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El Secreto de los Centauros


Niko Uzumaki
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Astronomía y Astrología muchas veces se mezclaban. Una era una ciencia mágica en sí misma, la otra se desprendía de las artes adivinatorias. Gatiux, en ese momento, estaba estudiando los cielos y cuerpos celestes tal como él le había enseñado una vez en la Sala de los Planetas en el Ministerio. Compartieron los datos y él resolvió sus sospechas. La pareja compartía la opinión. Pero faltaba un hilo conductor y Orión tenía más dudas que certezas en ese momento. Se giró para comentarlo algo a Gatiux cuando se cruzaron, ella puso los ojos en blanco y él supo casi al instante qué estaba sucediendo.

 

- Aquellos que habrán de revelar la profecía se encontrarán con los humanos. Pero estos tendrán que demostrar que son dignos de ella antes de que salga el sol.

 

Orión entendió todo de una. No era la primera profecía que escuchaba y no hacía falta mucho análisis. Había una prueba qué cumplir y los centauros estaban íntimamente relacionados con eso. Y bueno, con ellos. Ah, pero la cara de incrédulo del mortífago no cambiaba. Entrecerró los ojos, mirándola fijo.

 

- Amor… acaso, ¿eres vide…?

 

- ¡Orión! –gritó el Rouffous. El Mago Oscuro no terminó la frase que levantó la mirada y vio que toda la manada de centauros se acercó al grupo.

 

Algunos hablaban entre ellos. Otras mantenían sus arcos, brillantes, casi preparados para cualquier ataque.

 

- Existe una vieja profecía entre los y las centauros alemanes. Sabemos que necesitamos la parte de los humanos para comprenderla y tal parece que ha llegado el día. Nos impresiona sus conocimientos, tal parece hablamos el mismo idioma. Entre ustedes, la mujer y el viejo sucio están en lo correcto.

 

- Oiga.

 

- Mi nombre es Minrar y soy la líder de esta comunidad. Han demostrado dignidad. Sin embargo, no somos los únicos guardianes de la profecía y dice así:

 

Cuando los seres mágicos se unan frente una amenaza en común. Cuando la aguja gorda comulgue con la delgada y tres campanazos, tres, se escuchen en toda una ciudad. Cuando todos sepan y nadie quiera olvidar.

 

La centaura suspiró.

 

- Berenci fue el centauro que la descubrió por primera vez hace décadas. Compartió la primera parte, pero, al darse cuenta del poder que le confería la profecía total se auto exilio. El resto ya lo imaginas viejo loco –se referían a Orión, que parecía ofendido ya, él, ¿loco? Claro que sí-. El Ermitaño… es él. Y Neptuno rige esta noche.

 

De pronto, el círculo de los centauros se rompió, para formar una leve salida hacia uno de los senderos que se perdían desde el pequeño asentamiento. Minrar se quedó mirando a la lejanía. El sol ya estaba por ponerse.

 

- Él… no se las pondrá fácil. Invoquen el poder de las estrellas. Realicen la llamada de los astros. Canalicen el poder del éter. Que los jóvenes tengan cuidado –se refirió a Niko y a Zoella-. Berenci los usará de señuelos seguramente. Es astuto, pero tengo el presentimiento que entre ustedes dos –señaló a Gatiux y a Candela- podrán engañarlo.

Editado por Orión Yaxley

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- Él… no se las pondrá fácil - Fueron las únicas palabras que quedaron grabadas en la memoria del Tonks. Todo lo que acababa de escuchar sobre un tal Berenci y la profecía desapareció por completo ante esas palabras. Había estado demasiado en peligro ya durante esta travesía y durante la batalla con las Acromántulas. No deseaba seguir tentando a la suerte porque no era gato y estaba seguro que no tenía tantas vidas como aquellos animales. Sin embargo, ya estaba en dicho lugar y no escaparía como un cobarde, bueno tal vez sí pero todavía no había llegado a dicho punto.

 

Para los Centauros al parecer solo Gatiux y Orión eran dignos y el resto morirían pero con honor o eso le dejarían creer al Tonks por lo menos. Niko comenzó a caminar por el sendero que les indicaron las criaturas con un poco de cautela porque si algo había aprendido hasta el momento es que dicho Bosque guardaba muchos secretos y algunos de ellos no deseaba descubrirlos aunque era un poco iluso de su parte creer eso. Tendría que organizar su mochila de nuevo para estar listo en caso de tener un segundo duelo o una batalla a muerte al menos contaba con su varita como siempre.

 

- Espero podamos obtener la otra parte de la profecía - No era gato por lo de las vidas pero "La curiosidad mató al gato" le explicaron en su clase de Estudios Muggles. Bueno, podrían cambiar Niko por gato y sería lo mismo. Era un mago demasiado curioso y con ganas de aumentar sus conocimientos todo el tiempo y ahora que ya tenían la primera parte de la profecía no pensaba irse sin la segunda. Al menos no sin dar una buena batalla y darle a conocer a quién fuera necesario sus conocimientos y los poderes aprendidos con los guerreros del pueblo Uzza.

 

Todavía era de día en Alemania pero el Bosque cada vez se ponía más oscuro. Cada paso que daban para avanzar en busca de la vivienda de dicho centauro, hacía que todo fuera menos claro y que la luz del día se fuera. Es como si fuera magia llena de artes oscuras y encantamientos antiguos que tal vez ninguno de los magos había escuchado en su vida. Nunca antes había sentido una sensación como la que estaba experimentado en ese momento, ni siquiera en el Bosque Prohibido localizado en Hogwarts. Al menos el camino era claro y no tendrían que adivinar nada porque no estaba de ánimo como para resolver un enigma o escoger el camino correcto.

 

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Triviani cayó algunos segundos al escuchar a su madre, abrió los ojos al darse cuenta que por la emoción sus alardes habían salido a flote en vez de colocarse en modo profesora, enseñando lo que podía a los centauros. Rió con nerviosismo y decidió alejarse, al mismo tiempo que todos se interesaban por lo que Orión les pronunciaba, la bruja observó en silencio desde las lejanías, a un costado de la cría de Centauro con la que había intentado hablar minutos atrás.

 

Hablaron de una profecía, y a Zoella un escalofrío le recorrió la espalda, no tenía buenas experiencias con eso de las profecías y aquello le daba muy mala espina, cosa que podría cambiar pero no estaba segura de aquello. Escuchó las palabras del Yaxley, seguidas de todo lo que el centauro mencionó, negó con suavidad y decidió que debía de huir.

 

Se dispuso a irse cuando recordó que toda aventura tenía una recompensa ¿Valía la pena huir como cobarde sin recibir recompensa alguna? Por supuesto que no, regresó en sus pasos y se paró al fondo de todos, retomando el hilo de lo que los centauros le pronunciaban al Mago Oscuro.

 

"Que los jóvenes tengan cuidado, Berenci los usará de señuelos seguramente" La calva supo que hablaban de ella, posiblemente. Aunque cronológicamente era vieja, la bruja mantenía un aspecto jovial y muy poca experiencia con cosas del mundo mágico, por tanto podría considerarse "joven" o mejor dicho inexperta en cuanto a algunas cosas de magia se hablaba. siguió al grupo por el camino que tomaron, aparentemente indicado por el centauro líder, mientras la ojigris se mordía las uñas un tanto nerviosa.

 

¿Ser usada como señuelo? No se imaginaba aquello, pero de pensar en ser usada de tal forma le daba algo de repelús. Caminó en la cola del equipo, meditando nuevamente si debía de huir o no, pero se encontró con la mirada de Candela cortos segundos, estaba segura de que la bruja sabría lo que ella pensaba, a final de cuentas era su madre y ese sentido materno la haría reconocer lo que pensaba, claro si es que la Zíngara tenía algo de maternidad en su interior(?)

 

Negó a ella, afirmando que no se iría y decidió acercar sus pasos hasta posicionarse a su costado - ¿Me darás toda la herencia? Soy la unica que te acompaña siempre, me lo merezco - intentó buscar conversación mientras caminaban, encontrándose con que todo comenzaba a oscurecerse y el camino de bosque comenzaba a transformarse en algo más espeluznante, cervos sonaban y sombras pasaban a sus alrededores.

 

Ni el bosque prohibido era tan tenebroso como con lo que ellos se habían encontrado. Susurros a los costados, y voces a la lejanía. Parecía embrujado el camino, pero realmente quien lo sabría.

Editado por Zoella Triviani

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Parecía que se iba revelar el porqué todo el mundo miraba a Gatiux como si le hubieran salido serpientes en el pelo. Orión fue a decirle algo, pero la frase se quedó suspendida en el aire cuando el centauro que conocía lo interrumpió. Gatiux se quedó preguntándose a sí misma "¿que si soy, qué?" mientras fruncía el ceño, pero por otro lado agradeció la interrupción, pues ésta se llevó el foco y dejaron de mirarla fijamente.

Los centauros se acercaron al grupo, los de más atrás seguían con el arco preparado, solo por si acaso los magos hacían un mal movimiento o algo que ellos consideraran como tal. Gatiux prestó atención, aunque solo fuera por intentar conservar la vida si veía por el rabillo del ojo que aquellos arcos volvían a alzarse, Gatiux sabía que de un movimiento podría salvar a Orión en caso de ser necesario, el resto tendría que apañárselas por sí mismos. Y no es que deseara fervientemente que algo malo le pasara al resto de acompañantes de la expedición, pero ella tenía claras sus prioridades.

Cuando uno de los centauros se refirió al Yaxley como "viejo sucio" a Gatiux se le escapó la risa. Se puso la mano delante de la boca mientras miraba a ninguna parte y se mordía el labio inferior. La pequeña muestra de indignación de Orión sólo lo hizo más gracioso. Le agarró del brazo para acariciarlo en señal de ánimo. Aunque bien era cierto que necesitaba un manguerazo.

El Líder de los Centauros reveló entonces una profecía, o lo que resultó la primera parte de ella. Quien la formuló se había dado cuenta del poder que contenían sus palabras y decidió aislarse para que no encontraran la segunda parte de la profecía. Tenían que buscar a centauro llamado Berenci si querían saber más. Por supuesto no se iban a quedar allí después de haber comenzado la expedición, todo el mundo conservaba sus extremidades por lo que podrían continuar sin problema.

- Muchas gracias, Maese Minrar, por revelarnos la primera parte de la profecía. -dijo Gatiux, inclinando la cabeza en señal de respeto- Que sus pasos le sean siempre propicios.

Agarró de la mano a Orión para comenzar a caminar, ahora que los centauros habían abierto un camino para dejarles pasar no quería darles oportunidad de que se arrepintieran. Quedaba poco tiempo de luz del día, el sol comenzaba a ponerse. Fueron las últimas palabras del Líder de los Centauros las que hicieron que Gatiux se acordara de su pequeño cuaderno de constelaciones, e inconscientemente se llevó una mano a la nuca, allí donde tenía dibujado con puntos y líneas al guerrero, escondido bajo su cabellera violeta.

-¿Qué crees que signifique que invoquemos el poder de las estrellas? -preguntó Gatiux a Orión una vez se hubieron alejado- ¿Tendremos que hacer algún conjuro que nos ayude a que Berenci nos de la segunda parte de la profecía?

El grupo se había quedado algo pensativo mientras emprendían el nuevo camino. La Malfoy supuso que era porque estaban tratando de digerir las palabras que les dieron los centauros, buscando el doble sentido a las palabras o lo que se escondiera detrás de las mismas. Quizás a los más jóvenes no les hubiera gustado que directamente los señalaran como carnaza, pero no tenía por qué ser así, el futuro tenía múltiples variables.

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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>. Candela dibujó una media sonrisa en su rostro tras escuchar a la Malfoy, antes de darse cuenta de la indecisión dibujada en el de su hija. Su mirada no revelaba absolutamente nada, ni siquiera la observaba con recelo, amenaza o indiferencia, pero tenía la certeza de que se había encontrado a una pequeña Triviani próxima a escabullirse de la excursión. No la culpaba, desde luego, tal vez era lo más sabio de hacer y que, además, lo haría ella también si no fuese porque presentía que pasaría algo aún más grande que su propio apellido; porque sí, su apellido era "grande".

 

Mientras caminaba casi a la par de los más "jóvenes", la gitana repetía en su mente lo que acababa de escuchar de Minrar y lo del Centauro al que tenían que buscar. No tenía ni idea de lo que quiso decir con absolutamente nada y esperaba que el tal Bernaci, Benancio, o como sea que se llame, les esclareciera mucho más el panorama. No notó el momento en el que Zoella se le había acercado tanto hasta que la escuchó hablar, y no pudo mas que reír ante su comentario. Tardó unos segundos en responderle, imaginándose lo que podría decirle Jeremy de haber estado presente en esa charla.

 

- Deberías conformarte, por ahora, con lo que te doy todos los meses. Aunque -se apresuró a agregar, pues sabía bien que ella protestaría- es verdad que este último tiempo no les he dado nada. Pero debes tener en cuenta de que he estado poco y nada por aquí. -se encogió de hombros, hacía varias semanas que estaba fuera y por sus asuntos se le complicaba un poco la vida "diaria"- Pero también es cierto, -la miró con cierta inquietud- que no me acompañas por puro amor de hija. A veces tengo la sospecha de que lo haces, y no solamente tú, por ganas de verme palmar para poder reclamar la herencia. -se rió al instante- Lo cual no es un pecado, yo hubiese hecho lo mismo con mi madre de no ser porque ella desapareció antes de que yo pudiese hacer nada al respecto. Quiero suponer que, en el fondo, sabía que algún día pasaría. -ladeó la cabeza hacia ella y le sonrió.

 

A unos pasos estaba Niko, él permanecía un poco más callado y la Triviani pensaba que era porque estaba determinando si dejarse matar por los centauros o suicidarse allí mismo; es que ya se había hecho la idea del Tonks como una persona miedosa y, lo que es peor, quejica. Sin embargo, tenía que reconocer que había actuado muy bien frente a las acromantulas. Pero claro, ese reconocimiento sería sólo interno, no se lo haría saber ni aunque estuviese en su lecho de muerte.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Gatiux puso atención en la conversación de Candela con Zoella, después de todo se encontraban bastante cerca, tan solo a unos pasos de distancia. La curiosidad y el oído fino eran parte de los gatos. También quería distraerse un poco de las palabras de los centauros, cuyas palabras seguían dando vueltas en su cabeza, y si seguía así acabaría mareada y echando el desayuno.

Ambas mujeres hablaban de dinero, Zoella por lo visto le pedía más de lo que llegaba a sus manos. Gatiux rió internamente al recordar la de veces que ella y sus hermanos habían pedido a Crazy Malfoy que les dieran los galeones correspondientes y cómo éste les había mirado como si hablaran swahili y no inglés. El mago cambiaba de tema repentinamente o incluso salía de la habitación dando por zanjada cualquier intento de pedir dinero. Al final lo habían tenido que dejar por imposible, no verían ni un galeón de aquellas ricas arcas. Tal vez solo se enriqueciera el ojito derecho de Crazy, su hermana Mackenzie, el resto tendría que ganarse su dinero con el trabajo Ministerial o de otras formas menos lícitas.

A Gatiux nunca le había faltado de nada, si bien era cierto que ella había aprendido a saquear bolsillos ajenos desde muy pequeña, podría robarte una pulsera o un reloj que llevasen en la muñeca sin que el dueño se diera cuenta, con la destreza de un maestro ladrón. Más tarde cambiaba las piedrecitas de colores que menos le gustaban por dinero en metálico, otras joyas formaban parte de su colección si no las mandaba a refundir y hacer piezas nuevas. Si algo no estaba atornillado, estaba listo para que ella se lo llevara.

Mientras caminaban, Gatiux se fijó en un árbol. Creía haber visto unos ojos mirándola y cómo el cuerpo de la criatura desaparecía por completo. ¿Era un demiguise acechándolos? El hábitat de esa criatura se encontraba en el Lejano Oriente, aunque cosas más raras se habían encontrado a lo largo de su vida. El hábitat de las criaturas a veces cambiaban, buscaban lugares tranquilos y poco masificados, no sería la primera vez que encontraban algo en un sitio improbable. Y aquella Selva estaba cargada de magia, cualquier cosa podría suceder.

El fino oído de Gatiux también detectó un aleteo en la lejanía, sonaba a criatura que pesaba bastante además. Se preguntó si debería alertar a los demás, tal vez les inquietaría para nada, manteniéndoles en tensión sobre algo que no iba a suceder. Tal vez la criatura voladora no les estaba siguiendo a ellos, sólo siguiendo su camino de un lugar a otro, como otras tantas veces habría sucedido. Alarmar a los demás sin razón no merecía la pena.

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Triviani cruzó los brazos, en aparente disgusto con lo que su madre le pronunciaba. Para Zoella, el obtener la herencia era obtener un nombre, un lugar más poderoso dentro de la comunidad mágica, era bien sabido que el apellido Italiano era uno de los más grandes en la comunidad Europea desde que sus patriarcas ampliaron horizontes. La cosa estaba, que entre los hijos de Candela estaba esa lucha por ser el favorito de su madre, el predecesor del apellido en toda regla.

 

Más que disgustarse por la falta de dinero, solo agravó sus ganas de querer ganar el poder - No quiero dinero, ya lo sabes - contestó, buscando que con eso le restara importancia a la cosa, posiblemente subiendo dos escalafones más - Consigo mi propia fortuna sola, poseer tu sangre ya me hace saber donde sacar buen dinero - agregó, elogiando a la castaña.

 

La calva sonrió, la inteligencia de su madre siempre era sorprendente, aun cuando tuviera más de una tuerca floja y uno que otro cable pelao' en el cerebro, lograba conectar los hilos de todo a su alrededor. Negó suavemente con la cabeza, y decidió no tocar más del tema por ahora, no frente a todo el grupo al menos.

 

Ya se encontraban bastante adentrados esa zona del bosque, donde los ruidos eran diferentes y las criaturas podían camuflarse con la oscuridad, el viento helado soplaba, intentando hacerlos tiritar de frío, o posiblemente buscando congelar los cuerpos de cada uno al caminar. La vampira reconocía más presencias a su alrededor, sabía que muchas criaturas y otras maldiciones les rodeaban, al menos eso le decía sus sentidos y conocimientos.

 

Los arboles comenzaron a aparecer más regados en el camino, con más distancia unos de otros, quizás esa podía ser una señal de algo, quizás no. La paranoia de la pálida mujer le provocaba pensar que cada cosa que sus ojos observaban era signo de alarma, saber que sería la carnada no le agradaba del todo, y posiblemente su subconsciente busque excusas para mantenerla distanciada de la idea de ser objeto de alguien o algo.

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Candela y Zoella al parecer habían decidido hablar sobre asuntos familiares que a decir verdad a nadie más que a ellas dos le interesaban. Niko empezaba a aburrirse de escucharlas pero no podría hacer mucho por el momento. No recordaba haber tenido ese tipo de charlas con su padre y no había tenido que rogarle que lo hiciera patriarca. De hecho ser patriarca de la Tonks nunca había estado en su planes pero sucedió en el momento menos esperado. Solo notaba que al parecer todos los árboles en su mente ahora eran iguales pero sabía que pronto llegarían al lugar en donde se encontraba con quién debían hablar. Esta vez no demostraría el miedo y haría uso de su varita de ser necesario tantas veces como como pudiera.

 

- Creo que hemos llegado - Se detuvo un momento para anunciarle a sus compañeros lo que sabía. Su vista era demasiado buena y podía ver que estaban por llegar a la Cueva - Preparen su varitas por favor - No sabía si los esperaba algo con ganas de matarlos o si serían bien recibidos así que lo mejor sería estar preparado y no darle ninguna oportunidad a nadie de acabar con sus vidas. Tantos magos ingleses no podían morir en terrenos alemanes o probablemente una nueva guerra ocurriría en el mundo mágico, en especial si moría el canciller del Reino Unido.

 

El Bosque se había encargado de mostrarles que estaban cerca al notar una presencia de criaturas y como si alguien los estuviera siguiendo y espiando. El rubio comenzó a caminar de nuevo esperando que el Centauro estuviera de buen humor y no tuvieran que hacer demasiadas cosas para obtener lo que querían. Tenía claro que debían completar la profecía para comprender lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, seguía sin entender lo de las estrellas que les habían mencionado previamente.

 

- No recuerdo muchas - De nuevo nadie podría ingresar a su mente como buen mago capaz de hacer Oclumancia y no podrían escucharlo. Había tomado en algún momento de su vida una clase sobre estrellas pero al parecer no había podido aprender lo suficiente. Bueno, en realidad no le había parecido lo suficientemente importante como para memorizarla. Le gustaba el conocimiento pero solo si era útil para su vida y eso no entraba en dicha categoría - Momento - Pensó, en ese momento lo sería y se arrepentiría por el resto de su vida. Si es que al menos lograba convertirse en fantasma al morir que ni eso era seguro.

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