=Buffete de Abogados Vladimir= (MM B: 78620)

[Hayame Snape Potter Black]

Mientras todo aquello pasaba en el interior de los despachos, uno de los elfos dom´sticos de la casita Snape se iba removiendo de un lado a otro, caminando como si las prisas o los nervios no lo estuviesen dejando estar en paz

-Oh no, no, no, no, no...

O más bien era el único elfo que en aquellos momentos servía a la casita Snpe, sobre todo después de que la novia de su ama estuviese de traslado hacia su propia y personal morada; el pobre y viejo Czésar se retorcía las manos pequeñas una y otra vez con nerviosismo y la fría luz solar de invierno que se remetía por entre las ventanas caía sobre la arrugada y desscolorida piel del ser mágic que dejaba ver que en otra épca, había sido tan formido y enérgico como quien había sido alguna vez su antiguo amo.

Pero ahora, apenas había una memoria de ello.

-Cómo le voy a decir a la ama Hayame que sus cuadros sobre la chimenea han entablado una lucha de duelo entre ellos y que de alguna manera han hecho saltar todos los libros de la librería y quemado unos cuantos compendios??? -se lamentaba aquel ser empezando a tironearse de las orejas

Y es que si, la casita Snape a veces era todo un suceso

Y desde una ventana abierta, el augurey que poseía la bruja pelirroja ingresó en un suave revoloteo y se posó en un escritorio cercano, tan solo mirando curioso como el anciano se deshacía en lamentos

[Ashley Peverell]

Mientras la sobrina se calmaba (últimamente se daba cuenta de que la familia crecía y de repente ella abría mucho sus hermosos y grandes ojos de pobladas pestañas por la sorpresa de sentirse tan grande de edad cuando en su espíritu todavía era una pequeñuela), terminó por quedarse viendo por donde Lisette se había ido puesto que alguien más de la familia y que también trabajaba en aquel establecimiento había llegado y se había dirigido hacia su propia oficina.

Hayame seguía hablando con la chica que las estaba visitando y que se veía un poco más tranquila o al menos eso le parecía a ella pero por si acaso decidió que ese era un buen momento para ir a traer una nueva taza de chocolate caliente para todas.

Pero al momento de salir se sorprendió de encontrarse con el elfo de su hermana mayor que parecía muerto de angustia por las situaciones que se presentaban en la casa de la familia principal.

-¿Y porqué se están peleando los retratos?

Le cuestionó al elfo parpadeando un par de veces mientras abanicaba por accidente las pestañas.

[Perenela Arya Grindewald Potter Blue]

-Antes de que empezara este pleito... Trabajamos juntos, coqueteamos, nos gustamos, empezamos a andar mucho, me gustaba muchísimo y se que le gustaba, intentamos una relación a pesar de que mi madre no lo aprobaba del todo, nos prometimos estar juntos, nos hicimos promesas como todas las parejas enamoradas, quede embarazada, mi vida peligraba y tuve que irme a buscar una cura. Regrese, di a luz y empezaron los problemas: me enteré que había dejado embarazada a mi nieta, empezamos a pelear por la custodia de SJ, no quería compromisos ni ataduras aun cuando me había hablado de estar juntos y de formar una familia - enumere mi relación con Sean de tal modo que me sentía seriamente una ilusa, bajé la mirada hacia SJ que seguía dormido. Acaricie su nariz y sus rizos, iguales a los de su padre:

 

-Le perdoné todo, todo lo que paso antes de mi y el hecho de que se fuera cuando mas le necesite... pero esto, esto no tiene perdón.

[Sagitas E. Potter Blue]

Nombre: Don Higinio Vascuento paseaba despacio por el Callejón, parándose en casi todos los escaparates a mirar las maravillas que ofrecían. Era un lugar maravilloso para caminar, aquel callejón, desde el bar por el que entraban hasta acabar en la lejanía del Callejón Knockturn. A Don Higinio le gustaba ir despacio y saborear el placer de los visitantes, la calma algunas veces y el ajetreo en otras de la gente que hacía sus compras, sobre todo en días concretos de estudios, llenara el lugar de voces.

 

 

Don Higinio se dirigía hacia el Bufete. Hacía mucho que no se presentaba. En realidad, no era obligatoria su presencia por allá porque era más consejero que abogado, pero había días que se cansaba de permanecer aislado en su mansión fuera de la ciudad y disfrutaba de volver al bullicio de la misma aunque sólo fuera por un día.

 

Por ello, con su maletín marrón, algo gastado por el uso de tantos años en el Wizengamot, entró en la Capilla de Bufete para dirigirse hacia la estatua. Le gustaba hablar con ella sobre temas jurídicos. A la Diosa de mármol no se le escapaba nada y era capa de presentar una batalla inesperada sobre interpretación de Leyes.

 

Hoy, sin embargo, sintió curiosidad por voces femeninas que hablaban a lo lejos, en algún despacho. Se acercó poco a poco, no le gustaba caminar deprisa y su Despacho quedaba muy cerca de donde salían las voces. Sonrió al enterarse un poco de que iba. Carraspeó.

 

-- Todo tiene perdón, muchachita. Perdonar es de sabios aunque una buena torta aligera el alma. Soy Don Higinio Vascuento, no quería escucharle de espaldas así que me presento para que sepan que estaré por aquí un rato y que no quiero molestar. Por si quieren bajar la voz y que no me entere de sus... problemillas imperdonables.

 

No quería ser descortés pero le esperaba la lectura de El Profeta, donde siempre sacaba datos interesantes sobre la vida social del pueblo.

[Perenela Arya Grindewald Potter Blue]

-Perdonar es de sabios cuando no quieren quitarme a mi hijo - repliqué mirando al recién llegado, fruncí el ceño mirando al señor Higinio Vascuento, no pude evitar alzar la nariz de un modo altivo pero estaba en un cumulo de emociones actualmente que no sabia como hacer para desembrollar todo esto. - Quiero que el se comprometa, no conmigo, sino con su hijo a ser parte de su vida sin querer quitármelo, sin que quiera llevarlo lejos de mi porque seguro como que hay un infierno le perseguiré y le daré caza como a un perro. - Terminé escupiéndole las palabras, tenían un veneno que no sabia que guardaba en mi interior, incluso para mi era palpable el resentimiento que tenia.

 

-¿Es posible que pueda haber un modo legal en el que se pueda hacer? Porque si ustedes no me pueden ayudar en esto de seguro buscaré un modo ilegal de hacerlo... uno que implique mucha sangre, sudor, sufrimiento y lagrimas de su parte

[Sagitas E. Potter Blue]

Lo que había sido una cortés broma para avisar de su presencia se convirtió en un ataque de furia que sorprendió a Don Higinio. Él, que pensaba pasar la tarde leyendo el diario y, tal vez, hacer un crucigrama de palabras de la jurisprudencia, se encontró escuchando una amenaza seria de una muchacha contra quien debiera haber su marido, tal vez por despecho, a saber... Además, un niño en medio... Mal asunto.

 

-- Pare, jovencita -- le dijo a la muchacha. -- Es mejor que contrate los servicios del Bufete antes de decir nada más sobre asesinar a alguien. Si es nuestro cliente, nadie podrá hacernos testificar contra usted.

 

El Consejero miró de forma prudente a la muchacha, preguntándose si tendría el dinero suficiente para contratar sus servicios. Había algo en ella que le recordaba a alguien. Le sonrió por el regalo de aquel primer consejo jurídico gratuito.

 

-- Después de contratarnos, le podemos aconsejar tanto para su juicio contra el padre de su hijo como indicarle donde encontrar quien le mate sin que nadie sospeche de usted -- lanzó una risa agradable para que no pensara que era cierto, aunque lo era. -- ¿Conoce a alguno de nuestros abogados?

 

La muchacha hablaba con las hermanas de su amiga Sagitas. ¿La conocerían o sólo había entrado como futura cliente? Le sonrió para que eligiera irse o seguir, ateniéndose a las consecuencias.

[Perenela Arya Grindewald Potter Blue]

-Si vine aquí señor Higinio es porque pienso contratar los servicios de este Bufete, no quiero irme por las ramas ni a medias tintas - le dije asegurándome de que quedara claro, apreté a SJ mas cerca de mi mientras sentía el miedo de perderle o de que estuviera lejos de mi así fuera por un segundo, alcé la vista para clavarla en el hombrecito que estaba aun en la puerta:

 

-¡Oh no! Si llegamos a la instancia de tener que matarlo quiero tener el placer y la satisfacción de hacerlo con mis propias manos, mi madre Sagitas se asegurará de que el cuerpo nunca aparezca y se que puedo contar con el silencio de todos aquí porque todos son familia mía en algún grado - dije señalando a mi tia Hayame - como por ejemplo mi Tía Hayame, mi tía Lissette e incluso Ashley quien odia la violencia se que me ayudarían a matarle de ser necesario pero no quiero tener que llegar a esa instancia Don Higinio. - miré a mi alrededor a ver si lograba divisar la melena violeta de mi madre:

 

-Lo cual me lleva a preguntar... ¿Alguno ha visto a mi madre?

[Hayame Snape Potter Black]

Hayame había estado escuchando a Perenela con los brazos cruzados y asintiendo de vez en cuando y se había puesto de pie para volver a rodear su escritorio y quedar semi sentada en el borde de la mesa de esta, mirando unos momentos a Perenela

-Si, bueno... -había suspirado Hayame escuchando con tristeza y rabia a la pobre bruja que había ido a por ayuda y atención legal- como te comentaba linda, todo se puede tomar en esta situación, de la forma más directa... o la espacial- carraspeó un poco con un puño cerrado cerca de los labios- en todo caso y nuevamente, yo sugeriría que...

Pero se tuvo que interrumpir

Y no porque Ashley hubiera salido de la oficina sino porque un sujeto extraño se hbaía metido en esta sin decir agua va y ahora hablaba de forma muy confiada con su sobrina y casi como si conociera aquel sitio; Hayame entornó los ojos muy enfadada y bastante irritada, detestaba cuando los desconocidos se metían en su trabajo o en sus cosas así como así

-Disculpeeeeee- soltó de forma alargada y cuidadosa, con expresión fría y dejando ver que en verdad estaba más que enojada- estoy atendiendo a una cliente y preferiría que eso siguiera privado

Sisseó aunque su sobrina no parecía molesta por la interrupción

-Y usted es...?

[Ashley Peverell]

La preciosa niña había estado escuchando lo que decía el elfo acerca de los cuadros que se estaban peleando en casa de su hermana con expresión de seriedad y concentración, a ella nunca le habían gustado ni las peleas ni las confrontaciones y no estaba muy de acuerdo en que eso sucediera ni siquiera siendo solamente las pinturas de unos personajes extraños que se encontraban viviendo dentro de la casita muggle de su hermana y más cuando esta se encontraba ausente para detenerlos del todo.

-Bueno, ¿y tú hiciste algo para que pararan con sus reyertas sin sentido?

Le había preguntado al pobrecito elfo doméstico que seguía retorciendose las manos en el nerviosismo de cómo responderle a la chiquita pero es que era imposible mentirle a ella.

¡Toda su buena alma y corazón la hacían una máquina en contra de las mentiras del mundo!

Pero cuando estaban con eso lo que parecía ser un señor de prominente barriga como la de Slughorn se apareció y se dirigió hacia el despacho que estaba utilizando su hermana en esos momentos con Perenela.

-¡Oiga, pero es que no puede entrar ahí de esa manera, tiene que sacar una cita!

Había exclamado Ashley poniéndose de pie de un salto y corriendo para tratar de detenerlo pero el señor ya se había adelantado y se había metido dentro de las oficinas de su hermana.

-Ni modo.

Suspiró derrotada y se acercó con las delicadas manitas por detrás en caso de que pudiera apoyar con cualquier otra cosa.

[Hayame Snape Potter Black]

ELFO

Negó varias veces con la cabeza y continuó frotándose las manitas mientras que escuchaba a la señorita Ashley mencionar que si no debió de haber detenido él a los cuadros

-Ay, ay, ay Ama Ashley, que este sirviente no le gusta meterse con los cuadros del Señor Tenebroso y el amo Snape!

Exclamó esta vez tirando de sus orejas mientras que agachaba la cabeza con algo de temor

-El ama Hayame siempre nos dice que debemos de ser respetuosos con ellos porque uno es el fundador del hogar y el que da sus hijos a la ama y el otro, es el, el, el, el.....

Empezó a tartamudear y dejó salir una exclamación de miedo antes de cerrar los ojos y comenzar a agitar la cabeza de forma que abanicaba muy rápido sus largas orejas

-Yo no puedo decir el nombre del que No-Debe-Ser-Nombrado!!

Chilló el pobre elfo doméstico volviendo a tirarse de las orejas para en esta ocasión ponerse de cuclillas y comenzar a mecerse de adelante hacia atrás en repetidas ocasiones

-No debo, no debo, no debo, sería un irrespeto de mi parte!!! -chillaba aún más alto