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Nigromancia


Báleyr
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La muerte solía ser una mentora exigente y demandante en extremo, el mismo lo experimento al perder una parte valiosa de su cuerpo. Ya varios magos habían pasado por ese sótano, envueltos por la ignorancia de lo que verdaderamente era la Nigromancia, confundiéndola de manera absurda con la invocación de almas por medio de ritos que muchas veces terminaban en consecuencias que les costaban más que la vida misma.

La oscuridad más profunda y acentuada que se viera divisado dentro del Mahoutokoro, brotaba de la vivienda del Nigromante. Envolviendo toda su morada en un paisaje que invitaba a muy pocos valientes a demostrar de lo que eran capaces para obtener el anillo de esa habilidad que el impartía— Antes de que pueda verme, ¿no cree que debe demostrar que merece poner un pie dentro de este sitio?—el único ojo que poseía el viejo tuerto se posó por un breve instante en el techo. Sintiendo como el cuerpo del Black Lestrange, había sido mancillado de una manera aberrante y humillante.

— Cuenteme, ¿Cómo es que se ganó el desprecio de una Uzza que le envió más de una vez al más allá?—incoherente sería preguntarle al Arcano, como había obtenido dichos datos. Al poseer todas las habilidades era capaz de leer los pensamientos de sus alumnos, accediendo a secretos que en determinado momento podría emplear en contra de ellos. Le fascinaba indagar en los surcos que dejaban las cicatrices que sangraron profusamente, poniendo en peligro la vida de quienes osaban ponerse al tu por tu con seres tan poderosos como lo eran los Arcanos y Uzzas.

Aunque no existía la menor simpatía entre ambas facciones, aquello no daba pie a no disfrutar de las andanzas que aquellos poseedores de un poder tan grande como lo era la Nigromancia. Eran capaces de lanzar a los brazos de la muerte con un solo chasquido de dedos a un hombre como aquel, dándole a pensar que no poseía lo necesario para soportarlas pruebas que solía imponer el tuerto a sus aprendices. 

— ¿Cree que posee lo que se necesita para ser un verdadero Nigromante?, no me refiero a lo que suelen contar los libros de seres como yo. Sino a la verdadera esencia de está habilidad, el abrir las venas que permiten que el conocimiento corra por ellas y alimenten las ansias de los que realmente saben que han nacido para entrar al mundo de los muertos y no morir a las primeras de cambio—su voz era como el lienzo que daba la bienvenida a los caídos transparente y frío.

@ Eobard Thawne

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  • 2 semanas más tarde...

La voz, aunque etérea, parecía tener alguna suerte de forma física, que lo atravesaba cual cuchillo a la mantequilla. Báleyr había hablado desde una posición que podría considerarse omnipotente, y posiblemente así lo era, pues era un respetado Arcano. Si bien hasta él se había regodeado de sus propias vivencias con la Uzza Runihura, aquello tendría un matiz distinto.

De retar a su instructor, probablemente no quedaría ni siquiera una mísera pila de cenizas de dónde restaurarlo.

⎯⎯Si nos vamos a esas, creo que no cumpliría los requisitos del todo, Arcano Báleyr. Morir tantas ocasiones seguidas no me hace experto más que en caer en batalla. 

Meditó sus palabras durante un par de segundos, pues el arcano había hecho referencia a sus recientes infortunios en Uagadou; casi podía asegurar que tales eventos se habían hecho de común discusión, llegando incluso a oídos de los Siete en la lejana escuela oriental. Definitivamente, el Black Lestrange no se encontraba en el pináculo de la condición humana. 

⎯⎯Más que el desprecio, un particular interés por convertirme en carne de cañón para los Uzza ⎯ puntualizó el castaño, con el ataque del Troll y las heridas sangrantes, aún vívidas en sus memorias ⎯. Personalmente, lo consideraría una consecuencia directa de mi poca habilidad con las batallas o los duelos, así como una necesidad de intentar superar los límites impuestos por la fragilidad humana.

Era su propia interpretación, pero tampoco estaba tan alejada de la realidad. Runihura aún le esperaría una vez más para martirizarlo, y aunque astuto, no dejaba de caer ante toda clase de sortilegios de la más joven de los guerreros. Se sabía animago y metamorfomago, este último era su don de nacimiento, pero aquello no le ayudaría cuando se trataba de cuestiones naturales como la vida y la muerte. 

Siempre había preferido el conocimiento y la observación por encima de las precoces reacciones a lo desconocido. ¿Qué era más letal, sino el cuchillo diminuto, que lentamente se colaba entre las costillas? 

⎯⎯Bien dicen que más rápido cae un hablador que un cojo, pero puedo asegurar que uno de mis más grandes defectos, a ojos de mi entorno, es mi sed de conocimiento, de trascendencia. Pero es nada al lado de la voluntad. La voluntad de actuar, de tomar decisiones difíciles. 

Vino a su mente cada una de sus experiencias a las puertas del Desconocido. Las primeras ocasiones visitó el mundo de los muertos gracias a demostraciones de sus mentores, o por errores de los que le rodeaban al abrir portales; bien pudo haber elegido continuar su camino hacia un plano existencial más allá, pero era jalado, cual pez prendido al anzuelo, hacia el mundo de los vivos. Como una plaga persistente, una planta cuya raíz se había acoplado a la tierra. 

⎯⎯En mi poca experiencia, el conocimiento no siempre es gratis; sea cual sea el precio, estaré dispuesto a pagarlo. 

A lo largo del iris grisáceo de sus ojos se podía percibir esa determinación que lo había llevado hasta dónde se encontraba; cada una de sus decisiones desembocó en ese momento específico. ¿Debía entregar a cambio un pie, una mano, su poca sanidad mental? 

Poniéndolo en la balanza, un ojo parecía un pago razonable. 

 

@ Báleyr

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— Parece que no se ha cansado de visitar el mundo de los muertos, joven—la voz del Arcano provenía de cualquier parte del sitio que habitaba. Escuchando con atención lo relatado por su alumno, el verse sometido bajo el yugo de la más jóvenes de los Uzza, no figuraba para nada bien dentro de su currículum académico. Ladeando la cabeza presentía que no dudaría, ni medio segundo dentro del Inframundo— No ha aprendido a valorar su vida como es debido. ¿Cree que es sensato ir muriendo cada dos por tres y no arrastrar secuelas que más tarde que temprano, le pasarán una cuantiosa factura?—su enojo era evidente y el mismo impulsaría cada una de sus acciones dentro de ese adiestramiento.

— Sino es capaz de mantenerse con vida, ¿Cómo podría traer a alguien del mundo de los muertos?—rascando su barba alisaba la misma con lentitud continuando con su perorata— Sabe lo básico sobre primeros auxilios, ¿Cuenta con el aval de Castelobruxo, para poder emplear dichos conocimientos?—saliendo a la luz lo miraba con su único ojo, observando un cascarón vació que carecía de algún valor útil para el tuerto. El gesto indescifrable que se instalará en su rostro, no daba espacio para que aquel que estaba a pocos metros delante de él, se hiciera una vaga idea de lo que pensaba realmente el Nigromante de sus capacidades.

— Dice haberse llevado al límite, arrancándose las costras de las heridas sanadas y envolviendo en paños fríos su quebrantado orgullo—lanzándole esas lastimeras palabras. Empezaría a ponerlo a prueba, porque deseaba ver si quedaba al menos una pizca de resistencia en su mancillada humanidad—No somos amigos de los Uzzas, somos reconocidos por tener con ellos una acérrima rivalidad—alegrándose por no tener que volver a verle la cara a ninguno de esos seres vivientes.

— Ve esa mesa que está cerca del rincón, jamás han podido devolverle al mundo de los vivos. Quizás por la forma en que fue arrancada su alma del plano terrenal, ahí está el primero de sus retos—apuntaba a la camilla donde estaba un cuerpo cubierto con una sábana blanca— Analice primero, actúe después—dándole el espacio necesario, no perdería de vista ninguno de sus movimientos.

@ Eobard Thawne

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Podía recordar como si hubiera sido solamente ayer que daba aquellos pasos. El olor a muerte que acompañaba cada paso, con cada bocanada de aire frío un alma que lloraba por su destino. En ese entonces, creía que el llegar a aquel lugar significaba solo abandonar sus creencias. Todavía cree que jugar con la vida, la muerte y con las almas era esencialmente algo vil, algo que definitivamente iba en contra de cada una de sus creencias y significaba darle la espalda a su «yo».

Sin embargo, el tiempo ya había pasado. Los años ya le habían dejado como regalo, nuevas perspectivas y necesidades. Había batallado continuamente consigo mismo para poder comprender sus otros dones y habilidades, como la legeremancia y oclumancia. Y es que en cada visita a la pirámide, Goderic obtenía un nuevo criterio y comprensión de sí mismo.

El camino que hace años le había resultado doloroso y tedioso, ahora es mucho más ligero. Quizás el ser presidente le había permitido comprender que habían sacrificios que se debían hacer y, al menos en este caso, el sacrificio sería sólo él. Por lo mismo, podía caminar tan ligeramente como lo hacía y con una sonrisa en su cara.

Su ropa, aunque sencilla, mostraba cierta elegancia y pulcritud. Toda su ropa era negra, desde la camiseta hasta los zapatos y era por un motivo bastante particular: la última vez que había visitado a Bayer había tenido bastante cercanía con cuerpos de fallecidos y su sangre y otros líquidos corporales. Por lo mismo, la ropa negra era la mejor vestimenta para ocultar cualquier posible mancha de sangre que fuera causada por la sangre.

Al llegar frente a una puerta, la golpea con fuerza mediana para solicitar la entrada al Arcano. Desde siempre había tenido ese ¿problema? al golpear puertas para anunciarse, siempre se debatía en si era demasiado fuerte como para ser descortés o si era demasiado ligero como para no cumplir su propósito. Espera unos instantes a que su llamada tenga éxito, y rezaba por no haber llegado en mala hora o si el lugar era el correcto ya que los Arcanos y Uzzas solían cambiar reiteradamente el lugar de su enseñanza.
 
― Buenas tardes, soy Goderic. Me dijeron que aquí comenzaría mi enseñanza sobre la habilidad de nigromancia.

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⎯⎯Al contrario, considero que toda vida es sagrada. Si ha de tomarse, deberá ser por una razón, no por la mera necesidad de satisfacer un impulso sádico ⎯ respondió el Black Lestrange, rememorando las múltiples oportunidades en que pudo ser juez, jurado y verdugo, todas ellas desperdiciadas si se veía con ojos maquiavélicos ⎯. En cuanto a mis visitas al mundo de los muertos, me parece mucho más atractivo que visitar el futuro, o el pasado. 

Había intentado viajar hacia atrás en una sola ocasión, cuando aún era neófito en los caminos de la Animagia, pero al no poder controlar del todo esos poderes, su estadía fue breve. Contuvo un estremecimiento al recordar el vacío al que lo habían llevado cuando le hablaron del mundo de los muertos. Sus prejuicios le sugerían que esperaría una pila de cuerpos por doquier, pero se encontró con algo que resultaba más terrorífico que ello: un vacío dondequiera que pusiera el ojo.

⎯⎯Reconozco que transitar en el limbo de la vida eventualmente tendrá consecuencias. Lo veo en quienes han recurrido al uso de horrocruxes, cometiendo un acto tan desgarrador para su alma, y que pagan el precio de la fragmentación. Uno nunca vuelve, ni volverá, a ser el mismo. 

Asintió al escuchar de la marcada rivalidad entre Arcanos y Uzza, una eterna lucha de poderes en la que la comunidad se había situado en el medio al volverse sus estudiantes. Báleyr hizo acto de presencia, aunque el castaño casi podía asegurar que no era por que lo consideraba digno de su presencia. Resaltaba a la luz su elegante barba atada, así como la gran cicatriz que cubría gran parte de su rostro y que se diferenciaba de los surcos producto de la edad; no se inmutó por la carencia de uno de sus ojos, ¿sería aquel el precio pagado por ser el amo y señor de la Nigromancia?

⎯⎯Temo que mucho de mi conocimiento en los primeros auxilios, de hecho, se apoya en el uso de encantamientos ⎯ terció, reconociendo una gran falla en su educación mágica. La capacidad de curación era una cátedra que había evitado por falta de tiempo, motivación o alguna otra banal excusa ⎯. En mi vasta ignorancia, no he conseguido esa certificación por parte de Castelobruxo. Un duro golpe al ego, y sin embargo, me aventuraré hacia dicha área. 

Se aproximó al recoveco que el Arcano de Nigromancia le señaló, donde yacía una mesa con un cuerpo cubierto por una pulcra sábana, en contraste con lo que seguramente se encontraría. Conforme se acercó al mobiliario, pudo percatarse de que incluso la madera estaba seca, como petrificada, evidenciando el hecho de que lo que ocupaba su superficie era algo nada natural. Alguna vez tuvo que trabajar en los Laboratorios de Investigación de la Marca Tenebrosa, como auxiliar, por lo que el trato con cadáveres no le resultaba tan ajeno. 

⎯⎯Hasta dónde recuerdo, no hay magia capaz de devolver de la vida a un muerto. No la magia habitual, y el resucitado tampoco regresaría como si nada, desde luego. En la cultura oriental, de hecho, hay quien hace referencia a una sed de sangre; la persona siente una necesidad de acabar con su asesino, presentando una actitud salvaje en el proceso. 

Con la zurda, apresó una parte de la cobija, y se atrevió a levantar el velo que lo separaba del cuerpo. Estaba ennegrecido, pero tal como Bályer había dicho, parecía que le habían privado de la vida de una forma inusual, pues no presentaba signos de hinchazón como en los cadáveres "normales". El castaño-rubio deslizó sus dedos, sin entrar en contacto con la piel, de la frente hacia el abdomen de la víctima. No era diestro en el arte de la curación, pero si lo era en el uso de las Artes Oscuras. 

«Un camino a una serie de habilidades que algunos considerarían nada naturales».

⎯⎯Lo que me lleva a la creación de los Inferi. Se requiere de magia oscura, y la reanimación permite controlarlos a voluntad, al menos, si el invocador demuestra ser digno de mucho control. Pero es una mera alternativa, que trae a la vida a un cascarón, pues podrá hablar, pero la persona que antes habitaba el cuerpo se habrá marchado hace ya bastante. 

Extrajo su varita de nogal negro, concentrando sus esfuerzos, y memorias, en el uso de su conocimiento que le daba acceso a la magia oscura. Además, su destreza con los encantamientos, le permitía conjurar toda serie de hechizos sin tener que mover los labios. De funcionar su plan, el cuerpo poco a poco recobraría la movilidad. 

Dio un paso hacia un costado para poder observar los resultados de su intento. 

 

@ Báleyr

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— No debería creer todo lo que escucha, señor Goderic. ¿Quién le afirma que tendrá mi aprobación para comenzar con dicha enseñanza?—la rudeza en la voz del tuerto era similar, al corte practicado por un experto forense sobre un cuerpo inerte. Su único ojo estaba situado en el centro de la puerta que daba acceso a donde estaba en compañía del Black Lestrange— Dichas consecuencias, ya están haciéndose presente en su persona. No me diga que se siente igual que antes de enfrentarse a esa temeraria Uzza—ladeando la cabeza con parsimonia continuaba escuchando a lo lejos la voz del hombre.

— La creación de un horrocrux, va mucho más allá de una condena para el alma. El daño suele reflejarse en el cuerpo del creador, observe con atención su objeto de estudio. Lo que está delante de sus ojos, no es nada más que una ilusión creada para probarlo de una manera sumamente dolorosa—escondida detrás de su bigote una sonrisa carente de toda emoción— ¿Sabe el verdadero significado de la Nigromancia', ¿conoce lo que estudia? y ¿Está al tanto de quienes la práctica y para que la usan?—le bombardeaba con preguntas que difícilmente respondería con la fluidez que esperaba el Arcano.

— Las personas que han muerto, no son capaces de volver a la vida como se les conocía antes de partir—asentía recordando que el otro alumno esperaba por su atención. La idea de ponerlos a trabajar a la par, no era del todo errada y quizás de ese modo descartaría quien era el menos apto para hacerse con el anillo de Nigromante. La imagen de los Uzza cruzaba su mente como una estrella fugaz, no gustándole en lo más mínimo tener que recurrir a las enseñanzas que ellos impartían dentro de Uagadou. 

— Imagino que recuerda sus clases del Libro de la Fortaleza o ¿no?. Sino mal recuerdo, dentro de ese libro existe un amuleto capaz de curar y traer a la vida a una persona que ha parecido—apuntando con su dedo índice al pecho del castaño— Antes de eso, deberá ir a una parte de su pasado. No tiene derecho a elegir la misma, tampoco a intentar manipular el tiempo o espacio. Inútil será que intente acceder al Fulgura Nox u otro conjuro que sea capaz de alterar los acontecimientos—rascando su barba daba tres golpes en el suelo— ¿Está listo, Señor Eobard?—amarando el ultimo nudo de la soga invisible que ataba al caballero a los deseos dictados por el Arcano de la Nigromancia.

— No trataremos con inferís de momento, prefiero que se enfoque en mi petición—cerrando sus ojos enviaba otra proyección de su persona hacia donde esperaba Goderic. Fijando su vista en ese porte norteamericano, elitista y desafiante al mismo tiempo— Dígame, ¿Qué cree lo hace merecedor de ser poseedor del Anillo de la habilidad de la Nigromancia?—dando posiblemente inicio a su enseñanza con ese cuestionamiento. 

@ Eobard Thawne @ Goderic Slithering

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Touché ― murmura en respuesta.

Como un vidente, Goderic podía ver más allá de lo visible y evidente, pero no había necesidad de usar sus poderes para comprender y adivinar que los arcanos no suelen dar una bienvenida realmente acogedora y cordial a sus aprendices. Todavía podía recordar cómo Sajag le había dicho -en primera instancia pues luego se arrepintió de sus palabras- que no era un digno descendiente de su familia. O cómo Rosalía los había tratado de expulsar yendo incluso contra los deseos de la torre. Honestamente, Sauda, la arcana de Oclumancia, había sido la única que se había comportado un poco más ¿receptiva?

A pesar de ello, el mago no juzgaba a los arcanos -ni a los guerreros Uzza- por aquel rasgo de su carácter. Primero, porque una habilidad no debía ser entregada a cualquier pelafustán que apareciera en sus hogares sino que debían demostrar ser dignos no solo de la habilidad, sino de ser capaces de caminar en el rumbo de su enseñanza.

Segundo, y a pesar de ser su tradición y honor, Goderic cree que era un poco esclavista la relación que tenía el Ministerio Inglés con los arcanos y, sobre todo, con los Guerreros Uzza. Por supuesto, estaba seguro que los arcanos disfrutaban del destino de los guerreros. Sin embargo, el mago no dejaba de sentir que era una lástima que seres tan poderosos estuvieran, de cierta forma, atados al mero hecho de enseñar... de repetir una y otra vez sus conocimientos sin una verdadera libertad, a pesar de ser una noble labor.

Mientras divaga sobre los recuerdos de otras enseñanzas e historia, una proyección del arcano aparece frente a él.

Es una gran pregunta, nunca lo he pensado en profundidad porque creo que no me corresponde siquiera pensar en una respuesta ya que la decisión de si merezco o no ser poseedor del anillo cae en manos del Portal de las Siete Puertas y de usted, arcano. No obstante, para no responder con evasivas, pues diría que soy un mago bastante hábil, sin malas intenciones con los muertos, ni con los vivos. ― aclara.― Solo un no tan joven mago en búsqueda de conocimiento y de superar sus habilidades y capacidades mágicas. Uno nunca debe conformarse con lo que sabe ni con lo que puede hacer. No se trata de codicia ni avaricia, sino de contar con las herramientas de poder ser y hacer feliz.

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⎯⎯La primera ocasión, me sentí casi igual, solamente un poco cansado. Pero sí, he notado que cada vez que uno muere y regresa, las condiciones de resurrección son un tanto...peculiares ⎯ respondió, rememorando las pérdidas de conciencia en pleno duelo, para despertar días o semanas después en San Mungo o en su habitación de la mansión Black Lestrange. Además de la desorientación, se sentía fatigado en exceso, como si la magia le cobrara un alto precio por emplearla ⎯. Me siento como mucha mantequilla esparcida en tan poco pan. 

Incluso ahora, en presencia de Báleyr, sentía que su conexión con la magia se había mermado debido a sus continuas muertes. Las palabras del Arcano de Nigromancia cobraban sentido, así como sus cuestionamientos hacia el castaño de lo que en verdad significaba dicha rama de la magia. En su vasta ignorancia, su entendimiento respecto a esos poderes se limitaban a la teoría, pues aunque dominaba las Artes Oscuras, jamás las había llevado a ese nivel. 

⎯⎯Tengo entendido que, muy a menudo, la Nigromancia se considera una disciplina prohibida de la magia. Se desprende de la adivinación, de hecho, y se enfoca en los esfuerzos por hacer contacto con los espíritus del mundo de los muertos, o el otro lado, como suelen decirle, ya sea examinando sus cadáveres o empleando algún objeto que hayan poseído en vida, con el fin de establecer una conexión; por lo que sé, su práctica la realizan tanto magos oscuros como aquellos que tienen el Ojo, pero claro, todo esto podría ser una mera interpretación mía.

¡Claro! ¿Quién mejor, que el mismo Báleyr, conocía el verdadero significado de la magia que enseñaba? Mucho temía el Black Lestrange, que por más que leyera y entendiera los conceptos, era a través de la praxis que tendría un mejor acercamiento; funcionaba de forma similar a los bárbaros libros de hechizos de Uagadou, que si se recitaban por sí solos no tenían efecto alguno, pues debían practicarse, sangrarse, a veces literalmente, para poder acercarse a su dominio. 

Miró de soslayo su objeto de estudio una última vez, mientras el barbudo le daba la razón respecto a la situación en la que se ponía a la persona al traerla de nuevo a la vida. Hasta él reconocía que así le había pasado, pues conservaba algunas cicatrices de los duelos, que aún con la metamorfomagia, no sanaron del todo. 

⎯⎯ Humm... Sí, el Amuleto de Curación. Pero requiere el conocimiento que me ha mencionado, y en teoría no funcionaría del todo si el objetivo está muerto ⎯ razonó el Black Lestrange, conteniendo el escalofrío al sentir el dedo del Arcano en su pecho. No había invocado la mencionada baratija, por respeto a la clase y consciente de la rivalidad entre Uzzas y Arcanos, pero si debía emplearla para cumplir con su cometido, así sería ⎯. Estoy listo. Me pregunto a qué parte de su pasado viajaré.

Escuchó el sonido de los tres golpes, indicándole que se venía alguna especie de magia que lo llevaría a realizar las tareas que Báleyr le había asignado. Juzgando por las menciones a los libros de hechizos, probablemente sería succionado por algún portal elaborado con Fulgura Nox. Su pregunta, era retórica, pero no por ello no sentía curiosidad por el punto temporal en el que sería arrojado. 

La verdadera pregunta yacía a un costado suyo: ¿Quién era el objeto de estudio, y que lo había llevado a morir de una forma tan desagradable?

 

@ Báleyr

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Báleyr con @ Goderic Slithering

Las palabras expuestas por Goderic, no causaron ningún impacto en el Nigromante. Ya había escuchado en el pasado palabras similares, hambre por obtener el conocimiento que tanto como Arcanos y Uzzas poseían, buscando la forma de lograr que ellos los transmitieran en su más pura esencia— Es bueno que vaya con la verdad como estandarte, no me gusta llevarme sorpresas desagradables—la proyección miraba con su único ojo el rostro del mago. Era verdad que la juventud no se reflejaba en su faz, ocultándose detrás de una pulida máscara de experiencia adquirida a base de duro esfuerzo y un tesón que sería puesto a prueba más de una vez.

— ¿Qué es lo más valioso que ha perdido?, para obtener el conocimiento que tanto anhela. Para nadie es sencillo dejar ir seres amados, objetos preciados y lo más importante que se posee “el alma”—hacia la seña de comillas con los dedos índice. El sentir como brotaba esa determinación del hombre, aprobando en parte el modo en que podría lanzarle la primera prueba— Me imagino que debe tener algo que ame a más que a nada en el mundo. Es precisamente eso lo que yace detrás de las puertas del mundo de los muertos, ha sido arrebatado de forma artera y cruel—resonaba su voz por las oscuras paredes.

— Siga por este pasillo, encontrara cuatro puertas. Debe elegir dos de ellas, evitando mirar las que no serán consideraras por su persona. Escuche lo que escuche, no permita que eso perturbe su concentración—chasqueando los dedos abría un pasaje secreto por donde andaría sin una sola limitación su alumno— Al haber elegido las puestas, cruzará por cada una de ellas sin mirar atrás. En caso de hacerlo, puede que parte de su esencia quede atrapada dentro del pasillo y no existe opción de recuperarla por ningún medio—la advertencia era un mensaje cifrado.

Dando tres golpes con su báculo en el suelo, dejaba vía libre al aprendiz— Estaré observando todo lo que haga, no cometa errores que le cuesten caro—observando cómo se abría la pared encendiéndose lentamente dos hileras de antorchas que estaban ambos lados.

Báleyr con @ Eobard Thawne

— Las rivalidades entre Uzzas y Arcanos, suelen traspasar el uso de los poderes que los libros poseen. ¿No le explicaron el verdadero significado de esa magia?, las Artes Oscuras están conectadas con la Nigromancia, puede decirse que son casi hermanas—expresaba al escuchar la mención sobre la Adivinación— Está en lo correcto, muchos magos o charlatanes, suelen usar la Nigromancia para contactarse con el mundo de los muertos y buscar obtener favores de ellos—negando ese acto movía la cabeza con efusividad.

— Los precios que pagan son demasiado altos, no solo pierden su vida o alma. Sino algo que jamás pueden recuperar y eso es la esencia de su existencia, aquello que no tiene que ver con el cuerpo o la mente. Va más allá de lo que se puede entender al leer los libros que explican de manera demasiado escueta cada una de las habilidades que impartimos los Arcanos—golpeaba su barbilla con el dedo— ¿Cómo planea revivirla, dándole una nueva tunda?—endurecía su ajado rostro— Usted lo está experimentado, no se siente igual luego de volver a la vida y no me atreveré a preguntar cuántas veces ha ido y venido entre ambos mundos—no había necesidad de eso. Él lo sabía perfectamente, indagar en hechos del pasado, no le devolverían eso que le faltaba a todas luces al Black Lestrange.

— El viaje es lo de menos, estará en los zapatos de la persona que yace muerta. Experimentará el mismo dolor, pesares, tormentos, alegrías, risas disfrazadas que ocultan el verdadero martirio al que fue sometida—invitándolo a perder el miedo que se proyectaba en sus ojos— Es un maestro en el arte de morir y volver a la vida, ¿no es así?. Debe perder el miedo, ya que está no será la última vez que lo vean por esos lares—la sonrisa que se dibujará en los labios del Arcano era un poema de terror que poco a poco sería recitado en contra del castaño.

Aférrese a lo que crea, tome de la mano los conocimientos que posee y si no puede devolverle la vida con magia. Intente hacerlo de la forma tradicional, inicie un ritual, beba su sangre podrida y obséquiele un poco de la fuerza que aún habita en alguna parte de sus sercada una de esas opciones sonaba aberrante y deshumanizada— Ambos pueden echarse una mano, ella dándole las pistas de como perdió la vida y usted de como la recuperaría, si hace lo que sea necesario para ello—la oferta era demasiado tentadora. Lanzando una moneda al aire dejaba la puerta abierta a cualquier posibilidad, perderlo en el proceso o enseñarle como aferrarse a la idea de obtener el anillo de la habilidad con algo más que uñas y dientes.

 

Editado por Báleyr
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  • 2 semanas más tarde...

⎯⎯Las artes oscuras y yo tenemos una peculiar historia, pues fue la primera disciplina en la que me especialicé. No por una sed de poder ni un deseo de inmortalidad, sino por una necesidad ⎯ continuó, rememorando las experiencias por las que lo había hecho pasar Hivolt; cicatrices que nunca sanarían del todo, como cortes invisibles que lo debilitaban con el pasar de los años ⎯⎯. Sin mencionar que la Piedra de la Resurrección, del cuento de los Tres Hermanos, parece más producto de la Nigromancia misma, que una simple fábula para arrullar a los pequeños. 

Recordaba su clase del Libro de las Auras, en la que invocó seres desde la tumba para protegerlo. La Muerte no era necesariamente una figura encapuchada con una guadaña que hacía su voluntad, sino que podía adoptar varias formas. O ninguna. Eso le quedaba claro mientras Báleyr le explicaba el verdadero alcance de la habilidad que él pretendía aprender. 

Nunca antes se había sentido tan fuera del agua en lo que respectaba al aprendizaje. 

⎯⎯Concuerdo con usted, Arcano. Para comprender cierta clase de magia, uno debe experimentarla en carne propia. Y en ese campo, alegra saber que ya llevó cierta ventaja. 

Podía sentir el ojo escrutador del anciano sobre los suyos, alimentándose con el miedo que despedía la bruma de su iris grisáceo. De haber sido más taimado, se habría atrevido a intentar ver lo que él veía a través de la Legeremancia, pero seguro el tiro le habría salido por la culata. 

⎯⎯Las decisiones difíciles requieren voluntades fuertes ⎯ asintió, atendiendo a las indicaciones de su instructor. Ya era tarde para echarse atrás, debía estar dispuesto a hacer el máximo sacrificio si quería conectarse con la habilidad ⎯. Me las arreglaré para conectar con nuestra amiga. 

Aún con la varita de nogal negro en la mano, invocó la Daga del Sacrificio. El Arcano de la Nigromancia ya le había sugerido hacer un ritual, y por muy descabellado que eso sonara, a Eobard le parecía lo más lógico. Sólo había visto uno antes, en Virginia Occidental, bajo la conducción de el Sabio, o como los no mágicos solían llamarlo, Hombre Polilla. Sostuvo el arma con la mano libre, realizándose un corte en la diestra, mientras pensaba en los sortilegios que daban inicio al ritual de la sangre. A diferencia de su uso en los duelos, emplearía aquel cuchillo para conectarse con su víctima en un plano más espiritual, para cumplir con la tarea de Báleyr. 

El escarlata de su sangre comenzó a borbotear del corte hecho en su dorso, como un río que fluía con gracia tras levantarse el dique; como parte de la conexión, en el cadáver apareció el mismo corte, pero lo que emanó no se acercaba ni por poco a la sangre en descomposición. 

⎯⎯Muerte con magia oscura, me parece. La sangre normalmente se ve menos oscura en el evento de un deceso, incluso si se ha conservado en frío. 

Como buen especialista en Pociones, siempre traía consigo un recipiente en forma de cáliz para emergencias. Apoyó la mano de la joven sobre el borde metálico, para que el denso líquido azabache se deslizara sobre las paredes de la copa y se fuera acumulando en el fondo. Repitió el procedimiento de corte otras tres veces: en el hombro derecho, la pierna izquierda y la mejilla derecha, lugares del cuerpo en el que había notado que había un amoratamiento inusual. 

Era lógico que cada corte flaqueara sus fuerzas, pero a la vez fortalecía la conexión entre el cuerpo y él. Cada gota de sangre suya que caía a la par que las de la chica dentro de la copa, eran el pago para traerla al mundo de los vivos. 

⎯⎯A su salud, Arcano Báleyr. 

Levantó la copa, de unos doscientos mililitros, inclinándola en torno a su maestro, a manera de un brindis. Acto seguido, bebió el viscoso brebaje que se había dispuesto probar, ahogando cualquier reflejo de arcadas debido al agrio sabor que encontraron sus labios. Tampoco se había curado las heridas propias, pues consideraba que mermarían el vínculo creado con el cadáver. 

Se apoyó a su vez en la capacidad de acceder a los recuerdos, para poder conocer más acerca de la vida de la chica antes de su deceso. Mientras bebía la sangre, con la vista clavada en el techo de la vivienda del Arcano, las imágenes comenzaban a aparecer ante sus ojos: una infancia de ensueño en Inglaterra, así como un ingreso al famoso Colegio de Magia y Hechicería, junto con memorables escenas en la Sala Común de Ravenclaw con amistades de su mismo curso.

Pero nada de ello significaba más que la vista de poder distinguir a su persona de estudio entre la masa de recuerdos. En el pasado había sido alegre y bien parecida, adjetivos que actualmente no le corresponderían. A su alrededor se cernía una oscuridad que sólo podía asociar con un deceso debido al FiendFyre, que danzaba como los dragones, quimeras y aves del trueno habían hecho miles de años antes. 

⎯⎯Te encuentras en un limbo entre la vida y la muerte ⎯ le decía a su memoria, aún en un trance ⎯ Moriste de una forma tan fuera de los estándares, que ha sido imposible que tu...eh, alma, deje este plano de la existencia. 

La segunda parte consistía en hacer el ritual propiamente dicho, pero de momento se concentraba en atraer las memorias de la joven de vuelta a su cuerpo, a la espera de la evaluación de Báleyr, quien no dudaría en llevarlo al límite para afianzar su conocimiento para con la Nigromancia. 

 

@ Báleyr

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