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~ House of Books ~ (MM B: 103943)


Seba Granger
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-No suena confuso, tienes razón, lo malo es que llega el momento es que ya no sabes quienes son los héroes y los villanos, en parte todo se termina corrompiendo un poco y lo mejor es apartarse o sales salpicado- mordí mi labio cuando mencionaba al resto de los mortales, pero eso es lo que siempre pasaba, al final los mas débiles eran los que quedaban entre el fuego cruzado. pero no añadí nada mas por que había notado que no quería mas hablar de eso.


-No tienes nada que agradecer, me alegra compartir el té con una amante de el, y no lo encuentro nada de aburrido, me encanta el té, no soy de probar muchos sabores pero me encanta su olor, su color-


Aunque creo que con la siguiente pregunta metía mas las patas, me sonroje un poco pero ya estaba hecho, note su malestar, -Disculpa si te incomode, no fue mi intención, pero no eres la única decepciona con ellos, por lo mismo lo deje ya hace muchos años, me encantaba el trabajo de auror, y siempre creí que podría ayudar a la gente que no se podía defender, pero los altos rangos si así se le puede llamar ponían tantas trabas cuando uno quería apresar a los que actuaban mal que no le vi sentido seguir ahí, si ya los que mandan están corrompidos los pequeños no podemos hacer nada, o nos largamos o nos terminamos pudriendo con ellos- observé la taza por unos instantes.


-¿Tu rebelde? para nada- reí un poco tratando que pasara el mal rato, -¿Me dirás que me depara mi futuro?- sonreí una vez mas, -La verdad es que creo que no a muchos les conviene que les digas lo que pasara, y en el ministerio por ahora solo veo corrupción, pero podrías trabajar para alguien importante, o poner tu propio negocio-


-Si tengo estabilidad o al menos eso creo, aparte de este negocio tengo otro con mi hermana, aunque ella es un poco vaga- me encogí de hombros, recordando que hace mucho no la veía, -Además tengo el trabajo del banco, ¿Tu solo tienes el negocio con tu hermano?-




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Valeskya asintió con la cabeza al escuchar las palabras de Seba; sin duda no lo había podido decir de una mejor forma. Pero amargarse con todo lo ocurrido ya era algo que haría en vano, las cosas habían pasado y cada quien había tomado rumbos distintos; al menos para ella, lo último en lo que quería pensar es en “¿Qué hubiera pasado si…?”. Suspiró al recordar en todo lo que había perdido y en el dolor que esto le había provocado, pero al final sabía que había tomado la mejor decisión en alejarse.


Su mirada se posó en la taza de té que estaba frente a ella, sonrió al ver que todavía despedía ese suave y a la vez refrescante aroma a menta que tanto solía gustarle. De alguna forma sentía que ese sabor en particular solía traerle paz, aunque no sabía asociarlo con exactitud si era por un recuerdo hacia alguien o algo en particular. De cualquier forma que se tratara, estaba disfrutando mucho de ese rato; bebió un sorbo y se dio cuenta que el Granger pensaba de forma similar a ella en lo que al trabajo ministerial se refería, lo cual la sorprendió más de lo que hubiera esperado.


Sonrió amargamente, sin duda para muchos el trabajo de auror en el ministerio era el ideal para muchos, incluso ella misma en algún momento deseó con todas sus fuerzas formar parte de ellos, hasta que se dio cuenta que no compartía sus ideas; todo había comenzado en sus andanzas por diversos departamentos y la mayoría funcionaban de forma bastante similar a la que el mago había acabado de describir. Esa había sido una de las razones por las cuales ella había desistido de seguir adelante.


Aunque finalmente se había concluido que tenía problemas para obedecer órdenes y al parecer esa era el mayor defecto y lo que le impedía tener permanencia en algún lugar. Lo que fuera, ya no estaba allí para seguir reafirmando sus sospechas con respecto a eso. Casi esperaba a que el joven de cabello castaño cambiara el tema cuando ella mencionó lo de la adivinación, pero al ver que lo había tomado con humor, se quedó un poco más tranquila. “Al menos no se pone loco, como la mayoría”, pensó la ojivioleta


- Creo que me faltó añadir algo a lo del trabajo del ministerio como adivina.- Sonrió. - Como todo había quedado como un sueño, al final decidí abrir un negocio con Fiamma… a que no adivinas de qué es. – Ciertamente, volvió a tomar nota mental (otra vez) de que le faltaba darle más promoción al negocio. - Hacemos amarres, limpias, lectura de cartas, vendemos muñequitos vudú, de los cuales le haces cosquillas y se retuercen, entre otras curiosidades. Está de más decir que estás invitado a visitarnos cuando gustes. Se llama Catemaco’s Magic. –


- Y esto responde a tu otra pregunta, el negocio que tengo en común con mi hermano es Ottery Fitness, pero también tengo a Catemaco’s con Fiamma y tengo uno propio, el cual es Chocolate Paradise… está de más que te diga de qué va – Bromeó un poco. - Así que bueno, me ocupé bastante con eso de los negocios una vez que dejé el Ministerio… aunque tú tampoco te quedas corto ¿eh? –


- Sinceramente, hoy acabo de descubrir que este negocio es tuyo ¿el otro cómo se llama? – Preguntó con curiosidad, quizás en una de esas ya había acudido allí, como muchas veces solía hacer durante sus andanzas por el callejón. - ¿El banco? Creo que por mucho, es el trabajo más difícil de todos ¿o me equivoco? – Aguardó la respuesta, no sin antes estirar la mano para sujetar uno de los libros que estaba en la estantería más cercana para poder revisarlo.


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Siempre me había dado la curiosidad de saber lo que las otras personas pensaban cuando se quedaban calladas por tanto tiempo pero luego desistía de eso, se que ahora se podía estudiar esa materia pero luego pensaba que sería una intromisión usar ese talento o poder para violar la mente de los demás a menos que fuera de vida o muerte, pero aun así sería muy raro.
Levanté un poco la ceja simulando que pensaba un poco de que iba el negocio con Fiamma, otra ex compañera de bando a la cual no conocía tanto como a Valeskya, pero si sabía que había tenido algunos periodos por la orden en los años que había sido miembro de ellos.
-He pasado frente a ese negocio algunas veces, pero nunca me dio por averiguar de que iba- o mas bien olvidaba echar un vistazo, antes tenía mucho mas tiempo para deambular por los distintos locales del callejón pero ahora era cada vez menos.
-Lo de los muñequitos creo que es interesante- dije riendo un poco, -Creo que se podría usar con varios del ministerio y otros tantos idi***s que se merecen un poco de escarmiento- señale bromeando con mi acompañante.
-Vaya. vaya, eres una gran empresaria por lo que veo, espero que te este yendo bien con todos ellos- su hermano regresaba un poco a la conversación, y en cierto modo su familia estaba un poco entrelazada conmigo, él era el padre de mi hermanita mas pequeña.
-El otro negocio es un kiosko, se llama Una mordidita rápida, como te dije lo comparto con mi hermana, aunque llegue hace unos años a el, ella era la dueña antes y me pidió ser su socio, o mas bien entre nos, creo que me lo pidió para que me encargara de el y ella poder viajar- una risa se me escapo, pero ahora que se lo mencionaba a la bruja era lo mas probable, Akiza hacía meses que no se pasaba.
-Creo que muchos piensan eso del banco, pero la verdad los números me gustan mucho, así que no es nada pesado, al contrario me relajo entre tantos papeles, ¿Nunca has pensado trabajar en el?- observé el libro que sacaba.
-Que descortés he sido, ¿quieres recorrer el lugar?, no se si a todos les pasara pero me encanta estar entre tantos libros- observe las grandes y altas estanterías.

 

@@Valeskya Granger

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- Si no te molesta, me encantaría conocer el lugar, servirá de paso si encuentro algo de lo que vine a buscar, antes de encontrarte. –


La joven sonrió, como respuesta a la invitación de recorrer la librería; había poca gente y se podía ir con calma. No lo culpaba por el hecho de que no conociera los otros negocios que ella tenía, pero era normal el no tener tiempo para hacer otras cosas: un negocio, un empleo, la vida personal, que quizás le impedían al mago tomarse un tiempo libre para ir explorando cada rincón del callejón. No se imaginaba incluso que un humano pudiera tener tiempo para hacer tantas cosas si se tomaba en cuenta que requería de dormir plácidamente para poder rendir lo suficiente en el resto del día.


- Está de más decirte que estás invitado a visitarme en cuanto puedas. Te garantizaré un muñeco vudú de cortesía… que no hará nada más que retorcerse por las cosquillas que le hagas, aunque…- Bajó el tono de voz hasta convertirlo en un susurro apenas audible. - Si quieres que haga algo más siniestro, pues… -


Había dejado la frase en el aire, dudaba que el Granger fuera de ese tipo de personas, sin embargo la ojivioleta no tenía reparos en hacer que el muñeco cumpliera el propósito original para el que había sido creado, pues al final de cuentas era parte de lo que Catemaco’s podía ofrecer; punto a favor era el hecho de que él había mencionado la posibilidad de poder utilizarlo en el Ministerio, solo por eso ella podría hacer el trabajo gratis de ser necesario [?]. Al final de cuentas, Catemaco’s Magic era un negocio de brujería típico que podía encontrarse en el mundo muggle, con el fin de hacer más llevadera la vida cualquier persona, por medio de una limpia, para alejar las malas vibras de su vida, alguna retirada de maldición, una lectura de cartas, o bolsas pequeñas repletas de hierbas que solían funcionar como amuletos contra la buena suerte, el amor, el trabajo, entre otras cosas.


- También espero poder ir a recorrer el kiosko… tal vez alguna vez lo visité, hace muchos años, pero no estoy segura de eso. Lo tomaré en cuenta para visitas posteriores. – Se puso de pie y esperó a que el mago la guiara hacia donde debía dirigirse, aunque al ver que había un pasillo dedicado a los libros de herbolaria, lo primero que hizo, fue señalar hacia ese lugar. - Últimamente he mostrado cierto interés en conocer más acerca de las plantas, quizás encuentre una de ornato que resista a cualquier clase de gente descuidada… como yo. –


Las últimas palabras salieron en un murmullo, casi como si estuviera hablando consigo misma. Pocas veces solía aceptar tan abiertamente que era del tipo de personas que solían distraerse y olvidar las cosas más esenciales, como cuidar una flor. Aunque por lo que había leído, las plantas tampoco eran una simple ciencia de echarle agua y crecería, sino que muchas veces requerían de un cuidado especial, cosa que la Granger no estaba muy dispuesta a hacer.


- Volviendo al tema de los números…- Valeskya retomó las últimas palabras que el joven de cabello castaño había pronunciado antes de ofrecerle conocer el lugar. - En alguna ocasión consideré trabajar en el banco, pero… no sé, tengo entendido que es muy complicado entrar y la verdad soy bastante impaciente. Es decir, no me gustaría ir y que me dijeran que me pondrán en una lista de espera.-


La bruja se encogió de hombros, entre su dificultad para poder acatar órdenes y lo poco social que solía ser a veces, no ayudaba mucho a dejar huella en las personas que conocía, quizás por eso solía aferrarse a los pocos que podía considerar amigos y por supuesto, a su familia. Aunque todo eso no era algo que pudiera molestarle en realidad, simplemente era una razón más por la cual no solía tener un trabajo tan estable como Seba podía hacerlo.


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Me levante tras Valeskya para emprender la caminata por la librería que habíamos construido con los años con Darla, por aquel lugar que podría enriquecer las mentes de muchas personas, y a la vez un lugar tranquilo y hogareño donde cada cliente que llegaba o amigo podría disfrutar de la lectura como si estuvieran sentados en el living de su casa.


-Estoy seguro que encontraras muchas cosas, sobre todo de como no noquearse a si mismo- dije en un tono de broma recordando lo que le había pasado a los Granger.


-Ten por seguro que me pasare a conocer, no se si quiera un muñeco vudú pero mas de alguna cosa puedo encontrar, aunque tal vez si puedes hacer uno de mi elfa- baje un poco la voz por que Nana parecía que tenía oídos bionicos, -Haber si la hago reír de vez en cuando- encogí los hombros dudando de eso un poco.


-Supongo lo visitaste cuando yo aun no era dueño, me parece que habían otras chicas en sociedad con mi hermana hace años, pero no sabría decir quienes eran, no averigüe- observé los libros a los que se refería de planta, -Uno de mis elfos te podría enseñar un poco de eso, aunque a veces creo que es un poco obsesivo, y huraño, como verás tengo elfos de todos los tipos- reí un poco.


-No te voy a mentir, en estos momentos no se necesita gente en el banco, al menos no he sabido de cupos- mordí un poco mi labio, -Y sobre lo complicado, no tiene nada de eso, lo que si es que debes tener paciencia, por que escucharas muchas criticas de parte de algunos clientes, por que no importa si el trabajo lo haces rápido o no, para ellos siempre habrá un pero para hablar en contra de los duendes, no importa quien seas- cogí un libro de la estantería y le pasé a la bruja.


-¿Que hay del corazón de Valeskya?- pregunté distraidamente, en los últimos meses por el bando que habíamos compartido había oído el rumor que andaba con uno de nuestros compañeros, aunque no sabía si eso era realidad.


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- Una elfa que no se ríe, un elfo extraño… te falta una elfa optimista.-


Respondió la ojivioleta en voz baja, mientras extendía su pálida mano para tomar el libro que el mago estaba ofreciéndole. Pasó unas cuantas hojas con rapidez, solo para tener que echarle un vistazo; “cuidado de las plantas”, repitió mentalmente mientras dibujaba una sonrisa en su rostro. Al menos habría otra cosa en qué entretenerse en su tiempo libre, e inmediatamente llegó a su mente la imagen de su prima Zahil, peleando con el árbol de cerezo que estaba en una parte del jardín de la mansión; era su favorito y pocas veces permitía que alguien más intentara cuidarlo, aparte de uno de los elfos.


- No me sorprende lo que me dices del banco, es de los lugares más solicitados. Creo que pocos se ponen a ver las desventajas que tiene un trabajo como ese. Supongo que al final nosotros como clientes, solo vemos el trabajo por encima y se nos hace fácil discutir por cualquier cosa. – Lo había dicho casi sin pensar, por alguna razón, había sido designada para hacer todo el trámite burocrático de la familia y más gracioso aún, que siempre solía tener cualquier clase de problema por ello.


- Supongo que así es la burocracia al final ¿no crees? – Intentó bromear mientras abrazaba el libro. - Me lo llevaré, al menos si sucede algo malo con mis plantas, no habrán reclamaciones por si termino matando a alguna de ellas. – Se encogió de hombros. - También te aceptaré de buena gana un libro acerca de aritmancia o adivinación… ya sabes. Cosas de brujas.- Sonrió, aunque el gesto no le duró mucho al escuchar una pregunta que la tomó completamente por sorpresa.


- Ehmm…- Se detuvo en seco y tomó cualquier libro, para evitar mirar al Granger a los ojos. - Todo está bien, solo que a veces tengo tendencia a equivocarme en la opinión que tengo sobre algunas personas.- Cerró el libro de golpe y leyó el título. - ¿Orgullo y prejuicio? Claro, lo que necesito.- Exclamó, mientras lo dejaba en su lugar.


- Es difícil explicar lo que pasa con mi corazón Seba… aparte de que mi hermano alguna vez insinuó que no tenía.- Dijo en tono de broma. - Actualmente estoy sola, por así decirlo. Tenía novio… o tengo, no sé la verdad. Supongo que no, ya que no lo he visto. Tengo imán para esas cosas.- Sonrió.


No era la primera vez que le ocurría a la ojivioleta una situación similar, que en esos momentos ya hasta lo encontraba gracioso. Se encogió de hombros sin poder dar otra clase de respuesta, más bien sin tener que platicarle las cosas al mago sin que a él pudiera darle la impresión de que estaba afectada por ello. No lo estaba, se sentía bien, lo suficientemente ocupada como para no pensar en eso, no como la última vez, eso no volvería a pasar nunca más, era una promesa que se había hecho a sí misma y la cumpliría.


- El punto es, que no estoy buscando a alguien en este momento, me da lo mismo a decir verdad. Tengo varios meses sin consultar en el tarot cosas sobre mi vida amorosa, creo que hay cosas más interesantes que eso. – Detuvo sus pasos y miró al joven de cabello castaño a los ojos. - Siempre es difícil que me agrade una persona, considérate afortunado, junto con mi familia. Formas parte del grupo selecto que le cae bien a la horrible Valeskya Granger. – Bromeó.


- ¿Y tu corazón? ¿Se encuentra bien? Siempre has sido tan reservado, que para alguien que no te conozca, podrías resultar ser un estuche de sorpresas al descubrir que tienes una vida… y muy ocupada por cierto.- Sonrió y aguardó respuesta.


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-No si el optimista lo tengo, es el mas joven de los que tengo, pero ahora anda enamorado así que poco lo veo a veces, aunque si lo llamo aparece- reí un poco con la bruja mientras ella ojeaba el libro.
Ella tenía razón en muchas cosas el banco siempre había sido muy concurrido hasta habían días que nos veíamos un poco sobrepasados pero aun así el trabajo se terminaba haciendo a tiempo, y si se llegaba a cometer algún error se zanjaba lo mas rápido posible para no darle problemas a los clientes o al resto de los compañeros, pero aun así a veces los magos no entendían del todo, pensaban que por que en ese mundo era todo magia por eso todo iba a ser mas rápido, pero no, lo que ellos nos estaban confiando eran sus finanzas, en eso no podíamos fallar y si era necesario debíamos revisar hasta 2 o 3 veces.
-Si lo es, solo que a veces uno se ve sobrepasado por la poca paciencia- respondí a Valeskya mientras buscaba un libro de aritmancia en el estante de al frente.
Por la actitud de la Granger parece que no debía haber ello aquella pregunte me sonroje un poco apenado, pensé que tenia la confianza suficiente con ella para preguntar, apoye mi espalda contra los libros mientras mantenía uno en las manos y veía a la bruja, -Él se lo pierde, eres una gran persona, los que te conocemos lo sabemos aunque tu a veces te quieras echar la sal, ¿Que hay del muñeco budu que me ofreciste? - me encogí de hombros bromeando podríamos hacer sufrir un poco aquel mago, sin lastimar claro estaba.
Por un momento me encontré con los ojos de la bruja, sabía que los tenía de color pero en esos instante descubría lo almendrados que eran, tendí un nuevo libro hacía ella, -Agradezco ser considerado tu amigo, espero poder serlo por mucho tiempo, lo horrible supongo lo dices por ¿tu genio?, por que no eres para nada horrible-
-Mi corazón muy bien, hace rato que esta ocupado, soy solo un hombre simple- sonreí un poco mientras le mostraba un lote de libros de adivinación, -Lo reservado creo que nunca se me pasara, aunque a veces creo que es timidez- me encogí de hombros de nuevo, -Es la forma que me cuido para no salir lastimado, ya ves que últimamente la gente solo busca lastimar a los demás, así que soy receloso con mi vida, intento cuidar a mi novia, se que no soy el mejor hombre del mundo pero trato de serlo de respetar a los demás aunque suene cliché- aunque estaba seguro ella no necesitaba ser protegida, pero el quererla verla bien me podía mas.
-Algo fome como dirían otros, y te aseguro que he escuchado a muchos decirme así, aunque no son capaces de decirmelo a la cara-
-Buscando una fecha para nuestra boda- eso se había venido posponiendo un poco así que tal vez ya era hora de dar el paso.

 

@@Valeskya Granger

Me disculpo por la tardanza.

Editado por Seba Granger

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Lualú, elfina de Darla en los terrenos del local

 

La elfina había salido apresurada por la puerta trasera del local, llevaba en sus brazos una bolsa llena de pequeños cachibaches que habían adquirido en Croockhands, varios platos para alimento y para agua que su ama les había encargado comprar para las mascotas. Además sabía que luego llegaría un cargamento de heno para los establos, hacia donde se dirigía ahora. El resto de las cosas compradas, las que habían podido cargar ellos, las traería Dash luego de que terminara de hablar con su amo.

 

Lualú atravesó el jardín, observando el invernadero que sus amos habían mandado construír para Eros, de hecho sabía que aunque parecía pequeño y se veía medio lleno desde afuera, al ingresar uff, al ingresar era otra historia. Desde hortalizas hasta flores, todo lo que uno pudiera imaginar tuviera que ver con el mundo vegetal estaría allí, si podía estar en un jardín, estaría en el invernadero de Eros. De hecho entre las compras que habían realizado había muchas herramientas, macetas,abonos y muchas cosas de las que Lualú no tenía ni idea para qué usaría el elfo del amo Seba.

 

La pequeña elfina, sacudió la cabeza y continuó hacia el invernadero, y antes de entrar espió hacia el local, para ver si Dash ya venía con el resto de las compras. Ella entornó la puerta de entrada y comenzó a ordenar cada cosa en su lugar.

 

@@Seba Granger

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Dash, elfo de Seba llegando luego de las compras



Lualu se había adelantado un poco cuando ambos elfos habían entrado al negocio con las cosas que cargaba, la criatura del Granger empujaba la puerta con la espalda para cerrarla cuando Tommy ya venía en su ayuda, -Tommy sabe si el amo Seba esta en casa?- pregunto Dash a Tommy el cual le decía que estaba ocupado con una amiga que había venido de visita, al escuchar esas palabras Dash desistió de hablar con él hasta mas tarde.


Equilibro una vez mas las cajas y bolsas que llevaba cargando aunque Tommy ya se había ofrecido para ayudarle el pequeño elfo le había dicho que no, que el podía con todo que solo le separada un poco un par de cajas para que le quedara un orificio por donde mirar, así que Dash casi como un malabarista de circo muggle salió hacía la puerta que deba al jardín de House of Books.


Esta vez era Nana la que le habría la puerta cuando sintió los golpes del elfo que intentaba abrir, -¿Dash trajo las cosas que Nana le encargo?- lo detuvo en seco observando todo lo que llevaba y viendo por aquella pequeña rendija un ojo del elfo.


-Dash trajo todo, y el resto llega luego- respondió a Nana que empezó a buscar algunas de las cosas que fueran para su cocina, con tanto forcejeó Dash termino dejando caer algunas cosas, con un sonoro ruido Nana descubría que su nueva olla era una de las que caía.


-Dash no tuvo la culpa, Nana se apuro- se defendía la criatura del Granger antes que la elfina lo empezará a retar.


-Dash debe reunirse con Lualú- prosiguió Dash mientras le entregaba un juego de paletas que no estaba del todo seguro para que eran, luego comenzó a levantar las cosas para seguir hacía el invernadero.

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Lualú, elfina de Darla en el establo

 

La elfina colocó las cajas que le habían tocado cargar con delicadeza a un costado e la entrada, abriéndolas empezó a revisar, los platos de agua los apiló a la derecha y luego los de comida a la izquierda. Había varias bolsas de juguetes para kneazles y crups, nunca se había imaginado que pudieran comprarse esas cosas, incluso había juguetes dorados para escarbatos. Demasiados juguetes que la elfina había visto con asombro en las estanterías y anaqueles del local de la amiga de sus amos.

 

--Dash se perderá toda la diversión --murmuró Lualú mientras llevaba hasta la mesa que servía de apoyo a los magos y elfos de la casa para preparar las cosas del establo.

 

La elfa tomó un fibrón mágico y comenzó a escribir los nombres de cada una de las criaturas en los respectivos tazones, punteándolos en un listado para verificar que no hubieran olvidado reponer los bebederos y platos de cada una de las mascotas de sus amos. Mientras lo hacía tarareaba una canción que había escuchado en una edición de la radio romántica Corazón de Bruja, aunque no entendía por qué le habían puesto el mismo nombre que a la revista. Eso sí, le encantaba escuchar los chimentos del amor y las baladas que cantaban los antiguos músicos y cantantes del mundo mágico.

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