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Libro de la Fortaleza — Grupo 1


Mael Blackfyre
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~La búsqueda de Andvarinaut~


Mónica y Elvis se encontraba ante uno de los Guerrero Uzza, Khufu. Éste hacía un buen rato, los había mandado a llamar. Fueron al encuentro tranquilamente, aunque ya sospechaban que todo iba a ser referido al libro nuevo que tenían que enseñar. Aquellos futuros alumnos se sumergirían en éstos nuevos poderes por una clase. Cada libro era una experiencia nueva. Khufu les habló:

Conocen las reglas. Tienen permitido enseñarle los poderes del Libro de la Fortaleza, si encuentran el Andvarinaut, se deshacen de todos los encantamientos y barreras de alrededor y nos traen ése objeto.

La figura del Uzza se encontraba erguida. Los miraba a ambos por encima y sabía muy bien que ninguno de los dos no iba a criticar sus palabras. La cuestión no se encontraba en que Mónica y Elvis les sería imposible hallarlo, ambos estaban seguros que si unían fuerzas, podrían como mínimo, encontrar el sitio. El problema era que había que hacer aquello, entre medio de la clase.

¿Por qué los Uzza realizaban pruebas todo el tiempo? Los habían llevado a un retiro espiritual y allí, sin saber a ciencia cierta qué había pasado, les habían enseñado el libro, su historia y cómo formaban parte aquellos poderes. De ésa manera, podrían enseñarlo. Pero la tribu de Guerreros Uzza tenia una ley: Ellos intercambiaban conocimiento por conocimiento, no por dinero.

Es un intercambio. Un círculo —exclamó finalizando aquella conversación—. Ustedes enseñan el libro a los alumnos. Los alumnos los ayudan a encontrar el Andvarinaut. Ustedes ayudan al pueblo de Waipi’o con las maldiciones y asesinatos que los arrasa, y nosotros recibimos el Anillo para custodiarlo.

Y diciendo aquello, se dió media vuelta, con sus vestimentas claras y su larga trenza, que pegó un latigazo cuando se alejó rápidamente. Ninguno de los dos entendía porque tenían que hacer todo junto y al parecer, los Guerreros Uzza no terminaban de confiar en la comunidad mágica londinesa. Pero no tenían otro remedio. Ambos se miraron. No podían creer que tuvieran que unirse nuevamente en un objetivo en común.

Éstos desgraciados solamente quieren el oro que produce ése maldito anillo —bufó Monica. No podía quedarse callada y Elvis no podía expresar eso en voz alta.

No podemos negarnos. Si tenemos que enseñar las magias guerreras, debemos encontrar un equilibrio. ¿Crees que los chicos les gustará ir a pasear a Hawaii? —explicó animadamente Elvis, intentando encontrarle el punto positivo a aquello.

No serán unas vacaciones. Estoy seguro que muchos cuando se enteren, pegarán la media vuelta — Mónica se cruzo de brazos. Aunque tenia razón, su compañero no lo admitiría. Había demasiadas cosas que preparar, ahora que tenían los permisos de parte de los Uzza.

Tú organiza la clase. Ya sabes, deben llegar sanos y salvos al Valle de Waipi’o. Y luego ve hacia allí. Debo ir a ver el sitio, a preparar el lugar. Antes de ir a ésa supuesta cueva donde se encuentra el anillo, deberemos extendernos un poco, enseñarles cómo se manejan los poderes

Comentó Elvis preocupado, porque sabía que los chicos podrían ir demostrando sus poderes ante los libros. El problema radicaba en que de verdad quisieran demostrar en la parte practica. Seguramente las barreras eran más que simples hechizos. Habría criaturas, maldiciones y tal vez, magos que custodiaran ése objeto legendario, al menos para la mitología nórdica.

Ambos profesores asintieron. Ella se encargaría de avisarle a los chicos sobre el lugar de encuentro y que repasaran los poderes, no podían ir con la mente en blanco. Él debería ir a hablar con algunas personas, hacer buenas relaciones y despejar algunos metros a la redonda para poder desenvolverse tranquilamente, para luego encontrarse con la bruja. Lo que pasaría entre la clase y la cueva, era un misterio.


________________________________________
Grupo 1 ~ Listado de Alumnos
Mia Black Lestrange
Jock
Ashley Atkins
Niko Uzumaki
Crazy Malfoy
Enrick W. Ryddleturn
Mistify Malfoy
Galedra Azhebel Myrddin
Evarela Black Haughton Editado por Elvis F. Gryffindor

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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No había logrado calmar su nerviosismo desde la última reunión que ella y Elvis habían tenido con uno de los guerreros Uzzas que tan salvajemente habían entrado en sus vidas. En esa ocasión el mensaje que les habían dado había salido de labios de Khufu, al que ambos habían conocido unos meses atrás durante sus respectivos retiros espirituales. Allí habían aprendido mucho, aunque no lo suficiente como para saber todas las aventuras lo que la relación con la tribu guerrera le depararía en el futuro.

Era temprano y acababa de desayunar. Aún tenía el sabor a pan tostado y zumo de naranja en la boca cuando cruzó los terrenos de la universidad dirigiéndose dios sabría adonde, porque sus pasos parecían no tener un rumbo determinado. Fue inesperado cuando por fin de detuvo. Las dos altas estatuas de oro macizo apostadas en la puerta de la universidad la miraron en silencio y ella se tomó el tiempo suficiente como para observarlas con admiración. Aún era pronto como para que hubiera estudiantes rondando el imponente edificio, motivo por el cual había elegido aquel punto como lugar de encuentro.

Tras unos minutos sumida en sus pensamientos se giró y se encontró con el primer grupo que llegaba. Miró su reloj de muñeca y comprobó que llegaban con antelación, algo que la hizo sonreír satisfecha. Había dado todo los detalles en el mensaje que les había mandando por lechuza, así que poco a poco fue llegando el resto hasta que finalmente los últimos rezagado se unieron al grupo encabezado por una Mónica que aún guardaba silencio. Antes de decir nada contó rápidamente el número de personas que había llegado y lo anotó al pie del pergamino que en todo momento había permanecido en su mano.

- ¿Estamos todos? - fue una pregunta al aire, pues le había dado tiempo a nadie de responder cuando se giró y comenzó a subir las escaleras de entrada a la biblioteca de Alejandría. Los miró de reojo al notar que nadie se había movido y chasqueó la lengua tras un suspiro-. ¿A qué esperáis? Seguidme, por favor.

Mónica no era la mujer más paciente, algo que por otro lado no era difícil de notar. En realidad si no estuviera de algún modo obligada a estar allí, posiblemente no sería ella la que estaría haciendo de guía para un grupo de magos que pretendía aprender los poderes que sus nuevos libros le otorgaban. Al fin y al cabo a ella le importaba más bien poco el conocimiento ajeno y el único placer que obtenía de todo aquello era su propia experiencia.

Se detuvo justo en el centro de la nave principal de la biblioteca, donde el mármol blanco y el oro lo cubrían todo. Dejó el pergamino sobre la mesa y les hizo una señal para que se acercaran más a donde se encontraba, extendiéndole inmediatamente la pluma a la persona más cercana.

- Tachad vuestros nombres de esa lista. Es pura burocracia, no os tomará demasiado tiempo – les dejó unos escasos minutos para que lo hicieran y luego, sin mirar ni un solo nombre, enrolló el pergamino y lo guardó en el bolso de aspecto reducido que tenía atado en la cintura. Se aclaró la voz y esperó a que volvieran a poner atención en lo que iba a decir-. Para tranquilidad de unos y desagrado de otros no será aquí donde estudiemos el libro de la fortaleza. Hemos de llevaros a otro lugar en el que confiamos que logréis desenvolveros bien.

Acto seguido rodeó la mesa, situándose al otro lado de la misma y de cara al grupo. En el centro del mueble había un objeto cubierto por una tela blanca que Mónica no tardó en retirar, mostrando una bota vieja y de mal aspecto que no invitaría a nadie a llevársela a casa. Sabía que no necesitaba explicar que era un traslador para que todos lo supieran, pues era consciente de que en aquel grupo había mucho más conocimiento del que cualquier mago mediocre podría imaginar.

Volvió a mirar el reloj de pulsera.

- Vamos, acercaros – tocó la bota y esperó que el resto lo hiciera lo suficientemente rápido como para no quedarse allí tirado. Poco más de un minuto después el zapato comenzó a emitir un fuerte brillo que terminó haciéndolos desaparecer a todos.


~~~*~~~

Llegaron a la nueva localización sintiendo el cambio de ambiente y viendo el nuevo y salvaje entorno que los rodeaba. El mar estaba cerca, demasiado cerca, pues podía olerse fácilmente con cada inspiración. Se encontraban en Waipi’o, una localización al norte de Honolulu, Hawaii. Cualquier persona hubiera deseado visitar aquel sitio en vacaciones, sin embargo no estaban allí de descanso ni nada por el estilo y era muy posible que a lo largo de la jornada más de uno quisiera salir corriendo si algo se torcía.

Hasta ese momento la ropa de Mónica hubieran podido parecer extrañas: un pantalón negro y un jersey, también oscuro, del que podría deshacerse una vez entrado bien el día gracias a la camiseta verde que llevaba debajo. El clima de aquella zona no era precisamente frío, así que iba preparada. Las botas de escalada que calzaba le daban un aspecto tosco muy poco común en ella, haciendo que antes de salir de casa se hubiera sentido un poco ridícula.

Se apartó el pelo de la cara girando sobre sus talones en busca de Elvis. Habían quedado allí, así que el mago no tardó en aparecer saliendo de la cueva que hasta ese momento tenían detrás. Se encontraban justo al pie de una cascada que boicoteaba el intento de cualquiera de los dos de hacerse escuchar, así que cuando Mónica quiso hablar tuvo que hacerlo casi gritando.

- Bienvenidos a Waipi’o – dijo, levantando ambos brazos para señalar el sitio-. Ahora que por fin estamos aquí y podemos estar algo más tranquilos, creo que es momento de presentarnos – obviamente algunos ya los conocerían, pero era necesario para los que no tenían ni idea de como se llamaban-. Mi nombre es Mónica y él es Elvis y juntos pretendemos mostraros los poderes que el conocido libro de la fortaleza os ofrece. Os aconsejamos que abráis vuestras mentes en el día de hoy pues solo de esa forma lograreis controlar los nuevos conocimientos que os ofreceremos.

Hasta ese momento habían mantenido en secreto el motivo por el cual los habían llevado allí y tanto uno como otro seguirían haciéndolo. Elvis se aclaró la voz y Mónica, mirándolo de reojo y de la forma más recelosa, lo dejó hablar.

- Antes de iniciar ni dar detalles me gustaría saber que contacto habéis tenido con vuestros libros – aunque no lo reconociera, a Mónica le había gustado la idea de su compañero así que lo dejó seguir-. Estoy seguro que alguno en la más intima soledad ha leído algo de sus páginas o ha intentado practicar algo de lo que intenta enseñar ¿Me equivoco? ¿Alguien quiere mostrármelo? - unió ambas manos detrás de su cuerpo y barrió los rostros de todos con la mirada. La bruja de cabello rojo por su parte mostró algo de ansiedad al ver que nadie respondía, pero decidió darles algo de tiempo.

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Mistify recorrió velozmente el último trecho que la separaba del grupo principal y llegó a tiempo para sentir el tirón en su ombligo y que todo comenzaba a girar, indicándole que el traslador hacía efecto. No pudo ver quienes estaban en el lugar, pero abría tiempo para ello.

 

Abrió los ojos. La Universidad había desaparecido. Suspiró, debió suponerlo.

 

El paisaje era imponente, pero si le hubieran avisado que iría de vacaciones a una isla en medio del Pacífico, quizás hubiera utilizado otro tipo de vestimenta. Su túnica blanca era demasiado larga para la ocasión, rozaba el piso al caminar y ya de por si era complicado hacerlo con botas de taco alto en aquel lugar repleto de rocas.

 

Llevaba consigo los diversos amuletos que le dieron en conjunto con los dos Libros que compró días atrás en el Magic Mall. Anillos y collares. Aunque no le gustara en lo absoluto utilizar ese tipo de artefactos. Sin embargo, las últimas notificaciones procedentes del Ministerio de Magia advertían que serían sancionados todos aquellos magos y brujas que utilizaran aquellos poderes sin el correspondiente certificado otorgado por la Universidad. Padre e hija debieron de haberse vuelto locos al firmar aquel decreto.

 

El cabello de Mistify Malfoy era rubio y largo hasta casi la mitad de su espalda y el viento oceánico lo arremolinaba en torno al afilado rostro. La bruja hizo un gesto de fastidio y lo recogió en una cola de caballo, mientras escuchaba como gritaban los dos hechiceros a quienes se les había otorgado la facultad de enseñar el conocimiento Uzza.

 

- Bueno - ella no gritó. Jamás lo hacía. No hacía falta gritar para imponer respeto, lo había aprendido hace mucho tiempo - Todos estamos usando el Anillo de Escucha o eso creo- alzó su mano izquierda. Varios anillos ceñían los dedos alargados, pero desaparecieron cuando la bajó. Mistify los había encantado para que no se vieran si no quería que lo hicieran - Por tanto no hace falta que levanten la voz, podemos escucharlos con claridad sin necesidad de eso. Supongo que esto responde a la pregunta de si he estado o no experimentando con las nuevas adquisiciones.

 

Ladeó su cabeza, los ojos esmeraldas se toparon con la cueva desde donde salió Elvis oportunamente. ¿Qué demonios estaba haciendo allí dentro? Esperaba no tener que meterse como parte del procedimiento.

 

- ¿Porqué estamos aquí? - Recién entonces observó a sus acompañantes. Sabía quiénes eran algunos de ellos, conocía al resto y a uno en especial hubiese preferido no conocerlo (XD). Saludó a todos con movimientos de cabeza y le sonrió a su hijo adoptivo, siempre era un placer estar en su compañía.

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La ducha que estaba tomando aquella mañana le resultaba muy agradable; tanto así que el muchacho tardó más allá de lo común en el baño privado de su habitación en la morada de su familia. Tras secarse con la toalla de algodón que yacía colgada en un perchero; decidió dirigir sus pasos descalzos hasta su alcoba misma, cogiendo cada prenda de la vestimenta que ese día llevaría para la clase que comenzaría en la Universidad; o eso era lo que el chico creía según el comunicado que recibió a través de la lechucería de parte de una de sus maestras del Ateneo de Poderes y Magias Guerreras. Luciendo una bermuda de jeans algo desgastada, una polera manga corta de tonalidad azul rey y un par de deportivas níveas; se animó a bajar las escaleras del hogar fenixiano, encaminándose a la cocina para tomar un nutritivo desayuno que los elfos le habían preparado para que tuviese energías durante la jornada académica. -¡Muchas gracias Tanis! Avísales a mis padres que estaré fuera por… hoy y quizá unos cuantos días… Depende de lo que tarde la cátedra- solicitó el pelirrojo al mismo tiempo que terminaba de comer una ensalada de frutos rojos con yogurt de mora y cereales bañados en miel de abeja.

 

Una vez que hubo tomado su bolso con hechizo expansible, el cual contenía: libros, anillos, amuletos, pociones y objetos varios, y de haberse cerciorado de que su varita estaba envainada en el estuche de cuero bruno que constaba anclado a su cinturón al costado izquierdo de sus caderas; resolvió en marcharse finalmente hasta las dependencias de la casa de estudios de renombre mundial. Tras cruzar el umbral de salida de la residencia de sus padres, éste se sumergió en aquella desagradable sensación de succión que segundos después lo materializó a las afueras de la Universidad. A paso ligero, pero firme, el ojiverde se adelantó entre el tumulto de alumnos que estaba arribando también a dicho edificio, y sin mayores problemas reconoció el sitio exacto donde debía de estar. Allí, parados frente a las dos estatuas de oro puro en las puertas principales, estaban todos los convocados para el curso del Libro de la Fortaleza; y luego de esperar un tiempo breve, la maestra les indicó que subieran a la biblioteca sin vacilaciones ni demoras.

 

-Entendido- respondió el inefable para posteriormente acercarse hasta el pergamino en donde estaba la lista de alumnos, tachando el nombre: Thomas E. Gryffindor; lo que indicaba que estaba presente. <<Menos mal que no será entre cuatro paredes>> pensó para sí mismo luego de oír las palabras de la bruja, la cual los condujo hasta una mesa en donde descansaba un traslador con forma de bota vieja y algo sucia. <<¿Viajaremos así? Yo creía que por lo menos montaríamos unos aethonans>> volvió a meditar en su interior, sin dejar que aquel pensamiento lo dejase atrás de tocar con su diestra aquel zapato que en cosa de un santiamén empezó a desplegar un brillo singular que encandeció sus orbes esmeraldas antes de desaparecer de la sala de Alejandría. -¿Dónde estamos?- preguntó musitando al analizar el terreno que ahora lo envolvía. Mar turquesa, arena blanca, montes verdosos y rocas muy enaltecidas; era con lo mínimo que se podía deleitar el mago británico, sumando a eso la magnífica cascada que provocaba un resonar de las aguas que esparcían la brisa hacia su rostro (dificultándole la visión por breves momentos).

 

<<¿Papá? ¿Qué demonios hace aquí?>> se cuestionó tras ver aparecer la figura de Elvis proveniente de una especie de cueva que estaba a las espaldas de todos los allí presentes, sin dejar de prestar escucha a la presentación de su profesora Mónica. -¿Qué es lo que hacemos específicamente en Hawaii? ¿Vacaciones de invierno lejos del mal clima que nos ofrece Londres?- inquirió en voz baja, esperando que nadie lo oyese gracias al sonido que la pequeña catarata provocaba en el ambiente. -La señorita aquí presente tiene razón, pero no deberíamos estar usando esos poderes sin previa indicación vuestra, ya que se encuentra prohibido… Es un conocimiento que aún no se tiene adquirido- respondió posterior a los términos de una de sus compañeras (Mistify) a quien creía haber visto alguna vez en las instalaciones comerciales del Magic Mall; para prontamente centrar su verdosa mirada en los orbes de su padre de forma directa, esperando que ambos se encontrasen con el afán de entregarle una sonrisa de satisfacción al verlo que estaba acompañándole en dicho proceso.

Editado por Enrick W. Ryddleturn
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Al cabo de pocos segundos de que llegaran los chicos, empezaron las preguntas. Y estaba tan claro como el agua que algunos tenían miedo seguramente, de los poderes que podía llegar a contener éstas armas, que para muchos no eran más que hechizos. Aunque la idea con Monica, o eso queríamos, es que fueran un poco mas allá de los límites. ¿Ninguno había abierto sus libros? Las reglas que había puesto el Ministerio era que no podían estar vinculados a éste, debían demostrarse primero ante los Uzza. ¿Pero no habían buscado en la Biblioteca de Alejandría sobre las historias y las cosas que contenían cada libro?

 

¿Qué diferencia hay si estamos en Hawaii, en Londres o en Machu Pichu? Creo que eso podemos dejarlo de momento para más adelante. ¿Les parece? —Monica no le había agradado la idea de que nos demostraran cuánto sabían. No podía mostrarles el libro de la fortaleza que ya tenía vinculado. Porque el pacto prohibía que pudieramos mostrar, enseñar o trasmitir los poderes a otra persona. Por eso necesitábamos que ellos lo leyeran y fueran ellos quienes empezaran a sentirse más cercano—. A ver ahora. Quiero que se suelten un poco más.

 

El sol brillaba sobre todos nosotros. En Hawaii hacía muchos mas calor que en Londres pero por ahora estábamos bien. Había sacado mi varita y con algunos movimientos de ella, hice que el Libro de la Fortaleza que habían comprado en el Magic Mall, se revelara. Los Guerrero Uzza nos habían enseñado que podíamos hacer toda ésa clase de cosas. Incluso teníamos permitido hasta borrarles los recuerdos y jamás, con ningún tipo de hechizo o magia, podrían recordar qué habían visto en la clase. Por eso les convenía aprobar si querían mantener sus recuerdos.

 

Señorita Malfoy, todos tenemos oídos para poder escuchar. ¡Vamos! Quiero que se expandan un poco más. ¿Alguien se anima? No sean tímidos, en ésta clase no hay sitio para tímidos y cobardes —esperaba realmente que ellos hicieran algo al respecto. ¿Cómo se tomarían la noticia del Andvarinaut? Estaba cien por ciento seguro, que sería mucho mejor causarles intriga, que lanzarles la noticia y esperar a si ayudaban.

 

Y todo se trataba de aquellos dos anillos que conocía muy bien. El anillo Detector de Enemigos empezaría su trabajo. Si alguno lo activaba, estaba seguro que presentiría que algo extraño sucedía allí. Aunque claramente no sabrían que era. Aquello nos serviría de pie para las explicaciones. O tal vez el Anillo de Escucha. La maldición que cernía en el pueblo del Valle de Waipi’o, tal vez contenía alguna información. O ruido extraño. O los sonidos que comentaban que se escuchaban en la cueva, en lo más profundo de ella.

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-Me parece- contestó Elros con tranquilidad ante las palabras de sus profesores al mismo tiempo que se dispuso a saltar entre unos peñascos colindantes a la cascada; destrezas que logró fácilmente al planear aquellas pequeñas distancias que separaban las rocas entre ellas, cayendo lentamente desde la altura que desnivelaba a una de la otra; todo esto con la ayuda del colgante de ala plateada que le permitía utilizar las bondades del Amuleto Volador que el Libro del Aprendiz de Brujo le consentía usar sin inconveniente alguno. -No se trata de timidez ni cobardía; quizás muchos de nosotros esperábamos las indicaciones de nuestros mentores para poder aventurarnos con este conocimiento antiguo y poderoso… es más, por mi parte debo confesar que sí he leído algunas páginas del Libro de la Fortaleza, y me ha llamado profundamente la atención la capacidad de sanación que podemos aprender; tanto para nosotros mismos como también para alguien a quien queramos aliviar- comentó el pelirrojo sin vacilaciones, estando atento a lo que decían sus profesores gracias al Anillo de Escucha que descansaba en su mano izquierda.

 

Realmente hacía un calor descomunal a esas horas del día, acompañado de la humedad típica de ese tipo de clima caribeño que a muchos albergaba en temporada de vacaciones, sobretodo a los muggles. -Creo que hay algo en aquella dirección, pap… señor director. ¿Por qué estabas en aquel sitio y no viajaste con Mónica desde la biblioteca? Me parece que algo no anda del todo bien en esa zona más oscura que está por allá- expresó el ojiverde, sintiendo que su Anillo Detector de Enemigos le quería comunicar alguna cosa. Tanta fue la curiosidad del chico, que no se limitó a sacar su varita y apuntar en aquella dirección (cerciorándose que no habían personas sin magia a la redonda, pese a tener en posesión el Anillo de Salvaguarda contra oídos indiscretos), pues tenía un mal presentimiento acerca de que algo no muy bueno podía provenir de la sombría cueva que había asilado a su padre previamente al encuentro con el alumnado.

Editado por Enrick W. Ryddleturn
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Le había llegado una lechuza de quién sería su profesora en el Libro de la Fortaleza, una bruja que conocía bien y con la cual había trabajado en el pasado. Incluso cuando era director de la antigua Academia. El Tonks tenía todo listo para iniciar su clase, aunque aún le faltaba tener un poco más de seguridad pero la conseguiría con el tiempo.

 

- Estoy listo - Afirmó, solo llevaría una pequeña maleta con los libros y sus amuletos, y ropa adicional por si tenía que cambiar la suya, el clima estaba un poco frío y su capa se agitaba con el viento, aunque su pantalón parecía no reaccionar ante el aire, sus zapatos negros estaban brillantes y completamente limpios. El joven esperaba seguir igual de limpio al finalizar la clase pero sabía que era algo imposible y tendría que cambiar su ropa en algún momento.

 

El Tonks apareció en los terrenos de la Universidad y comenzó a caminar en busca del lugar indicado en la carta que le había llegado: Las estatuas de oro en la entrada de la universidad. Encontrarlas no fue una tarea difícil, y al llegar observó a algunos de sus compañeros, algunos conocidos suyos, otros solo de cara y otros totalmente desconocidos.

 

De repente, Mónica comenzó a subir las escaleras de la entrada de la biblioteca de Alejandría y regaño a sus estudiantes por no haberla seguido. Todos comenzaron a caminar justo detrás de la mujer, mientras Niko pensaba - Al parecer sigue siendo muy impaciente - La mujer se detuvo y comenzó a hablar nuevamente y sacó al Tonks de sus propios pensamientos.

 

El Dumbledore siguió las instrucciones de la mujer sin decir nada, incluso tomar la bota vieja aunque le daba un poco de asco tener que tomarla. Unos segundos después aparecieron en algún lugar cercano al mar, lo que no sabía el joven es que se encontraban en una isla en medio del mar.

 

- Por suerte, tengo más ropa en mi maleta. Con este calor no voy a soportar lo que traigo - Pensó, aunque no era el momento más apropiado para alejarse del grupo. Luego se cambiaría o agitaría su varita para modificar su ropa sin que un muggle lo viera - Con lo que me gusta el calor - Pensó, mientras soltaba un suspiro de resignación, sus vacaciones perfectas nunca tenían playa y mar.

 

- Bienvenidos a... - El sonido de la cascada era tan fuerte que el Tonks no lograba escuchar bien a su profesora, así que tendría que adivinar lo que ella intentaba decir si no lograba escucharla adecuadamente.

 

MIstify fue la primera en hablar y alzó su mano para mostrar el Anillo de la Escucha, Niko lo había visto junto con todo lo que habían dado pero no había intentado usarlo. Al menos estaba tranquilo de saber que no era el único que había experimentado con los objetos, ya eran dos los curiosos.

 

Solo que no le gustaba hablar mucho, pero su profesor en verdad quería que hablaran sobre sus conocimientos. El joven mago se resignó nuevamente, al parecer tendría que hablar mucho en su nueva clase y no le gustaba mucho, el turno de hablar ahora era suyo.

 

- Al igual que la señorita Malfoy, he revisado algunas cosas. En particular, el Amuleto de la Curación - Dijo mientras lo levantaba - Pero, aunque he estudiado primeros auxilios, no he logrado que funcione y me gustaría lograrlo - Agregó, sus intentos de hacer funcionar dicho amuleto no habían sido muy buenos pero tenía muchas ganas de usarlo.

 

- Igualmente, he leído que podemos hacer un hechizo muy parecido al Episkey, pero me siento peor que al aprender a hacer un patronus. Definitivamente no he logrado realizar dicho hechizo - Al Tonks siempre le habían interesado los temas de sanación y curación, no por nada había decidido tomar la clase de Primeros Auxilios, por ende, era un poco obvio que se hubiese fijado en dicho objeto y hechizo.

 

Su compañero estaba más interesado en saber las razones de su viaje y no en conocer los poderes que podrían manejar. El Tonks sabía que algo no estaba bien, pero si los profesores andaban tan misteriosos era por algo, y pronto les dirían.

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No eran muchos los que se habían atrevido a hablar y eso preocupaba a Mónica. Aún recordaba todo lo que había sucedido durante el primer encuentro para impartir los conocimientos de aquel libro y solo podía desear que no sucediera nada parecido. Así que antes de comenzar se había propuesto intentar que la comunicación entre los alumnos y ellos fuera máxima puesto que ya había comprobado que ir cada uno por su lado no traía nada bueno.

Se había distraído pero eso no había impedido que Mónica escuchara lo que Mistify decía. La miró y levantó las cejas, algo sorprendida por lo que decía.

- ¿Todos están usando el anillo de escucha? No creo que todo el mundo haya sido capaz de manejar tal objeto de una forma tan fácil ¿O sí?– mientras hablaba, barrió con la mirada los rostros de los presentes en busca de adivinar quien lo había logrado y quien no. Utilizar aquellos poderes antes de estar en aquella clase era algo prohibido, pero era consciente de que algunos eran demasiado curiosos como para esperar. Y claro, tan curiosos que querían saber el motivo que los llevaba a aquel lugar-. Estamos aquí para investigar algo...

Se detuvo un momento mirando a Mistify, que había sido la primera en preguntar, pero cuando separó los labios para seguir hablando Elvis se adelantó. Bufó pero dejó que hablara e intercambiara algunas palabras con uno de los asistentes a la clase, con el que parecía tener demasiada confianza ¿Serían familia? Negó con la cabeza. En realidad nunca le había gustado que en un ambiente profesional se dejara percibir ningún lazo afectivo, aunque no podía negar que le suponía una información privilegiada saber quien podía ser o no importante para su compañero. Al fin y al cabo sabía que Elvis era miembro activo de la orden del fénix, aunque el juramento inquebrantable le imposibilitara contarlo.

Fue la voz de Niko la que sacó a la bruja de su ensimismamiento. Los ojos verdes se posaron sobre él y le dedicó un leve asentimiento de cabeza en forma de saludo. Aunque era obvio que no eran amigos, Mónica había trabajado con él y de una forma u otra se había ganado el respeto de ella. Sonrió levemente ante lo que dijo. También había oído lo dicho por Thomas y por supuesto se había fijado en el uso de uno de los amuletos del primer libro, aunque no dijo nada al respecto.

- Así es Niko: el libro de la fortaleza hace hincapié en los poderes de sanación y nos ofrece dos aspectos muy poderosos – se buscó bajo el cuello de su ropa la cadena donde colgaban los anillos y amuletos de aquel libro y mostró uno en forma de lagrima. Era un topacio amarillo que provocó hermosos destellos cuando los rayos de sol lo atravesaron-. Este es el amuleto de la curación. Solo podemos hacer uso de él cuando tenemos conocimientos de primeros auxilios aunque esto no implica que sepamos hacerlo a la primera. No necesitamos la varita, si no nuestras manos.

Soltó el colgante que cayó sobre su pecho suavemente y mostró las palmas de sus manos como si de allí saliera algún tipo de poder. Obviamente no pasó nada.

- El otro aspecto es mucho más... práctico, aunque en su caso si necesitamos la varita – hizo una pausa en la que una risita divertida apareció en sus labios-. Estoy segura de que muchos han necesitado curarse rápidamente a sí mismos o a algún conocido y es exactamente lo que ofrece el hechizo curación. Es... algo mejor que un simple episkey aunque el efecto es el mismo – sabía que más de uno de los presentes habría participado activamente un algún asalto o redada y aunque no lo hubieran comprobado, aquel hechizo podía cambiar el destino de un duelista fácilmente.

- ¿Alguna otra cosa que os haya llamado la atención?

@@Mia Black Lestrange
@Jock
@@Ashley Atkins
@@Crazy Malfoy
@@Galedra Azhebel Myrddin
@@Evarela Black Haughton

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Por fin había llegado la lechuza que tanto había esperado. La correspondencia que le traía era un aviso de que ya estaba habilitada para poder aprender los conocimientos que otorgaba el Libro de la Fortaleza. Durante el tiempo que había estado esperando, la rubia de cabello largo y lacio hasta la cintura se había empeñado en leer tal libro e informarse sobre lo que podía llegarse a encontrar en la clase. La clase, repitió en su mente. La última vez que había estado en una era cuando enseñaba en la vieja Academia de Magia y Hechicería en Generales. Le resultaba raro y hasta se había olvidado, de una forma exagerada de decir, de lo que se podía llegar a tratar.

 

Sin perder mucho más tiempo, se vistió en un solo movimiento de varita con un largo vestido morado y unos tacones altos tapados por el mismo vestido que llevaba. Era la vestimenta que casi siempre usaba. No quería llegar tarde, no era su estilo, por lo que en cuanto se terminó de arreglar y tomar todo lo pertinente a la clase, se dejó envolver por una voluta de humo que la transportó directamente a los terrenos de la Universidad.

 

Era la primera vez que visitaba aquel lugar, por lo que se le hacía difícil reconocerse allí. Caminó hacia donde encontraba, en su campo de visión, la imponente estructura. Poco tardó en reconocer las dos estatuas de oro macizo que imperaban la entrada al establecimiento. Allí se encontró con el resto de quienes serían sus compañeros en aquella nueva aventura. No hizo ningún gesto en señal de saludo a nadie, simplemente se limitó a escuchar las exigencias de la Malfoy y seguir a la manada.

 

Los interiores del edificio de la Universidad parecían resplandecer por sí solos. Ashley, detrás de sus ojos verdes y vacíos, se sentía maravillada por el grandioso trabajo que habían hecho con aquel lugar. Sin embargo, poco pudo prestar atención en cuando llegaron a la biblioteca y, luego de tachar su nombre de la lista, se apresuró a tocar un pequeño espacio que quedaba de bota para poder desvanecerse junto al resto y sumergirse en un viaje que le daría lo que anhelaba: poder hacer uso de los amuletos y anillos.

 

Rápidamente se aparecieron en el Caribe. La matriarca Atkins escasamente recordaba alguna clase que había tenido la oportunidad de impartir en la que se habían transportado hacia allí, pero lamentablemente nunca había tenido la oportunidad de vacacionar en un lugar como aquel. Mientras seguía al grupo, en su mente el mal humor comenzaba a hacerse más fuerte -nada anormal en la personalidad de ésta- debido que, a pesar de ser una vampiro y portar un amuleto propio para no quemarse viva bajo el sol, sentía el clima cómo penetraba la tela de su vestido y chocaba el aire caliente sobre su fría y pálida piel, así como sus tacones se hundían en la tierra.

 

Bajo el ruido de la cascada, Mónica trataba de presentarse y dar la bienvenida al resto. Y el aroma del mar penetraba sus fosas nasales, por lo que entendió que no muy lejos estaban del mismo. No pudo evitar desviar la mirada de su compañera de bando cuando Elvis salió de la cueva que se encontraba tras el grupo; había logrado escuchar sus pasos gracias a las habilidades que le otorgaba su raza, así como también se resistía a saltar a la yugular de dos de los presentes humanos.

 

Algunos ya se habían presentado y hablado un poco de lo que sabían del libro, pero a la Atkins le sorprendía que aún no se hablara del Salvaguarda Mágico que rendía el Libro de la Fortaleza. Aquel hechizo podría ser uno de los más claves dentro del mismo, siempre y cuando a todos los que se encontraban en aquella clase gustaran presenciar asaltos, duelos o redadas. Aun así, todavía no movía sus labios esperando que el resto terminara de investigar lo que realmente irían a hacer allí.

 

Mi nombre es Ashley Atkins —se presentó por fin, aunque muchos de los que allí se encontraran ya la conocieran —. Pues la verdad es que, más allá de las curaciones que pueden llegar a ser muy interesantes y hasta útiles, lo que a mí persona compete es la necesidad de aprender sobre el Salvaguarda Mágico —dijo en tono de complicidad con la pelirroja.

 

No debía decir mucho más para hacer entender las preferencias que tenía sobre los hechizos del libro, por lo que simplemente se limitó a volver a guardar silencio y esperar que se aventuraran para así poder hacer uso de todos los artefactos y terminar de comprender la utilización de los mismos.

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Monica había tirado la premisa aunque aún ninguno se había animado a investigar un poco más allá de lo que eran los libros. Iban a continuar preguntando y estaba seguro que luego de la explicación de mi compañera, y que éstos chicos aprendieran un poco mejor, se animarían a permanecer dentro de aquella aventura. ¿O tenía que decir trabajo? Tal vez los estábamos manipulando un poco con Monica, aquello no me gustaba demasiado, pero si les permitíamos manejar algunos poderes, estarían obligados a corresponder con ayudar con aquella investigación.

 

Oh, señorita Atkins. Veo que alguien hizo bien los deberes —miré a la bruja de cabello dorado que hasta había pronunciado el nombre del poder. Salvaguarda Mágica. Era algo que seguramente les sorprendería a todos pero les gustaría. ¿Y porqué no ponerlos en práctica? Thomas había empezado a hacer uso del amuleto. Y Niko preguntaba sobre el de curación. Estaba en lo correcto si pensaba que necesitaríamos recurrir a aquellos poderes—. ¡Oigan! ¿Por qué entonces no utilizamos el Salvaguarda Mágica? —miré el origen de aquel ruido constante y el agua caía de a toneladas—. Es cierto que les puede costar la primera vez. Pero nos tienen a nosotros y ahora tienen permiso de utilizar los poderes. Probemos una vez de ir hacia la cascada, atravezarla y regresar, recurriendo al Salvaguarda Mágica

 

Aquello tal vez los haría disfrutar un poco más. »Luego nos enfocaremos al porqué hemos venido hacia aquí« les comenté, terminándolos de convencer. Miré a mi compañera para ver si estaba de acuerdo. Los chicos no sufrirían consecuencias. Todos se volverían intangibles y les alcanzaría el tiempo para atravesar el agua sin mojarse y volver, nada más. Incluso estaba seguro que si alguno se tardaba un poco más, terminaría completamente mojado. Los miré atentamente. Algunos parecían que ni siquiera estaban en la clase, pero sabía que los pocos que nos acompañaban, se sumarían a la búsqueda del Andvarinaut

 

Me acerqué un poco a mi compañera, mientras los chicos se preparaban a volverse como si fueran fantasmas. El ruido de la cascada ayudaba que pudiéramos hablar entre murmullos. Para ellos solamente estábamos comentando el comportamiento y el uso de los poderes. Rocé mi anillo que llevaba en mi mano disimuladamente. Ya éstos formaban parte de mi ser. Se activo el de Salvaguarda contra oídos indiscretos, sería una conversación corta, entre los dos. Los anillos de Escucha no funcionaban para atravesar ésa barrera mágica antisonido.

 

Debemos decirles lo de Andvarinaut. ¿Crees que accedan? No es una maldición fácil de atravesar y ni siquiera sabemos con lo que nos encontraremos. Los Uzza nos pidieron eso a cambio del conocimiento de los libros, los chicos deben saberlo. Es su forma de agradecer éste libro —no miraba directamente a Monica, aunque la conocía lo suficiente para saber que me podria llegar a decir que no le dijéramos todo. O que no lo necesitaban. Y tal vez estaba en lo cierto.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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