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Metamorfomagia


Amara Majlis
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Shalyit había dejado la varita levantada apuntando al oso, le resultaba curioso ver un oso en aquella región, el clima de la región no le iba a permitir que existiera un oso en aquel lugar, así que pensó que seguramente se trataba de un mago con habilidad en Animagia, pero al no saber si era amigo o enemigo no dejo de apuntarle hasta que escucho a la Arcana decir que era amigo suyo y que de verdad era un oso.

 

«¿Un oso en plena selva?, creo que si estamos haciendo daño al planeta» pensó mientras escuchaba las indicaciones de la Arcana, pero algo en la información de esta, no terminaba de cuadrar en los saberes de la Malfoy. Quizás la Malfoy parecía ser una persona demasiado joven, pero el amor que tenía por los animales le hacía leer todo lo que llegaba a sus manos, así que estaba ligeramente segura que era raro ver un lobo en aquella zona cálida. Pero aun así volvió a hacer caso a su pensamiento. Los humanos estábamos haciendo daño al ambiente y estaba haciendo que animales habitaran otros sitios que no deberían.

 

Al ver el mapa en sus manos se dedicó a analizarlo, no estaba muy segura de lo que se debía hacer, por su mente paso convertirse en un animal, pero apenas había podido transformar sus pies en patas de pato, así que aquello no iba a atraer a muchos cazadores. Además, ¿a quién le interesaría un pato en lugar de la piel de un Lobo en peligro de extinción? Justo en ese pensamiento fue que se le ocurrió lo que podía hacer, guardo el mapa que tarde o temprano le haría encontrar a la Arcana que ya había comenzado su andar.

 

Se giró para ver que ocurría con sus compañeros, pero en lugar de ver a la vampiro, vio a un hombre de aspecto tosco, que iba detrás de un oso, « ¿Otro oso?», fue en ese momento que recordó que la mujer vampiro le había dicho que habían tres osos más, ¿entonces era que debía interactuar con el oso para ayudar al lobo gris? Y mientras se concentraba para poder tomar el aspecto de un cazador, el cual fuera lo suficientemente convincente para que más cazadores le siguieran dejo que sus compañeros tomaran la delantera.

 

Lo primero en cambiar de ella fue el aspecto, ojos azules, cabello castaño, con baja estatura y panzón, un poco calvo con una barba de cuatro días cubriendo su rostro, no era musculoso, mucho menos guapo, sus pies eran de un tamaño normal, no debía medir más de 25 cm la huella de su calzado, su calva era cubierta por un gorro en color caqui y su ropa era la misma que los cazadores que había visto en las películas muggles. Mientras el animal se alejaba de aquella zona de encuentro, la Karkarov se quedó ahí en espera de que algunos hombres a lo lejos pudieran verlo. Al menos de aquella manera lo iban a seguir y así los iba a alejar del lugar a donde se encontraba el lobo gris.

 

Cada huella que el oso dejaba mientras se alejaba, Shalyit se dedicó a cubrir cada una con pisadas, sin ser capaz de cubrir toda la huella de la garra del oso; justo en lo que era un río vio como aquel grandioso animal como lo era el oso se metió a nadar, de aquella manera lo único que atraería a los cazadores hasta ese lugar era ella, busco en su alrededor algo que pudiera ayudarle y antes de ser alcanzado por los cazadores apunto a un par de rocas del tamaño de un lobo gris y las transformo en aquel animal.

 

Morphos.

 

Aquellas rocas grandes cerca del río tomaron forma de un lobo, justo antes de que alguno de los cazadores con experiencia pudiera alcanzarlo, fue de esa manera que envió a aquel animal morpheado del lado contrario al que se dirigía el oso. La única misión de aquel animal era servir de cebo, en lo que ella, aun con el aspecto de cazador ingresaba al cuerpo de agua, así los otros cazadores pensaría que había cruzado el río antes de ver al lobo.

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Se sorprendió, porque él también lo vio. Por un segundo vio su apariencia animal, vio al enorme tigre en que solía convertirse y se asustó. Se asustó por primera vez en mucho tiempo. ¿Todas las bestias podían ver su esencia y reconocerlo? ¿Fue algo puntual? Seguramente lo fue. Cuando el adoptaba su apariencia de animago no tenía la capacidad de reconocer animagos, jamás Harimau había podido hacerlo. Aquel no era, probablemente, un oso común y corriente.

 

Aunque aún le picaba el cuerpo se estaba acostumbrado a llevar aquella apariencia en la selva. Era ágil en aquel cuerpo, sus pies se movían con soltura y su tamaño era el adecuado. El problema estaba en que sus movimientos posteriores lo iban a retrasar. Por lo que, pensó, lo mejor era crecer y adoptar una apariencia más adecuada a la ocasión. Adoptó nuevamente una forma adulta aunque hizo crecer sus pies un poco. Apareció ropa sobre su cuerpo, cualquier pensaría que él mismo era un cazador.

 

Siguió las pisadas del animal cubriéndolas para no dejar pistas. Pero eso no era suficiente. Mientras cubría las pisadas del oso, aveces, se desviaba del camino para marcar un falso sendero. Miraba en una dirección, movía su varita y dejaba rastros falsos. Incluso utilizó hechizos para que aquellos caminos olieran a oso, seguramente los cazadores tenían perros.

 

Conjuró un Morphos que dio como resultado un oso de apariencia similar al que él mismo se encontraba siguiendo. El animal se dedicó a deshacer el camino que habían hecho. Cuando se encontrara con algún cazador su orden era tenderse en el suelo aparentando estar enfermo. Eso les daría un poco más de tiempo.

 

> pensó. Sacudió la cabeza con fuerza tratando de apartar aquel deseo del pasado. Eso ya no formaba parte de si, era una etapa de su vida en la que nunca iba a caer. O al menos esa era su intención. Quizá aquel era su real aprendizaje en la clase de metamorfomagia: no des nada por su puesto, no eres tan fuerte como piensas.

 

 

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—Mi viejo amigo...

 

Su mano pasó de estar sobre el lomo de un enorme cuadrúpedo devorador de pescado al hombro de un delgado muchacho, quizás 30 años de edad, cabello corto y ojos color chocolate. Le sonreía a la arcano que le acompañaba, la mujer que siempre se solidarizaba con la naturaleza y sus propósitos. Éste le contó sobre las sospechas de una antigua raza casi extinta por aquella zona de México, podría decirse que 100 años habían pasado desde que el hombre cazó al lobo gris hasta su completa desaparición creyendo que de esa forma protegía su ganado pero ahora mágicamente una camada se escondía en aquel bosque ¿cómo?, pues podría decirse que él junto con sus hermanos mellizos eran los centinelas de las especies en peligro, por ello se habían ganado la habilidad.

 

La bondad, pensaba Amara nuevamente.

 

Serían ciertamente los primeros en llegar más la sorpresa al hacerlo fue total y rotunda. Según la información aquella medio cueva húmeda y apestosa —poco camuflada— era donde la pequeña manada se escondía y con "pequeña" se refería a que tan solo se sabía del rastro de una hembra y tres cachorros ¿dónde estaría el macho?, cosa importante pues ellos no eran animagos y podían tomar el acercamiento como invasión, podrían atacar y la arcano jamás actuaría contra una criatura de a naturaleza ya sea hombre o animal. Las escenas en su mente entonces se sucedieron puesto que jamás dejaría al trío a su merced.

 

Los sabuesos captaron el olor antes que nada, ladraron frenéticos y el eco se hizo presente cerca de donde Bastian se encontraba ¿se habría percatado de aquello?, en el instante que volteó puesto que las pisadas también se volvían sonoras detrás de sí el enorme oso se transformó en un delgado muchacho adolescente de cabellos cobrizos y desapareció tan rápido como el aliento se lo permitió. Un ligero quejido clamó por atención, era como el despertar de un dulce bebé en medio de aquel frondoso follaje, un siseo lo acompañaba y un par de pequeñas orejas grisáceas trataron de pararse cuando comprobaron la presencia del Karkarov.

 

En cambio, totalmente en la dirección contraria otro núcleo de cazadores dieron con la fisonomía de algún conocido pues no dudaron dos veces en dirigirse hacia él vitoreando, silbando y siendo un grupo de hombres asquerosos. Palmearon con fuerza el hombro de Shalyit o del hombre que creían que ella era y de forma hosca le preguntaron por qué había dejado escapar al lobo, —Demonios, lo vimos pasar por aquí, mira esas pisadas— bramó uno pateando tierra. Quizás sería que más de uno deseaba la recompensa de manera individual más sería conveniente mantener aquello en completo secreto pues había armas de por medio, —¿Vienes o qué?— le preguntó el de bigote, ya lo estaban dejando atrás cuando de detrás de un grueso árbol torcido se dejaron ver unos ojos amarillentos, pequeños y brillantes. El gruñido fue dulce.

 

Amara necesitó un respiro después de ver hasta donde habían llegado aquellos traviesos pequeños peludos, seguramente su madre estaría preocupada por no sospechar que estuviese muerta ya así que rogaba sus alumnos actuasen con benevolencia antes de que con egoísmo, no podía partirse en tres partes para preservar una especie. Por suerte su compañero no le había abandonado como también ahora lo hacía el oso negro que Darla seguía no muy lejos de allí pues al ser la primera en emprender viaje sin chistar estaba próxima a la arcano y la cueva lamentablemente vacía.

 

El más pequeño de la camada parecía ser el más atrevido o quizás el más consciente de que no había peligro cerca, con sus pequeñas patitas fue saltando de pisada en pisada siguiendo el rastro de Darla hasta que estuvo tan solo a centímetros y abriendo su pequeña boca con dientes de aguja como todo cachorro mordisqueó fuerte su tobillo y gruño como la bestia que algún día seria. Majlis no pudo evitar reír, no todos tenían la dicha de disfrutar cuan melodioso sonaba aquello pero al menos serían testigos de su voz, esa si la conocían y esperaba la grabasen en su memoria por un buen tiempo o tan solo la sacasen a colación en momentos críticos.

 

—Cuantos más seamos, más fuerte la manada

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Le estaba costando llevar adelante su papel. La jungla, el bosque, cualquier lugar lleno de naturaleza era el sitio perfecto en el que actuar con los sentidos felinos. Se percató que únicamente lo perseguían los perros. Si, quizá las personas los siguieran de cerca pero al menos había un margen de distancia. Aminoró el paso a propósito, dejo que la distancia se recortara, que con cada paso los perros se acercara más y más.

 

Se volteó, molesto, y simplemente se dejó llevar. No había nadie cerca que pudiera reconocerlo, de eso él estaba seguro, así que en un segundo su apariencia humana había desparecido. Sin embargo, bien estaba tomar alguna precaución. Le había costado un poco, pero con la práctica aprendió a usar la metamorfomagia aún cuando su cuerpo no era humano. Tiñó de blanco todas sus rayas. A la vista, se trataba de un enorme tigre totalmente blanco.

 

Saltó sobre uno de los perros y lo destrozó. Incluso en ese acto de salvajismo gobernado por el instinto notó algo. Como bestia se pudo conectar con aquellos perros, sentir lo que ellos sentían. Se molestó mucho más. Aquellos pobres animales habían sido criados para la caza. Lo odiaban pero necesitaban hacerlo. Era la única forma que conocían de sobrevivir. Rugió enseñando sus sentimientos, la ira irracional que en ese momento lo incitaba a destruir a quienes estaban destruyendo el equilibrio natural. Los demás perros huyeron.

 

—Hoy no —pensó

 

Logró controlarse usando las técnicas que Suluk le había enseñado. Decidiendo él cuando gobernaba el instinto y cuando el raciocinio. ¿Qué lo diferenciaba sino de aquellos cazadores?

 

—Cálmate, no soy el enemigo

 

Como animago su vínculo con los animales era fuerte. No siempre lograba imponer su voluntad, más se creaba un vínculo con otras bestias. El pequeño lobo se acercó, aún temeroso y con razón pero quizá un poco más calmado.

 

—No te asustes, yo te llevaré. Tenemos que darnos prisa.

 

Y se irguió sobre sus dos piernas. Invocó el medallón de amistad con las bestias y se lo colgó al cuello. Sintió aquel mismo vínculo que cuando se convertía en tigre. Y de la misma forma el pequeño lobo lo sintió. Lo cargó luego de aumentar su tamaño y masa muscular. Era una versión más grande del personaje que se encontraba interpretando desde que comenzó aquella aventura. Aún seguía sin mostrar su verdadero rostro. Corrió tan rápido como sus piernas se lo permitían en dirección al destino. Él no necesitaba leer constantemente el mapa, se lo memorizó.

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Estaba listo para empezar a nadar tras el oso negro, cuando sintió una mano tosca tocando su hombro derecho, todo indicaba que aquellos hombres al ver pasar al lobo habían echado a correr tras el Morphos de lobo y al ver al hombre ahí a mitad de camino les había llamado la atención.

 

Demonios, lo vimos pasar por aquí, mira esas pisadas. —Shalyit, aun con su apariencia de hombre miro hacia las huellas que habían sido cubiertas por tierra, se agacho tomando un poco de aquella tierra y miro a los hombres que se encontraban ansiosos por seguir aquel camino. Escucho la invitación que le estaban haciendo, al parecer su Morphos estaba realizando bien su trabajo, por lo que negó de momento sin que los hombres se dieran cuenta.

 

Ahora los alcanzo, no dejemos que el lobo se escape. —gruño de la misma forma en la que ellos habían vitoreado encontrar al lobo. Shalyit se acercó de nuevo al río, se hinco a la orilla de este haciendo como que se lavaba la cara mientras escuchaba como los hombres se alejaban. Miro a ambos lados del río, el haberse distraído con los hombres había hecho perder a su oso guía.

 

Estaba tallando su rostro cuando escucho el gruñido de un animal, levanto la cara y entre las ramas de unos arbustos, matorrales y más, se podía ver claramente unos ojos amarillos que la miraban. Se puso de pie y camino hasta aquellos ojos, lo que vio le pareció sorprendente, un lobo gris se encontraba frente a ella.

 

Amigo, es peligroso que salgas cuando hay hombres tras de ti. —levanto su mano muy despacio, esperando que el lobo viera quien estaba detrás de aquel hombre, deseaba acariciar su pelaje pero el animal volvió a echar a correr sin permitirle que le acariciara. La neófito miro hacia donde se había echado a correr el lobo y noto al gran oso negro, por lo que echó a correr ella también tras él.

 

Había pasado varios kilómetros corriendo tras el oso al tiempo que cubría sus huellas para que nadie pudiera seguirlo, hasta que llego a la entrada de una gran cueva. Justo al quedar frente a aquel lugar oscuro y húmedo volvió a ser la mujer de cabellera azul, tez blanca, de cuerpo delgado y rasgos finos. Saco el mapa que había guardado tan celosamente y comenzó a leerlo, el lugar en donde se encontraba era justo donde debía llegar a ver a la Arcana, pero de la mujer de cabellos castaños ni un rastro, por lo que trato de averiguar que era aquel lugar.

Editado por Shalyit Malfoy Karkarov

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Se movía despacio, con calma, varita en mano, los zapatones hacían lo suyo borrando las huellas del oso, cada tanto, si era necesario, utilizaba la varita, tras estar segura que nadie la seguía. Controlaba el mapa y se preguntaba si el oso tenía idea de lo que iba aquello, sus huellas parecían conducirla hacia el mismo lugar en que Amara pretendía que se encontraran. Unas voces sonaron cerca de ellos y la Potter Black se puso en guardia. El oso avanzaba unos metros frente a ella, un movimiento de su varita y un susurro borraron sus huellas por completo.



Debería crear una ilusión, algo que impidiera vieran al oso, movió su varita una vez más, sintiendo los pasos demasiado cerca y el aroma de humanos más cerca de lo que era deseable. Giró bruscamente y como sospechaba, no eran cazadores, lanzó un gruñido.


--¿Qué hacen aquí? Esto no es un parque de diversiones? --había fingido su voz de acuerdo al aspecto masculino que lucía, los dos jóvenes con mochilas se quedaron sorprendidos y veían con curiosidad sobre su hombro, Darla giró y observó lo que acababa de aparecer junto a ella... mordiéndola...


La Potter Black evitó lanzar un gruñido, el lobo, un suspiro escapó de sus labios al oír el coro de los dos jóvenes mochileros.


--¡Un lobo gris! --no terminaron de dar un paso cuando la varita de Darla tomó su forma real y la floritura fue perfecta.


--Obliviate obliviate... --su pie se movía echando suavemente hacia tras su pierna, ocultando al oso tras su otra pierna, afino la mordida y ensanchó mucho más la otra, ahora era más gruesa que la otra pero debía ocultar a aquel travieso --tenemos que ir hacia el otro lado --apunto a los dos adolescentes y les lanzó un hechizo antimuggles, los dos recordaron que tenían que ir a buscar unas cosas olvidadas en su campamento al otro lado de donde estaban.


Darla lanzó un suspiro y un suave gemido mientras su forma cambiaba nuevamente del hombre enorme a una adolescente de nuevo y transformó su ropa en unos pantalones deportivos y una remera de algodón. Su tobillo tenía aún las huellas de un par de dientitos, unos metros más allá, fuera de la vista de los muggles ya desaparecidos se encontraba la arcana.


La pelirroja, ahora morocha, se agachó despacio y sus oscuros ojos miraron fijamente al pequeño lobo, haciéndola sacudir la cabeza, negando con una sonrisa.


--Estamos bravos ¿eh? ¿o me crees tu almuerzo? --tomó con delicadeza al lobezno, alzándolo con cuidado y lo miró a los ojos, fue extraño, aquella sensación de poder conectarse con él, por unos segundos dejó que viera su rostro real, sus cabellos rizados, sus dientes afilados, el lobezno gruño y luego ¿los lobos ríen? fue como si parte de sus recuerdos hubieran ido hacia él, su apego a los animales.


El rostro de Darla volvía a ser el de la adolescente de piel levemente cobriza, el animal se acurruco entre sus brazos y la vampiresa le acarició la cabeza, adelantándose hacia donde estaba Mailis, preguntándose si haría mal en mimar al animal, él la había mordido, mostrando su naturaleza salvaje y ella lo trataba como una tierna mascota. Llegó junto a la arcana y susurró.


--¿Somos su manada? --el pequeño lobezno hizo un sonido entre sus brazos y un gruñidito, no de enojo, sino de algo más, la Potter Black lamento no poder llevarlo a casa, él debía estar en un buen ambiento, apto para él, libre de peligros. De hecho, debería poder estar en su ambiente original, junto a los suyos, creciendo y reproduciéndose.

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—Estamos ya cerca, tranquilo.

 

Mientras sus pasos lo dirigían al sitio de reunión iba realizando algunos conjuros con su varita mágica. En primer lugar era necesario borrar todas las huellas, deshacerse de cualquier vestigio del camino tomado. Pero aquello era solamente una parte. También mientras corría utilizó su magia para crear réplicas del animal que sostenía entre sus manos. Las bestias comenzaron a correr en diferentes direcciones. Algunas regresaban sobre sus pasos, otras iban hacia los lados y algunas simplemente se quedaban sentadas a esperar. No eran animales reales, aunque los cazadores las destruyeran no había consecuencia para con el equilibrio natural.

 

El animal se estaba desesperando. Al principio no le desagradó la idea de ser llevado por el brazo izquierdo de "Hagrid", más conforme el tiempo iba pasando le molestaba más y más no poder ser él mismo quien corriera. Escuchó las ramas rompiéndose a su espalda. Alguien lo seguía, eso estaba claro. ¿Pero cómo? Se detuvo y logró interceptar la munición con un mobiliarbus.

 

—Eso fue est****o. Obliviate Eres una activista proderecho de los animales. Te darás la vuelta y jamás matarás a ningún animal. También eres vegano. Vete y no vuelvas jamás. Estás infiltrado en este grupo de cazadores. Si te encuentras con alguno le dirás que por este camino no hay nada...

 

Sus palabras fueron dichas en el momento correcto, justo cuando la mente del muggle estaba débil y confundida. Se grabaron en la cabeza del cazador y jamás se le olvidarían. A partir de ese momento sería y haría todo lo que "Hagrid" le dijo.

 

Continuó caminando varios minutos más. ¿Cuánto tiempo desde que comenzó a huir de los cazadores? Perdió la cuenta. Finalmente llegó a la cueva. Todos estaban ya reunidos a espera de indicaciones de la Arcana.

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Cuando Shalyit apareció de entre la nada con un cachorro a su lado la arcano sonrió de lado asintiendo tanto a la seria bruja como al animal que en cuestión de segundos echó a correr desesperado perdiéndose en la oscuridad de la cueva ¿comprendía acaso que era su protectora?. Amara observó aquella cabellera oscura y enarcó una ceja pues ella misma había dejado atrás los gajos mentirosos que le mantenían mezclada con la etnia para regresar a un cuerpo entrado en los 20, curvas marcadas, larga cabellera castaña con bucles perfectos en las puntas y unos penetrantes ojos avellana. Incluso sus facciones eran más delicadas y llamativas que antes.

 

Impulsada como por una fuerza externa su primer alumna siguió los pasos del lobezno, sentía que le habían pasado por alto pues ella había estado allí parada todo el tiempo esperando al trío sola pues su acompañante había partido instantes atrás. Más no tuvo demasiado tiempo para cuestionarse, una muchacha Mexicana se acercaba a la entrada de aquella húmeda cueva con un segundo pequeño gris entre los brazos, rebelde y sin ánimos de dejarse mimar por su cuidadora pero a su vez experimentando la domesticación como jamás lo creyó su raza. —¿Tú qué crees?— le preguntó con parsimonia a Darla, sabía que se trataba de ella aunque a continuación curiosamente dudó

 

¿Sería él?, sacudió la cabeza. Nadie podía engañarla pero pronto aquel mago acabaría por perderse dentro mismo.

 

A sus espaldas una brisa soplaba proveniente del vacío oscuro, un aullido le erizó la piel y comprendió el por qué no hubo dado con su objetivo al llegar a destino. Podría ser que los cazadores arribaran antes y la pobre hembra estuviese acorralada allí abajo pues cuando uno se perdía en la espesura de la cueva y sus ecos constantes notaba que su estructura era descendente. La madre de aquellos tres pequeños cachorros era una loba de ojos amarillentos como el oro fundido y pelaje níveo, pulcro y sagrado ¿cómo era posible que fuese un ejemplar de los que debían proteger?, tal respuesta la esperaba de sus alumnos a fin de la clase.

 

La metamorfosis podría considerarse en los animales un medio vital e importante para sobrevivir, adaptarse y camuflarse con el entorno así como lograr combinar sus genes de manera tal que incluso casi 100 años después considerase oportuno regresar y poblar el mundo, un mundo menos ignorante —menos pero no completo— y tener una calidad de vida mejor. El lobezno gruñón mordió la suave piel del brazo de su captora tomándola por sorpresa para caer al suelo sobre su espalda de forma seca, revolverse entre la tierra y echar a correr siguiendo los pasos de su hermano así como lo hizo el tercero, el más pequeño y curioso solo que no tuvo que ejercer violencia alguna pues había una extraña conexión para con el hombre.

 

—He de preguntarles ésto— Se interpuso en su camino por si alguno decidía seguir a los cachorros.

 

Les miró guardando silencio, deberían haber allí tres pares de ojos pero la muchacha que desapareció minutos atrás parecía vivir a contra reloj al punto de ni siquiera alzar la vista un poco más allá para verla allí parada como una planta más. Si Shalyit quería verdaderamente adquirir la habilidad, si a eso se había presentado en su oficina en la pirámide entonces debería buscarla dentro de la cueva para ser toda oídos al primer interrogante. Entrelazó sus dedos y relajó los brazos a la altura de sus muslos, —¿Están seguros de querer seguir adelante?— la generalización agrupaba tanto la prueba como la preservación de una especie casi extinta a ojos mundanos.

 

Si ambos respondían como ella esperaba los dejaría actuar, les permitiría encontrar a la loba conduciéndolos entonces nuevamente hacia su morada para el último paso antes de la verdadera prueba además de darle cobijo a aquella familia hasta saber en dónde se encontrarían a salvo en verdad. Caso contrario, si respondían de forma negativa el haz de la noche que les hubo llevado hacia México les devolvería a cada uno hasta la puerta de la Universidad siendo así negada la habilidad. Pronto debería ir en busca de la joven de cabellos azules, o mejor dicho ésta debería ir a por ella.

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Las ideas comenzaron a tomar sentido en su cabeza en cuanto el pequeño animal saltó al suelo y emprendió el camino que antes habían marcado sus hermanos. No era una coincidencia, lo supo. Quizá aprender la forma correcta de utilizar las habilidades (o aprenderlas, según el caso) era el objetivo académico principal del aprendizaje con los Arcanos. Pero que con tres Arcanos él hubiera aprendido cosas mucho más allá de la habilidad dejaban de ser una coincidencia. Se fuerte en tu familia, no juegues con la muerte, decide ser libre. Animagia, Nigromancia y Metamorfomagia. Y aún había un camino hacia adelante, más lecciones de vida que aprender.

 

—La seguridad es un sentimiento mundano. En este momento deseo y anhelo continuar adelante. Se que puedo hacerlo, se que puedo ser de ayuda.

 

Las criaturas y las bestias. Cuando Bastian llegó a Inglaterra tenía varias misiones a su cargo. La principal había sido llegar a ser Jefe de la División de Bestias. Desde aquel puesto de trabajo logro introducir desde América varias especies mágicas protegidas cuyo transporte era ilegal. Con descanso en suelo inglés los animales llegaron a bien recaudo a Rusia. Desde su puesto de trabajo entabló una relación de amistad muy fuerte con Rolf Scamander. Uno de sus primeros errores como espía: crear lazos con la persona a la que estabas espiando.

 

—Tengo que suponer que los animales son hermanos. No pareciera que tengan la misma edad, sin embargo apuesto que son hijos de la misma madre y del mismo padre. Sería arriesgado que entre ellos se creara descendencia. Me atrevo a decir que lo más prudente es el mestizaje.

 

Mientras hablaba su cuerpo comenzó a cambiar. Seguía él siendo otra persona totalmente diferente. Sin embargo en su rostro se podía ver ya que no era una persona loca que había olvidado su nombre. Se convirtió en una persona "bien" cuyo rostro irradiaba seguridad. El pecho dejó de estar desnudo pues hizo aparecer ropa cómoda para la ocasión. Se podían ver sus característicos pantalones negros y unos guantes sin dedos en las manos. La camisa sin mangas del mismo color que el pantalón.

 

—Pueden seguir llamándome Hagrid, aunque está claro que es un nombre inventado —dijo finalmente.

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Aun se encontraba fuera de la cueva, si estuviera viva, estaba segura que el corazón le latería a toda prisa. Dudo si entrar o no a la cueva, pero algo en el fondo de ella le decía que debía entrar y seguir al pequeño lobezno al cual había seguido hasta ese lugar. Mientras caminaba al interior de la cueva su aspecto comenzó a cambiar, de nuevo era la mujer de tez morena y cabello negro, de ojos color verde con un vestido blanco holgado y floreado.

Al llegar hasta donde estaba la Arcana, miro a sus compañeros que ya se encontraban presentes, y les dedico una sonrisa mientras miraba a los pequeños lobeznos con gran interés, al mismo tiempo que buscaba al oso que había conocido al empezar aquel viaje. Estaba por preguntar por él, cuándo escucho las palabras de la mujer de cabellera castaña, lo que la hizo pensar si de verdad quería seguir con aquello, no era porque no quisiera la habilidad o proteger a la manada de lobos. Si no todo lo contrario, deseaba matar a todos y cada uno de los cazadores que estaban en la zona, por lo que tardo un poco más en responder, aun cuando quizás la pregunta no iba directamente para ella.

¿Qué haremos para preservar esta especie? —pregunto cuando el mago que se hacía llamar Hagrid había dejado de hablar, no había podido quitar sus ojos de encima de él, no porque le atrajera, si no por que no creía que la opción del mestizaje fuera algo óptimo. Al final si ocurría eso, desaparecería la especie que en esos momentos intentaban preservar a toda costa. —Lamento la demora —, continuo tras su pregunta, sin dar oportunidad a ser respondida mientras sus ojos verdes miraban los ojos avellana de la mujer frente a los tres magos —y el responder una interrogante que quizás no sea para mí, así que me disculpo por aquello. Pero quiero saber que sigue, ¿qué sucederá el día de mañana en el que no estemos aquí para perder a los cazadores?

Shalyit era una chica llena de sorpresas, su amor por los animales la estaban haciendo reaccionar de manera visceral y no de la forma en la que se suponía que debía tratar aquellos temas, por lo que, gracias a aquel estado de ánimo tan cambiante en cuestión de palabras y segundos, su cabello negro había pasado de un azul a un rosa chicle, y de ese rosa a un rojo.

Si me lo permiten, podriamos llevar a los lobos a una zona segura, buscar lobeznas y esperar a que se reproduzcan, claro solo es una sugerencia. Solo que si la reproducción es la opción espero sea entre lobos gris, para no perder la raza en un mestizaje. —su voz era pausada y calmada, por lo que el color de su cabello habia regresado al negro con el que había aparecido en la cueva. A todo esto, ¿y el amigo oso?

Editado por Shalyit Malfoy Karkarov

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