritos y cada quién comenzó a correr para salvar su pellejo. Él se quedó dónde estaba, enarbolando su varita. - Espejo de Niebla –dijo recordando uno de los hechizos que había aprendido en el libro-. Aqueora. –Un escudo mágico se formó a su alrededor pues de su varita había salido un chorro de agua que terminó cercándolo por completo es una esfera cristalina. La potente ola golpeó contra el escudo mágico con fuerza pero este ni su creador sufrieron daño alguno. Browsler observó como la ola pasaba sobre él para luego deshacerse al poco tiempo, llevándose consigo el abrigo que él había dejado caer, había perdido un par de galeones. Ubicó con sus ojos a su contrincante, Enrick no estaba muy lejos de él, a unos seis metros intentando cubrirse de la ola también.
  2. Hola! Yo también tengo una duda con respecto a uno de los hechizos. El Espejo de Niebla dice: Veamos, en la práctica no utilizaría este hechizo equipable ya que tengo un rango superior. Como acá sólo utilizaremos los hechizos de neutrales graduados, ¿podría utilizar también hechizos de mortífagos? ¿o sólo los de mi bando?
  3. Hola familia :3 Vengo a quejarme ññ *saca los carteles de protesta, prende fuego a los cauchos y se inicia la guarimba (????)* Ehm, cambiénme el nick u.ú Dice Ed Browsler Evans y debería ser Edmund Browsler Ah y vayan a rolear en el castillo feos ññ Deberíamos hacer algo divertido con el dragón que tenemos
  4. Nombre del Negocio: Mundus Quidditch Nombre de los propietarios: Edmund Browsler Rubro al que se dedicará: Venta de artículos, clases particulares, formación de equipos, asesorías y organización de eventos. Todo referente al Quidditch. Descripción: Un pequeño negocio es obnubilado en medio del Callejón Diagon a causa de todos los demás. Fue construido de con largos troncos de madera vieja que da la sensación de observar unas cuantas escobas mágicas unas encima de otras. Se accede por medio de una puerta desvencijada que suena estruendosamente al ser empujada. Al entrar se observa una estancia oscura y sucia de la que resalta una saeta de fuego dorada que brilla en el centro. Esta saeta se trata de un traslador que al ser tocado lleva al visitante a Mundus Quidditch. Mundus Quidditch tiene tres secciones importantes. La primera y principal es un amplio Campo de Quidditch, uno de los mejores del mundo, construido mediante magia en algún lugar de Inglaterra. La segunda sección se trata de una tienda de artículos de calidad de quidditch ubicada debajo del palco del público y la tercera es un salón exclusivo para eventos importantes con las más grandes celebridades del quidditch a nivel mundial, el cual incluye un Hall de la Fama. Este salón se encuentra ubicado debajo del palco preferencial por lo que no cualquiera puede ingresar. Afiliados: Se aceptan afiliados. Criaturas: -- Objetos: -- Elfos: -- Nick con link a tu ficha de personaje. Edmund Browsler Link a la ficha de tu familia. Link a la bóveda de tu negocio. Bóveda N° 108387 Negocio Mundus Quidditch Link al local del negocio. Local
  5. - No creo que Hades esté haciendo nada, Ishaya –replicó Edmund-. Recuerda que cuando tuvimos problemas en el claro la primera vez, él estaba allí. –Hasta ese momento Browsler no se había dado cuenta de que Ishaya estaba amarrado a su cintura-. ¿Qué sucede? Eres más sigiloso que un gato –espetó desamarrándose. Edmund escuchó la pequeña discusión que mantenían Nathan y Madeleine. Jank se mostraba repentinamente taciturno por lo que se comenzaba a preguntar si estaría bien. Él no le achacaba la culpa a Dayne, estaba seguro de que había magos mucho más poderosos detrás de aquello. Ishaya parecía estar muy concentrado en su lectura, tanto que ni siquiera se había percatado que Edmund se había librado de aquella cuerda que le ataba. «Espero que por lo menos encuentre algo útil» pensó mientras soltaba un bufido. - Ni lo sueñes, Madeleine, no tienes edad suficiente para ingerir alcohol –bramó Browsler alejando la botella de sus manos. En realidad se trataba de una excusa, no le importaba en lo más mínimo la edad de Madeleine, pero no quería compartir la botella-. Esperen, ¿eso es una flecha? –Edmund se colocó de rodillas sobre el suelo y tocó la flecha-. Creo que deberíamos seguirlas, tal vez se trate de Hades o Axel. Edmund escuchó la teoría de Nathan y Madeleine con el ceño fruncido. Había algo que no le terminaba de convencer. - Pero ¿y el lazo del diablo? Creo que tal tragaluz nunca existió y que el claro estaba siendo iluminado mediante magia. Vamos, ¿un claro en el fondo de una cueva en el polo norte? Ilógico por donde quiera verse. Para mí el claro no tiene salida, deberíamos seguir avanzando, además-añadió a su explicación dirigiéndose a Jank-, por algo aterrizamos acá, ¿no, Dayne? Deberíamos seguir avanzando. De la bolsita de cuero que tenía amarrada a su cintura, Browsler sacó un pequeño anillo de plata que se puso en su dedo anular. Giró un par de veces el anillo intentando concentrarse mientras continuaba su avanzadilla por la cueva, al tercer intento el anillo de la escucha brilló tenuemente y Edmund sintió su poder al instante. Los oídos del mago se agudizaron de tal manera que podía escuchar todo lo que sucedía en un gran rango de distancia a pesar de lo minúsculo que fuese. Se concentró un poco más obnubilando los sonidos que no le interesaban. Cuando pasó una media hora escuchó algo interesante que le hizo detenerse en seco. - ¿Qué sucede? –preguntó Sally. - Creo que es Axel –respondió Edmund haciéndole señas a sus demás compañeros-. ¡Dice que encontró algo! - ¿Y qué encontró? ¿Qué dice? Edmund cerró sus ojos y sus piró profundamente. Sólo escuchaba el tenso silencio que producían sus expectantes interlocutores. - Ya no lo escucho –confesó Browsler-. Pero puedo seguirle la pista. ¡Vamos! –Y sin decir nada más, se enzarzó en un trote rápido en busca de Axel.
  6. - Oh, perfecto, hoy me siento con suerte. -Edmund sonrió con cortesía, no recordaba bien si aquel día había tomado un poco de Felix Felicis-. Bueno, mientras verifica si todavía quedan un par de espejos comunicadores daré otras vueltas por la tienda a ver que más consigo. Edmund sonrió a la encargada, estaba completamente seguro de que la había visto antes pero no recordaba donde. Tal vez era sólo su imaginación. Caminar por los estrechos pasillos no era precisamente un deleite, pero debía hacerlo para poder comprar en la primera planta, ¿qué más objetos abrían por allí? Que le interesaran, claro. Browsler escuchó las palabras de un joven mago que mencionaba que habían subido el stock en algunos productos. Eran buenas noticias. Se acercó nuevamente al catálogo para comprobar que así era. - También añada a la los objetos que ya compré un pensadero y un águila de la sabiduría -comentó Edmund a la encargada. Comenzaban a llegar más magos y brujas a la planta así que pronto se podrían acabar esos productos. ------------------------------------------- ID: 64963 Nick: Edmund Browsler Nivel Mágico: 11 Link a la Bóveda Trastero: enlace Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: enlace Fecha: 2016-02-26 Nombre del producto: Pensadero Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: AAA Puntos por unidad: 40 Precio: 2000 G Nombre del producto: Águila de la Sabiduría Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: AAAA Puntos por unidad: 80 Precio: 4000 G Precio total: 6000 G Total de Puntos: 120 puntos.
  7. Edmund ingresó nuevamente a la primera planta del Magic Mall con la esperanza de poder encontrar algo interesante entre tantos objetos. La primera vez que se había dirigido hasta allá había comprado un par de cosas que necesitaba y luego había realizado compras para un eventual torneo de quidditch. Este último se había suspendido, ¿será que se trataba de una señal para no volver al quidditch? Se podría decir que Browsler ya estaba acostumbrado a los estrechos pasillos, a las altas estanterías repletas de objetos mágicos y al tumulto de personas que visitaban la primera planta en busca de objetos mágicos. Edmund se levantó sobre una plataforma de madera que se elevó un par de metros del suelo. Tomó un par de orejas extensibles de allí y las probó, escuchando la conversación de un par de magos debajo de él cuando había dejado caer una de las orejas. Funcionaban perfectamente y tal vez le servirían luego, así que decidió llevárselas. La plataforma de madera bajó y Edmund se dirigió hacia un pasillo diferente. Esta vez se dirigió directamente hacia el mostrador y observó el catálogo de objetos. El/La encargado/a se acercó a atenderle. - ¿Están disponibles los espejos comunicadores? -preguntó-. Si es así también me los llevo, además de estas -. Añadió, colocando las orejas extensibles en la mesa. ------------------------------------------- ID: 64963 Nick: Edmund Browsler Nivel Mágico: 11 Link a la Bóveda Trastero: enlace Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: enlace Fecha: 2016-02-25 Nombre del producto: Espejos Comunicadores Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: AAA Puntos por unidad: 40 Precio: 2000 G Nombre del producto: Orejas Extensibles Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: AA Puntos por unidad: 20 Precio: 1000 G Precio total: 3000 G Total de Puntos: 60 puntos.
  8. - Hemos utilizado ese anillo ya, Ishaya, así que, o no funciona, o no lo estamos utilizando bien -respondió Edmund-. En lo personal creo que es porque nos avisa sobre los peligros, más no nos libra de ellos. Edmund observó con desconfianza los anillos, ciertamente siempre habían brillado cuando se encontraban en presencia de algún peligro, pero no le veía mucha utilidad pues ya tenía un colgante que cumplía con la misma función. Ishaya estaba sumido en la lectura de aquel libro de hechizos, pero él no, a duras penas lo había leído una vez a regañadientes cuando lo compró. Edmund detestaba la lectura. Los esfuerzos de Aldair habían sido poco útiles, aún así Edmund leía por obligación pues sabía que en aquellos escritos era donde se encontraba la magia antigua que necesitaba para ser un mejor mago. - Sí, se fue al igual que los demás -contestó a Madeleine-. Y discúlpame, no debí descargar mi rabia contigo. Sabía que debía controlar aquellas reacciones instintivas que no le hacían bien pero le resultaba muy difícil. Según John, Edmund resultaba más dócil como leopardo que como mago. Y tenía razón. Ishaya les había alcanzado. Lo sabía porque había tropezado con él desperdiciando uno de sus cigarrillos. Su compañero de la Orden del Fénix intentó calmar la acalorada discusión que mantenían Jank y Madeleine en ese momento, para luego seguir comentando los hallazgos que había encontrado en el libro y finalmente mencionar el rastro de unas huellas. Y Edmund esperaba que no fuesen las del Yeti, ¿hasta cuándo ibana tener que enfrentarse al popular abominable hombre de las vienes? Edmund se acercó cautelosamente hacia el rastro y observa las huellas con atención. Eran pequeñas y delicadas. Suspiró de alivio. No se debían tratar del Yeti. Pero ahora se preguntaba de quién serían. En ese momento Sally encontraba a Stephanus, ¿qué se habían hecho Hades y Axel? - Creo que deberíamos seguir el rastro -dijo Edmund tomando la frasco de vodka que había ofrecido Ishaya-. Lo único peor que nos podría pasar es que se trate de un Nundu que nos mate a todos. » Pero debido a los recientes eventos, tal vez hasta eso sea un alivio. Edmund abrió el frasco de vodka y dio un gran sorbo, esperaba que nadie más quisiera alcohol porque él no estaba dispuesto a compartirlo. Sin esperar a escuchar si sus compañeros estaban de acuerdo o no, él se puso a seguir el rastro de huellas que había aparecido de la nada mientras tarareaba una melodía aterradora, como si supiese que se estaba acercando la mismísima muerte. Stephanus le había dicho bruscamente que se callara pero él siguió tarareando sin prestarle atención a los demás mientras lideraba la marcha. Se habían enfrentado a toda clase de criaturas y a las bajas temperaturas del polo norte, ¿quién sabe? Tal vez aquel rastro los llevase a encontrar la bendita aurora boreal de una vez por todas.
  9. Buenas! No vengo a pedir una actualización, sino una corrección en mi bóveda. El índice de bienes dice correctamente: Pero en el post objetos dice: Debería indicar "anteojos alfa" Bóveda: http://www.harrylatino.org/topic/107636-boveda-trastero-de-edmund-browsler/?p=4914981
  10. @ Hola *-* Me ha gustado muchísimo lo que le has hecho a la imagen. Tanto que em cambie la firma de una vez :3 Te confieso que es primera vez que uso una firma así de ese estilo +.+ Y te tomaré la palabra, si puedes me haces otra +.+ Pero para no abusar puedes hacérmela en cuanto puedas, sin rollo. Me gustaría una firma de Arrow con unos tonos más oscuro pue este personaje es un poco "dark". Si puedes, me avisas :3 Gracias!
  11. - ¡Aldair! ¡Aldair! Un joven gritaba aterrado desde las ramas de un frondoso árbol en plena oscuridad. A su alrededor no había nadie más, excepto por una criatura de gran tamaño que se acercaba. - ¡Aldair! ¿Dónde estás? Había llegado hasta allí corriendo cuando su hipogrifo había logrado reconocer el peligro. Un temible aullido. El joven se había subido hábilmente en el árbol pero en el trayecto había perdido de vista a su mascota. Eso le preocupaba, ¿estaría bien Ddraig Gwyn? - ¡Auxilio! ¡ALDAIR APARECE! El terror aumentaba en su voz cuando aquel hombre lobo comenzaba a asestar fuertes golpes contra la rama a la que él se había subido. Poco tiempo después, la rama cedió. Una versión mucho más joven Edmund había caído en el suelo. Este soltó un fuerte grito cuando el hombre lobo dejó su garra izquierda marcada en su pecho. Aquel golpe había sido tan fuerte que el mago había salido volando por los aires hasta que un árbol lo detuvo con un golpe seco. Lo último que recordó había sido caer contra el suelo. Edmund abrió los ojos. Hace casi dos décadas había sido Aldair quién le había curado y cuando había abierto los ojos lo primero que alcanzó a vislumbrar era el rostro del anciano. Pero en aquella ocasión se trataba del rostro de Madeleine, aunque él no la hubiese visto. La bruja estaba sumamente concentrada aplicando sus conocimientos gracias al amuleto de curación y logró sanarle de sus heridas. Y acto seguido aplicó un hechizo que revitalizó a Browsler. Tan pronto como esto sucedió, Edmund se incorporó. Claramente se había incorporado con dificultad y no entendía exactamente lo que sucedía. El mago observó al yeti caer sobre el suelo y Jank zafarse en los últimos instantes. Gracias a Merlín, el yeti no había caído hacia atrás porque si no lo hubiese aplastado a él. Y claramente Edmund no habría podido defenderse ya que apenas se estaba recuperando de la fuerte paliza que le había dado aquel animal. - Aquí estoy –bramó al comentario de Jank y luego se dirigió a Madeleine-. Sí, tenemos que hacer un esfuerzo más por encontrar a Sally, pero antes… Furioso, Edmund se acercó al Yeti y pateó con todas su fuerza el rostro de la misma. Sabía que aquel golpe iracundo no había provocado más que cosquillas al animal, pero aun así lo hizo dispuesto a descargar su rabia. - ¡Y al diablo tú y tu respeto por la vida! Si su difunto padre Eddard estuviese allí, posiblemente hubiese propinado una tunda a su hijo por soltar aquellos improperios. El grito de Edmund se vio ahogado por un súbito gruñido. ¿De dónde provenía? Giró lentamente sobre sus pies con los ojos muy abiertos y observó como la criatura se incorporaba lentamente. El efecto de los hechizos aturdidores ya había pasado y el escándalo de Edmund tampoco había colaborado. El repentino peligro alejó fugazmente su rabia hasta tal punto que no recordó por qué se había molestado tanto. Tal vez había sido porque en aquel sueño había recordado como el hombre lobo asesinó a Ddraig Gwyn o porque su estrategia para acabar con el Yeti se había visto frustrada, cuando en condiciones normales se habría funcionado. - ¡CORRAN! Nathan lideró la marcha y todos le siguieron mientras se escuchaba al Yeti pisándole los talones. - ¿Sally? - ¿Será posible? - ¡SI LO ES! - ¡SALLY, DEVUELVETE! –exclamó Edmund haciéndole señas. La bruja corría en su dirección, pero ellos se dirigían hacia la abertura de la cueva de la que ella había salido. Cuándo Sally se percató del peligro, giró sobre sí misma para correr también. - ¡ALTO! –gritó alguien-. ¿Dónde está el Yeti? Las pisadas del animal se habían dejado de escuchar de repente. Edmund observó el claro anonadado, ¿qué se había hecho el animal? ¿Había desaparecido de la nada o se habría ido por otra de las aberturas de la cueva? Primero habían sido los bowtruckles y los osos polares quiénes habían desaparecido misteriosamente cuando ellos regresaron al claro. Y ahora el Yeti… ¿Qué estaba sucediendo?
  12. @ Sí, claro, por supuesto que tienes permiso de escoger otra imagen de arrow a tu gusto xD Como expliqué en mi post, no sé bien lo que es un render y soy malísimo para buscar imágenes HQ v.v me disculpo por eso v.v Así que siéntete libre de conseguir una buena imagen para que puedas realizar tu excelente trabajo +.+ Mil gracias :3
  13. Buenas *-* Vengo a pedir una firma y un avatar, please :3 De verdad no se cuando una imagen es HQ o no, y ni enterado de que son los renders xD Si la imagen ni te sirve puedes escoger una a tu gusto. -Lo que quiero- Diseño [Firma | Avatar | Banner]: Firma, avatar. Render o Imagen [High Quality]: enlace Tamaño: 460 x 200. (o como te salga xD) Texto: Edmund Browsler Otras especificaciones [Forma | Colores | Fonts]: - Me gustan mucho los estilos de la firmas 8 y 9, pero a tu criterio. *deja chocos*
  14. - ¡Que gusto verte, Adrian! Edmund saludó amablemente a su compañero de la Orden del Fénix con un abrazo y luego se acercó a la mesa mientras observaba a todos saludando a Goderic. Encontró un asiento cómodo y se sirvió un poco de jugo de naranja que casi escupía cuando Adrian casi menciona la organización en la que todos se habían conocido. Ciertamente no había ningún peligro ya que todos ellos se conocían. Pero era mejor ser precavidos. - Creo que Marcellus, si es que llega a venir algún día, estará tan viejo que no supondrá ningún problema -bromeó Edmund. Su humor negro no conocía límites-. Tal vez ni siquiera pueda levantar su varita. Edmund miró a Emily con gesto de desaprobación. - Hay que tratar bien Goderic -anunció en tono de broma-, no queremos que desaparezca un par de años más. Browsler entornó los ojos cuando escuchó los comentarios de Niko y Emily sobre todas sus criaturas. A duras penas él podía controlar las suyas, ¿cómo iban a hacer con todas las demás? Frunció el ceño y esta vez se dirigió a Sally, quien se mostraba inusualmente callada. - Un pajarito me comentó por allí que están pensando mudarse hacia otro lugar. Pues más vale que sea amplio y tenga un bendito bosque para alojar a todas estas criaturas o buscaré a un quintaped que los mate a toditos. Después de soltar aquella sentencia observó a alguien que se acercaba, era primera vez que lo veía, así que posiblemente se tratara de un nuevo familiar. ¿Habría sonado muy duro su comentario anterior? Aún así, no se arrepentía de haberlo hecho. Apenas había pasado un día y la mudanza le había dejado muy cansado, no pensaba realizar otra mudanza pronto, así que esperaba que el cambio de hogar se tardara un poco. - Mi nombre es Edmund -se presentó ante el mago-. A ti no aplica lo del quitaped, puedes estar tranquilo. Se levantó de la silla y se despidió de todos con la mano. - Ha sido un placer verlos y discúlpenme por no quedarme a desayunar -se excusó-, pero tengo asuntos importantes que atender. Y sin añadir nada más, salió de la cocina con rumbo desconocido.
  15. Edmund se sentía bastante extraño atravesando aquel derrumbe gracias al hechizo que había aprendido del libro. Pensó que así mismo se debían sentirse los fantasmas de Hogwarts cuando ellos los atravesaban sin su consentimiento. Era una sensación sumamente extraña. Cuando llegó hasta el claro pensó que tal vez ninguno de sus compañeros le seguiría, es decir, estaban allí para conseguir el poder del libro de la fortaleza. Aun así, no le importaba, él era fiel a sus ideales y no continuaría dejando atrás a Sally. Se alegró de ver a Madeleine llegar. La joven bruja era muy valiente. Edmund observaba anonadado que los labios de ella se movían pero no comunicaban nada, ¿qué ocurría? ¿Había perdido la voz? Pero luego le llegó un comentario de la bruja. Entonces entendió todo. No había utilizado correctamente el anillo salvaguarda hasta el segundo intento. Madeleine le mencionó que ya no estaban ni los bowtruckles ni los ojos polares allí. Edmund giró sobre sus pies y observó el claro, estaba desierto, las bestias habían huido. Entonces la joven comenzó a lanzar gritos llamando a Sally que Edmund vaticinaba no iban a funcionar. Si Sally no había escuchado a los osos polares, la explosión de Edmund o las rocas cayendo, entonces eso quería decir que se encontraba muy lejos allí. Tan lejos que los gritos de Madeleine eran en vano. Acto seguido aparecieron Nathan y Jank, este último preguntó si habían rastros Sally. Edmund negó con la cabeza y sacó su varita para avanzar unos pasos. Pero al escuchar la interrogante de Jank se paró en seco. Se hizo el silencio unos minutos. Este se quebró gracias a unas pisadas que se acercaban hasta ellos. Edmund ignoraba la actitud negativa de Madeleine pues se concentraba en aquellas pisadas, el anillo detector de enemigos que tenía en uno de sus dedos brillaba intensamente porque lo que sabía que el peligro se avecinaba. ¿De qué se trataría? Su pregunta fue resuelta por el grito de Madeileine mientras Nathan comenzaba a lanzar hechizos explosivos, bloqueando momentáneamente la entrada a aquella bestia. Se trataba de un Yeti. El hombre de las nieves arrojó una gran roca hacia ellos que fue transformada en una mariposa gracias al encantamiento de Madeleine. La bruja decía que el Yeti sólo estaba asustado, pero Edmund no estaba de acuerdo con aquella explicación. Debía haber algo más. Tampoco estaba de acuerdo con que aquella cueva fuese el hogar de aquel animal pues ellos no vivían en el polo norte. Jank intentaba controlar al animal pero no podía mientras este se acercaba peligrosamente cada vez más hacia ellos. - Creo que nuestros poderes están siendo minados –dijo Edmund. Y si estaba el cierto, ahora se encontraban en grandes problemas. El Yeti asestó un fuerte golpe contra el suelo. Jank había empujado a Nathan para salvarlo y se llevó a Madeleine consigo mismo. El Yeti se encontraba furioso y lanzó otro golpe al suelo intenta aplastarlo a él y a Nathan, pero estos habían logrado esquivar el golpe pues Edmund había efectuado un titempos sobre la criatura. Uno, dos… Edmund corrió hacia la izquierda mientras Nathan se incorporaba dirigiéndose hacia la derecha. Tres… Jank invocaba un látigo azul neón con su varita. Cuatro, cinco… El tiempo transcurrió y el Yeti asestó el siguiente golpe contra el suelo. Nuevamente se habían salvado por poco tiempo. Jank llamó su atención y Edmund observó cómo transformaba las estalactitas que caían a su cabeza en arena. Sin embargo, el mago no había entendido porque su profesor le había llamado. ¿Habría visto a Sally? - ¡Kiorke! – exclamó. El látigo azul néon que salió de su varita se enroscó sobre la muñeca del yeti y cuando este alzó el puño, Edmund aprovechó el impuslo para caer sobre el cuello del yeti, justo detrás de su cabeza. Su intención había sido invocar aquella espada mágica legendaria para matar al animal, pero su plan se vio frustrado ya que el Yeti había lo había envuelto con su mano libre antes de que Edmund pudiese realizar un encantamiento más. Lo siguiente que recordó Edmund fue que estaba girando sobre el suelo del claro hasta que lo detuvo el impacto con una roca. Todo oscureció a su alrededor.
  16. Nick: Edmund Browsler ID: 64963 Conocimiento: Conocimiento de Maldiciones Nivel de Magia: 11 Link a la Bóveda: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=81154 Link a la Ficha: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=80927
  17. Un repentino exabrupto atrajo la atención de Edmund. Uno de los encargados de la planta se había acercado hasta él y prácticamente le había quitado el formulario de las manos. Lucía histérico y de malhumor. Edmund lo observaba sin expresión alguna mientras el desconocido revisaba su pedido. Finalmente había dicho que la compra estaba aprobada y le dedicó una sonrisa tan amplia que era más bien una mueca rara. Edmund observó una caja que estaban encima de uno de los estantes que se ubicaban detrás del encargado. Se concentró un momento y pensó en una proyección mágica que empujó la caja. Esta cayó sobre la cabeza del encargado, derramando objetos por doquier y un líquido asqueroso que ahora corría por la túnica del mismo. Eso le enseñaría buenos modales. Mientras el encargado se quitaba la caja de la cabeza y se ocupaba de limpiar aquel desastre, anonadado, pues no sabía cómo se había caído aquella caja; Edmund se dirigía nuevamente hacia la sección de quidditch. Tomó una Nimbus 2001 se lucía bastante bien y una quaffle del mundial de quidditch de 1994, pues necesitaba tenerla en su colección. Hasta ese momento no se había percatado de que aquella quaffle no la tenía. Por lo tanto decidió llevarse ambas cosas. Regresó nuevamente al mostrador para observar al encargado terminar de acomodar todo y le entregó el formulario en sus manos. Cuando este lo recibió Edmund se percató del gran chichón que tenía el encargado en su frente. Sonrió divertido y añadió: - Sí, haga llegar todo al Castillo Dumbledore, sin retrasos. Y sin nada más interesante que comprar, decidió irse. ------------------------------------------- ID: 64963 Nick: Edmund Browsler Nivel Mágico: 11 Link a la Bóveda Trastero: enlace Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: enlace Fecha: 2016-02-18 Nombre del producto: Nimbus 2001 Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: AA Puntos por unidad: 20 Precio: 1000 G Nombre del producto: Quaffle del Mundial de Quidditch de 1994 Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: AA Puntos por unidad: 20 Precio: 1000 G Precio total: 2000 G Total de Puntos: 40 puntos.
  18. Edmund ingresó a la primera planta del Magic Mall aquella tarde para comprar unos artículos que necesitaba. Recientemente se había apuntado a un Torneo de Quidditch para recordar viejos tiempos, y si bien lamo tenía todo el equipamiento necesario, prefería comprar equipo nuevo para no utilizar el que ya tenía. En el castillo estaban sus escobas, trofeos y demás objetos asociados a su trayectoria en el aquel popular deporte mágico; así que esperaba encontrar algo interesante en la tienda. Afortunadamente la primera planta del mall no se encontraba tan abarrotada como la vez pasada que había ido. Sin embargo, los estrechos pasillos de igual manera hacían que fuese difícil transitar en ellos. El mago se dirigió a la sección de quidditch y comenzó a inspeccionar los objetos. Observó varias escobas mágicas, barredoras y cometas, pero no le interesaban mucho. Al final de la fila se encontró con una Estrella Fugaz que le serviría para tal evento, decidió llevársela consigo. Mientras se dirigía hacia el mostrador observó unos protectores de quidditch. Él sólo tenía dos pares, unos muy desgastados y otros nuevos que había utilizado en un Mundial de Quidditch, y estos últimos le traían unos buenos recuerdos así que no pretendía utilizarlos. En el mostrador se ubicaba un catálogo de productos. Edmund observó minuciosamente que estos estuviesen disponibles y a la venta mientras esperaba ser atendido. ------------------ ID: 64963 Nick: Edmund Browsler Nivel Mágico: 11 Link a la Bóveda Trastero: enlace Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: enlace Fecha: 2016-02-18 Nombre del producto: Estrella Fugaz Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: A Puntos por unidad: 10 Precio: 500 G Nombre del producto: Protectores de Quidditch Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: AA Puntos por unidad: 20 Precio: 1000 G Precio total: 1500 G Total de Puntos: 30 puntos.
  19. Una multitud de eventos comenzaban a llevarse a cabo al mismo tiempo en claro, y por lo tanto, Browsler no sabía cuál sería más prioritario. Estos se originaron después de que la luz mágica que había invocado Nathan con su varita desapareciera. Browsler tuvo que parpadear un par de veces para recuperar la vista. En medio de aquel caos no lograba escuchar lo que decían sus compañeros. Decidió enfocarse en Sally, ya que sus compañeros se estaban ocupándose de todo lo demás. Browsler se subió a uno de los árboles hábilmente y observó el panorama en general, pero no había señales de su abuela. Saltó del mismo justo a tiempo, pues una pequeña criatura se había acercado hasta él para atacarle, evitando el contacto con la misma. Al girar sobre sus pies encontró a Madeleine, Jank y a otros magos más que no alcanzó a distinguir ocupándose de unos bowtruckles lanzándoles unas cochinillas que la bruja había transformado. Eso parecía aplacar la molestia de aquellas delgadas criaturas, quiénes comenzaban a alejarse de a poco. Al otro lado, justo donde Stephanus le había indicado continuar. Browsler se percató de que una manada de osos polares se dirigía hacia ellos. Ishaya y Stephanus se estaban ocupando de ellos con algunos encantamientos, pero uno de ellos había alcanzado a derrumbar a Edmund en el suelo. El mago contuvo su respiración mientras tanteaba en su bolsita algo que le ayudara en aquella ocasión. El oso polar olfateaba amenazadoramente el cuello de Edmund mientras este se colocaba al anillo de amistad con las bestias en uno de sus dedos. Giró el anillo tres veces en su dedo, la bestia gruñó y acercó su hocico hacia el cuello del mago pero se detuvo unos centímetros antes de matarlo. El oso polar quedó bajo su control así que subió encima del mismo para avanzar detrás de los magos que comenzaban a correr. El suelo comenzó a temblar violentamente y Edmund perdió el control de la criatura, cayendo al suelo con un golpe seco. El oso polar no podía atacarle de nuevo ya que perdía el equilibrio al hacerlo pero entonces unas rocas comenzaron a caer desde la parte superior de la cueva. Browsler rodó para evitar que una de las mismas lo aplastara. - ¡Stephanus, cuidado! –gritó. El mago intentaba esquivar las rocas corriendo pero no había observado que una le iba a caer justo encima. Pensando en una proyección mágica logró moverla lo suficiente como para que esta no lo hiciera. Mientras tanto Madeleine se divertía saltando sobre las rocas utilizando el amuleto volador llevándose a Jank casi a rastras, quién le había devuelto el favor salvándola de una roca. Edmund fue observando como cada uno de ellos iba ingresando al lugar de dónde habían salido los osos polares. Browsler los contó a cada uno de ellos, pero faltaba Sally. Les quedaba poco tiempo porque los osos polares ya habían recuperado el dominio de sí mismos y se dirigían de nuevo hacia ellos. Aquella parte de la cueva estaba en tinieblas nuevamente por lo que no observaba a ninguno de sus compañeros, así que dijo: - ¡Reducto! –La explosión generó que se bloqueara el acceso hacia ellos. Edmund se lanzó el suelo para cubrirse el rostro del polvo. Cuando todo pasó se incorporó y encontró al grupo gracias al encantamiento de Dayne. Edmund se acercó a Stephanus y aplicó el hechizo de curación que estaba explicado en el libro cuando escuchó a Jank un tanto preocupado. La sangre se había detenido y su primo tenía un mejor aspecto. Infirió que si había tenido un buen resultado. Por ocuparse en bloquear la entrada de la cueva, no había prestado atención a la discusión que mantenían los demás, tan sólo había escuchado las últimas palabras de Jank. - Sally jamás se retiraría –sentenció Edmund con voz solemne-. Yo volveré por ella, si alguien quiere acompañarme, es bienvenido, pues cada quién es responsable de sus propias decisiones. –Su rostro inexpresivo observó a cada uno de los presentes-. Nos veremos después, si sobrevivimos. » Salvaguarda mágica. El cuerpo de Edmund se tornó intangible y poco después desapareció detrás de las rocas para regresar al claro.
  20. Edmund no le temía a las alturas, por ello no dudó ni un instante en saltar al vacío. Caer desde aquella altura era bastante similar a volar sobre una saeta de fuego en picada. Browsler sostenía con su mano derecha el amuleto volador mientras que la otra mano estaba ubicada en su espalda. Parecía un proyectil muggle que surcaba el cielo, pues el mago volaba con confianzuda elegancia dirigiéndose hacia la cueva que sus profesores le habían indicado. El viento gélido golpeaba su rostro con fuerza y agitaba su túnica negra pero Edmund no se inmutaba. Su rostro impertérrito parecía el de una estatua. Al acercarse a la cueva, la velocidad se fue reluciendo la velocidad. Browsler recogió sus pies para colocarse en posición fetal y justo al tocar el suelo saltó para realizar un frontflip. Había sido un buen aterrizaje, aunque su túnica ahora estaba cubierta de nieve. Browsler la sacudió rápidamente y se unió al grupo que comenzaba a preguntarse que debían hacer ahora. Edmund sacudió su varita y encendió la punta de la misma con un simple hechizo para iluminar un poco. Ciertamente aquella luz no servía para iluminar tda la cueva, pero lo menos para saber por dónde debía caminar. No supo quién lideraba la marcha pues no alcanzó a verlo, pero supuso que tal vez sería uno de sus profesores. El mago siguió al resto del grupo de último, pues estaba eliminando cualquier rastro que indicara que ellos habían estado allí con un encantamiento. Ya parecía estar obsesionado con la seguridad, pero en aquella ocasión era mejor evitar que alguien más supiera que ellos estaban allí. Edmund avanzaba con la varita en mano. Mientras caminaba escuchaba los comentarios que hacían sus compañeros, unos molestos, otros entusiasmados. Aceptó un trago de vodka que le ofrecía Ishaya. Particularmente, él prefería el whisky, pero por educación accedió. Además, siempre le iba bien cuando tomaba algunos tragos de alcohol. Browsler notó entonces que caminaba en medio de Sally y Stephanus. La luz proveniente de su varita mostraba el rostro confianzudo de su primo y la mirada inquisitiva de Sally. - Tienes un punto, vaquero –respondió al escuchar el comentario de Stephanus. Justo en ese momento una estalactita cayó. Browsler movió su mano empujando a esta en el aire para irse a estrellar contra una de las paredes de la cueva. Ni siquiera había tenido que utilizar su varita. Entonces llegaron a lo que parecía ser un claro en medio de aquella cueva oscura cuando tomaron el camino de la derecha, siguiendo a Hades. Browsler sacudió su varita para deshacerse de la luz que producía la misma. ¿De dónde provenía aquella luz? Era prácticamente imposible que por allí hubiese alguna salida. Pero al observar la nieve en el suelo y algunas plantan que Nathan había caracterizado como venenosas, se figuró que aquel lugar estaba encantado. Podría tener poderosos maldiciones y algunos hechizos de protección. Quizá también algunos guardianes ocultos. Browsler observó a Jank, quien comenzaba adentrarse en el claro. Al parecer había encontrado algunas posibles salidas. Mientras hablaba, algo le detuvo. Jank comenzó a verse enredado en una planta que le resultaba extrañamente conocida. El profesor gritaba que nos fuéramos y escogiéramos otro camino. Pero él no era de la clase de personas que dejaba atrás a un compañero. Edmund blandió su varita para colaborar con Stephanus e Ishaya, quiénes ya habían comenzado a intentar sacar a Jank con vida de aquella planta, realizando algunos hechizos que conocía. Al parecer ya se encontraba libre. Al estar tan ocupado ayudando a Jank, no se percató si alguien más había sido atacado por el lazo del diablo. Aquella planta era mortífera. No creía posible que la hubiesen detenido tan rápidamente ellos tres, ¿habría alguna otra en aquel claro? Ahora si estaba seguro de la magia del lugar, pues aquella luz que iluminaba no podía ser real, de lo contrario el lazo del diablo se hubiese mantenido oculto en las sombras. - Está bien, avancemos –dijo, accediendo a la propuesta de Stephanus, pero luego de dos pasos se detuvo-. Espera, ¿Dónde está Sally? La bruja se había perdido del alcance de su vista.
  21. Edmund se iba recuperando paulatinamente. Esperaba estar completamente curado en los próximos minutos. Pero el tiempo corría y el fuego avanzaba destruyendo todo a su paso. El único punto a favor era que el fuego ahuyentaba a la mayoría de las criaturas que acechaban en el auditorio del hospital mágico, pero habían algunas, como las salamandras, que se alimentaban del mismo. Había estado tan ocupado curándose a sí mismo que no había visto a Leah. La bruja tenía el aspecto de haber tenido una reciente lucha, pero Browsler no quiso comentar nada al respecto. Se mantuvo en silencio mientras Leah se aplicaba díctamo en algunas heridas y se vendaba una muñeca. Para cuando ella había terminado, Browsler se sentía mejor y respiraba con más calma. La esencia de díctamo actuaba rápidamente por lo que su progreso se comenzaba a notar. Leah sugirió ir hacia el podio para buscar a Jessie. Su suposición tenía bastante lógica por lo que accedió. - Creo que si puedo -afirmó arremangándose la túnica-. Y lo mejor será mantenernos cerca de las llamas, para evitar a que otras criaturas nos puedan atacar mientras vamos hacia el podio. La bruja también aprobó la sugerencia de Edmund por lo que iniciaron su avanzadilla con un trote bastante rápido. Edmund estaba acostumbrado a correr y le sorprendía la agilidad de Leah pues por lo general las brujas no resultaban ser muy atléticas. En el camino saltaron un gran lobo que estaba muerto en el suelo. Browsler se preguntó si había sido Leah quién lo había matado. De ser así se encontraba al lado de una bruja de un poder similar al de él. Sin embargo, nuevamente no comentó nada. Esta vez porque el trote rápido, evitar las criaturas peligrosas y las llamas que consumían el auditorio, requerían de mucha concentración. - ¡Cuidado! -exclamó Edmund mientras varias cosas sucedían a la vez. Un gran trozo de madera en llamas caía desde el techo y se dirigía hacia Leah. Browsler corrió hábilmente hacia la bruja y la empujó hacia un lado, dejando caer el trozo de madera sobre el suelo, salvándole la vida. Los dos magos giraron sobre las escaleras, Leah quedó en la orilla de la misma mientras que Edmund se sujetaba con las manos de la baranda medio destruida al borde del abismo. Leah le ayudó a regresar a las escaleras ofreciéndole una mano y él quedó sorprendido nuevamente con la fuerza que tenía ella. Ahora estaban a mano. Browsler arrugó el rostro. Algo le había piado en su espalda y le dolía enormemente. Eso provocó que el joven se rasgara parte de la túnica, mostrando en su amplia espalda musculosa un pequeño escorpión dorado. El mago se lo quitó de encima y luego buscó entre sus objetos una pequeña piedrita, se trataba de un bezoar, el cual ingirió al instante. ¿De dónde había salido aquel escorpión? Tal vez se le había pegado cuando había caído al suelo después de saltar las llamas como un leopardo y ser atacado por las salamandras. - ¡Allá está! -dijo Edmund después de que las luz proveniente de las llamas iluminara fugazmente el cabello rojizo de Jessie.
  22. Edmund observó con curiosidad la garra de oso polar suspendida en el aire. Esperó que fuera falsa, aunque sabía que existían magos en la comunidad con la mente tan retorcida que cometían atrocidades de aquella índole. Llegar a aquel salón había resultado más fácil de lo que había pensado. Encontró su ubicación sin ningún problema a pesar de que era la primera vez que se dirigía hacia aquel ateneo. Cuando ingresó en el salón observó la hora en el reloj de plata que tenía en su muñeca izquierda, eran las cinco menos diez minutos. Su obsesión por la puntualidad era algo que no podía controlar. Saludó a todos los presentes con una sonrisa amplia y se ubicó al lado de Sally. Los conocía a todos pues pertenecían, habían pertenecido o aspiraban pertenecer a la Orden del Fénix; más que una clase resultaría como un encuentro para ellos. Edmund parpadeó un par de veces, perplejo, al observar a Stephanus, era un milagro de Merlín que su primo estuviese a tiempo. Una hora antes, estando en su habitación en el Castillo Dumbledore, había amarrado una bolsita a su cintura con las que necesitaría para la clase. Allí dentro se encontraban su varita, el Libro de la fortaleza, unos anillos que había adquirido al comprar su primer libro de hechizos, unos amuletos y unos cuantos objetos más que no recordaba exactamente. Claramente la bolsita de cuero había sido hechizada con un encantamiento de extensión indetectable para que todo pudiese caber dentro. Edmund había querido llevar también su saeta de fuego, pero Andrew le recomendó no hacerlo. Browsler tocó el traslador al tiempo en el que otros magos y brujas lo hacían. Después de unos cuantos años utilizando aquel medio de transporte mágico ya se había acostumbrado a la sensación de estar volando por los aires en círculos. Cuando reconoció el momento oportuno soltó la garra de oso al mismo tiempo en que lo demás lo hacían. Comenzó a mover sus piernas en el aire como si estuviese caminando y siguió haciéndolo tiempo después preguntándose cuanto se iban a tardar en aterrizar. No se había dado cuenta de ya lo habían hecho y que ahora estaba caminando sobre nieve sólida. Afortunadamente se había vestido preparado para la ocasión. Usualmente ignoraba las recomendaciones de los profesores, especialmente porque su piel toleraba climas tanto fríos como cálidos, pero en aquella oportunidad había decidido abrigarse bien. El color oscuro de las pieles que le cubrían contrastaba con el blanco del polo norte. Edmund exhaló y se cubrió de brazos mientras seguía avanzando. Sus mejillas se habían colorado al instante pues el frío era intenso, a pesar de que aún no había caído la noche. Browsler observó a su alrededor. Caminaban sobre la orilla de un barranco. Por suerte la nieve que pisaban parecía ser sólida y confiable, hasta ese momento no se había escuchado ningún ruido por lo que infirió que ninguno había caído al vacío. Unos minutos después se detuvieron al divisar a sus profesores. Edmund los conocía también. Mientras estos daban el discurso de bienvenida, Edmund ocupó su tiempo reconociendo los objetos que tenía en la bolsita amarrada a su cintura. Finalmente prestó atención a sus últimas palabras, el mago nunca entendería qué ganaban los profesores con intentar infundir miedo a sus alumnos. No estaban tratando con niños, sino con magos experimentados que se encontraban allí sólo para poder la magia oculta en un libro cuyo poder ya habían descifrado los profesores. Jank se lanzó al vacío justo cuando Edmund encontraba un amuleto de alas plateadas que tenía en un colgante. Se lo colocó en el cuello mientras escuchaba las últimas palabras de Hades. Entendía cuál era su misión y sabía lo que tenía que ser a continuación. El amuleto volador brilló cuando Edmund lo tocó con su mano derecha al tiempo que saltaba al abismo.
  23. Leah respondió afirmativamente a su propuesta y se acercó para ayudarle. Edmund observó como la bruja sacaba un ungüento para quemaduras y se lo aplicaba después de quitarle la venda con sumo cuidado. Al terminar volvió a colocarla en su sitio. - Muchas gracias -respondió Browsler mostrando una sonrisa lacónica. La bruja propuso mover los escombros para hacerse paso a través de las llamas mientras se quitaba la túnica que vestía. Edmund no lo hizo porque no tenía nada debajo, por eso mantenía su túnica negra abotonada hasta el cuello. Su frente ya lucía resplandeciente a causa del calor que generaban las llamas y comenzaba a sudar a chorros. Browsler se acercó a la bruja para mover la roca y esta iba accediendo poco a poco. Él era un mago fuerte, de anchos hombros y cuerpo atlético, gracias a que había jugado al quidditch profesionalmente durante casi una década, sin contar los años en Hogwarts. Aún así, les costó bastante poder mover la roca. Finalmente lograron formar una especie de puente entre los escombros. Edmund tendió la mano a Leah para lograr que esta subiera y pudiese cruzar hasta el otro lado, para ese entonces las llamas ya habían formado un círculo alrededor de ellos, encerrándoles. Cuando Edmund se disponía a avanzar observó cómo las llamas se elevaban incontrolablemente y las salamandras se interponían en su camino. Browsler observó atentamente el panorama y se concentró completamente. Antes, donde se había encontrado un mago joven, ahora se encontraba un felino. Se traba de un Leopardo. El felino tenía los mismos ojos azules del mago en cuestión y su piel era muy similar al color de la túnica que había vestido el mismo. El leopardo himpló con agresividad y se dispuso a saltar sobre las rocas. Logró asestar un golpe a una de las salamandras con sus garras, pero otra de ellas había conseguido morderle una de sus patas traseras. El felino cayó del otro lado de las llamas y giró sobre los escombros hasta finalmente detenerse contra una roca. Las llamas iluminaron más el auditorio y se pudo observar ahora al mago en su lugar. Edmund se rasgó parte de la túnica para aplicar esencia de díctamo sobre su pierna izquierda. Sintió un alivio inmediato. Aquella poción no sólo servía para curarse del ataque de la salamandra sino también de las quemaduras que esta le había dejado. Acto seguido utilizó la venda más grande para cubrir la herida en su pierna y utilizó la liga larga de color piel para que la sujetara. Browsler tardó unos segundos en recobrar el aliento y se incorporó. Leah lo encontró unos minutos después. Tal vez la bruja había creído que Edmund no lo había logrado, pero allí se encontraba. El mago esperó a que esta se acercara y preguntó: - ¿Ahora qué sigue? ¿Ves a Jessie? Yo sigo sin poder ubicarla. Y estoy tan débil que no creo poder utilizar la animagia de nuevo.
  24. El camino hacia la puerta principal había resultado más corto de lo esperado. Mientras avanzaba se preguntaba donde estaría Andrew, su elfo doméstico siempre salía con una sorpresa descabellada para con el mago y en realidad él lo agradecía, de lo contraria posiblemente contraería úlceras. Había recibido una montaña de malas noticias al regresar a Ottery. Pero al parecer las malas noticias habían acabado. - ¡Goderic! -exclamó Edmund respondiendo el saludo del mago. Ciertamente, tenía muchísimo tiempo sin verlo. Su interlocutor se veía un poco diferente, pero no mencionó nada al respecto, recordó que le habían comentado que Goderic también se había lanzado un viaje inesperado de un par de años-. Que alegría verte, compañero. Browsler había dejado caer al crup al suelo para saludar a Goderic con un fuerte abrazo. El mago le preguntó por el nombre del crup por lo que Edmund rió por lo bajo. - Se llama Marcellus -contestó sin poder contener la carcajada-. Lo sé, el Holy Knight me matará cuando lo sepa. Si es que algún día aparece, claro. Browsler buscó con su mirada al crup pero no lo encontró. ¿Y ahora que se había hecho? Ciertamente tenía esa particularidad del mago de quién había escogido del nombre. Marcellus siempre desaparecía misteriosamente. - Después lo buscaré -se resignó-. ¿Y tú que haces por acá? Disculpa mis malos modales, pasa adelante. Justo íbamos a empezar a comer cuando Marcellus destrozó la mesa del comedor. Es un tanto inquieto. Edmund lideró la marcha de camino hacia el comedor. Al llegar observó que la mesa seguía en el suelo, el jugo derramado en el piso y restos de comida en todos lados, hasta en el cabello de Sally. ¿Es que acaso todos estaban tan viejos ya que no habían podido mover sus varitas? Browsler realizó un encantamiento para reparar la mesa, otro para absorber el líquido derramado y uno último para botar los restos de comida en la papelera. Al terminar, soltó una sonrisa cómplice y aclaró su garganta. - Les tengo una sorpresa -comentó en voz alta para que todos le escucharan. Y se hizo a un lado para dejar pasar a Goderic. El ambiente se llenó de saludos, abrazos y presentaciones. Mientras las formalidades se llevaban a cabo, Edmund reparó en dos magos que no había visto hasta ahora. - ¿Y esos niños? -preguntó.
  25. Edmund apareció en los jardines del castillo al caer la noche. No estaba solo. Su fiel elfo doméstico estaba su lado esperando que hiciera algo o por lo menos hablara, pero Edmund permanecía inmóvil. Pareció pasar una vida entera cuando por fin el mago aclaró su garganta y comenzó a caminar por los jardines. Al mismo tiempo realizó una floritura con su varita y los tres baúles que llevaba consigo se elevaron unos centímetros del suelo para luego andar detrás de él. Caminó por un cuarto de hora antes de encontrar lo que buscaba. Durante todo ese tiempo Andrew repetía una y otra vez que era mejor que ingresaran al castillo para iniciar la mudanza pero Browsler no le contestaba, un nudo en la garganta se lo impedía. Al estar a unos dos metros de la tumba Edmund cayó al suelo de rodillas. Su rostro se veía demacrado bajo la tenue luz de la luna llena y mostraba una expresión vacía. Sí, así mismo era como se sentía. Al llegar al castillo había recordado que Lucas ya no se encontraba en medio de ellos y la reciente destrucción de su antiguo hogar tampoco le había facilitado asimilar ese recuerdo. Ddraig Gwyn, su hipogrifo, acercó hacia la mejilla izquierda de Edmund para reconfortarlo. Había olvidado que estaba allí nuevo compañero. Browsler intentó sonreír pero sólo consiguió soltar una mueca rara. Frunció el ceño, ¿y ahora que se había hecho Marcellus? Su perro faldero se le había escapado de nuevo. Edmund se colocó de pie y se sacudió el polvo de su túnica negra. Pensó que no sería buena idea que alguno de sus familiares lo viera en aquel estado así que sacó su saeta de fuego y voló en busca de su habitación. Recordó la ubicación que le había dado Sally, así que fue fácil encontrarla. Los baúles llegaron allí gracias al encantamiento que les había efectuado y Andrew apareció por cuenta propia. Ddraig Gwyn se había quedado en los jardines mientras que Marcellus seguía desaparecido. Su elfo doméstico inició las labores de mudanza mientras que él se acostó en la cama. Pasó toda la noche en vela observando como el elfo doméstico sacaba una gran cantidad de objetos de aquellos baúles que habían sido modificados con un encantamiento de extensión indetectable. Por mucho que le había pedido al elfo no realizar ninguna labor aquella noche, Andrew no le obedeció. Antes de las tres de la mañana ya todo se encontraba ordenado. ------------------- La mañana llegó unas pocas horas después que a Edmund le habían parecido minutos pues estaba absorto en sus pensamientos. Cuando los primeros rayos del sol se colaron por las ventanas abiertas, Browsler decidió levantarse. Pasó un par de horas aseándose en el baño. Al terminar se observó en un espejo, todavía tenía muy marcadas las ojeras pero ahora lucía presentable. Su estómago comenzó a realizar aquel clásico sonido que le indicaba que tenía hambre por lo que el mago se dirigió hacia el comedor. Había olvidado por completo que el día anterior no había probado ni un bocado. Llegó al comedor y saludó a todos cortésmente mostrando una sonrisa, esperaba que su abuela Sally hubiese preparado algo delicioso de comer pero no le mencionó nada, de lo contrario la bruja seguramente lo amenazaría con kiorkearlo. Browsler estuvo a punto de sentarse cuando fuerte golpe hizo que la mesa cayera hacia un lado, todos lanzaron exclamaciones y se alejaron de la misma para no ser ensuciados con el jugo y la comida que se acaba de caer. Browsler buscó con sus ojos el origen de aquel desastre y lo encontró sin mucho esfuerzo. Allí estaba su crup. - ¡Marcellus! –regañó Edmund frunciendo el ceño-. Tan pronto como vuelvas a hacer algo así te encerraré hasta navidad. Edmund salió del comedor y se llevó al perro para sacarlo del castillo. Al parecer su preciado desayuno debía esperar unos minutos más.

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