Jump to content

Adrian Wild

Magos Expertos
  • Mensajes

    2.061
  • Ingresó

  • Última visita

  • Días ganados

    12

Todo lo publicado por Adrian Wild

  1. Antes de que Ludwig pudiera articular palabra alguna, otro de los chicos, el que parecía más joven, contestó. Alcé las cejas cuando me hizo saber que querían conocerme, mostrando una sorpresa fingida, pues Mark ya me había informado de ello. Sin embargo, antes de responder, sentí su despierta y directa mirada, tan transparente que me hizo reducir un poco mi intención interpretativa. — Pues como ya habéis podido suponer, estáis en el teatro-escuela más conocido de todo el Callejón Diagón, y probablemente el único en su especie —bromée, aunque lo que decía era bastante cierto—. Así que si alguno tiene inquietudes artísticas ya sabe dónde puede acudir. —Apoyé ambas manos en el respaldo de la silla vacía que completaba la mesa, frente a los tres hombres—. Pasado mañana termina la obra que ha iniciado la nueva temporada. Son aquellos de allí —dije, señalando hacia el grupo de la zona VIP—, y son unos bestias de la escena. Pero la semana que viene estrenamos un par de espectáculos que permanecerán durante un par de meses por lo pronto, os recomiendo que vengáis al que ocupará la sala Il Jongleur, "Nuit d'étoiles". Es una compañía de circo francesa fascinante. — Y por supuesto os invitaremos a tantas "birras" como queráis. —La inesperada voz detrás de mí me sobresaltó—. Seguro que el jefe estará encantado de tener por aquí a tres guapísimos rubios... Apreté la mandíbula y fulminé con la mirada a Robin. «Despedido. Está despedido», pensé, en un ataque de ira. Por supuesto, el muchacho percibió mi incomodidad. — Como atracción de clientela, no me vayáis a malinterpretar. ¿Puedo unirme a vosotros? —dijo, resuelto, mientras cogía una silla de la mesa de al lado y se sentaba junto al chico cuya pregunta estaba respondiendo. Entonces, me miró—. ¿Por qué no estabas sentado, jefe? Seguro que estos muchachos están encantados de que te unas tranquilamente a la charla. —Volvió a girarse hacia ellos—. Robin, por cierto, ¿y vosotros sois? Me senté en la silla vacía disimulando mi molestia y miré a los tres chicos esperando su respuesta, aunque realmente no les veía; no quería toparme con ningún gesto o mirada que delatase que se daban cuenta de mi incomodidad. Intenté aparentar interés, mientras mi cabeza bullía, llena de pensamientos caóticos. ¡Pero qué se había pensado Robin! Estaba despedido. Lo tenía más que claro. Mark se acercó. — ¿Desean tomar algo, jefe? No pude evitar mirarle y fijarme en su mirada. Sólo le había faltado guiñarme un ojo. ¿Pero qué demonios pasaba? ¿Se habían aliado hasta los elfos de mi propio negocio con aquel alcahuete de Robin? — Una copa de vino blanco para mí, ya sabes de cuál —dije en un tono más fulminante del que pretendía y vi que el elfo tomó nota y se giró hacia el recepcionista—. Él seguro que quiere probar el cocktail "Dos Días para el Fin", ¿verdad, Robin? No pareció preocuparle. Es más, se atrevió a replicar mi amenaza. — Ponme mejor un "Debo Relajarme Más a Menudo" doble, por favor. —Se rió ante el gesto contenido de Mark y entonces dijo—: Un Cosmopolitan, Mark, gracias. El elfo se alejó de inmediato y yo mantuve la mirada fija en Robin. Lo peor de todo era que me agradaba aquel muchacho. Me había devuelto una parte de la alegría y el humor que había perdido en apenas un par de semanas que llevaba trabajando conmigo, por mucho que no quisiera reconocerlo. @ Cillian @ Ludwig Malfoy @ Illidan Black Lestrange
  2. ¡MUCHAS FELICIDADES MICA! Como ya te he dicho por otros lares, me alegró mucho verte de vuelta y ¡vaya vuelta! Con toda la energía del mundo. No has parado desde entonces y sigues dándolo todo, creando historia, compartiendo, socializando, uniendo y sumando. Disfruta mucho de esta etapa foril y espero que también estés disfrutando de la personal muggle. Tienes un añito de liderazgo para seguir dándolo todo y motivarnos con tus ganas a los demás. Un abrazo fuertote.
  3. Hito 5 — Horrocrux La pérdida de voluntad me dio un respiro. De repente mi mente se serenó, no pensaba en nada. Aquella fijación por perseguir gallos desapareció y lo único que hice fue contemplar, impasible. Pude ver las diferentes fuerzas mágicas retener, lanzar, gobernar, dañar, expulsar, poseer, liberar, toda clase de acciones que, aunque no comprendía, recibí con total pasividad. Toda aquella información penetraba por mis pupilas y viajaba directa a mi cerebro sin juicio o efecto alguno. Me había convertido en un mero receptáculo. Un receptáculo paralizado. Me agobié, pero ni siquiera tenía la voluntad para desear moverme, o gritar, o morder, o golpear. Sólo permanecía, allí de pie, junto a quien me había robado toda voluntad, corrupta, inocente o distorsionada. No podía pensar en nada. No podía imaginar nada. En mi subconsciente lo único que había era un pequeño papel donde habían escrito: espera órdenes. Ya no era un individuo consciente que podía tomar decisiones. Era un maldito soldado sin cerebro. Tampoco pude percibir el resentimiento que crecía en algún inalcanzable punto de mi ser alienado. ------------ O ------------ Dado: 14
  4. Hito 5 — Horrocrux ¿Vampiro? Me pareció reconocer a aquel hombre que me interpelaba del grupo por el que había pasado antes. Pero, ¿cómo que vampiro? Yo sólo necesitaba incarle el diente al gallo, ¡no era un vampiro! Miré atolondrado a aquel hombre de piel canela y ojos inquietantemente blancos. No sabía a qué oscuridad se refería, ni quién era esa tal "Laura" —¿o sí?—, pero sí pude contestar a su pregunta. — Sí. Quiero la sangre de ese pollo. Otro hombre se acercó al rubio que me retenía, y dijo un par de palabras extrañas, pero no le presté casi atención; mi cabeza me lo impedía. «Gallo, quiero el gallo, sólo el...», otra vez aquel maldito y atrayente olor a sangre. Estaba por todas partes, tan cerca... Miré de nuevo hacia arriba, a Ludwig. Era curioso cómo pude mantener su nombre en la parte consciente de mi mente, en una pequeña zona junto a la palabra "gallo". Él no desprendía aquel olor. Me aferré más a sus piernas, ocultando mi rostro entre ellas, tratando de que no llegara a mis fosas nasales aquel aroma que no entendía por qué me atraía tanto y menos aún, por qué lo evitaba con todas mis fuerzas. Iba a volver a suplicarle que me dejara ir a por el gallo, que rompiera mis ataduras, cuando señaló con su palo —después de otras raras palabras que tampoco reconocí— hacia el suelo. — ¡Gallo! —Me lancé a atrapar al animal y sin dudarlo ni un instante, le clavé mis colmillos. Nada. De allí no salió nada. El animal estiró el ala y a los pocos segundos de estar tirando en el suelo, desapareció. Eché una rápida ojeada al faldón de la mujer borde de blanco. Pensé que aquel era un vestido de novia la mar de peculiar y también me pregunté por qué estábamos en mitad de una boda en un sitio como aquel. «¿Es que nadie iba a traer comida de verdad, que no se convierta en piedra o desaparezca?». Estaba perdiendo realmente la cabeza. Entonces observé que aún había movimiento emplumado bajo aquella túnica —«ah, quizá no sea la novia, sino la sacerdotisa»—. Miré furioso a Ludwig. — ¡¡ME HAS ENGAÑADO!! Me gustaría contaros que, en algún momento, alguien dio con la clave para regresar mi cordura y que empecé a servir de algo en aquella batalla sobre la que muchos comenzaban a perder su esperanza. ------------- O ------------- Dado: 2
  5. ¡Último día para el T.I.M.O.! :3

  6. ¡Último día para el T.I.M.O.! :3

  7. Hito 5 — Horrocrux Empezaba a ser doloroso. Aquel desgarro mental, la fuerza con la que intentaba llegar hasta mi objetivo, el mismo objetivo obsesivo. Todo se reunía en mi cuerpo como una furia descontrolada, como un intento de vida o muerte, inconsciente, inexplicable... Innecesario en aquellos momentos. Es muy difícil definir qué era lo que sucedía en mi cabeza o, más bien, qué era lo que había ocurrido para que en mi cabeza sólo se formase un pensamiento consciente: atrapar al gallo. Todo se había reducido a eso allí dentro, en mi sesera. Una única imágen, una única realidad, una única necesidad que solventar. Era tan peligroso como que ni siquiera el instinto de supervivencia permanecía. Sólo permanecía el gallo. — Por favor —dije poniéndole ojitos desde el suelo a mi nuevo captor—, por favor, te lo suplico, déjame ir, sólo quiero coger ese gallo, y te prometo que después vuelvo aquí y hago lo que me digas, por favor. Por un segundo, aquel hombre de rubios cabellos me resultó familiar. Recordé su nombre. — Ludwig, por favor. —Me puse de rodillas y me agarré a sus piernas, suplicante—. Por favor, por favor. Déjame ir, o consigue ese gallo por mí. Sólo necesito esa sangre. Aquella palabra me hizo apretar la boca. Escupí para deshacerme de la pluma que todavía seguía pegada a mis labios. Sangre... Olía sangre. Sangre humana. Sangre no permitida. Una nueva batalla empezaba a surgir en mis entrañas. ------------- O ------------- Dado: 17
  8. Hito 5 — Horrocrux — Bueno señora, tampoco hace falta que me mire así, yo sé que está muy ocupada pero... —La actitud de Laura Nielsen no auguraba nada bueno. Ojalá fuera un simple ceño fruncido, pero aquel impasible rostro me hizo temblar de arriba a abajo—. Sólo voy a coger al gallo y dejo de molestarla, señora. —Casi pude sentir su furia a través de sus ojos—. Seño... ¿rita? Y de pronto, sentí que levitaba. Unos fuertes brazos me cargaron, impidiéndome llevar mis manos bajo la túnica de aquella mujer, y vi cómo esta se alejaba de mí mientras lo que me agarraba impedía que me moviera. Nos alejábamos, de la mujer, del gallo, de mi objetivo. ¡Había estado tan cerca! «¿Por qué estoy trotando?», pensé, un segundo antes de fijarme en mi captor. Jamás había visto semejante criatura, mitad hombre, mitad caballo. Me entró auténtico pánico. — ¡Suélteme! ¡¡SUÉLTEME!! Por todas las gallinas descabezadas. Quiero volver, estaba a punto de atraparlo, ¡ese gallo era ya mío! Malnacido. Bestia. ¡Gallina sin corral! ¡¡QUIERO A ESE GALLO!! —grité, señalando a las faldas de la túnica de la Inquisidora. Pataleé. Chillé. Mordí a aquella bestia. Tampoco tenía sangre. — ¡Puaj! Pero qué pasa aquí, ¿son todos muñecos? Aquel extraño hombre-caballo desapareció tras dejarme en el suelo, junto a otro grupo de personas. No cabía en mí de la fascinación de tales acontecimientos. Era cierto que llevaba un buen rato viendo rayos y toda clase de cosas inusuales por todos lados, pero había estado tan centrado en mi objetivo, que no había pensado en lo que todo aquello suponía. En cuanto me sentí libre de nuevo, pensé: «¡ahora!», y me lancé de nuevo a la carrera hacia aquel maldito gallo. Sin embargo, la libertad me duró poco. Algo ató mis tobillos y caí de bruces al suelo. Un hombre rubio se acercó y le dijo algo al grupo por el que había pasado yo antes al perseguir al gallo. — Corretear gallinas no, ¡es un gallo! ¡Y es mi gallo! —dije, enfurecido y forcejeando, tratando de arrastrarme en dirección a aquella señora tan borde. El hombre, no dándose por vencido y creyéndose con el derecho de privarme de mi libertad, me apuntó con su palo —a pesar de todo, todavía tenía el mío agarrado, como si de alguna manera supiera que aquello me protegería— y dijo unas palabras que me paralizaron durante unos instantes. Me quedé tumbado boca abajo, con la mirada perdida. Sentía una corriente por mi interior, como si algo intentase volver a su sitio. Algo pareció regresar. Por unos instantes reconocí dónde estaba, incluso a aquel hombre, y sonreí. Fueron unos momentos maravillosos, hasta que regresó también una fuerte sensación de ansiedad para, un instante después, desaparecer de nuevo. La sonrisa se desdibujó de mi rostro. Y volví a fijar la vista en la Inquisidora. — ¡GALLO VEN! Gallito bonito, ¡ven aquíííí! ¡¡KIKIRIKIIII!!
  9. Hito 5 — Horrocrux — Vamos gallito bonito... Vamos, ven aquí... Perseguía vivazmente a aquel animal, cruzando las múltiples escenas que acontecían en la sala. A veces incluso pasaba por delante de un intercambio de hechizos o de una conversación demasiado intensa, pero nada hacía que me desviara de mi objetivo. Debía conseguirlo. Ya iban dos gallos completamente infructuosos. Los había logrado atrapar y, en el momento de morderlos para sentir la cálida sangre llenar mi boca, ¡se habían convertido en duros escombros! Tenía los colmillos resentidos. Sin embargo, quedaba un gallo vivo, y yo sabía que a la tercera, siempre iba la vencida. — Vamos, hombre, no te hagas el difícil... Si es sólo una mordidita... Iba agachado, con las manos por delante y murmurando todas aquellas palabras con la fuerte esperanza de que el gallo atendiera a mis palabras y se dejase atrapar en algún momento sin revolotear como hacía en numerosas ocasiones, muchas de ellas alterado por todo lo que sucedía a nuestro alrededor. Un par de escudos lanzados al aire y de torbellinos generados por estos agitaron las plumas que se habían enredado en mis cabellos. Sentí vibrar una en mis labios, pero ni siquiera me la quité. ¡Maldito animal! Si yo sólo quería saciar mi sed. El gallo pasó por medio de un grupo que murmuraba, muchos de ellos agachados. Parecían realmente cansados, a una de ellas la reconocí porque había sido la primera en tratar de hacer algo con aquel colgante maldito, y la primera en comprobar su inutilidad. Sí, en algún momento se había pasado por mi cabeza aquel lúcido pensamiento: «Todo esto es inútil, no tenemos suficiente poder». Había vuelto a dejar de confiar, aunque, realmente, no estaba prestando mucha atención a toda aquella batalla. Yo ya estaba librando la mia propia: dar caza a aquel maldito gallo. — ¡Sería de gran ayuda si lo contuvieran! —Exclamé al escuchar las palabras que el hombre rubio que había visto con Mica le dirigía a aquel grupo, mientras pasaba por encima de ellos, tratando de no pisar a una chica que estaba en el suelo—. Realmente que ese gallo tiene habilidades increíbles para no ser atrapado. Ni siquiera me importaba cómo me pudieran mirar, o el absurdo que pudieran ver en un mago persiguiendo a un gallo sin hacer uso de su magia para atraparlo. Bueno, o el absurdo que pudieran ver en que estuviera tratando de atrapar un gallo creado por un Morphos para beber de él en mitad de una de las batallas más descomunales que muchos de los allí presentes hubieran presenciado jamás. En realidad, desde que aquel rayo desconocido había impactado en mí, nada me importaba. Sólo coger a ese escurridizo gallo. ¿Qué rayo? Quizá no fuera un rayo. No sé. Sólo sé que en algún momento, mientras trataba de no establecer contacto visual con el basilisco pegándome a las paredes y poco después de que este fuera enviado quién sabe dónde a través de un portal, algo acertó en mi cabeza y de pronto toda mi preocupación se desvaneció y pude notar la gran necesidad que había tenido hasta aquel entonces de satisfacer mi sed de sangre. Y como por arte de magia, el cacareo de tres gallos me indicó una muy buena fuente de sangre permitida. Tampoco sabía muy bien de dónde venía esa necesidad, por qué el cuerpo me pedía semejante cosa o por qué llevaba un palo en la mano, pero me había centrado en lo realmente importante: cazar gallos. Efectivamente, queridos. Había olvidado incluso que era un mago. El gallo cogió carrerilla y se metió entre las piernas de una alta e hierática mujer, resguardándose bajo su túnica. Yo le había seguido hasta allí, con el torso inclinado y la vista completamente fija en el animal, así que, al toparme con la tela blanca de aquella figura que parecía casi una estatua, aunque no la sentí excesivamente tensa para parecer estar en todo el centro de aquel jaleo que había montado. — Disculpe, señora, sólo quiero el gallo que tiene entre las piernas —le dije con una amplia e inocente sonrisa, para, inmediatamente, y en un breve pensamiento lúcido, acordarme de su nombre—. Señora... Laura. No me juzguen. No estaba en mis cabales.
  10. Hito 5 — Defensa del Basilisco ¿Acababa de llamar "Chikistrikis" al dragón? — ¡Ah muy bien, le paralizo durante unos segundos para que los aprovechemos en ponerle un apodo a nuestro querido amiguito! —exclamé con sorna hacia el rubio. ¿Cómo podía haber sido tan súmamente est****o? Ludwig no me lo había parecido en ningún momento desde que le conocía, aunque no había coincidido mucho con él. Como era de esperar, el efecto de mi acción pasó y el dragón, enfurecido, rugió y lanzó una llamarada en dirección al mago. Fui a defenderle de aquello pero di unos pasos hacia atrás en cuanto vi que este generaba una esfera de agua que le protegió del fuego. Había reaccionado rápido, sí, pero eso no le hacía menos insensato. En realidad lo que me molestó fue que, por unos momentos, y después de haber guiado y tomado la iniciativa en numerosas ocasiones a lo largo del día —ya ni sabía cuánto tiempo había pasado desde que hubiéramos comenzado con la incursión, por la mañana—, se hubiera tomado aquello como un gracioso juego. Quizá no entendía que aquella era una reacción nerviosa normal ante una situación tan peligrosa como en la que nos encontrábamos. Finalmente y, por suerte, el dragón fue neutralizado. Bueno, no fue suerte, fue por habilidad. He de reconocer que hasta aquel momento no confiaba del todo en que pudiéramos salir victoriosos de todo aquello, no confiaba en el poder reunido por todos nosotros, pero aquellos magos y brujas me demostraron que debía empezar a confiar. Avanzamos sin más dilación, aunque me sorprendió ver a otro muchacho aventurarse a los pies del dragón ya controlado para rescatar un objeto perdido. Iba a gritar de nuevo por su temeridad, pero fue tal el apuro que vi en su rostro que me contuve, y tuve que apartar la mirada cuando vi que este se acercaba a Ludwig y el rubio le correspondía con un gesto afectuoso. Sentí vergüenza, una vergüenza demasiado interna y privada a la que mi pensamiento consciente apenas lograba llegar, pero esta se vió inmediatamente desplazada por la urgencia. Y la urgencia nos llevó nada más y nada menos que frente a nuestro objetivo. Laura Nielsen se erguía como una presencia colosal, centrada en el fondo de aquella amplia sala de mármol negro, con su reluciente túnica blanca y aquel símbolo en la pechera. Poseía el temple de quien hace mucho tiempo que ha encontrado su verdad y su propósito, de alguien cuyas ideas y acciones han vuelto lo suficientemente engreído como para creerse indestructible, alguien que se halla en la cima y no ve que un paso en falso le puede acarrear una caída de la que jamás podrá recuperarse. Una caída mortal. No era difícil saber su nombre. Ella misma se había asegurado de que se pronunciase a los cuatro vientos desde aquella mañana. Quizá lo difícil para algunos como yo, era conocer su historia. Pero, ¿quién conoce realmente la historia de una persona así? Me mantuve todo lo sereno que pude, y traté de no hacer nada que pudiera ir en contra de mis compañeros. Seguí los pasos cautelosos, me sumé a las respiraciones y permanecí con todos los sentidos postrados en aquella figura, esperando algún movimiento, algún gesto, cualquier cosa que pudiera pillarnos por sorpresa. Pero no hizo nada. No lo hizo, porque no estaba sola. La aparición de aquella enorme y reptante criatura rompió la serenidad y templanza del ambiente. La primera reacción de muchos fue mirar hacia otro lado o cerrar los ojos. Yo también lo hice. Ni siquiera me percaté de que una bruja siseó en parsel. Todas las acciones y reacciones siguientes sucedieron muy rápido. En lo que el grupo trataba de atacar al basilisco, yo me arrimé a una de las paredes y descubrí que el reflejo de aquel mármol negro era suficiente para observar la escena a través de él. Era tan peligroso como un espejo, pues si mediante aquel reflejo, por tenue que fuera, mis ojos contactaban directamente con los del animal, podía estar completamente perdido. O quizá no, pero no pretendía comprobarlo. Por suerte, nada más comenzar los ataques, la gran serpiente fue dañada en uno de sus órganos. Avancé pegado a la pared, echando rápidas ojeadas al reflejo en esta. No miré en ningún momento lo que ocurría directamente, hasta que escuché el canto de un gallo por encima del resto de sonidos. No era un experto en criaturas, pero, ¿para qué demonios servía un gallo en aquella situación, aparte de como alimento para el basilisco? Esperaba que aquello no hubiera sido una inesnsatez más como intento de distracción por parte del Malfoy. El caso es que, en ese preciso momento en el que miré a la acción directamente, el basilisco se giró hacia donde me hallaba —ley de Murphy lo llaman—; al parecer el gallo no era el tentempié favorito de la criatura, o al igual que a mí, le había extrañado tanto la aparición de aquel animal de corral en escena que había decidido dejar de prestar atención a quien había sido capaz de tamaña estupidez. Pensé un rápido «Salvaguarda Mágica» y agaché la mirada, quedándome muy quieto en el sitio. Ya podían hacer cualquier otra absurdez para distraerle en aquel momento.
  11. JAJAJAJA, llevad un Biblia siempre encima... xD Bueno, pues es que esa es la misión número uno para el primer mes de mandato del pedicador: ¡a shippearle como DIOS manda! Jajajajaja. ¡Enhorabuena Rory, Belosa, señorita! Sí que han sido unas elecciones reñidas, pero me alegra por fin tener a alguien en el cargo para que empiecen a llover las ideas y los roles. Al final el cambio ha ganado, veamos qué sorpresas nos tiene guardadas el predicador ^-^ Y veamos esa transformación ministerial con la toma del poder por parte de la Orden del Fénix 👀 Estoy seguro que vamos a tener otro gran año en el CMI, así que... ¡A por ello! (sólo pido que no se haga el cambio súper brusco xD a ver si ahora va a ser super fácil volver a la "normalidad", aunque estoy seguro de que no será así con tan buen roler por aquí). ❤️
  12. Hito 5 — Defensa del Dragón Había escuchado todas las pesquisas sobre la ubicación del Inquisidor, sentado con la espalda apoyada en la pared de la sala. Estaba agotado, aunque sabía que podía continuar con aquello; sólo necesitaba serenar las ansias de lanzarme sobre cualquier ser vivo y darme un buen chute de sangre. No, no lo necesitaba, pero la adrenalina, la tensión y todo aquel pulso interno provocado por la batalla habían despertado el instinto que tanto procuraba controlar y que, las pocas veces que me sometía, acababa en un silencioso arrepentimiento. Asentí en silencio cuando algunos de los presentes tomaron la vanguardia y emprendieron el camino hacia donde las diferentes informaciones recogidas de las Abominaciones parecían conducir: los Tribunales de Wizengamot. Por suerte, estábamos cerca. O eso creíamos. Me levanté y dejé mi capa en el suelo. Estaba bastante destrozada. Había sido rasgada, mojada y manchada en todo aquel camino hasta allí. Estaba seguro que, si salía de aquello, podría comprarme una completamente nueva. Guardé a Dror por unos instantes en el bolsillo lateral del pantalón negro ajustado y me sacudí el polvo de la camiseta, igualmente negra y sin mangas. Ajusté los cordones de mis botas de caño alto y aparté de mi rostro algunos pelos pegados en él por el sudor y el polvo. Respiré hondo y corroboré mentalmente que aquello que le había escuchado a una de las Abominaciones en la entrada del Ministerio concordaba con el destino que el resto de magos y brujas habían señalado. La batalla debía continuar. Nos perdimos en un laberinto de escaleras del que ni siquiera supe cómo logramos escapar. Creí ver algún patronus y alguna que otra criatura invocada, pero estaba completamente perdido en mi mente y concentrado en no perder el control, así que simplemente me limité a seguir al batallón con la varita de nuevo en la mano. Era consciente de que al menor altercado debía actuar. Y así fue cómo, al encontrarnos de frente con aquel monumental dragón, regresé de nuevo la atención a todo lo exterior, tratando de mantener aquella sensación de autocontrol que había logrado. El dragón pareció no darse cuenta al principio de nuestra presencia y, cuando lo hizo, nos tanteó con lentos movimientos que no supe si reconocer como una minuciosa planificación de sus movimientos o un ligero aturdimiento de encontrarse en un espacio tan reducido y probablemente muy desconocido. Estaba claro que aquella criatura no pertenecía a aquella recóndita sala del Ministerio y que había sido forzado a resguardar el camino. Un par de chicas hablaron sobre un amuleto que les permitiría controlar al dragón, y otro hombre pareció intentar tal hazaña. Por el escalofrío que sacudió al dragón, pude suponer que había fallado. Saqué el frasquito con el Polen de Lirios de Fuego y volqué su liviano contenido en la palma de mi mano. Agarré a Dror con los dientes mientras frotaba las dos palmas de mi mano, creando una fina capa pastosa con aquel polen y comencé a extenderla por todo mi cuerpo, impregnando también la ropa que llevaba, incluso las botas. Hice todo aquello un poco por detrás del grupo y sin perder de vista en ningún momento al dragón. Entonces, debido a aquel intento fallido por parte del mago que se había aventurado a exponer todo su potencial poder en pos del beneficio común, la criatura comenzó a moverse más rápido y sentí cómo sus músculos se tensaban, disponiéndose a atacar, quién sabe si con un zarpazo o achicharrándonos a todos. En el último momento, recuperé a Dror con mi diestra, avancé hasta colocarme al frente del grupo y, apuntando al gran animal, lancé todas las Semillas de Hielo al frente, creando una fina capa de escarcha por todo su cuerpo. — Controladle, ¡controladle, YA! —grité a aquellos que decían de ostentar tal poder. Aquella fina capa de hielo no retendría al dragón más que unos pocos segundos; un minuto con mucha, muchísima suerte. 1/3
  13. @ Arya Macnair ¡Enhorabuena liderosa! Bueno, la verdad es que apenas hemos roleado creo, pero te leo muchito, y por lo que he visto en las votaciones eres una gran candidata y por lo que sé, una gran rolera, así que estoy seguro de que con esas ganas que tienes de darlo todo ahora en el juego, ofrecerás muchas ideas y seguirás sumando a todo este gran espacio desde esa nueva posición. Estoy deseando ver los efectos de estos resultados bandísticos. Sólo pido, desde la neutralidad, que nos déis mucha guerra y tela que cortar. ¡Siseen fuerte, serpientes! ^-^
  14. Hito 4 — Post 9 Adrian Wild (80PME) Ya casi estaba. Vi una puerta cerrada y varias Abominaciones alrededor. Algunas parecían distraerse con otros magos y brujas que trataban de quitárselos de encima en otro de los pasillos. Aquellas eran las voces que había escuchado y que me habían guiado. Por fin. Aproveché un momento en el que las Abominaciones despejaron el acceso a la puerta y corrí hacia ella. — ¡Abrid! Estaba claro que habían cerrado desde dentro aquellos que se mantenían resguardados en aquella sala. Pero en qué maldito momento había gritado. Una Abominación se me abalanzó y me cogió de la pierna, haciéndome caer frente a la puerta. Intenté zafarme de ella antes de que vinieran más a por mí, agitando la pierna y dándole patadas con la otra. Apunté a una luz que había en el suelo, justo detrás del mago que me aprisionaba y cercana a un par de Abominaciones más que parecían luchas con los que venían por el otro pasillo. — ¡Reducto! La explosión hizo que la Abominación me soltara y se sujetara su pierna herida, lo que me permitió escabullirme por la rendija que dejó la puerta al entreabrirse. Por un momento pensé si dejarla abierta para que pasaran los que llegaban por otro lado, pero no sabía cuánto podían tardar, así que cerré tras pasar y me apoyé en ella, sintiendo cómo la Abominación chocaba contra esta. Me di un momento, allí sentado y apoyado en la puerta, para observar dónde estaba. Allí se encontraban muchos de los que estaban en la sala circular del Departamento de Misterios. Reconocí a Ludwig y a Mica entre ellos. No dije nada, sólo me tomé aquellos momentos para respirar y tratar de relajar las ansias que me habían entrado. No podía descontrolarme en aquel momento. No cuando estábamos tan cerca. ------------- O ------------- Abominaciones muertas: 1 Total de abominaciones muertas: 14
  15. Hito 4 — Post 9 Adrian Wild (80PME) ¿Aquello eran voces? Por un momento volví a la razón. Había escuchado voces, voces de gente luchando. Estaban cerca. Y también empecé a ver cada vez más Abominaciones. Me lancé hacia una y conjuré un Embrujo Punzante, desfigurándole la cara e impidiéndole ver con claridad. Salté sobre aquel mago y pasé al otro lado, girándole bruscamente para desorientarle. Me alejé un poco y desde la distancia, envié un Seccionatus hacia él. Ya faltaba menos, estaba seguro. Y yo estaba lleno de adrenalina. ------------- O ------------- Abominaciones muertas: 1 Total de abominaciones muertas: 13
  16. ¡Que alguien distraiga a Mackenzie! *señala a lo lejos* Mackenzie mira, ¡un arqueomago! Tengo que conseguir esos dos post en media hora T_T 

    1. Mackenzie Malfoy

      Mackenzie Malfoy

      Habla con el grupo de Rory que también lo está haciendo ahora.

      De todos modos, yo me dejo un posteo preparadito para dentro de 1,5 horas. Se supone que acaba en 15 minutos el hito 4, pero no me voy a poner estricta en cuestión de minutejos xD

    2. Adrian Wild

      Adrian Wild

      Jajaja, sí, sí. Cuento con que me intercalan. Vale bueno, justo ahora es el momento en el que puedo hacer rol rapidísimo desde el curro, ya me queda uno sólo :3 Gracias por la ayuda.

    3. Ludwig Malfoy

      Ludwig Malfoy

      Ya tienes puente! Te quedan 10 minutos si se puede 

  17. Hito 4 — Post 8 Adrian Wild (80PME) Apreté los dientes, resistiendo la tentación de morder a aquella bruja. Algo muy dentro de mí rechazaba por completo aquella sangre, una sangre creada para servir a aquel individuo que nos había puesto en jaque durante todo el año, el "Inquisidor" que había resultado ser una mujer muggle de armas tomar, con una inteligencia demasiado por encima de la media. O quizá era todo una cuestión de arrojo y echarle un par de ovarios. Seguí mi camino, con la mano tensa alrededor de la varita, que apuntaba en diagonal hacia el suelo, rígida de rabia. Ni siquiera supe de dónde había salido la siguiente Abominación. Simplemente, murmuré: — Sectumsempra. Y dejé que las heridas abiertas de aquella muchacha de unos quince años bañaran el suelo. Ya no veía más que los huecos que se abrían a mi paso. ------------- O ------------- Abominaciones muertas: 1 Total de abominaciones muertas: 12
  18. Hito 4 — Post 7 Adrian Wild (80PME) (quien se quiera unir) Al salir de la sala me topé de bruces con una mujer. Por un momento dudé. ¿Cómo podía dudar sobre si era una Abominación o no a aquellas alturas? Pues dudé. Porque me miraba muy fijamente, no con la mirada perdida, casi con compasión. Hasta que me cegó. La agarré de la capa que llevaba y la tiré al suelo, con mucha más fuerza de la que pretendía. Una ola de rabia me atravesó. Por un milisegundo había tenido la esperanza de que aquella mujer fuera una aliada, alguien en quien confiar, una mano extra en mi camino. Y me había traicionado. Mi propia ilusión me había traicionado. Aproveché el golpe de la caída para tantear su brazo y quitarle la varita de la mano. Frocejeó, y yo forcejeé más. — Asquerosas Abominaciones de los mil demonios. Las palabras casi escapaban entre los huecos de mis dientes apretados. Retuve sus brazos con mis piernas y golpeé su cabeza contra el suelo un par de veces. Apoyé la punta de mi varita en su pecho. — Cinaede. Aquel gas subiría hasta sus fosas nasales y comenzaría a cortar todo su sistema respiratorio por dentro inmediatamente. Y yo me quedaría sobre ella hasta que hubiera exhalado su último aliento. Estaba comenzando a perder la cabeza. Y la sangre me llamaba como hacía tiempo que no ocurría. ------------- O ------------- Abominaciones muertas: 1 Total de abominaciones muertas: 11
  19. Hito 4 — Post 6 Adrian Wild (80PME) (quien se quiera unir) Parecía que el flujo de Abominaciones se reducía. Parecía. Caminaba con cautela. Ya había pasado un par de salas, como si fuesen una especie de laboratorios, donde por suerte no me había encontrado con nadie. Ya había perdido la esperanza de encontrar a algun aliado, así que no encontrarme con nadie era una fortuna. Pero todos sabemos lo que dura la buena suerte. Al entrar en un tercer laboratorio me encontré a una Abominación, un joven de la edad que yo aparentaba se giró apuntándome con su varita y no dudó en comenzar la ofensiva. — ¡Protego! —exclamé como rápida medida de protección ante el hechizo que me lanzó. «Arena del Hechicero» pensé, realizando aquel movimiento de varita, como si fuese una ola en el aire. Aproveché la ceguera de mi oponente para moverme entre las mesas repletas de cachivaches. Era un laboratorio realmente extraño, aunque no me detuve a observar aquellos instrumentos. — Vitae —dije animizando un grupo de tubos que comenzaron a reptar y a los que les salieron colmillos venenosos en uno de sus extremos—. Suerte. ¿Moriría a causa del veneno? ¿Hasta qué punto eran capaces aquellos seres de saber cómo se curaba el veneno? Preferí no ver cómo aquel joven lidiaba con aquella situación. ------------- O ------------- Abominaciones muertas: 1 Total de abominaciones muertas: 10
  20. Hito 4 — Post 5 Adrian Wild (80PME) (quien se quiera unir) Subía. Por fin subía por unas escaleras. Un momento... ¿Subía? ¡Ah, sí, claro, estaba en la novena planta! No. O no. Había atravesado una cañería. — ¿Dónde narices estoy? Seguí subiendo. Y luego bajé. ¡Vaya un laberinto se tenían montado los de Misterios! Al menos no estaba pasando por donde ya había estado; de alguna manera podría decir que estaba avanzando. Podría. De pronto escuché un ruido extraño. No eran voces, ni pasos, era... ¿Alguien estaba escarbando? Miré a mi alrededor. Era un poco más adelante, donde el pasillo se ensanchaba y torcía a la derecha. Al llegar a esa altura con total sigilo, pude ver a una de aquellas Abominaciones escarbando en la esquina. Contuve la impresión y la respiración; preferí no fijarme en qué era exactamente lo que estaba haciendo. Pero al pasar por su lado, me sintió y se giró. — Hey. ¿Hey? Me di cuenta de mi propia estupidez y casi tuve que contener la risa. Reaccioné todo lo rápido que pude, y así mismo hizo aquella bruja sin voluntad. Salté hacia un ladó y apunté con mi varita a su nariz, la cual casi rozó, antes de que pudiera echar mano de la suya. — Desmaius. La mujer cayó sobre aquello en lo que hurgaba. Eran pieles. No quise saber de qué. ------------- O ------------- Abominaciones muertas: 1 Total de abominaciones muertas: 9
  21. Hito 4 — Post 4 Adrian Wild (80PME) (quien se quiera unir) Aquello se me complicaba. ¡Por mi maldito egoísmo me había retrasado y había perdido a Mackenzie! Y ahora estaba ya no sabía ni en qué parte del Ministerio. ¿No seguía en el Departamento de Misterios? Escuché ruidos a mi izquierda. Otra vez. Más Abominaciones. «Que no sean niños», fue lo único que deseé. No lo eran. Eran dos hombres que me sacaban una cabeza cada uno. — Bueno, pues... Juguemos. Me curé en salud pensando un «Salvaguarda Mágica», volviéndome intangible. Aquello me ofrecía una gran ventaja. Esperé en silencio y conteniendo la respiración a que aquellos hombres me sobrepasaran y estuvieran a dos metros, de espaldas a mí, para azuzarles un "Disparo de Flechas" a cada uno. Veinticuatro flechas aterrizarían sobre sus cuerpos antes siquiera de que se dieran cuenta. Tenía que seguir. ¿Es que no iba a encontrar a nadie en mi camino? ------------- O ------------- Abominaciones muertas: 2 Total de abominaciones muertas: 8
  22. Hito 4 — Post 3 Adrian Wild (80PME) (quien se quiera unir) — ¡Cinaede! Al menos aquello mantendría distraído un rato a aquel hombre, quien había lanzado unas gruesas cuerdas a mis tobillos, haciéndome caer de bruces en la carrera. Murmuré un "Evanesco" que hizo desaparecer al instante aquel amarre y conjuré unas Flechas de Fuego que fueron directas a impactar en la Abominación. Todavía me faltaba una, y no sabía dónde se había metido. Llegué a un pequeño hall del que salían dos nuevos pasillos y en el que había una puerta justo delante de mí. ¿Me escondía y esperaba a que viniera o seguía corriendo? No tuve tiempo de elegir. Por el pasillo de la derecha venía un rayo a toda velocidad hacia mí. «Obsistens», pensé rápidamente, generando aquel cerco de luz plateada a mi alrededor. — Que te lo has creído... ¡Expelliarmus! ¡Sectumsempra! No me detuve a comprobar si le había desarmado y herido o no. Salí corriendo por el pasillo de la izquierda. ------------- O ------------- Abominaciones muertas: 2 Total de abominaciones muertas: 6
  23. Que alguien se una a mi Hito 4 o me hagan puentes 😭Por qué me haces esto Mack (?)

    1. Mostrar comentarios anteriores  5 más
    2. Adrian Wild

      Adrian Wild

      ¡No te preocupes! Bueno, si te quisieras unir yo te ayudo en MP con los dados o como sea, pero no lo hagas obligada. Ya sólo me quedan 6 roles (?) xD

    3. Helike R V PB

      Helike R V PB

      Ná, tranquilo! Lo haría con gusto jejeje 

      De los dados conozco su funcionamiento, te pongo un ej. Una mazmorra que hizo Lucrezia, me animé a hacerla pero repitieron los dados lo mismo dos o tres veces y me harté jajaja con lo que no pude acabarla en la gala de Halloween, del año pasado, creo 🤔🤔. Así que, no sé cómo irá éste año con ese tema... pero al menos, parece que es automático, ¿no? Ni idea, aún no me puse a hacerlas jajaja aunque primero tendría que comprar una mazmorra, pero lo haré más adelante🤷‍♀️🤷‍♀️

    4. Adrian Wild

      Adrian Wild

      Sí, o sea es meter el código correspondiente. En verdad es leer el post del sistema con el nuevo foro y usar el dado que toque, pero bueno eso, si quieres meterte y necesitas ayuda me dices.

  24. Hito 4 — Post 2 Adrian Wild (80PME) (quien se quiera unir) Era la segunda vez que pasaba por el mismo sitio. Aquellas malditas Abominaciones me hacían cambiar de rumbo una y otra vez, perdiéndome por aquel entramado de pasillos del que intentaba hacer un mapa mental. Pero era imposible. Ya había girado cinco veces en una dirección en la que no quería por tratar de esquivarlas. No podía seguir así. Enfrentaría a las próximas que me encontrase, pero nada me apartaría del camino que creía que debía seguir. Como no podía ser menos, la situación se me presentó antes que tarde. — ¡Avada Ked...! — Silencius —murmuré, sin gran esfuerzo. ¿Una maldición asesina? Aquellos magos no se andaban con chiquitas. Pensé un claro «Cinaede» apuntando a ese hombre de mirada perdida que había tenido la osadía de intentar asesinarme sin más miramientos. Bueno, la osadía no, la diligencia. Era difícil pensar que alguien podía perder su plena voluntad de aquella manera. Lo que no me había fijado era que, detrás de ese hombre, una chiquilla avanzaba corriendo hacia mí, varita en alto. — ¡*****! ¡¡Sectumsempra!! Era una cría. Una maldita cría que no aparentaba más de dieciocho años y que ahora se desangraba en el suelo. Un reguero de sangre salía de su estómago, bañando el suelo. Suelo que pisé al pasar a su lado para avanzar por aquel pasillo, dejando en mi camino huellas de sangre por las baldosas de mármol negro. Apreté los dientes y continué mi camino. Me parecía que seguía encerrado. No escuchaba ninguna voz conocida cerca. ------------- O ------------- Abominaciones muertas: 2 Total de abominaciones muertas: 4
  25. Hito 4 — Post 1 Adrian Wild (80PME) (quien se quiera unir) Salí por la abertura de una cañería a una habitación muy escuetamente iluminada. ¿Qué demonios pasaba en aquel departamento con las luces? ¿Acaso no pagaban las facturas? Entendía eso de que era el departamento de "misterios", pero quizá caer en tanto cliché era demasiado. Me quité el casco-burbuja casi sin darme cuenta de que lo hacía. Escuché voces, aunque todavía no era capaz de orientarme dentro de aquel nuevo espacio. Ni siquiera reparé en lo empapado que estaba, simplemente avancé hacia no sabía muy bien dónde. Quizá todavía podía alcanzar a Mackenzie. Di unos cuantos pasos y choqué con lo que parecía una puerta. En qué momento la abrí. De pronto, me encontré frente a frente con dos Abominaciones. Tardé un rato en identificar a aquellas dos brujas como tal, pero su mirada perdida y el empujón que me dio una de ellas me confirmaron toda sospecha. — ¡Seccionatus! Debido a la proximidad de las Abominaciones las medias lunas cortaron a ambas en diferentes partes del tren superior, dos de ellas en el cuello de cada bruja. «mier**», pensé. No, claro que no quería ser tan brusco, pero me había pillado muy de imprevisto aquel encuentro. Las dos brujas de cabellos negros se llevaron sendas manos al cuello sin dejar de mirar hacia la nada. ¿A cuántas más tendría que matar? Bueno, a las que hiciera falta hasta que encontrara a alguien. «Han sido creadas para matar o morir, Adrian», aquel era el pensamiento que me hizo reaccionar y pasar por encima de las mujeres hacia el pasillo que se extendía por detrás de ellas. ------------- O ------------- Abominaciones muertas: 2 Total de abominaciones muertas: 2

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.