La aventura 13

[Arya Macnair]

 

Cassian entre cruzó los dedos de sus cayosas manos con la vista fija en el portal. Un par de profundos ojos negros que podrían absorberte como un abismo pero que a su vez contenían el más basto de los conocimientos. Él sabía que aun faltaban unos minutos para que se abriese por completo, más Lucan, que era una persona incapaz de esperar, ya se removía inquieto en el lugar, haciendo tintinear el armadura sobre sus hombros. Fuera, la media tarde se esforzaba por sostener un poco más los rayos de sol y estos, obstinados, se derretían en el horizonte; y no es que a los líderes de los clanes les gustasen las misiones nocturnas, pero durante el día se la pasaban con Mortífagos merodeando por aquí y por allá, en la bibliteca, en el puerto y por el bosque.

—Lawless, pareces todo un niño.

Asra apareció en escena, primero como una mano extendiéndose hacia ellos y luego como la mujer atractiva que era, mirando a sus compañeros con el ceño fruncido. 

—¿Ya es hora, no lo notarán?

Preguntó el moreno, rodando los ojos por la comparativa. Sabía que a donde iban haría demasiado frío, pero su animal interior le permitía regular la temperatura como solo los Caballeros de Walpurgis podían hacer (bueno, solo algunos de ellos). 

—En cuatro minutos el portal estará abierto por completo. He colocado los símbolos donde Cassian mencionó, solo debemos ponernos a resguardo. Ellos están demasiado ocupados ahora mismo, posiblemente envueltos por sus propias celebraciones, así que mueve esa acumulación de musculatura y ya no me hagas perder el tiempo, Lucan.

La lechuza que Boswell siempre llevaba consigo, sobre su hombro, ululó como secundando el insulto y desapareció en aquel círculo de luz cegadora que parecía a cada segundo brillar con más intensidad y volverse unos cuantos centímetros más grande. Sin notarlo, consumía lentamente la habitación en donde estaban. 

Escocia en Abril era el sitio menos indicado para pasear. Las lluvias no se harían esperar, por lo que la temperatura resultaba abrumadora. El trío se arrebujó en sus abrigos de piel y emprendió el corto trayecto hacia el Craigh Na Dun, aquel famoso círculo de piedra al que tantos muggles le temían y tantos otros admiraban por sus mitos. Un punto en el mundo donde se canalizada semejante cantidad de energía que bastaría un simple hechizo para conseguir una onda expansiva. 

Y eso era lo que Cassian buscaba, estaba escrito en sus libros. Los clanes debían volver a sus orígenes porque estaban perdiendo el rumbo desde que decidieron aliarse con La Marca Tenebrosa. Más no se trataba del por qué o el cómo, sino más bien del quién. Alguien les había sacado ventaja y con el tablero a su favor, había viajado en el tiempo para interrumpir de cierta manera la formación de los líderes, por consiguiente, en la actualidad sus poderes comenzaron a mermar. Nosferatu lo supo inmediatamente al controlar la historia en los libros y que esta no coincidiera con sus recuerdos ¿Qué estaba pasando? 

Minutos más tarde, no importaba qué estuvieran haciendo, los Mortífagos que se encontrasen en el pueblo donde la Fortaleza estaba ubicada, sería absorbidos por el portal y acabarían en la Isla de Skye, en territorio escoces, en los comienzos de los tiempos, mucho mucho más atrás de lo que podrían imaginar. 

 

[Ada Camille Dumbledore]

 

El día era un lluvioso día de primavera como muchos otros, como era habitual en mi, me vestía para la ocasión: un blazer militar largo azul índigo con apliques dorados una blusa a Blanca y un pantalón negro en terciopelo con botas negra, el cabello rubio suelto a mi espalda. Desde que me había habituado a la biblioteca de loa Discípulos de Nosferatus solía estar allí metida todo el día en aquel lugar consultando cuanto libro pergamino y papel había sobre todo el conocimiento de la magia de sangre. La cantidad de información que había allí me encantaba y me tenía sumergida en el estudio de todas las versiones que habían sobre todas las fortalezas de la magia de sangre. En especial estaba centrada en la forma tenebrosa, era un estudio en donde se podía usar tres esencias con la magia de sangre, pero que eran muy complicadas de realizar sin estudiar. Tome los pergaminos y baje de la biblioteca hacia la planta inferior de la torre oscura, cuando un portal se abrió en el pasillo a unos metros de mi, los papeles intentaron colarse de mis manos pero lo evite y los guarde en mi bolso de piel de moke, no sabía que era eso así que grite y dio algunos pasos hacia atrás quedando recostada en una puerta.

Tras unos minutos vi que nadie salía de allí y con algo que no podía explicar me quedé mirando al fondo, podía divisar una imagen a lo lejos, pero no sabía era y aún así me sentía inmensamente atraída por ella. Empecé a dar pasos de a poco hasta que en un momento estire mi mano par alcanzar atravesar el portal y no supe más de mí.

 

[Hessenordwood Crouch]

La meditación profunda como método de apoyo para apaciguar ideas más rebuscadas o retorcidas que lejos de ser de ayuda lo desenfocan de sus objetivos ya no funciona como antes lo hacía, no tiene los efectos esperados que durante su recuperación de maldición tras maldición supieron dispersar la enfermedad de la locura para centrarse en lo que realmente importa. Aunque, a estas alturas de su vida, cuando se ha jugado el pellejo en lo absurdo en más de una ocasión, y los motivos por los cuales aferrarse a esta desagradable vida escasean, él a menudo ya no está tan convencido de cuales son con exactitud las cosas que, bueno, realmente importan.

Es ahí donde la idea mortífaga resuena en su cabeza con más fuerza. El veneno del pensamiento se esparce entonces rápidamente a través de toda esa sangre maldita con la que ha reconstruido su cuerpo. Está en el lugar correcto, le dice cuando la sangre finalmente le sube a la cabeza, pero aunque tiene la convicción de que esto es una verdad absoluta, el enfoque de sus memorias rotas, le informan que sus pasos aun siguen siendo inciertos. Pero, ¿qué es lo que puede esperarse de alguien cómo él después de todo? Ya no es más que un residuo de todas las consecuencias de sus acciones juntas y si estas personas no lo han asesinado todavía, piensa, que es porque realmente deben estar en una crisis, de esas que tienen a los líderes del grupo mortífago tan preocupados por las visiones de Macnair.

Respirar es lo más racionalmente humano que es capaz de hacer ahora, y aun así, se asquea de eso cuando la meditación profunda no logra poner orden.

El control no llega pronto, y cuando abre los ojos nuevamente, harto de este absurdo ejercicio, está en un campo muy diferente al de la estrecha, oscura y hedionda habitación donde ha pasado las últimas tardes estudiando en viejos libros y pergaminos de la antigua magia empleada por magos y brujas tenebrosos de todos los tiempos, algo que lo lleve a profundizar más allá en la magia de Nosferatu, y las investigaciones de las pistas que han encontrado recientemente sobre estos poderes.

Como otras veces, aun en lugares que frecuenta, no puede de buenas a primeras reconocer el sitio donde se encuentra, lo único que siente es el incómodo frío colándose hasta el interior de sus huesos y la sensación del campo abierto a su alrededor. También se siente observado, aunque no pierde el tiempo buscando a quien o que. ¿Qué ha pasado?-, se pregunta, quizá ha estado caminando en la inconsciencia de su meditación, o tal vez ha sido arrastrado hasta aquí por alguna razón, de cualquier forma, lo primero que rescata de todo esto es que, sea cual sea el motivo, aún no está muerto.

Y eso debía funcionar bien por ahora.

—¿Qué hiciste?-, le pregunta sin causa a la bruja Dumbledore que aparece solo un par de metros de distancia de él, como si la acusara por traerlos hasta este sitio de apariencia remota. Quizá debió pensar en reformular la pregunta, un ¿qué está sucediendo? hubiera sido tal vez algo menos agresivo. —¿Puedes ayudarme con el abrigo? No tengo la varita conmigo-, para este frío que los recibía iba a necesitar algo más que un abrigo de lino, así que pidió auxilio a Ada una vez que la reconoce en algún recuerdo. 

[Tauro M.]

1... 2... 3... Las tres mellizas.

Siempre tres, hay triple diversión

Buscamos aventuras en cualquier lugar 🎶

Siguió tarareando, hasta cantar solo para sus adentros.

Hace días que Tauro hizo un descubrimiento que la mantendría ocupada por el resto de sus días. Los resultados que arrojaron su investigación dejaban expuesto los secretos escondidos en los diferentes libros para niños que los muggles solían leer a sus hijos antes de ir a la cama, pero no solo esto, sino que ellos también tenían programas animados que transmitían por ese aparato tan rudimentario como la televisión. Las inocentes criaturas pasaban horas frente al televisor, mientras que sus padres se desentendían de ellos para poder pasar tiempo a solas, descansar, o simplemente dejar de fingir lo felices que eran por haber traído vida al mundo, pero lo que ignoraban era lavado de cerebro al que estaban siendo sometidos sus hijos por miembros de la comunidad mágica que buscaban más que aliados, sirvientes que cumplieran órdenes sin chistar o sirvieran de sacrificios. 

La parte tediosa era que ella tenía que ver dichos programas para conseguir pistas, descubrir mensajes secretos e identificar las runas que utilizaban para sus propósitos. Después de tres días no podía sacarse esa particular canción de la cabeza, pero cada vez que la cantaba sentía estar cerca de descubrir la identidad de las tres brujas a las que hacía referencia el estribillo. Los rumores decían que ellas en particular solo cazaban niñas morenas, ya que su sangre tenía ciertas propiedades de rejuvenecimiento. Lo que hacían con ellas aun no lo tenía claro, lo único que le interesaba era encontrarlas y quizás experimentar un poco con las brujas. ¿Justicia? No, pero con alguien tenía que probar sus experimentos de pociones. 

Tauro se disponía a seguir su próxima pista, para la cual tenía que trasladarse a una zona muggle que las brujas utilizaban para promocionar sus programas. De hecho ellas ahí eran bastante famosas y tenían cierto renombre que las hacia ''famosas''. Aun no tenía claro como se iba a infiltrar, esa primera salida consistía en conseguir algunos cabellos útiles que pudiera utilizar para sus propósitos. Pero algo extraño pasó, un portal se abrió justo en la mitad de su baño y la absorbió con un poder tan magnético ante el cual era imposible resistirse y al final terminó cediendo. 

--¿Donde estoy? --preguntó al aire, dándose cuenta de que había aparecido en toalla. --Vaya, qué oportuno

[toji]

Zenin

Senescales de Caronte 

Las ultimas semanas se las había pasado en el puerto, apenas si se había pasado por la fortaleza tenebrosa durante ese periodo de tiempo. Los nuevos acontecimientos que habían surgido en su vida habían provocado que se enfrasque en un estudio intensivo de la magia de los Caronte. Toji apenas era Señor de las almas y poseía el conocimiento básico para lo que pretendía. El tempestad había acudido al puerto, en donde se reunían los senescales más poderosos y la jefa del Clan, para afinar sus conocimientos y poder crear su primer horrocrux, lo necesitaba con suma urgencia… pronto debía de asesinar a alguien. 

Las horas pasaban rápidas mientras devoraba los libros que contenían los secretos del clan. Desde la ceremonia de adquisición del tatuaje propio del clan, Zenin se había propuesto adquirir más conocimiento en el menor tiempo posible y así lo hacia días tras día. —El objeto en el que depositaré un parte de mi alma ya estará a buen recaudo, si lo llevo conmigo a todos lados…— mascullaba mientras veía con devoción la vaina que guardaba la Katana que se había traído desde Japón. Era el único objeto que guardaba con cierto apego y que representaba la mayor de las hazañas que había realizado hasta entonces, el asesinato de su familia y unos cuantos más del clan al que pertenecía. Ese era el objeto indicado para resguardar una parte de su alma, ya que en si mismo guardaba parte de su historia. 

—Solo debo buscar un alma que arrebatar… 

De pronto, algo sacó a Zenin de las paginas envejecidas de los libros que consultaba. Una especie de sonido estruendoso que venía de fuera del embarcadero, por las ventanas se colaban destellos de luz que ensombrecían las siluetas de las estatuas y más decoración que allí había. El ruido apenas había durado unos escasos segundos, luego de eso el silencio volvía a reinar en aquellas dependencias. Fushiguro se levantó de inmediato y se puso en marcha para investigar lo que ocurría fuera. Mientras cruzaba los pasillos que llevaban a donde los botes eran amarrados Zenin se fijó que nadie más aparte de él acudía para averiguar lo que ocurría. ¿Se lo habrá imaginado? Reflexionó y concluyó que no, que no era tan idi*** como para confundirse de esa manera. Siguió caminando, pero esta vez más de prisa. 

Apenas cruzó la ultima puerta, justo al borde del embarcadero en donde cada bote, cada barco, cada velero era fijado para esperar a ser usados. Un portal un tanto inusual le atraía con mucha fuerza hacia su interior… Zenin intentó con ahínco resistir a la tracción que ejercía el centro del agujero, pero no tuvo mucho éxito. Poco a poco se fue atraído hacia el portal y sin saber donde sería expulsado, en los últimos segundos, utilizando sus manos Zenin palpó si su varita y su catana aún permanecían en el sitio en donde las llevaba; La varita dentro del bolsillo interior del haori y la catana sujeta a su cadera, envainada en la funda decorada con brillantes piedras oscuras. Satisfecho de poseer las armas con las que solía entrar en batalla quedó más tranquilo y a la vez preparado para afrontar lo que le aguardaba detrás del otro lado del portal.

El frio de la noche golpeó el rostro desnudo de Zenin, como cuchillas afiladas penetraban la piel del Caronte causándole un pequeño escalofrío debido al cambio repentino de temperatura. Se encontraban en una localización desconocida para Zenin, pero sim embrago, al instante se percató de que no estaba solo, a escasos metros visualizaba unas siluetas que parecían estar igual de desconcertados que él mismo. Sacó su varita e invocó su mascara, no quería ser visto en territorio desconocido… Se acercó a ellas con precaución, aun empuñando su varita con su mano diestra mientras que con la otra mano rozaba la empuñadura de su tan preciada katana. —¡¿Quien va?! — exigió a las personas que estaban allí reunidas mientras apuntaba con la varita. —¿Quiénes sois?

[Ada Camille Dumbledore]

 

Frío…  sentía mucho frío, no sabía porque sentía pesados los párpados no quería despertar, quería seguir pero empezaba a sentir como mi cuerpo empezaba a sentir frío. Estaba boca abajo y escuche a alguien más a mi lado abrí los ojos pesadamente, pero volvían a cerrarse por el peso del cansancio. Finalmente los abrí y apoyando mis manos en el suelo me levante, no sabía dónde estaba pero hacía mucho frío. Las  palabras de alguien me preguntaba qué había hecho hacían eco en mi cabeza pero estaba tan confusa que sólo que me de ahí mirándolos, de pronto una y otra persona, reconocí a Toji ( @ Tazz ) y vi como se ponía la máscara de Zenin con prisa. Tome mi cabeza con una mano y con la otra les pedí un momento.  No podía ponerme de pie, sentía mucho vértigo, traté de aclarar mi mente y respire profundo. Frente a mi estaba Grelliam ( @ Hessenordwood Crouch ) quien me hablaba también y la joven de cabello azul a quien no reconocía, pero debía estar con mucho frío porque solo llevaba una toalla encima. ( @ Tauro M. ) 

- No se donde estamos pero  viendo el lugar se que no estaba aquí hace un momento

Saque mi bolso de piel de moke, saque un abrigo negro, un pantalón de mezclilla, una blusa negra de botones delanteros, botas. Las deje en el suelo de donde no me levante.

-Grelliam no se que pasa, iba por el pasillo saliendo de la biblioteca, ¿tu donde estabas? 

Me quedé esperando a saber que conocían los otros del lugar, pero al ver sus reacciones y su cara de sorpresa, ninguno sabía porque y como estábamos ALLÍ. 

 

[Mael Blackfyre]

¿Qué hiciera qué? ¿Qué fuera dónde? El pedazo de pergamino que sostenía entre mis dedos rezaban algunas palabras que no entendía a la perfección. Tenía que admitir que no me agradaba para nada el tener a alguien que me diera demasiadas órdenes. La líder actual de la marca tenebrosa, no estaba tan presente como para poder mandarme y era consciente que hacía realmente lo que quería, casi sin recibir chistidos. Pero si algo era cierto, es que ahora era parte de los Nosferatu y aquel Clan exigía una devoción incluso, casi más que la mismísima Marca Tenebrosa.

Pero ignoré todo un poco la situación de lo que estaba ocurriendo. Mi objetivo en aquel momento, era encontrar algún sitio donde me sirviera lo que iba a  hacer con Mica. Pero una especie de onda expansiva atravesó aquel sitio y me arrastró como si fuera un traslador. El portal me había succionado y me estaba llevando a otro sitio que la Fortaleza Oscura. Mantuve las dos cosas que aferraba en mis manos, una de ellas siendo mi varita mientras salía del sitio tenebroso para llegar a un lugar que no conocía en persona, pero si lo acababa de nombrar Cassian.

— ¿Ada, Grelliam? ¿También los han mandado aquí? ¿O qué sucedió? —les pregunté a las dos personas que habían visto en primer lugar. Avancé unos pasos mientras notaba que otras dos figuras también habían arribado por allí, una siendo Tazz y la otra Tau. Les hice un gesto con la cabeza mientras me volvía a las primeras dos—. Cassian Lasombra, líder del clan Nosferatu, me mandó éste papel. “Craigh Na Dun” —lei en voz alta. Luego los miré—. No entendía a qué hacía referencia hasta que llegué aquí.

Miré hacia atrás, por donde había llegado, y no había ningún portal. Claramente que el líder del clan al que pertenecía, quería darme un mensaje en cuanto a algún trabajo o tarea que debíamos hacer, pero a la vez no me había dado tanta información. ¿A los demás les habría dicho algo? Guardé tanto la varita como el papel en mi bolsillo.

@ Ada Camille Dumbledore  @ Tazz  @ Tauro M.  @ Hessenordwood Crouch

[Jeremy Triviani]

Jeremy observo los nuevos detalles del único huevo que sobrevivía en la cruza genética de animales. El cascaron de un luminoso color anaranjado, empezaba a tener en la superficie burbujas de un rojo bermellón con aspecto extraño. La cantidad de tiempo que venia incubando aquella nueva especie, no había mostrado hasta ese punto aquel nuevo cambio. Escribió con tinta sobre el pergamino la observación, aclarando que podría ser por el nuevo enfoque de subirle la temperatura al nido agregando un pequeño fuego eterno que crepitaba por debajo día y noche. El vampiro estaba encantado con aquel avance luego de tanto tiempo. La prueba y error era parte de la creación. ¿No eran ellos mismos algún experimento que había salido mal? 

La alarma mágica de presencia vibro, provocando que Jeremy dejara sus escritos, que rápidamente se volvieron ilegibles y traspasara la pared hacia su laboratorio legal en el IIIM (Instituto Internacional de Investigación a la Magia). Pocos segundos después, noto que el joven mago traía sobre sus guantes de piel de dragón un nuevo compost producido con restos orgánicos de diferentes animales mágicos, y que serviría para la grande de Insectos que utilizaban de criadero de estos. Sin mucho para decir, Jeremy observo el oloroso productos de color marrón y regaño al niño por no llevarlo directamente en una bolsa. Detrás de él se veía el rastro del compost que había perdido en el camino. 

-Las lombrices presentan un cambio extraño en su fisiología -Dijo el joven Bruce. 

-Toma las notas correspondientes y déjalas para que las revise mas tarde -Respondió Jeremy molesto. Quería terminar el informe sobre el huevo y no ocuparse de ningún compost mágicos de insectos. 

-Si, señor -El obediente muchacho se dispuso a meter el compost en una de las bolsas y dejarlo descuidadamente sobre una de las mesadas de acero inoxidable. Luego empezó a desandar el camino limpiando la suciedad. 

-¡Bruce! -Exclamó Jeremy tomando la bolsa de compost - No debes descuidar el material... 

Un vórtice aparecido de la nada frente a Jeremy y se lo trago sin que pudiera ni pestañear. La sensación de viajar por un portal se le hacia muy conocida, y no tuvo opción de pensar nada en absoluto hasta que salió en medio de una amplia vegetación en un archipiélago de piedras. El cambio de aire hizo que el vampiro se sintiera levemente mareado mientras que sacaba del bolsillo de la bata blanca de trabajo, la flexible varita mágica. Tardó poco segundos en darse cuenta que no estaba solo. Los mortífagos estaban ahí con él. Incluso... no, no podía ser. Jeremy pestañeo varias veces y hasta se quito los lentes protectores para mirar a la mujer envuelta en una toalla. ¿Cuándo había regresado? 

-¿Que demonios haces aquí? -Preguntó frunciendo el ceño. 

[Anthony R. Dracony M.]

Los últimos acontecimientos tienen al mago intrigado sobre la razón de aquella extraña coincidencia, aunque de un tiempo acá, estaba pensando en que el destino tiene marcados algunos acontecimientos que pasarán si o si, sin importar por que caminos uno se decidiera a tomar y transitar por ellos actuando bajo su propia elección... un misterio es la vida misma pero eso ya no le preocupa tanto como antes.

No desea adivinar que le aguarda en el futuro, nunca le ha gustado esa parte de "buscar atajos" para sea lo que sea necesario realizar, mejor seguir atento y hacer aquello que le despierta interés como ahora que busca obtener una armadura retráctil, algo especial y útil, por eso camina aquella calle empedrada enfundado en un traje oscuro y camisa verde olivo, no falta su capa negra con su bolsillo interno hecho de piel de moke, el cuál está repleto de sus objetos mágicos. Debajo de su ropa tiene puestos sus Amuletos más apropiados para resguardar su existencia, algo que cree que debe cumplir por aquello del destino y del propósito para el que se encuentra en el mundo. 

Avanza sin prisa, está vez solo es un caso de interacción para adquirir lo que le parece ideal para mejorar su exploración a lugares extremadamente peligrosos, así que lleva un saquito repleto de galones para efectuar la transacción. La herrería está al final de la calle, al ser principio de la mañana, aún no hay gente transitando, quizás en el puerto si se encuentren desembarcando o se reúnan en el bar... observar las calles semi vacías no  es algo que de verdad preocupe, lo sería en cualquier otra parte, no de esta ubicación donde no hay acceso para gente que no pertenezcan al selecto bando.

Ryvak puede ver que no se encuentra nadie en la fragua, inexplicablemente parece como una versión de un pueblo fantasma donde solo las ánimas circulan gimiendo sus penas lastimosamente, el joven mago gira su rostro para mirar sobre su hombro hacia atrás pero aquel gesto fue tardío, un portal mágico se abrió a su espalda pero lo raro de ese suceso es que fue absorbido por el portal y le llevó a un lugar donde parece un sitio boscoso pero de cierta brisa que parece marina... -- Es extraño... parece que nos rodea el mar... -- sin pensarlo más, se encamino hacia donde sus sentidos captaron el agua, un poco por curiosidad y otro tanto por la emoción de explorar. Llegando a la orilla del agua, uso su animagia y se lanzo al agua,  con rapidez nado en aquellas frías aguas, su intención era verificar si aún sigue en Gran Bretaña...

[Arya Macnair]

Escocia. 

Me estaba costando quitarme el jabón del cuerpo, nunca antes me habían temblado las manos como ahora y lejos de sentirme una niña quise ahogarme debajo de la lluvia de la regadera. Más aún cuando los minutos pasaban  y yo seguía allí dentro completamente sola ¿Se habría arrepentido después de todo? ¿Sería la fatídica escena del "te llamo un taxi"? me enjuagué el rostro, apresuré los movimientos para envolverme con una toalla y salí del baño completamente empapada, no quería que me viese con el ceño fruncido pero fue imposible ocultar la incomodidad de los segundos perdidos. —¿Vienes?— quise decirle, pero la habitación estaba en silencio, su ropa a un lado de la cama deshecha y la puerta cerrada con llave. Habría perdido la razón de no ser por el pequeño portal que alumbraba en el medio del cuarto, una decoración que estaba demasiado segura yo no había pedido.

Chasqueé los dedos y la toalla mutó en una camisola larga que me llegaba casi a la mitad del muslo, metí la pierna en un jean y así como alcancé a no caerme, me lancé de cabeza hacia el portal. Usualmente justificaría mis actos con que ya estaba un tanto loca a esta altura del partido, pero había una diminuta parte de mi que guardaba una lealtad irracional hacia Tauro, una de la que no hablaríamos jamás, pero esa misma que no permitiría que nada le sucediera. 

Lo cierto era que al estar tan ocupada, nunca vi la nota que Lucan me envió con uno de sus cuervos. Posiblemente luego me reñiría por ello, pero muchos sabíamos que los líderes de clan se la pasaban entre misterios e incógnitas. Terminé de abrocharme el pantalón en el centro de un círculo de piedra completamente destruído ¿Qué había pasado allí y por qué me encontraba en ese lugar? instintivamente un par de orejas de lobo crecieron donde deberían estar mis orejas humanas y tanto el olfato como la vista se agudizaron abruptamente; los colores, los aromas, todo te envolvía de manera embriagante, te confundía si eras demasiado nuevo en el tema. 

Cerré los ojos, podía oír la voz de mis compañeros, la presencia de Mael, olía el perfume de Tauro, el de Ada...

Me giré y con una rapidez animal llegué a ellos, casi como una ráfaga, haciendo que la toalla de la fémina volase por los aires justo a tiempo para que la ropa que Camille le brindó cubriese sus encantos. —No hay excusas— le susurré, aun un poco molesta, aunque ella no tuviese la culpa. Y luego me dirigí al Lugarteniente. Allí donde pisaba dejaba una fina huella carmesí, las rocas filosas habían herido mis pies, pero no lo sentía ahora, quizás más tarde.

—¿Alguien me puede explicar qué hacemos aquí?

Mi voz sonó animal, no estaba segura de si sabrían que era yo por la deformidad lobuna. 

—El aire huele diferente, está claro que no estamos en Londres, pero aun así, algo no anda bien... 

Me encontraba rodeada de magos poderosos, Jeremy, Ada, Mael, Tauro, Anthony ¿Hessen? había una cara poco conocida para mi, considerando que había desaparecido el último mes (meses) agradecía el poderío de La Marca Tenebrosa, más aquello no me sacaba de la confusión. Y tampoco lo hizo el temblor que nos tambaleó violentamente hasta casi hacernos caer, agrietando ligeramente el suelo bajo nuestros pies, agitando las aguas que nos rodeaban ¿Estábamos en una isla? pájaros graznaron de forma insoportable por sobre nuestras cabezas dejándome ligeramente aturdida. Era casi como si la tierra estuviese convulsionando y no supiésemos el por qué.