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Nigromancia


Báleyr
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Báleyr sentía el cambio en sus alumnos, aunque ellos no se lo dijeran su ojo tuerto veía cosas que otros no, y sus palabras habían entrado en ellos muy profundo, tanto que hasta se cuestionaban sus amores como en el caso de Caelum y en el de Darla sus decisiones, los cadáveres fueron cambiando. ¿en que?, en lo que ellos necesitaran, para continuar quizás o solo por el hecho del capricho del destino.

 

-El cuerpo que está frente a ustedes no durará mucho al menos su forma física y su habla- les explico el nigromante, la muerte era muy caprichosa y una vez que se llevaba una vida por más que se dieran sacrificios nunca le eran suficiente para tener a un ser amado a su lado -les recomiendo si les resultan importantes espero que sepan que decirles- les dijo poniéndose de pie para apoyarse en su báculo para avanzar a donde estaban los camastros con los cuerpos revividos.

 

Báleyr no se sorprendió de ver ambos cuerpos sentados y bien definidos en los camastros, observó cómo los esfuerzos de sus alumnos y sus renuncias se iban marchitando nuevamente con los cadáveres a un ritmo lento pero seguramente para ellos dolorosos, pero al menos le había quedado claro al arcano que estaban listos para las demás pruebas, no iban a ser fáciles, buscar almas para hacerlas regresar nunca lo eran, muchas de ellas se negaban pero los magos en su desesperación las obligaban y estas terminaban siendo solo un peso muerto llevándolos a la locura para al final a la muerte.

 

El nigromante espero a que sus alumnos usarán el tiempo que les quedaba con los muertos para buscar respuestas si la estaban buscando sino, podrían dejarlos volver a su estado de descomposición sin recuperar aquello que perdieron.

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Las palabras del Nigromante fueron como un puñal en el pecho de la Potter Black. Ella ya lo sabía, lo había leído, lo había intentado estudiar y comprender. Por eso mismo no había elegido pensar en él para revivirle, no lo quería efímero e imperdurable, debía ser mejor que aquello para poderlo tener el tiempo que fuera necesario para hacerle comprender todo lo que ella estaba dispuesta a hacer y que él no veía.

 

Darla asintió, sintiendo los pasos de Báleyr a sus espaldas, estaba segura que el hombre se sorprendería por a quién había elegido para preguntar. Él llevaba más tiempo, él sabía más, él podía llegar a ser su intermediario, siempre y cuando Seba no le odiara por lo que había pasado cuando ni se conocían siquiera. Eso era imposible, él tenía a Luna entonces, pero los celos.

 

Tanto tiempo cosita, dijo el hombre sentado en la camilla, sus cabellos blancos estaban desordenados, una sonrisa torcida en sus labios y una mirada burlona en los ojos azules le recordaron una vieja historia y sus palabras la sacudieron aún más ¿No saludas Darla? eran las mismas con que la había saludado por primera vez en Possum Perpetuo.

 

—Lucas —murmuró la pelirroja con sus ojos clavados en los de él y un gesto entre disculpa y súplica en su mirada —¿él está bien?

 

Una carcajada le devolvió a la realidad, para ser su primer pregunta y ante el riesgo de ser la única que le dirigía al Dumbledore, había sido muy est****a. Su risa y su sonrisa eran tal cual la recordaba.

 

Ambos lo estamos, gracias por preguntar ¿qué quieres Darla? El tiempo nos apremia, e hizo un gesto señalando al hombre tras ellos, al cual la bruja decidió ignorar, notando por primera vez la falta de ropa del cadáver salvo por la sábana blanca con la cual había sido cubierto, él pareció notar su mirada y volvió a reír haz visto mucho más que esto.

 

En verdad no perdía su humor y eso le hizo carraspear, no le interesaba que ni Caelum ni Báleyr supieran su historia. Lo mejor es que pudiera reaccionar e hiciera las preguntas correctas. No podía perder su oportunidad. No debía hacerlo.

 

—Lo lamento, eres familia, eres de confianza, eres quien puede llegar a él y hacerle entender que aún lo necesito y que sea donde esté quiero lo mejor para ambos, pero más para él.

 

El hombre en la camilla la observó por unos segundos, parecía que se sorprendía de la mujer que tenía ahora frente a él. No la había conocido así, no la había conocido enamorada. Eres la única a la que le he dicho como soy realmente.

 

Él te amaba, cosita, te quería dar de vuelta tu libertad cuando muriera, lo sabes…

 

—Pero todo cambio —interrumpió Darla e iba a empezar a protestar cuando el mago levantó su mano que comenzaba a descomponerse en cenizas una vez más y plantó su índice sobre los labios de la pelirroja de cuyas orbes comenzaban a surgir pequeños ríos de lágrimas silenciosas.

 

Aunque creyera que no es suficiente es lo que él eligió, no es tu responsabilidad.

 

—Yo lo arrojé a eso —susurró inquieta mientras sentía como su alma se estrujaba en su interior, el Dumbledore se estaba desintegrando mientras la veía con sus ojos azules cálidos como nunca.

 

Shhh deja de torturarte como conmigo, tú sabes por qué ocurre todo, hace años lo sabes...

 

Y las últimas palabras del mago se perdieron en el aire junto con una caricia de cenizas en su rostro mientras el cuerpo caía hacia atrás, nuevamente carbonizado como cuando habían comenzado. Darla solo pudo emitir un gemido que surgió desde el fondo de su ser, mientras apoyaba ambas manos en la camilla para no caer. Un mareo inmenso hacía que sintiera que todo le daba vueltas, se sentía embotada, como si su mente hubiera caído bajo los efectos de alguna droga.

 

Respiró profundo varias veces y se enderezó, secándose el rostro con el dorso de la mano y arrastrando con el gesto las últimas cenizas sobre su piel. Estaba lista para seguir adelante, pero no el sentido que le había dicho el Dumbledore sino llegar con aquella magia hasta las últimas consecuencias. Levantó la mirada y la dirigió hacia la camilla en donde yacía ahora el cadáver que había revivido Caelum. Sus ojos se clavaron en la máscara del mago, intentando descifrar qué es lo que él había logrado y por primera vez supo que él tenía razón, se conocían y mejor de lo que ella pensaba, de alguna manera lo podía sentir. Pero ¿por qué y de dónde? Los establos de la Potter Black vinieron a su mente pero Scarlet volvió a ocultarle lo que había ocurrido allí. ¿Qué se había perdido? Sacudió la cabeza y giró hacia el nigromante.

 

—¿Qué sigue? ¿Hasta dónde más puedo llegar? Enséñeme —su tono de voz era una mezcla de súplica y exigencia que esperaba que el arcano no tomara a mal, sino al contrario, como un reconocimiento a su sapiencia.

Editado por Scarlet Akane
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Observó sin prestar atención las interacciones de sus alumnos con los cadáveres que lograron traer a la vida de forma temporal, no era simplemente que no le interesaba lo que pudieran confesarse sino que además no era de su incumbencia, el viejo arcano nunca fue una persona propensa a interesarse en la intimidad de los demás, suficiente le era tratar su vida, y era una muy extensa y compleja.

 

Darla fue la primera en acercarse, el viejo escandinavo observó en silencio el lento avance de la bruja hasta su posición y escuchó sus ansias por más conocimiento ¿Tendría lo que haría falta? No era su función juzgar, solo enseñar pero no podía negar que ambos alumnos dieron un importante paso en la dirección correcta.

 

-Los límites se los pone uno mismo, solo te puedo enseñar lo que estés dispuesta aprender - contestó pausadamente el anciano en un tono libre de sentimiento - La lección continua, siganme - propuso el arcano de cabello cano antes de girar y encaminarse a una pequeña puerta de madera en un rincón de aquel salón.

 

La puerta tenía las dimensiones justas para que Caelum y Darla pasarán sin problemas pero la elevada estatura del arcano lo obligaba a inclinarse para no chocar con el dintel. Lo hizo sin problema, aquello podría llamar la atención a más de uno, pese a su edad y su frágil apariencia seguía teniendo un buen control de su cuerpo, tan bueno como lo era con su propia mente y alma.

 

Del otro lado los aguardaba la oscuridad completa, la luz de las velas y el fuego del salón no llegaba hasta allí, el arcano se apartó hacia un lado permitiéndole el pase a sus alumnos, una vez ambos magos cruzaron el umbral la puerta se cerró con violencia detrás de ellos y se hizo la luz en aquel oscuro lugar.

 

Se encontraban en medio de un largo pasillo de baldosas que en algún tiempo fueron blancas, ahora el polvo y mugre de décadas las tornaba grisáceas, las paredes también fueron blancas pero la pintura se descascarillaba en varias zonas revelando una pared de material gris y en aquellas partes donde soportó el descuido lucia amarillenta.

 

En el techo unas largas lámparas de metal oxidado eran la única fuente de luz, algunos focos titilaban amenazando con apagarse por completo. La pared de la derecha estaba completamente lisa pero la de la izquierda mostraba varias puertas metálicas pintadas de un espantoso color verde, no tenían ventanas sino simplemente una rendija rectangular a mitad de altura donde podría pasar una bandeja con comida.

 

Desolación y abandono era lo que se respiraba en aquel lugar - Bienvenidos al Trans-Allegheny Lunatic Asylum, in Weston, Virginia Occidental, un infame hospital psiquiátrico que funcionó en la segunda mitad del siglo XX -

 

-Las pobres personas que terminaban aquí en vez de ser acompañas y tratadas como eran engañosamente esperanzadas vivirían su último tormento, la hacinación, los maltratos y la soledad fueron lo último que conocieron del mundo -

 

-Algunos tuvieron suerte y lograron escapar, otros fueron reubicados por familiares pero muchos otros perecieron aquí, el hospital cerró en los 90s, los pacientes que quedaban fueron traslados y los trabajadores despedidos o enjuiciados pero este lugar no quedó abandonado, los espíritus de las personas que finalizaron sus vidas en este despreciable edificio aún rondan por aquí, muchos tristes, otros perdidos y algunos furiosos -

 

-Su siguiente paso dentro de la Nigromancia es el contacto, invocación y captura de un espíritu, creo que no hace falta definir qué es un espíritu pero si alguno lo necesita solo dígalo, un nigromante es capaz de comunicarse y controlar por un tiempo un alma que no prosiguió -

 

El correteo de un ratón al final del pasillo interrumpió el diálogo del escandinavo, pero una vez el animal se alejó este pudo continuar - Espero que no haga falta recordarles que el respeto es parte fundamental del contrato que están por realizar, respeto, un lugar tranquilo, silencio y concentración serían suficientes para el primer contacto, son libres de recorrer el hospital y llamarme cuando lo crean necesario -

 

Sin más el anciano guardó silencio y dejó a los alumnos continuar con su formación - Una cosa más, tengan cuidado uno nunca sabe a quién está dejando entrar cuando comienza la invocación - fue su última advertencia.

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  • 1 mes más tarde...

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Quizás fue al mismo tiempo, la verdad es que no me percaté sino que tan solo oí una voz varonil que interactuaba con la bruja, mientras el cuerpo frente a mí, levantaba su torso para sentarse al tiempo que la sábana blanca que le cubría se deslizaba por su tronco. Alcancé a detener la caída con una floritura de mi varita, envolviéndole como si fuese una toga; solo un hombro, suave y pecoso, podía notarse con claridad. ¡Estaba estupefacto!... su rostro, aquél de facciones tan delicadas como tentadoras, se develaba ante mí.

 

Tú no estás muerta, tú... Isobelle...Sí, había murmurado aquél nombre entre pensamientos que se escapaban entre susurros provocados por la máscara que cubría mi identidad. ¿Qué alcance habría tenido el que se presentase la madre de la joven Rosier?, ¿sería acaso el hecho de que su madre me había adoptado como un hijo más? o tal vez, ¡no!...

 

-Fuego maldito...

 

El conjuro maldito fue susurrado entre sentimientos encontrados de amor y odio, rabia por haberme puesto tal peso sobre los hombros. ¡Quise salvarle!, a su hija, ¡a Juliette!, ¿porqué tenía que entregarle tal misión a un joven mago que con suerte conocía un par de hechizos?, ¿qué iba a hacer yo con un problema de tal envergadura?... ¡Hoy sí tenía el poder!, pero no la tenía a ella. Había entregado tan puro sentimiento en ofrenda al nuevo conocimiento que Baleyr se ofrecía a entregarnos.

 

La cabeza de un león, ¡un león de fuego que nacía desde mi varita!, abrió su hocico enseñando la dentadura conformada por flamantes y anaranjadas llamas de la maldición mortífaga para quemar el cadáver y darme cuenta de que respiraba agitado, ¡frustrado!. Observé fugazmente al arcano quien se alejaba hacia un pasillo, seguido de la bruja...

 

-Tonterías...- dicté, mientras el fuego maldito se reducía a una ínfima llamita en punta de mi varita hasta consumirse en una pequeña columna de humo.

 

***

 

Seguí al Nigromante al igual que mi compañera, hasta que la puerta se cerró de golpe tras nosotros, blandiendo los pliegues de la túnica que vestía. ¡Un psiquiátrico!... ¿sería para brujas y magos, o simples y sucios muggles?. El olor a químico barato estaba suspendido en el ambiente; observé a Potter Black de soslayo, quitándole atención para cuando el viejo mago nos dio un par de indicaciones.

 

-¿Qué clase de espíritus alberga un lugar cómo este?- pregunté al maestro de la Nigromancia- ¿Cómo lo capturamos?, quiero decir, ¿nos pasará algún objeto que lo mantenga en claustro?...

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Siguió al arcano tras escuchar sus palabras y asentir, a esas alturas ya no había límites, o al menos es lo que la vampiresa sentía. Algún día te olvidarás de mí. Los ojos azules pasaron por su mente así como su afirmación: jamás. El estómago de la vampiresa sufrió un revuelco cuando el aroma a carne quemada llegó hasta ella, Caelum se había dejado llevar por la pasionalidad y había vuelto a incendiar el cadáver.

Cuando atravesaron el marco de la puerta que les había indicado el nigromante la oscuridad la sorprendió aunque sus ojos podían ver, pues se adaptaron fácilmente, fue consciente que había algo más allí, ya que no era como una noche normal o una habitación a oscuras donde los ojos de la vampiresa actuaban como lentes de visión nocturna. Sintió los pasos del Black tras ella y el estampido de la puerta y todo se iluminó, Darla dejó escapar un resoplido. El aroma que llenó sus fosas nasales fue peor que el de la carne quemada, se trataba sin lugar a dudas de humedad, mugre y químicos, y ella ya había olido aquel aroma hacía muchos años atrás. Recordó cuando junto a Seba habían cursado Primeros Auxilios, su abuelo Adriano también había estado allí.

Las palabras de Báleyr le confirmaron sus sospechas y sin darse cuenta retrocedió un paso, acercándose a Caelum. A pesar de ello, las palabras del arcano sacaron una sonrisa de sus labios, sí, ella, como miembro de su clan y gracias al nicronomicón, era capaz de controlar espíritus, pero generalmente a los más furiosos y para mandarlos a atormentar a sus enemigos. En realidad solo veía la utilidad de ello en este momento para dominar a los espíritus más furiosos y mandarlos lejos de ellos. De pronto se sorprendió al darse cuenta de que estaba dispuesta a ayudar a su compañero de clases.

Darla se giró y observó a Caelum para luego responderle ella adelantándose en cierta forma al arcano.

—¿Crees que importe qué clase de espíritus haya? Murieron en el abandono, los que más sufrieron, si no lograron verlo como una liberación, nos verán como a uno más de sus torturadores y los que solo se mantuvieron aquí porque no saben a dónde ir, bueno, quizás esos sean los que nos puedan ayudar a aprender más y hasta quizás les ayudemos a cruzar, aunque dudo eso te interese a ti —de pronto se detuvo y se quedó cavilando en silencio.

Minutos antes de su encuentro con el primer cadáver quería un encuentro capaz de ayudarla a cruzar, traer de vuelta un espíritu y sino pasar ella misma hacia el otro lado para siempre. ¿Qué demonios había cambiado que ahora hablaba de ayudar a cruzar a otros? Su rostro palideció más y aferró su varita. ¿En qué momento sus planes habían cambiado? ¿Qué magia era la de aquel lugar al que los habían llevado el nigromanteque lograba que ella volviera a querer un solo objetivo y no el que le había traído allí originalmente? Levantó su mirada y se clavó en los ojos grises de Caelum, abrió la boca para decir algo y luego no supo qué decir. Algo estaba mal con ella, pero no parecía haber un solo cambio en él. ¿Sería el culpable de lo que le pasaba?

@@Aaron Black Yaxley

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Escuchó en silencio el intercambio de palabras entre sus alumnos, con el pasar de los siglos y luego de muchos años de profesorado le habían enseñado a leer ciertas energías en sus alumnos, percibir su enfoque para con la Nigromancia y mientras los escuchaba interactuar se terminó de hacer la idea.

 

Ambos parecían entender aquella rama de la magia de dos formas distintas, dos percepciones, dos usos, pero ninguno de los caminos mejor que el otro, solo distintos y al fin de cuentas seguía siendo Nigromancia en su base con las interpretaciones individuales de cada practicante.

 

-Como dijo Darla, Caelum, los espíritus que encontrarán entre estas paredes son tan diversos como lo eran personas que perecieron en este lugar - respondió en un tono monótono el arcano mientras observaba al mago y escuchaba los susurros, estaban por todos lados ¿Los oirían sus alumnos?

 

Dejó que el torrente de emociones que desprendían todas las almas que habitaban aquel edificio inundarán sus sentidos con libertad, la furia, la tristeza, el miedo, el abandono y la confusión fueron los sabores más intensos que empalagaron su alma. Sin dudas era un horrible lugar, cualquiera vivo o muerto podría sentir la ominosa historia que se hacinaba entre las paredes.

 

-¿Quieres algo donde encerrar un espíritu Caelum? - centró su atención nuevamente en el espacio terrenal donde compartía espacio con sus alumnos, sin esperar una respuesta alzó una mano hacia el techo y se oyó un suave sonido metálico. El vidrio de una de las largas lámparas del techo se quebró en un susurró y en una lluvia de pequeños fragmentos, del espacio libro una vieja bombilla que no servía descendió lentamente hasta la palma abierta del arcano.

-Aquí tienes - le tendió la misma a su alumno, con aquello sería más que suficiente.

 

@@Aaron Black Yaxley @

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Bufé ante las palabras de la bruja, antes de que el arcano respondiera a mi pregunta. De hecho, ella se había adelantado a lo que el nigromante aseveraría luego. Los segundos de silencio antes de todo ello, habían sido interrumpidos por un par de carcajadas maniáticas a lo lejos, seguido de un portazo que pareció quebrar un par de vidrios. Empuñé el mango de mi arma mágica y observé a la bruja hacia abajo por diferencia de estaturas.

 

-Que mis ideales sean de los temidos por la sangre sucia y traidora al linaje mágico, no significa que sea indiferente a los espíritus atormentados que no pueden escapar de su destino. Solo somos fieles al conservadurismo y la libertad de nuestro derecho, el poder. Y si los conocimientos de Baleyr nos entregan las herramientas necesarias, tendremos la llave para mantener tales espectros allí o dejarlos escapar... pero tranquila, que el alma de mi maestro- comenté refiriéndome a Gellert Grindelwald- o del mago tenebroso más poderoso de todos los tiempos, no son de mi interés. No comprenderían la vida que llevamos...Ya no son sus tiempos.

 

En eso, el sabio arcano me entregó una bombilla vacía. Probé su ligero peso y la lancé al aire para volver a agarrarla cuan recordadora; sonreí bajo la máscara, con ligera expresión de la mirada puesta en el cristal. A pesar de parecer una bombilla común y corriente, sentía el vibrar de una poderosa prisión y genuinamente comprendí que Baleyr, me había obsequiado literalmente, una idea. Bastó magia de principiante para acordonarla y colgarla a mi cuello.

 

-Si tu alma fuese la que estuviese aquí, ¿esto te mantendría encerrado para siempre?- pregunté una última vez al arcano de la nigromancia, aludiendo a la ampolleta que colgaba sobre mi pecho. Solo así deliberaría si me sería útil o no.

 

Conocida su respuesta, me encaminé por un largo pasillo de luces tintineantes, siguiendo la risa que había oído de primeras. Carcajadas que se habían transformado en gritos de rabia; había hecho una señal a la bruja para ver si quería seguirme o aventurarse ella sola por el manicomio.

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La verdad es que la pelirroja no sabía qué le resultaba más satisfactorio, si el bufido de Caelum ante sus palabras o que al hablar Báleyr le diera la razón. Se había mantenido indiferente al grito del fantasma y el portazo que había dado, podría haber extendido su control mental hacia él o intentar utilizar el conocimiento de las sombras, pero no era ético.

 

La mirada de Caelum sobre ella le sacó de sus cavilaciones y sus palabras fueron como una puñalada. Pero ¿qué se creía?

 

No soy sangre sucia ni traidora a la sangre Caelum, y aunque lo fuera no le temería a tus ideales y mucho menos a ti como no te temo ahorahabía casi escupido la frase entre dientes poniendo los ojos en blanco por su intento de calmarla de por qué él buscaba el conocimiento de aquella habilidad, para Darla las intenciones de ambos eran tan particulares como peligrosas, las de ambos.

 

La pregunta del arcano la hizo observar con curiosidad su oferta hacia Caelum y le arrancó una sonrisa impensada, descubriendo que quizás estaba siendo un poco pretensiosa al creer que no necesitaba encerrar al espíritu al que se enfrentara y que podría dominarlo sin ayuda externa. Se quedó pensando en la lámpara de las maravillas, un cuento muggle, aquella lámpara o ampolleta, aunque más moderna, le recordaba la prisión en que se había encontrado el genio del cuento. ¿Y si el cuento muggle estuviera inspirado en algún espíritu atrapado por algún motivo por algún nigromante allí? Hizo un gesto de reconocimiento con su rostro mientras pensaba en ello.

 

La mirada de la pelirroja observó con curiosidad la lámpara que pendía ahora del cuello de Caelum y su pregunta dirigida hacia el arcano le provocó un escalofrío que recorrió toda su espalda, como si un cubo de hielo se fuera derritiendo lentamente mientras se deslizaba por su columna vertebral.

 

¿Qué demonios tienes en mente Black? susurró molesta y tomó más firme su varita, el mago le había hecho una muda invitación a seguirlo y ella tras aquella pregunta dirigida al arcano decidió hacerlo, para poder entender mejor al mortífago.

 

Las luces del pasillo que recorrían parecían parpadear cada vez más pronunciadamente para mantener la oscuridad, agradecía que ahora sí su vista estaba habituada a lo que allí ocurría. Había dejado de respirar, acto reflejo innecesario en un vampiro, de esa manera dejaba de sentir el repugnante aroma a amoníaco que intentaba tapar el hedor a heces, vómitos e incluso sangre, el único aroma relajante para ella, además del perfume de la piel del mago que la precedía. Era consciente que él no debía percibir ni uno solo de aquellos aromas del pasado, apagados por la mugre propia del abandono. De golpe se detuvo y a su vez tomó el brazo del mortífago para hacerlo detener a él también.

 

¿Lo puedes sentir? susurró aunque las risas y gritos se habían detenido o parecían haberse alejado, tras de una de las puertas cerradas a su izquierda había un rítmico sonido.

 

Prestó atención y tuvo la sensación de algo de metal arrastrándose contra una pared, y un murmullo una voz que parecía repetir un mantra. ¿Qué es lo que decía? Levantó su varita mientras se acercaba a la puerta donde una mirilla había perdido la chapa que la cubría hacía mucho tiempo.

 

Ellos vienen por ti ellos están aquí ellos vienen por ti ellos están aquí

 

La voz seguía repitiendo aquella frase una y otra vez y cuando la pelirroja se acercó a observar pareció ir bajando el tono hasta callarse. Cuando al fin Darla pudo observar a través de la mirilla no pudo reprimir un grito de sorpresa y dar un traspié hacia atrás al observar a la ocupante de la habitación. El lugar parecía traído del pasado, blanco e inmaculado, de paredes medianamente recubiertas donde una mujer atada con un chaleco de fuerza parecía encadenada a una vieja cama de metal con un colchón y una única sábana... se parecía a ella

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  • 2 semanas más tarde...

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Tras avanzar los primero metros del extenso pasillo, recordé las palabras de la bruja. De seguro no me temía en ese momento, pero lo haría con el pasar de los días. Ya habíamos tomado prisionero a Elvis Gryffindor y le daríamos sentencia dentro de setenta y dos horas; por otra parte, ¿sangre sucia o traidora?, ¿ella?. Quizás bajo mi criterio fuese una sangre maldita por su condición de vampiro, más no por el legado que pudiese precederle, sin embargo, mi comentario había aludido a que simplemente y por el hecho de ser un conservadurista nato de nuestros principios, podría ser determinante hasta la intención plena de asesinar a quienes no eran dignos del mundo que pretendía construir, mas eso no me hacía un desalmado ni mucho menos un tipo sin sentimientos... aunque a decir verdad, ese día había entregado el amor más puro que había sentido hasta ese minuto.

 

Mi meta no era conquistar a la muerte como lo quiso el sangre sucia de Tom Riddle, sino más bien, eliminar cada debilidad de mi interior, entre esas cosas, los sentimentalismos baratos y la compasión. Me había autodenominado como Caelum por la osadía que tuve al esculpir la sociedad mágica y demostrarles que no teníamos porqué escondernos del muggle o suprimir nuestra magia- para quienes creyeran que hoy por hoy, nos cuidábamos de que los no mágicos robaran nuestros conocimientos o nos comenzaran a cazar como en épocas medievales-, ¡justamente contra eso me alzaba! y si eso me volvía un mago tenebroso, pagaría el precio...con gusto.

 

"Si no eres fiel a la sangre, entonces no eres digno de tu magia"

 

-¿Sentir qué?...

 

Los diversos aromas, la humedad, los portazos y las brisas atormentadas que atraían consigo más de una risa frenética o lamento claudicado en el encierro, había sido una de las tantas cuestiones que sentí y percibí en cuanto finalizamos el pasillo. Observé la mano de la bruja en mi antebrazo y luego subí la mirada hasta su rostro con una sutil determinación; luego desenvainé la varita y apunté a la puerta por donde ella había observado con anterioridad.

 

-Alohomora...- murmuré. El básico encantamiento cedería cualquier bloqueo que tuviese la puerta.

 

La cuestión era, que a medida que se abría la puerta, el tiempo pareció retroceder con gran velocidad. Vientos se arremolinaron alrededor de nosotros, blandiendo los pliegues de las prendas que traíamos, cuestión por la que aferré a la bruja hacia mí por la cintura y con cierta firmeza. Gente de todas las edades y todas las épocas, pasaban a nuestro alrededor. Las pinturas volvían a recobrar su brillo de antaño, la suciedad desaparecía, los olores también. Las instalaciones se veían como nuevas y con ello, los pasillos se habían vuelto a iluminar... Con la puerta abierta, una mujer muy parecida a mi compañera, se encontraba atada. Nos observaba con cierto odio.

 

-¿Quiénes son ustedes?...

 

La pregunta provenía a nuestras espaldas. Una chica con atuendo de enfermera, de baja estatura y un porta notas apegado al pecho, nos observaba curiosa. Observé por sobre su hombro, más allá de la ventana, bajo la sombra de un árbol a la luz del sol en los jardines interiores del siquiátrico y tomándole por el cuello con firmeza, extendiendo la mano hacia la muñeca de Darla, me concentré en desaparecer y reaparecer en el punto que había fijado con anterioridad.

 

-¿Qué año es este?...- cuestioné mientras proyectaba una sola mano de los necrohand que podría invocar, apegando a la muchacha contra el tronco del frondoso árbol.

 

Sabía que no estábamos en nuestro tiempo, como tampoco en nuestra dimensión. Lo intuía por el mero hecho de haber decidido cursar la nigromancia, habilidad que abriría muchas puertas y ventanas. Podría llevármela a ella y tras volver a nuestro tiempo de seguro estaría con la esencia de su espíritu frente a Baleyr, pero también comprendía que él no quería que le llevásemos un alma o espíritu tan débil. Estábamos allí por algo más... ¿Qué sería?

 

@@Darla Potter Black

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Caelum pareció tomar la decisión de abrir aquella puerta que a la pelirroja había tomado por sorpresa por lo que observara tras ella. El hechizo había resultado básico, pero efectivo… quizás demasiado. Darla apareció en su diestra a Edelweiss en el momento que todo pareció comenzar a girar cual torbelino a su alrededor pero producto de lo que le pareció un viaje cual si utilizaran un giratiempo. Aunque no fue eso lo que la sorprendió sino la forma en que el mortífago la había tomado por la cintura acercándola a él, sin poder evitarlo había apoyado su mano libre sobre la de él en su cintura.

 

—Pero ¿qué… —no tuvo tiempo de terminar la frase, su aroma había inundado su olfato, por sobre todo lo demás que había en aquel lugar y por unos segundos olvidó como el mundo estaba cambiando a su alrededor pero el viento que parecía haberse levantado a su alrededor arrojaba sobre su rostro alguno de sus cabellos que le impedían ver el perfil del mago con claridad.

 

Se sobresaltó con la voz, no la había sentido llegar, quizás porque en realidad los que habían llegado eran ellos. El odio de la mujer en la habitación era nada comparado con la sorpresa de la muchacha tras ellos. La mano de Caelum se cerró sobre la suya antes de que pudiera impedir que tomara por el cuello a la enfermera.

 

—¿Estás loco? —alcanzó a murmurar mientras sentía la presión sobre su cuerpo al momento de la desaparición conjunta.

 

Definitivamente al mago no le importaba otra cosa que cumplir con su misión, con el objetivo que tuviera para hacer nigromancia, porque había invocado unas necrohand que aprisionaban a la mujer contra un árbol y los había llevado hasta allí con una desaparición conjunta. Darla jadeó.

 

—Déjala, la vas a matar, mira su brazo, tiene un corte de despartición —protestó la Potter Black sintiendo como el aroma de la sangre inundaba sus fosas nasales —debemos curarla —era ahora su mano la que se aferraba sobre la muñeca del Black, mientras luchaba por mantener sus colmillos en su lugar.

 

La pelirroja se concentró, intentando por todos los medios proyectar un ilusionismo en la mente de la joven, quién se mantuvo en silencio, sin gritar, convencida de que los dos seres frente a ella no eran peligroso ni le buscaban hacer ningún mal, que solo debía responder con tranquilidad a las preguntas y que aquella mano no era nada malo, aunque la tenía sostenida contra el árbol sangrando. Darla respiraba algo agitada pero recuperando su control, sin entender cómo una herida tan pequeña podía haber despertado de tal manera sus instintos.

 

—¿En qué año? Dos mil uno —respondió la enfermera mientras Darla pensaba en un episkey para curar el corte causado por la brusca desaparición conjunta. Había soltado la mano de Caelum pero se mantenía pegada al mago, temiendo lo que él pudiera hacer.

 

—¿Dos mil uno? Báleyr dijo que cerró en los noventas —el rostro de la vampiresa palideció más si se pudiera, dejando por primera vez que sus sentimientos afloraran delante del mortífago —las líneas temporales —su voz sonó con un dejo de temor, entonces podía ser ella ¿había ido a Estados Unidos? ¿Todo habría fallado? Cerró de pronto su mente con oclumancia al saber que desconocía cuáles eran los poderes del Black.

 

—Debemos encontrar tu espíritu y volver —dijo dirigiéndose a Caelum y señalando la lamparilla que portaba como dije al cuello. Sentía que un fuerte dolor comenzaba a surgir a la altura de sus sienes y observó a la muchacha pegada por la necrohand al árbol —¿era necesario? Quizás ella sepa lo que buscamos.

 

 

@@Aaron Black Yaxley

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