¤ Ladurée ¤ (MM B: 102947)

[Sophie M.]

" Acabo de llegar a Londres, por primera vez" la voz de aquella persona se repetía en mi cabeza, podría ser cierto que él acabara de llegar a Londres, sin embargo por muchos años yo no vivía en Londres, viajaba por doquier en el mundo en mi sed de conocimientos, aprendiendo de aquella forma a dominar muchas lenguas, conocer muchas personas, cabía destacar que buenas y malas pero sobre todo tener más de una aventura. En mucho tiempo mi condición de demonio que subyacía por mi intento de parecer humana, no había sido tan latente como aquel café, gracias a ello pequeños fragmentos de su conversación alcanzaban mis oídos.

 

- Omuraisu Ommelette y jugo de naranja y zanahoria para la señorita - dije el camarero con una gran sonrisa haciéndome perder un fragmento de conversación, lo despaché con desesperación con un gesto con mi mano, y de pronto caí en cuenta de lo verdaderamente irrespetuosa que estaba siendo, puse unos galeones en la mesa segura de que pagarían el omelette y jugo sin probar y tomé una tarjeta de las que usaba en el Departamento de Transportes Mágicos, indicando la Oficina para la que laboraba y el puesto y en el reverso escribí : " Tengo la impresión de que debemos conocernos mejor, te espero en Ten Bells " aquello sin duda alguna era lo más atrevido que había hecho en meses, pero no podía deshacerme del sentimiento de que lo que ponía en aquella nota era completamente cierto.

 

Abandoné la mesa y al acercarme a la del joven y compañía escuché lo que decía - ... Leyla Kutsy Myrddin Loveless, chica bella que me confundió por alguien mas y aún no se como se llama, las saludo a todas - reí divertida con su presentación y al estar más cerca la sonrisa mudó a una más atrevida.

 

- Sophie, mi nombre es Sophie - puse la tarjeta en la bolsa de su camino y seguidamente me giré para salir del local con paso firme.

[Daphne Malfoy]

Los lugares sofisticados eran de sus favoritos, allí donde la gente era refinada, y había tranquilidad, buen gusto, elegancia y todo aquello que la hacía sentir cómoda. Para encontrar ese estilo de sitios, generalmente, debía irse al exterior, pero había escuchado de un lugar que parecía tener esa cualidad que tanto buscaba. Nunca había ido, pero tenía el nombre en su memoria, y una breve explicación de donde estaba situado.

 

Sus pasos se confundían con los de los demás magos que transitaban las calles del Callejón Diagón, cada uno de ellos ensimismados en sus propios pensamientos y actividades. Su mirada iba recorriendo los diversos negocios, que se encontraban en su mayoría repletos de magos que entraban y salían. Al parecer habían salido todos juntos luego de tantos días de grandes heladas en los cuales se refugiaban en sus hogares.

 

Aquella tarde hacía frío, pero el sol que se escapaba cada tanto de las nubes, apaciguaba y hacía agradable el clima. El local llamó su atención desde lejos, y al reconocer el nombre supo que había llegado. Por el momento había causado buena impresión en la blonda, que se disponía a ingresar al lugar, a medida que se iba despojando de su capa, para dar paso a una túnica color blanco que caía hasta el suelo, de mangas largas y escote redondo, la misma se ceñía en la cintura con una delicada cadena de oro. Sus zapatos color carmesí se visualizaban a cada paso que daba.

 

Los aromas de aquel lugar eran exquisitos, al igual que su decoración. ¿Cómo podía ser que nunca lo hubiese visto antes? Tal vez era nuevo y lo habían inaugurado cuando ella se encontraba en sus largos viajes. Se acomodó el cabello, que caía lacio tras su espalda con algunos bucles en las puntas, y observó el lugar intentando decidir en cuál de los tres salones se sentiría más cómoda para disgustar las delicias que había allí.

[Linker2k]

Sostuve la tarjeta en mis dedos unos segundos, no comprendía mucho la situación por lo que estuve a punto de compartir el mensaje con mis otras acompañantes, sin embargo tampoco las conocía a ellas, una fugaz idea me vino a la mente -*Acaso... me estaba advirtiendo?*- Tenia sentido, una persona que al verme acercar a dos mujeres las cuales me llamaron sin razón o motivo aparente para que las acompañe.

 

-*Voz Interior: Te dije que hacíamos bien en desconfiar*- por lo general trataba de ignorarlo cuando se ponía paranoico sin embargo ahora quería escuchar atentamente lo que tenia que decirme -*Voz Interior: Londres es la escoria del mundo, todos aquí te harán daño si les das la oportunidad*- Mi instinto me decía que me quede, pero una fuerte sensación de supervivencia me exigió levantarme de la silla casi de un salto. Mire a las dos mujeres que sin duda me estarían mirando extrañadas así que sonreí de forma cordial. -*Acabo de recordar que me olvide todo el dinero que tengo en el hotel*- mentí convincentemente, pues no tenia motivos sólidos para dejarlas allí de forma tan brusca.

 

Me lleve una mano a la cabeza en señal de disculpa, mientras sonreía, agite un poco mi cabello -*Siento haberlas molestado, espero que podamos seguir conversando en otro momento*- En realidad no lo decía en serio, de ser que mis sospechas mal sin fundamento fueran por casualidad ciertas y no solo un producto de mi paranoica mente no querría verlas ya jamas. Me voltee mirando hacia la puerta y me moví con celeridad pero antes de cruzar el umbral me di la vuelta mirando nuevamente a la mesa y salude con un cordial gesto mudo, finalmente estaba afuera.

 

" Tengo la impresión de que debemos conocernos mejor, te espero en Ten Bells " - El mensaje se quedo entre mis dedos por un momento, por lo pronto me sentí nuevamente desconfiado -* Puede que en realidad no me hubiese querido advertir sino que estese aprovechando de alguien que escuchó como nuevo en la ciudad y robarme o hasta matarme*- el estomago se hizo un nudo -*Voz Interior: Pues eso si que nos enfurece, yo diria de ir a ese lugar y demostrarle quien es el nuevo sheriff de la ciudad*- era su reacción típica, nadie podía dudar de su valía sin darme un dolor de cabeza -*Supongo que cuando menos podríamos ir a ver de que se trata*- le di gusto -*Pero primero debemos encontrar un lugar donde quedarnos*-.

 

Escuche que alguien me hablaba, sin darme cuenta estaba hablando en voz alta -*Persona común: Pues prueba en la Torre del Dragón, hay un hotel allí y aceptan locos*- tuve que frenar el impulso de tomar mi varita debido a que necesitaba las indicaciones, pero sin duda esa persona no querría volver a cruzarnos -*A la torre del Dragón entonces, desde que llegue a Londres que no duermo*- pensé recordando la noche anterior en el bar.

[Deiwan Rambaldi]

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¤ Nöel Deroux, mesero de La Bibliotèque. ¤

Un atractivo joven alto y delgado contempló a Daphne desde la escalera que conectaba el pasillo de los salones con recepción. Nöel, de nariz prominente, labios muy gruesos y un acusado prognatismo de la mandíbula inferior no tardó en bajar los escalones que le separaban de ella para ofrecerse a llevar la capa que se había quitado nada más entrar aquella bruja de cabello lacio con algunos bucles en sus puntas.

Manteniendo un paso constante, pausado pero alargado, aparentando serenidad, Nóel avanzó con rapidez y elegancia hacia ella. Iba vestido con zapatos negros de punta cuadrada, pantalones y chaleco verde y camisa blanca perfectamente planchada.

—¡Buenos días! Permítame—le pidió ofreciendo su codo para que reposara dicha prenda y conducirla hacia la Bibliotéque—. Acompáñeme, por favor.

Se dirigió hacia el lugar en cuestión y le cedió el paso mientras la dejaba elegir mesa. Cuando se aseguró de que se estaba acomodando, colocó las manos por detrás, asomando una vieja bandeja metálica.

—Mademoiselle Mi nombre es Nóel, un placer en servirle—comentó el francés desplegando de sus manos una carta de menu—. ¿Ha decidido lo que desea tomar o prefiere que venga dentro de un rato?

El castaño se quedó erguido esperando indicaciones, un vuelapluma azulado se alzó desafiando a la gravedad y esperando también órdenes.

[Daphne Malfoy]

La voz de un muchacho la hizo salir de sus pensamientos, el chico amablemente tomó su capa, a la vez que ella le respondía cordialmente el saludo y se dejaba acompañar al salón La Bibliotéque, donde la dejó escoger una de las mesas. La blonda eligió la que estaba cerca de la ventana y más alejada de las personas, le gustaba estar tranquila y relajada sin escuchar las conversaciones de los demás y sin que nadie la molestara con sus voces. Tomó asiento con delicadeza, y mientras cruzaba las piernas escuchaba nuevamente la voz del mozo que se presentaba y le ofrecía tomarle el pedido.

 

-Tráigame un té de durazno, y para acompañar tráigame la especialidad de la casa.-Respondió mientras leía la carta que el muchacho le estaba ofreciendo.- Eso es todo.

 

Y allí se quedó, esperando a que el muchacho le trajera el pedido, mientras observaba, sin fijar la vista en nada en particular, las calles repletas de magos y brujas que iban de aquí para allá, riendo, serios, charlando y algunos hasta a las corridas. Parecía como si pasaran en cámara lenta, de repente todo se había vuelto silencioso y su mirada sólo veía aquello, las vidas de los demás, cada uno inmerso en sus cosas sin fijarse en quién pasaba por al lado.

 

Volviendo a la realidad comenzó a observar el lugar, era completamente hermoso y delicado. Todo allí resplandecía y resaltaba, los aromas eran dulces y cálidos, los sonidos la trasladaban hacia otra parte del mundo, y hasta la gente allí era agradable. La decoración era exquisita, los muebles, los cuadros, las mesitas con sus sillas, los manteles y hasta la fina vajilla en la que colocaban los pedidos de los clientes.

Editado 7 de Febrero del 2014 por Daphne Malfoy

[Deiwan Rambaldi]

¤ Nöel Deroux, mesero de La Bibliotèque. ¤

 

El francés notó como Daphne era bastante decidida, no tardó nada en elegir lo que quería. Por su pedido estaba claro que aunque no fuera asidua al local, tal vez fuera su primera ver, tenía buen gusto. En su interior debía el lugar de su procedencia, estaba claro que era bella pero tenía unas poses muy distinguidas, eso denotaba que era clase y por tanto, pertenecería a una clase acomodada. Sin embargo, no notaba en su voz ningún ápice de soberbia ni desprecio hacia los sirvientes, el trato era cordial... tal vez fuera porque era educada o no tendría ganas de discutir, nunca se sabe.

 

 

—Un té de durazno y la especialidad de la casa. Ahora mismo lo tendrá—le aseguró haciéndole una reverencia y saliendo de la estancia—.Mercí

 

 

El vuelapluma recogió todo sin necesidad de que el francés repitiera el pedido y se dispuso a caminar hacia una estancia paralela. Al cabo de cinco minutos, volvió a irrumpir en la Bibliotèque con el pedido de la cliente, avanzando sigilosamente hacia su mesa

 

— Aquí tiene su té y la especialidad, este mes se trata de “La Tentation de Nina”. Esta escencia floral frutal, combina la bergamota Italiana y la toronja con el Bourbon de vainilla de la fragancia original fusionándolos con los sabores de frambuesa, almendra, rosas y limón — le anunció trasladándolo desde la bandeja y colocándolo en la mesa. A continuación miró a la Malfoy— . Estaré en la barra, si necesita algo, solo ha de levantar la mano y vendré enseguida. ¡Bon apetit!

 

Sin poder evitarlo, mientras se alejaba, se giró brevemente sin saber por qué para sonreír mientras ella miraba por la ventana e inesperadamente, en un renunció, al cruzarse con su mirada, se sonrojó, guiñándole un ojo instintivamente sin más. Quizá fue atrevido, pero era un acto reflejo... hacía mucho tiempo que una clienta así no frecuentaba el negocio y era raro que Nöel rompiera el protocolo que seguía a rajatabla. Eso podría significar una cosa: sentía curiosidad por ella, y no podía disimularlo, era tarde, ya se lo había hecho saber.

Editado 10 de Febrero del 2014 por Deiwan Rambaldi

[Helike R V PB]

Evelyn Carnahan

La bibliotecaria cubierta por una fina capa negra caminaba rápidamente por las desiertas calles de Callejón, intentando esquivar los charcos y buscado caminar cerca de los negocios con el fin de resguardarse de la lluvia. Todavía podía oler aquel aroma tan exquisito a café fluía en por el ambiente del negocio que iba a visitar, sin duda no tardaría en volver pues le encantaba el café.

No le apetecía demasiado comer. Más bien necesitaba una copa. Por suerte para la bruja, el Laduree no estaba demasiado alejado del Centro Cultural. Sin dudarlo más, abrió la puerta sin dudar y entró en la estancia. Echó un rápido vistazo a la estancia y al no ver a primera vista a nadie, caminó hasta la barra y se sentó. Se quitó la capa y la dejo en un taburete cercano. Y decidida a esperar, sacó su paquete de cigarros y lo puso sobre la barra.

[Deiwan Rambaldi]

¤ Axel Dubois, camarero del ¤ Salon Castiglione ¤

Se encontraba en el refrigerador actualizando el sistema para conservar los dulces lo más sanamente posible. Las cámaras frías sacaban un vapor de color blanco helado que se encargaba de mantener todas las delicias a una temperatura ideal. Todo estaba en orden y limpio.

Al salir, se lavó las manos y se dirigió lo antes posible hacia Le Salon Castiglione. En la barra pudo encontrar a una persona que había conocido en la biblioteca, Evelyn y se encontraba tan radiante como cuando la conoció solo que aparentemente un poco cansada.

—Evelyn — dijo sonriendo dándole un beso en el dorso de la mano— . ¡Qué placer tenerte por aquí!, ¿puedo llamarle de tú, verdad?

Era extraño que tratara a aquella atractiva señorita Carnahan con un tono más respetuoso. Sería cuestión de tiempo para que pronto hiciera lo mismo con él solo que aún no se estrechaba el clima de confianza necesario para ello.

— ¿Y a que debo tu visita? ¿te apetece un chocolate o quieres hablar de otros temas más personales? —sacó dos copas y con una botella de coñac sirvió a la bruja y una más para él. Esperó la respuesta de la bibliotecaria mientras un elfo atendía a otros clientes que llegaban a tomar el té.

[Helike R V PB]

Evelyn Carnahan

Casi no tuvo tiempo para encenderse un cigarro, pues el camarero del local apareció, no sabía muy bien de dónde y la saludó con un suave beso en la mano. La verdad es que era uno de los pocos hombres, de todos los que había conocido, que la saludaba así. Ya apenas quedaban caballeros. La bibliotecaria sonrió ampliamente al recibir aquel beso.

- Claro que puedes llamarme de tu... me hacías sentir vieja - bromeó la joven cruzándose de brazos sin dejar de mirar al mago.

Había conocido a Axel en la biblioteca, pero apenas había podido cruzar un par de palabras, pues el mago parecía llevar prisa y cuando la bruja se quiso dar cuenta se había marchado. Cuando lo vio la primera vez en el Centro Cultural, lo había observado durante unos instantes. Le había llamado la atención lo apuesto y elegante que era y su amiga Meredith la había empujado hasta él, aunque ésta no parecía muy cómoda al hablar con él.

- Pues, estoy haciendo una pequeño descanso en la librería- no hacía falta decir más por lo que continuó respondiendo a las otra preguntas - Creo que me conformaré con un buen coñac - comentó cuando vio que el mago sacaba una botella.

No tenía hambre, aunque el olor a pastel olía delicioso, pero ya vendría otro día para probarlo. Antes de tomar la copa que ya estaba servida, sacó un cigarro y lo encendió. Dudó durante unos instantes en si ofrecerle uno, pero había magos que realmente detestaban el tabaco.

- ¿Fumas? - preguntó señalando el paquete, por las dudas.

Entonces, agarró la copa y brindando con la otra perteneciente al dueño, le dio un pequeño sorbo.

- Si te soy sincera, ando perdida en los temas confidenciales... como ya sabrás llevo poco tiempo en la biblioteca - una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.

[Deiwan Rambaldi]

¤ Axel Dubois, camarero del ¤ Salon Castiglione ¤

En cuanto escuchó las palabras de la joven acompañante, sus ojos se encendieron en un brillo tan notorio que le costó mucho trabajo volver a calmar. Sonrió lo más disimuladamente posible y trató de bajar la voz para que nadie en el local se diera cuenta de las sucias y perversas intenciones que cada uno de ellos guardaban en el pensamiento.

En eso sacó una cajetilla de cigarros, era una marca importante aunque no la pudo distinguir. La chica le ofreció uno de aquellos cigarros y se sentí muy tentado a tomar uno de ellos. La verdad es que le vendría muy bien uno de ellos, sin embargo no se vería muy sano que aquel que atendía a los clientes estuviera fumando.

— Me encantaría, pero no puedo ahora, en cuanto acabe el turno gustosamente te acepto uno.

Le guiñó el ojo y suspiró, era agradable tener una clienta con la que se pudiera hablar tranquilamente y sin rodeos. No sabía cuanto tiempo la tendría en el local pero aprovecharía la mayor parte para charlas con ella pues la sala parecía que tenía una mala racha.

—Y sobre aquellos asuntos privados, es difícil a veces tratar de ocultarlos, casi todos saben quienes somos pero no tienen pruebas así que no hay manera de acusarnos, pero te recomiendo permanecer lo más discreta posible y nada ocurrirá.

Esperó su reacción mientras giraba unos cafés que estaban recién preparados. El olor que despedían era exquisito y el hambre nacía en su estómago pero era mejor no beber de lo que era para vender o se quedaría con menos sueldo.