~.:: Mansión Ryddleturn ::.~ (MM B: 111579)

[Ashley Peverell]

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Nuevamente los gritos.

Pero esta vez no era solo ella sino que todos los que estaban ahí entre la furia y el miedo soltaban entre hechizos las consignas normales de quienes quieren que las criaturas de la oscuridad y de la noche suelten a los seres puros e inocentes, sobre todo a la chica que era aferrada sin miramientos por ese enorme animal o bestia de los avernos que quería devorar a la pequeña bruja, que había salido tan mal herida que su carmín ya alteraba a todos.

La Peverell ni siquiera se dió tiempo de meditar sobre lo que tenía que hacer, solamente recordaba unos pocos hechizos y todos eran de aquellos que había utilizado hacía demasiado tiempo, pero de todas maneras, las alas de la pequeña insignia escondida entre sus ropas batían con las llamas de su valor.

-¡Avis!

Eran pequeñas avecillas pero debían de ser lo suficientemente molestas para distraer a ese ser espectral.

-¡Métanse a los orificios nasales! ¡Que no pueda respirar y que suelte a Xell!

Les ordenó a los fieros pajarillos que se lanzaron a la orden de su convocadora.

[Sagitas E. Potter Blue]

Mi hermana me llamó loca. No me esperaba menos de Hayame así que la sonreí con esa media sonrisa que me caracterizaba cuando me reía de alguien.

 

-- ¡Pues claro que estoy loca! ¿Aún no te habías dado cuenta de eso? -- Sin embargo, su explicación me hizo borrar todo atisbo de burla y me dio que pensar. Recordaba eso. Primero fui yo, después ella por apoyarme... Sí... Era cierto, las dos estábamos marcadas. -- Sí... Tienes lógica... Nosotras hemos despertado las defensas de estas tierras prohibidas. ¡Malditos terrenos...!

 

No quise añadir más porque, en el fondo, Lissette no tenía culpa de lo que pasó en la familia original cuyo nombre había heredado. Y aunque hubiera deseado decir algo más, lo que acababa de mencionar Hayame me hizo mirar a los lados con los ojos abiertos por el miedo y la precaución entrelazadas.

 

-- ¿A otros...? -- Sí, había muchos cuando me fui... -- ¿A cuántos, Hayame? Tu oído es mucho más fino que el mío.

 

Lissette tembló un poco al escucharnos. Me daba lástima pero no era ocasión de suavizar la situación por delicadeza. Al revés, la delicadeza de la situación obligaba a ser totalmente sincera. Xell estaba preguntona y noté que también tenía miedo. No podía pararme a explicarles nada. Si había más, muchos más, como decía Hayame, estábamos perdidos.

 

El grito de Ash me descolocó momentáneamente. Seguí con la cabeza en dirección de su mirada pero, para cuando quise entender lo que mis ojos veían, Xell había desaparecido en un hueco imposible.

 

-- ¿Qué demonios...? -- pregunté a nadie... Porque precisamente era eso. Un Demonio... O una criatura del Averno, a saber de qué categoría, que se llevaba a la más pura de todas nosotras. Es un decir, yo sé que mi pureza ha ido disminuyendo con el tiempo y con las vivencias acaecidas en este maldito mundo mágico y no dudaba que la de Ash o Lissette se mantuviera muy alta. Pero la de Hayame o la mía no eran rival para ese enemigo y nos había atacado donde más rabia sentía: con un alma pura, con una sacerdotisa.

 

No me lo pensé. Cuando sentí que Ash lanzaba unos Avis para importunar a la criatura maldita y verlos meterse en el hueco, hice lo mismo, con los pies por delante para poder frenar durante el recorrido. Desaparecí en pos de Xell:

 

-- ¿Quién quiere seguir vivo? -- me pregunté, mientras caía.

[Ashley Peverell]

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Los ojos castaños de la Peverell se abrieron tan grandes como si las luces de un automóvil le hubieran encandilado en medio de una carretera y estuviese detenida, congelada en el momento justo de antes de ser arrollada con la fuerza de cientos de kilos de algo que era incapaz de parar por cualquiera de sus propios medios y a decir verdad, era algo que la aterraba demasiado.

Pero aún más cuando no solamente sus aves desaparecieron sino que aquella enorme bestia se las había arreglado para desaparecer con la bruja de la familia Vladimir en medio de un agujero hacia la nada y que prontamente, era seguida por la mayor de todos, la que solía tener la potente voz de mando y al parecer también la iniciativa ante una situación en la que no tenían los medios para protegerse.

-¡Sagitas, no lo hagas!

Había chillado la preciosa criatura alzando una mano hacia delante, aquella en la que no sostenía su varita pero eso había sido un acto banal:

La mujer se había desvanecido en una nada y al siguiente momento veía como su hermana y otros la seguían, sin existencia de duda de cómo terminarían o lo que seguiría.

La chica sacudió sus rubios cabellos por unos momentos antes de dejar escapar un suspiro y asentir para darse valor.

-Vamos, eres una Gryffindor y los Gryffindor no se asustan.

Se dijo a sí misma para luego tomar vuelo y apretar con mayor fuerza a su varita para salir corriendo hacia aquel hueco de demencia y oscuridad y saltar con todo el poder de su propia luz y virtud en el interior de aquella maldad, con la fuerza de su pensamiento latiendo en el sentir de que se encargarían de rodear con luminosidad a aquel ser y disiparían la bestial maldad de su interior.

[Sagitas E. Potter Blue]

El recorrido fue más largo de lo que me esperaba y acabé girando sobre mí misma de manera que, enseguida, dudé si estaba boca arriba, hacia abajo, o si subía o bajaba o iba de lado. Totalmente desagradable aquella caída, noté que alguien me mencionaba en el origen de aquel hueco interminable por el que estaba cayendo.

 

Y juraría que aquella voz que ya no oía era de Ash.

 

De repente, el hueco acabó de forma tan abrupta que choqué contra un suelo de tierra removida y huesos antes de que pudiera evitarlo. Podría haber hecho un hechizo de frenada o de colchón si hubiera tenido tiempo pero, tal como noté que se acababa, acabé contra el suelo. Si no me rompí mil huesos, poco faltó. Gemí sin levantarme del suelo, intentando mover las cuatro extremidades para saber si aún estaban o las había perdido por el camino. Sí, lo sé, no es momento de reírme de nada pero si me quitáis las risas, ¿qué me queda?

 

-- Creo que me he roto... -- murmuré. Después miré alrededor en busca de a quien perseguía. -- ¿Xell? ¿Estás por aquí?

 

A simple vista no se veía así que probé de levantarme, poco a poco y soltando "ay's" y "uy's"a cada movimientos mientras me incorporaba. Al final, lo conseguí a medias. Aquel techo era demasiado bajo. Empezaba a sentir claustrofobia cuando sentí un ruído de algo cayendo y alguien cayó encima de mí, con tal fuerza que caí de nuevo al suelo, terminándome de romper lo que aún me quedaba sano de mi propia caída.

 

-- ¡Ay, loca! ¿No podrías haber esperado a que me alejara? Creo que me he roto entera...

[Matt Blackner]

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Mi madre dijoq eu aquella cosa no estaba alli por azar. Ya no por los secretos qeu los anteriores habitantes de la mansión pudieran haber ocultado, sino porque ella y la tía @@Hayame Snape Potter Black estaban marcadas y casi malditas en esos terrenos. Gruñí, eso no me gustaba nada. Tendríamos qeu enfrentar a la criatura, cada vez era más claro, pero lo mejor era saber como...

 

Aunqeu claro, las criaturas no suelen esperar a que conozcas sus puntos débiles, o a que armes una estrategia, por eso, antes de poder hacer nada o pensar en algo, aquella criatura secuestró a la prima @@Xell Vladimir Potter Black. A pesar de los esfuerzos de @Ini-herit, acabó por llevarse ala rubia. Asi, mi madre los siguió por el agujero qeu había dejado tras de si, seguida por la nueva matriarca de aquella mansión qeu parecía maldita.

 

- No vamos a esperar, verdad? - varita en mano, me lancé por el mismo lugar, siguiéndolas, aunque al menos yo acerté a caer, con una voltereta, sin aterrizar encima de nadie.

 

- Demonios! No siento a Xell, al menos, no cerca. - vi a mi madre tirada en el suelo. - Estas herida? - le pregunté.

[Xell Vladimir Potter Black]

¿Estaba segura de estar viva? Me había doblado en tantas partes al caer por aquel agujero que dudaba que eso fuera posible. Sentía mucho dolor, casi en un nivel inadmisible pero significaba que estaba viva, ¿o no sería así? ¿Se siente dolor cuando estás muerta? Accidentes tendría que pagar mucho por curarme si conseguía salir de aquel lugar.

 

No era en sí un agujero, más bien parecía un portal porque el lugar era totalmente diferente al que habíamos visto a nivel de la tierra. Lloré un poquito al sentir dolor hasta en el pelo pero en flojito, por si me oían las tías. Quería que pensaran que era más valiente. Cuando dejé de llorar, me limpié los ojos y vi unos pájaros muertos que desaparecían.

 

- ¡Es un Avis! - exclamé, a pesar del dolor que me producía hasta hablar.

 

Eso era bueno, si había un Avis que se acababa era porque había magos cerca. Es decir, las tías me buscaban. Solté un gran suspiro de alivio que me hizo mucho dolor en los pulmones. Varié la postura, tal vez tuviera alguna costilla rota y por eso me costaba respirar. Busqué la varita y casi grito. Cerca, demasiado cerca para mi gusto, un demonio estaba devorando algo demasiado sanguinolento. Después levantó la mirada y chocó con la mía.

 

Sacó la lengua y se arrastró con sus cuatro patas, acercándose a mí.

 

Creo que era hora de chillar pero no podía.

[Sagitas E. Potter Blue]

Cuando dije que creía que me había rota toda entera lo dije de verdad, no sé porqué me dio la sensación que nadie me creía. Ash parecía ocupada en palparse ella para comprobar que estaba entera y ni una palabreja me dirigió, al menos de momento. Solté un "brrr" bien sonoro mientras hacía lo mismo. Tal vez roto no, vale, había exagerado, pero notaba varios ligamentos rebeldemente estirados que necesitarían de un buen masaje para volverlos a su formato correcto.

 

Sentí que alguien más bajaba y mi primera y única reacción fue ponerme las manos en la cabeza y agacharme. Seguro que me daba, con la mala suerte que estaba teniendo... Pero no. Era mi hijo Matt y acababa de llegar sin pisar a nadie, haciendo una cabriola final.

 

-- Buen salto. ¿Por qué no trabajas en el Circo, hijo? Seguro que podríamos pensar un buen número para ti -- le sugerí, aunque sabía que él pocas veces pisaba el Circo; era un hombre muy atareado y su cargo de Dirección le acaparaba todo el tiempo.

 

Además, tenía un Don que pocos tenían, era el Sentir a las personas. Casi parecía un Sacerdote en eso. Supongo que era herencia de Madre. Le sonreí al ver que se preocupaba por mí. Me incorporé y me sacudí el polvillo que tenía pegado en la ropa.

 

-- No, no estoy herida pero reconozco que arreglar esta mansión os va a dar más trabajo del esperado. ¿Cómo es que nadie caímos en lo peligroso que era empezar a restaurara antes de haber roto todos los sellos demoníacos que les unen a la mansión? Aquí no se necesitaban a los accidentosos sino a un exorcista.

 

Era una protesta nula pero soy así, protestona. De todas maneras, lo importante ahora no era como me sentía sino Xell.

 

-- ¿No la detectas? ¿Quieres decir que está... muerta? Anda, ayúdame a buscar la varita, que se me ha caído de la mano y, sin ella, me siento desnuda. Quiero hacerme una Ferula en el tobillo. No es grave pero lo noto distendido.

 

Esperaba que, con luz, pudiéramos ver por donde seguir porque no, no estaba muerta. Sólo que en el mundo de los Demonios, éstos juegan con muy mala fe y en su terreno.

[Xell Vladimir Potter Black]

Sentí mucho miedo al ver a aquel ser demoníaco arrastrándose hacia mí. Yo no podía moverme, sabía que tenía muchos huesos rotos y que, seguramente, alguna herida sangraba pues me encontraba cada vez más débil. A Aquello le parecía gustar el olor porque se relamía. Los restos de sangre entre sus fauces no era nada bueno.

 

Sentí miedo porque sabía que mis tías no llegarían a tiempo. Nunca me había muerto. La tía Sagis tenía experiencia en la Nigromancia, también la tiita Hayame. Yo nunca había fallecido y no quería que hoy fuera la primera vez. Cerré los ojos, como si eso hiciera que no me viera. Le sentí arrastrarse y abrí un poco los ojos. Aquello estaba a un palmo de mi cara y me olía.

 

Reaccioné.

 

Grité tan fuerte que el mismo eco retumbó en la cueva en la que estaba, la Criatura retrocedió, asustada. Comprendí que se había asustado de mí. O tal vez de mi chillido. Podía ser eso. El eco de mi voz le era molesto. Pues si esa era la manera de sobrevivir, chillaría. Cerré los ojos y me concentré, las tías debían de estar cerca, estaba segura que me estarían buscando. Enseguida noté el aura violeta de mi tía y el clarito de Matt, así como un color rosado que atribuí a la tía Ash. También noté muchas manchas parduscas muy cerca de ellos. ¡Estaban rodeados!

 

Tenían que darse cuenta. Volvía a chillar con todas mis fuerzas, verifiqué que era cierto. La criatura retrocedía un poco más y gruñía con las manos en la cabeza. ¡Le molestaba!

[Sagitas E. Potter Blue]

Y la luz llegó pero no de la forma en que lo esperaba. Le había pedido a mi hijo Matt que hiciera un Lumus con la varita y miré instintivamente su mano. No es que estuviéramos a oscuras en aquel momento pero sí la luz era mínima, escasa, más bien gamas de grises claros que nos movíamos a trompicones en aquel hueco. De repente, un rayo de luz iluminó todo aquello, seguido de un gran grito. Más bien un grito descomunal. No duró mucho, más bien un leve instante, tal vez incluso menor que un suspiro pero, para mí, fue suficiente.

 

-- ¡Es Xell!

 

En mí, se mezclaron los sentimientos. Por un lado, el alivio de sentirla viva. Por otro, la envidia de que su alma pura fuera capaz de generar tal fuerza de luz en aquel mundo de maldad. También algo de melancolía; hubo un tiempo en que yo era tan buena sacerdotisa como ella. Rectifico, era muy buena sacerdotisa, mucho más que Xell; pero no era una sacerdotisa buena, hacia tiempo que había perdido la ingenuidad y el camino exclusivo marcado por la Diosa y era una tremedamente buena sacerdotisa no del todo buena.

 

Suspiré, no era el momento de preguntarme porqué el camino de Avalon era tan enrevesado para mí a veces. Ahora lo que había que hacer era buscar a Xell y librarla de las manos pecaminosas de las bestias demoníacas. El brillo iba cediendo y la oscuridad volvía a caer. Sin embargo, su energía había iluminado un objeto relativamente cerca.

 

-- ¡Pinnea! -- Sí, bueno, el nombre de mi varita es especial así que no daré más explicaciones. Si alguien quiere saber su historia, que me la pregunte en otras circunstancias más favorables. -- ¡Mi varita!

 

Me tiré a ella antes que el reflujo de luz de Xell desapareciera por completo. Con ella en la mano, me volví a sentir poderosa. Me apliqué una venda en el tobillo con el hechizo Ferula y después me levanté, energética.

 

-- Está por allá. ¿Vamos o esperamos a alguien más?

[Lisette Ryddleturn]

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Abrió muy despacio los ojos

No estaba muy segura de que en qué zona había caído o siquiera si era todavía dentro de su mansión o si se trataba de alguno de los miles de laberintos, cavernas, subterráneos o infiernos que alguna vez le habían contado que existían en el lugar; bueno, Hayame le había advertido hasta el cansancio que desistiera de tomar aquellas fundaciones como propias pero la rubia se sentía tan entusiasmada por las historias de gloria del sitio, que simplemente lo había pasado de largo

Mala idea al parecer ahora

Dejó escapar otro gemido y se frotó un poco la frente, percibiendo el espesor de la sangre goteando por esta: al menos de fijo se había abierto la cabeza

-Roca...

Fué lo que alcanzó a murmurar con el calor que sentía pero la oscuridad era infinita, si acaso veteada por lo que parecía ser un muy lejano amanecer que no se movía, enmarcado en una tenue linea rojiza de alba

Trató de arrastrarse pero el sonido de unas cadenas pesadas y la sensacion del metal mordiendo su tobillo fueron la alarma que la hicieron abrir los ojos con horror a pesar de que seguía sin ver nada

Si a Xell la habían devorado... qué le iban a hacer a ella, solo por haber tomado las escrituras de aquel lugar?

Y ni siquiera sentia que tuviese la varita a la mano...

Crujido

Algo se acercaba