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Adivinación ~ Agosto 2021.


Anne Gaunt M.
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No estaba segura de cómo habían transcurrido las cosas para que, de repente, se viera caminando por aquellos pasillos empedrados en dirección a un aula. Al fin y al cabo, había aterrizado en Londres el día de antes. ¿Cómo se habían enterado tan pronto de que ya volvía tras aquellos meses de viajes e investigaciones? En cualquier caso, ya no había vuelta atrás: tenía que ir a trabajar antes de pasar ni siquiera por su castillo para saludar a sus familiares. 

Caminaba con la espalda ligeramente encorvada y con ambas manos introducidas en los bolsillos laterales de su pantalón vaquero, ligeramente descolorido y ceñido. Ya estaba llegando al aula cuando, de repente, se le ocurrió un método muy efectivo de aprendizaje. Se quedó quieta durante un instante mientras la idea se formaba con más claridad en su alocado cerebro y, sin previo aviso, soltó una risita entre dientes: sí, era el plan perfecto para una clase de adivinación. 

Con ánimo renovado, retomó su caminar  y entró en el aula, que le pareció absolutamente desangelada a primera vista. Tenía unos amplios ventanales sin ningún tipo de cortinas o persianas, las paredes apenas tenían un par de cuadros dispersos de pequeño tamaño y, en el centro, había unos cuantos pupitres frente a un escritorio algo más grande, que sería su propia mesa. ¿Qué clase de aula de adivinación era aquella? Justo entonces, alzó la vista y observó el número de la puerta: se había equivocado de aula. 

Maldiciendo su suerte, la licántropo salió dando un fuerte portazo y se dirigió hasta la clase correcta, con la paciencia un poco más agotada que al principio. Aquel era el primer síntoma de que la jornada sería muy complicada. 

Entró a la nueva clase dando un portazo igual de fuerte y pronto se encontró ante un entorno mucho más acondicionado para la situación: había pupitres y un escritorio también, pero todo quedaba a un lado mientras que el resto de la clase tenía cojines en el suelo con mesas bajitas dispersas. Había unos amplios cortinajes en las paredes que creaban un ambiente más intimo y las paredes estaban decoradas con diversos cuadros y pósteres que hablaban sobre la adivinación. Definitivamente, aquel entorno era mucho más propicio para la clase. "Lástima que no nos quedaremos aquí", pensó ella entonces, divertida ante aquella idea. 

Se sentó en el borde del escritorio destinado para los profesores y se cruzó de brazos tras revolverse el corto pelo azul eléctrico: solo quedaba que llegaran los alumnos. 

 

 

 

@ Matt Blackner @ Darla Potter Black  @Hessenordwood Crouch @ Monica Malfoy Haughton

Editado por Anne Gaunt M.

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Normalmente era yo quien se presentaba a primera hora en las clases, se sentaba sobre el escritorio, en las gradas junto al lago, con un granizado de limón o un café (dependiendo de la época del año) y esperaba que los alumnos llegaran para dar clase.

 

En su lugar, esta vez era yo quien había recibido la carta aceptando mi inscripción a la clase, indicando la hora y el lugar de comienzo. Aun asi, me levanté temprano, echando un vistazo a que mi hija estuviera bien, qeu todo estuviera tranquilo en casa, antes de aparecerme en la entrada de la Potter Black.

 

Caminaba por los pasillos, observando las diferentes aulas, buscando aquella en la que, según la carta, se desarrollaría la clase. Los pasos de las deportivas negras resonaban por los pasillos vacíos. A lo mejor si que llegaba más pronto de lo qeu debería. Escuché un portazo al fondo de uno de los pasillos, lo cual me hizo alzar una ceja, sobre todo porque provenía de la misma dirección que llevaba. No tardé demasiado en alcanzar la puerta de la clase. Di tres golpes antes de entrar, a modo de llamada. Un instante después, abrí la puerta y asomé la cabeza, mirando alrededor. 

 

La clase contenía algunas mesas y sillas, pero sobre todo, estaba repleta de cojines. Algo en ella me resultó cargante, como si el ambiente, en cierta penumbra, con cortinas, que le daban un aire íntimo...Supongo que era lo normal cuando aprendias adivinación, que aquel ambiente lo facilitaría o algo asi, pero...me agobió un poco.

- Hola @ Anne Gaunt M.  . Creo qeu voy a ser tu alumno en esta clase. - saludé, levantando una mano a modo de saludo, mientras daba un paso adelante y pasaba al interior de la clase.

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La pelirroja había pensado algunos meses atrás tomarse el tiempo para cursar aquella clase, pero finalmente se había arrepentido ¿falta de tiempo? ¿Falta de interés? No lo sabría decir con claridad. Ella siempre había despotricado contra aquellos conocimientos, considerándolos fuera de su interés, pero debía reconocer que en los últimos meses tantas cosas habían ocurrido que la habían cambiado y ya no era la Darla que había sido hasta un año antes.

Se miró al espejo, sus cabellos rojos recogidos en una delicada trenza, una camisa blanca sobre la cual llevaba un chaleco de lana, unos jeans estilo cargo con corte chupino. Buscaba en ese reflejo a la bruja que había sido, pero solo encontraba la que era ahora. Sí, a los ojos de los demás podía no haber un cambio significativo, o eso creía, pero ella se daba cuenta que estaba en lo correcto, había cambiado. Jamás se hubiera interesado en la adivinación si el Crouch no le hubiera llevado aquel objeto que Southiel le había legado y que por ahora mantenía oculto entre sus pertenencias protegido con más hechizos de los que había utilizado jamás.

Su viaje a Castelobruxo  resultó más relajante de lo que esperaba y por eso se sentía agradecida mientras recorría los pasillos hacia el aula que le habían indicado. Al ingresar se vio impactada por el ambiente, una mezcla de carga de esencias y colores que en un principio la marearon, luego la alegraron, aún a pesar de su leve deje de oscuridad. Para ser vampiro eso era contradictorio, pues la bruja prefería una y mil veces la luz y más si era del sol, por eso aprovechaba al máximo la dote recibida por su sangre y por objetos mágicos que le permitían ser una caminante diurna. Pero no era el lugar lo que más la había sorprendido.

—Matt, Anne, que sorpresa —miró a su primo y a su antigua mentora y madrina —que alegría encontrarlos a ambos aquí, esperaba una clase muy llena de tonos lúgubres y brillos con un espíritu de Trelawney y me encuentro con familia y amigos, eso es un buen inicio para mí al menos —la verdad es que se sentía desbordar de alegría por ver a Anne, había preguntado por ella a Jeremy mientras jugaban y él apenas le había dado algunas vagas respuestas, por eso estaba feliz.  En verdad era para ella un ancla a su antigua realidad.

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Exhaló profundamente antes de animarse entrar al salon. Dejando ir un poco de todo ese nerviosismo del que no está acostumbrado desde hace tiempo. La adivinación, así como otras artes del ocultismo, han sido durante mucho tiempo materias que despertaron un fuerte interés en el brujo desde su vida temprana. No obstante, no había tenido el tiempo de explorarlas entonces como le hubiera gustado hacerlo, entre los estudios mágicos enfocados a otro tipo de artes de la magia (sugerencias de su padre) y los estudios no mágicos en escuelas nomaj (consejo de su madre) su vida de estudiante se convirtió en un organismo práctico que había programado y calculado cada aspecto de su vida durante los siguientes veinte a veinticinco años de carrera profesional.

Luego de mucho tiempo, y ahora que está más que lejos de todo eso, viene aquí más bien cómo un aficionado dispuesto a poner de su parte para llevar este conocimiento más allá de lo que pudiera ser capaz. Es emocionante cómo no lo es algo desde hace mucho tiempo y, de algún modo, aun si no portarse este concepto místico y esotérico de la adivinación, estaría encantado de estar aquí.

La puerta del aula finalmente asignada para esta clase ha estado semi abierta todo este tiempo que él ha permanecido de pie frente a ella, deja que se escapen algunas pocas conversaciones desde el interior, no será una clase personalizada, pero no era del todo malo tampoco. Así que se acomodó las ropas que hoy lleva, que no es algo más diferente del traje formal de tres piezas de oscuros colores y corbata que frecuenta para cualquier reunión comercial. No es que no tenga más opciones en su armario pero de todas formas ¿había un índice de etiqueta para la adivinación? Supone que si lo ha de averiguar, será el día de hoy. Aferrando el maletín bajo el brazo termina por entrar al salón. Le gusta lo que ve luego de eso.

Buen día-, saluda con el ánimo cordial de siempre al pequeño grupo que ya se ha formado. —¿No estoy interrumpiendo? ¿no me he perdido de nada? ¿cierto? Es que... no quisiera-, se detuvo un momento para echar una fugaz inspección al lugar. —Ah, con su permiso, voy a entrar-, después del saludo se integró al interior del espacio. —Hessenordwood Crouch-, se presentó por formalidad. —Pero eso tal vez ya lo sabía-, no es tan torpe al hablar como quizá sí lo parece al moverse en ese lugar, como si temiese ensuciarlo con sus zapatos. —O quizás no. Y qué bueno verla otra vez, señora Gaunt.

Ahí dentro ya se encuentran; la estimada Darla Potter, inesperado, pero agradable. Está también un muchacho que si bien no le conoce en persona quizá si reconoce su rostro, actualmente su nombre encabeza una que otra portada en el peridico mágico. También, y por supuesto, está Anne Gaunt, anteriormente ha tomado clase con ella y, si es como otras veces, de aquí solo saldrá con mucho más interés de con el que llegó, la bruja sabía como engancharte en la materia. Entonces, no puede salir nada malo de esta peculiar combinación de brujos, ¿o si?

Hola, si no me conociera diría que la vengo siguiendo desde la Potter Black, Darla-, se burló. —¿Está bien si me quedo aquí, cerca de usted? No tengo mucha práctica en esto.
 

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El calor y la humedad, incluso estando ya dentro del edificio, le anunciaron que estaba en un lugar más que conocido aún con la magia que lo acondicionaba. Mónica se encontraba ya en el interior del colegio mágico, recorriendo un largo pasillo repleto de puertas a uno y otro lado y cuya vieja madera delataba la antigüedad del recinto del que formaban parte. Se detuvo al llegar frente a una de las puertas y llevó su mano hasta el picaporte, pero justo antes de tocarlo su mente la transportó hasta un recuerdo que, aunque distante, provocó que la apartara y toda la piel de su cuerpo se erizase.

Tomó una buena bocana de aire y empujó la puerta, ya abierta, esta vez sin tocar el metal del pomo y notando la tibieza de la madera áspera bajo su mano. El interior del aula le devolvió un ambiente también cálido, algo sobrecargado y de aspecto cómodo para cualquiera... No es que a ella le encantara sentarse en un pupitre, pero la idea de los cojines en el suelo tampoco se le antojaban precisamente cómoda. Carraspeó y tras analizar el lugar atenta pero rápidamente, observó al grupo que ya se había formado dentro.

- ¿Se puede? - vociferó, apartándose el pelo cobrizo de la cara-. ¿Es esta la clase de adivinación, verdad?

No había esperado a la respuesta de nadie cuando ya cruzaba la habitación. Atada a la muñeca izquierda tenía una pequeña bolsa de piel diseñada por ella misma en la que había utilizado un hechizo extensible para que, a pesar de su tamaño, sus objetos personales pudieran caber en dentro. La varita sobresalía del bolsillo delantero del pantalón, de color verde cacería y se volvía a esconder debajo de la blusa blanca totalmente abotonada que vestía. Mientras caminaba se había remangado los puños hasta el codo dejando la piel de los brazos al descubierto, posiblemente de forma totalmente consciente. Para sorpresa quizás de algunos, ambos estaban totalmente intactos.

- Lamento la tardanza, espero no haberme perdido nada – se quedó algo rezagada a resto e hizo un leve gesto con la cabeza en forma de saludo hacia Anne. 

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  • 2 semanas más tarde...

Darla se puso levemente tensa, podía sentir una cierta esencia, pero no podía definirla, le pasaba con pocas personas, por no decir con casi ninguna. En el último tiempo le había ocurrido con una única persona, pero no creía que fuera posible. La puerta se abrió del todo unos instantes después y un saludo cordial se dejó escuchar, haciendo que la pelirroja se sorprendiera.

—Buenos días —se quedó observando al mago que ingresaba, le había hecho una cierta gracia su forma de presentarse y ver al corpulento hombre de traje, abrazando su portafolio y atravesando el gitanesco lugar le recordaba a un gigante ingresando a una juguetería o a un papá intentando esquivar los juguetes del cuarto de su pequeño, sonrió, era una imagen entre cálida y divertida.

El Crouch saludaba a Anne, parecía que casi todos se conocían en esa clase y ante su saludo la sonrisa de Darla se amplió con un leve deje de picardía y tal vez, solo tal vez, un toque de maldad.

—Mi querido Señor Crouch, le conozco pero no tanto como para creer que no me viene siguiendo desde la Potter Black a la Moody y ahora aquí ¿qué será lo próximo? ¿le interesa la animagia?  —Darla dedicó un guiño al mago antes de agregar —será un placer compartir con usted la clase, sí, quédese a mi lado por favor, somos dos —agregó en tono más íntimo, pero no pudo decir mucho más porque  volvió su atención hacia la puerta una vez más.

—Buenos días, Mónica, llegas a tiempo —susurró con un leve estremecimiento por toda su espalda, la última vez que había visto a la Malfoy compartían ideales, ella no había pedido cambiar una vez más su camino, el camino se había abierto de una forma inesperada, como cuando un terremoto quiebra la tierra y se abre un abismo a los pies de un mundo que antes conformaba un solo terreno y ahora eran dos espacios separados, con  una infinidad de detalles que los diferenciaban y un tiempo tan lejano que había quedado en el pasado todo recuerdo de lo que habían podido llegar a ser, a pesar de haber trabajado codo a codo.

Darla se permitió respirar, o fingir que lo hacía, cuando se dio cuenta que tenía todo el aspecto de estar conteniendo el aire y se volvió hacia Anne, esperando que les indicara el siguiente paso.

 

@ Anne Gaunt M.  @ Matt Blackner  @ Hessenordwood Crouch  @ Monica Malfoy Haughton

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Hay una pausa larga después de la última persona en unirse al grupo, supone entonces que serán todos, no puede imaginarse, como si fuera algo del todo imposible, a algún impuntual que tenga el atrevimiento de querer integrarse al curso a media sesión. 

Saluda detrás de Darla, con una venia casi informal y en el siguiente instante los ojos del brujo pasean nuevamente por el salón, apreciando la decoración con interés antes de nuevamente caer sobre la Potter Black. Se pregunta si toda esta ambientación un poco descabellada ayuda a conseguir mejores resultados dentro de esta magia, y es que de pronto resulta un poco raro imaginarse a sí mismo sentado con las piernas cruzadas frente a un juego de té usado tratando de predecir algo más allá que un mal presagio. No es menos interesante por supuesto, ni nada que el yoga no le hubiera aportado antes.

Pero, por lo que sabe, el lugar, la energía de las personas y en general en entorno donde se encontraban siempre podrían resultar ser factores que podían influir en una Buena predicción o no. Así como también había más elementos que estaban fuera del alcance de los practicantes de estas magias. Es tal vez por esto que no eran tan precisas. No era una ciencia, si no un arte. Y estaba siendo muy técnico al respecto, pero en experiencia propia solo hay unas cuantas colecciones sobre magia ocultista en los estantes de su biblioteca, nada lo ha acercado a la adivinación más allá de los textos de aquellos libros.

El demonio arrugó apenas el puente de la nariz tarareando una respuesta negativa a Darla. Aprender la animagia para nada estaba en su lista de deberes, ni mucho menos placeres, no por ahora. 

Me temo que no, querida, pero seguro que me tendrá pronto en su oficina, allá en el ministerio de magia-, sonrió divertido. Le habla suavemente, no ha pasado desapercibido su comportamiento tras la llegada de la última persona en unirse, pero tampoco es que busca entrometerse en ello. —No, Darla, no es una amenaza, todavía. Pero tengo algunas dudas sobre los sistemas de seguridad para propiedades privadas. Necesito algo de apoyo legal al respecto-, el sonido de algo rodando por el suelo terminó por estropear su conversación. 

De algún lado, sin saber quién, cómo, cuándo o dónde, una esfera de cristal rodó por el piso hasta toparse con uno de sus pies. Hessen se agachó para tomarla y la levantó a la altura de su vista. El ojo claro que asomó por el cristal se distorsionó, buscaba encontrar el reflejo de Darla por el otro lado, pero por la forma del objeto era difícil. 

Pues venga a ver-, extendió el brazo para que Darla tomara el objeto mágico. —¿De dónde es que ha venido esto?-, preguntó observando a su alrededor. Quizá se está comportando con inquietud, pero igualmente Anne parece tomarse el tiempo para comenzar la clase. Tal vez ¿espera que ellos hagan algo primero?

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La voz de Hessenordwood le sonó como lejana a pensar de estar a su lado, Darla lo observó, con su nariz apenas arrugada y  sonrió con un dejo de desilusión ante su negativa aunque asintió con la cabeza expresando su comprensión a las palabras del mago. Se sorprendió  ante lo siguiente que le adelantó.

—¿A mi oficina? —una vez más la sorprende con el tono de su voz tanto como con lo que dice —no lo tomé como amenaza —responde la Potter Black con una leve sonrisa bajando su mirada, como si fuera a sonrojarse, pero imposible en ella, aunque no le vaya a reconocer que lo que dijo la tomó por sorpresa y asiente mientras él le explicaba los motivos y vuelve a verle a los ojos.

Antes de que pueda decirle que lo espera para ayudarle, un sonido ha atraído la mirada de ambos, aunque es el Crouch quien primero reacciona, levanta la esfera de cristal y la observa a trasluz. Darla lo observa con curiosidad, pareciera que hubiera rodado desde algún oscuro rincón, no la ha escuchado caer y no puede vislumbrar más que una suave niebla plateada en su interior.

Levanta la vista a la altura de los ojos del mago cuando la invita a observar y a la vez que extiende su mano para recibir la esfera en ella da un paso adelante. La toma en su diestra en el momento que Hessenordwood se pregunta de dónde ha venido, la mirada castaña de Darla se fija en el interior de la esfera, buscando ver qué es lo que él ha observado y en ese preciso momento un escalofrío recorre toda su espalda.

 

«Te esperaré en Cornualles, en Castle Beach, partiremos con la marea alta, no lo olvides»

El hombre habla con seriedad, observa desde su caballo a la joven rubia con ropas de campesina, envuelta en u n chal tejido a mano. Ella asiente y echa el chal sobre sus cabellos antes de alejarse a la carrera.

«¿Crees que lo logre?» pregunta un hombre algo mayor que se ha acercado haciendo corcovar un poco a su caballo.

«Nos va la vida a todos en ello» responde el primero y gira su caballo alejándose en sentido contrario al que se ha ido la joven, acercándose al mar. El otro le imita, siguiéndole atrás mientras murmura con voz triste.

«Nosotros partimos, es su pellejo el que se juega» como única respuesta obtiene el silencio.

 

Darla parpadea, desorientada, sus ojos buscan de nuevo la escena que ha visto en la esfera y vuelve su mirada hacia el Crouch, con genuina expresión de curiosidad.

—¿Qué ha sido eso?  ¿Es lo que habías visto? —pregunta al mago, llevando su zurda a la nuca, le duele la cabeza como si le presionaran con una prensa, es molesto en verdad y no sabe por qué de repente le duele aquello, a su mente vienen los ojos azules de la bruja rubia. ¿Cómo sabe que es bruja? Se pregunta Darla sin entender muy bien qué es lo que ha visto en la esfera de cristal.

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Me quedé de pie, de brazos cruzados, apoyado contra la pared mientras esperábamos que se presentara algún otro estudiante. Esperaba que al menos fueran conocidos, porque normalmente no me gustaban demasiado los extraños y últimamente había tenido roces con los que me había cruzado. 

 

La primera en cruzar la puerta fue @ Darla Potter Black  y aquello me animó. Últimamente nos veíamos mucho más que en los años anteriores, pero...que demonios, la familia siempre era bueno tenerla cerca, asi qeu verla alli me animó un poco...al menos no serían todos desconocidos. Con una media sonrisa levanté la mano para saludar, cuando @ Hessenordwood Crouch  cruzó el umbral. Alcé la ceja, últimamente lo veía siempre de fondo, charlando en alguna sala mientras recorría algún pasillo, o en una fiesta, pero me daba la sensación de que siempre estaba ahí, sobre todo, cuando Darla también andaba cerca.

- Matt Blackner - saludé. 

 

La última en llegar fue @ Monica Malfoy Haughton  algo apurada porque creía llegar tarde. Negué ligeramente con la cabeza, intentando animarla.

- No te preocupes, llegas justo a tiempo - le dije. @ Anne Gaunt M.  permanecía en silencio, tal vez porque esperaba que estuviéramos todos, o tal vez porque tramaba que hacer con nosotros.

 

Había perdido de vista a Darla y al señor Crouch, pero cuando los volví a ubicar, me di cuenta de que observaban una bola de cristal, sobre todo la pelirroja, con una mezcla de curiosidad y...cierta fascinación?

- Eh, que habéis visto? - pregunté, acercándome. No creía en ver el futuro, pero a veces, la curiosidad puede más

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La primera voz en recibirla había sido reconocida inmediatamente por Mónica que si algo tenía era buena memoria. Había pasado tiempo con la bruja, de cabellos curiosamente parecidos a los suyos, a lo largo de su época como miembro de la marca tenebrosa. La Malfoy había formado parte de las filas oscuras más de la mitad de su vida por lo que había visto a muchas personas entrar y salir de ellas, más aun formaba parte de la esfera más alta de las mismas.

- Gracias, me alegro de verte, Darla – respondió finalmente. Le dedicó algo que emulaba ser una sonrisa amable, aunque parecía estar algo desentrenada-. No esperaba encontrarte aquí – a continuación, le hizo un gesto de agradecimiento al otro mago, Matt se llamaba, pues lo recordaba de alguna otra ocasión.

Había estado demasiado tiempo fuera como para saber exactamente las andanzas de todos y cada uno de los que habían sido compañeros suyos y tampoco era que le interesara demasiado. En sus ultimas investigaciones, al margen de la marca, había descubierto cosas que había decidido ocultarle al bando por el bien común y eso había sido finalmente lo que había provocado que se tomara un tiempo sabático que le permitiera estar alejada del grupo.

Un golpe seco la sacó de sus pensamientos y la hizo retroceder varios pasos para ver de que se trataba. El objeto no llegó a donde ella se encontraba, si no que detuvo su camino al chocar contra uno de los pies del interlocutor de su ex-compañera al que Mónica no estaba muy segura de conocer -xD- y que preguntó de donde había salido aquella bola de cristal.

- Estaría mal colocada en alguna de las mesas y se habrá caído – respondió de forma incrédula en voz alta a pesar de que la pregunta no había sido a ella.

A continuación ocurrió algo que Mónica no hubiera sabido explicar muy bien; Darla pareció salir, o más bien entrar en su propia mente, y perder la noción de la realidad que el grupo estaba viviendo. Fueron unos segundos nada más y poco después, Matt preguntó si habían visto algo ¿Ver? La bruja levantó la ceja con gesto critico.

Si estaba allí era única y exclusivamente porque durante su aprendizaje de runas mágicas había tenido cierto contacto con el conocimiento y le había despertado cierta curiosidad ante unos sueños repetitivos que la martirizaban continuamente. Muchos años atrás una vieja le había dicho que sentía ciertos dones en ella y que debía descifrarlos, pero lo cierto era que nunca le había hecho mucho caso de aquellas palabras. Ahora, después de tanto tiempo, allí se encontraba.

- ¿Cómo que si han visto algo? - le preguntó a Matt, mirando de hito en hito a los dos que más cerca tenían el objeto mágico.

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