Jump to content

Mansión de la Familia Potter Black (MM B: 90394)


Sagitas E. Potter Blue
 Compartir

Publicaciones recomendadas

Lázarus

 

No pudo evitarlo, lanzó una tremenda carcajada al escuchar al patriarca. Casi se le saltan las lágrimas de la pura risa. La verdad, es que la situación le estaba divirtiendo y eso que, pensaba que sería puro aburrimiento. Era cierto que, muchos de sus acólitos habían caído, pero estaba seguro de que, alguno había estado en la retaguardia, para hacer un último ataque. Sonrió burlonamente y negando con la cabeza al Blackner.

 

Pero no lo había previsto. Debía tener bien claro que ese hombre protegería a su familia con los puños si hiciera falta. Pero aún así, no lo vio venir, para nada. Sintió un golpe y un poco de sangre más oscura de lo habitual, salió por la comisura del labio. Escupió. Pero a pesar del golpe inicial, vinieron otros. Intentó moverse pero ese animal era tan bestia como el lobo que había en su interior y cada golpe que recibía lo odiaba cada vez más. Pero se hartó.

 

Con un movimiento cansado movió su varita de olmo y lo empujó de nuevo al suelo...

 

- Aquí mando yo - escupió de nuevo un poco de sangre. Sacó un pañuelo blanco de seda de su bolsillo y se limpió con parsimonia la parte derecha del labio partido. Escuchó unos pasos que provenían de la parte delantera o eso le pareció. Sonrió de nuevo- y, no sé cómo te atreves a atacarme cuando...

 

Chasqueó los dedos. Su aprendiz por fin estaba liberada del encantamiento que la estaba bloqueando pero, como Heliké iba a lanzar un conjuro, pudo ver como un secuaz suyo la apuntaba con la varita y con una daga bastante afilada, la tenía por debajo del cuello...

 

- Ni te muevas...ni te muevas o te haré tal desgarro en la barriga que morirás en cuestión de segundos, desangrada - le dijo con voz alta y clara...

 

- Y bien, ¿qué harás ahora? - sonrió ahora y lanzó una tremenda carcajada, fría, siniestra sin vida mirando al patriarca- me has dado buenos golpes sin duda. Pero eso no es nada, el dolor que puedas sufrir viendo morir a tu mujer sin hacer nada, es mejor que, romperme las costillas -sabía que, Heliké en esos momentos lo miraba con rabia con desprecio y sobre todo, lo que más le gustaba, con miedo. Aunque cambiara desde hacía siglos sabía que, su familia era lo más importante para ella...

 

- Y entonces, vamos a negociar, ¿no te parece? Creo que es buena idea que me invites a un buen vino - rió ahora nuevamente- pero, creo que es necesario que venga la invitada de honor -soltó nuevamente un poco de sangre de su boca - si creo que sé cómo es... hará lo que yo diga y quizás, podamos divertirnos un rato...

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Avistando a Lazarus:

 

¿Cuándo perdí la noción de las cosas buenas o malas? Llegó un momento en que el odio y la rabia me incitaban a una venganza sin piedad, sin valorar lo que perdía en el camino. Es ese momento en que cruzas la línea sin darte cuenta y del que después no puedes volver atrás. Así, gritaba como una loca buscando a aquel maldito vampiro, esperando encargarme de él. Por el camino, iban cayendo cuerpos, sin fijarme en quienes eran. Eran atacantes, para mí era suficiente. No me paraba a ver cómo quedaban. Sabía que Harpo se haría cargo de los cuerpos y que, cuando girara la vista, no habría pruebas. Nunca mi elfo me había fallado y él me había conocido en situaciones peores que la actual, en las que recuperaba una sensación de maldad que había olvidado, no tanto al parecer.

 

Hablando de mi elfo, Harpo apareció a mi lado, con las manos llenas de sangre. No pregunté, así como él no me preguntaba nada a mí.

 

-- ¿Adrian? -- le dije, preocupándome por mi hermano.

 

-- Al cuidado de Xell y de su nieta .

 

No reaccioné ante su nombre, aunque me sorprendió saber que ella estuviera en la mansión. No era momento de ir a verla, decirle "hola" y de invitarla a té con galletas. Ahora tenía que matar a alguien y no podía dejar que me viera. Harpo interrumpió mi búsqueda de ese asesino con una frase que no esperaba.

 

-- ¿Cómo...? ¿Heliké...?

 

Harpo asintió y me confirmó lo que había dicho.

 

-- Sí, he visto a ese tal Lazarus con una de las elfinas de la Ama Heliké. Creo que encontré al topo de la familia.

 

La rabia volvió a crecer de tal manera en mí que las mejillas me ardieron y noté lo rojas que se ponían. ¿Heliké sabría que una de sus elfinas era quien había dejado entrar a esa gente en la mansión? ¿Ella era inocente de todo lo que sucedía hoy...? Me agaché y protegí al elfo con mi cuerpo. Un nuevo enmascarado había alzado su varita ante mí, un nuevo cuerpo cayó, ensangrentado, al suelo, con el cuello abierto. Me levanté y pasé por encima, sin mirarle.

 

-- ¿Dónde está?

 

-- Aquí, en la entrada, la inmovilicé junto a la escalera.

 

No tardé en encontrarla. La elfina temblaba pero era incapaz de moverse. Harpo es muy bueno con la magia que usa. La contemplé. No era de los nuestros, era una elfina nueva, ajena a la mansión. Sin duda, debió llegar con el séquito de elfos que trajo mi sobrina al establecerse en casa. Me tembló la mandibula de rabia y levanté la varita contra ella.

 

-- ¿Dejaste entrar tú a estos malditos asesinos?

 

La elfina se encogió y no contestó. No me di cuenta cómo llegué a pronunciarlo pero un Crucio salió de mi varita y le alcanzó. Bajé la mano casi al instante, al darme cuenta, pero no me arrepentí. Aún no. Necesitaba información.

 

-- Sí... --murmuró la criatura, con lágrimas en los ojos.

 

-- ¿Por qué? ¿Qué te ofreció ese mal nacido para que traicionaras a Heliké Rambaldi?

 

La elfina negó con la cabeza y sollozó de nuevo.

 

-- Siempre he sido su elfina, de Madame Everdeen.

 

Fruncí el ceño. ¿Cómo era eso posible...? Miré a Harpo, confundida.

 

-- Sólo tuve que colarme con los elfos que llegaron. Para ellos, soy una elfina de la Potter Black. Para ustedes, era una elfina de la mujer Rambaldi -- pronunció con asco la frase, como si si este servicio que hacía en nombre se su ama hubiera sido de su desagrado. -- Nunca nadie me preguntó nada, unos suponían que era de los otros y pude moverme con libertad por la casa.

 

La ojeada que le lancé a Harpo le hizo palidecer. Él era el culpable del servicio. ¿No se le había ocurrido comprobar ese detalle, siendo que estábamos en el máximo nivel de alerta en la familia? Después me arrepentí; ni yo misma me había fijado, ni el patriarca había pensado en eso, ¿por qué le iba a culpar a él de lo que yo no había tenido en cuenta?

 

-- ¿Dónde está él? Voy a matarle.

 

-- No podrá. Le está esperando, quiere que usted vaya a por él. Él ganará.

 

La agarré con fuerza, sin importarme si la hacia daño.

 

-- Eso lo veremos.

 

La arrastré sin miramientos, siguiendo la dirección que me había indicado. Harpo corría detrás de mis grandes zancadas. Levanté la varita en cuanto le vi, atacando a mis hijos. Solté un gruñido de rabia y lancé un rayo que él consiguió desviar. Después empujé a la elfina hacia el centro de nuestra distancia, sin importarme que con la fuerza cayera al suelo y se hiciera daño. Sí. Había cruzado una línea y no me importaba el daño ajeno. No me importaría nunca más. Defendería lo mío sin mirar quien caía en el camino.

 

-- Dice tu elfina que me buscabas, Lazarus. Curioso... Yo también lo hacía... Me gusta como vistes, muy adecuado para tu entierro.

 

A pesar de mi cambio y que quería matarle, lancé un Protego hacia mi hijo. No podía permitir que sufriera ningún daño. Heliké estaba siendo amenazada por un secuaz de aquel asesino. Yo lancé un hechizo a los pies del hombre que arrancó briznas de hierba.

 

-- Suéltala. El próximo irá a cierta parte que tienes encima de las rodillas, antes de la cintura. No creo que quieras morir desangrado o, en el mejor de los casos, quedarte eunuco.

 

Señalé a la elfina con un leve movimiento de varita.

 

-- Se hizo pasar por una de las elfinas de la familia Rambaldi y estuvo infiltrada desde la boda, Heliké. Ahí tenéis a la culpable que ha ido abriendo nuestras defensas. Pero ya no podrá seguir haciéndolo porque la traición se paga con la vida, criatura.

 

Esperé que dijera algo, que se defendiera, o que Matt me parara, porque yo estaba decidida a acabar aquí y ahora con el daño que había cometido en la familia.

Editado por Sagitas E. Potter Blue

kNTUx8c.gifsf6Sw.gifHdDMuO2.pngXXBPo79.gifKRLtVZp.gif

D69M3Vr.jpg

  tOWLU4S.gif  KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gif     Icr0JPz.gif

0jsC0dL.pngWliKSjc.pngckkcxVm.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

4xsrT0j.gif

 

 

¿Trabajar en un circo? Le miró con rareza, dudaba que un circo aceptará a una bruja con problemas de bipolaridad e hiperactividad, más aún por loca la ponían patitad a la callé por más nieta de la dueña.

 

-No, estoy bien- montio.

 

No le dolía sólo sentía una extraña sensación de corriente en el pié que fue desapareciendo de apoco, el ruido de una explosión la hizo sobresaltar y sacar su varita por las dudas, vaya hora de ir, pensó. Lo único que faltaba era que hubiera una masacre de elfos y criaturas por culpa de la.persona que estaba haciendo aquéllo.

 

Las palabras de Xell sonaban lejanas, ¿Mortífagos buscando tierras y dinero? Aquéllo era muy sospechoso, ¿desde cuándo les interesaba eso a los magos oscuros?.

 

-Porque no han llemado a los aurores?- le preguntó oliendo a humo.

 

Uff, debían apurarse, se le acercó al joven llamado Adrian, que supuso que era familia suya también por cómo hablaba su compañera de él. Se dirigió a Adrián para curarle con urgencia mientras su prima le seguia de cerca contandole lo ocurrido al mago. Se alegró de eso ya que le daba una mejor idea de lo que tenía el paciente y que debía tratar.

 

-Necesito que traigas el maletín si puedes por favor- le pidió a Xell.

 

Debían tratar su sed por su condición de vampiro, en situaciones asi incluso ambas corrían peligro ante la delgadez del muchacho por falta de sangre y al ser torturado incluso podría entrar en estado de shock. Esperaba que la poción reabastecedora de sangre fuera suficiente para darle una buena cantidad al joven Wild.

 

-No te preocupes, cuándo estaba en San Mungo me vi envuelta varias veces en algo cómo esto- le tranquilizó además eran su familia, si los conocía o no era otra cosa pero no dejaban de serlo y cómo tal era su deber protegerlos cómo ayudarles -ahora trabajo en criaturas y había venido para hacer una revisión de cómo viven los elfos y criaturas pero supongo que eso será cuándo todo esto acabe- sonrió con una sonrisa amarga.

 

Le sabía mal imaginarse a un pobre animal sin vida o un elfo, se suponía que cómo parte de criaturas debía velar por ellos y llevarlos a un lugar dónde ellos estuvieran a salvo.

 

-Adrian me escuchas?- le llamó, necesitaba tenerlo conciente -estarás bien pero necesito que te quedes con nosotras- le pidió.

 

-Curación- puso su mano en el pecho del joven que comenzó a brillar.

 

Las heridas de Adrián exteriores cómo internas comenzaron a sanar, la sangre dejó de fluir y las heridas a cerrarse. Aún asi estaba débil por la falta de sangre en su sistema, debían darle con urgencias la poción para que al menos eso le estabilizara.

 

 

 

@@Xell Vladimir Potter Black @@Adrian Wild

 

 

 

#23

8Ld9VUG.gif| Teta-Darla-4.gif 

44SykDH.jpg

GSV2021-Sx-Ly-K-2.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

En mi habitación,

con @@Xell Vladimir Potter Black y @

 

 

Sólo sentía mi cuerpo, involuntariamente manipulado por diferentes fuerzas externas que le llevaban de un espacio a otro. Pude notar el cambio de lugares por los olores; era, aparentemente, el único sentido en plenas facultades. No noté el cambio de temperaturas, de humedad, ni siquiera la intensidad de cada roce o la sujección de alguna mano amiga. Mi piel reaccionaba a cada contacto de extrañas maneras, presa de una extrema sensibilidad con la que no podía discernir entre amor y daño. Sin embargo, el olor por el que pude percibir que me encontraba en casa, a pesar de notar cierto ambiente enrarecido, y más tarde, el olor de mi cuarto, calmó mis instintos y me abandoné por completo, permitiendo que mi cuerpo expresara los efectos de todos los estímulos que recibía, sin contención.

 

Por ello fue que de pronto mi brazo golpeaba algo, o mi cabeza temblaba por el exceso de luz tan repentino. No podría decir a cuántas de las personas que me estaban ayudando había pegado un rodillazo, o incluso escupido. No era dueño de mi cuerpo. Tampoco sabría decir cuánto duró aquello, pero llegó el momento en el que una suave corriente cálida empezó a calmar mi sistema nervioso, a sosegar todos aquellos impulsos y a controlar todas las reacciones. Me estaban curando. La suciedad de mi cuerpo había casi desaparecido, por lo menos la externa, y mis heridas comenzaban a sanar. Experimenté cómo, poco a poco, mis sentidos volvían a pertenecerme, a encontrar sus conexiones lógicas dentro de mí. Pude empezar a percibir a las personas de mi alrededor, sentir incluso la tensión de sus cuerpos, la sangre recorriendo sus venas. Sangre. Si no fuera porque era incapaz de mover un sólo músculo de mi cuerpo, mi instinto me hubiera hecho saltar de la superficie donde me encontraba y atacar a cualquier ser vivo para alimentarme. Sentí mi respiración de nuevo y tomé el control sobre ella, intentando así ayudar en el proceso de curación.

 

Las primeras imágenes que me llegaron a la cabeza formaban parte de un recorrido visual que, por medio de la respiración, intentaba hacer de mi estado interno. Eran imágenes borrosas. La respiración se atascaba en algunos momentos y mis pensamientos, todavía vagos, me hacían entrar en estado de pánico. No podía moverme. No sentía los músculos. Y lo peor de todo, lo último que conseguí percibir, muy en lo profundo, era el desgarro de mi alma.

 

No sabía cuánto tardaría en recuperarme. Ni siquiera podía ser consciente de lo que ocurría más allá del espacio alrededor de aquella cama. Lo que sí sabía era que, aunque abriera los ojos y empezara a mover las extremidades, por muy rápido que mi cuerpo se recobrase, tardaría mucho, mucho más en arreglar aquello que había sido destruido por dentro.

 

Por unos instantes temí abrir los ojos y descubrir que esas personas no eran mi familia, que la tortura seguiría, que aquello solo era un engaño, una ilusión con la que hacerme creer que todo está bien, una artimañan cruel. Y entonces, también temí abrir los ojos y ver a mi familia, a personas ayudándome; algo en mi interior estaba a punto de descontrolarse. Ira. Violencia. Oscuridad.

 

No iba a ser fácil recuperarme de aquello.

Useiaum.gif

Firma AW.png
✤ Viajero de la noche ✤

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • 3 semanas más tarde...

Enfrentando a Lazarus. Con Sagitas y @

 

Carga el brazo, descarga. Con fuerza, con rabia, con todo el peso del cuerpo. Vuelve a cargar y descarga otra vez.

 

Era el movimiento frenético, enfurecido qeu repetía por inercia. Quería matar a Lazarus con mis manos, no tendría problemas con hacerlo ni pararía hasta lograrlo. Lo había hecho sangrar, y por su expresión, era obvio qeu no lo había pensado. Supongo que a pesar de lo qeu dijera, no, no nos conocía tan bien como pensaba.

 

Lo qeu no esperé era qeu lograra alzar su varita. Supongo qeu no lo pensé hasta que salí despedido por los aires, choqué contra la pared y caí de cabeza al suelo. Se me cortó un instante la respiración, notando el tremendo quejido de las heridas en la espalda, como miles de agujas que se clavan de golpe. Apoyé las manos en el suelo y me levanté, pero apenas me puse de rodillas, fue Lazarus quien me sorprendió...liberó a Helike del hechizo, pero antes de poder hacer nada, uno de sus secuaces apareció por su espalda y la sujetó.

 

Aquello me hizo despertar de golpe. Palidecí, sin parpadear...aterrado. La varita apuntaba al cuello, y el cuchillo hacia el vientre. Un movimiento en falso las condenaría a las dos. Casi no me atrevía a respirar, cuando Sagitas irrumpió en la sala.

 

Lanzó a una elfina por los aires, cayendo con un golpe seco al suelo. Eso me sorprendió, ya que Sagitas nunca trataría asi a un elfo. Hasta que reveló la verdad; aquella elfina se había aprovechado del pequeño caos que había reinado en casa desde la boda, para infiltrarse entre nosotros y dejarnos desprotegidos. Daba igual cuanto nos esforzáramos...era imposible protegernos.

 

Sagitas convocó el protego sobre mi, para luego amenazar a quien a su vez retenía a Helike. En todo aquello, alcé la mano, convoqué mi varita hasta mi mano y, tal como pude asirla, mascullé la maldición imperdonable, que impactó sobre el pecho de aquella criatura. Supongo que no lo esperarían de mi, pero me giré hacia el mago que sujetaba a Helike, quien también acabó en el suelo, sin vida.

 

Asi, pude volver a proteger a Helike, sujetándola detrás de mi.

- Ultimas palabras?

M4xQXhr.jpg

XaIHB03.gif.8d9da3f22cdcf76478ba8b5e63d5666a.gif KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gifXXBPo79.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Ante Lazarus:

 

Sé que hay momentos en los que odio que el Mal salga de mí y que me aprisione, esos momentos de los que después me arrepiento porque odio la mujer que enseña a todo el mundo, la mujer que puede llegar a ser hasta cruel con quien hace daño a su familia. Así me sentía en aquel momento, indiferente al dolor y a la muerte. Sin embargo, que fuera Matt quien hubiera usado la imperdonable contra otro ser humano, me alertó. Era el Patriarca que defendía a los suyos, como yo. ¿Por qué notaba que su acción había sido desmesurada si, en el fondo, había hecho lo que yo había estado haciendo desde hacía rato?

 

Mi barbilla tembló al dirigirme a Harpo, sin darme cuenta que movía levemente la varita hacia él, tal era mi locura en aquel momento.

 

-- Ante cualquiera, esos dos murieron por obra de mi varita. No fue Matt.

 

Mi voz fue autoritaria. Nadie sería acusado de asesino. Yo era la asesina en aquella familia. Además, Matt tenía que cuidar a su futura hija. Me volví de nuevo hacia Lazarus, con la barbilla alzada en un gesto adusto y con la voz firme.

 

-- Bien, estás solo ahora... ¿Qué vas a hacer ahora? Juro que tu muerte no será rápida, vampiro del infierno. Vas a pagar todo lo que lleva sufriendo esta familia por tu culpa. Habla... ¿Por qué permaneces en silencio? ¿Crees que puedes escapar de aquí? Ahora que no tienes una elfina que rompa nuestras barreras, la Potter Black es infranqueable. Así que... Habla o muere, o calla y muere. Pero hoy, aquí y ahora, será el día de tu muerte. Pagarás por lo que le hiciste a mi hermano.

 

La imagen de Adrian, deshecho entre mis brazos, en aquella mazmorra, hizo que me temblara la varita en la mano, ansiando utilizarla de nuevo.

kNTUx8c.gifsf6Sw.gifHdDMuO2.pngXXBPo79.gifKRLtVZp.gif

D69M3Vr.jpg

  tOWLU4S.gif  KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gif     Icr0JPz.gif

0jsC0dL.pngWliKSjc.pngckkcxVm.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

No sabía lo que demonios había pasado. Eso me desconcertó por completo. Por un momento, estaba sujeta por un hombre con una varita en el cuello y por otra como una daga bastante afilada, apuntaba hacia a mi barriga. Miraba al que fuera mi mentor con desprecio, temor, ira... Si aún tuviese la posibilidad alguna de usar la varita que... ¿dónde estaba? la vi varios metros allá. Pero no podía rodar y lanzar un conjuro. Haría daño a la pequeña que tenía dentro de mí. Pero antes de todo eso, la pelea con Lázarus. Intenté detener a mi marido pero, ¿cómo se detenía a un hombre que era amenazado con acabar con la familia? Si estuviese en condiciones, yo también lo hubiera hecho, sin dudar.

 

Pero más me sorprendió que, la sujección que tenía por el cuello cedió. No entendí nada. Caminé unos pasos más y recogí mi arma del suelo. Olí un aroma familiar y Sagitas era la que me había liberado de ese ser nauseabundo. Después vi un destello verde, miré en dirección a Matt, sorprendida por lo que había hecho. ¿Él, usando maldiciones imperdonables? No pude evitarlo, estallé en carcajadas. Lázarus me miró como que no entendía ese ataque repentino...

 

- ¡Por fin demuestras los pantalones que llevas cariño! Pensé que me había casado con un enclenque, pero ya veo que no - sonreí dichosa. Aunque la situación no era para nada divertida. Yo apunté en dirección a la criatura muerta que descansaba en el suelo y susurré 'incendio' las llamaradas fueron directamente al pecho en dónde esa elfina llevaba puesto el símbolo de su condena. Enseguida empezó a arder. El aroma de la tela quemada impregnaba el ambiente. No tardaría en llegar al resto del cuerpo - lástima - dije con desprecio - podía encadenarla en las mazmorras, pero así, no nos tocará más las narices. Espero que, simplemente, no haya quejas de ésto... - miré a mi suegra y a mi marido con una ceja levantada- descuida Sagitas, luego lo limpio - le dije con una sonrisilla traviesa en cuánto quedaran sólo las cenizas- aunque bien podría usarlo en alguna que otra poción.

 

Pero, no podía evitarlo, me sentía más cansada de lo habitual. El que fuera mentor hacía siglos parecía estar evaluando toda la situación. Sonrió de manera cínica, le brillaban los ojos y aún así no apartaba su varita de olmo. Yo quería intervenir, pero sentía tanto odio en mi interior que no sabía como calibrar mi siguiente movimiento. Una voz profunda salió de los ojos de ese cerdo al que despreciaba.

 

- Bien veamos, es cierto, me sorprendió muchísimo como una bruja de gran talento casi se haya deshecho de mis hombres. Sé que tú también has tenido algo que ver - sonrió nuevamente con una mueca burlona, mirando hacia a mí- pero si pensáis que me haréis daño, estais muy equivocados... - con parsimonia y qué decir que, con algo de chulería, sacó una pitillera de un bolsillo interior de su chaqueta, sacó un puro pequeño y lo encendió con la varita- Adrián tendrá un recuerdo imborrable de mí -sonrisa ancha acompañado de una mueca grotesca - tú, si no quieres que nadie más de ésta familia muera, vendrás conmigo - sonrió ahora más abiertamente, mirando a Sagitas- y morir, digo, literalmente...

 

- Creo saber que conocéis todos los terrenos de vuestra mansión -otra sonrisa petulante - y es más, que hayan muerto éstos hombres, me trae sin cuidado - yo lo miraba tensa, sin saber a lo que se refería, ¿qué planes tendría ese malnacido? - puedo contratar más, por una buena bolsa de galeones puedo tener hasta un ejército - lanzó ahora, una carcajada- bueno, a lo que vamos... señor, damas, presten atención - apuntó a la cristalera que tenía por detrás. Con un viraje de su varita, a lo lejos, pareció salir un humo negro intenso... con la rotura del cristal, parecía que olía a quemado, igual que la elfina que estaba ardiendo en el suelo... Sentí que palidecía... ¿Qué demonios escondía Sagitas en ese lugar? Miré asustada a mi suegra, seguro que eso no se lo esperaba.

 

- Si no quieres que esos huesos de tu amado fantasma, desaparezcan para siempre, te vendás conmigo - dijo ahora, con voz más seria, ronca y profunda- si no quieres que alguien más de tu familia, muera bajo mis manos, te vendrás conmigo - siguió repitiendo con la misma voz oscura que antes. En su mirada, no tenía un ápice de bondad o cariño.

 

- ¡Eres un cerdo asqueroso, malnacido! - él me miró y negó con la cabeza - ¡cómo te atreves! - escupí yo, por la rabia que sentía - ¡Sagitas, no cedas! Sea lo que sea que tengas ahí, no lo hagas! - le grité yo ahora. Me amordazó con un movimiento de su varita. Parecía que tenía los labios sellados con pegamento.

 

- ¡Silencio! Aquí el que habla soy yo - replicó con voz fuerte - si no quieres que, madamme Everdeen venga hasta aquí y acabe con la poca familia que te queda, vendrás... tengo una casa cómoda, agradable y caliente y si no quieres pasarlo mal como de la última vez - sonrió ahora, pero no era amable, era fría como el acero y dura como el diamante- obedecerás todas mis indicaciones... creo que tu pobre maridito debe estar consumiéndose ahora mismo. Y tú - se dirigió ahora al pelirrojo que lo estaba mirando con rabia - cómo vea algún movimiento de rescate, ella pagará las consecuencias. Os preguntaréis cómo he deshecho el encantamiento de protección... Muy fácil, eres una mujer muy predecible, querida Sagitas...

 

- Si no quieres que se termine de consumir lo que ves allá atrás... ya sabes lo que tienes que hacer. Conmigo no valen las amenazas ni el chantaje, yo voy directo. Un movimiento mío y tu querido fantasma, morirá para siempre...

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Cediendo ante Lazarus:

 

Aunque aún miraba a Lazarus, hice un mohín con los labios ante las palabras de Helike. ¿Pero quién se creía para menospreciar a su marido así? Aunque había sido un halago, el comentario sobre quien llevaba los pantalones en su matrimonio me molestó, no sé bien porqué. Le hubiera contestado con una fresca si no hubiera estado demasiado enfadada con aquel vampiro. Mi rabia no cedía, no podía ceder si olía el humo del incendio en la casa o si recordaba el cuerpo deshecho de mi hermano Adrian. Curiosamente, no pensé en mí en aquel acto de venganza. Contemplé sin inmutarme el cuerpo de la elfina que ardía en medio del jardín, contesté a mi sobrina.

 

-- Pues claro que espero que lo limpies. No quisiera que los niños lo encontraran cuando despierten de su reparador sueño.

 

No pude seguir hablando con ella porque Lazarus empezó a hablar. Había demasiada seguridad en sus palabras, en sus actos. De forma casi parsimoniosa, se puso a fumar. Me produjo desagrado pero, sobre todo, sensación de peligro.

 

-- Claro que no te importa quien muera. Los usas a todos y dejan de tener sentido cuando no puedes aprovecharte de ellos. Eres un ser malvado, Lazarus. -- Mi odio creció aún más cuando habló de Adrian. -- ¡No menciones a mi hermano, malnacido!

 

Moví la varita y estuve a punto de lanzarle un hechizo cuando me di cuenta de lo que había dicho y hecho. Mi mente pareció quedarse empequeñecida cuando supe, aún antes de verlo, lo que había hecho. Aquí estaba la gran traición de la elfina. Palidecí.

 

-- No serás... capaz...

 

¿Pero cómo podía negar lo que mis ojos veían, lo que sabía de él? Lazarus era capaz de eso, sin dudarlo. Tragué saliva y escuché como Heliké decía que no cediera. La oí entre brumas, con mi cerebro pensando, deprisa, en busca de una solución. Nunca pensé que nadie quisiera encontrar a mi marido. En realidad, no le escondía, sólo resguardaba sus restos en un lugar íntimo, desconocido por el resto de la familia, no porque no confiara en ellos sino para tener un lugar íntimo y secreto donde poder velarle sin que nadie me viera compungida.

 

Y ahora...

 

Me estremecí. ¿Qué pretendía...? ¿Por qué mencionaba una amenaza tan clara sobre mi familia y me ofrecía una casa... caliente? Fruncí aún más el ceño, en silencio, incapaz de reaccionar.

 

-- No... No... Devuélvemelo -- Mi voz sonó más quejumbrosa de lo que pretendía. Todo el furor, el orgullo, la firmeza, la maldad que había sentido minutos antes se habían desvanecido en un miedo insostenible. Era Jack... Era mi marido, a quien amaba hasta la muerte porque sabía que eso no uniría... Al menos que Lazarus me robara sus huesos.

 

Me di cuenta que temblaba. El fuego... Los huesos de Jack... Intenté tragar aire y hablar a la vez y quedó un gesto patético en el que balbuceé sin sentido. Abrí la mano y mi varita cayó al suelo, rodando hasta ser frenado por unas briznas de hierba.

 

-- Haré lo que quieras pero devuélvemelos. Son míos.

 

Sabía que Matt no lo entendería pero... No podía perder a Jack de esa manera, no de nuevo...

kNTUx8c.gifsf6Sw.gifHdDMuO2.pngXXBPo79.gifKRLtVZp.gif

D69M3Vr.jpg

  tOWLU4S.gif  KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gif     Icr0JPz.gif

0jsC0dL.pngWliKSjc.pngckkcxVm.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Seguramente, en otro momento, las miradas de Sagitas y @, como mi madre me protegía diciendo qeu aquella maldición la había lanzado ella cuando no era cierto, o esa expresión de júbilo de Helike....me hubiera ruborizado, con cierta molestia... Porque las dos a veces parecía que no se daban cuenta...había crecido en un ambiente errante, entre asesinos, matando para seguir vivo y hacerme respetar...tenía las manos manchadas de sangre, pero sin embargo alli, en la Potter Black, en casa....había perdido un poco aquel motor que me había mantenido vivo.

 

Ya no necesitaba matar para dormir una noche más, de forma constante. Por eso, y aunqeu protegía a la familia, las dos desconocían esa faceta de mi...al menos, hasta cierto punto.

 

Sin embargo, seguí apuntando a Lazarus, impasible, lleno de rabia contra él, ignorando el dolor que había abandonado las heridas en mi espalda, sangrantes, por el nuevo dolor que se había instalado en la zona derecha del cuerpo, tras los hechizos con los que el vampiro se habia deshecho de mi. Centrado en proteger a Helike, en que no atacara a Sagitas.

 

En matarlo y expulsarlo de una vez de casa.

 

Pero sin embargo, él seguía tan confiado, tan cómodo...por esos sospeché. Alguien con esa actitud tiene un as bajo la manga, porque de otro modo, no estaría tan feliz alli, entre tres magos ansiando matarlo.

 

Al principio no acabé de entender sus palabras. Me amenazó con no tratar de llevar a cabo un rescate, mientras ofrecía a casa un lugar cálido, una casa donde vivir. No lo comprendía...no, hasta que una explosión lejana, pequeña, pareció retumbar. Luego, olí el humo, y después, lo vi en el cielo, negro entre los árboles.

 

Un vistazo a Sagitas. Como suplicaba, llorando.

 

y entendí.

- Es Jack. Ese maldito ha dado con el lugar donde Sagitas esconde sus huesos - susurré a Helike.

 

- Encontraremos otra forma. No cedas - dije a Sagitas, dando un paso adelante.

M4xQXhr.jpg

XaIHB03.gif.8d9da3f22cdcf76478ba8b5e63d5666a.gif KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gifXXBPo79.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Nunca pensé que pronunciará esas palabras a un desgraciado como Lazarus pero mis labios temblaron y me agarré los brazos, con frío. Pero ese frío interno que es tan poderoso que sientes que alguien está usando un hechizo congelador entre tus tripas. Le miré, con ojos implorantes, sabiendo que el vampiro iba a burlarse de mí, sabiendo que él ganaba, pero lo hice.

 

-- Por favor...

 

Suplicar no es común en mí. Soy bastante orgullosa, la mujer que se ha hecho a sí misma empezando desde cero y subiendo poco a poco, escalando posiciones sociales hasta ser una reconocida bruja en el pueblo por sus conocimientos, cargos y extravagancias. Pero no me importaba en este momento. Di un paso hacia aquella figura que se mantenía hierático, altivo, burlón, fumando aquellos cigarrillos y vistiendo elegantemente... Si pudiera, se los haría tragar, me tiraría encima de él, lo mataría... Sin embargo, no hice eso. Avancé otro paso, corto esta vez, y me encogí un poco más. Seguía teniendo frío.

 

-- Por favor, devuélveme esos huesos. Mi marido... Jack...

 

Sentí rabia. Mucha rabia, porque había encontrado mi punto débil. La familia era muy importante para mí pero sabía que Matt podía defenderla. Era un gran muchacho, maduro, padre... Sabría defenderla. Pero Jack... Su vida, o su no-vida, dependía exclusivamente de que estuviera cerca de mí, de que sus huesos estuvieran en el mismo lugar donde estaba enlazada, en la Potter Black... Sacar esos huesos de este lugar, sin que yo estuviera a su lado, significaría su desaparición. Mi marido dejaría de existir. Bueno, en el ámbito fantasmagórico. Estaríamos separados. Sólo yo podía dejar que siguiera "no-viviendo", mientras estuviera a su lado.

 

Por eso tenía que ir con Lazarus, a donde quiera que se llevara esos huesos. Me maldije por no haber podido guardarlos mejor. Esto era culpa mía...

 

-- Tú no lo entiendes, Matt...Tengo que ceder mientras él tenga a tu padre...

kNTUx8c.gifsf6Sw.gifHdDMuO2.pngXXBPo79.gifKRLtVZp.gif

D69M3Vr.jpg

  tOWLU4S.gif  KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gif     Icr0JPz.gif

0jsC0dL.pngWliKSjc.pngckkcxVm.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Unirse a la conversación

Puedes publicar ahora y registrarte más tarde. Si tienes una cuenta, conecta ahora para publicar con tu cuenta.

Guest
Responder a esta discusión...

×   Pegar como texto enriquecido.   Pegar como texto sin formato

  Sólo se permiten 75 emoji.

×   Tu enlace se ha incrustado automáticamente..   Mostrar como un enlace en su lugar

×   Se ha restaurado el contenido anterior.   Limpiar editor

×   No se pueden pegar imágenes directamente. Carga o inserta imágenes desde la URL.

Cargando...
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.