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Metamorfomagia


Amara Majlis
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Quizá mantenerse con aquella apariencia añeja no era la idea más adecuada. Luego de aquel lapsus de espera finalmente la Arcana de cambio se hizo presente. Amara y Suluk eran las dos ancianas que Bastian más admiraba. Desde siempre el cambio, la mutabilidad y lo pasajero habían sido sus pasiones y las actividades que más le emocionaban. Y fueron aquellas cualidades lo que lo llevaron por el camino de enamorarse del estudio de las criaturas mágicas. Estas tenían patrones que se podían identificar, formas de actuar que se podían predecir. Pero al mismo tiempo, nadie jamás podía saber como iban a actuar las bestias cuando se enojaban o eran atacadas, cuando su propia magia interior era perturbada.

 

Su rostro volvió a cambiar de forma y junto a él todo su cuerpo. En primer lugar se puso de pie y desapareció el bastón que portaba su varita mágica. Su holgada vestimenta se hizo a su nuevo porte, a la nueva actitud que desprendía. Las arrugas y el cansancio fueron desterrados. Su cara era aún la del falso Rubeus Hagrid aunque al mismo tiempo se podía notar que era otra persona. Su mirada era tan oscura como la noche al igual que el cabello.

 

—Maestra Amara —dijo el mago dibujando una reverencia que buscaba presentar sus respetos.

 

Era una pregunta para la que estaba preparado. Él jamás se emprendía en una aventura sin un motivo en particular. Podía ser algo banal como sacarle una sonrisa a su nieta, o algo muy importante como crearse una carrera política por el bien de la madre Rusia. Desde que comenzó a realizar las cosas con raciocinio ha ido moviendo las piezas del juego con sumo cuidado y en buscar de obtener algo.

 

—El cambio es una increíble forma de ver el mundo. Absolutamente todo cambia. Desde algo tan básico como el agua hasta estructuras más complejas como los animales. Las personas cambiamos también, lamentablemente lo hacemos de formas extrañas y lentas. ¿Fuimos los homosapiens quienes nos separamos en magos y muggles? ¿Fue alguna especie más arcaica aún? Se que puedo adoptar la forma de una mujer o de un hombre, que puedo ser niño o anciano—y mientras hablaba, su rostro iba mostrando una apariencia diferente —. Incluso puedo convertir mis pies en pezuñas ¿Pero realmente entiendo la naturaleza del cambio? ¿Realmente comprendo los motivos por los que la metamorfomagia no se adueña de la evolución en pro de cambios permanentes y que nos beneficien? No se quien soy. No se cuantos años tengo. No se siquiera si realmente soy hombre. No recuerdo tampoco mi apariencia real.

 

Y así era. El personaje que Bastian estaba interpretando no recordaba absolutamente nada. Interpretar a un desconocido y espiar en ese rostro necesitaba conocer todos los detalles de una falsa vida. Y eso era lo que hacía especial a Hagrid: no sabía nada de él.

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Darla bajó el rostro donde una suave sonrisa pretendía esbozarse y manteniéndose seria evitó expresar en voz alta sus pensamientos . “Pero no lo es” había estado tentada a responder a la arcana, pero no era su intención chocar con ella, por lo cual solo hizo una inclinación respetuosa a la mujer del vestido rojo y dorado.

 

Asintió ante su nuevo comentario y escuchó su pregunta, dejando que sus compañeros fueran los primeros en responder, porque una de ellas estaba desde antes y porque el otro era un anciano respetable, o al menos eso había dicho ser.

 

Shalyit respondió con bastante valor y osadía, Darla mantuvo estoicamente su expresión y su recién afianzada habilidad de oclumancia impidió que surgiera a la vista que aunque reprobaba los modos de la bruja, entendía y apoyaba su cuestionamiento respecto a la necesidad de cursar la habilidad. Quizás si los arcanos hubieran podido ponerlos a prueba habrían verificado sus habilidades. Por otra parte lo que ellos podían enseñar superaba bastante lo que muchos sabían de sus propias habilidades. Discutible, muy discutible, pensó mientras esperaba las palabras de “Hagrid”.

 

Darla evitó lanzar un suspiro, si, el mago traía sus secretos, ya no era un anciano, vaya, tenía ella razón al no confiarse de su edad. Extraño que eligiera la edad mientras que su compañera elegía variar detalles de su anatomía, ella por su parte había utilizado la metamorfomagia para situaciones más concretas en su vida, cuando la presencia de la Potter Black no era la más adecuada o resguardar su identidad fuera necesario.

 

La actitud del mago había sido casi todo lo contrario de la bruja, él sabía que podía cambiar, pero no sabía por qué y esperaba saber. Darla se preguntó si alguien no podía volverse loco cambiando tanto así o si no podría pasar que perdiera el control total sobre su capacidad de cambiar. Dejando aquello de lado tomó finalmente la palabra.

 

--Mi nombre es Darla Potter Black, imagino que el Señor Pipin le habrá hecho saber sobre mi inscripción para aprender de sus conocimientos de la habilidad de metamorfomagia, eso nos habrá flanqueado el paso a todos Madame.

 

La voluta de humo la sorprendió y buscó con la mirada a quien sentía aún presente, sus ojos se detuvieron en la oruga en la caja de cristal, por unos segundos su mirada tomó el color del rugoso insecto antes de volver a la normalidad. Y hablando de cambios, Amara había realizado uno, allí sobre el escritorio había una niña cándida que los observaba. Darla sabía por experiencia que las apariencias engañaban.

 

Definitivamente Shalyit no iba a por las mejores respuestas hoy, y sin embargo, a la arcana, al igual que a ella, sus cuestionamientos no le terminaban de enfadar ni les provocaban disentir abiertamente. La pregunta flotó de nuevo en el aire y esta vez era extraño verla emitida por una pequeña, Darla se tentó y rejuveneció su aspecto al de una adolescente.

 

--Por mi parte busco de usted los conocimientos que me faltan para llegar a dominar a la perfección esta habilidad, algunos de los que vienen están en cero, otros tenemos una práctica rudimentaria sin más experiencia que la práctica, no todos nacimos con ella, algunos la aprendimos después pero solo usted nos puede hacer expertos en ella.

 

Movió la cabeza, inclinándola a un lado con un cierto dejo de curiosidad antes de agregar.

 

--Dominar la habilidad y ser dignos de llevar el anillo de la misma nos hará capaces de no ser dominados por ella en el futuro y perder el hilo de quién somos, quién fuimos y quién podemos llegar a ser.

 

No había pretendido en un principio revelar uno de sus pensamientos pero creía que era algo que era necesario dejar en claro, ella tenía en parte esa habilidad y probablemente la seguiría practicando hasta el final de los tiempos, pero quería que fuera legal. Y sobre todo quería que fuera seguro, por ella, pero más que nada por los suyos.

Editado por Darla Potter Black
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La arcano aplaudió lento y de forma seca, fueron tan siquiera cuatro palmadas rítmicas que esperaba Bastian no tomase de manera ofensiva pues la exposición había hecho énfasis en cada una de sus palabras y estaba más que satisfecha, no se había equivocado con ninguno de ellos pues el raciocinio de Darla llegó poco después arrancando una nueva sonrisa de sus juveniles labios con un pequeño detalle que el más despistado no sería capaz de apreciar, tenía todos sus blancos dientes en correcto orden y lugar. —Comprende entonces, señor, que la Metamorfomagia no es un simple juego de niños— irónico de quien venía la comparación pero sus enormes ojos azules observaron de soslayo a Shalyit aguardando aun una respuesta por su parte, tenía su completa atención aunque hablase con el resto de los presentes, sería la primera en tener que demostrar su valía.

 

—Existen mujeres hermosas por todo el mundo capaz de cambiar su apariencia para engañar, hombres que estafan a las personas fingiendo ser otras. El derroche de magia en seres banales acaba por conducirlos a un sendero de desquicio y soledad. Un día despertarán y al ver su verdadera forma al espejo no serán capaz de reconocerse— Expresó, seguía siendo una niña de seis u ocho años.

 

Expresó que ambos se encontraban en el lugar indicado y buscando en un cajón extrajo su larga vara semejante al cristal partiendo el aire circundante en dos y abriendo una oscura brecha frente a ojos curiosos, —Puedo guiarlos hacia su objetivo, pero al final dependerá solo de ustedes— comentó —Hace unas horas recibí el llamado de un buen amigo mío pidiéndome ayuda y debido a mi naturaleza me veo obligada a ir, cordialmente los invito a acompañarme— extendió su frágil brazo y señaló en dirección al haz de la noche que emitía un silbido casi inaudible pero dulce como cualquier canción de cuna.

 

Quien cruzase junto con ella aquel medio de teletransportación apoyaría sus pies en territorio Mexicano, el calor lo volvería algo evidente así como los rasgos típicos en la población y su tan famoso acento. Veracruz se encontraba en estado de alerta por la casi completa extinción de su más icónica especie, el lobo gris mexicano por lo que se le había pedido a la anciana Arcano acudiese de inmediato en calidad de mediadora con un grupo de cazadores que no deseaban respetar la ley que regía en ese entonces prohibiendo completamente el exterminio de la raza.

 

En medio de lo que parecía una reserva forestal de gran índole, altos árboles y silvestres sonidos Amara Majlis ahora era lo que muchos considerarían una muchacha adolescente con su cabello cobrizo pasando ligeramente los hombros y sus ojos color azul cielo tan enormes como siempre los mostraba. Sus invitados le habían seguido para fortuna y ella como quien no quiere la cosa alisó su vestido permitiendo que éste al contacto con sus delicadas manos fuese cambiando a un atuendo más característico de la zona, luego torció el gesto y contempló sus brazos a medida que el tono de piel oscurecía ligeramente tornándose un bronceado que para nada le agradaba más tampoco se quejaría pues ella no solía disfrutar el sol de esa manera.

 

—Muchas personas en el mundo hoy día carecen de apoyo ¿pero saben quienes son los más marginados?— preguntó parpadeando y mostrando un par de ojos color avellana, algo en su interior le decía que responderían de forma obvia sin siquiera detenerse a ver el contexto o a pensar un poco más allá de lo evidente, los niños. Amara defendería los derechos de aquel a quien le opacasen la voz pero en ésta ocasión su ímpetu era movido por los animales. Aunque era cierto que desde hacía años nadie veía un ejemplar del lobo que se pretendía cazar un intrépido personaje había corrido la noticia de que al parecer tras el cese de actividades —para ella consideradas delictiva— una pequeña manada había regresado a México.

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Escuchó las palabras de la pequeña, recordándoles que no se trataba de un juego lo que estaban viviendo y perfeccionando. Observó con curiosidad el leve cambio, casi imperceptible en la niña. Siguió la mirada de aquellos ojos azules hacia su compañera y bajó su mirada, como si sintiera que se interponía en un silencioso diálogo entre ambas.

 

Segundos después volvió a fijar sus castaños ojos en la arcana quien relataba sobre las mujeres y los hombres y su capacidad de engaño. Asintió ante lo que decía sobre el no reconocerse, no quería que eso le ocurriera al final de su no vida. Frunció el ceño ante esta posibilidad de no saber controlar su habilidad, claro estaba que esa no era su intención, seducir o jugar, no, eso no estaba en sus planes.

 

Segundos después la arcana les mostraba su varita y creaba frente a ellos un portal, o al menos eso pensó la Potter Black al ver la brecha en el aire. Pocas veces había tenido la oportunidad de apreciar uno, no todos los magos se fiaban de utilizarlo y muchos menos tenían la capacidad de crear uno que fuera estable. Sin pensarlo dio un paso hacia él, observando con curiosidad mientras de los labios de Amara surgía la explicación.

 

Aquella promesa de guiarles junto con la invitación y el suave ronroneo que emitía el portal hicieron que la pelirroja sonriera con satisfacción, asintió en silencio y sin dudarlo cruzó el portal tras Majlis.

 

La primer sensación fue que el próximo verano británico era frío en comparación con los cálidos aires que los rodeaban, la presencia de árboles y una flora más tropical la hicieron girar sobre sus talones mirando a su alrededor. Mientras hablaba la arcana cambió su aspecto, una vez más y Scarlet susurró un nombre en la mente de Darla, que asintió imperceptiblemente, habiendo reconocido los rasgos que le recordaban a alguien de su pasado.

 

Inclinó la cabeza ante el comentario de la mujer, los pequeños siempre encontraban quien hablara por ellos, pero las criaturas, o si, los animales no siempre hayaban una voz que se expresara en su nombre. Mientras eso pasaba por su mente sus cabellos se volvieron lacios y oscuros, todavía con su aspecto de adolescente sus ojos se oscurecieron del castaño habitual a un castaño casi negro. Imitando a su nueva sensei su pálida piel se volvió del color del cobre pálido, no como quien toma sol en la playa sino como quien ha nacido con esos rasgos típicos de los centroamericanos nativos.

 

--¿Cómo podemos ayudarla? --preguntó la pelirroja mientras sus ropas se transformaban en un vestido de color crudo y tela algo rudimentaria, sus pies calzaban ahora unas alpargatas o zapatillas y lo que parecía en sus manos una flauta era en realidad su varita. Apelando no solo a sus habilidades sino también a sus conocimientos la Potter Black había cambiado su aspecto a una adolescente de negros y muy lacios cabellos, mirada levemente rasgada y humilde aspecto.

 

 

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La Arcano adolescente sonrió de lado al notar la presencia de Darla y como ésta rápidamente era capaz de cambiar su forma para adaptarse al lugar en donde ahora se encontraban. —Cuéntame— comenzó sin prestar demasiada atención a si los demás habrían seguido la iniciativa de la pelirroja o no, —¿Desde cuándo puedes hacer eso?— quiso saber echando a andar por un sendero marcado entre el césped amarillento por el ferviente sol. Se caracterizaba por conocer a sus estudiantes muy a fondo por lo que no sería la primera ni la última vez en indagar ni dejar fluir su curiosidad sobre todo cuando notaba que no estaba en presencia de un grupo de novatos.

 

Parecía que no prestaba atención a lo que su acompañante le decía pero lo cierto era que ni siquiera ella sabía como ayudar hasta no encontrar a su amigo. Los árboles eran demasiado altos por lo que del día solo se podía apreciar el calor, pocas eran las luces que se colaban entre tanto follaje, los pájaros cantaban una melodía diferente que se mezclaba con el crujido de las hojas bajo sus pisadas, amaba la naturaleza pues ella era la verdadera maestra del cambio y por ello no se hubo negado al pedido de ayuda.

 

—Creo que estamos cerca— Expresó cuando la fauna silvestre calló y solo podía oírse el murmullo de una cascada.

 

Cuando el arrollo subía varios osos salían de su cueva para cazar unos cuantos peces y hasta allí fue donde Amara llevó a Darla sin cambiar siquiera un ápice de su cuerpo, siendo aun la sabia adolescente que le devolvía ciertas miradas y asentimientos a medida que ésta le contaba un poco más sobre su vida y la capacidad de dominar la habilidad sin notarlo. Era importante saber hasta que punto la magia dentro de uno se hallaba dormida pues así se llegaba a conocer que tan difícil se volvería la faena.

 

Oyó los pasos detrás de ellas, tenían un extraño compás pero solo podía pensar en una cosa ¿había cerrado el portal?, dado el caso de estar demasiado embelesada con la compañía de Darla por primera vez le hubo nublado el buen juicio; tenía una mente juiciosa más los años no llegaban solos, aquella había sido la primera enseñanza de su querido mentor. Uno, dos, tres, cuatro... ¿Cuatro?. El enorme oso se colocó sobre sus patas traseras y acercó sus fauces a medio abrir cerca de la muchacha soltando un vaho con aroma a pescado y porquería como la boca de todo animal olería para después dejar escapar un rugido ensordecedor.

 

Amara se alejó de la Potter Black y observó.

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—Yo creo, con el respeto que se merece, que efectivamente la magia es un juego de niños —dijo el ahora infante con un juguete que había hecho aparecer en su mano libre.

 

Lo que más extrañaba Bastian, mucho más que tomar la forma de animal, era el peso de la espada en su espalda. Se había acostumbrado a dejarla solamente cuando iba al ministerio. El resto del tiempo se ocultaba con magia pero estaba lista para ser esgrimida. Pero llevarla a aquella clase era peligroso, totalmente, y si algún hechizo llegaba a fallar aquella espada podía llegar a revelar su identidad.

 

Mantuvo su apariencia inocente y vulnerable. Ser niño era de sus papeles favoritos, pues él siempre se metía en el papel completamente. El niño falso Hagrid caminaba con apariencia despreocupada, ignorando totalmente la importancia de su presencia en aquel sitio. Siguió a la Arcana como lo hace un alumno de primaria: no hizo preguntas.

 

Ya del otro lado del portal observó el entorno, sintió todo lo que sucedía a su alrededor. Adoptó la apariencia de un joven de aproximadamente veinte años. La flor de la juventud, la cúspide de su fuerza y valentía le serían de mucha ayuda en el paisaje que lo rodeaba. Su ropa transmutó, por su puesto. Aunque luego él iba a descubrir que era una mala idea, dejó totalmente desnudo su torso. Se calzó zapatos más cómodos y unos pantalones cortos.

 

—Maestra. Vivir entre muggles me ha enseñado que quizá los más desprotegidos son los adolescentes. Los niños sufren, pero cuando dejan de serlo sufren mucho más

 

Aquella era una experiencia fuera de su papel. Un desliz. Él había visto a cientos de adolescentes morir en guerras luchando por ideas que no eran realmente de ellos. Peleando en nombre de seres imaginarios y superiores. Pero bajo otra apariencia, bajo la apariencia de un sin magia que no podía hacer nada para ayudarlos.

 

Amara y Darla se perdieron en la charla, continuaron caminando. Hagrid, o Bastian, las siguió como pudo. Le picaba el pecho y la barriga. ¿A quien se le ocurría ir de chulo en mitad de la selva? Mientras caminaba se iba rascando, la piel descubierta comenzó a adquirir un tono rojizo al que no dio importancia. Se sorprendió al ver al oso que se paraba en sus patas traseras. Casi le pudo su lado animal, casi, solo casi, tomó la forma de un enorme tigre de bengala que tenía demás de las típicas rayas negras, algunas de color amarillento.

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Al ver a la Arcana de regreso a aquel lugar, ya no sabía que pensar. La voz de aquella mujer con aspecto inocente resonaba en su cabeza, Shalyit le prestó toda la atención que merecía y sonrió.

 

No, no, no… Jamás ponga palabras en mi boca. —la molestia en su voz era notoria, cada “no” había subido un decibel en el volumen de su voz, al grado de parecer que sólo había levantado la voz un poco. —Si yo no aceptará que se pusiera en prueba nuestra habilidad, no le hubiera preguntado por la primer prueba.
En otro momento la Malfoy se hubiera retirado de aquel lugar, tras escuchar las palabras de la ahora niña de cabello cobrizo, pero en ese momento no iba a dejar que alguien que escuchaba lo que quería la retirará de lo que ella quería.
Si lo que quiere es que le digamos que la necesitamos, lo puedo hacer, es obvio que usted no me conoce, no sabe nada acerca de mi vida. —los brazos de la neófito se habían cruzado frente a su estomago, sin dejar de mirar a los ojos inocentes de la Arcana. —Respeto demasiado este don como para usarlo de manera errónea. —la voz de ella se había calmado, sonaba más dulce. —Quiero demostrarle de lo que soy capaz con mi habilidad y en dado caso que me hiciera falta algo para llegar a la perfección me haga llegar a ella. —dudo varias veces si en decir la palabra ayuda, por que era demasiado orgullosa y nunca hubiera pedido ayuda en nada.
Tras aquellas palabras, la mujer de cabello azul escucho atenta cada palabra de Amara. Dudo en un momento si seguirla o no, pero acepto aquel reto que le ofrecía sin decirlo. Al cruzar por aquel medio de teletransportación, se encontró con una zona cálida, lo sabía por qué de las sienes sentía que unas gotas de sudor bajaba recorriendo su rostro.
Al ver como la Arcana cambiaba su aspecto, de inmediato le siguió ella en el cambió. Ya lo había hecho antes, su piel blanca se empezaba a convertir en un color canela, su cabello se convertía en un color negro rizado y sus ojos eran de color miel, muy parecida a lo que era su hermana Elizabeth cuando joven, ahora lo único que le faltaba para sentirse parte de los habitantes de aquel lugar era la ropa. Busco su varita entre su ropa y al encontrarla transformó lo que llevaba puesto en un vestido de tela delgada que la dejaba sentirse menos sofocada por el clima cálido que existía en Veracruz.
Marginados, son todos aquellos que no se les respeta, y aunque se sepa que tienen derechos se vuelven nulos. En pocas palabras, no se puede decir quiénes son los más marginados —hablar de marginados para la Karkarov no era sólo hablar de niños, sino que era ver más allá y aquel lugar no era el mejor para hablar de aquello.
Se quedó algunos metros atrás, muy poco interesada en la conversación que existía entre la vampiro Darla y la Arcana Amara. Para cuando los alcanzó miró al oso que se hallaba parado sobre sus dos patas traseras y prácticamente a un lado de aquel oso que aún no entendía que hacía ese animal ahí, un tigre de Bengala. El anillo de amistad con las bestias, que había adquirido con el libro aprendiz de brujo se hallaba en su mano derecha, misma mano con la que tomaba la varita y apuntaba a ambos animales.

Editado por Shalyit Malfoy Karkarov

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Darla acomodó su cabello negro tras las orejas y acomodó en el cinturón de cuero alrededor de su cintura a Edelweiss y comenzó a seguir a Majlis. La arcana no había respondido a su pregunta y le había hecho a su vez una pregunta a ella. La Potter Black hizo memoria ¿cuándo había iniciado? no fue en su juventud, había sido luego de que Scarlet se apoderara de su cuerpo, era algo más que había nacido de la Akane que de ella.

 

--Hace varios años ya, no era tan joven, había tenido algunos cambios en mis ojos o mi cabello, apenas perceptible --¿cómo podía explicarle que en cierta forma ella era un horcrux y que su alter ego, la que la había convertido era la que había nacido con esos poderes y se los había "contagiado"? --cuando fuí elegida Jueza del Wizengamot pude encontrar libros que me ayudaron a desarrollarme mejor e ir descubriendo poco a poco nuevas posibilidades--las habilidades se le habían permitido por aquellos años, la Akane de hecho era quien dominaba su cuerpo entonces y en la biblioteca secreta del Ministerio había tenido acceso a los libros que le habían ayudado a desarrollar sus tres habilidades, dos de las cuales habían sobrevivido al renunciar ella a su puesto de Jueza.

 

Mientras hablaba sentía la presencia de sus compañeros, especialmente la de Hagrid, el mago, que había pasado de la vejez a la niñez y luego a un joven, había mencionado a los adolescentes sin voz para poder defenderse. Miro por sobre su hombro, sintiendo su esencia, le recordaba a alguien pero estaba mezclada con algo más y sus instintos le decían que debía estar atenta. Lo se sentía inquieto y no lo culpaba, el ambiente se volvía tan agreste y salvaje que quien no estuviera habituado o por el contrario excesivamente habituado al ambiente londinense, aquel le podía resultar inquietante, demasiado salvaje quizás.

 

Lo sonidos se fueron apagando y la voz de Amara anunció que estaban cerca, una vez más el agua tomaba un lugar preponderante, Darla recordó el lago cuando había cursado oclumancia y un estremecimiento recorrió su cuerpo, mientras centraba su atención en los pocos sonidos a su alrededor, dejando que sus instintos la guiaran, sus ojos se habían vuelto como los de un gato.

 

De repente todo su cuerpo se tensó, unos osos había aparecido y la Potter Black llevó su zurda hacia uno de los amuletos que llevaba con ella, su diestra acarició a Edelweiss pero concentró más su atención en el anillo de amistad con las bestias, presionó suavemente sobre él, girándolo en su dedo hasta volverlo a ubicar bien y se concentró en el oso. Sorprendida comenzó a sentir sus inquietudes, la invasión de los hombres, la escases de peces debido a la contaminación de las aguas.

 

Darla retrocedió y sintió el aroma del tigre, no podía permitirse que los animales y, miró de reojo, ¿acaso Hagrid se había perdido o…? Orbis Bestiarum pensó mientras mutaba su aspecto a uno más útil, un varón de musculatura marcada, de verdad se sintió extraña, jamás había intentado eso pero si bien el anillo dorado que envolvía ahora al oso podía controlarlo, había otros más y quizás un enfrentamiento mano a garra fuera mejor entre un hombre de algo más de dos metros y un oso que entre una adolescente y el oso. Claro que si tomara su forma vampírica no habría oso que se le resista, pero de momento el moreno con la coleta le había parecido la figura más indicada.

 

La Potter Black notó la postura de Shalyit, no había notado antes su serena presencia tras ellos, tras los intercambios iniciales con la arcana parecía que había cedido en parte su actitud de desafío. Pero no la culpaba, podía sentir como ella si no fuera que tenía demasiado en juego en esa vida. Aunque ahora era una jovencita de aspecto nativo del lugar sabía que la bruja tenía todos sus instintos atentos y con voz suave le dijo a la Karkarov.

 

--Había tres osos más, no dañes al tigre, creo que se trata de animagia --respiró profundo, sintiendo las esencias de los seres presentes en el lugar mientras seguía intentando calmar al oso mediante el orbis y conocer lo que le ocurría gracias al anillo.

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Dio tres palmadas que resonaron en todo el claro donde estaban parados y el resto de los sonidos callaron.

 

—La metamorfomagia proviene desde lo más profundo de la bondad humana.

 

Su rostro denotaba tranquilidad a pesar de estar sorprendida por el abrupto cambio en dos de sus estudiantes así como la completa ignorancia en manos de un tercero. —Como dije antes hemos llegado a destino, le agradecería señorita Potter Black que quite eso del cuello de mi amigo— agregó, ahora su tono era el de una adolescente ofuscada frunciendo ligeramente el ceño cosa que no modificaba ni un cuarto de su hermosura natural; detestaba la magia de los Uzza y de ser posible habría prohibido aquellas alhajas en su corto viaje. En tanto y en cuanto el accionar de los tres, el oso que se hallaba prácticamente rodeado solo permaneció parado sobre sus patas traseras observando lo que ocurría en él con sus pequeños ojos completamente negros, allí se reflejaba lo salvaje que era el hombre.

 

¿Los adolescentes, los niños, cualquier marginado?, Amara estaba perpleja y furiosa por primera vez en siglos.

 

El animal no era un animago ni mucho menos, ni siquiera requería de tal habilidad para poder comunicarse con él puesto que con el simple hecho de verlo directamente a los ojos llegaba a descubrir hasta el último pensamiento de su alma, ellos eran seres puros y sin maldad que solamente actuaban por instinto y por defensa de quienes creían inferiores siendo ellos los que no tenían voz para hacer valer sus derechos. —Ninguno supo responder a mi pregunta aunque jamás se debe juzgar la capacidad de deducción. Los adolescentes, joven mago son un sabroso bocado para los depredadores más si el mundo no estuviese tan dañado ellos podrían apañarse en nosotros, los adultos— era irónico porque con semejante apariencia no pasaba de los 15.

 

Por segunda vez hizo aparecer su translúcida y frágil varita para que en manos del trío se materializaran unos pequeños mapas al son de no tan lejanos disparos al aire. El oso se mostró inquieto, Darla podría saber seguramente lo que sentía en ese momento y quizás incluso Bastian al permitir que su instinto lo camuflase ¿pero Shalyit?, había gran poder en su interior la arcano podía sentirlo arder. —Necesito que él me guíe hasta la cueva de una especie en extinción que aparentemente ha logrado sobrevivir a la caza indiscriminada, el lobo gris característico de México ¿serán capaces de ayudarme?— inquirió, no había pasado por alto la breve historia que la vampiro le contó sobre sus conocimientos y ansia saber más así como del resto, pero los cazadores se acercaban.

 

—El mapa los guiará hasta mi ubicación. Hasta entonces.

 

No estaba frente a un grupo de magos inexpertos y por ende había optado por hacerlos trabajar bajo presión, solía ser comprensiva, aun lo era pero las personas que se encontraban perplejos observando su anatomía de mujer en comienzo de etapa hormonal requerían la disciplina necesaria para poder marcar solos los pasos en su propio camino y no hablaba en sentido figurado. Zapateó tres veces antes de darles la espalda y su calzado se transformó curiosamente en el de un hombre con gigantes pies, se colocó detrás del oso y fue saltando de manera divertida de una en tres para cubrir las huellas del animal. ¿Comprenderían la misión? o mejor sería preguntarse ¿aceptarían ponerse en la piel del oso y despistar a los cazadores?.

 

Quizás estaba pidiendo demasiado y por ello se rendirían más sin sacrificio no existía recompensa, no una digan de disfrutar con gozo.

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La extraña sensación de haber sentido al tigre la hizo estremecer, pestañeó y dudó varios segundos antes de descubrir que no era su visión, que allí seguí un joven mago con picazón y que lo que creía haber visto en realidad era lo que el oso podía ver. ¿Por qué el oso veía un tigre de bengala en donde estaba ahora parado Hagrid? Darla respiró profundo sosteniendo la imagen en su mente e intentando continuar con la visión del oso, aunque la conexión continuaba la visión que había tenido se volvía borrosa, como la de los sueños más profundos al despertar.

 

Se giró a ver a Amara, no sabía si las palmadas que había dado habían roto la conexión o si ella había ido más allá de lo que se esperaba, Darla no era una experta en el tema y pocas veces había puesto en práctica el hechizo y la magia de los amuletos. Se obligó a dejar de pensar en ello concentrándose en cada palabra que salía de la boca de la joven arcana. Darla escuchó las palabras de Amara y aflojó aún más la conexión mental con el oso hasta hacerla desaparecer.

 

--¿Se le hace un collar alrededor del cuello? Siempre pensé que era como un aura a su alrededor, disculpe usted Majlis --dijo inclinando levemente la cabeza en señal de respeto hacia el animal y la Arcana. Igual, aunque amaba a los animales que uno se te parase en dos patas así ponía nervioso a cualquiera si no sabía que querían.

 

--Los animales hablan con sus ojos, pero los humanos somos ciego a ellos muchas veces --se sorprendió al llamarse a si misma humana, error de naturaleza --obviamente sus voces son las más silenciadas, muchas veces he oído eso ¿sabe que los muggles de un tal greenpeace lo dicen seguido? --susurró un poco apenada y esperando no molestar a la arcana, sobre todo porque acababa de aparecer su varita.

 

En ese momento un mapa se materializó en sus manos y la Potter Black se sintió avergonzada de pensar mal. No había forma de que ningún arcano fuera agresivo o no llevara su naturaleza pacifica en contra de sus alumnos. O al menos eso es lo que sabía ella. Una inquietud compartida con el oso frente a ellos la hizo volverse hacia donde venía el sonido de ¿disparos? Frunció el ceño, ella era cazadora por alimentos pero sabía por experiencia que el resto de los humanos muchas veces era cazador por deporte y las palabras de la arcana le confirmaron que iban tras algún animal y no era nada bueno.

 

--¿Por separado? --alcanzó a decir mientras el instinto le llevó a levantar la cabeza y aspirar el aire, al igual que el oso hacía lo mismo en ese momento. Alguien se acercaba peligrosamente

 

Los movimientos de la Arcana la sorprendieron, pisadas, huellas, pistas, por supuesto, eso era el objetivo, hacer escapar a los ojos y luego encontrar a Majlis en donde les indicaba el mapa. Darla, en su aspecto de hombre musculoso, cambió sus zapatos con un movimiento de varita a unas botas militares, de un talle suficiente para desorientar a los cazadores y fue tras las huellas del oso que le tocaba, su varita había mutado y ahora parecía un machete humano.

 

--Mano a la obra supongo --dijo y giró hacia sus compañeros tras dar un par de pasos --nos vemos en la cueva del lobo gris, supongo --volvió a girar, pensando en lo curioso de que le tocara enfrentarse a un lobo mexicano tras las huellas de aquel oso negro que seguía para salvar de cazadores no tan furtivos por sus disparos.

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