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Keaton Ravenclaw
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Ya habían pasado un par de semanas desde el incidente con los gemelos de la familia Ravenclaw, de hecho Danny ya casi no recordaba el hecho con la ansiedad de antes. En esos días estaba más concentrado en estudiar para aprobar sus materias de Hogwarts y perfeccionar sus habilidades mágicas así que esa tarde se encontraba en su habitación repasando un libro de texto que trataba de pociones mágicas avanzadas. El joven mago aún no contaba con la destreza para realizarlas pero tenía como objetivo lograrlo pronto. Como Ravenclaw, tenía la aptitud para elaborarlas en la sangre.

 

Tardará tiempo antes de lograr hacer esto.

 

Murmura dentro de su habitación, cierra el libro y se pone de pie para dirigirse a la salida de su habitación. Se estira con un poco de pereza mirando hacia la ventana, cuya luz a través del cristal le indicaba que pronto sería de noche, así que baja tranquilo las escaleras para ir a beber un poco de agua a la cocina. Apenas llega al pie de la escalera cuando mira un movimiento de sombras en la entrada, y se dirige allá con mucha curiosidad, ya que no era una hora normal en la que se recibían visitas en esa casa, aunque...

 

¿Quien es?

 

Pregunta Danny sacando rápidamente la varita y manteniéndola en alto. Acababa de recordar que no hacía más de un par de días que había decidido participar con algunas amigas y familiares en el secuestro de la Ministra de Magia así que era obvio que el muchacho se mantuviera a la defensiva. ¿Qué tal que hubiesen averiguado que él estaba presente? ¿Y si lo llevaban a encerrar? A pesar de no ser un gran hechicero todavía, no pensaba dejárselas tan fácil.

 

¿Ariadna? ¡Hola!

 

Exclama cuando llega a la puerta y ve a la chica hablando con uno de los elfos, al que le pide que se retire y hace pasar a su amiga al salón de la casa y la invita a sentarse. Danny se sentía muy sorprendido pero de muy buen humor debido a que era la primera vez que alguien le venía a visitar a su casa.

 

¡Que agradable sorpresa!¿Como has estado? ¿Te gustaría algo de tomar?

 

Con tal emoción le pregunta olvidándose que aquella noche era luna llena y se tenía que aislar para evitar un desastre. Y de pronto nota que la puerta se abre de nuevo y el mismo elfo de antes frunce el ceño al ver la entrada de la casa.

 

¿Más visitas?

 

 

 

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Juguemos en el bosque...mientras los lobos no están :perv: @Franko Lovegood




La brisa proveniente del occidente arremolinó la extensa y larga cabellera azabache que se extendía hasta sus caderas, la misma caía como una cascada por su espalda hasta formar unas ligeras ondulaciones al final contrastando a la perfección con aquel vestido blanco de lino fino que caía hasta sus pies descalzos. Aquella intensa pigmentación capilar la había conseguido producto de una terrible explosión hacía tan solo un par de minutos atrás en las Mazmorras causada por otro de sus locos experimentos; pero a decir verdad le agradaba, aunque provocaba que su semblante se tornara aún más caucásico que de costumbre.


Permaneció de pie en el corazón del bosque, observando con detenimiento las lenguas de fuego devorar el leño recién encendido reflejando sobre sus obres cristalinos aquel ardor enardecido que le irradiaba calidez en aquella otoñal tarde. Se dejó llevar un segundo por el cantar de los parajillos que anidaban en los árboles que la rodeaban y por la brisa que movía sus cabellos haciéndolos chocar contra su cara; cerró los parpados por un instante trayendo hasta sus memorias un par de recuerdos que creía olvidados de la clase de adivinación a la que había asistido.

La comisura de sus labios rojos se elevó, formando una curvatura casi maliciosa al mismo tiempo que dirigía su mirada hasta el joven que había permanecido en silencio hasta ese momento; se acercó hasta él quedando parada a tan solo un par de centímetros de su espalda, aproximándose peligrosamente hasta su cuello y poder susurrar en su oído: — Ya te descubrí, Lovegood — sus perlados dientes rozaron la suave piel de su oreja provocando que la calidez de su aliento crespara los vellos de su nuca.

 

—Descubrí cuál es la razón por la que has estado tan distante conmigo — continuo en un sutil siseo, llevando las manos hasta los hombros del muchacho para propinarle un sutil masaje con la yema de sus dedos. — Estas enamorado... —Hizo una pequeña pausa, dejando que aquellas palabras le provocaran un ligero cosquilleo en interior, una sensación que sólo experimentaba cuando llegaba a sentir celos. Negó, desaprobando aquella posibilidad, después de todo él era su hermano y no podía permitir dejarse llevar por aquellos sentimientos inapropiados una vez más.


Tragó saliva con dificultad para poder continuar, pasando aquel mal sabor de boca que le había dejado tal afirmación. — Lo vi en una tirada de cartas en mi clase de adivinación, la tirada al parecer era tuya —. Se alejó, incluso con mayor ligereza con la que se había acercado, adoptando una postura firme con los brazos cruzados por delante de su pecho.


Ahí iba una vez más... Dejándose llevar por el remolino de sentimientos que tenía dentro de su pecho, los mismos que la orillaban a actuar como la misma niña caprichosa de hacía diez años atrás.

—Creí que confiabas en mí lo suficiente como como para decirme una cosa así, y no tener la necesidad de averiguarlo a través de unas míseras cartas —. Escupió aquellas palabras con enojo, pero en realidad era el mismo recelo disfrazado cólera en un intento por negar la verdad.





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En cuanto termine de hablar la cabeza del chico que venía a buscar se asomó por una esquina de la habitación y dijo su nombre con sorpresa, bueno sin duda no sabía que iba a venir y eso la llenaba de emoción.

 

—Hola Danny eh estado muy bien, con muchas ganas de verte. Y pues la última ves me dijiste que podía pasarme por el castillo de tu familia cuando yo quisiera— comente mientras me sentaba en uno de los sillones de la sala en la que habían entrado. De pronto escuchamos como el elfo platicaba con alguien más en la puerta, vaya que era una familia muy solicitada y cuando llegó con el nuevo invitado, me sobresalte.

 

Era mi hermano Albus, ¿Pero que estaba haciendo ahí? ¿Los conocía?

 

—Señorita, este señor dice que viene buscándola—

 

Me quedé muda y mi semblante cambio de un segundo a otro, pero claro la había seguido el muy entrometido, debió de haberla escuchado hablar con Artemis y decidió seguirla —¿Pero que demonios crees que haces aquí? Nadie te invito a mi pequeña excursión y menos en Luna llena Albus— comente y fui bajando de grado mi enojó —Bueno ya que estas aquí, te presento a Danny Lestrange, Danny este es el arrimado Albus— espero a que se presentarán y su corazón latía a mil por hora, ahora su plan estaba arruinado con su hermano en aquel lugar, estaba decepcionada nunca podía estar a solas con Danny nunca, pero bueno estaba bien ella se había prometido ya no seguirse dando falsas ilusiones de algo que no podía llegar a suceder.

 

@@Danny Lestrange

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Entré muy despacio a la amplia sala del castillo que servía cómo recibidor siguiendo al pequeño elfo doméstico, sin duda alguna recibiría una reprimenda de parte de Ariadna, pero en mi defensa yo no tenía idea de adónde se dirigía cuándo salió de la mansión. Era impresionante la decoración que tenían en aquél lugar, pero claro, era un castillo. Mis botas producían el característico sonido de los tacones al clavar mis talones y avanzar muy despacio detrás de aquella pequeña criatura. Mi gabardina blanca hacía unas ligeras ondulaciones y mis cabellos cada que avanzaba se arremolinaban un poco más.

 

Me detuve al ver a Ariadna, y no se encontraba allí sola. Aunque estaba, de alguna manera, llegando sin invitación, por lo menos tuve la decencia de anunciar mi llegada. Si nadie hubiera abierto la puerta me hubiera dado media vuelta y me habría ido de ahí... pero abrieron. Escuché los parloteos de Ariadna con una cara de falsa vergüenza, en realidad sabía que era luna llena y quería ver el proceso por el que pasaba mi hermana cada que se convertía. Moví rápidamente los ojos púrpuras por la habitación y los clavé rápidamente en el otro ocupante de la habitación, Danny Lestrange, según me había mencionada Ariadna. Lestrange, un apellido de respetar, y hasta temer en el mundo mágico.

 

-Muy buenas noches, señor Lestrange. Mis más sinceras disculpas por llegar sin invitación, sólo que estaba curioso por lo que pasaría ésta noche. Mi nombre es Albus Renaldi Argenti Macnair, soy el protegido de Cissy Macnair.- Hice una pequeña reverencia y me incorporé muy derecho nuevamente. Decidí que por el momento no necesitaría mi varita, así que la guardé con parsimonia en la parte interior de mi gabardina.

 

-Espero que mi presencia no les cause ningún tipo de inconveniente... De ser así, me marcharé si ustedes así lo quieren.- Esbocé una sonrisa torcida y espere que alguno de los 2 me indicara si debía irme o podía quedarme dónde estaba.

 

 

@ @Danny Lestrange @

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Por supuesto que eres bienvenida, ¿Sabes? Eres la primera persona que me visita desde que me vine a vivir aquí.

 

Le confiesa sonriendo con alegría. Realmente estaba muy contento de verla nuevamente ya que por las clases y demás ocupaciones no había tenido mucho tiempo para convivir un poco más con ella. Pero su conversación terminó cuando se da cuenta de que la otra persona que acababa de llegar era un chico, y se sorprende sobremanera cuando se da cuenta de quien se trataba.

 

¿Es tu hermano?

 

Pregunta con asombro al momento que se pone de pie y mira al muchacho en la entrada. Ahora Danny no sabía qué hacer, por lo que se queda pensando un par de segundos, ríe con la presentación que Ariadna le hace y asiente dando un par de pasos hacia el chico. Luego piensa en extender la mano para saludar pero se arrepiente. ¿Como saludaban los magos? Danny para eso era totalmente ignorante.

 

Hola, mucho gusto... Señor Renaldi, Argeni, ¿Mcnair?

 

Preguntó con una expresión un poco boba después de leer los labios y entender que mucha gente del mundo mágico poseía muchos nombres y títulos casi como los muggles de la realeza. Quizá Ariadna pertenecía a la realeza pero por su comportamiento parecía más bien alguien sencilla y por esa razón había tomado confianza rápidamente con la chica, sobre todo después de haber sido salvado de quedar seco gracias a una mujer vampiro.

 

Es bienvenido, puede quedarse si así lo desea, este... no conozco a la dama que menciona lo lamento, ¿Le hablo de usted o prefieres tutear?

 

Pregunta un poco nervioso. Danny no sabía mucho sobre reverencias y comportamientos así de corteses, no de ese tipo, y por esa razón prefería no estar tratando de aparentar que lo sabía o de lo contrario terminaría en ridículo. No había pasado un segundo cuando de repente cae en cuenta de la fecha en la que estaban...

 

La luna llena... Se me había olvidado...

 

Pronuncia palideciendo de los nervios, pues ya no había tiempo de tomar sus precauciones y no quedaba otra opción que adentrarse a lo más profundo del bosque si no quería lastimar a nadie.

 

 

 

 

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Editado por Danny Lestrange
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—Oh enserio ¿La primera persona? Bueno me alegra tomar el primer lugar de algo en tu vida— sonreí un poco mientras miraba a Albus, quien se estaba presentando ante Danny —hermano como tal no es, digamos que Cissy empezó a hacer obras de caridad con algunas personas y ahora vive en la mansión con nosotros—

 

Sonreí una vez más cuando mencionaba la Luna llena, a eso había venido para poder disfrutar de la transformación juntos, pero Albus tenía que aparecer y arruinar la velada que tenía preparada.

 

—Bueno a eso venía, ¿Te acuerdas que dijimos que algún día saldríamos a disfrutar la transformación juntos? Sólo que espero Albus no se asuste al vernos en nuestra forma natural durante la Luna llena— comente mirando al vampiro, era difícil aún convencerme de que aquella persona era su hermano, cuando en realidad no tenían la misma sangre, pero no le caía exactamente mal el chico.

 

—Podemos salir al bosque, para no asustar a nadie y no lastimar a nadie—

 

@@Danny Lestrange

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Una suave y fresca ventisca otoñal fluía en los terrenos de la familia Ravenclaw, acompañado de un rojizo atardecer alistado para darle la bienvenida a una luna que se alzaría en su máximo esplendor aquella noche. Las copas de los árboles se mecían al compás de la brisa, varias corrientes recorrían el interior de la arboleda levantando un sinfín de hojas secas en su camino. El crujir de esas hojas se oían con cada pisada del Lovegood, detrás suyo su hermana, que le había insistido para que le diera una mano con el fogón, le seguía el paso. Una de las corrientes de viento arremolinaba sus cabellos, ahora rubios por completo luego de un segundo intento con la poción, obligándolo a removerlos de su cara y dejando al descubierto una expresión de nerviosismo. Había estado evitando a la Banshee demasiado últimamente, siempre con algún pretexto de por medio, pero con esos sentimientos que albergaba por ella era algo que no podía evitar hacer.

 

Casi sin dirigirse la palabra se adentraron hasta el centro del bosque, ubicación idónea para comenzar a preparar la gran fogata. Un simple pino de unos diez metros de altura fue el indicado para preparar todo. Una sensación de déjà vu fue invadiendo su cuerpo a medida que talaba el árbol, el recuerdo de aquella navidad años atrás poco a poco regresaba su mente. Ese día nevado también se encontraba con su gemela buscando un pino que terminarían llevando al salón, estarían toda la tarde adornándolo por completo hasta llegada la noche, momento en que una tormenta imprevista azotaría contra el castillo, y junto a las llamas de la chimenea serían los únicos testigos del primer beso entre ambos hermanos.

 

Siguiendo con el armado del fogón, los ahora matriarca y patriarca de la familia con unos pocos movimientos de varita fueron acomodando todo. Formaron un circulo de piedras en el centro, de una circunferencia bastante considerable, lo suficiente como para albergar una gran fogata. El pino fue cortado en partes, de los cuales cuatro de esas piezas de metro y medio de largo las utilizaron a modo de asientos, siendo distribuidos alrededor del circulo según los puntos cardinales; mientras que el sobrante terminó como alimento para las llamas.

 

Los últimos rayos de sol ya se estaban apagando, por el contrario la madera recolectada se encendía velozmente con ayuda de las hojas secas que servían para avivar el fuego. El Myrddin hipnotizado completamente por las llamas ignoraba todo a su alrededor, centrándose solo en los leños que crujían y desprendían chispas. Recién el suave susurro de la Hawthorne lo hizo volver en sí. No fue su cálida voz o el delicado roce de su boca lo que terminaron erizándole la piel, mucho menos sus manos sobre los hombros brindándole un sutil masaje, sino sus palabras que dieron en el blanco terminaron alarmándolo. No solo eso, el corazón casi que le sale disparado de la desesperación.

 

-No sé de que estás hablando...- dijo tratando de sonar lo más calmado posible sin voltear a verla.

 

Sin embargo la menor de los Ravenclaw terminó confirmándole aquello que nunca creía que llegaría a pasar, que su más profundo secreto sea develado. En ese preciso momento el mundo se le vino abajo al Lovegood, una ola de sentimientos y sensaciones se arremolinaron en su interior generando caos. Desde la desesperación por haber sido descubierto, hasta la aflicción que le generaba aquel amor prohibido, e incluso el temor por el que dirán y pensaran de él los demás, y en especial su hermana. Pero no fue hasta que ella se alejó y le reprochó con enojo que el rubio se volteó a verla, no solo desconcertado sino igual de cabreado o más que su gemela.

 

-Es broma ¿Verdad?- comenzó cuestionando sarcásticamente -¿¡Qué esperabas que te dijera Isabella!?- escupió no solo con bronca alzando la voz, sino también con cierto dolor en sus palabras -¿Acaso tenés idea de lo difícil y doloroso que es estar enamorado de alguien con quien sabes que no vas a poder estar?-

 

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Sí, eres la primera. Y si las cosas siguen así quizá la única, Si te soy sincero no soy un miembro muy popular en esta familia.
Responde con un tono un tanto amargo que no era propio de él, se queda mirando al frente con expresión abstraída después de leerle los labios, luego voltea a verla sin decirle nada. Era verdad que desde su llegada a ese pueblo no había cruzado mas que un par de palabras, quizá tres, con los demás miembros de sus familias y obviamente no le ponía muy contento.
¿Obras de caridad? Oh... creo que entiendo lo siento, pero es una sorpresa agradable saber que ese tipo de cosas existen también por aquí.
Luego se queda callado. Había sido grosero y el muchacho lo sabía, tendría que pedir disculpas ahora y no sabía como comenzar a causa de la vergüenza. Tampoco era correcto mencionar a sus padres adoptivos ni a aquellas personas entre las que vivía antes de mudarse para vivir en Ottery. No era lo más prudente así que después de un rato de silencio, vuelve a mirar a su amiga para leerle los labios.
Recuerdo muy bien la velada que nos prometimos...
Le responde tratando de fingir tranquilidad, el chico se estaba poniendo cada vez más nervioso y las manos comenzaban a temblarle ligeramente. Eso lo orilla a meterlas dentro de los bolsillos del pantalón. Ríe con nerviosismo, luego mira a ambos chicos. Danny sabía que aquello sería de todo, menos una noche para disfrutar y menos después de recordar el dolor en que consistía la transformación que tenía maldito a él.
En el bosque me parece, tampoco corremos peligro nosotros, supongo...
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Admiró por un instante aquel rostro desencajado que reflejaba en gran parte el desconcierto por aquella afirmación que acababa de salir de sus labios, mientras que su mandíbula se tensionaba a medida que los segundos pasaban y sus miradas se encontraban desafiantes aguardando que alguno de los dos lanzara el primer zarpazo.

 

Gruñó encovando su postura para adquirir una más agazapada, como si se tratase de un felino acechando a su presa, observando cada uno de sus movimientos esperando el momento justo para poder avanzarse sobre su yugular.

 

— ¡¿Cómo te atreves a pensar que no sé cómo se siente?! — Inquirió, con tanta frustración que cuando el sonido se escurrió atreves de sus cuerdas vocales le raspó la garganta. —Por supuesto que sí lo he sentido antes. ¡Muchísimas veces antes! Como la vez que te aprovechaste de mi vulnerabilidad y me besaste en la sala antes de navidad. — Sentía el calor de la fogata directamente en su pecho como si aquel ardor saliera desde adentro de su cuerpo. La bomba que había estado cargando en su interior por tantos años finalmente había explotado, causando daños irreversibles en su entorno.

 

— Estoy segura de que sabías que estaba enamorada de ti, pero te importó tan poco lo que yo sentía que te casaste tan solo unos días después ¿o por qué crees que me tiré de la torre más alta del castillo? — Hizo una breve pausa para tomar una bocanada de aire y luego poder lanzar un alarido cargado de cólera por lo que la había obligado a confesar.

 

Llevó ambas manos hasta su rostro, visibilizando el rostro del hombre que más daño le había causado en toda su vida, dándose el lujo de perderse una vez más aquellos ojos tan profundos y oscuros como el mar; después de todo lo único vivo que quedaba de Drake era un efímero recuerdo que le impedía olvidarlo, cosa que sucedía cada vez que ella volvía a acercarse a su hermano y quizás por aquello ella estaba tan empeñada en sentirlo cerca.

 

El huracán que se había desatado en su interior cesó incluso con mayor rapidez con la que había llegado; porque así de temperamental era ella.

 

Respiró con profundidad, recuperando la compostura como si jamás la hubiese perdido y acercándose nuevamente hasta el rubio, cuidando cada uno de sus movimientos para que no se sintiera amenazado, después de todo no quería causarle daño alguno. Apoyó la palma de su mano en su pecho, sintiendo el corazón desbocado de su hermano por encima de su ropa y el calor que su piel desprendía.

 

—Por esa razón y por muchas otras créeme que te entiendo, Franck... Quería que tengas la confianza de decirme desde un principio y quizás hubiese podido ayudarte... con alguna poción o con una tirada de cartas para averiguar si tienes alguna posibilidad con esa mujer.

 

 

 

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Editado por Isabella Hawthorne

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Vi la mirada del chico viajar de mi persona a Ariadna ¿Acaso leía los labios? o tal vez le gustaba ver los labios de la gente moverse y en Ottery ya nada me sorprendía. -Vamos Ariadna, me harás quedar mal frente a tu... ¿amigo? No soy un mendigo al que Cissy adoptó, soy un viejo amigo de la familia y me ofreció ser su protegido, solamente.- Saqué uno de mis guantes de dentro de mi saco y me lo puse.

 

-Pues bien, ¿Que tienen pensado para hoy? Supongo que me será fácil trepar a algún árbol y ver a mi hermanita convertirse en lobo y hacer cosas de lobo. - Le lancé una mirada divertida a Ariadna esperando algún tipo de reprimenda y caí en cuenta de que el pequeño chico me invitaba a quedarme sin problema alguno. -Puede tutearme sin problema, señor. Espero podamos llevarnos bien para el futuro cercano.- Terminé por sacar el otro guante de mi saco y me lo puse.

 

-Ustedes dirán...- Di un pequeño golpe con los tacones de mis botas a modo de saludo militar para hacerles saber que estaba listo para partir a dónde sea que fuésemos a ir. Mis grandes pupilas danzaban entre Ariadna y su amigo tratando de buscar alguna señal de lo que realmente eran o lo que buscaban.

 

No tenía idea de que esperar esa noche. Si bien conocía a algunos transformistas y licantropos nunca había visto el proceso de transformación. Incluso había peleado con alguno en América pero siempre que los encontraba era en forma humana o totalmente transformados. Tenía claro que debía tomar mi distancia para poder evitar cualquier tipo de daño a mi persona, aunque tal vez se me antojaría jugar un poco... todo podía pasar.

 

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@@Danny Lestrange

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