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Valeskya Granger

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Todo lo publicado por Valeskya Granger

  1. - ¿Estás dispuesto a dejarme la custodia del niño ese durante un fin de semana? – Sonrió divertida, y con esto vino una sensación de liberación, sobre todo por lo que había pasado minutos antes. No tenía mente para torturar a sus pensamientos con algo como eso, y su hermano le estaba proporcionando un cambio de tema bastante oportuno, al menos para ella. La expresión en el rostro del Granger, era algo que Valeskya conocía lo suficientemente bien como para darse cuenta lo que iba a ocurrir. No pretendía cuestionarlo acerca de lo que él había visto, sin embargo, era bastante evidente que le provocaba preocupación, curiosidad o quizás ambas. - Veo que olvidaste el incidente con Seishiro en aquella fiesta… No quiero ni imaginar en qué te vas a convertir en cuanto regreses y no lo encuentres en una pieza.- Había pensado en voz alta y de manera inconsciente, aunque lo cierto era que no pretendía ser la niñera de un fin de semana. Lo más que podía hacer, sería escuchar a su elfina sufriendo al cuidar de aquel pequeño. De repente hubo algo que asaltó su mente, mientras que su mirada violácea estaba fija en el hombro de su hermano. Muchas veces habían hablado del afecto y sobreprotección extrema, al menos para ella, que Joaquín demostraba hacia ese niño. Tal vez porque ella estaba segura de que carecía del instinto maternal, es que le resultaba molesto toda esa situación. - Joaquín ¿te has preguntado qué será de Seishiro para cuando le toque aprender todo sobre la magia? Me he preguntado si en el futuro será un mago promedio o algo extraordinario. ¿Te imaginas que se convirtiera el próximo Señor Oscuro? – La Granger lo había dicho con toda la seriedad que era posible reunir; casi nadie solía hablar de lo ocurrido en esas épocas y, en el presente en el que ambos estaban, ya casi no quedaban rastros de aquella guerra mágica, pero… nunca se sabía, quizás los mortífagos solo estaban esperando el momento adecuado para volver, tal vez esperaban un líder, un pretexto por el cual luchar. No sabía si el ojiazul se lo tomaría por una broma bastante pesada y se burlaría o molestaría con ella, quien se sorprendió a sí misma al darse cuenta de que la posibilidad de que Seishiro se convirtiera en alguien malvado no la incomodaba en lo más absoluto. - Disculpa el cambio abrupto de tema, pero… es una duda que me asaltó de repente…- La bruja se quedó pensativa durante algunos instantes y añadió. - En la comunidad mágica, hubo gente que aunque no participó de forma activa en la guerra, siempre tomaban partido por un lado: ¿Los buenos o los malos? ¿A quién apoyabas, Joaquín? – Quizás sería algo mucho más inesperado para el vampiro, pero Valeskya ya se había olvidado del desastre que habían provocado en las cocinas del restaurante de Ottery Fitness. Por supuesto, ella no externaría que había sido parte de la Orden del Fénix, pues aunque seguramente si fuera Luna, no habría cuestionamientos al respecto; solo ella sabía los motivos que la habían llevado a tomar la misma decisión por segunda vez. Lo cierto es que ya le daba lo mismo, pero ¿qué haría si llegara a suscitarse otro enfrentamiento similar? ¿Tomaría partido por alguien? Lo dudaba, pues a medida que pasaba el tiempo, sus prioridades iban cambiando. - Las guerras suelen alejar a las personas que llegan a formar parte de nuestra vida…- Dijo al cabo de unos instantes, sin poder ocultar cierto toque de amargura en su voz. - En fin… Es difícil que alguien pueda mantenerse neutral y alejado de todo lo que sucede a nuestro alrededor y la verdad dudo mucho que tú seas la excepción.- Finalizó.
  2. Valeskya no pudo evitar soltar una risotada al ver la forma en que su hermano se expresaba del negocio de varitas, de lo que no le gustaba atender al público y demás cosas. “Otra cosa en la que somos distintos”, pensó la bruja mientras miraba a su hermano beber casi con el mismo entusiasmo con el que ella lo hacía. Era más que evidente que a él le gustaba disfrutar de lo mejor y que estaba acostumbrado a que lo atendieran, no a hacer todo lo contrario. En cambio a ella, a pesar de que no le gustaba hablar mucho con la gente, cuando se trataba de algo que ella disfrutaba, no le molestaba en poder compartirlo. - ¿Sabes, Joaquín? Quizás más pronto de lo que te imaginas, te haga una visita. No me gustaría que mi varita mágica se rompiera y tener que cambiarla, y además he escuchado que Ollivanders es lo mejor en cuanto a varitas mágicas se refiere. Así que bueno, confiaré medianamente en ti y más en el trabajo que allí realizan. – Miró a través del cristal de la botella que ya estaba a punto de terminarse, el líquido se movía lentamente dentro del envase. Observó vagamente hacia el escenario, donde una de las brujas que había pasado a cantar, empezó a lanzar fuegos artificiales con su varita mágica. La Granger soltó una risita al ver cómo la sacaban de lugar: “Sin duda, nosotros estaríamos en su lugar de no ser por la generosidad de Fiamma”. Miró por todos lados, desde que había llegado, no había visto a su prima ¿qué le había pasado? El Granger de ojos azules inmediatamente se levantó a ocupar el lugar que había quedado vacante en el escenario. Sonrió al escuchar la canción, no sabía si era el ambiente, el alcohol, la conversación que tenía con él o todo en conjunto, era una invitación a cantar algo diferente, o quizás solo se trataban de una de tantas cosas que su hermano solía ocultar bajo una capa de sobriedad y elegancia. Aplaudió muy fuerte al terminar la música y se levantó, para tomar su turno en el escenario. La gente comenzaba a irse, así que cada vez importaba menos que se pusieran sentimentales o locos. Háblame de ti Me dijiste hola con una sonrisa por cierto tan linda como el mismo cielo te puse nervioso cuando por traviesa te toqué tu pelo era la primera vez que te miraba todo fue tan tierno nunca lo olvidé... Te dije mi nombre me dijiste el tuyo y después charlamos unas cuantas horas hubo conexión desde el primer instante te veías hermoso eras como un ángel y de puro gusto yo te di una rosa... Y te pregunté "Háblame de ti" de todos tus gustos cuántos años tienes y a qué te dedicas si sales con alguien igual y con suerte te encuentro solito y dime qué opinas crees que existe el amor a primera vista la verdad yo sí... "Háblame de ti" cuéntame tus penas o si alguna vez alguien te ha lastimado si tu corazón por el momento es libre o ya está ocupado porque el mío creo que a partir de hoy alguien me lo ha robado y ese eres tú "Háblame de ti" ojalá y me digas que estas disponible solo para mí... "Háblame de ti" de todos tus gustos cuántos años tienes y a que te dedicas si sales con alguien igual y con suerte te encuentro solito y dime qué opinas crees que existe el amor a primera vista la verdad yo sí... "Háblame De Ti" cuéntame tus penas o si alguna vez alguien te ha lastimado si tu corazón por el momento es libre o ya está ocupado porque el mío creo que a partir de hoy alguien me lo ha robado y ese eres tú "Háblame de ti" ojalá y me digas que estas disponible solo para mí... Era inevitable, lo había vuelto a recordar. Ni siquiera la cantidad de alcohol que había consumido le había sido suficiente como para no traer a tema eso. Ya no le preocupaba que su hermano le hiciera preguntas incómodas, ya se estaba aburriendo de estar en plan hermético. Se acercó a su hermano y se sentó en la mesa mientras tomaba una botella para brindar: - Por estas y muchas otras canciones que vendrán, hermanito. –
  3. - ¡Qué viejo! – Repondió Valeskya con cierto tono de burla en su voz, al escuchar la fecha de nacimiento de su hermano. Sintió cierta incomodidad, como si el simple hecho de saber la fecha de nacimiento de su hermano, fuera como un acercamiento más a su relación que tenía catalogada como tóxica. Cualquiera que se diera cuenta, podía notar lo ridículo en esa situación: se supone que eran hermanos y como tal, no debía haber secretos, mucho menos algo tan trivial como la fecha de nacimiento; aunque la razón por la cual ocurría eso era obvio: el no haber crecido juntos, había abierto una brecha muy grande entre ambos y a pesar de todo, ambos hacían lo que podían con eso. - El Secreto Mágico… se oye tan, pero taaan aburrido.- Exclamó la bruja de manera aburrida, al escuchar que a Joaquín no le parecía tan descabellada la idea de tener que adivinar el futuro para gente muggle. - ¿Te imaginas? Que llegue un chico o una chica obsesionados con su gran amor, y que yo les diga que esa persona no está destinada a estar a su lado. ¿Qué es lo más común que hace un mortal cuando se les dice que algo no es para ellos? La lógica dicta que harán lo posible para poder cambiar ese final, el intentar forzar a que las cosas salgan como ellos quieren, y eso se traduce en un constante acoso…no, gracias, paso de eso.- La Granger de repente se sintió agobiada de solo imaginar esa situación. Suspiró con desgana y se dispuso a hacer las anotaciones en el pergamino que permanecía flotante. Dejó que el ojiazul se perdiera en sus pensamientos y así ella podría concentrarse mejor. Por alguna razón, agradecía internamente que él se encontrara allí; jamás le diría que últimamente su compañía la obligaba a permanecer alejada de pensamientos desagradables. La bruja dibujó una enigmática sonrisa en su rostro y exclamó con fingida sorpresa: - Hermético y enigmático… ¡Qué inesperado! – Lo miró a los ojos mientras el pergamino se enrollaba mágicamente. - El número 7 es el que rige tu nacimiento. La persona más extraña, hermética y enigmática de todos los números. Según lo que se, es que el misterio te rodea, eres obsesionado en general: el conocimiento, un espíritu cultivado. Según esto, dice que eres un candidato apto a la clarividencia. – No pudo evitar soltar una risa breve. - Joaquín Granger “El Iluminado” ¿A que suena bien? – Dijo con tono de burla. - Analítico, de enorme curiosidad, desconfiado, siempre en desacuerdo con la opinión ajena… uff, montones de cosas. Dime al menos que hay algo que no concuerde que con lo que te estoy diciendo.- - Distinguido, elegante, de gustos exquisitos… también tienen problemas para encajar en la sociedad, con apariencia seria y distante.. y si me preguntan a mí, añadiría gruñón. – A la ojivioleta le resultaba asquerosa la forma en la que un simple número podía describir tan a la perfección a alguien. - Y claro, hay que añadir que estás en busca de un mundo perfecto e irreal.. digamos que en el fondo eres un soñador. Debo añadir también que un mundo ideal es una clara referencia para lo que tú buscas, no para los demás.- - Hay tantas cosas que decir… pero seguramente todo esto debe resultar abrumador, interesante… o quizás aterrador. – Dijo Valeskya mientras soltaba un suspiro. No pudo detener sus pensamientos que parecían volar hacia un mundo donde ella estaría enseñando todo sobre aritmancia o adivinación. Quizás un día de estos volvería a intentarlo, así como en el pasado.
  4. La ojivioleta asintió a manera de saludo al ver la llegada de Juve, aunque era evidente que ella estaría en una clase aparte. De cierta forma seguía preguntándose la finalidad de visitar aquel lugar. Le traía ciertos recuerdos, no tan incómodos, pero de repente pensó en la posibilidad de aplicar el conocimiento sobre leyes mágicas de una forma práctica. ¿Qué otra cosa podría ser más efectivo que estudiar los casos de todos aquellos que habían terminado en Azkaban? Nunca se había preguntado qué tan efectiva resultaba ser la aplicación de las leyes mágicas, aunque después de haber vagado durante varios años en el mundo muggle, tenía dudas y esa había sido una de las razones por las cuales se había inscrito nuevamente. Escuchó las palabras de su prima, las cuales rompieron aquel silencio desde que habían llegado; no pudo estar más de acuerdo con lo que había dicho, aunque no estaba del todo segura si debía opinar algo al respecto. Muchas veces se había preguntado algo similar y como siempre, solo se había formado teorías relacionadas con eso; a Valeskya poco y nada le preocupaba saber más sobre la naturaleza vampírica, aunque pudo darse cuenta que Zahil parecía estar más informada y por supuesto, más interesada al respecto. - Muertos o no, seguimos teniendo emociones tales como desesperanza o el creer que la felicidad nunca más llegará a nosotros. Por lo tanto creo que de una forma u otra, podemos percibir a nuestra manera los efectos de un dementor.- Exclamó, inclinándose de hombros. - Por otro lado, la cuestión del alma es algo más teológico, supongo que este lugar tendrá sus propios métodos de tortura para otro tipo de seres que no sean humanos… aunque claro, solo son suposiciones mías. – Lo cierto es que la Granger no solía externar mucho sus opiniones acerca de la tortura o de ver sufrir a otras personas. Quizá en el pasado se había considerado buena persona, pero había cambiado mucho desde aquel tiempo; ahora solamente pensaba en ella, en su familia y todo lo demás le resultaba casi indiferente y por esa razón no hacía ningún tipo de comentario cada vez que pasaban por el calabozo de la mansión, donde claramente más de uno había encontrado su final allí. - Tal parece que en tus preguntas planteas la posibilidad de librarte de algo que estás a punto de hacer, querida prima. – Dijo Valeskya mientras dibujaba una breve sonrisa en el rostro. - Quizás Kytta pueda ilustrarnos al respecto, aunque supongo que si somos seres capaces de poseer una varita y hacer magia con ella, nos hace responsables de nuestros actos y por lo tanto, podemos estar sujetos a juicios mágicos. Alguna vez leí algo sobre criaturas como los centauros, que a pesar de tener una inteligencia y habilidades sorprendentes, no son considerados por el Ministerio de Magia… - Se quedó en silencio por unos instantes. - Lo cual se me hace totalmente absurdo, aunque claro… solo es mi opinión sobre el tema.- - Yo pienso que al final las leyes necesitan estar sujetas a una revisión exhaustiva… lo poco que vi del tema, hace varios ya, solo hablan de cosas que ya no pasan en la actualidad. – Quizás en otra situación, hubiera cuidado más sus palabras, pero se sentía en confianza de decir lo que pensaba, cosa que solo sucedía cuando había alguien de su familia presente. - Es decir, creo que no he visto en ningún lado la manera en que las leyes y sobretodo la clase de castigos que se pueden aplicar a criaturas como nosotros. Incluso revisar e incluir a criaturas que aunque no utilicen varitas, tengan el intelecto suficiente como para actuar con buenas o malas intenciones ¿no crees? – - Por otro lado ¿cómo crees que en un juicio puedan cerciorarse de que alguien pueda ser inocente o culpable de sus actos? Podrían ser manipulados por un imperius ¿o aplicarán poción de la verdad con todos? – La pelinegra se pasó una mano por la barbilla, mientras miraba a su prima. @
  5. No pudo evitar retroceder un par de pasos al escuchar las palabras que indicaban que ese lugar, mucho menos los objetos, pudieran catalogarse como seguros; a pesar de que había muchas cosas para ver y aunque según el letrero de la tienda indicaba que eran objetos de segunda mano y que encima estaban a la venta, eso no era ninguna garantía para la ojjivioleta. Era inevitable el pensar en todos los magos y brujas que solían desechar objetos y no siempre eran de lo más inocentes; pensó en algunas cosas que ella poseía en su habitación y aparte los que estaban esparcidos por la mansión, como el jarrón con runas grabadas y que ellos solían utilizar como florero. - Nunca has tocado un objeto maldito ¿cierto? – Preguntó la joven con cierto desdén tras un largo silencio y cruzó los brazos mientras observaba a Garry. - Lo peor que puede pasar es que te mueras con tan solo tocarlo, aunque acá dudo que ese sea el caso… sin embargo, nunca se sabe qué clase de conjuro antiguo puede guardar un objeto tan simple, como aquel estante con trofeos de quidditch, las cajas que están allá en el fondo… ESE BAÚL… solo por citar varios ejemplos.- La pelinegra hizo especial énfasis al mencionar aquel cofre, solo por cuestión de fastidiar y ver la reacción del brujo; de alguna manera se sorprendió a sí misma al darse cuenta que le gustaba hablar con él, a pesar de que no tenía pinta de ser una persona amigable, aunque desde el principio le había quedado más que claro que Ollivander solo generaba desconfianza como primera impresión, pero solo era una cuestión de apariencia; al menos hasta donde ella se había dado cuenta, le daba la impresión de que era tranquilo… demasiado. Desde que lo había conocido, nunca se había detenido a analizar qué era con exactitud lo que había ocasionado que hablara con él, incluso con más familiaridad de la que ella esperaba. Sabía que al inicio había mucha curiosidad, pues no creía en que alguien pudiera ser tan tranquilo; ella no le compraba ese papel, mucho menos al ver la serie de cicatrices que cubrían parte de su rostro. Le resultaba más que obvio que, al igual que todos, tenía un pasado, aunque seguramente mucho más tormentoso que el de muchos. Pero había algo, no estaba segura de qué, que de cierta forma la detenía a hacer preguntas que seguramente serían incómodas. El hacer un análisis en busca de cuál sería el momento adecuado para hablar de cosas más personales, era algo que resultaba particularmente difícil, más en ese momento en el que Garry llamó su atención en el momento que parecía darle a ella la última palabra sobre abrir aquel baúl que no parecía ser de lo más común. “¿Qué podría pasar?”, esa pregunta rondó por la mente de Valeskya, pero no como en otras ocasiones, sino que podía imaginar aquel tono de voz cargado de sarcasmo, ése que siempre parecía advertirle que seguramente nada bueno podría salir de eso. - Vale, te protejo desde donde estoy… sigo negándome a tocar ese baúl y mucho menos ahora que veo que emite destellos extraños. – Levantó su varita y lo miró desde donde ella se encontraba. - No pienso dar ni un paso más adelante… aunque si lo miramos desde el lado en el que tú eres el que anda desarmado… suele resultar una buena estrategia después de todo ¿no crees?- Hasta ese momento, la ojivioleta había olvidado ese gran detalle. Fue inevitable mirar a Garry a los ojos con la incredulidad dibujada en su rostro ¿de verdad había olvidado su varita al salir? Movió la cabeza en señal de desaprobación, cerciorándose de que el joven la mirara. En ese momento llegó a su mente la posibilidad de que quizás él pensaría que era una cobarde, aunque en el fondo tenía firmes razones para no arriesgarse a más. - Es posible qué... – Dejó la frase en el aire y apuntó con su varita hacia el baúl. - Alohomora… - Dijo en un susurro y con una incredulidad que se quedó a un lado al ver que extrañamente se abría. - ¿Estas cosas no se suponen que son súper seguras? Podemos entender entonces por qué el dueño lo dejó acá. – Se acercó al ver que no había salido algún ser vivo o muerto de aquel enorme cofre. Vio que había una serie de pergaminos, aunque mucho más antiguos de los que se solían utilizar habitualmente. Pudo ver que había muchos símbolos que ella no reconoció en el momento y al fondo de aquel baúl, había un libro, de pasta negra y sin ningún título en la portada, pero parecía estar sellado. - Es extraño… por un momento creí que había alguna clase de criatura encerrada. ¿Qué crees que sea esto? – Preguntó. @
  6. Escuchar la respuesta de Ollivander a la pregunta que había hecho la joven, solo había logrado que se desconcertara un poco. Miró a su alrededor: sin duda en ese lugar había de todo, menos cosas nuevas y ella en particular no era muy aficionada a los objetos de segunda mano, le traía el recuerdo de algo que había cambiado su vida de forma radical. Recordar esa situación solo ocasionó que retirara la mano inmediatamente del libro que estaba a punto de tomar. Comenzó a caminar con brazos cruzados, mientras parecía que había una montaña de objetos apilados en una forma tan peligrosa, que no dudó que se mantuviera en pie gracias a la magia. A medida que sus pasos y los de Garry recorrían el lugar, haciendo un eco que sonaba casi tenebroso, las preguntas se iban agolpando una a una dentro de su mente. El hecho de que conociera el nombre de la dueña, no había logrado calmar esa dosis de adrenalina que se había elevado al punto de querer regresar el tiempo para buscar otra entrada que no hubiera tenido que ser forzada. Aunque el rostro de la ojivioleta permanecía impasible, siempre tratando de que sus emociones no la superaran y menos ante cualquier persona que no perteneciera a su familia… aún (?). Observó que había lo que parecía un juego de té, estaba cubierto de polvo, pero pudo notar que había unos símbolos extraños, pintados o quizás con una leve marca en relieve. Acercó el rostro para examinarlo mejor y pudo notar que era una secuencia de dibujos, tan diminuta que lo había confundido con símbolos; parecía como si tratara de contar una historia y no pudo evitar recordar que en alguna ocasión había visto algo similar, pero no lo recordaba con claridad en ese momento. Tuvo que hacer un esfuerzo para no dejarse dominar por la tentación de tomar aquella taza para poder continuar viendo. Era un lugar desconocido, con cosas desconocidas y un dueño desconocido, al menos para ella. La voz de Garry la sacó de sus pensamientos, siempre retomando la conversación después de varios minutos, como si éstos nunca hubieran pasado. La ojivioleta se irguió, tratando de buscar el origen de la voz de él para poder aproximarse; dio unos cuantos pasos y giró hacia la derecha, justamente para ver más cosas; le llamó la atención ver unos cofres de diversos tamaños y colores, particularmente había uno que había visto en el magic mall: un baúl de siete cerrojos, lo cual llamó su atención, ya que no era un objeto ni muy común ni muy barato. El terminar de escuchar las palabras del mago, hizo que la joven de cabello negro levantara la vista, como si pudiera verlo a lo lejos, - ¿Un regalo…Para ti? – El tono de incredulidad en su voz hizo que se preguntara si había entendido bien. - En realidad cualquier negocio, en Diagon o Knockturn, puede resultar bien. Aunque no puedo asegurar si el tipo de clientela será la misma, como debes saber, no cualquier persona suele pasar por acá. Entonces… - Dejó la frase en el aire, justo para que Garry pudiera sacar sus propias conclusiones al respecto. - Y no te preocupes, no pensaba decir nada malo del hecho de que supieras de los negocios familiares.- Por alguna razón desconocida, sintió la necesidad de aclarar que la familia también estaba involucrada en esos locales. - Al final, un negocio se trata de eso, chico Ollivander… de que todos sepan que existe. – Inevitablemente, le dio una patadita al baúl, para cerciorarse si aguardaba algo dentro. - Y con respecto a emprender… personalmente prefiero hacer cosas que me gustan, el trabajo de llevar a cabo un negocio se hace mucho más ligero. Así que, siempre es buena temporada para emprender… aunque.- Hizo una pequeña pausa antes de continuar. - Siempre dependerá de tus ganas de permanecer, así que deberías preguntarte si de verdad quisieras hacer algo nuevo y claro, también me gustaría saber más detalles acerca de tu local… – - Por cierto ¿no te gustaría tener un baúl? Así podrías guardar cosas del negocio, o bien, empacar tus cosas personales… aunque tendrías que averiguar qué es lo que tiene dentro. –Por un breve instante, creyó escuchar un golpecito proveniente del interior, pero no estaba del todo segura. - Esto…. ¿Todo lo que está aquí es seguro? – Preguntó finalmente, solo para poder asegurarse de que podía explorar y revisar todo lo que había con detalles. @
  7. La situación en la que se encontraba en esos momentos le resultaba un tanto extraña; no recordaba la última vez que caminaba con compañía en el callejón. Había accedido a acompañar a Garry, quien parecía mostrar un leve interés en ir hacia aquel local localizado en Knockturn; para ella era una oportunidad de ver esa sección en donde había negocios, en el que la mayoría solían ser de cuidado, ya que albergaban cosas que muchas veces traspasaban el límite de lo legal y por supuesto, de lo peligroso. Esa era una de las razones por las cuales la ojivioleta amaba sus andanzas por el Callejón Diagon, siempre había algo que lograba captar su atención, ya fuera para bien o para mal; no había entendido bien qué clase de negocio era el que Ollivander pretendía visitar, pero solo el escuchar la ubicación, había sido suficiente para que ella solo dijera: “¡Claro, vamos!”, con más entusiasmo del que hubiera querido mostrar. Con un ademán, Valeskya había minimizado las palabras en las que el mago parecía dudar de que pudiera no gustarle o que incluso se negara a hacerle compañía. Lo cierto era que, Garry era una persona que solía llamar la atención a donde quiera que fuera, su aspecto era bastante peculiar y obviamente tenía una historia de la cual la joven hubiera deseado preguntar descaradamente y por una razón u otra, no había tenido oportunidad de hacerlo. Lo que sí, es que no estaba acostumbrada a que la gente que caminaba, de repente lanzara miradas furtivas hacia donde ellos se encontraban; hizo un intento por no poner los ojos en blanco, ante esos intentos pocos sutiles de mirar. Cuando la gente se empeñaba a mostrarse más sutil, era cuando menos lo lograba y ella era una prueba viviente de eso (?). - Vaya, vaya… - Exclamó mientras alzaba una ceja con incredulidad al ver que Garry parecía conocer todo, menos el nombre que tenía anteriormente ese negocio; tanto misterio en todo eso, le daba más curiosidad. Poco a poco, Valeskya se iba rezagando, aunque no lo suficiente como para perder de vista al joven; vio un local que tenía en exposición un juego de runas, las más extrañas que había visto, eran de color negro y las runas dibujadas parecían emitir un destello verde. Tuvo la intención de detenerse a curiosear, de no ser porque vio a una bruja de aspecto tenebroso que se encontraba observándolas también, le lanzó una mirada retadora, lo que hizo que la Granger solo siguiera caminando, sin dejar de ver aquel curioso objeto en el aparador. Estaba tan distraída que no notó a Ollivander que se había detenido y chocó con él, empujándolo un poco hacia adelante. - ¿Hemos llegado al fin? – Preguntó con curiosidad y olvidándose de momento de la disculpa, mientras veía el local con atención y se dio cuenta de algo. - Pudimos tomar un camino más transitado en lugar de andar por Knockturn como si nada. Ya sabes… pensarán que andamos en malos pasos.- Se quedó en silencio unos instantes y volvió a decir. - Bah ¿a quién le importa? ¡Vamos! – Y se dispuso a dar unos pasos en dirección hasta la entrada hasta que vio que el negocio aparentemente estaba cerrado. - No vine hasta acá para nada – Dijo la pelinegra en voz muy alta al ver el leve intento de Garry por intentar entrar a aquella edificación. Miró hacia ambos lados de la calle, para cerciorarse de que no estuvieran viéndolos. - Nada de salida auxiliar, no veo un letrero que diga que está cerrado, así que… - Dejó la frase a medio terminar e hizo lo que habitualmente era en ella cada vez que llegaba a su casa. Dio un par de pasos para alejarse de la entrada y le dio una fuerte patada justo en el cerrojo principal de la puerta; tantas veces haciendo lo mismo, había ocasionado que aprendiera a perfeccionar su técnica (?), aunque tenía que reconocer que era la primera vez que hacía algo así en un lugar que no fuera su casa. - ¡Listo! ¡Puerta abierta!. – Exclamó como si nada, con una breve sonrisa en el rostro. - No te preocupes, al final la puerta debe arreglarse con magia ¿no crees? Aunque… - Echó un vistazo rápido al lugar. - Si soy sincera, no soy muy buena reparando cosas. – Se inclinó de hombros y se acercó hacia una estantería que contenían diversas clases de libros, aunque por lo que pudo juzgar a primera vista, ya tenían algo de polvo y seguramente ya habían sido utilizados. - ¿Buscas algo en especial? – Preguntó, mientras se acercaba a la estantería y enseguida pensó en otra posibilidad, mucho más vergonzosa para la joven. - ¿Conoces a los dueños? Podemos decir que lo de la puerta principal fue un terrible accidente y que nosotros solo veníamos pasando por aquí. – Aguardó la respuesta del joven, sorprendiéndose a sí misma de lo rápido que se había inventado algo para excusarse por lo que había hecho, como si fuera una niña pequeña.
  8. - Preparada para la aventura… - Repitió Valeskya en voz baja, mientras leía la nota una y otra vez y se preguntaba qué clase de aventura podrían vivir. Su imaginación estaba rebosando sus límites: quedarse atrapadas ahí, que las atacara un dementor, que cayeran “accidentalmente” de la parte más alta de aquella fortaleza o que hubiera una fuga de presos, aunque esto último no le resultaba tan probable. Primero, dudaba que aún hubiera gente encerrada cumpliendo algún tipo de condena. Después de los últimos acontecimientos ocurridos, dudaba que hubiera alguien malvado a quien pudieran encerrar. La joven sabía que el mundo no se dividía solo en un par de bandos, siempre había algo más allá de todo, así como también que no solo había gente buena y mala, el mundo y las personas poseían diferentes matices, no se podía ser completamente bueno o completamente malo, seguramente había quien que detrás de su apariencia y vida perfecta, tenía algún secreto oscuro que esconder, como todos seguramente. Todos esos pensamientos le provocaban cierto conflicto, aunque seguramente todo se trataba de algo mucho más simple. Como fuera, no sabía cómo interpretar las palabras que venían escritas en aquella nota; le provocaba curiosidad y a la vez no estaba segura de querer acudir a aquella clase. Entonces recordó que el elfo no solo había llegado con la nota, sino también con un aviso de Zahil para que llegaran; tenía tantos años que había cursado leyes mágicas, que era casi una obligación el tener que actualizarse, pues nunca estaba de más el refrescar el conocimiento, como buena Ravenclaw que era (?). Había elegido algo cómodo, por si tenía que huir (?): unos jeans, tenis con brillos de color azul y una playera casi tan llamativa como su calzado. Llevaba suelto el cabello, cosa de la cual se arrepintió en el momento de aparecer en la isla. El aire y una tormenta a punto de desatarse, la recibieron alborotándole el cabello de una forma horrible; maldiciendo y todo, se concentró en buscar alguna señal de sus primas o de Kytta, quien era la que les impartiría clase. No pudo evitar sentir algo de extrañeza, debido a que por alguno de los tantos lazos mágicos familiares, resultaba ser su sobrina y que, a pesar de todo, no había tenido oportunidad de tratar, así como seguramente pasaba con la gran mayoría de su familia. Para la ojivioleta, los Granger siempre resultaban ser su única familia, aunque esto no se debía a que odiara al resto, sino más bien creía que eran los únicos con los cuales podía ser ella misma a pesar de todo y los que quizás podían tolerar aquellos cambios radicales en su carácter, acompañado de sus constantes discusiones con su hermano. “Tal vez sea el momento de conocer a la familia…” repitió la voz dentro de su cabeza, mientras que avanzaba lentamente por el lugar, y preguntándose si el escalofrío era debido a la tormenta o se trataba del efecto producido por los dementores que seguramente estaban en algún lugar, esperando el momento para alimentarse. Intentó acomodar su cabello, sin mucho éxito, lo cual ocasionaba que continuara maldiciendo, cada vez en voz más alta, hasta que logró percibir lo que eran unas voces conocidas. - ¡HOLAA! – Exclamó, mientras alzaba la mano en señal de saludo. Alcanzó a notar que había más gente de la que hubiera esperado, lo que provocó que se sintiera ligeramente incómoda: no se le daba muy bien el entablar conversación. - ¿Quién osa traerme a este lugar? ¿Es que acaso es un pecado apellidarse Granger? ¿Tan desagradables nos hemos vuelto? – Se llevó una mano hacia el pecho, fingiendo demencia. Lo que sí era cierto, es que ver a Bodrik y a Kytta, era como una punzada de realidad: el observarlas era como recordar nuevamente que la Orden del Fénix ya no estaba, de que su lealtad, al igual que la de la mayoría de los odefos, seguramente aún permanecía, a pesar de que el bando ya no estaba ahí para reunirlos físicamente. Quiso preguntar cómo estaban, si tenían noticias… si había alguna esperanza de que las cosas iban a cambiar; pero todo eso no era necesario, la realidad era la que todas las presentes ya sabían: las cosas ya no volverían a ser como antes, jamás. - Supongo que estamos esperando a alguien más. – Dijo tras unos segundos de incómodo silencio.
  9. ID: 73699 Nick: Valeskya Granger Link a la bóveda trastero: 111510 Link a la bóveda de la cual se hará el descuento: 78879 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Nivel Mágico: IX Fecha: 2019-03-28 Nombre del producto: Libro de la sangre Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo Nivel (del libro): VII Precio: 7.000 G Precio total: 7.000 G
  10. Hola, vengo de oyente Nick: Valeskya Granger ID: 73699 Conocimiento: Leyes Mágicas Nivel de Magia: IX Link a la bóveda: Acá Link a la ficha: Acá *Se va en el tren* (?) Gracias
  11. Llevaba varios días sin ver a Joaquín, lo cual no era extraño, ni para ella ni para el resto de los Granger: ellos así eran y eso les funcionaba bastante bien. El hecho de que para ninguno de ellos le era relevante le convivir a todas horas, les daba buen resultado, más cuando varios de ellos solían ser seres nocturnos; sabía que tanto su hermano como su prima, solían ir de cacería de vez en cuando, aunque nunca se había dado la tarea de investigar en qué horarios. El punto importante para la ojivioleta es que ninguno de ellos dormía y por lo tanto, tenían tiempo de sobra para andar haciendo cosas y distraerse. Valeskya andaba con paso lento por el callejón Diagon, aunque a diferencia de otros días, éste lucía mucho más desolado, lo cual obviamente se debía al hecho de que ya era de noche y la mayoría de los negocios se encontraban cerrados. Algunos bares y otros lugares de los cuales se podía deducir a la perfección que eran atendidos por más seres como ellos, lo que era bastante habitual en esa parte de Inglaterra. Había una preciosa luna, el cielo estaba completamente despejado y había muchas estrellas, lo que anunciaba que no era una hora temprana. Llevaba una túnica oscura, lo cual era poco habitual en ella, que ondeaba solamente a la par de sus pasos. Su negra cabellera iba recogida en una trenza y el rostro llevaba solo una cantidad mínima de maquillaje, lo suficiente para no llamar la atención. No sabía exactamente el por qué había elegido ese día y mucho menos el horario para buscar el negocio de venta de varitas de Joaquín: Ollivanders. Recordó que tiempo atrás le había dicho que pronto le haría una visita para hablar sobre el arte de la fabricación y mantenimiento de varitas. Habían transcurrido varios meses desde que había pasado eso y por una causa u otra, no había cumplido esa especie de “promesa”. No recordaba si alguna vez le había dado mantenimiento a su varita mágica, que aunque la utilizaba relativamente poco, era un hecho definitivo que necesitaba ser revisada. Solo de pensar en la posibilidad de que ésta se pudiera romper, le provocaba cierta ansiedad; a diferencia de épocas pasadas, en la actualidad sabía que existían más locales dedicados a la venta de varitas, pero al final siempre era una cuestión de tipo sentimental el tener que mantenerla o depositar la confianza en que alguien más se encargara de darle cuidado. A pesar de todo, la ojivioleta solo confiaría en alguien de su familia para que cuidara de su varita mágica. De todas formas, tenía varias cosas planeadas para esa visita, aunque lo primero era ver si su hermano se encontraba trabajando, cosa que dudaba muchísimo en realidad; lo peor que podía pasarle a la Granger, es hacer toda la travesía para nada. Miró el nombre del lugar y notó que de cierta forma, la puerta se veía algo empolvada. Tocó un par de veces e intentó abrir, sorprendiéndose de ver que a pesar la hora, el negocio aún se encontraba abierto. - ¿HOLAAAA? – Exclamó en voz alta, sin pensar en que quizás había elfos descansando. - ¿HAY ALGUIEN POR ACÁ? –
  12. - Maldita sea ¡Todo los galeones que gastas en cosas tan banales como esta! – Exclamó Valeskya con cierta incredulidad. - Aunque si es para el negocio, me agrada… pero no vendría mal un poco de tu riqueza en nuestra bóveda familiar. – La joven pelinegra se inclinó de hombros, a pesar de que su hermano pagaría cada uno de los servicios, sinceramente había disfrutado de todo, claramente quitando los momentos incómodos de la lectura de cartas y demás. No pudo evitar sentir una punzada de decepción al recordar su intento, aunque bastante vago, de intentar involucrarse de nuevo en la enseñanza, aunque en esa ocasión era algo más avanzado, tratar de enseñar adivinación por medio de los números era algo que creyó que sería un buen regreso para ella y sin embargo no lo había logrado. Había desistido, estaba decepcionada de eso y otras cosas; todavía recordaba su regreso a Ottery, con tantos planes en su mente, la enseñanza entre ellos y al final darse cuenta que las cosas continuaban igual o hasta peor en comparación al pasado. En aquella ocasión se había preguntado durante varios días, quizás hasta un par de meses, qué era lo que había de malo en ella ¿acaso era tan difícil depositar la confianza en alguien que ya había demostrado que era capaz de hacer cosas buenas? Quizá pecaba de soberbia, pero ella solo había estado buscando una oportunidad para demostrar que no iba a decepcionar a nadie. “¿A quién?” Se preguntó una mañana, después de pasar mucho tiempo amargada con aquellos pensamientos. No tenía a quién rendirle cuentas, ni a quién demostrarle que era capaz de comprometerse con algo; se dio cuenta que al final su familia era la única que creía en ella y que desde el principio la habían animado a continuar. Ahora ahí estaba ella, en aquel negocio en donde había encontrado la forma de hacer lo que más le gustaba y se sentía bien con eso. A pesar de que había pedido ingreso a la Orden del Fénix, sus prioridades habían cambiado desde hacía varios años. Se obligó a volver a su presente, reconociendo que disfrutaba ver las reacciones de su hermano; algunas porque eran de sorpresa genuina y otras, particularmente las que le daban más satisfacción a Valeskya, que eran un golpe al ego del Granger. Y prestando atención a las palabras que había dicho al final de su lectura, bastante superficial de hecho, la joven tuvo que reconocer que tenía mucho más que practicar y quizás en el futuro podrían ofrecer ese servicio de forma oficial en Catemaco’s, aunque seguramente eran contadas las personas que sentirían atracción hacia la magia de los números. - Hace falta aclarar, Joaco .- Soltó de repente mientras se recargaba en el mueble, casi al punto de querer acostarse. - Que a pesar de que los números muestran una forma bastante general de la personalidad de cada uno, no quiere decir que las personas tengan que ser iguales. – Repasó mentalmente sus palabras y notó lo confuso que estaba resultando. - Es decir, lo que te he dicho, está basado solo en tu nombre y quizás si otra persona también tenga el mismo número, no quiere decir que ambos tengan la misma personalidad. Existen otros factores, veamos.. – - No quiere decir que el 4 regirá tu vida, obviamente. Hay otros números, basado en tu nacimiento, el amor, la vida, la personalidad, la pareja, del hogar… en fin, casi para cualquier cosa. – Y recordó algo que la hizo sonreír. - Hacer horóscopos y cartas astrales suele resultar mucho más divertido que andar haciendo cálculos numéricos. Muchos creen que los números le quitan el romance y el misticismo al futuro. Al menos la mayoría de los muggles lo ven así.- - Ya sabes, algunos prefieren perder el tiempo pensando en que si el signo zodiacal te permitirá saber si esa persona está destinada a estar contigo. – No iba a ahondar en el tema del amor, solo que le resultó gracioso recordar esa vez que había escuchado una conversación muggle en el que hablaban de compatibilidad de signos zodiacales. - Imagina el mundo de posibilidades si descubrieran lo real que es la adivinación. Pienso que me haría millonaria viendo el futuro y diciéndole cosas aburridas a los muggles ¿no lo crees? – Notó que el pergamino y la vuelapluma se encontraban flotando cerca de ella, esperando alguna instrucción. - ¿Recuerdas cuál es tu fecha de nacimiento? – Rio divertida.
  13. La lucha por no dejarse llevar por las enredaderas estaba ocasionándole más problemas de lo que esperaba. Pudo sentir una punzada de dolor a la altura de sus tobillos, provocado por las espinas que se incrustaban en su piel, aunque eso era lo menos preocupante para ella, sino más bien porque mientras se sujetaba, podía ver que una de las enredaderas parecía querer envolverse en su brazo, si nadie la ayudaba en ese momento, seguramente iba a terminar en el sótano en el peor de los casos, o quizás hasta en otra dimensión (?). Una voz bastante conocida y a su vez inesperada, exclamó un hechizo que hizo que las enredaderas dejaran de moverse y el cuerpo de Valeskya cayera en el suelo, haciendo un ruido seco. Intentó incorporarse, pero aún se encontraba atrapada: el hechizo que había realizado Apolo, solo había logrado detener momentáneamente el forcejeo, aunque dudaba que esa hubiera sido la intención inicial. Las enredaderas parecían haberse congelado o algo similar, aunque un ruido en el techo llamó la atención: parecía que los restos de aquella planta comenzaban a caer, junto con partes de la casa. Después solo recordó que dio un puñetazo a la enredadera para poder liberarse (?) y que corría hacia el lugar más cercano: el sótano, justamente a donde estaba luchando para no ir. Tuvo que esperar unos momentos en los que su visión pudiera aclararse un poco, ya que el polvo y restos de escombro seguían cayendo, aunque en mucho menor medida. Solo pudo distinguir varias siluetas y se produjo un silencio expectante, aunque pudo jurar en ese momento que había escuchado ruido de pasos y voces provenientes de la habitación lo que sea que se encontrara justo encima de ellos. - Todo bien - Respondió mientras alzaba el brazo para que Zahil viera su silueta. Sabía que “bien” era algo relativo, pues habían salido de un peligro y justo habían terminado. Poco a poco se iba aclarando su visión, al menos lo suficiente para ver que aparte de su prima y su hermano, había dos personas más que ahora estaban incluidas en esa situación: Apolo y Garry. La joven pelinegra todavía no parecía salir de su aturdimiento, hasta que vio la causa por la cual su prima parecía estar pegada hacia la pared. - ¿Alguien vio a Fiamma? - Preguntó de repente, mientras se escabullía hacia una de las esquinas del sótano y se quedaba quieta, sin dejar de ver a aquella criatura similar a una planta carnívora, aunque con inmenso tamaño y probablemente mañas desconocidas (?). - ¿Habrá alcanzado a huir? - Dijo, mientras pensaba que quizás los pasos que había escuchado, eran los de ella; aunque dudó mucho de esa posibilidad. - ¡AAAYYYYUUU...!- Valeskya dejó el grito sin terminar, aunque la intención original había sido el llamar la atención de quien fuera que anduviera deambulando por la casa. Aunque había olvidado por completo que el hacer ruido solo lograría que la criatura se pusiera más furiosa. - ¿Vieron eso? - Exclamó señalando hacia la parte de atrás de donde se encontraba la planta. Se podía observar que había una luz: aquella criatura parecía ser el menor de los problemas, es como si estuviera cuidando la entrada, como si no quisiera que alguien entrara... o saliera. - ¿Quién de ustedes sabe cuidar plantas? Así podría decirnos qué hacer con esto ¿La quemamos? - Estaba dejando claramente que su conocimiento acerca de herbolaria se limitaba solamente a la flor que tenía en su habitación y que definitivamente se veía mucho menos peligrosa a la cosa que estaba frente a ellos. Apuntó con su varita hacia el portal, pensando qué podía hacer, si ya había quedado claro que los hechizos no parecían surtir ningún efecto. - O quizás podríamos ofrecer a alguien como sacrificio... - Exclamó.
  14. Entre todo el polvo ocasionado por la caída de las rocas, Valeskya pudo notar un leve resplandor proveniente de su cuello. Se trataba de uno de los anillos que colgaban de su cuello, junto con el amuleto de la curación. Escuchó la voz de Dennis, exclamando un hechizo, seguido de un chillido agudo y terrorífico, lo que le hizo suponer a la ojivioleta que se trataba del basilisco; la curiosidad se apoderó de ella al escuchar el posible alejamiento de la criatura y abrió los ojos. Una silueta a lo lejos, le confirmó que el peligro había desaparecido, aunque probablemente era algo momentáneo. Tendrían que acabar el duelo lo antes posible o seguramente ninguna de las dos brujas saldría airosa de esa situación en una segunda ocasión. El hecho de que Delacour estuviera de pie, y que de paso hubiera ahuyentado al basilisco, significaba que de algún modo había logrado salir inmune del hechizo que la joven pelinegra había lanzado. No pudo evitar pensar en la trágica posibilidad de que el hechizo hubiera impactado y que no hubiera tenido oportunidad de defenderse del ataque del basilisco; Valeskya no se consideraba una buena persona, pero sin duda no intentaría hacer algo dañino contra alguien con quien no tenía ninguna clase de problema, caso contrario, un par de nombres llegaron a su mente y sin dudas hubiera dado una buena cantidad de galeones para que también estuvieran ahí experimentando una aventura de primera mano con el basilisco. Volvió a centrar su atención en que el duelo aún no había terminado y buscó un nuevo lugar dónde acomodarse para poder continuar, pero el basilisco había dejado todo el lugar con restos de piedras, algunas no más grandes que una snitch. Sin embargo, algunas de las gruesas columnas habían quedado más dañadas que otras, así que buscó nuevamente colocarse entre un par de pilares que estaban cerca y alzó su varita, apuntándola hacia la joven de ojos azules, la cual se encontraba unos cuantos metros más enfrente de ella, y exclamó: - ¡Desmaius! – Un rayo salió despedido hacia Dennis, aunque pudo ver que no solamente la ojivioleta había atacado. Por primera vez desde que había iniciado el duelo, pudo ver que su hechizo había impactado en su objetivo: la joven rubia había caído y ahora se encontraba inconsciente. Aunque la Granger no tuvo tiempo de hacer algo más, ya que una de las columnas había explotado y varias rocas cayeron cerca de ella. Pudo sentir un inmenso dolor sobre su hombro derecho: había intentado cubrirse de la caída de las rocas y una de considerable tamaño había logrado lastimarla. “Curación”. Pensó la ojivioleta con rapidez, viendo que su amuleto emitió un destello y el dolor cesaba por completo. Aunque podía sostener su varita con la otra mano, decidió que lo más efectivo era curarse pronto y quizás así poder tener una ventaja en el futuro. La Granger volvió a apuntar con su varita hacia la joven de ojos azules, aunque estaba incosciente, la pelinegra deseaba terminar ese duelo lo antes posible y, sintiendo una leve punzada de culpa, exclamó: - Sectusempra. – Ya estaba hecho. El rayo impactaría de lleno hacia el cuerpo de la joven Delacour, provocándole varias heridas sangrantes. Tendría que curarse inmediatamente o moriría pronto. @@Dennis Delacour
  15. Sin duda el hechizo de Salvaguarda Mágica era el nuevo favorito, a pesar de ser algo bastante simple y de usarse más que nada para protección, en lugar de ser dañino; le gustaba la infinidad de utilidades que podía tener, aparte de un duelo como ese, claro está. Valeskya vio que su embrujo punzante no había dado resultado, ya que su contrincante, al volverse intangible, había resultado inmune y el rayo se había disipado más allá de donde se encontraba. “Al menos he durado más de lo esperado”, pensó de una forma casi triunfal y deseando poder contarle lo que había vivido a él, en cuanto pudiera verlo. Otra vez. Volvía a estar en sus pensamientos, lo cual comenzaba a hacerse un tema casi molesto; suspiró, pensando en que al menos había sido más breve que la última vez y que solamente sería cuestión de tiempo el poder olvidarlo, si es que no volvía a aparecerse en su vida. ¿Cuál era el problema de tener que jurar un amor eterno si sabía que no podría cumplir una promesa? Solo había pedido completa sinceridad y ahora no sabía qué pensar; pero al menos esta vez sería diferente para ella, se sentía fuerte para afrontar casi cualquier cosa. Se sorprendió al ver que volvía a sonreír, quizás eran nervios o la adrenalina al creer que lo estaba haciendo medianamente bien, en el momento. La Granger notó que la joven de ojos azules apuntaba hacia una pila de rocas y apuntó rápidamente hacia ella, antes de que pudiera decir algo, empuñó su varita y señalando en su dirección, exclamó - ¡Silencius! – Con lo cual el hechizo que pretendía lanzar Dennis, no había surtido ningún efecto, ya que había quedado temporalmente incapacitada para poder pronunciar algo. Antes de que la ojivioleta pudiera lanzar otro hechizo, había escuchado otra vez el crujir de las rocas, como si algo se aproximara cada vez más hacia ellas, incluido el eco que resonaba en las catacumbas, el cual provocaba aún más temor. - ¡Petrificus totalus! – Exclamó la joven, apuntando hacia la chica Delacour. Un rayo se aproximó hacia ella con la intención de inmovilizarla totalmente y que le impidiera a la vez tener que lanzar algún hechizo, si es que no lograba protegerse o contraatacar aquel maleficio. Al final la joven de cabello negro se dio cuenta de que no se había estado imaginando aquel ruido, sino que había algo que lo estaba ocasionando: un enorme basilisco apareció por una de las entradas a lo lejos; había leído sobre ellos y nunca se le hubiera ocurrido que alguna vez tendría la oportunidad de “ver” alguno en vivo y a todo color [?]. Reconoció el verde brillante de la piel de aquel reptil, el cual le ocasionaba entre miedo y asco. La regla consistía en no mirarlo directamente a sus enormes ojos amarillos y eso era parte de su preocupación: saber que podía acabar muerta en ese instante y la terrible tentación de poder admirar una criatura tan fascinante en todo su esplendor. Ahí estaba esa criatura, que inmediatamente se aproximó hacia donde ella estaba, o eso quiso pensar. “¿Qué debo hacer?”, la mente de la ojivioleta trabajaba a toda velocidad, mientras miraba hacia el lugar donde Dennis debería de estar, aunque no logró verla. Un estruendo de polvo y rocas comenzó a llenar el lugar, provocado por el deslizamiento torpe, pero veloz, de aquel basilisco. Cerró los ojos, pero no podía hacer mucho: si se guiaba por el reflejo del agua, podría mirar accidentalmente aquellos mortales ojos amarillos, así que decidió acercarse a uno de los dos pilares que estaban cerca de ella y aguardó, a que la peligrosa criatura se aproximara hacia ella y al intentar atacarla, simplemente rodeó el pilar lo más rápido que pudo, provocando que se estrellara contra el pilar que se encontraba justo enfrente. Un estruendo retumbó en el lugar, cayeron varias rocas y había mucho polvo, lo que le permitió a Valeskya correr en dirección opuesta hacia donde había visto al basilisco la última vez. No sabía qué iba a ocurrir a continuación, solo sabía en que aquella zona ya no era un lugar seguro. @@Dennis Delacour
  16. “¿Por qué a nosotros?” Se preguntó Valeskya con hastío, pues claramente parecía que las cosas más extrañas le ocurrían a los Granger. Quizás en algún momento de tranquilidad, sería un gran tema de conversación para entretener a la gente; mientras tanto ahora tendrían que ocuparse por el aire gélido que comenzaba a salir de aquel extraño portal que Zahil había abierto de forma accidental. Hubiera deseado quedarse a analizar aquella runa y ver en qué problema se habían metido todos nuevamente, pero ahora tenían que preocuparse por el alcance que estaba teniendo aquel aire gélido. Sorprendida, notó que las paredes parecían que tenían hielo, el agua empezaba a congelarse, aunque no a gran velocidad, lo que les daría tiempo de ver qué es lo que iban a hacer. Sin embargo, había algo más, aquel vibrar de la mansión como si ésta estuviera a punto de derrumbarse, o quizás…. Había algo que intentaba salir de aquel misterioso portal, y el hecho de no poder hacerlo era lo que provocaba el movimiento de todo alrededor. El salir del sótano implicaba que el problema se había acabado, sino que había que hacer algo al respecto y al llegar a la cocina de la mansión, pudo ver que los hijos de Zahil ya estaban esperándola. Se limitó a sonreír brevemente, en un intento de saludar y hacer creer a los gemelos que todo estaba en orden, aunque el frío y el hielo comenzaban a llegar a la cocina con más rapidez de la que habían pensado. El hecho de ver que los hijos de la rubia se llevarían a Seishiro, hablaba de la gravedad de la situación. La ojivioleta empuñó su varita, dispuesta a quedarse para intentar ver qué era lo que podrían hacer al respecto, aunque enfrentarse a algo de lo que no tenían idea, no era la mejor forma de intentar solucionar las cosas. - ¿Saben? Aun no estamos en condiciones de perder la mansión. – Exclamó la Granger. - Si continuamos así, terminaremos durmiendo en el jardín justo al lado del lazo del diablo. – Una segunda oleada de aire gélido, más fuerte que la anterior, llegó hasta donde ellos se encontraban, aunque esta vez no solo se trataba de aire, sino que venía acompañado de una serie de enredaderas que al inicio Valeskya pensó que se trataba de la misma planta que ellos tenían en el jardín, aunque pronto quedó claro que había una clara diferencia: los tallos eran espinosos y unas rosas de color azul comenzaron a florecer. Esa extraña planta comenzó a adherirse a las paredes y a cubrirlas poco a poco. - Esto es… extraño. – Murmuró la joven en voz baja, al tiempo que una serie de espinas salieron disparadas hacia la dirección en donde los Granger estaban de pie. Se hizo a un lado rápidamente y comenzó a retroceder, sin perder la vista de aquellos tallos. - Bueno… creo que debemos hablar de esto, en otro lado… - Antes de que pudiera decir otra cosa, apareció otra persona en la cocina donde se encontraban. “¿Qué hace aquí?” Pensó la ojivioleta mientras lo miró con extrañeza, pues no parecía ser el mismo de siempre, había algo extraño en la mirada de Garry aunque no sabía determinar lo que era. No tuvo tiempo de preguntar, pues las enredaderas sujetaron los pies de la joven y la tiraron al suelo, intentando arrastrarla con dirección al sótano. - ¡AYUDAAAA! – Alcanzó a gritar mientras se sujetó a la puerta, en un intento de oponer resistencia.
  17. La situación que estaba llevándose a cabo resultaba un tanto extraña para Valeskya, aunque no estaba segura del por qué. Aunque el rostro de ella no mostraba ningún tipo de emoción, solo estaba en alerta constante de que pudiera aparecer algo más ante ellas en ese lugar: alguna clase de esqueleto reanimado, otras criaturas peligrosas como las que se habían encontrado u otro tipo de sorpresa que aguardaba aquel extraño lugar. No sabía si era por su paranoia, pero habría jurado que había escuchado un ruido proveniente de las profundidades de aquellas catacumbas. Intentó concentrarse en el duelo que estaba llevando a cabo, notó como Dennis se protegía contra el hechizo que le había lanzado con la finalidad de desarmarla. “Si tan solo me hubiera mostrado cómo hacerlo”, fue el pensamiento que llegó de forma inevitable a la mente de la ojivioleta, seguido con una punzada que ya tenía mucho tiempo que no sentía: cuando extrañaba a alguien mucho más de lo que ella hubiera deseado reconocer. Sacudió la cabeza, mientras se veía forzada a concentrarse y antes de que la joven rubia lanzara su ataque, alzó su varita y pensó. “Salvaguarda mágica”. No pudo evitar sonreír, al ver que el sectusempra lanzado hacia ella simplemente pasaba a través de ella sin causarle ningún tipo de daño, impactando en una pared que se encontraba muy al fondo de donde estaba de pie; la sonrisa que se había dibujado en el rostro de la ojivioleta no era de burla, sino más bien porque pensó en que ese hechizo de intangibilidad se convertiría en su favorito si al final lograba vincularse con el libro de la fortaleza y todo el conocimiento, y por supuesto, la magia que éste contenía. La mente de la ojivioleta trataba de hacer memoria de algún hechizo que pudiera resultarle útil en ese momento. ”Embrujo punzante”, pensó, al tiempo que empuñaba su varita y apuntaba hacia Delacour, con la intención de que el hechizo que acababa de lanzar, impactara de lleno en el rostro de su contrincante y comenzara a alterar su forma, como si le provocara una reacción alérgica. La joven Granger se mantuvo con su varita firme y en alto, aguardando la reacción de su contrincante; al tiempo que creyó escuchar un movimiento de piedras a lo lejos, nuevamente.
  18. Buenas noches: Creo que este es el topic indicado para solicitar unos cambios en el matriarcado, más que nada para referirnos al reparto de las ganancias, me gustaría modificar el porcentaje. Familia Granger: Registro de Familia. Topic de rol Bóveda de Familia El porcentaje quedaría de la siguiente forma. Annick McKinnon – 10% Valeskya Granger – 45% Zahil Aranel Granger – 45% Espero que no haya ningún inconveniente al respecto. Se agradece desde ya la atención :3
  19. Tenía unas ganas inmensas de marcharse de ahí en ese momento; sin duda todo lo vivido en las catacumbas no era algo que estuviera esperando. Sabía perfectamente que podía curarse, que tenía muchas cosas que podían ayudarla, pero no creía que todo aquello fuera planeado por su profesora. De todo aquello podía concluir que Dennis tenía conocimiento de que aquel lugar era un peligro inminente ¿pero hasta qué punto? Había cosas que estaban más allá de lo planeado, eso le quedaba claro a la joven de ojos violetas. Lograron escapar, sin embargo, ninguna de las dos podía ocupar algún hechizo para desaparecerse; habían caminado en silencio, como si estuvieran buscando algún lugar en el que la magia pudiera surtir efecto. Valeskya comenzaba a sentirse ansiosa, pensando en lo extraño que resultaba el no poder marcharse y sin embargo, podían utilizar cualquier clase de hechizos que implicaran defensa. ¿De eso se trataba todo? ¿El lugar estaba diseñado para poner a prueba la valía de todos aquellos que se aventuraban a tener el conocimiento del libro de la fortaleza? Cuando creyó que aquel oscuro camino parecía no tener fin, alcanzó a ver una luz, aunque no lo suficientemente clara, lo que podía indicar que llegarían a un espacio más amplio. Alzó la varita, lista para enfrentar cualquier ataque, aunque al llegar, se sorprendió al ver unas catacumbas subterráneas. Avanzó hasta situarse en el extremo opuesto de donde habían entrado y vio que una serie de piedras pequeñas se encontraban a ambos extremos de las paredes de donde las brujas se encontraban. Se quedó de pie, justamente en medio de dos enormes pilares, mientras miraba el agua tranquila y cristalina que la cubría de los tobillos. Cruzó los brazos, visiblemente incómoda al escuchar que ahora tendría que probar que era digna de poseer el conocimiento y la magia de aquel libro. “¿Y ahora? ¿Qué harás?” Dijo la voz dentro de la mente de la Granger, con ese tono de sarcasmo que solía usar habitualmente para burlarse de su hermano. Lo cierto era que no recordaba ni cuándo ni cómo había sido la última vez que había tenido un duelo y el mayor temor, independientemente del tener que equivocarse, era que al final no fuera “apta” para poder manejar la magia que se explicaba en el libro. - ¡El libro! – Exclamó la ojivioleta mientras se percataba que ya no traía su bolso. Seguramente lo había dejado en alguna parte del laberinto que habían recorrido. Quiso regresarse, pero primero tenía que cumplir con dar una buena batalla al menos. Suspiró y apuntó hacia la joven Delacour y exclamó: - ¡Expelliarmus! – Exclamó, viendo que una luz roja resplandeciente que pretendía golpear la mano de Dennis y lanzar su varita a dos metros hacia el lado izquierdo de donde ella se encontraba. Así al menos Valeskya lograría ganar tiempo y ver si podía recordar algo acerca de los hechizos que podrían resultarle útiles.
  20. - ¿Esto también estaba en los planes dentro de la clase? - Exclamó, con el claro tono de alteración en su voz, ahora que estaban bajó la protección del anillo de salvaguarda, ya no importaba que ella pudiera gritar, al menos no las podrían escuchar. Era inevitable preguntar algo así, aunque no lo había hecho con la intención de tener una respuesta, más bien era una forma de desahogarse ante todo lo que estaba pasando. Estaba segura que las catacumbas no eran lugar para poner trampas, pues no guardaban nada de valor... salvo que quizás hubiera algún personaje que fue de suma importancia, pero lo cual dudaba, pues ese lugar era algo que se había utilizado en una época anterior a la que se encontraban. Lo que había quedado claro, es que esas criaturas que habían aparecido no eran obra de la casualidad. A lo mejor era mucho más peligroso de lo que ambas pudieran suponer, ya que dudaba mucho que el caer dentro de una trampa bajo sus pies, fuera algo de lo que estuviera planeado dentro de la clase. “¿Y si hay más gente acá?”, fue el pensamiento que llegó a la mente de la joven Granger y no pudo evitar sentir un escalofrío que recorría su cuerpo. Alzó su varita, dispuesta a luchar, aunque con una clara angustia al no recordar la última vez en que había tenido un enfrentamiento de ese tipo. Ese pensamiento la hizo sentir insegura por primera vez en muchos años. Aunque las palabras de Dennis la sacaron de ese pensamiento al advertirle de algo que no se había dado cuenta: - ¡Salvaguarda mágica!- Exclamó Valeskya, intentando resguardarse con los brazos de forma instintiva, ya que sabía que el hechizo la protegería de las rocas que caían en diferentes direcciones. Escuchó un chillido proveniente de la criatura que estaba observándolas minutos antes de la explosión: estaba cubierta bajo una montaña de piedras, pero no pudo dejar de observar una de las garras que sobresalían, eran de un rojo intenso y parecía que estaba cubierta por llamas. - ¿Habías venido antes a este lugar? - Preguntó la ojivioleta, al tiempo que seguía los pasos de la que era su profesora; ese ruido del agua proveniente de algún lado no era algo que le agradara escuchar, no si se trataba de un lugar del que probablemente estuviera diseñado para no dejar salir a la gente que se aventuraba a entrar más allá de lo que estaba permitido. - En caso de ahogarnos... ehm... quiero decir ¿el hechizo de salvaguarda mágica podría ser de utilidad en una situación de ahogamiento? - Soltó de repente. - Si nos volvemos intangibles... no sé. - De vez en cuando volteaba para ver qué tanto era el alcance o el impacto que tendría sobre ellas el inundarse. El agua si bien no subía tan rápido de nivel, al menos ya había llegado hasta donde ellas avanzaban, el piso ya estaba cubierto, aunque no lo suficiente como para dificultarles el paso. Observó que el agua aún se mantenía cristalina, aunque no quería quedarse el tiempo suficiente como para comprobar que solo se trataba de agua común y corriente. El anillo detector de enemigos comenzó a emitir un destello ya característico: algo que avisaba que el agua no sería solo el único problema, sino que casi inmediatamente se escuchó ruido en uno de los pasillos: los cuadros que parecían estar sellados comenzaron a removerse, algunos otros parecían romperse súbitamente, dando lugar a una serie de esqueletos, literalmente saliendo de las tumbas esparcidas por todo el lugar. - ¡Mas rápido, más rápido!- Exclamó, dirigiéndose más para sí misma. - Algo debe haber escondido en las profundidades de este lugar.- Dijo tan rápidamente como pudo. - Es la única explicación. – Concluyó.
  21. Sonrió con malicia, aunque fue solo por un breve instante, ya que aún se encontraba mareada; al menos su cuchillo había logrado establecer contacto con el hombro del ojiazul. Sabía a la perfección que no era una herida de muerte, pero sintió esa satisfacción al ver que al menos había sentido algo de dolor. La realidad es que Valeskya había tenido un sueño, algo que creyó que nunca volvería a experimentar, sin contar que con las imágenes que había visto, solo habían logrado confundirla más de la cuenta. Ahora tendría algo nuevo en qué ocupar sus pensamientos durante el resto de su tiempo libre. - ¡Pues yo que sé! – Exclamó con claro enfado en su voz, respondiendo ante el intento de que la culpa recayera en ella. - Si te fijas en todos los libros, el color varía… échale la culpa a los tipos que le ponen colorantes a su poción o ve tú a saber qué rayos le colocan a las cosas para hacerlas más llamativas hoy en día. – Entrecerró los ojos mientras veía los libros esparcidos cerca de donde ella se encontraba. Solamente alguien experto con las pociones podría saber qué rayos habían hecho mal; al menos ambos habían salido ilesos, salvo con un susto de muerte que la pobre elfina se había llevado. La Granger se dijo a sí misma que tendría que considerar que su elfina cuidara bien de su salud después de lo que acababa de ver; no pudo evitar preguntarse cuántas cosas más había tenido que tolerar Breena desde que había llegado a la vida de la joven. - Bueno, ya. – Dijo con tono cortante la ojivioleta, al cabo de un rato, mientras todavía se sujetaba del mueble más cercano a ella. - Esto ha sido una mala idea, quizás debimos preguntarle a Zahil si sabía hacer pociones… quizás ella posea ese tipo de conocimientos, sin contar que alguno de los dos debería llevar un curso para evitar este tipo de…. Accidentes. – Murmuró, apretando los dientes. Arqueó las cejas, sin poder disimular la sorpresa al escuchar el comentario de su hermano con respecto a un sueño. “Entonces no he sido la única”, dijo para sus adentros mientras veía el caldero, que todavía tenía la poción. ¿Acaso esa poción sería el secreto para que un vampiro pudiera llevar una vida lo mejor posible? Su espíritu emprendedor (?) comenzó a pensar en el mundo de posibilidades, aunque aún tendrían que resolver los síntomas posteriores. ¿Qué vampiro desearía dormir y despertar con una especie de jaqueca acompañada de náuseas? - ¿Qué fue lo que soñaste? – Preguntó con curiosidad la joven mientras tomaba asiento en la silla más cercana. - Creí que ambos estábamos destinados a soñar despiertos por el resto de la vida… aunque al final, solo se trata de eso ¿no crees? Sueños nada más. – Sentenció, tratando de no darle importancia a lo que había visto dentro de su mente. - Aunque no mueras por esa herida, deberías revisártela… que se te infecte y que no mueras, suena a una agonía lenta ¿no crees? - Dijo mientras veía de reojo el hombro donde el cuchillo, había impactado antes. - Casi algo similar a una transformación, me gustaría suponer. – Se inclinó de hombros. Lo cierto es que Valeskya jamás había tenido recuerdos de su transformación y según por lo que había escuchado, no es que se tratara de algo muy grato. Solo sabía que una herida, por más inmortal que se fuera, no dejaría de hacer efecto; algo quizás muy molesto, eran vampiros, no seres milagrosos que se curaban y eran exentos a todo. Inmediatamente pensó en la maldición imperdonable por excelencia y se preguntó si ese hechizo era de verdad tan infalible en ellos, como solían decir. - ¡Episkey! - Exclamó la joven con desgana, mientras apuntaba con su varita al hombro de Joaquín. - Breena no merece más sustos... ha tenido suficiente por hoy.- Finalizó.
  22. “Curación”, pensó la ojivioleta mientras veía que un pequeño destello iluminaba la oscuridad casi total que reinaba en algún lugar de las catacumbas en donde ambas brujas habían caído. Sintió que aquel intenso dolor que había sentido al caer había cesado de forma casi instantánea; sus pálidas manos comenzaron a palpar alrededor de donde había sido el golpe, sintiendo solamente algo que supuso que sería un poco de sangre. Comenzó a sacar los anillos del bolso, mientras Dennis iluminaba un poco, tratando de identificar el origen de los pasos. Lo más rápido que pudo, trató de colgar los anillos junto con el amuleto, haciendo más práctico el hecho de andar portándolos en la mano; le resultaba sumamente incómodo traer ese tipo de accesorios y más en una situación como esa. Se puso de pie y notó que estaba llena de arena, mientras su mirada recorría los alrededores, los cuales no poseían la misma iluminación que en la parte donde se encontraban al llegar; la única diferencia es que el piso era un camino de piedras, negras, o eso le pareció a la joven. - ¡Lumos! – Exclamó. Las paredes también tenían varios cuadros, algunos yacían huecos, donde alguna vez habían estado ocupados, Y otras parecían estar selladas, o al menos esa fue la sensación que tuvo la joven, al levantarse y ver que en la pared rocosa, solo había una línea muy delgada que delimitaba lo que parecía ser un bloque de tierra. Los pasos parecían acercarse y a la vez alejarse, como que parecían no llegar nunca; “¿Y ahora qué?” Se preguntaba Valeskya mientras veía que la rampa donde habían caído, ya no estaba, a ambos lados solo había camino para continuar y debían hacer algo rápido. Un nuevo destello, ahora más intenso y de un color azul, se iluminó en el cuello de la joven Granger, aunque era demasiado tarde. Se contuvo de soltar un grito de sorpresa al ver que los que provocaban aquellos pasos habían llegado hasta donde ellas estaban. No pudo determinar qué clase de criaturas eran, pero era evidente que no se trataba de algo bueno; su aspecto inicial era como una especie de dementor, con la diferencia de que estos podían caminar, sin contar con el aspecto tenebroso de sus colmillos o garras. Tal vez con más tiempo hubieran tenido la oportunidad de planear algo más elaborado, como decidir si escaparían juntas o se dividirían y se reunirían en algún punto, lo cual era muy poco probable, ya que al menos la ojivioleta no tenía ni idea de dónde se encontraban con exactitud. Lo cierto era es que era un laberinto y después de haber caído, las probabilidades de encontrar la salida se veían más alejadas, ya que el primer intento por huir, había sido el intentar desaparecer, sin haberlo conseguido. Un rugido que hizo retumbar las catacumbas, hizo que la joven se sobresaltara y tratara de pensar con rapidez. - Salvaguarda mágica.- Dijo la bruja con seguridad, mientras le dirigía una mirada a Dennis, como si estuviera preguntándole con la mente lo que ella tenía planeado, al tiempo que veía que una de las criaturas se abalanzaba contra ellas. Valeskya cerró los ojos, esperando el impacto…. Que nunca llegó; sintió un terrible escalofrío, hasta que escuchó un golpe seco: el hechizo había funcionado y la criatura había atravesado a la joven, hasta chocar con el suelo. - ¿Vienes? – Le preguntó a la rubia con ansiedad, al tiempo que comenzó a retroceder y darle una patada con toda sus fuerzas a la criatura que intentaba ponerse de pie. - ¡Incárcerus! – Exclamó, apuntándolo con la varita hacia el suelo, haciendo que unas cuerdas lo amarraran de las garras y pies. Empezó a correr, sin saber qué dirección tomar con exactitud, solo sabía que comenzó a tomar el mismo patrón: llegaba al final del pasillo y vuelta a la derecha, una y otra vez, hasta que perdió la cuenta. Valeskya sabía perfectamente que el hacer eso, no iba a resolver nada, ni los monstruos esos no iban a desaparecer; solo había conseguido alargar más el tiempo en que podían encontrarlas. Pensó en el anillo de salvaguarda contra oídos indiscretos y creyó que podría ser útil en ese momento: al menos confiaba en que la chica Delacour hubiera tomado el mismo camino de ella, y así poder elaborar un plan, sin preocuparse de que alguien a su alrededor pudiera escucharlas; aunque eso no las resguardaría de los ojos rojos llameantes que las observaban a su alrededor, sin que ninguna de las dos brujas pudiera darse cuenta de eso.
  23. Valeskya le lanzó una mirada asesina a su hermano, como respuesta a su comentario acerca de andar en pijama. Simplemente le costaba entenderlo, que si bien ya había dejado en claro durante cientos de veces lo mucho que disfrutaba siendo inmortal, como para que gustara de pequeñeces como andar en pijama de vez en cuando; sin dudas era un detalle más que marcaba la diferencia entre ambos Granger. Se había olvidado de Breena y la instrucción que le había dado de preguntar si alguien más había visto a Zahil en aquella mañana. - El punto es que no he visto a nadie, a excepción tuya y de Breena... Incluso desconozco si Apolo se encuentra en su habitación, aunque… – Respondió tardíamente la ojivioleta mientras le daba la espalda a su hermano y se inclinaba de hombros. - Bueno, hace unos minutos escuché que alguien había tocado la puerta de la mansión ¿Esperabas a alguien? ¿A Li Xue tal vez? – Le dijo con todo el sarcasmo que pudo reunir. La mirada violácea de la joven se volvió hacia el camino que habían recorrido instantes atrás: le dio algo de tristeza ver lo mucho que había cambiado la mansión. Si bien tenían planes de mudarse pronto, la última vez se había generado mucho desastre: entre la aparición de diversos entes de la dimensión desconocida (?) y toda la explosión que vino después de eso, había provocado que la mansión luciera aún más descuidada de cómo se veía a consecuencia que la falta de gente, hiciera que se viera como abandonada. Algunos arreglos habían compuesto las cosas, al menos para que se mantuvieran en su lugar el tiempo suficiente, pero quizás éstos no resistirían mucho tiempo. Al enfocar nuevamente la mirada en la cocina, vio que ésta lucía mucho mejor que la sala, lo que se podía suponer que los elfos se habían esmerado mucho más en dejarla en mejores condiciones y no se quejaban, así como a los Granger, que parecía que a todos los habitantes de esa mansión les daba igual el aspecto que pudiera tener todo el lugar. - Buscamos a Zahil, eso es lo que hacemos en la cocina, hermanito… aunque… - La bruja no terminó la frase, mientras le hacía señas para que siguiera. - Recuerda que la cocina no termina solo en este lugar… - Hizo un movimiento señalando hacia la puerta que daba hacia un pasadizo que pocas veces habían recorrido anteriormente. - Ya sabes, los Granger somos un mar de secretos… a voces, claro está. – La joven esbozó una sonrisa malévola, mientras recordaba los calabozos y otros lugares de la mansión que de a poco iban descubriendo, aunque no siempre de la mejor manera; incluso pensaba que alguno de ellos seguramente había hecho descubrimientos por su propia cuenta y habían mantenido ocultos ante el resto de la familia. Esa era la idea que ahora albergaba ante la desaparición de su prima, así que con más seguridad se dirigió hacia el pasadizo que daba hacia el sótano. - ¿Escuchas eso? – Exclamó la joven en un susurro, mientras le hacía señales al ojiazul para que agudizara el oído. Algo o alguien parecía murmurar, pero se oía en voz tan baja, que había que prestar mucha atención para poder detectarlo. - Es ahí.- Señaló hacia el sótano, mientras que el ruido cesaba. La puerta del sótano se veía como cualquier otra, salvo que el grosor de la madera, la convertía en un lugar muy seguro y en compañía de un adecuado encantamiento, era un lugar excelente como para funcionar de calabozo, aparte de los que ya tenían. Estiró la mano para abrir la puerta y no lo logró, volvió a intentarlo varias veces más sin obtener respuesta: la entrada esta sellada, incluso al darle un manotazo, pudo ver que salían unas pequeñas chispas, casi imperceptibles, como si la persona del otro lado de la puerta, hubiera puesto mucho empeño en que nadie lo interrumpiera. - Alohomora… - Exclamó la joven en un susurro, sin que nada ocurriera. - Bueno, si no es por la buena…. ¡Será por la mala! – Exclamó mientras empezaba a patear la puerta con violencia y se dirigía hacia Joaquín. - ¡Haz algo, maldita sea! – La impaciencia comenzaba a apoderarse de ella, más cuando creyó reconocer una voz conocida. - ¿Zahil? – Se quedó quieta por un minuto, hasta que pareció escuchar la señal de que algo no estaba bien. Supuso que con la fuerza de ella y su hermano, lograrían hacer algo más que causarle cosquillas a la puerta (?). No supo si se trataba del uso de la fuerza bruta, o si solo se trataba de que la magia que había impedido darles paso, al fin se desvaneciera para dar lugar a que los hermanos Granger pudieran entrar. Quiso suspirar de alivio, pero al ver que un destello llamaba la atención desde una de las esquinas del sótano, se dio cuenta de que había algo que tenía que ver con el hecho de que no habían podido derribar aquel pedazo de manera que les había impedido la entrada. Se trataba de una runa, pero de una que la ojivioleta no había podido reconocer, solo pudo escuchar el crujir de las piedras que conformaban aquella pared, las cuales se movían, como si estuvieran preparando la entrada o quizás la salida de alguien… o algo. - Lo que nos faltaba… - Exclamó la Granger mientras sentía que el aire gélido parecía inundar aquel lugar. - ¿Za? ¿Qué hiciste? - Le preguntó a su prima, sin mirarla siquiera, prestando más atención a lo que estaba a punto de suceder en el sótano de la mansión.
  24. “Ser digna…”, esas fueron las palabras que se formaron dentro de la mente de la ojivioleta; eran una de las cosas sobre la magia que le gustaban y a la vez no ¿qué tan digno podía ser alguien que ocupara los poderes albergados en un libro antiguo para hacerle daño a la gente? O si ella en ese momento no tuviera malas intenciones y más adelante cambiara de opinión con respecto a quién seguir, a quién proteger. Al final era una percepción muy ambigua que tenía con respecto a los poderes que albergaba el libro. Se contuvo de preguntar acerca de los guerreros Uzza, aunque en realidad tenía poco conocimiento acerca de su procedencia. Había vuelto al mundo mágico, y el haber estado tan alejada de todo, le permitía ver las cosas desde una perspectiva distinta al resto, aunque no siempre era para bien y tenía que reconocerlo. Desde su llegada había escuchado algo acerca de esas personas que se encargaban de impartir conocimientos de magia muy antigua procedente de otros libros de hechizos que la Granger esperaba poder adquirir en un futuro. El escuchar acerca de la función del amuleto, hizo que la joven llevara una de sus pálidas manos hacia el colgante que llevaba puesto. Recordó que en el pasado había tenido un dije, regalo del día en que se había graduado; había significado tanto en ese momento, pues se había tratado de su transición de la antigua Academia hacia a la Orden. Sacudió la cabeza e intentó concentrarse en lo que estaba por venir; metió la mano entre su bolsa para sacar los anillos que cuidadosamente había guardado y no pudo evitar comentar: - He de suponer que los anillos igualmente hay que portarlos para poder hacer efectivos la función que tiene cada uno... - Dijo pensativa mientras se los mostraba a Dennis. - He leído sobre ellos, pero aun no comprendo si el anillo de oídos indiscretos, por ejemplo, solo hay que ponérselo e inmediatamente surte el efecto descrito en el libro. ¿O es que hay que pronunciar algún hechizo en especial? - Al final recordó que no había leído todo en el libro e hizo la aclaración. - Tal vez venga descrito en el libro, pero soy algo distraída y quise aprovechar ahora que...- No terminó la frase. Un muro parecía moverse de la nada y salieron un par de flechas dispuestas a herir a la Delacour, quien utilizó uno de los hechizos que provenían del libro. “Qué conveniente” Pensó la ojivioleta con desgana, al ver que podía convertirse en un fantasma solo por unos instantes; no pudo evitar pensar en las cosas que podría hacer ante el hecho de poder atravesar paredes, ya se imaginaba en la mansión, tratando de arruinarle la vida a su familia al darles unos sustos de muerte. “Interesaanteee”, pensó la Granger con malicia. - Eso significa problemas ¿cierto? - Exclamó de repente al ver el anillo de la joven rubia. - Creo que debo utilizar los míos también. - Se fue poniendo una a una cada sortija mientras iba avanzando. - ¡Listo! - Alcanzó a decir al tiempo que escuchó un “clic”. Había colocado su pie en lo que parecía una piedra suelta, lo que provocó que la joven de ojos violáceos mirara a su alrededor, esperando alguna clase de ataque similar al de las flechas, pero nada ocurrió. Iba a decir algo cuando de repente el suelo se abrió bajo los pies de ambas brujas, lo cual ocasionó que al menos la Granger cayera bruscamente por lo que parecía ser una rampa sin fin, hasta que finalmente hizo que su cabeza chocara contra algo al final de aquel sinuoso camino. Sintió un horrible dolor, seguido de una serie de palabras, maldiciendo todo a su alrededor, hasta que recordó que no estaba sola. - ¿Dennis? ¿Estás bien? - Alcanzó a murmurar. Tardó unos instantes en darse cuenta de que a donde fuera que se encontraban, la visión era nula. ”¡Maldición! ¡Lo que faltaba!” Pensó con fastidio, al tiempo que buscaba a tientas su bolso, para poder sacar la varita. A lo lejos creyó escuchar unas voces, pero no lograba descifrar qué era lo que decía; de lo único que estaba segura, es que creyó escuchar unos pasos que se aproximaban hacia donde ellas estaban. @@Dennis Delacour
  25. Su mirada se mantenía sobre la joven rubia, quien se lamentó por haber cambiado de lugar para la clase; Valeskya dejó que se presentara para poder despejar todas sus dudas y saber que se trataba de la persona adecuada. Conocía a los Delacour, claramente, aunque no recordaba si alguna vez había tenido algún tipo de conversación con ellos; de lo único que estaba segura era de que se trataban de buenas personas, sabía que varios de sus miembros habían formado parte de lo que había sido la ahora extinta Orden del Fénix. “La Orden”, repitió una voz dentro de su cabeza, la voz que siempre se encarga de recordarle el bando al que había formado parte por tan poco tiempo, sus recuerdos del pasado, la gente, lo que representaba para ellos. Todo se había ido, como si se hubiera tratado de un sueño ¿Era acaso el fin de la guerra mágica? ¿Los mortífagos también se habían dispersado? Sabía que no eso no era del todo cierto, pues si bien el bando ya no estaba formado como tal, aún quedaban las personas que continuaban aferradas a sus ideales, así como ella y seguramente muchos otros, esperando a que hubiera una señal mínima de que no todo se había esfumado y seguramente todo volvería a la normalidad. La joven se vio obligada a volver sus pensamientos al momento actual: su mirada violácea se dirigió hacia los alrededores al escuchar las palabras de la bruja. “¿A dónde iremos?” Pensó, teniendo en ese momento el impulso de expresar su pregunta en voz alta, pero decidió quedarse en silencio mientras Dennis señalaba la estatua que estaba frente a ellas. Un leve destello le hizo saber a la Granger que el museo no sería el punto final de reunión. Con curiosidad, tocó la estatua, no sin antes esbozar una sonrisa al ver que, de cierta manera, infringía una de las normas del museo: el no palpar ninguna de las exposiciones que se mostraban en ese lugar. - ¡Vaya! – Exclamó al ver cómo se iluminaba el lugar. - Interesante lugar… - Fue lo único que atinó a decir. El aire gélido recorría el interior de aquel lugar que, aunque estaba vacío, tal vez era producto de la historia que aguardaba. Valeskya se preguntó si quizás había fantasmas, andando eternamente de un lugar a otro, recorriendo aquel enorme laberinto, formado por aquellas fosas excavadas en el piso, en los muros, las rocas, la tierra. Pudo notar que a un lado de cada excavación, había escrituras en un lenguaje que ella no entendía por completo. Descendió con cuidado hacia el interior de las catacumbas, mientras su mano recorría la pared, dejando una estela de polvo al pasar. - ¿Mis motivos? – Dijo la joven un tanto sorprendida por la pregunta que le acababa de hacer la Delacour. - La verdad es que… Es algo complicado. – Tomó un poco de aire. - Había escuchado hablar de estos libros y la magia que guardan cada uno de ellos; creo que quizás esos rumores son algo exagerados y quise averiguarlo por mi propia cuenta. – Se detuvo unos instantes, antes de continuar. - Lo cierto es que no solo quiero averiguar cuál es el alcance que tiene este libro, sino también deseo poder aprender la magia que éste contiene, porque … - Carraspeó un poco. - Nunca se sabe cuándo podría ser de utilidad el realizar cualquiera de estos hechizos ¿no lo crees? – Sus manos alcanzaron el colgante que traía y bajó la mirada para poder observarlo mejor. – Independientemente de lo que este amuleto sea capaz, hay que reconocer que es muy bonito. – Murmuró.

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