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Hablantes de Parsel


Lawan Nguyen Thanh
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¡En vaya lío me había metido! Y yo que sólo quería perdurar la pelea-persecución-velasnegras que mantenía con Amya por el "affaire Babila"... No había contado que tanto los Uzza como los Arcanos eran seres que estaban a otra altura, lejos de la humana... Tampoco había contado que tanto mi hermana y yo, dentro del margen de los humanos, también rozábamos la línea fina de la cordura-locura, por lo que no éramos tan comprendidas, más bien malinterpretadas y consideradas conflictivas, cuando en realidad éramos unos angelitos...

 

En fin... Que el Arcano parecía tenerla contra nosotras dos y tuve (¿tuvimos?, eso esperaba, porque cuando Amya empieza a sacarme el genio, yo pierdo la prudencia) que calmar mis nervios para poder hacer la tarea que nos había mandado el Arcano Taiwán. ¿Era así? Es que con los nervios se me confunden los nombres del otro lado oriental... Mejor el Arcano, así no me confundo.

 

Pues eso, me rasqué la cabeza, soporté la cara de mala leche de Amya, sin comprender porqué no me hablaba, con lo cotorra que solía ser, que no se callaba ni bajo el agua... Miré a la serpiente...

 

-- Menos mal que tu Jefe el Arcano ha dicho que no quiere que ninguna de vosotras salga lastimada... Ha hecho bien en recalcar eso porque no sé si sabes quien soy yo... Esto... Serpiente.... Soy la Gran Sagitas. ¿Has oído hablar de mí?

 

Si lo había hecho, no me lo dijo. Yo creo que sus ojos de serpiente se hacían cada vez más fina en esa rayita negra, sin saber si eso era bueno o malo. Pero hablarme, ni pío, mejor dicho, ni ssssssshhhhh...

 

-- Procuraré no hacerte daño, ¿vale? -- me senté en el suelo, para estar a su altura (y para evitar que mis pies se pusieran en movimiento y huyeras solos, además de que me temblaban las rodillas como gelatina en pleno terremoto) y así poder tener un contacto visual que suponía era lo mejor para empezar con buen pie. -- Tu Jefe ha dicho que nos ganemos la confianza... Hum...

 

Me puse la mano en la barbilla, para pensar. ¿Cómo se gana la confianza de una serpiente para que te hable?

 

-- En el Circo engatusamos a los animales con comida. ¿Qué comes? ¿Hierbajos como las ovejas? ¿Insectos como las largartijas? ¿Carne? Espero que no sean humanos como los cocodrilos... Si tuviera algún ratoncito...

 

Pero después pensé en un dulce ratoncito tierno y supe que no, que como mucho, iba a invitar a la serpiente a golosinas.

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........ Se sentó a un lado de la serpiente sin encararla. Aún le restaba mucho del mal-humor inicial como para empezar cualquier plática ¿amistosa?

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Literalmente comenzó a lamerse las muñecas todas magulladas por el salvaje del arcano ése y su poca delicadeza con la plebe tratando de superarse (?) ; «Si claro, abusones todos ... mejor me hubiese ido comprando una culebra imparcial que me enseñara ésto y luego hacer como con los Conocimientos ; solo presentarme a que me firmen mi Cartón Universitario de que sé y listo ...», todavía berrinchaba ella ¡mentalmente! así que tampoco aleguen que le leen los pensamientos y las intensiones, xDDD.

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............... Por fortuna, ella es una bruja de precauciones (?). Contaba entre sus pertenencias, con mas de una varita y por supuesto, nunca dirían cuantas en realidad traía y que mas llevaba consigo (y no me vengan que con mas tontos Accio´s también le quitarán hasta los calzones que todos saben muy bien que nunca lleva)

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No usó magia. No se sentía para nada amenazada. Además, pensando en que como siempre "todo el mundo" podría mal interpretar su actuar y tacharla de pretensiones malévolas de buenas a primeras como si los objetos solo pudieran emplearse como viles armas ... era mejor solo "hablar" ; si es que se le ocurría algo que decirle a la bicha.

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.... Y nada. De qué podía conversársele a un animal que tampoco quiere al parecer nada con uno, y por el contrario, mas bien, lo hace en obligación de Merlín sabe qué pimentones.

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- Yo me llamo Amya_An. Soy bruja ... humana.

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......... Dijo seria pues al parecer hasta la mención de su nombre podría ofender, aunque titubeó en éso último pues mágico no era exclusivo a solo ¿humanos?

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Si intentaba sobornarle seguro que se ofendía. Si procuraba caerle en gracia, se la engullía. Obligarle ni soñarlo, quizás pudiese destripar a ésa pero no se salvaría de toda la maraña culebril que inundaba todo el sitio aquel. No ... pero, cómo hallar ese punto medio en donde la bicha consintiese llevarla con aquella otra culebra de agua a la que había que hacer que le escupiese intimidades como si ella hubiese pagado por hacer de psiquiatra-veterinario, xDDD.

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.... Empezó a inquietarse pues agudizar cualquier sentido llevaba su tiempo. No era un switch semi-automático. No le había tenido paciencia a lo de la Videncia y ya le tenía toda clase de contras al Pársel ; «Solo espero no haber tirado al vater mis galeones ...», se decía impacientándose pues ni con otros humanos conseguía ser muy comunicativa que digamos, así que no iba nada segura de cómo se iría a ganar algo de las serpientes ésas.

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- Mira, no tenemos que terminar siendo los mejores amigos. Tú tienes tus motivaciones, yo tengo las mías ... no tengo nada en realidad en contra de Uds., incluído tu amigo humano ...

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........ Procuró negociar sin ejercer presión alguna. Habló como si estuviese haciéndolo con otro humano.

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- El objetivo de esta tortuosa y aberrante plática (ya que ella aún se dirigía a la bicha en humano, ó al menos éso era lo que la bruja sentía que hacía) es que te convenza a conducirme con el siguiente. La cuestión es muy simple ; ¿qué es lo que me impondrás para tales efectos?

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............. Ella se mostró muy directa y sin rodeos, si éso también le terminaba ofendiendo a la culebra pos a la adleriana ya no le quedaba de otras que ponerse el traje Hawaiano y bailar Hula.

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Por fin Tauro podía dejar de entretenerse con aquellas dos brujas, pues Amya, quién había visto desmayada desde su llegada, por fin había despertado. Esperó a que Lawan le diera alguna que otra instrucción, pero nunca pasó, parecía más entretenido en seguir contando los granos de arroz, así que lo miró de mala gana y le prestó más atención a la serpiente frente a ella que no dejaba de mirarla de forma maliciosa. Fue allí cuando se sumió en una intensa meditación que si no se apuraba, lo próximo que vería serían los colmillos de la serpiente clavándose en su cuello.

 

En medio de su meditación buscó algún rincón de su mente vacío, que lo relacionaba a una habitación muy blanca sin puertas ni ventanas, simplemente con las cuatro paredes. Pasaron apenas unos pocos segundos para que Huyna apareciera también allí. En esa visión, la serpiente hablaba el idioma humano y no lucía para nada sorprendida. Pese a que no emitió ningún sonido real, de repente supo lo que tenía qué hacer y lo comprendió. Debía tratarla mínimamente como su igual, nunca como un ser inferior y tampoco ponerla en un pedestal o se podría aprovechar y no tomarla en serio. Sólo en ese momento abrió los ojos.

 

— Mi nombre es Tauro, mucho gusto —la serpiente de su visión podía entender perfectamente su idioma y confiaba en que la real también lo hiciera, o que por lo menos leyera sus intenciones. La bruja se agachó apoyando una rodilla sobre el suelo, manteniendo una distancia prudente entre ambas tratando de no invadir su espacio personal. Mantuvo la mirada en los ojos del animal por apenas unos segundos, sin arriesgarse a inclinar mucho la cabeza para enseñarle la nuca o pensaría que se estaba ofreciendo como carnada. El Arcano había dicho que era algo similar a los Hipogrifos, pero nunca dijo que igual.

 

— Mi nombre es Tauro —lo intentó una vez más, pero de nuevo había hablado en su idioma normal. Lo único que había conseguido hasta ahora consistía en llamar la atención de la serpiente, que tuviera un mínimo interés en ella como para no alejarse y volver hacia su dueño.

 

Se concentró, pensó de nuevo en la habitación blanca de su mente y sintió calma.

 

«Huyna»

 

Un apenas audible silbido salió de sus labios al pronunciar su nombre, la serpiente se levantó hasta la mitad y Tauro la imitó. ¡Había logrado decir su nombre! Su primera palabra en Pársel y no podía sentirse más orgullosa.

 

«Soy Tauro»

 

La clave era no perder la concentración.

 

«Lo sé»

 

No sabía que estaba esperando realmente. Su voz... su sonido... eran como cuchillas afiladas, llenas de veneno, que te cortaban suavemente, para que apenas lo sintieras, pero aún así te estaba haciendo daño.

 

«¿Qué quieres?»

 

Su esfuerzo era tal que en ese momento sintió cómo la conexión establecida se cortó. Tenía que volver a intentarlo. Suspiró.

 

Tauro se permitió cerrar los ojos por cinco segundos para volver al único lugar donde encontraba seguridad, uno que nada tenía que ver con la situación de peligro que hizo que hablara en Pársel la única vez.

 

«Necesito ir al río» Eran pocas las palabras que podía decir en su idioma, por eso se aseguraba de elegir las más urgentes e importantes con tal de hacerse entender, pero luego añadió: «Por favor».

 

Hyuna no se inmutó, no emitió ningún sonido, no dijo nada, simplemente se quedó allí y volvió a enroscarse.

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Estaba completamente perdida. El Taiwan ese quería enseñarnos la Habilidad de Hablar Parsel pero no se había dignado darnos un diccionario "serpientoso-castellano y viceversa" para poder tener una base. Vamos... Que en todos los idiomas que había aprendido en la Academia pasada, siempre habíamos empezado por el alfabeto y como se pronunciaba (como el Alemán, el élfico, el Braille, el Rúnico, el duendigonza, el Sirenio y algunos más que ya no recordaba, ah, sí, el Balleno). Sin embargo, este Arcano nos dejaba a merced de sus serpientes y él comía arroz. ¡Qué ganas de sentarme a su lado y robarle algunos granos! Me había entrado hambre...

 

Pero como seguro que si lo hacía acabaría con veneno de serpiente en el torrente sanguíneo, deje que mis tripas rugieran y las imité, moviendo la mano con un gesto algo cómico encima de mi barriga.

 

-- Broooougggg... Mis tripas...

 

Quedé callada y quieta por un momento. La serpiente había abierto los ojos levemente y había hecho un movimiento de entendimiento. La miré fijamente, ella me miró fijamente, nos miramos fijamente...

 

-- ¿Me entendiste? Era el sonido de mis tripas porque me dio hambre. ¿Tú tienes hambre?

 

Vamos, no soy muy buena en leer la expresión de los ofidios pero estoy segura que aquella serpiente me miraba a mis orbes marrones como si me analizara. Sacó la lengua y la imité, aunque he de reconocer que la mía es más bonita que la suya. No se lo dije, por supuesto. Sólo esperé a que se moviera y repetí lo que hacía, aunque en este caso ella movió la punta de la cola y, como yo no tengo, me quité el zapato y moví la punta de los pies.

 

-- Eres una payasa.

 

-- Oh, ya lo sé -- contesté. -- Tengo un Circo muy chulo, allá hago de payasa y de funambulista. ¿Y tú? ¿Qué...?

 

Me puse las dos manos en la boca, con los ojos abiertos por la sorpresa.

 

-- ¿Me has hablado?

 

La serpiente movió la cabeza de forma afirmativa.

 

-- ¿Te he hablado? -- le volví a preguntar, sin quitar las manos de la boca. Así que aquí se demuestra que los ofidios no son sordos como sugieren algunos, aunque no tengan orejas, pues volvió a decir que sí. -- ¡Dioses! Esto es increíble... He hablado Parsel. ¿Cómo he hablado Parsel?

 

La serpiente negó con la cabeza y después volvió a enrollarse en el suelo, cerrando los ojos. Fruncí el ceño y me saqué las dos manos de la cara. Me agaché a su altura, aunque para eso tuve que tumbarme casi a ras de tierra.

 

-- Oye, no me ignores.

 

La serpiente permaneció muda durante un rato y después se dignó a levantar la cabeza y a responderme.

 

-- Hablas Parsel cuando no lo piensas. Si te excitas, vuelves a hablar humano. Menos mal que yo lo entiendo, pero eso no te servirá con el resto de mi especie. Así que sólo te haré caso cuando uses el Parsel.

 

O.Ô

 

Así que hablaba parsel cuando estaba distraída... Distraerse es fácil pero... intentar distraerse para hablar parsel no lo es, porque piensas en que has de pensar en parsel y hablarlo y entonces te concentras y no te distraes...

 

-- Hum... -- me senté y me crucé de brazos. Podía intentar relajarme, ¡maldito Arcano, bien podría hacerle un Imperio al bicho y así acabar de una vez!, aunque seguramente ni recordaría como se hacía ese hechizo. A veces recordaba nombres de hechizos pero no sabía hacerlos, como si en algún momento lo hubiera sabido y lo hubiera recordado de golpe. Otras sólo eran como ecos de palabras inexistentes que no tenían contenido... Y sabía que un Oppugno le haría cosquillas a aquella cacho serpiente, así que mejor ni intentarlo. -- ¡Puffff! -- solté, enfadada porque no sabía cómo hacerlo.

 

-- Por fin entiendes que no es fácil... -- la serpiente había levantado la cabeza y había siseado unas palabras de ¿consuelo?

 

-- No. No lo es -- reconocí, tomando un palito del suelo y haciendo circulitos en él, para calmar mi frustración. Aunque mi idea era tirárselo al Taiwan que ni invitaba y mis tripas seguían rugiendo, decidí que era mejor no provocar al Arcano. Las serpientes eran más civilizadas que él, al menos nos entendíamos sin llegar a las manos (o a los colmillos).

 

-- ¡Por fin! Un acto de humildad al reconocer tus propias carencias. Un buen primer paso.

 

La serpiente se irguió y ¿sonrió? O eso o es que pensaba en morderme la nariz.

 

-- Te escucho, mientras observes respeto hacia mi especie y tus limitaciones como humana, te escucho. No te obedezco, pero al menos has conseguido mi atención. No soy fácil, sólo te ayudaré si me sigues sorprendiendo con tus pequeños, leves, avances.

 

¡Maldito bicho! Encima había de ser yo la servil. De verdad... ¿Un Oppungo no serviría con ellos?

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Le estaba comiendo la cabeza intentar una conversación con aquella serpiente y pese a ser una persona muy paciente, estaba empezando a perderla, pero lo que más la molestaba era que no podía hacer nada más, no podía obligarla, ni forzarla, ya que al final la que perdería sería ella y además un no rotundo por parte del Arcano que jamás la dejaría ser su pupila ni en unos cien mil años. Tauro se quedó largo rato observando a Huyna que parecía haberse quedado dormida, o dormido, «¿cómo se reconoce el sexo de una serpiente?», pensó, pero no era momento para centrarse en pequeñeces. Siguió mirándola un poco más, recordando su encuentro cercano con el basilisco, tratando de reflejarlo en la criatura que la ignoraba.

 

En ese momento, además de sentir un profundo pánico porque el gigante la devorara, Tauro había abierto una puerta en su mente que le permitió hacer uso del idioma, así que podría decirse que en algún rincón de su cabeza, por algunas generaciones de su familia el don hubiese pasado hasta llegar a ella. No era tan descabellado, casi todas las familias de brujas y magos terminaban emparentados y más tratándose de los Mortífagos, pero por otro lado los Crouchs eran conocidos por la cantidad de idiomas que hablaban y aunque no lo supiera debido a lo mal que se tomaban a las personas que hablaban pársel, lo más probable era que Barty Crouch también lo hablara.

 

Ahora entendía por qué la habitación blanca sin puertas ni ventanas, su tarea era conseguir una puerta en medio de esa habitación que le ayudara a destapar su habilidad, así que volvió allí, a lo más profundo de su mente donde no albergaba ningún pensamiento y buscó la puerta. Fue un proceso difícil, pero al final la encontró, aunque le costaba todavía mucho mantenerla abierta, pero le sirvió para comunicarse con la serpiente.

 

«Huyna, despierta, es hora de irnos», dijo en pársel.

 

La serpiente, sorprendida, se desenroscó y dejó de fingir que estaba dormida. La miró, retadora, pero al ver que Tauro no retrocedió y estaba muy decidida se le acercó.

 

«Me preguntaba cuánto tiempo más tardarías, estaba pensando a aburrirme».

 

La peli-azul le sonrió, agradecida de que hubiese funcionado.

 

«No sé por cuánto más tiempo pueda hacerlo, pero necesito ir a ese río y sólo tú puedes ayudarme, nadie más».

 

Parte de su estrategia era hacerla sentir importante, como que ella tenía el control sin dejar espacio para que pudiera aprovecharse de la situación. Su anillo de las bestias le pedía a gritos ser utilizado, pero emplearlo bajo esas circunstancias sería considerado una total falta de respeto.

 

«Está bien, trata de no perderte».

 

Los ojos le brillaron. Lo estaba logrando.

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La idea del Oppugno aún me rondaba la mente pero sentí una sonrisita irónica. Miré a los lados y comprobé que Tau no era; tampoco había sido Amya, así que miré a la serpiente que se suponía que tenía que convencer y me quedé helada al ver que aquel sonido salía de su boca colmillosa. Tragué saliva e intenté sonreír, sin poder del todo.

 

-- ¿Las...? ¿Las serpientes os reís?

 

La risa fue un poco más fuerte. Ahora que la oía bien, muy siseante...

 

-- ¿Me leíste la mente? -- le pregunté.

 

La serpiente elevó la cabeza y sacó su lengua, antes de denegar mi pregunta.

 

-- No, mujer payasa. Pero tu cara reflejó incluso más de lo que dijo tu lengua. No sé lo que era el nombre que usaste pero entendí que pretendías obligarme a algo.

 

Puse cara de circunstancia, sospecha y enfado porque aquel bicho me creyera capaz de tal cosa.

 

-- ¿Yo...? No, ¡qué va! En realidad pensaba.... ¿lo dije en voz alta? -- Demonios, debería cuidar un poco más mi mente. -- Quiero decir... Necesito pedirte un favor y no sé cómo conseguirlo.

 

La serpiente volvió a agachar su cabeza y la hizo descansar sobre su cuerpo enroscado. Había algo atrapado entre sus anillos. Me pareció ver un hocico húmedo y torcí la vista hacia otro lado.

 

-- Bueno... Si te la comes, te concedo ese favor que quieres.

 

-- ¿Lo qué...?

 

La serpiente había aflojado un poco y pude ver una especie de ¿topo? que luchaba por escapar. Miré de reojo a Amya, quien parecía dialogar con su serpiente. Juro que escondí la sonrisa pícara que se dibujaba en mi rostro antes de contestar:

 

-- ¿Eso? Yo soy vegetariana pero te aconsejo que te lo comas pronto. He sentido como mi hermana Amya_An le decía a su serpiente que intentara comérselo. No la juzgues mal, no es por ti. Es por mí. Tenemos una pelea común y es una forma de chincharme. Esa mujer es una insensata, no cuida las consecuencias de sus actos.

 

Y miré hacia arriba, contemplando una inexistente nube que cruzaba el cielo mientras esperaba.

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Por qué siempre le tocaban los bichos "hoscos"?

 

Bueno, además que ella de por sí es huraña ... por qué no le tocaba gente mas loca? ó al menos que no quisiese destriparle solo por el hecho de ser chusca (?)

 

- Ok, de acuerdo, de acuerdo ... nos soportamos lo mismo. Al menos en éso vamos en acuerdo ...

 

Dijo ya casi dándose por vencida. Si la culebra no iba a darle direcciones, ella solita se las procuraría aunque ello significase un par de mordidas en las pompis ... total, iba segura que su manis la resucitaría solo por el gusto de matarla con sus propias manos (!)

 

Su manis ... por dónde iba la condenada peli-violeta?

 

Y casualmente, levantó la cara y allí estaba "esa bruja-payasa" (dicho con amor de hermanas), mirando hacia donde ella y muy cerca, la otra culebra.

 

- Algo se trama ...

 

Dijo la adleriana y para su sorpresa, algo susurró tan próxima a Amya_An que ésta creyó que había sido por dentro de su cabeza (?)

 

- Eh? qué?

 

Dijo con incredulidad, estupidi-facta, muy sorprendida, mirando con mucho asombro a todo su alrededor.

 

«Te dije "cuidado" ...»

 

Se fue a mirar las patas pues creyó que la advertencia provenía de un descuido suyo y que boba, sin proponérselo, por poco y le pisaba la cola al bicho causando su propia muerte accidental.

 

El corazón se le salía del cuerpo. Ni idea si era por la sospecha ésa, porque al fin se había dignado a hablarle, ó era la ansiedad de no saber cómo reaccionar exactamente, que de su proceder se le iba la vida.

 

- Que ... que ... que me cuide de ... el qué?

 

Balbuceó con real terror, pues a como iba el cuento, hasta por estornudar la mordían (¡?)

 

«Symmetra ...»

 

¿Y qué calabazas era "Symmetra"?

 

- Sy.... symeme ... syme ... ¿pipeta?

 

No, no era chiste. La Adler es pésima con los nombres!!!

 

«Symmetra ...»

 

Volvió a decirle la serpiente, esta vez, volviéndose hacia la culebra de su hermana. La bruja miró hacia allá y en serio, parecía que la peli-violeta la azuzaba.

 

- Ah no ... éso es trampa ...

 

Amya_An en verdad olvidaba que trataba con un peligrosísimo bicho (el ofidio "suyo", no su mana, ¿?) . Siseó ... la culebra sin nombre que le había tocado, no la bruja.

 

Tragó saliva ; «A falta de una ... otra mas con una peli-violeta por detrás ...», pensó y qué bueno que nadie le escuchaba los pensamientos entreverados.

 

Por instinto, sacó la varita sin cuidarse de una y otra culebra, pues su atención estaba solo en Sagitas. Quizás "la suya" (culebra), intuyó que la cosa no era con ella sinó con la humana de cabellos chistosos y como al parecer, tampoco le caía en gracia aquella dichosa "Symmetra" pos ... el enemigo de tu enemigo, no será tu amigo pero puede ser un especie de ¿aliado?

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Sin poder creer que había logrado mantener una conversación ''decente'' con la serpiente, Tauro la siguió en completo silencio, esperando que la próxima vez que hablaran pudiera decir más de cinco palabras. La serpiente se movía con sigilo y muy rápido, como si fuese su intención perderla. Sus pasos se volvieron más rápido al punto de tener que trotar mientras se metían en medio de los árboles, tropezando con una que otra piedra mal ubicada de la cual Hyuna se aprovechaba, hasta que finalmente la perdió.

— ¡No puede ser! —dijo esta vez en voz alta pateando el suelo. Lo que ella no sabía es que la estaban observando desde la rama de un árbol — No me hagas esto, vamos, necesito llegar al río —por más que insistiera Hyuna no acudiría a su llamado, no si le seguía hablando en su propio idioma.

«¿Podríamos dejar el tema de las escondidas para otro día?», siseó molesta. De nuevo otra emoción activaba su lenguaje en pársel.

«Y yo que creía que creía que los humanos tenían buen sentido del humor».

La voz le llegó de algún lugar escondido, casi que como del cielo, pero las serpientes no volaban. Tauro buscó y buscó hasta que dio con la rama del árbol con la cual pretendía camuflarse.

«Lo tenemos, si quieres te invito a uno de mis shows».

A la serpiente parecía divertirle ponerle de mal humor y quién dijera que estas no eran capaces de reír, estaba muy equivocado.

«Vas a tener seguir derecho y doblar hacia la derecha, allí encontrarás el río, pero cuidado, hay ciertas plantas venenosas de las que deberás cuidarte». Ni se tomó la molestia de decirle cuales, lo cual era un problema pues ahí todo lucía exactamente igual, sin embargo, hizo lo que le dijo. ¿Qué más podía perder?

Siguiendo las instrucciones, Tauro avanzó un par de metros más, intentando que nada la rozara, pero iba tan pendiente del suelo que se olvidó de las hojas que caían por el movimiento del viento y no fue hasta que sintió que las vías respiratorias se estaban tapando que se dio cuenta de que estaba envenenada. Sin pensárselo dos veces, activó el anillo anti-veneno y corrió hasta encontrar el camino hacia la derecha y tal como le había dicho la serpiente allí estaba el río.

«¿Y ahora qué?». Pensó «¿Debo meter allí la cabeza?»,

«Es exactamente eso lo que tienes que hacer». Respondió Hyuna, haciendo que se sobresaltara. Su eterno silencio a veces la hacía pensar que estaba sola.

A decir verdad la idea no le parecía tan mala después de todo, tenía calor y le apetecía demasiado mojarse la cara, pero ahora que sabía que dentro del río habían serpientes, tenía miedo que alguna le mordiera la cara ni bien terminara de meterla.

«¿No hay otro modo?». La serpiente negó con la cabeza.

¡Fantástico! Ahora tendría que aprender a hablar pársel debajo del agua. Echó una última mirada a su pequeña ''amiga'' y literal, se lanzó de cabeza al agua. Para su sorpresa no encontró a nadie allí y cuando intentó abrir la boca para decir algo, únicamente le salieron burbujas y eso le dio una idea. Rápidamente pensó en un Casco-Burbuja, lo que creó una burbuja mágica alrededor de su cabeza que le permitía respirar y hablar debajo del agua.

«¿Hola?». No se le ocurrió otra cosa mejor que decir. Sintió que alguien entraba también al agua y al girar la cabeza se dio cuenta de que se trataba de Hyuna. ¿Acaso sabía nadar? «Huyna, ¿podrías llamar a alguna de tus amigas?». Sin darse cuenta le había tomado cariño a la serpiente a pesar de sus trabas y su poca ayuda, pero en esa ocasión si lo hizo.

«Linh, hay alguien que quiere hablarte», la escuchó decir. El agua empezó a moverse nuevamente y Tauro vio que algo brillante se acercaba. A medida que su visión se hacía más clara, observaba mejor el precioso animal, largo, con rayas plateadas y negras que no dejaban de mostrar su brillo. Aunque en ese momento no lo supiera, se trataba de una Laticauda colubrina, un tipo de serpiente marina común de las aguas tropicales, abundantes en Filipinas y principal objetivo de los pescadores. Sabía que Lawan debía tener miles de especies traídas de varias partes del mundo -más bien lo sospechaba- pero jamás creyó que fuese verdad.

 

«Soy Tauro, estoy aquí por el Arcano Lawan que nos pidió venir a hablar con alguna de ustedes. ¿Puedo preguntar de donde eres?».

 

La nueva serpiente la evaluó por largos minutos, hasta que le respondió.

 

«Lawan me rescató de unos pescadores que me querían para la cena».

 

«Oh, vaya, lo siento». No sabía qué decir, ni mucho menos cómo pedirle el siguiente favor «¿Te importaría venir con nosotros? Seguramente Lawan estará encantado de verte». No podía saber con exactitud si la serpiente se había ofendido o alegrado con la noticia, pero ya se había dado la vuelta para una vez más dejarla hablando sola. ¿Sería una costumbre de ellas? Se apresuró a añadir: «Hay más personas que les encantaría saber tu historia, incluso a mí». Hyuna sacó la cabeza del agua y supo que su plan había dado éxito.

 

«No me gusta salir del agua y no me pienso arrastrar por este sucio suelo».

 

«No te preocupes, te puedo llevar hasta allá enrollada en mis brazos y me aseguraré de que te mantengas hidratada».

 

La bruja sacó también la cabeza del agua y estiró el brazo esperando a que Linh se enrollara, luego le aplicó un Casco-Burbuja diminuto que cubrió su cabeza y parte de su cuerpo; de igual manera le ofreció el otro brazo a Hyuna, para que no se sintiera ofendida.

 

El camino de regreso estuvo tranquilo y Tauro podía escuchar lo que ambas serpientes conversaban, más que todo historias sobre el Arcano Lawan, dejando en claro hacia quién iba su devoción y su aprecio.

 

— Arcano Lawan —susurró. «He cumplido con mi misión» añadió en pársel.

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Lawan no podía dejar de observar por el rabillo del ojo lo que hacían sus pupilas mientras disimulaba un exagerado interés por el recipiente vacío. Sabía que no sería difícil para ninguna de ellas lograrlo en el primer intento, pero verlas esforzarse tanto era algo que lo entretenía, por eso cuando la desmayada por fin despertó, no dudó en mandar su tercera serpiente hacia ella, llamada Chong Duy. Al menos así había encontrado una forma de hacerlas callar, tal como a un niño, dándoles un juguete con el cual entretenerse por las próximas 2 horas hasta que se hubiesen cansado y marchado a dormir.

 

Ninguna de sus serpientes cederían tan fácilmente, no si no veían que de verdad se esforzaban, que las respetaban y entendían que no eran sus esclavas y a diferencia de los juguetes para niños, ellas podían morder y envenenar en un santiamén.

 

— SI se siguen tardando no podrán encontrar a ninguna serpiente del río, ellas suelen ocultarse junto con el sol, así que apresúrense —para ese momento habían hecho un gran avance todas y tan sólo una de ellas, la de cabello azul, partió luego de que les diera la advertencia. Cuando el resto se hubo marchado, Wootang se acercó a Lawan y le susurró algo al oído.

 

«Ya pronto estarán listas, mi querida Wootang y la tranquilidad volverá a nuestra morada. No me gusta que nos molesten, pero debíamos venir aquí. Quizás hasta les haga un favor y dejen de ser simples personas que vienen a robar el aire de la naturaleza».

 

Ahora que estaban solos podía hablar con mucha tranquilidad, era el único modo de que no los escucharan.

 

— Por fin veo que han regresado. Con lo oscuro que está no nos dará tiempo para seguir con la clase, por lo que las esperaré mañana por la mañana, pero antes, quiero que me digan que aprendieron y qué les enseñó todo esto. Mañana hablaremos de lo que les han contado estas pequeñitas.

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La mirada bajó del cielo para posarse en el movimiento de mi hermana que había detectado de refilón. No me gustó nada que tomara la varita entre sus dedos y, por instinto, busqué la mía con la mano. Sin embargo, me lo pensé dos veces antes de amenazarla. La serpiente que me había tocado (los dioses me libren de insinuar que era mi serpiente, porque me mordía, pues menudo genio que tenía el bicho, peor que el del Arcano) levantó la cola y juro que vibró en una amenaza bien clara.

 

Levanté las dos manos el alta, como si estuviera delante de un atracador, enseñándole las palmas.

 

-- Era una broma, muj... hom... serpientilla -- ¡pero si era una serpientona! -- Amya es... ejem... buena.

 

Para mi sorpresa, la serpiente elevó la cabeza y la acercó a mi nariz apenas a un dedo de distancia. Puse los ojos bizcos para intentar seguir sus movimientos.

 

-- ¿Has dicho buena o que está buena? ¿Quieres que me la coma?

 

Habíamos hablado en parsel y sonreí. Aún tenía fallitos pequeños pero ¡me entendía! Intenté escapar a la tentación de azuzar a la serpiente hacia mi hermana. ¿Qué diría mi hermano si se quedaba viudo? ¿Se encargaría él de los niños o me endosaría a mí a los ocho bebés, cuatro humanos, cuatro caninos? Mantuve la mirada (bizca) a pesar del dolor que me generaba y me negué a ello (no diré si fue la idea de tantos bebés en casa o si fue que, en el fondo, quiero a mi hermana)

 

-- Nono, quiero decir que es buena persona. No te la comas. Es todo huesos y capaz que alguno se te atraganta y encima el Arcano se enfada conmigo por envenenar a sus especímenes amigos.

 

Carraspeé un poco para que no se oyera la última parte y aproveché para retroceder un paso y poder poner mis ojos en la dirección normal y que me dejaran de doler. Intenté aprovechar el momento y le pedí, con voz dulce y melosa.

 

-- Aprovechando este buen rollo que tenemos... ¿Me indicas dónde está el río? Oigo el agua, pero no puedo orientarmen bien? El Tai... Arcano dijo que os pidiéramos que nos acompañárais. Ya sé que no soy una buena compañía pero... ¡Seguro que te ríes con mis ocurrencias! Por ejemplo, ¿sabes que tengo un basilisco con el que hablo muy a menudo? Que conste que le respeto mucho.

 

No quise acompañar a la frase que lo tenía recluido en un Circo porque a saber cómo se tomaba el ofidio el tema de la cautividad. Así que tenía que seguir llamando su atención sin hacer mención a esa parte.

 

-- ¿Te he contado que mató a un.. esto... vecino del pueblo? Terminator tiene su genio. ¿Quieres que te lo cuente? Venga, te lo cuento por el camino.

 

No, si yo labia tengo bastante y no sé si es que le interesaba la historia o es que realmente había conseguido llamar su atención pero, en parsel, me preguntó cómo había quedado el hombre.

 

-- ¿Lo envenenó? -- Siseó.

 

Sonreí. Ya la tenía pillada. Caminó despacio por una especie de camino y corrí para ponerme a su lado.

 

-- ¡Qué va! Aunque le pegó un mordisco que le quedaron dos agujeros en al abdomen que cogían mis dos puños juntos. Guau, Terminator tiene muy mal genio. Es un basilisco de estirpe egipcia Real.

 

Sí, lo dicho, soy una lenguaya que no dejo de hablar ni bajo el agua ni en parsel ni en humano ni en idiomas varios. No sé si lo hablaba bien o mal, si la serpiente entendía todo, parte o sencillamente me seguía el juego pero, cuando me di cuenta, estaba en el borde del río, mirándola mientras le explicaba que el hombre había muerto antes de sentir sus colmillos porque se había quitado las gafas de protección cuando sentí que mi pie fallaba. Para cuando me di cuenta, la serpiente siseaba de risa y yo estaba mojada de pies a cabeza.

 

-- ¡Pero bueno...! ¿Por qué no me dijiste que habíamos llegado al río? ¡El agua está helada! ¿Y ahora dónde encuentro yo una culebra que quiera hablar conmigo?

 

La serpiente siguió riendo, lo que confirmó que los ofidios tienen más sentido del humor del que se sospecha. Se dio media vuelta y se alejó, aunque le sentí decir en parsel:

 

--Ella te encontrará a ti, mujer payasa.

 

-- ¿Cómo...? -- Y le iba a soltar un insulto por largarse y dejarme allá tirada cuando sentí movimiento en mi cabeza y un siseo más dulce junto a la oreja.

 

-- O me bajas inmediatamente al agua o te mordisqueo el oído por dentro.

 

Grité y me sumergí en el agua. Nadé un par de metros (hacia adentro, es que soy una vacaburra con la orientación) y sólo saqué la cabeza de nuevo cuando noté que la respiración me fallaba.

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