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Libro de la Fortaleza — Grupo 1


Mael Blackfyre
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Al igual que una de sus interrogantes, su compañero Niko (a quien recordaba desde el épico episodio en la clase de Maldiciones) no tardó en hacer la misma inquietud en base al poder de sanación que les otorgaba el uso del Libro de la Fortaleza; magia que se podía llevar de la mano de forma perfecta con los conocimientos de Primeros Auxilios que alguno de los asistentes a dicha cátedra pudieran estar al tanto. Fue Mónica la que continuó con una de las mejores explicaciones que pudo escuchar en relación al arte de la curación, tanto con el trabajo del amuleto como también con el empleo de la varita. A Elros le quedó bastante claro todo, y no tardó demasiado en sacar una libreta de apuntes y comenzar a tomar nota de todo lo que la bruja de cabellos rojos revelaba pacientemente a sus alumnos. Consecutivamente oyó lo que la chica Atkins comentaba, haciedo hincapié en la energía que el Salvaguarda Mágica también les ofrecía.

 

Pero las indicaciones que posteriormente dio su padre le dejaron algo dubitativo <<¿Acaso nos está incentivando a cruzar la cascada con el uso de aquel hechizo?>> pensó para sí mismo el ojiverde, tratando de recordar lo que el libro decía acerca de tal magia no verbal que quería que realizaran. -Señor Gryffindor… Tengo una pregunta antes de aventurarme a hacer lo que usted nos está solicitando- empezó diciendo el alquimista, no sin antes volver a hacer uso del Amuleto Volador con el propósito de planear desde la altura de donde ahora se hallaba hasta los pies de la pequeña catarata. -Sé que esto nos permite volver nuestro cuerpo intangible… ¿Pero funciona con el estado líquido? Las paredes, las rocas… son sólidas. Pero el agua no. ¿Y qué pasa con el estado gaseoso o coloidal? Por ejemplo… si nos vemos enfrentados a un gas pimienta por una batalla muggle que afecte al territorio en donde vivimos… ¿Podemos usar Salvaguarda Mágica para que el gas no nos perturbe?- inquirió el extrovertido veinteañero a sus profesores; esperando que alguno de ellos le respondiese antes de querer introducirse en la cascada, aunque estaba algo acalorado con el clima de la zona.

Editado por Enrick W. Ryddleturn
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- No, yo no he intentado usar dicho anillo. Pero tengo una duda sobre su uso, ¿qué distancia cubre? Por ejemplo, en el anillo de Salvaguarda contra oídos indiscretos indica que bloquea una zona de 50 m2, pero en este no indica nada sobre la distancia - El Tonks era un poco curioso y quizás sería bueno escuchar conversaciones lejanas, aunque seguramente no podría cubrir mucho espacio. No era uno de los libros más poderosos.

 

- Ya sé cuál es el problema, pero qué tonto soy - Pensó Niko mientras Mónica les mostraba el amuleto de la curación y les explicaba sus funciones. El Tonks no había leído que debía portarlo en el cuello para poder utilizarlo, tendría que comenzar a leer un poco mejor las definiciones de cada uno de los amuletos y hechizos que le otorgaba dicho libro. Rápidamente lo sacó de su maleta y lo colgó en su cuello.

 

- Tengo una pregunta, ¿solo podemos usarlo en personas? ¿Podría curar algún animal usando el amuleto de la curación? - El libro de Niko solo mencionaba a las personas, esperaba que también funcionara con animales. Por ejemplo, para poder curar animales en peligro o a sus criaturas si se lastimaban.

 

Ashley, su compañera en el Magic Mall, también se encontraba en la clase y mencionó el hechizo de Salvaguarda Mágica. Luego el profesor de la clase propuso utilizar el hechizo, Niko rápidamente sacó su libro y comenzó a leer las indicaciones para realizarlo - Esto parece fácil, solo debo pensarlo y ya - Pensó el Tonks, aunque en su experiencia nada era fácil y seguramente tendría problemas para realizarlo.

 

- Muy bien, entonces manos a la obra - El Knight estaba muy emocionado de poder empezar con el primero de los hechizos del libro - Salvaguarda Mágica - Pensó, al ser un efecto no se observó nada, pero si lo había hecho bien, su cuerpo sería intangible. No obstante, Thomas realizó algunas preguntas interesantes.

 

- Creo que mejor espero un poco más, no quiero mojarme - Dijo, mientras esperaba la respuesta de alguno de sus profesores de la clase. Aunque si Elvis les dijo que lo hicieran, seguro se debía poder solo que sus ganas de no mojarse eran mucho mayores y podría esperar un poco más antes de comprobar si había hecho bien aquel efecto.

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A Mistify comenzaba a impacientarla el hecho de que los dos magos frente a ellos los trataran como si fueran magos novatos, animándolos a participar en la clase como si estuvieran en Hogwarts presenciando Artes Oscuras o fuera su primera vez en los exámenes de Aparición. ¿Acaso estaban de broma? No dijo nada, por el momento, solo se limitó a hacer lo que le pedían, aunque por supuesto el atravesar una cascada con la vestimenta que llevaba puesta no iba a ser una tarea fácil.

 

Apretó su mano derecha, la varita mágica se hizo presente en ella, formándose tras la concentración de intrincados zarcillos oscuros. Era larga, lisa y apenas tenía un borde que indicaba cuál era el lado por el que debía portarse. Rasgó el aire un par de veces y la dirigió hacia las botas que llevaba puesta. Su altura se vio reducida en una cuantos centímetros cuando los tacos desaparecieron. Lo mismo la túnica blanca, ya no era tan holgada, ni tan larga, sino notoriamente más estrecha y con una rasgadura que iba desde poco más arriba de la rodilla hasta finalizar la prenda, lo que hacía que fuera mucho más fácil moverse para ella.

 

Enarcó una ceja en señal de aprobación y la varita desapareció. Estaba lista.

 

- Salvaguarda Mágica - pensó.

 

Extendió los brazos, eran traslúcidos y podía ver a través de ellos como si fuera un cristal algo nublado. Miró hacia abajo, a sí misma, todo su cuerpo tenía la misma semitransparencia. No fue tan difícil . Se dijo a sí misma, mientras comenzaba a andar, esta vez con mayor facilidad, hacia la cascada que precedía a la entrada de la cueva.

 

Puso un pié en el agua y para sorpresa, fue como si el elemento líquido no estuviera allí. Así que se metió a la especie de laguna no profunda, que se formaba bajo la potente caída. Es genial. No me mojo en absoluto, es como si mi cuerpo fuera etéreo, similar al de un fantasma. En su mente se formaron los mil y un usos que podría darle a aquella habilidad.

 

Cuando giró su cuerpo para quedar de frente al resto del grupo, desapareció de la vista de todos.

 

- ¿Qué diablos? - la voz se vio replicada por el eco cavernoso. Su cuerpo de la misma manera que el agua la atravesaba y que podía traspasar paredes, había cedido bajo los pies. O al menos eso fue lo que Mistify creía, puesto que fue como si estuviera en un elevador del Ministerio de Magia y lo último que observó de sus acompañantes fueron los pies. ¿En dónde se encontraba?

 

 

Se puso de pie con dificultad. La caída había sido abrupta y cuando quiso apoyar la pierna derecha, sus labios se entreabrieron para pronunciar un quejido. Estaba oscuro, por completo. Lo único que iluminaba con un brillo azul era uno de los anillos. ¿Cuál era? ¿El de detección de enemigos o el de escucha? ¿O era el de...? Demasiados anillos, tendría que aprenderse el color de cada uno. Aguzó los oídos intentando escuchar, más solo se podía entrever el sonido distante de la catarata de agua y otro, un murmullo similar al ronroneo de un gato que no podía especificar de donde provenía.

 

- ¿Hay alguien ahí? - Gritó. Quizás alguno de los que estaban arriba tuviera activado el Anillo de Escucha y pudiera oirla. El sonido se multiplicó por mil. No tenía miedo, se había visto en peores situaciones, lo que la incomodaba era que no sabía exactamente qué esperar de aquel lugar y en principio, aún no le explicaron qué hacían allí.

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Tras sus palabras la única que habló fue una Ashley que hasta ese momento había permanecido en silencio y para tranquilidad de Mónica hizo mención al hechizo que para ella también era el más importante. Claro que era una opinión completamente personal que prefería mantener el silencio en una reunión como aquella, en la que se suponía que ella y su compañero debían de mostrarle al resto los poderes que se les entregaba. Si contara para qué veía útil cada uno de los hechizos o poderes tendrían que llevarla presa a Azkaban.

Dejó que Elvis les diera un nuevo objetivo. Sabía que algunos lo harían a la primera mientras que a otro les costaría más, pero en principio no pensó que pudiera haber problema alguno. Por ello quizás se permitió unos segundos de distracción cuando el otro mago a cargo de la clase se le acercó para hablarle bajo el efecto del anillo salvaguarda contra los oído indiscretos. Nada más escuchar lo que le decía arrugó el ceño y lo miró como si lo que decía fuera la locura más descabellada que hubiera escuchado nunca.

Jugueteó con el anillo de forma natural, con el mismo gesto que él un momento antes.

- Hay personas interesadas, Elvis – tuvo la gracia de tutearlo a pesar de saber que él no quería ni verla, algo que por otro lado ella también sentía hacia él-. ¿Cómo crees que actuarían esas personas si supieran que en algún lugar, bajo nuestros pies, hay un objeto mágico capaz de producir oro? No sé tú, pero yo no conozco del todo a los que hoy nos acompañan y no pienso arriesgarme a que nadie nos robe ese maldito anillo.

Las ultimas palabras habían salido con violencia de sus labios y su mirada se había oscurecido. Ya lo había pasado bastante mal en el anterior encuentro con los poderes de aquel libro como para arriesgarse a perder el obsequio que los retorcidos guerreros le habían pedido como pago por los poderes que ese día enseñaban. Puso atención al grupo nuevamente, dispuesta a responder a la nueva consulta del Gryffindor.

- No sea rebuscado, por favor – le pidió, poniendo inevitablemente los ojos en blanco. Era notable que se le estaba acabando la paciencia y eso que acababan de comenzar-. ¿Ha leído lo que el libro te dice? Cuando hace mención a la materia solida se refiere a todo lo que puede impactar en ti y aunque algo esté en estado gaseoso, tiene átomos minúsculos que tienen que tocar tu cuerpo para dañarte. Es así como funciona el gas pimienta y si esos átomos no tienen donde adherirse... ¿El resultado es...? Por ello los rayos tampoco te impactarán.

Mientras esperaba la respuesta y escuchaba de forma dispersa lo que Niko decía, volvió a acercarse a Elvis pero esta vez no habló en voz alta, si no que vocalizó un “No vamos a decírselo” hacia donde se encontraba. En su mente los posibles problemas que podrían surgir si les contaban lo que estaban buscando comenzaron a darle vueltas y quizás fue por eso que no se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. Solo cuando empezó a aumentar el murmullo a su alrededor se volvió hacia el resto.

- ¡Mistify! - avanzó rápidamente e intentó tomar la mano fantasmal de la mujer de cabellos plateados, pero al intentarlo lo único que pudo fue traspasarla. Dos segundos después había desaparecido y Mónica ahogó un grito de angustia-. ¡Demonios!

Se quedó mirando al aire unos segundos aunque tuvo la sensatez de utilizar el anillo de escucha que tenía colgado al cuello. Ese no lo había utilizado demasiadas veces así que cuando se lo deslizó en el dedo tuvo que recordar la vez anterior que lo hizo para repetir la acción. Lo giró, aunque sabía que no era algo estrictamente necesario, si no una costumbre que había adquirido con el resto de sus joyas y cerró los ojos. Entonces la voz de Mistify sonó en su cabeza como si la tuviera al lado.

- Debimos pensar en esto – murmuró mirando a Elvis. Le echó un rápido vistazo al resto y suspiró-. Será mejor que expliques lo que ha ocurrido antes de que alguien quiera salir huyendo – le dijo, aún en voz baja.

Era obvio que una vez dominado el poder la persona en cuestión que usara aquel hechizo podría controlar que lugar o cosa quería atravesar, sin embargo cuando empezaba a utilizarse podían surgir problemas como aquel. Mistify no había sido consciente de que debajo de ella el suelo estaba hueco y había acabado traspasándolo de forma involuntaria. A saber donde había ido a parar.

No vio necesario explicarle a su compañero lo que pensaba hacer; él podría encargarse del resto del grupo mientras ella buscaba a la bruja recientemente extraviada. Cuando tuvo la varita de ébano en la mano diestra la agitó un par de veces y cerró los ojos, dejando que el suelo comenzara a absolverla si es que podía decirse así. Tuvo que echar mano del amuleto volador, colgado de su cuello como los otros, para que el descenso fuera suave y no terminara con la boca clavada en la piedra de la cueva.

Cuando volvió a abrir los ojos no vio nada más que un pequeño punto de luz que llamaba su atención. Se movía y aunque supuso que delataba la posición de la Malfoy decidió levantar su varita pronunciando un escueto “lumos” que lo iluminó todo al instante. Al ver que era ella, se acercó.

- ¿Estás bien? - le preguntó, iluminándole como gesto instintivo el rostro. Estaba claro que ella mujer que tenía delante le ganara por mucho en experiencia y sabiduría, pero de alguna forma durante aquella est****a misión era su responsabilidad que tanto ella como el resto estuviera bien. Estaba claro que si hubiera sido otro no hubiera puesto tanto ímpetu, pero Mistify era alguien importante para Mónica-. Debimos prever que bajo nuestros pies había parte de la cueva. Al no ser consciente de ello no pudiste controlar el nuevo estado de tu cuerpo sobre la superficie y bueno... aquí estás.

Lo último lo había dicho de forma mecánica, porque su vista había cambiado de objetivo cuando la luz le había mostrado las paredes de piedra oscura. Había inscripciones en un idioma que no conocía y dibujos extraños que subían hacia el techo, completamente liso. Estaba claro que aquella no era una cueva natural.

- ¿Dónde diablos estamos?

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El muchacho de mirada esmeralda se percató que varios de sus compañeros se quedaron quietos luego de su pregunta sobre el hechizo que los profesores estaban solicitando hacer con el propósito de cruzar la cascada, pero Mónica no tardó en derribar el cuestionamiento que el Gryffindor había manifestado, dejándolo como un rebuscado frente a todos los que estaban allí expectantes. -Entiendo profesora Malfoy… Gracias por responder mi duda, ahora no me queda nada más que seguir adelante con…- fue lo que alcanzó a decir, puesto que Mistify ya se había aventurado con el uso de aquella magia poderosa; pero para mala suerte de ésta, desapareció en el mismo instante en que su cuerpo se había vuelto etéreo y fantasmagórico con el Salvaguarda. -¿Ahora jugaremos a las escondidas?- dijo en voz baja, esperando que ninguno de los visitantes de aquella tierras hawaianas lo pudiesen escuchar.

 

-¡Padre! Espero que esto no sea parte de la prueba… pero de ser así, no dejaré que Mónica vaya sola a aquel lugar. Nos vemos pronto- expresó el mago con la valentía que le caracterizaba a un digno miembro de su familia, una vez que se acercó a Elvis para comentarle aquella frase y, posteriormente, pensó aquel hechizo que las dos mujeres ejecutaron para volverse intangibles. Su cuerpo parecía ahora un alma en pena, y sin pensarlo dos veces activó su Anillo de Escucha para tratar de localizar a las brujas que ya habían descendido por aquella entrada que estaba a los pies de la catarata. -¡Mónica! ¡Mistify! ¿Están aquí?- preguntó al mismo tiempo que ocupaba su Amuleto Volador para planear entre las afiladas rocas que, igualmente, terminaron golpeándolo fuertemente en la cabeza; causando que un delicado hilo de sangre fluyera desde el temporal izquierdo de su cráneo.

 

-¡Gracias a Merlín! Están bien… por lo menos mejor que yo- manifestó con un dejo de alegría luego de seguir la luz que emergía de la varita de la profesora, y otra azulada que brotaba de uno de los anillos de la alumna que había caído primeramente en las fauces de aquella cueva que parecía ser el hogar de algún clan por la infinidad de figuras rupestres y jeroglíficos en las paredes que eran fáciles de identificar como extraños y poco comunes. -Maestra… tengo la misma sensación que antes… uno de mis anillos percibe cierto grado de peligro hacia esa dirección…- agregó el pelirrojo, al mismo tiempo que apuntaba con su varita de pirul hacia una de las aberturas con forma ovalada que tenían frente a sus ojos; debido a que el área en donde habían arribado precipitadamente tenía tres posibles caminos, pero la luz zafiro del Detector de Enemigos apuntaba únicamente hacia la entrada de la izquierda.

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Vislumbró a lo lejos a un grupo que comenzaba a subir las escaleras, encabezado por una mujer de cabellos pelirrojos que reconocería en cualquier lugar. Aceleró el paso pero no consiguió alcanzarlos hasta que no se detuvieron en centro de la estancia, alrededor de una mesa. Se acercó lo suficiente como para ver el pergamino que, al parecer, su hermana Mónica había depositado sobre la madera. Cuando terminó de tachar su nombre, tal y como había indicado la Malfoy, se percató de que había algo más: una bota vieja. Evarela no pudo evitar enarcar una ceja. ¿De verdad iban a trasladarse a otro lugar? Tuvo que dejar las objeciones para otro momento pues en ese momento todos comenzaron a tocar el traslador y ella no podía quedarse atrás.

 

Agarró el viejo objeto, con cierto asco, y notó aquel tirón en el ombligo que indicaba que estaban cambiando de escenario. Una oleada de calor golpeó a la Black con cierta violencia, quizá por el cambio brusco de temperatura. No puedo evitar soltar un gruñido. Soltó la bota y miró a su alrededor. Estaban en medio de ¿una isla? No estaba segura de la ubicación exacta pero podía notar que el mar estaba muy cerca. No pudo evitar sentirse un tanto aliviada por no haber elegido uno de sus largos vestidos. Llevaba unos vaqueros viejos y una camiseta negra de manga larga con cierto escote. Las botas iban a juego y agradecía no haber optado por ponerse tacones.

 

Entonces Mónica comenzó a hablar. Evarela la miró y cayó en la cuenta de que a penas había ojeado su libro nuevo. Lo único que sí había cogido eran los múltiples objetos que llevaba consigo aquel objeto que le obligaba a meterse en una aventura como aquella. Buscó en los bolsillos de su túnica todos los anillos y se los fue colocando mientras Mistify aseguraba que todos llevaban el anillo de escucha. Otro mago no tardó en hablar. La verde mirada de la castaña se posó en Thomas aunque realmente no prestaba mucha atención a sus palabras. Aquello comenzaba a aburrirla.

 

- ¿Cobardes? - inquirió algo incrédula al escuchar a Elvis, en el que no había reparado hasta ese momento. Últimamente se encontraba con aquel mago en todas partes.

 

Su pregunta pasó desapercibida, pues el mismo mago que había hablado antes de Elvis le respondió. Evarela no pudo evitar poner los ojos en blanco mientras otro mago más hablaba sobre su libro de hechizos. Por unos segundos miró hacia la lejanía. El mar estaba tranquilo pero a lo lejos parecía que las nubes comenzaban a oscurecerse. Quizá se avecinase tormenta. No pudo evitar mirar hacia el cielo que había sobre sus cabezas. El sol brillaba con mucha intensidad haciendo que estorbase hasta la capa que llevaba sujeta al cuello.

 

Se maldijo por haberse distraído pues al parecer tenían que hacer y la Black no se había enterado muy bien. Observó a sus compañeros, que se dirigían hacia la cascada. Un momento. ¿Desde cuándo había cerca una cascada? ¿Qué demonios pasaba en aquel lugar? O Evarela estaba completamente distraída y no se había percatado de aquella cantidad de agua que caía con agresividad o las cosas iban y venían. Caminó hacia el borde de las piedras para vislumbrar mejor la catarata. En un abrir y cerrar de ojos, se encontraba en la base de la misma, muy cerca del agua que caía con furia formando un arco iris allí donde daba el sol.

 

- Espera - se dijo así misma. Había olvidado colocarse el amuleto, por si las moscas.

 

Frunció el ceño. No estaba segura de lo que debía hacer, pues las indicaciones de Elvis tampoco es que hubiesen sido muy específicas. Cerró los ojos mientras estiraba el brazo hacia el agua, concentrándose en el Salvaguardar Mágica. Bufó al notar que el agua mojaba su mano. Al parecer no se había centrado lo suficiente. Entonces vio como Mistify caminaba sobre el agua sin mojarse, como si no fuese corpórea y no pudiese afectarle ninguno de los elementos que la rodeaban. Volvió a cerrar los ojos, mientras agarra su varita y se metió de cabeza en el agua, centrándose en aquel poder que sabía que terminaría dominando. Había funcionado, lo había conseguido. Abrió los ojos y buscó a la Malfoy con la mirada. ¿Dónde demonios se había metido?

 

- ¿Mistify? - inquirió girándose hacia el resto del grupo - ¿Qué ha pasado? - preguntó saliendo a tierra firme de nuevo, notando como volvía a la normalidad.

 

Por el rabillo del ojo vio como Mónica se aventura al interior de la cueva. Al parecer la Malfoy se había extraviado. Sonrió divertida, al menos ocurría algo entretenido. Buscó con la mirada al encargado del grupo, Elvis, mientras su rostro se endurecía.

 

- ¿Y ahora qué? Tendremos que ir a buscarlas - comentó cruzándose de brazos.

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Si, Niko. Puedes utilizar el amuleto o el hechizo en un animal, en otra persona o contigo mismo —le respondí aprovechando que mi compañera le respondía a mi hijo Thomas. Los chicos parecían demasiado preocupados en el uso de cada uno, mientras el resto del grupo estaba callados. Tal vez por tímidos, tal vez por no saber que hacer. Monica no estaba de acuerdo en que le dijeramos a los chicos el motivo verdadero del porqué estábamos alli. ¿Deberíamos camuflar toda ésa actividad como una prueba digna de los Uzza? Estaba seguro que la incertidumbre nos ayudaria.

 

Pero la voz de Evarela, como recordaba que se llamaba aquella bruja, me hizo percatarme de que tenia razón. Mistify no había regresado como le había indicado. Y al parecer, estuviéramos en la selva amazónica, en el Everest, o Hawaii o en la Universidad, siempre existiría un pequeño hueco donde los chicos no sabrían utilizar bien los poderes. ¿Tan dificil había sido ir y volver? Para algunos incluso era dificil arrancar. Pero Monica actuó tan rápido como lo esperaba. Y Thomas, aquel hijo llevaba la sangre de los Gryffindor aunque no me producía confianza si aún no sabían utilizar los hechizos.

 

¡Claro que si, señorita Black! Es nuestro deber mantenerlos a salvo y el de ustedes, ayudarnos a eso —le comenté con una sonrisa a Evarela. Claramente que no estaba regañándola. Era mi agradecimiento por escuchar que fuéramos a buscarla y no quedarnos allí esperándolas. Si ellos tres se encontraban dentro de la cueva, entonces estaban más cerca de la maldición, por ende, todas las varitas serían necesarias—. No piensen demasiado en cada poder. Los anillos y amuletos sabrán que hacer. Andando, Niko... Ashley...

 

Llamé la atención de los jovenes, por si aún intentaba ir a la cascada. Lo que teníamos que hacer era si, usar el Salvaguarda porque era la única manera de llegar al interior donde habían desaparecido Mistify, Monica y Thomas, en ése orden. Pero no podíamos quedarnos separados, deberíamos saber cómo se encontraban. Incluso algo me decía que las dudas sobre el amuleto de curación se irían cuando las usáramos allí dentro. Esperé a que éstos tres fueran primero. Si tenían dudas, tenían que dejarlas a un lado y recurrir a aquel poder. Esperaba que se acordaran que un amuleto incluso servía para amortiguar caídas.

 

Tal vez la clase no habían sido lecciones simples. Pero aunque fuera por la fuerza, lo importante era que los aprendieran. Aunque estuviéramos en la búsqueda de un anillo que producía oro por si sólo pero no lo supieran. Claramente Monica me había convencido que ése detalle lo omitiéramos. Nadie ni siquiera lo sospecharía.

 

Llegué pegado a los talones de Evalera, Niko y Ashley. Los chicos estaban dando sus primeros pasos y todo estaba funcionando. Todos llegamos donde se encontraban. Las dos jóvenes mujeres y Thomas, que al parecer se había lastimado. Prendi también mi varita. Aquellas motitas de luz no eran suficientes. Aún desde allí dentro, se podía escuchar el golpe de la caída de la cascada. El agua golpeaba fuerte contra el fondo del lago. Movi un par de veces la varita y cuatro esfera de luz se elevaron por sobre nuestras cabezas. Así se veía mejor. Las estalactitas y estalagmitas decoraban aquella habitación que formaba la cueva. Había tres enormes huecos que iban en diferentes direcciones.

 

Niko ¿Quieres practicar en Thomas? Necesita un poco de atención —le comenté, aprovechando que pusiera en prácticas sus dudas. Entre los dos solucionarían aquello. Miré a las chicas, Ashley y Evarela, y les hice una seña—. Tal vez ellas también lo requieran —no quería imponerles aquello, pero si se atendían entre mujeres, tal vez tendrían más confianza. Mistify parecía bien, aunque supuse que un poco confundida. Monica ya estaba al lado de ella, tranquilizándola. De repente levanté la cabeza y mire hacia las tres entradas (o salidas)

 

"Uuuuuuuuuuuuooooooo"

 

Un quejido, gruñido o grito resonó como un eco lejano. Pero no necesitábamos aquellos anillos para escucharlo, todos lo habíamos sentido. No estaba seguro en retomar las dudas, pero los chicos habían preguntado varias cosas. Estaba seguro que siempre serían así las clases, no en sentido normal, sino que nos enfrentaríamos a modo de situación para conseguir un objetivo y así, aprender aquellos poderes.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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La capacidad analítica y de asombro de Thomas estaba en su máxima expresión orientada hacia la abertura de la izquierda, cuando detrás de su silueta se sintió un pequeño retumbar de escombros y agua que dio cabida a la llegada de sus compañeros, seguidos por la figura de su padre, quien obviamente había conseguido arribar ileso desde las alturas. -Pap… o sea, profesor Gryffindor. Me da mucho gusto que haya decidido venir aquí- manifestó el pelirrojo con una sonrisa a flor de labios, al mismo tiempo que se llevaba su diestra hacia la sien izquierda, notando que ésta aún sangraba producto del golpe recibido a manos de una roca afilada que se había cruzado en su camino de descenso hasta aquella cueva. -Niko… tú siempre atendiendo mis locuras. No es ésta la primera vez que me ayudas- le comentó al Dumbledore con sensatez, recordando lo que éste había realizado por él en su antigua clase de conocimientos en tierras turcas; la cual ya había pasado hace unos cuantos meses atrás. Fue así que, sin rechistar, dejó que el mago hiciese empleo del arte de la sanación que el Libro de la Fortaleza le brindaba, no percatándose si Niko usó sus manos o la varita misma para curar la herida cortante y sangrante que tenía en el cráneo del lado zurdo.

 

-Elvis… Mónica; ustedes sabrán bien acerca de esto. Sé que no tengo el discernimiento muy concreto ni tampoco estoy seguro, pero creo que estas runas antiguas tienen un origen nórdico… por el tipo de escritura y las imágenes que aparecen ¡Ven! Aquéllos de allá parecen vikingos a la siga de un dragón… y éstos parecieran ser un grupo de…- fue lo que alcanzó a balbucear, debido a que un fuerte gruñido se oyó proveniente de los tres agujeros que todos tenían enfrente. Gracias a las esferas lumínicas que su padre había convocado, pudo reconocer el temor en la fisonomía de todos, ya que rápidamente desenvainaron sus varitas y apuntaron dubitativamente cambiando de dirección hacia las tres brechas. Los chillidos se hacían cada vez más enérgicos y se acompañaban con el temblar del piso, tal como si fuera un movimiento producido por el choque de las placas tectónicas; sumando a lo anterior que un brillo azulado emergió de los anillos Detectores de Enemigos de cada uno de los que estaban en dicha caverna. -¡TROLL!- gritó el mago inefable cuando las figuras de tres temibles gigantes con mazos aparecieron frente a todos, desde los posibles caminos que se abrían paso por los orificios que desde un comienzo le causaron extrañeza.

 

-¡Defodio!- expresó sin pensarlo, apuntando su varita hacia sus pies y los de Niko (quien estaba curando su contusión en la cabeza); creando un hoyo en la tierra que les permitió refugiarse ante el primer golpe de mazo que uno de los troll lanzó en dirección hacia sus rostros, salvándose de morir decapitados. -¿Estás bien?- le preguntó mientras escuchaba los gritos y los hechizos que los demás hacían en la superficie, observando que rayos y un par de cuerdas salían disparados rumbo a las criaturas que serían imposibles de controlar con Orbis Bestiarum, o eso creía el alquimista. Fue en eso que su anillo de Amistad con las Bestias reaccionó espontáneamente, y gracias a su conocimiento de Cuidado de Criaturas Mágicas logró comprender lo que a los trolls les inquietaba mientras atacaban. <<No se lo llevarán. Es nuestro y de nuestros amos… No se lo llevarán>> repetían una y otra vez.

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En un segundo estaba sola y en medio de la oscuridad casi absoluta y al siguiente rodeada de magos y hechiceras que lanzaban hechizos y hacían conjeturas de las inscripciones que a duras penas se podían leer. Suspiró profundamente ¿un troll? Lo que le faltaba. No tenía idea si la criatura había sido puesta allí por uno de sus profesores, aunque a juzgar por la expresión de Mónica no era así, o estaban allí con alguna otra intención. Ese tipo de criaturas eran torpes y casi siempre obedecían las órdenes de algún hechicero.

 

- Mónica ¿estás segura que no hay algo que quieras contarme? - la pelirroja no tuvo oportunidad de responder ¿o si? Mistify no tuvo oportunidad de escucharla.

 

La varita oscura de la Malfoy de cabello rubio estaba de alguna manera nuevamente en su mano derecha y de la punta surgían un par de cuerdas producto de un Incarcereus que había conjurado. El hechizo impactó en la criatura que se vio rodeada de sogas enrollándose en torno a su enorme cuerpo, apretándolo y tensándose cada vez que el troll hacía un nuevo movimiento intentando zafarse de ellas.

 

Las esferas de luz creadas por Elvis eran como dos tenues soles que iluminaban la escena, pero aunque la criatura ahora estaba tendida en el suelo, bufando cada vez que se movía, el anillo de Mistify seguía emitiendo un fulgurante color azul y el ronroneo que anteriormente era solo un sonido lejano, ahora parecía ser emitido por la misma roca que los rodeaba.

 

Mistify apretó su varita, los ojos esmeraldas se entrecerraron observando las sombras proyectadas por ellos mismos y las curiosas formas de las estalactitas y estalagmitas. Si no fuera porque el anillo le transmitía esa sensación de peligro inminente, a la bruja de túnica blanca le hubiera parecido un lugar bonito, por así decirlo.

 

- Aquí hay algo más - su voz casi un susurro se escuchaba ampliada por la resonancia del lugar..

 

Dió un paso hacia adelante, a pocos metros de donde se revolcaba el troll y del agujero que uno de los magos había socavado para mantenerse a salvo. ¿Era sensación suya o las paredes se movían hacia ellos achicando poco a poco el hueco en donde estaban parados? Cuando un pedazo de piedra que bien habría podido partirle la cabeza se desprendió del techo de la cueva en su dirección, lo primero que pensó fue en la Salvaguarda Mágica. Y esta vez lo controló, el elemento se estampó contra el suelo en medio de su cuerpo fantasmal que volvió a recuperar la forma habitual en cuanto la bruja se movió de lugar.

Editado por Mistify Malfoy

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Aquel mago, que había llamado padre a Elvis, había salido detrás de Mónica como alma que lleva el diablo. ¿A qué demonios estaba jugando? ¿A caso se creía un héroe? ¿O era tan insensato al pensar que las dos Malfoys no eran capaces de cuidarse solas? Como respuesta a aquellas preguntas internas se limitó a encogerse de hombros. A fin de cuentas, no era problema de la Black si alguien sufría daño y mucho menos si se trataba de alguien que le era completamente indiferente.

 

Giró la mirada de nuevo hacia Elvis, pues sin darse cuenta había seguido la trayectoria del otro mago hasta que desapareció. Obervó al profesor, escuchando las palabras que le dirigía. A pesar de todo, parecía completamente tranquilo y amable, y no perdió la sonrisa en ningún momento. El rostro de la banshee mantenía se mantenía serio, normal en ella, sin llegar a manifestar que no aguantaba a ese tipo de personas: siempre alegres, siempre de buen humor.

 

- Las damas primero ¿no? - inquirió caminando hacia el lugar por el que habían desparecido ya tres personas.

 

Volvió a centrarse en aquel amuleto que la hacía volverse casi transparente, permitiéndole atravesar las piedras que la separaban de sus compañeros y profesora. En aquella ocasión no había cerrado los ojos pero todavía mantenía sujeta la varita con su diestra, siempre le hacía sentir más asegura agarrar su arma. Y, de repente, notó que volvía a ser corpórea y que caía en picado hacia el suelo. Apretó los puños, con tal fuerza que los nudillos que rodeaban la varita se volvieron blancos, y la caída se detuvo de golpe, a unos cuantos centímetros del suelo.

 

- Por los pelos - murmuró cuando volvió a tocar tierra firme - Lumos - tras pronunciar aquellas palabras una tenue luz iluminó la profunda oscuridad que reinaba en el lugar.

 

Notó la presencia de sus compañeros, Ashley y Niko, seguidos de Elvis. Por suerte el resto del grupo estraviado estaba ahí mismo, a un par de pasos. Evarela observó a las dos brujas para comprobar que estaban sanas y salvas. No tuvo tiempo de hacer mucho más, pues un sonido ajeno al grupo de magos sonó por todos lados. La Black miró hacia el origen de aquel sonido. Escuchó que alguien reconoció a aquella criatura como un Troll, pero la primera en actuar contra él fue Mistify. Con un rápido movimiento de varita, atrapó a la criatura con tres cuerdas.

 

- A eso lo llamo rapidez - murmuró mirando hacia el bulto que se revolvía en el suelo, preso.

 

Fue entonces cuando se giró hacia el resto de sus compañeros. Thomas había cabado un agujero en el suelo y no había dudo en usarlo. Entonces oyó otro gruñido, casi idéntico al primero. Empuñó la varita hacia el otro lado, en un acto reflejo para protegerse de otra de esas criaturas. Y, sin embargo, había dos más. La Malfoy se había ocupado del primero pero todavía quedaban dos idénticos. Evarela no tardó en apagar la luz que proporcionaba su varita y pegó a la pared más cercana.

 

Mientras sus ojos se acostumbraban a la oscuridad que la rodeaba, fue moviéndose sigilosamente, alejándose también del resto de sus compañeros, camuflándose en la oscuridad. Sabía que los trolls eran criaturas estú.pidas pero no tenía muchos conocimientos a cerca de si tenían buena vista. Confiaba en que no fuera así. Apuntó a la criatura que tenía más cerca.

 

- Petrificus totalus - Un rayo impactó en el costado del troll, paralizándolo en el acto.

 

De repente un temblor sacudió la cueva. La castaña, que todavía seguía pegada a la roca, frunció el ceño. Las paredes habían comenzando a moverse, con lentitud pero sin detenerse. Si no salían de allí acabarían siendo puré de magos con esencia de Troll. Corrió hasta sus compañeros. No es que le importase demasiado el riesgo que corrieran la mayoría de aquellos magos pero debía de guardar las apariencias. Buscó con la mirada a su hermana para comprobar que estaba bien, aunque sabía que Mónica era capaz de cuidarse sola.

 

- ¿Nos vemos arriba? - y antes de poder recibir respuesta, se elevó hacia el escaso cielo de la cueva.

 

Por unos segundos, pensó que no sería capaz de volverse incorpórea de nuevo pero con el simle hecho de pensar en la salvaguarda mágica bastó para poder atraversar la piedra. Tuvo que pestañear un par de veces cuando el sol la cegó. Notó que suspies volvían a tocar tierra firme por ¿cuarta? vez en un tramo demasiado corto de tiempo. Cuando por fin consiguió aclarar la vista miró a su alrededor.

 

- Creo que me he perdido - comentó para si misma. Había ido a parar a una selva frondosa.

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