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Hablantes de Parsel


Lawan Nguyen Thanh
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Dentro de ella, algo le decía que la lengua de las serpientes era algo que venía de su familia y aunque no todos en la Malfoy supieran hacer uso de ella, la mago oscuro creía que tenía aquella habilidad, aunque aquello iba a ser decisión del arcano y no de ella. Así que comenzó a elegir que ropa se iba a poner para aquel encuentro que había postergado hasta que no pudo más.

 

Su vestimenta era un vestido rosa con un gran moño azul que le cubría toda la espalda, aquella mañana había decidido peinarse con dos colitas, que con el paso de las horas había convertido en una trenza. Su humor era reflejado en el rosa chicle que tenía en el cabello. Aun así, reflejaba toda la inocencia que podía, por su edad, 15 años, aún no estaba acostumbrada a llevar maquillaje, aunque no creía que el tener maquillaje o ausencia de este le resultara de gran ayuda, por lo que no se preocupó por eso.

 

Abandono su habitación y bajo las escaleras deslizándose por el barandal y antes de llegar al final dio un pequeño brinco, al entrar a la cocina se dirigió a la alacena tomo una rebanada de pan y le untó un poco de mantequilla y le espolvoreo un poco de azúcar. Así con todo y pan salió al jardín de la mansión Malfoy.

 

El lugar al que debía llegar para poder presentarse con el Lawan estaba demasiado al sur de donde ella se encontraba. El viaje a la isla de las serpientes era demasiado largo y cansado para hacerse en escoba, por lo que pensó en varias opciones para poder llegar al lugar. Pensó que el caminar por la Universidad le ayudaría a encontrar una forma de llegar hasta aquel lugar por lo que no se dio cuenta de la serpiente que se encontraba a metro y medio de ella.

 

La cual al ver que esta seguía caminando sin prestarle atención le había hecho caer al pasto, fue hasta ese momento que se dio cuenta del reptil. Quería disculparse por su ineptitud, pero no estaba muy segura de que decir, y aunque nunca se había comunicado con una serpiente trato de trasmitirle sus palabras.

 

«Lo Siento, no me di cuenta de tu presencia. ¿Te he hecho daño?» dijo.

 

Si aquello había sido en parsel no se había dado cuenta, y tampoco había entendido lo que aquella criatura le había respondido en siseos, pero al parecer Linh había aceptado aquella disculpa como algo completamente sincero, ya que había comenzado a serpentear por el pasto con rumbo a el ateneo de habilidades.

 

Durante aquel trayecto se preguntó varias veces si llegaría a saber la respuesta a su disculpa y si de verdad aquella especie le había entendido lo que esta le había querido decir. Al llegar al ateneo de habilidades, perdió a Linh por lo que comenzó a buscarla entre el mar de gente que ahí se encontraba. La Malfoy era un tanto distraída que nunca se dio cuenta de que a su lado derecho se encontraba el portal que la llevaría a su clase con el Arcano.

 

Estaba segura que si la serpiente fuese humana ya hubiese regresado por ella tras haberse hecho un facepalm, era increíble que había perdido de vista a su entrada a la isla de las serpientes. La desesperación por el momento le hicieron tallarse los ojos y fue de esa manera que pudo ver frente a ella el portal que podía dirigirla con Lawan o bien de regreso al Ateneo.

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La serpiente escuchó, o por lo menos percibió un balbuceo de parte de la muchacha. Si Linh hubiese podido mirarla de alguna forma, lo habría hecho sin duda de manera despectiva. Deben entender que la mayoría de las serpientes son malhumoradas y sólo con quiénes hablan su lengua llegan a ser respetuosas, lo que le daba más de un motivo para querer clavar sus colmillos en el tobillo y darle una lección a la bruja, pero los silvidos de Lawan desde la lejanía la hicieron detenerse con un –No lo hagas.

Decidida a caer en la tentación y desobedecer al Arcano, Linh retrocedió y en cambio guió a la muchacha arrastrándose sigilosamente por entre los árboles hasta que dieron con el paradero del Viejo Vietnamita, quién parecía seguir dormido. Un siseo del anfibio fue suficiente para que despertarle.

–Llegaste –dijo con desgana. A él no le agradaban las visitas, ni las personas, únicamente se entendía con los anfibios que vivían con él, por lo que era perfectamente normal que al inicio no mostrara ningún interés en los aprendices, pero si lograban demostrar que merecían aprender pársel, el anciano podía poner todo de sí para ayudarles, aunque al final quiénes decidían eran las propias criaturas con las que la joven iba a aprender a comunicarse. –¿Nombre? –agregó tras una larga pausa de la que no fue completamente consciente.

–Entonces… ¿por qué estás aquí? A qué has venido exactamente y en busca de qué? –sus preguntas solían ser directas y con ellas buscaba saber con qué tipo de persona estaba tratando. –Toma asiento –para ese momento Lawan estaba sentado a la orilla del río, simplemente mirando hacia el horizonte, mostrándole un sitio vacío a su lado para que fuera ocupado por ella. –¿Cuando te diste cuenta de que quizás podías hablar pársel? –cada pregunta tenía un motive y una razón de ser que ayudaban a Lawan a saber qué camino en particular debía seguir con cada uno. –¿Te ocurre frecuentemente? –agregó refiriéndose al hecho de si era usual que a veces se sorprendiera a sí misma hablando con las serpientes.
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Era un precioso basilisco, Ares sin duda sabia como hacerse notar dentro de la mansión Malfoy. El pertenecía al padre de la Nigromante, el hombre que pocas veces estaba en casa, pero no cesaba en su tarea de enviar diversos obsequios a sus descendientes ─ Un pendiente de brillantes ─ rodeó sus ojos con desganó ─ ¿Por qué no me extraña? ─ refunfuño interrogante. Era típico de ella echar en saco roto cada uno de esos presentes, restándoles un valor que rayaba en menos que una bolsa de caramelos rancios ─ Hora de marchar ─ asintió categóricamente tragándose el coraje que le calentará la sangre. Iba ataviada con una capa de viaje azul oscuro, resguardando debajo de ella su atuendo cómodo e invernal. Un par de botas de piel de dragón, acompañadas por un blazer negro rematando su outfit con un corsé blanco y leggins oscuros.

 

Adquirir una nueva habilidad, no era cuestión de tomárselo a la ligera, no cuando ya había visitado el mundo de los muertos más de una vez. Empero, aquello sí que iba mucho más allá de meterse en un mar plagado de almas, el hablar con las serpientes no era un don que poseyeran todos los magos o brujas que vivían dentro de Ottery. El solo hecho de darlo a conocer, ya los condenaba a pulular con una etiqueta de “Así o más extraño”, pero para ella era una sensación el sentarse a charlar con Ares por las noches, escuchar sus siseos que le hipnotizaban sin remedio. Un rio era el sitio marcado por la cruz en el mapa improvisado enviado por Anne, jamás acabaría de entender a la Gaunt y sus métodos de comunicación.

 

Lawan era el nombre del arcano que le daría aquel conocimiento, solo esperaba que no fuera tan cascarrabias como Báleyr. Aunque no podía negar que echaba de menos al tuerto, además de sus encrucijadas que parecían no tener una respuesta posible ─ Lo visitaré algún día ─ apareciendo sobre una roca diviso a lo lejos a dos personas, posiblemente de ellas una fuera el arcano de los hablantes del parsel y su acompañante un alumno o alumna que estaba iniciando su curso. No era mala idea tomarse un momento antes de ir a su encuentro, deseosa de comenzar con esa nueva aventura que estaba segura la dotaría de diversos conocimientos.

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¿Nombre?

 

Escucho la voz del arcano, la voz de este daba más miedo que la de la arcana de Metamorfomagia, por lo que se giró lentamente para verle a los ojos, curiosamente era la primera vez que se sentía intimidada por una figura de autoridad. Pero sabía que debía reaccionar de manera rápida y astuta para que pudiera llegar a ser la prueba y ser merecedora de aquella habilidad.

 

Nymeria Malfoy. —respondió.

 

Enseguida llegaron más preguntas, preguntas más complejas que solo responder el nombre, el por qué estaba ahí lo tenía claro desde que se había inscrito, pero para ese momento aquella excusa se le hacía muy pobre. Como si aprender parsel no fuera un deseo propio de ella, sino porque deseaba parecerse a su madrina. Así que tras varios minutos en silencio y buscando entre los deseos más profundos de su corazón respondió las primeras preguntas.

 

He venido a aprender de usted. Busco desarrollar la habilidad de hablante de parsel. Se muy dentro de mí que puedo comunicarme con las serpientes. Así que, por favor, enséñeme.

 

Agacho la cabeza mientras decía las últimas palabras en señal de una súplica, pero su voz se había mantenido en el mismo tono de voz, un tono de voz lo bastante neutro para que el arcano no se diera cuenta el impacto que este tenía sobre ella. Al momento que la invito a sentarse, Nymeria sonrió. Aquella invitación le hacían creer que Lawan le había aceptado como pupila, por lo que tomo asiento justo en el sitio vacío que este le señalaba.

 

La mortifago podía ver su reflejo en el agua, no aparentaba más que unos 17 años, y a lado de Lawan no era más que una niñita tonta que creía tener todo para que el mismo Arcano trasmitiera sus conocimientos. Por lo que las preguntas que llegaron le hicieron pensar el cómo se había dado cuenta que podía hablar con las serpientes.

 

Crazy, mi abuelo tiene un basilisco. La primera vez que me comuniqué con Ares tenía 7 años, pude entender lo que el basilisco quería, aun así, no tuve otro encuentro con aquella mascota de mi abuelo. Después de esa vez, me compre una mamba negra con la que hemos tenido pocos momentos de comunicación, pero el último año, tras desarrollar la habilidad de metamofomagia, ella se ha negado a hablar conmigo.

 

Se quedó callada por varios minutos recordando a Turi, el nombre que con tan solo 8 años de edad le había dado a la mamba negra. Aun a pesar de tener un año sin poder comunicarse con la serpiente que tenia de mascota, deseaba poder desarrollar aquella habilidad que se había quedado dormida por un tiempo.

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Para Lawan los apellidos no significaban algo relevante, en cambio el nombre en sí podía decir algo de una persona y Nymería le recordaba a una vieja amiga serpiente que conoció en uno de sus viajes. Lo primero que notó de la joven fue sinceridad, si bien el motivo por el cual se encontraba allí no era muy elaborado, el que ella creyera que podía comunicarse con las serpientes porque algo en su interior se lo decía no le parecía ninguna locura, sino que por el contrario Lawan le encontraba mucho sentido, pues se daba cuenta de que era una persona que se dejaba llevar por sus instintos; de ahí a que fueran acertivos o no dependía de ella, pero al menos había logrado captar su atención y despertado su curiosidad.

 

La historia de Nymeria con el basilisco no sonaba tan interesante como la que contaba respecto a su mascota más reciente. Todo parecía indicar que el aprendizaje de una habilidad estaba bloqueando otra que había logrado desarollar poco a poco y eso representaba un reto. De nuevo vino un largo rato de silencio que para el Arcano parecieron segundos. Varios siseos se propagaron hasta llegar a su ubicación y Linh, la serpiente marina, hizo su aparición.

 

«No me hace más feliz que a ti, te lo puedo asegurar»

 

«Al menos déjame morder a esta»

 

«Quizás al final. Nunca se sabe si volveremos a encontrarnos con alguien como aquellas dos»

 

La conversación en pársel entre Arcano y serpiente terminó muy pronto y Linh, tal como al principio, partió en búsqueda de la nueva aprendiz. Al llegar a donde la mujer se encontraba, la serpiente se enrroscó rápidamente en su pierna y de ahí subió hasta llegar a su cuello amenazando con morderla. Linh no tenía un veneno mortal, pero eso la recién llegada no lo sabía y el único modo para que el animal la soltara sería si le demostraba que no estaba allí para lastimarla y si lo lograba, la llevaría hasta el río.

 

— Al parecer no estarás sola, vamos a ver si es capaz de llegar hasta aquí, pero mientras tanto quisiera que me contarás qué sucedió exactamente cuando te comunicaste con aquel basilisco. ¿Estabas en peligro? ¿O qué fue lo que sucedió? —. No era muy usual que precisamente él quisiera entablar una conversación con alguien, pero al menos eso le daba tiempo para pensar en el por qué la Metamorfomagia tenía algo que ver con el bloqueo —. Ven, es momento de volver al Bungalow —para cuando la nueva aprendiz llegara al río Lawan y Nymería habrían tomado otro camino de regreso, lo que pondría de muy mal humor a Linh, quién tendría que nuevamente guiarla hacia la vivienda del Arcano y eso, si es que la mujer lograba convencerla de ello.

 

— No todas las serpientes que aquí habitan son amables, mejor dicho, ninguna lo es... El vínculo que formamos con ellas no es de amo y esclavo, sino que es más profundo, el vínculo con estas criaturas se basa principalmente en el respeto —Lawan empujó la puerta a su vivienda y esperó a que Nymeria ingresara, pero en lugar de seguirla esperó a que se sintiera lo bastante cómoda dentro del lugar. Desde un rincón, unos ojos amenazadores observaban a la muchacha, ojos que adquieron más vida cuando la boa constrictor a la que representaban se ubicó delante de ella — Como te decía, ninguna lo es, en especial Wootang que es de muy mal caracter y siempre ha querido probar carne humana, aunque le he dicho que le hará mal a su dieta —para Lawan sus acciones no eran malas ni crueles, después de todo ¿qué se podía esperar de un vampiro? Encerró a Nymeria con la peligorsa serpiente que no la dejaría pasar, con eso esperaba que lograra componer al menos una frase que hiciera que Wootang la dejara salir sana y salva. Lo único que había olvidado mencionarle a propósito, era que la boa le respondía únicamente a él, lo que la hacía tan especial y cercana... y la favorita.

 

— Oh, también has llegado. ¿Nombre? —en medio de todo se había olvidado que estaba esperando a alguien, por lo que decidió de una vez ponerla a prueba antes de hacerle las mismas preguntas que a Nymeria — Necesito que hablemos de algo antes de continuar, pero tendrá que ser adentro así que apresúrate a entrar —con la boa de 4 metros bloqueando la entrada le resultaría imposible prestarle atención a la otra joven y para cuando lo hiciera ya sería demasiado tarde, pues Lawan la habría empujado y encerrado, bloqueando la entrada con magia que no serían capaces de deshacer con su varita. Si alguna resultaba lastimando a Wootang no sólo se terminarían ganando una buena reprimenda, sino que serían expulsadas y jamás podrían volver a tomar la habilidad.



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─ Malfoy ─ respondió mecánicamente ─ Juv ─ agregó curvándose en sus labios una lóbrega sonrisa. Contar un encuentro poco común con criaturas reptantes, no le sería tan difícil, ya que era una experta en esa materia y lograba recordar con lujo de detalles sus conversaciones con Ares ─ ¿Entrar en una casa con esa criatura? ─ inquirió dubitativa endureciendo las facciones de su marmóreo rostro ─ Parece que habrá algunas mordeduras de por medio y quizás dolor, veneno, entumecimiento y que se yo ─ comentó centrándose en su relato ─ Tenía dos años de edad y me encontraba dentro de la mansión Malfoy, no encontraba con que sacarme el aburrimiento así que decidí ir hacia la cámara que mi padre mantiene oculta dentro de nuestro hogar, jamás espere toparme con un basilisco de un tamaño considerablemente grande y que no le gusta que invadan su territorio ─ cruzándose de brazos continuó con su perorata sin perder detalle alguno.

 

─ Los enemigos de mi estirpe ansiaban conocer todos los secretos sobre nosotros y si éramos capaces de hablar con las serpientes. Ya sabe cómo es eso, meterse donde no lo llaman a uno y salir con algo más que un palmo de narices como trofeo ─ bromeó manteniendo ese gesto ácido en sus labios ─ Se atrevió a contarme como era capaz de devorar a un hombre completo y escupir los huesos, almacenando estos como un preciado tesoro. Aún recuerdo el aroma nauseabundo de ese sitio, huesos y trozos de piel ensangrentada, jamás me imagine presenciar una obra de arte como esa ─ canturrio mirando a Nymeria, no esperaba tenerla como compañera de clase, pero le agradaba la idea de que compartieran una experiencia como esa juntas. Desviándose por un momento del camino, observo todo lo que les rodeaba, aquella calma comenzaba a sacarle un poco de quicio.

 

Enfilando sus pasos hacia la morada de Lawan, esperaba no ser descortés y ganarse la aprobación del Arcano. Quizás dentro de ese cómodo lugar continuaría con su relato, al menos podría hilar cada uno de los fragmentos que seguían proyectándose en su cabeza ─ Me gustaría cuestionarle algunas cosas, pero esperare a que sea el momento adecuado ─ no deseaba forzar nada y optaría porque las cosas fluyeran de forma natural y espontánea. Deslizando las yemas de sus dedos sobre el tatuaje de la cobra que tenía en su cuello, no pudo evitar prestar atención a lo que le comentara a Nym, dentro de ese sitio las serpientes que lo habitan son hostiles y con eso daba a entender que la cosa podría complicarse tarde o temprano sin lugar a dudas. No le temía a los retos, no luego de tomar la habilidad de Animagia y sumergirse en una aventura dentro de la Antártida, aunque no por eso minimizaría la posibilidad de tener que quebrarse la cabeza para aprobar esa clase sin dudarlo siquiera.

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Juve, así se llamaba, de alguna manera ignoró a Linh y encontró la manera de encontrar el Bungalow donde habitaba Lawan, eso al anciano no le gustó, cuando se trataba del respeto a sus serpientes era demasiado exigente y es cuando podía volverse cruel y olvidar las responsabilidades que tenía al ejercer el papel de Arcano. Sin embargo, aguardó y escuchó la historia que la mujer le contaba con un aire prepotente que parecía ser muy típico de ella y una vez terminó el relato la apuró para que ingresara a la casa donde Nymeria la esperaba. Si Juve pensaba que las cosas debían hacerse a su manera estaba muy equivocada y para que lo entendiera Wootang debía darle una pequeña lección.

 

A pesar de que la puerta estaba cerrada Lawan podía hablar y su voz se escucharía en el interior claramente, como si él estuviera allí.

 

— Como ya lo había explicado, Wootang es una boa que sólo me obedece a mí, así que de nada vale que hablen pársel que igual no les va a obecer. Espero que entiendan que el hablar una lengua desconocida no significa sumisión por parte de ellas, pero sí entendimiento y reconocer que el mundo ni los habitantes de la tierra están ahí para hacer lo que nos plazca. No me importa a lo que se dediquen, pero de mí depende que los próximos hablantes de pársel sean personas respetables —. Detrás de la duerza en las palabras del Vietnamita, se notaba el disgusto por la actitud de la recién llegada y eso no sólo lo había molestado a él, sino a todas las serpientes habitantes del lugar con las cuales se encontraba emocionalmente conectado.

 

— Espero que piense seriamente por qué se encuentra aquí, señorita Juve, lo mismo para usted Nymeria. No deseo que me hagan perder el tiempo —. Como si le hubiesen mandado una orden mental, el anfibio de cuatro metros se encargó de roder el cuerpo de Juve, apretándolo un poco cada vez más, de seguir así la asfixiaría —Dígame, ¿a qué ha venido exactamente? ¿Por qué desea ser una hablante pársel si al parecer ya lo domina? Y ni se le ocurra mentirme, porque creámeme que lo sabré —del mismo modo, a pesar de que la otra joven se había portado bien al principio, otras cuatros serpientes de menor tamaño se enroscaron en las extremidades, dispuestas a clavar los colmillos en ella. Dependía de ellas demostrar su respeto hacia las criaturas y así mismo ganarse el de ellas.

 

«Estas personas no aprenden». Susurró en pársel.

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No se había percatado que se había quedado callada pensando en su mamba negra hasta que vio a la serpiente marina, Lhin, salir del agua. Estaba casi segura que Lhin odiaba las visitas, tanto o más que ella en compartir clases con otra persona, pero no podía hacer nada. Trato de no ver hacia donde se dirigía, en su lugar balbuceo un poco tratando de retomar la conversación con el Arcano, pero aquellos balbuceos fueron callados con la voz de Lawan que le notificaba algo que ya se había imaginado desde que vio salir a la serpiente del agua, y no iba a mentir lo mucho que le agradaba el saber que quizás su nueva compañera no pudiera llegar hasta aquel lugar.

 

No, nunca me he sentido en peligro cuando de una serpiente se trata. En ese momento sólo era una chiquilla que deseaba tener un amigo con el que jugar, así que… —su historia había sido cortada por una pequeña interrupción por parte del Arcano que había decidido llevarla a otro lugar, un bungalow. Se puso de pie y mientras se sacudía la arena de su ropa comenzó a seguir al hombre que le explicaba acerca de las serpientes que ahí habitaban.

 

Ella era muy consiente que a ningún ser vivo le gustaba que lo molestaran en su hábitat, al menos a ella no le gustaba que fueran a su casa a importunarla, también comprendía que toda relación se debía basar en el respeto y no en la imposición del más fuerte. Al final seres humanos como animales estaban en aquel planeta por una razón que al parecer aun muchos no tenían claro. Al llegar a la puerta del bungalow, vio como Lawan después de abrirla le cedía el paso para que ella ingresará y así lo hizo.

 

El lugar era oscuro, apenas se lograba filtrar por la puerta y algunos huecos un poco de luz de sol por aquel lugar, le gustaba el sitio. Se hubiera sentado en el suelo si no fuera que esperaba a que el arcano ingresara. Pero este había cerrado la puerta, fue entonces que reparo a los ojos amarillos al otro extremo del lugar.

 

Como te decía, ninguna lo es, en especial Wootang que es de muy mal caracter y siempre ha querido probar carne humana, aunque le he dicho que le hará mal a su dieta —dijo Lawan desde el otro lado del Bungalow justo como si supiera que el boa constrictor ya se encontraba frente a ella.

Nymeria respiro profundamente mientras tomaba asiento, no iba a admitir que el chiste de que la carne humana podía hacerle mal a la dieta de la serpiente le había causado un poco de gracia. Pero trato de concentrarse en que quizás era verdad que Wootang deseara tanto probar carne humana como ella entender la razón de que Turi hubiese dejado de hablarle.

Hola Wootang. —sus primeras palabras en dirección a la boa habían sido en su lengua humana, pero mientras más hablaba aquello se iba convirtiendo en un leve siseo.

«Mi nombre es Nymeria»

Estaba segura que aquel reptil no iba a responder a sus palabras, pero curiosamente ella no se sentía en peligro por la presencia de la boa, todo lo contrario, ella sentía como si estuviera cómoda en aquella situación. Por lo que siguió tratando hacerse amiga de Wootang.

«Veo que no te dejan comer lo que quieres, si fuese humana te dejaría comerme, pero siento que puedo hacerte daño. Y no quiero que te enfermes»

Y en lo que ella estaba tratando de ganarse a Wootang, escuchaba como afuera del bungalow llegaba la persona que iba a ser su compañera, reconocía aquella voz, la había escuchado varias veces dentro de la mansión Malfoy, lo que indicaba que Juve iba a ser su compañera en esta habilidad.

«Sabes Wootang, me gustaría ser tu amiga.»

La serpiente comenzó a moverse un poco, no estaba segura si era por sus palabras, o por que algo estaba por ocurrir. Pero su respuesta se había hecho presente cuando el Arcano junto con Juve habían entrado al bungalow. La banshee miro al vietnamita cuando la voz de este se notaba diferente a cuando ella había llegado. ¿Qué había ocurrido allá fuera? se preguntó, pero estaba segura que no deseaba saber la respuesta.

Para cuando el Arcano de Parsel les había dicho que Wootang solo le obedecía a él, eso le había quedado claro, ella no esperaba que la boa presentará sumisión, de hecho, ella nunca se había imaginado que saber la lengua de las serpientes representaría aquello, por su parte deseaba aprender aquella lengua para fortalecer un vínculo que posiblemente se estaba rompiendo.

Lo entiendo señor, perdone si he faltado al respeto a Wootang y a usted mismo. —dijo mientras miraba como la boa se enroscaba en el cuerpo de Juve. Nymería miraba la escena petrificada, pero trato de nueva cuenta comunicarse con Wootang que, aunque la Malfoy era consciente de que no le obedecería esperaba al menos obtener una respuesta por parte de ambos.

«Por favor Wootang, necesito que Lawan me ayude a crear un vínculo tan fuerte como el que ustedes comparten con mi hermosa Turi, una mamba negra.»

No estaba segura si la boa le había entendido, pero el mensaje iba a ser claro para el Vietnamita, ella estaba ahí, queriendo aprender aquella lengua para fortalecer un vínculo con su mejor amiga y no para que el saber Parsel le ayudará a la sumisión de aquella especie.

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Su cuerpo se vio apresado por Wootang, aquella serpiente estaba ejerciendo una presión que estaba poniendo al límite a la rubia. Ella era un hueso demasiado duro de roer, no estaba acostumbrada a ceder ante nadie y mucho menos ante una criatura como esa ─ Mi respeto lo he demostrado, no creo haber proferido alguna mala palabra o mostrado arrogancia excesiva ─ sus palabras no suavizaban la situación y eso comenzó a sacarla un poco de quicio ─ Deseo aprender parsel, no por capricho, sino porque me interesa volver a charla con Ares el basilisco que pertenece a mi padre ─ respondió asintiendo categóricamente. Los recuerdos de su niñez surgieron como una avalancha, interminables charlas con Ares, relatos fantásticos que le transportaban lejos de la mansión Malfoy.

 

Cada uno de los siseos revelaba un nuevo secreto, aunado a la presión que sentía en su cuerpo ─ Todo lo que he dicho y contado es verdad, no mentí en mi intención de aprender Parsel, ya lo dije antes no por capricho, sino porque me interesa tener una conexión y un lazo eterno con las serpientes, comprender a fondo lo que desean transmitir y aprender a tratarlas como iguales. Nunca las he visto como seres inferiores o insectos que deben ser minimizados, sino como iguales y muchas veces superiores. Ellas comprenden mejor que un humano el valor de la vida, quizás valoran más la magia que existe en ellas que el mismo hechicero que la genera y la posee ─ asintió sintiendo como Wootang, le miraba con sus ojos, pero no aminoraba la presión sobre ella. ¿Qué esperaba que hiciera, suplicar?, no estaba en posición de ponerse altiva y lo comprendía a la perfección.

 

El brillo que brotaba de sus orbes azul oscuro, comenzaba a tornarse amenazador, pero no contra la serpiente y menos contra el Arcano. Sino contra ella misma, apaciguando poco a poco el dolor que laceraba su anatomía, imaginaba el pesar de cada una de esas criaturas, sometidas al desprecio de los que no comprendían su lenguaje y las trataban como simples mascotas que solo eran capaces de arrastrarse y comer roedores sin hartarse ─ Cada uno tiene un esqueleto dentro de su armario, pero no debe permitir que este controle su vida o sus emociones ─ se repitió mentalmente ─ Solo deseo ser tan sabio como usted, aunque no creo alcanzar el poder que posee, pero intentare ser diestra en el arte de hablar parsel y comunicarme de forma correcta con ellas ─ señalo con la mirada a sus compañeras de clase.

 

Todos los seres vivientes se merecían respeto y ellas no serían la excepción, lamentaba su comportamiento al presentarse ante el arcano. Pocas veces admitía que era descabezada y prepotente, pero que más daba dentro de un mundo, donde los que le rodean a uno se creen mejores aunque no lo sean y lo obligan a comportarse del mismo modo descarriado y atroz.

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Wootang era una boa poco conversadora y rara vez decía algo en presencia de extraños y más cuando estos invadían su morada y hacían molestar a Lawan. Sin embargo, pese que Nymería se había ofrecido para ser su comida, sabía que no la dejarían probar a la muchacha, pero eso no quería decir que no se pudiera divertir con ella; a Wootang le encantaba deshacerse de las visitas inesperadas. La presencia de la siguiente bruja no hizo más que alterarla, porque ahora no sólo debía lídiar con una tentación, sino con dos. A veces se preguntaba si el Arcano lo hacía por diversión o para probar su autocontrol, pero mientras lo decidía su pesado cuerpo seguía aprisionando a Juve sin siquiera detenerse a medir su propia fuerza.

Afuera, un vampiro con aspecto desinteresado y aburrido escuchaba detenidamente todo lo que pasaba en el interior del Bungalow, preguntándose si los argumentos de ambas mujeres lograrían convencer a Wootang de dejarlas salir con vida, porque sólo así podrían continuar con su aprendizaje, de lo contrario tendría que verse en la obligación de mentir a los Directores de la Universidad y asegurar que ninguna de ellas se había presentado ante él. La sola idea lo hizo dudar por algo más que un segundo, movió la cabeza de lado a lado y una pequeña sonrisa apareció, seguida de una voz grave completamente ajena a la suya.

«Así que ambas desean aprender párserl simplemente por querer comunicarse con sus serpientes...»

Aquello no era una pregunta, sino una afirmación.

«¿Es realmente tan grande su necesidad de querer ser escuchadas por nuestra especie?»

La boa fue aflojando un poco el cuerpo de Juve hasta soltarlo por completo, rápidamente se desplazó delante de ellas con la mitad del cuerpo y las miró fijamente a cada una con sus refinados ojos amarillos.

«Los humanos o las personas tienen una idea equivocada de nosotras las serpientes y toda criatura en general. Creen que estamos a su merced y a veces somos consideradas poco confiables. Yo sólo les puedo decir que dependiendo de la calidad del humano, así responderemos. Si decidimos hablar, lo haremos y sólo si llama particularmente nuestra atención»

La puerta automáticamente se abrió, revelando al Arcano que seguía con una sonrisa producto de un chiste muy bueno, pero que se borró al ver a las brujas. El viejo avanzó hacia el interior del Bungalow para reunirse con ellas y se sentó en una silla para meditar en eterno silencio. Si Wootang las había dejado ir, era porque había visto o sentido algo que le hizo cambiar de parecer con respecto a comerlas o matarlas. La temible boa que seguía luciendo amenazante se arrastró hacia Lawan, quién instintivamente acarició su cabeza como si se tratara de un inofensivo animal.

— Aún tienen mucho por aprender, pero al menos ya han conocido lo que es lidiar con el temperamento de una serpiente, pero sobretodo han aprendido una valiosa lección respecto a ganarse algo a creer merecerlo por el simple hecho de existir. Sus motivos suavizaron a Wootang y por ende a mí también, lo que quiere decir que les daré una oportunidad, pero antes... ¡Hora de la comida! —las cientos de serpientes que se escondían por cada rincón del Bungalow, incluso las de afuera, sisearon todas a la vez que fue imposible descifrar lo que cada una decía

«¿Donde están Hyuna y Symmetra?»

— No me extraña, seguramente deben estar envueltas en algún árbol y si no comen ahora no podrán dormirse luego —. La manera en cómo Lawan se refería a sus serpientes lo hacía ver como un padre y de cierto así se sentía, él era responsable de lo que les pasara y era una responsabilidad que disfrutaba.

— Ustedes dos —dijo refiriéndose a Juve y a Nymería, recordando su existencia —Necesito que busquen a Huyna y Symmetra, deben estar en algún árbol cazando alguna presa o durmiendo. Si no vienen ahora las demás se robarán su comida y no puedo dejar que eso pase. Ahora, deberán convencerlas de que vengan y cuando lo hagan deberán alimentarlas, pero claro, primero deben convencerlas —mientras hablaba Lawan sacó un recipiente enorme en donde prepararía la Sopa Phở, un plato típico de su tierra.

 

— Les aconsejo ir pensando en algo en lo que van y vienen, no me den la respuesta ahora, sino hasta que se vayan —él nunca les dijo si ellas también estaban invitadas a comer y dadas sus palabras su intenciones eran otras —. Quiero que piensen en lo siguiente... ¿Están preparadas para tomar la prueba de Pársel? Si su respuesta es afirmativa, las espero mañana con su seriente favorita y no, no pueden traer a los basiliscos —aclaró —Y otra pequeña tarea. Quiero que esta noche descubran cual es la comida favorita de sus serpientes y que éstas les cuenten una historia, si es graciosa muchísimo mejor, me encantaría escucharla —. Sus ''tareas'' podrían parecer algo descabelladas o sin sentido, pero si lograba que ambas brujas establecieran ese tipo de conexión tan íntima con las criaturas, en caso de presentarse a la prueba iban a estar más preparadas.

 

— Ahora vayan, se les está haciendo tarde y yo aun tengo muchas cosas por hacer —gruñó el anciano mientras agregaba un paquete de fideos tras otro a su receta.

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