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Caridad


Ellie Moody
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En su mente, una idea había comenzado a tomar forma. En silencio, Madeleine reflexionaba. Mientras observa el vial que sostiene entre el pulgar y el índice, se imagina el sufrimiento que debe haber detrás de un líquido de apariencia tan simple. Ella entiende que aquella es la forma en que funciona el mundo; son cosas que han sido necesarias y que siempre existirán, el sacrificio del más débil para beneficiar al más fuerte. Sin embargo, está consciente de que aquel es un hilo de pensamientos sumamente peligroso pues ¿en qué se diferenciaría de los supremacistas mágicos, que pretenden usar a las personas no mágicas e incluso a seres como herramientas? ¿De verdad está dispuesta a alimentar ese tipo de dinámica? En ese momento, se siente totalmente abrumada y no está segura de cómo proseguir, ni siquiera de qué decir. De lo único que tiene certeza es de aquel sentimiento de impotencia y, especialmente, de insignificancia; ella es cada vez más pequeña y, la situación en la que la han enredado, mucho más sombría. Y ¿a quién puede acudir?

Agradece internamente cuando los demás se siguen moviendo, buscando más pistas y uniendo los trozos del rompecabezas que Aldrich les ha entregado. Como bien les advirtió, Madeleine no tiene conocimientos científicos y tampoco es una artista de la deducción; ella puede tener ciertas corazonadas, percibir ciertas cosas sin estar segura de por qué tiene tal información, pero nada más. En lo demás, sabe que está a la merced de sus compañeros de bando... y es por eso que, cuando ellos sacan sus conclusiones, no se atreve a cuestionarlos. Ella sabe que tiene que confiar en el intelecto de un paladín, que tiene que confiar en la experiencia de alguien que está en el campo médico. Sabe que tiene que confiar incluso en aquellos cuyos talentos permanecen siendo un misterio para ella, pero que son parte de la Orden del Fénix sin lugar a dudas.

Pero al principio es difícil, por supuesto. ¿Que la cura no existe? Madeleine intenta recordar las palabras exactas de Aldrich. ¿Él alguna vez lo afirmó o ellos lo asumieron? Por supuesto, en la carta que le envió a la Orden aseguró tal descubrimiento, pero allí es fácil mentir. Por los momentos, sólo se le ocurren un par alternativas: o eligió cuidadosamente sus palabras para no mentir —y así evitar activar su chivatoscopio—, o él ignora que no tiene una cura. Y claro, está la posibilidad de que todo sea un engaño... pero lo cierto es que no quiere reconocer que ha sido engañada de forma tan sencilla a una trampa. Y en cuanto a lo otro, a que no están solos, no sabe qué pensar. Ella quiere asegurarles que no se preocupen por las amenazas, que ella está allí para resguardarlos, ya que poco más puede hacer de utilidad; sin embargo, por algún motivo, las palabras se atoran en su garganta.

Mientras tanto, Malfoy ha estado revisando los viales, aunque Madeleine lo había perdido de vista. Lo escucha hablar para sí mismo, pero no distingue sus palabras; y quizás, aún de haberlas oído, no habría entendido qué dijo. Sin embargo, cuando vuelve el rostro hacia él para averiguar qué es lo que está haciendo, se da cuenta de que ya es un hecho de que las cosas no están bien. ¿Es miedo, asco o temor?

Antes de que nadie pueda decir más nada, Haughton ha invocado un arma y le planta cara a Aldrich. Madeleine maldice por lo bajo, pues sabe que no están en ventaja, pero se mantiene alerta en caso de que la situación se descontrole; comienza a canalizar su Magia de la Oscuridad, que se manifiesta como un vaho helado en sus manos. Todos se quedan en silencio, esperando una respuesta del doctor, pero lo que sucede a continuación es algo totalmente inverosímil. El médico mira hacia arriba con urgencia, como si alguien lo estuviese llamando, y sale corriendo hacia las escaleras para desconcierto de todos. En ese momento, Agnes explica que ella lo hipnotizó para ganar un poco de tiempo, lo cual Madeleine agradece en silencio.

—Yo sé lo mismo que todos —murmura Madeleine, al escuchar la pregunta de Agnes.

Muy acertadamente, el nuevo les dice que no están viendo todo el panorama. Madeleine está convencida de que es así, pero siente que hay muchas piezas dispersas sobre la mesa que no tiene idea de cómo unir. Mientras más intenta poner en orden sus ideas, más abrumada se siente. Y el hecho de que sepa que el tiempo es limitado, no colabora a su ansiedad.

Durante aquel breve momento, parece que todos están buscando desesperadamente algo que le de sentido a la situación. Mientras Kenzo comienza a examinar el lugar, Malfoy les explica lo que descubrió en la muestra de la "cura" que examinó minuciosamente hace tan sólo unos momentos. Según su explicación, Madeleine se atreve a sacar conclusiones: que Aldrich está convencido de que tiene la cura y de que está haciendo lo correcto, razón por la cual sus artefactos no detectaron ninguna mentira ni nada sospechoso. Pero no hay duda de que las cosas están mal. El problema es...

Ni siquiera tiene tiempo de procesar aquella información, pues Kenzo ha hecho un descubrimiento que los pone a todos en alerta. Madeleine dirige la mirada hacia la puerta apenas el mago grita, pero es en vano: ya está cerrada, y ellos ahí. Haughton ya lo había advertido, están encerrados. Encerrados con eso que sale del orificio... Imita los movimientos de sus compañeros, conjurando un encantamiento de casco-burbuja para evitar respirar aquello de lo que Malfoy y Kenzo les advirtieron. Luego, observa a su alrededor y se da cuenta de que más allá de las paredes, están atrapados en aquella especie de campo mágico. En ese punto, el nivel de ansiedad es alto.

—Ni siquiera sabemos cuál es el problema —responde Madeleine, al escuchar la pregunta de Haughton—. Y no creo que vaya a bastar con nuestros poderes... —la verdad es que no tiene dudas de que, con sus poderes, podrían superar las adversidades que se avecinan. El verdadero problema, reflexiona Madeleine, será decidir qué hacer en cierto punto... y cómo juzgar a Aldrich.

La verdad es que en un lugar tan reducido, no le agrada la idea de usar sus poderes. Además, comienza a cuestionarse si funcionan normalmente o si su esencia sigue débil. Sin embargo, al observar a Malfoy concentrar su mirada con fuerza en la puerta que los mantiene encerrados —Madeleine se atreve a asumir que está intentando usar la fragoquinesis—, sabe que tiene que hacer algo. La verdad es que no le preocupa la puerta, sino el campo mágico que fue capaz de repeler la magia de Kenzo. Aunque no sabe qué es lo que deben hacer ni qué desenlace tendrá la misión, sí está segura de que deben salir del sótano. Cierra los ojos y despeja la mente, únicamente concentrándose en la magia que es capaz de canalizar a través de sus brazos, hasta sus manos... entonces, de forma silenciosa, deja que ésta se manifieste como una onda expansiva que se mueve por toda la habitación, pero que sólo tiene como objetivo chocar contra un encantamiento y arruinarlo. Cuando el Reotak choca contra el campo mágico, éste simplemente desaparece y Madeleine permite que sus músculos se relajen.

Es entonces cuando la puerta se abre. Dos hombres armados bajan rápidamente, e inevitablemente aquello le trae un flashback de lo ocurrido con Violeta. Se da cuenta de que las manos le tiemblan levemente, pero se recuerda que debe mantener la calma. Malfoy se apresura a desorientarlos utilizando su habilidad de ilusionismo, para entonces apresurar al grupo para salir de allí.

¿En qué momento todo se torció tanto? La verdad es que mientras suben las escaleras a toda prisa, dejando atrás lo-que-sea que haya estado saliendo del orificio de la pared, Madeleine quiere convencerse de que nada de aquello puede ser real. Todo comenzó tan tranquilo... y ahora, de repente, es una pesadilla. Las sombras comienzan a interferir en su campo de visión y, poco a poco, siente que está entrando en un túnel. Sus compañeros, el poblado, comienzan a empequeñecerse ante su vista; se alejan de ella y la oscuridad es lo que va quedando. Mientras más rápido sube las escaleras, más lejos están todos de ella.

Cuando aparecen ante sus ojos los habitantes del pueblo rodeándolos, y Aldrich aparentemente esperando a que llegaran a él, Madeleine se repite que no hay forma de que aquello no sea un mal sueño.

—No podemos permitir que ninguno de ellos salga herido —susurra Madeleine, sintiendo la garganta reseca por haber pasado tanto tiempo en silencio—. Ellos son inocentes. Y Aldrich...

Repite mentalmente las palabras de Malfoy. «Él esta totalmente convencido que lo que hace es correcto». Él los contactó y les ofreció una cura, algo que beneficiaría a todos. Incluso si resulta que está loco, Madeleine quisiera seguir creyendo que él de verdad estaba convencido. Pero, con la "trampa" del sótano, ya no tiene la menor idea. «Si queremos averiguarlo...».

—No hay que dejar a Aldrich escapar —grita Agnes.

Madeleine observa al mago salir volando por los aires, yendo a parar contra la puerta de su propia casa. Aunque se ve tentada a ayudar a sus compañeros con él, deduce que será más útil controlando a la horda exaltada. No le gusta la idea de usar sus poderes contra personas inocentes, pero sabe que no hay otra opción. Está haciendo un esfuerzo sobrehumano en canalizar y manifestar su magia de la forma más ordenada posible, construyendo un campo similar al que los encerró en el sótano; un campo de hielo maldito, que se levanta como una prisión que los protege de las personas... y que los encierra con el propio Aldrich. Es una apuesta arriesgada, pero, ¿qué más puede hacer?

@ Marcellus Allan  @ Scavenger Weatherwax  @ Cillian Haughton  @ Ludwig Malfoy Haughton

Editado por Ellie Moody

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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¿Cómo es que una situación que había comenzado de forma tan tranquila se había vuelto un completo caos? No le gustaba para nada aquella situación, no entendía como es que habían terminado envueltos en todo aquello. Si bien sabía que al acudir a aquellos llamados podría encontrarse involucrado en grandes problemas, pero se suponía que aquella misión era solo de reconocimiento.

- Thunder Clone -murmuró casi al mismo tiempo que la puerta del sótano se abría y dos personas armadas ingresaban al lugar-. Creo que esto esta por ponerse bastante más complicado de lo que esperaba.

Ni bien termino de hablar, aparecieron dos clones completamente idénticos a él, uno a cada lado suyo. Se apresuró a darles ordenes antes de abandonar el sótano, tenían que salir de ahí o terminarían por perder aquella pelea. Ordenó a uno de los clones quedarse en aquel lugar y encargarse tanto de los hombres armados como de las extrañas criaturas que habían salido de la habitación contigua, el otro tendría que encargarse de que el grupo saliera con vida.

Apenas se dio la orden, todos en el grupo se dirigieron a la salida. El por su parte utilizaba a Pole para ayudar a su clon con la tarea de mantener a los pueblerinos alejados del grupo, fuera de eso los encargados de todo lo demás fueron Madeline, Ludwig y Agnes ya que Kenzo parecía haberse quedado dormido o algo parecido.

Lo que sucedió después de salir del sótano al rubio le pareció tan rápido que no podía siquiera describirlo, estaban rodeados y todos en el pueblo parecían querer terminar con ellos así que Madeline envolviéndolos dentro de un campo de hielo maldito que los mantendría a salvo, pero… ¿Por cuánto tiempo?

- Creo que lo mejor es que nos retiremos… -murmuró, no estaba seguro de si el grupo estaría de acuerdo-. Tenemos a Aldrich, podemos llevarlo a algún otro lado para obtener toda la información que necesitamos y después volver a resolver este problema.

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Agnes Lynn

Puede ver su sorpresa reflejada en la cara de los demás miembros de la orden. Nadie se esperaba que una situación tan común, algo que de entrada parecía tan simple, se tornaría en el desastre con que el están lidiando. Regresar a su forma común después de haber compartido consciencia con un árbol es un poco confuso, le cuesta un segundo el recordar cómo mover sus extremidades, y la confusión con su situación actual no ayuda.

Las palabras de Cillian sirven para traerla de vuelta a la realidad, urgentes y simples: un escape. La idea sola le deja un mal sabor de boca; es cierto que necesitan reagruparse, analizar la evidencia que tienen y decidir en conjunto cómo continuar con la investigación, pero no puede evitar sentirse como una derrota cuando no tienen la menor idea de con qué están lidiando.

— No me gusta la idea de dejar a los habitantes del pueblo abandonados así como así. No sabemos si lo que Aldrich les ha dado tiene efectos secundarios además de volverlos pasivos y fáciles de manipular.  

Aldrich se encuentra todavía en el piso, y el verlo ahí tendido no hace más que aumentar el vacío en su estómago. Afuera de la capa de hielo con la que se encuentran rodeados, puede escuchar los gritos y golpes de los habitantes del pueblo, obviamente enfocados en llegar hasta el doctor.

— Claramente se alteran si perciben que el doctor está en peligro, no me gusta la idea de que puedan crear más caos en su búsqueda. Creo que podríamos asegurar el sótano, así podemos mantenernos cerca sin perder ningún detalle de la poción que Aldrich ha creado.

» Si creen que es necesario irnos, está bien, pero alguno de nosotros debe regresar al sótano y reunir la mayor cantidad de evidencia, para que podamos examinarla.

Con la velocidad con la que las cosas se han salido de control, no puede evitar querer huir del pueblo. ¿Quién sabe qué mas podría suceder si se quedaban ahí?

— ¿Qué opinan? — No le pasa por alto que ni Ludwig ni el otro miembro de la orden no han dado su opinión, le gustaría saber en qué están pensando.

something amazing: a boy, falling out of the sky
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  • 5 semanas más tarde...

Superan la misión:

Orden de la Mano de plata

Cillian Haughton ~ Intelecto sagrado

Orden Oscura

Scavenger Weatherwax ~ Control de energía psíquica
Ludwig Malfoy Haughton ~ Control de energía psíquica

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Guest
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