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Castillo Gaunt • (MM B: 102403)


Anne Gaunt M.
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Camine y no comprendía lo que ocurría, solo observe un hechizo prohibido haber sido lanzado por alguien. Note al dragón dormido y quedo en shock. Ante los hechos no sabia si el departamento de creatura (@ ) le habían avisado o el de accidentes (@@Matt Blackner ) ello no me importó y simplemente me tome el atrevimiento de avisarles.

 

En sumo cuidado voy a donde se encontraba @ y esperaba que pronto llegara @@Rachel Ravenclaw con el testamento del familiar de esta dama. Allí clave la mirada en @ y @ . -Qué ocurrió? - Mis aprendices se quedaron lejos por temor a la criatura y así lo prefería.

 

-Al parecer llego una situación algo extraña y delicada.- Observe al dragón. -Pero el deber es el deber, señorita Gaunt he venido a leer el testamento de su familiar. Quizás prefiera se lea en otro momento o quiera se le dictamen en este momento.- Hice pausa. -Y ante los hechos ocurridos me tome el derecho de llamar a los departamentos de criatura y accidentes.

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No fue suficiente, sobre todo porque Luca y Mery seguían sin ayudar en nada. A pesar de ello, Jeremy usó el incárcerus y, de repente, el dragón quedó inmóvil. Miró de reojo a Sagitas. ¡Había vuelto a hacerlo, sí, sí! ¡Estaba segura aunque no la hubiera oído pronunciarlo! Conocía los efectos, no había lugar para la duda. La miró durante un instante con intensidad, como si quisiera atravesarle el cráneo y leer sus pensamientos pero enseguida notó que era oclumántica. Demonios, vaya tarea con la pelimalva.

 

Cuando Sagitas alertó sobre la ausencia de Mery, el corazón de Anne se disparó. ¿Dónde estaba su desastrosa hija? No la veía por ninguna parte.

 

¡Mery, Mery! —vociferó. Pero escuchó que la Potter Black el pedía silencio e inconscientemente obedeció. En su lugar, se unió a Jeremy para atar a la criatura—. Incárcerus.

 

Las cuerdas aprisionaron sus patas y hocico, aunque estaba segura de que ésta última podría hacer poco si el dragón se despertaba e intentaba abrir las fauces. Esperaba tenerlo controlado para entonces... o en un lugar seguro. La voz de Jeremy la distrajo por un momento, haciendo que casi olvidara el desastre en el que estaban inmersos. Miró hacia donde señalaba y suspiró, sintiendo los labios del Askar en sus nudillos.

 

Mi habitación está a salvo, espero. La torre caída es la este, y la semidestruída es la del sur... Pero toda la estructura tiene daños, al parecer. Queda un enorme trabajo de reconstrucción para volver a dejar como estaba —murmuró, evidentemente abatida. Se permitió el lujo de acercarse un poco y apoyar un lado de la cabeza en el brazo del hombre, bastante más alto que ella, mientras éste saludaba a Sagitas. Quien, por cierto, estaba encima del dragón. La Gaunt tuvo que hacer un serio esfuerzo para no reír ante aquella imagen conformada por el castillo destruido, el dragón que lo había arrasado todo desplomado y Sagitas y su extraña indumentaria coronando la escena.

 

Iba a hacerle algún comentario mordaz al respecto cuando sitió que alguien más se acercaba hasta donde estaban ellos hablando de no-sé-qué de un testamento.

 

¿Extraña y delicada? ¿Tú crees? —bramó sin contemplaciones, girándose hacia el recién llegado—. ¿Qué testamento ni que familiar? Evidentemente prefiero otro momento, estoy un poco ocupada. ¿Me dices quién eres y de dónde vienes, por favor? —dijo, relajando un poco el tono pero sin esforzarse por ocultar su enfado—. ¿Quién te crees que eres para llamar a nadie sin mi consentimiento? Pues tómate ahora el derecho de volverles a llamar para decirles que no vengan, eso debería ser decisión mía.

 

Se calló entonces, volviéndose hacia Jeremy y Sagitas. El Ministerio podría pedir explicaciones... y ella no sabía exactamente de dónde había salido el dragón. Pero sí sabía que no quería perderlo. No podía permitir que lo vieran.

 

Necesito que me ayudéis, ya negociaremos el pago más tarde. Tenemos que averiguar de dónde ha salido ese ridgeback noruego. Mery. ¡Mery! —llamó a su hija entonces, ella había sido la primera en verle. Ya no se acordaba de que no sabían de ella desde la última llamarada del dragón. Gesticuló con las manos para que Sagitas bajara del dragón hasta donde estaban ellos—. A ver, sabemos que ha salido de la parte trasera del castillo. Aunque... esperad... no puede ser.

 

Se fijó un poco mejor en la estructura que había sido un magnífico edificio hasta hacía poco menos de media hora. Había dos torres casi destruidas, pero las otras dos estaban bastante sanas. Y también las paredes del fondo y algunas laterales. Los mayores destrozos correspondían con el centro del edificio y la parte frontal, por donde había salido la criatura. Pero eso no podía ser, a no ser que...

 

Ha salido de debajo del castillo. ¿Lo veis posible? Sé que hay unas... cámaras subterráneas —no podía decir abiertamente que eran mazmorras, claro estaba. Al menos delante de Sagitas, ahora que sabía que era...—. Son muy antiguas, y hay partes que nunca he explorado porque... porque había mucho que explorar en la superficie, la verdad. Así que... ¿veis posible que hubiera un dragón encerrado en esa parte, bajo el castillo? —dejó la pregunta en el aire a la espera de opinión mientras el dragón descansaba en el suelo (si podía llamarse descanso tras lo que se había liado allí). Había muchos documentos de la biblioteca privada que no había terminado de leer. ¿Y si alguno hablaba de la existencia del dragón y lo había pasado por alto? Era más que posible. Pero no podía estar segura hasta comprobarlo... si es que quedaba algo en pie en la biblioteca.

 

 

@@Mery Gaunt Karkarov

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¡Hey, demasiadas cosas para mi gusto...! Soy una payasa sencilla que ha de asimilar las cosas poquito a poquito... De todo lo extraño que pasó en aquel momento, lo que más me confundió no fue la llegada de aquel hombre que llamaba a todo el mundo para que acudiera al castillo de mi compañera Guarlo. En realidad, lo que me preocupó en serio fue la cara de Anne, quien no había reaccionado como yo hubiera hecho, con un aplauso y pidiendo un "bis" al verme allá, encima del dragón, cual guerrera amazona con su trajecito de lentejuelas.

 

Anne se había puesto seria, mucho, tal vez incluso demasiado. Me miró con cara de pocos amigos como si no creyera lo que estaba viendo. La disculpé, claro, ya que duró poco, apenas una milésima de arena en un reloj de vidrio; además, ¿quién no hubiera puesto esa cara teniendo el castillo en el suelo y teniendo hoy que cenar a la intemperie?

 

Me relajé en cuanto ella cambió su rostro por el del miedo, buscando a Mery. ¿Era su hija? ¡Demonios! Ese dato no lo sabía. Por supuesto, me preocupaba por la que una vez fue mi compañera en el departamento de Internacional pero entonces detecté que el muchacho le daba un besito tooooodooooo amorosete en la mano a mi amiga. Enarqué una ceja y me crucé de brazos, allá, arriba del dragón, guardando el equilibro en su lomo porque se movía cada vez que respiraba.

 

-- ¡Demonios! Por eso era tan valiente. ¡Estáis enamorados! -- grité al aire.

 

Si en aquel momento llego a estar en el Circo, activo con magia el sensor de los papelitos de colorines que salen despedidos por el aire y voletean por encima de las gradas como si fueran corazoncitos. Pero claro, en medio de un castillo destrozado, ¿quién tiene eso? No importa, con lo que gritaba y palmeaba, repitiendo que estaban enamorados era más que suficiente. Me había olvidado por completo que estaba sobre un dragón dormido. Di un salto mortal hacia adelante (no es nada, no os asustéis, soy buena funambulista en el Circo, mi primer negocio en este pueblo) y caí delante del muchacho, quien se presentaba y me daba la mano.

 

-- Encantada, Sr. Jeremy. Soy Sagitas, Sagitas Ericen Potter Blue, dueña del Circo y Domadora de Dragones y otras grandes Bestias -- le saludé, de forma algo pomposa.

 

Mientras, Anne discutía con el recién llegado por algo de un testamento; me pregunté que quién sería el familiar difunto pero no interrumpí. Anne es muy diabólica cuando se enfada... Con lo buenina y osito de peluche que parecía en las reuniones de los guarlos, ahora daba miedo.

 

-- Shhhh, recuerda... Tenemos un dragón dormido... -- ¿Y lo decía quien había estado palmoteando y gritando apenas hacia un minuto. -- Por cierto, que no durará mucho así. ¿Tienes un antifaz o máscara para ponerle en la cara? Debiéramos taparle los ojos. Es lo más práctico para domar a un dragón.

 

Lo dije con tono de sapientis cuando, en realidad, lo había aprendido de mi Enano Gruñón, el domador del Circo. Me hubiera gustado decirle que podíamos contar con Matt Blackner, pues el Director de Accidentes era alguien muy capaz y, además, sabía guardar secretitos (además que es mi hijo y tengo que vigilar que gane dineritos o lo despedirán por no hacer nada)... Pero cualquiera se mete en medio con una Anne revolucionada. Vamos, que un mortio a su lado lloraría ante su enfado...

 

-- No es del todo un Ridgeback noruego, Anne. -- Sí, me gusta ser exacta aunque me arriesgue a un capote. -- Fíjate que debe de tener gotitas de otra raza porque no sé qué le he visto en el iris del ojo que...

 

Creo que no era el momento adecuado para hablar de razas puras de dragones; además, ahora había caído que Anne había dicho algo de pagarnos por... ¿ayudarla? Arqueé la ceja y seguí su dedo que señalaba las entrañas del castillo.

 

-- ¡Demonios, amiga! -- susurré. -- ¿Es que construyeron el castillo encima de un nido con huevos de dragón? Pues sería una mala pata enorme. -- Mi mirada, sin embargo, temblaba de emoción porque si hubiera una posibilidad de ser cierto, ¡podría quedarme uno, con lo difícil que eran de conseguir!. -- Vale, tú dime qué necesitas y yo te ayudo sin que tengas que pagarme por eso... Bueno, un café calentito y alguna galleta cuando todo acabe me vendría bien...

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El vampiro miró a para todos lados buscando a Mery, hacía solo un momento que había estado por allí. Pero ahora no se la veía por ningún lado. Estaba casi seguro que el dragón no podría habérsela comido como un bizcocho con todos mirando. Así que se relajó para centrar su atención en la bruja a la que le sostenía su mano y que se había arrimado a él. Escuchó con atención las palabras sobre la reconstrucción de las torres y la estructura del castillo.

 

-Te ayudare a hacerlo –Le dijo con un guiño del ojo, antes de ser interrumpidos por unos aplausos y gritos, que provenían de la domadora de dragones. El rubio no pudo evitar sonreír de oreja a oreja. ¿Estaba enamorado de la Gaunt? ¿En tan poco tiempo? Por supuesto, pero no podía andar diciéndolo por ahí, en voz alta ¿O si podía? ¿Dejaría Anne que lo publicara en el profeta? No estaba seguro.

 

El rubio se impresionó con la destreza de la mujer de pelo violeta para saltar desde arriba del dragón dormido y caer frente a ellos, para tomarle la mano y presentarse. Apretó con firmeza la mano de ella, desviando la mirada al extraño que los interrumpió. Con una sola mirada noto que lo conocía del baile de navidad en el ministerio. Demian Luxure.

 

No se sorprendió del enfado de Anne, era muy notorio que Demian había llegado en mal momento, interrumpiendo una escena privada, sin permiso. El mago pensó en desmemorizarlo, ya que trabajaba en accidentes tenía la posibilidad de hacerlo. ¿Lo echarían por un “error” que cometiera fuera del horario laboral? Seguramente sí, pero bien valía la pena, si lograba salvar al dragón de Anne. Lo meditaría un poco más. En ese momento Sagitas pedía que taparan los ojos de animal.

 

-Ya lo hago yo… ¡Obscuro! –De la varita del mago salió una cinta negra que cubrió los ojos de la bestia dormida.

 

Con la tarea terminada, Jeremy siguió la mirada de Anne al castillo casi destruido mientras les relataba sus sospechas de donde podría haber salido aquel dragón. Según Anne era un Ridgeback Noruego y según Sagitas era mestizo, lo que apuntaba a que… ¿Podría haber más de una especie por allí? Alarmado el vampiro volteo de nuevo a mirar a la gran presa, que dormía profundamente. El castillo Gaunt era gigante, bien podría tener unas amplias cámaras subterráneas, similares a las inmensas catacumbas que tenía El Refugio Askar.

 

-¿Quieres que exploremos? Yo tampoco cobrare por mis servicios –Agregó el rubio, tratando de no incurrir al doble sentido – No más que Sagitas, claro. Un café y una galleta me parecen bien.

 

El vampiro sabía que si moría, por lo menos había ayudado a rescatar a una princesa del ataque de un dragón. “Malditos cuentos, muggles” pensó conteniendo una sonrisa.

 

 

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Editado por Jeremy Barton

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  • 2 semanas más tarde...

Sagitas volvió a gritar. No recordaba haberla escuchado nunca hablando normal, siempre lo hacía en tono muy alto o susurrando para intentar que alguien no la escuchara. Y no entendía cómo podía pretender algo así, porque acaparaba la atención allá por donde iba. Aunque solo fuera por su indumentaria, que aún estaba causando estragos en la mente de la Gaunt. Afortunadamente, tenía otras cosas en las que pensar en aquel momento y decidió no machacar a su compañera warlock al respecto.

 

¿Que estamos qué? —preguntó torpemente en voz alta. Se mordió la lengua, aquella afirmación la había pillado por sorpresa. Miró a Jeremy en busca de una reacción por su parte, pero solo le vio sonreír ampliamente. Aquello le bastó para recuperar algo de la energía que había perdido, y le confirmó que sentía algo más que atracción física por él. Tuvo que esforzarse para que su sonrisa no fuese tan amplia como la del Askar mientras Sagitas bajaba del dragón haciendo acrobacias. Se llevó una mano a la cabeza, ¿es que nunca dejaría de sorprenderla?

 

Cuando ambos acabaron de presentarse, Sagitas comentó que sería bueno taparle los ojos a la criatura y Jeremy se apresuró a hacerlo. La Gaunt le observó mientras lo hacía y luego le dirigió una sonrisa cuando acabó y miró a su compañera.

 

¿En serio, Sagitas? ¿En serio te has puesto a mirarle las pupilas mientras destruía mi hogar? le respondió con el ceño fruncido. Por un momento, se le pasó la idea de lanzarle un avada kedavra allí mismo, delante de todo el mundo. ¿Qué clase de ocurrencia era aquella?—. Me da igual si es un dragón con mezcla de caniche francés, de verdad, quiero saber de dónde ha salido y qué hago para domesticarlo.

 

Lo último lo soltó sin pensar, pero tampoco iba a arrepentirse ante los presentes. Al fin y al cabo, eran su compañera de trabajo y su... su... su Jeremy, más o menos. Ya pensaría mejor en esa cuestión cuando estuvieran a salvo, en su torre. O en cualquier sitio mientras fuese con él.

 

¿Y yo que sé sobre lo que había antes aquí? ¿Me estás llamando vieja? ¡El castillo se construyó hace siglos! ¡Cómo iban a hacer aquí huevos de dragón! —bramó, sin poder contenerse ya. Miró de reojo al dragón y moderó el volumen, aunque no el tono enfadado—. De verdad, ¿estas cosas las dices sin pensar o las meditas para agotar la paciencia de la gente con una sola frase? —refunfuñó. Con lo que le gustaba trabajar con ella... y lo pronto que le agotaba la paciencia. O quizás se debiera a que acababa de descubrir que ella era...

 

Miró a Jeremy, iba a pensar que era un ogro.

 

Discúlpame... ambos, disculpadme. Estoy muy estresada con lo ocurrido. Me anoto lo del café y las galletas para cuando el castillo esté en pie de nuevo —les dijo a ambos, esbozando una triste sonrisa. Aunque el comentario de Jeremy la hizo mirarle con gesto burlón durante unos instantes—. ¿No? Yo tenía una oferta especial para ti... me la tendré que pensar entonces.

 

Estaba segura de que el Askar sabría que bromeaba, aunque no tenían tiempo de esas cosas. Ya lo provocaría más tarde. Ahora era más importante averiguar lo sucedido.

 

Vayamos por partes. Yo estaba en el jardín con mi padre y mi nieto —les explicó— y el suelo quemaba. Sí, extraño pero cierto. La hierba del jardín estaba calentita. Así que podemos asumir que el dragón viene de ahí abajo —señaló el suelo—. La primera que le vio fue Mery, quien dio la voz de alarma. Bueno, técnicamente salió del castillo gritando incoherencias y luego se puso a llorar. Así que lo primero sería... sería... ¿Mery? ¿Dónde estás, Mery? —se giró. Había olvidado que su hija había desaparecido.

 

 

 

 

@@Mery Gaunt Karkarov

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Observe y escuche hasta el más mínimo detalle, mi cara ante ma situación era de pocos amigos y me pareció extraño que involucre en el hecho a una Warlock, de inmediato avise a @@Beltis en una carta que no dude enviar y así ella estará al tanto de los hechos, así como @@Matt Blackner director de los accidentales.

 

-Supongo que se encuentra alguien del departamento de creaturas, en caso contrario descuide, ya avise a @ sobre el hecho. Ahora bien, necesito saber más de los hechos y sabrán he notificado de esta situación a mi directora @@Mei Black Delacour ...- Clave mirada en @ -Espero tenga papeles en orden. - Era posible @@Emmet Haughton Gaunt rondara por este rumbo, pero sin importar mis sentimientos encontrados debería actuar de forma objetiva.

 

-¿Le avisaron a San Mungo?- Cuestione. -Ya también alerte a Sra. @@Bodrik , espero que ella pudiera venirl.- Apunte al dragón y lo congele con las semillas de hielo, no me gusta verle dormir y sea una amenaza.

 

-Sra. Gaunt , me avisa el momento mas oportuno para lectura del testamento de su familiar. Admito, que es un pariente lejano, pero según el archivo se refiere a...- Baje la mirada. -Magiczologa famosa por el cuidado de dragones, curiosa ante las circunstancias.

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La habían cogido, levantado, movido y cubierto, pero Mery simplemente lloraba desconsolada mientras temía que en el siguiente excremento del dragón hubiera restos de su pequeña y dulce oveja.

 

No se había dado cuenta en que momento sus reflejos habían actuado para evitar acabar quemada como un pollo asado y había comenzado a rodear, entre sus lágrimas en todo momento cesped abajo, huyendo tanto de Sagitas y Anne como del dragón, el fuego y los derrumbamientos. Y como una croqueta, se quedó frenada cuando un árbol se interpuso en su camino, haciando que mirada hacía el horizonte y viera que no se encontraba nada cerca de sus antiguos acompañantes.

 

Se sentó en el suelo como los índios y se cruzó de brazos, realmente enfadada con la sociedad, seguro que cuando viera a su madre le diría que el bicho había aparecido por su culpa, que lo había traido a posta o cualquier locura más. ¡Pero Mery no era tan mala! Además, cualquier persona no podría manejar a un bicho de tales dimensiones. Y si la Gaunt pudiera estaba más que claro que destrozar su hogar no iba a ser su prioridad.

 

- Manda narices la cosa... Y encima me toca andar hasta donde están las locas éstas -soltó entre pucheros mientras se apoyaba en el tronco del árbol para levantarse y observar que el gran animal estaba tirado en el suelo.

 

Frunció el ceño mientras estiraba sus brazos a lo alto, crujiendo su espalda. ¿Cómo habían derrotado al animal tan rápido?, ¿o es que mientras rodaba y paraba se había quedado dormida? Miró sus manos y rodillas, completamente solladas y frunció aún más el ceño, enfadada.

 

Salió corriendo hacía su madre mientras gritaba y hacía moviientos extraños con las manos para captar su atención, pero conforme más se acercaba se percató de que la masa de personas era más grande de los que recordaba. ¿Jeremy? Abrió la boca de par en par mientras dejaba de gritar y sus pasos se volvían más lentos. Había más gente, pero le importaba más bien poco porque no los conocía de nada, simplemente estaba asombrada.

 

- ¿Hola? -susurró mientras se metía en el grupo-. Estoy viva eh, no os preocupéis más -soltó irónica, sintiendo que les había dado completamente igual su desaparición. Miró mal a todos los presentes menos a Sagitas, a la cual se le abrazó como una lapa-. Después de ésto juro que me voy a vivir contigo -suspiró con pesadez y observó el dragón, ahora asombrada y con admiración-. Mamá, ¿nos lo vamos a quedar de mascota? Yo quiero uno en pequeño para mi habitación -mordió su labio inferior con ilsuión-. ¡¡Y UNA OVEJA NUEVA!! -alzó los brazos y comenzó a dar vueltas y saltos, con una extraña felicidad innentendible.

 

Y ahí estaba de nuevo Mery, la verdadera Mery.

 

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La voz del hombre extraño que se había acercado hasta ella para hablarle de un testamento volvió a sonar en medio del silencio que se había instaurado entre los presentes después de que la Gaunt llamase a Mery. Anne puso los ojos en blanco y respiró profundamente varias veces antes de girar en redondo para encararlo. Era eso o matarlo allí mismo, delante de Jeremy, Sagitas, el dragón y todo el que asomara la cabeza en sus terrenos en aquel momento.

 

¿Y con qué derecho... —empezó a decir, pronunciando cada sílaba lentamente como si masticara las palabras— vienes a mi castillo y llamas a medio Ministerio? ¿Acaso alguien te ha pedido ayuda? ¿EH? —su tono fue aumentando hasta que la voz se transformó en un grito—. ¿Y para qué demonios llamas a la directora de la Oficina del Ministro? ¿Y para qué debe venir alguien del departamento de Criaturas? ¿Con qué derecho vienes a meterte donde no te llaman, eh?

 

Casi sin darse cuenta, había caminado hacia él con los puños apretados. De hecho, el de la mano izquierda parecía a punto de quebrar la madera de su varita.

 

Mis papeles están en regla, gracias por la preocupación. Y no hay heridos, así que no necesitamos a San Mungo aquí. Es más, lo que quiero es tranquilidad para poder reconstruir mi castillo y ocuparme de mi dragón, ¿de acuerdo? —ya había asumido que el dragón era suyo, por supuesto. Había salido de su castillo. Por tanto, era su dragón—. ¿Qué familiar? Hasta donde sé, ninguno de mis familiares se había dedicado a la magizoología antes que yo. Así que espero que no seas un error, o te lo haré pagar con creces.

 

La amenaza quedó en el aire justo cuando una voz chillona llegó hasta su fino oído lupino. Al girar la cabeza, vio cómo Mery corría hacia el grupo haciendo aspavientos con las manos. Luego se abrazó a Sagitas diciendo que se iría a vivir con ella.

 

No aceptes bajo ningún concepto, Sagitas —le advirtió—. Te garantizo que te arrepentirás desde el primer momento —añadió, mirando a su hija con los ojos entornados. A pesar de ello, sintió una calidez en el pecho solo con mirarla. Por supuesto que se había preocupado por ella, aunque no estuviera dispuesta a reconocerlo en voz alta. Se alejó entonces de Demian para evitar que pudiera escuchar sus palabras a continuación—. ¿Uno pequeño? Una torta pequeña te voy a dar yo a ti como no me cuentes qué ha pasado —le dijo, moviendo amenazadoramente la mano libre en el aire—. Explícanos, por fa-vor, qué estabas haciendo y dónde antes de que se me acabe la paciencia. Y de que venga medio Ministerio por culpa de éste, si es que alguien le hace caso —añadió en voz muy baja para que solo la escuchasen las tres personas de su alrededor—. Mery, ¿estabas en las... en... ? ¿En el sótano? ¿Allí? —le preguntó a la pelirrosa, evitando pronunciar la palabra "mazmorra". Esperaba que la joven Gaunt cayera en el detalle de guardar silencio delante de Sagitas. En realidad podían justificarlo por la antigüedad del edificio, claro, pero no era muy normal que las mazmorras estuvieran aún activas. Aunque con un poco de suerte, el dragón también las había destruido junto con las pruebas de la utilidad que les daba Anne.

 

 

 

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@@Mery Gaunt Karkarov

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-Señora @ , es un su libertad o no hacer lectura del testamento de la magiczolaga Anastasia Gaunt heredera del reinado de Austria del siglo XII, admito que el documento es algo antiguo, pero refiere según comprendo según su linea sucesoria a Usted como pariente de sangre y del sexo femenino, la tardía de la lectura de este es por envió de África y quien por error lo emitió a Noruega en el siglo del fallecimiento. Por los dioses ha llegado a Gran Bretaña y por eso hacemos acto presencia.- Hice pausa y evoque cada interrogante.

 

-Sobre el ámbito legal soy el jefe del mismo en la Oficina del Ministro y SAW, por tal motivo es mi deber hacer cumplir la voluntad de la persona, sin importar los siglos que pasen.- Clave mirada en @ W. Potter Blue .-Lamento informar que ante esa criatura es deber del departamento de seres hacerse cargo, por otro lado, ya que menciona que es su dragón, si no es molestia me gustaría ver los papeles. Y si, en caso de mostrar negativa, supongo que deberé insistir la presencia de Sanadores de San Mungo y por los eventos a los accidentales (@@matt Bacner ) a quien ya he avisado, dado a lo ocurrido.- Clave mirada en @ .

 

-Curioso, en verdad curioso.- Y apunte a la creatura y la congele con las semillas de hielo y el hechizo correspondiente, de esta forma tome una segunda medida de seguridad. -Y si desea saber porque alerte y congele al dragón, pues algo de seguridad y por ello notifique a mi directora, ese dragón es un peligro y debe ser contenido para resguardar a la comunidad.

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-Acepto la oferta especial -Se apresuró a interrumpir el vampiro sonriendo, no podía parar de sonreír al ver a la bruja toda enojada, era un espectáculo adorable - No lo pienses demasiado.

 

Guardo silencio mientras escuchaba con atención la explicación del dragón y los supuestos orígenes de donde procedía. Era increíble el tamaño de la bestia y su habilidad para pasar desapercibido hasta ese momento. Jeremy meditó unos momentos sobre eso, pero solo le venían más preguntas a la mente. ¿Qué era lo que lo había molestado tanto al animal para salir hacia la superficie? ¿Qué cosa había cambiado en su hábitat subterránea?

 

-Justamente allí...-Intentó responder el Askar sobre el paradero de Mery pero fue interrumpido por los gritos de Anne. Bajo la varita con que señalaba a Mery; que se acercaba caminando hasta donde se encontraban todos. Hola de nuevo, Mery.

 

La Gaunt furiosa siguió gritándole un rato más a Demian, que al parecer no había seguido el sabio consejo de la bruja de irse. Seguía en el castillo llamando a todo el Ministerio de la Magia para que apareciera. (¡Sigue acá!) ¿Qué esperaba conseguir? ¿Ayuda? Era el castillo Gaunt no una casa cualquiera, el apellido tenía peso propio, nadie se aparecería sin ser llamado por un miembro de la familia.

 

Jeremy espero el ruido de hechizos o golpes, pero no llegó. Se guardó la desilusión y se volvió a Mery evaluándola con la vista a ver si estaba herida, pero no lo parecía ya que después de abrazar a Sagitas, pedir un dragón de mascota y una nueva oveja, se puso a saltar y dar vuelta feliz de la vida.

 

El vampiro observó de reojo a Demian, mientras Anne regresaba y les hablaba en un tono más bajo pidiéndole explicaciones a su hija sobre el animal. Pero el mago no se quedó ni callado ni quieto y después de un discurso sobre un testamento y un reinado del siglo doce, levantó su varita queriendo hacer un hechizo al dragón de la matriarca.

 

-¡Impedimenta! -Dijo el Askar lanzando el rayo hacia el pecho de Demian, donde impactó e impidió que lanzará las semillas del hielo al animal - ¿Perdiste la razón, Luxure? -le gritó poniéndose furioso de repente. Una vez que recuperó la movilidad el demonio, se le acercó para poder verlo a los ojos - No hace falta que llames a Matt, yo soy Jefe en el departamento de Accidentes y tengo libertad para encargarme de esto como mejor me parezca. Así que deja de excederte en tus funciones y lárgate de aquí, si no quieres terminar en San Mungo sin acordarte ni de tu nombre.

 

El vampiro quería romper un par de huesos, pero en vez de hacer papelones en castillos ajenos, volvió a donde estaban las mujeres. Lo que no entendía Demian es que le estaba haciendo un favor, no duraría ni medio segundo vivo si las brujas se ponían de acuerdo en lincharlo. ¿Quién se los impediría? Había accidentes a todas horas en Ottery. Eran una comunidad mágica, esas cosas pasaban. <_<

 

 

@ @@Mery Gaunt Karkarov @

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