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☦ Catemaco's Magic☦ (MM B: 111338)


Valeskya Granger
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-Llegamos al punto que quería -dije señalándola- justo lo que quería saber era eso: que los amarres tampoco eran infalibles y que al final terminarían por no surtir efectos en la persona.

 

De todas formas me sentí un poco defraudado por aquello, pero no dejé que se notara; mis preguntas no habían sido con ánimo de cuestionar las habilidades de la joven de cabello negro y ojos violetas, tampoco habían sido con ánimos de fastidiarla, sin embargo y sin real intención lo había conseguido, al podía resultar que fuera una persona un poco desesperante, o mejor, que Valeskya tuviera muy pero muy poca paciencia. Lo cierto era que en mi hambre de conocimiento lo que quería pero en definitiva tampoco esperaba, era que aquello fuera infalible. Los inmortales necesitábamos cosas duraderas.

 

-¿Trauma? -repetí mientras apuntaba con la varita a los pantalones, transformándolo en un bañador verde oscuro, iba a ser blanco, pero para aquellas prendas que se mojaban, era traicionero ese color.- Ya puedes voltearte, no estudié encantamientos y transformaciones para nada. Amo jugar con la materia y manipularla -comenté como un niño entusiasmado- Es físicamente imposible que puedas verte como esas brujas de cuentos muggles, lo quieras o no eres vampira. Pero si algún día te ves en la obligación de usarla y llega a pasar lo que dices, puedo ayudarte, también estudié artes oscuras. ¡Y mira que bien me salen los shorts!

 

No era que su cara fuera comparable a una trozo de tela, pero salvo que pidiera otra, era la única prueba que podía darle. Miré de soslayo a la matriarca Granger, si bien alguien más ya me había dicho que "no solo salía con gente guapa" en aquel caso siempre había algún rasgo, una cicatriz algo que lo hacía resaltar, y lo entendía. En el mundo abierto de los magos, la belleza era siempre la excepción y variaba mucho dependiendo la región de este basto mundo, por eso en cada una de esas regiones, un extranjero era considerado alguien cuando menos, llamativo. En Ottery, las cicatrices, los rasgos etareos, incluso algunos kilos de más eran sin duda algo llamativo.

 

-Sé bien que hay cosas más allá de lo físico, hermanita -comenté, mientras me sentaba en el borde de la humeante piscina- lo he comprobado en cuanto pisé este lugar en el que al ser la gran mayoría una verdadera delicia a los ojos, al punto que ya es costumbre, no queda de otra que ver el interior de las personas, sus pensamientos, sus capacidades, sus habilidades. Es algo bastante complicado ¿sabes? nos vemos obligados a no dejarnos llevar por los ojos y tener que indagar de buenas a primeras en las almas. Si los humanos fueran conscientes de eso, y más allá, lo aplicaran, serían más felices. A mi me tomó casi cuatro vidas darme cuenta.

 

-Creo que te entiendo -dije ya metido dentro de las aguas ahora teñidas de verdes por las sales- quizás no usaría la palabra "vacíos" porque seguro son bastante liberadores y desatadores -quedé un momento mirando un punto fijo- aprovéchalo hermanita, no tienes nada que te ate aquí, así que mientras te haga bien, no dejes de hacerlo -quizás el consejo a ella no le importara para nada, pero sentí una obligación familiar- pero regresa, nosotros no te atamos, pero te pensamos... -dije mirando a otro lado.

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- Prefiero no usar ese tipo de cosas que solo poseemos la gente con nuestra condición- Exclamó distraídamente la Granger, una vez que el ojiazul se había dispuesto a mencionarle que de una forma u otra, los retiros siempre resultaban buenos y que siempre se podía volver sin espera alguna clase de reproche por parte de ellos, que eran su familia. Esbozó una brevísima sonrisa en señal de agradecimiento.

 

Vio que las aguas humeantes se habían tornado de color verde. Ella se mantenía en la orilla, divagando en sus pensamientos; siempre había pensado que había una enorme diferencia entre ella y su hermano, sobretodo en la forma en que veían su condición… él disfrutaba de la inmortalidad y ella en cambio, solo trataba de vivir sin pensar en ese detalle, sin pensar en que le tocaría vivir esa y muchas otras vidas. Las sales en combinación con el agua, despedían un aroma similar al de la menta, aunque solo emanaba por ratos, o eso creyó ella, ya que no escuchó ninguna queja por parte del Granger.

 

- A ti te encanta tener el control… eso es evidente.- Exclamó la ojivioleta después de una larga pausa, dirigiendo la mirada al manto nocturno. - Más allá de manipular la materia, prefiero siempre el elemento sorpresa, Joaquín. Aunque la mayoría de la gente pierde la paciencia durante el proceso…- No estaba segura de haberse explicado bien, así que continuó. - Estoy de acuerdo en que se evitarían muchos problemas si la gente mirara el alma de las personas, sin tener que fijarse en el exterior.-

 

Nunca se había puesto a pensar en su aspecto físico, si se veía hermosa, fea, delgada o no; la cuestión es que no creía del todo que por verse “bien”, las puertas se abrirían ante cualquier oportunidad. La pelinegra no creyó prudente llevarle la contraria con eso, sería una discusión de nunca acabar y la verdad no estaba de ánimos para eso. Había un sido un día extremadamente largo [?] y quería que las cosas terminaran bien, después de tantas discusiones durante la visita de su hermano.

 

- En conclusión – Valeskya retomó la conversación con respecto al amarre. - Aún no hay magia o artefacto que pueda controlar el amor… y personalmente espero que no exista nunca. Incluso la hipnosis no siempre es efectiva ¿eh? – Afirmó con seguridad. - El tiempo, siempre tan caprichoso, existen los giratiempos para volver hacia el pasado y sin embargo… muchos accidentes han ocurrido. – Recordó que una vez había leído algo sobre eso.

 

- Insisto, si te ves tan bien como dices… no tienes necesidad de recurrir a la hipnosis para conseguir comida o pareja ¿cierto? – No era una pregunta para agredirlo, aunque el tono de su voz no fue el correcto. - A mi solamente me gustaría estar con alguien que no se sienta forzado a pasar el resto de su vida a mi lado… sería una carga ¿no crees? – Preguntó pensativa.

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-Menta... -inspiré profundamente, llenando mis pulmones muertos de aquel vibrante aroma.

 

 

Ella tenía miedo de lo que podía pasar con las artes más oscuras y tener que arrastrar la inmortalidad con eso y en cambio yo me había pasado mucho tiempo experimentando, ella era un ser más abierto que yo en cuanto a relacionamiento y sin embargo era algo a lo que yo temía sin más. Los hermanos Granger éramos polos opuestos, siempre lo habíamos sido si me lo preguntaban, sin embargo en el pasado habíamos tenido algo que se perdió y fue un sentimiento de complicidad y apoyo incondicional que hacía que las diferencias no se notaran porque las usábamos como complemento.

 

 

Lo cierto era que llegando a un punto medio había que admitir dos cosas: La primera era que cargar con una inmortalidad y no darse el lujo de probar todo tipo de cosas, sobre todo las prohibidas, hacía que la vida se volviera terriblemente monótona, por lo que uno tenía que tener una constante curiosidad para poder resistir. La segunda era que debía admitir que luego de conocer personas que se volvían especiales en la vida de uno, era difícil volver a la cómoda soledad, sin embargo todavía y a raíz de lo mucho que se sufría, lo evitaba. Los humanos tenían un dicho "no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que aguante" bueno, para los vampiros sí lo hay. Que aquella coordinación de pensamientos fuera un acuerdo silencioso.

 

 

-No podemos estar más de acuerdo, hermanita -comenté con una pequeña sonrisa- me encanta tener el control, sobre todo sobre las personas, porque no tengo la paciencia de escudriñar en su interior buscando certezas.

 

 

Cuando comentó lo de la hipnosis enseguida vino a la mente la joven asiática que hacía poco había sido mi presa, y que la dueña del negocio en el que estaba se había encargado de frustrar mi comedido. La joven en cuestión, por unos escasos segundos, había mostrado una resistencia a mi hipnosis, y aquello me había fascinado, tan solo por aquello había decidido que Li Xue tendría que vivir. Claro que daba una imagen de asesino despiadado y en la familia nadie creyó mis verdaderas intenciones, ni me dieron la chance de explicarlo, pero supongo que yo tengo parte de la culpa...

 

 

-No es que fuera a hipnotizarla para fines impuros, pero... -dudé un segundo- Li Xue, la chica asiática de hace unos días, mostró una sorprendente resistencia a la hipnosis por unos segundos. Me hubiera gustado investigar con ella, mas ni siquiera quisieron escuchar mi versión de los hechos -finalicé lanzando una mirada acusadora.

 

 

-Para comida siempre es necesario, los humanos no van por ahí ofreciendo el cuello -dije frunciendo el ceño- pero cederé y reconoceré que efectivamente es lindo saber que encantas a alguien por cómo eres y no porque se usen encantamientos o poderes sobrenaturales, por útiles que sean. Reconozco que también quisiera alguien que no solo se fascine por mis intereses porque lo fuerzo a eso, sino que con sus intereses distintos y comunes a los míos, me fascine a mí también. Una eternidad es algo largo para estar con una persona que no tenga nada relevante para decir. ¿Lo ves? También sé cómo funciona este escabroso tema, pero mientras no llegue, me divierto. Siempre puedo hacer que me olviden y no sufran, es lo mínimo que merecen luego de que me aburra.

 

 

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Valeskya no pudo evitar reírse, no de manera burlona, sino que se trataba de un gesto inconsciente que se generó como consecuencia de las palabras de Joaquín. Mencionar a Li Xue en la conversación que estaban teniendo resultó algo inesperado para la ojivioleta, quien abrió los ojos con suma curiosidad; la realidad era que no había escuchado la versión real acerca de cómo su hermano logró llevar a la chica asiática a la mansión. Lo único que sabía, es que le dio bastante emoción a esos días durante su estadía.

 

- Oye Joaquín ¿qué has sabido de Li? – Preguntó con curiosidad, ignorando la acusación que había hecho el ojiazul. - Muerta no está, eso es un hecho, ya que dices que querías investigar con ella y esas cosas que, según tú, no son fines impuros.- Mencionó con tono sarcástico. - La última vez que la vi, huyó de ti en el parque Bioestrella… lo cual no la culpo, pues en esos días resultaste ser bastante fastidioso. –

 

A la pelinegra no le importó que su hermano se molestara con el comentario que hizo, pues no se trataba de ninguna mentira; no dudaba que la china estuviera escondida en algún lugar, huyendo del Granger psicópata. No pudo evitar sentir un poco de lástima por ella, sin duda debía ser una vida difícil el estar sola en un lugar de Ottery, sin conocer a casi nadie y huyendo de alguien que no tenía las mejores intenciones sobre ella.

 

- Insisto que, para huir de tu hipnosis, es porque no es una chica común, al igual que tooodos los que habitan en Ottery ¿No crees? – Soltó Valeskya de repente; supuso que su hermano había convertido su forma de alimentarse en todo un arte. Sin duda ella y su hermano eran polos opuestos. - Es una pena Joaquín, Li Xue me había caído bien, con todo y ese carácter a la defensiva que había adoptado y que supongo que fue por tu causa. – Se inclinó de hombros.

 

La ojivioleta observó a su hermano, disfrutar del agua con aquellas sales que despedían un fresco aroma. Creyó que gracias a eso, quizás estaban logrando tener una conversación tranquila hasta ese momento. La bruja levantó la mirada, mientras meditaba las palabras de Joaquín con respecto a encantar a alguien; creyó que casi todo iba bien, hasta que mencionó lo de divertirse a costa del sufrimiento de alguien más… o al menos así fue como lo interpretó.

 

- Piensas mucho en la eternidad, o más bien, piensas en lo complicado que puede ser que alguien te acompañe por el resto de su vida o caminar de la mano hasta el fin de los días, si es que se tratara de alguien inmortal como tú.- Dijo tranquilamente la Granger. - Yo solo pienso en lo bonito que debe ser acompañar a alguien por el resto de sus días, en caso de que no quisiera compartir una inmortalidad conmigo, lo cual es totalmente válido. No me gustaría condenar a alguien así. – Era algo con lo que pensaba día a día desde que se había transformado.

 

- Contrario a ti, no me gusta divertirme a costa del sufrimiento de alguien… Tú conviertes la caza en todo un arte, mientras que para mí, tiene que ser rápido y sin la necesidad de crear el más mínimo vínculo con alguien…Eso al menos para mí, es un síntoma de crueldad absoluta.- Exclamó la joven, mientras miraba la reacción que el ojiazul pudiera tener. - Sin embargo, no te juzgo… al menos no por ahora. Fuimos criados de forma distinta. – Finalizó.

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-Nada -dije sin más, sosteniendo su mirada por un segundo- también fue la última vez que la vi, y al no haberle dado de mi sangre, no podré rastrearla -me encogí de hombros- bien por ella que pudo escapar, aunque no la hubiera matado, lo creas o no, por muy fastidioso que me viera.

 

 

Había perdido los estribos quizás un poquito, algo tan simple como alimentarme había terminado en un embrollo de lo más complejo, incluído que se habían llevado a Seishiro a un cumpleaños al cual ninguno tenía invitación. Había demostrado aquel día lo mal que resultaba todo cuando las cosas salían de mi maniático control; y aunque al final todo había terminado bien, nadie había muerto y mi pequeño estaba sano y salvo, todavía me generaba incomodidad pensar en aquel día. Además me había dado cuenta que debía "dejarme fluir" un poco más.

 

 

No había pensado en asociar a Li Xue con la gente de Ottery, quizás por su procedencia tan marcadamente distinta al occidente del que la gran mayoría proveníamos, pero no podía menos que asentir a lo que había dicho: La gente que llegaba a Ottery eran gente especial. Tampoco era que me hubiera atrevido a probar mi hipnosis con mucha gente de Ottery; pudiendo aparecer en cualquier lugar lleno de muggles, mucho más débiles y sin correr el riego de terminar embrujado, no iba a pasar trabajo... Sin embargo, de vez en cuando quería probar sangre especial.

 

 

-Es cierto, la gente de aquí es especial -asentí con sinceridad- y Li Xue lo es aún más; se resistió a la hipnósis, logró escapar, y hasta logró ganárselas a ustedes, las matriarcas. Si de algo estoy seguro es que no volvió a China, ella estaba huyendo de su compromiso arreglado -reí un poco resignado.- ¿Ves? sus padres son humanos y deciden sobre su hija mayor. Quizás pueda redimirme un poco si lograra hacer que cancelaran ese compromiso... ¿Qué opinas?

 

 

-Tu pensamiento me suena triste -dije, haciendo una mueca- ¿No crees que es triste ver como una persona, la persona que amas, envejece, pierde poco a poco sus capacidades físicas, a veces incluso las cognitivas, lo que es peor; mientras tú caes todavía más en la cruel realidad de que se irá al otro mundo y tu seguirás intacta. Mi consuelo es que cuando encuentre a la persona de mi vida, entenderá esto y querrá compartir la eternidad y no hacerme pasar por ese sufrimiento.

 

 

-Val, no siempre hago lo que hice con Li Xue, por lo general es algo rápido, algo de mera supervivencia; nunca dejo marcas ni recuerdos, ni siquiera cuando me permito divertirme un poco más -la miré sin atreverme a sonreír para no comenzar a pelear- y sí, hay veces que disfruto de ser cruel. Es mi válvula de escape. -Esto último lo dije yendo al punto opuesto de la alberca natural.- Por cierto ¿acá no hay ningún ritual purificador?

 

 

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La conversación estaba tomando un giro inesperado, el aroma embriagador de las sales de menta comenzaba a incomodarla, era como si poco a poco el ambiente se tornara mucho más tranquilo y ese mismo efecto se viera reflejado en los Granger. Al menos ambos habían logrado ponerse de acuerdo con respecto a la situación de Li Xue, y hasta cierto punto, Joaquín había aceptado parte de la culpa, lo cual era una ganancia máxima tratándose de él. Cuando propuso hacer que los padres de la chica asiática cancelaran cierto compromiso, la bruja lo interrumpió:

 

- Es algo noble de tu parte. – Murmuró secamente. - ¿Pretendes utilizar la hipnosis con ellos? Te recuerdo que su hija logró escapar de ti… sería bastante temerario intentarlo con quienes le dieron la vida ¿no crees? – Solo de pensar en el desastre que se podía generar, hizo que Valeskya intentara persuadir a su hermano de no intentarlo. - Solo piensa en las consecuencias que eso puede tener… a veces por querer ayudar, las cosas podrían salir peor. Sin contar que no serías el más adecuado para ese trabajo, mejor deja las cosas así. –

 

Li Xue era una chica bastante rebelde, lo suficiente como para que se tomara muy mal una intervención con “buenas intenciones” como la que Joaquín pretendía ser. Mejor dejar las cosas así, si bien era cierto que la chica había huido de todos ellos, con lo pequeño que era Ottery, sin duda no tardarían en encontrársela otra vez, por muy escondida que pretendiera estar. “No sin ayuda al menos” era lo que la joven había concluido ¿habría conocido a alguien que la ayudara? Era lo más probable.

 

Sin embargo, el hecho de que el ojiazul considerara triste el tener que enamorarse de un ser mortal, hizo que la ojivioleta se pusiera a la defensiva casi enseguida. Aunque él había vivido mucho más tiempo que ella, había visto más cosas y seguramente todo lo que decía era con conocimiento de causa, de cierta forma le resultaba molesto el hecho de que él generalizara las cosas de forma inconsciente, sin embargo dejó que terminara de hablar para contestarle lo más amargadamente que pudo:

 

- ¿Sabes? La única vez me enamoré de alguien inmortal, era una humana y acabé así como me ves ahora. Entonces entenderás el punto de que para mí me resulte mejor acompañar a alguien hasta el fin de sus días sin que…- Comenzó a contar con los dedos de su mano. - Uno, tenga que convertirlo en algo como nosotros, ya que es egoísta. DOS, dudo que haya un amor que dure por toda la eternidad. Y eso nos lleva a la última parte, la cual es que nunca me he planteado en considerar las opciones anteriores.-

 

Valeskya miró a su hermano fijamente, mientras a cada instante que pasaba, corroboraba que pensaban de una forma totalmente distinta. Sin duda su experiencia al enamorarse de un ser inmortal era lo que la había cambiado para siempre y era un capítulo que se dedicaba a borrar mientras transcurría cada instante de su vida. Así que esperaba al menos que el Granger no intentara hacer que ella cambiara de opinión.

 

- ¿Válvula de escape? – Preguntó. - ¿Vivir a costa del sufrimiento de otros? – Exclamó con sarcasmo, sin dirigirse a su hermano; solo con esa última frase que había dicho, concluía que quizás nunca terminaría de entenderlo. Optó mejor por rogar que el ojiazul olvidara el tema y mejor concentró su energía en responder la última pregunta que le habían hecho.

 

- Recuerda que te comenté que las aguas termales tienen una energía especial, en combinación con la luna, dependiendo de cada fase. – Dijo la ojivioleta. - Es una cuestión más bien del tipo espiritual, el agua va limpiándote, no solo físicamente… hablamos de las heridas del alma. Aunque claro, tiene mucho que ver de quién se trate. Trata de concentrar tu energía en algo positivo y deja que el agua se lleve lo negativo. – La Granger concluyó que más adelante sería una buena oportunidad probar las aguas termales por sí misma.

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-La hipnosis es mi primera opción, sin dudas -asentí, escuchando sus "peros"- considero que Li se escapó por su propio carácter fuerte y su rebeldía, no creo que los padres tengan esa suerte, no creo que sea cosa de sangre -dije encogiéndome de hombros ante las advertencias de Valeskya- yo solo me ofrezco, naturalmente le plantearé la posibilidad a la chica, ya es cosa suya si acepta o no. No la forzaré -clavé los ojos en los violeta de mi hermana.

 

Era fácil soltar cosas como aquella cuando uno casi tenía la certeza de que la muchacha no volvería a pisar Ottery en su vida, y china no era un país de mi agrado, por lo que tampoco saldría de mi confort para solucionarle la vida a la chica. Sin embargo había una pequeña parte de mí que insistía en que la volvería a ver, y suponía que era esa misma la que me hacía comprometerme con la causa y cumplir mi palabra, al menos de ofrecerme a la joven de ojos y cabello negro a ser la llave de su real libertad. Yo había visto su lado huraño que guardaba en casa, y le mostraría un lado servicial que muy pocas veces sacaba a relucir con extraños.

 

Escuché la explicación de mi hermana, con una mezcla de sorpresa, pena, y rabia. Ahora comprendía un poco mejor por qué su rechazo a su naturaleza, si todo aquello había sido una locura desdichada del amor. No era el primer caso que conocía, en realidad era bastante común, salvo que... aquellos que se habían visto en una situación similar a la de Valeskya y luego vilmente traicionados, no solían vivir mucho, no soportaban la presión, la soledad, ni el vínculo que los unía al ser que una vez habían amado con tal pasión como para entregarse a una eternidad juntos que nunca llegaría.

 

-Al fin puedo entender por qué eres tan reacia a nuestra naturaleza, hermanita... -dije con suma cautela- la verdad, no te culpo por cargar con ese resentimiento, estás atada a algo de lo que no puedes escapar, porque creíste que otra persona haría las cosas bien... Y no fue así. Me molesta mucho, pero es admirable que sigas resistiendo. Creo que hay pociones para eliminar esta condición. La idea no me agrada, pero me agrada menos que vivas algo que no te gusta -dije acercándome al borde por el que ella estaba. Sinceramente no me gustaría verla marcharse en algún momento. Aquello se ponía extraño así que me apresuré a agregar- Solo me gusta que pases malos ratos cuando nos peleamos. -Le guiñé un ojo por la broma.

 

-Por cierto... yo nunca convertí a nadie con promesas de amor eterno -quizás no me creyera, pero era la más pura verdad y podría defenderla- a mí me convirtieron porque reconocieron mi valía, y me acogieron como un hijo. Me consintieron, educaron, y forjaron el carácter tan especial del que todavía no me desprendo del todo -hice una mueca,- siempre que ofrezco mis dones, mis habilidades, lo hago porque considero que la persona resulta interesante, porque tiene algo especial. Pero así y todo, le otorgo la más amplia libertad para decidir, no la embeleso con las posibilidades de riqueza, de poder o de juventud y salud eterna. Mucho menos uso la hipnosis o la coloco en peligro inminente a propósito.

 

Obvié el comentario sarcástico de la matriarca Granger de cabello negro y ojos violeta, para escuchar lo que tenía que decir sobre el ritual que en realidad no existía. En el fondo sentí una punzada de desilusión, quería que Valeskya se pusiera a cantar e hiciera danzar las aguas con aire místico, pero apreciaba que no me mintiera. Mi alma estaba tan lacerada que seguramente tendría que convertirme en el tritón de aquellas aguas para que sanaran mis heridas, sin embargo lo intentaría. Cerré los ojos recordando buenos momentos con mis hijos, mi familia, y demás personas que han formado parte de mi camino, y me permití sonreír distraído.

 

-¿Tú tienes pensamientos felices? En mi caso resultan un poco difíciles de encontrar...pero allí están.

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  • 2 semanas más tarde...

Aquella silenciosa tregua parecía dar resultado, probablemente ya sobrepasaba la medianoche, o eso quería suponer, aunque para ambos Granger el tiempo resultaba irrelevante dentro de sus vidas. Habían conversado mucho durante el día y ahora en la noche, mientras su hermano se relajaba en las aguas termales, ella lo observaba y agradecía internamente que su hermano no hubiera hecho algún comentario que indicara que le daba lástima la situación en la que ella había acabado así.

 

Hizo una mueca que intentó pasar por una breve sonrisa ante la broma que Joaquín le había hecho; tenía que reconocer que las últimas veces habían peleado muchísimo y aunque probablemente él no lo supiera, el hecho por el que aún no habían terminado a los golpes, era por el resto de la familia. Se supone que los Granger tenían que ser unidos y los hermanos lo eran… siempre y cuando no se pusieran a debatir acerca de su forma de pensar o de vivir. Tal vez era por Zahil, por Fiamma, por Apolo, por los chicos, era que aún no terminaban en un escándalo aún peor.

 

Por alguna razón a la ojivioleta le resultaba incómodo que su hermano le hablara de lo que había vivido desde que había sido convertido; no sabía si era porque le recordaba su naturaleza, por el hecho de que él lo disfrutara o porque por razones que aún no quedaban claras entre ambos, no habían podido llevar una vida familiar juntos, como la familia que siempre habían sido. Suspiró al tiempo que su elfina doméstica aparecía con una bandeja de té y la dejaba a un lado de ella. Miró desconcertada a Breena, mientras se retiraba silenciosamente; la elfina parecía tener un don para aparecer a su rescate de una u otra forma.

 

- Tal vez tengas razón, Joaquín.- Dijo mientras servía el té y alcanzaba a percibir el aroma a distintas hierbas. Agradeció que no fuera más menta. - Quizás porque nunca he convertido a nadie o porque no me he visto en una situación de verme orillada a hacerlo… quizás es porque no he amado a nadie lo suficiente… o quizás porque siempre terminan largándose. – No pudo evitar que la última palabra saliera con cierto resentimiento, agitó lentamente la cuchara dentro de la taza de porcelana blanca, con ciertos detalles florales y bordes dorados.

 

- Entiendo también que cada persona tiene algo especial, pero ¿al menos tú nunca has notado si las personas cambian una vez que se transforman? Es decir, fuera de la cuestión física, sino más bien del carácter. Al convertirse se puede sentir esa sensación de poder, de ir solo contra el mundo, que nadie te detendrá; es una ansiedad por la que seguramente alguna vez pasaste… cuando sentías que lo podías todo, cuando no hay nadie que te recuerde la realidad de lo que eres y de cómo tendrás que pasar la eternidad.-

 

Bebió un sorbo de té, quizás el aroma a menta ya estaba provocando que la pelinegra comenzara a hacer interrogantes existenciales. Siempre se había preguntado si la persona perdía parte de su esencia, así como los muggles, que con un poco de poder podían llegar a enloquecer. No escuchar respuesta de su hermano, hizo que la ojivioleta pensara en que no había entendido su comentario, pero notó que su hermano había cerrado los ojos. Le sorprendió la pregunta que le acababa de hacer, tuvo la fugaz impresión de que estuviera hablando con un pequeño.

 

- ¿Pensamientos felices? Todos los tenemos, aunque algunos se empeñan en guardarlos para no mostrarse vulnerables ante el resto. O para algunos, no sé si sea tu caso, no tienen tantos como les gustaría o simplemente hay quienes les cuesta trabajo identificarlos.- Se percató que no había respondido su pregunta, así que continuó. - Perdí mi memoria y por eso creo que me esmeré mucho en recrear momentos que me hicieran felices y aunque no siempre lo logré, también hay buenos recuerdos con personas que al final me hicieron daño. Siempre hay algo bueno que obtener de todo lo malo que nos pueda pasar.-

 

- Supongo que la mayoría de tus pensamientos felices, tienen que ver con Seishiro... más que con tus propios hijos ¿o me equivoco? - Preguntó con fingida inocencia.

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No quería salir del agua con aroma a menta, era sumamente relajante, siempre me había gustado estar en el agua, era una experiencia tan relajante, y para ser sincero, aquella alberca natural era una delicia bien valía quedarse si además prometía curas, aunque fuera cierto o no, era igualmente disfrutable. Comenzaba a preguntarme por qué no hacía uso de la alberca de la mansión o del estanque natural tan bonito que parecía en el claro de un bosque encantado (?) Sin dudas no era por la falta de aroma a menta, algo tan fácil de solucionar. Al final decidí que no era más que la idea de que estando en casa, nunca tendría la paz que tenía en aquel lugar.

 

 

-Es una decisión difícil, Val -dije aceptando la infusión de hierbas. -Deliciosa -musité.- Sin dudas es más difícil cuando te ves obligado a hacerlo, no te lo deseo para nada. Es una situación que te llena de ansiedad, y cuando ves los ojos chispeantes con el último anhelo de vida, rogando una oportunidad, no importa que tan despiadado quieras ser, sale a la luz todo tu rasgo de humanidad y es... desesperante sentirse entre la espada y la pared... Claro que no cuenta si uno mismo le quita la vida, hablo de situaciones en las que son víctimas de otras injusticias -hablé mirando a la nada. Sin dudas era muy responsable en cuanto a convertir a alguien.

 

 

Di un sorbo más a la taza, me gustaba aquella taza. Cerré los ojos un par de segundos, reorganizando mis ideas, trayendo a cuento las palabras resentidas de mi hermana, que extrañamente no eran para mí, pero que no me daban tranquilidad, no las disfrutaba. El resentimiento que me gustaba era el que generaba en ella con comentarios inoportunos, palabras hirientes, o cualquier cosa para molestarla; pero siempre sabía que ella sacaría su filo para intentar defenderse, era todo un espectáculo, sin embargo cuando no eran para mí, la joven parecía sin oportunidad de defenderse.

 

 

-Te voy a dar un consejo, hermanita, que espero nunca tengas que verte en la encrucijada de seguirlo o no -la miré muy serio.- Nunca conviertas a nadie por amor. Si bien entre creador y creado se crea un lazo que este último no puede ignorar y siempre tiene que acudir a tu llamado, sentirás que cargas con la responsabilidad de velar por un niño, sentirás su sed, su dolor, su agonía y lo más peligroso, puedes hasta revivir algunos de sus recuerdos. Con el tiempo, si no es la persona correcta se sentirá sofocado por ese lazo, y te rogará que lo liberes. Y ahí ya no podrás controlarlo ni sentir sus necesidades o peligros, pero tampoco olvidarlo, y sumarás no solo un amor que ya no es correspondido, sino una preocupación paternal. Yo rogué que me liberaran, así que lo entiendo de ambos lados.

 

 

-Si... -no pude evitar reír- se vuelven insoportables, los reyes del mundo, capaces de dominar todo y a todos, que no necesitan nada ni a nadie -puse los ojos en blanco- la mayoría muere pronto y no de buena manera, mueren por meterse en aventuras más grandes que ellos, porque hacen una masacre a la vista de todos y hay que desaparecerlos, o porque se meten con superiores de poca paciencia. Muchas veces creo yo, caen en cuenta de que su inmortalidad es limitada cuando están al borde de la muerte y alguien los salva. Por lo general su creador. Es como que... -busqué las palabras correctas- empiezan a valorar un poco más la segunda, o más bien la tercera, oportunidad de vivir. Esa es otra de las cosas a tener en cuenta cuando conviertes a alguien. Pero muy pocos quieren escuchar.

 

 

Evité mencionar que yo fui de esos últimos idi***s que llegó a creer que podría todo con tan solo unos días de convertido. Si la Granger de ojos violetas y cabello negro no lo preguntaba, me lo guardaría, pero seguro se imaginaría que fui así, calzaba perfecto en el perfil que tanto ella como yo acabábamos de describir. Lo cierto de todo aquello era que no había terminado de convencerme de todo aquello cuando llegué a aquella tierra en la que estaba llena de magos y brujas vampiros, entre otras criaturas, y dejé de sentirme tan único en el mundo. Di otro sorbo dejando ir aquello. Sentía ganas de golpearme.

 

 

-Es extraño, -terminé por admitir- cuando tienes tantos años como yo, y se supone que disfrutas de la vida, vas coleccionando recuerdos, pero al final son tantas cosas buenas, que hay que clasificarlas, y te das cuenta que al final pierden significación y no genera nada el evocarlas. Hay que rebuscar mucho para encontrar un puñado de buenos recuerdos que me hagan sonreír al traerlos a mente. Te confieso que eso hace que me pregunte si vale la pena una vida tan larga para al final sentir tan poco sobre tantas cosas... Luego pienso la cantidad de recuerdos buenos que puedo seguir generando y desecho cualquier duda.

 

 

-Sin dudas, Seishiro es el que ocupa un lugar central en mí, es la persona con la que paso más tiempo... No me malinterpretes, adoro a Helenita, pero no he tenido la cercanía que tengo con el pequeño. También ustedes, todos los Granger, han sido una fuente de buenos recuerdos -comenté con una sonrisa nostálgica- ¿Recuerdas cuando encontramos a Zahil con un tipo en la sala? ¡Todavía no lo supero! Sigo creyendo que la trusa de elefante de la venta de garaje salió de sus gavetas -comenté riendo.

 

 

-Val... -dije suavemente. No había olvidado su comentario sobre perder la memoria- Dejando de lado mi postura sobre los grandes momentos que se vuelven irrelevantes, y aunque parece que al final controlaste la situación con nuevos recuerdos... ¿Nunca te has planteado intentar recuperar tu memoria? Me imagino que es peligroso, los recuerdos buenos de las personas que al final nos hicieron daño, siempre vienen acompañados con una puñalada de nostalgia, a veces duelen y frustran también. Te imaginarás que yo también tengo de esos, pero igual pregunto... ¿No te da curiosidad? -Di un sorbo a mi té desviando la mirada para no presionar.

 

 

 

 

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La Granger estaba pasando por un momento de inusual tranquilidad, como si durante años estuviera deseando encontrar a alguien con quién platicar y de paso disipar ciertas dudas. Si bien era cierto que ella evitaría a toda costa tener que convertir a alguien, eso no la exentaba de la curiosidad que sentía; bebió otro sorbo de te mientras sus pálidas y frías manos envolvían con suavidad la tasa, como si estuviera protegiéndola de alguien invisible que aparecería a quitársela. El contenido humeante de aquella taza parecía que era una especie de tranquilizante, invitaba a ambos hermanos a relajarse y seguir conversando en paz.

 

“Convertir a alguien por amor…” No pudo evitar repetir esa frase dentro de su mente; le resultaba difícil imaginarse a que alguien a quien pudiera amar con locura, se convertiría en un ser inmortal y que al final pudiera resultar una carga. No sabía qué clase de experiencia había vivido su hermano como para pensar así. No estaba segura de querer averiguarlo, pero al mismo tiempo la curiosidad la invadía. Sin embargo, su mente se centraba en preguntarse cómo sería depender de alguien de esa forma.

 

Valeskya nunca había conocido a la persona que la había convertido, y tampoco se había interesado en saber. Sería como revivir un doloroso recuerdo, sin contar que probablemente intentaría matar a quién lo había hecho. Sin embargo, viendo las cosas desde otro punto de vista, probablemente si hubiera alguien que hubiera guiado sus pasos desde el inicio, sería alguien totalmente distintito; se llevó un mechón de cabello detrás de la oreja, al tiempo que se servía otra taza de té, mientras echaba un vistazo a las galletas que la elfina había dejado y continuaba prestar atención a lo que tenía que decir su hermano con respecto a los recuerdos.

 

Lo que imaginó, fue una especie de biblioteca de recuerdos: irlos almacenando y de ahí ordenarlos en cuanto a relevancia, hasta que al final se va quedando con los más importantes y lo demás se van almacenando y ¿por qué no? Terminan llenándose de polvo telarañas. Al final de cuentas a la Granger le resultaba curioso que tuviera más presente a un pequeño que no era su hijo como tal, que a una niña de su propia sangre; igual tendría que darle la razón si se ponía a pensar que Seishiro literalmente nunca se había separado de él desde que se había hecho cargo.

 

- ¿Curiosidad? – Repitió la ojivioleta, mientras pensaba en una respuesta adecuada. Ella solía ser curiosa por naturaleza, pero había una razón por la cual no estaba interesada en recuperar su pasado y pocas veces se ponía pensar en eso, hasta ahora. - Quizás al inicio solía tener esa “necesidad” por saber lo que había ocurrido, pero… con el paso de los años me enteré de parte de lo que había pasado conmigo y en ese momento me di cuenta que enterarme de más detalles resultaría mucho más doloroso que cuando me lo contaron… al menos así puedo simular que se trata la historia de alguien más y no la mía.-

 

No le interesaba que el ojiazul le volviera a decir que era mala madre y todo lo demás que siempre solía salir en sus habituales discusiones; esto hizo que la joven se quedara en silencio, aunque eso sí, a la defensiva ante lo que su hermano tendría que decir con su respuesta. En ese momento pensó en su hija, aunque seguramente a esa edad sería mayor y fue en ese momento en que se dio cuenta sobre cómo se sentía el Granger con Helena: podrían ser hijos de sangre, pero el no vivir con ellos cambiaban las cosas y mucho.

 

- Desconocía que hubiera formas de recuperar la memoria.- Soltó de repente. - ¿Qué son? ¿Pociones? ¿Hipnosis? ¿Giratiempos? Sinceramente es lo único que se me ocurre y al menos en esos dos últimos que he mencionado, no suenan tan seguros. Cualquier regresión al pasado, hecho con esos métodos suele resultar peligroso. Así que, si tienes algo que esté a la vanguardia, estoy interesada en que me expliques.- Finalizó.

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