Doyle´s (MM B: 104907)

[Helene Eloise Bellerose]

Kassandra observaba al mago con interés. La respuesta que obtuvo no se la esperaba. Una sonrisa amplia se dibujó en las níveas facciones de la bruja ante la mención del lago y se imaginó llegando a la academia tan tarde. Las cosas sin duda eran diferentes en la noche, recordó los episodios de su adolescencia cuando era una joven bruja en formación. No era de las que rompían mucho las reglas, pero a veces se escapaba para dar paseos nocturnos cuando no podía dormir. Esos recuerdos le llenaban de una inmensa nostalgia, pues habían sido situaciones que no habían vuelto a repetirse una vez graduada y mucho menos cuando ya había empezado a tomar responsabilidades en la adultez. Se le hacía tentador, sin embargo.

 

—El lago es un lugar que definitivamente voy a visitar contigo. —Afirmó, dejando en inconcluso el cuándo. —Espero que te gusten las criaturas acuáticas, porque suelen verse un montón. —Informó sonriente. El plan le entusiasmaba. Jugueteó un poco con las manos sin realmente notar que lo estaba haciendo. A través de la luz del local las manos lucían un tanto más pálidas de lo normal y en la mesa creaban sombras lo que la distrajo un tanto al analizarlas. Luego, de manera silenciosa, regresó la vista a su acompañante, recomponiendo el gesto.

 

La pregunta que le hizo a continuación llenó a la joven de un silencioso entusiasmo. Claro que tenía un lugar al que quería ir. No solo uno, tenía varios. Algunos de ellos ya los había visitado, pero le gustaban tanto que no podía negarse a la posibilidad de regresar. Trató de hacer una lista mental intentando organizarlos en orden de preferencia.

 

—Egipto —Anunció. Sus orbes ahora tenían un brillo especial, como cuando hablaba de cosas que le emocionaban y sin duda viajar era una de ellas. Prosiguió. —Luego Grecia, Francia, Rusia, Italia, India y Nueva Zelanda. No sé, me gustan los lugares con historia, con paisajes hermosos, ya lo creo que sí. Aunque si te soy sincera, la playa en absoluto me emociona. —Confesó con una tenue sonrisa. La Weasley no era tan amante del sol y del mar. Más bien, prefería el frío y el hielo, aunque no podía negarse que se veía atraída como polilla a la luz a lugares con misterio. Por eso Egipto le llamaba tanto la atención, las momias, las antiguas civilizaciones, etcéteras.

 

—Puede que no tengamos alas para volar, sin embargo tenemos ingenio. Y también creo que el que se queda siempre en un mismo sitio se pierde de tanto... —Comentó con un deje soñador en la voz. Le sonrió apenada, pero curiosa al mismo tiempo ya que él no le había mencionado cuales eran aquellos lugares que él quería visitar y ella estaba segura que a lo mejor también el vampiro tenía una lista de sus preferencias.

 

—No se vale si no me dices las tuyas, a lo mejor hasta coincidimos en algún punto. —Solicitó con calidez.

 

La velada transcurría en medio de un ambiente relajado, cómodo. Ella estaba simplemente encantada.

 

 

 

[Kris Gryffindor]

« Pluricultural » Susurró mentalmente el Gryffindor luego de escuchar las ofertas que su acompañante le daba. Realmente no tenía idea de que conociera tanto del mundo muggle, sobre todo teniendo en cuenta que habría de ser una mujer que se la habría pasado viviendo en la mayor parte del tiempo entre burocrasia magica, departamentos e incluso inmera en La Orden Del Fénix. De inmediato la mujer hizo un comentario acerca de los límites de un mago, de inmediato Kris sonrió al escuchar atento aquellas palabras y que al contrario de los muggles ellos harían el mismo comentario solo que incluyengo a los magos un poco controversiál, por lo que simplemente siguió observando a su acompañante quién se le veía tan emocionada que esos enormes ojos oscuros se tornaban aún más grandes por lo que era inevitable no ver su rostro y es que al parecer le habría encantado la ídea de recorrer el mundo juntos.

-- Antes que todo y lamentablemente no soy una persona que guste de los lagos, por lo que la acompañaré solo si me promete que no estaré dando besos a los peces. -- Sonrió el Gryffindor haciendo una leve pausa para continuar. -- Por otra parte me encanta Egipto es un lugar lleno de misterio, y podría ser un lugar interesante de visitar, solo después de algunos lugares que tengo en mente. Que no te diré para que no salgas despavorida después. -- Sentenció divertido el vampiro mientras observaba el plato que tenía en frente, tenía aún comida sin embargo no tenía más hambre, y de hecho la cena habría sido solo un pretexto para pasar una bonita velada con la castaña.

-- Creo que después de una cena un paseo por Ottery no nos caería mal... ¿Me acompañarías a iniciar nuestro Tour? Prometo devolverte a casa y no ser un secuestrador. -- Sonrió de nueva cuenta a forma de broma a la espera de una respuesta.

[Helene Eloise Bellerose]

Realmente tuvo que calmarse, porque podía hablar horas y horas y hooooooooooooooooooooooooras de lo que le apasionaba. Pero evidentemente, Kassandra no quería aburrir a su interlocutor y consiente que se había dejado ir demasiado, lo miró apenada, soltando una carcajada cuando el mago hubo mencionado lo de los besos a los peces. Lo miró con diversión, a través de las largas y curvas pestañas y le sonrió con malicia, como si estuviera tramando algo.

 

—Pues, estimado caballero, eso no se lo puedo prometer... —Aseguró, vaciando con un trago el contenido de su copa. Ante la mención de ciertos lugares que lograrían que ella huyera despavorida, la castaña no atinó hacer otra cosa que reír con más ganas. Si él supiera su extraña afición con las cosas bizarras, seguramente no opinaría lo mismo. Pero definitivamente el vampiro había logrado picar su interés con mayor intensidad. Se preguntó entonces qué tipo de situaciones estaría maquinando. Segundos después, el ofrecimiento de un paseo por Ottery se hizo presente. Ella sonrió con expectación. Ya había terminado con su cena y se sentía satisfecha y la idea de un paseo le agradaba en demasía.

 

Asintió con entusiasmo ante la propuesta y con fingida sorpresa ante la confesión no pudo evitar sonreír. —A lo mejor un secuestrador no, pero, ¿qué tal un asesino serial? Devolverme a casa sería fácil aunque fuera en pedacitos... —bromeó, con una sonrisa ladina, traviesa.

 

—¿Así que tenemos un tour? Debo confesar que me agrada la idea. ¿Esta vez me revelarás los destinos o me tendrás permanentemente en ascuas? —Inquirió con la sonrisa aún pintada en el rostro. Sabía sin embargo, que el Gryffindor no le revelaría tan fácilmente sus planes. A lo mejor, solo necesitaba dejarlo ser.

[Nats Rambaldi Crowley]

¿Cómo se había atrevido Fokker a revelar lo de aquella boda secreta que había tenido con Helen y luego desaparecer así como así? Él, quizá más que nadie sabía que solía ponerse la Rambaldi cuando no estaba de humor y sobretodo cuando se trataba de Helen, para suerte de él, a ella también se la había tragado la tierra.

 

Habían pasado meses desde que no sabía de aquel par, incluso había pasado su cumpleaños número 18 y ambos parecían haberlo pasado por algo, algo más que se les sumaba a la lista de cosas por cobrar, ¿cómo podían siquiera llamarse padres? tenía tantas cosas que necesitaba expresar, reprochar y reclamar a sus padres, no había mejor manera de darles la bienvenida ahora que estaban de vuelta.

 

Al Cygnus lo había buscado en la mansión Rambaldi y en el castillo Crowley sin éxito alguna, Helen nunca había sido de su interés por lo que no tenía la menor idea de dónde podría estar, sin embargo, siempre los encontraba en aquel negocio, ese que desde un principio parecía ser escenario de aquel trío, su campo de guerra familiar, algún día llevarían a la pobre Juliene a la quiebra.

 

Se mantenía en la barra tomando una refrescante cocada mientras esperaba que los susodichos apareciesen. Vestía completamente de negro, chaqueta, pantalón, camisa y tacones, el único color que llevaba era su típico labial rojo en sus labios. Su cabello castaño caía sobre su espalda en suaves ondas.

 

El local estaba solo, ni Carlos ni Roberto estaban por ahí así que era mejor que la parejita hiciese acto de presencia o comenzaría a aburrirse y sería peor para ellos.

[Helen Evans]

El viento soplaba fuertemente cuando llegué a la puerta de aquel negocio, Irri me había informado que ella se encontraba allí.... tenía aquellos aretes en mi bolsillo, era su regalo de cumpleaños, el de Juana estaba aún guardado en la madriguera. No me atrevería a dárselo, porque ni siquiera sabía si me atrevería a dirigirle la palabra. Yo... ya no estaba segura de que sabía y que no, tampoco estaba segura de que quería decirle o que esperaba conseguir pero algún día tendría que enfrentarme a ella.

 

Suspiré profundamente, sabía que ya la había perdido, sabía también que no me quería y que jamás lo iba a hacer y bueno, había que enfrentarlo, no me había ganado el respeto de nadie como madre y estaba muy lejos de ser una madre ejemplar y amorosa; bien, averiguaría como estaba ella y me iría del lugar, le dejaría el regalo y se quería tomarlo bien y sino bueno.... que lo botara si quería. Dejé de jugar con la pelota de aire que giraba en mis manos, alisé la túnica turquesa y entré.

 

Irri era muy eficiente y no se había equivocado, allí estaba mi hija, sentada en la barra, me acerqué, saqué la pequeña caja de mi bolsillo, la puse sobre la barra y dije:

 

— Feliz cumpleaños, por atrasado

 

No iba a preguntarle como había estado, al menos físicamente se veía saludable, y no estaba metida en problemas según lo que me contaba Irri, salvo la pequeña duda de si pertenecía a...a ellos. Sacudí ligeramente mi cabeza para deshechar esa idea; de todas formas si le preguntaba como había estado, seguramente no me contestaría.

[Fokker]

Las palabras de ella a Nats le hicieron darse cuenta de lo mal que llevaba el tiempo y que no recordaba ni la fecha de su cumpleaños, y por mas despistado que fuera era un gran error. Se puso en pensar que esto de seguirla a donde ella vaya no estaba funcionando muy bien, hubiera preferido en este caso no seguirla como se lo juro. Y por si se lo preguntaban, si, el chico Crowley llego siguiendo a la Evans, de manera disimulada para que no lo detectaran(?.

 

De un modo u otro su hija no estaba feliz, por lo que prefirió mantenerse al margen esperando la reacción de ella con relación a Helen, por lo menos podría apaciguar los ánimos si es que estos cambiaban tan de pronto, como era muy posible de suceder. Hace mucho que no conversaba con Slyfer, se preguntaba si este se encontraba en el lugar, o ya habia sido despedido por dejar en bancarrota el negocio, en todo caso envidiaba la vida de su empleado .

 

Decidió que desearle un feliz cumpleaños a su hija en ese momento no era del todo apropiado, pero como nunca hacia caso a sus decisiones, cambio de opinión de inmediato.

 

—Espero te hayas divertido hija, al menos los elfos debieron hacer la cena que dije que te hicieran...—

 

No era el mejor padre del mundo, eso estaba super demostrado ya. Su mano derecha aun mostraba estar en proceso de curación, debía empezar a controlar esos impulsos tan peligrosos cuando no conoces el poder de tu fuerza y tener la debilidad de un ser humano.

[Nats Rambaldi Crowley]

Ya había perdido la cuenta del tiempo en el que había perdido su caja musical que había tenido desde toda su vida pero había escuchado tantas veces aquella melodía que ya la sabía de memoria y ahí se encontraba tarareándola para pasar el rato mientras que sus padres aparecían.

 

Una sonrisa un tanto diabólica se dibujó en sus labios al escuchar la puerta del negocio abrirse, los conocía tan bien. Su mirada fría y despiadada se encontraba centrada en la nada, mirando al frente y pretendiendo ignorar la presencia de la fémina que la felicitaba por su cumpleaños. - TANTAN. - Terminó de tararear la sinfonía grabada en su mente justo en el momento en el que el Cygnus también hacía acto de presencia, aún no movía un dedo para percatarse de que eran sus padres pero de alguna forma, solo por la manera en que respiraban y en su aroma sabía de quienes se trataba. Había dado un grito al momento de terminar la melodía, un grito un tanto endemoniado seguido de un carcajada que podría asustar a cualquiera.

 

- ¿Y ahora quieren ser los mejores padres viniendo con tales palabras? - Rió sarcásticamente al momento que se volteaba para verlos fijamente. El gesto en su rostro se borró al clavar sus orbes azules en el par de brujos, los miraba seriamente, sin sentimiento alguno. - Los elfos no son quienes deberían pasar mi cumpleaños conmigo. - Tiró al suelo el vaso que tenía en sus manos, a solo centímetros de donde estaba Helen éste se rompió.

 

- 18 años. - Susurró inexpresiva mientras se ponía de pie bajando del banco donde estaba sentado. - Ni regalos ni cenas con elfos podrán remediar 18 cumpleaños no festejados y pasados en solitario. - Tomó la pequeña caja que había dejado la bruja sobre la barra y sin siquiera mirarla, la tiró en dirección a Fokker. - Creo que es tu regalo de bodas. - Su atención se centró en la mujer a la vez que daba lentos pasos acercándose a ella. - Felicidades por tu boda. - Sonrió ampliamente, pero su sonrisa era falsa y en menos de un segundo se borró. Se había detenido a solo medio metro de ella.

 

- Me dan asco. - Dijo sin expresión alguna dirigiéndose a los dos. - Dicen amarse y se avergüenzan tanto de su propio amor que debieron casarse a escondidas. - Pensaba que todo estaba bien entre ellos hasta el momento en el que el mismo Fokker le había revelado aquello en la mansión Rambaldi.

 

- ¿Y como es eso que tengo una hermana? - Comenzó a avanzar hacia el Crowley. - Incluso hasta un sobrino. - Negó con la cabeza, parecían ser tantas cosas las que la molestaban y le dolían que había perdido en control sobre sí misma. - De seguro que para ellos eres el mejor padre. - Aplaudió casi que en la cara de su padre. - Espero ellos si te den regalos por el día del padre. - Lo miró fijamente a los ojos sin inmutarse, en esos momentos era tan fría que ella misma se desconocía.

[Fokker]

Atrapo la cajita que volaba en su dirección con facilidad antes de que tocaran el suelo, demostrando que aun tenia los reflejos del colegio, que tanta gloria le dieron. Sonrió por su pequeña hazaña y la guardo en su bolsillo y solo espero. Dejo que desfogara todo lo que ella quisiera, no la detendría, solo deseaba conocerla. Nats no era una mala chica, no se explicaba porque estaba en el bando tenebroso, no parecía la opción correcta; pero tampoco se preocupo por averiguarlo.

 

—No me pareció que eso te preocupara, el de ser los mejores padres— dijo sin poner atención en ella, esa afirmación sonaba tan lejana de la realidad, no podían con sus vidas y apenas descubrieron que tenían mellizas en vez de una sola hija —no dejas que Helen se te acerque y cumpla con sus deberes de madre, y ahora se lo vienes a reclamar.

 

No estaba seguro como iba a reaccionar la Evans, pero intuía como iba a terminar todo. Los elfos, los clientes, hasta el hipogrifo que estaba dormido en el fondo del negocio, despertó para observar la escena con interés.

 

—No debería sorprenderte que termináramos casados, aunque tienes razón, no fue la forma, pero nunca lo ocultamos, tú mas que nadie lo sabe.

 

Lo de sus hijas adoptivas lo tenían por completo confundido, pero si la Crowley debería saber que ayudo a tres chicas para que tuvieran un hogar en este caso en el castillo Crowley y en la mansión Rambaldi, nunca las oculto y por boca de Helen, estaba enterado que conoció a una de ellas, Kytta en la Gryffindor que era la unica que tenia hijos, por lo que supo a que sobrino se refería. Era algo muy notorio que Nats no se hubiera fijado en eso, con tantos años viviendo con él, aunque nunca haya tenido la ocasión precisa para presentarlas, porque cada quien siguió con sus vidas luego de alcanzar su mayoría de edad.

 

—El único regalo que me dan es saber que están bien, al igual que tú— dijo sin perder la conexión visual con ella. Su expresión no cambio mucho, tampoco iba a ceder a lo que consideraba un simple berrinche.

[Helen Evans]

Observé como Fokker atrapaba el regalo lanzado, suspiré, en realidad nunca había esperado que lo aceptara, quise interrumpir a Fokker ¿Por qué me defendía? No se lo había pedido nunca; pero llegué a la conclusión que lo peor seríaquitarle autoridad frente a Nats. Observé el vaso romperse cerca mío, pero no me moví ni un centímetro.

 

— Tienes razón, no son ellos los que tenían que estar contigo, y tampoco podremos compensarte, menos aún si no nos dejas hacerlo. Si iba a tu casa y organizaba una fiesta, ¿Íbamos a fingir todos ser una familia feliz?

 

Me dolia mucho hablarle así, fría, distante sin intentar acercarme a ella, pero no estaba segura de cómo reaccionar... De como comportarme ahora. Al escuchar sobre la boda no pude evitar estremecerme un poco, pero tenía razón para estar enojada, todos la tenían; miré a Fokker, no pidiendo ayuda, sino reprochándome el defenderme, no había olvidado nada ni por un segundo, para empezar él continuaba siguiéndome a todo lado, era muy molestoso.

 

— Fue un error por dónde lo miren... Pero no te preocupes, el error está solucionado.

 

¿Se había percatado ya, de lo distantes que estábamos? Pero lo siguiente me dejó de una pieza... ¿sabía de Juana? Lo del sobrino...Fokker, Fokker tenía ¿Otra hija? Porque era imposible que Juana pudiera tener hijos.

 

— ¿Hermana? ¿sobrino? Bien ... "querido" veo que tú no perdiste el tiempo.

[Nats Rambaldi Crowley]

- Un árbol no da frutos de la noche a la mañana. Primero se siembra la semilla, luego debe ser cuidado y atendido con mucha paciencia, esperar que poco a poco crezca, florezca y comienza a dar frutos. - Respondió a los dos, su respuesta se adaptaba a las palabras de ambos. Pretendían que ella les diese frutos sin cuidados. - Toda una vida sola sobreviviendo por mi parte ¿y quieren que los reciba con los brazos abiertos? - El dolor de haber crecido en aquel orfanato nunca iba a desaparecer. - Si el árbol no es regado adecuadamente, se seca, si no es cuidado, las hierbas malas y los insectos comienzan a destruirlo. - No mostraba gesto ni sentimiento alguno, en ese momento ella era como el árbol, tan seca y destruida por la ausencia de sus padres. Volvió al asiento donde había estado hace unos minutos. - ¿Y qué creen? - Los miró una vez más. - Si el árbol llega a esas condiciones no hay probabilidades de que dé frutos. - Concluyó. Era su manera de decir que le hubiese gustado tenerlos cuidandola para su cumpleaños.

Tiempos atras prefirio no dejar a Helen acercarse ella porque la consideraba la culpable de todo y queria hacerla sufrir como ella lo hizo. - Por muy fuerte que pueda parecer la corteza del árbol, por muy sano que parezca éste puede estar completamente hueco por dentro. - Si bien muchas veces no le había dado importancia a la calidad de padres que tenía, o eso parecía, por fuera parecía ser una chica feliz e independiente pero nadie sabía lo vacío que estaba su corazón.

Nunca se había imaginado decirle aquellas palabras a su padre, mucho menos tratarlo asi pero todo lo que había ocurrido esos últimos meses la había llevado a hacerlo. Tal vez si no hubiesen desaparecido para su cumpleaños el árbol no había llegado a tal estado y hubiese podido dar frutos, al fin y al cabo, antes de que ambos desaparecieran no estaban muy lejos de ver un árbol florecer.

Su piel estaba más pálida de lo normal, su temperatura corporal era igual a la de un muerto, fría, igual que su forma de actuar, su corazón parecía querer salirse por su boca, latía muy fuerte y rápido. No estaba bien física, mental ni sentimentalmente por lo que el Cygnus se equivocaba.

- Ya era tiempo.que esa farsa a la que le decian amor terminase. - Comento y aquella sonrisa maquiavolica se dibujo en su rostro.una vez mas. - Lastima que sea mi padre... todo lo que se desperdicia. - Comento visualizando a Fokker, momentaneamente parecia no ser ella.

- ¿Hermana? - Se dirigió de nuevo a Helen. - Querrás decir hermanas, son unas cuantas, si no es por los elfos, tampoco me entero. - Decidió echarle más leña al fuego luego de ver la reacción de la mujer. Por un momento parecía haberse calmado pero como bien decían, luego de la calma viene la tormenta.

Editado 16 de Agosto del 2015 por Nats Rambaldi Crowley