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Caridad


Ellie Moody
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Como se los advirtió anteriormente, se mantiene al margen. Ella sabe muy bien que en esa situación no hay mucho que pueda hacer para ayudarles, además de asegurarse de velar por su seguridad. Además... sabe que los temores del pasado la invaden y muy probablemente estén nublando su juicio. Ha pasado casi una década, desde su primera misión de la Orden Oscura. Madeleine lo recuerda muy claramente. Recuerda viajar en el carromato lleno de provisiones para los habitantes del pueblo llamado Rus-de-Kiev, territorio resguardado por otro miembro de la Orden Oscura. ¿Cuál era su nombre...? «Darius. Se llamaba Darius». Él también era un hombre de ciencia, y cuando tuvo la oportunidad de practicar algo tan corrupto como la nigromancia en su esposa y su hija, no desaprovechó la oportunidad. ¿De verdad las extrañaba o sólo quería saber si su experimento funcionaría? Tenía que ser lo segundo, pues ¿por qué otra razón las habría mantenido tanto tiempo en aquel estado tan deplorable, como cadáveres reanimados que apenas podían levantar el rostro del suelo?

Y luego, apenas hace dos años, sucedió lo de Violeta. Esta vez era una mujer de ciencia, Marie Tenenbaum, quien decidió que podía jugar con las vidas de las personas al convertirlas en algo muy similar a obscurials, y convertirlas en auténticas armas vivientes para ofrecerlas al mejor postor... o para eliminarlas inmediatamente, apenas dejara de ser capaz de controlarlas.

Es por eso que no le gustó la misión que Ellie le asignó. Muy cruelmente, la convenció hablándole de los esfuerzos de Ludwig Malfoy, Luna Gryffindor y muchos otros miembros de la Orden del Fénix que tenían meses involucrados en el asunto de la pandemia que afectaba a la comunidad muggle, y que estaban buscando una cura definitiva. Madeleine intentó convencer a su prima de que no mejor viniese ella, pero como de costumbre, Ellie era una cobarde que prefería arriesgar el pellejo de los demás a actuar por sus propios medios...

—Adelante —la voz de Aldrich la sobresalta.

Al levantar la mirada, observa que el doctor deja entrar a alguien más, a pesar de que no fue introducido debidamente. Madeleine piensa que es demasiada confianza, pues ni siquiera ella se da cuenta de que él es miembro de la Orden del Fénix hasta que recuerda los registros que revisó antes de salir de su torre. Kenzo Ito, aunque en su mente simplemente lo llamó «el nuevo». No había mucha información acerca de sus antecedentes o su ocupación actual, lo cual la puso un tanto alerta, pero al final decidió que ella no podía decidir en quién la Orden debía confiar. Eso era problema de Mica Gryffindor, Ludwig Malfoy y de la propia Ellie. 

Sin embargo, cuando lo observa unirse a la faena sin hacer muchas preguntas, se dice que está siendo más útil que ella misma.

—Sí, así es —responde Aldrich a la pregunta de Agnes, con una pequeña sonrisa—. Creo que debería explicar un poco más de mi forma de trabajar. O de mi mismo...

»Sé que actualmente está mejor visto que la medimagia se combine con las ciencias no mágicas. Y no me malinterpreten, yo respeto la medicina muggle, pero tiene sus limitaciones y es por eso que estamos acá, ¿no es así? Mi educación fue mucho más tradicional y aunque no siempre me limito a las técnicas mágicas, en este caso decidí que era el mejor enfoque. Estoy seguro de que deben haber muchas formas de solucionar el problema del virus de raíz, pero les explicaré cómo lo hice.

»Las enfermedades, ¿no son como maldiciones? Si simplemente eliminara el virus, ¿qué habría sucedido con los problemas que surgieron a partir de este en un principio? Esos problemas eran más graves que el virus por sí mismo. Así que tenía que pensar más allá. No debía simplemente romper la maldición, sino revertirla. ¿Y qué criatura mágica, que estoy seguro de que ustedes conocen muy bien, tiene esta capacidad de regeneración incluso desde las cenizas...?

Madeleine frunce el ceño, confundida, pero diciéndose a sí misma que puede entender esos términos. No por sus propios méritos, sino porque es casi como si estuviese escuchando a Ellie hablar. Y también... También es como si estuviese frente a Baleyr, en su sombría mazmorra, hablando de regeneración.

—¿Son ésas lágrimas de fénix? —replica Madeleine, frunciendo el ceño— ¿Vinimos acá por unas lágrimas de fénix?

—Principalmente, sí. Tuve que hacer ajustes y algunas mezclas, no tengo problema en entregarles la fórmula...

Entonces, el nuevo parece haber encontrado algo. Aldrich lo observa desconcertado por unos momentos, y luego hace una expresión que parece genuinamente apenada.

—Ah, sí, Ava fue una de las primeras —Aldrich abre otra gaveta y Madeleine escucha el tintineo de los viales, hasta que el hombre toma uno y lo levanta. El líquido tiene un tono púrpura, un poco turbio y parece un líquido denso—. Digamos que en ese momento, no había terminado de dar con la respuesta y, bueno... Registré todo lo que ocurrió, para saber en qué debía trabajar, por supuesto. Luego pude revertir la mayoría de ese indeseable efecto secundario, y hacemos un chequeo semanal...

«Una de las primeras». Madeleine mira el chivatoscopio. No se mueve. Aldrich sin duda es honesto... brutalmente honesto. De repente, Madeleine lo entiende. Él de verdad no cree tener la necesidad de mentir.

—Pero Alice no presentó ningún efecto secundario —dice Madeleine, con calma—. Se recuperó inmediatamente.

—Afortunadamente, logré tener lista la versión final a tiempo —sonríe Aldrich.

Madeleine avanza hasta la caja que el doctor dejó a la disposición de ellos, y pasa la mano por los viales llenos de líquido traslúcido. Siempre que hay una misión tiene que haber un conflicto, es una ley de la vida y ahora entiende cuál es el conflicto. Hay una gran cantidad de registros y hay una gran cantidad de gavetas donde pueden haber decenas de versiones de ese antídoto. Y hay un pueblo de personas felices, pero que no fueron más que conejillos de indias. Y él... él de verdad está tranquilo con eso. No hay mentiras, no hay recelo, no hay un intento de soborno. Él está tranquilo con lo que ha hecho, porque debe estar convencido de que era lo correcto.

Y Madeleine reflexiona. ¿Si ya está hecho... no deberían usarlo de todas formas? El cielo y el infierno conocen sus pecados, que se ha dicho que ha cometido por una buena causa. Alguien tiene que hacer el trabajo sucio, pero si hay buenas intenciones ¿no fue algo bueno...? Pero pensarlo es una cosa y aceptarlo de verdad es otra.

Además, hay otro problema. No hay sólo uno, sino dos paladines. Madeleine tiene dudas, como quizás sus compañeros de clanes también, pero está convencida de que los paladines ya deben haber sentado una posición, como de costumbre. Después de todo, se hacen llamar los guerreros sagrados de la Orden del Fénix. ¿Cuánto tardarán en lanzarse contra Aldrich? ¿Y qué posición se supone que tomará?

@ Marcellus Allan  @ Scavenger Weatherwax  @ Cillian Haughton  @ Ludwig Malfoy Haughton

Editado por Ellie Moody
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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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¿Tomar nota? ¿De qué estaba hablando aquella chica? Realizó un pequeño gesto de negación ante aquella situación. ¿Por qué no dejaba que alguien más tomara el mando? Dirigió su mirada hacia Ludwig intentando así hacerle saber que quizá debería ser él quien se pusiera al mando de aquella situación. Al fin y al cabo, ¿no tenían ambos el mismo rango? Lo cierto es que no sabía demasiado sobre aquella chica y tampoco se había esforzado demasiado en intentar conocerla. Caminó detrás del grupo, no tenía realmente nada que aportar más allá de protección y aquello si es que en realidad se veían metidos en un problema.

Mientras más bajaban, aquello se volvía cada vez más y más raro. ¿De verdad tenían que confiar en aquel hombre? Si de verdad había logrado descubrir algo que podría salvar millones de vidas, ¿porque se ocultaba en aquel recóndito lugar y trabajaban en aquel lúgubre sótano? Por su parte no confíaba y por eso se mantenía alerta. 

Divine Intelect —murmuró antes de ingresar a las instalaciones médicas del sótano. Nunca antes había utilizado aquel hechizo, pero sabía bien que le ayudaría a agudizar su percepción con lo cual podría detectar cualquier tipo de mentira o engaño que Aldrich pudiera tener en mente aunque sabía que el efecto no era del todo confiable.

Todo parecía confiable en aquella situación, no había logrado detectar ni un solo quiebre ante la actuación del médico, pero había algo que para él no terminaba de cuadrar. Todo lo que decía parecía ser cierto, pero quizá eso se debía a qué no estaban haciendo las preguntas correctas. Había algo en la energía y el color del aura de Aldrich que dejaba en claro que estaba ocultando algo y que aquello no le gustaría para nada al grupo. Y entonces la puerta que daba acceso al sótano se cerró sin más de un portazo, lo cual activó todas las alarmas del paladín.

— Hay algo que Aldrich no nos está contando, chicos. El no ha descubierto ninguna cura para el virus… Estoy casi seguro de ellos —realizó una pequeña pausa dramática—. Y hay algo más, creo que estamos atrapados aquí con él y quién sea que está detrás de esa puerta o quizá debería decir quienes.

Editado por Cillian Haughton

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¿Ratas? El Malfoy no se creía ni por un instante las palabras de aquel médico, había aprendido a no confiar de inmediato en extraños y pese a que aquel olor se había retirado, algo estaba mal. Volteó a ver a Madeleine pero ella se mostraba bastante tranquila, inmutable por lo que decidió relajar un poco sus impulsos y esperar a ver lo que aquel medimago tenía para explicar, no deseaba causar ninguna clase de problemas y posiblemente todo se tratara únicamente de un malentendido.

Una vez que pasaron las medidas de seguridad, el sanador explicaba poco a poco sus intenciones, era verdad que no se había presentado con el y la Moody no le había dado tiempo para poder decir su nombre, de todos modo en cualquier caso era mejor no dar mas información de la necesaria, no quería exponerse ni a sus colegas. No obstante Madeleine se veía abrumada al igual que el resto del equipo, pero no les quedaba de otra más que revisar los registros médicos.

-Supongo que no tendrá problema con que nos deje revisar minuciosamente – dijo mirando a Adrich tratando de encontrar algún fallo en su comportamiento – verá a diferencia de algunos de mis colegas yo si tengo experiencia en sanación así que puede explicarme con más de detalle el funcionamiento de su poción, me interesa saber sobre todo sus efectos adversos.

Sin embargo no fue necesario interrogar más ya que al poco tiempo todos los presentes pudieron conocer que el ingrediente activo de aquella fórmula eran lágrimas de fénix. Todos se mostraron francamente desilusionados, ¿acaso habían perdido su tiempo? No estaban para juegos de estudiantes de primeros años, vidas corrían peligro y el tiempo se agotaba.  Algo efectivamente no cuadraba en las versiones, posiblemente el sanador se encontraba tan convencido en su quehacer que se había cegado a otro tipo de alternativas, lo había visto en otros médicos, siempre celosos de su trabajo.

-Bueno entonces me dispondré a revisar los viales – era momento de utilizar los nuevos poderes que había adquirido, tomó uno de los viales en su mano y se concentró al grado de poder decir – escendia – de inmediato su mente se transportó hacia dentro de la poción que tenía frente a el, no solo estaba dentro de ella, se había fusionado, podía sentir cada una de las partículas que componían el líquido, había elementos que había estudiado anteriormente, grandes cantidades de sodio posiblemente correspondientes a las lágrimas de fénix, sin embargo no era todo, pudo encontrar en su poción una gran cantidad de serotonina, un neurotransmisor que ayuda a combatir la ansiedad y la depresión – así que por esto las personas se encuentran más felices – continuó observando minuciosamente, lo que vio casi le hace perder la razón, en primer lugar había sangre de unicornio y en segundo…una estructura molecular idéntica a un virus.

El rubio no pudo más, dejó soltar dicha poción al piso y la posesión terminó, lo que había visto era desagradable, perturbador y enfermizo, sin embargo ahí estaba el médico y prefirió no decir una sola palabra, únicamente se limitó a mirar a su compañera para tratar de decirle que sus sospechas eran ciertas, y que todos ahí estaban en peligro.

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— Pole —invocó.

Un arma de asta creada con acero sagrado e imbuida del antiguo poder de los antiguos Aesir. Pole era un arma indestructible que había sido forjado en el templo Paladín por él mismo hacía solo un par de semanas, por lo cual está solo podía ser utilizada por él y por nadie más. Estaban en peligro, lo sabía y no pensabas permitir que nadie en aquel lugar sufriera algún tipo de daño. Observó la reacción de Aldrich ante su movimiento, pero aún cuando ya tenía (por decirlo de alguna manera) la soga al cuello continuaba estando bastante tranquilo.

— Entonces, Aldrich, ¿vas a contarnos realmente lo que sucede aquí o vas a seguir interpretando tu papel de doctor respetado?

No sabía los demás, pero él no creía ya ni una sola de sus palabras. Dió un par de pasos para ponerse al frente del grupo, sabía bien que no era el ser más poderoso del mundo, pero por lo menos podía servirse de su poder como paladín. El ruido detrás de la puerta se hacía cada vez más y más fuerte, ¿qué sería aquello que Aldrich mantenía oculto en su consultorio? ¿Sería algo de lo que realmente tendrían que preocuparse o sería solo un obstáculo simple a superar? 

— Kenzo —llamó a su compañero—. ¿Por qué no dejas de hurgar esos documentos y vienes a darme una mano? Estamos aquí para brindar protección al grupo, no para revisar documentos.

¿De dónde había salido esa actitud tan arrogante? ¿Tendría eso que ver con su recién adquirido poder como Paladín?

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Agnes Lynn

La decepción de todos es palpable. Aún sin poseer formación de medimaga, Agnes sabe que unas simples lágrimas de fénix no pueden ser responsables por curar un virus tan específico como con el que están lidiando. Le basta mirar a sus compañeros para entender que la mayoría piensan lo mismo. Madeline mira a Aldrich con un gesto lleno de algo que bien podría ser inquietud, si la conociera mejor podría llamarlo disgusto, pero no conoce a la bruja lo suficiente para descifrar la expresión en su rostro.

La llegada de otro individuo al sótano -no lo reconoce, pero ya que nadie más parece desconfiar de él, decide no preocuparse- y sus respectivas preguntas no hacen más que aumentar sus sospechas de que algo más siniestro está sucediendo en Dalkey.

Antes de que pueda hacer otra cosa, la decepción se transforma en tensión. No le sorprende, algo acerca de ese consultorio escondido en un sótano, la claustrofobia y desconfianza en Aldrich que hacen la atmósfera opresiva. No se considera a sí misma como una persona fácilmente asustada, pero desde que puso un pie en el sótano sus nervios no han hecho más que aumentar.

Le cuesta trabajo mantener la calma después del gesto de Ludwig, por la forma en que ha examinado el elixir, está segura de que acaba de usar uno de los poderes de los oscuros para fusionarse con los contenidos del frasco mismo. Sus estudios acerca del virus debieron de haberle dado un entendimiento completo acerca del elixir. La reacción del Malfoy casi la desconcentra, pero con un suspiro puede concentrase de nuevo. Lo que quiere hacer requiere de toda su atención.

El siguiente en actuar es otro miembro de la orden a quien no conoce, pero le basta escuchar su invocación para confirmar que es un paladín. Lo que sabe de los paladines los pinta como avatares de la justicia, por lo que no le sorprende el gesto ni la amenaza con la que el paladín exige más explicaciones. Juzgando por la expresión de Aldrich, no cree que el problema sea la falta de información. Nada de lo que el doctor les ha dicho parece falso, hasta ahora. Parece más bien un problema de no saber cuáles son las preguntas correctas.

Sabe que está lista porque la ansiedad que le ha llenado el estómago desde que llegó a esa casa desaparece. Es algo que sólo sucede cuando usa algún poder relacionado con el clan de los oscuros, cuando puede tomar toda la ansiedad e incertidumbre del día a día y centrarla en un punto. Tiene que ver con el caos, supone. Es lo que pasa cuando puede enfocar todo el caos que trae adentro y apuntarlo hacia afuera, donde pueda dañar a otra persona del mismo modo en que la daña a ella todo el tiempo.

Sabe que adentrarse en el clan significa estar en contacto directo con esa oscuridad interna que no le gusta reconocer, fue la razón principal por la cuál aceptó unirse al mismo, pero nunca hubiera imaginado lo correcto que se sentiría el por fin darle un propósito a ese vacío que tiene dentro.

Tal como lo ha estudiado, toma esa energía interna y la apunta hacia el doctor Aldrich. El ilusionismo es simple, Agnes imagina la voz de Alice en el piso superior. Cambia los tonos suaves de la anciana por unos llenos de urgencia y temor, pidiendo ayuda, como si alguien estuviera atacándola.

Después de la amenaza del paladín, está segura que el doctor se encuentra a la defensiva, y el ruido que se escucha detrás de la puerta del sótano sigue aumentando, pero parece que la ilusión ha sido efectiva. Después de unos segundos nota que Aldrich levanta la cabeza hacia el primer piso, por primera vez desde que llegaron hay algo en su expresión que denota preocupación.

Después de proyectar otro grito en su cabeza, el doctor se pone en acción. Sin molestarse en darles explicaciones -¿y por qué lo haría? Si está bajo la creencia de que todos pueden escuchar lo mismo que él- sale disparado hacia el primer piso, en busca de una Alice ficticia.

— Lo lamento, — le dice al paladín, que todavía tiene el arma en la mano. — No irá a ningún lado hasta que encuentre a Alice, lo puse bajo una ilusión, no podrá encontrarla hasta dentro de un par de minutos.

»Creo que todos hemos notado algo extraño, y no dudo que algo peligroso esté sucediendo aquí. Pero Aldrich no actúa como alguien culpable. — continúa, hablando rápidamente. No tienen mucho tiempo hasta que su ilusión termine. — Ludwig, Madeline, ¿qué han descubierto?

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伊藤健三 (Kenzo Ito)

La explicación del doctor no me había convencido. Mientras mis compañeros intercambiaban palabras con él, seguí investigando los documentos lo más que pude. Tenía que haber algo ahí, algún detalle que estuviéramos pasando por alto. La historia de la lágrima del fénix no tenía mucha coherencia; para un virus tan específico, hacía falta mucho más que ese componente (por más potente y útil que fuere). Recordaba haber visto algo similar en otro lado, más no tenía tanta experiencia lidiando con doctores. Si la paciente Ava no había podido librarse de los efectos secundarios de un determinado prototipo de la droga, eso sólo podía significar que había algo en ella que estábamos obviando. Observé a Ludwig concentrarse en uno de los frascos; no había duda de que él estaba corroborando lo que yo estaba visibilizando en los documentos.

Fue el ruido de un frasco rompiéndose en el suelo lo que me sacó de mi estado de concentración. Levanté la cabeza, para encontrarme Ludwig del otro lado de ese pequeño laboratorio, con la preocupación pintada en su rostro y una poción rota a sus pies. Cillian se puso en alerta de inmediato, podía sentir su energía acumularse en un instante en sus manos. Invocó una de las armas de los paladines. Sus palabras se sintieron un poco severas, quizás yo estaba de por sí demasiado sensible y nervioso. Me limité a cerrar los documentos y asentirle a mi compañero paladín quien en parte tenía razón. Me había dejado llevar por la curiosidad. Tenía mucha experiencia como guardaespaldas, esa era mi profesión, no debía olvidarlo.

Aldrich salió de pronto de la habitación. Mi compañera, quien no conocía, explicó que lo tenía bajo una ilusión. Nos había ganado valioso tiempo de investigación.

-Algo no está bien. Estamos obviando algún detalle - dije.

Mis compañeros debatían sus teorías mientras me apuraba a revisar todo. El doctor volvería en sí en pocos minutos, así que fui moviendo los objetos de los estantes con magia. Además de los documentos y los viales había cajas con pertenencias varias, tickets de compras de todo tipo, cintas de video y pendrives, parecía la oficina de un detective más que de un doctor. Con magia fui corriendo y apilando los objetos, tratando de encontrar algún patrón o indicio que nos pueda ayudar. Decidí entonces vaciar uno de los estantes, que se encontraba justo contra una esquina, y retiré el mismo de la pared. Había una especie de parlante pequeño y, al lado...

>>!!!<<

En una de las esquinas casi contra el techo había un orificio negro del tamaño de una moneda. Apunté con la varita y un pequeño sonido salió de la misma. El sonido hizo eco y se perdió en la profundidad de las paredes. Me trepé al estante y acerqué mi nariz al agujero en la pared. Cuando aspiré, un olor muy fuerte invadió mis fosas nasales. Salté hacia atrás, casi cayendo de espalda y comencé a toser. El olor era tan extraño e intenso que pensé que me había quemado los pelos de la nariz. Sin decir una palabra, me di media vuelta, mirando hacia la salida. La puerta se cerró de golpe. 

-¡No dejen que se cierre!- grité.

Una especie de campo mágico se elevó en las paredes, del suelo hacia el techo. Lancé un rayo contra la pared, para hacerla explotar, pero el campo lo absorbió por completo. La puerta se había cerrado y también estaba protegida por el campo. 

La ansiedad y el miedo empezaron a recorrer mis venas.

>>En los documentos había sólo muggles. ¿El motivo es el virus o... o que nunca había tenido la oportunidad de experimentar con magos y brujas?<<

Mi vista estaba clavada en el orificio negro de la pared. Retrocedí.

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A las afueras de la vivienda del doctor Aldrich estaba ocurriendo algo inusual que desafortunadamente los magos que se encontraban atrapados en el sótano no podían distinguir, lo cierto era que desde que comenzó a llegar el grupo encabezado por Madeleine los habitantes aquel pueblo habían sufrido de un extraño caso de control mental, todos y cada uno de ellos comenzaron a reunirse a fuera de la casa y a medida que más miembros de la orden del fénix se presentaban eran más los habitantes que llegaban, niños y adultos por igual totalmente inexpresivos, algunos incluso portaban hachas y trinches sin embargo no se movían en lo absoluto como si esperaran una indicación o suceso que los hiciera ponerse en acción. Al mismo tiempo Aldrich había salido corriendo de la habitación dejando solos al equipo de paladines y oscuros subiendo rápidamente las escaleras para localizar a su queria Alice, los miembros de la orden del fénix estaban solos ignorando el peligro que se hallaba al exterior.

- Esa poción está totalmente corrompida, tiene magia oscura, sangre de unicornio, lágrimas de fénix pero también tiene una gran cantidad de sustancias alucinógenas y otra clase de drogas muggles - hizo una pausa y luego miró a sus colegas - el problema es que no los está curando realmente, les está dando administrando el mismo virus que los está enfermando intentando crear una respuesta inmune, el esta totalmente convencido que lo que hace es correcto pero en cuanto pasen los efectos de las lágrimas de fénix, el virus terminará destruyendo las defensas del cuerpo causando una muerte súbita en todos los que hayan recibido el tratamiento.

Espero a que todos sus colegas pudieran asimilar las palabras del rubio pero no contaba con el descubrimiento de Kenzo quien había inhalado una cantidad grande de alguna sustancia corrosiva, su tos hizo que todas las miradas se desviaran hacia el, acto seguido la puerta por la que había salido el médico se cerró dejando a todos los presentes encerrados y aislados en aquel laboratorio, tenían que escapar lo antes posible o quedarían a merced de los extraños experimentos de aquel sanador, de inmediato salió un gas extraño del orificio que observaba el oriental - no lo respiren, cúbranse con casco-burbuja - gritó al equipo esperando que no fuera demasiado tarde y se colocó el mismo hechizo antes de respirar aquella fragancia. Acto seguido se concentró en su energía psíquica mira si la puerta que se había cerrado pensando en fragoquinesis, si objetivo era destruir aquella puerta para poder salir sin embargo era de un tamaño bastante considerable por lo que le resultaría imposible, miró a Agnes y Madeleine quienes tenían sus mismos poderes, si los tres se concentraban lo suficiente posiblemente la puerta dea destruiría dejando libres a los magos, tenían que intentarlo.

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¿Una ilusión?

No estaba del todo seguro de que les serviría aquello en aquel momento, Aldrich aún tenía “aliados” arriba y el que este saliera del sótano sin más aun cuando estuviera bajo los efectos de una habilidad del Clan de la Orden Oscura no lo dejaba del todo conforme, pero aún aceptó le dedico a su compañera un ligero gesto de aceptación. Ahora tenían que descubrir que había detrás de aquella puerta que al parecer no tardaría demasiado en caer.

- Entonces, ¿vamos a seguir aquí haciéndonos todo tipo de preguntas o vamos a abrir esa puerta misteriosa?

Dejó escapar un gruñido al escuchar las advertencias de Kenzo, estaban haciendo algo mal, bastante mal. De un segundo a otro las condiciones en las que se encontraban habían cambiado por completo y ahora estaban atrapados ahí, perfecto. ¿Por qué Kenzo seguía averiguando en lugar de lanzarse a la acción? No sabía exactamente que estaba pasando en aquel momento fuera del sótano, pero en aquel momento debía preocuparles más lo que sucedía ahí dentro. Activo su casco burbuja tal y como su prometido les había indicado y acto seguido se posicionó a su lado.

- Entonces, ¿no hay algún poder oscuro que nos ayude a resolver este problema?

Seguía sosteniendo a Pole en su mano derecha, estaba listo para la acción, pero aún tenía un poco de tiempo para dedicarle a su prometido así que antes de separarse una vez más de él le dio un rápido beso en los labios y le susurró una obscenidad al oído. Solo para que un segundo después la puerta se abriera y de aquella habitación salieran un par de muggles que por un momento les recordaron a las abominaciones del inquisidor.

- Entonces, ¿vas a darme una mano o no, Kenzo? -levantó la voz para que el chico pudiera escucharlo desde el lugar en el que se encontraba-. Utiliza tus habilidades como Paladín… Y Madeline, ¿vas a seguir esperando en silencio? ¿Puedes echarnos una mano también? -Sabía que la chica no pertenecía a su clan, pero aún así algo podría hacer.

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Afuera de la casa del doctor Eldrich se encontraba ya reunido todo el pueblo en el que se encontraban eran al menos mil personas las cuales con tridentes y antorchas se habían reunido para cumplir los deseos de alguna entidad. Por su parte dentro de la misma el sanador aún se encontraba preso de la ilusión a la que había sido sometido, pronto se daría cuenta de que todo eso se había tratado de una ilusión y regresaría para continuar con sus experimentos, sin embargo en el sótano las cosas eran diferentes.

Los miembros de la orden del fénix tenían que lidiar con el gas extraño que había salido de la ventila y algunos parecía que habían sufrido ya sus efectos pues no se movían, Cillian había logrado responder rápidamente a la indicación del Malfoy y se había aplicado correctamente el casco-burbuja e intentado negociar con Kenzo, su colega paladín para usar en conjunto sus poderes, no le quedó más que sonreír ante la obscenidad que le había dedicado su prometido pues pese a que no era realmente un buen momento para ese tipo de cosas al menos le había ayudado a relajarse.

No fue necesario destruir la puerta con la fragoquinesis pues en pocos minutos entraron dos muggles armados los cuales habían dado por iniciada las defensas que seguramente aquel sanador había aplicado, todo era una conmoción y los demás no se movían, el rubio tenía que utilizar todos sus conocimientos para hacer frente y poder defender a sus colegas así que pensando en ilusionismo logró manipular la mente de aquellos que habían ingresado para hacerse pasar por el Dr. Eldrich, los muggles en un momento se parecieron confusos pero luego se retiraron dejando la puerta abierta, tal parecía que la orden de dejar el lugar había sido clara.

-Rápido tenemos que irnos – salió corriendo de la habitación asegurándose que estaban todos siguiéndolo, en el camino no encontró nada más que los mismos peldaños por los que había bajado, subió hasta el recibidor el cual estaba completamente vacío y salió con sus colegas de la vivienda del sanador, ahí fue cuando se percató de la muchedumbre, todo el pueblo reunido como si se tratara de una secta y en frente de ellos el doctor saludando y completamente animado, como si esperara que los demás magos se le unieran a su secta.
 

@ Cillian Haughton  @ Yojimbo  @ Scavenger Weatherwax  @ Ellie Moody

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Agnes Lynn

Necesitan tiempo para entender bien qué es lo que está pasando, pero no parece que el destino quiera dárselos. Su ilusión ha cumplido su objetivo, por un par de segundos están solos en el laboratorio, pero su respiro no dura nada.

Parece que una especie de letargia cae sobre ella, ya sea por el uso reciente de le energía de los oscuros -a la cuál todavía no está del todo acostumbrada- o por lo rápido que las cosas siguen cambiando a su alrededor. Salvo un par de frases en voz alta, ninguno de los presentes se mueve.

Al final, es Ludwig quien rompe el silencio y los regresa al presente, a la acción. Dos hombres han abierto las puertas del sótano, sus caras desfiguradas con emoción, aunque no puede descifrar cuál. ¿Sorpresa, enojo, miedo? Cualquiera de ellas le daría una imagen más clara de lo que está pasando en este pueblito, pero no hay nada específico en las caras de estas personas.

Su cabeza es una maraña de ideas, pero las palabras de Ludwig vienen a su mente. — Esta gente no está en su sano juicio. — dice rápidamente. — Sea lo que sea que Aldrich les haya dado, esto no es su culpa. — El mensaje implícito en sus palabras es que deben intentar no lastimar a nadie, pero no cree que deba decirlo en voz alta, no frente a las personas y no a miembros de la orden.

Antes de que ella misma se pueda poner en acción los hombres bajan las armas que sostenían -nada más que palos y picos- y se calman. Reconociendo el gesto concentrado de Ludwig, a su lado, sabe que el mago acaba de usar un ilusionismo. Después de escuchar sus órdenes, corre detrás de él, ignorando a los demás muggles a su paso.

En la entrada de su casa, Aldrich se encuentra sonriente. Alice -la real- a su lado, y frente a ellos, lo que parecen ser cientos de personas. Es como si la población total del pueblo se hubiese reunido en ese punto.

“Las personas son impredecibles, está en su naturaleza. Pero es posible obtener la paz, si todos trabajamos juntos”

Las palabras de Aldrich resuenan por encima de la multitud, sin duda potenciadas por algún tipo de magia. Su mirada serena enfocada en el mar de gente, como si esto se tratara de un sermón dominical.

“A veces esa paz es amenazada. Hay gente que no ve nuestra felicidad como el regalo que es. En estos casos es nuestro deber defenderla.”

¿Ese es su plan? ¿Control mental? ¿Acaso planea mantener a las personas sin magia dóciles con una simple poción? Agnes tiene que contener una carcajada ante la absurdidad de la idea. Como si la idea misma del libre albedrío no estuviera inscrita en lo más profundo de lo que hace a un ser humano. ¿Planea Aldrich atacar a todo aquél que se oponga a sus ideas?

“Estos intrusos quieren quitarnos nuestra felicidad. Es nuestra obligación defendernos”

Con estas últimas palabras, dirige la mirada justo a ellos. La multitud sigue su ejemplo, sus caras llenas de histeria y caos. Antes de que pueda decir algo más, cientos de personas se abalanzan sobre ellos como un mar.

Son campesinos y pueblerinos sin experiencia en luchas, menos contra personas con magia, pero la cantidad de gente que los rodea los excede por mucho.

— No hay que dejar a Aldrich escapar — grita. Fija la vista en un árbol cercano a Aldrich, es un árbol joven, casi de su misma estatura. De reojo puede ver a un muggle acercársele y con un movimiento de la muñeca lanza un desmaius. No hay tiempo para calmar a todas las personas.

Escendia, — susurra, centrándose en el árbol mismo y dejando que su espíritu mismo la guíe hacia él. Siente el cambio de manera inmediata, y si tuviera más tiempo para prestar atención está segura que estaría pensando en lo que significa que ella pueda tomar posesión de algo no solo vivo, sino algo no humano como un árbol. En vez de eso, manipula el tronco del árbol mismo -y es tan fácil como si estuviera extendiendo una mano, o una pierna- y arremete contra Aldrich, quien es lanzado contra la pared de su casa, pero permanece consciente.

En esta forma, no puede saber si los otros miembros de la orden siguen ahí, o qué están haciendo, pero Agnes tiene fe en ellos, y sabe no dejarán que Aldrich se aleje.

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