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Animagia


Suluk Akku
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Leah había aceptado la prueba, tal y como era de esperarse. Mirandola una vez más, asintió con tranquilidad y le pidió que se retirara a descansar, ella la llamaría cuando fuese el momento adecuado para presentarla.


En cuanto se retiró, prestó su total atención a Arya, lo que le comentaba acerca de su sueño era algo que rara vez ocurría a un animago, sin embargo, estaba segura que era la señal que necesitaba para despertar el animal interior que poseía. Por lo que era momento de que averiguaran si realmente era un sueño o si había tenido algún vínculo con su animal.

—Te ayudaré, así que no te preocupes más… te mandaré a un sitio en donde estarás completamente sola y revivirás el sueño una y otra vez, hasta que logres hacer contacto con lo que sea que te esta trastornando, ¿de acuerdo? —soltó con una sonrisa en los labios.

Mirando a la bruja una vez más, se puso de pie y le indicó que hiciera lo mismo. Segundos después, usando su varita mágica hizo aparecer una flor de color café, la cual en el instante en que la Macnair la tocará, la llevaría hasta su sueño y la dejaría allí.

Recordando el proceso de aprendizaje que llevaba Alessandra, esbozó una sonrisa. Lo estaba haciendo bien, había obtenido el contacto que requería con la liebre, y por fin había vuelto hasta su morada, mirándola con una sonrisa en los labios, le indicó que tomará asiento y se relajará un poco, antes de continuar tenía que reponer fuerzas.

— ¿Cómo te sentiste? ¿Qué características hacen única a la libre y cuáles compartes con ella? —sus cuestionamientos eran importantes para ella, porque allí estaría la clave para saber si podía convertirse en una libre exitosamente o no.

Mirando la puerta, supo que había llegado una de sus alumnas más. Mirando a la Delaocur y pidiéndole un minuto de paciencia, se encaminó hasta la puerta, la cual abrió y al ver que se trataba de una bruja, sonrió y espero a que esta articulará palabra alguna, pero como no lo hizo, supo que tenía que ayudarla a perder la timidez.

— Bienvenida a mi morada, ¿en qué puedo ayudarte? ¿a quién buscas? —las preguntas que le hizo, fueron después de invitarla a pasar e indicarle una silla sobre la cual podía sentarse.

Esperando su respuesta, se volvió a Alessandra y le pidió que continuara con sus respuestas.

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Como si necesitara esas palabras el mismo humo de antes la rodeo impidiendole sentir algo del exterior, su corazon se acelero ante la idea de volver a donde estaba la Arcana, ¿le tendria otra prueba?

 

Tantas dudas le asaltaron hasta que la niebla se disipo a su alrededor dejandole ver donde un dia antes habia estado, aunque si lo pensaba no sabia el tiempo que paso pero tampoco le importaba mucho, la tranquilidad que la liebre desprendia se iba llendo junto a sus instintos protectores.

 

Alessandra le sonrio a Suluk también aspirando el aire cálido del lugar, ya el olor a las flores y el sol abrazador los había dejado atrás ahora podía relajarse sin estar al pendiente de lo que la rodeaba. Dejó que Suluk atendiera al recién llegado pero le sorprendió ver a Cissy.

 

La última vez que la vio fue cuándo dejó de ser tutora en Hogwarts y después no supo más de la Macnair, pero le alegraba verla y más que compartirían la habilidad. Mientras esperaba fue analizando sus preguntas, pero no necesitaba sólo pensarlas bien sino decirle cómo se sentía.

 

-La verdad me siento extraña- no pudo evitar reírse -la adrenalina y los instintos de la liebre fue bastante fuerte- suspiro sintiendose mejor al sacar eso.

 

-Sus instintos protectores, la supervivencia hacen que sea único- le respondió al recordar cómo las había sentido - y la paciencia, sin duda eso también es destacable- su corazón se aceleró antes de responderle a la Arcana.

 

-Los instintos protectores y la paciencia- esa respuesta fue automática, no necesitaba pensar porque era madre y la protección a sus hijos era instantánea.

 

Y la paciencia había acumulado la suficiente en San Mungo que era tan automático cómo los instintos protectores.

 

Se calló mordiendose el labio, desde que entró a la morada de la Animaga no había estado tan segura de sus palabras y explicación cómo hasta el momento. Pero la última palabra la tenía ella y sólo ella.

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Podía comprender cuáles eran las similitudes que creía que compartía con la libre, sin embargo, una cosa era pensarlo y otra muy distintas que así fuera. Pensando en eso, esbozó una media sonrisa espero a que la bruja terminara de compartir sus pensamientos y sentimientos, era importante conocer todo lo que estaba pasando por su mente, porque era la única manera de ayudarla a encontrar el camino correcto y terminar de conectarse con su animal interior.

 

— ¿Sabes como tienes que transformarte en una liebre? Es momento de que lo hagas, necesitamos continuar con tu enseñanza y es el siguiente paso, cuando lo logres... podrás salir de la madriguera. —le informó a Alessandra con una tranquilidad inaudita de ella— Así que, intentalo y cuando lo consigas volverás hasta mi morada y podremos proceder a tu última etapa de formación, estás muy cerca.

 

Tras sus palabras, con un movimiento de su vara mágica hizo aparecer un trozo de tronco, el cuál se lo entregó en sus manos a la sanadora, y en cuanto lo tomó, fue trasladada hasta los matorrales de Francia, un país relativamente cercano, el cual estaba rodeado por un bosque que permitía el correcto desarrollo de la especie en la que se transformaría la bruja, asimismo, le permitiría explotar un poco de forma segura por todo lo que la rodeaba, experimentando dentro de su forma animal, con al finalidad de entender aún más el comportamiento del animal.

 

Sabía que su anterior prueba había sido exitosa, así que dentro de poco tiempo estaría terminando con su formación, de eso estaba completamente segura. Por lo que simplemente era cuestión de esperarla un poco más, mientras tanto, tendría que volver a prestar total atención a las dos brujas que aún la acompañaban dentro de su cabaña.

 

Ninguna de las dos articulaba palabra alguna, ¿estarían completamente mudas? Podría ser que sí, por lo que se dedicó a servirles una segunda taza de té y se las ofreció, esperando a que eso las ayudará a relajarse y abrir sus pensamientos y palabras hacía ella.

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La Arcana abrió la puerta y me quedé helada -valga la ironía-, totalmente muda. La bruja medía poco más de metro cincuenta... o quizá era por la cantidad de ropa que tenía. Su cabello era blanco como la nieve de afuera y sus ojos azules. Era hermosa aunque fuera vieja y seguramente en su juventud había sido una bruja más que atractiva. Abrí la boca para decir algo, pero no sabía qué, así que ella me miró y saludó con cortesía. Di un paso al interior del lugar y aclaré mi garganta, buscando las palabras.

 

-Ehm... Hola, usted debe ser la Arcana de Animagia Suluk Akku. Mi nombre es Cissy... Macnair... y quería pedirle, si usted quisiera, ayudarme a conseguir mi forma animal... aprender, Animagia- dije, sintiéndome como tonta por no encontrar las palabras.

 

Báleyr me había dado miedo. Amara me había ocasionado respeto pero ternura, además de ser una de las Arcanas a las que más estima le tenía. Sajag... bueno, el viejo barrigón y Sybilla habían tenido una historia, así que estar en su presencia era algo confuso. Pero Suluk... ella imponía respeto de una forma que era imposible describir con palabras, porque era tan anciana y su piel parecía que iba a romperse si sonreía demasiado, pero por nada del mundo daba el aspecto de ser una persona desvalida. No. Se notaba que había poderes ocultos en ella, magia avanzada.

 

-Lo que quería decir... Es que deseo aprender el arte de la Animagia. En mis estudios con el Arcano de Videncia descubrí una visión de mí misma con usted, estudiando la magia del cambio. Me pasó algo similar cuando estudiaba con la Arcana de Metamorfomagia y creo... que es momento de saber por qué he tenido esas visiones- me sinceré, esperando no marearla al respecto.

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<<Estaba muy cerca>> esas palabras de Suluk la pusieron tan contenta y a la vez nerviosa que se le secó la garganta ante la idea de transformarse en una liebre.

 

-Si se como transformarme- le respondió recordando su clase de transformaciones y cómo habían hablado de ese tema.

 

Pero cuándo estaba por preguntarle si se tenía que convertir en liebre ahi mismo la Arcana le dio un tronco que la translado hasta un hermoso bosque. Aún era humana cuándo llegó al ver dónde estaba se le calló el tronco al suelo, no era el lugar de sus sueños pero si bastante cerca por el relieve del lugar, el bosque, incluso el olor era agrabadle y la luz del sol sobre su piel que no sintió el cambio de lugar ni del clima.

 

Las palabras de la Arcana volvieron sonar en su cabeza, esa prueba era para transformarse se dijo pensando en la liebre de pelaje color oro, sus pequeños ojos azules, su cola bi color, sus patas traseras más largas que la delanteras y sus grandes orejas paradas para captar cualquier peligro a su alrededor.

 

En un momento la figura humana ya no estaba sino que había sido reemplazada por una liebre que movía su nariz captando el olor a otros animales. Su cuerpo se quedo quieto salvó por sus orejas y sus ojos que buscaban si habia peligro.

 

El sonido de unos pasos alertó a la criatura que dirigió su atención a dos figuras en el bosque, dos humanos caminaban por las sombras, la mujer y el hombre rían de algo lo que le molestó a la liebre por el alboroto que hacían.

 

No sólo el alboroto la molestó sino que iban haciendo ruido con un objeto largo y extraño, cazadores, razono una vocesita en su cabeza, todo cerca de ellos gritaba peligro, su corazón latía muy deprisa, su mirada iba por los arrededores buscando una salida mientras los humanos seguían si darse cuenta que estaba ahí, salvó por un gran perro negro que salivaba.

 

Otro ruido salido de aquél objeto la alertó y un movimiento involuntario captó la mirada del perro que salió a correrla y ella grascias a sus patas traseras torneadas y largas le permitieron correr tan rápido que dejó atras a los humanos, al perro y un ciervo, cuándo se detuvo de golpe agitada trató de buscar el sonido de su perseguidor, seguía tras suyo asi que hecho a correr nuevamente pero está vez estaba atenta para buscar una madriguera ennla cuál esconderse.

 

No era consciente del tiempo pero dio con una madriguera pequeña que no era fácil de ver salvo para ella, ya no sentía ap perro detras suyo pero sin duda no se arriesgaria a que la encontrará.

 

Se acomodó en el agujero que estaba vacío y esperó, un aullido y pisadas era lo que se escuchaba afuera pero la liebre seguía quieta en aquélla madriguera hasta que no escuchó nada, los pasó y el perro salieron a correr cuándo el cuadrupedo captó un ciervo y los cazadores salieron detrás de él.

 

La liebre salió de su escondite para dirigirse nuevamente al prado, estaba a salvó y deseaba volver con Suluk.

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—¿A mi... sueño?

 

Insegura tragó saliva y copió los movimientos de Suluk, pues ésta cordialmente y sin mediar palabras le había incitado a ponerse de pie. Tenía terror a estar sola en el bosque, lo desconocido le helaba la sangre y el recordar su aspecto ante el reflejo del agua le estremeció pero a su vez el corazón le latía con fuerza ante la tentativa de una nueva aventura, como si saborease la futura libertad; algo reprimido en su interior ya galopaba incesante liberando endorfinas en su torrente sanguíneo.

 

Para entonces la arcana había hecho aparecer frente a sus narices una llamativa flor color café, sus pétalos se veían suaves pero no era la textura lo que importaba sino lo que su presencia representaba. Arya extendió la diestra algo temblorosa y con sus finos dedos rozó la flor tratando de captar su aroma también antes de sentir la necesidad de cerrar los ojos e inhalar, su cuerpo entero fue embargado por la paz y tras un segundo creyó que había caído presa de un hechizo del sueño.

 

Al exhalar sus músculos volvieron a sentirse tonificados, la gravedad la aplastaba contra le sueño y abriendo los párpados se encontró en medio de una espléndida noche de otoño. Los árboles tenían sus copas teñidas de dorado, rojizo, marrón y blanco, era verdaderamente hermoso de apreciar, el suelo estaba cubierto por un colchón de hojas secas y ramas caídas, alguna que otra piña perdida o castaña, el aroma a lluvia podía distinguirse —como tierra mojada— y la luna brillaba magnífica en lo alto del firmamento.

 

Las estrellas parecían diamantes incrustados en tela negra, titilaban y parecían danzar alrededor de la luna, el aire estaba frío, lo notó ya que su atuendo era demasiado fino para el lugar donde se encontraba e incluso para el anterior así que abrazó su torso antes de comenzar a temblar. Era ella aun, podía notarlo al verse los pies o tocarse el rostro ya congelado por varios minutos a la intemperie, más estaba segura de que Suluk había dicho que viajaría al sitio de sus sueños donde repasaría una y otra vez la misma escena hasta que tuviera lógica ¿Entonces qué estaba mal?

 

A sus espaldas algo crujió, era como si se quebrase una rama bajo el peso de un cuerpo. Volteó rápidamente, los labios le temblaban y ya no tenía control sobre ellos y aunque no hiciese un frío excesivo, los nervios la empujaban a tal comportamiento. Entre el espeso follaje un par de ojos amarillentos y brillantes surgió, no se oía gruñido alguno solo una respiración pausada y tranquila, lo que fuese aquello la estaba estudiando desde que había llegado y no había querido hacerse notar hasta entonces ¿O había sido un accidente?

 

La bruja tomó su varita por instinto, pero no, tenía las manos vacías pues en sus sueños no poseía armas para defenderse, no había nada a su alrededor que resultase una amenaza para su persona, era feroz y temida, admirada y respetada. Un sudor frío le corrió por la espalda y dio un paso atrás cuando la bestia decidió que ya era momento de darse a conocer. Las sombras se escurrieron por su pelaje dorado y sus ojos brillaron aun con más violencia que antes cuando la luna le dio de lleno en el rostro animal, su hocico alargado enseñaba dos filas de colmillos peligrosos y blancuzcos como hueso.

 

Un segundo paso hacia atrás y contempló la situación, no podía enfrentarse a lo que fuese que aquello era sin armas, sus manos eran habilidosas para amar a su hija no para tomar del cuello a un ¿Chacal? había aprendido sobre ellos en la academia, eran criaturas muggles o eso se creía puesto que los antiguos Egipcios tenían ciertas historias curiosas en referencia; no era un lobo ni un perro, tampoco un zorro o un coyote pero tenía una facción de cada uno así como una inteligencia sobre estimada, y lo más importante, un sentido de la orientación asombroso. Por ello era que en algún momento fueron llamados "Abridores de caminos".

 

Anubis era uno de ellos, estaba segura de haberlo leído también.

 

El chacal aulló de manera lastimera erizando su piel y haciendo nuevamente que su cuerpo se estremeciera, su cantar era triste y lastimero, como si estuviera herido pero se lo veía en perfectas condiciones. Entonces sus piernas actuaron antes que el cerebro enviase la orden y en cuestión de un suspiro se había echado a correr en la dirección contraria; era absurdo creer que le ganaría en agilidad a un animal salvaje pero valía la pena intentarlo. Perdió un zapato en el proceso y se deshizo del otro al instante, la tierra helada se le metía entre los dedos de los pies y todo lo demás en ocasiones le pinchaba las plantas pero aun así se sentía bien, era una ligera prueba de libertad.

 

Descalza creyó correr más rápido aunque los pulmones ya le ardían, llevaba cerca de veinte minutos en carrera y cuando creía haberlo perdido y se detenía, le bastaba girar levemente la cabeza para cualquier lado y ver al chacal a su misma altura, unos cuanto metros más alejado. Éste amenazaba con abalanzarse sobre ella y entonces el ciclo comenzaba una vez más y con cada comienzo el bosque parecía echar raíces en sus pulmones que ya no molestaban y en su corazón que aullaba en su pecho.

 

—No puedo. Ya no puedo más...

 

Agotada se detuvo de golpe, ambas manos tomando sus rodillas y el cuerpo inclinado hacia delante, estaba a punto de vomitar por el esfuerzo cuando algo crujió detrás de ella, la zona se había tornado más oscura y fue por ello que no vio el risco que caía en picada medio metro al frente, decidió que no sería la cena de aquel animal y dio un paso en falso cayendo sin más. Por suerte cuesta abajo había más árboles, arbustos y troncos secos que piedras y más pendientes por lo que simplemente se llevó un tremendo golpe en la cabeza y unas cuantas cortadas por todo el cuerpo.

 

Al despertar, el sol ya estaba en lo alto del cielo azul y ella no tenía ni la más mínima idea de en dónde se encontraba. Suluk Akku no parecía acudir a su rescate y el cuerpo le dolía demasiado por la caída. Tuvo que improvisar un ungüento con algunas hojas que encontró investigando los alrededores para las cortadas y beber mucha agua de un arroyo cercano, uno que le resultaba increíblemente familiar, solo que al limpiar la sangre de su rostro era humano el semblante que le devolvía la mirada, no animal.

 

—Abridor de caminos...— Pensó jugando con una piedrita.

 

No era metafórico el hecho de encontrarse perdida entonces pero si lo analizaba con cuidado ¿Cuánto tiempo hubo estado perdida en su vida?. Al nacer pasó años sin saber realmente quién o qué era, en una familia que no compartía ni su sangre ni sus ideales y que por mucho tiempo después no logró comprenderla. Durante su adolescencia, momento crucial en la vida de todo ser humano vagó por el Norte hasta convertirse en una cazadora nata y acabar asesinando a sus amigos más cercanos, y una vez más vagando por los fríos terrenos Rusos. Fue salvada y consiguió redención ¿Pero aquello qué le costó?

 

Por tratar de limpiar su consciencia y su espíritu se halló sumergida en un grupo de personas que lentamente fueron quitándole todo lo que la hacía ser quien era. Se perdió por amor, se perdió por dolor y por rencor, vivió perdida hasta encontrar a Pik. Encontrar a su padre representó para ella la libertad, —y entonces lo recordó—, abriendo enormemente los ojos recordó que aquel sueño había comenzado tras mudarse a la Mansión Macnair, luego de haber dejado atrás todo lo que una vez conoció y abrazar lo que realmente le hacía feliz, fue cuando despertó cada noche agitada y desorientada pero viva.

 

La noche había caído una vez más y la encontró sumergida en sus pensamientos, cosa que seguramente no le tomaría por sorpresa, los árboles de aquella zona no permitían que la luna iluminase demasiado pero a su izquierda veía perfectamente la boca monstruosa de una cueva rocosa. —Se que estás ahí— susurró, sus ojos verdes buscaban el oro fundido que el día anterior vislumbró en las orbes fieras del animal pero aun no lo veía aunque si podía sentirlo en la piel.

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  • 2 semanas más tarde...

Se frotó las manos envueltas en mitones y elevó la frente hacia el pico de la montaña que desaparecía en sendos nubarrones grises. El viento gélido se colaba entre las múltiples capas de ropa y había dejado de sentir los pies después de horas caminando en la nieve. Claramente, no había sido la mejor idea adentrarse en las montañas sin saber ni cómo encender un fuego, pero estaba tan fascinada con el felino que no dudó un instante antes de salir tras sus huellas. Era sabido que de niña no había mostrado muchas luces; siempre imprudente, siempre tozuda, como una mula. Se llevó la taza con café a los labios y el calor del líquido espantó la nieve y el frío de sus recuerdos. Frente a ella la mesa estaba dispuesta como para alimentar a toda la familia, sin embargo, solo ella había bajado a desayunar antes que despuntara el alba.

 

Tomó un poco de esto y un poco de aquello, se llenó de mermelada de fresa, pastas y café. Estaba de buen ánimo y de mucho mejor apetito, así que pasó un buen rato comiendo en soledad, leyendo El Profeta y de vez en cuando haciendo algún comentario airado en voz alta a nadie en particular. Las clases de habilidades eran exigentes, más le valía desayunar bien para poder aguantar la jornada sin morir de hambre frente a la arcana. Aunque sabía que en dos horas volvería sentir un agujero en el estómago.

 

Después de un largo rato se levantó frotándose la barriga, con la pálida luz del sol otoñal comenzando a colarse por los ventanales de la mansión. Desapareció al alcanzar la puerta principal. Cuando puso los pies en la Universidad, se dio cuenta de que estaba muy lejos de dónde debía ir, le quedaba un buen trecho arenoso hasta la residencia de los arcanos, y de ahí, tenía que buscar a Suluk Akku. Era tan temprano que era la única alma que deambulaba por las callejuelas. No era su primera clase, podría decir que ya conocía muy bien la ruta hasta las residencias.

 

Encontró la casita de Suluk rodeada de un jardín, luego de atravesar toda la universidad, los jardines y la biblioteca, escondida detrás de un muro de barro cocido rojizo. Se acercó a la puerta de hierro y entró. La recibió un viento helado que la hizo sentir como en casa y no pudo ocultar una sonrisa de satisfacción cuando hundió sus botines en la nieve. El sol de otoño se reflejaba en su pálida piel y le sacaba destellos plateados a su larga melena blanca. Avanzó hasta alcanzar la puerta principal. El toc toc que hizo con sus nudillos sobre el hielo de las paredes resonó seco y grave. Desde el interior saló a recibirla un malamute muy desconfiado, que movía la nariz en su dirección olfateando el aire.

 

Beltis se irguió y lo miró atentamente sin hacer movimientos bruscos para que el perro se dedicara a oler bien. Los copos de nieve caían sobre su delgada blusa pero no sentía frío, así que no le incomodaba quedarse un rato en el exterior junto al perro -prefería eso al calor sofocante que hacía fuera de esa pequeña burbuja. Después de unos segundos, el malamute se acercó a sus dedos y comenzó a lamerlos, meneando la cola lentamente. ¡Claro! ¡debían saber a frambuesa y nata! no era tonto. Beltis con la otra mano le acarició el cuello, detrás de las orejas.

 

- Bien ¿qué dices? ¿me vas a dejar entrar?

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Los eventos más recientes me tenían cuasi obligada a estar allí, a hacer frente a aquello de lo que había huído la vez anterior. En todos esos meses, había esbozado una docena de argumentos para justificar mi comportamiento por un lado, y convencerme de que la animagia no era necesariamente indispensable para intentar comprender, en toda su dimensión, el problema de la licantropía de Garry.

 

Pero los recientes hechos de Halloween no habían hecho más que tirar por la borda todos aquellos discursos.

 

Así que allí estaba de nuevo. Caminando por la universidad más metida en mis propios pensamientos que en lo que tenía alrededor. Ni el clima que comenzaba a cambiar y tornarse más frío, ni las canciones y charlas alegres de los estudiantes sobre que harían en sus próximas vacaciones, lo único que acudía una y otra vez a mi mente era aquel paraje africano, esa sabana cuasi interminable y la caberú hembra cazando a veces sola, a veces dentro de una manada.

 

Había intentado también encontrar a una explicación a por qué de entre todos los animales, era ese aquel que había aparecido para mí. En ese entonces, la arcana me había exigido una observación y comprensión de ese hecho, de dilucidar la conexión que podía tener con ese animal, y el no encontrarlo en el tiempo estipulado era el motivo por el cual había fallado.

 

Dejando atrás los enormes edificiones, pronto divisé la vivienda de Suluk , que pese a parecerme a muchas de las otras viviendas, tenía la particularidad de la nieve perpetua en su jardín. En esos momentos, mi ropa era ya la típica del cambio de estación y próxima venida del invierno: suéter, pantalón jean, botas con un forro interior grueso para dar más calor a los pies, y la ushanka cubriendo mis orejas del viento frío (que sería todavía más frío al ingresar a la casa de la arcana). Sin embargo en el morral con hechizo expansor había colocado también un sombrero de ala ancha y ropas más ligeras por si tenía, una vez más, que volver a los territorios habitados por los caberús.

 

Sí, estaba lo más preparada posible en el plano material del asunto. El problema venía por el lado mental.

 

Cuando por fin estuve frente a la puerta de hierro, y con suavidad la abrí para hacerme paso al interior, comprobé que una mujer se encontraba allí, entretenida con una de las mascotas de la arcana. Manteniendo una prudente distancia, la saludé con una venia, sin preocuparme demasiado sobre quién podía ser, salvo el único detalle que no había podido pasar desapercibido del color de sus cabellos que al instante me recordaron a Oniria, la más admirable colega que tuve en mi época de profesora de Hogwarts.

 

No quería mostrar signos de impaciencia, pero esperaba que Suluk apareciese pronto. Y por sobre todo, que no fuera demasiado dura conmigo por haber fallado la primera vez. Ya me había sido difícil tratarla, con ese carácter ran reservado y enigmático, no quería imaginarme lo que significaba añadirle ira o decepción a esa combinación.

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- ¿Visiones? - Era la primera vez que Suluk recibía una aprendiz por una visión, pero esperaba que la misma fuera verdadera y Sajag estuviese haciendo bien su trabajo enseñando videncia - Quiero que me hables un poco sobre esa visión. ¿Qué pudiste observar en ella? ¿En qué animal crees que puedes ser? - Suluk necesitaba una conexión mayor para iniciar sus enseñas y una simple visión no sería suficiente para convencerla, así que Cissy tendría que esforzarse un poco más para articular una respuesta capaz de generar curiosidad en la arcana.

 

Al mismo tiempo Suluk pudo observar que Alessandra estaba cumpliendo con su tarea. Había logrado transformarse en una liebre y cumplr con su misión, pero de ella dependía su regreso o no. El portal de regreso a la vivienda de la arcana aparecería cuando la bruja considerara que estaba lista y que había aprendido lo suficiente como para tener una nueva conversación con Suluk - ¿Será que ya? - Suluk consideraba que ya estaba lista para regresar.

 

Arya también se encontraba realizando lo solicitado por la anciana unos minutos antes. Estaba en medio de una persecución realizada por Anubis, la cual no parecía haber terminado de la mejor manera. Suluk se levantó de su silla para tomar acciones en caso de ser necesario pero notó que la mujer se encontraba bien y que no había sufrido mayor daño debido a su caída. La arcana se limitó a observar los hechos esperando a que el sueño continuara.

 

- Claro que puedes pasar - La arcana se dirigió a Beltis al notar que había llegado hasta su vivienda pero no era la única - Y parece que no serás la única que lo hará - Esta vez sus ojos se ubicaron sobre Bel a quien ya conocía. Las dos estaban a punto de iniciar su aprendizaje en la habilidad aunque de dos maneras muy diferentes.

 

- Dime, ¿qué te ha traído hasta acá? - Beltis era completamente nueva para Suluk así que necesitaba empezar por lo más básico.

 

- Y tu, dime si has logrado entender la conexión con tu forma animal - La arcana esperaba una respuesta afirmativa dado que eso era lo que había estado esperando de parte de Bel en el pasado y no cambiaría hasta no tener una respuesta adecuada.

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La Arcana mostró interés en mi de inmediato, ya fuera por lo que le había dicho sobre la visión y es que me creía o porque sentía curiosidad al respecto de si lo que decía, en realidad era cierto. Fuera como fuese, me interpeló al respecto, buscando que le diera una respuesta más elaborada. Era aquí donde venía mi complicación, puesto que una cosa era decir que había tenido una visión de mí misma como animaga y otra distinta era demostrarlo ante la descripción de los hechos. Intenté pensar detenidamente mi respuesta mientras la Arcana se giraba hacia la puerta de su vivienda, donde una de las líderes de la Marca Tenebrosa se presentaba para aprender, tal como yo.

 

-Fue como un sueño, pero sé que era real- <<¿Aunque por qué los sueños no han de ser reales?>> pensé para mí misma, mientras buscaba la mejor forma de expresarme-. Cuando estudié Videncia con el Arcano Sajag -algo dentro de mi se removió y me causó dolor de estómago-, aprendí a vivir no sólo en el presente, sino en el pasado y en el futuro. Es posible que no haya sido una visión del futuro, sino más bien de mi pasado- aventuré. Y era, más bien, porque al verme a mí misma en mi visión no era una yo más adulta, sino una yo más joven-. Alguien me acorralaba en un callejón oscuro. No podía ver quién era y no tenía mi varita, aunque desconozco el motivo. Aún puedo sentir el sudor corriendo por mi espina y el miedo que sentí. Aquello activó algo en mi y, desde mi perspectiva, las cosas comenzaron a agrandarse a mi alrededor, como si me estuviera encogiendo- hice una pausa, intentando recordar lo que era tener aquel pelaje reluciente de color blanco-. No sé si me di cuenta de inmediato de mi cambio en mi visión, pero yo era un hurón- me encogí de hombros, como si nombrar aquel hecho pudiera hacer que volviera a convertirme.

 

Me resultaba raro que el animal hubiera sido un hurón y no una suricata, teniendo en cuenta que aquel era mi Patronus. Quizá era la similitud entre ambas especies o quizá era porque, de no tener a Sybilla conmigo y su influencia en mi forma de realizar magia, quizá mi animal hubiera sido un Hurón en vez de una Suricata. Dado el caso, aún tenía que comprender mejor si las cosas que hacía era porque yo las quería o porque las quería ella, como un mandato superior. Desde que había comenzado a habitarme, yo había pasado de ser diestra a surda; mi patronus había cambiado y mutado dos veces y poseía conocimientos de Metamorfomagia y Adivinación qué, qiuzá siendo yo sola la que tomara las decisiones, hubiera escogido distintas habilidades.

 

-No sé cómo llegué al cambio en mi visión. Si fue algo que sabía hacer desde antes o si algo en mi reacción ante el peligro abrió una puerta en mi magia- dije con sinceridad. Era lo que quería explorar.

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