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Matt Blackner

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Todo lo publicado por Matt Blackner

  1. hey! Vengo por aquí a pedir la criatura baby que gané, y como me doy cuenta que ya deben haber pasado muchos a pedir su criatura pues...dejo varias, en orden de preferencia, porque me corresponde una, pero asi, de las que queden, me quedo con una: - Baby Fénix - Baby Unicornio - Baby Mooncalf Ya si no queda ninguno pues....pues elegiré del que quede xD gracias!
  2. El agua estaba helada. Si seguía asi, acabaríamos con la piel enrojecida, y no tardaríamos en notar las quemaduras por el frío. Pero, por experiencia propia, era un buen remedio para despejar la cabeza después de beber. Y Sagitas no acostumbraba a beber. Alcé la mirada hacia la ducha, pensativo. Que le había llevado a hacer algo asi? Siempre costaba que Sagitas bebiera en las celebraciones familiares, y...aquello no había sido una fiesta. No tenía pinta. Oirla gruñir, mientras trataba de soltarse torpemente de mi abrazo me hizo sonreir ligeramente. Al menos, ahí arriba, el olor a alcohol no era tan intenso. Pero la sonrisilla divertida al ver sus vanos intentos por liberarse cambio al miedo cuando gruñó aquel hechizo, arrastrando las palabras, y mi brazo echó a arder. En seguida la solté, y los dos resbalamos dentro de la bañera. Eso era un hechizo mortífago? Debía serlo, pero...demonios! Por qué quería rostizarme? Al resbalar, golpeé con el costado en el borde de la bañera, lo qeu me cortó la respiración y, automáticamente, doblé el cuerpo en esa dirección, como si instintivamente quisiera proteger la zona. - Si querías que te soltara...solo tenías que decirlo - gruñí, mirándola. Al menos, las llamas se habían apagado y solo habían dejado unas quemaduras en mi ropa. En qué estaba pensando Sagitas para utilizar un hechizo asi?
  3. Ladeé la cabeza para observar a Ludwig, que por fin se unía a nosotros. Un vistazo rápido me hizo notar que parecía cansado, incluso tal vez ligeramente frustrado. Los alemanes solían ser bastante tercos y complicados de tratar, no solo por el idioma que usaban, sino por su cultura, un poco más férrea que la nuestra. Él se había encargado de la parte diplomática al conocer el idioma y las leyes del lugar. - Genial, entonces tendremos que actuar y decidir por nuestra cuenta. - contesté. El zumbido en mi cabeza no se iba. Aquella sensación ya la conocía, algo que parecía vibrar en algún lugar de la cabeza, y que poco a poco se extendía. No dejaba de pensar en la imagen de aquella luz brillante que descendía cortando el cielo en una época muy antigua. - No quiero ser agorero, pero ese dichoso cráter tiene algo que no solo afecta a las criaturas. - comenté. - he visto como el asteroide caía. Y por lo que se, ocurrió en la edad media. - metí las manos en los bolsillos, pensativo. - esa cosa, de alguna manera, puede que potencie a los sensibles para la adivinación. Los primeros alumnos hacían acto de presencia entre nosotros. Con suerte, el grupo sería lo bastante nutrido y variado como para llevar a cabo las tareas necesarias, como mínimo, para sacar de allí al máximo de personas posibles. Miré a los presentes, y, tal vez por mi falta de sociabilidad o por el casi aislamiento en el ministerio que había tenido accidentes en los últimos tiempos, al único que reconocí fue a Mael. - Tal vez, si nos acercamos lo suficiente, podamos ver que hay más allá. Podría ayudarnos para saber que hacer, sobre todo si descubriésemos que estamos perjudicando más que siendo de utilidad.
  4. Nunca ignoraba una llamada de auxilio. Cuando el ministerio alemán puso en conocimiento de Castelobrouxo la situación que el pueblecito de Nördlingen estaba pasando, tomé lo justo para salir de casa, preparado para lo que pudiera pasar. En la zona, los gritos de pánico llenaban el ambiente, acompañados por los gruñidos y sonidos de las criaturas que pretendían asediar el lugar. Si no hacíamos algo, las casitas acabarían siendo pasto de las llamas, o derruidas por el paso de los cangrejos de fuego y los erumpments. No me costó guiarme entre los edificios para dar con la fuente del llanto agudo. En una de las salidas de una pequeña plaza, una niña había caido en la emboscada de los erumpments. Al menos movimiento, saltaría por los aires. Con un movimiento de varita, las ramas y piedrecitas del suelo se convirtieron en ligaduras que se aferraron a las criaturas para inmovilizarlas el tiempo suficiente como para que pudiera sacar a la cría de la trampa y devolverla con su madre. - Vamos, deja en paz al pobre hombre. Si lo sacudes asi, no tendrá que temer lo que está pasando. - bromeé, con las manos en los bolsillos. - Macnair, verdad? Soy Matt. Estaba echando un vistazo por el pueblo. - comenté. -Debemos encargarnos de las criaturas y entretenerlas todo lo qeu podamos con los muchachos. Sabemos algo del compañero qeu nos falta? - pregunté, tratando de crear una imagen mental del área. No solo se trataba de inmovilizar o evitar muertes y destrucción de edificios, sino que, si era posible, también trataría de evitar que las criaturas sufrieran. Algo les había afectado, y por los rumores que había escuchado, bien se trataba de algún mago que en sus desvaríos, había utilizado el hechizo equivocado en el peor lugar posible. Mientras miraba alrededor, tratando de situarme, noté un ligero dolor de cabeza, como un zumbido que me llevó a cerrar los ojos, gruñendo ligeramente. Aquel dolorcillo de cabeza me era familiar. Por un instante, alzando la vista, me pareció ver el cielo atravesado por una estela luminosa, que al parpadear de nuevo, ya no estaba. Fruncí el ceño, ligeramente confundido. - Tenemos alguna noticia de qué ha provocado esto? - pregunté, mirando a mi compañero. - además de que ese loco escapó. Tal vez... - callé, pensativo, mientras el zumbido se instalaba en mi cabeza. Hitos de la misión Leer con atención los roles de los tres profesores, ya que dentro de ellos están claves que les ayudarán a dar con el causante de la erupción del volcán. Todo esta centrado en que el cráter fue hechizado por un mago desconocido, empleando los conocimientos que van a cursar podrán dar con la identidad del mismo. Alumnos de Adivinación, nuestro deber es adivinar o predecir que pasará, y si podemos evitarlo. Quiero ver que causa en vosotros el ambiente del lugar. Colocad en color ROJO Y NEGRITAS el uso de dicho conocimiento, nosotros somos los tres masters de la trama. Iremos marcando los hitos que deben descubrir.
  5. Había optado por una nueva actividad: lanzar una pelota de goma de color rojo contra una de las paredes de mi despacho. Al menos, aquello me mantenía activo y ayudaba a que no me volviera loco del todo mientras surgía algo que hacer en el ministerio, al menos para mi. Hasta Accidentes poco o nada llegaba, y la falta de empleados en el departamento tampoco atraía rumores como antaño. Atrapé la pelota justo a tiempo para darme cuenta de que alguien había entrado en el departamento. La bruja parecía asustada, pero traía un mensaje de la prima Darla. Tal como escuché nombrar a los mortífagos, mi expresión aburrida cambio por una decidida, dejando caer la pelota sobre el sofá. - Avisa a Darla. Dile que ya estoy en la Reserva. Mandad a los que encontréis. - contesté, abandonando mi despacho, sin molestarme en coger la chaqueta, que se quedó colgando del respaldo de la silla. Para cuando llegué a la reserva, los mortífagos ya parecían estar haciendo de las suyas. Fruncí el ceño, sintiendo un ligero escozor en los ojos a causa del humo que inundaba el ambiente. No me extrañaba, pero hasta donde habían llegado en su ataque? No necesitaba preguntarme el motivo. Allí había dragones y otras criaturas peligrosas, no necesitaba pensar demasiado para entender que debían estar tramando. Con la varita en la mano derecha, seguí la dirección del humo, sin hacer ruido, hasta... - Desp...Ministro? - pregunté, sorprendido, corrigiendo mi casi error en el último momento. Estuve tentado de preguntar que hacía ahí, lo lógico sería que se hubiera mantenido en el ministerio, a no ser que ya estuviera allí antes. Giré la mirada hacia la mujer que le acompañaba, sin quitar la vista del trío de serpientes que se deslizaba por el suelo. - Ha llegado alguien más? Deberíamos asegurar los dragones y las criaturas peligrosas. @ Rory Despard @ Ellie Moody @ Darla Potter Black
  6. hey!

     

    Bienvenida a los 30! (no, no llego tarde, llego justo cuando debo hacerlo xD) Feliz cumpleaños!!

    1. Sean -Ojo Loco- Linmer

      Sean -Ojo Loco- Linmer

      Ohhh Felicidades mama.....oye que nunca hay notificaciones de esto y soy malo para las fechas.

  7. ADIVINACIÓN + HERBOLOGÍA Enero 2022 Aprobados Kahlan Macnair
  8. Por un momento, me dio la sensación de que algo en el primo @ Anthony Ryvak Dracony se había roto. Había pasado mucho tiempo, y las cosas cambiaban siempre para todos, aunque no estaba solo. Mis encuentros con @ Mael Blackfyre habían sido escasos, pero normalmente chocábamos por nuestra forma de ser, porque probablemente los dos éramos de carácter desconfiado con desconocidos. Noté cierta sorpresa al mencionar Antony mi condición como cazador, pero no llegué a responder. Alguien se acercaba a nosotros, esta vez desde el pasillo, trajeado y elegante, como correspondía a quien intuí, era la mano derecha ahora mismo de nuestro nuevo ministro. Los tres nos encaminamos hacia la oficina que, hasta hacía poco, ocupaba mi madre. Era un poco raro estar allí sin la intención de gritarme con ella, aunqeu dudaba que me quedara mucho tiempo en el ministerio. Me limité a cruzarme de brazos, atento a la conversación. No sabía demasiado de Rory Despard, pero había reunido en su oficina a un diplomático escocés, seguramente buscando alguna alianza política, al director encargado de implementar una de las primeras medidas de Sagitas, una bastante polémica (nada iba a superar eliminar el secreto....) y al hijo de la exministra. Estaba seguro de que no se fiaba de nosotros, y dudaba que me diera libertad para andar por allí. Al menos, parecía prudente. Una cosa era no compartir las ideas de Sagitas, o su forma de actuar, y otra habría sido hablar en ciertos términos de ella. No dejábamos de ser familia, y eso era algo que protegería por encima de todo. Tomó tres carpetas, tres expedientes destinados a cada uno de nosotros. De nosotros, Mael se llevó el primer palo, pues su oficina desaparecería. "estaba claro...no va a mantener los edictos mucho más tiempo, o la gente hablará" pensé, hasta que el ministro continuó la frase. Tal vez estaba tan metido en mis ideas, o estaba tan oxidado en la falta de trato, que tardé un poco en reaccionar. No pensaba echarnos, sino que asumiéramos parte del trabajo en los cambios para su gobierno. Empezando por que no eliminaría los edictos, sino que los sometería a votación. Quería que Mael se encargara de comunicarlo con nuestra comunidad, y que yo me hiciera cargo de comunicarlo y coordinar con la comunidad muggle. Tomé la carpeta, leyendo en silencio. Teníamos dos meses para llevarlo a cabo. - Quiere que los muggles decidan junto a los magos el mantener o no los estatutos? - pregunté, alzando la vista hacia Rory. - Puedo preparar el mensaje con el señor Blackfyre y ponerme de acuerdo con él en la campaña, pero de querer incluirlos en la posible votación, habría que tener en cuenta muchos factores. - viajar, encuestar, mostrarse cercano con los muggles qeu llevaban mucho tiempo sufriendo ataques a manos de magos. Quería ganarse el favor popular? Porque desde su posición, fácilmente podría anular los estatutos y crear la ley que quisiera. tres siglos perdidos, sorry
  9. Durante un momento me quedé parado, inmóvil, como si permanecer asi en silencio hiciera que la pequeña apareciese de repente. A lo mejor eran imaginaciones mías, a lo mejor estaba en su habitación, a lo mejor... Me estaba engañando. Sentía a la niña, la empatía no fallaba. Y Elentari no estaba. Por inercia comencé a moverme, a buscar por todas partes, pero...pero no la encontraba. No había pistas, solo que ella no estaba. Y donde estaba Sagitas? Ella...recordaba haberla visto en el salón, leyendo algo mientras yo me dormía encima de la taza de café. Pero si ella se la hubiera llevado me habría avisado, me habría dejado una nota diciendo donde estarían. Sagitas no sería capaz de llevársela sin decir nada. Regresé al salón, por si allí hubiera algo que me diera una pista. Tal vez si había una nota y yo no la había visto. Pero en lugar de nota, vi el periódico que Sagitas leía, mal doblado, como si por las prisas lo hubiera soltado, fallando en su intento de ocultar qué leía. Asi qeu lo tomé, por si había dejado allí algo anotado. No podía ser. @ Helike R V PB no se la habría llevado de esa forma. Sin avisar. A escondidas. No hacía falta. Pero ni por esas, no razonaba como debería, y ahora, caminaba enfurecido por el jardín de la Rambaldi, hacia la entrada. Si hacía falta, echaría la puerta abajo. Asi no se hacían las cosas, no era necesario. Aporreé la puerta, supongo que con un pelín más de fuerza de la que haría falta, seguramente, porque alguna parte de mi necesitaba descargar un poco de rabia. Y a medida que esperaba... Para cuando Heli abrió la puerta, entendí lo que pasaba. - Tu...tu tampoco la tienes. - murmuré, notando que ahora si que me faltaba el aire, mirando a los ojos a la vampiro. Alli tampoco sentía a Elentari. Ahora si que estaba asustado. Por un momento...por un momento casi había preferido discutir con ella porque se había llevado a la niña, antes que enfrentar el hecho de que no estaba.
  10. Dejé que Sean se marchara, antes de que Sagitas espabilara. Seguramente nos volveríamos a cruzar en alguna ocasión, pero por el momento era mejor que no se cruzara con Perenela...que por cierto, tampoco sabía donde estaba. Suspiré, frotándome los ojos, tratando de pensar en qué hacer. Sagitas murmuraba cosas sin orden ni mucho sentido, en su borrachera. Algo debía haberle pasado para ponerse asi, pero tampoco podía preguntarle. Además, el olor a alcohol era tan intenso que me asfixiaba. Tenía que ventilar un poco, y librarme del alcohol. Por ella, y por mi. Asi que hice aparecer una bolsa que levitaba detrás de mi, en mi camino para buscar y tirar las botellas. Entre el ruido de vidrio chocando, escuché gruñir a Sagitas. - Bueno, al menos conozco a dos de sus hijos, y creo recordar que son hijos de Perenela. - contesté. Cuando terminé en la cocina, abrí las ventanas con la varita, antes de regresar con Sagitas. Debía darle algo para que los efectos del alcohol se le pasaran, para evitarle la resaca, pero... algo en mi cabeza quería que lo pasara un poco mal. - Venga...deja al Kneezle... - dije, acercándome a Sagitas, pasando su brazo por mi hombro. Tuve que apretar la mandíbula para intentar ignorar el olor a alcohol. - Vamos a darnos una ducha. El agua fría te vendrá bien. - murmuré, tirando de ella. Llevarla hasta su habitación fue más o menos fácil. Meterla en la ducha...más o menos...Lo malo sería cuando sintiera el agua fría. Lo mejor para espabilarse. No me quedó otra que meterme con ella (eso si, sin desnudos. No era necesario...mejor un efecto rápido, ropa y todo) y, mientras la abrazaba para sostenerla de pie, abrí el agua. Estaba bastante fría, y estaba seguro que me odiaría.
  11. - Blackner. - respondí como saludo. - y no llega tarde, sino justo a tiempo - a lo lejos, el sonido de un trueno llenó el ambiente. Metí las manos en los bolsillos, observando a @ Kahlan Macnair . Parecía que acababa de dejar a medias una actividad que había requerido de ella tanto actividad física como mental. Pero parecía despierta y preparada para la clase. - Ha elegido dos conocimientos curiosos. Herbología, el conocimiento de las hierbas, plantas y hongos..botánica al fin y al cabo, y Adivinación, algo que unos toman por palabrería barata y otros como un elemento fundamental de sus vidas. Todo se basa en su nivel de credulidad. - comenté, dando un par de pasos para dejar la mesa atrás, y acercarme un poco más a la joven. - Muchos consideran la adivinación como un juego. Leer los posos del té mientras bromean con amigos, observar la bruma de una bola de cristal, o lanzar un par de cartas para saber si su amado le corresponderá. Algunos, lo usan para timar a los muggles. Sin embargo, la herbología puede ser muy útil en esta labor. Alguna vez ha tratado con un adivino? O ha tratado de obtener algún tipo de Visión? si lo piensa un poco, hay un elemento fundamental. El ambiente. Cargado, siempre muy cargado - en mi mente acudieron imágenes claras de habitaciones llenas de inciensos y aceites, cargando la sala. - calor y olores. Un aceite bien preparado o el incienso adecuado pueden ser tan útiles como una buena tirada de cartas o elegir las hierbas adecuadas a la hora de preparar el té. Prepara no solo al receptor para aceptar las noticias que les des, sino que además ayudan a abrir tu ojo interior. Sonreí de medio lado. Yo mismo era propenso, aunque odiara reconocerlo, a aquellos olores. Embotaban los sentidos y provocaban visiones que muchas veces no buscaba ni estaba preparado para recibir. Por eso prefería dar aquella clase en un ambiente abierto, para evitar un sobresalto asi en mitad de la clase. - Por ejemplo, la ashwagandha. Si le preguntas a un muggle, te dirá que es un remedio tradicional para ayudar a conciliar el sueño. Pero secado de la forma adecuada, junto con unas ramitas de lavanda, inducen sueños proféticos colocándolos bajo la almohada. Sabría decirme otro ejemplo de alguna hierba o planta con efectos similares?
  12. La Potter Black estaba tranquila, silenciosa. Me había levantado temprano, a pesar de que tenía el día libre en el ministerio, para ocuparme de asuntos relativos a los negocios familiares. Debía hacer inventario en la tienda PB de los materiales que nos habían enviado los nuevos proveedores, en lugar de dejar que volvieran a echarse a perder en cajas. Esa, al menos, había sido mi intención, pero al final, me había quedado sentado en la mesa, junto a Sagitas, con una taza de café humeante delante. Seguramente debía tener ojeras. En el último par de años no era extraño verme con ojeras, a causa de la pequeña. Eso era lo normal en los bebés, aunqeu cada vez lloraba menos, aun tenía fases en las cuales pasaba varias noches en vela con ella. Noté que Sagitas me miraba por encima de las páginas del periódico, asi qeu la miré con la ceja alzada, preguntándome que le pasaba, pero enseguida se escondió de nuevo tras las páginas del periódico. En algún momento, por el silencio que reinaba en casa, seguramente acabé por quedarme dormido. Tanta tranquilidad de golpe me pudieron, y eché una pequeña cabezada en la silla sin darme cuenta. Hasta que me desperté, sobresaltado y ligeramente confuso, desorientado hasta qeu procesé que, seguramente, me había dormido. Me levanté bostezando, frotándome los ojos distraido. Cambio de planes, tal vez podría llevar la niñ.. La niña. Me quedé parado en mitad de la entrada. No sentía a la niña. El corazón se me aceleró, y noté que la respiración se me cortaba. Donde estaba Elentari?
  13. Apuraba el café en la cocina de la Potter Black, con todo listo para dirigirme a la clase que debía impartir aquel mes. Apenas acababa de comenzar el año, pero curiosamente, nunca había impartido clase en aquellas dos materias, menos aun, cuando adivinación era uno de los últimos conocimientos que había adquirido, en una clase más bien particular. Eso, unido a que no era un gran creyente, hacía que enfocara la clase con cierta curiosidad, incluso para mi. Colgándome la bolsa del hombro, abandoné la mansión. Para cuando llegué a las gradas donde solía dar clase, agradecí que la carpa estuviera desplegada, cubriendo la zona de clase en su totalidad. Era útil, pues proporcionaba sombra en verano y cubría de las lluvias en invierno. Esta vez, contaba con una mesa amplia, un pequeño fuego y algunos cazos, preparados para quemar o hervir si era necesario, carbón y pequeños trozos de madera. Si de por si normalmente prefería los espacios abiertos, ahora, más que nunca, lo necesitaba, ya que el olor de ciertas mezclas de inciensos siempre acababan por embotarme la cabeza, y no quería terminar teniendo visiones sin control de nuevo. Algunos materiales, además, los tenía en mi bolsa, como una baraja de tarot que había pedido prestada a mi hermana, un poco de palosanto, algunos cristales...Otros, sin embargo, tendríamos que buscarlos. Esa era parte de la idea, de la clase, al menos. Lo mejor para aquella clase, al menos era mi idea, sería unirlas, y enfocar la una hacia la otra. Me senté sobre la mesa, como solía hacer, esperando a que mi alumna llegase.
  14. Juicio de Osiris en la Sala de las Dos Verdades. Poco a poco, aquella voz rompía el silencio que reinaba en mi cabeza, de forma rítmica, leve...no la entendía, pero cada vez resonaba con un poco más de fuerza, como si quisiera hacerse entender. Los fogonazos iban y venían, mientras recuerdos inconexos acudían a mi cabeza, como si esa voz los invocara. "Heredó de ti tus ojos y la Empatía, esa forma de sentir a los demás y detectar sus pensamientos." Un bebé no dejaba de llorar durante días. No comprendía lo que veía, pero le aterraba. Sagitas la tomaba en brazos, tratando de calmarla con un biberón, pero parecía imposible. " Tu hermano Ithilion le está dando el biberón mientras tú no vuelves, pero ella te busca." Ithilion esperaba impaciente para ver que traía su hermano. Al principio, no le llamó la atención, solo era un bebé aburrido, pero entonces, su hermano le dijo que ahora era tío, y debía ayudarle a cuidar de ella cuando él no estuviera. Entonces, su expresión cambio, aunqeu le temblara un poco el labio por los nervios, por una mucho más formal, mientras asentía aceptando su pequeña misión. En la sala de las Dos Verdades, Sagitas seguía hablándome. Aunque no podía entenderla, poco a poco su mensaje iba rompiendo la barrera en la que cuerpo y mente estaban separados, ni más muerto que vivo, pero sin estar en ningún sitio al mismo tiempo. Había vuelto la cabeza hacia ella, aun sin verla, pero con una ligera chispa en los ojos. Los recuerdos parecían intentar conectar, guiados por ella. Un ligero espasmo en la mano, una gota de sudor en la frente... "Necesita un padre, ahora que su madre no está." Apenas hacía un día que estábamos en la Potter Black. La niña había nacido sana, habíamos vuelto a casa, todo estaba bien...pero a la mañana siguiente, Helike no estaba. No me preocupó hasta que Harpo me dijo que nadie la había visto desde la noche anterior. Nadie sabía nada. La busqué, hasta... Hasta que entendí que se había ido y no iba a volver. No entendía que había hecho mal, que había podido pasar. Simplemente se había marchado, sin dar explicaciones, sin decir nada. No estaba. Y yo me quedaba solo con un bebé sin tener ni idea de que hacer o como ocuparme de ella. Bebé que comenzó a llorar. Agaché la cabeza, cerrando los ojos y apretando los puños, sin atreverme a moverme, agobiado, asustado. Fue la voz de Sagitas la que apareció detrás de mi, hablando con voz dulce, con...con el mismo tono que me hablaba aquella voz lejana entre el ruido. - Cielo... - giré para mirarla, apoyada en la puerta, con un biberón en las manos. La seguí, agachando la cabeza, pero al verme en la habitación de la niña, con Sagitas mirándome, me di cuenta de algo tan simple como que no sabía dar el biberón. Casi no sabía cogerla sin parecer un robot porque me daba miedo romperla. Ella lo entendió, y como si lo hubiera hecho mil veces, me sentó en una butaca, poniéndome a la niña en brazos. Para ella natural, y yo me sentía perdido. Y sin darme cuenta, ahí estaba, sujetando a mi hija con un brazo y dándole el biberón, con Sagitas detrás de mi, vigilando. En algún momento, terminé con una sonrisa boba, entendiendo que debía tragarme lo que sentía por el bien de ella. - Se llama Elentari. Significa Guardiana de las Estrellas. Pero tu puedes llamarla Artagracia. A ella le hace gracia. - murmuré, con voz ronca, mirando a Sagitas. Ella parecía preocupada, pero no recordaba que había pasado. No sabía que era ese sitio.
  15. Dejé los papeles sobre una mesita cerca del sofá, mientras @ Sean -Ojo Loco- Linmer llevaba a Sagitas hasta un sofá para que pudiera descansar, o al menos, dormir la mona hasta que se le pasara la resaca. Ella no tenía aguante con el alcohol, asi que probablemente le dolería bastante la cabeza. Su respuesta sobre el ministerio me hizo reir, abriendo los brazos. - Hablas con el hijo de la exministra. Antes todos cuchicheaban porque era su hijo y no estaba de acuerdo con ella. Ahora cuchichean porque soy su hijo y no confían en mis intenciones. Ni se molestan en bajar el tono o volverse cuando paso. - contesté. - Creo que piensan que daré algún tipo de golpe de estado, o qeu quiero matar al ministro, o algo asi Pero al final, Sean se sinceró conmigo y su afecto hacia la familia. Pocas veces lo escuchabas hablar tan serio, ni siquiera en los negocios. Asi qeu le di una palmada en el hombro, como apoyo. - Claro Sean. Al fin y al cabo, mis sobrinos siguen siendo también tus hijos. Seguiremos siendo familia. - reí - y siempre serás la primera opción para hablar de negocios...fuera de la ley. No me importaba ser yo quien le entregara los papeles a @ Perenela Arya Grindewald Potter Blue , asi ahorraría un poco de pelea para él, y podría consolar a mi hermana mientras se los daba. Volví la vista hacia Sagitas, en el sofá. Parecía muy pequeña. Estaba seguro de que Jack no sabía lo que le pasaba, no sabía su estado y no tenía ni idea de donde estaba. - Claro, tranquilo...parece qeu las cosas no son fáciles para ninguno de nosotros. - le contesté.
  16. Juicio de Osiris en la Sala de las Dos Verdades. El rumor de las voces era como ese viento qeu sopla antes de la tormenta, en invierno. Azota todo a tu alrededor, pero no oyes nada, solo el ruido. Eso pasaba. Alguien hablaba, discutía, mientras que mantenía la mirada perdida en la balanza dorada, ligeramente inclinada hacia un lado por la pluma blanca, ligera, imperceptible, esperando algo. Que esperaba? No lo sabía. Me daba igual. Ni siquiera reaccioné al contacto de la mano cálida de aquella mujer con mi brazo, un gesto qeu parecía familiar. Una voz que debería reconocer, expresiones de cariño, como las que una madre utiliza con su hijo. Sin embargo, yo mantenía la mirada fija, como si fuera invisible, con el cuerpo desconectado del contacto, de la mente. No comprendía que decía, no me llegaba su voz. Sencillamente ahí estaba, sin que su forma de agitar el brazo, mi brazo, me desviaran, mientras la mujer hablaba y hablaba. "Soy mamá..." Que era esa voz? "Abuela...." Una imagen, un fogonazo, se cruzó por mi cabeza. Un portón enorme se abría, y una mujer pelivioleta recibía a alguien con los brazos abiertos y una sonrisa. Era... "Artag...Elentari" Aquella sonrisita triste mientras nos despedía, agitando la manita. Me había costado despegarla de mi, mientras escondía su carita en mi pecho para que no me fuera. "Ella te espera en casa. Tienes que venir a hacerla callar. Llora mucho por las noches, esperando los brazos de su papá..." Las noches en vela, meciéndola, mientras Sagitas me traía un biberón y se quedaba conmigo hasta que volviera a dormir, en esas noches qeu parecía que nunca se cansaría de llorar, los tres solos... Fue sutil, casi imperceptible. Desvié la mirada hacia Sagitas, como si de pronto la viera alli, mientras una ligera chispa parecía encenderse en mis ojos, al mismo tiempo que Osiris nos observaba, expectante, y la arena seguía cayendo en el reloj.
  17.  Si logras que tu hijo reaccione y recuerde que quiere vivir, os dejaré marchar, sin coste alguno para los dos.

  18. Juicio de Osiris en la Sala de las Dos Verdades. Con Sagitas. Ni siquiera pestañeé al sentir la mano del dios sobre mi pecho. De no ser por la repentina interrupción de Sagitas, habría sacado mi corazón sin ningún tipo de oposición. Pero el dios se detuvo, desviando la vista hacia ella, dibujando una media sonrisa. - Aibnat Sayidat Albuhayra. Sayidat Zahra. - pronunció, girándose hacia ella. Parecía encantado. - Sagitas Ericen Potter Blue. Vienes a por tu hijito? Mi mente no procesaba que estaba pasando. No reconocía a Sagitas, no reaccionaba a las voces. Ignoraba las sensaciones de aquella sala o lo qeu implicaba estar alli. Era como una marioneta, una vasija vacía a la espera de recibir una nueva orden. - Por qué no quieres que pese su corazón? - preguntó de nuevo Osiris, separándose de mi, señalándome como un vendedor que trata de vender su mejor pieza a un posible comprador. - Temes qeu no supere mi juicio? Sabes...sabes las cosas que tu hijo, que tu niño, hizo? Yo se que no es la primera vez que muere. Se que la primera vez le salvaste del infierno y de la tortura de una demonio. Su nombre está en la lista de muchos panteones... Osiris se acercó a Sagitas, confiado. Nadie se le había escapado nunca, y su juicio nunca se equivocaba. Pero una audacia asi nunca se veía. Nadie se atrevía a interrumpir el tránsito de las almas, y mucho menos, a irrumpir en su sala y detener sus decisiones. - Te contaré un pequeño secreto. Sabes por qué no reacciona? - le preguntó, situándose a su espalda mientras me señalaba, para que pudiera verme. - Por qué aun no está muerto, no del todo. - admitió. - Normalmente las almas que llegan aqui ya han completado su tránsito a la otra vida, y solo esperan conocer su destino definitivo. Pero eso ya lo sabías, verdad? A pesar de que la herida arde por la fiebre y la infección, su cuerpo está helado, como el de un cadáver. Y aun asi, se resiste a morir del todo. Osiris dejó que Sagitas procesara aquello un momento, situándose a su lado. - Pero...soy un dios justo y compasivo. Dejaré que lo intentes. Si logras que tu hijo reaccione y recuerde que quiere vivir, os dejaré marchar, sin coste alguno. - Por que él, el dios de los muertos, sabía perfectamente el coste de la magia que Sagitas utilizaba para estar alli. Lo que arriesgaba. - Sin coste para ninguno de los dos. Pero, si no lo consigues, él se quedará y se someterá al juicio. Tu sabrás el resultado y luego regresarás con los vivos para enterrarle. - un reloj de arena apareció junto a la balanza. - Tienes hasta que el último grano caiga.
  19. @ Helike R V PB aun me sujetaba del brazo. Nos mirábamos en silencio hasta que Sagitas comenzó a llorar y gritar, vertiendo la poción de mandrágora en unas sábanas para intentar envolver a Ithilion. El sobresalto hizo que me soltara, y ambos la miramos, mientras Jack permanecía a su lado, sin saber qeu hacer. Supongo que la situación con Ithilion, para él, era diferente a las que había vivido conmigo. En realidad, entendía lo que le estaba pasando a Sagitas, aunque no lo dijera en voz alta. Pero entonces empezó a gritar desesperada, lo que me hizo entender que no podíamos seguir allí parados. Apreté los puños. No podíamos seguir parados, no era asi. Me acerqué hasta Jack, cogiéndole por el cuello de la camiseta para que me mirase. - Ocúpate de que no arme un escándalo. Si sigue gritando asi atraerá al basilisco y tendremos dos cuerpos petrificados. - mi tono claro era duro, probablemente me estaba pasando, pero no era el momento de pensar en decirlo sutilmente. - llévalos a vuestra habitación, sanad a Ithilion y ocúpate de tranquilizarla. Mantenlos con vida hasta que termine. Solté a Jack, girando sobre mis talones antes de coger la mano de Helike y tirar de ella para que me acompañara. - Yo lanzaré el polvo de oscuridad. Tu tendrás que estar preparada para utilizar el lumus solem y cegarlo, pero ten en cuenta de perderás visibilidad. Asi que escóndete después de lanzar el hechizo. Si sale bien, tendré una oportunidad de matarlo. - no dije mucho más. Si salía mal, prefería no contemplarlo. - En qué sala será mejor encerrarlo? tal vez en la sala de la chimenea. Tiene la puerta que da hacia los jardines, podríamos hacer que saliera y entonces cegarlo.
  20. Después de la visita de Sagitas a la Tienda PB, habíamos logrado hacer inventario. Con la guerra y las tensiones internacionales, muchas cosas se habían echado a perder. Algunas pudimos salvarlas, reciclándolas para manualidades o experimentos, pero muchas otras simplemente habíamos tenido qeu deshacernos de ellas. Ahora, me dedicaba a limpiar. Dentro de poco recibiríamos los nuevos materiales, y quería que al recibirlo solo tuviera qeu revisar y colocar. Asi qeu había aprovechado temprano y había ido hasta la tienda, vestido con un pantalón de deporte negro y una sudadera gris vieja, qeu llevaba remangada mientras limpiaba un poco. Hasta que escuché a Ithilion. Sentí al niño satisfecho, feliz, orgulloso por algo, hasta que habló. Quería presentarme a un tal "Compi". Pensé qeu probablemente sería un amigo invisible, o algún pequeño bichito. Salí de la trastienda, con media sonrisa para recibirle. - Hola pequeñajo - saludé, revolviéndole el pelo. - mascota? lo sabe mamá? A ver ese am... No dije nada más. Automáticamente, sujeté al niño detrás de mi y me puse en guardia, observando atentamente al Escreguto, qeu giraba lentamente hacia nosotros, con una pata en un ángulo extraño y la cola en ristre, preparada para descargar sobre nosotros. - It...ese es Compi? - pregunté, con la esperanza de que fueran imaginaciones más.
  21. Miré a @ Helike R V PB , recordando lo qeu solía seguir a aquel "ya hablaremos" con aquel tono de disgusto. Sonreí ligeramente, en otro tiempo, aquellas palabras terminaban con nosotros arrasando allá donde nos encontrásemos. Mi sonrisa se acrecentó al oir como amenazaba a @ Sean -Ojo Loco- Linmer , qeu siempre despertaba en el momento más oportuno. "Es que soy el último qeu tuvo ese privilegio y aun conserva la vista?" pensé, sin darme cuenta de que dejaba que ella escuchara. Era algo que parecía natural entre los dos, y que durante muchos años me había centrado en ocultar y cerrar. Pero claro, no medí mis palabras. Me había entusiasmado al recordar como Elentari me había acompañado, y lo veía como algo tan normal, igual que pasó con Ithilion, que ni siquiera pensé en qeu ella aun no lo supiera, pues pensaba que nuestra hija se lo había contado ya. Su sorpresa fue mayúscula, como también su repentino enfado. Miré a Sagitas, que no me sería de ayuda, y a @ Xell Vladimir Potter Black , que parecía muy divertida con como comenzaba a echarme la bronca mi ex. Me eché ligeramente hacia atrás mientras se sentaba, aun regañándome, mirándola sin saber que contestarle exactamente para que se tranquilizara. Por eso, por una vez, agradecí la intervención de Sean, en un ataque de lucidez repentina que me hizo mirarle fijamente a los ojos, para luego mirar a los ojos a Helike, notando que me sonrojaba con aquel sencillo comentario de tensiones y soluciones, sonriendo tímidamente mientras a mi mente volvía aquella imagen que recordó Sean. Prácticamente era su primer día en el departamento, y fue una manera bastante accidentada de conocernos, cayéndome encima en uno de sus ataques de ira por ya no recuerdo que. Definitivamente, a pesar de los años, yo seguía siendo igual de torpe para sentimientos y relaciones.
  22. Duat. (Sagis no de dejes que me lleven) Izquierda...derecha... Recordaba caminar por la arena, siguiendo aquel ritmo, con el sol abrasador del desierto sobre mi y el terrible dolor que había seguido al entumecimiento en el costado. Izquierda...derecha... Unos pies aparecieron ante mi, a la distancia suficiente como para detenerme sin chocar con él. Despacio, alcé la mirada desde aquellos pies oscuros, descalzos, hasta encontrarme con la mirada de Anubis, impasible, aferrado a su vara. A nuestro alrededor caminaban más personas, pero solo se desviaban, creando un pequeño vacío entre nosotros. De todas formas, no me importó. Anubis me sostuvo la mirada unos instantes, antes de darse la vuelta. Le seguí. Simplemente decidí seguirle, sin pensar. MI mente vagaba, en blanco, sin pensar en qué lugar era aquel, o qué estaba pasando. Ni siquiera recordaba que estaba haciendo antes de caminar allí. Me daba igual. Era...no sentía nada. Ni dolor, ni cansancio, calor...nada. Era como si la empatía se hubiera apagado de repente y mi cuerpo hubiera decidido no sentir nada. Solo caminaba siguiendo a Anubis en silencio, hasta que se detuvo frente a una sencilla casita de piedra blanca y techo plano, de una sola planta. Ahí, Anubis se detuvo, dando un golpe seco con su báculo en el suelo. Un golpe que haría retumbar los cimientos de cualquier edificio cercano, pero al cual tampoco reaccioné. Me detuve, alzando de nuevo la vista hacia el dios. - Adéntrate en la Sala de las Dos Verdades, y sométete al Juicio de Osiris, señor de la Duat, para conocer tu destino entre nuestros muertos. Tardé un par de segundos en reaccionar, antes de mirar la casita y encaminarme hacia la oscuridad de su interior, sin darme cuenta de que, a lo lejos, Sagitas gritaba, llamándome. Frente a mi, sentado en su trono, en la amplia sala (era tan grande aquella casita? Ni siquiera recordaba haberme fijado en eso) que contaba con algunas velas para iluminar la sala en penumbra, una silla de madera frente al trono, en una posición inferior. Entre medias, una mesa de piedra, sencilla, en la cual descansaba una balanza de oro y una pluma blanca, Osiris me observaba. En otro momento, seguramente habría sentido su satisfacción. Parecía divertido de tenerme allí, y ansioso por comenzar. Pero realmente, no me importaba. Caminé hasta quedarme de pie, con la mirada perdida. - Aldhiyb Al'Abyad. El Lobo Blanco. El que Siente a la Muerte. - se puso en pie. Yo era alto, pero él lo era más. - Matt Blackner. Bienvenido a mi humilde morada. - comenzó a caminar, acercándose. Ni siquiera me inmuté. - Comencemos con el juicio.
  23. Aparecí en los jardines de la Ojo Loco, preocupado. Llevaba un pantalón de deporte color gris y una camiseta de color verde...lo primero qeu había encontrado en mi habitación en la Potter Black antes de salir hacia alli. Harpo me había preocupado, despertándome muy temprano a pesar de que era fin de semana para preguntarme si sabía donde estaba mi madre. Había tardado un par de segundos en responder, pensando que estaba en su habitación, con Jack y su cuerpo físico, disfrutando de él (que repelús pensar eso) Pero en lugar de eso Harpo me dijo qeu no. Que había dado con ella en la Ojo Loco y que...bueno, qeu lo mejor era que fuera por ella. Su expresión me preocupó, asi qeu me vestí lo más rápido que pude, pidiendo a Harpo que avisara a Helike para que estuviera atenta a la niña. Cuando crucé las puertas de la cocina, no tardé en escuchar la voz de @ Sean -Ojo Loco- Linmer ...y oliendo una bofetada a whisky tan intensa que estuvo a punto de echarme hacia atrás. Aun asi, en lugar de decir nada o marcharme, caminé hasta la cocina, alcanzando a Sagitas y Sean. - Eh, Sean, no te pases. - dije, como saludo - no tientes a la suerte, por el bien de todos. Tomé los papeles que traía en lugar de Sagitas. El olor a alcohol era claramente por ella, pero aun asi, me mantenía a su lado, sin pestañear. - Gracias. Se lo daré a mi hermana cuando la vea. Supongo qeu ahora será más difícil dar contigo en el ministerio.
  24. En la celda, con Sagitas y @ Xell Vladimir Potter Black En otro momento, no habría tenido ningún problema en deshacerme de esos aurores. No eran más duros que cualquier otro enemigo al que me hubiera enfrentado alguien, y estaba seguro de poder noquearlos usando solo las manos. Los magos normalmente desdeñaban la pelea cuerpo a cuerpo al confiar demasiado en su uso de la varita. Pero estaba con Sagitas, y ella aun trataba de razonar con aquellos come baguettes. Al final, caminamos hasta una celda, donde gruñí, soltando una patada contra la pared antes de apoyarme en la reja, estudiando la sala para pensar en como escapar de alli. Aunque claro, estaba con Sagitas, y olvidaba que ella tampoco andaba escasa en ciertos pensamientos criminales. Sonreí de medio lado, separándome de aquella reja para mirarla. - Si abres un portal, te seguiré donde quieras. Aunque me quedaré con las ganas de patear un par de traseros franceses. Tendré que dejarlo para otra ocasión. - dije, mirando hacia el exterior por un pequeño ventanuco, que dejaba pasar la luz de la luna....y una tremenda explosión, seguida de un fogonazo de luz. Eso no era natural. - Vale, creo qeu entiendo qeu estuvieran tan nerviosos...alguien acaba de...reventar algo. - miré a Sagitas - eso era magia, y creo qeu acaban de volar en Louvre. Será mejor qeu abras ese portal antes de que vengan a culparnos. Con nuestra charla, no me había dado cuenta de que, en la celda contigua, había una persona conocida. En cuanto escuché la pregunta tímida y asustada de la prima Xell, me giré, despacio. Tardé un segundo en reaccionar. Ella estaba en casa, en la PB, cuidando de Ithilion y Elentari, que también estaban con Fenrir y Freyja. Pero ella estaba por alli, preparando algo en la cocina para... - Si tu estás aqui...quien demonios está cuidando a los niños? - pregunté, despacio. - Babila? La última vez quiso rapar hasta las cejas de los críos por no se que ritual de buena fortuna... Pero me quedé quieto. Mis ojos se volvieron rojos de golpe, respondiendo a la llamada de Fenrir. El lobo trataba de mostrarme lo que pasaba. Alcancé a ver un rayo de luz azul, como el que acababa de ver en la calle. Un portal que se abría y un hombre siniestro, que caminaba confiado por la entrada de la Ojo Loco. El lobo gruñó, y yo con el, en voz baja. Alcancé a ver las runas brillando en su báculo antes de que la conexión se cortara. Me llevé las manos a los ojos, cegado por el cambio. - La Ojo Loco. Alguien ha entrado, y no tiene buenas intenciones. Creo que Fenrir ha escondido a todos, pero... - agarré la verja que nos separaba de la celda de xell, usando la varita para abrir un agujero y que pasara con nosotros. Estaba nervioso. - Lleva un báculo con runas brillantes. No me gusta. MIré a Sagitas, apretando los puños. - Abre ese portal y larguémonos de aqui.
  25. En París, con Sagitas (y sin saber que @ Xell Vladimir Potter Black dejó a los niños con Babila) Ya le había asegurado a Sagitas que mi moto era rápida y silenciosa. Aunqeu había estado a punto de asfixiarme gracias a Sagitas, que se agarraba con demasiada fuerza a mi. Pero al menos habíamos llegado a París con tiempo de sobra para esperar a que @ Ada Camille Dumbledore o sus aurores hubieran recibido el aviso de Xell y se reunieran con nosotros. Había decidido encoger la moto y guardarla en mi mochila. No estaba registrada, y prefería que no me molestaran con preguntas incómodas. Con los brazos cruzados, apoyando la espalda en el Arco del Triunfo, observaba la oscuridad mientras Sagitas daba vueltas a mi alrededor, muerta de frío. Sonreí de medio lado mientras la escuchaba protestar. - No tengo la culpa de que no te abrigaras, tu eras quien pidió 40 minutos para estar lista, y al final necesitó una hora entera. - respondí, divertido. Cosas de cazador, supongo...había viajado tanto y en tantas épocas del año diferentes, que por experiencia sabía cuando abrigarme o cuando era mejor llevar ropa ligera. - Aunque parezca una locura, en Londres tenemos más humedad. Supongo que por eso parece que hace menos frío. Al menos, en aquella aventura, podíamos estar tranquilos porque Xell estaba en casa, cuidando a los niños y sirviéndonos de respaldo si necesitábamos ayuda. Aunque esperaba no necesitarla, y estar de vuelta en la Potter Black para medio día. Suspiré, intranquilo. Sagitas tenía razón, aquellos franceses no tenían concepto de la puntualidad, o no habían recibido la nota....o peor, habían decidido que lo mejor era ignorar la misiva. O nos tendían una trampa. Me separé de la pared, colocándome junto a Sagitas mientras, de forma inconsciente, mi mano izquierda se situó sobre la cicatriz del costado, aquella que me gané en Egipto por culpa del asalto de los dragones, como una ligera molestia que generaba la intranquilidad. - Claro...respeto... - murmuré. - mejor movámonos. Esto no me gusta. Pasó un taxi muy conveniente, asi qeu nos montamos para ir hasta el distrito 6 de la ciudad, donde se encontraba la entrada al ministerio de los franceses. Vigilé alrededor mientras Sagitas se ocupaba de abrir la entrada, hasta que sentí que se me agarraba del brazo y la miré, ligeramente confundido con su sonrisa. Yo tan preocupado por su seguridad, y ella...en qeu pensaba? No fue hasta que escuché la voz de la joven recepcionista del atrio que me di cuenta y me sonrojé, mirando a Sagitas. En serio creía que estaba pensando en eso ahora? Pero mi madre es muy mandona, aunqeu estemos en un país diferente. No tardó en comenzar a mandar. Casi lo mismo qeu tardamos en estar rodeados por aurores franceses. Gruñí, mirándoles. Podía matarlos. POdía librarme de ellos antes de que se dieran cuenta. Aunqeu no quería empeorar la situación. Por eso, alcé lentamente las manos. - Tranquilos. Solo queremos ver a la ministra. Con un poco de suerte, Xell estaba en la POtter Black. Podríamos contactar con ella si necesitábamos que alguien viniera a sacarnos de donde quisiera que nos llevaran

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