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Thomas E. Gryffindor

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Todo lo publicado por Thomas E. Gryffindor

  1. -Está bien… está bien… Tú ganas. Yo obedezco y tú mandas, Stabolito- respondió el chico de cabellos ondulados pelirrojos, al mismo tiempo que frenaba su delirante andar por la sala de clases y encaminaba sus pies nuevamente hacia el sector en donde estaba el escritorio de su profesora con el objetivo de volver a tomar asiento en la silla que estaba frente a la de la malhumorada Black Lestrange. -¡Claro! Confío en que no es la primera vez que haces algo así de descabellado… pero bueno… tú eres la que decreta en estas cuatro paredes- añadió el mago con determinación; descansando en los conocimientos de Jessie, pues su padre no iba a colocar en su lugar de trabajo a una bruja que no estuviese capacitada. Poco a poco Elros se empezó a quedar dormido, cerrando sus verdes ojos al compás de los conjuros que salían desde los labios de la señorita Granger; hasta que finalmente su mente se despegó completa y absolutamente de su cuerpo tangible, enviando a su ser espiritual a un territorio hostil que parecía haber sido azotado por una especie de terremoto u holocausto del infierno. Gritos y llantos de personas ensangrentadas pidiendo auxilio, escombros corto-punzantes, derrumbe y un barrial molesto a causa de las roturas de las cañerías de agua, llamas en algunas zonas de edificios que se vislumbraban at portas de venirse precipitadamente al suelo, sedimentos y rocas de diversos trozos por todos los rincones; era una catástrofe natural a nivel colosal que jamás había visto en su corta vida. En eso, una serie de indicaciones se oyeron en su consciencia; era Jessie quien le hablaba al exterior del marco desastroso con el afán de revelarle los siguientes pasos a realizar por parte del Gryffindor, cuya misión central era la de salir del área lo menos lastimado posible y sin el uso de magia al estar a vista y paciencia de un tumulto de muggles; todo eso contra las manecillas del reloj que no corrían a su favor. <<Gracias por la gestión imposible… eres una suicida, Stabolito>> caviló para sus adentros el inefable mientras observaba, con suma cautela y discreción, el perímetro que le rodeaba en ese entonces. Debía ubicar los espacios de mayor seguridad en donde su integridad física no corriese peligro, y posterior a aquello debería ser capaz de auxiliar a quien requiriese de su buena voluntad. Como miembro de la Orden del Fénix y primogénito de Elvis junto a Annick, poseía dentro de sus convicciones personales el tener que colaborar; pero antes de socorrer a alguna víctima, debía estar bien él como humano individual. Sin pensarlo dos veces se alejó de vitrinas, muebles y estantes, así como de espejos, vidrios y tragaluces. Esquivó algunos postes, cables de electricidad, construcciones en ruinas, letreros en mal estado y todo aquel objeto que pudiese caerle en la cabeza ante una inesperada réplica del movimiento telúrico. Inspeccionó visualmente por si notaba la presencia de derrames, combustibles, humo y químicos desprendidos. Luego de caminar unas escasas dos cuadras, logró arribar a un pequeño parque y decidió quedarse en el centro de la plaza a tajo abierto y sin nada que pudiese lastimarle o desplomarle encima, ni siquiera las estructuras metálicas de los juegos infantiles (columpios, balancines) que se encontraban a unos metros de distancia considerables con respecto a su actual ubicación primordial y bien valorada para ser un novato en el tema de estudio.
  2. -¡Me alegro que todo te esté gustando ma… o sea, tía! Los elfos de la mansión Gryffindor se caracterizan por ser muy buenos cocineros… tanto en el ámbito salado como dulce. Un ajeno a la familia no creería que estos bocadillos los hayan hecho criaturas no “humanas” y sin mayores estudios gastronómicos que su vasta experiencia con las ollas- comentó con una sonrisa a flor de labios, mismo gesto que se veía rectificado con la ardua discusión que protagonizaba su compañero inefable Antoni con una muchacha desconocida que ingresó a su taller mecánico sin invitación alguna para la celebración ni mucho menos con un medio de transporte para ser revisado por los empleados del nuevo negocio en el Callejón Diagón británico. -¿Extraño? ¿Bizarro? Yo no definiría así lo que acaba de pasar… Es una falta de respeto para con el dueño y sus comensales. ¿Cómo es posible de que alguien venga aquí a hacer una escena de broncas sin mi permiso? ¡Eso se soluciona en persona! ¡Los trapos que están sucios se lavan en casa!- completó a regañadientes el pelirrojo, para luego beber parte del whisky de fuego doble que aún permanecía en su vaso de cristal europeo. -Sumando a que la chica huyó con una cría de dragón avistada en mi vulcanización… Espero que los empleados de Control y Regulación de Criaturas no se enteren o me expondrán en una que otra investigación por ser anfitrión de un “escupe-llamas”- finalizó el initié. -No te inquietes, Annick… El Tonks sabrá el porqué de su proceder. Después platicaré con él acerca de lo que pasó hoy aquí… Por ahora despreocupémonos- expresó el paladín de la Orden de la Mano de Plata; dejando un breve silencio en el ambiente, el cual fue usado por su madre con el propósito de levantar una copa en su honor, seguido por los parabienes que su amiga Athena manifestó enfrente de todos, conmoviendo a una alterada Misty que no se dejaba de quejar por las decenas de globos que permanecían revoloteando por el salón que había sido adornado especialmente para la abertura. -¡Salud!- exclamó el patriarca de los Granger, volviendo a sonreír e irradiar felicidad ante los buenos deseos de todos. -¡Muchas gracias por sus palabras! ¡Me halagan bastante! Anhelo que este emprendimiento salga a la luz como un local con ideas nuevas y perspectivas modernas… ¡Salud!- volvió a enaltar su vaso con licor ambarino; esta vez bebiendo un sorbo mayor al primero. -Eso espero señorita Rouvás… Mientras la noticia no salga de aquí… no tendría que surgir inconveniente… ¿No es así señorita Day?- respondió al comentario de la griega, al mismo tiempo que desviaba la mirada esmeralda hacia su secretaria, con el afán de intimidarle para que ésta no abriese la boca y contara todo lo acontecido allí a “El Profeta”. -¡Será un éxito, amiga! Te lo doy por firmado aquí y en la quebrada del ají… sabí- dijo simpáticamente, haciendo hincapié en el último vocablo con acento gitano que le caería en gracia a los allí presentes.
  3. -Muy bien Jess… o sea, “profesora Black Lestrange”. Mediré mis palabras en esta clase, pero que conste… será solamente dentro de estas cuatro paredes ¡JaJaJaJaJa! Si gustas no lanzaré improperios ni nada por el estilo ¿Okay? ¡Ah! Y no te tomes a mal lo del espécimen o “ejemplar” docente ¡JaJaJaJa! Lo dije en tono de broma… Perdón si te molestó- comentó el pelirrojo, al mismo tiempo que se desprendía de la chaqueta deportiva que abrigaba parte de su torso, con el objetivo de quedar en polera manga corta azul marino frente a quien era la maestra de Primeros Auxilios. -No se trata de dejarme vencer “tan fácil”, sino que querer estar en un lugar donde valoren tu potencial y trayectoria. Es cierto… la carne fresca llama mucho la atención y es bueno brindarles oportunidades para que hagan carrera dentro del Ministerio… pero no a expensas de un mago de mi categoría… Stabolito. Estoy feliz por la osadía de Ricci y su ascenso… pero no justifico el actuar del Consejo de Warlocks- añadió con mayor seriedad en su expresar, no dejando de mirar directamente a los ojos grisáceos de su nueva profesora de Conocimientos; recordando que ahora también eran familiares junto a Sofía Elizabeth. -Es obvio que me quedaré… No suelo dejar tiradas mis clases con la Universidad… eso ya es ser irresponsable… menos sabiendo que Elvis… mi pa… o sea… mi tío, es el director de todo esto junto con Hogwarts… Así que puedes comenzar cuando quieras- respondió muy ofuscado el mago inefable, justo en el preciso instante en que la nueva Granger daba una rápida palmada al aire para dar inicio a su doctrina médica. -¿Salir del trance? ¿A qué te refieres Jessie? ¿Me quieres hipnotizar? Porque si la disputa es sí… ¡Olvídalo! Mi mente es más fuerte de lo que crees… Prefiero mil veces que traigas a media docena de los pacientes geriátricos, psiquiátricos o de pediatría de San Mungo… en vez de que intentes siquiera en manipularme… ¿Me crees esquizofrénico o paranoico?- preguntó muy dubitativo el veinteañero Gryffindor mientras se paraba de su asiento frente a la bruja y comenzaba a dar vueltas en círculo alrededor de la sala de clases que la Stabolito había escogido para llevar a cabo su jornada de trabajo estudiantil con su extrovertido compañero de Misterios.
  4. -¿No te atreves a responder? ¡Claro! Porque sabes que es verdad lo que digo. Tú eres yo, y yo soy tú… Pensamos lo mismo… Somos lo mismo, Elros. Sé que muy dentro de ti sabes que todo lo que te digo es cierto. Eres un pedazo de escoria… ¡Basura! Todo lo que le ha pasado a tu familia… Absolutamente todo lo trágico… las muertes, las caídas… ¡TODO! Ha sido por tu ineptitud. Tus padres murieron por tu mal proceder… Zahil y Aranel dieron su vida inútilmente con tal de asegurar un mejor futuro con tu viaje al pasado. ¡Ilusas! Par de brujas sin consciencia… Muertas por dos mortífagos cobardes que se acunaron toda una vida en tu familia… Sí… en la Gryffindor… a espaldas de tus padres- manifestaba la vil sombra detrás del espejo de Oesed, rasgando hasta la fibra más dura y firme del corazón del inefable; el cual estaba completamente desvalido frente a sí mismo. -¿A qué te refieres con eso último que me dijiste? Yo… yo no entiendo… ¿Por qué dices que los miembros de la Marca Tenebrosa emergieron desde la cuna de mi familia? ¡Eso es mentira!- gruñó el joven pelirrojo estando de rodillas en el humedecido piso, al mismo tiempo que golpeaba el suelo con su puño derecho una y otra vez. -¿Dices que miento? ¡Tú eres el que miente! Quítate la venda de los ojos y reconoce que aquella fatídica noche en la Cámara de la Muerte sentiste el aura de tus primos Mith y Oscurus… ¡Sí! Los hijos de esa malnacida de Sofía Elizabeth Granger fueron quienes asesinaron con la maldición imperdonable a las dos mellizas de la pobre de Arabella- respondió sin pelos en la lengua; lanzándose a reír a carcajadas frente a un incrédulo fenixiano veinteañero que no sabía cómo contestarle a alguien que se suponía que era el mismo… No sacaba nada en refutar algo que él pensaba… -Yo… yo no había querido indagar más en mis pensamientos… La idea de creer que los gemelos Granger mataron a las hijas de mi madrina… Yo… yo… Es inconcebible. Ese fatídico recuerdo del día del viaje con el giratiempos… Quisiera olvidarlo… sacarlo de mi mente para que éste pase a estar erradicado en mi corazón- hablaba a través de un susurro el alquimista, sollozando a ratos y entrecortando cada una de las palabras que brotaban desde lo más interior de su ser… su alma. -Después de tu partida al año 2016… Todos pensaron que tú fuiste el culpable de todo, Elros. Algunas de tus hermanas pusieron en tela de juicio tu lealtad con la Orden del Fénix y… te ligaron a los mortífagos… ¡SÍ, ELROS! Tú eres el que dio pie al atentado de la mansión de los leones de Ottery… Nadie más que tú. Eres el despreciable humano con la responsabilidad de todos los hechos adversos- se explayó el pequeño endemoniado, mirando fijamente al desplomado inefable. -LA CULPA TE HA DE CORROER TODA LA VIDA- vociferó sin piedad; tanto así que sacó de Thomas la seguridad que éste tenía en su espíritu para poder arrebatar sus dichos, pero no de forma verbal, sino a través de su don psíquico. <<Resiste. Concéntrate>> fue el murmullo que se sintió en sus oídos y que le dio mayor convicción a sus ideales, sumando un tenue vibrar de un anillo plateado que se tornaba verde. Tras plantarse bípedamente, una vez más, frente a la criatura detrás del espejo; el aspirante a legilimago fijó sus orbes esmeraldas en los suyos propios a través del cristal; y luego de memorar aquel tranquilo lugar que le recordaba a la felicidad vivida junto a su familia para poner su mente en blanco, decidió sumergirse en el cerebro de su reflejo… no para saber lo que éste pensaba, sino para modificar sus recuerdos y librarse de aquel sentimiento de culpa que le atormentaba día a día por las muertes que se habían producido en el año 2035. El pelirrojo no sabía muy bien lo que hacía o si alguien, en alguna parte del universo, le estaba guiando a manipular su propio temor; pero él era valiente… como todo un Gryffindor; y ya estaba decidido a terminar con su melancolía y sufrimiento de meses posteriores al atentado en la mansión de sus padres y familiares en Ottery. Poco a poco fueron pasando por su consciencia las imágenes de la muerte de sus padres, la caída de las mellizas y el pavor de la naturaleza oculta de los gemelos… todas las escenas más trágicas en su vida; pero eso no era lo que quería suprimir de su mente, sino más bien el pesar y la culpabilidad de creer que había sido él quien produjo eso. -¿Qué? ¿Qué es lo que estás haciendo? ¿Por qué me miras así? ¡Sale! ¡Sale de mi mente! ¡Sal ya! ¡Vete de aquí! ¡Intruso! ¡Vete!- exclamó como un energúmeno el chaval, en el mismo santiamén en que el vidrio del objeto legendario empezaba a trizarse por todos los rincones. Un fuerte dolor de cabeza afloró en el ahora osado aventurero, quien se había alzado victorioso en los obstáculos previos a su arribo a la pirámide del Ateneo, por lo que aquella cefalea pasó a segundo plano cuando su negatividad y resentimiento dieron paso a la luz. Finalmente se reunieron todas las quebraduras en un único punto en la zona frontal de la cabeza del chico; y, en ese preciso instante, el espejo de Oesed se destruyó en miles de astillas cristalinas que se esparcieron pulverizadas por el firmamento níveo de aquella estancia en donde se había realizado la prueba de la Legilimancia. -Lo… lo he logrado- suspiró aliviado, entrecerrando sus ojos justo cuando un resplandor violeta inundó todo el escenario; encandilando por completo a un nuevo Elros Gryffindor que había nacido en medio de su propia mente.
  5. -¿Un puesto en el patriarcado de los Granger? ¡Por las barbas del mago Merlín, Sofía! Me tomas por sorpresa… Es una invitación un tanto… “inusual”… es más… jamás he sido la cabeza de ninguna familia ni lugar en el Ministerio… De lo único que soy jefe es del taller mecánico que inauguré hace poco y que bien tú conoces- respondió el pelirrojo meciéndose sobre la verja que lo separaba del Bosque Prohibido. -También entiendo que el matriarcado esté débil con las ausencias que bien me expones, Sofía… pero de ahí a querer ofrecerme a tu familia a mí… a mí que soy un “completo desconocido”… ¿Tanta confianza me tienes a mí como para desear dejarme al mando de tu bien más preciado?- le preguntó, no pudiendo oír respuesta alguna; ya que la francesa lo hizo callar con un ademán de su mano. -¿Es una devuelta de manos al hecho de que mi ma… o sea, mi tía se haya casado con Elvis? Si ésa es la única razón de querer unir a ambas familias y hacer más fuerte el lazo de los Granger con los Gryffindor… no tengo mucho de qué negarme, Sofía… sería decirte mil excusas sin un fundamento propio con tal de negarme a tu petición- agregó mirándola fijamente, antes de que ésta se enfilase tranquilamente, una vez más, hacia las inmediaciones de la morada de los caídos de Ottery. -¡LO PENSARÉ!- le gritó cuando la silueta de la rubia se perdía en el horizonte, dejando al ojiverde en solitario en medio del bosque de árboles que la vampiresa había cultivado con esmero para la ornamentación ambiental externa de su hogar. <<Le ganaré en llegar>> fue lo que caviló el inefable, instantes previos a sumergirse en aquella desagradable sensación de succión que en un santiamén lo materializó frente a la entrada principal de la mansión de los Granger, sitio en donde se topó de frente con una figura femenina a quien ya conocía de un tiempo atrás. -¿Su hija? ¿Esto es una broma no? Y de ésas de mal gusto… ¿Qué es lo que tú haces aquí Stabolito?- reprochó el alquimista mientras enfilaba sus pies desde la zona de la fachada hasta el umbral de ingreso, quedando frente a frente con la inefable de orbes grisáceos poco expresivos. -No te preocupes… Sofía está por llegar- le dijo al elfo que había atendido el llamado de la Black Lestrange, el cual se dio la media vuelta y se marchó rumbo a la cocina para seguir con sus labores domésticas. -¿Y? ¿Qué me dices? ¿Qué es lo que haces acá?- volvió a preguntar seriamente a su compañera ministerial.
  6. Había llegado el día en el que tendría que cursar Primeros Auxilios, con motivo de poder recuperar dicho conocimiento después de la creación de la nueva reforma que terminó por desligarle completamente de aquel arte de la sanación y prevención en salud. Sabía por su padre que la cátedra no comenzaría tan temprano como de costumbre, por lo que no quiso levantarse al amanecer y optó por querer disfrutar unos instantes más en las sábanas de su preciada y cómoda cama en la mansión Gryffindor. Finalmente, tras el arribo de una nívea lechuza, Thomas tomó una refrescante ducha y vistió con ropas deportivas que le facilitaran la práctica de la asignatura que retomaría; debido a que sabía que debería explayarse con un gran potencial para lograr aprobarla sin mayores dificultades. Luego de tragar un nutritivo y exquisito desayuno preparado por Tanis, el elfo de la familia; el pelirrojo alistó su bolsa con hechizo de expansión indetectable y salió disparado hacia la fachada de la morada fenixiana sin olvidar ningún objeto, poción e inclusive libro que le sirviese de ayuda. Una vez posado su pisar en el jardín delantero de la residencia, desapareció en una succión que le golpeó el estómago de forma espontánea y le hizo materializarse en los terrenos de la Universidad. Sin vacilaciones ni especulaciones de último minuto; el ojiverde se adentró en la casa de estudios de postgrado y desplazó sus pies por el pasillo central que comunicaba de forma directa con la sala en donde se llevaría a cabo la clase. Pero no todo podía resultar de la mejor manera posible aquel día, ya que sus orbes esmeraldas se abrieron como platos al distinguir la figura femenina de la joven Stabolito tras cruzar el umbral de la estancia de la disciplina posterior a unos sutiles toques con sus nudillos diestros sobre la puerta. -¡Vaya! Jessie Black Lestrange a cargo de Primeros Auxilios. Veo que mi padre ha contratado a una buena ejemplar en sanación ¿No es así? De todas formas… me alegra verte- comentó el initié con una sonrisa sutil en su rostro, al mismo tiempo que contemplaba el vestuario de tonalidades extravagantes que la muchacha llevaba consigo, en especial su calzado. -¿Que me presente? Pues… ehhh… ¿Será necesario? Bueno… habrá que hacerlo… “protocolos”. Soy Thomas Elros Gryffindor Poulain, veinte años… prototipo de varón seductor y macho alfa del Departamento de Misterios… aunque… planeando cambiar de rubro; en este último tiempo he notado que hay ciertas “colusiones” en el Ministerio y… verás… prefiero no dar tregua a ellas y mantenerme al márgen- agregó el alquimista mientras clavaba su ojeada en las grisáceas perlas de la nueva hija adoptiva de Sofía en la Granger; distinguiendo, en el respaldo de la silla de la profesora, una capa carmesí que le llamó la atención tras sentarse.
  7. -Sí, ya era hora… y todo gracias a sus enseñanzas; me ayudaron mucho allá afuera… me ha hecho un mago más fuerte, maestra- respondió el Gryffindor, correspondiendo la sonrisa de la Arcana con un leve inclinar de su cabeza en señal de agradecimiento y obediencia. Todas las partes del cuerpo de Rosália parecían estar en completa sincronía con el ambiente que se respiraba dentro de la pirámide del Ateneo, sobretodo las hojas que pintaban de verde aquel entorno que se bañaba de piedras y runas antiguas sin un significado conocido para el chico aprendiz de Legilimancia. Mientras la brasileña rodeaba el Ouroboros, Elros observaba con cautela cada uno de sus movimientos, llamándole la atención el instante en que ésta agarró uno de los plateados anillos que estaban ahí y se lo tendió con amabilidad. -Sí, soy digno de presentarme a la Prueba y atravesar la Puerta- contestó con valentía. -Entendido- agregó el inefable mientras se colocaba la joya en su dedo meñique derecho; recordando cada una de las palabras que la Pereira le había obsequiado como enseñanza y, ahora, como advertencia en medio de dichas cuatro paredes de concreto ancestral que cobijaban sus cabezas. Ya con la tranquilidad necesaria para enfrentar el reto, optó por adentrarse hacia su destino; pero la voz de su mentora le hizo voltearse una vez más para mirarle por última vez directamente a los ojos, segundos previos a afrontar su desafío definitivo. -Lo tendré en consideración en alguna parte de mi subconsciente… Gracias por todo… Rosália- expresó sonriendo, justa y precisamente, en el aliento en que su respirar desapareció al cruzar el umbral de la Puerta. Un fulguroso destello de luz violeta le cegó absolutamente, una sensación de calor invadió cada poro de su nívea piel, y el sonido de un precipitado estruendo resonó en sus oídos en el santiamén en que el veinteañero se vio parado en una sala sin terminación alguna, sin un límite ni pared definida… era como estar en medio de la nada. Con un ágil movimiento se dio la media vuelta para corroborar de dónde había venido y, en lugar de una puerta, no se vislumbró ni una muestra de su paradero de procedencia. <<¿Dónde estoy? ¿Qué es lo que hago aquí?>> se preguntaba para sí mismo el patriarca Granger mientras sus pies se daban un pequeño paseo por el área blanquecina que relucía como el brillo de sus dientes, blanca como la nieve, pero solitaria como un fiel desterrado a manos de su rey. Al encaminarse, el sagaz aventurero pudo notar que no traía calzado alguno y que sus pies se mojaban en cada paso que daba; pues todo el terreno estaba cubierto por una ligera capa cristalina del agua más pura que podría haber imaginado en su vida, tan traslúcida que podía ver su reflejo a través de ella. <<Maravilloso>> caviló, dándose cuenta que sus ropas combinaban con todo el ambiente que se podía examinar ahí; vestimentas albinas y ligeras que cubrían su cuerpo. Estaba sereno, como nunca antes lo había estado; tenía armonía en su corazón y su mente ya no se manifestaba alborotada con todos los pensamientos que solían embriagarle en su diario vivir. Ya no existían las preocupaciones, las penas, las alegrías… No había lugar a las emociones tampoco… era él y la soledad. Pero en el momento exacto en que ya se había auto-convencido de que no podría salir de allí; a lo lejos, pudo distinguir un objeto alto que se imponía en medio de las aguas. Con precaución, el fenixiano se aproximó hasta él, y con la mirada clavada en cada una de sus terminaciones arquitectónicas, se convenció de que su ser más espiritual estaba frente a un espejo. -“Oesed lenoz aro cut edon isara cut se onotse”- fue lo que leyó el primogénito de Elvis y Annick de la inscripción que figuraba en la parte superior de la reliquia, sin querer acercarse demasiado a lo que parecía ser algo inofensivo dentro de todo. Luego de meditarlo brevemente, se decidió a verse reflejado en él para ver si su persona era la misma que mostraban las aguas que bañaban sus pies descalzos, pero al asomarse, sus ojos esmeraldas se abrieron como platos de la extraña sorpresa que se llevó. Frente a él se reflejaba la figura de un niño de al menos ocho años de edad, con cabellos rojos y contemplación verde jade, labios delineados y un indiscreto lunar con forma de medialuna al costado izquierdo de su cuello. -¿Quién eres tú?- inquirió Elros sin saber el porqué de su accionar tras querer dirigirle la palabra a algo que no podría refutarle nada, pero para mayor desconcierto de éste… el pequeño sí le respondió. -Yo soy tú… y tú eres yo- reveló aquella sombra en colores que parecía haberse desprendido de su propio cuerpo. -Poderosa es la magia… ¿No lo crees… Elros? Siempre pensé que tendríamos la grandiosa oportunidad de vernos algún día. ¿Sigues sin reconocerme? ¿Te parece ilógico que estés parado frente a un espejo y puedas hablar contigo mismo de hace más de diez años atrás? No te cuestiones… El magistral Espejo de Oesed todo lo puede. Sí… la leyenda dice que te hace navegar en tus deseos más profundos y desesperados del corazón. ¿Acaso soy yo la mayor muestra de tu felicidad?- pronunció el infante esbozando una sonrisa. Por su parte, el actual mago no podía emitir palabras… tenía un nudo gigantesco en la garganta que no le permitía hablar… ¿Qué era lo que estaba pasando? ¿Por qué estaba ahí? ¿Quién era ese crío que le miraba a través del espejo? ¿Sería posible que fuese él? Sí… reconocía su fisonomía de antaño, pero era tan absurdo y poco probable que prefirió no perderse más en el universo de la incertidumbre que recorría sus venas mortales. -Siempre fuiste un inútil… y lo sabes. Amado por tus padres… resguardado por tus hermanas y sobreprotegido por tu familia. Fue por eso que nunca surgiste ni brillaste con luz propia. Todo… todo lo que te ha franqueado hasta ahora ha sido exclusivamente… culpa tuya- sentenció la sombra con sarcasmo, sin darle tregua alguna a Thomas ni derecho a réplica… Estaba anonadado y consternado.
  8. -No creo que volvamos a tener “otra” oportunidad, Athena… La vida misma ya se encargó de separarnos. Es algo… “definitivo”. Pero bueno... son cosas que pasan a diario con las personas; a veces es para mejor ¿No lo crees?- respondió el Gryffindor, correspondiendo al gesto de su compañera de bando con una sonrisa que se dibujó tímidamente en su rostro, e incluso algo fingida para aparentar un mayor bienestar de lo que sentía su corazón en esos instantes tras haber recordado a su antigua enamorada. -¡JaJaJaJa! Tal parece que tú estás por los mismos pasos que el Tonks. Creo haber visto la cara de este primate en alguna que otra parte… no lo recuerdo bien, pero se me asemeja mucho. Quizás en el mundo de los videojuegos muggles ¿Verdad? No sabía que te gustasen las creaciones con realidad virtual que los “sin magia” crean para sus aficionados- agregó Thomas, analizando la cara que la Rouvás había dibujado con su varita en el globo que yacía entre sus manos; cayéndole en gracia lo carismático que parecía ser aquel personaje ficticio que se asimilaba a su hechizo patronus... un extrovertido mono araña que saltaba por todos los rincones al ser invocado. -¡Sí! Creo que acerté… Parece un niño de… “sus años" ¡JaJaJaJa! ¿Quién iría a pensar que Antoni tuviese responsabilidades de un adulto? A veces critico que se les de la ocasión u oportunidad de trabajar en el Ministerio a temprana edad… en el fondo matas su inocencia con jornadas laborales extenuantes- comentó el pelirrojo, no alcanzando a terminar su gran discurso por la llegada de una chica que le llamó mucho la atención. -Parece que Antoni sí tenía a alguien- le susurró a la griega muy precavidamente, siendo un espectador más del show que la muchacha empezó a dar gratuitamente en su taller mecánico. -Mis pa… o sea, mis tíos estás muy callados… ¿Qué tal si nos vamos a platicar con ellos? Así dejamos al Tonks tranquilo para que resuelva sus problemas- propuso a la bruja, al mismo tiempo que sus pies se enfilaron hacia donde estaba Elvis junto a Annick. -¡Hola! ¿Cómo va la comida que los elfos prepararon? ¿Han probado los bocadillos calientes? ¡Están deliciosos! Los de queso con choricillo son… exquisitos ¿O no tío Elvis?- consultó el ojiverde a su padre, el cual permanecía sonriente al lado de su esposa con una copa de cristal vacía en la diestra.
  9. -¡Vaya que la has remodelado, Sofía! Tu mansión es maravillosa. Tiene toques de elegancia que, hoy en día, ya no se ven por las moradas de Ottery… muy sofisticada. Esperable de un linaje tan famoso como el tuyo, Granger- comentó Thomas con simpatía, al mismo tiempo que sus orbes esmeraldas se asombraban con el esplendoroso lago artificial que la rubia y su familia habían creado a las afueras de la residencia. -¿Un ataque de locura? Una locura muy artística… sería una buena definición. Te ha quedado muy acogedor todo… es una de las mejores vistas que he contemplado; sin considerar mi balcón en la Gryffindor- añadió con una sonrisa radiante dibujada en su pulido rostro mortal; observando con sumo cuidado cada uno de los detalles de la ornamentación que se podían vislumbrar desde la puerta que comunicaba el patio con la biblioteca en donde habían estado reunidos anteriormente junto a Arabella y Valeskya. -¡Claro que los veo perfectamente bien! Son unos ejemplares dignos de explorar en vivo y en directo. Me imagino que has tenido bastante trabajo con ellos… o bueno… el jardinero o los elfos que estén encargados de su mantención. Los árboles son, al igual que nosotros, seres que requieren de cuidados… especialmente al comienzo- dijo con un toque de seriedad en su hablar mientras divisaba un lote de lanchas varadas en el muelle para recorrer el estanque con tranquilidad y armonía. -¡Claro! Me agradó mucho aprender de Herbología. No será una labor fácil, pero con todo el tiempo y la dedicación que puedo brindarles… el proyecto de tu “bosque colorido” podrá terminarse en cuestión de meses. Hay árboles milenarios… como las araucarias, que tienen un crecimiento muy lento; pero nosotros… con “magia” podemos adelantar eso ¡JaJaJa! Sin interferir, obviamente, en su período de maduración- expresó el mago inefable, una vez que ambos estuvieron bajo el frondoso lugar que albergaría a los sakuras japoneses que la rubia deseaba plantar cuando tuviese la oportunidad de hacerlo. -¿Qué digo de qué? ¿Quieres que yo sea tu jardinero? O… ¿Ésta es una invitación formal para habitar tu mansión por el lapso temporal que considere necesario con tal de implementar bien el tema? Tú sabes que yo no voy a dejar la casa de mis pa… o sea, la mansión de mis tíos. ¿Deseas que me quede aquí por unos días?- preguntó el extrovertido veinteañero, al mismo tiempo que se sentaba junto a Sofía sobre la verja que separaba los límites de los Granger.
  10. -¿Adoptaste a una hija a tu edad? ¡Vaya Athena! Eso es tener coraje… en el fondo se deben querer como hermanas ¿O no? Al fin y al cabo, cuando no existe tanto margen de edad, los lazos se asemejan a una amistad fuerte en vez de algo sanguíneo que los ate a formalidades que, hoy en día, no son tan necesarias- comentó Thomas a su vez sacaba un vaso de cristal con whisky de fuego doble que deseaba beber a continuación, sin olvidar los dos cubos de hielo y la esencia de almendras que tanto le gustaba. Era impresionante pensar que la joven Rouvás fuese sanadora en un tiempo, sobretodo que no aparentaba tener tantos años como la experticia que sí debía poseer; tal parecía que los "niños prodigio" como el Tonks no eran bichos raros dentro de la sociedad mágica que convivía actualmente. -Yo… ehhh. Bueno es una pregunta difícil de responder, querida. Se podría decir que fui muy feliz con una chica a quien amé bastante… pero las vueltas de la vida nos separaron- contestó el pelirrojo con un dejo de melancolía tras recordar a Millie, pero aquel sentimiento fue opacado de inmediato con la manifestación de Antoni en plena celebración de inauguración del taller mecánico. -Me caracterizo por ser curioso, Tonks… si me conocieras…- alcanzó a decir el ojiverde, pues su compañero inefable emprendió su caminar por encima de los asientos; llamando la atención de todos los allí presentes, sobretodo de Misty, quien le miraba con cara de “pocos amigos” al analizar que el muchacho estaba estropeando parte de la ornamentación del vasto salón alistado por los elfos de la mansión Gryffindor. <<¿Globos? ¿Globos y Dragones>> caviló con una sonrisa a flor de labios; estudiado toda la situación que le rodeaba en aquel entonces, la cual parecía una travesura de un mozalbete extrovertido que gozaba de su infancia como cerdito en el lodo. -¿Ves Athena? Parece que nunca dejamos de crecer… aunque nuestro cuerpo diga lo contrario ¡JaJaJaJa!- expresó primeramente Elros, mientras cogía uno de los globos con rostro de felicidad dibujado. -Tuve una novia… una hermosa mujer… se llamaba Millie… Millie Diggory- agregó casi en un susurro, segundos previos a tomar un buen sorbo del licor ambarino que yacía en el vaso; clavando sus ojos en la griega y, de vez en cuando, los desviaba para contemplar a Antoni jugando en el recinto mágico con suma diversión.
  11. Tras salir del laberinto de los setos; Thomas dirigió sus pasos hasta el centro del lugar, en donde estaba una enorme puerta de oro ornamentada con diferentes figuras y runas que se enaltaban por variadas zonas del marco de ésta; todas del mismo material metálico dorado que es tan preciado, antigua y actualmente, para los duendes de Gringotts. Una vez que su silueta fornida y avasalladora cruzó el umbral, se topó de frente con un mar de dunas del desierto que rodeaban el perímetro hacia la majestuosa pirámide que se vislumbraba en la franja más nuclear del área que parecía ser, a simple vista, más grande y extensa que la isla misma; llamando la atención del mago, el cual pensó que podía tratarse de un espejismo de esos típicos que se producían en terrenos arenosos como ése. Con tres llaves en su poder, el inefable caminó confiado por la sabana egipcia; observando que en el cielo, en vez de sol, permanecía indemne una enorme bola de cristal violeta que teñía del mismo color todo el ambiente que entornaba al aprendiz de Legilimancia. -¿Qué será? ¿Una luna morada? ¿O es que acaso Rosália tiñó el astro con su poder?- se cuestionaba en voz alta el Gryffindor, sin dejar de avanzar entremedio de la molestosa arena que, a ratos, se metía por sus deportivas níveas recién compradas en el Magic Mall. -¡Ahí está mi maestra! ¡Rosália! ¡Maestra Pereira! Lo he logrado… ¡Rosália! ¡Rosa…- fue lo que alcanzó a vociferar el patriarca de la Granger cuando sus pies arribaron expeditos a la bajada de la pirámide; gritando con fervor al ver a una estampa femenina en la entrada de la estructura milenaria. Pero su voz se opacó en un ahogo tras notar que no se trataba de la bella brasileña, sino de una mujer a quien conocía a la perfección y que nunca se habría imaginado en su vida el volver a hallársela, menos en una parte como ésa. -¡Fue tu culpa, Thomas! ¡Me dejaste sola! ¡Mírame!- exclamó Millie con pesar en sus palabras. Su rostro estaba quemado, su piel enrojecida y deteriorada, su mirada perdida en el horizonte; no era la misma, claramente, que había conocido… un aura extraña la rodeaba, su energía paladín no era aquella cálida aura que tanto le seducía… ¿Quién era en realidad? -¿Thomas? ¿Por qué me llamas así? Ése no es mi nombre, ¿amor? Si es que acaso te debo llamar así- dijo el apuesto veinteañero, acercándose cada vez más a la muchacha que fácilmente podía ser confundida por una estatua de mármol dañada. -¡Claro que sí! Supe que te han de llamar de esa manera en estos años ¿No? Ocultándote de todo… como siempre… un cobarde- gritó la Diggory con resentimiento en su expresar. -¡Vaya! Sabes muy bien que mi nombre es Elros Gryffindor… y que soy tu prometido. Pero veo que tú no eres aquella doncella de la que yo me enamoré… ¡Eres un fraude!- respondió mientras echaba un vistazo a su anillo de plata con forma de león, símbolo de la formalización de su relación; percatándose que la joya de “Millie” no tenía el diamante oscuro entre sus fauces. -¡Impostora!- vociferó muy fuerte, tanto así que el apelativo retumbó por todo el perímetro; justo antes que la hechicera diera riendas sueltas a una risa maquiavélica que se acompañó por el estallido de flores rojas que la desaparecieron de su perspectiva mortal; pues su energía se transportó hacia la bola de cristal que brilló con mayor fulgor, cegando al pelirrojo, el cual se tuvo que cubrir los ojos en un gesto de desesperación y cautela ante la amenaza lumínica. -¿Dónde se ha ido?- preguntó un consternado adolescente cuando recobró la visión, pero ahora sus ojos se abrieron como platos cuando en vez de la esfera morada había una gran abeja de tamaño colosal. Ésta tenía una llave violeta colgada bajo la cabeza, y la lanceta apuntaba directamente hacia un temeroso Elros que se veía enfrentado a su peor pesadilla en medio del desierto, at portas de ingresar a la pirámide del Ateneo. Con un apresurado y algo vertiginoso movimiento, esquivó la colisión del insecto volador, quien arremetió en su contra en una embestida que derribó parte de los escalones. -Corre, Thomas, corre- se dijo a sí mismo mientras sus pies se lanzaban a correr por la arena, siendo seguido por el zumbido que tanto pavor le provocaba desde que era niño. Pese a ser amante de la miel, el muchacho le tenía aprensión a las abejas, abejorros y avispas; por lo que no dudó ningún segundo en emprender la huida rumbo a la puerta dorada que le había dado paso a dicho lugar de la isla en donde realizaría su prueba de vinculación con el aro de la habilidad. <<Rosália indagó en mi mente y me está enfrentado a mi peor miedo… Debo tranquilizarme… Esto es parte del juego que decidí tomar voluntariamente para ser legilimago>> caviló con determinación cuando su espalda se acorraló contra la metálica puerta de oro. Sin saber el porqué de su actuar y empuñando con firmeza su varita de pirul contra la criatura que estaba a punto de enterrar el aguijón en su pecho; el alquimista exclamó “Riddikulus” sin olvidar pensar en una reflexión feliz que, fugazmente, transformó a la abeja gigante en un globo de helio que rebotó contra su torso y luego salió despedido hacia lo más alto del firmamento hasta que se perdió de vista en una explosión carmesí que dejó caer desde las alturas a la llave violeta que le serviría para pasar a la siguiente fase del entrenamiento mental de la carioca. -¿Un boggart? ¡Qué sorpresa!- suspiró el hijo de Elvis y Annick; sonriendo aliviado cuando recobró la compostura y logró respirar con mayor tranquilidad. Fue así que sus pies ligeros y más convincentes, se orientaron una vez más hacia la pirámide; y al llegar a los escalones de piedra, comenzó a subir sin vacilaciones con las cuatro llaves en su poder. <<¿No hay una puerta aquí?>> curioseó el ojiverde en el instante en que estaba a escasos segundos de cruzar el umbral de entrada; hecho que le instó a traspasar con valentía la barrera invisible de la pirámide para contemplar en persona la Sala Circular. El mítico Ouroboros yacía ahí solemnemente… una estrella de cinco puntas rodeada por aquella serpiente que se mordía la cola… todo el ambiente, en sí, englobaba un éxtasis que se respiraba en el aire. -Maestra, he llegado- saludó Elros hidalgamente mientras sonreía tras realizar una reverencia; pues ahí se encontraba la Arcana Rosália Pereira apoyada contra la pared de pedruscos con los brazos cruzados y su asombrosa Vara de Cristal en su mano derecha.
  12. Tan pronto como el Gryffindor quitó aquel ardor en su garganta producto del gas venenoso, Lyra empezó a lazar una seguidilla de filamentos de fuego que salieron disparados hacia el cuerpo maltratado de Thomas; quien decidió defenderse rápidamente antes de que su piel se viese afectada por las quemaduras que estas “flechas” le propinarían. Pensando en un ágil y efectivo “Salvaguarda Mágica” se volvió intangible, favoreciendo a que la invocación de las flamas de Katara traspasara su figura incorpórea sin causarle daño alguno. <<Primero me crucifican los mocosos y quieren calcinarme… y ahora mi compañera pretende hacerme cenizas ponzoñosas… Por Merlín… en qué iré a terminar hoy>> caviló el pelirrojo con un dejo de preocupación evidente en sus ideologías espontáneas, surgidas en base a lo que él estaba vivenciando en la maestría del Libro del Equilibrio en medio de dicho claro gringo. La señorita Selwyn, con astucia, lanzó al aire un puñado de arena que originó un fuerte y cegador destello que encandiló al mago inefable, quien perdió la capacidad de ver por un tiempo determinado; hecho que beneficiaría a su contrincante al estar él con sin un sentido de los restantes que tendría que agudizar para no enloquecer. Sin pensarlo dos veces, y a sabiendas de que no podría atacar sin morir en el intento; Elros apuntó una vez más hacia sí mismo y pensó en un “Episkey” que contrarrestaría por breves instantes las molestias del tóxico que embriagaba su sistema respiratorio a causa del segundo Cinaede de la bruja que estaba obstinada en asesinarlo como a una rata de laboratorio. Dentro de su mente, el chico sabía que el duelo ya lo tenía perdido, una corazonada extraña le atormentaba… pero optó por entregar todo de sí… Y de morir… lo haría con honor; anhelando que el amuleto de la resurrección le pudiese brindar una mano amiga de ser estrictamente necesario utilizarlo.
  13. Cuando el Gryffindor estaba a punto de curarse completamente del Cinaede de Lyra; ésta una vez más lo utilizó en su contra, haciendo que aquel gas invisible invadiera poco a poco sus vías respiratorias, sin la mera oportunidad de defenderse. ¿Cómo podía impedir que el vaho deletéreo ingresara en sus pulmones? No lo sabía, y por más que se cuestionase sobre la manera de realizarlo, le resultaría imposible pensar con claridad ante una situación así de estresante y precipitada. Sintiendo molestamente el escozor en su garganta; Thomas apuntó una vez más en dirección a su cuerpo mortal, deletreando un “Episkey” a la perfección en su mente, sin emitir palabra alguna frente a la Selwyn que parecía estar obsesionada con el empleo de los pétalos de pensamientos. <<Me tiene acorralado… su nivel de magia es muy alto… ¿Qué puedo hacer ahora?>> cavilaba para sí mismo el pelirrojo, muy dubitativo al analizar el marco del duelo que estaba librando con Katara; claramente con una desventaja. <<Anapneo>> repasó en silencio el ojiverde para cesar el dolor en su tráquea, de carácter temporal, pues sabía que tendría que recurrir a más hechizos sanadores para estar íntegro una vez más en el enfrentamiento. -¿Lazo del diablo?- susurró cuando su mirada se centró en la aparición repentina de aquella enredadera azabache que atacó a la bruja, pero era muy obvio que ésta sabría defenderse de ella con rapidez, y de una manera efectiva haciendo una brillante demostración de los filamentos de fuego aprendidos bajo el arte del Equilibrio.
  14. Con la llave de plata en la mano; Elros caminó hasta tener enfrente la majestuosa puerta de metal que contenía una cerradura que, a ciencia cierta, coincidiría con los dientes férreos del tesoro que el pelirrojo obtuvo como premio de su anterior encuentro con la francesa de intenciones mortífagas. Tras maniobrar bien el picaporte, sus pies ligeros tocaron suelo en la entrada al terreno de los setos. Eran todos muy altos y frondosos, tal cual como los bellos árboles japoneses que recordaba en el Lago Watanabe; formando pasillos que se enlazaban entre sí en una especie de laberinto que tendría que sortear con valentía para conseguir su tan anhelada meta. Con el pecho enaltado de coraje y su varita de pirul empuñada con suma entereza en su diestra; el ojiverde se aventuró a dar sus primeras zancadas en lo que parecía ser una zona húmeda y un tanto pantanosa; pero cuando estaba at portas de ingresar al gran enmarañado de vallas, dos figuras trascendentales en su vida se plasmaron delante de sí tal como un par de ilusiones que añoraban ser vistas por su corazón. -Elros. El pequeño Elros. Nuestro hijo- susurró la dulce Annick con voz temblorosa. -Otra vez. La familia Gryffindor cayó otra vez- se lamentaba Elvis melancólicamente. -¿Padres? ¿Qué es lo que hacen aquí? Yo… yo… los extrañaba tanto- manifestó el inefable, al mismo tiempo que sus musculosos brazos trataron de encerrarlos a ambos en un cálido apretón que no pudo ser, debido a que sus manos traspasaron irremediablemente los cuerpos de sus padres. -¿Dónde estamos hijo? ¿Tus hermanas están a salvo?- preguntó la Poulain absolutamente desorientada, mirando hacia todas las direcciones posibles como si estuviese buscando algo o tratando de ubicar un camino expedito hacia alguna parte. -Pero Elros… ¿Qué es lo que haces aquí? ¿Acaso no te dije que te quedaras en casa con la familia? No debiste seguirnos a un territorio hostil como éste- regañaba el director de Hogwarts y la Universidad, sin dar tregua al veinteañero de explicarle las circunstancias que les rodeaban. -¡Guarda silencio! Los miembros de la Marca nos estaban siguiendo… tu madre y yo… ya habíamos optado por regresar con ustedes… y ahora tú vienes aquí a ocasionar más problemas- agregó el escocés con mucho temor reflejado en sus ojos, ya que no estaba en sus planes el tener que arriesgar la vida de su único primogénito varón en batalla. -Pero papá… Nosotros no… o sea… nosotros no estamos en Ottery… ni en Nurmengard… ni en la Fortaleza Oscura- dijo el aprendiz de Rosália, esperando hacer entrar en razón al mago experimentado. -Y sí mamá… mis hermanas están a salvo… quedaron con tía Arabella… Ella trasladaría a la familia a un refugio de ser necesario… Pero eso no viene al caso ahora… ustedes no están donde creen que están… Esto es una prueba que mi maes…- fue lo que alcanzó a decir antes de que veinte figuras encapuchadas se presentasen ante los tres. -¡Están aquí querido! Corre… Huye de acá Elros- gritó Annick con desesperación mientras interponía su cuerpo como barrera contra los posibles hechizos que los mortífagos lanzarían en contra del fenixiano initié. -¡Sal de aquí hijo! Cuida a tus hermanas- pronunció Elvis en un santiamén; palabras que calaron profundamente en el alma del alquimista del futuro, el cual cayó de rodillas al piso totalmente consternado. <<Esto no puede ser cierto… No, no, no… No puede ser cierto… ¡No!>> repetía una y otra vez, tomándose su cabeza con ambas manos mientras mantenía sus orbes esmeraldas cerrados. <<Yo no estuve al momento que mis padres fallecieron… Yo… yo fui con Zahil y Aranel al Ministerio… Teníamos que ir al Departamento de Misterios a encontrar el giratiempos… Yo no fui el culpable de la muerte de mis padres… ¡No fui el culpable!>> sollozaba en voz alta, al unísono con los lamentos del matrimonio de la Orden de la Mano de Plata tras recibir los impactos de los hechizos que empezaron a calcinar sus cuerpos una… dos… tres… y cuatro veces; tal parecía que la muerte los abrazaba sin cesar frente a la representación desequilibrada del pelirrojo. <<No es verdad… No es verdad… Esto está pasando en mi mente… Es obra de Rosália. Es uno de los obstáculos… no es real… ¡NO ES REAL!>> vociferó el muchacho a todo pulmón, al mismo tiempo que sus ojos se abrieron como platos delante de la nada misma. Ya no estaban los veinte ocultos magos tenebrosos… ni tampoco los fantasmas de sus padres que le habían entorpecido el paso desde un comienzo; en lugar de todo eso se hallaba un cálido resplandor luminoso que englobaba a la llave dorada suspendida en el aire, y cuando éste la apretó entre sus manos… se pudo oír en su consciencia: “Siempre estaremos orgullosos de ti y de tus logros… mi niño… mi espumita de estrellas” (Annick)… “Tu valor y tu corazón siempre te guiarán por la senda de la justicia como un auténtico león… como un verdadero Gryffindor… como mi amado Elros” (Elvis)... Y tan pronto como ambas voces se apagaron en medio de aquel laberinto; un par de lágrimas rebeldes discurrieron por las mejillas del mago, justo cuando sus pies se enfilaron hacia el centro… rumbo a la pirámide.
  15. Tras escupir un conglomerado de saliva ensangrentada; Thomas se percató de que el efecto del veneno aún discurría por su organismo, por lo que debía actuar apresuradamente si es que su intención era no morir en el encuentro contra la mujer. Pero cuando estuvo a punto de empezar a sanar parte de su sintomatología respiratoria; una herida cortante, no muy dolorosa, se abrió paso por su brazo derecho; lo que le instó a mirar con perplejidad a su rival y notar, a lo lejos, de que ésta había utilizado la Daga del Sacrificio en su contra con fines de dañarlo. -Cinaede- susurró el pelirrojo antes de que Lyra proyectara su segundo hechizo; surgiendo alrededor de la bruja el mismo gas invisible tóxico que ésta había osado en esgrimir inicialmente, el cual penetraría en sus pulmones en el acto y de no reaccionar a tiempo, cortaría sus vías respiratorias e ingresaría al torrente sanguíneo y sistema nervioso. Luego de escuchar con atención el Juramento de Sangre de Katara que les impediría a los dos el uso de rayos por tres turnos (o incumplir aquel pacto recibiendo un corte en el cuerpo realizado con la daga); el Gryffindor apuntó con su varita de pirul hacia sí mismo pensando en un “Episkey” que lo libraría, por instantes, de las molestosas secuelas del vaho deletéreo que aún estaba en sus alvéolos; debido a que su contrincante poseía un nivel de magia muy avanzado con respecto al suyo que le obligaba, sí o sí, a tener que utilizar más destrezas de primeros auxilios en un futuro no muy lejano. Al final observó su herida detenidamente en su brazo diestro, y posterior a una breve meditación, decidió por hacer uso del poder de “Curación” otorgado por el Libro de la Fortaleza; así detendría el sangrado y cerraría el corte lacerante que la señorita Selwyn le obsequió a diez metros de distancia entre ambos.
  16. -¿Larga estadía en San Mungo? ¿Qué fue lo que te pasó?- preguntó Elros con fisgoneo, al mismo tiempo que bebía un buen sorbo de su cerveza de mantequilla, llegando casi al tope del vaso de cristal. El pelirrojo no sabía que Athena había estado en el hospital mágico, y desconocía las causas de su permanencia en dicho lugar. Se cuestionaba las posibilidades que podían estar relacionadas a aquello: ex-sanadora, bebé, enfermedad, estudios. Todo un universo de alternativas que esperaba no tener que suponer tras la anhelada respuesta de su compañera de bando. -¿Desconfianza? ¡Vaya! Me sorprendes con tus declaraciones, eh. No estaba al tanto de la imagen que desprendía mi sitio de trabajo… y es bueno saberlo. No me es extraño oír que sus instalaciones provoquen cierta… “intriga”, pero de eso a sospechar o recelar de las labores del departamento… hay mucho trecho, Rouvás- agregó seriamente el mago inefable antes de limpiarse la espuma de su boca con la mano. -¡Claro que hay gente a cargo tras la ausencia de Juv! Frente a ti tienes a uno de ellos… ¿O no Antoni?- declaró el propietario del taller mecánico, haciendo alusión al Tonks y a su puesto de jefatura; antes que el peliverde comenzara a gesticular palabra alguna tras beber parte de su refrescante jugo de pera. -En eso tiene razón Antoni… tengo entendido que hay varias locaciones del Ministerio que están sin cabeza al mando; inclusive hasta el mismo periódico “El Profeta” está sin director hace bastante tiempo… Pobres editores y columnistas- expresó el veinteañero, desviando su mirada hacia el sitio en donde sus padres conversaban tan íntimamente. -Quizás están en su “momento marital del día” ¡JaJaJaJa! Los matrimonios siempre tienen cosas que solucionar a destiempo… sobretodo cuando se trata de mi pa… o sea, de mi tío… Elvis… que pasa la mayor parte de las horas en Hogwarts y la Universidad- relataba con simpatía, bebiendo el último sorbo de su bebida alcohólica entremedio de su intervención; debido a que una vez más estuvo at portas de llamar “padre” al Gryffindor delante de sus dos invitados. -¿Alguno de ustedes piensa casarse? Hablando de parejas… aunque San Valentín ya pasó hace unos meses ¡JaJaJaJa! ¿Tienen enamorados? ¿Casados… solteros… con o sin hijos? Aunque de Antoni sólo esperaría una novia… eres muy joven para tener niños ¿O me equivoco?- dijo el extrovertido británico, cambiando el tema de plática rotundamente.
  17. -Me parece perfecto, Sofía. Sé que cuentas con los galeones necesarios para la transacción, y bueno… me acomoda bastante que el envío del presupuesto se destine a la mansión de la familia Granger. No tengo problemas en ir yo… personalmente, a explicarte el meollo del asunto sobre tu moto voladora- respondió el pelirrojo amablemente, al mismo tiempo que sus pies siguieron a la vampiresa al sitio donde se colocó sus guantes y sacó una escoba del vehículo mágico que dejó en revisión en la Vulcanización del ojiverde. -Muy bien… me es grato pasar por “El Profeta” a promocionar mi local en el callejón. Uno de estos días verás mi cara por aquellos lados… Lástima que no te puedas quedar a la celebración; estoy más que seguro que mis “tíos” sentirán tu ausencia- agregó muy caballerosamente mientras se dirigía hasta la puerta del taller mecánico con tal de despedirse de la francesa antes de que ésta emprendiese el vuelo, vaya a saber quién a qué sitio oscuro y tenebroso. -Que tengas buen viaje, Sofía. Ten cuidado con las corrientes eólicas de noche- finalizó. Luego de eso; Elros se acercó hasta sus padres, Antoni y Athena, y les invitó a pasar a la zona del negocio en donde se estaba llevando a cabo el cocktail de bienvenida; por lo que el británico, sin pensarlo dos veces, cogió una copa con cerveza de mantequilla y unos cuantos bocados de queso caliente con choricillo en masa de hoja que estaban calientes sobre una elegante bandeja de plata que traía Tanis en sus delicadas manos. -¡Hey Athena! ¿Cómo va tu trabajo en el Ministerio? Tengo entendido que eres auror ¿No es así?- preguntó el initié a la Rouvás, no sin antes avisarle a una de las elfinas de la mansión Gryffindor (las cuales estaban sirviendo ahí) que le ofreciera algo para beber a la fenixiana de raíces griegas. -El señorito Tonks y yo somos parte del equipo de Misterios… actualmente estamos con más trabajo que nunca. Desde la ausencia de nuestra directora… las tareas se han triplicado de forma exagerada- añadió con simpatía a penas terminó de masticar lo que tenía en la boca, debido a que era una falta de educación platicar con comida en ella.
  18. -Pero… ¿qué demonios?- expresó el Gryffindor tras notar que su viento gélido no había dejado rastros en el cuerpo de Katara, llamándole profundamente la atención la validez de aquel rayo que, al parecer, solamente afectaba a criaturas y no a magos o brujas; ya que la definición de “humano o mortal” a muchos de los integrantes de la comunidad mágica no se les podía atribuir al poseer una raza privilegiada con respecto al común de los habitantes de toda Gran Bretaña y del mundo entero. La distancia entre ambos se conservaba indemne; no así sus ropas, las cuales estaban absolutamente rasgadas ante el ataque de los infantes de Ames que le habían crucificado en medio del claro estadounidense. Al percatarse de que su oponente alzaba su varita contra él; Thomas no tuvo más remedio que aceptar de lleno el efecto del hechizo que Lyra había realizado con destreza y aprovechando su error; pero lo que le pareció más curioso aún fue que ningún rayo salió despedido en su contra. -Parece que has deci… que has decidi… deci…- fue lo que alcanzó a pronunciar el pelirrojo, pues comenzó a sentir una fuerte picazón en su garganta que se acentuaba cada vez que inspiraba para ventilar sus pulmones. <<El veneno invisible de los pétalos de pensamientos>> caviló certero. Sin pensarlo dos veces y aprovechando que el gas aún no causaba mayores estragos en él; Elros se convenció en lanzar al aire la “Arena de Hechicero”, la cual despidió un fulguroso destello que dejaría ciega a la señorita Selwyn por un lapso de tiempo, justo antes que la bruja mandara su siguiente hechizo en aquel turno. <<¿Dijo Maldición?>> se cuestionó el patriarca Granger con fisgoneo, aprovechando aquel instante (luego de la segunda acción de su oponente) de señalar con “Lion” hacia su cuello y pensar en un “Anapneo”, el cual le sirvió para destapar sus vías respiratorias ante la ponzoña del Cinaede. -Continuemos- dijo el ojiverde, percibiendo que la poderosa emanación tóxica sí causó daños en su organismo, por lo cual en sus siguientes maniobras tendría que curarse antes de que le indujese un shock en su sistema nervioso y cardiovascular que le conduciría hacia la muerte.
  19. Sin dejar lugar a las dudas existenciales, las acciones de sus compañeros se manifestaron de forma rápida y efectiva. Lyra, de manera silenciosa, usó una estrategia de distracción en contra de los niños que aún permanecían en el perímetro más alejado del círculo de fuego en el vasto claro del maizal; logrando que Axel se acercara con cautela hasta los pies de la cruz de madera, con tal de poder aflojar las gruesas cuerdas que sujetaban al pelirrojo. Thomas, en un movimiento brusco y precipitado, cayó al suelo de bruces; pudiendo poner las palmas de sus manos como amortiguación segundos previos a colisionar su mentón en el húmedo terreno de Ames. -Gracias Axel, te debo una- agradeció el Gryffindor al mismo tiempo que frotaba sus rodillas y muñecas, debido a las lesiones cutáneas que le produjeron las sogas que lo mantuvieron sostenido en el lugar de sacrificio por bastante tiempo. Luego, Sally se aproximó hasta la imagen maltrecha de Elros después de apagar gran parte de las llamas que incendiaban los pastizales; y, tras alejarlo un tanto de la zona de peligro, curó sus heridas con la tan conocida imposición de las manos. -¡Gracias compañera! Y sí, creo que lo de temerario va conmigo… disculpa si los preocupé- correspondió gentilmente a su camarada de bando, mientras una vez más recobraba la compostura y volvía a estar de pie sano y salvo del grupo de niños endemoniados guiados por el temible y sombrío Isaac. Las palabras del guerrero Uzza que resonaron en su mente, le indicaban que debía librar un nuevo duelo en contra de Katara; tal parecía que estos gozaban de verlos batallar una y otra vez, tanto así que el ojiverde se cuestionó seriamente en la posibilidad de que ellos quizás sólo deseaban que uno de los dos terminase muerto algún día. Fue así que, posterior a hallar su varita de pirul en el área de los fumigadores, optó por tomar distancia de su rival a unos diez metros de ésta; y luego de saludarle con una sonrisa tímida (ya que sabía muy bien que a la señorita Selwyn no le agradaba que hablaran en los combates, para que así no perdiese su concentración), le apuntó con firmeza empuñando a “Lion” en su diestra sin los titubeos que comúnmente le afectaban. <<Semillas de Hielo>> pensó; y de la punta de su arma surgió un viento helado que paralizaría a la bruja, recubriéndola de una capa gélida.
  20. Luego de encallar el bote a orillas de la isla; Elros se dispuso a caminar tranquilamente por las níveas arenas de la bahía, observando curiosamente cada detalle del entorno que le rodeaba en ese entonces y que, a ciencia cierta, sería el escenario del nuevo desafío que tendría que enfrentar antes de arribar definitivamente a la pirámide del Ateneo. Las palabras de su gran maestra legilimago habían sido concisas: “tendrás que sortear obstáculos”; y por aquello, estaba muy consciente y preparado acerca de los retos que debía afrontar con valentía como todo un Gryffindor. Con la llave de cobre en su dominio, el mago inefable se introdujo en las frondosidades del bosque ubicado en el círculo de tierra en medio del lago, y allí entre los grandes árboles que se enaltaban sobre el borde de éste, se encontraba la figura inmortal de Sofía Elizabeth Granger. -Era de esperarse que tú estuvieses aquí- manifestó el miembro de la Orden del Fénix cuando sus orbes esmeraldas se posaron en los ojos intensos y poco expresivos de la vampiresa. -Ellos lo merecían. No eran más que escoria, como tú- refutó la rubia con arrebato, vistiendo el traje alusivo a la Marca Tenebrosa que ésta debía de usar en las reuniones con los mortífagos en su base o frente al resto de la comunidad londinense en un ataque despiadado. -¿Escoria dices? ¡Vaya! No eres la mujer que he estado conociendo en este último tiempo. Es más… te desconozco absolutamente, querida. La última vez que nos vimos en los bellos terrenos de tu mansión; me propusiste ser patriarca de tu familia… y ahora vienes aquí de esa manera tan irónica a hacer énfasis en la muerte de mis padres ¿No es así? ¡Blasfemia! No creo ninguna palabra de lo que expresas… mujerzuela- comentó el pelirrojo, al mismo tiempo que apuntaba directamente al rostro de la Granger con su varita de pirul. -¿Acaso no te suena el vocablo “cinismo”? Tener una doble cara es común entre los de mi clase. Pero si no me crees… allá tú, pollo. Por mí, este bosque… será tu tumba ¡Avada Kedavra!- se oyó en todos los alrededores mientras un rayo verde salía disparado desde el arma de la déspota hechicera; y de no ser por el ágil “Protego” del hijo de Elvis y Annick, el rayo hubiese dado de lleno en el pecho del apuesto veinteañero. -¡Sígueme y atrápame si sales con vida!- fue lo que la reportera de “El Profeta” agregó en el instante en que sus manos afirmaron una de las escobas voladoras que yacían en las proximidades del espacio musgoso; saliendo disparada por los aires a través de los sakuras, que se asemejaban a los que ambos conocieron en Japón, y otras especies de coníferas que compartían el hábitat. -No te saldrás con la tuya- arremetió Elros con prisa, corriendo fugazmente hasta los transportes con tal de montarse en uno y sobrevolar los cielos en búsqueda de la malvada prófuga. -¡Avada Kedavra! ¡Avada Kedavra!...- eran las frases que salían desde los labios de Sofía, la cual había emprendido la huida con el tesoro en su cintura; chispas letales que eran muy bien interceptadas por el ojiverde que demostraba sus conocimientos defendiéndose de forma óptima y eficaz frente a cada uno de ellos. -¡Espera!- vociferaba con fuerza mientras evadía los árboles que se cruzaban en su camino cada vez que estaba cerca de la bruja, tanto así que su pericia con la saeta de fuego (tal como cuando jugaba Quidditch por Hufflepuff) le permitía acercarse a ratos a la silueta azabache de la Granger. Debía serenarse y no estar pensando en dicha posibilidad de que Sofía… la prima más cercana a sus padres, era la que les había traicionado y, por lo tanto, incitado su trágica muerte. Su viaje en el tiempo era la senda que él había escogido para esclarecer todo; y si no salía victorioso en la prueba que Rosália meditó; jamás sabría la verdad. Dejando todos los temores y resentimientos atrás; el aprendiz de Legilimancia apuntó con “Lion” directamente al cuerpo de la bruja cuando no existió barrera alguna que los separase, y con un certero “Petrificus Totalus” le paralizó en un santiamén, provocando que ésta perdiera el control de la escoba y se estrellase en uno de los pinos del área. -No eres real- susurró al quitarle la llave plateada a la mortífaga tras descender del firmamento, la cual se lanzó a reír maquiavélicamente antes de desaparecer en el mismo estallido de flores carmesíes que Arabella; dejándole entrever una puerta de metal que poseía una elegante cerradura que, seguramente, se abría usando su nueva adquisición.
  21. ¡Hola chicos! Mando mi nueva inscripción de Conocimientos del mes de Mayo. Saludos * Nick: Thomas E. Gryffindor * ID: 113082 * Conocimiento: Primeros Auxilios * Nivel de Magia: XVII (17) * Link a la Bóveda: #93543 * Link a la Ficha: #93537
  22. No estaba desesperado ni tampoco suspicaz, pues Thomas confiaba ciegamente en el poder de sus compañeros de cátedra Uzza junto con la habilidad y destreza que sus profesoras del Libro del Equilibrio habían demostrado bajo circunstancias mucho más perjudiciales para el conjunto de alumnos que estaban a su cuidado. El Gryffindor supuso que la voz que se replicó en su mente provenía de un poderoso ser, relacionándole inmediatamente con uno de los integrantes del pueblo guerrero que los estaban adiestrando en sus conocimientos y sapiencia ancestral al someterlos a pruebas letales que ponían al límite sus condiciones físicas y psicológicas, tanto así que muchos abandonaban el reto en plena disciplina. Sus ojos esperanzados se posaron en cada uno de los magos y brujas que tenía enfrente, y una sonrisa tímida se dibujó en su rostro apremiado en señal de que, dentro de todo, estaba bien y con vida… eso era la trascendental. La extensa explanada ambarina fue el terreno que se escogió para librar los combates individuales, pero previo a eso, debía salir de la cruz antes que la pira que tenía bajo sus pies se encendiera con las chipas de fuego que revoloteaban con el viento desde el círculo llameante que rodeaba el perímetro del espacio de sacrificio delimitado por los infantes del diablo. Sin su varita y atado a la cruz, no servía de mucha colaboración; por lo que optó por dar a sus camaradas el tiempo necesario que ellos requirieran para elaborar un plan efectivo antes de morir calcinado a causa de la secta endemoniada de Isaac y sus cómplices poseídos por las doctrinas satánicas que el pequeño de azabache les relató en contra de los adultos y con fines de obtener una buena cosecha de maíz para el siguiente período. <<¿Dónde se habrán metido los mocosos insolentes?>> pensaba el mago inefable con incertidumbre, cavilando en la remota posibilidad de que todo lo que aconteció en Ames fuese un mero contexto confabulado por los Uzza en compañía del equipo de profesores de la Universidad. La lluvia había cesado; pero las ráfagas eólicas se hicieron notar con potencia en medio de las penumbras, asistiendo nocivamente a que el fuego se esparciera con mayor facilidad. Los chicos debían actuar rápido o su cuerpo sucumbiría ante el ardor inducido por las flamas que rozaban más y más, al pasar los segundos, los fardos de alfalfa.
  23. Los gritos de los niños endemoniados cada vez más inundaban sus pensamientos de un raro sentimiento de extrañeza y melancolía; por alguna razón, Thomas sentía pena por cada uno de los pequeños que estaban hipnotizados por las prédicas judeo-cristianas que crudo Isaac les relataba frívolamente, con tal de cautivar sus oídos y sembrar odio junto con rencor en contras de los adultos que vivían y perecieron en la localidad estadounidense de Ames. Sus manos habían perdido las fuerzas al tratar de zafarse de las amarras que le mantenían sujeto a la cruz de madera en medio del prado del maizal; los fardos de alfalfa a sus pies estaban at portas de incendiarse con la antorcha que el “más ferviente seguidor” del líder llevaba en sus manos al instante en que el caudillo le ordenó depositar las llamaradas ardientes en los paquetes de leguminosa seca que, comúnmente, consumían los animales; su varita de pirul yacía perdida en las proximidades de la antigua ubicación de los fumigadores que Katara logró reclutar favorablemente para sus compañeros y maestras con tal de esparcir la poción que elaborarían con los pétalos de pensamientos; pero él… ya estaba perdido… iba a morir. La sonrisa macabra de Malachai, incentivada por la ambición de Isaac, fue lo último que el Gryffindor vio antes de que el infante (de al menos diez años de edad) lanzara el fuego con osadía hacia la pira; debido a que Elros cerró rápidamente los ojos para no ver el momento exacto que le conduciría hacia el camino de la eternidad si el amuleto de la resurrección no funcionaba como lo tenía planeado. Para sus adentros, solamente pensaba en que la misión concluyera a beneficio de sus camaradas y de los habitantes del pueblo; así su cruel deceso no sería en vano. Pero cuando su percepción le decía que sus pies debían estar quemándose bajo el yugo de la cruz; decidió abrir los verdosos orbes heredados de su madre Annick y su boca se entreabrió ante la curiosidad innata que afloró en él tras notar que parte del entorno que iba a ser su sepelio, había cambiado rotundamente. Isaac y la tropa de energúmenos no estaban por ninguna parte, tampoco se vislumbraban rastros de las criaturas que se hallaron en las inmediaciones de la casa de la calle principal del vecindario; en vez de eso, sólo se examinaba una extensa pradera amarilla que albergaba un poderoso círculo de fuego que rodeaba a la cruz en donde seguía estando ligado. Frente a él, sus compañeros y profesoras permanecían inquietos y con ánimos de prestarle auxilio; pero fue una voz frívola la que les dio las indicaciones a seguir minutos previos a enfrentar los duelos… la prueba final estaba dando inicio, en el puntual santiamén en que sus fuerzas flaqueaban por el desgate físico.
  24. -¡Claro que sí! Está todo bien… Solamente me quedé pensando en la remota posibilidad de que el padre de tus hijos, efectivamente, hubiese estado muerto. ¿Qué clase de padre deja a sus retoños al cuidado de su madre sin brindarle apoyo, amor y protección? ¡Es obvio! Se tenía que tratar de un demonio del infierno… ¿Qué apego va a tener con Oscurus y Mith? ¡Ninguno! Por más bien que tú hagas tu papel de madre… siempre va a estar carente el otro lado de la moneda… la figura paterna- comentó el Gryffindor, al mismo tiempo que tomaba con agrado el zumo de naranjas bien helado que la elfina de la mansión Granger le trajo con amabilidad tras escuchar la orden de la francesa; refresco que le serviría para calmar el foco de pasión que se había encendido en su cremallera de la bermuda luego de leer la mente de la vampiresa libidinosa y ardiendo de lujuria. -¡Mejor que se quede donde está! Coincido al respecto. Cuando tu pareja se transforma en una jaqueca irreversible… es mejor que aquella relación insana se mantenga distanciada. La vida es una sola… y hay que vivirla… eso te incluye a ti también, Sofía… no por ser inmortal no vas a disfrutar los días de primavera de la estación más agradable del año… a no ser por las malnacidas alergias- agregó antes de beber un buen sorbo del exquisito y fresco jugo cítrico dulce que tanto le gustaba ingerir a la hora del desayuno por las mañanas antes de laborar. -¿Al lago? ¡Bueno! Me encantaría… eso sí… ¿No te parece descortés dejar a Valeskya y Arabella solas en la biblioteca? Desde que llegué se han quedado mudas como estatuas de mármol; lo único que han hecho todo este rato es desviar los ojos de un lado para otro, sin saber qué decir en relación a nuestra plática… ¿O no señoritas?- preguntó caballerosamente el pelirrojo, sonriendo luego de manifestar su opinión delante de ambas brujas. -Pero ya, no puedo rechazar la invitación de la traviesa matriarca del hogar. ¡Con su permiso!- añadió sin perder sus modales de cortesía antes de encaminar sus pasos detrás de los de la rubia, la cual se dirigió hasta una puerta cercana a la sala de libros. -Será excelente saber en qué área piensas acomodar los cerezos que vimos en Japón. Sé de un hechizo… que aprendí en mi clase de herbología… para hacer crecer un árbol más allá de su límite; es decir, potenciar sus cualidades fisiológicas con solamente un vaivén de mi varita- finalizó alegremente el mago inefable de brillantes orbes esmeraldas, esperando que la travesía fuese magistral.
  25. -¿Isaac? Pues tu nombre de pila no me sirve, impertinente. Quiero saber qué clase de ser es el que habita en ti; ya que está muy claro y evidente que no eres un niño normal como todos los otros que te siguen y que parecen estar hipnotizados… Tú eres especial- manifestó el Gryffindor con irritación, tratando de zafarse de las fuertes amarras que lo tenían atado a la cruz de madera que se alzaba señera en aquel claro dentro del maizal. -Veo que tú no eres un humano ordinario... ¿No es así? Y no lo digo por esta viga que te quité mientras dormías profundamente… sino por aquellas preguntas tan íntimas que ninguna otra víctima me las había expresado estando en tu posición, pecador. Como aquella muchacha que ustedes me arrebataron a los pies de tu futuro pasaporte de liberación pagana y nuestra carta de triunfo para la siguiente cosecha de maíz… No te asombres, mortal. Estoy enterado del grupo que está en la casa de la carretera principal de Ames… Todos morirán al igual que tú- respondió el líder de los endemoniados, al mismo tiempo que arrojaba la varita de pirul de Thomas a los fardos de alfalfa que permanecían al otro lado de la explanada, cerca de donde estaban los fumigadores que Lyra logró adquirir sin mayores inconvenientes y sin ser descubierta. -¿Tienes miedo, adulto?- cuestionó Isaac, esbozando una tétrica sonrisa de oreja a oreja, no sin antes acariciar con su diestra la pequeña hoz que afirmaba con la mano izquierda. -¡No! No le temo a la muerte… menos viniendo de alguien como tú- contestó el pelirrojo con la valentía propia de un miembro de la Orden del Fénix, quien estaba dispuesto a perecer con honor por ayudar al resto de sus camaradas. Elros sabía que si el amuleto de la resurrección funcionaba, podría volver a la vida; tal como lo hizo la chica veinteañera que Ishaya estaba custodiando con esmero. Pero… ¿Y si no se activaba? Era la interrogante que se repetía en su mente una y otra vez, especialmente cuando el profeta mortífero le indicó a un pequeño de nombre “Malachai” que encendiera una antorcha para incendiar la pira que estaba a los pies del mago inefable. -Tu sacrificio consagrará a “el que camina detrás de la fila”. Él nos brindará prosperidad en un mundo sin los pecados de los adultos. Ahora… ¡MUERE!- gritó tras mirar al cielo a través de sus orbes carmesíes, invocando a “no sé qué cosa” que quizás sería su dios demoníaco que estaba detrás de todas las muertes y tragedias. -Death, death, death, death, death, death…- se oía al unísono mientras el ferviente seguidor de Isaac se encaminaba hasta debajo de la cruz con la antorcha llameante. Por su parte, el extrovertido hijo de Annick y Elvis solamente analizaba el colgante con forma de esmeralda que llevaba en el cuello; confiando, ciegamente, en los grandiosos poderes de los guerreros Uzza.

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