Me giré nada más escuchar una voz a mis espaldas. Abrí los ojos como platos y casi tuve que contener una sonrisa descolocada al observar frente a mí a una despampanante Ada, toda engalanada y elegante con un vestido y una capa dorados. Miré hacia abajo, a mis jeans oscuros y mi camiseta negra, sobre la que destacaba un amplio y sencillo colgante plateado irregular.
— Vaya, sobrina, creo que te has perdido una parte de la fiesta, ¿o te confundiste de traslador? —Sonreí, devolviendo la vista a su mirada—. ¿Has estado aquí todo el tiempo? Justo acabo de enviar a mi elfo en tu búsque...
Wilmo apareció a nuestro lado. Fue a dirigirse a Ada, casi sin apreciar su vestimenta, pero se quedó con la palabra en la boca al notar mi presencia y miró desconcertado a su alrededor.
— Gracias, Wilmo, resulta que Ada estaba por aquí. ¿Has avisado a Matt?
El elfo asintió. Estaba demasiado callado aquel día, incluso cuando era yo el que le cortaba antes de hablar. Compartimos una breve mirada, mudos, y volvió a mirar a los lados. Pareció ver algo que le llamó la atención y vi cómo se alejaba hacia la puerta derruida. Me miró de vuelta y señaló hacia unos finos trazos que flotaban en el aire, al lado del hueco de la puerta, mientras se acercaba de nuevo hacia nosotros.
— ¿Quién es Goldor, amo?
Arqueé una ceja. No sabía muy bien cuál había sido realmente el impulso, si escucharle decir "amo" —cosa que podía entender estando Ada presente, pues solía hacerlo cuando otros magos o brujas estaban con nosotros—, o escucharle preguntar sobre un nombre que no había oído nunca. Me levanté del taburete, dejando el vaso todavía con un poco de líquido ambarino en su interior sobre la parte estable de la barra y salí por el hueco de la puerta para leer bien aquella inscripción que había pasado por alto al ingresar.
— Goldor los vigila... —murmuré para mis adentros, perdiéndome en el brillo de aquellas letras.
Sentí los pasos de Wilmo, que había venido tras de mí, pararse a mi lado, sobre los escombros, observando también aquella frase. Incliné un poco la cabeza para ver a través de ellas y busqué a Ada en el interior.
— ¿Has escuchado alguna vez ese nombre, Ada?
En ese momento no pensé que era imposible que aquella muchacha, matriarca de la Dumbledore, pudiera haber escuchado el nombre encubierto de un mortífago. Porque si algo estaba claro, es que aquel era el nombre del mortífago que había pasado por allí. Pero, ¿por qué? ¿Qué había ido a buscar en el Dumbledore's Night?
@ Ada Camille Dumbledore