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Veronica Prince Rambaldi

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Todo lo publicado por Veronica Prince Rambaldi

  1. No pongas esa cara que vos sos la culpable 🎶

    Nunca te olvides lo que hiciste 🎶

    Mentiste y engañaste 🎶

    Ahora lloras porque pagas el daño que causaste 🎶

  2. —¿Estás bromeando? —pregunté mirando con mala cara al rubio frente a mí. Él se acomodó en el sillón tras el escritorio, cruzó los dedos sobre una insinuación de barriga que comenzaba a tener y me miró con expresión de negociador cansado. —Vamos James, no seas tonto, es una oportunidad excelente, viaje y estadía pagos, es solo el último partido, Devon se fue tras una bonita garota de Ipanema, ni que fuera la canción, pero tú, tú tendrás la oportunidad de disfrutar el viaje que él no disfrutará, la paga que a él no le daremos y conocerás un nuevo lugar en el mundo mágico que te resultará genial —el tipo parecía más bien un vendedor de autos antiguos, no, perdón, de autos viejos y arruinados. —Charles, amigo, la paga será fabulosa, el viaje genial, pero ¿por qué demonios en la Selva Amazónica y Quidditch? —revolví mi rojiza cabellera, como cuando me ponía nervioso y me tiré hacia atrás en la incómoda silla que el editor del periódico tenía para sus visitas. —James, sé que te gustan más los deportes muggles, pero ¿a qué idi*** no le gusta el Quidditch? —lo miré con cara de pocos amigos, tenía razón, disfrutaba más del boxeo y del fútbol, así como de unas carreras de una fórmula que de volar en escobas para que una bludger me fuera a dar en la nuca. —A mí —gruñí como respuesta a su pregunta innecesaria. —James, es la Final del Mundial, la organizó un tipo de nuestra patria y el equipo local y una africano serán los finalistas, es una papa que quema y lo más fácil que hay, en serio, incluso podríamos pagar un pequeño extra —sí, fácil, al menos no lo tenía que jugar, eso era algo que me dejaba tranquilo y la idea de que me pagaran un plus no me disgustó. Pero no lograba convencerme que ir a la Selva Amazónica a ver histriónicos jugadores que vuelan en escoba y se creen lo mejor del mundo fuera una idea aceptable. Además, Verónica me había encargado encontrar los minerales, en lo que no estaban teniendo mucho éxito, es verdad. La paga era interesante, eso no lo podía negar y el tonto de Devon, su especialista deportivo en Quidditch se había desaparecido tras una falda o la falta de ella. —Están en invierno por aquellas tierras, supongo que no habrá demasiados insectos en la selva —dije en voz alta con tono resignado y vi la sonrisa del tipo —pero sí me vendría bien un extra para el tema de los fotógrafos y —el tipo se enderezó y me ladró. —Maldita sea James, sé bien que tú mismos sacas las fotos —sonreí divertido. —Ya prometiste un extra Charlie y sabes que si quieres buenas fotos además de un buen reportaje —me tiró con una libreta por la cabeza que como buen boxeador esquivé justo a tiempo. —¡¡Beth!! ¡Págale a este infeliz el doble del caché y entrégale los pasaportes, los pasajes y la boucher de la estadía de ese hotel cuatro estrellas del Amazonas! —la pobre secretaría debe de haber saltado por los aires con sus gritos. —¿Cuatro estrellas Charlie? —pregunté mirando seriamente al tipo, sabía que nadie más había querido cubrir ese viaje por razones que no estaba demasiado seguro de entender, me miró con cara de homicidio, pero cedió. —¡Cinco estrellas Beth! —corrigió —y ya lárgate de aquí y tráeme alguna exclusiva de los brasileros o de los ugandeses o de quién sea. —Dalo por hecho —dije poniéndome en pie y saliendo de su oficina, para ir a donde Beth me esperaba con una carpeta llena de papeles, un cheque por unos jugosos galeones y mi pasaje a un hotel cinco estrellas en plena selva brasilera e invernal.
  3. «Tú vas directo al daño» la frase seguía resonando en mi cabeza mientras estaba recostada en el sillón, acariciando la cabellera de mi pequeño que dormía tras haberle amamantado. Estaba sentada en mi habitación de la Luxure, mirando por la ventana, pensando en el pasado, sin entender el por qué me importaba eso. Miré a Merlín y supe que era lo mejor que había hecho en mi vida. —No eres un daño —susurré mientras le acunaba suavemente contra mi pecho. Necesitaba encontrar la paz que se me estaba escapando desde que había regresado a Ottery, había creído que aquí estaríamos bien, los tres, junto a mi elfina, junto a mi familia. Claro que habían pasado cosas a mi llegada y me daba cuenta que por un par de segundos había dejado que mis prioridades se alterasen. Pero no, debía volver al cauce. «Uno es tan bueno como se lo proponga ser» estaba segura que esa frase no había sido pensada originalmente para ser motivadora. Pero podía llegar a serlo para mí ahora. Me puse de pie con cuidado y acomodé a Merlín en su cuna, el pequeño dormía profundamente. Sabía que Nahir lo cuidaría durante mi ausencia, ausencia que cada vez me costaba más, pero esta vez había una razón más valedera. O eso creía. Decían que había un templo en el que podías encontrar el equilibro entre la luz y la oscuridad, lo bueno y lo malo, lo positivo y lo negativo. Bueno, no lo habían dicho exactamente así, pero a mí me pegaba esa frase. No me creía una mala persona, había hecho cosas non sanctas pero era la naturaleza de mi demonio interior y eso es algo que no se niega ni se cambia. ¿O sí? De hecho no cambiaría a Merlín por nada del universo. Besé la frente de mi pequeño y llamé a mi elfina dejándole instrucciones. Quería ir en busca de ese templo y saber qué es lo que él me podía brindar a mí. Y si no lograba algo para mi ser, al menos quizás tuviera un nuevo reportaje en puerta. Porque vamos, no podía vivir de mi madre, no podíamos, por más que sabía que ella me amaba y a su nieto, ella tenía ahora una nueva familia, un esposo y una nueva hija a la que dedicarse. En ese momento recordé a Alex, había querido charlar con él luego de lo que le había visto algo disgustado por el encuentro con su padre durante la boda. Pero las cosas se habían dado de una manera tan particular, ya no había tenido tiempo de sentarme con él. Suspiré, últimamente no tenía tiempo para nada de lo que amaba, salvo mi hijo. Acomodé la capa negra sobre mi túnica de viaje azul marino, llevaba atado a la cintura el monedero de piel de moke con varios de mis objetos mágicos, mi varita en el bolsillo de la túnica y dude. Quizás debería ir más cómoda para ir en la moto voladora, pero terminé optando por utilizar la aparición. No me llevaría al lugar exacto pero sí a varios en que había oído sabían de la N.P.U. y alguno de sus miembros. —Volveré temprano, si no fuera así, sabes cómo localizarme y si no, avisa a James —indiqué a mi elfina, aunque sabía que a Jimmy le estaban por dar un jugoso trabajo, el tema es que no era seguro que quisiera aceptar ir a Brasil, o sí.
  4. Sonreí a Luna cuando ésta se acercó ayudando a que Badru terminara de sanar, después de todo, era lógico pensar que no serviría la acción de uno solo cuando el amuleto era utilizado solo porque el propio Uzza nos transmitía parte de su magia para que fuera útil mientras no tomáramos las clases de primeros auxilios. —Confiemos en que sí lo hayamos hecho Luna, Badru es un Uzza muy aguerrido, estoy segura que aunque sea un traidor a los suyos el que lo atacó no podrá contra un guerrero tan poderoso como él —en ese momento observé como Datura desarmaba a Rukku, su varita voló hacia donde estábamos Luna y yo, cercanas a Badru así que no dudé en apuntarle —accio varita —y el efecto hizo que la varita de Rukku llegara a mis manos. Tras que yo me apoderara de la varita del traidor, Datura hizo lo mismo con la llave de la bóveda 467. Caminé unos pasos observando la puerta de la bóveda, a unos cuatro metros de mi persona y apunte con cuidado hacia ella mi varita, había guardado la de Rukku en mi bolso de piel de moke. —Specialis Revelio —pronuncié con claridad mientras daba un golpe seco con la varita y un rayo dorado surgió de ella yendo a impactar directo en la puerta de la bóveda en cuestión. Fue interesante para mí notar que ningún resultado positivo se mostraba, lo que parecía indicar que era seguro utilizar la llave en la puerta al menos —creo que ahora sí lo hemos logrado y podemos utilizar la llave en la puerta sin problemas —dije alejándome unos pasos y viendo hacia el mago desarmado y hacia nuestro profesor —quizás deberíamos atarlo y crear un bezoar, no sé si Badru le quiera muerto por el veneno —comenté sin dejar de apuntarle, sabía que no podía hacernos daño, que nuestro profesor ya casi reaccionaba y que podía contar con Luna y Datura para que nos defendiéramos mutuamente en caso de ser necesario, pero quería pasar el menos tiempo posible en el lugar, antes de que alguien más notara nuestra presencia y tuviéramos que salir de allí lanzando maldiciones a diestra y siniestra. —Busquemos las hojas que nos encargó Badru y vámonos lo más pronto posible —susurré, recordando en ese momento que necesitábamos que Badru invocara un nuevo portal o no las veríamos en figurita para dejar Gringotts atrás y sinceramente no quería que ni cancelaran ni embargaran mis bóvedas en el lugar, tenía un legado que quería dejarle a mi hijo Merlín, incluyendo los documentos sobre la identidad de su padre, guardado celosamente en mi bóveda trastero. Lo bueno de todo es que el anillo detector de enemigos parecía haberse calmado, si bien el hombre frente a nosotros continuaba causando un cierto calor en el anillo, de plagas marcaba la presencia de los doxys en los rincones, pero los continuábamos manteniendo a raya pensando cada tanto orbis bestiarum cada vez que se acercaban demasiado a nosotros provocando que el anillo dorado a su alrededor los mantuvieran alejados de nuestras personas y custodiando al uzza renegado. @ Badru @ Luna Gryffindor Delacour @ Datura
  5. Gracias a los anillos y hechizos del primer libro habíamos logrado controlar a los doxys sin ser mordidos en el intento. Respiraba profundamente, al menos no debimos utilizar el morphos para crear un bezoar ante la mordida de las pequeñas “hadas mordedoras” como llamaban a las bestiecillas de cuatro brazos. Mientras recorríamos los niveles de Gringotts había ido descubriendo las personalidades de mis dos compañeros y notado la lechuza que nos acompañaba. Por algún motivo me recordó el cuento de un sabio búho sanador y fue entonces que habíamos decidido utilizar nuestro amuleto de curación, el cual yo acomodé mejor alrededor de mi cuello en la cadena de plata. El descender por el cuasi tobogán que parece que habíamos encontrado por accidente en las acciones de Datura nos había dejado en el nivel de bóvedas deseado. Habíamos localizado cada doxy escondido gracias a haber activado al anillo de plagas y Luna había controlado con el anillo de la amistad con las bestias al doxy “reina” o "líder" podríamos decir, sabiendo lo que le inquietaba y cómo dominarlo, cosa que luego hizo mejor aún con el hechizo de orbis bestiarum y el círculo dorado que generó alrededor de las criaturas. La voz de Badru se dejó escuchar en ese momento, dejando al descubierto su posición, y no solo para nosotros, sino para aquel de que nos había intentado advertir, lo que nuestro enemigo aprovechó para atacarle, desmayándolo y haciendo que la magia que lo mantenía en forma animal hubiera desaparecido. El grito del hechizo de parte del rival de Badru, el cual parecía un uzza también, me dejó helada la sangre y no pude pensar más que en una Salvaguarda Mágica para intentar evitar los verdes rayos del sectusempra mientras corría hacia nuestro mentor. En mi dedo el anillo de detección de enemigos vibraba marcando la presencia de aquel Uzza rival. Aunque, no fue necesario evitar el rayo, por ahora, ya que aparentemente mis compañeros habían utilizado el orbis bestiarium para lograr que los doxys se interpusieran entre los rayos. Datura mientras tanto atacaba al mago Rukku, a quien vi caer de bruces en ese momento. Genial, pensé mientras me arrodillaba junto a Badru, nuestro Uzza, aún desmayado y saqué a la luz el colgante con el topacio amarillo. Badru nos había dicho que mientras estuviéramos con él podríamos utilizarlo aunque no tuviéramos el conocimiento de sanación, así que no dude. Dejando que el Amuleto de la Curación destellara como si reflejara la luz del sol, impuse mis manos sobre el pecho del Uzza, sintiendo como el poder y un calor especial pasaba del amuleto a través de mi cuerpo y de mis manos parecía surgir hacia el cuerpo musculoso del Uzza. Mis ojos permanecían fijos en su rostro aún a medio cubrir por el pañuelo amarillo típico de su tribu, aunque se marcaba su barbilla firme y ahora tan cerca de él notaba que era un hombre joven de atractivos rasgos nefires. Era extraño, me sentía invadiendo su privacidad al observar su rostro, aunque no estuviera descubierto y volví mi mirada hacia mis compañeros para ver cómo estaban. Tenía mi varita aún en una de mis manos y apunté hacia donde estaba Rukku mientras susurraba. —Floreus —la verdad es que nunca había utilizado antes aquel efecto, pero sabía que si lo había hecho bien la varita de Rukku ser vería afectada y cuando intentara un nuevo hechizo saldrían flores de la varita en lugar del mismo, eso nos daría tiempo a que Badru reaccionara y a nosotros a reorganizarnos tras el inesperado ataque. @ Badru @ Luna Gryffindor Delacour @ Datura
  6. Cuando se hacen las cosas a las apuradas eso pasa.

  7. 😧 80580 Nick (con link a la ficha) Verónica Prince Rambaldi Link a la Bóveda Trastero: Bóveda Trastero No. 106785 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda No.98860 Link a Tópic de la clase o a la prueba: clase Fecha: 2022-07-06 Nombre del producto: Libro de la Sangre Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo Nivel (del libro): 7 Precio: 7000 Precio total: 7000 Gracias
  8. Antes de que mis compañeros se curasen sus heridas pensé en un par de aquamentis para apagar las llamas que los filamentos de las flechas de fuego dejaban en la piel de Datura y Luna, luego de ello sus curaciones surgieron el efecto deseado y estuvimos sanos y salvos. Todo había ocurrido tan rápido y casi sin darnos tiempo a pensar que me asombraba haber salidos, no ilesos, pero sí con bien. Quizás nos habíamos fiado de lo sencillo que nos había resultado pasar el primer nivel, allí no habíamos tenido un peligro real y bajar fue lo único importante. Enfrentar a la docena de aurores en el siguiente nivel fue otra historia, al menos habíamos contado con el mapa del merodeador, la capa de invisibilidad y el disfraz cambiante para camuflarnos entre ellos y esquivarlos. Aunque no pasamos una cascada que nos dejara sin los hechizos protectores habíamos subestimado la capacidad de los aurores, seguramente ellos también contaban con chivatoscopios y anillos detectores de enemigos que les habían avisado de nuestra presencia en el lugar, pero al utilizar el espejo de niebla para replicar sus hechizos y generarles aquel estado hipnótico que hacía que nos vieran como personas de gran poder mágico, gran carisma y estampa y se dejaran embelesar por nuestras voces. No voy a negar que me había quedado con las ganas de utilizar más hechizos de mayor nivel, tentada estaba de ese poder, pero me alegraba que hubiéramos sabido utilizar la magia de los libros a nuestro favor. Datura nos marcaba ya la entrada hacia el cuarto nivel, descendimos por un camino en espiral tallado en la roca que daba la sensación de ser una escalera caracol, pero sin peldaños, solo un desnivel que bajaba y bajaba. De pronto cuando ya estaba casi a punto de ingresar, me detuve unos segundos. —¿Podéis sentirlo? —susurré tras sentir que el anillo detector de enemigos nos marcaba algún peligro pero sin embargo el mapa de merodeador de Datura nos había indicado que no había humanos en ese nivel. ¿Serían duendes? —¿el mapa detecta a los duendes? —pregunté tras activar una vez más el anillo de salvaguarda contra oídos indiscretos a fin de que nadie en los cincuenta metros cuadrados que nos rodeaban sintieran nuestras voces. Activé el anillo de escucha pero o no había nadie allí o estaban utilizando ellos también el anillo de salvaguarda contra oídos indiscretos, lo cual sería un problema. Sostuve con aún más firmeza mi varita, a decir verdad no recordaba en qué momento entre uno y otro nivel la había extraído de mi morral. Dude entre quitarme o no el disfraz cambiante, pero opté mantenerlo disimulando mi ropa con ese uniforme de auror en que se había convertido. Cuando ingresamos al cuarto nivel el peligro se sentía en el aire y un sonido extraño llenaba el ambiente. Una sombra cruzó corriendo cerca nuestro y evité que me chocara justo a tiempo. —¿Qué es eso? ¿Doxies? —dije de pronto y me estremecí —cuidado, su mordida es venenosa ¿alguien tiene doxycida? Utilicemos el anillo de plagas para localizarlos e intentar evitarlas —dije notando que las pequeñas bestezuelas se ocultaban entre las sombras y los recovecos de las paredes. Si nos mordían estarían en problemas, íbamos a tener que dominarlas y teníamos con que hacerlo, los anillos y la magia del libro del aprendiz de brujo que nos había explicado Badru. @ Datura @ Luna Gryffindor Delacour @ Badru
  9. Observaba como la sangre vertida por Eterno y Malum se mezclaban en el caliz ceremonial, habían utilizado la daga ceremonial que había ingresado la jovencísima Leslie sobre una delicada almohadilla. A decir verdad, por un momento había temido que la muchacha comenzara a hacer girar entre sus dedos la daga cual puñal y con ella hubiera apuñalado a Thoth, pero nada de eso había ocurrido y la ceremonia había seguido su curso casi normal. Me acerqué a la pareja e hice una delicada inclinación delante de la sacerdotisa, pidiendo su bendición para proceder a la siguiente parte de la ceremonia. Tras que la recibiera, me giré hacia los novios y pasando una punta del lazo por sobre el corte de la mano de Eterno la enrollé cual venda sobre su corte viéndolo a los ojos. Más le valía hacer feliz a mi madre. —Nos hemos reunido aquí en este lugar de sueños eternos para que dos almas se unan convirtiéndose en una sola. La sangre se ha unido y será derramada cual bendición sobre sus labios y nosotros, pero ahora debéis decirnos a todos: Eterno y Malum ¿vosotros os estáis uniendo frente a nosotros por propia voluntad? ¿Estáis dispuestos a reconocer el vínculo eterno que compartís entre vosotros? Escuchamos vuestros votos —mientras hablaba había tomado la mano de Malum y la había unido a la de Eterno, enlazando su mano derecha con la izquierda de él. Con nervios escuché primero los votos de Eterno y pasé el lazo por la mano izquierda de Malum en el momento en que ella comenzaba a realizar sus votos en respuesta a los de su prometido, para luego hacer que ella tomara la mano derecha del mago a la cual enlacé la suya con la cinta ceremonial. En ese momento me permití elevar mi ojimiel mirada hacia los presentes, dediqué una sonrisa a William para luego con un gesto serio detener el movimiento que noté en otro de los asistentes. Había omitido una parte de la ceremonia adrede y aunque notaba el deseo de más personas de interrumpir el evento no podíamos permitirlo, por eso, apenas Malum terminó de hablar lo hice yo una vez más. —Aquí ante los testigos, sus padrinos, su familia y sus amigos Eterno y Malum han jurado sus votos matrimoniales. Con este lazo los ato a esos votos. Sin embargo, este lazo no los está vinculando de modo que como pareja se encuentren restringidos, uno por el otro, al contrario. La única y verdadera realidad del amor es que tenéis la libertad de amar y de escoger a quien amaís, ahora y para siempre. No habéis dicho “te amo” por costumbre o tradición, lo habéis dicho porque en verdad tenéis el convencimiento de vuestro corazón y la suma sacerdotisa os va a bendecir en ese amor y declararlo vuestro y para siempre, como el lazo que los une, que solo vosotros sabéis lo resistente que es, como vuestro amor y lo frágil que puede ser si no es sincero. Hice silencio y me giré alejándome de la pareja y haciendo una nueva inclinación ante la sacerdotisa dejé en sus manos sellar con sus gestos finales el amor de los novios y declararlos al fin marido y mujer, serpiente y serpiento, Cornelia y Cornelio. @ Eterno Black Triviani @ Malum Luxure @ Sagitas - Ericen @ Ada Camille Dumbledore @ Leslie Ashryver PB @ Mael Blackfyre @ William Mortensen
  10. El infierno más temido. por Verónica Prince Si hay algo que ha caracterizado al mundo mágico por mucho tiempo ha sido su capacidad de autogestionarse y regenerarse a sí mismo. Muchos años fue la familia Malfoy una ausente, ocupada con su vida familiar y sus propios intereses quien ocupó la cabeza ministerial de nuestra patria. Sin embargo, aún a pesar de la mano firme del ministro Crazy Malfoy y de su Vice Ministra Mackenzie Malfoy, su hija, las cosas tuvieron un pequeño cimbronazo que nos llevó a que fuera un Black quien ocupara su lugar años después, para pasar luego a manos de una Potter Blue el codiciado puesto de Ministro, y vaya si ambos se hicieron notar. Aaron Black Yaxley dejó su impronta sembrando de dudas el sentido de la paz al hacer desaparecer el estatuto del secreto de la magia. ¿Y quién no recuerda los mil y un edictos de Sagitas Potter Blue y su secretario tan particular? Ellos hasta se dieron el lujo de arrestar al ex ministro. Por cierto ¿qué es de él en Azkabán? Aunque me han dicho que le han visto suelto. ¿Nos habrán engañado nuestros ojos? O al Señor Linmer que se vanaglorió de ello junto a otras cualidades particulares suyas. Pero no nos vayamos del tema. ¿Quién es hoy el ministro de magia? ¿Quién es Rory Despard? Un mago criado entre muggles, que cree más en los santos y la paz que en utilizar sus aurores para defender a su pueblo. Sí, porque la realidad es que durante su mandato nos vimos invadidos por portales mágicos y minerales de otros mundos, Stonehenge pasó a ser un lugar cerrado como secreto de estado. La droga mágica comenzó a circular y solo fuimos advertidos por el Ministerio Italiano y sus representantes. Hubo homicidios y desapariciones sin explicar y muchas de ellas atribuídas a un grupo que desde la Navidad ha ido destruyendo y minando la vida de las familias mágicas: los GRINCH. Y la escalada de violencia ha ido en aumento hasta llegar a explotar. Literalmente. Los GRINCH destruyeron en una vasta explosión la Mansión de la Familia Malfoy. Y eso es un horror si pensamos que esta tradicional, pura y ancestral familia debería ser una de las más respetadas y cuidadas del mundo mágico. ¿Dónde está la seguridad? ¿Dónde están los aurores? ¿Dónde los inquisidores de antaño? ¿Los inefables? ¿Dónde está el Departamento de Accidentes Magicos y Catástrofes? Pero sobre todo ¿dónde está el ministro de magia? Nada nos deja más en soledad que la alegría si se va, reza una antigua canción y yo les digo mis amigos, nada nos deja más en soledad que el abandono de aquellos que deberían velar por su pueblo y su seguridad. Estamos sin pastor, también literalmente, y no somos ovejas perdidas. Y estamos en un infierno, también literal, porque una familia podría haber muerto entre las llamas y nadie hace nada, más que la propia familia y sus allegados. Estamos en soledad y sin saber quién podría ser la próxima víctima.
  11. Pude notar en el rubio Malfoy que su expresión se suavizaba y algo de tranquilidad le habían transmitido mis palabras en referencia al atentado. Quizás por ello o por la necesidad de aclarar que nada había malo en la familia fue que hizo mención a los GRINCH. Me pregunté cuánta presión podría meter yo al Ministerio, pero vamos, ya lo dice la antigua frase: un mosquito no detendrá una locomotora pero volverá loco al maquinista. Sonreí y asentí agradeciendo al mago su confianza. —Quédese usted tranquilo Señor Malfoy, le puedo asegurar que haré cuanto esté en mis manos para hacer que se alce la voz de reclamo por la falta de seguridad para las familias de antaño y el público en general —es verdad que no hacía mucho que había regresado de Irlanda, pero las noticias que había recibido desde que lo había hecho eran unas más inquietantes que otras y por primera vez, en varios años, sentía que el Ministerio estaba a la deriva y en manos de nadie. El Malfoy estaba en lo cierto, necesitábamos la presencia auror en nuestras calles. —Madre —dije al ver a Malum llegando, era difícil para muchos entender la relación de madre a hija que dos mujeres jóvenes podían tener, pero cuando había estado sola y abandonada había sido mi demonio súcubo interior la que me había guiado hacia ella, porque no podíamos olvidar que el demonio que poseía Lady había engendrado al demonio que poseía yo, aunque ahora mi condición de semiveela hubiera sido revelada, la combinación de ambas era lo que nos había hecho familia. La voz de Datura llamó en ese momento mi atención y noté cómo de inmediato un joven mago de cabellos verdes invocaba una cúpula de agua para intentar terminar de apagar el fuego. ¡Cuánta falta haría una aquamenti máximo! Pensé mientras invocaba el hechizo común apuntando a las cosas que aún humeaban. —Aguamenti. Reparo —los dos hechizos se repetían una y otra vez mezclados con algún —fregotego —para intentar limpiar y despejar algunas áreas. Mientras eso hacía mi cabeza maquinaba ya mi próxima publicación.
  12. Por suerte para nosotros los aurores no eran más que una docena y los habíamos localizado. Algunos de ellos habían creído que éramos parte de su grupo, pero no era tan simple utilizar nuestra magia y lo notamos cuando algunos de los magos comenzaron a seguirnos. Pude notar que Datura me había salvado y había logrado evitar que un hechizo impactara en mí, pero había quedado sin su capa y en ese momento que él atacaba noté como uno de los aurores lanzaba un hechizo para protegerse a él y a uno de sus compañeros “detritus” le escuché pronunciar y en el momento en que estaba por atacarnos no lo dudé. —Espejo de niebla, detritus —pronuncié protegiéndonos a Luna y a mí de nuevos ataques mientras apuntaba a los magos que estaban aún en pie —zancadilla, zancadilla —ambos quedaron en el suelo de bruces atados con el lazo mágico, dándonos el tiempo suficiente para que pudiéramos escapar tras dejarlos a todos fuera de combate. Aunque las escarpadas líneas de Gringotts nos jugaban casi tan en contra como los propios humanos a los que habíamos esquivado, al menos el tiempo parecía correr a nuestro favor a medida que procedíamos a descender hacia el tercer nivel. Pensé que todo estaba correcto hasta que de pronto una andanada de filamentos de fuego parecieron venir de ningún lado en particular. —¡Cuidado! —grité en un primer lugar para luego susurrar —Flechas de fuego —consciente que había leído de ellas pero no había visto ningunas en acción hasta que un pequeño puñado de ellas rozó mi brazo izquierdo arrancándome un gemido de dolor, el detritus debería habernos protegido un poco más, pensé teniendo en cuenta que el hechizo duraba dos turnos en un duelo, pero claro, no tenía en cuenta que nos habíamos tenido que defender de los ataques de los aurores antes.[Salvaguarda Mágica, pensé volviéndome intangible y evitando así, mientras corría, que más flechas de fuego me hicieran impacto. Aguamenti, fue mi siguiente pensamiento y la herida que había sufrido en mi brazo dejó de quemar, esos filamentos de fuego eran horribles y para poder terminar de curarme lo dudé, sabía que en cierta forma estaba siendo sometida a una prueba, Badru quería saber si éramos capaces de utilizar los hechizos de los libros. ¿Y si todo era falso y estábamos en una sala de los menesteres? No importaba en demasía, pero sí, el demostrarle qué hechizos utilizaba para poder curarme, tenía aún hasta un “tercer turno” para terminar de curar mi herida pero lo haría ahora, antes de bajar al cuarto nivel y, si Badru lo podía notar, no lo haría con un episkey, sino utilizando el hechizo que salía en los libros. Curación, pensé y el efecto terminó de sanar mi herida, ahora solo tenía una objeción, en los duelos no se podía volver a utilizar y el amuleto al no tener el conocimiento no me servía, solo me restaba pensar que para el siguiente nivel si me fuera a servir un episkey si algo me pasaba porque si no, me la vería en figurillas por haberme apresurado a utilizar el hechizo del libro. —¿Cómo llegamos al próximo nivel? —pregunté, girándome hacia ellos mientras quedábamos a la protección de una especie de túnel en el que las flechas de fuego ya no nos podían herir —¿están todos bien? —agregué sonrojada. La adrenalina me había ganado y por un momento olvidé todo lo demás, desde mi pequeño demonio que me esperaba en casa hasta mis compañeros y casi familia que estaba a mi lado allí en los pasadizos de las cámaras de seguridad de Gringotts. @ Datura @ Luna Gryffindor Delacour @ Badru
  13. Observé a mis compañeros y para mi sorpresa no eran tan desconocidos para mí. Estaba Luna, la joven ahijada de mi tía Ada, y Datura, a él me lo habían presentado como primo de mi madre. No habíamos tenido jamás una charla formal, ni un encuentro en el cual pudiéramos darnos a conocer o intimar en el orden familiar, pero el destino nos había querido reunir frente al maestro Uzza, y para mí eso significaba que había un plan mayor desarrollándose por gracia de alguno de los hados del destino. La cuestión era descubrir cuál. Pero por lo pronto mi atención se centró en el Uzza, aunque no pudiera ver el rostro completo del guerrero sus ojos, aún oscuros, eran tan expresivos que noté el leve gesto de reconocimiento que había hacia cada uno de nosotros y una sonrisa que parecía llenarlo del entusiasmo para enseñarnos. Asentí ante sus palabras, si conocía el libro del aprendiz de brujo, pero a decir verdad nunca había aplicado la magia allí aprendida, aunque sí había traído los elementos que con el libro venían. Así, a medida que Badru los mencionaba, fui sacando de mi monedero de piel de moke cada uno de los anillos y amuleto que mencionaba. Coloqué en mi dedo anular izquierdo, primero el anillo de amistad con las bestias y a su lado, en el mismo dedo, el de las plagas para luego acomodar en una cadena de plata irrompible el amuleto volador colgando de mi cuello, bajo mi blusa. Ahora que habíamos repasado los hechizos, anillos y amuleto del primer libro Badru nos introdujo en el que habíamos adquirido último. Escuché atentamente las funciones del salvaguarda mágica y curación. Con los anillos le imité y sacándolos a la luz de mi monedero me coloqué en el anular derecho el contra oídos indiscretos y junto a él, en el mismo dedo, el de escucha. El de detección de enemigos lo coloqué en la mano izquierda, en el dedo medio. Y el amuleto de curación lo ubiqué en la misma cadena que el amuleto volador, alrededor de mi cuello. —¿Si no sé primeros auxilios este amuleto es inútil? —pregunté al Uzza, haciendo referencia al amuleto de curación. Tras las dudas que habíamos planteado y que el Uzza nos explicó nos hayamos frente a un portal que el mago abrió para que llegáramos ¡oh sorpresa! a Gringotts. Mi ojimiel mirada reflejó todo el asombro que aquella situación me causaba pero al escuchar sus palabras me imaginé que aquello debía ser una situación anormal, incluso para él. Aunque, como periodista, y desconfiada, que utilizara a tres jóvenes aprendices que apenas se iniciaban en las artes de la magia Uzza para intentar recuperar los pergaminos de la cámara 467 evitando un conflicto entre Londres y Uagadou, hummm, bueno, ¿qué decir? No quería ser el chivo expiatorio, pero tampoco quería dejar de demostrar mi sapiensa ante Badru. —Utilicemos el amuleto volador para planear hasta el siguiente nivel —susurré dirigiéndome a mis compañeros tras que observara como Luna activaba el anillo de salvaguarda contra los oídos indiscretos, busqué en mi bolso y me eché sobre los hombros el disfraz cambiante, la anodina túnica marrón se transformó en el clásico traje que solían lucir los aurores encargados de la seguridad de Gringotts. Nos acercamos al borde que separaba los distintos niveles y tomé entre mis manos las alas de plata del amuleto volador, éstas de inmediato comenzaron a crecer y me permitieron planear hasta el segundo nivel, mientras centraba mi atención en el anillo detector de enemigos, activándolo, para de esa manera poder estar al tanto de lo que ocurría con los que hubiera, hombres o criaturas, en ese nivel. Así fuimos descubriendo la ubicación de los aurores que estaban en ese nivel. Miré a Datura y le susurré, aún a cubierta con el anillo de salvaguarda contra oídos indiscretos que había utilizado Luna. —Deberíamos utilizar el anillo de escucha, para ver si nos han descubierto y saber lo que planean —miré al mago, en realidad tuve que elevar mis rostro, ya que el hombre del kimono tenía una altura bastante mayor en comparación con mi metro setenta y siete. Era hora de, tras esquivar a los aurores, bajar al tercer nivel. @ Luna Gryffindor Delacour @ Datura @ Badru
  14. Las cosas comenzaban a tomar un curso más normal, aunque quizás algo acelerado, producto de la intervención de aquel mago egipcio. Miré con curiosidad el gesto proteccionista de la rubia Dumbledore abrazando a mi madre. Noté la presencia de una semigigante que curaba las heridas de Mael, no me sorprendió que él se hubiera mantenido como un gentleman. Lo que sí me tomó por sorpresa fue notar el gesto adusto de mí hermano Alex mientras se alejaba de su padre y la muchachita que le acompañaba. Si habían tenido un diálogo no habría sido agradable. Y las chispas de colores también fueron sorpresa, me distrajeron del corte que ambos contrayentes hacían para unir sus sangres pero ¿Pueden culparme? El rubio de traje negro que las había invocado estaba francamente atrayente. Y si me han de atraer fue en ese momento que mi ojimiel mirada se vio atraída hacia otra figura masculina, William, sonreí y me obligué a atender las palabras de mi madre, estaba cerca el momento en que el lazo entre mis manos pasaría vuelta a vuelta alrededor de las muñecas de la feliz pareja. Me giré para quedar de frente a la ceremonia, esperando ansiosa las palabras que debían sellar el momento de la unión eterna y mágica de mi madre y el hombre que ella había elegido para que se convirtiera en mi padre.
  15. Unos fuman, unos beben, otros se drogan y otros se enamoran... Cada quien se mata a su manera.

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    1. Eterno Black Triviani

      Eterno Black Triviani

      Vero , veo que has crecido un montón jaja miraba tu ficha 😁 y bien rápido, enséñame los tips para avanzar tan rápido como tú. Es como si fuera ayer que estabas en nivel 2

       

    2. Veronica Prince Rambaldi

      Veronica Prince Rambaldi

      Me gasté mis galeones en comprar objetos para subir de nivel y algunos pocas criaturas pero ahí conviene ganar para que sean de varias X, porque con mi nivel una tristeza.

    3. Veronica Prince Rambaldi

      Veronica Prince Rambaldi

      ¡Y tú eres 12! Eso es mejor que mí 10 :cry:

  16. –Que no Nahir, que no es desconsiderado, tú te has ocupado bien del niño, lo puedes hacer bien también. Honestamente no la culpaba por estar molesta, Merlin se había despertado, por lo que aproveche a darle la te** mientras ella terminaba de poner en mi morral el libro que iba a cursar, una cantimplora con agua, el monedero de piel de moke que contenía, gracias al hechizo extensor, varias de mis pertenencias mágicas, entre ellas los anillos y amuletos de los dos libros que poseía. –¿Cómo que no? ¿Qué mago decente saca a estas horas a una madre de su casa? –evité reír. –Nahir, Badru no sabe quién soy yo y nada de mi historia, así que cálmate, hay leche conservada por si hace falta y Merlin estará bien, mira, tras su provechito ya duerme nuevamente. No podía negar que gracias a los dioses mi niño se adaptaba a cada cambio que en sus pocos meses de vida habíamos tenido. De Irlanda a la Luxure, de pasar horas con él a pasar tan poco tiempo aunque hay no retomaba mi actividad de reportera. Una vez que estuve en calma busqué en mi placard una blusa clara, de un tono aguamarina, sin mangas, entallada y con cuatro botones en forma de rosa. Unas babuchas de lino verde oscuro con bolsillos laterales profundos y prácticos fueron mi elección para llevar sobre el conjunto deportivo blanco. Era verano y el lugar elegido por el Uzza era algo escarpado, así que imaginé que utilizar la magia de su pueblo y n los libros implicaría una actividad por la cual mejor llevar zapatillas de cuero claro sobre unos zoquetes que apenas protegían los tobillos no era una mala elección después de todo. Tomé mi varita y me desaparecí aún con Nahir refunfuñando, no faltaba nada para las cuatro de la mañana y llegar a aquel terreno en la escuela de Uagadou no me llevó más que dos chasquidos de aparición. Cuando mis ojos miraron a mi alrededor allí estaba. De fondo una cordillera envuelta en la neblina del no tan cercano amanecer sobre las cuales parecía flotar tallada en la roca el famoso colegio africano a algo más de un kilómetro. Pero donde estábamos nosotros era más bien al pie de aquella escarpada cordillera. Aunque el suelo bajo la suela de mis zapatillas se sentía levemente escarpado pero era la característica sabana con arbustos pequeños de no más de un metro dispersos por el lugar. A lo lejos se oía el sonido del agua corriendo, hacia el este, a nuestra derecha. Y pensé nuestra porque fui consciente no estaba sola, había dos figuras más a cada lado de mí, cada una a ocho metros de mí, aunque no presté atención a ellos sino a la figura más imponente para mí que estaba a siete metros de mi persona. –Hola, soy Verónica Prince, reportera y madre, im un ujagino que es Badru, nuestro profesor –era una pobre presentación pensé mientras recogía en una coleta mí cabello claro que por tonta había llevado suelto. Creo que ver al joven hombre con aquella trenza en su oscuro cabello y el arco a sus espaldas pensé que me veía muy citadina. Él lucía un peto de metal mágico, las costillas a la vista, no así su rostro a medio cubrir, destacando sus oscuros ojos. Unas grebas metálicas protegían sus piernas aunque me sorprendió que estuviera descalzo. Bueno, aunque estaba pisando sobre la zona de pasto más densa, me pregunté si serían pinchosas aquellas hojas, suponía que no si él se paraba tan seguro y firme. A su lado, contra un montículo de rocas de metro y medio de altura había apoyado un carcaj que hacía juego con el arco a sus espaldas. Cruce mis manos frente a mí, sosteniendo entre mis dedos mi varita.
  17. Me sentía un poco desilusionado, había confiado en que podría haber obtenido más información sobre los magos y brujas que tenían las esferas de minerales. El éter efectivamente parecía haberse esfumado en él mismo, o más bien rumores de embarcaciones. Excepto por uno, que sospechaba que había empezado a recorrer las islas dejando una estela de magia a sus espaldas, apenas perceptible, pero notoria al fin y al cabo. Ni hablemos del mineral de agua, que parecía haberse disuelto en un jarrón de la biblioteca, pútridas imágenes de la nada. En fin, mis únicas esperanzas eran los minerales de aire y fuego, se había visto el efecto de ambos en Ottery, tormentas e incendios, pero lo que más sospechoso resultaba es que parecía que sus dueños se habían calmado, olvidándose que lo poseían y ni siquiera hacían nada por lo que hubieran obtenido a cambio de su magia. Eso era curioso, sin embargo, si los rumores eran ciertos, eran altos rangos de los dos bandos más famosos de Gran Bretaña, lo cual hacía pensar que estarían utilizando para sus bandos dichos objetos. Lo cual me resultaba por demás de preocupante, si ya eran peligrosos sus enfrentamientos sin necesidad de magia alienígena, con ella uy, sí que sería para alquilar balcones. ¿Cuánto más serían ambos bandos capaces de destruír? Levanté un par de archivos más que tenía en el registro, casi olvidaba la magia de la tierra, curioso que los poseedores de ella fueran los que menos señales hubieran dado luego de los de agua. Me preguntaba cómo era posible que tener tales posibilidades de magia y poder la gente se volviera tan calma. La tierra había sido destructiva recordaba cuando utilizaban el terrea o algo así. El agua también podía ser destructiva, o sanadora, como lo mostraba el aqueora de los fenixianos. El fuego, el aire y la mente eran igual de peligrosas. Tiré todos los archivos en una de las cajas donde guardaba los historiales de investigación y me eché hacia arás en la silla, apoyando mis pies sobre la mesa. Verónica iba a estar desilusionada, aunque no tanto como me sentía yo. Iba a tener que meter mis manos una vez más en la basura para llegar a encontrar más pistas sobre esa maldita situación.
  18. ná do chuid fola ná do shíol, níl aon rud uait uaim ach tá gach rud agam

  19. Estuve a punto de dar un salto y lanzar una maldición con mi varita cuando una mano sostuvo mi brazo, pero me contuve a tiempo, se trataba del mago del traje negro azulado y bordeaux. Clavé mi mirada en la suya, daba escalofrío ver tanta oscuridad que no reflejaba nada más que negrura en ellos, pero sus palabras hicieron que mi cuerpo se relajara tras aquel primer escalofrío inicial. Asentí con delicadeza, sintiéndome sonrojar por completo las mejillas. —Sí, aunque he reaccionado algo lento, tú lo hiciste mejor, es lo menos que podía hacer por ti —susurré algo nerviosa, mientras él ya se alejaba hacia mi madre y me permitía respirar de nuevo, porque sí, no sabía por qué su presencia había hecho que contuviera el aliento. Quizás fuera la adrenalina del momento, miré hacia la bruja que debía celebrar la ceremonia y luego a mi madre, percatándome en ese momento lo bella que ella lucía. Un pequeño dolor llenó mi corazón en ese momento, tenía lo mismo que ella a mi edad suponía, excepto ese amor que ella tenía ahora a su lado. Bueno, sí tenía amor, y del bueno, yo misma había elegido esa opción después de todo. Levanté la cabeza altiva y acomodé la soga de oro, plata y seda en mis manos, sin dejar de sostener preparada mi varita. La boda debía continuar y formaba parte de las escenas y promesas que serían llevadas a cabo. Ignoré por unos segundos los hechizos que habían seguido volando por unos segundos, porque era hora de estar solo para Eterno y Malum. Miré hacia los convidados y el resto de las damas ahora más cercanas a la escena. A nuestro alrededor la pared de titanio que había invocado nos rodeaba en un ángulo que seguía la línea de la costa. Una suave brisa comenzaba a levantarse y el aroma de los árboles florecidos llegaban hasta nosotros, sonreí, distinguiendo en medio de ellos el aroma de los cerezos. Amaba esas flores, las cascadas de florecillas y las alfombras que ellas conformaban me hacían tener una sensación de felicidad. Quería estar con mi pequeño demonio tras la ceremonia, quería mostrarle la belleza del mundo y que no todos eran seres capaces de romper corazones o impedir la felicidad a la gente porque egoístamente la querían para ellos.
  20. No había planeado aquello, me quedé helada cuando todo comenzó a correr como si fuera una película que de repente se liberara y la acción pasara de la cámara lenta a la rápida al doble de velocidad normal. Eché el lazo alrededor de mi brazo y aparecí mi varita en la mano hábil. Maldición, maldición, maldición, pensé intentando recordar cada lección de duelo que no ponía en práctica desde hacía diez años atrás. Por ello demoré bastante en reaccionar, el mago que había saludado a Eterno lo hizo primero y luego yo lo hice al ver que le quitaban la magia con un caudex, porque no puedes ir contra alguien así, pensé furiosa. —Silencius —dije apuntando al mago egipcio –Thoth- antes de que éste volviera a hablar luego del cuadex e intercalándole impedí que dijera que lo que seguía, solo se escuchó un Var… y nada más antes de que yo me interpusiera entre el cuerpo del mago –Mael- y el egipcio que había llegado en el barco. Éste mientras tanto había utilizado un vitae, me odié a mí misma por no haber perfeccionado mi magia y de pronto me di cuenta que estaba arriesgando la vida por un desconocido teniendo a mi hijo esperando en casa, la sangre se heló en mis venas mientras volvía a sacudir mi varita. —Fortificum —una muralla de cuatro metros de alto y diez de largo se interpuso entre los futuros contrayentes y el mago que amenazaba mi madre, los invitados, y las damas de honor quedábamos del lado de los novios y la celebrante mientras que la embarcación del egipcio, el vitae y l propio egipcio estaban del otro lado. Retrocedí un paso, mientras suspiraba nerviosa deslizando la soga a mis manos desde mi hombro. —Esto es una boda maldición —miré a mi madre y por unos momentos pensé en dejar en manos de mi hermanita menor la soga e ir tras el egipcio, no era una luchadora nata, pero sí me había defendido en el pasado y hasta había formado parte de las filas de la Orden del Fénix alguna vez, la sangre y el demonio en mi interior se revolvían con deseos de justicia.
  21. Moví lentamente las manos, como si de esa manera pudiera hacer que el tiempo volviera a correr de la manera habitual. Mi ojimiel mirada pasó de las flores y las sillas hacia la joven adolescente que con su vestido rojo y una daga avanzaba hacia el altar. En ese momento me pregunté cuántos años tendría, era bonita, pero aún conservaba algunos rasgos suavemente infantiles. Me recordó un poco a mi pequeño Merlín, su expresión seria mientras avanzaba era como la de él cuando jugaba con algo nuevo. A veces sentía que mi pequeño demonio crecía más rápido que un bebé humano normal. Mi mirada se volvió hacia la hija de Eterno, mi pequeña media hermana, su vestido negro y brillante y su mirada tan jovial. No se parecía en nada a Leslie, pero ambas tenían un aire tan infantil, aunque no en demasía. Ambas eran bellas aunque sus estilos totalmente distintos. Volví mi mirada hacia el frente unos segundos, aquello me estaba poniendo ansiosa, la idea de que las niñas crecen y mi hijo lo haría también. A mi mente vino una conversación muy lejana: «no..no quiero tener crios de padres ausentes..jaja», recordé haberme encogido de hombros en aquel momento «Yo lo fui, así que no tengo problemas en criarlo sola, además seguro mi mamá Lady me ayuda a criarlo junto a mi tío Danny, seguro le gustará la idea, es muy bueno». Mordí suavemente mi labio por dentro e intentando no dejar que las emociones ajenas me ganaran volví a mirar hacia donde debía aparecer mi madre. Al final de cuentas, sí criaría sola a mi hijo, aunque él estaba creciendo tan rápido para mi gusto. Nunca había esperado que su padre se quedara a mi lado, como él había dicho, había probado mi punto, él no amaba a nadie más que a sí mismo y acostarse con cada mujer que se le cruzara, sin importarle a quién dañara. Una sonrisa cálida se dibujó en mis labios cuando aparté mi mirada del pasado y vi a mi tía Ada junto a mi madre en el umbral. Que bello vestido azul que tía Ada llevaba, en verdad la envidiaba, ella sabía tener un porte tan de reina, casi como mi madre, la emperatriz de Austria. Yo prefería ser una mujer sencilla, ya no era una niña pero las responsabilidades me habían avasallado el último año. Como había dicho el padre de mi niño, el karma, aunque yo no cometería sepuko como él. Mis ojos brillaban en ese momento por la emoción del momento, hubiera deseado que mi niño fuera lo bastante mayor para poder estar en la boda de su abuela y me sentía orgullosa de lo que significaba para el futuro de nuestra estirpe esta unión. Valía la pena los sacrificios que hubiera que hacer para que la felicidad se perpetuara de generación en generación por la eternidad.
  22. Verónica Prince y James Clifford en un departamento en Londres, días antes de la boda de Malum y Eterno. —¿En verdad quieres que investigue eso? —mi mirada se levantó del cuaderno en el que estaba anotando lo que llamaba “Diario de Merlín”, había ido registrando cada detalle desde que había confirmado que estaba esperando a mi pequeño demonio, cerré el libro en cuya tapa una foto del pequeño y mía nos sonrió con expresión de felicidad, aún siendo tan pequeño como lo era el día que la tomaron. —Por favor, Jimmy, ¿desde cuándo estos temas no te causan curiosidad? Te metiste en Alemania cuando secuestraron a la tía Ada y ¿ahora te da miedo esto de los portales extraterrestres? —el pelirrojo me miró con expresión de pocos amigos, seguía ofendido conmigo por no haberle revelado mi embarazo y por negarme a contarle quién era el padre de Merlín, sabía que él era supersticioso y tenía varias cábalas, pero el tema de los planetas y la vida en otros planetas igual lo había dejado sorprendido. —He soñado con eso, supe que los de Accidentes desmemorizaban a los que se atrevían a acercarse una vez más, los portales ya se cerraron y los que obtuvieron los minerales —se encogió de hombros con gesto indiferente, que yo sabía bien no era real —ellos se esconden, los muggles siguen queriendo abrir los portales pero todos dicen que una bruja joven se robó el artilugio que los abría y los minerales no tienen esa función —hizo una pausa y sacó una libreta de su bolsillo, así que sí tenía interés en el tema, me dije al ver que tenía varias notas en ella —a varios magos y brujas los minerales les reaccionaron, a otros no, pero ellos son los que más se esconden y desaparecen de sus lugares que solían frecuentar, son como “muertos vivientes”—dijo lanzando un bufido, lo miré con sorpresa. —¿Hablas de inferis o lo que los muggles llaman zombies? —pregunté asombrada, enderezándome en la silla y observándole con interés. —No seas tonta, la maternidad te volvió gelatina el cerebro parece, quiero decir que desaparecieron como si se les hubiera tragado la tierra, se sabe algo de ellos por aquí, por allá, pero las pistas no llevan a nada, solo a que cada uno ha hecho de sus esferas algo nuevo, los rumores se pueden esconder pero no para siempre —dijo mi amigo Clifford y al fin pude ver en él esa veta de interés que me interesaba. —Así que no pudiste dar con ninguno y eso es lo que te frustra ¿eh? —lanzó un gruñido típico de su especie y luego se encogió de hombros. —Seguiré averiguando, algunos han mostrado el mismo terror UFO que mostraban los muggles y los no maj en el siglo pasado, ridículos, no tienen ni idea de lo que pueden tener en sus manos y el miedo los hace comportarse como salvajes, pero estoy seguro que los que más me está costando encontrar son los que realmente obtuvieron la respuesta de lo que tienen en sus manos y por eso se esconden o al menos se alejan de los que puedan acercarse a preguntar por los minerales —reconoció el irlandés y luego se inclinó, acercándose a la cuna que había a unos metros de él y miró a mi pequeño dormido —hummm sí se debe parecer a tu padre porque a ti no tanto —sabía que me había dado en el blanco, porque reaccioné ofendida al instante. —Claro que se parece a mí, tiene mi sonrisa, mis gestos, la forma de mi rostro —no pude continuar porque él lanzó una carcajada antes de interrumpir mis palabras con lo que más me molestaba. —Y el color de ojos y cabello de su padre —frené el objeto que había estado a punto de lanzarle, no fuera que errara y le diera a la cuna. —Ya vete James, los ojos de los bebés son claros cuando nacen y luego toman su color definitivo —su risa inundó una vez más el lugar, por suerte había acostumbrado a mi bebé a dormir con ruidos molestos. —No te enfades Verito, al menos es tan bonito como tú —me dio un beso en la frente e intenté que no notara que había logrado comprarme tan fácilmente y lo dejé partir rumbo a la investigación para dar con los poseedores de la magia de otro mundo.
  23. Observar a la gente a mi alrededor era algo extraño, parecía todo transcurrir en cámara lenta. En mis manos el lazo trenzado en seda blanca, oro y plata giraba suavemente mientras lo movía entre mis manos, sabía que luego en la ceremonia llegaría el momento en que me tocaría “participar” enlazando las manos de mi madre y su esposo, porque ya estaban a punto de dar el sí. Por primera vez me permití observar más a mi alrededor, aprovechando lo que parecía un instante eterno, lo cual resultaba relativamente irónico. Mi ojimiel mirada se perdió entre los vestidos de las damas, jóvenes y no tanto que habían asistido a la Cajita Feliz. Las galas estaban a pleno pero los caballeros no se quedaban atrás, el que acompañaba a mi futuro padre adoptivo se veía más que elegante, al igual que la mayoría, todos tenían trajes que harían detener el tránsito. Algunos incluso aprovechaban a saludar al novio y dirigirle algunas palabras, levanté una ceja y decidí ignorar algunas palabras que la brisa llevaba hasta mis oídos, no quería creer que su significado era el que yo interpretaba, seguramente era una fracción incompleta mezclada con mi imaginación. Distinguí una cabellera verde, tal cual la que había visto aquella noche en la despedida y observé al dueño de la misma, su expresión era serie en un rostro joven y amable. Luego distinguí a lo lejos al hombre que había generado mi segundo conmoción en un año, me había dicho que vendría con su hija y distinguí a la muchacha a su lado. Sonreí divertida, era algo extraño verle en su papel paternal luego de notar su forma de ser tan particular, había más misterios en ese hombre de los que yo imaginaba. Giré una vez más mi mirada y distinguí la expresión de enamorado de mi hermano Alex, ¿qué decir? Él era guapo y se veía felizmente enamorado del otro guapo muchacho que acompañaba como damo de honor a Eterno, seguí su mirada de regreso cerca de mí, a su enamorado y sin darme cuenta asentí con la cabeza, era un hombre guapo, entendía perfectamente la expresión de carnero degollado de Alex aunque en mí el amor era algo que aún no se había manifestado, excepto por Merlín. Inquieta pasé el peso de mi cuerpo de un pie al otro, recordando las palabras de mi elfina que no me preocupara. Bien, no lo haría, demasiado. Necesitaba que el tiempo corriera de forma normal, extrañaba a mi pequeño demonio.

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