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Museo Night (MM B: 105846)


Luna21
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No contemplé tener un rato libre, pero a mitad de la tarde me encontré sin nada que hacer y deambulando por entre los negocios del Callejón Diagón. Aquello me molestaba, pero dado mi largo viaje por la mitad del continente me había quedado sin grandes responsabilidades en Inglaterra y con demasiado tiempo para perder en lo que se me diera la gana, como ahora, que había pasado a visitar a mi hermano en uno de sus nuevos negocios y el muy cabrón se había largado pese a que le había avisado.


Volvería a intentar entrar al Ministerio de Magia para mantenerme ocupado pero eso aún iba a tomar un par de semanas más; en cuanto a mis otros asuntos... era imprescindible mantenerme enfocado en mis objetivos y, por suerte, aquello comenzaba a tomar un buen rumbo. Las cosas no estaban tan mal, después de todo, pese a los resultados obtenidos en mi último viaje.


El sol comenzaba a ponerse en el horizonte, y el clima se hacía mas agradable como para seguir caminando, no obstante no fui el único que se dio cuenta de ello y la afluencia de gente aumentó. El paisaje dejó de ser interesante para mi. Andar entre el gentío, chocando hombros con magos distraídos y estar evitando niños corriendo solo me ponía de mal humor, y nadie necesitaba eso ahora.


Cruzaba un espacio abierto en ese momento y miré. Dos alamedas boscosas franqueaban un edificio de buena arquitectura, marcando una diferencia de los demás establecimientos aledaños; a veces me parecía curioso el ingenio de algunos empresarios, metiendo tanta cosa a una callejuela como aquélla, tan apretada y angosta, pero estaba hablando de personas que sabían sin lugar a dudas aprovechar la magia que corría por sus venas así que, realmente, no era tan sorprendente después de todo.


Averigüé que el lugar era un museo. Interesante.


Caminé hasta la entrada, bajando la capucha de mi capa y dejando ver mi despeinado cabello que solo hice para atrás de forma despreocupada. Subí la escalinata, y me adentré al recibidor. Ignoré el mostrador de información y me concentré en una pequeña cafetería que se escondía al fondo; pensé en pasar a tomar algo primero, pero decidí que me daba mas gana de recorrer el lugar yo solo, pese a que pude notar que un grupo para una visita guiada se estaba formando.


Subí al primer piso después de solo tomar un folleto, pero al descubrir que se trataba de una exposición animal me seguí mejor hasta el segundo. El arte se me antojaba más, ya que tenía mas que comprobado lo mal que me iba con animales y, pese a ser un museo, aquéllos estaban "vivos", por lo que no quise andar por allí provocando accidentes pues era común que las bestias se ponían tensos y bravos con mi presencia.


—Veamos, que tenemos aquí? —me concentré en el folleto, el cual mostraba un pequeño croquis de las exposiciones, buscando algo interesante por donde empezar.

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Nada le apetecía más a Maida Yaxley en los últimos tiempos que esconderse de sus propios familiares. Cada vez se le complicaba más el tema de las preguntas y excusas por su mal humor, sus pésimas calificaciones e incluso su distimia. Así que prefería quedarse por fuera,eso claro, significaba conseguir lugar cómodos donde disipar la mente y el Museo Night era uno de sus principales puntos.

 

Pocas veces había reparado en las exposiciones que ahí presentaban, de hecho,solo una vez se había tomado el tiempo prudente para hacerlo. Y esa vez, junto con un amigo, habían tomado algo de la muestra. Así que, en el museo se sentía más bien libre.

 

Ingresó al local envuelta en una capa de viaje ligera y turquesa, acomodó la capucha para que ocultara su rostro en los laterales mientras caminaba a prisa hacia la segunda estancia, en el ingreso había demasiados magos deambulando y buscaba un poco de tranquilidad.Al subir, apenas notó dos o tres personajes dispersados frente a las muestras de arte.

 

Uno de ellos, se le hizo familiar, aunque de entrada no recordó el porqué. Fue más cuidadosa de vigilarlo antes de decidir si se acercaba o no, estaba concentrado en su programa y ella fingía estarlo. Si, lo había visto hace mucho tiempo, en uno de sus innumerables torpes accidentes en la calle, pero con él, cosa rara se había querido disculpar y habían ido a cenar juntos. Una velada de la que ella había ¿Huido? Sacudió la cabeza por debajo de la capucha y sin darse mucha cuenta, ha estaba al lado de él.

 

- ¿Callum? - preguntó en un susurro mientras con ambas manos liberaba su cabellera y rostro del misterio. Alzó los ojos al chico que tenía al lado y le sonrió, si, era él- Estaba segura de no volverte a ver por el pueblo

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  • 2 semanas más tarde...
Me hallaba indeciso sobre qué galería visitar primero, posiblemente porque no lograba concentrarme en absoluto en el folleto. Era curioso cómo cuestiones tan triviales se tornaban más difíciles a la hora de tomar decisiones; podía tomar una decisión de vida o muerte en un segundo, pero decidir qué exposición artística recorrer primero parecía un asunto sumamente mas delicado y exigente con mi tiempo. Justo en el instante en que me decidí por no darle demasiada importancia y pasearme por todas, escuché mi nombre pronunciado por una voz femenina.


Entorné la vista hacia ella, sorprendido en verdad porque alguien me reconociera en público pese a mi casi nula actividad social. La mujer se acercó y se descubrió el rostro, fue entonces que la reconocí y mostré una afable sonrisa —Lamento decir que no lograste ahuyentarme la última vez, Yaxley —le respondí, dando un paso hacia ella e inclinar mi cabeza en un saludo.


Aquél sería mi tercer encuentro con la bruja, lo que ya era decir demasiado aunque las circunstancias no habían sido del todo óptimas. Casi me asesinaba en el primero solo por haberla asustado, y aunque podría decir que en el segundo las cosas no habían salido mal, no podía jactarme de haber hecho buenas migas con la mortífaga. Me sorprendía en verdad que tuviese ánimos de saludarme cuando bien pudo haberme evitado y seguir con su camino sin que yo me hubiese percatado.


No obstante, me era muy agradable volver a ver su rostro; quizás a un punto que no entendía del todo.


—Si quieres puedes intentarlo de nuevo —dije, acompañando mis palabras con un guiño —. ¿Cómo has estado?



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  • 2 semanas más tarde...

Ya habían pasado un par de semanas desde la exposición que había organizado con temática francesa y de obras de arte de la época de Luis XIV y de Luis XVI, la verdad le había puesto tanto empeño en que todo funcionara bien que el ver como se había divertido la gente con las diversas muestras artísticas, la música acorde al tema y la exquisita comida de cocina francesa no había podido mas que sentir satisfacción cuando al momento de que se empezaban a marchar todos le agradecían por la invitación y por tan agradable velada.

 

No podía quejarse en absoluto, la noche había resultado todo un éxito y eso se debía en gran parte al apoyo que le habían brindado sus sobrinos en la organización de las diferentes actividades y todos los detalles para que la noche transcurriera de la mejor manera. Incluso los invitados se había comportado a la altura de las expectativas, incluso aquellos de los cuales tenía antecedentes de que podían ser un poco problematicos.

 

Desde aquel día el movimiento en el museo había mejorado en gran medida, lo que la mantenía con una sonrisa en el rostro todo el tiempo que se hacía presente en el lugar. Esta tarde se había encaminado al local con el fin de revisar algunos documentos del lugar y verificar que todo estuviera al día con los registros del negocio. Cuando llegó al museo saludo a la persona a cargo de recepción y subió directo a su oficina para ponerse manos a la obra, tenía una tarde ocupada por delante.

Editado por Dennis Delacour

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En un acto rarísimo en ella, Maida interrumpió la usual tranquilidad de su rostro y se sonrojó con las palabras de Callum, ella no había intentando ahuyentarlo de ningún lado. Carraspeó como si con eso la temperatura de sus mejillas fuera a desaparecer y volvió a mirarle a los ojos.

 

- Seguiré intentando hasta tener éxito en mi cometido, entonces -bromeó alzando la mano derecha en señal de promesa-, te quitaré todas las ganas de estar en el Reino Unido.

 

Le correspondió al guiño, y se sintió bastante cómoda jugando así con él. A lo mejor era porque realmente eran desconocidos, a lo mejor porque no era de la familia y no tenía que cumplir sus expectativas de alegría. A lo mejor era mejor no saber porqué era.

 

- ¿Vienes seguido al Museo? Normalmente yo lo uso como vía de escape, llevo escapando casi tres meses ya -comentó con una sonrisa- ¿Y tú?

 

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Miré la entrada del museo por más tiempo del que planeé, los sentimientos estaban a flor de piel y la razón era porque después de tanta tormenta y silencio había decidido seguir con lo que era mi vida. Volver a desandar lo andado, era improbable, sin embargo estaba de humor para visitar un sitio que conociera en otro tiempo, y por supuesto en circunstancias muy diferentes. Al entrar un par de memorias juguetearon con mi autodominio y por breves segundos contemple las sombras de un pasado que resultaba entretenido analizar tras cada paso que me llevó a terminar nuevamente sola en un gran castillo.

 

Una ligera sonrisa se posó sobre mis labios al tiempo que pasaba los dedos por entre mi cabello, negro, aún me costaba acostumbrarme al hecho de que hacía un par de días atrás lo había cortado. No echaba del todo tenerlo largo, pero a veces el reflejo que me devuelve el espejo me cuesta trabajo reconocer. Así era mi nueva vida, con el cabello hasta los hombros, los ojos pintados siempre con delineador, los labios de un intenso labial rojo y un par de jeans desgastados, los cuales en esta ocasión llevaban una rotura cerca de cada rodilla. Me adentré en el museo, con tranquilidad admirando las piezas y pinturas en exposición.

 

Ciertamente estar en un lugar tan callado, donde sólo un pequeño grupo de jóvenes hacía bromas y una pareja de brujos de no más de sesenta años eran mis acompañantes, resultaba el sitio adecuado para conocer gente nueva. Al menos que le gustaran las pinturas o el arte, pensé mientras mi mirada pasaba de un cuadro con demasiados puntos a otro que provocó que casi recargara mi cabeza sobre mi hombro derecho -definitivamente el arte... -guardé silencio y mordí mi labio inferior al pensar en lo que la imagen me recordaba -juega con las emociones.

 

@@Dennis Delacour

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Llevaba gran parte de la tarde revisando los pergaminos concernientes a los registros del museo y verificando que todo estuviera al día con ellos para no tener problemas si surgía alguna revisión del ministerio o del Centro de Comercio Universal, claro que igual eso no le preocupaba mucho debido a que la jefa del lugar era su sobrina Alessandra y ella siempre podría informarle si algún permiso estuviera a punto de vencer para corregirlo antes de que resultara en algún tipo de multa o sanción.

 

Su oficina era un caos total, incluso ella había terminado prácticamente sentada en la alfombra con un montón de documentos alrededor ya que de esta manera podía tener todo a la mano ya que en la mesa de su escritorio no había tanto espacio para ello. Después de terminar de revisar otra pila de papeles, se estiró un poco en su lugar para descubrir que le empezaba a aquejar un dolor de espalda, lo cual era señal de que necesitaba tomar un descanso al menos de unos minutos. Pensó en llamar a alguno de los elfos para que le trajeran algo de tomar, pero pensándolo mejor necesitaba distraerse un poco asi que decidio bajar a la cafeteria ella misma.

 

Se levantó del piso estirandose lo más que pudo para estirar todos sus músculos que estaban algo contraídos por estar tanto tiempo sentada, menos mal que había venido en un par de jeans negros, tenis converse negros y una camiseta azul claro de manga tres cuartos y botones. Lo mas cómoda posible para labores de oficina.

 

Salió de su oficina y se encaminó a las escaleras rumbo al primer piso, cuando estuvo en el hall principal iba a ir hacia la cafetería, pero decidió dar una vuelta rápida por las salas a ver si todo estaba en orden con los visitantes. Los cuadros que estaban expuestos eran realmente hermosos, incluso tenían varias obras de Monet en estos días que eran maravillosas de ver.

 

Estaba terminando de revisar la última sala cuando se detuvo cerca a una joven que tenía una mirada fija en una de las obras en exposición, lo cual le generó mucha curiosidad. Cuando se acercó más hasta estar detrás de ella para no interrumpir su rango de visión la escucho hacer un comentario a lo cual no pudo estar mas de acuerdo, motivo por el cual antes de que se diera cuenta estaba respondiendo a lo dicho hacía unos instantes, - Ese es su cometido, el arte despierta tantas cosas que te puede hacer amarlo en seguida u odiarlo desde el primer momento hasta la eternidad, es igual que con las personas - terminó diciendo con una sonrisa a la joven de negro cabello esperando que su interrupción no hubiese molestado los pensamientos que traía consigo en este día.

 

@@Kutsy Stroud Lenteric

Editado por Dennis Delacour

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Ahí estaba esa vaga sensación de familiaridad, esa emoción que provocaba que un par de suspiros escaparan de mis labios al reflexionar sobre mi “depresivo estado”. Esas habían sido las palabras de Dunkel, el amable elfo que cuidara de mi desde niña, al encontrarme sollozando en el cuarto del baño mientras contemplaba una de las innumerables fotos de la boda, de esa celebración que ahora no era más que un eco de lo que algún día logré alcanzar. La pintura que contemplaba, jugaba en mi contra y aún de ese modo me las arreglé para sonreír cuando la voz de una joven interrumpió el tropel de sensaciones que amenazaba con sepultar mi aparente buen humor.

 

Una risa juguetona evocó mis labios al tiempo que giraba sobre mi propio eje para mirar a la joven, mis pupilas bicolores se deleitaron con la claridad en su mirada y con la calidez que su sola presencia le daba a la sala. Que por breves segundos me pregunté, si por vez primera estaba frente a un ángel. Anteriormente, yo misma había sido comparada con uno, y lo era pero uno oscuro, un demonio que yacía con las alas rotas y un corazón demasiado humano pensé antes de volver mi atención a mi inesperada acompañante –que acertadas palabras la suyas, podría decir que el mundo se divide en dos sencillas emociones de las cuales las demás se derivan por lo que deseo agregar que a usted…–guardé silencio por breves momentos y volví mi vista a la obra una vez más.

 

La amo –dije sin más, olvidando que en ciertas ocasiones mi sinceridad y terquedad ante la idea de jamás callar lo que se siente me metía en problemas –al igual que a la pintura –reí, no si presa de mi propio nerviosismo o porque sencillamente estaba contenta de conocer a alguien nuevo. Además aquel encuentro ninguna de las dos podríamos olvidarlo, ¿cuántas veces un extraño dice amarte? Me pregunté comenzando a andar nuevamente, esperaba que ella me siguiera –mi nombre es Kutsy Stroud, soy una bruja baste inusual, pero le prometo que no le dañaré a propósito –añadí justo en el momento en que la obra de un artista británico capto mi atención.

 

@@Dennis Delacour

Editado por Kutsy Stroud Lenteric

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No se porque le había llamado tanto la atención aquella joven para acercarse a entablar conversación, generalmente le costaba un poco iniciar nuevos encuentros para conocer personas de manera independiente, normalmente cuando entablaba charlas con personas nuevas era porque alguna de sus hermanas, sobrinas o compañeros de trabajo se los presentaba entonces de esa manera era más fácil encontrar temas para tratar ya que podía empezar por el hecho de que tuviéran a alguien conocido en común. Pero hablar con extraños no era algo que se le daba a ella, pero dado el hecho de que esa bruja de cabello negro estaba tan concentrada en la pintura y a la vez intentando contener mil cosas dentro de ella no pudo evitar interrumpir su momento.

 

Justo cuando termino de decir lo que pensaba, la joven se giro para ver quien le había dedicado esas palabras, entonces se encontro bajando un poco la vista para cruzarse con una mirada bastante singular que en dos tonos diferentes analizaba su presencia, pero no solo era el hecho de ver colores diferentes en esos ojos, sino el hecho de que por un momento le pareció que guardaban una tristeza enorme que al instante intento ocultar.

 

Empezó a opinar sobre lo que anteriormente la joven le había dicho, y haciendo una pausa se giro nuevamente a la pintura para terminar su oración, pero las palabras que oyó simplemente la dejaron sin moverse de su sitio, de seguro había entendido mal o claro le hablaba a la pintura, aunque por un momento dudo al recordar lo que ella le había dicho, amar u odiar desde el primer momento tanto al arte como a las personas, aunque si había de ser sincera creía que con las personas solo ocurría la parte del odio inmediato, al menos por los muchos ejemplos que había podido observar desde su trabajo.

 

Cuando completo la oración diciendo que al igual que a la pintura noto que simplemente había sido un juego de palabras, tal vez algo para romper un poco el hielo del momento serio que estaba sucediendo. La joven comenzó a moverse por la sala y no se si pudo mas la curiosidad o el misterio que parecía envolverla pero se encontro siguiendo sus pasos de repente.

 

Entonces escucho su nombre, pero lo que siguió a eso fue lo que mas desconcierto le creo - Porque podrías dañarme? - pregunto movida por la curiosidad de averiguar que encerraban esas palabras, tanto la tenia intrigada que hasta se le olvido que no se había presentado - Mucho gusto señorita Stroud, mi nombre es Dennis Delacour Rambaldi, y creo que se cuidarme a mi misma - termino diciendo con una sonrisa que le daba a entender que aun si lo buscara "a propósito" no podría causarle daño alguno. Realmente había logrado captar su atención y planeaba averiguar mas acerca de ella.

 

@@Kutsy Stroud Lenteric

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Y así como lo había deseado Dennis me siguió, por lo que sonreí para mis adentros al tiempo que miraba sin un verdadero interés las obras de arte que nos rodeaban –Rambaldi –pronuncié deteniendo mis pasos y volviendo mi vista a su cara –tengo tan buenos recuerdos de esa familia, Ashley, fue la primera bruja en darme la bienvenida a Londres, además de por supuesto ser mi madre adoptiva –. Era extraño encontrarme con tantas coincidencias aquel día, pero ¿quién era yo para decir que no? Después de todo hasta hacía un momento había anhelado desandar el camino ya recorrido.

 

El primer apellido que poseía hablaba de que seguramente existían muchas personas que cuidaban de ella, sin darse cuenta, por lo que su aseveración de “cuidarse sola” sólo hizo que una risa, genuina de diversión rompiera en suaves notas mi propia nostalgia, –gracias –, agregue cuando pude detener aquel poco educado despliegue de actos –hace tiempo que no reía de esta forma –quizá movida por la propia necesidad de aceptación de esa nueva etapa, de mi vida, fue que extendí mi mano hacía la bruja de orbes azules –un gusto Dennis, hoy has ganado una buena amiga –guiñé mi ojo derecho y continué con mi incursión.

 

Mordí mi labio inferior y reflexione sobre la pregunta que me hiciera –lo pondré así –señalé a lo lejos la estatua de una pequeña bailarina –parece que esa pequeña no puede ser dañada ¿cierto? –Inquirí dirigiendo mis pasos hacía esa obra –mas ciertamente, desde el instante que ha llamado mi atención nuestros caminos, “destinos” –dibuje un par de comillas en mi última palabra –o en lo que creas, nos da la oportunidad de trasgredir o crecer en armonía, eso ya es decisión de cada cual, no obstante, innegablemente –giré alrededor de la inamovible estatua –nuestro centro gravitacional nos obliga a andar un camino del que al terminar ambas, no seremos las mismas así que ya se ha producido una alteración –dije mirando a Dennis mientras acomodaba un mechón de mi cabello tras mi oreja.

 

@@Dennis Delacour

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