Chateau Dumbledore (MM B: 78647)

[Ada Camille Dumbledore]

Amaba sentir como la melodia del violin iba sacando de mi alma toda la tristeza que llevaba dentro, era la musica elixhir que me permitia sanar heridas profundas que produce a lejania.

 

Baje de un salto hasta el jardin y segui tocando por los salones la sonata llenando la casa para que alejara los malos recuerdos. .. hacia una limpia por cada rincon del castillo para alejar la tristeza y la soledad

 

 

Llegue cerca de la cocina y escuche la voz de mi prima sally lo que me sorprendio, la mire extrañada, como si fuera el reflejo de un deseo.

 

Un pequeño choco contra mi y note que era Percy...esos ojos eran inconfundibles y el también parecia recordame. Deje a un lado el stradivarius y lo tome en brazos

 

-cuanto has crecido... pero tus ojos siguen siendo muy hermosos

 

Dije mientras acariciaba y naricita

 

- que bueno verlos de nuevo en casa...

 

No podia decir mas, era un sueño el verlos de nuevo

[Sally Sigel]

Su prima le sonreía y eso la alegraba, al menos le había alegrado el día o eso creía y era suficiente para sonreír también. La inocencia de Percy, ajeno a todo lo triste que podía rodear aquel castillo hizo olvidar a ambas su tristeza.

 

- Ariane, a pesar del tiempo sigues igual, aunque... Tus ojos reflejan el paso del tiempo...

 

El pequeño empezó a jugar con el pelo de su tía y Enriqueta se acercó a Sally para ofrecerle unos aperitivos sobre una pequeña charola.

 

- Hace un día precioso prima, salgamos a comer al jardín, , y así me cuentas todo lo que ha pasado en mi ausencia, ¿te parece?

[Ada Camille Dumbledore]

La hermosa luna azul reinaba en el firmamento llenando todo de una gelida luz plateada, la dama oscura en vuelta en un chal de seda purpura observaba este cielo maravilloso desde su balcon.

 

La soledad del Castillo le habia obligado casi a permanecer aislada en sus habitaciones para evitar que la ausencia de la familia por el hogar le consumiera.

 

Suspiro profundamente y levanto una mano hacia la luna como intentando tocarla...era la perla mas bella y mas inalcanzable de todas.

 

Era imposible, pero extrañaba el pasado, deseaba devolver el tiempo para ver a su familia reunida.

[wonderfairytale]

Arya Dumbledore

 

Se podría decir que ha pasado demasiado tiempo desde la ultima vez que estuve en casa, aun recuerdo que apenas podía salir de mi habitación ya que cualquier mínimo recuerdo me hacia llorar. Lo sucedido quebró la fortaleza que había levantado cuando era pequeña después de la muerte de James pero ahora con el paso del tiempo el muro empezaba a levantarse de nuevo al igual que yo, no podía borrar el pasado, era algo que siempre estaría ahí, en forma de recuerdos pero ya no me afectarían igual.

 

Los jardines continuaban igual de hermoso, aunque el ambiente de la casa era casi el mismo, el silencio inundaba el lugar. Caminé hasta llegar a mi habitación, la cual seguía exactamente como la dejé meses atrás. Mi maleta junto con mi capa ya reposaban sobre el suelo, volví la mirada hacia el ventanal de la habitación, perdiéndome por un momento en la belleza del paisaje.

[Leslie Ashryver PB]

Era la primera vez que pisaba aquel lugar, sabia que vivía su abuela Ariane ademas de ser una de las matriarcas esta le había dado permiso para visitarla cuando ella deseara así que hay estaba parada enfrente de las rejas que la separaban de la puerta para anunciar su llegada.

 

Miro su calza azul, su remera blanca con la estampa de una manzana que le llegaba por debajo de la cola, su pelo estaba suelto por lo que con el viento le tapaba el rostro, con un suspiro abrió la reja y entro al lugar, observando el jardín y maravillándose con el, recordando los jardines de su familia avanzo hasta llegar a las puertas.

 

Toco tres veces esperando a que alguien la recibiera.

[Ada Camille Dumbledore]

Deambule por todo el castillo con los pies descalzos, sintiendo ese leve frio, al menos aún podía sentir las sensaciones que la piel me permitía todavía.

 

En un momento me vi enfrente del panteón de la familia.

 

Debía reponerme, la soledad de tantos años no podía vencerme, parecía estar más muerta yo que toda la gente que yacía en el, no podía llorar y liberar el dolor que tenía como los humanos. Mi mente gritaba que debía resurgir, salir de todo esto como lo había logrado tantas veces, pero mi cuerpo parecía no querer reaccionar.

 

Camine de regreso a la casa y entonces vi a lo lejos a mi elfina que me miraba estupefacta al verme. Le dí una leve sonrisa y ante esto ella me dio una exagerada venia.

 

-Ama... Su hija Arya, ella ya esta en casa.

 

Tras decirme ello sonaron golpeteo en la puerta principal

 

-Yo abro la puerta... tu por favor ve por mi pequeña y alista algo para beber en el jardín.

 

Camine hasta la puerta y al pasar por enfrente del espejo del recibidor, me espante al verme cual espanto, saque la varita del porta varita de mi liguero y arregle mi aspecto tras unas leves florituras de la varita: Un vestido rojo borgoña, el cabello recogido y unos tacones altos.

 

Abrí la puerta y encontré a una de mis nietas, le sonreí y le ofrecí los brazos para saludarla.

 

-Mi querida Memi bienvenida...

 

El que alguien estuviera en casa me regocijaba

[Kahlan Blackthorn]

Permanecía sumida en sus profundas cavilaciones, no podía hilar a detalle los sucesos que acontecieron antes de que se viera obligada a partir a Australia. Era momento de regresar a sembrar el terror dentro de Ottery, no permitiría que los Fenixianos pulularan a placer dentro del pueblo, no los dejaría sentirse dueño de todo lo que le pertenecía a la marca tenebrosa por derecho. Sus orbes lapislázulis se dirigieron a la ventana percatándose que algunos rayos dorados estaban tocando el alba, anunciaban que el anochecer estaba por caer dentro de ese poblado, no había mejor hora para salir a cazar o pasar un buen rato.

 

-Pues al mal paso…-terciando una media sonrisa en sus labios se levanto de la cama con parsimonia cubriendo su marmóreo rostro con una máscara azul oscuro-Vayamos a buscar una deliciosa presa…-entornando sus vista hacia su capa de viaje colocándose esta sobre los hombros procedió a enfundar su Katana en su espalda acompañada por su oscura varita que reposaba en la pretina de su pantalón de seda, aquel corsé dejaba muy poco a la imaginación e igual era de seda como el pantalón que portaba. La desnudes de sus pies disfrutaba de la tersa alfombra de su habitación.

 

-Es tiempo de marchar…-enfilando sus pasos hacia la ventana de la alcoba salto sin pensárselo dos veces al vacio. Sintiendo el frio viento acariciar su tersa piel desapareció antes de tocar el verde césped, viéndose envuelta por una fina neblina que le llevo hasta las afueras del pueblo, en el valle de Loire, a un costado de la vía principal que conduce a Londres. En ese sitio estaba ubicado su objetivo el hogar de los Dumbledore, no tendría paz aquel día.

 

-Morsmorde …-lanzando el llamado a sus compañeros esperaba que los mismos respondieran a este. Sus pies descalzos se mantuvieron firmes en el suelo sintiendo el frio suelo ascendiéndole por la espina dorsal, le fascinaba la idea de matar unos cuantos Fenixianos y hacerlos pasar un muy mal rato sin lugar a dudas.

[Leah Snegovik]

-Leah Atkins

 

 

En las afueras del pueblo, en el valle de Loire, a un costado de la vía principal que conduce a Londres, la vista de la vivienda Dumbledore era clara desde la posición de la mortífaga. Aún sentía el llamado de Juv ardiendo en su brazo y tenía una punzada de curiosidad hacia lo que había dentro del lugar que iban a asaltar. Su mirada estaba oculta por la máscara de plata, que simulaba un casco, así que nadie podría ver a ciencia cierta qué estaba pasando por su cabeza mientras observaba el lugar.

 

La llegada de Zack había completado el trío que tenía tiempo sin reunirse y así, solo faltaba que llegara el resto de los mortífagos para empezar. Ella a su vez, era consciente de que no quería nada suave aquél día. Quería sangre, alaridos y temor. Quería muerte. Las ganas de jugar se habían quedado en su último asalto, ahora los fenixianos habían regresado al lugar correcto en su mente y no eran más que escoria que debía aniquilarse de raíz. Y así iba a ser.

 

El sol descendía en el horizonte con destellos naranjas, pero era poco perceptible ante la cantidad de nubes grises que empezaban a cubrir la ciudad. La tormenta se veía venir y la Atkins frunció el ceño, recordando que estaba desnuda a excepción de una bata de seda perfectamente anudada a su torso. El dorado de su cabello resaltó con una ventisca y la mujer dio un paso al frente, eliminando un poco de su distancia de treinta metros con la entrada del lugar.

[Zack Ivashkov]

En esos tiempos era preocupante recibir el llamado tenebroso cuando no venía de él. Le resultó tan extraño que algo se revolvió en su interior, como si sintiera miedo, o más bien preocupación. Su mirada bajó hasta el antebrazo izquierdo y apartó la manga de su túnica gris solo para asegurarse que verdaderamente el tatuaje que portaba con orgullo ardía.

– Espero que ninguno esté en apuros – Pensó volviendo a cubrir su Marca Tenebrosa. Desde hacía varios días no sabía nada de algún ataque fenixiano a sus compañeros, por lo que precisamente eso fue lo que se vino a su mente. No siempre había tiempo de asistirlos cuando todo el gallinero los rodeaba, lo mejor era que fueran hecho el llamado a tiempo. Con prisa cubrió su rostro con una máscara negra con detalles en azul, característico del rango que portaba en el bando. Le gustaba ser reconocido como alto rango, eso lo llenaba tanto de satisfacción como de ataques en batalla.

Girando sobre sus talones desapareció en una fracción de segundos. Su cuerpo se materializó en nuevo escenario, totalmente distinto a la habitación del castillo Ivashkov donde estuvo anteriormente. Pudo reconocer el lugar como el valle de Loire, a las afueras de Ottery. Era de tarde y la inmensidad del cielo amenazaba con descargar una fuerte precipitación sobre ellos. Casi siempre que los Mortífagos salían el clima estaba de su lado, dándole más esencia con detalles tenebrosos.

La vía principal se encontraba sola, a diferencia del enmascarado que con su varita en mano, buscaba el lugar de encuentro. A un costado dio con una enorme edificación, el hogar de la familia Dumbledore. Desde la antigüedad que marcaba dicha sangre se conocía que todos apoyaban al bando de la luz, desde entonces fueron enemigos de lado oscuro. Ahora que conocía el lugar de encuentro, solo restaba averiguar de qué se trataba todo aquello desplazándose hacia la entrada del castillo.

[Alyssa Black Triviani]

La experiencia de la otra noche había resultado… placentera. Durante muchos años me había distanciado de las batallas, concentré mis esfuerzos en otras cosas que solían parecerme más importantes y por tanto fui alejándome paulatinamente de la acción. Dejé aquellos ardientes enfrentamientos y los picos de adrenalina en los días pasados de mi juventud como mortífaga, aunque no voluntariamente sino solo como algo que se fue dando por la natural consecución de los tiempos. Sin embargo ahora, tantos años después, poco a poco volvía a encontrarme con aquella faceta que tenía olvidada.

 

Me encontraba en las afueras del pueblo, en el valle de Loire, a un costado de la vía principal que conducía a Londres. Nuestro objetivo aquel día era la residencia de la Familia Dumbledore, conocidos por su largo historial de tendencias… luminosas. El sol finalizaba ya su descenso ocultándose parcialmente tras las lejanas montañas que se atisbaban en el horizonte, sus últimos rayos teñían todo el valle con aquel cálido anaranjado que pronto moriría y le cedería el paso a la oscuridad de la noche. Más a lo lejos unas espesas nubes amenazaban con apoderarse del espléndido cielo, frías y sigilosas se acercaban cada vez más dominando el terreno que pronto cubrirían con sus tormentosos rayos.

 

Mi figura se encontraba oculta tras la característica túnica negra que también cubría mi melena borgoña bajo la capucha, en mi rostro una ornamentada máscara de plata mantenía mis facciones bajo el misterioso velo de lo desconocido. En la diestra mi fiel compañera se fusionaba con mi mano como si se tratase de una prolongación de mi cuerpo, lista para entrar en acción al igual que yo. A medida que la luz comenzaba a disiparse tras la barrera del horizonte vi como mis compañeros comenzaban a aparecerse junto a mí, pues nuestras marcas ardían llamándonos a batalla.

 

- A sus órdenes, capitán – comenté dirigiéndome a Zack, junto a quien había combatido la otra noche.