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Elviris Pub (MM B: 103956)


Anne Gaunt M.
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Aziid T.

 

El mago apareció con su compañera en el callejón mágico más famoso, donde se encontraban todo tipo de negocios y donde podría hundirse completamente con unos cuantos tragos. Lo que había vivido desde su regreso lo tenía agobiado y tenía asuntos aún que debía atender, o ignorar y dejar que pasaran con el efecto del alcohol. Miró a su compañera y se percató de que la poción ya había dejado de surtir efecto. Fijó sus orbes en los suyos, mirando más alla del azúl que atraparía a cualquiera, seguramente estaba acostumbrada a tenerlo todo fácil, conocía a ese tipo.

 

— Por cierto, soy Aziid— comentó, quitándole la mirada de encima, buscando a su alrededor los indicios de algún establecimiento donde pudiera ordenar algunos tragos para los dos. Observó lo que parecía ser un simple portón y supo de inmediato que ese era el lugar que había escuchado—. Ven— se acercó al portón, posando sus manos sobre las iniciales del bar, como debía hacerlo para poder entrar.

 

Esperó a que la chica llegara y pasaría después de ella, tal vez por cortesía. La iluminación ténue del bar era perfecta, caminó lentamente hasta una de las mesas con sillas altas y tomó asiento. Una vez llegaron a atenderlos decidió tomar la palabra primero que la chica.

 

— Primero te pediré una perla negra...— ordenó, aún pensando un poco, llevándose la mano derecha al mentón— Que sean dos. Y, ¿qué será bueno? Un shot extra de Jagger— guiñó el ojo y asintió, dando a entender que su orden estaba completa, se dirigió a su compañera para preguntar qué querría ella. Se dibujó lentamente una sonrisa burlona en su rostro, disfrutaba la música de ese lugar, la iluminación y ya podía sentir la bebida que había ordenado entrar a su organismo, la cafeína combinada con el alcohol haciendo efecto en su cuerpo.

 

Cierta parte de él no podía dejar de pensar en la Macnair, ¿qué sería de ella en esos momentos? Había notado el estado en el que se encontraba al llegar al asalto fallido y... ¿Por qué pensaba en eso? Devolvió la atención hacia Alexis y sacó de su bolsillo su paquete de cigarrillos, tomó uno y se lo llevó a los labios para después ofrecerle uno a a la chica.

 

— ¿Y tú? Cuéntame cuál es tu monstruo.

 

@@Alexis Miller

Editado por Röv
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Serás doblemente desventurado

si no sabes sobrellevar tu desventura.

Bías de Priene

 

Mis ojos se quedan un momento en un punto ausente cuando aparecemos y me lleva a la entrada de un local que conocí bien, las palabras que salen de su boca me resultan hasta graciosas... Alexis estás loca. Sí, lo sé, no tengo que recordármelo.

 

No puedo dar dos monedas por sus pensamientos, por saber que dicen aquellos ojos grises que quiero adivinar en dos por tres, quiero saber más de aquel rostro de niño que tiene una sonrisa maldita. Es mi condena tener esa curiosidad que me corroe las venas, no puedo soportarlo. Pero estoy segura que no le importa el dinero, ni sus ojos o su bello rostro ¿Qué busca?... todos tienen una búsqueda en este mundo, aunque seamos unos miserables mortales con las manos llenas.

 

 

-Aziid – repito observándolo fijamente, siempre que lo tienes todo, no tienes nada. Puedo actuar como una loca sin rumbo, pero también demostrar que no lo soy. Hasta para humillar al enemigo hay que tener elegancia. Lo del trago me causa gracia y una sonrisa tétrica se plasma sobre mi rostro. Tiene sentido el humor, tal vez si nos divirtamos después de todo.

 

 

-¿yo? Un whisky doble, de fuego...- No hago ningún gesto - espera... que sean dos.- no rompo el vínculo que creamos con la mirada, adivina adivinador, ¿Cuál es el color?... puedo leer sus manos, sus puños y su cuerpo tenso, puedo ver sus labios que son escarlata y tal vez podría morder sus ojos... sí, sacarle los pómulos a mordidas, no tendría el rostro de niño lindo mientras se mantiene fijo en sus pensamientos, yo solo quiero saber que piensa ¿tan curiosa me he puesto?.

 

 

-mi monstruo… –digo mordaz la última palabra, no puedo dejar de explotar en una sonrisa cuando la camarera nos trae lo pedido, entiendo a donde se dirige todo este espectáculo- mi monstruo no tiene cara, ni ojos, y no es uno para el deleite de los espectadores, son muchos… aunque quizás.... –tomo el cigarro que había puesto en mis labios, para encenderlo, mis cejas se unen al aspirar el humo del encendido pucho y exhalo al respirarlo todo, el licor empieza a cambiar la atmósfera. - quizá yo soy el monstruo

 

 

Sonrío notando su mirada ausente -háblame del tuyo… o la tuya… porque no se adivinar…- aun no adivino su iris, puedo ver esos malditos ojos color de un frío océano pero puedo equivocarme tanto, mi sonrisa es imborrable, mis ojos que por defecto son color del azul de la paleta de los colores primarios se obscurecen como un abismo, quiero saber más, quiero saberlo todo, me pongo en alerta, su arrogancia no quedará tranquila lo sé, pero me interesa, ayudarle tal vez.

 

 

@Röv

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Aziid T.

 

Pasaban los minutos, y al Targaryen le seguía pareciendo algo extraño el comportamiento de la chica. Observaba conatención cada movimiento que hacía, lucía como si todo lo que hacía y decía lo tuviera planeado previamente. Todo aquéllo le causaba algo de curiosidad, pero al fin de cuentas, estaba ahí por otras razones y la chica era simplemente una persona con quien podría hablar, además que no se sentiría tan mal siendo el único bebiendo.

 

Una vez las bebidas llegaron a la mesa, el hombre tomó uno de los vasos, lo alzó un poco hacia la mujer mientras escuchaba lo que decía y dio un gran sorbo. Los colores dentro del cristal se mezclaban poco a poco a medida que iba bebiendo y el líquido iba tomándolo a él. Sonrió de manera burlona, ¿cuántas veces no había escuchado ya esas palabras? Negó con la cabeza, dejando la bebida en la mesa nuevamente y fijando sus orbes sobre los azules que le hacían compañía.

 

—Siempre cambian —comenzó, tomando nuevamente el vaso, bebiendo hasta la última gota que quedara de una sola vez—. Y creo que el que me persigue ahora es de los peores.

 

Tomó, sin dudarlo, el segundo vaso, sin importarle lo que llegara a pensar Alexis... Apenas lo conocía y por desgracia, o tal vez por suerte, le había tocado conocerlo justo en esos difíciles momentos de confusión. Bebió casi la mitad de ese vaso y volvió la mirada serena hacia la mujer. Suspiró.

 

—Lo que me mata es el silencio...

 

Sus palabras podrían parecer confusas para la mujer, y no la culpaba si comenzaba a molestarse o desesperarse. Soltó una pequeña y silenciosa risa, como para sí mismo. Bebió nuevamente del vaso y después lo dejó sobre la mesa. Dentro de sí mismo comenzaba a sentir aquéllo que no quería dejar salir, aquéllo que mejor tenía custodiado .—Ese silencio que debes guardar aunque no quieras, que por más que quieres gritar no puedes... ¿Entiendes?

 

Hizo una leve pausa para terminar la segunda bebida que lo esperaba sobre la mesa y justo después de esa el shot que había pedido aparte, agitó su cabeza y terminó de nuevo mirando a la chica. Se llevó la mano al bolsillo y tomó otro cigarrillo, lo llevó a sus labios e inhaló el humo, sintiendo cómo llenaba sus pulmones y lo adormecía un poco más, calmando un poco las ideas que daban vueltas en su cabeza.

 

—No han sido días fáciles... ¿Por qué quisiste venir?

 

@@Alexis Miller

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Podemos hacer lo que deseemos

Si lo intentamos lo suficiente.

Helen Keller

 

Quien diría que los asesinatos no son lo más cruel del mundo… ¿podría atreverme a decir que he visto más dolor con un corazón roto que cuando literalmente mis manos traspasan la piel de algún humano para arrancarlo de cuajo? Al menos es solo un dolor, un solo grito… al menos es sangre chorreando a destajo y no lentamente como se da cuando no es literal, cuando uno debe recomponerse… oh Alexis que suerte tienes, con ese corazón de piedra nadie podrá llegar a ti como lo han hecho con cientos a tu alrededor.

Mantenía mi semblante con cautela, cuando mis ojos se posan sobre los objetos que en pocos minutos acompañan nuestra ahora reducida mesa y con mis dedos largos levanto la pulsera que los cascabeles hechos de oro blanco tintinean con dulzura. No puedo mirar el espejo frente a nosotros, los detesto y el autocontrol me quema el pecho, cierro el puño bebiéndome la copa por completo cuando el hombre del bar sabe que debe estar pendiente y servir más.

Le observo, yo no puedo bañar los momentos de dolor con caricias de seda, solo puedo amamantarme de ellas, su sufrimiento, su añoranza y solo me queda tratar de entender… -Lo lamento– y es en realidad muy cierto, porque no me atrevería a vivir atormentada por el pasado, porque no lo entiendo, no entiendo de sentimientos, de caricias, ni de corazones rotos, aunque si conozco los efectos de aquella peste, y su demonio parece tener rostro de mujer.

-has de saber… - Me doy cuenta de la evasión de la pregunta ante su respuesta tan relativa y realmente no importa, levanto la cara para mirar sus ojos, sin fijarme en los espejos, enfocándome en su cara, en su barbilla y sus labios, en su quijada y en sus manos nerviosas al momento de beber, luego le miro directamente, embragándome de su aroma a licor- … que no puedes... eventualmente lo enfrentaras, y será peor… es la ley de la naturaleza, un ser no puede vivir atormentado porque tarde o temprano lo enfrenta… somos tercos por esencia… –sonrío levemente, pero a veces mi mirada no ayuda a verse amable, aunque lo trato de ser... – vine porque obedezco a mis reglas… mis reglas son que no tengo reglas… - me acomodo mejor en el asiento, notándolo, es más alto y corpulento y aunque no he terminado mi frase, si me parece curiosa la forma en que se da esta conversación con... confianza, como no tengo con nadie.

-sin contar que si… los días se vuelven malos y peor… siempre me veras ahí… es mi karma… mi voluntad estar en los momentos negros... ¿puedes entenderlo?

 

 

 

@Röv

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  • 4 semanas más tarde...
Rol Ministerial

Control de Comercio Universal


-Eres patético, Elros... Un nene de cuna cualquiera- gruñía el Gryffindor mientras sus pasos sigilosos resonaban con el piso humedecido en las cercanías del Banco Mágico de Gringotts, ya que durante la tarde había caído una inusual llovizna que terminó por mojar todas las calles y el pavimento agrietado del Callejón Diagón. Aquella última jornada en el Control de Comercio Universal había sido diferente a las demás; debido a que gracias a su sabida incompetencia emocional se logró adjudicar una nueva incomodidad a su vida, la cual tenía nombre y apellido, y precisamente con ella tendría que reunirse para acudir al famoso "Elviris Pub"... Athena Rouvás. -¿Qué tiene de especial ella, eh? Es una chica... una mujer más, Elros... ¿Por qué me intimida tanto? No me sentía así desde que Millie y yo...- pensaba en voz alta el medimago, cuidando de no ser escuchado por nadie más. Dentro de todo, él sabía que existía algo en la griega que le gustaba, pero no estaba dispuesto a admitirlo; sobretodo teniendo la convicción de cumplir a cabalidad con el plan que le había llevado hasta el pasado, el mismo que también tenía una conocida identificación personalizada... Sofía Elizabeth Granger. Igualmente el fenixiano estaba al corriente de que hechos muy raros estaban sucediendo en ese tiempo; acontecimientos que le descolocaban tras reflexionar que quizás la vampiresa no había tenido nada que ver con la muerte de sus padres, pero el vivo recuerdo del asesinato de las mellizas de Arabella a manos de los gemelos de la ex-reportera, era lo que le incentivaba a continuar con la investigación que él mismo se había trazado con la única gota de madurez que tenía.



Fue así que al encontrarse de frente con un portón de madera similar al de las cocheras muggles; el adolescente se acercó lo suficiente como para poder leer el grabado con el título del local comercial, tocando con templanza las iniciales de ambas palabras para así dejar que una puerta se materializara sobre la misma barrera que parecía tapar un simple hueco en la pared. -¡Vaya! Una Harley Davidson... ¡Maravilloso!- exclamó sorprendido de ver una moto en una estancia como ésa, demostrando su fascinación por las tuercas a través del brillo infantil que desplegaban sus ojos verdes; por algo él era el dueño de un taller mecánico. Una máquina tragaperras en el pasillo y una vasta cortina negra, fue lo que finalmente observó antes de adentrarse por completo en el garaje; aproximándose hasta un hombre alto y musculoso con la piel tostada que estaba estoico cerca de una mesa. -Buenas noches. Busco a Anne Gaunt o Mery Gaunt Karkarov, de parte del Ministerio de Magia- expresó con serenidad el fiscal mercantil.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Pensó en enviarle un mensaje, o un Patronus, lo que fuera más rápido. Pedir disculpas anticipadas, excusarse con alguna mentirilla barata del tipo "Ha surgido algo en el Cuartel de Aurores. . . " y dejarlo simplemente plantado. Total, tendría muchas oportunidades, más adelante, para cooperar con el C.C.U. Pero cuando Niké ya se encontraba en su mano diestra desistió de hacerlo; ya había dado su palabra, era solo que estaba algo noqueada con los sucesos más recientes.

 

Dándose ánimos, suspiró profundo, tomó su chaqueta del desorden que aún tenía en la habitación de La Madriguera y desapareció para luego aparecer en el Callejón Diagon. Estaba a solo una cuadra de donde habían quedado en hacer la siguiente investigación de trabajo.

 

—Valor Athena. . . valor. —Se intentó dar ánimos así misma mientras intentaba borrar cierta imagen de su cabecita. Solo consiguió sonrojarse al recordarlo.

 

Ya no había vuelta atrás. Rouvás caminó con las manos en los bolsillo y en cuello hundido en el pliegue de la ropa, la inusitada lluvia había dejado también un frío calador que costaba sobrellevar. Divisó a duras penas lo que parecía ser el Elviris Pub, más que nada por la descripción que había leído en la carpeta donde se recopilaban datos básicos. Cualquiera diría que era solo un portón más en medio de la calle, quizás hasta tenía un aspecto de medio abandono. Alguien le había ganado la partida pues había un espacio en la pared que indicaba que recientemente algún comensal hizo uso de el.

 

". . . de parte del Ministerio de Magia." Alcanzó a escuchar la inconfundible voz de Thomas. Athena tragó saliva con algo de dificultad, se encomendó a sus propios dioses vaya a saber por qué, y acortó la distancia que les separaba.

 

—Ho-hola Thomas. Lamento la tardanza en alcanzarte. . . —Se disculpó, intentando actuar natural como siempre hacía. Luego se dirigió al sujeto. — ¿Será que puede avisarle a algunas de las señoritas que necesitamos conversar con alguna de ellas? Por favor.

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Rol Ministerial

Control de Comercio Universal


-Parece que te llamas... ¿Zeta? Eso leo en tu placa de identificación. Pues... por favor, me gustaría que vayas en búsqueda de las propietarias de este local. Tengo una orden ministerial para llevar a cabo una investigación mercantil en este negocio- volvió a expresar Thomas algo molesto ante la falta notoria de comunicación entre el corpulento sujeto de penetrantes ojos negros y él; no alcanzando a pronunciar ninguna palabra más, debido a la llegada de la auror Rouvás que se disculpó por la tardanza. -Hola Athena... Luces estupenda- saludó el medimago a la joven griega; plasmando una radiante sonrisa en su rostro, la cual se hizo acompañar por un brillo inusual en sus dos perlas esmeraldas. -No te preocupes... Acabo de decirle lo mismo a este tipo. Sólo espero que @@Mery Gaunt Karkarov o @ aparezcan pronto o tendremos que examinar todo desde afuera... Y créeme, que ese trabajo no es muy grato que digamos- agregó el adolescente, al mismo tiempo que afirmaba con seguridad su varita que se hallaba por debajo de sus ropas. -¿Viste la Harley Davidson de la entrada? ¡Está genial! Estoy aguantando todas mis ganas de ofrecer una buena suma de galeones por ella. Se vería de maravillas en el pórtico del taller ¿No lo crees? Yo y mis tuercas... quién me entiende, eh- manifestó Elros mientras divisaba un sofá de tres plazas que parecía imitar el capó de un coche muggle; por lo que no dudó en efectuar una especie de mueca a Athena con tal de que la mujer le siguiese hasta aquel objeto acolchado de tonalidades brunas y rojas, donde segundos más tarde tomó asiento. -¿Quieres algo de beber por mientras? ¿Un whisky de miel?- preguntó el veinteañero luego de que su "escolta" optara por seguir sus pasos; logrando tener una vista panorámica de todo.



-Yo quiero tomarme uno de ésos con dos hielos... ¡Mesero!- exclamó enaltando su voz y alzando su mano izquierda hacia la vieja barra de madera gastada que ocupaba casi toda la pared frontal del establecimiento; llamando la atención de uno de los trabajadores del bar que no dudó en acercarse hasta la pareja para tomar su pedido. -Un whisky de miel con hielo y lo que ordene la señorita, por favor... ¡Ah! Y una tabla de cuatro quesos para picar- solicitó el paladín de La Orden del Fénix, no sin antes dejar su maletín al costado de la mesa de cristal baja que estaba próxima al diván donde ambos magos estaban platicando. -¿Có... cómo has estado? ¿Todo bien?- musitó algo acomplejado, tragando un poco de saliva que se había secretado inconscientemente.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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En lo que Thomas llamaba al mesero y este se acercaba a la mesa Rouvás lanzó una mirada discreta alrededor, cualquier diría que estaba fijándose en los detalles del local pero en realidad su atención se centraba en los otros comensales. No había mucho público, así que estimó que aún no era la hora fuerte de la noche. De todas maneras intentó sacar algunas pequeñas conclusiones tanto del lugar como de la gente, lo que siempre llaman "primera impresión"

 

Se tuvo que obligar a centrarse en el mesero que estaba aguardando por la respuesta de qué deseaba servirse.

 

—Yo quiero, uhm. . . Daiquiri de fresa, por favor. —Esperó a que el sujeto se alejara para comentar. —No soy una bebedora muy asidua, de echo tengo poquísima resistencia a estar cosas, así que prefiero las cosas un poco más suaves. —Por no mencionar que estaban en funciones ministeriales y no se vería del todos bien que se desviaran de objetivo. Se suponía, era solo para las apariencias y la espera de las dueñas. {@ y @@Mery Gaunt Karkarov}.

 

Acomodó la pequeña cartera que llevaba con algunos objetos indispensables, aunque no era de piel de moke alcanzaba para lo justo y necesario, y como en el interior estaba el clima un poco más templado se animó a quitarse la capa de viaje para dejar ambas cosas en la parte libre del sofá.

 

—Mucho mejor. — Sus intentos por actuar con naturalidad estaban dando resultados, eso siempre y cuando no mirara demasiado a los ojos a Gryffindor porque era entonces que se ponía más nerviosa. —Ahm. . . Bien, algo logré avanzar con las facturas durante la tarde y. . .eso. ¿tu estás bien?.

 

¿Qué clase de conversación estaban llevando? Si apenas se habían dejado de ver un par de horas desde que se habían despedido en el Control de Comercio Universal, o mejor dicho de donde había "huido". Apretó los labios unos segundos y luego se animó a meter la mano dentro de la cartera en busca de algo.

 

—¿Dónde está? Ah, aquí. —Sacó una cajita que luego le extendió. —¡Feliz Cumpleaños Thomas! Sé que te atraen un poco las cosas históricas, así que espero que te guste. —El interior contenía una medalla de plata con el rayo de Zeus con la inscripción "Rey de los Dioses y los Hombres en el Olimpo, soberano del Universo" —No es mucho, pero es originario de Grecia. —Esbozó una sonrisa. —Pensaba dártelo en casa pero bueno, mejor acá, antes de que pase el día.

 

No le había costado nada encontrarla, pero si un poco el que llegara con bien hasta Londres.

 

Esperaba que Thomas no cayera en el detalle de que Rouvás sabía de su cumpleaños por el pequeño Elros a quien también estarían festejando en la Mansión Gryffindor. Si le preguntaba simplemente podía decir que en alguna de sus ya varias conversaciones él lo había mencionado, todavía no quería inmiscuirse en las cosas que había confesado tiempo atrás. Athena se puso de pie y rodeó la mesa para abrazar a su amigo sin que este se levantara, por sobre los hombros en su sincero gesto de felicitación. Le dio un pequeño beso en la mejilla antes de soltarle y volver a su puesto. Aún debían esperar más.

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Una nueva asignación ministerial hacia que Edward recorriera nuevamente el famoso Callejón Diagon, el día recién comenzaba y prometía ser una larga jornada de la cual la mayor parte la haría recorriendo negocios de aquel lugar. Ya no era necesario que mirara el papel con la dirección de su primer local, se lo memorizó de tanto leerlo en el viaje desde el Ministerio y aparte dicho local tenía una inconfundible ubicación, al lado de Gringotts.

 

El pelinegro ya podía ver a unas cuadras delante la inconfundible estructura de mármol blanco del Banco Mágico, Gringotts se podía ver prácticamente desde cualquier lugar del callejón pues no había otra estructura más alta o similar en todo Diagon. Observó su reloj de muñeca, estaba con tiempo no había porque correr.

 

El otoño ya se hacía sentir en la ciudad, ya no había esas agradables temperaturas del verano, ni los largos días soleados habían sido sustituidos por brisas frescas y días más cortos y nublados, pero Edward disfrutaba de todas las estaciones y aparte él era nacido en otoño.

 

Cruzó frente a las enormes escalinatas blancas del Banco y se detuvo frente a lo que parecía ser la entrada de una cochera. Aquel era el lugar, y el inconfundible nombre del local aparecía grabado en la madera “Elviris Pub”, el mago se acercó hasta la grabación y tocó con ambas manos las iniciales del nombre y mágicamente una puerta apareció.

 

Ingresó y lo primero que noto fue la Harley Davidson en la entrada y lo primero que se le vino a la cabeza fue que todo era muy americano y no pudo evitar sonreír. ¿No era que los británicos temían a una americanización de su país? Y con ese pensamiento el norteamericano cruzó las cortinas negras que lo separaba del Pub propiamente dicho.

 

Pero no estaba solo, un mago pelirrojo y una bruja rubia estaban dentro y al parecer también esperaban algo. –Buenos días- saludó educadamente Edward - ¿saben si alguna de las propietarias se encuentra? -

 

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La luz del sol se desvanecía detrás de los edificios del callejón, llevándose consigo la animada algarabía que caracterizaba a los visitantes diurnos, entrando y saliendo de los locales, con los brazos llenos de paquetes envueltos y las carteras vacías. En aquélla hora del crepúsculo se encendían las luces del sin fin de anuncios pertenecientes a los centros nocturnos, las tabernas, hostales y restaurantes que seguían con las puertas abiertas.


La joven pelirroja volvía a constatar que mucho había cambiado aquél paraje desde la última vez que había estado en Londres; lo cuál, había sido muchos años atrás.


Conforme caminaba por el estrecho camino adoquinado, podía percibir que se acercaba más al edificio de Gringotts, al final del callejón, el cuál era la principal referencia para llegar al lugar que deseaba visitar. Sus ojos marrones, llenos de una luz fatua por las luces, inspeccionaron los locales cercanos, ubicando aquél que tenía pinta de garage muggle; sus labios sonrieron débilmente cuando ubicó el portón y se acercó con autosuficiencia para tocar las iniciales de la leyenda que indicaba el nombre del bar: Elviris Pub.


—Vaya, tengo que pedirle a mamá una de estas —sentenció, una vez que había accedido por la puerta dibujada en el portón y encontró una lujosa Harley-Davidson. La escocesa pensó, que si la Gaunt no se lo concedía, ella misma se haría con una.


Recorrió el pasillo, atravesando la cortina que lo separaba del resto del negocio. Apenas entrar y sus oídos se rindieron ante la buena música de fondo, mientras sus pupilas bailaban por las mesas de billar, la barra y los asientos vacíos. Talia fue directamente hacia la barra, no deseando usar una mesa para sí sola y, ¿por qué no? Averiguar si de casualidad su madre estaría por allí.

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