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Metamorfomagia


Amara Majlis
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El vampiro observo a la mujer mientras veía de reojo a su hermana menor, quizás aquello seria un problema, estaba alegra de ver aquella clase con Anne, pero también estaba un poco preocupado y temeroso, más que nada porque por lo que veía allí saldrían a la luz muchas cosas, de su presente y de su pasado, uno del cual no solía hablar con nadie y ni siquiera mencionarlo. En aquel aspecto el cainita era muy reservado, más que nada por los peligros que podrían correr sus seres queridos si se llegaban a enterar de muchas de las cosas que había él afrontado o habían sucedido, ya era demasiado peligroso para sus hermanas estar cerca de él y que les demostrara tanto cariño y adoración.

 

Guardo silencio para observar el lugar que Amara le había Asignado. Asintió y espero que esta se sentara antes, luego de que tanto su hermana como la arcana habían hecho lo propio se sentó. Bufo por lo bajo casi imperceptible al ver aquella corrección que había hecho la Gaunt de su apellido, aquel había sido un golpe bajo y doloroso. <<”Vivit Sub Pectore Vulnus”>>. Después de aquello se limitó a ver al frente, a recorrer con sus orbes negros aquella casa improvisada o mirar los ojos de la arcana de metamorfomagia, más cuando esta le había pedido que dejara hablar a su hermana.

 

El cainita había escuchado las preguntas dirigidas a él, sin embargo, por cortesía había dejado hablar a la Gaunt mientras el meditaba un poco sobre todo lo que estaba sucediendo, aquella corrección de su hermana le había puesto triste, quizás era lo que él se merecía y hasta el Karma le estaba jugando aquella mala pasada. Había cometido demasiados errores en su pasado, ¿Por qué iba a creer que sería tan fácil?, ¿no se merecía ser feliz?, una vez que Anne había dejado de hablar supuso que era su turno.

 

-Mi pasado es turbio y oscuro –dijo respondiendo a su primera pregunta- los errores me han marcado, no digo que sea malo porque de allí saque muchos aprendizajes, pero de pasar a ser alguien poderoso, a los que muchos le temían y respetaban a ser un renegado, un “traidor” y un cobarde es otra cosa, supongo que ahora soy odiado por aquellos que alguna vez me respetaron –confesó- pero eso ya no viene al caso, la soledad a veces es cada vez más evidente –dibujo una mueca de “sonrisa”- Satia te sanguine, quem sitisti.

 

No se atrevió a ver a su hermana, jamás había confesado aquella parte de su pasado, muy pocos o casi nadie sabían lo que había sucedido en Grecia y era mejor que se quedara así. Podía sentir todo el peso en sus hombros y veía cada una de aquellas imágenes en su mente, era doloroso pero por algo estaba aun allí. Negó con la cabeza para aclarar su mente y volver a lo que allí estaba sucediendo.

 

-Hace mucho tiempo conocí a una metamorfomaga, éramos buenos amigos hasta que algunas cosas sucedieron –comento- digamos que fue mi primer contacto con la habilidad, ella había nacido con ese don, yo sin embargo, tenia algunos otros –poso sus orbes negros en los de Amara- descubrí que poseía algo de la habilidad no desarrollada gracias a las coas que solía hacer en mi antiguo hogar –guardo silencio, era mejor callar sobre aquello en aquel punto- no sé hasta dónde puedo llegar pero si sé que puedo hacer esto –se señalo los ojos, estos se volvieron de un color marrón claro, sus ojos originales- este digamos que es mi verdadero color de ojos

 

Luego de aquello volvió a ponerlos negros, como solía usarlos desde siempre. Tomo aquella taza de té y tomo un corto trago del mismo. Dejo que el líquido caliente pasara por su garganta, pero en todo aquel tiempo no había vuelto a posar los orbes en su hermana. El era una verdadera caja de sorpresas pero lo mejor sería no revelar todo, prefería seguir guardando sus más profundas heridas y cicatrices solo para él.

 

Miro al techo para calmarse un poco, tomo otro trago de su té y siguió guardando silencio, dejando que la arcana sacara sus propias conclusiones.

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Las historias sobre el descubrimiento de la posesión de la habilidad que poseía cada uno de sus dos pupilos la hizo quererlos conocer un poco más a fondo, porque si bien, un acontecimiento de violencia que había detonado el inicio del desarrollo de su habilidad, la habían logrado controlar un poco con el paso del tiempo. No estaba tratando con novatos en el tema, lo cual la hizo comprender que era totalmente variante la personalidad de los magos londinenses que podían llegar hasta su vivienda buscando su instrucción.

 

Sin embargo, era de la idea de que ellos mismos irían formando su conocimiento con un poco de su guía o por medio de los facilitadores que logrará darles, una de las bases de la pedagogía con la que ella se había convertido en Arcana. Meditando y analizando cada una de las palabras de los magos, esbozó una simple sonrisa y asintió con tranquilidad, era lógico que pudieran hacer pequeñas cosas con su cuerpo, pero Amara intentaría lograr que pudiesen cambiar por completo su apariencia sin esfuerzo alguno.

 

—Anne, puedes darme una pequeña demostración de lo que eres capas de hacer con la habilidad... y responderme la siguiente pregunta —pensó un poco sus palabras y las encontró— ¿Qué tanto consideras que la metamorfomagia puede ayudar a la humanidad? —sabía que su pregunta era un tanto arcaica pero era importante por la gala que aún tenía en mente asistirían.

 

Prestando atención a las palabras del canaita, y comprendió que no era el momento más adecuado para presionarlo con sus preguntas curiosas que solamente buscaban conocerlo un poco más, por lo que decidió concentrarse en lo que hacía el joven, en el cambio de color de sus ojos, asintiendo con una sonrisa de felicidad, comprobó que tenían al menos una base de la cual partir y que debía explicarles algunos principios básicos.

 

—Hades, ¿cómo concentras tu magia y poder para cambiar el color de tus ojos? podrías explicármelo mediante palabras? Y si Anne, quiere ayudarte, puede hacerlo. —añadió mirando a la bruja.

 

Quería saber como era que percibían el poder que tenían, porque explicarlo era complicado, era mucho más sencillo hacerles sentir lo que debían aprender a identificar en su interior. Mirando como el nerviosismo era evidente entre los dos magos, respiró lentamente y se levantó para caminar hasta la chimenea y poner un poco de fuego, sabía que el calor lograría relajarnos un poquito.

 

—En mi caso, me gusta sentir la magia fluir de mi cuerpo e intentar seguirla para que no se me escape y pueda lograr el cambio que deseo en mi cuerpo- —explicó mientras cambió el tono de su piel a un tono moreno, se podría definir más como bronceado, pero que dejaba en claro parte de sus palabras.

 

Había cambiado su apariencia sin problema alguno y sin el mayor esfuerzo, pero eso se debía a sus años de práctica.

 

—Iremos a una gala de beneficencia para niños con sida y cáncer en África... un continente con problemáticas específicas, ¿qué saben de él? —era importante saberlo antes de llevarlos allá dela nada, quería que estuviesen al menos un poco listos para ello.

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Amara le pidió una muestra de lo que podía hacer con la habilidad y Anne se dispuso a cumplir con la petición, no sin cierto temor a fallar estrepitosamente en el intento. Llevaba demasiado tiempo sin recurrir a aquello, había tenido problemas en el pasado por su capacidad para cambiar... no había encontrado comprensión hasta que conoció a Shiro, y eso la había hecho relacionar su poder con problemas desde que era niña. Entornó ligeramente los ojos para concentrarse, como si pretendiera así reunir toda la energía que flotaba en el ambiente para poder satisfacer a la arcana. Torció el gesto, no sabía si funcionaría. ¿Habría conseguido variar algo?

 

Casi sin darse cuenta, había terminado cerrando los ojos mientras se concentraba. Al abrirlos nuevamente, una solitaria gota de sudor le escurrió por la sien derecha pero la atención de la licántropa no se centró aquello, sino en la extraña longitud de su nariz, que se había alargado considerablemente cuando normalmente era pequeña y recta. Sonrió suavemente, aliviada, y luego devolvió el tamaño normal a su nariz de nuevo, aunque ladeó ligeramente la cara para mostrar la mejilla izquierda mejor, en la que apareció de repente una vistosa y profunda cicatriz que prácticamente le cruzaba la cara. No recordaba habérsela mostrado nunca a su hermano, ni prácticamente a nadie.

 

Mientras la cicatriz volvía a desaparecer tras haberse asegurado de que ambos, la arcana y su hermano, la habían visto en su rostro, Anne meditó profundamente sobre la pregunta que Amara le había lanzado a la vez que le había pedido aquella demostración. ¿En qué modo podía ayudar un poder como ese a la humanidad? Tragó saliva y se cruzó de brazos.

 

Yo... um... no lo sé, la verdad. No estoy acostumbrada a pensar en el bien de nadie más lejos de mi familia o seres queridos —respondió tras pensarlo durante unos segundos. Se pasó la mano por el pelo para retirarse de la cara un mechón castaño rebelde que comenzaba a molestarla y luego miró a la arcana con cierta timidez—. No tengo la menor idea de cómo puede ayudar a algo así, o el alcance que puede tener en la sociedad.

 

Calló entonces, pensativa. Se llevó la taza que le había pasado Amara un poco antes a los labios para beber justo cuando la voz de Hades interrumpió el silencio que se había creado en la estancia tras su respuesta, lleno de magia y reflexiones internas por parte de los presentes. Había llegado su turno de responder y, al parecer, le incomodaba visiblemente tener que hacerlo. «Quizás no quiere que sepa nada de su pasado», pensó inocentemente la Gaunt, volviéndolo a mirar de reojo por enésima vez en aquel breve tiempo que llevaban en el hogar de la arcana de metamorfomagia. La palabra odiado resonó en su cabeza como un eco. ¿Quién podía odiar al Ragnarok? Solo de pensarlo, Anne sintió deseos de matar a quienes se atrevieran a mirar con maldad a su hermano mayor. Apretó las mandíbulas y guardó silencio, atenta.

 

Siguió escuchando las palabras de Hades y luego volvió a reinar el silencio, hasta que fue la arcana la que habló. Ahora les pedía que explicaran cómo concentraban su magia para realizar aquellos pequeños cambios que ambos habían demostrado que podían realizar pero, como la pregunta la había lanzado primero hacia Hades, la pelicastaña guardó silencio y esperó para ver qué decía su hermano. Amara explicó qué sentía ella, y Anne comprendió que era básicamente lo mismo que le ocurría a ella, aunque seguramente la arcana no se ponía tan nerviosa como ella mientras lo hacía.

 

Conforme hablaba, la mujer había cambiado por completo la pigmentación de su piel bajo la estupefacta mirada de Anne. Los ojos grises de la Gaunt brillaron de emoción al verlo. ¿Conseguiría ella alguna vez controlar su poder de la forma en que lo hacía ella? «Maravilloso», pensó.

 

¿África? —repitió, cuando Amara le explicó que irían a una gala benéfica—. ¿Qué es una gala benéfica? Discúlpeme si la pregunta le suena est****a... me suena, pero no sé qué es. Si mi padre estuviera aquí, ya me habría golpeado. Creo que él iba a eso bastante, antes de que yo irrumpiera en su vida —añadió, intentando hacer memoria—. Sobre África sé que es un país precario en su mayor parte... um —comentó, bajando el tono conforme hablaba hasta que lo último fue solo una especie de murmullo en el aire.

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El vampiro se mantenía en silencio, por su mente pasaban muchas imágenes, tanto felices como dolorosas, algunas cicatrices seguían allí, las heridas dolían como si fuera la primera vez, no se habían curado y con aquel golpe que le había dado su hermana se había sumido en una tristeza extraña. Cerró los ojos y “respiro”, él era bueno en ocultar aquellos dolores, era un maestro en utilizar aquella mascara de felicidad para que no supieran que moría por dentro, sin embargo, la voz de Anne llamo su atención obligándole a prestarle atención.

 

Miró de reojo a Anne y observo lo que al chica hacia con su nariz, asintió de manera imperceptible, un segundo después la nariz de la Gaunt había vuelto a la normalidad. Apuró otro trago de su té, ya le quedaba poco el mismo. Reflexiono ante las palabras de su hermana menor, escucho cada una de sus palabras después de que Amara les había comentado como se sentía ella al momento de cambiar o como lo hacía. Él jamás se había puesto a pensar en ello, para él simplemente era natural o lo hacía sin pensar, tal como cuando solía utilizar su habilidad animaga, cosa de la cual muy pocos sabían, ya que era un animago no registrado y era mucho mejor así.

 

El Ragnarok no levanto la mirada mientras pensaba en aquellas palabras de la arcana y cómo explicarle que no sabía cómo lo hacía, jamás había visto aquello de alguna forma diferente, quizás era algo así como lo que los japoneses llamaban el Ki.

 

-Para ser sincero no se cómo lo hago –respondió observando los orbes de la arcana intentando adivinar si aquel era su color real de ojos- simplemente me dejo llevar o lo hago sin pensar, claro está, es como le acabo de decir, no conozco en realidad hasta que punto puedo hacerlo, solo sé que pienso en el color de mis ojos y pasan de su color marrón original a negros, aunque siempre se la pasan negros –comento- no sé si usted puede explicarme eso o si hay alguna otra forma de… sentirlo –pensó un poco- es como sentir un peso o una aprensión en el centro del pecho, del mismo lugar donde sale mi fuerza, carácter o tengo esos extraños avisos que me indican cuando un ser querido esta en problemas, aunque ya no pasa tanto como antes, no sé si me explico bien o usted tiene alguna otra forma de explicármelo.

 

En el momento que se levanto la siguió con la mirada, quizás había ido a buscar alguna cosa que pudiera ayudarles o con la cual pudiera explicarles todo aquello, pero se equivoco, simplemente se había acercado a la chimenea y había prendido fuego. El ángel caído observo las llamas de aquel fuego que le atraía, allí estaba su elemento, algo que si bien no podía o sabia controlar aun le gustaba y le daba completamente fuerzas. Una vez que la arcana se volteo las cosas comenzaron a cambiar un poco, la misma Amara había logrado fácilmente una transformación en su persona obteniendo un tono de piel un poco mas bronceado.

 

¿África?, ¿hacia cuanto tiempo él no había estado allí?, recordó haber conocido alguna vez a algunos africanos en la reserva de Masai cuando era un neófito joven. Recordaba haber estado cazando y como aquel día aun no había salido el sol, las estrellas a punto de borrarse en la bóveda del cielo, se destacaban todavía como grandes lagrimas luminosas y el aire conservaba la singular hondura y limpieza del alba africana, aquel día había cazado a un león que se estaba alimentando con una jirafa.

 

-Hace mucho tiempo que no voy al continente africano –respondió el vampiro- en mi juventud estuve allí, quería investigar aquella extraña leyenda sobre una carta escrita de puño y letra de Christian X de Dinamarca dándole gracias a la baronesa Blixen por una magnifica piel de león, la verdad es que esta carta fue llamada milagrosa en virtud de una serie de acontecimientos quizás fortuitos –se encogió de hombros- pero fue llamada o tratada en un tiempo por los de la reserva de Masai y algunas tribus como una panacea sobrenatural.

 

Observo a Anne, aquello era algo que ella no sabía del cainita, el pasado del vampiro era misterioso para todos, había sido hasta ballenero en Alaska y eso no se lo había contado a su hermana, igual no es como que ella quisiera saberlo ya que ninguno hablaba de sus respectivos pasados y quizás para la seguridad de la joven Gaunt era mucho mejor así.

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- Por fin - Exclamó muy emocionado justo después de terminar su comida, su elfo le había entregado un mensaje proveniente de la Universidad y con muy buenas noticias. Llevaba varios días esperando dicha noticia, el momento de acudir a sus clases con la Arcana de Metamorfomagia había llegado, aunque primero tendría que investigar el nombre de la mujer.

 

- Joven Niko, ¿está seguro? - Su elfo había intentado convencerlo de no acudir a la clase

- Sí, ¿cuántas veces debo decirlo? - El Tonks estaba completamente decidido y nadie ni nada lo haría cambiar de opinión, tomaría esa clase incluso si su padre le pidiera no hacerlo

- Pero... todos sabemos que no es una buena idea - La cara de preocupación de la criatura era muy evidente

- Pero nada, necesito control y tengo que encontrarlo de algún modo - Finalizó el Dumbledore, la conversación había terminado, no pensaba discutir nuevamente dicho tema.

 

El Tonks salió de su cuarto en busca de la puerta, odiaba desaparecer desde su cuarto. Se despidió de todos los miembros de la familia, incluyendo su elfo y desapareció. El mensaje indicaba que debía buscar la casa de la Arcana, sabía que debía encontrarse en la zona de la Universidad así que apareció en los Terrenos y comenzó a buscarla.

 

- Control - Era la única palabra que pasaba por su mente, su experiencia con la habilidad había tenido uno que otro problema y sabía que necesitaba aprender a controlarla, no sería una tarea fácil pero tendría que lograrlo. Estaba totalmente decidido a obtener los conocimientos necesarios - Debe ser esta - Murmuró al encontrar la que parecía era la casa de la mujer, la descripción era igual a la que tenía el mensaje.

 

Se había preparado durante mucho tiempo para tomar dicha clase, su habilidad no era muy fácil de controlar y se había esforzado mucho para llegar al punto en el que se encontraba pero todavía no era suficiente. Así que tenía mucho que aprender de la mujer encargada de enseñar la clase, seguramente la dominaba muy bien y era una persona muy sabia.

 

- Eso de pasar sin invitación no es lo mío - Pensó, el mensaje solo decía que debía llegar a la casa, no ingresar así que golpeó suavemente la puerta una sola vez para anunciar su llegada. Estaba seguro de que la clase sería interesante, le haría honor a una habilidad tan interesante como la metamorfomagia. Era muy curioso que hubiese decidido tomar primero dicho curso, pero algo que no había logrado descubrir lo había motivado.

Editado por Niko Uzumaki

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Justo en el momento en que analizaba cada una de las palabras y acciones de Anne y Hades la puerta de su vivienda sonó suavemente, anunciando la llegada de un alumno más. Se levantó de su silla y se encaminó a la puerta, a pesar de no necesitar hacerlo para abrirla, era de la idea de que pequeños detalles como aquellos, sin duda alguna lograrían que sus pupilos se sintieran mucho más cómodos en su presencia.

 

—Bienvenido, adelante. —fueron sus palabras al momento de invitarlo a pasar a su morada.

 

Con un gestó mudo le indicó al joven que pasará y la siguiera hasta el pequeño salón en el que se había instalado minutos antes con sus compañeros, una vez allí dentro, le indicó que tomará asiento y le sirvió una taza de té, porque era momento de continuar prestando atención a las palabras de sus alumnos, debía comenzar a ponerse en marcha si deseaban llegar temprano al evento que Amara había sido invitada.

 

—Háblame un poco de ti, y dime ¿qué sabes de África? —preguntó al Dumbledore, esperando que le contará como se llamaba y a que se dedicaba, así cómo era que había descubierto que poseía el don de la metamorfomagia.

 

Esperó un par de segundos sus palabras y posteriormente, supo que debía darse prisa que el tiempo apremiaba, logrando que su piel fuera de un tonó más oscuro que el canela y su cabello se tornara completamente chino y negro, esbozó una sonrisa, estaba casi lista para partir rumbo al continente más precario del mundo mágico y muggle, ¿pero sus alumnos lo estarían? era lógico que aún no.

 

—La metamorfomagia sale de nosotros mismos, es decir, tenemos la capacidad de controlarla mediante el uso de nuestro propio poder, por eso es importante identificarla, ¿creen que puedan cambiar su aspecto más allá de sus ojos y su nariz? Sientan el poder que nace de ustedes mismos, es parte fundamental, intenten cambiar el tono de su piel o cabello, y sino pueden, yo les ayudaré a encontrar el poder que emana de ustedes. —la explicación era sencilla, esperaba que les sirviera.

 

—Exactamente África es un continente bastante precario, es por ello que quiero que vayamos, hay una gala en beneficio de esos marginados que considero nos será de gran aprendizaje porque es entre muggles, solo nuestra magia interna nos ayudará. —reveló por fin sus planes.

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- Muchas gracias - La Arcana le inspiraba mucho respeto, era una mujer muy sabia y sin duda que merecía respeto, no por nada había logrado ser la encargada de enseñarles a controlar la metamorfomagia. El Tonks deseaba conocer algo sobre la historia de la mujer, pero sabía que no estaba en ese lugar para aprender sobre ella, estaba para aprender sobre la habilidad - Seguramente no quiere una entrevista - Pensó, debía creerlo como fuera para no comenzar a realizar preguntas sobre el pasado de la mujer.

 

El Tonks entendió el gesto de la Arcana y la siguió, luego se sentó junto a sus otros compañeros y aceptó la taza de té. Había visto a los dos magos que lo acompañaban en algún lugar, pero no los conocía, ni siquiera sabía su nombre, pero seguramente también sabían controlar algunos detalles de su habilidad, por suerte ellos también acababan de llegar y no se había perdido de mucho.

 

- Mi nombre es Niko Tonks y soy miembro de la Asamblea del Concilio de Mercaderes - El mago odiaba las presentaciones pero también sabía que era adecuado realizarlas cuando no lo conocían - Y con respecto a mi habilidad, debo decir que fue un proceso bastante extraño - El Tonks respiró profundo antes de seguir con su historia.

 

- Cuando era pequeño descubrí que cuando me enojaba con los niños que me molestaban, mi cabello cambiaba de color, pero era algo totalmente involuntario - Al menos en ese momento era algo que no podía controlar - Mi padre fue el encargado de darme a conocer el nombre de la habilidad y me ha ayudado a controlarla un poco - Sin duda, el control de su habilidad había mejorado mucho aunque su elfo no estaba de acuerdo y había hecho muchas cosas para evitar que pudiera tomar la clase.

 

- ¿África? Bueno, sé que es un continente y he estado en él. Aunque solo conozco Egipto, es el único país que he visitado - No conocía mucho sobre dicho continente, pero seguramente todos sus países estaban llenos de misterios. En su último viaje a Egipto había logrado aprender un poco sobre maldiciones y se había dado cuenta del gran poder que se encontraba en dicho continente.

 

Luego la Arcana cambió algunos detalles en su cuerpo, Niko simplemente abrió más los ojos, el control que tenía sobre su habilidad y su cuerpo era demasiado impresionante - Al menos ya domino el cabello y los ojos, pero la piel... mejor ni lo sigo pensando - Las palabras solo pasaban por su mente, mientras escuchaba atentamente la explicación de la arcana. Tendría que comenzar una búsqueda al interior de su cuerpo, una tarea no muy fácil.

 

- ¿Una gala? Suena interesante - Niko había acudido a muchas de ellas junto con su padre y una que otra persona en el pasado, pero llevaba mucho tiempo sin asistir. Al menos estaba acostumbrado a asistir y estar rodeado de muggles.

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El Ragnarok sabía que pronto tendría que irse, por lo que se levanto y se concentro un poco, movió la varita provocando que la túnica que solía usar para recibir clases o darlas desapareciera y quedara con aquel traje negro que llevaba bajo la misma. Su camisa era azul y corbata era de un tono un poco más oscuro, sus zapatos negros relucían con la luz de las llamas y u pisa corbata y gemelos de los puños eran de zafiro. Se volteo para ver a su hermana pero no dijo nada.

 

Alguien había llegado a interrumpirles, quizás era un aviso para la Arcana pero se equivoco, la perspectiva era mucho más desagradable de lo que deseaba, tenían otro estudiante, un intruso en todos sus planes. Maldijo por lo bajo, ya era algo revelar algunas cosas con su hermana allí, pero ahora que había llegado aquella otra persona debía ser mucho más listo y simplemente no decir absolutamente nada.

 

Cerro los ojos para calmarse intentando concentrar toda aquella rabia en un solo punto, cambio sus orbes a unos de color azul claro para que simplemente intentaran combinar con aquel traje que llevaba. Escucho las palabras de Amara e ignoro a Niko. Respiro profundamente intentando llevar aquel peso en el pecho, aquel punto donde su energía se estaba acumulando a otras partes el cuerpo, supuso que si podía cambiar los ojos podría intentar cambiar su cabello o su nariz ya que estaba aquella fuerza extraña en su cabeza o rondando por la misma pero nada había sucedido.

 

Lo intento de nuevo pero era como si algo estuviera evitando que lo hiciera, como si hubiera alguna tranca en él. Quizás aquello le causaría un poco de problemas pero no se iba a rendir. ¿Cómo había logrado aquel cambio en sus ojos la primera vez?, la re3spuesta era fácil y obvia, simplemente lo había hecho sin pensarlo siquiera, había sido algo relativamente natural, quizás aquel era el secreto para él solo decidir qué era lo que deseaba y listo, lo demás vendría solo.

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Alguien tocó a la puerta. Anne estaba incluso más concentrada de lo que ella misma había notado hasta tal punto que aquel sonido la sobresalto al máximo, haciendo que diera un respingo en su asiento y estuviera a punto de derramar el te que le quedaba en la taza. Suspiró al ver que no había ningún desastre que lamentar y luego miró de reojo a Hades, que había torcido el gesto probablemente al saber que ahora no serían dos alumnos, sino tres los que tomarían aquella clase juntos. La pelicastaña observó al recién llegado, su rostro le resultaba familiar... pero no lograba recordar de qué le conocía.

 

Se encogió de hombros y se fijó entonces en que Amara había acudido hasta la puerta a pie para abrirla. Aquello sorprendía a la mortífaga, pues alguien tan poderoso como ella podría haberse marcado un detalle tal como abrir teatralmente la puerta desde su asiento o cualquier cosa así pero la sencillez de la mujer había traspasado todo aquello. Inconscientemente, la Gaunt sonrió ante el detalle y luego recompuso su gesto rápidamente para escuchar cómo el tipo se presentaba. Niko Tonks. Una chispa saltó en su mente. ¿Sería familia de Ishaya? Ella guardaba muy buenos recuerdos de aquel hombre, que la había acogido en sus primeros meses en Ottery con mucho cariño. Después de que ella abandonara el hogar de los Tonks, no había vuelto a saber nada de él. ¿Qué tal le iría? Quizás en algún momento tuviera oportunidad de preguntarle por él.

 

Sacudió la cabeza de repente, se estaba yendo del tema. «Concéntrate, idi***, y aprovecha tu tiempo con esta poderosa mujer», regañó a sí misma. Volvió a mirar a Amara en ese momento, justo cuando ella volvía a deleitarles con un nuevo cambio en su físico, oscureciendo aún más su piel y pelo. Parpardeó varias veces, asombrada y luego escuchó las palabras de la mujer mientras asentía suavemente con la cabeza, grabando aquellas palabras a fuego en su mente. Cuando habló de intentar cambiar el tono de su piel o pelo, Anne frunció ligeramente el ceño. ¿Sería ella capaz de realizar ese tipo de cambios? No estaba segura. Sin embargo, no lo sabría si no lo intentaba.

 

Concentró su poder en aquellos cambios internos que debía exteriorizar en un cambio de aspecto. Estuvo así durante unos segundos y, de repente, soltó el aire que había estado conteniendo sin ser consciente de ello en un suave resoplido de frustración. No necesitaba examinarse demasiado porque veía el resultado en sus manos: la piel seguía tan blanca como siempre. SIn embargo, movió la cabeza y pudo comprobar que su pelo sí mostraba un color más oscuro que el habitual castaño. Ahora se veía marrón chocolate. Alzó los ojos hacia Hades con entusiasmo, que también estaba intentando realizar esos cambios y luego los dirigió hacia Amara, que volvía a tomar la palabra y les explicaba lo que harían a continuación.

 

Aprendizaje entre muggles... bueno bien, iré a donde indique usted —asintió, tras vacilar un instante—. Pero... no sé si sea un requisito, pero no consigo cambiar el color de mi piel. Supongo que es cuestión de práctica, ¿no?

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El vampiro volvió a concentrarse, aquel intento había sido tan malo como el anterior, generalmente solía hacer aquel tipo de cosas sin pensar, allí era cuando sus planes más locos y más peligrosos aparecían, pero por alguna razón ahora le estaba tomando mucho más de la cuenta. Decidió concentrarse e ignorar todo lo que estaba a su alrededor, opacar cada sonido o cada cosa que estuviera en aquel ambiente, aun así nada sucedía. Bufo frustrado, si podía hacer aquello con sus ojos ¿porqué no podía simplemente hacer lo demás?

 

“La metamorfomagia sale de nosotros mismos, es decir, tenemos la capacidad de controlarla mediante el uso de nuestro propio poder, por eso es importante identificarla”, eso había dicho la arcana, busco una solución fácil, se concentró en aquel punto en su pecho donde se estaba acumulando cada rastro de su poder, allí donde solía su oscuridad concentrarse para salir como un terrible desastre natural y poco a poco fue intentando levar todo aquello a las células de su cuerpo.

 

Aquella fuerza se resistía, parecía como si una liga quisiera arrastrarla de vuelta al punto de partida, pero poco a poco tomo conciencia de lo que estaba haciendo, ya luego seguro que podría hacerlo sin perder tanto tiempo o tener que usar tanta concentración. Respiro profundamente, dejo que el vital gas pasara por sus pulmones inertes, un segundo después pudo sentir como pequeño cosquilleo entre los ojos, al abrirlos noto algunos pelillos largos en su frente. Busco un espejo con la mirada.

 

La persona que le devolvía la mirada era él mismo, quizás muchísimos años atrás cuando era un neófito y no le importaba nada, allí estaba el hades que había odiado su existencia y en lo que se había convertido, un él mucho más joven con cabello negro y largo hasta los hombros. Dibujo una mueca feroz y maquiavélica y entornó los ojos para que fueran de aquel color original, sus orbes azules habían cambiado otra vez a los marrones que una vez llevo.

 

-Así era yo –susurro para sí mismo en un tono sombrio y quizás para la Arcana quien si no estaba distraída con el nuevo alumno le estaría prestando atención a su ligero cambio- cuando inicio todo este viaje de reconocimiento y cuando odiaba todo mi ser

 

Observo a Anne, aquella era la primera vez que la chica veía a su hermano de una forma tan sangrienta, solo faltaba que se imaginara al vampiro en un frenesí de sangre y destrucción, corriendo salvajemente y destruyendo todo lo que se encontraba a su paso. Rápidamente aparto los ojos de ella, aun estaba herido por aquello que había dicho la Gaunt.

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