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.: Castillo Triviani :. (MM B: 78361)


Mentita
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Un rayo verdoso partió de algún punto del interior del castillo y sin demorarse más de dos segundos, en los cuales los ojos del muchacho se abrieron y se quedaron posados en la criatura que le abrió la puerta, él era el objetivo del rayo y sin que el elfo se de cuenta del porqué, cayó al suelo inerte y con los ojos abiertos, manteniendo una expresión de horror en su arrugada cara.

 

No sabia el motivo de aquel asesinato, pero supuso que preferiría no descubrirlo en esos momentos. Un joven de cabello blanco hizo acto de aparición, y lo relacionó directamente con el hechizo que se había lanzado. Sin importarle lo sucedido, avanzó hasta donde el Haughton se encontraba y lo empezó a interrogar de inmediato.

 

Si no lo fuera creo que el rayo habría caído en mi pecho —respondió observando al Triviani. No prestaba mucha atención a su alrededor y mucho menos al pálido guardián—. Vengo para realizar una... —sus palabras quedaron en el aire cuando sin haberlas terminado el patriarca lo invitó a pasar y se alejó de donde se encontraba— ... gracias.

 

Entró al lugar siguiendo con la vista la figura del muchacho mientras este se alejaba más para subir las gradas del vestíbulo y perderse en la oscuridad del castillo dejándolo al Haughton unos segundos en el sepulcral silencio que allí se acentuaba, sin más compañía que el cuerpo muerto del criado.

 

—Encima me deja con el muerto aquí —murmuró para si mismo volteando para observar la entrada. Pero se sorprendió al ver una figura allí, de pie, mirándolo.

 

Su cabello alborotado no encajaba con los adornos, las paredes, y los candelabros que se encontraban en el lugar. Sus pies descalzos eran una muestra más que no coincidía del todo allí, pero algo en ella si encajaba perfectamente, y cuando observó su grácil andar y sus expresiones tan delicadas y femeninas, comprendió todo.

 

Quizás tenga algo rondándole la mente —respondió sin saber muy bien como expresarse de aquel extraño hombre—. Soy su guardián por unos días, y aprovechando la oscuridad venia a revisar si todo se encuentra bien.

 

Terminó su breve presentación y se dio cuenta que la Triviani miraba con resignación el cuerpo sin vida del elfo, para luego levantar la mirada y observarlo a él, que se encogió de hombros y estiró su brazo para estrecha la mano de la chica con la suya.

 

Derek Haughton —se presentó formalmente mostrándole una leve sonrisa y estrechando su mano.


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Lo escuchaba prestando bastante atención a lo que decía y haciendo caso omiso a la requisa de sus ojos a la que la sometía. Hizo el amago de una sonrisa al ser informada el motivo de su visita y, aunque no le gustaban los extraños, se le ocurrió que al fin y al cabo estaba ahí sólo para realizar el mismo trabajo que a ella le tocaba hacer en compañía de algunos mortífagos. Quizás más adelante, cuando le dejasen entrar a la Marca, podría realizar esos trabajos sola.

 

La gitana era una bruja que no disfrutaba mucho de la compañía de los demás, aunque tenía sus lapsus de sociabilidad que sorprendían, era de aquellas que preferían la soledad; a menos claro que se tratara de una de sus madres, entonces no lo aparentaría, pero sí que se divertiría.

 

— Candela Triviani —se presentó también y estrechó la mano del chico.

 

El cuerpo sin vida del elfo había desaparecido y lo único que quedaba era el rastro de su muerte. La bruja sacó su varita y quitó las manchas que pudo haber dejado la criatura, dándole al vestíbulo un aire mucho más... acogedor. Si bien seguía siendo tétrico, era así como se sentían en casa los demás.

 

— E 'morto. Per fortuna ci sono molti di più. —se encogió de hombros y se volvió hacia su acompañante.— ¿Quieres que te de un recorrido por el castillo? —preguntó— ¿O prefieres hacerlo solo? —

 

De todos modos ella tenía ganas de ir a la cocina a prepararse algo de comer, estaba más preocupada en su estómago en su propia apariencia; así que esperó a que el guardián decidiese.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Aun con la mirada clavada en la alfombra sonrió apenas escuchó ese mote, habían pasado años sin que alguien se le dirigiera así, ella misma casi olvidaba que era también una Triviani. A pesar de que sus delgados labios formaban una sonrisa estaban muy alejados de ser de felicidad, más bien parecía un gesto nostálgico que ocultaba cuan dividida estaba su mente en ese mismo instante, entre encarar a Danyellus y hacerlo sufrir por revivir recuerdos que quería mantener muertos; y, por otro lado, arrojarse sobre él y aferrarse a su frío cuerpo buscando un refugio, como aquella noche en la que la perdió.

 

- Podría haber pasado una eternidad y te aseguro que sería como nuestro ultimo encuentro - respondió tranquilamente, para sorpresa suya y poniéndose de pie, por fin sus celestes ojos se encontraron con los del patriarca que, a pesar de ser de un color tan parecido, reflejaban un ser totalmente diferente. Gyvraine estaba plenamente consciente que su corazón, de estar vivo, latiría a mil por hora con tan solo esos segundos que llevaba frente al mortífago, había algo que había desaparecido y la Malfoy aun no lograba descubrir qué, gracias a todos los pensamientos y sentimientos que le inundaron.

 

Su cuerpo tan fuerte como su naturaleza vampírica le concedía, estaba inmóvil, como si temiera que cualquier movimiento pudiera hacerle perder el sentido. El aroma que su primo despedía se le antojaba tan familiar y solo al estar ahí, tan cerca de él, fue que se dio plena cuenta de cuanto había extrañado esa sensación, como si no tuviera que hacerlo todo ella sola, aquello que aprendió en su época de estudiante, cuando sus mejillas aun podían colorearse de un brillante y penoso rojo.

 

- No diré que estás igual a la ultima vez - continuó, manteniendo la sonrisa que apenas si se había dado cuenta que tenía dibujada en el rostro - Creo... - hizo una pausa mientras avanzaba un par de pasos hacia él, fingiendo una mirada crítica - que has ganado un poco de peso - cuando un pequeño paso era lo único que los separaba, Gyvraine comenzó a caminar a su alrededor, para "reconocer" al mago que estaba en su habitación y que hacía años no veía -. Debes comenzar a elegir mejor tu dieta, no es que serás eterno - bromeó justo cuando quedó de nuevo frente a frente.

 

Lo había descubierto, Gyvraine sabía que era lo que había desaparecido, ya no estaba más aquel doloroso muro que se extendía entre ellos y que la obligaba a aborrecer a su primo. El eterno sufrimiento de aquella pérdida se había ido y, con él, se había llevado todo sentimiento de odio a Danyellus, por fin podía verlo de la misma forma que lo veía al momento de tomar la foto que estaba sobre su escritorio.

 

- ¿Hace cuanto volviste a casa? - tuvo que obligarse a sí misma a pasar el nudo que comenzaba a formarse en su garganta para mantener el tono de voz, después de todo era una Malfoy y la apariencia lo era todo, por lo menos así la había educado su madre - Yo acabo de llegar - continuó para mantenerse haciendo algo y señaló la maleta que había dejado abandonada a unos metros de donde ellos continuaban de pie, como si hubiera olvidado lo que debía hacer frente alguien que no sería su cena.

 

Se sentía tan torpe y sin saber qué hacer, que por un segundo pareció que una maquina del tiempo los había hecho volver al momento en que se conocieron en la sala común de los Dragones, sin saber como continuar, pero sin querer moverse ni un centímetro hacia otro lugar. Por un minuto, Gyvraine prefirió que aquel muro regresara, después de todo era más fácil odiarlo que tenerlo ahí, de pie, con ese perfume que le hacía volver en el tiempo hacia agradables recuerdos.

We're always one...

.::Familia Malfoy::. ||Vacaciones Administrativas (?)||.:Familia Triviani:.

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Cuando escuchó las palabras que la muchacha pronunció en otro idioma, se quedó completamente helado. Sintió como algo dentro de él se removía al reconocer aquello como algo instintivo, pero lo reprimió al instante, no era el momento ni el lugar para dejar que esto suceda. Cerró los ojos y respiró hondo mientras internamente luchaba con todas sus fuerzas para acabar con aquella esperanza.

 

Levantó el rostro y sonrió como si nada hubiera pasado. La muchacha le había ofrecido una visita por el majestuoso castillo, pero el Haughton no estaba allí para hacer turismo en un lugar nuevo, sino por el contrario, solo necesitaba conocer un detalle del lugar para poder concluir con su trabajo, y quizás después, considere tomar el tour (?).

 

Te lo agradezco, pero no —respondió mirando el lugar y admirando toda su decoración—. Quizás cuando acabe con lo que vine. Dime, ¿Alguna actividad inusual aquí?, ¿visitas no deseadas que ocasionaron problemas? —preguntó, sabiendo que la Triviani entendería sus preguntas perfectamente, su problema eran los fenixianos.

 

Sabía que aquella familia era muy prestigiosa, y una acusación de parte de la Orden del Fenix sería algo realmente grave, y no creía que tuvieran las agallas para realizar algo así, pero tenia que preguntarlo, no tenía otra alternativa. Esperó la respuesta mientras repasaba mentalmente el tiempo que le quedaba. Era probable que tome esa rápida visita acompañado de Candela.


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La matriarca lo observó con curiosidad, al parecer había reaccionado a algo que había dicho pero no se le ocurría qué podía ser. Fijó en él sus ojos grises, tratando de descifrar el pequeño misterio que Derek ocultaba, y cuando éste le sonrió como si tal cosa, la bruja decidió que era mejor no preguntar; de todos modos, era bastante buena averiguando cosas sin mucha información, aunque no se lo propusiese.

 

Se encogió de hombros cuando el guardián rechazó su invitación y pensó que entonces comería sola, aunque no era una idea que la alentase demasiado. Sonrió un instante después al escuchar su pregunta y miró alrededor del vestíbulo, como analizando ella misma el estado en el que se encontraba el castillo, si era peligro o demasiada tranquilidad.

 

— En realidad, todas son visitas no deseadas aquí —respondió con indiferencia— Nuestros elfos resultan ser muy buenas alarmas si alguien se atreve a invadir nuestros jardines, ellos mismos muchas veces evitan que pasen más allá de esos límites, lo cual nos resulta bastante beneficioso. —permanecía derecha y con ambas manos cruzadas en la espalda.

 

El estómago de la gitana estaba resentido, necesitaba comida, y comida humana antes de que se le ocurra pedir otra cosa. La Triviani suspiró.

 

— Pero bueno, no siempre son muy efectivos, particularmente cuando se encuentran los Chuck nuevos. Hasta el momento ningún incidente, al menos no desde que regresé de mi viaje. —concluyó y agregó:— Debo comer algo. Puedes empezar por donde gustes y si necesitas algo más, estaré en la cocina. —

 

Dio media vuelta y fue caminando, aunque realidad parecía estar danzando descalza, hacia la cocina.

 

— Ten cuidado con Apocalipsis —dijo en voz lo suficientemente alta para que el mortífago la escuche— mia madre non permette loro di toccare il coniglio.

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«—Raro que pongan a todos sus elfos el mismo nombre —pensó mirando a la muchacha mientras respondía sus preguntas—. Pero supongo que de esa manera no confunden a uno por otro... igual no hay mucha diferencia, todos terminan muertos cuando suceden las redadas.»

 

En ese momento sintió como el estomago de la muchacha rugía sonoramente. No sabía realmente de donde venía la Triviani, pero por el aspecto que tenía, llevaba fuera de casa varias horas y quizás no había probado bocado en todo el día. Se dirigió a la cocina y luego mandó una frase suelta al aire que el Haughton cogió de inmediato.

 

Creo que será mejor que vaya contigo —indicó empezando a caminar detrás de la muchacha. Aunque había entendido a la perfección la frase, no sabía a que se estaba refiriendo en sí, por lo que optó por mantenerse cerca de ella— un bocadillo no me vendría mal.

 

Llegaron hasta la cocina del castillo en donde otro grupo de pequeñas criaturas se aglomeraba alrededor del horno, de donde salía un ligero olor a quemado. Los observó unos segundos y luego se giró para observar a uno que observaba a los muchachos sus enormes castaños.

 

¿Quien es Apocalipsis? —preguntó separando una silla alta de la mesa y sentándose en él quedando enfrente de la muchacha. No se conocían mucho, pero su compañía le resultaba extrañamente cómoda, por lo que decidió quedarse un poco más de no normal en aquella visita.


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Estiraba los brazos al caminar cuando sintió los pasos de Derek siguiéndola, no lo había escuchado y pensó que quizás estaba tan hambrienta que iba perdiendo parte de sus propios sentidos. No lo esperó, si no que mantuvo la misma velocidad, con el mortífago pisándole los talones.

 

Una vez dentro de la cocina, los elfos se habían amotinado uno detrás de otro para ver si podían salvar algo de lo que se estaba quemando en el horno; un Chuck se dio media vuelta y abrió los ojos como platos al ver a la matriarca dentro de la habitación, su gesto impasible y su mirada serena sólo podía significar una cosa: Estaban en problemas.

 

— Elfi Stupidi! Non è possibile mettere qualcosa nel forno senza bruciare? —les gritó y todos ellos retrocedieron temerosos, aunque eso significase que se estuvieran quemando al roce del horno.

 

— Mi scusi, signora, giovane Danyellus ci ha chiesto panini bruciati per l'eccellenza —respondió uno que, aunque parecía estar totalmente tranquilo, empezaba a transpirar y revolvía sus manos nervioso.

 

Candela lo observó con recelo, entrecerrando los ojos y con las pupilas bastante dilatadas, al punto que el rojo sangre de sus iris se empezaban a notar gracias a la alteración. La salamandra en su cuello palpitó un par de veces hasta que se dio cuenta de que, de espaldas al muchacho, no se encontraba totalmente sola.

 

— Lo averiguaré —siseó con voz envenenada.

 

Y lo haría; si elfo estaba en lo cierto, Danyellus pagaría por aquella est****a broma, y si se equivocaba, el elfo naturalmente moriría. Respiró hondo una sola vez y por fin le dio la cara a Derek, que observaba todo con actitud calmada. Candela tomó asiento y al instante uno de los elfos se acercó a ella con una bandeja de panecillos y una jarra de jugo de melón, su favorito.

 

— Lo siento —le dijo al guardián, aunque no estaba realmente arrepentida, la gitana era así de arrebatada siempre.— Cuando estoy en casa utilizo el acento, algo que no puedo hacer mucho fuera, detesto estar explicando siempre lo que digo —puso en blanco los ojos y le dio una mordida a un panecillo.

 

Derek se sentó frente a la bruja, preguntando por la mascota de Aland y la Triviani no pudo evitar reír, con una risa tan natural que hasta se había olvidado de cómo sonaba.

 

— Eres el primero en preguntarlo —cedió y le dedicó una elocuente mirada— Apocalipsis es la mascota de mi madre, de Aland, es un conejo rosa... Sí, un conejo rosa —repitió al ver el gesto incrédulo del mortífago— De todos modos, que no te engañe, es bastante cruel si lo quiere. —añadió y bebió de su jugo.

Editado por Candela Triviani

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Cuando el mortífago notó que su prima se encontraba bromeando, todo rastro de rigidez desapareció de su cuerpo... hasta donde era posible en él, que siempre procuraba unos modales perfectos a la par que siempre parecía estar a punto de saltar sobre una presa a la que acechara. Una sonrisa traviesa cruzó sus labios un instante mientras la seguía con los ojos en tanto que ella lo rondaba, para decirle que estaba gordo, aunque siguiera teniendo el mismo cuerpo delgado que había poseído en los últimos ochocientos años. En cuanto la chica terminó su ronda inspeccionándolo, poco le faltó al demonio para tomarla por el cuello y luego refregarle un nudillo en la cabeza.

 

-El tiempo lo cambia todo primita- le mencionó -Volví hace ya varios meses para retomar mis juramentos y encargarme de algunos de los negocios familiares... ya sabes que están un poco decaídos. También me he visto ya con madre y con Aland y hasta he oído que Candela también está de vuelta- le resumió la situación familiar en dos frases. A buen seguro ella no estaba muy enterada de nada y, si la conocía de algo, casi podría jurar que la chica se había metido de cabeza en su trabajo para evadir todo lo demás.

 

Realmente, ahora Danyellus no sabía muy bien cómo actuar frente a su propia familia. Habían pasado tantas cosas... y frente a sus primas las que menos. Con Alyssa había retomado su buena relación tras algunos reclamos de parte y parte por lo que habían hecho el uno o el otro; Aland seguía siendo tan molesta como siempre para ocultar cuanto sintiera, pero sumamente protectora en lo que a su familia respectaba y ahora, con Gyv... se sentía agradecido de poder sonreirle con franqueza y mantener una conversación que no iba a terminar en un enfrentamiento verbal, de golpes o de varitas, como había sucedido en otras ocasiones. ¿Y si se encontraba con Candela? De no ser porque no estaba seguro de que la Zingara había regresado, el demonio juraría que había captado su olor en el primer piso.

 

-¿Cómo te ha tratado últimamente la... vida?- preguntó, pensando en que aquella no era la palabra más adecuada para hablar con una vampiresa pero, a falta de una mejor. esa tendría que servir. -Te ves vieja y acabada- bromeó.

Patriarca Triviani |

http://i.imgur.com/doPaD.gif | Familia Malfoy

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Ya al final de tantas semanas de estar en un sueño eterno aparecí dentro de una luz negra en el jardín del sitio donde consideraba mi hogar permanente El castillo Triviani, el cual seguía como siempre un poco abandonado pero lleno de misterios y magia oculta la cual me encantaba ya que me ayudaba a desestresarme a veces cuando todo en el trabajo era un dilema o aburrimiento.

 

Tras aparecer camine con paso decidido hasta llegar a la puerta la cual estaba entreabierta cosa que me pareció raro, así que solamente tome aire sacando así mi varita la cual estaba un poco sucia por el hecho de asesinar a demasiadas personas sin tener aunque sea tener tiempo debido para hacerle una limpieza a profundidad, Al entrar al castillo note que todo estaba en calma así que con un suspiro de un poco de alivio camine con un cinco por ciento de desconfianza hasta encontrar la escalera donde comunicaba la parte baja con la parte alta donde se hallaban las habitaciones de todos los familiares permanentes de aquella familia.

 

Con una sonrisa de alegría subí las escaleras casi corriendo hasta llegar a mi habitaciones la cual se encontraba pulcra y ordenada a la perfección (el elfo doméstico se encargaba de eso todos los días de su vida), Sonriendo me tire en la cama sintiendo la tela suave en mi rostro y en mi cuerpo hasta que mis parpados no aguantaron mas el cansancio y se cerraron por un tiempo largo, Pasado algunas horas de estar durmiendo plácidamente desperté un poco llena de pereza así que sin querer queriendo y sabiendo que no había nadie en mi recamara comencé a retirarme cada una de las prendas de ropa tirándolas en el suelo o donde cayeran cuando las lanzaba hasta quedar como la diosa nos creo.

 

Al estar lista para darme un baño, moví rápidamente mi varita para que el jacuzzi se arreglara con agua, pétalos de rosas blancas y rosadas, leche, y muchas esencias mas para el relax y placer mio, Cuando ya estuve adentro de aquel delicioso baño descanse pensando en que tenía que realizar cuando saliera del castillo a la vida cotidiana la cual tenía que retomar sea como sea y de una manera inmediata ya que había desaparecido mucho tiempo y mucho tiempo seguido.

 

Me quede allí en el jacuzzi reposando e ideando un plan para que no me volvieran a matar ya que al parecer era famosa entre los odefos ya que donde me veían me mataban.

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Te comprendo —respondió el Haughton, ya que él también odiaba cuando los demás no entendían ni pizca de lo que estaba hablando. Luego continuó usando el acento italiano que hacía bastante tiempo, no usaba—. Debería de ser requisito saber al menos un par de idiomas para andar en las calles.

 

Imitó a la anfitriona y tomó uno de los panecillos que estaban allí frente a los muchachos y mordisqueó un lado de este; tenía un sabor bastante agradable y luego de pasar lo poco que había mordido, le dio otro mordisco mas grande, sintiendo el sabor a canela que desprendía el pastel.

 

Empezó a escuchar la explicación del ser llamado Apocalipsis luego que la muchacha riera naturalmente por la inquietud que había mostrado el castaño al no saber donde se encontraba el extraño ser. Se trataba de la mascota de la madre de Candela, y al parecer era un conejo... ¿Rosa? Su cara lo dijo todo al arquear una ceja y mirarla totalmente extrañado.

 

¿Y donde se encuentra dicho conejo? —preguntó aún sin saber si deseaba saber la respuesta a aquella pregunta. Un conejo que por naturaleza era cruel difería mucho de lo que él tenia en mente como un conejo; un ser peludo, pequeño, que avanza impulsado por sus patas traseras—. Si es así de cruel como dices, deberían de darle los elfos que, como este, quema las cosas.

El muchacho no se había creído el pretexto del elfo. Le resultaba improbable que Danyellus, el joven que le había abierto la puerta quiera que le cocinen unos panecillos quemados, que en realidad ya se encontraban algo carbonizados, de ellos no había mucho comestible realmente.

 

Aunque quizás tenga razón el elfo —fijó la vista en el que había respondido a la Triviani y lo observó por unos momentos, sintiendo como el nerviosismo de la criatura aumentaba—. Pero dudo, que alguien quiera comer esa cosa.

 

Inmediatamente una idea algo extraña invadió su cabeza. El joven que había mandando a preparar aquellos bocadillos, no tenía la intención de comerlos o invitarlos para seres humanos. Aún tenia un recuerdo vago de Danyellus y su extraño comportamiento de la última guardia en la que lo había conocido, pero le era suficiente como para obligar a los elfos a comer aquellas costras quemadas.


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