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Animagia


Suluk Akku
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Aries asintió ante las palabras de la arcana, estaba un poco de acuerdo con que nadie podía transformarse en el animal que no fuera el de su interior, bueno, él sí, su habilidad de metamorfomagia le permitía transformarse en cualquier animal, pero no por mucho tiempo. No era que sintiera que su alma se quedara vacía cada vez que lo hacía, sin embargo, no le gustaba aquella habilidad para ser un animal y prefería solo usarlo en momentos de extrema necesidad.

El Black Lestrange sonrió ante la petición de la Arcana, la facilidad de pasar de su forma humana a su forma animal era muy fácil, Suluk acababa de terminar su oración cuando el nigromante en forma de caballo blanco con la cresta y la cola en colores salía de la cabaña.

El jardín de la Arcana era demasiado pequeño para correr, así que camino como todo un caballo domesticado, trotando de forma lenta por el jardín. Desde su forma animal vio la cerca del jardín y se en carrero para poder saltarla con una soltura la cerca y poder correr un poco más allá de la casa. Aries se dio cuenta que desde su forma animal también podía saltar las mismas cosas que él, aunque de una forma más fácil y sencilla que en su forma humana, podía trotar un poco más de la distancia que lo hacía en su forma humana y en menos tiempo, quizás era por que contaba con 4 patas y no con dos piernas.

Al regresar al interior de la cabaña de la Suluk seguía en su forma animal, se sentía tan cómodo, tan feliz, tan tranquilo que, si por el fuera se quedaría de aquella forma por más tiempo, pero debía responder las preguntas que la arcana le había hecho. Y así como cambio de su forma humana al animal, así mismo cambio de su forma animal a la humana.

En mi forma animal me da tiempo de disfrutar de las cosas que me rodean. —comenzó a hablar. —No es que no disfrute en mi forma humana, —se justificó, no deseaba que la arcana pensará que él había dejado de disfrutar de la vida —pero la tranquilidad y la apreciación de los pequeños detalles de los lugares que uno deja de ver en esta forma, en la forma animal se hacen indescriptibles.

Cada que me transformo en el purasangre me siento feliz, me siento libre, me siento lleno de energía. —cerro los ojos trayendo en recuerdo aquel sentimiento que tenía cuando en forma de caballo el aire golpeaba su rostro.

Las características físicas que tenemos en común es las buenas piernas que ambos tenemos, en mi forma animal recorro una distancia mayor que en mi forma humana pero quizás es porque tengo 4 patas y no 2 entonces es entendible. Aun en mi forma animal soy un ser serio, la primera vez que me transforme, una libélula trato de hacerme jugar con ella y la ignoré. —sonrió recordando aquello. —Saltamos rejas, no muy altas y siempre tenemos hambre. —se quedó callado unos minutos y miro a la arcana.

Eso no es una característica física, ¿verdad?. Creo que puedo ser un caballo de carreras.
Editado por Ariel Aries Bra Yaxley

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Sus pasos eran lentos, casi parsimoniosos, acordes al calor que hacía en el Ateneo mientras transitaba por sus terrenos. Nunca había sido amante del calor y ese día, más que otras veces, se preguntaba cuál era la manía de querer hacer todo "ameno" bajo un sol brillante. Era una agonía para algunas personas, ¿quién pensaba en ellos? Suspiró, respondiendo dentro de su cabeza a la pregunta que se venía planteando desde que había aparecido a las afueras de la Universidad; nadie, aparentemente. Sin embargo, no podía decir que era un mal día. Había suficiente sol como para que todos los colores resaltaran de forma inusual para quien estuviese acostumbrado a vivir en Londres, por lo que había cierta distracción en el entorno.

 

Estudió las hojas de las plantas, así como los pétalos de las flores, descubriendo que era una excelente forma de olvidarse del calor, era un hermoso pasatiempo. Por supuesto, no tuvo demasiado tiempo para demostrar que sentía amor por la naturaleza, puesto que poco después la pequeña cabaña a la que había sido enviada apareció ante sus ojos. Según la dirección de la Universidad, la cabaña de la Arcana de Animagia era pequeña y estaba rodeada de un jardín, similar al resto de las viviendas de los Arcanos, sólo que en un ala diferente al resto, como solía ser para evitar encuentros inesperados o distracciones extra curriculares.

 

Dejó que un tulipán se deslizara por la yema de sus dedos, apurando un poco el paso con sus típicos movimientos fluidos y elegantes, como si estuviera bailando un vals involuntario. Lo que no esperaba era que al cruzar la división entre el jardín y el exterior, el calor fuera reemplazado abruptamente por un clima gélido que no pertenecía a Gran Bretaña, ni siquiera a Europa. Sorprendida, miró atrás. No había pasado un traslador, ni un portal, el gancho en el ombligo habría delatado la magia de la teletransportación. ¿Entonces? Prestó más atención, al arco, él era lo que había causado el cambio.

 

Un copo de nieve la sacó de su ensimismamiento, lo que provocó que pestañeara varias veces, dándose cuenta de que lo único que había cambiado no era el clima, sino todo el entorno. La nieve estaba a la altura de sus tobillos, lo que no impedía el tránsito pero sí dificultaría un poco su andar. Y todo resultaba, de una forma más agradable, azul. Siempre había relacionado el frío y la nieve con el azul, no con el blanco, y eso era lo que le daba una cómoda sensación hogareña. Aunque pronto el frío superó sus propias expectativas, logrando incluso que abrazara su propio torso en busca de calor, lo que era extraño tomando en cuenta su raza. Era un frío ártico.

 

La decisión más prudente, aunque quizás un poco retardada, fue acortar la distancia con la cabaña y adentrarse a ella, ahí tal vez haría un poco más de calor. Su túnica era pesada, siempre de gala, pero la tela no sería de mucha ayuda si pasaba más tiempo del debido en el exterior con la nieve cayendo, así que empezó a andar despacio hasta la puerta. Desde lejos parecía un bulto rojizo, ya que el tono de su vestimenta vinotinto había perdido cierto brillo con la nevada y lo único que resaltaba como tal era su cabello, que había dejado caer hacia delante, como una cascada rubia, para protegerse el cuello. Después de unos minutos, sus dedos algo rígidos encontraron la puerta.

 

—¿Hola? —preguntó.

 

Su voz sonó fuerte y clara sin necesidad de alzar la voz, como si alguien hubiera tocado una campana de sonido agradable. No obstante, se le escuchaba un poco titubeante. Por primera vez en varios años, sentía un poco de frío. Regresó la mano izquierda bajo el brazo derecho, el cálido lugar que había tenido desde que había cruzado el jardín.

 

—Buscó a la Arcana Suluk Akku. Mi nombre es Leah Ivashkov y deseo acceder a sus enseñanzas.

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Las palabras de Suluk, la hicieron pensar durante algunos segundos. Hasta que de la nada, se vio envuelta en una pequeña burbuja de humo, que la traslado hasta un lugar con luz blanca, ¿dónde estaba? no estaba del todo segura, parecía ser algún sitio en donde su mente trabajaba rápidamente, pasando diversos fragmentos de recuerdos delante de sí, estaba un poco confundida, pero lo único que tenía claro era que la arcana le había informado que no podría salir de allí, hasta que encontrará el momento preciso en que había descubierto que su animal interior era un zorro.

 

Concentrando su atención en los recuerdos que la inundaban, cerró los ojos e intentó evocar un recuerdo en específico. No era sencillo, porque había algunos cuantos siglos que eso había ocurrido, pero intentaría traerlo de nuevo, por lo que relajó por completo su mente y permitió que esta comenzará a avanzar a través de los años, trayendo a personas que habían sido pasajeras y otras que se habían convertido en efímeras. Todo tenía que ver con saber que era una Black Lestrange, apellido que estaba orgullosa de llevar.

 

Fue de esa manera que el rostro de su Jocker; su padre, apareció en su mente. Era una mañana lluviosa, tan típica en Londres que no tenía nada de especial, sin embargo, el hecho de saber que su padre la quería ver, la convirtió en algo emocionante, porque con apenas dieciséis años, le intrigaba que la llamara hasta su despacho, y más siendo tan temprano, ¿a caso se había portado mal? No, estaba segura que no, porque en los últimos días, ni siquiera había estado en Inglaterra, había estado durante una larga temporada en Francia.

 

— ¿Qué ocurre papá? —había preguntado,con una notable inquietud en la voz.

 

Contrario a lo que se podría haber esperado, su padre le pidió que tomará asiento y ordenó una bebida para ella, porque era un día especial o eso había dicho el pelinegro. Intrigada, esperó un par de segundos, hasta que él se decidió a hablar.

 

—Llevarás sobre tus hombros la responsabilidad del matriarcado Black Lestrange, eres la más digna de mis hijas para hacerlo y la que estoy segura permitirá que él apellido siga siendo de los más respetados dentro del mundo mágico. —esas habían sido sus palabras.

 

Intentando contener la emoción, esbozó una media sonrisa y asintió. Acercándose a su padre, tomó de entre sus manos el sello con un el escudo en forma de zorro y lema de la familia, comprendiendo por fin, la importancia del mismo, a partir de aquel día tenía entre sus manos el futuro de toda una dinastía, de una familia que había dado grandes cosas a la comunidad mágica y que podría seguir haciéndolo si la guiaba por el camino correcto. Con el sello entre sus manos, lo llevó hasta su corazón y añadió mediante magia las iniciales de su nombre M.B.L.

 

Segundos después, su padre se había convertido en un zorro y abandonado la estancia. Sí, ella era igual que su padre al menos de corazón, por lo que no dudó ni un segundo en adoptar la misma forma y seguirlo.

 

Y fue en esos precisos momentos, en los que salió del lugar al que la había enviado Akku, para regresar hasta su vivienda. Respirando profundamente, esperó unos segundos a que su mente volviera a estar en calma y pudiese procesar todo lo que había revivido en cuestión de segundos, cuando lo logró abrió los ojos que a penas se daba cuenta de que los había cerrado y la observo fijamente.

 

—Las cualidades que comportó con el zorro físicamente es que ambos disfrutamos de retraernos en soledad, así como que nos gusta la oscuridad y preferimos hacer cosas durante la noche, adicionalmente y somos sigilosos, esperamos el momento adecuado para atacar a nuestra presa, además de que nos gusta compartir nuestro hogar con la familia —enumeró lo que compartía físicamente con la especie, mientras meditaba bien lo que diría de lo mental—. En cuanto a lo mental, somos fieles, astutos, ágiles, inteligentes y podemos concentrar nuestra atención en diferentes situaciones a la vez.

 

Esperaba que lo que había dicho, fuese suficiente para la animaga, de lo contrario tendría que explorar un poco más dentro de su mente, pero tenía claro lo que lo unía al animal y eso era suficiente para ella, al menos de momento.

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Pudo sentir como en sus labios se formó una sonrisa al escuchar las palabras de Aries, entendía la sensación de la que hablaba y eso era bueno, porque había conseguido lograr formar un vínculo con su animal interior, ¿pero era lo suficientemente fuerte? No estaba del todo segura aún, tendría que superar una prueba más antes de pasar a la siguiente etapa, que sería enfrentarse a la prueba dentro de la pirámide.

 

¿Un caballo de carreras? —formuló al Black Lestrange— Que así sea, irás a una carrera de caballos y volverás a decirme como es que te sentiste y cuáles fueron las posibles dificultades que enfrentaste, ¿entendido?

 

Tras terminar con sus palabras, utilizó nuevamente su vara mágica, en esta ocasión para enviar al mago hasta un hipódromo, en donde experimentaría la sensación de ser un equino con un poco más de libertad. En cuanto Mia volvió del sitio mental al que la había enviado, escuchó sus palabras y las analizo, no le convencían del todo, quizá era momento de que experimentará la forma animal para poder expresarse un poco mejor.

 

Mia transfórmate en tu forma animal. —pidió y al momento en que lo hizo, utilizó su arma— Las cualidades que me enumeras, son únicamente de una especie de zorro, así que te enviaré a la tundra de eurosaria y únicamente podrás volver, cuando aprendas a convivir en ese hábitat.

 

Sin más, la envío transformada en un zorro hasta ese lugar. Pensando en que no tendría nada más que hacer, notó como una persona más arribaba hasta su vivienda, una londinense más que quería aprender de su habilidad, por lo que no podría negarse a enseñarle, pero antes tendría que mostrar que era digna de compartir su conocimientos con ella.

 

Soy la persona a la que buscas, adelante Leah. —invitó a la Ivashkov a ingresar— Cuéntame, ¿a cuáles de mis enseñanzas quieres acceder? ¿qué es lo que verdaderamente buscas de mi? —cuestionó.

 

Mirándola fijamente, esperó la respuesta de la bruja. Mientras tanto también monitoreaba el desempeño de sus otros dos alumnos en la lección a los que los había enviado.

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La emoción y los nervios no habían dejado dormir a la Delacour, que se había pasado toda la noche despierta ansiosa por su primera clase en el Ateneo. Comenzó a caminar por la Universidad a dónde se impartirá la clase de Animagia.

 

Si los nervios la hacían sudar el calor de la universidad lo empeoraba, suspiro frotándose la frente para eliminar los restos del calor. Su vestimenta era unos jeans azules con una blusa blanca fina casi traslucida.

 

Con las clases de conocimientos sabia que el clima era caluroso y que los Arcanos como los demás tenía su lugar se residencia ahí, por eso había elegido ponerse ropa suave.

 

Se detuvo de golpe para admirar el jardin de la Arcana Suluk Akku, era bello y muy colorido a causa del reflejo del sol, acaricio algunas flores mientras avanzaba a la entrada de la pequeña cabaña.

 

Se detuvo de golpe al ver que el clima cambió, miro a su alrededor alarmada creyendo que se habia trasportado a otro lado pero si asi fuera ¿lo habria sentido?. Se estremecio frotandose los brazos y refunfuñando de que no le avisaran que eso pasaria.

 

Practicamente se hecho a correr o intento correr pero la nieve estaba bastante alta como para que sus movimientos fueran rapidos.

 

Su golpeó en la puerta fue bastante brusco incluso muy fuerte, pero se estaba congelando ahí afuera -¿Hola?- llamó -se encuentra Suluk Akku? Soy Alessandra Delacour- se presento por si la Arcana solo aceptaba a quienes le hubieran avisado que tomarian la habilidad.

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Dije creo… —repitió en voz baja cuando se encontró dentro de un hipódromo en su forma humana. Al parecer la Arcana se tomaba de manera literal los comentarios que él había hecho, así que a partir de ese momento tenía que buscar un jinete que quisiera montarlo. Pero, ¿Quién iba a querer jinetear a un caballo blanco con cabellera de colores? Se preguntó y casi respondiéndose el mismo, se transformó en un equino de color negro, con las crines y la cola del mismo color, era hermoso e imponente a simple vista.

Aries estaba nervioso, no sabía si alguien iba a montarlo, pero no paso mucho tiempo después de estar en forma de caballo que alguien llegó a ensillarlo. No estaba muy cómodo con eso, no le gustaba aquella sensación en la que dejaba de ser libre para ser alguien lleno de premios y reconocimientos. Medito varios minutos si volver a su forma humana o seguir en su forma animal hasta que terminará su participación en la carrera y conociendo las leyes mágicas optó por seguir hasta terminar su participación.

El momento de la carrera se acercaba, ¿por qué lo sabía?, por la forma de moverse de su jinete, entre más próximo era el inicio de la carrera, el jinete golpeaba su lomo con las botas. ¿qué trataba de hacer su jinete? Ponerlo de mal humor para que deseara terminar la carrera lo antes posible. Si ese era el cometido de la persona que lo montaba estaba casi próximo a lograrlo, ¿Por qué los jinetes trataban así a sus caballos? Lo desconocía, pero lo odiaba.

Durante la carrera se dejó llevar por ese sentimiento y deseo de ser libre, corrió lo más rápido que podía, a pesar de ser azotado por su jinete “motivándolo” a que corriera aún más rápido de lo que ya estaba corriendo no pudo llegar en primer lugar. No, él no podía ser un caballo de carreras, podía ser un caballo que recorriera largas distancias en poco tiempo.

Así que cuando todo termino, regresó con la arcana.

Volvía a estar en su forma humana, pero Mia ya no se encontraba en aquel lugar, en su lugar se encontraba la actual esposa de su madre y warlock, Leah Ivashkov. Quiso ir a saludarla, abrazarla y hacer que ella le curará la espalda de los azotes recibidos, pero no podía estaba tan cansado que se quedó tirado en el suelo mirando a Suluk y a la tercera chica que se encontraba en el lugar.

He regresado…—su voz era cansada, su cuerpo al igual que su espíritu se encontraban cansados. Pero a pesar de todo trato de ser educado y saludo a las mujeres que recién llegaban. —Buenas… ¿Tardes? Señoras.

Tras aquel saludo esperó unos minutos para que el pudiera contarle a la arcana que le había pasado en aquella carrera, y aunque no sabía cómo comenzar le fue contando mientras le señalaba las partes que más le dolían.

No me gustó nada ser un caballo de carreras, fue una de las experiencias más horribles que he vivido. Nos maltratan, nos fuerzan a ir más rápido de lo que podemos, vamos cargando un bulto que lo único que hace es azotarnos para decirnos que vayamos más rápido. Odio a los jinetes, me encanta ser un caballo, pero deseo ser un caballo libre, no un caballo salvaje, pero si uno que pudiera correr sin ser azotado.

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No entendía exactamente la finalidad de Suluk y justo cuando iba a preguntarle, la orden que le dio, se apoderó completamente de su mente, logrando que se transformara en un zorro polar. Una de las especies que jamás había experimentado antes, pero que no la hacía sentirse desconectada o incómoda, sino solamente un poco confundida. Intentando retomar el control de sus emociones, pensó en el pelaje grueso blanco con azul que cubría su cuerpo, el color que sabía que atraía a los humanos por su belleza y excentricidad.

 

Así era ella, le gustaba atraer a las personas y sentirse deseada, ¿era una cualidad más que compartían? Al parecer sí, justo cuando mentalmente preguntaría a Suluk sobre el nuevo descubrimiento, sintió como su cuerpo comenzaba a viajar hasta otro sitio, uno completamente alejado al que se encontraba actualmente. Considerando la posibilidad de utilizar el haz de la noche para volver a la vivienda de la arcana, negó con lentitud. Intentaría cubrir correctamente la prueba que le había impuesto.

 

Por lo que se concentró en el lugar en que se encontraba. Era la tundra, no sabía exactamente a que parte del mundo correspondía, pero el hielo que cubría todo a su alrededor, le dejaba comprender que tendría que ponerse en marcha, porque sí bien su piel la protegía de las inclemencias del tiempo, no podría confiarse, buscar una guarida era la prioridad. Necesitaba ponerse a salvo, con ese pensamiento inició su andar.

 

Le costó un poco de trabajo al inicio, porque sentía que se resbalaba sobre el frágil hielo, pero solo era su imaginación, porque pasados unos segundos pudo caminar correctamente. y disfrutar del clima y se sentir como poco a poco su cuerpo iba adecuándose a la nueva estructura física que poseía. Una vez confiada, se adentró a una pequeña cueva que desprendía un humo muy tenue, considerando la posibilidad de transformarse en humana, negó con lentitud, quizá podría espiar un poco y disfrutar de compañía..

 

Pero eso era un error, porque en cuanto los orbes miel del humano la vieron, empuño su arma de fuego, ¿qué demonios? fue lo primero que pasó por su mente, pero segundos después recordó que era un zorro, uno que era extraño encontrar y por lo tanto era una especie que buscarían cazar a como diera lugar. Recobrando la compostura, comenzó a correr y escabullirse, sintiendo como la seguía de cerca el humano, un simple muggle que no comprendía los misterios de la magia.

 

Cuando creyó que no conseguiría escapar y que iba a morir en ese lugar, encontró un árbol, por lo que sus emociones comenzaron a tranquilizarse, para desaparecer todas aquellas relacionadas con el miedo y la angustia de no volver a la vivienda de Suluk, mezcladas con la impotencia de no poder usar la magia. Una vez en el árbol, se metió entre las raíces, en donde encontró otros dos zorros más, a los cuales se acercó e interactúo, intentando comprender lo que le querían decir.

 

Sí, esa prueba estaba sacando parte de su lado más humano, uno que sentía perdido. Cuando lo comprendió, sintió como su cuerpo estaba regresando hasta la vivienda de Akku. Transformada en humana, miró a Aries y se preocupó por él, estaba herido y una nueva bruja había llegado, era Leah y segundos después, una más arribo.

 

—He vuelto... creo que entiendo un poco más mi forma animal. —soltó a la arcana— Somos únicos, cada quién a su manera y especiales, algo que atraerá a la gente de manera positiva o negativa. Cuando un cazador me estaba persiguiendo sentí angustia por morir y por no poder volver, pero lo que en verdad me preocupó es que pocos son los que comprenden la importancia que tiene cada animal en el medio en que convergen. —intentó explicar sus pensamientos, mientras no le quitaba la vista de encima a Aries.

 

Pensando en un curación, ayudó a comenzar a curar sus heridas, era lo único que se le ocurría, y esperaba que Akku, lo terminara de curar.

 

—Por otra parte, el hábitat no es fácil de sobrellevar, sin embargo, puedo adaptarme a él sin problema alguno, lo mismo que ocurre en mi vida, me he adaptado a diversas situaciones que he vivido y que otros no habrían podido. —de esa manera terminó de hablar y respiró profundamente.

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-Muchas gracias, Arcana -inclinó la cabeza ante la anciana antes de entrar, sacudiendo los copos de nieve que quedaban en su cabello.

La pregunta inicial siempre era ambigua, ninguna respuesta lograba satisfacer nunca a nadie a menos que tuviera mucha imaginación o un poco de pasión. Por lo tanto, guardó silencio hasta que estuvo resguardada en el interior de la cabaña, con una temperatura más agradable para el cuerpo. A diferencia de muchos, su verdadera curiosidad estaba en la pequeña mujer y a decir verdad, era bastante interesante. Los Arcanos solían ser más imponentes pero ella no, ella parecía fuerte por muchas cosas, resaltando su habilidad. Le dedicó una sonrisa.

-Quiero aprender el arte de la Animagia -dijo sin más-. Quiero poder tornar mi cuerpo en algo acorde a mi espíritu, cosa que quizás tenga que descubrir en el camino. Pero estoy dispuesta a entrenarme el tiempo que sea necesario para no hacerla perder su tiempo...

Una voz conocida la sacó de su conversación con la anciana y pese a que la puerta volvió a sonar con un golpeteo insistente, los ojos de Ivashkov se abrieron tanto que el horror era imposible de obviar.

-¡Aries! -exclamó con la voz ahogada-. ¿Pero qué te ha pasado?

No había pedido permiso para moverse y, ciertamente, Suluk no había decidido aún si iba a enseñarle pero Ivashkov tenía una sola cosa y era que, pese a que en su juventud había huido de la maternidad, era una verdadera madre con amor por sus hijos. Y aunque Aries no había salido de su vientre, el hecho de que fuera hijo de su esposa era suficiente como para que cualquier cosa fuera pequeña en comparación a su importancia. Por ello, tras agradecer a Mía con una mirada, se acercó al muchacho y se puso a su altura, para ver sus ojos. Había mucho dolor en él pese a la curación y por lo que pudo ver, más gracias a la intuición que a la Legilimancia, tenía que ver más con lo que había sufrido que por el daño físico.

Con mucho tacto, ya que sabía lo que podía significar el trauma, colocó la palma en el hombro de su hijo y le transmitió una curación potente. No era la curación de los libros de los Uzza, era una curación común que se usaba en casos de alta gravedad para eliminar los daños en la piel. Sonrió y peinó su cabello, puesto que más que parecer un caballo en su forma humana parecía un humano que había sido pisoteado por un caballo. Si había hecho bien o mal al curarlo por completo, lo sabría en ese momento, pues se puso de pie y volvió a mirar a la Arcana.

-Puede que no sea digna de su aprendizaje, como cualquier otro mago que ignore la sabiduría de los Arcanos tanto como ignoran el alcance de sus propias habilidades. Sin embargo, le aseguro que tengo la convicción suficiente para enfrentarme a lo mismo que ha enfrentado mi hijo y salir, como él, aprendiendo un poco más de aquello que ignoramos sólo por costumbre a la desinformación.

No había llegado a Warlock por falta de soltura a la hora de hablar. Desvió los ojos a Mía y curvó una sonrisa.

-Como en los viejos tiempos.

Las palabras nunca salieron de su boca pero Mía las escucharía en su mente.

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- ¿Una nueva alumna? - De nuevo Suluk tendría a media comunidad mágica en su vivienda así que tendría que buscar la forma de dividir el grupo para evitar ser consumida por todo lo que tenía que hacer con cada uno de los alumnos - Pasa pero por favor no vayas a golpear mis objetos porque todos son muy valiosos. ¿A qué has venido? - La muchacha solo había preguntando por la arcana pero deseaba conocer sus intenciones antes de darle alguna indicación.

 

- Has regresado justo a tiempo - Aries había vuelto de su experiencia como un caballo de carreras y Suluk se quedó en silencio escuchando lo que tenía para decirle sobre lo aprendido y lo que deseaba ser a paritr de lo vivido en dicha situación - Creo que has aprendido lo suficiente y que tienes clara tu conexión con tu forma animal, así que... - La anciana hizo una leve pausa - ¿Deseas presentar la prueba de la Animagia? - Pocas veces realizaba dicha pregunta y tenía clara la respuesta que deseaba escuchar.

 

- Y al parecer creo que alguien más ha aprendido lo suficiente - Mía había logrado entender la razón por la cual Suluk había tomado la decisión de enviarla a la Tundra y en forma de zorro polar - Creo que no es necesario que sigamos alargando tu proceso de aprendizaje. Así que deseo saber si quisieras presentar la prueba de la Animagia - Suluk se alegraba cuando podía hacer esa pregunta a sus aprendices dado que sabía que pronto habría nuevos amigos en el mundo mágico.

 

- Entiendo, y estoy dispuesta a enseñarte mis conocimientos. No obstante, tu sola deberás descubrir tu forma animal. Si no lo logras, no te enseñaré lo que sé sobre la animagia, si lo logras podrás iniciar tu aprendizaje - Las palabras de Suluk eran claras, al tiempo de su collar salió una bola de nieve que impactó en la cabeza de la Ivashkov. Solo ella sabría a donde la llevaría y si volver deseaba tendría que esforzarse mucho para descubrir su animal interior.

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Leah había curado las heridas de Aries, por lo que podía estar totalmente tranquila. Como Warlock, la bruja poseía algunas habilidades mágicas que eran desconocidas para los demás, por lo que no interferiría con ellas, permitiría que se diera todo como debía darse. Además, confiaba en ella y sabía que nunca dañaría al hijo de su esposa, porque lo quería como propio, adicionalmente, si algo iba mal, estaba segura de que Akku terminaría haciendo lo correcto.

 

Concentrada en las palabras que sonaron en su mente, esbozó una sonrisa y asintió en muestra de reconocimiento. Estaban juntas nuevamente, cursando una habilidad codo con codo y ayudándose cuando era necesario, un lazo que las había unido años atrás. Por lo que cuando escuchó las palabras de la arcana, se giró hacía ella y no pudo evitar que en su rostro apareciera una mueca de sorpresa.

 

—Si, deseo presentar la prueba. —respondió ante su ofrecimiento, sorprendida pero emocionada a la vez— Es un placer, saber que mi aprendizaje me ha llevado a eso.

 

Las últimas palabras las dijo para sí misma, por lo que continuó con una media sonrisa en los labios, esperando un poco a que el Black Lestrange respondiera ante la pregunta de Suluk y juntos pudieran realizar la prueba. Mientras tanto, no pudo evitar tener un poco de nerviosismo, porque no sabía a donde la llevaría la prueba, solo sabía que sería complicada, al igual que las otras que había realizado para vincularse al anillo de metamorfomagia y hablante de pársel.

 

Cada prueba era más difícil que la otra, al menos a su parecer, porque le exigían más de sí misma, y eso la cansaba y la hacía dudar sobre si era lo suficientemente fuerte para enfrentarse a ellas, pero tras vencer los obstáculos iniciales, comprobaba que lo era y recuperaba la confianza en sí misma.

Editado por Mia Black Lestrange
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