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Libro de la Fortaleza — Grupo 1


Lisa Weasley Delacour
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Me gustaba como iba transcurriendo la clase, no podía negarlo. La efectividad de los alumnos era notoria y eso, de cierta forma, me llenaba de orgullo, pues a fin de cuentas, por mucho que se negasen a admitirlo después, el avance que estaban sintiendo en sus dones era gracias a mi y a las pruebas que les hacia pasar. Además la experiencia de "aguantar" a Zack me servía para aprender a controlar mi genio e impaciencia natural.

 

Observe, apunte, corregí y califique. Desde mi posición en uno de los salientes del techo tenia un visión periférica perfecta. Lyra fue la primera en reaccionar, cosa que me sorprendió gratamente ya que desde un inicio la veía más atenta los huevos que a su propia seguridad. Tras ella Pik y Helike. Esta última me asquea va con su palabrería barato e hice lo que mi corazón me dictó.

 

- Silencios - La matriarca Rambald quedo muda por un lapso.

 

No le tenía ni una pizca de aprecio al Ivaskoh, pero en mi presencia se le respetaba. El retiro con los guerreros Uzzas que compartimos y las múltiples caídas que sufrimos a la par, fueron suficientes para que aceptase su compañía, sus ideas y opiniones. Luego, fuera de aquel aula, nos mataríamos con más fervor que nunca, no obstante, dentro era mi compañero y no iba a permitir a nadie ninguna falta de respeto.

 

- Bien. No podemos perder más tiempo.

 

Me daba exactamente igual que algunos de los presentes no se hubiesen curado. ¿Acaso no eran tan poderosos? Ya lo harían por el camino y si no era así, un poco de dolor no mataba a nadie, es más, te hacia mejor persona. Moví con eficacia la varita, que brillaba con fuerza en mi diestra y envolví a los magos me cargo en una especie de pelota blanca. Segundos más tarde, la imagen que nuestros ojos nos proporcionaban era totalmente distinta.

 

Habíamos pasado de estar en una habitación cerrada a tener la inmensidad del desierto bajo nuestros pies, exactamente a cuarenta metros bajo estos. Desde aquel punto lo más apreciable, además de la cuantiosa arena, era la pirámide tumba de Tutankamon. ¿El porqué habíamos elegido aquel destino? Sencillo. Una de las claves para que se nos diestras era, en un futuro, regalarles información importante.

 

Nosotros, el castaño y yo buscábamos el cuerpo de Nefertiti y ellos, amantes de Egipto y poderosos guerreros, asumían el riesgo de tener descendientes y discípulos ajenos a su cultura y tierra madre. Un trato bueno y coherente. Había pausado mi discurso para que los demás admiren la tierra que les presentaba, no obstante, la presencia del faro rompió mi escudo y nos hizo caer a todos al vacío.

 

- Usad el libro - Pronuncie al tiempo que yo misma hacia gala de lo que el amuleto ayudaba en momentos como aquel.

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La respuesta a su pregunta había llegado por parte del Ivashkov, pero aquella no era algo que realmente esperaba, torno los ojos en blanco y siguió prestando atención a lo que decía el joven que los enviaba a recoger los anillos y el amuleto que venían junto con el libro de la Fortaleza. Tomó el amuleto en forma de topacio amarillo y se lo colgó en el cuello, para después proseguir con tomar los anillos. Los miro cada uno antes de ponérselos en la mano y sonrió al hecho de imaginarse en un futuro con la mano llena de anillos por cada libro y le pareció que eso le iba a quitar soltura para manejar la varita, aun que no lo dijo. Aun seguía de espaldas mirando sus anillos cuando uno de ellos se ilumino, algo le decía que aquel anillo no se iluminaba solo por querer resaltar, así que con varita en mano se giro pensando “Salva Guarda Mágica.”

El cuerpo de la morena se había vuelto intangible justo cuando de la varita del Ivashkov salían tres cóndores, el que iba directo a ella le atravesó el cuerpo, miraba a las otras personas, se sentía un tanto victoriosa por lo que acababa de pasar, pero el momento de júbilo se extinguió tan rápido como había llegado, no se percato de que su anillo volvía avisarle de un futuro ataque hasta que lo sintió en su cuerpo, exactamente en el hueso del peroné de su pierna izquierda el dolor era tan grande que miro al parecer el único joven que era el que se dedicaría acabar con ellos.

Desde el suelo, apunto a su pierna y sin dejar de ver al mago que usaba hechizos de magia oscura pensó “Curación” la infección que empezaba a formarse en su pierna había sido detenida. El dolor aun seguía en su pierna, por lo que se mantuvo en la misma posición, pero esta vez con una sonrisa en los labios.

Por lo que veo, no me equivocaba cuando pensaba que había entrado a esta clase a morir, al parecer va a ser divertido como lo haré. —movió su varita y apunto a su pierna de nueva cuenta, pero esta vez de sus labios si salió un hechizo.

Episkey —la infección de su pierna había desaparecido, así que solo le quedaba esperar un poco para realizar un nuevo Episkey para dejarla como nueva, dudaba que alguna de sus compañeros le brindará ayuda. Realmente conocía poco de lo que el amuleto que tenia colgado al cuello servía, pero recordó que posiblemente le terminará de curar, aunque las instrucciones eran claras, este solo servía para curar a otra persona, así que no lo uso teniendo que soportar todo el mar de comentarios de sus compañeros de clase desde el suelo del salón.

Justo cuando iba a hacer algún comentario, la entonces profesora que parecía haberse quedado dormida como yo al principio de la clase los había callado, me había acostumbrado tanto a la voz del Ivashkov que cuando escucho a la Weasley le hizo sobresaltarse. Pero aquello no le impedía burlarse de la forma de hablar de la realeza.

Silencios, ósea, ¿qué hay más de un tipo? —murmuro mientras miraba al suelo haciendo muecas, justo para ese momento como si fuera un castigo a su mal comportamiento el suelo se había roto haciéndolos caer al vació, así que de esa original forma les iban a enseñar a usar el amuleto de unas alas que había pensado minutos antes unir al de topacio amarillo y formar una snitch dorada. Aquel amuleto le hizo caer al suelo de forma suave al suelo próximo y así no tuvo otro daño en su cuerpo y de eso daba gracias.

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Sonreí al escuchar los comentarios de Pik, sobre la velocidad de los hechizos y el uso del amuleto.Nunca había escuchado nada sobre la velocidad en que actuara un hechizo.

 

-¿Más veloz? Tendrás que darme una clase rápida de duelos, Pik, lo cual te lo agradeceré. No se si las cosas han cambiado mucho desde la última vez en que tome mi varita para duelear, pero antes no influia para nada la velocidad en que actuara un hechizo.Mi comentario era por la defnición del libro, mira.- Por un momento me senti una sabelotodo que siempre sacaba los libros paara todo y si mi compañero decidía mandarme un cruaciatus me lo habría merecido.

 

Afortunadamente, la profesora Weasley no me dejo seguir con el debate. El salón de clases había desaparecido aunque por fortuna llevaba la mochila colgada al hombro - puesto que quería sacar el libro al momento del cambio de lugar y mi varita en la mano derecha.

 

Era como estar parados en el cielo, o en un edificio que tuviera el piso transparente. Menos mal que no le tenía miedo a las alturas porque era una bastante considerable. Ya seguiría el debate en otra ocasión, la profesora si que sabia como hacer para que dejaramos de discutir. Afortunadamente, desde el inicio de la clase tenía pueso los anillos y amuletos correspondientes a ambos libros, por si se necesitaban.

 

Me atrevía adar un paso, curiosa. No me gustaba mucho el paisaje del desieerto, últimamente había tenido que pasar por climas extremos en diferentes cursos y ya uno no sabía ni como vestirse para que fuera apropiado para la clsse.

 

-Demonios, tendré que guardar mi chamarra.- Pensé.

 

Apenas acababa de dar ese paso, cuando el piso invisible -o mejor dicho el hechizo que nos mantenía a esa altura-desapareció, haciéndonos caer. Esa sería una caída demasiado dura. Escuche el comentario de la profesora, no pude evitar pensr que no sería de mucha utilidad el libro a menos que se convirtiera en un paracaídas o algo similar.

 

En cuestión de segundos recordé el amuleto en forma de alas de plata que llevaba en el cuello, lo sujete tome de inmediato. Al hacerlo, la caida fue haciendose más lenta, pudiendo admirar el paisaje mientras planeaba. La brisa sin embargo, no era suficiente para ayudar a combatir el calor que se sentía. No me preocupe por mis compañeros, no tendría otra oportunidad de admirar un paisaje como ese, aunque lo interesante era el cielo, la arena no era un paisaje muy bonito que digamos, aunque la pirámide era impresionante.

 

Sin darme cuenta toque el suelo con suavidad, manteniendo el equilibrio. Una vez en el mismo, solte el amuleto, el cual estaba feliz en mi cuello igual que el amuleto de la curación. Me apuré y guarde la chamarra en ela mochila, la cual tenía un hechizo para hacerla más grande.

 

-No estuvo tan mal.- Murmuré.

 

Espere las indicaciones de los profesores, esperando que la visita a aquel lugar valiera la pena. No pude evitar pensar si a fuerzas uno tenía que tocar el amuleto o si bastaba con tenerlo puesto, como los anillos. Moví la cabeza negativamente, ya habría tiempo para preguntarlo, no quería iniciar otro debate que no pudiera terminar.

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Al tocar el suelo se percato del lugar donde estaba, no era que durante la mayor parte del tiempo prestara atención a algo más que ella misma. Aun tenía la pierna rota, pero la arena le empezaba a resultar un tanto molesta, por lo que apuntó con su varita de nueva cuenta a su pierna pensando en un Episkey que le ayudaba a regresar todo el hueso del peroné a su forma original, permitiéndole de esa manera ponerse de pie y admirar con mayor plenitud aquel sitio.

Egipto, lo había reconocido gracias a sus Pirámides y a que mientras pasaba una vida sin magia a lado de su pequeño hijo de tres años, aquel lugar era un punto turístico que se dieron el lujo de visitar, y aunque ella sabía que aquellos lugares estaban llenos de magia le parecía extraño que a pesar de notar que no todos sus alumnos tenían las mismas capacidades los habían hecho visitar un lugar con la magia más antigua que habrían imaginado.

¿Usaremos el libro para saber más de Egipto, o esta visita nos va a llevar a otro lado? —algunas veces era un tanto odiosa, pero le encantaba preguntar, si hubiera tenido cosas por las que preguntar antes de aquello lo habría hecho, seguramente para este punto tanto como la Weasley y el Ivashkov ya estarían hartos de su presencia, eso sí aun no lo estaban.

La ojimiel se estaba arrepintiendo de haber elegido aquel par de pantalones de piel y la blusa negra que absorbían todos los rayos solares en aquel inmenso desierto. De algo si estaba segura, que de alguna forma u otra iba a morir, ya fuera por deshidratación o insolación, bien quizás es que ella era demasiado dramática en algunas cosas, caminaba de un lado a otro mientras esperaba que alguno de las dos personas al mando les dijera que iban a hacer en aquel lugar, mientras buscaba un poco de sombra.

Soy una fuente de agua —murmuraba mientras se quedaba de pie con la cabeza en dirección a la Pirámide donde se encontraba la tumba de Tutankamon, mientras cerraba los ojos, trataba de hacer uso de algo que los no-maj llamaban meditación, quizás después de 2 años conviviendo con ellos algo de sus tonterías funcionará pero no, ella seguía sintiendo calor y ahora parecía una loca que murmuraba que era una fuente.

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—Yo no estoy manosean... —pero cortó su respuesta a Pik.

 

Escuchó la advertencia de Zack y casi al instante, el ataque de Lisa. No lo pensó. Con un sólo movimiento de muñeca, enarboló la varita con la destreza de quien vive usándola a diario. La madera se amoldó a la forma de su mano sin problemas y la floritura salió tan natural como si hubiera sido un gesto propio de ella, un tic de nacimiento.

 

Fortificum.

 

Una muralla de dos metros de alto y uno de ancho apareció frente a ella justo antes de que el hechizo lograra alcanzarla. Era tan gruesa como una regla, lo que quería decir que tenía el espesor de unos treinta centímetros de acero macizo. El Sectusempra no había sido más rápido que su invocación por tan sólo un movimiento y estaba muy propensa a regresarle el ataque a su majestad, mucho más fuerte y letal, si no hubiera sido por su falsa moral de estudiante. Apretó la mandíbula y se sorprendió en cuanto vio a Pik sufrir una rutura en la mano.

 

De inmediato le lanzó una mirada a Zack, casi como un reclamo. ¿Un hechizo de bando contra un compañero? Ya lo patearía luego por aquello, si es que el Malfoy no se le adelantaba. Por suerte, Lisa estaba más ocupada en buscar algo de protagonismo como profesora —vamos, que Zack se estaba luciendo al punto de ser una figura estelar— y no los atacó de nuevo. Una suerte. Giró la cabeza para ver a Tauro, tratando de no pensar demasiado en su bienestar. Era la líder mortífaga, podía detener aquello y más con un sólo movimiento de la mano. La estudió con los ojos verdes llenos de preocupación, interés y un poco de admiración en la pantalla de novia preocupada.

 

—¿Todo bien, princesa? —lo dijo tan bajo que sólo ella podría escucharlo, pero ya la mitad de sus compañeros seguían a la Weasley hacia quién sabía dónde, ya la seguiría después. Miró también a su querido Ángel Caído—. ¿Y tú, guapo?

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Pik tenía razón en algo y es que si seguían así terminarían por convertir el salón de clases en la habitación de un lujoso hotel, pero la Crouchs no estaba dispuesta a darles un espectáculo gratis, no a ellos, no en ese cuchitril. Se lo pensó mejor y decidió que en cuanto tuviera la oportunidad le robaría un beso a Leah, pero solo eso, o eso intentaría. Alejó aquellos pensamientos pecaminosos de su mente y fue en busca de los famosos amuletos; por fin empezarían a ver cosas del nuevo libro.

Ni bien había terminado de recoger los amuletos cuando la irritable voz de alguien llegó hasta sus oídos y no sólo eso, sino que los había atacado a ella, Pik y Leah. La Mortífaga fácilmente se hubiese dejado llevar por sus emociones como bien hizo aquella mujer al perder los estribos con uno de sus estudiantes, pero no, había mucho más que eso en juego y sus intereses por dominar el libro eran fuertes a tal punto de que soportaría todo, luego tendría la oportunidad de desquitarse.

Su anillo enemigo nunca había dejado de brillar, lo que explicaría el por qué Tauro no tomó previa precaución a los movimientos de la Weasley, después de todo la mayoría, para ella, resultaban ser enemigos, excepto claro los de su propio bando - Salvaguarda Mágica -alcanzó a decir poco antes de que el hechizo impactara y este terminó por traspasar su cuerpo, rompiendo el mueble que se encontraba detrás. La sensación era increíble, a decir verdad, ahora sí empezaba a creer firmemente que los Uzzas eran fabulosos guerreros que guardaban los secretos más oscuros y poderosos de la magia y aquello apenas era un abrebocas para todo el conocimiento que poseían. Mientras tanto, a su lado, Pik recibía un nuevo ataque de Zack.

— Excelente, amor — y de inmediato su expresión se suavizó, adoraba tenerla allí —¿Y tú?

— Yo también quisiera saber si en algún momento de la clase podemos atacar a nuestros profesores, digo, para que nos demuestren qué tanto saben de los libros —comentó intentando parecer despreocupada, aunque lo cierto es que sólo deseaba desquitarse con una persona.

Pasaron un par de minutos y de repente todos estaban cayendo, de no hacer algo pronto terminarían por estamparse muy bonito contra el suelo, pero aun así, Tauro buscó la mano de su novia para entrelazarla con la suya y con el Amuleto Volador colgándole del cuello lo activó simplemente tocándolo, de tal manera que su caída fuera más liviana y pudiera caer de pie sin problema.

— Oh, mira, aquí podríamos perdernos accidentalmente —comentó.

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El grito de Lyra le erizó los vellos haciéndolo girarse hacia la mujer. Había sido abatida por el Absorvere, perdiendo el equilibrio y cayendo al suelo. Por suerte, había sido tan astuta como para utilizar el amuleto de la curación, lo cual le ayudó a contener la infección que comenzaba a formarse en la herida, y más adelante la sanó por completo. Estando a una situación de batalla, seguramente fuese tenido que aplicar más hechizos curativos, pero ahí, eso bastó para erradicar los daños en su cuerpo. Zack asintió en señal de aprobación, a pesar de ignorar su queja.


Al instante siguiente fue Pik quien se quejó, los efectos del Absorvere parecieron surtir a destiempo. Sonrió con la broma de su compañero de bando y le respondió mientras se curaba el peroné.


—A Lisa seguro le encantará que intentes matarla durante toda la clase — Comentó dirigiendo una mirada a la profesora. —Yo no tendría problema — Murmuró poniendo la mano a un costado de su boca, aunque eso sólo prolongó más el sonido haciéndolo más audible para el resto. Se encogió de hombros con la misma sonrisa, y dejó que el mismo pupilo respondiera a la interrogante de Lyra antes de agregar algo más.


—Exactamente, eso que dice Pik. Sólo quisiera agregar que yo les aconsejo utilizar el hechizo curación en duelos, amistosos o no. El amuleto déjenlo para cuando no tengan un oponente queriéndolos matar — Ya con eso debían entender el mensaje que estaba intentando dar. —Además, si ambos son efectivos… — Su voz se vio interrumpida por la de otra persona presente —¿Perdón? — Dijo en un tono más alto girándose hacia Heliké. Acababa de insultarlo por el ataque, y ahora en lugar de responderle se centraba en sus heridas, como debía ser.


—Eso pensé — Agregó el Mortífago al ver que Heliké guardó silencio, aunque no por mucho tiempo. La escuchó tranquilamente y bufó sin poder contener esa risita despreciable —No debería tener muchos enemigos. Soy un sol — mintió, así que tuvo que repararlo —… A la una de la tarde. Sin embargo, aún no termino de captar su amenaza, señorita. Además, estos son los métodos que nos han avalado los Uzza para utilizar en clases, y les aseguro que los iniciales, propuestos por ellos mismos, eran mucho peores — Dijo recordando las casi torturas que aplicaron en ellos durante el retiro —Así que debería agradecer que estamos siendo… Suaves — Tardó en concretar una palabra correcta.


Luego de su aclaratoria, el vampiro le dio paso a Lisa para que iniciara el viaje, lo que habían estado esperando desde el inicio de la clase. Solo hizo agitar su varita en el aire, y todos los pupilos junto a Zack y ella misma, desaparecieron. Disfrutaron unos segundos de una extraordinaria vista que les mostraba varias pirámides del gran Egipto, hasta que la magia los abandonó en el vacío, literal.


Se encontraban a varios metros sobre el suelo, y todos comenzaron a descender con rapidez, el suelo estaba bastante lejos de los zapatos de todos ellos, por lo que no tenían estabilidad alguna y mucho menos algo a lo que aferrarse que no fuera otro compañero. Zack recordó que él también tenía un amuleto volador colgando de su cuello, e hizo uso del mismo para planear hasta caer con delicadeza, al menos la suficiente para no terminar acostado en la tierra, era un lugar bastante sucio.


Echó un vistazo a su alrededor y comprobó que ya se encontraban junto a la pirámide donde supuestamente estaría la tumba de tutankamon, información que tendrían que hacer llegar a los Uzza, aquellos tipos trabajaban a cambio de conocimiento, y ese era uno muy importante para la historia muggle, mundo que frecuentaban los guerreros. A Lisa le correspondía dirigir el inicio de la travesía.

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—Tengo muchas ganas de perderme, en realidad —entrelazó los dedos con los de su novia y buscó el amuleto volador con la mano libre—. Esto es demasiado complicado para mi mente simple, ¿qué tan difícil era hacerle un hechizo a todo?

 

Bufó con falsa indignación y esbozó una sonrisa divertida en cuanto lo accionó, para hacer que su cuerpo cayera con suavidad ante la caída que presentaban los profesores como nuevo reto. ¿Dónde demonios estaban? Enarcó una ceja, escéptica y por poco sufre un infarto cuando vio dónde estaban. ¡¿En serio?! Con lo que le huía a aquél lugar, era alérgica al calor y era bastante evidente por su lugar de residencia. Pocas veces pasaba algún fenómeno climático digno de mención en Londres, cosa que le encantaba. Pero siendo un demonio, estando cerca de una pirámide, estaba más que dispuesta a admitir que era el peor de los sitios que pudieron haber elegido para continuar la clase.

 

Tendría que haber sido idea de Lisa, sin duda.

 

—¿Suaves, profesor? —intervino, tan pronto las dos hubieron llegado a donde Zack hacía gala de su lengua viperina y le dedicó una sonrisa resentida—. Tengo la leve impresión de que podría probarnos un poco más en su siguiente asignación, estoy más que dispuesta a ver qué tiene preparado para mí.

 

Mientras hablaba, su pulgar se deslizaba de arriba hacia abajo por el dorso de la mano de Tauro y no fue sino hasta mucho después de que hubo terminado de hablar que lo notó. Sin embargo, le restó importancia a la presencia del resto de magos. ¿Qué más daba lo que ellos pensaran? Había pasado una vida demasiado larga, llena de aventuras y personas como para prestarle atención a ellos cuando se trataba de la persona que amaba. Como si quisiera probarse el punto a sí misma, acercó más a la Crouchs a su cuerpo.

 

Egipto, en otras circunstancias y bajo la percepción de alguien menos radical, habría sido un lugar bastante llamativo. Las dunas de arena dorada, el sol resplandeciente y la enorme e imponente pirámide que tenían al lado, eran la mezcla perfecta para convertirlo en un punto turístico casi trillado. Pero estaba segura de que las palabras de su primo habían sido la advertencia suficiente para mantenerlos alerta. Lo mismo Lisa estaba pensando seriamente en hacerlos comer arena hirviendo sólo por molestar.

 

—Tengo ganas de morderte —murmuró, de pronto, esbozando una sonrisa torcida.

 

Comentarios comunes para la líder del bando de quien espera a que la profesora intente matarla.

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Apenas supe que habían empezado las clases del Libro de la Fortaleza, tomé un transporte hacia el Ateneo. No quería llegar tarde pero, a juzgar por la ausencia de alumnos en la clase. Había tardado un tiempo en localizar su grupo. En cuanto supo que era el número Uno, corrió hacia la clase pero ya estaba vacía. En la pizarra del aula, el letrero escrito por alguien donde informaban que aquel era el grupo 1. Felicity lanzó un gruñido de enfado. Llevaba los libros en la mano con los anillos y amuletos incluidos. Había perdido la oportunidad de estudiar el libro y eso la contrariaba. Paseó, nerviosa, por la clase vacía. No sabía qué hacer por lo que se sentó en un pupitre. Abrió el Libro de la Fortaleza, ojeando su contenido.

 

Un pequeño siseo le hizo alzar la cabeza. El ruido salía de un armario al fondo de la clase. Ella no era miedosa, por algo era una gran mortífaga. Avanzó hacia él, con la varita en la mano, presta a su uso. Uno de los anillos se calentó en sus dedos, avisándole de un peligro. Fee supo enseguida interpretar su significado: habiia alguna plaga en su interior. Antes de abrir, pensó en qué se convertiría un boggart. Sin embargo, no era esa criatura quien la esperaba en el fondo del armario sino huevos de Aswinder. La muchacha quedó quieta ante la amenaza de la criatura pero recordó enseguida aquel hechizo que había leído en el Libro.

 

-Orbis Bestiarum -pensó con rapidez. Un anillo dorado envolvió a la criatura antes de que pudiera atacarla. La serpiente quedó bajo su merced. Si hubiera algún enemigo cerca, podría jugar con él obligándole a que le atacaran.

 

Cuando se aburrió de la serpiente, decidió probar más objetos mágicos. Pero allá en solitario no funcionaban los anillos de escucha o detector de enemigos... Sin embargo, le pareció escuchar un sonido. Fue como si algo o alguien le succionara. La mujer no sabía. Lo que sucedía, como si hubiera algún tipo de hechizo que permaneciera en la clase y la transportara a otro lugar.

 

Le pareció caer y recordó el poder del amuleto volador del primer libro, que llevaba colgado del cuello. Pensó con fuerza en su funcionamiento y conseguió planear hasta el suelo. Era un lugar cálido, arenoso y, sobre todo, con rostros conocidos.

 

-Estáis aquí. Llegó muy tarde?-preguntó de forma irónica.

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Luego de tantos años no podía creer que la magia aun lo sorprendería, el poder que esta tenía y sus diversidades parecía no tener límites. El simple salón, luego de que todos se curaran de las heridas de los hechizos, se cambió en un abrir de ojos en el antiguo egipcio. No podía asegurar si era el verdadero, una de las partes que rodeaba la Universidad o simplemente una ilusión creada por la magia de Zack y Lisa, o quien sabe cuantos más estarían implicado en todo ese poder mágico que los rodeaba.

 

Podía sentir la magia en el aire, era fuerte y antigua, como una presión que caía en la espalda y te recorría el cuerpo, fresca. Una sensación casi indescriptible, porque sentía la naturaleza pasar por su cuerpo como un canal y como esta misma presionaba el exterior de él, era fascinante lo que lo rodeaba. Aunque odiaba el sol y calor, cosa que le pegó de golpe tras estar en ese lugar. Alzó la mano para cubrirse el rostro del astro solar y, en ese instante que pasó su brazo frente al rostro, la vista había cambiado y un vacío en el estomago le pegó como un golpe.

 

—Maldita sea.

 

Su voz sonó más como un gruñido que una maldición, el aire pasaba veloz ante él y su cuerpo descendía en picada, directo a lo profundo de lo que sea estaba más abajo de él. Vio a los demás junto a él caer, llevándose la mano hacia el amuleto e invocar su poder. Era cierto que con un par de hechizos podía salir de ahí con vida, pero la idea era adaptarse al poder de los amuletos y sacarle todo el provecho que tenían.

 

Se llevó la mano al pecho y cogió el amuleto entre sus dedos, sintiendo el fresco metal y su liviano peso. Dejó que la magia del artefacto invadiera su cuerpo y el Macnair se dejó llevar, sintiendo como oleadas de viento recorrían el interior del su cuerpo. Era una sensación nueva, como si la brisa formara parte de él y estuviera de su lado, por pocos segundos cumpliendo los deseos del Macnair. Y empezó a planear, como si dos largos trozos de telas se encontraran entre sus brazos.

 

Sus pies tocaron la tierra con dificultar y siguió el camino por el que descendió con pasos largos hasta que se estabilizó en el suelo, tambaleándose. Se sentía inseguro y algo mareado ahora en la tierra, como si no perteneciera ahí luego de experimentar el poder del talismán.

 

—¿Hay alguna historia tras este amuleto, quien lo creó y por qué lo hizo? Me da curiosidad, seguro no le funcionó a la primera —soltó con sarcasmo, menos mal existía la magia y podía curarse rápidamente quien lo inventó. Miró como Felicity apareció en el lugar luego de estar perdida por un rato (? la saludó con un gesto y esperó a sus profesores, seguro otro atentando contra sus vidas estaba por llegar.

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