.: Castillo Triviani :. (MM B: 78361)

[Lisa Weasley Delacour]

El castillo de la líder mortifaga parecía no tener un numero limitado de visitas al día, puesto que desde que había llegado la gente venia y venia y mas parecía una reunión de amigos que otra cosa. Los guardianes habían venido a hacer su trabajo, mis compañeros de bando a ver a la matriarca de la familia y los elfos corrían por doquier intentando que todos nos sintiésemos cómodos. Seguía ensimisma observandolo todo. Mis orbes verdes paseaban por la sala recogiendo en mis retinas todo el poder que se mostraba en cada rincón del lugar. Me gustaba, estaba cómoda y como en casa pero era obvio, el poder de Alyssa parecía que recorría todas las paredes del lugar, propinándole un aura magnética que se colaba en mi interior como si de un rio se tratase fluyendo por cada poro de mi cuerpo.

 

- Tranquila – Sonreí al escucharla hablar – De pie se dice que crecemos ¿no? – Bromee con ella normalmente – Además estos sillones parecen tan cómodas que si me siento, me duermo

 

Además de ser mi líder, podía decir que la Triviani era una buena amiga, desde que había entrado a la marca me había cuidado como a una hija y siempre que me metía en líos, venia a ayudarme a salir de ellos. Le tenía gran cariño y un respeto tan brutal como si fuese mi madre verdadera. Yo siempre la trataría como tal. Sonreí divertida al ver que no podía atar todos los cabos por ser más de ni persona en la sala. Espere mi turno para hablar y así no agobiarla. Me entretenía ver como su porte de elegancia seguía estando y que aunque se veía algo extresada por todas sus obligaciones, nos regalaba su tiempo como si nada. Realmente admiraba a esa mujer, pena mientras bebía un sorbo del café que un elfo me había traído.

- Mucho lio eh – Le guiñe un ojo cómplice.

[Roxanne Rambaldi]

Departamento de Transportes Magicos

Direccion de Red Flu y Trasladores

Instalacion de Conexiones y Hechizo anti aparicion

 

Luego de ir hasta el castillo Myrddin, y dejar atras del mismo, habia aparecido en el castillo Triviani, donde debia instalar algunas conexiones, y el hechizo anti aparicion. Con paso elegante y lento me acerque hasta la verja, que abri cuidadosamente tratando de no hacer el minimo ruido, llegue a la puerta tras unos segundos, alli toque levemente hasta que un elfo me abrio la puerta.

 

-Buenos dias, vengo a instalar algunos servicios que la matriarca de la familia ha pedido.-dije con una sonrisa en los labios, gracias a mi educacion habia aprendido modales incluso con los elfos.- Podria acercarme a una chimenea, por favor.

 

Me guiaron hasta el lugar indicado y alli abri el portafolio, leyendo con atencion las conexiones que se habían pedido, cualquier error seria catastrofico. Luego de haber revisado, saque mivarita de un bolsillo de la capa de viaje y la apunte hacia la chimenea, pronunciando al mismo tiempo un hechizo que abriria una conexion hasta la Academia de Magia y Hechicería., luego apunte hacia el techo del castillo susurrando un hechizo, de este salio un gran escudo invisible que tras unos segundos estuvo listo, ahora todos, excepto miembros de la familia, deberían de aparecerse en el jardín del castillo.

 

-Esta listo, muchas gracias.-le dije al elfo cuando esta me abria la puerta, luego sali y tras dar unos pasos fuera de la verja desapareci volviendo a Londres.

Editado 13 de Noviembre del 2012 por Roxanne Rambaldi

[Mathías Lear]

http://i.imgur.com/J4tIE.png

Rol auspiciado por el Spritze. Agradecemos de antemano a Alyssa Black Triviani por prestar la mansión.

 

Williams Rochere; año 1992 33 años.

Estados unidos.

 

Loa azules ojos del Rochere de treinta y tres años, brillaban gracias a la luz del sol latente que se colaba por la ventana del hospital psiquiátrico mágico en el que se encontraba. Un suspiro siniestro era el encargado de recordarle, lo que había hecho hace veinte años atrás. Nadie dijo nada, nadie se acercó a ayudarlo cuando después del descubrimiento de que él la empujó, las autoridades fueron a arrestarle; ni si quiera Nia se atrevió a mirarle a la cara.

 

Sus padres muriendo por causas extrañas cuando el Rochere tenía quince años; luego de cumplir su arresto domiciliario. Después de aquello, comenzó a decir que veía cosas, gente muerte o mejor dicho: que veía a Emily. Los encargados de él, en el internado donde se encontraba decidieron llevarlo a una institución psiquiátrica para menores de edad de la cual, seis años más tarde lo dejaron irse.

 

Desesperado, el pelirrojo huyó en busca de Nia, la única mujer que de verdad había estado enamorada de él pero para eso, ya era muy tarde. Nia se había casado y decidió huir a un país lejano para olvidar lo ocurrido, el problema fue cuando observó a Williams luego de tanto tiempo; se encontraron un par de veces y posterior a aquello la mujer decidió reportarlo a las autoridades del ministerio mágico de los Estados Unidos.

 

Luego de analizar el caso y dejarlo varios días detenido, decidieron internarlo en el hospital psiquiátrico donde en ese momento se encontraba. Emily aparecía constantemente en los sueños del Rochere, no le dejaba en paz, cerraba los ojos y la veía. Fue así como el 25 de Junio de 1992, el Rochere falleció en su cuarto del psiquiátrico victima de un infarto fulminante al cual su débil corazón... no pude resistir; la venganza de Emily había comenzado.

 

.:: Egmond Wilkes; Canada año 2012. 15 años ::.

Noche de Halloween.

 

La noche de Halloween había llegado una vez más, y yo como todos los años preparaba mi bolsa para los dulces mientras observaba la elegancia de mi disfraz. Sería la última vez que saldría disfrazado pues el año próximo cumpliría dieciséis años y realmente pienso que ya va siendo hora de madurar sin embargo, algo me decía que esa noche de brujas iba a ser especial. No esperé nada más pues mi novia Angelina me esperaba en la puerta de mi casa.

 

- Apurate Egmond o llegaremos de últimos -

 

La escuché decir y prácticamente la ignoré mientras me lanzaba sobre ella y probaba el dulce sabor de sus labios carmín por el maquillaje que llevaba esta noche. Mis manos se enredaron en su espalda y luego de mirarla varios segundos, decidí que había llegado la hora de partir. Caminamos en busca de dulces y observamos el viejo faro que hacía más de cuarenta años no se usaba.

 

Ese como todos los Halloween, corrían rumores de la niña del faro a decir verdad, yo jamás había visto nada ahí y me daba curiosidad saber que secretos ocultaba esa vieja edificación aunque pensándolo mejor, lo que más me llamaba la atención era una edificación sola, con una novia hermosa y millones de hormonas haciendo desorden en nuestros cuerpos adolescentes, esa si que era una propuesta interesante.

 

- Mi amor... ¿no te apatece ir a averiguar que hay en ese feo faro? Piensalo, ya el año próximo seremos de los grandes y ya no podremos venir a pedir dulces ni tener la oportunidad de pasar tan cerca de este faro.-

 

Mis ojos brillaban, a pesar de no verlos lo podía sentir pues estaba muy emocionado.

 

- Sabes que me da miedo Egmond -

 

- Pero Angelina, conmigo no te va a pasar nada más allá de lo que tu y yo sabemos -

 

Una sonrisa picara desprendí de mis labios mientras le besaba el cuello y ella sonrío haciendo eso que yo tanto amaba y odiaba: poner sus manos en mi pecho y mirándome con esa carita angelical.

 

- Si quieres de lo que tu y yo sabemos, colate por la ventana de mi cuarto como siempre lo haces - Se mordió el labio tanto como me volvía loco - O... llévame a un hotel hermoso-

 

Tras decir aquello, salió correteando con esa faldita de colegiala zombie que había seleccionado para su disfraz. Bufé resignado y volví a insistir.

 

- ¿Ni por mi? ¿No te parece que no lo se, podría ser interesante?-

 

- No lo se mi Eg, tal vez luego de recoger los dulces me lo pensaré.-

 

Sonreí, indudablemente eso sería un sí rotundo y sin marcha atrás. Corrí rápidamente hasta ella y la tomé por la cintura mientras me le pegaba de la espalda, ya pronto llegarían nuestros amigos y no podría disfrutar tanto de su compañía en solitario como la disfrutaba ahora.

[Leah Snegovik]

Rol auspiciado por la Spritze

 

~Verónica Wallas

Canadá, 35 años.

 

 

 

Desde el día del faro, Verónica había enloquecido gracias al remordimiento. La noche del accidente había cometido el grave error de consumir dulces en exceso y en medio de su hiperactividad, había sugerido a Williams que empujara a Emily para que ésta se asustara más. Pero el problema no estaba en que lo hubiera dicho, sino que el chico lo hizo al pie de la letra y acabó con el juego infantil, incluyendo —sin nada qué hacer al respecto—, con la vida de la muchacha.

 

Todas las noches, la Wallas recordaba lo sucedido y gritaba a todo pulmón o eso pensaba, ya que nada salía de sus labios. El rostro de su amiga al caer, la desesperción del Rochere, incluso sentía lo mismo que había sentido años atrás. Como la risa se borraba y el horror que llenaba su cuerpo, como la sangre huía de su rostro y el nudo en la garganta que se había formado para nunca abandonarla. Desde entonces, pocas veces mostraba otra expresión que no fuera pánico.

 

Se sentía culpable, culpable de que Williams hubiera hecho lo que ella había propuesto, culpable de haber salido aquel día. La imagen de Emily la acompañaba y víctima de su propio silencio, no podía expresar lo que sentía y veía durante las veinticuatro horas del día. Sus padres no pretendían enviarla a ningún lado, la veían como la pobre chica traumada y sin más, la lanzaron al abandono. Eso, fue lo peor que pudieron hacer, dejar a su hija mayor en compañía de su fallecida amiga.

 

Una mañana, presa del desespero, la Wallas no encontró otro remedio que huir de ella. La puerta estaba cerrada, su método de escape había fallado. Pero eso no iba a detenerla, no. Abrió la ventana al segundo intento, después de haber golpeado repetidamente el seguro con la lampara de noche. Tomó aire victoriosa y cuando su alucinación re-apareció, huyó. Aquella noche, Verónica Wallas se liberó, al morir igual que Emily, día de Halloween.

 

 

 

~Sebastian Collins

Canadá, 20 años.

 

 

 

— Estaba loca —repitió una vez más, sin mirar a su madre.

 

— No te atrevas a hablarme en ese tono —la voz de la mujer resonó en la cocina e hizo que su hijo se callara al instante—. Cual fuera el estado mental de tu tía, era tu familia, mi hermana... y has de mostrar tus respetos a menos que quieras quedarte aquí hoy.

 

Los ojos grises del Collins miraron con odio a su progenitora, pero no discutió. Tomó el ramo de flores que le habían comprado y salió de la casa, por la puerta de atrás. Cerró con un portazo y empezó a andar, mientras buscaba en su gabardina negra. Todos los años su madre lo obligaba a hacer lo mismo y desde que tenía memoria, pensaba que era algo innecesario. Jamás cruzó palabra con su tía Verónica, de hecho, le habían contado que la mujer ni hablaba.

 

No creía que nada del asunto del faro fuera cierto, todos sus familiares si y eso lo torturaba. ¿Que no veían que la mujer no había servido para nada? No, así como tampoco hablaban de su "muerte prematura". Patrañas, pensó. Se había suicidado y todo el pueblo lo sabía, pero era más fácil hacer como si nada pasara. Refunfuñó cual niño pequeño y al fin encontró la caja de cigarrillos. Sacó uno y luego lo encendió con sumo cuidado, incluso deteniéndose para enfocar mejor la vista.

 

Odiaba el fuego, pero el vicio era primero. Apagó la llamita contra el cesped y aspiró la nicotina con lentitud. El campo era corto, por lo menos detrás de su casa y a unos cuantros metros colina abajo, se encontraba el cementerio. Anduvo unos minutos más en la oscuridad, traspasó la verja del tétrico lugar y pasó entre las lápidas con expresión asqueada. Era el lugar más horrible que había y lo detestaba, por suerte la piedra fea de Verónica estaba cerca. Dejó las flores en el suelo, junto a la otra docena y se alejó a trote.

 

Pasó por su casa y se despidió de su madre, antes de ir a reunirse con sus amigos. Acostumbraba a decir que se disfrazaba de la muerte, aunque solo se vestía de negro también por órdenes de la Wallas y tenía varios años sin colocarse un disfraz. El bendito faro estaba como siempre, vigilando al pueblo y él, se guiaba por la estructura para no perderse. Luego de unos minutos más, encontró a la pareja más empalagosa del mundo.

 

— Buenas noches —saludó el albino, las luces blancas de la calle lo hacían ver un poco más pálido de lo usual—. ¿Tienen pensado algo que no sea babearse?

 

Rió con ganas y pasó una mano por su amarillo, casi blanco. Podía tener amigos de su edad, pero ellos siempre lo hacían reír. Encendió otro cigarrillo, con la misma parsimonia que antes y lo llevó a sus labios. Solo esperaba no ir pedir dulces, cuando la gente lo veía solían reírse y notar que ya no era un chiquillo, aunque a veces le daban un caramelo. Le envió una mirada divertida a Egmond, ese chico tenía potencial y a su novia, le guiñó un ojo, ese par tenían algo bueno en mente y era obvio.

Editado 18 de Noviembre del 2012 por Leah Black Ravenclaw

[Ethiane Slytherin B. L.]

Arcturus Black ~ 43 Años

 

Canadá 2012

 

Las nubes en el cielo formaban figuras caprichosas, en medio del bosque, en aquella alejada cabaña, lejos de la civilización, empezó a cerrar los parpados presa de una somnolencia, provocada por la inesperada ola de calor, esa víspera de noche de brujas, había quitado los calendarios, no poseía un reloj, se aparto de todo el mundo. La culpa, la vergüenza, no soporte ver las caras de los chicos después de todo aquello, sin tan solo hubiese regresado, pero en ese momento, durmió pesadamente.

 

Flash Back*

 

Las palabras de Emily golpearon de lleno el corazón del Black, paralizado, destruido; la única achica a la que de verdad amaba, a la que le llevaba flores en las madrigadas para que aun dormida, despertase envuelta en aroma a jazmín, la que cuidaba mas que a su vida misma; lo consideraba un cobarde, un débil, las lagrimas inundaron sus ojos, mientras la figura de la hermosa muchacha se tornaba borrosa al igual que los rostros burlones de los que considero sus amigos por tantos años.

 

sus pies le obligaron a correr, parecía estar desconectado de su cuerpo, su corazón su conciencia le gritaba ¨ve por ella¨ pero sus pies ya corrían lejos del aventurado grupo, no supo cuantos metros corrió despavorido, sintiendo que frías manos intentaban detenerle y aprisionarlo, hasta que el desgarrador grito de Emily lo despertó se ese transe de pánico en e que estaba. El aire frío movía lentamente sus cabellos, gruesas gotas de frío sudor surcaba su frente resbalando lentamente por sus rostro, y un terrible gusto a bilis se mezclo con su saliva calcinando la garganta.

 

Intento aliviar la ácida embestida tragando saliva, y obedeció a su corazón, el grito de Emily lo saco de su aturdimiento y empezó a correr rumbo a faro, de nuevo otro grito perdido en el viento pidiendo bajar << Lo sabia, lo sabia, no debía dejarla sola!!...Maldita sea tengo que ir por ella!! >>...la loca carrera fue interrumpida de seco por el ensordecedor alarido, levanto los ojos y la vio caer, su lindo vestido verde botella ondeaba al viento como una bandera, como cuando los chicos del colegio hacían honores en algún día festivo, Pudo jurar que la vio mirarle...por una milésima de segundos en la caída la chica le miro, en sus desorbitados ojos; no había miedo o terror...solo una profunda marca de odio.

 

Todo se nublo, perdió el sentido, despertó días después en casa de sus abuelos, Emily, su cuerpo había desaparecido, nunca nadie encontró su cuerpo, él; se encerró en su habitación por meses, días sin probar alimento casi lo llevaba la tumba, el grito de Emily lo atormentaba de noche y día, pero aun mas, esos ojos, donde ya no había amor en sus ultimamos instantes de vida.

 

Fin del Flash Back

 

-Emily!!!-

 

Grito despierto; jadeante bañado en sudor en vísperas de invierno, ya casi era de noche, cuanto había dormido? No lo sabia, pero lo supo, el cielo, era como aquella tarde...un cubo de naranjas escondiéndose ya tras el horizonte que ya se cubría con el manto de cielo estival, noches de Octubre, Las lunas de octubre, las mas brillantes y románticas lunas de Octubre, solo así se enteraba en que mes estaba o cuanto tiempo había transcurrido ya,

 

se levanto pesadamente y se encamino rumbo a la cabaña aprovechando los últimos vestigios de luz en el firmamento, pronto llego, jamas se alejaba demasiado de su hogar, entro empujando la pesada puerta de madera, la cabaña de el Black, parecía una verdadera fortaleza, se había vuelto un paranoico de la seguridad, entro, sigiloso; como era ya su naturaleza, se dirigió a la cocina y encendió la estufa, coloco la tetera para el te, al cavo de unos minutos estaba sentado en la sala degustando la aromática infusión.

 

La taza cayo de sus manos, de la pared surgió la clara figura de Emily, caminando tímidamente como solía hacerlo,con el rostro al piso y las manos entrelazadas en la espalda, con ese hermoso vestido verde botella entallado de la cintura, y con una amplia falda de volantes cubriendo la crinolina de gaza, la que crujía graciosamente a cada paso de la chica, sus relucientes zapatitos de charol negro brillante, trago saliva, lucia igual, se puso de pie derramando la taza de te sobre sus pantalones, pero la energía era tanta que ni siquiera sintió la quemadura.

 

Después levanto su rostro lentamente, los ojos eran solo cuencas vacías, la piel de su antes bellisimo rostro caía en pedazos a los lados descubriendo una hilera de dientes amarillos, levanto la mano, temblorosa; se la extendió, como; pidiendo ayuda, por unos segundos el rostro divino apareció de nuevo, una mirada desolada y triste, suplicante...y se desvaneció en el aire.

 

-Regresare!...Regresare por ti Emily...lo juro...-

 

 

[Danyellus Triviani Malfoy]

Una sala, un destello verde; un salón de té, un destello verde; una cocina, un destello verde... la sucesión de salas, salones, comedores y cocinas que habían desfilado ante sus ojos era inmensa pero, al final, se detuvo en medio de una voltereta y una enorme llamarada de rugiente fuego esmeralda cuyas lenguas le lamían las botas y el repulgo de la capa. Danyellus aspiró con fuerza una vez que las llamas y el movimiento terminaron y entonces, dio un paso fuera de la chimenea en la que se encontraba.

 

Ciertamente la red flu no era su forma preferida de viajar pero había sido su mejor opción, dadas las circunstancias...

 

-Avada Kedavra-

bisbiseó al fin, tras efectuar una larga y placentera tortura; entonces, el quinto y último miembro de una extensa familia cayó muerto con un estremecimiento que había sido precedido por convulsiones y gritos. El hombre, a quien le faltaban varios dedos, una oreja y uno de los ojos, estaba rodeado por una mujer, dos jóvenes y un niño, todos ellos muertos.

 

Habían sabido que su hora se acercaba desde hacía muchísimo, una vez que todos sus tíos, abuelos y parientes habían sido asesinados sistemáticamente en los últimos meses; toda una familia muggle cuyo único crimen había sido descender de un imprudente hombre. Uno que había pertenecido a un grupo de cazadores de brujas que había perseguido a Danyellus hacía cuatrocientos años en el sur de Alemania. El último linaje de aquellos despreciables individuos se había extinguido con esa familia.

 

La tarea de perseguir, asechar, cazar y matar a todos aquellos que habían llegado a hacerle el menor daño, le proporcionaba el suficiente número de muertes para mantener su pacto con Artemisa, a la par que una satisfacción increíble. Sin embargo, también le generaba nuevas persecuciones; de hecho, la policía muggle alemana ya estaba sobre sus pasos; así que, mientras dirigía los ojos carmesíes hacia la chimenea y lanzaba el hechizo necesario para transportarse, el demonio sonrió.

 

Sólo dejaba atrás un panorama de muebles volcados y partidos, con el relleno de varios cojines sobre el suelo, todos los vidrios, trastes y cristales rotos, y una siniestra decoración de salpicaduras y manchas de sangre sobre todas las paredes. Ni una suela huella y unas cuantas paradas aleatorias en distintos lugares del mundo, despistarían a sus perseguidores.

 

Con elegancia, dio un segundo paso y terminó de salir de la chimenea con un ligero taconeo. El demonio entornó los gélidos ojos azules hacia la habitación a la que había llegado: un salón altísimo de amplios ventanales enmarcados por pesadas cortinas azules; suelo de mármol ajedrezado, paredes adornadas con cuadros muy antiguos, elegantes molduras en lo alto, y un techo abovedado del que colgaban dos enormes y soberbios candelabros. Frente a él había varios sillones de distintos estilos y mesitas de patas delgadas y curvadas con instrumentos metálicos sobre ellas, juegos de te, adornos y flores; todo ello dentro de una estética lóbrega y suntuosa que le anunciaba que estaba en casa.

[Mathías Lear]

Egmond Wilkes y Angelina::.

Canadá 2012.

 

Sebastian había llegado, el comentario realizado hacia nosotros en realidad me dio risa pues lo cierto era, que nuestro engreído amigo tenía toda la razón. Sonreí sacandole prácticamente el cigarrillo de los labios y fumando lo que quedaba del mismo, lo necesitaba. Ya pedir dulces no era tan divertido, mis amigos y yo no teníamos muchas cosas por hacer en aquellos días y eso, lo utilizábamos como una buena excusa para salir de nuestros hogares.

 

— No dejas de fumar eres o bueno, son insoportables —

 

Sonrió Angelina a ambos y esa sonrisa me capturó, me mantuve como diez minutos mirándola embobado pues sus perfectos dientes blancos eran únicamente opacados por la perfección de sus carnosos y juveniles labios. Un suspiro salió de mis fosas nasales atravesando de buena manera mi garganta y miré a mi amigo Collins con un brillo peculiar en los ojos.

 

—¿Y qué? ¿Ya fuiste a llevarle flores a tu loca y fea tía muerta? —

 

Una sonrisa de despidió de mis labios; sabía perfectamente que a Sebastian no le gustaba para nada que bromeara con eso sin embargo, a mi me parecía divertido.

 

— ¿Sabes? Mi madre me contó que ella tuvo un amigo que murió hace unos cuantos años y que también estuvo en aquella supuesta leyenda ¿no pudo simplemente haber muerto de viejo? Hay que ver que podremos estar en pleno siglo veintiuno y siguen en los tiempos de antaño. Esas leyendas ya no se las creen ni los niños de cinco años pero de igual forma ¿Tú a que le temes? —

 

Una risa me fue inevitable soltar, era una tremenda tontería creer en aquellos cuentos de camino que los grandes se habían inventado simplemente para que nosotros, no nos atreviéramos a entrar al faro y eso, era justamente lo que más hacía que me diera curiosidad. A lo lejos, una niña nos miraba, era tan pálida como la luna e iba vestida con un traje antiquísimo en color verde botella, la misma nos llamaba amistosamente.

 

— Egmong no deberías jugar con eso. ¿Quien será esa niña? ¿Alguno la conoce? —

 

Cuestionó Angelina mientras yo trataba de observarla mejor.

 

— Yo no sin duda, pero su disfraz esta original, vamos a acercarnos a ver que quiere —

 

Así me acerqué, Angelina tomó mi mano temerosa y Sebastian nos siguió los pasos.

 

— Hola ¿que pasa? ¿Porqué tan sola? —

 

— Tengo gran curiosidad de entrar al faro y ninguno de mis cobardes amigos quiere acompañarme —

 

Las palabras de la chica sonaban vacías, inconfundiblemente se trataba de Emily pero ninguno de nosotros lo podíamos saber. No hizo falta que dijera nada más, como un embrujo sigiloso capturó nuestra atención y pronto habíamos accedido los tres a subir al faro. Una vez arriba lo que pasó fue terrible, la dulce y misteriosa niña, se transformó en un espectro maligno que evidentemente, no querría dejarnos ir.

 

Forcejee contra la puerta mientras trataba de no perder el contacto con la mano de Angelina, de un momento a otro un estallido sonó, las luces que lúgubres alumbraban no lo hicieron más y la mano de mi novia perdió el contacto con mi mano; ya no estaba Angelina había desaparecido, se había evaporado. Traté contra todo pronostico de buscarla, de quedarme y ver que sucedió pero Sebastian jaló mi camisa y me sacó de allí.

 

Las lágrimas resbalaban por mis mejillas, no sabía que hacer, no sabía que pensar, no sabía como hacer para enfrentar mi vida sin Angelina a mi lado, solo una cosa era segura: estaba muerta. Un sollozo entristecedor me despertó, había llorado toda la noche y Sebastian estaba tirado a mi lado, dormido también; habíamos dormido en la calle frente a la que era la antigua casa de Emily, debía descubrir que pasaba, porque había atentado contra nosotros y buscar la manera de que no lo hiciera con nadie más.

[Ethiane Slytherin B. L.]

Emily

 

Flash Back...

Habían ignorado mis lamentos, como impulsados por la misma fuerza maligna que ahora me tiene presa, me empujaron, todos ellos me empujaron, si no con sus manos; si con sus rostros descompuestos y sus sonrisas macabras, que hacían estallar mis oídos. El frio que me congelaba las extremidades; impidiéndome bajar las escaleras y ese pestilente olor a mi costado, como de algo podrido parado junto a mí, casi lo tocaba, casi lo sentía, mas no le podía ver. Sin embargo, estuvo junto a mí; aun antes de subir al faro.

 

Dentro del cuadro oscuro donde me encontraba, podía escuchar sus gritos, como la risa se transformó en carcajadas, abrí los ojos y les vi, aun sonreían, fue hasta que mi cuerpo fueabsorbido por ese bruma que minutos antes nos llegaba hasta los tobillos quepude darme cuenta, que no estaba más en mi ciudad, ya no veía las arboles de Maple con sus hermosas y carnosas hojas de bellísimos tonos dorados, rojos, ocres. Todo era; oscuridad y silencio.

 

Miles de veces la escena se repetía y repetía, fui empujada y condenada a la muerte, ya no recuerdo cuantas veces grite, mi garganta es una braza ardiendo, rasguñe la piel de mi cara suplicando parase ya, nadie me escuchó,solo regresaba a la misma escena, una y otra vez, y esa voz, esa hedionda bocapegada a mi nuca diciéndome; "todos te odiaban, te tenían envidia, solo se acercabana ti por el dinero de tus padres. Ni tus padres te buscaron, se olvidaron de; ti; nadie te recuerda, no eres nada, no eres nadie."

 

Fue entonces que lo sentí por primera vez, era como un fuego propagándose por mi cuerpo, que aun sentíae carne viva, cada caída, fracturaba mis huesos de nuevo, los desgarres, las costillas fuera de mi cuerpo, les aria pagar. Pagarían muy caro ese mundo de tortura y soledad al que me habían condenado, no me querían, me odiaban y me habían hecho daño ahora yo les hare daño a ellos. Acabare con todos! Con todos!!!

 

Época Actual

 

--Vaya, al parecer, no estaré tan sola...--

 

Susurre a mi soledad, la figura de aquella chica me recordaba tanto amis días felices, con sus mejillas rosadas y su cabello brillante, y él; parecía amarle tanto. Hipócrita! Mentiroso!!! No me amabas! Me dejaste sola y me mataron!!! Como una exhalación baje las escaletas escaleras y me hice presente cerca de ellos. levante mi mano y les llame. Nadie seria feliz, si yo no lo era, Mucho menos el, traía a otra incauta a morir. y seguramente huiría de nuevo.

 

Ahora, no estaría sola nunca mas...

 

 

[Mathías Lear]

Egmond Wilkes::.

Actualidad.

 

Los meses habían pasado, yo no sabía como aún me mantenía con vida luego de que mi adorada Angelina desapareciera físicamente de este mundo. No entendía que había ocurrido en ese faro aquella noche de Halloween y no quería entenderlo ¿a caso era mi culpa? Yo impulsé a mi Angelina a perecer ante aquellas leyendas que creíamos solo eso y no me lo perdonaría nunca. Los rumores eran que había un sobreviviente, un único sobreviviente de aquella época y que el alma de Emily no descansaría hasta que ese también estuviese muerto y sus cuerpos fuesen enterrados juntos pues aquél sujeto, era el novio de la chica cuando tenía trece años.

 

Mis ojos color miel se alertaron ante la llegada de un campesino a la hacienda de mi padre, era un hombre viejo de unos setenta años tal vez o tal vez un poco más, solo él podría decirme que era lo que realmente había pasado y como podría hacer para revertirlo. Me acerqué entonces al viejo Salvador, al formular mi pregunta el hombre me ignoró y así fue durante los siguientes diez días sin embargo, nunca deje de insistir y fue una mañana, cuando sus ancianos ojos se fijaron en mi y procedió a contarme todo.

 

Lo escuché atento, los rumores tal vez no eran tan falsos como yo o mis amigos pensábamos, una muerte había ocurrido en ese faro hacía cuarenta años y el cuerpo de una niña no se había encontrado.

 

— Desde entonces amo Egmong, las muertes se hacen presentes en ese faro, nadie dice nada pues es más fácil hacerse de la vista gorda mientras no te afecte directamente como le pasó a usted y a sus amigos—

 

—¿Pero que puedo hacer? Es decir, ¿hay algo que me ayude a hacerla descansar? —

 

— Solo una cosa amo Egmond, deberá contactar con Arcturus Black, el antiguo novio de la señorita Emily. De los amigos de ella, ninguno queda vivo, solo él. Estoy seguro que ese señor morirá al encuentro con la niña pero ¿que importaría? Ese sujeto no tiene vida desde que la vio partir —

 

— ¿Cómo lo localizo? —

 

— A las afueras del pueblo, entrando por el bosque hacía el final, entre arboles y arbustos hay una vieja cabaña. Los rumores hablan de que él vive allí desde hace un par de semanas. No se que habrá que venido a buscar, llevaba cuarenta años afuera pero seguramente, vino a buscar su muerte y sería gusto, ya esta bueno de que tantas personas inocentes sigan muriendo a causa de él y sus siniestros amigos —

 

— Gracias Salvador, prometo que te debo una—

 

Eso fue todo, desde ese momento comenzaría mi ardua búsqueda por Arcturus Black quien seguramente, sería la llave triunfal que iba a dar fin a mi pesadilla y a la de muchos otros.

[Ethiane Slytherin B. L.]

Rol Auspiciado por el Escuadrón Spritze

-»Arcturus Black«-

Época actual.....

 

Las ondas del lago chocaban en la rivera, el verde musgo crecía; trepando por los bordes de las redondas rocas donde descansaba el taciturno Black. Hacia casi cinco meses que había llegado, y aun se preguntaba; si no hubiese sido mejor, morir junto con ella; ese fatídico día, no era culpa de nadie, tenia años evaluando la situación, viéndola ya con la cabeza fría, aunque aun la amaba como el primer día que la vio. Y ese grito desgarrador pidiendo su ayuda, jamás dejaría de hundirlo por las noches en la más completa soledad.

 

Se había dedicado al estudio de lo oculto, de lo misterioso, el 31 de Octubre,era una fecha simbólica, desde cientos de años, donde se practico brujería y satanismo, los druidas implementaron una época de terror, en el que exigían;una vida a cambio de que el demonio no torturara a una familia por la eternidad, terminando con sus vidas, sus fortunas y descendientes. Con el tiempo, los satánicos fueron "disfrazando¨ la realidad de la celebración, así la gente la practicaba y rendía culto a Satanás bajo una bruma de divertido juego.

 

Ese noche, el delgado velo que separaba el mundo del infierno, fue rasgado, un demonio fue liberado y se aposto, en el lugar más adecuado, uno lleno de abandono, soledad y aparentemente inofensivo, El Faro; hambriento de sangre, sufrimiento, miedo, rabia y soledad, atrajo a los niños, que presas fáciles; dejaron guiar sus pasos a la terribles consecuencias, ahora cada año cobra una vida más, algún incauto que se cree inmune a las fantasías e historias urbanas, sin imaginar que detrás de todo ello, se esconde una terrible verdad.

 

La única manera de rescatar el alma de Emily, era,sacarla de esa soledad, ese miedo y esa rabia que sentía, llevarla a la luz de la verdad, que todos la amaban y que su muerte cimbra aun las entrañas de un pueblo que desde su partida, se había sumido en las sombras y el desencanto. Aun si era preciso, la llevaría de la mano. Si; aun sentía el miedo morderle los sentidos, aun sentía las garras de aquella noche arañar la piel de su espalda; y el aliento pútrido diciéndole, que Emily no lo quería, la intención; fue separarlos, pues el amor que sentían el uno por el otro, era el único obstác*** que el ente tenia, para robar la hermosa y pura alma de la niña.

 

Lanzo con fuerza un guijarro contra el lago, y este dio tres brincos sobre la superficie, para después; hundirse pesadamente dentro de estas, se puso de pie,y camino rumbo al pueblo, iría a la echar un vistazo al faro, a pesar de ser muy de mañana, sentía el mismo miedo de aquella tarde, todavía podía sentir, el frío de esa misteriosa bruma que les comía los pies.Ya, nada importaba; en su corazón cansado y harto, solo necesitaba que esas noches de gritos y recuerdos, pararan, quería descansar; aun no sabía porque si todos habían muerto, el aun permanecía con vida.

 

Lo único que le mantenía con fuerza, era la enrome necesidad de saber, que ya descansaba, que ya no vagaba sola en ese faro, si tenía que morir para salvarla, esta vez; no correría.

 

 

Editado 25 de Noviembre del 2012 por Ethiane Slytherin B. L.