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Libro de la Fortaleza — Grupo 1


Lisa Weasley Delacour
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La primera bruja en llegar a la clase pareció mostrar gran interés cuando vio quienes serían los dos profesores. Zack frunció el ceño y trató de no prestarle mucha atención hasta que comenzó a hablar, por supuesto ignorando por completo el hecho de que el vampiro había solicitado que se presentaran para conocer con qué tipo de gente estaba tratando. Por más que sea, ellos tendrían que hacerse cargo de los pupilos si algo muy malo les sucedía, los Directores de la Universidad los vigilaban muy de cerca, así que debían ofrecer una buena clase.


A Lisa le fue inevitable estallar ante los comentarios de la fémina, que desde un principio se notaba iban malintencionados. No es que le importara mucho al vampiro si se comenzaban a matar en pleno salón, de hecho sería una de las cosas más interesantes que presenciaría como profesor: ver a su colega en acción con una alumna. Casi de manera instantánea, el vampiro elevó una mano procurando que tanto Lisa como Heliké se detuvieran. Su señal fue aceptada de la mejor manera, como debía ser.


—No… Pierdas… La cordura — Dijo a Lisa en un tono de voz únicamente audible para ella que estaba a su lado. Él podía seguir la clase sólo, pero más adelante no tendría forma de explicar a los Directores por qué tuvo que matar a su compañera profesora y a una alumna para continuar con el adiestramiento en paz.


Luego del percance que presenciaron casi todos los alumnos, comenzaron a presentarse. Las primeras dos mujeres seguían siendo unas desconocidas para el Mortífago y las trataría como tal hasta que les placiera presentarse ante él y la clase. Si había exigido una presentación, lo más acertado de su parte fue que atendieran a su petición como debía ser. Entonces de momento, sus alumnos eran las dos extrañas, Lyra; a quien comenzaba a apreciar tras compartir trabajo en el Magic Mall, Pik; su antiguo líder, y Leah; su adorada prima. Todavía seguía faltando alguien. Entornó los ojos en dirección al pizarrón y observó que la última pupila era Felicity.


—Comenzaremos sin ella, sé que podrá ponerse al corriente pronto — Comentó a Lisa sin esperar que estuviera de acuerdo. Justo en ese momento, Heliké se presentó como tal, dejando de ser una extraña en su clase. Muy bien hecho, a pesar de haber tardado, optó por aceptar y cumplir la indicación inicial del profesor. Este último se limitó a asentir aprobando el comportamiento de la pupila.


Zack dio un paso al frente como señal de que lo divertido daría comienzo. Sostuvo su varita en la diestra y la agitó en el aire apareció un armario en la pared del fondo. Todos se giraron para observar qué sucedía, para ese entonces ya debían haber sido alertados.


—Si su anillo de plaga no les dio ninguna señal, bótenlos… son falsos — Dijo rodando los ojos mientras se acercaba al armario de madera barnizada. Sus únicas dos puertas estaban cerradas y desde el interior provenían extraños sonidos, no podía interpretarlos, y tampoco era necesario, sabía lo que había dentro.


—Espero que también traigan consigo su anillo de amistad con las bestias — Puntualizó mirando por sobre su hombro, esta vez los pupilos estaban a sus espaldas. Algunos ya habrían abandonado sus asientos para acercarse a él, de la misma forma que Lisa lo hizo, solo que esta última se encontraba a un costado expectante, lista para evaluar. —Dentro del armario hay Ashwinders y huevos. Pero eso ya lo saben, me imagino, su anillo de plaga debió habérselos dicho — Agregó elevando las cejas. Eran accesorios que correspondían al libro del aprendiz, pero en esa clase también debían demostrar si luego de tanto tiempo de comprarlos ya sabían cómo y para qué servían.


—Una vez abra las puertas, saldrá una Ashwinder para cada uno, quién sabe si más — dijo intercambiando miradas con Lisa, no sabía si la mujer había puesto más de la cantidad de alumnos que les correspondían. —Y lo otro ya han de imaginarlo… Sí, quiero que con su anillo de amistad con bestias demuestren su dominio sobre estas criaturas de clasificación XXX — Al finalizar, guiñó un ojo, se hizo a un lado y el armario se abrió. Ni siquiera quiso esperar que alguien saltara con una duda, aquello era trabajo fácil.


Lo más conveniente para ellos era que se apresuraran en cumplir con las actividades o retos que los profesores les imponían. La clase duraría sólo dos semanas y mientras agilizaran más el aprendizaje, sería mucho mejor para que avanzaran al siguiente libro.

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Hasta donde tenía entendido el cupo para la clase del Libro de la Fortaleza había sido cubierto y su solicitud no había llegado a tiempo. Le hacía un poco de ilusión adquirir los conocimientos de aquel libro cuánto antes, pero los Directores habían sido muy claros al momento de decirle que no, que tenía que esperar. ¿Qué haría hasta entonces? Tenía una clase de habilidades a la cual asistir también, quizás debía empezar por ahí para así emplear bien su tiempo sin sentir demasiada ansiedad. Sí, eso sería lo que haría.

Todo marchaba bien para Taurogirl esa mañana, estaba dispuesta a afrontar de frente al Arcano de Nigromancia y demostrarle su talento innato para este tipo de habilidades, cuando una nueva lechuza de la Academia atravesó su ventana dejándole una carta mucho más pequeña que la anterior, en la que le notificaban que había cambiado de opinión y que si lo quería, con gusto la recibirían, pero claro, debía apresurarse. La Crouchs no supo cómo sentirse, ¿Indignada? Sí. ¿Aliviada? También. Lo que más le molestaba de todo aquello es que la habían obligado a llegar tarde a su primera clase y ella odiaba la impuntualidad.

Para cuando llegó, la mayoría (o todos) de sus compañeros se habían presentado y los profesores estaban a punto de iniciar. No le agradaba tener que compartir la misma habitación con algunos de ellos, pero también habían rostros bastante conocidos, en especial el de su novia, quién aun no se había percatado de su presencia.

— Disculpen la irregular tardanza, pero me han avisado demasiado tarde de que se me iba a aceptar en este curso —detestaba tener que disculparse por algo que no era su culpa —Mi nombre es Taurogirl Crouchs. Un placer —dijo sin agregar un detalle más de su vida.

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Si no perdí la calma contigo, no lo haré con una mocosa est****a y malcriada. No lo dije, lo pensé. No iba a caer en sus trucos baratos, al menos, intentaría no hacerlo. Debía mantener una reputación, no mía, aquello me daba lo mismo, si no de la academia y los Uzzas, guerreros egipcios los cuales nos habían adiestrado para poder ofrecer el conocimiento de los libros a la plebe. La locura siempre habia estado conmigo, era algo innato.


La clase que me habia tocado impartir era un desafío enorme. Mackenzie parecía ponerme a prueba con cada cargo que me daba, como si tuviese que demostrarle algo. La mitad de los presentes no me soportaban, a la otra yo no le tenía aprecio. Iba a ser, como poco, interesante. ¿Retos a mí? Lo superaría y con creces, no por nada habían ascendido en el bando de la luz, en el ministerio y en la vida. Era una Hunter, nada podía conmigo.


- Anda y que te dignas.


Susurre mordaz, para cuando el Ivashkov comenzó a dirigir la clase en el sentido adecuado. No me gustaba que fuese parcial. Se notaba bastante que tenía relación con algunos de los pupilos y por desgracia, poseía la certeza absoluta que intentaría ayudarlos de forma y manera que tuviesen un poco más de ventaja sobre los otros. Tampoco soportaba la impuntualidad, mucho menos la irresponsabilidad. Yo me encargaría de hacer justo aquello.


En cuanto Zack explico un poco lo que vendría a continuación y pude comprobar como los alumnos prestaban atención a sus movimientos, después de intercambiar una mirada con el mago, me retire hacia mi posición inicial, donde hice aparecer mi varita mágica, aquella arma que llevaba conmigo diez años de mi vida y con la cual mantenía una conexión imposible de romper ni de falsificar. Digamos que movería la balanza según viese como se desempeñaban aquella tarea.


¿Podrían con la amenaza que acabábamos de soltar? Los Ashwinder eran más de los que pensaban. Dos por persona. ¿Eran magos expertos no? Pues ahora debían demostrarlo. El anillo de plagas debía avisarlos de si la criatura estaba cerca y con el otro artículo de metal tenían que controlarlo, haciéndose su amigo. ¿Lograrían controlarlo antes de resultar heridos? Yo no movería un dedo, a no ser que estuviesen en peligro de muerte o algo similar.


- Asumid vuestro poder, confiad en los libros.



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Había llegado justo a tiempo, minutos antes de que los profesores Zack y Lisa empezaran con lo suyo, aunque a decir verdad no sabía qué esperar de aquella clase. Había leído el primer libro, varias veces antes de presentarse, pero hasta el momento no encontraba algo que le resultara demasiado complicado, al menos no lo era con la parte de los anillos, que te permitían tener una conexión cercana a cierto tipo de criaturas consideradas ''peligrosas''. Tauro en lo personal no encontraba nada de maravilloso en aquello, pues desde siempre había sentido una fuerte conexión con ''Tenebrus'', su Thestral, y estaba segura de que la entendía tanto como ella a él. Lo único interesante sería saber si podía hacerlo con otras criaturas con las cuales no tuviera ningún tipo de apego emocional.

— Básicamente tenemos que hacernos amigos de ellos? —no comprendía muy bien el propósito de aquella tarea, pero estaba dispuesta a comportarse y pretender ser una alumna bastante aplicada, lo que fuese necesario para considerarse digna poseedora de aquel libro. Los anillos en los dedos nunca le habían gustado, así que estos junto con el amuleto volador colgaban como dijes en una cadena de plata alrededor de su cuello; el material del anillo de plagas era de cobre, mientras que el anillo de amistad con las bestias era de color azul, que brilló motivado por la presencia del Ashwinder.

— Hermosas criaturas, ¿no lo crees? —susurró colocándose en medio de Pik y Leah, dirigiéndole a ella una especial sonrisa.

Tauro tenía una pareja de Ashwinder que hacía poco había adquirido en el Magic Mall, por lo que ya estaba familiarizada con ellas y al igual que con las demás criaturas que poseía, acostumbraba a conocerlas muy de cerca, por eso estar frente a un par no la ponía nerviosa, todo lo contrario, la hacía sentir muy tranquila; lo cierto es que eran hermosas y sus huevos aun más por la utilidad que tenían en pociones.

La Crouchs se aproximó despacio hacia el par que la miraba de manera amenazante, esperando el momento justo para lanzarse hacia su cuello e inyectarle su feroz veneno. Aun no dominaba la lengua Pársel, lo que hacía que resultara inútil tratar de hablarles en su idioma, la clave, al igual que con los Hipogrifos, era mirarlas de frente, mostrarles respeto, hacerlas sentir como de la realeza y en esto se diferenciaban un poco con el mitad Águila y mitad Caballo, porque a diferencia de estos las serpientes tardan más en considerarte su ''amiga'' y quizás nunca termines por llegar a ese estado, pero al menos quedaría claramente establecida una relación de respeto entre criatura y humano y eso era lo que Tauro buscaba. Pasaron unos pocos minutos y la serpiente cedió.

— Lo dicho, son hermosas —comentó acariciando la cabeza de una de ellas.

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—¡Tau! Pasa, pasa… — Dijo el Mortífago con entusiasmo en cuanto su líder hizo acto de presencia. A él también le habían avisado tarde que tendría que recibir a la fémina en su grupo, el único con más de seis alumnos. Siempre rompiendo las reglas, aunque esta vez sin querer.


Pronto ocupó un lugar junto a sus conocidos, Pik y Leah. Así mismo, fue la primera en animarse a controlar las criaturas que se liberaron del elegante armario. Zack se quedó expectante hasta que surgió la primera duda, creía haber dejado claro la actividad. Lo único que tenían que hacer era interactuar de alguna forma con el Ashwinder y controlar la actitud amenazante que este tuviera.


—No diría hacerse amigos, pero sí evitar que te ataquen con tu anillo de amistad — El nombre que la joya tenía era bastante útil para otros casos, no ahí donde lo único que ellos evaluarían sería el dominio sobre las criaturas. Los Uzza les habían encargado vigilar que incluso al libro del aprendiz se le estuviese sacando provecho, aun sabiendo que iba dirigido para magos menos experimentados.


Zack, junto a Lisa, observó cómo la bruja controlaba a las serpientes que inicialmente habían salido casi expulsadas del armario con claras intenciones de atacar a cualquiera de los presentes. Cualquiera pudo usar un simple hechizo para literalmente desvanecer las criaturas, pero ya les habían indicado que debían hacerlo con sus anillos. Más adelante tendrían acción, de la buena, sin demostraciones aburridas.


—Bien, ustedes lidien con esas otras — Agregó el vampiro mientras señalaba con la mirada el resto de las Ashwinders y los otros pupilos que seguían sin hacer nada al respecto. En ese instante el Mortífago recordó que aún no le había explicado a Tau que la clase recién iniciaba, no se había perdido de nada interesante. —Por cierto Tau, comenzamos con esto, ni siquiera hemos revelado algún detalle importante acerca del libro. Ya sabes que a mí también me informaron tarde tu integración al grupo, pero no te has perdido nada.

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Ah, con que eso es lo que le pasa a ésta cosa. Pensé que era mi imaginación —alzó la mano derecha tras las palabras de su primo, donde portaba el primer anillo en el índice y se concentró en la pequeña cantidad de calor que tocaba su piel—. Curioso...

 

Casi tan rápido como había aparecido, la cabeza de la Nigromante se movió como un imán hacia la voz de Tauro y una sonrisa divertida se dibujó en su rostro, una complicidad que existía sólo entre ellas. Sin embargo, no se separó de Pik ni dejó ir su brazo. Era una mínima venganza hacia lo que había visto el día de la subasta y estaban actuando de forma "profesional". Al menos hasta que Zack y Lisa las estuvieran mirando, después no iba a hacerse responsable de sus acciones. Sus ojos abandonaron los de la Líder Mortífaga a regañadientes y prestó atención al profesor, quien se desenvolvía con tanta facilidad como portaba la katana en asaltos, tratando de no perderse ningún detalle.

 

No le quedó más remedio que acercarse con el grupo al armario y con cada paso, su anillo parecía alertarla más. Sí, definitivamente había algo dentro. Las serpientes le resultaban fascinantes y la simple mención de la criatura que la esperaba la emocionó. Había adquirido el último Ashwinder en el Magic Mall de la tanda anterior a la actual y por poco había llorado. Convivir con la pequeña bestia era más sencillo de lo que había esperado y no porque hubiera tenido un anillo de esos, sino porque se dedicaba a admirarla de lejos cada tanto. Alzó una ceja, sin dejar de mirar al frente, al escuchar la voz de su novia una vez más. Estaba más cerca, jugando con su concentración.

 

Hermosa, sí —el comentario era dudoso, ¿era para la serpiente o para la mujer?

 

Sólo que no tuvo mucho tiempo para remarcarlo. Uno de los Ashwinder salió del armario, amenazante y se lanzó contra ella, deslizándose por el suelo con la elegancia de un cazador mortal.

 

No te pongas agresiva, mi amor, no muerdo a menos que me lo pidan —murmuró a la criatura y sin muchos miramientos, dio un paso al frente también.

 

Más que confiar en el anillo, debía confiar en su propio poder mágico. Su nivel de magia, sus conocimientos y el accesorio serían suficientes como para lidiar con la bestia sin que ésta le hiciera daño. Así que, contra todo pronóstico, se centró en el pequeño calor que expulsaba el anillo en su mano izquierda, el de amistad con las bestias, mientras estiraba los dedos lo suficiente para dejarlos a unos cuantos centímetros de las peligrosas fauces del Ashwinder. Su rostro era pasivo, una tranquilidad digna de mención. La criatura, en cambio, mostraba sus grandes colmillos y se acercaba cada vez más lento, como si pensara en dónde morderla mejor.

 

La italiana esperó sin inmutarse, tan quieta como una estatua demasiado realista, con los dedos a la espera de algún contacto y el anillo resplandeciendo levemente en su dedo corazón. Pasaron un par de segundos, donde los siseos de la serpiente dejaron de ser algo constante, hasta que deslizó su cabeza sobre la palma de la Atkins. Ésta, orgullosa de su propia calma, se dejó hacer mientras pasaba las yemas de los dedos por la maravillosa y extraña corteza de su piel. Era una criatura magnífica, sin duda, y estaba más que encantada con lo que estaba haciendo.

 

Buena elección, profesor —le guiñó un ojo a Zack, lo bastante confiada como para apartar la vista de su Ashwinder y luego señaló con la cabeza hacia el armario—. ¿Se supone que debemos hacer algo con los huevos?

 

Había suficientes mortífagos en la sala como para hacer una comparación entre magos y criaturas, pero los huevos seguían siendo una incógnita.

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<< ¿Un Ashwinder? Está loco >> Pensó la bruja para sí misma. Pero claro se suponía que debían de aprender a manejar sus anillos con ciertas bestias... Había visto ese tipo de animales en el catálogo del Magic Mall y lo que más le intrigaba era el hecho de poder adquirir sus huevos para sus pociones... Quizá si podía contactar con alguno de sus proveedores no oficiales, podía incluírlo en alguna de sus pociones para que fuesen más poderosas.

 

No había dicho una palabra pero alguien más había entrado al aula. Era Taurogirl. Conocía a la mujer del ministerio, ella había sido Directora del Departamento de criaturas y supuso que no tendría problemas en conocer ese tipo de bichos mágicos... Asentí con la cabeza a modo de saludo hacia la mujer pero ésta ya se había colocado junto a otras personas. Pero no sabía porqué, pero estaba un tanto ¿intranquila? Conocía a la mayoría de los alumnos que estaban ahí con ella en esa sala y hasta podía intuir cierta relación entre sí...

 

Era mejor no pensar en eso. Era la hora de actuar cómo le habían pedido los profesores. Claro que había consultado el Libro de Aprendiz de brujo, había intentado en casa usar los anillos pero apenas había plagas. Lo que no sabía es si era capaz de hacer lo que le habían dicho. Desechó esos pensamientos de su cabeza. No, se consideraba una bruja con suficiente poder para controlar a una serpiente de esas características... No debía de tenerle miedo, ¡si adoraba cuando salía la Marca Tenebrosa en el cielo!

 

Intentaría dominarlas con uno de sus anillos. Rebuscó en el morral de cuero que llevaba en el cuello hasta encontrar el anillo indicado. Lo colocó en su mano derecha. En el interior del armario había ruído hasta incluso parecían que había una especie de siseo especial, típico de esas criaturas. No tenía ni idea de hablar pársel, era algo que nunca le había llamado la atención.

 

Todos estábamos de pie, algunos en cuánto esas cosas hubiesen salido del armario se habían lanzado a cada uno de los que estábamos allí. Parecía que, con frialdad una de las brujas había conseguido "dominar" esa bestia. Bufó, la morena no debía de ser menos que aquellos magos poderosos si ellos podían la bruja también debía poder hacerlo. En ese instante una Ashwinder se había lanzado hacia su dirección...

 

Se quedó tiesa. Esperando e intentando aparentar una calma que no sentía. El bicho sacaba su lengua bífida con intenciones claras de ataque. Parecía que estaba molesta y antes de lanzara sus colmillos, la bruja estiró la mano en dónde poseía el objeto dominador. Éste brilló al momento con un tono azulado y pareció que el ofidio se acercaba suavemente. Si antes se había levantado casi por completo ahora reptaba cerca de sus piernas la ex- mortífaga se agachó, mientras la palma de mi mano acariciaba "su lomo" lleno de escamas.

 

Notaba cómo la víbora (?) parecía obedecer sus órdenes porque cerraba y abría sus pequeños ojos al contacto de las caricias que la bruja le estaba profesando. No pudo evitar sonreír contenta y le susurró:

 

- Vaya, no eres tan mala cómo pareces - sabía que era absurdo decir eso, que era gracias al poder del Anillo pero al menos ahora, si nadie se percataba podía robar uno de los huevos del armario. Cuando todo estuviesen distraídos.

 

Sí, sentía cómo el aro estaba caliente en el dedo en dónde estaba colocado, era la potencia del poder de ese objeto que la estaba fascinando. La bruja miraba a los demás, mientras poco a poco iban controlando a esos pequeños reptiles. Abrió la palma de su mano y levantándola hizo que la serpiente estando la bruja de rodillas se subiese a ellas... Esperaba que no lanzara un ataque porque era capaz de descuartizarla con sus manos. Estaba cogiendo suficiente confianza y ahora se sentía más calmada. ¿Qué sorpresas les depararían los profesores?

 

Escucho a una de las chicas, llamada Leah:

 

- Al parecer los huevos son poderosos para las pociones. Yo no lo he usado nunca, pero en cuánto tenga oportunidad, lo probaré - dijo la mujer con una sonrisa en los labios.

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Miré sorprendida a los profesores, al escuchar que ibamos a practicar con los anillos del aprendiz de brujo, imaginaba que solo veríamos los libros relacionados con el libro de la fortaleza. Sin embargo, la sorpresa no era de desagrado, más bien me gustaba esa idea de poder aprender más sobre el libro del aprendiz, porque nadie me podia asegurar que los había manejado correctamente.

 

Le regresé la sonrisa a Pik y conteste al saludo de Lea. Sabia que no podría usar la clase como pretexto en el Mall o viceversa si dos de mis compañeros estaban en ella, así que mejor me esforzaría en la clase. Al principio solo iba a ser una Ashwinder, pero la profesora corrigió diciendo que eran dos para cada uno.

 

Era la primera vez que no intentaría llevarme de la clase algún recuerdo, la Ashwinder era de las pocas criaturas que no me interesaba tener, demasiado cuidado y la idea era tener un buen compañero. No debía tener problema, ya que contaaba con los requisitos necesarios para poder manejarlas, además que por primera vez desde que había tomado adivinación me di cuenta que el parsel me ayudaría. A lo mejor no debía dejar esa habilidad después de todo.

 

Sentí como el anillo de amistad con las bestias me indicaban donde estaban mis atacantes, atras de mi por lo que me voltee. No dude ni un segundo, me concentré, el conocimiento de cuidado de criaturas mágicas me ayudaría a calmarlas. Lo que ocurrió era una sensación difícil de describir, era como si una magia poderosa además de rodearme entrará en mi y usara los anillos para hacerse presente, llegando a los animalitos como si fueran un par de rayos que solamente yo podía ver.

 

Las Ashwinder no hicieron el menor intento de escapar, pero aún faltaba un pequeño detalle. Los huevos de las Ashwinder.

 

-Veamos, ¿dónde están sus huevos, pequeñas ?- Pregunté en parsel, aunque no espere su respuesta. Ambas serpientes me miraron, parecían preocupadas.-No les haré nada, pero no queremos que haya un incendio.

 

Las calme. No me imaginaba estar persiguiendo huevos de las mismas a cada rato .Me dirigí al sitio donde estaban los huevos y además de utilizar la magia del anillo de plagas. Cuando encontré el huevo que me tocaba, lo señale con mi varita y realice un hechizo para congelarlo, eso evitaría que crearan el temidio incendio.

 

Miré a los profesores, a lo mejor no me llevaba las criaturas, pero los huevos eran muy valiosos para algunas pociones.

 

-¿Podemos llevarnos los huevos que congelemos?- Le pregunté a ambos profesores, aunque a lo mejor se negarrian. Regresé con mis nuevas amigas, me agradaban cada vez más.-¿Ven? Esos huevos están bien, no tienen que preocupase.

 

Era mentira aunque ellas no tenían porque saberlo, seguramente si no eramos nosotros los profesores los utilizarían en otras cosas, dudaba que se los devolvieran a las pobres.

 

-¿Qué van a hacer con ellas?-Pregunté.

 

Las habíamos controlado, ¿y ahora qué? Esperaba que dijeran que las llevarían a la reserva o algún sitio similar. Seguramente me dirían que no era mi asunto, pero no podía evitar pensar en eso.

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— Me alivia saber que no me he perdido de nada —dijo en respuesta a Zack, a quién sonrió abiertamente. Zack era muy querido para la líder Mortífaga desde hacia tiempo, cuando ambos apenas sabían lo que era pertenecer al bando y alguna vez también convivieron bajo el mismo techo.

Como era de esperarse, todos estaban manejando perfectamente la situación con las serpientes, algunos con más agilidad que otros y mejores resultados, pero cumpliendo con la tarea al fin y al cabo. Tauro no dudó en observarlos, tenía esa extraña manía de analizar a las personas, todo para conocer por quién estaba rodeada y de este modo saber qué esperar de ellos y tomar las debidas precauciones antes de tiempo; no era maniática, sólo un tanto desconfiada. Fue así como reconoció a Lyra y Heliké, que no se encontraban muy lejos de ella. Dejó que las brujas terminaran con las Ashwinder y asintió con la cabeza al verlas a los ojos, a modo de saludo, buscando de nuevo a la Atkins.

No esperaba para nada encontrarse con ella ahí, tal parecía que el destino insistía en juntarlas y no le disgustaba, sólo que al estar rodeada de tantas personas la limitaba un poco y eso sí que la frustraba. Debía evitar a toda costa querer tomarla de la mano, hacerle una caricia, robarle un beso, cualquier muestra de cariño que la pusiera más en evidencia de lo que ya estaba.

— Yo no estaría tan segura de ello —susurró al lado de Leah —, a veces muerde sin que se lo pidan —añadió con pícara sonrisa, retrocediendo un par de pesos para unirse a la petición común.

— ¿Existe alguna pequeña posibilidad de una sana competencia para quedarse con uno de los huevos? —inquirió.

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El sueño no había sido lo que esperaba, en lugar de relajarse, le había provocado un mayor grado de estrés. Así que se puso de pie y se acercó al lugar donde estaban la mayor parte de sus compañeros, hubiera sentido el anillo de la plaga si lo hubiera traído puesto, pero lo había ignorado, así que al ver las Ashwinder se llevó una gran sorpresa.

 

-Creí que la plaga iban a hacer doxys y sus huevecillos -murmuro mientras buscaba el anillo de amistad con las bestias en los bolsillos de su pantalón. -Por cierto, soy Elizabeth. -sin apellidos, si hacia algo mal, su familia no se vería inmiscuida, si hacia algo bien, sería méritos propios.

 

-Los Ashwinder no son realmente considerados una plaga,bueno a mi no me lo parecen, a comparación de los gnomos. Esas criaturas pequeñas que ***.en el jardín -avanzó hasta los dos Ashwinder con los que le tocaban lidear y sonrió.

 

La comunicación con aquellas criaturas era prácticamente mental, y eran totalmente como ella, rebeldes y nada fáciles de tratar. Así que sin decir nada comenzó a seguirlas hasta encontrar los huevecillos de estas, realmente las serpientes mayores no eran las valiosas después de haber puesto los huevos. Los que si eran valiosos eran los huevecillos rojos, pero era obvio que todos buscaban quedarse con ellos.

 

-Si nos podemos quedar con los huevos del Ashwinder, ¿pueden ser sin congelar?... Me gustaría quemar algunas habitaciones y oficinas... Nada grave pasará. Podré detenerme antes de ver arder a Ottery o Londres completo.

 

Se había unido al vox populi, al parecer todos deseaban algo de aquella criatura, pero en el caso de la mujer de piel canela ella los quería para ver arder todo. Tras descubrir como congelar los huevos de Ashwinder para que no ocasionarán un desastre miró como sus dos pequeñas amigas que se arrastraban por el aula se desintegraban en cenizas.

 

-¡Diablos! Creó que ya les extraño. -murmuró y se giro hacia el Mago que les brindaba sus conocimientos. -Disculpa, Ivashkov... ¿Lo que acabamos de hacer no es algo del primer libro? No llevó prisa, ¿Pero en todos los cursos veremos lo de un libro anterior?

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