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Maestría con Escobas & Transformaciones


Edmund Browsler
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Matt parecía entender a la perfección el retraso de Keaton, cosa que a este le alivió mucho pues quería decir que podría seguir con la clase sin reprobarla. Sonrió y escuchó las palabras del chico, éste comenzó con la definición básica de lo que era una transformación. En la mente del Ravenclaw se hacían imágenes en las cuales hacía hechizos de transfiguración tan magistrales en poder hacer que un dragón mutara en un colchón. Sonreió ante aquello pero volvió a centrar su atención en el Blakner.

 

En ese momento mencionó las Leyes de Gamp y le preguntó al ojiverde si conocía alguna. El vampiro se quedó callado y negó con la cabeza, no se acordaba de ninguna, mas que tal vez una sobre la comida que no podía crearse de la nada, pero como no se la sabía con certeza, optó mejor por negar saberlo. Supuso que Matt se lo explicaría, pero sería mejor pedírselo.

 

--Me quedo sin respuesta ante las Leyes de Gamp, Matt, la verdad es que no recuerdo ninguna, solo tal vez una que rige a los alimentos, pero no la logro recordar al cien --Se excusó el pelinegro.

 

Sin embargo, el profesor comenzó a dejarle ciertas tareas prácticas, no sin antes ponerle el ejemplo al convertir una pluma en una escoba de carreras. El Ravenclaw se quedó un poco acomplejado, ¿cómo una pluma de poca masa podía mutar en una escoba de carreras con más de cien veces su tamaño y masa? Sin más Matt invitó al vampiro que intentase transformar aquellos en escobas de voladoras. Asintió y sacó su varita mágica de cerezo de detrás de su oreja. Su pregunta la haría al finalizar la tarea.

 

Apuntó al reloj que tenía de frente. Cerró los ojos e imaginó que estaba en un estadio de quidditch: escobas volando por todos lados, jugadores montados en ellas haciendo piruetas muy difíciles. Centró su imaginación en las escobas, más específicamente en una Nimbus 3000.

 

--¡Morphos! --Dijo con fuerza y abrió los ojos para ver como aque reloj se convertía en una bella escoba de carreras --¡Morphos! --Repitió apuntando a la pelota de goma aprovechando su su imaginación y vio mutar a la pelota en otra Nimbus 300.

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Observé como la transformación de aquella pluma en una saeta de fuego. Aquellas cosas solían impactar a los alumnos, al igual qeu el hechizo qeu utilizaba para transformar las cosas en plumas. Asi qeu me hice a un lado, dejando que Keaton primero eligiera los objetos con los que trabajar y se concentrase, pues cada uno visualizaba la transformación a su manera, y siempre que el fin estuviera claro, tenía el efecto correcto.

 

Sonreí, asintiendo satisfecho al ver dos magníficas Nimbus 3000 donde antes se encontraban la pelota y el reloj.

- Genial, ahora solo queda saber si @@Edmund Browsler podrá utilizarlas para continuar con su clase - dije.

 

Mientras mi compañero inspeccionaba las tres escobas, me giré hacia mi alumno.

- El morphos es el hechizo universal de transformación. Sirve para transformar cualquier cosa en otra, aunqeu nunca puede aplicarse sobre los humanos.Cada nivel de transformación tiene sus propios hechizos específicos. En el caso del primer nível son Duro que convierte los objetos en piedra, el incarcifors los convierte en una jaula, perfecto para atrapar animales o intrusos o el scribbliffors con el que los objetos se transformarán en una nube de plumas. En realidad son muy útiles, ya qeu con el duro podemos improvisar una barrera. Yo he usado el scribbliffors en varias ocasiones para cambiar el morir sepultado por un muro de piedra por ser cubierto de una nube de plumas. Y a los críos les encanta

 

Por otro lado, debía explicar a mi alumno las leyes de Gamp. No era algo nuevo, ya qeu no todos conocían las cinco normas, o como mucho conocían la primera, aquella referida a la comida.

- No te apures, la mayoría no sabe nada de las Leyes de Gamp, o si conocen, solo saben de la primera norma, la que rige la comida. Esta primera Ley dice eu no puede crearse la comida de la nada. Podemos convocarla o atraerla, pero nunca crearla sin más. - tomé el libro y le apunté con la varita murmurando un morphos. Tomó la forma de una manzana de color rojo, brillante...daban ganas de morderla.[/i] - Tiene buena pinta, verdad? Podrías morderla, pero solo te sabría a papel y cuero. Tiene aspecto de fruta, pero no deja ser un libro. Aunqeu serviría como cebo.[/i] - reí ante la idea - La segunda ley habla del amor, este no puede crearse de la nada. Se utilizan ciertas pociones, ero en realidad no es amor verdadero, sino un engaño al cerebro, una falsa sensación de amor que en caso de querer mantener necesitaría un suministro contínuo de la poción o su efecto desaparecería. En la tercera se nos dice qeu no podemos crear el dinero de la nada, al igual qeu sucede con el oro Leprechaun, qeu desaparece al cabo de unas horas. La cuarta nos habla del propio conocimiento, que no puede implantarse sin más, sino qeu debe adquirirse mediante el estudio o las propias vivencias. Y por último....los muertos. Debemos dejarlos descansar donde están...ya que una vez se marchan, este mundo deja de ser para ellos.

 

Esperaba qeu mi explicación le dejase un poco más clara la cuestión de las cinco leyes. Me aproximé hasta las puertas, y esta vez fui yo quien palpó: el escobero, la salida...sentía el aire libre, salado...Pero yo buscaba la cuarta puerta.

- Bien, si mi compañero no nos necesita más, creo qeu podremos atravesar esta puerta para continuar con nuestra clase.

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-Claro como un simple paseo en escoba por el parque- dijo tras escuchar cuál sería su siguiente tarea, claro que fue con ironía, pero pese a que podría no salir jamás de una habitación estaba emocionado y con ganas de demostrar que podía hacerlo. No tenía tiempo de mentalizarse ni idear un plan ya que ni sabía que podría encontrarse del otro lado de aquella puerta y sus compañeros de Transformaciones trabajaban rápido, ya dos relucientes escobas de carrera lo esperaban para la elección.

 

Una Saeta de Fuego y su sueño… La Nimbus 3000, era increíble que la tuviera cerca y más que podría usarla, no era una real era una transformación pero para lo que venía el caso era lo mismo, le serviría de igual manera. –No es una difícil elección- bromeó mirando a su profesor y colocando una mano sobre el lustrado mango de la Nimbus e inmediatamente notó como esta comenzaba a temblar ligeramente, quería volar tanto el como la escoba no la dejaría esperando.

 

Pasó una pierna sobre la misma, se colocó en la forma correcta y se sujetó con la zurda –Gracias – le dijo al chico de transformaciones y dio una patada contra el duro y frío suelo de piedra y voló.

 

Estaba a poca altura, si estiraba sus pies podría tocar el piso el ojiazul se adelantó sobre la escoba y se lanzó como una flecha hacia la puerta. Era increíble la velocidad que apenas alcanzó en esa fracción de segundo, el viento le aullaba en los oídos mientras viaja hacia el otro lado de la habitación, quería gritar de la emoción mientras la adrenalina tomaba control sobre su cuerpo, su corazón se aceleraba y sus ojos estaban fijos no solo en la puerta sino en el reto que se le avendría.

 

La puerta se abrió a tiempo y Edward ingresó como un infierno del otro lado. Oscuridad completa por unos momentos mientras seguía avanzando como flecha y a lo lejos lo notó un punto de luz que a medida que se acercaba aumentaba en dimensiones. A escasos centímetros de la abertura la luz lo cegó y el pelinegro se detuvo.

 

No podía creer lo que estaba viendo, debajo de él se extendía inmensa la ciudad de Nueva York. Podía verlo todo, el Central Park, la Estatua de la Libertad, Time Square, la Biblioteca Nacional, todo. Edward ya estuvo en la ciudad de visita con sus padres pero nunca la vio desde aquella perspectiva, sobre los cielos la Gran Manzana parecía pequeña.

 

Pero no podía distraerse, tenía una misión y solo le quedaban 3 minutos, bueno.. 2:57, un reloj gigantesco marcaba con números rojos la cuenta regresiva. ¿Cómo encontraría al ave? Y como si le estuvieran leyendo la mente un reflejo dorado paso como flecha cercana a su oreja, era el Snidget y bajaba con mucha velocidad hacia las calles de la ciudad.

 

No podía malgastar los escasos minutos que le quedaban y se lanzó tras él. El descenso era vertiginoso y a mucha velocidad y en una completa línea recta, podía hacerse puré contra el suelo si no lograba estabilizarse a tiempo, pero el Smith se sentía confiado demasiado quizás, en su mente no había cabida para lo negativo él estaba seguro de que ganaría.

 

Pero de la nada dos sombras montadas en sendas escobas aparecieron por sus costados - ¿Qué? - maldijo Edward totalmente sorprendido. No tenían rostros, ni ropa, solo eran siluetas oscuras que estiraban sus manos hacia el Snidget, al parecer no solo sería una cacería solitaria. Se inclinó a un más sobre la Nimbus , aumentando la velocidad de su caída libre ya casí podía sentir las plumas del Snidget en sus dedos de su mano estirada pero el ave cambió el sentido de su vuelo a dos metros del suelo enderezándose.

 

Edward se vio obligado hacer lo mismo sino quería quebrarse todo al impactar contra el suelo, se irguió y con ambas manos levantó un poco el palo de su escoba. No fue necesario mucho esfuerzo la escoba parecía responder a sus intenciones con apenas solo un roce y ya estaba fuera de peligro ahora avanzaba tras el Snidget en línea recta paralelo a la calle.

 

Miró por sobre su hombro a las sombras que lo seguían, una no tuvo tanta suerte y se estrelló contra el suelo al estrepitoso sonido de la madera al quebrarse, pero la otra seguía en carrera y se acercaba peligrosamente a su altura. El ojiazul aceleró y comenzó a serpentear por la avenida mientras esquivaba autos, camiones y autobuses, en muchas ocasiones estuvo a punto de chocar, pero la suerte parecía estar de su lado aquel día.

 

El dorado Snidget estaba a un par de metros de Edward pero era muy veloz e impredecible, en ese momento dobló en una esquina en el preciso momento que la luz del semáforo se ponía roja y el enrome camión de basura que tenía delante se detuvo en seco, viró tan rápido como sus reflejos se lo permitieron y apenas logró evitar el impacto deslizándose por la izquierda del vehículo.

 

Ahora de nuevo iba tras el pájaro, pero estaba vez a un poco más de altura ya lo autos no era un problema, pero eso no quería decir que todo fuera más fácil. El Snidget además de veloz parecía ser listo, como si entendiera que algo lo estaba persiguiendo. El Smith aceleró nuevamente sobre la escoba y estiró la diestra hacia el animal – ya casi, ya casi – apretó los dientes, pero el pájaro descendió en picada nuevamente y para cuando el ojiazul levantó la vista el techo de un túnel se le acercaba a apremiante velocidad.

 

-No- maldijo y como pudo colocó todo su peso sobre la escoba y se pegó cuando pudo al mango, rozando con los pelos de la cabeza el techo ingreso al túnel. Bajó un poco más su altura y serpenteó nuevamente entre las brillantes luces de los autos, buscando con sus ojos el Snidget que había perdido momentáneamente de su panorámica. Lo encontró nuevamente prácticamente al final del túnel cuando tanto ave como mago salieron nuevamente a la luz del día y a sus pies se extendió una complicada zona de cruces de avenidas y autopistas y al frente tras un complejo de edificios la verde extensión del Central Park les daba la bienvenida.

 

El vuelo del ave continuaba en una sola dirección, hacia el verdor del parque y era en esos momentos que era más difícil atraparlo, en línea recta su velocidad era un infierno. Edward levantó la vista al cielo, desde cualquier parte de la ciudad solo con levantar la cabeza se podía ver los gigantescos números rojos que marcaban el paso del tiempo, 1:28 ya había gastado más de la mitad del tiempo.

 

Atrás quedó el gris de las calles y bajo sus pies solo había verde, ahora sobrevolaban Central Park. Edward aceleró nuevamente acercándose cada vez más al Snidget, pero de la nada una sombra se cruzó en su camino y le hice perder el control. Giró sobre su escoba perdiendo altitud, pero rápidamente recordó el manual y se aferró con fuerza de la escoba y se recostó un poco hacia atrás, ya no avanzaba en ese incomodo espiral y con un poco más de fuerza todo se detuvo.

 

Logró estabilizarse para observar como la sombra descendía de manera oblicua tras el Snidget sobre el lago central. Se había olvidado completamente de que quedaba otra sombra, estaba tan ofuscado con el ave que no notó como aquella cosa se acercaba hacia el con el único objetivo de dejaron fuera de la carrera, no podía perder y menos con la escoba más veloz del mundo y se lanzó de nuevo, seguía en competencia.

 

Aceleró al máximo sabiendo lo peligroso que sería perder nuevamente el control a aquella velocidad, pero tenía que arriesgar sino podía dar por terminado aquel reto. Devoró lo metros que lo separaban de sombra y ave en un segundo, estaba encendido y furioso no iba a perder. Logró alcanzar a la sombra y se colocó por encima de ella, notó algo en el ave después de tanto tiempo persiguiéndola creía poder predecir su movimiento no era tan errático como pensaba estaba huyendo no moviéndose al azar.

 

Y antes de que de que el Snidget hiciera algo el pelinegro se inclinó sobre un costado y se deslizó por la derecha de la sombra hasta quedar complemente de cabeza con el lago como cielo y el cielo como suelo. El ave descendió y Edward aceleró y estiró la mano y el suave plumaje dorado cayó sobre su palma, lo aferró con delicadeza y logró enderezarse.

 

No había terminado pero estaba eufórico en su interior, levantó vuelo en un ascenso en vertical y se enderezó a unos metros por encima. El Snidget chillaba molesto en su mano y trataba de picarlo, pero el ojiazul solo tenía tiempo para el reloj que marcaba su tiempo, 20 segundos. Y el punto negro por el que entró parecía lejano – Veinte segundos no estoy fuera de juego todavía – se alentó a sí mismo y se lanzó como centella tras él. Miró por sobre su hombro cuando una sirena comenzó a sonar, 10, aceleró más solo estaba a 50 metros, 9, 8, 7, 20 metros, 6, 5, 4, 3, ya estaba casi, 2 e ingresó en la oscuridad del túnel. Una luz del otro lado se le apareció y al cruzarla la puerta de la habitación se cerró con fuerza, aterrizó con un poco de rudeza y se bajó de la escoba –Uff, aquí tienes el ave – le sonrió a Edmund mientras le tendía la palma y unas gotas de sudor frío le bajaban por la nuca.

 

@@Edmund Browsler

 

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Después de haber realizado aquella sugerencia, Edmund se sentó nuevamente en la silla que estaba detrás de su escritorio y alzó las cejas para prestar atención a la clase de transformaciones que se estaba llevando a cabo en la misma sala hexagonal.


Blackner parecía ser un erudito en la materia según lo que decía, aunque Edmund confirmaría una vez que viera con sus propios ojos los resultados de aquellas transformaciones. Esperaba las escobas, de lo contrario no podría avanzar con su clase. También desconocía las Leyes de Gamp, tal vez las hubiese escuchado alguna vez en Hogwarts pero ahora no recordaba nada al respecto. Edmund escuchó atentamente a las cinco leyes que mencionó Matt y trató de memorizar cada una de ellas. Estaba seguro de que podrían servirle en un futuro.


Keaton, por su parte, tampoco las conocía. Aunque cuando había llegado el momento de realizar la práctica, este se había desenvuelto bastante bien. El primero en efectuar aquel hechizo fue Matt, creando una Saeta de Fuego perfecta a simple vista. El segundo en realizar aquel encantamiento fue su pupilo, quién transformó dos objetos pequeños en dos escobas de carreras más. Ahora Edward tendría varias escobas para escoger, ¿cuál tomaría?


El joven había decidido optar la Nimbus 3000. Edmund sonrió con nerviosismo. Aquellas escobas parecían estar en perfecto estado, pero, ¿funcionarían igual de bien?


El mago no había tenido tiempo de realizarle una inspección a la nimbus puesto que Edward la había tomado con rapidez y había desaparecido con prontitud a través de la puerta indicada. «Éxitos» fue lo que surcó el pensamiento de Edmund al acercarse al umbral de la puerta abierta que sólo esperaría unos tres minutos. Browsler observó con avidez cada una de las hazañas que Edward había efectuado para poder hacerse con el snidget dorado, pero ya el tiempo se le estaba acabando, ¿acaso podría lograr cumplir con su cometido? Edmund se alejó de la puerta para dejarle el acceso libre a su pupilo, quién había ingresado a la sala giratoria tan sólo un segundo antes de que la puerta se cerrara.


Nuevamente la estancia hexagonal giró.


Edmund tomó el snidget y dejó en una pequeña jaula de hierro. La profesora de Cuidado de Criaturas Mágicas se lo había pedido para dar una lección en su asignatura. Luego se lo llevaría.


Muy bien, Edward —dijo Edmund para felicitar a su pupilo y continuar con la clase—. Regresando el tema, las escobas voladoras suponían un gran avance como transporte mágico. Sin embargo, resultaban muy incómodas, especialmente para viajes largos. Esto fue hasta que en 1820 Elliot Smethwyk se creara un conjuro que evitaría estas molestias, ¿podrías decirme cuál es?


» Como veo lo mucho que te gustan la Nimbus 3000, ahora visitaremos a la Nimbus Racing Broom Company para aprender los métodos de fabricación de estas escobas. Ven, mi gran amigo Devlin Whitehorn nos está esperando tras esta puerta.


Y sin decir nada más, ambos magos abrieron otra de las puertas para desaparecer de allí.




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Esperé a que Keaton me acompañara hasta la puerta que había elegido. Mientras tanto, observé como Edward tomaba una de las Nimbus 3000 que mi alumno había transformado. La escoba se elevó sin problemas y atravesó aquella puerta con el chico a toda velocidad.

 

Desde luego era un buen trabajo. Asi que con un gesto de la cabeza me despedí qeu Edmund, qeu continuaría con su clase, al tiempo que yo atravesaba mi puerta con @@Keaton Ravenclaw

 

Lo que nos encontramos fue un gran edificio, con grandes cristaleras. El ambiente era fresco y agradable y todo estaba en silencio. Era un museo de ciencias naturales, con libros, muestras, figuras y reproducciones de todo tipo de animales. Faltaría poco para la apertura, dando pie a la llegada de los muggles qeu visitarían el lugar.

 

- Bien, aquí practicaremos el segundo nivel de la transformación, consistente en el cambio de objetos a seres vivos o al contrario. El morphos es válido también en este nivel, además de los hechizo específicos como el b]avifors[/b] que transforma las estatuas de pájaros en el ave qeu representan y a su vez, a las aves en estatuas, fera verto hace que los animales tomen forma de copa, lapifors es útil para que los pequeños objetos tomen forma de conejos y el snufflifors transforma libros en ratones.

 

Metí la mano en la bolsa que llevaba colgada. de ella saqué un juguete qeu yo mismo había tallado para mi hermano pequeño. Tenía la forma de un dragón, una reproducción exacta de Draco, el dragón de la Potter Black, sosteniéndolo sobre la palma de mi mano izquierda y apuntándole con la varita, murmuré.

- Draconifors

 

Al instante, la figura se movió. Agitó la cola y la cabeza, tomando vida, como un Draco en miniatura, extendió las alas y emprendió el vuelo, alzándose hasta mi cabeza, donde se posó y lanzó una pequeña llamarada al aire.

- Este es mi favorito. Insufla vida a las estatuas con forma de dragón, otorgándoles las características de un dragón real.

 

Señalé a mi alrededor.

- Aquí hay gran variedad para elegir, asi qeu puedes poner en práctica lo que acabas de aprender.

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Keaton había entendido a la perfección las cinco Leyes de Gamp, aunque seguía creyendo que la mayoría de los Magos y Brujas las entendían empíricamente, pues eran restricciones que se veían en el día a día. Tras haber realizado las primera de las tareas, el Ravenclaw vio como Matt le preguntaba a Edmund si ya no los necesitaría, y al éste decir que no y salir con su estudiante por una de las puertas de aquella Sala, el Blackner se dirigió a otra distinta y el Karkarov lo siguió.

 

Al traspasar pudo verse en el Mundo Muggle, cosa que no le agradó del todo al vampiro, pues en verdad les tenía mucha tirria. Suspiró para tranquilizarse y siguió el paso del profesor. Se hallaban ante una gran edificación que prontamente Keaton identificó como un museo, pues gracias a que su amor al Arte, ya fuera muggle o mágico, conocía las estructuras de éstos. Al entrar se pudo dar cuenta de que estaban en un museo de Historia Natural. El Ravenclaw no gustaba mucho de este tipo de museos, pero tampoco les hacía el feo.

 

Matt explicó entonces algunos hechizos de transformación, que poco a poco el vampiro fue guardando en su memoria para así poderlo poner en práctica más adelante. De todos aquellos hechizos el que más le había gustado era el Draconifors, aquel que conseguía transformar estatuas de dragones en unos reales. A este punto el Karkarov tuvo una duda, ¿que tan restrictivo sería aquel hechizo?

 

--Ptofesor, el dracónifors, ¿qué tan rrstrictivo es? Me refiero a que si tengo una estatua de tamaño natural de un dragón, por ejemplo, Opaleye de las Antípodas, ¿el draconifors funcionaría o debe ser para réplicas más pequeñas? Y si la respuesta es afirmativa, y esto va para el resto de hechizos... ¿las criaturas creadas por estos hechizos tienen todas las características de uno real o cuentan con alguna restricción? --Preguntó el vampiro y entonces se dirigió a un estante para comenzar a practicar los hechizos en lo que Matt le respondía.

 

El primer hechizo que utilizaría era el snufflifors. Agitó su varita mágica de cerezo y tres libros de una estantería cercana salieron de ésta y flotaron delante de él. --¡Snufflifors --De inmediato los tres libros mutaron a tres esponjosos ratoncitos blancos.

 

--¡Fera Verto! --Dijo ahora en pos de los ratoncitos que cambiaron en una pulcras copas de cristal.

 

El Karkarov giró sobre sus talones para seguir viendo lo que le rodeaba. En el fondo de aquella sala había una representación de Aves del Mundo, Keaton eligió tres en especial: un quetzal, un cóndor y una golondrina. --¡Avifors! --De los hechizos más bellos. El quetzal con sus hermosas plumas verdes y azules echó a volar seguido por el cóndor y finalmente por la golondrina.

 

Después quería ver qué tan bien se le daba convertir objetos pequeños en conejos. Fue directamente a una vitrina donde había varios cráneos de varios animales, la abrió con un Alohomora y sacó, con ayuda de la varita, tres de aquellos especimenes salieron y quedaron flotando delante de él.

 

-¡Lapifors! --Dijo el Karkarov en tres ocasiones. Uno de los cráneos mutó en un lindo conejo blanco, otro, en un hermoso orejilargo de color marrón con manchas blancas y uno más en uno marrón cin manchas negras.

 

--Pues bueno, creo que todo ha salido bien, ¿no profesor? Ahora tengo otra duda, ¿cómo volver a un objeto o animal en a su forma original? --Consultó el Ravenclaw. El Draconifors no lo utilizaría hasta saber si tenía o no restricciones.

 

@@Matt Blackner

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Keaton había tomado buena nota de los hechizos específicos que había ido relatando, haciendo un buen uso de ellos: tres libros pasaron a ser pequeños ratoncillos blancos que no tardaron demasiado en volver a ser objetos, en este caso, copas. Tras un nuevo vistazo, eligió la sección de aves del mundo, de la cual creó tres aves: un cóndor, una pequeña golondrina y un quetzal de llamativos colores. El dragón qeu reposaba sobre mi cabeza emprendió el vuelo tras ellos, creándose una curiosa escena sobre nuestras cabezas.

 

Asentí muy satisfecho de sus criaturas mientras veía aquellos tres conejos. El de las manchas me recordaba mucho a la mascota de Tamarindo...a excepción del color claro.

 

- La forma de terminar con los efectos de la transformación es un sencillo finite. - aclaré.

 

Aunqeu su duda acerca de las restricciones parecía traer una explicación complicada, en realidad no lo era. Señalé el ejemplo más claro, las aves que volaban cerca del techo seguidas del dragón, que se posó de nuevo en un pequeño saliente, respirando una bocanada de fuego.

- Mira tu mismo lo que has creado. Les encuentras alguna diferencia con los animales reales? Vuelan, tienen sus plumas y colores... - miré a Keaton. - Tienen todas las características de aquel animal al que representan, pasarían por uno real a ojos de alguien que no sepa del hechizo realizado. Eso si, no pueden ser controlados por hechizos, se comportan de la misma forma que el animal lo haría en su habitat...aunqeu si requiriesen de obediencia, siempre responderían ante aquel que pronunció el hechizo. Prueba a llamar alguna de las aves.

 

Le froté la barbilla, pensando en su pregunta acerca del draconifors. Parecía especialmente interesado en aquel hechizo, y no me extrañaba.

- Si lo usaras sobre una estatua que representara a un Opaleye de tamaño natural...tendrías un dragón espectacular en casa. - terminé riendo. - No importa el tamaño o el material. La figura qeu yo he usado era de madera, pero funcionaría de la misma manera en piedra, incluso sobre papel si alguien hiciera una figura de dragón con esa materia. Lo importante siempre es tener bien presente el fin de lo qeu quieres transformar. El dragón, sin importar su tamaño, cobrará vida, aspecto y características del original. Y de todos modos siempre puedes hacer esto

 

Apunté al pequeño dragón con la varita, y tras murmurar un engorgio, la criatura dobló su tamaño, provocando que dejara la cornisa ante la falta de espacio.

- Puedo transformar tus zapatos en una pantera y será exactamente igual a las reales, pero seguirá teniendo el tamaño de tu zapato, auqneu siempre podemos usar otros hechizos para variar su tamaño, o puedo hacer que esa mesa tome la forma de una tortuga, aunqeu sería una tortuga enorme.

 

Esta vez apunté al conejo moteado.

- Diffindo - el conejo se partió por la mitad, y apenas tocaron sus costados el suelo, volvieron a tener la forma original del cráneo, aunque roto. - Esta es la otra cuestión. Además del finite, esta es otra forma de acabar con los efectos de la transformación...romperlos podría decirse que es la forma de "matarlos"

 

Murmuré un reparo que dejó la calavera en perfectas condiciones y la devolví a su sitio en la vitrina. Esperaba qeu asi al menos sus dudas en cuanto al draconifors y el resto de hechizos quedaran un poco más claras.

 

- Aun queda un tercer nivel de transformación, con diferencia el más delicado, el que más dificultad representa: se trata de la transformación en humanos. Sabrías de algún tipo de transformación de esta clase?

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Matt le había explicado bastante bien a Keaton lo referente a sus dudas. Ahora el vampiro comprendía a la perfección los alcances de los hechizos de transfiguración. Era un arte bastante complejo que no solo era decir las palabras correctas y mover bien la varita, sino que se trataba de imaginarse cómo sería el objeto al transformarse y verlo terminado. Los animales creados mediante estos hechizos, eran idénticos a los reales.

 

Lo que le sorprendía al pelinegro era que hechizos tan complejos se revirtieran con sencillo finite o con tan solo lanzarles un hechizos destructor. Aunque claro, lograba sacarlos de apuros si las creaciones se salían de control. Keatpn estaba contento con lo que ya había aprendido, había practicado hechizos de transfiguración en su día a día, pero era como respirar o caminar, eran cosas sabidas que no se paraban a cuestionar sobre su funcionamiento. Ese era el conocimiento que realmente buscaba el Ravenclaw al inscribirse a aquella clase, y el Blackner estaba lográndolo.

 

En ese momento el profesor preguntó al ojiverde que estaban por llegar a la parte más difícil de la clase, la parte en la que se aprendería la transfiguración a humanos. Keaton sabía que los humanos se podían transformar en objetos e incluso en animales, ¿pero a la inversa? Solo conocía dos métodos, pero uno pertenecía a la Artes Oscuras que tan bien él conocía.

 

--La única que se me ocurre es la poción multijugos y la poción de renacimiento que empleara Voldemort en sus días para revivir --Dijo el chico y miró a Matt con un poco de timidez.

 

Esperó la respuesta del Blackner así como la explicación adecuada.

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Asentí con la respuesta de Keaton antes de seguir hablando.

- Asi es. Pociones, los métodos más utilizados para la transformación de los humanos, aunqeu no las únicas....Hay otras formas, aunque las únicas que puedo enseñar son aquellas que no requieren artes oscuras en el proceso. Tenemos ciertos hechizos, que son útiles para la defensa, incluso podríamos pensar qeu "anulan" al oponente...aunqeu tienen efectos bastante graciosos: son el ducklifors que transforma al oponente en un pato, el pullus los convierte en ocas y el melofors hace que la cabeza se transforme en una calabaza, muy bueno como disfraz de Halloween.

 

Alcé la varita y agitándola, revertí los hechizos que habíamos utilizado en clase. Los objetos retornaron a su lugar, adoptando de nuevo su forma original, mientras el dragoncito regresaba a mi mano.

- Será mejor qeu regresemos, va siendo hora. - dije, con cierta pena. Había disfrutado de la clase, era muy interesante cuando el alumno no solo realizaba las tareas, sino qeu además exponía sus dudas.

 

- mientras salimos, te daré un dato más: la transformación va un paso más allá: animagia y metamorfomagia son dos tipos de transformación humana; la diferencia está en que la animagia es una habilidad que se adquiere con mucho estudio y práctica, complicada dado que un mal uso puede tener graves consecuencias, mientras que en la metamorfomagia el humano puede transformarse a su antojo de forma natural. Incluso los hombres lobo llevan a cabo la transformación humana, aunque en su caso es algo totalmente involuntario.

 

Dejamos atrás el museo, regresando a la sala cambiante. Desde alli, alcanzamos juntos la salida.

- Espero que saque algo útil de mi clase....debo decir que está más que aprobado. - terminé.

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