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Libro de la Fortaleza — Grupo 1


Mael Blackfyre
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-Rápido… Rápido… ¡RÁPIDO NIKO! Hay que salir de aquí- le gritó a su compañero con nerviosismo, luego de asomarse por el agujero que había creado y notar que las paredes de la cueva en donde estaban comenzaban a cerrarse como si quisieran aplastarlos tal como le hacían los muggles con los contenedores de basura. Tras subir precipitadamente a través de aquel hoyo de tierra y tenderle una mano al Dumbledore; Thomas observó con impaciencia que dos de los enormes trolls habían sido reducidos por sus compañeras (Mistify con el uso de las cuerdas y Evarela con un hechizo paralizador)… pero ¿Dónde estaba el tercero? Fue en eso que sus orbes esmeraldas se abrieron como platos al darse cuenta que justo al frente de él estaba aquello que andaba buscando, pero gracias a Merlín aquella criatura asquerosa se desplomó y desangró en las narices de él y Niko; debido a que Elvis había apuntado con su varita con suma puntería, provocando varias heridas hemorrágicas que dejaron en pleno estado de inconciencia al guardián de la caverna. -¡Gracias!- agradeció en el acto, pero no era tiempo de buenos modales, ya que las paredes del lugar cada vez se achicaban más.

 

-¡Reducto!- vociferó sin pensarlo dos veces; emergiendo desde Lion un rayo carmesí que provocó una feroz explosión que terminó por minimizar a ruinas la pared del lado izquierdo de la cueva, permitiéndoles huir rumbo a la brecha en donde apuntaba con mayor energía el Anillo Detector de Enemigos. -¿Y Evarela?- preguntó a todos cuando ya estaban a salvo en el interior del túnel que conducía hacia lo desconocido; recordando que la última vez que la vio fue dirigiéndole unas escuetas palabras a Mónica. -Profesor Gryffindor… es que me pasó algo extraño. Cuando aparecieron los trolls… mi Anillo de Amistad con las Bestias reaccionó muy alborotado y logré escuchar o… más bien sentir lo que tanto le inquietaba a uno de ellos. Es como si hubiese podido entender su dialecto. Él hablaba de algo que nos queríamos llevar… como si fuésemos intrusos acá- le comentó a su padre mientras desde su varita florecía un pequeño “Lumos” para iluminar el estrecho pasadizo en donde ahora se hallaban; tratando de ubicar con su mirada a Evarela por si ésta se había quedado atascada o encerrada bajo alguno de los escombros que estaban circundantes.

Editado por Enrick W. Ryddleturn
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- Wow, eso me gusta mucho - Murmuró al ver que Mistify había decidido ser la primera en atravesar el agua, definitivamente le gustaba dicho hechizo. Y estaba lleno de ganas por intentar usarlo, pero al parecer algo no estaba bien y rápidamente su compañera de clase desapareció - Eso ya no me gusta - Pensó, si usaba dicho hechizo no quería perder el control por completo, así que tendría que aprender a controlarlo.

 

Mónica fue la primera en reaccionar y decidió ir a buscarla, mientras los demás alumnos se quedaron con Elvis. Luego Thomas a quien conocía bastante bien y quien lograba irritarlo con mucha facilidad decidió abandonar el grupo en busca de la mujer - Ay me ha hecho un gran favor al irse, ya me estaba comenzando a irritar con su comentario de jugar a las escondidas - Pensó, mientras Elvis decidía qué hacer. El Dumbledore no quería fragmentar más el grupo así que esperaría las indicaciones de su profesor.

 

- Salvaguarda Mágica - Pensó, su cuerpo dejó de ser tangible, tendrían que ir a buscar a todos los otros miembros del grupo. Todo le indicaba que tenía que dejarse caer igual que como había ocurrido con Mistify, así que se concentró en caer y su Amuelo Volador que se encontraba colgado en su cuello, se encargaría que evitar que se golpeara.

 

- ¿Otra vez con Thomas? Y yo que estaba un poco tranquilo de no verlo - Pensó un poco molesto debido a la tarea que le había asignado Elvis - Parece que se está volviendo costumbre, ¿no? - Dijo mientras miraba a su compañero de clase, se notaba que se había golpeado un poco fuerte.

 

- Este seguro lo voy a lograr al primer intento - Sus conocimientos en primeros auxilios le ayudaban a concentrarse mucho mejor cuando tenía que realizar curaciones y esta no sería la excepción - Curación - Pensó, poco a poco la sangre comenzó a desaparecer y la herida que tenía su compañero en la sien dejó de verse, todo había salido perfecto.

 

- Lo he logrado - Afirmó, mientras miraba a su compañero que se encontraba hablando de otras cosas que no entendía y tampoco estaba escuchando. Un peculiar ruido acabó con la concentración del Tonks y seguro no era nada bueno si se escuchaba tan fuerte. Al aparecer sus anillos les habían advertido del peligro, pero Niko no se había dado cuenta por estar realizando la curación a Thomas.

 

El Tonks elevó su varita que se encontraba en su mano con un poco de inseguridad, no sabía que venía pero era grande. Los anillos comenzaron a brillar más, pero era completamente evidente que estaban en peligro. Unos segundos después el Gryffindor gritó y aparecieron tres grandes criaturas, sin duda era un Troll, o mejor unos cuantos.

 

- ¡No! - Gritó, pero era muy tarde, él y Thomas se encontraban juntos en un hoyo producto de un hechizo hecho por el Gryffindor - Muy valiente - Pensó, aunque sabía que a ese tipo de acciones no se les podía considerar valientes.

 

- Estoy bien, pero yo quiero salir de acá - Al parecer no era el único y Thomas salió antes que él. Definitivamente no entendía a ese chico, pero quería salir así que recibió su mano para poder salir más fácil del hoyo.

 

Dos de las criaturas habían caído al suelo gracias a Mistify y a Evarela, pero el último no se encontraba muy feliz por lo sucedido. Por suerte, logró caer justo al lado de Thomas y Niko. El Tonks giró rápidamente para no observar dicha escena, no le agradaban tanto los métodos violentos, con paralizarlo habría sido suficiente.

 

- Creo que merecemos una explicación - Evarela acababa de irse y Thomas había abierto un túnel para que estuvieran a salvo - Nos acaban de atacar y no creo que haya sido sin ninguna razón, así que creo que deben explicarnos que es lo que ocurre - Miró fijamente a los dos profesores de la clase, en ese momento Thomas explicó algo que le había ocurrido con el Anillo de las Bestias.

 

- Eso confirma mis sospechas y seguro las de todos. ¿Piensan decirnos la verdad? - Finalizó, no quería seguir caminando hasta no saber la verdad y ahora tendrían que buscar a Evarela que se había ido quién sabe a qué lugar.

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Luego de recibir una buena respuesta de Monica, la rubia miró su reloj de bolsillo. Parecía estar impacientada por comenzar a aprender un poco más acerca del poder que tenían los amuletos. Sus ojos verdes esmeralda se focalizaron en el muchacho que parecía poner en duda la habilidad que daba el Salvaguarda Mágica. Comezaba a sentir una irritación, un malestar ante su presencia, lo que no era difícil de lograr en la Atkins.

 

Entre dudas y parloteo, nadie se percató demasiado de la pronta desaparición de Mistify. Pronto debían hacerse cargo de los daños que estaban causando; estaba claro, o por lo menos para la rubia, que algo escondían entre los dos personajes que guiaban la clase, si así podía llamarse. Rápidamente, la mortífaga de cabello pelirrojo fue en busca de su compañera, mientras Elvis seguía aclarando algunas dudas más antes de adentrarse a la cueva.

 

Siguiendo al resto y sin emitir ni una sola palabra, procuró pensar con claridad en el Salvaguarda Mágica que le permitiría poder descender como el resto de sus compañeros. La caída fue suave, nada de lo que preocuparse. Sin embargo, a pesar de la escasa luz que había gracias a algunas varitas y las esferas de luz que Elvis había formado sobre sus cabezas, la escueta iluminación no dejaba poder ver demasiado lejos, aunque los sentido sí estaban al tanto de lo que sucedía.

 

Uno de los amuletos hacía que a muchos de los que estaban allí presentes sintieran una energía poderosa, algo que los estaba haciendo poner en un peligro inminente. No era algo claro, simplemente podía sentir aquello que la dejaba intranquila por dentro. Y para los segundos que pasaron luego, tres trolles habían hecho aparición tras sonoros pasos que retumbaban por toda la cueva haciendo parecer que todo se caería sobre sus cabezas.

 

La rubia observó que los presentes en la clase habían realizado rápidos movimientos para deshacerse de los troll y poder seguir con lo que se suponía que irían a hacer, más allá de no tener un conocimiento certero de ello. Mientras, Ashley se concentraba en terminar de comprender los anillos y amuletos, las sensaciones que le proporcionaban a su cuerpo, cosas que no podía explicar con palabras. Las dudas no surgían en su mente, simplemente se sentía extrañada con todo ese nuevo poder que tenía en sus manos y que podía utilizar libremente, aunque con el conocimiento y responsabilidad necesaria.

 

-¿A donde...? -no pudo pronunciar mucho más.

 

Evarela había decidido separarse del grupo, desapareciendo de allí como si nada, pero ¿realmente aparecería del otro lado? La vampiro no era de preocuparse por nadie más que por ella misma, debido a que creía que sus intereses siempre debían ir primero que el de los otros. Sin embargo, el acto que había hecho su compañera de bando le había llamado la atención. A penas estábamos comenzando a entender el funcionamiento del libro y ella simplemente hacía lo que quería, dejando atrás el grupo.

 

-Me encantaría poder entender qué es todo esto y por qué estamos aquí. ¿Por qué se empeñan por desaparecer? -la rubia no quería seguir persiguiendo a nadie más que tuviera que ser salvado de lo que fuera, sólo quería explicaciones.

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¿Qué crees que harías tú, Thomas, si media docena de magos interrumpen tu hogar? Eso es lo que hicieron los troll. Los magos os exasperan y sus encantamientos los enloquecieron aún más —estaba mintiéndoles, aunque más que eso, era manipular un poco la verdad. Si íbamos al caso, ése sitio era hogar de muchas criaturas y nosotros eramos los intrusos. Solamente no les comentaba el objetivo por el que estaban allí pero no era necesario decirlos. Aprovechaba para desviar la conversación a lo importante: Los libros. Todos se habían defendido como habían podido—. Los libros tienen un gran poder. Éste anillo sirve para conectarse con la crtiatura. Le podrían haber comunicado que simplemente se calmara, e iba a funcionar.

 

Les mostré en mi mano aquel anillo. Era color dorado pero estaba seguro que todos los reconocerían en sus manos. De hecho no era sobre el Libro de la Fortaleza, sino ése que venía con el Libro del Aprendiz del Brujo, esos objetos que te permitían utilizarlos ni bien los sacabas del Magic Mall. También les comenté que el poder de Orbis Bestiarum podrían controlarlos. Aunque hasta rango XXX pero por lo menos era algo. La cosa es que la situación nos iba enfrentando en diferentes ocasiones y los chicos habían utilizado todos los poderes. Eso era bueno. Nos preparaba para lo final. Todos parecían darse cuenta que había algo extraño. Asi que una vez más, decidí evadir detalles.

 

Los Uzzas tienen sus costumbres. A pesar que ahora compartieron sus libros, nos pusieron a nosotros por una razón — ¿Era el momento para explicarlo? En aquel momento llamé a Evarela con un grito, que resonó en toda la cueva. Uno de los troll parecía querer moverse pero los tres estaban anulados—. Los Guerreros Uzza cambian conocimiento por conocimiento. Si, el Ministerio nos vende el libro, pero seguimos bajo las reglas de ése pueblo. Para poder vincularnos al libro, para que sea nuestro, debemos darles un conocimiento a cambio, transcurrir un viaje, una especie de prueba —les comenté. Con eso entenderían porqué estábamos en Hawaii y porqué ya habían pasado varias cosas.

 

»Así que, aunque ahora puedan usar los poderes, si quieren que sean suyos, deberán demostrar que son capaces de controlarlos. Acompañarnos en éste viaje y llegar a enfrentar una prueba. Que a veces es grupal, a veces individual y a veces las dos a la vez.« mi voz resonaba levemente en aquella habitación. Mistify y Monica estaban en un lado. Thomas y Niko del otro. Evarela se había acercado a Ashely y parecía que alli empezaba el viaje a consciencia. Quería terminarlo allí mismo con la explicación »En caso que no lo logren, la magia guerrera permite borrar hasta el último detalle de éste ¿retiro espiritual? por llamarlo de alguna manera. Por eso estamos aquí« Me acerqué a Mistify que era la que más cerca estaban de aquel hueco.

 

Por lo que debemos seguir adelante. Y ver que nos prepararon para llegar al final y dar lo mejor de cada uno —miré a mi compañera Monica, sabía que ella iba a pensar que había explicado demasiado pero tal vez por eso, la visión de los chicos cambiaba. No tenían que seguirnos a nosotros, sino que solamente estábamos para guiarlos. Por eso que les comenté eso mismo para que notaran la diferencia. Podían usar aquellos poderes de los primeros dos libros. Tenían que enfrentar diferentes eventos y llegar al final, que claramente el final no era ése pero lo sabríamos llegado el momento—. ¿Continuamos?

 

Les dije haciéndome a un lado. De los tres enormes agujeros, solamente quedaba el izquierdo intacto. Así que esa era nuestra ruta. ¿Con qué nos encontraríamos? Estaba seguro que podían ser muchas cosas y podría llegar el caso que incluso hasta recurrían a poderes de ando si los necesitaban. Allí salían sin saber quien era de qué grupo, por lo que no había problema. Yo mismo había sido revelado como fenixiano en la vez pasada en la Selva y ya nadie se acordaba.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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O sea que no interesa que Evarela ya no esté con nosotros, porque es una experiencia individual, según entiendo ¿no? —dijo queriendo remarcar la pronta desaparición de su compañera.

 

Se encogió de hombros, total a ella no le afectaba en lo absoluto. Para la rubia, la mayoría de los que se encontraban allí eran conocidos, sea su rostro o que hubieran cruzado alguna que otra palabra, pero ninguno era su cercano. Muchos podrían decir que eran actitudes egoístas, pero para ella era autosuficiente; no dependía de nada ni de nadie. Con la indiferencia de sus palabras, entendió que había que continuar.

 

Con la breve explicación que había dado uno de los guías, se había dado una idea de lo que allí harían. Evidentemente los Guerreros Uzza eran rebuscados y pedían siempre un poco más, sin importar la peligrosidad que un mago o bruja pudiese tener, lo que verdaderamente les interesaba era el canje del conocimiento, que se arriesgaran las vidas para poder terminar de comprender el funcionamiento de todos los poderes que proporcionaba el libro. Ciertamente, a Ashley, le hizo sentir respeto por aquellos seres, mientras en su rostro se dibujaba una leve sonrisa maliciosa.

 

La adrenalina comenzó a correr por su cuerpo y aumentaba con lentitud a medida que daba un paso hacia adelante para ingresar por una de las bocas de las rutas que le ofrecía la cueva, y sentía cada vez con más fuerza la energía de su anillo Detector de Enemigos. Podía sentirlo bajo sus pies, que anteriormente se había dedicado a dejar descalzos dada la complejidad de caminar por aquel suelo con los tacos altos, una especie de vibración muy leve. ¿Qué más los estaba esperando?

 

¿Qué sucede si lo próximo que nos toque no sea una criatura comprensiva por más explicaciones que tratemos dar? —para ese entonces la vibración comenzó a hacerse más fuerte haciendo que algunas piedras puntiagudas que colgaban desde lo alto del túnel parecieran balancearse amenazando con caer encima de ellos.

 

Ya se había adelantado lo suficiente como para dejar a unos diez metros de distancia a sus compañeros atrás. Sostenía a Fortia con firmeza mientras un destello de luz iluminaba su camino desde la punta. No tenía miedo en lo absoluto, sino que se contentaba de estar viviendo aquello debido a que siempre se sometía a la monótona vida en Londres. Mientras más avanzaba, más se intensificaba la vibración.

 

Para la vista de quienes estaban tras ella, si es que la habían seguido, en el acto siguiente verían cómo aquellas puntiagudas y filosas piedras cayeron desde lo alto hasta donde se encontraba la rubia de ojos esmeralda. ¿Muerta? Algunos quisieran, pero para su suerte sólo le había impedido el paso en el caso de querer volver hacia el grupo. Limpió con su mano libre su rostro del polvo que le había quedado por culpa del derrumbe y presentía que aquello no era obra natural, sino que algo lo estaba provocando.

 

Estoy bien —dijo con tranquilidad, esperando que todos estuvieran utilizando el Anillo de Escucha —, pero algo anda mal aquí... siento... siento que algo se aproxima pero no logro ver bien.

 

Se quedó en silencio. Algo se estaba deslizando. Podía escuchar cómo la piel o lo que fuera, se deslizaba contra el firme suelo de piedra. Lo primero que pensó fue en una serpiente, lo que sería lo más lógico de imaginar y hasta podía creer que la controlaría sin problema alguno, pero no... era más grande.

Editado por Ashley Atkins

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Mistify se cruzó de brazos escuchando atentamente lo que Elvis tenia para decir, pasando el peso de una pierna en señal de impaciencia. Sopesó las palabras y los gestos escondidos tras ellas, no cerraba.

 

- ¿Qué clase de Conocimiento recibirán ellos a cambio? - su pregunta iba dirigida a Elvis mientras la varita mágica de la Malfoy repiqueteaba lanzando minúsculas chispas rojas cada vez que ella la golpeaba sobre la túnica - Has dicho que cambian Conocimiento por Conocimiento ¿Qué pueden ellos obtener de nosotros si se suponen han recabado poderes y saberes durante siglos? A menos que por aquí esté oculto algo que desean tener. - lo que explicaría las runas y las trampas, posiblemente habría más. Pensó para sí.

 

Se sentía inquieta en aquel lugar. Era una sensación de peligro inminente quizás aumentado por el color azul de su anillo que seguía resplandeciendo en su mano izquierda y aquel murmullo ahogado, palabras ininteligibles que a pesar de su poder recientemente logrado no conseguía comprender.

 

- Por otra parte, los trolls no utilizan magia - Su verde mirada se deslizó ahora hacia Mónica - y que las paredes de una cueva intenten aplastarte es magia ¿no? - se volvió hacia el otro profesor y luego al resto de sus compañeros de viaje - Además está este cosquilleo permanente que me eriza la piel como si me hubiera bañado en agua helada ¿Me están diciendo que no pueden sentir la magia en el aire?

 

Su tono de voz no era alto, pero las palabras se arrastraban como serpientes en sus labios, lo que las hacía sonar peligrosas, como si hubiera siempre una advertencia por detrás de ellas, un rasgo común en los Malfoy.

 

- Por mi parte o me dicen ahora mismo lo que está pasando aquí o tendré que ir a quejarme de su particular modo de dar clases con la Viceministra de Magia - alzó las cejas - Y no creo que necesite ninguna cita para ello, seguro la veo en la Mansión al regresar. - No le gustaba apelar a ese tipo de ardid para lograr lo que quería, pero menos le gustaba que la utilizaran para cualquier cosa que ella no quisiera ser utilizada.

 

¿Qué había pasado con la Black? Odiaba en mayor o menor medida a todos los que provenían de aquella familia rival, pero Evarela era una mortífaga antes que una Black. Entrecerró los ojos buscando en el lugar en el que la había visto la última vez, pero ni señas de la joven bruja. ¿Qué estaría pensando?

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Tal parecía que todos comenzaban a exigir una explicación a ambos profesores, dado que la gran adición de las circunstancias que se habían manifestado decían tener relación con algo oculto que estaba ubicado en alguna parte de la cueva que ahora los albergaba. La fugaz y sorpresiva desaparición de Evarela, la llegada de esos enormes trolls, la cámara con figuras rupestres en donde se achicaban las paredes, y para qué nombrar las respuestas ilógicas que su padre revelaba a todos sus alumnos; algo no calzaba, era muy extraño. Todo lo que decía Mistify le sonaba muy convincente, en especial las interrogantes basadas en las “supuestas” costumbres que tenían los Guerreros Uzzas para enseñar y entregar el conocimiento que les brindarían con el uso de los Libros adquiridos en Magic Mall. -¿Transcurrir un viaje? ¿Una prueba especial? Pero profesor Gryffindor… ¿a qué punto está dispuesto a llegar para que se pueda conseguir esa sabiduría erudita de magia antigua? ¿Arriesgando la vida de todos los alumnos que han venido hoy? Quizás ésta no sea la forma más ortodoxa de manejar un tema académico que involucre a personas que no tengan intenciones de morir- expresó el pelirrojo con curiosidad, tratando de mirar a su padre fijamente a los ojos con tal de notar si había algo que no andaba bien. Lo conocía perfectamente para saber distinguir su actitud, sobretodo si el escocés estaba mintiendo.

 

<<¿Continuar sin Evarela?>> pensó de manera fugaz cuando su padre les instó a seguir por el camino de la brecha de la izquierda con tal de averiguar qué era lo que estos guerreros les habían preparado para el final de aquella paradójica excursión hawaiana; mientras tanto las amenazas de la Malfoy con informar a la mismísima Viceministra de Magia sobre el actuar de los catedráticos, retumbaba por todos los rincones del escueto pasillo. La señorita Atkins había tomado distancia del grupo, siempre con su varita empuñada para alumbrar la senda, quizá por la adrenalina que corría por sus venas al querer indagar más en la zona; pero no todo podía salir bien, pues un nuevo derrumbe la separó de sus acompañantes tras caer unas cuantas piedras afiladas desde el cielo de la caverna. -¿Ashley? ¿Estás bien?- preguntó el ojiverde una vez que sus pasos se acercaron hasta donde estaba esta nueva pared rocosa que lo aislaba de la bruja de cabellos rubios. -Algo se acerca- susurró hacia atrás con una pizca de temor, al sentir que su Anillo Detector de Enemigos volvía a resplandecer con aquella luz azulada que ya empezaba a preocuparle, pues aquello estaba pasando muy seguido.

Editado por Enrick W. Ryddleturn
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Alguien había dicho algo sobre el origen nórdico de las inscripciones del techo, pero Mónica no había tenido tiempo de responder a nada antes de que todo empezara a torcerse. La aparición de tres especímenes bastante grandes de trols los invitaba a abandonar aquella cueva, más ninguno pareció tener la intención de correr para salvar su vida. Quizás pecaban de ingenuos o es que todos estaban bastantes seguros de poder enfrentarse a ellos sin problema.

Varios detuvieron el ataque y de alguna forma Mónica se sorprendió. Habían sido rápidos. La pregunta de Mistify sobre si había algo que quisiera contarle se le quedó dando vueltas en la cabeza, pero obviamente no era momento de tener una charla familiar en la que la pelirroja tuviera la iniciativa de confesarse. Las paredes se movían estrechando el hueco en el que se encontraban así que se giró en busca de Elvis o de una solución para todo aquel desastre, y en vez de encontrar lo que buscaba, vio a su hermana levitar entre todos y subir hacia el techo. Se le abrió la boca y se quedó mirándola unos segundos hasta que Evarela se golpeó en la cabeza contra el techo.

¿Había intentado volverse intangible sin invocar el hechizo? Tardó dos segundos en llegar junto a ella para curarla. Colocó sus manos en la frente de la castaña, por donde un hilillo de sangre descendía desde su frente, y se concentró para curar la contusión que tenía. Se alegraba de haberse preocupado por aprender primeros auxilios hacía un tiempo, ya que de lo contrario no podría haberlo hecho.

- Salvaguarda mágica es un hechizo, Evarela ¡Tienes que usar la varita! - le dijo cuando se aseguraba de que estuviera bien. Al levantarse, vio como parte del grupo avanzaba a través de un hueco abierto en la pared del lado izquierdo. Los restos de la piedra y la del lado contrario seguían moviéndose y el suelo temblaba de una forma amenazante-. Será mejor que nos vayamos si no queremos que esto se nos caiga encima.

Se aseguró que el resto del grupo avanzara por el hueco y que Evarela los siguiera. Ella fue la última en pasar, no sin antes echar un último vistazo a las inscripciones que dejaba atrás. Estaba segura de que aquella nave y lo que decían sus paredes era realmente importante, pero lamentablemente no podía recuperar nada de allí así que finalmente se reunió con el resto al otro lado. Allí parecían estar a salvo si no fuera porque todos los anillos detectores de enemigos brillaban con insistencia. Cuando se concentró en lo que decían se dio cuenta de que Elvis estaba hablando del intercambio con los guerreros que los habían adiestrado meses antes.

- Evarela está conmigo – anunció al escuchar como preguntaban por ella.

Aunque su compañero había intentado salir del paso dando una escueta explicación a todo lo que estaba pasando, hubo varios que no se quedaron conformes y que siguieron lanzando cuestiones a uno y otro instructor. La que más había profundizado había sido Mistify y eso a Mónica no le había extrañado, pues al fin y al cabo aquella hechicera contaba con muchos años de brujeria y conocimientos a su espalda. La menor de las Malfoy buscó la mirada de la otra, pero no logró que detuviera su cuestionamiento frente al resto. Resopló finalmente.

- Como si la viceministra y el propio ministro no estuvieran al tanto del tipo de cosas que la tribu guerrera es capaz de pedir – puso los ojos en blanco al recordar que la propia Mackenzie había formado parte del primer grupo en adquirir los conocimientos de aquel libro-. Al ministerio le conviene este tipo de intercambio, puesto que se enriquece cada vez que uno de nosotros compra uno de estos libros... ¿Cómo crees que consiguieron que los Uzzas consintieran que lanzaran sus conocimientos al público?

Los guerreros tenían total libertad de pedir lo que quisieran, incluso aunque su petición pusiera al resto de aprendices en peligro. Al pensarlo la rabia se apoderó de ella y por un momento estuvo a punto de responder a todas y cada una de las preguntas que Mistify había hecho, sin embargo otro acontecimiento detuvo sus palabras: parte del techo se desprendió y dividió al grupo: Ashley estaba en un lado mientras que al otro se quedaba el resto del grupo.

- ¡Ashley! - avanzó rápidamente entre el grupo y puso sus manos sobre las piedras que acababan de caer. Tosió cuando el polvo que se había levantado le inundó la garganta, pero no por eso dejó de atender a la chica que se había quedado al otro lado a la que escuchaba atentamente gracias al anillo de escucha-. ¿Qué es...? - ya no escuchaba lo que la muchacha decía si no otra voz algo más distante. Miró al resto y ninguno de ellos parecía percatarse de lo que ese alguien o algo decía, así que se detuvo en Mistify una vez más ¿Ella lo entendería?

- Esperad todos aquí, por favor – intercambio un par de miradas con su compañero y luego les dio la espalda de nuevo. Miró la piedra y tras hacer un par de movimientos con la varita, susurró-: Salvaguarda Mágica.

Dos segundos después había atravesado la piedra y se encontraba junto a Ashley.

- Tenemos que volver – susurró. Escuchaba claramente como la voz que se acercaba decía: “quiero matar”, “tengo que proteger” y “nadie se acercará” de forma repetida, como si no tuviera otra misión que aquello-. ¡Haz salvaguarda, Ashley! ¡Y no mires atrás! - se puso delante de la mujer, dándole la espalda a la galería por la que aquello que se arrastraba se acercaba. Los vellos de la nuca se le erizaron al pensar que el basilisco casi podía tocarlas. No quería ni podía mirar atrás-. ¡Vamos! - esperaría a que la mujer de cabellos dorados cruzara con la ayuda del hechizo y ella lo repetiría una vez más, repitiendo por tercera vez aquel día la misma acción-. Salvaguarda Mágica.

Aún con la varita en la mano cerró el puño con fuerza, concentrándose en el poder del anillo contra oídos indiscretos. Brilló por un instante y Mónica supo que solo el grupo que tenía delante la escucharía y que ni la criatura que había al otro lado ni ninguna a otra cercana, lo haría. Intentó tranquilizarse antes de hablar, pues el corazón le latía a mil por hora y agradeció que no todos los presentes entendiesen el idioma de las serpientes.

- Si a alguien más se le ocurre separarse del resto, ya sea voluntaria o involuntariamente, juro que lo mataré con mis propias manos – amenazó.

Cuando por fin consiguió aplacarse, miró a Elvis.

- Creo que es momento de contarlo todo o no podremos hacer esto nosotros dos solos – aceptó con cierto tono de derrota-. ¿Alguien quiere preguntar algo más? - estaba claro que sí, así que se preparó para lo que les esperaba. Por suerte habían quedado encerrados por ambos lados y eso quería decir que nada más podría atraparlos allí.

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Surcaba los cielos en una moto voladora de brillante color rojo. Su superficie bruñida lanzaba destellos bajo el sol de media tarde, provocando miradas encandiladas en las mujeres que caminaban por debajo. Sentía una leve e insistente presión en su costado, pero trató de ignorarla y concentrarse en una morena especialmente atractiva que le lanzaba besos entre la multitud. Quiso dejarle caer su tarjeta de contacto, se llevó la mano al bolsillo de la túnica y palpó su propia piel. Estaba desnudo.

 

- Aaaahhh

 

Se despertó sudoroso en su habitación. Una pequeña criatura de piel oscura, un elfo, lo sacudía insistentemente.

 

- ¡Despierte de una vez! -chilló con voz rasposa-

 

- Diablos Teach, ni te imaginas qué pesadilla

 

El elfo lo miró en silencio unos instantes sin disimular su frustración. Crazy le devolvió la mirada con expresión inocente, su largo cabello plateado recogido en una cola que le colgaba a la espalda y sus ojos grises ligeramente divertidos.

 

- ¿No se le olvida nada?

 

- Déjame dormir, esa morena me gustaba

 

- Amo, ¿No tiene la sensación de estar olvidando algo?

 

Reflexionó unos instantes sacudiendo la somnolencia de mala gana.

 

- Necesito una pista

 

- Incluye muchos anillos

 

- Maldita sea

 

Se puso en pie de un salto, recordando de pronto que estaba llegando tarde a las clases del libro. Levantó el brazo y la varita acudió a su mano como traída por una ráfaga de viento. Se vistió rápidamente con unos zapatos de cuero, unos pantalones oscuros y un jubón de tela y malla metálica entretejidas, echándose sobre los hombros una capa negra con runas bordadas en hilo plateado. Finalmente recogió con ademán reverente una espada negra y se ató la funda a la cintura, saliendo por la puerta sin mirar atrás. Sin embargo, pronto se detuvo en el pasillo con expresión confundida.

 

- ¿Adónde tengo que ir?

 

Teach suspiró, agarrándolo del brazo, y ambos desaparecieron arrastrados por un gancho invisible, surgiendo de nuevo en un lugar húmedo y oscuro.

 

- Lumos -un haz de luz iluminó las paredes de piedra- ¿Porqué siempre termino en una maldita cueva?

 

- La ausencia de luz lo favorece, amo -respondió el elfo con una risita- tome

 

Le tendió una bolsa de tela marrón que lanzaba sonidos metálicos cada vez que la movía.

 

- Son los anillos, le harán falta

 

Y acto seguido desapareció con un "plop", dejando a su dueño en aquel lugar inhóspito. Crazy dirigió una mirada calculadora a su alrededor mientras se colocaba los anillos, descubriendo vestigios de un uso reciente de magia como por ejemplo un leve olor en el aire, la sensación de cosquilleo en su piel y un trol maniatado en el suelo. La clase parecía haberse visto interrumpida de forma abrupta. Se acercó con precaución a la criatura y la iluminó con el fulgor sobrenatural de la varita. Seguía luchando con ahínco contra las cuerdas y apenas le prestó atención.

 

- ¿Cómo te llamas?

 

No obtuvo respuesta.

 

- ¿Has visto un grupo de magos histéricos pasar por aquí?

 

Nada.

 

- ¿Te suena el encantamiento Leviosa?

 

Un gruñido fue todo lo que obtuvo. Suspiró, tratando de deducir lo sucedido. La clase se había visto atacada por los troles, eso estaba claro, ¿Pero dónde estaban sus compañeros? ¿Se habían trasladado? Algo daba vueltas en un rincón de su mente, sin que fuera capaz de decir el qué. Se acercó a otra de las criaturas, sangraba profusamente pero estaba antinaturalmente inmóvil fruto de un encantamiento petrificador. Probablemente moriría desangrada en los próximos minutos.

 

Dos de sus anillos le molestaban en la mano, parecían calentarse y emitir un leve zumbido mágico aunque era difícil de apreciar en aquella estancia cargada de magia. Los observó detenidamente y reconoció que uno de ellos era el curativo. Apuntó con la varita al troll y pensó curación, lanzando una lluvia de luz sobre la herida que cicatrizó en cuestión de segundos.

 

Estuvo seguro de que la criatura lo agradecía. No tenía claro cómo lo sabía, ya que su enorme cara tenía la misma expresión de furia y bobaliconería, sin embargo la notaba más relajada e incluso comprendía el sentimiento de terror que la había llevado a ser agresiva en primer lugar. Intuyó entonces que el segundo anillo que zumbaba era el de las bestias. Tomó una rápida decisión.

 

- Finite

 

El trol recuperó el control sobre su cuerpo y lanzó una mirada dubitativa a su garrote, tirado un par de metros más allá.

 

- No he venido a hacerte daño -dijo el mago, notando como el anillo de las bestias refulgía en su puño- dime por dónde se han ido los magos y te dejaré en paz

 

La criatura tardó una eternidad en comprender la pregunta, pero finalmente señaló una abertura con un dedo del porte de un jamón. Crazy asintió y murmuró petríficus totalus, congelando a su nuevo amigo. Se encaminó entonces tras sus compañeros, confiando en alcanzarlos antes de que decidieran suspenderlo.

Sapere Aude - Mansión Malfoy - Sic Parvis Magna

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Como era de esperarse, y por tercera vez, los chicos parecían no querer arreglarse con las respuestas que le había dado. Y era lógico. La diferencia era que con Monica, habíamos sido pupilos directamente de los Uzza y nos había costado mucho más. Todo era bajo las costumbres de ellos. ¿Se acordaría mi compañera? Estaba seguro que si, pero habíamos prometido no decir nada de lo que habíamos atravesado cada uno.

Tiene razón Monica, Mistify. Las quejas no van a servir de nada. Cada uno de ustedes compró el libro porque quiso. Y si su deseo es poder utilizarlo, tienen que hacer ésto — miré también a Niko, Thomas y el resto. Nadie estaba fuera de eso, todos se habían inscripto y las reglas, eran reglas. No continué diciendo nada porque mientras las preguntas seguían apareciendo, mi compañera se dirigió rápidamente a Evarela, que al parecer, había intentado traspasar la piedra sin recitar el hechizo. Los poderes tenían complicaciones pero estaba seguro que se irían acostumbrando.

Y no era lo único que pasaba. Cuando Monica se acerco con una Evarela ya sanada, la tierra se empezó a mover de más y Ashley quedo del otro lado de la nueva pared que se había formado. Era la primera en reaccionar, la que parecía querer aquel libro a toda costa. Y mi alegría por ver aquella actitud, se vio disipada por las piedras que habían caído y tapado el único agujero que teníamos a disposición para pasar. Me quedé donde estaba, ya que mi camarada pelirroja se había encargado. Había algo, todos los sentíamos.

Aquellos anillos eran mucho más útiles de lo que pensábamos. Estaba seguro que todos sentían aquel peligro que nos rodeaba por completo. Era una poderosa maldición que había arrasado con aquel pueblo de Hawaii. El reporte de los Uzza nos había dicho que había algo que los atraía hasta el centro mismo. Aunque no entendía como los muggles podrían atravesar todos esos obstácul0s.

Activé el anillo de Escucha. Las palabras de Ashely y Monica apenas se escuchaban como un murmullo. Pero tan solo fue la insistencia de mi compañera que salieran de alli y de repente no se escuchaba nada más. ¿Les había pasado algo o habían activado el anillo que no permitía escuchar nada? Otro de mis anillos emitió un calor sobre el dedo donde estaba aferrado. Me giré de repente y apunté con mi varita por donde habíamos venido.

Alguien viene... —del otro lado las chicas habían llegado y parecía que mi camarada estaba más dispuesta a responder las dudas, pero amenazándolos claramente de que nadie más se fuera. Era cierto, aquella prueba era grupal, deberían poner cada uno su parte.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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