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Libro de la Fortaleza — Grupo 2


Jank Dayne
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Alcancé a escuchar a Sally regañar a Stephanus, cosa que me daba alegría porque significaba que ya estaba con nosotros de nuevo, pero que al mismo tiempo de dejaba pensando en lo que estaría haciendo el mago para terminar en el suelo. Sonreí, ya había dado mi opinión al respecto de lo que sucedía y dejaba en manos de mis compañeros la decisión acerca de lo que debíamos de hacer, mientras que mis ojos regresaban a la lectura.

 

- Aquí tengo todavía vodka glacial, si alguien necesita.

 

Terminé de decir mientras sacaba el frasco con el alcohol, dejándoselo a Edmund para que pudiera repartirlo sin problemas, no sin antes yo darle otro ligero trago. Era mejor que me concentrara en el libro.

 

El siguiente capítulo que pude encontrarme era el del anillo de la escucha por lo que le presté total atención. Solo decía que podíamos escuchar conversaciones a la lejanía, mientras no estuviera activado el anillo de salvaguarda y, por lo que entendía, esto significaba que podíamos detectar a diferentes personas que quisiéramos mientras nos concentráramos en cierta dirección o lugar específico para ello. ¿Eso nos ayudaría para saber quien es el que nos estaba enviando tanto¿a criatura peligrosa? Podría funcionar...

 

- Moriría por otro cigarrillo.

 

Estaba tan concentrado en la lectura que la adrenalina comenzaba a correr por mi cuerpo y necesitaba un calmante, algo prolongado para que funcionara con los tragos de vodka que había ingerido anteriormente y un cigarrillo funcionaría perfecto en esos momentos.

Editado por Ishaya

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- Hemos utilizado ese anillo ya, Ishaya, así que, o no funciona, o no lo estamos utilizando bien -respondió Edmund-. En lo personal creo que es porque nos avisa sobre los peligros, más no nos libra de ellos.

 

Edmund observó con desconfianza los anillos, ciertamente siempre habían brillado cuando se encontraban en presencia de algún peligro, pero no le veía mucha utilidad pues ya tenía un colgante que cumplía con la misma función. Ishaya estaba sumido en la lectura de aquel libro de hechizos, pero él no, a duras penas lo había leído una vez a regañadientes cuando lo compró. Edmund detestaba la lectura. Los esfuerzos de Aldair habían sido poco útiles, aún así Edmund leía por obligación pues sabía que en aquellos escritos era donde se encontraba la magia antigua que necesitaba para ser un mejor mago.

 

- Sí, se fue al igual que los demás -contestó a Madeleine-. Y discúlpame, no debí descargar mi rabia contigo.

 

Sabía que debía controlar aquellas reacciones instintivas que no le hacían bien pero le resultaba muy difícil. Según John, Edmund resultaba más dócil como leopardo que como mago. Y tenía razón.

 

Ishaya les había alcanzado. Lo sabía porque había tropezado con él desperdiciando uno de sus cigarrillos. Su compañero de la Orden del Fénix intentó calmar la acalorada discusión que mantenían Jank y Madeleine en ese momento, para luego seguir comentando los hallazgos que había encontrado en el libro y finalmente mencionar el rastro de unas huellas. Y Edmund esperaba que no fuesen las del Yeti, ¿hasta cuándo ibana tener que enfrentarse al popular abominable hombre de las vienes?

 

Edmund se acercó cautelosamente hacia el rastro y observa las huellas con atención. Eran pequeñas y delicadas. Suspiró de alivio. No se debían tratar del Yeti. Pero ahora se preguntaba de quién serían.

 

En ese momento Sally encontraba a Stephanus, ¿qué se habían hecho Hades y Axel?

 

- Creo que deberíamos seguir el rastro -dijo Edmund tomando la frasco de vodka que había ofrecido Ishaya-. Lo único peor que nos podría pasar es que se trate de un Nundu que nos mate a todos.

 

» Pero debido a los recientes eventos, tal vez hasta eso sea un alivio.

 

Edmund abrió el frasco de vodka y dio un gran sorbo, esperaba que nadie más quisiera alcohol porque él no estaba dispuesto a compartirlo. Sin esperar a escuchar si sus compañeros estaban de acuerdo o no, él se puso a seguir el rastro de huellas que había aparecido de la nada mientras tarareaba una melodía aterradora, como si supiese que se estaba acercando la mismísima muerte. Stephanus le había dicho bruscamente que se callara pero él siguió tarareando sin prestarle atención a los demás mientras lideraba la marcha. Se habían enfrentado a toda clase de criaturas y a las bajas temperaturas del polo norte, ¿quién sabe? Tal vez aquel rastro los llevase a encontrar la bendita aurora boreal de una vez por todas.

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Ante la fuerza que sus hechizos aturdidores generaban sobre su organismo, el yeti sucumbió y cayó inconsciente al piso, no sin antes ver su trayecto desacelerado por un hechizo muy bien ejecutado estratégicamente por Jank. El silencio que reinó en la atmósfera se combinó plácidamente con la todavía agradable temperatura que quedaba producto del encantamiento que él mismo había ejecutado minutos atrás, más hubiera sido muy torpe de su parte esperar que eso durase mucho, por que en efecto las cosas cambiaron más rápido de lo que podría haber esperado.

 

Edmund gritó, luego una patada, y por último un gruñido. Nathan ni se molestó en advertir a sus compañeros que debían correr, dado que apenas el mismo echó a pitar en dirección a una de las segmentaciones de aquella cueva, el resto de sus compañeros lo siguieron diligentemente. Escuchó los pasos del animal, quien ahora estaba furioso producto de que lo habíamos atacado sin ningún tipo de piedad con nuestras varitas mágicas.

 

- ¿Sigues insistiendo que fue buena idea lanzarle rayos, Stark? - se animó a espetarle, al menos la criatura no había sabido que eran ellos los que cambiaron la temperatura de la otra cueva.

 

No obstante, su verdadera rabia no se encontraba hacia Madeleine, quien siempre sabía ser una buena compañera de aventuras, aparentemente. No... su ira estaba contenida hacia alguien más.

 

- Jank, ¿tienes alguna idea de cómo salir de aquí? - dijo, dirigiéndose hacia el mago una vez que el peligro del yeti había aparentemente desaparecido, mientras el resto se enzarzaba en una discusión sobre la mejor forma de utilizar los anillos que aquel libro educaba - Si así es, sería bueno que nos lo digas... dado que por el momento, lo único que parece es que estás tratando de matarnos.

 

 

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Me alegraba mucho que mi bebida fuese bien aprovechada, por lo que me volví a concentrar en la lectura mientras Edmund caminaba en dirección de las huellas; al amarrarme a su cintura y flotar por los aires detrás de él, era lógico que estaría en el lugar donde el se encontrara. No me fije si alguien nos seguía, o lo seguían, ni siquiera cuando Nathan le reclamaba a Jank sobre la dirección de este tumultuoso viaje.

 

Había terminado de leer los capítulos sobre los anillos, absorbiendo un poco de la historia de la magia que encerraban los artefactos para la utilización de poder. De alguna forma, hace mucho tiempo, los antiguos magos y brujas aprovechaban todo en su entorno para potencializar la magia, no solo las varitas, el claro ejemplo eran los anillos y amuletos. ¿Qué tanto no se podría hacer si encapsularas el poder?

 

- Supongo que si no esta Hades con nosotros, es porque está provocando esto. Piensa mal y acertaras, piensa con las plumas y acertarás el doble.

 

Había hablado sin dirigirme a alguien en especial, aventando las palabras al grupo, sobre todo porque sabía que los presentes en ese viaje eran compañeros de bando y podrían entender a la perfección la referencia que hacia conforme a los magos tenebrosos con los que lidiábamos día a día.

 

Bufé. Realmente odiaba irme de aventuras en el mundo, mi experiencia como diplomático e historiador me dejaban siempre en la oscuridad, observando, nunca siendo parte activa de la historia porque era la mejor forma de poder relatarla, desde las afueras; esto de estar en medio de peleas absurdas con hombres de las nieves, plantas hambrientas y detrás de luces, no era para nada algo con lo que estuviese acostumbrado.

 

El libro era inmenso, demasiadas lecturas que me llenaban de información pero aún sin que pudieran dar algo más que la forma en que utilizábamos los anillos y amuletos, y no quería saltarme capítulos porque quería entender bien lo que me estaba transmitiendo la lectura... aunque sabía que había un apartado de cánticos y conjuros...

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El silencio que mantiene Jank, al parecer mareado por tantas palabras, sólo hace que se enoje más. Si bien palabras como las de Ishaya e incluso las disculpas de Ed le hacen aflojar el agarre de la varita, Nathan insiste en inculparla por el asunto del Yeti. Es tu compañero, se recuerda. Hermano del Fénix. Ten paciencia. Lealtad, unidad y sacrificio... ¿recuerdas? No obstante, la voz de su consciencia es apenas un susurro, uno que es muy difícil de oír. Quizás una bruja más madura, alguien mayor hubiera escuchado a Pepe Grillo. Las palabras de Ed son razonables; es malo descargar rabias con un aliado. Oh, pero Madeleine, aún con tanta historia, es sólo una cachorra; no se sabe si una cachorra de león o de lobo huargo, sólo que está muy furiosa.

 

—Por lo menos los rayos lo aturdieron —termina replicando con sequedad, con los ojos fijos en Nathan. Aunque bien podría emplear la varita para recalcar su palabra, no podría levantarla contra un compañero. Yo soy sólo palabras, se dice, con un sentimiento cercano a la decepción. Perra que ladra, no muerde—. ¿Tu hechizo climático? —musita, llevando la mano al anillo de amistad con animales, a pesar de que no tenga uso en aquel momento. Todavía puede sentir lo que sintió el Yeti; aquel sentimiento de asfixia, de fatiga, como si te aplastaran una almohada en la cara en un mediodía de verano—. Sólo lo alteró. Más.

 

Sin embargo, el muchacho se desquita todavía más con Jank. Y aunque Madeleine es una maldita cuando trata a su hermano, no soporta que alguien más lo sea con él. Quizás debería discutir con sus compañeros el asunto de los amuletos, pero todavía está tan enojada... y sabe que Dayne no tiene la culpa. Quizás sepa cosas que ellos no; quizás incluso prevea algunas situaciones de las que ellos no tiene ni idea, pero sabe muy bien que no trata de lastimarlos. Él vela por ellos, y no sólo porque sea el guía. Es un Demon Hunter. Y aunque ella odie la jerarquía, es el alto rango que más respeta, irónicamente. La reputación de Hades es, en el mejor de los casos, bastante dudable.

 

—Nadie tiene idea de qué hacer, Weasley —suspira, con voz más suave aunque temblorosa por el frío—. Debemos averiguarlo —dice, y pasea la mirada por los presentes: Ishaya, que está bastante interesado en el Libro de la Fortaleza más que en la aventura (y quizás, por ello, termine dominando mejor los amuletos); Ed, quien está bebiendo algo de una botellita; Sally, quien había traído a Fined a salvo, y finalmente a Jank, que parece una tumba. Madeleine coloca una mano sobre su hombro, y la aprieta con gentileza—. Juntos. Vamos, como si fuera una misión —añade por lo bajo, con una media sonrisa. Todos son compañeros, y, por Merlín, ¡claro que saben cómo trabajar juntos!— Entonces, Browsler dice que busquemos a las criaturas desaparecidas. Yo creo, que ya que encontramos a Sally, deberíamos buscar la forma de salir. Si regresamos al claro, podríamos encontrar una forma de subir hacia el... uhm... "tragaluz" —dice, sin saber muy bien cómo llamar a aquella abertura—. Oh, y dame un trago de eso —le pide a Edmund, extendiendo la mano hacia la botella, ya que parece ser el vodkda del que Ishaya había hablado hacía unos momentos—. ¿Qué opinan, entonces?

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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El silencio reinaba con tanta fuerza en aquel pasadizo de piedra, la oscuridad era una compañera que hacían que la travesía solo se complicara aún más, el Rexdemort había seguido las indicaciones de aquellos ratones, y había estado atento a los sonidos con ayuda de su anillo. En ese momento esos anillos habían cumplido un papel muy importante, y Axel ya dominaba como intercambiar los efectos de cada anillo rápidamente.

 

Con su varita en mano y un hechizo Lumus iluminaba el suelo de la caverna y los distintos caminos que esta tenia, Axel intentaba escuchar las pisadas del cainita, y de vez en cuando buscaba algún pequeño animal ártico que le indicara el camino correcto con el uso de un hechizo muy útil que encontró en una de las páginas del libro del aprendiz. Orbis Bestiarum en combinación con el anillo detector de plagas, le daban a Axel una forma de rastreo muy efectiva.

 

- SI ALGUIEN ME OYE, LES DEJE OTRA FLECHA. – Gritó Axel a todo pulmón, sabía que su anillo de salvaguarda, le daba la garantía que solamente sus compañeros a excepción de Sally escucharían sus gritos, desde aquel momento en el que se puso a insultar a Jank en otro idioma, Axel no había dejado de continuar con el efecto y si sus compañeros alguno tuviera activo el anillo de la escucha, sería capaz de localizar al danés.

 

Cada cierta distancia, Axel lanzaba un Incendio al suelo, y después un Aguamenti para crear una flecha en el suelo, ser un mago con conocimiento de la meteorología no era tan útil dentro de una cueva bajo tierra, pero si podía crear al menos una señal que no se perdería en tan excepcional clima y no pasarían por alto si dieran con la primera.

 

-¿Por qué demonios, Hades es tan callado, si no habla es inútil este anillo? – Preguntó en voz alta el Rexdemort, había estado siguiendo al mago, pero era tan difícil cuando solo había un par de huellas y no escuchaba ninguna palabra del hombre. Por ese motivo, Axel prácticamente hablaba solo, si alguno de sus compañeros tenía la suerte de escucharlo, sería fácil que dieran con él.

 

El camino empezó a hacerse menos pedregoso conforme avanzaba, y los animales cada vez menos, Axel ya no podía sentir ningún ser vivo con el anillo de las plagas, Por lo que regreso al piso y volvió a esculpir otra flecha con su combinación de hechizos, aunque se dio cuenta que el suelo ya no era natural, era eso acaso roca tallada. -¿Hades? – Preguntó caminando un poco más lento, la temperatura ya no era tan feroz como lo fue cuando bajaron del acantilado. – Hej Si alguien me oye, creo que encontré algo. – Tallando con fuerza sus botas sobre el suelo, una construcción aparecía bajo los pies del danés.

 

-HEEEEEJ. – Volvió a gritar, esperando que alguien le respondiera, hasta que vio una gran roca tapando la entrada. Un bombarda sería la mejor opción, aunque recordó como sus compañeros traspasaban muros. - ¿Cómo se llama ese hechizo raro? – Preguntó girando su mochila para volver a sacar su libro. – Ese con el que atraviesan los muros. – Encorvándose un poco para empezar a buscar. – Ya lo encontreee se llama Salvaguarda Magica. – Concentrándose sobre ese hechizo, y levantando la mano contra la gran roca, su mano era capaz de entrar en ella, Axel corrió inmediatamente dentro de la roca. Y atravesó un umbral, ya no era la misma cueva. - Jeg er her – Grito una vez más antes de adentrarse al lugar.

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No fue hasta que sintió la mano de Madeleine posarse en su hombro que notó cuan contraídos tenía los músculos de su espalda alta y de la parte posterior del cuello... había pasado las últimas horas escapando de un peligro tras otro que ya la dosis de adrenalina que circulaba por su torrente sanguíneo comenzaba a apaciguarse y la fatiga tomaba el lugar principal. Algo que pocos sabían del Weasley era que el cansancio lo ponía de muy mal humor, y que el hecho de que estuviesen por aquellos lares por la mera instrucción de unos fulanitos guerreros Uzza que nadie parecía conocer no le sentaba demasiado bien.

 

-Tienes razón, Stark. -dijo, tragándose el orgullo y poniendo un semblante más relajado, esforzándose por liberar la tensión que afectaba su cuerpo - Tienes mis disculpas. Tu también, Dayne. - dijo, dedicándole una vaga sonrisa a Madeleine, más dándole una mera mirada de reojo a Jank... había una gran cantidad de cosas que no era capaz de perdonarle al Demon Hunter, sin embargo había unas tantas otras que tampoco podía olvidar.

 

Escuchó el plan de Madeleine y miró a su alrededor, habían llegado a una especie de recoveco en el medio del túnel por el cual habían salido corriendo. Todavía no estaban ni la mitad de cerca de encontrar la aurora boreal que se les había encomendado encontrar y embotellar, más lo decisivo ahora era establecer prioridades, y una de ellas era salir de aquel maldito complejo de túneles y cuevas. Después, de todo, no verían la aurora si no estaban afuera.

 

- Yo estoy con Madeleine... creo que ya hemos estado demasiado tiempo aquí dentro, deberíamos salir de aquí y buscar esa maldita aurora de una vez por todas.

 

Sintió el peso de su mochila en la espalda, y recordó que en ella estaba el maldito libro de la fortaleza junto con los anillos y amuletos que este traía como accesorio. Si bien todavía no habían sido capaces de cumplir su misión, las distintas aventuras por las que habían tenido que pasar les habían enseñado a todos como utilizar aquellos objetos, lo cual le hizo suponer con duda razonable si no habían sido los Uzza los que de alguna forma los habían hecho atravesar todos aquellos obstáculos... si las leyendas eran ciertas, de seguro tenían el poder para hacerlo.

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- No creo que Hades esté haciendo nada, Ishaya –replicó Edmund-. Recuerda que cuando tuvimos problemas en el claro la primera vez, él estaba allí. –Hasta ese momento Browsler no se había dado cuenta de que Ishaya estaba amarrado a su cintura-. ¿Qué sucede? Eres más sigiloso que un gato –espetó desamarrándose.


Edmund escuchó la pequeña discusión que mantenían Nathan y Madeleine. Jank se mostraba repentinamente taciturno por lo que se comenzaba a preguntar si estaría bien. Él no le achacaba la culpa a Dayne, estaba seguro de que había magos mucho más poderosos detrás de aquello. Ishaya parecía estar muy concentrado en su lectura, tanto que ni siquiera se había percatado que Edmund se había librado de aquella cuerda que le ataba. «Espero que por lo menos encuentre algo útil» pensó mientras soltaba un bufido.


- Ni lo sueñes, Madeleine, no tienes edad suficiente para ingerir alcohol –bramó Browsler alejando la botella de sus manos. En realidad se trataba de una excusa, no le importaba en lo más mínimo la edad de Madeleine, pero no quería compartir la botella-. Esperen, ¿eso es una flecha? –Edmund se colocó de rodillas sobre el suelo y tocó la flecha-. Creo que deberíamos seguirlas, tal vez se trate de Hades o Axel.


Edmund escuchó la teoría de Nathan y Madeleine con el ceño fruncido. Había algo que no le terminaba de convencer.


- Pero ¿y el lazo del diablo? Creo que tal tragaluz nunca existió y que el claro estaba siendo iluminado mediante magia. Vamos, ¿un claro en el fondo de una cueva en el polo norte? Ilógico por donde quiera verse. Para mí el claro no tiene salida, deberíamos seguir avanzando, además-añadió a su explicación dirigiéndose a Jank-, por algo aterrizamos acá, ¿no, Dayne? Deberíamos seguir avanzando.


De la bolsita de cuero que tenía amarrada a su cintura, Browsler sacó un pequeño anillo de plata que se puso en su dedo anular. Giró un par de veces el anillo intentando concentrarse mientras continuaba su avanzadilla por la cueva, al tercer intento el anillo de la escucha brilló tenuemente y Edmund sintió su poder al instante. Los oídos del mago se agudizaron de tal manera que podía escuchar todo lo que sucedía en un gran rango de distancia a pesar de lo minúsculo que fuese. Se concentró un poco más obnubilando los sonidos que no le interesaban. Cuando pasó una media hora escuchó algo interesante que le hizo detenerse en seco.


- ¿Qué sucede? –preguntó Sally.


- Creo que es Axel –respondió Edmund haciéndole señas a sus demás compañeros-. ¡Dice que encontró algo!


- ¿Y qué encontró? ¿Qué dice?


Edmund cerró sus ojos y sus piró profundamente. Sólo escuchaba el tenso silencio que producían sus expectantes interlocutores.


- Ya no lo escucho –confesó Browsler-. Pero puedo seguirle la pista. ¡Vamos! –Y sin decir nada más, se enzarzó en un trote rápido en busca de Axel.


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"... conforme crece la experiencia del ser mágico, comienza a despertar dentro de si la necesidad de encontrar otras formas de expandir el poder que tiene sobre su entorno. Se necesitan complementar los seis sentidos, en vez de trabajar por separado, y después de tener el sentido del tacto por completo, que es la utilización de algún artefacto para canalizar la energía, se procede a aumentar el nivel del gusto por medio del habla llegando a una armonía, es decir, el cántico debe de formar parte de la norma básica del ser mágico."

 

Me separé un momento del libro para pausar la lectura y escuchar lo que mis compañeros estaban diciendo acerca de las decisiones a tomar, al parecer se encontraban de nuevo debatiendo sobre el camino que debíamos de tomar hasta que Edmund encontraba una flecha en el suelo. Dirigí mi vista hacia aquel garabato dibujado con magia y entendí su significado casi al momento en el que mi compañero explicaba el camino y escuchaba a Axel, lejos de nosotros; intenté activar el anillo de la escucha, peor lo único que alcancé a notar fueron palabras en otro idioma.

 

- A pesar de que ando amarrado a ti, - comenté directamente al Browsler antes de regresar a mi lectura - estoy completamente de acuerdo en seguir ese camino. Algo debió de haber encontrado el danés y no quisiera llegar tarde como nos ha pasado con Sally, sin echar la culpa a nadie.

 

Comenzamos a seguir el camino que nos había dejado nuestro compañero sin que lo hubiéramos notado anteriormente, yo flotando desde la cintura de mi amigo y teniendo a Sally y a Madeleine a mis flancos, indicando que Nathan y Stephanus estaban detrás de nosotros, cubriendo la retaguardia, pero no podía estar seguro, ya me había envuelto nuevamente en los misterios que tenía aquel extraño libro.

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