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Mia Zoeh

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Todo lo publicado por Mia Zoeh

  1. Comenzaba a impacientarme. Llevaba ya un buen rato esperando en aquella taberna y comenzaba a creer que el mago no llegaría. Golpeaba suavemente el costado de la mesa con el pie que me quedaba elevado al cruzar la pierna, y me encontraba con el rostro entre las manos y los codos firmemente apoyados en la mesa. Jugaba desde hacía rato con un mechón de mi cabello, enrollándolo en el dedo, por lo que ese rizo ya estaba mucho más definido que su gemelo en el otro lado de mi rostro. Miraba con deseo la campanita que la elfina me había dejado. No había querido pedir nada, pero en aquel momento sentía que necesitaba algo para calmar los nervios. La toqué, y vi a la pequeña criatura acercarse a toda prisa. Le sonreí; era una elfina muy dulce y tierna, y que me había tratado bien desde el principio. Adoraba a esas criaturas y procuraba regalarles una sonrisa y un buen trato cada vez que me atendían, aunque esto no estuviese del todo bien visto por muchos magos. -Hola, me gustaría un Martini, si se pudiera.- le pedí a la elfina y vi cómo desaparecía en un instante. Suspiré y regresé mi vista a la ventana que tenía al lado. Si el mago iba a dejarme plantada, al menos, iba a disfrutar de mí misma aquella noche. Al fin y al cabo, no había pasado tanto tiempo arreglándome para volver al Castillo sin algo de diversión. Sonreí, y en realidad tuve que contener la risa para no llamar la atención. El tiempo seguía pasando, pero yo no estaba dispuesta a dejar que la noche se me escapase de las manos. @@Vladimir Karkarov @Kritzai
  2. El sonido de mis tacones venía acompañándome en mi camino por el Callejón Diagon mientras me acercaba con paso firme a mi destino de aquella noche. Un vestido negro me cubría desde los hombros hasta el primer tercio de los muslos, y unas sandalias de tacón del mismo color me hacían ver aún más alta de lo que ya de por sí era. Me había dejado el cabello rubio suelto para la ocasión, el que caía por mi espalda como una cascada platinada y que era apenas alborotado por la suave brisa veraniega que había aquella noche. Me detuve frente a la puerta de un local que llamó mi atención por lo medieval que se veía. Mis ojos brillaron. Allí sería. Tenía una gran pasión por todo lo medieval, y aquél lugar parecía haber sido erigido exclusivamente para mí. Abrí la puerta, decidida, y me encontré con un sitio bastante concurrido. Dentro el clima era más que acogedor, con su fogata en el medio de la sala y gente charlando por todos lados. Había un delicioso aroma a comida caliente que me impulsó a entrar con aún más ganas al lugar. Esa era la elección de la noche y de seguro no nos íbamos a arrepentir. Caminé hacia la barra, donde avisé a quien la atendía que quería una mesa para dos. -Espero compañía, y me gustaría una mesa en un lugar tranquilo, si no es demasiada molestia.... le pedí, y lo seguí hacia un lugar algo alejado del bullicio. Perfecto. Ocupé mi lugar y me abstuve de pedir algo para beber; iba a esperar, el mago no podía demorar mucho más. Hurgué en mi bolso y saqué un pequeño espejo de mano, con el que le eché una rápida ojeada a mi maquillaje. Todo en orden. Me acomodé en la silla, cruzando una pierna sobre la otra y esperando verlo llegar... El lugar no era lejos; ya debía de faltarle poco. @Kritzai
  3. ¿Eres miembro o aspirante? Si eres miembro, dinos el rango: Ex.miembro, ahora aspirante. Nick: Mia Zoeh Nombre Muggle: Sara Edad: 20 años Pais: Uruguay Fecha de Cumpleaños: 25 de Febrero ^^
  4. Ante el halago tanto del Gryffindor como del Ivashkov no pude hacer otra cosa que sonreír. Les di las gracias por lo bajo, sintiendo el rubor subir por mis pálidas mejillas. Volví a fijar mis orbes azules en los del profesor, esperando sus nuevas órdenes. Ahora, en lugar de duendecillos, un baúl de madera me fue puesto en frente. Tragué saliva y se me borró la sonrisa del rostro, cada vez más a medida que el Ivashkov explicaba qué debía hacer a continuación. -Por Merlín. Eso... ¿eso es un boggart?- volví a tragar, aunque comenzaba a sentir la boca seca. Los boggarts adoptaban la forma de aquello a lo que el mago más temía. No pude evitar pensar en eso, ¿qué podía ser aquello que me paralizara del miedo? -Alohomora- exclamé, apuntando con mi varita temblorosa a la caja. El broche que la mantenía cerrada se abrió con un sonoro clic y una silueta se elevó en el aire frente a mí. Al principio no tenía forma, pero luego se convirtió en una criatura perfectamente reconocible. Una acromántula de tamaño bestial se cernia sobre mí, con sus varios pares de ojos y patas, y sus colmillos chasqueando. Retrocedí. No era momento de perder la compostura; después de todo era sólo un boggart. Pero un recuerdo me cruzó por la mente. Una Mía de quince años caminaba delante de un grupo de chicos de primero, sosteniendo un farol frente a ellos. Estaban en la linde del Bosque Prohibido de Hogwarts. Aquellos chicos debían cumplir con un castigo, y desde hacía un tiempo se les pedía a los prefectos de cada casa que se encargaran de llevarlos por los patios del colegio hasta la linde del Bosque, donde un guardabosques los esperaba para su castigo. La rubia se detuvo frente al hombre con un farol que los esperaba. -Te los encargo. Son bastante revoltosos, así que te cuidado de que no se pierda ninguno.- le dijo al guardabosques y ambos se rieron ante la mirada de los chicos, que querían estar en cualquier lado excepto ahí. La Rambaldi se volteó sobre sus talones para retomar el camino hacia el castillo pero se topó de frente con una figura bestial. El sonido que hacía al chasquear los colmillos le dio la pauta de a qué se estaba enfrentando. Siempre le habían dado miedo las arañas, pero en este caso era algo aún peor. Una acromántula que de alguna manera había salido de las profundidades del Bosque Prohibido se le echaba encima con el pasar de los segundos. Tras unos momentos sin reacción, gritó como nunca lo había hecho, sintiendo la vibración de sus cuerdas vocales, dejó caer el farol y salió corriendo por uno de los lados de la acromántula. Corrió hasta las puertas del Castillo, sin pararse a ver si la criatura la seguía. Estaba demasiado oscuro como pada distinguir algo pero estaba segura de oír pasos que no eran humanos. Se apresuró a entrar y a subir a su sala común. Lívida, se fue a dormir, ignorando todo el trabajo que se había propuesto hacer aquella noche. No recordaba en qué momento había cerrado los ojos, pero los abrí con fuerza y allí estaba la acromántula, a un palmo de mi cara. Con el sudor corriéndome por la frente retrocedí, extendí firmemente el brazo derecho y miré a la criatura fijamente a uni de sus pares de ojos. -¡Riddikulus!- grité casi en la cara de la criatura. De reoente, y cuando estaba a punto de encerrarme entre sus colmillos, éstos se volvieron de algo que parecía hule y que no lastiman absolutamente nada. En las puntas de sus patas aparecieron patines, los que hicieron al animal tambalearse en un intento por recuperar el equilibrio. Reí. Reí con ganas, secándome el sudor de la frente. -Ahora no eres tan horrible...- le dije a la acromántula que seguía tambaleándose sobre los patines hasta que finalmente cayó al piso y no pudo volver a levantarse por más que lo intentara. Solté una nueva carcajada. Lo había logrado. Me detuve a escuchar cómo se desarrollaba la otra mitad de la clase. Notaba cierta tensión en el aire entre Aries y el chico Gryffindor. Di un paso atrás, escuchando atentamente la lectura de cartas de Thomas, aún asombrada por lo habilidoso que era con esas cosas. Esperaba que la clase terminase en paz, sin demasiado sobresalto.
  5. -La sala de adivinación...- repetí por lo bajo para mí, prestando particular atención a todo lo que a mi alrededor se abarrotaba en las estanterías. -Un lugar... curioso.- dije, fijando mis ojos azules en los del Gryffindor, quien al segundo siguiente se dirigió hacia el otro muchacho que nos acompañaba. No tuve demasiado tiempo para seguir indagando sobre la peculiar ubicación en la que tendría lugar mi clase ya que quien estaba a cargo de la misma se dirigió a mí. Sentí el calor subirme por el cuello cuando el profesor se notó visiblemente interesado en saber cómo había llegado hasta allí y por qué había elegido esos encantamientos. -Estuve leyendo antes de venir. Desde hace días, en realidad.- dije por lo bajo, aunque con seguridad. -En orden de uso, Aparecium permite revelar textos escritos con tinta invisible. Al ver ese papel, con el tamaño perfecto para ser una nota y sin ninguno similar en toda la sala, tuve la necesidad de probar si realmente podía contener algo de información relevante. - me aclaré la garganta antes de continuar. -Alohomora permite abrir puertas cerradas con magia, y Aqua Eructo lanza un chorro de agua de la punta de la varita, el cual puede ser dirigido por el mago y utilizado para apagar llamas.- finalicé, y no pude evitar sonreír apenas. Ya el Ivashkov había ordenado al Gryffindor que aplicara sus conocimientos adivinatorios conmigo, y yo no pude evitar tragar saliva. Nunca nadie había intentado algo así, y no sabía exactamente cómo sentirme. No dudaba de las habilidades del chico, sino más bien no estaba segura de si quería saber con qué podía encontrarse al hacerlo. Aparté todos esos pensamientos de mi mente y me senté frente al joven. Su mirada fija en mí me producía escalofríos, en cierta manera, pero no me moví e intenté no parpadear. Observé, sin embargo, los movimientos de sus manos. Y cuando comenzó a hablar me dediqué a escucharlo con atención. La exactitud de sus palabras me asombraba a cada segundo. No pude reprimir el enarcar una ceja y volver a sentir la sensación de sonrojo cuando concluyó. -Vaya, eres bueno...- exclamé, aún anonadada, observando en detalle lo que había utilizado para la lectura. Eran huevos de diricawl, pero a mí me decían más bien poco. Le sonreí. -De verdad eres bueno. Me incorporé cual alta era y me dirigí nuevamente al profesor Ivashkov, quien no había perdido el tiempo observando. Por el contrario, una jaula con pequeñas criaturas azules se sacudía a su lado. Pasé la vista desde la jaula hasta el profesor, y de vuelta a la jaula. Entrecerré los párpados para ver mejor. ¿Eran lo que yo creía que eran? Antes de que pudiese responderme la pregunta, la puerta de metal se abrió y las criaturas salieron volando por toda la habitación, haciendo un bullicio insoportable, tirando objetos de los estantes y enredándose en mi largo cabello rubio. Contuve la respiración y me ubiqué en el medio de la sala, desde donde podía verlos a todos. Los conté rápidamente y me pareció contarlos a todos, por lo que saqué mi varita del bolsillo y apunté al techo. -¡Immobilus!- de golpe, todas las criaturas se quedaron flotando inmóviles, lo que me permitió meterlas una a una en la jaula nuevamente. No había acabado de cerrar la puerta de metal cuando un sonido como una risilla me hizo voltearme. Detrás de una estantería, por empujar una bola de cristal, se encontraba otra de estas criaturas. El duendecillo número 20 había escapado a mi encantamiento, y ahora amenazaba con destruir todo a su paso. Sabía que aquellas criaturas eran pequeñas pero tenían más fuerza de la que aparentaban a simple vista, y en aquella sala todo era frágil. Di un paso en su dirección, y la bola de cristal cayó del estante, rodando hacia mis pies. El duendecillo salió volando hacia otro objeto más arriba: un juego de tazas de café. -¡No! No, no, no...- grité, mientras pensaba en cómo evitar que la criatura siguiera destruyendo todo. Acercarme no era una opción; empujaría todo de las estanterías si yo me movía. <<Piensa, Mía, piensa.>> me dije a mí misma, repasando en mi cabeza el listado que conocía de hechizos. -Carpe Retractum.- apuntaba a la estantería, y ésta comenzó a moverse hacia mi posición. El duendecillo parecía algo despistado por el movimiento repentino, por lo que aproveché su confusión para acercarme lo suficiente y tomarlo con la mano. -Te tengo, amiguito.- le dije, caminando hacia la jaula y volviéndolo a colocar allí con el resto de sus compañeros. Miré al profesor. -Creo que debería reparar un poco todo esto...- me excusé, y me puse manos a la obra. -Reparo.- la bola de cristal que había caído hacía unos minutos volvió a colocarse en su base, y con un nuevo movimiento de varita la devolví a su estante.
  6. @@Ashura Lestrange Ahora sí, ains ¡Gracias nuevamente, hermosa! Sin dudas me tendrás por aquí en un tiempo, cuando decida volver a cambiar la firma. Amo tu trabajo *-* Gracias, gracias, gracias. Te dejo estos chocos de agradecimiento, como prometí en mi pedido ¡Saludos!
  7. @@Ashura Lestrange ¿Se puede amar más el trabajo de alguien? Yo creo que no Muchísimas muchísimas gracias por ese hermoso trabajo! Sin dudas que valió la pena la espera, totalmente Sólo una cosita: en la firma, el Zoeh está escrito con S? Porque se ve como una o.o Si pudieses cambiar eso sería magnífico :') Puedo esperar más tiempo igual. Pero en serio, muchas gracias por todo ese trabajo! Quedaron mejor de lo que me esperaba :') Saludos, bella!
  8. Pues ahora me perdí o.o @. ¿seguimos teniendo que elegir parentesco o ya no es necesario? Memi parecería haber cancelado su baja, pero pues prefiero preguntar antes de meter la pata (muy típico en mí ). En caso de tener que elegir parentesco, me gustaría charlarlo con @@Beryl Serenity Hawthorne, pero creo que ser las primeras gemelas de ustedes sería muy bello, y un honor ¿qué opinas, geme? Dejaré chocolates por aquí y me despido. Adiosh EDITO: Abue, ni me hagas editar con mención que sabes que es complicado D: @ Ignoren este post o.o
  9. Cuando una lechuza golpeó con su pico el cristal de la ventana de mi habitación en la Rambaldi, lo supe. No pude contener la sonrisa; ¡por fin volvería a la Universidad luego de tanto tiempo! Me levanté a las apuradas, dejando caer el libro de Encantamientos que había pedido prestado a la biblioteca para adelantar algo de estudio, y dejé que el animal entrara. Dio unas vueltas por la habitación hasta posarse en mi mesa de noche, y me dispuse a desatarle la carta que traía en la pata. La abrí, emocionada como nunca antes, y la leí atentamente. En ella, se me daba la bienvenida a la clase y se me indicaba exactamente qué tenía que hacer. Asentí en la soledad de mi cuarto, doblé la carta como para que cupiera en un bolsillo y me dispuse a preparar todo para salir. Un tapado negro me cubría de los hombros hasta las rodillas. Había elegido un atuendo cómodo y sencillo, pero abrigado. La nieve había caído con fuerza durante días, y las temperaturas no subirían hasta dentro de un par de meses. Mi varita estaba bien escondida en uno de los bolsillos internos del tapado, dedicado exclusivamente a este fin. Suspiré y toqué la moneda que se encontraba dentro del sobre. Cerré los ojos y maldije a los trasladores por lo bajo mientras la sensación de que algo tironeaba desde abajo de mi ombligo me envolvía. La Universidad era tal y como la recordaba. Con edificios altos, todos unidos, pero cada uno con su propia silueta. Miré hacia el Ateneo de Habilidades, a lo lejos, recortado contra el horizonte. Nunca había pisado aquél lugar pero esperaba poder hacerlo algún día. Sin embargo, mi cita de aquél día iba a ocurrir en el Ateneo de Conocimientos... En alguno de sus interminables salones. El traslador me había arrojado en un pasillo, frente a una gran puerta que parecía esconder un salón tras de sí. Me incorporé, sacudí el polvo de mi ropa y me dirigí a la gran puerta. Golpeé, pero cuando nadie respondió, me dispuse a ver si estaba abierto. Y lo estaba. Pero el salón detrás de la misma estaba tan vacío como el pasillo en el que había aparecido. ¿Habría llegado tarde y ya se habrían ido sin mí? Esperaba que no; no creía haber tardado tanto en presentarme. -¿Hola? ¿Hay alguien?- pregunté en voz alta, adentrándome en lo que se veía como un clásico salón de clases, pero con pocos objetos para romper. La única respuesta que obtuve fue el eco de mi propia voz, y ahí supe que en efecto no había nadie allí. Nadie ni nada. -¡Lumos!- de la punta de mi varita emergió una bola de luz blanca, que me permitió ver a mi alrededor en el salón. No entendía por qué estaba todo tan oscuro hasta que vi que no había ventanas. Sin embargo, una hoja de papel llamó mi atención. Era la única en toda la estancia, y parecía colocada estratégicamente allí. Iba a tomarla con las manos desnudas cuando una voz en la parte trasera de mi cabeza me recordó que eso podía no ser una buena idea. Así que me limité a observarla. Parecía en blanco; ¿y si no era nada? -Piensa como un experto, Zoeh.- me dije a mi misma, y apunté mi varita al papel.-Aparecium.- dije firmemente, y para mi sorpresa, un mensaje escrito con pulcra caligrafía apareció delante de mis ojos. Al leerlo, aún asombrada, descubrí que era una pista, que me indicaba qué hacer a continuación. Percibí un destello con el rabillo del ojo, y fue suficiente para hacerme voltear a ver. Una puerta llamaba poderosamente la atención. Guardé el papel en mi bolsillo y me acerqué a la nueva entrada. Bloqueada. -¡Alohomora!- exclamé y la puerta pareció ceder. Un tramo de escaleras que parecían subir me detuvieron. No sabía qué había más allá, ¿y si era peligroso? Por un momento tuve el impulso de darme media vuelta y volver a mi casa, pero no podía hacerlo. Ya estaba ahí, y tomar esa clase era lo que más quería. Así que me adentré. Una nueva sala, muy parecida a la primera, pero con algunas diferencias me recibió. No parecía peligrosa, así que simplemente comencé a atravesarla hacia la puerta del otro extremo. Sin embargo, cuando iba llegando a la misma, una pared de fuego apareció frente a mí. Suspiré, un poco exhausta, otro poco nerviosa. Me alejé lo suficiente como para no quemarme, le apunté con la varita y lancé un Aqua Eructo. Un chorro de agua salió de mi varita, la cual tuve que sostener con ambas manos para que no temblara tanto, y lo apunté a las llamas, extinguiéndolas de a poco. Me quedé ahí un momento, dubitativa. Tragué saliva y crucé la puerta que tenía en frente. Para mi sorpresa, tres personas se encontraban allí dentro. Me acerqué hacia ellos, mucho más animada que al principio, y los saludé uno por uno. -Buenas noches, caballeros. Mi nombre es Mía Zoeh y vengo buscando mi clase de Encantamientos...¿Dónde estamos?- pregunté, comenzando a observar a mi alrededor. Bolas de cristal, tazas de té y café y otros elementos que se me hacían extraños abarrotaban los estantes de la habitación. Aquello parecía todo excepto un lugar donde se iban a enseñar hechizos. ¿Estaría en el lugar correcto?
  10. Bueno, no quería ponerlo así (?) pero mi abuela Kyttara me extorsionó con mimos para que viniese a registrarme aquí *huyo del sartenazo*. Así que, aquí estoy (?
  11. Bueno, ahora sí vengo a comprar Esta vez espero no equivocarme y tener que esperar de nuevo a que me dejen puente. Pues voy a desembolsar algunos galeones, con todo el dolor de mi alma (?) pero si comprar ayuda a subir de nivel, pues bienvenido sea ID: 119097 Nick (con link a la ficha): Mia Zoeh Link a la Bóveda Trastero: -- Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda Fecha: 2017-12-10 Objeto: Medallón para avisar peligro Puntos: 10 Precio: 500 G Objeto: Espejos comunicadores Puntos: 40 Precio: 2000G Total de puntos: 50 Total de Galeones: 2500
  12. Bueno, hola! Llegué tarde a los conocimientos de Diciembre, así que aquí vengo a anotarme para cursar uno en Enero. Es el último por nivel, según mis cálculos, así que espero poder cursar otro pronto. En fin, dejo ficha y me quedaré esperaando ansiosa a que empiecen las clases. Nick: Mia Zoeh ID: 119097 Conocimiento: Encantamientos Nivel de magia: IV Link a la bóveda: Bóveda Link a la ficha: Ficha
  13. Mía Zoeh Propietaria Me paré frente a la puerta de cristal de la pirámide y me quité la capucha que me cubría la cabeza, dejando que el viento removiera mi cabello rubio ondulado. Tragué saliva. El cartel de "Cerrado hasta nuevo aviso" colgaba de la puerta como aquella noche en que lo había colgado con lágrimas en los ojos. La pirámide se veía oscura por dentro, casi tanto como lo estaba la noche afuera. Alohomora. susurré por lo bajo, y la puerta se abrió con un chasquido de la cerradura. Lumos. De la punta de mi varita emergió una bola de luz que me acompañaba a cada paso que daba. Encendí una a una las luces del local y suspiré. Las mesas y sillas, perfectamente ordenadas, estaban cubiertas por una fina capa de polvo. Los estandartes y los cuadros con fotos detrás de la barra de madera parecían no haber sido tocados en años. El silencio era abrumador. No le había dicho nada a mis elfos que volvía al local; quería dejar todo preparado yo sola. Miré hacia el oasis. El viento frío movía las palmeras, y aunque aún no había comenzado a nevar en Londres, la arena se veía más blanca de lo normal. El agua pronto se congelaría. Se me ocurrió que sería excelente como pista de patinaje para el invierno, e hice una nota mental al respecto. Detrás, muy detrás, la sombra de la esfinge, que en su momento fue una biblioteca, se recortaba contra el cielo nocturno. Una cinta de "CLAUSURADO" colgaba de la entrada, y vallas metálicas evitaban el paso. No funcionaba más desde que la sociedad se había disuelto, pero había decidido dejarla ahí, aunque fuese a modo de decoración. Comencé a limpiar las mesas con la ayuda de la magia. Si algo agradecía de ser bruja era tener magia para ese tipo de tareas. De haber tenido que hacer las cosas a manos, de seguro me hubiese llevado mucho más tiempo. Desde el centro del salón, con mi varita iba apuntando a todos lados. Reordené las mesas y las sillas, dejando un lugar más que amplio en el centro, lo que funcionaría como pista de baile. Limpié la barra, los taburetes que se encontraban frente a ella y me dirigí a la cocina. Ésta había quedado impecable, junto a toda la vajilla, pero de todas formas quería asegurarme de que todo estuviese impecable. Tomé las copas y les realicé un grabado con magia. Era el ojo de Ra, en dorado. Esto iba a identificar aún más las copas y los vasos. Hice lo mismo con la vajilla de plata (bandejas, cubertería, platillos y tazones). Y me di por satisfecha. Me dirigí a mi oficina y comencé a escribir las invitaciones que habría de repartir por todo Ottery para la reapertura del local. Esta vez saldría bien. Tenía pensado hacer un evento por Navidad. Esperaba que mucho más tranquilo que el de inauguración, que aún recordaba. Me levanté a estirar las piernas y a servirme un café de mi bar personal. Suspiré. Se venía una nueva etapa, mucho más grandiosa para el negocio. Debía ponerme manos a la obra en adquirir las comodidades que quería. Recordé mi idea de la pista de hielo en lo que en verano era un bellísimo oasis y lo anoté en una esquina del pergamino en el que estaba haciendo la lista de invitados. Regresé a mi trabajo, más entusiasmada que nunca.
  14. Ehm... Hola *-* *me asomo* ¿Cómo están? Bueno, en vistas de que mis familias de origen desaparecieron, he decidido que es hora de un cambio. Así que vengo a ver si hay lugarcito para mí por aquí +.+ Dejo fichita. Edito: Hagan de cuenta que jamás posteé (?
  15. Hola! Paso a comprar ID: 119097 Nick: Mia Zoeh Link a la Bóveda Trastero: No tengo Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Boveda Fecha: 02/12/2017 Objeto: Varita Puntos: 20 Precio: 1000 Total de puntos: 20 Total de Galeones: 1000 Edito: Paso a cancelar la compra. Compré toda feliz, y cuando entré a mi ficha a verificar unos cambios, vi que ya tenía varita. No tiene sentido tener dos, así que cancelo y cuando aparezca un puente volveré a comprar. Perdón por esto D: Saludos!
  16. Bueno, hola! Paso a pedir una firma y un avatar, que ya va siendo hora de cambiar los que tengo (que me encantan, pero ya llevan demasiado tiempo conmigo). Puedo esperar lo que sea necesario, y te lo agradezco desde ya por tomarte el tiempo de leer y tomar el pedido! En fin, creo que ya no es spam (?) Así que me retiro. Luego te traigo los chocolates (?) Saludos!
  17. Hola, buenas! Vengo a pedir unos cambios, que acabo de releer la ficha y está desactualizada no; lo siguiente xD Así que aquí dejo en un post todo lo que quiero que se edite. 1. En el apartado de Datos Personales, donde dice la edad, ya no son 18 xD Son 20 (por fecha de nacimiento). 2. Misma corrección pero en el apartado de Descripción Física. Hay un 17 y ahí debería haber un 20 (exactamente en: "Espalda no demasiado ancha. Presenta pechos del tamaño normal para una joven de 17 años.") 3. En la Historia del Personaje, el último párrafo desearía cambiarlo por "Actualmente, Mía se ha graduado de la Universidad; sin embargo, sigue asistiendo a cursos allí, alimentando sus ansias de conocimiento con cada curso que se decide a tomar. Aún conserva enseñanzas y aprendizajes de los muggles, los que aplica para resolver situaciones cotidianas que a veces sus compañeros magos no logran solventar con magia." 4. En el apartado Otro Datos, quiero eliminar el dato de "Es novia de Stanley Crowley Rosier" 5. Me gustaría cambiar las imágenes actuales por estas que dejo a continuación (en el mismo orden en que aparecen arriba, de ser posible): Eso sería todo (por ahora al menos). Muchas gracias a quien realice los cambios! Saludos!
  18. Corría como una loca por las calles. Me había quedado dormida y había perdido el primer transporte que me llevaba al sitio de reunión donde se me había citado para mi clase de Estudios Muggles. Había estado bastante atareada con el Ministerio y por poco había olvidado que me tocaba empezar una clase. Septiembre no estaba siendo mi mes, y llegar tarde a clase estaba siendo una forma de demostrarlo. Llegué a la parada del autobús un par de minutos antes de que el que necesitaba se detuviese allí. Tenía algo de dinero muggle que había cambiado antes de la clase, por lo que no tuve problemas para pagar mi boleto. Agradecía haber vivido con Muggles muchos años y conocer cómo se manejaban. A pesar de que prefería la aparición ya que era un método mucho más rápido, ir al lugar en un transporte muggle era una exigencia de la clase, por lo que decidí seguir las reglas. Me senté en un sitio totalmente libre, junto a una ventanilla. No era un trayecto muy largo, pero siempre disfrutaba contemplar la ciudad desde el bus. Doblé el boleto y lo guardé en un bolsillo pequeño de la mochila que llevaba, en aquel momento, sobre las piernas. Habitualmente vestía como un no mágico, por lo que no llamaba la atención para nada en aquel sitio lleno de personas que podrían notar en cuestión de segundos cualquier cosa que no encajase con el estándar de vestimenta. Shorts de mezclilla, zapatillas estilo Converse y una camiseta sin mangas era lo que había elegido para "camuflarme" entre la gente y pasar lo más desapercibida posible. Sin embargo, dentro de la mochila negra de imitación cuero reposaba mi varita, más dinero muggle y un abrigo por si luego se ponía más frío fuera. Contaba las paradas del bus en mi mente, y sabiendo que la sexta era la mía, me levanté de mi asiento, pedí permiso a la persona que se me había sentado al lado y que iba muy metida en sus asuntos y me dirigí a la puerta del bus para descender de él. Al bajarme, no tuve que buscar demasiado el sitio donde se llevaría a cabo la clase: un centro comercial enorme, cuyo cartel del exterior con el nombre estaba iluminado y llamaba la atención se alzaba, imponente, frente mismo a donde me encontraba. Saqué un pequeño papel doblado del bolsillo trasero de los shorts y lo leí. La clase tendría lugar en el Centro de Recreación de ese mismo centro comercial, por lo que me camuflé entre la multitud que entraba y salía de él y comencé a caminar por los pasillos, buscando el sitio. Finalmente, lo encontré. Era probablemente, el sitio donde más gente estaba esperando para ingresar. Se oía música desde el interior, y me pareció que sería un ambiente perfecto para llevar a cabo una clase como Estudios Muggles. Entré, pidiendo disculpas a la gente que empujaba sin querer, y me detuve en un escalón del lugar para poder ubicar a alguno de mis compañeros. ¿Habría llegado demasiado temprano? Finalmente, vi a Sagitas, aunque no estaba segura de si todos los que se encontraban con ella eran compañeros de clase o si habrían fusionado dos clases. Pasé junto a un joven en mi camino hacia donde el grupo se reunía, esperando, y me llamó la atención que no parecía un muggle más. Sin embargo, no le presté demasiada atención y seguí caminando. -Lo siento por la demora; el transporte es una locura.- dije, encogiéndome de hombros y sintiendo que me sonrojaba. OFF: Lo siento por la demora
  19. Bonnie Elfina del local ¡Qué orgullosa iba a estar la ama Zoeh!... ¿Dónde estaba la ama Zoeh? Me había parecido verla como al pasar por el Oasis cuando aún no salía el sol, pero las otras mujeres del Ministerio que estaban encargándose de las plagas definitivamente no la habían visto. Cuando terminaron, las acompañé hacia el interior de la pirámide de cristal, que se veía bastante ordenada. ¿Habría pasado ya la ama Zoeh por allí a limpiar? Pude ver a Vic y Arian terminando de limpiar el piso, mientras que un espectacular aroma a comida preparándose emergía desde la cocina, donde de seguro Bennet estaba preparando algún platillo delicioso. La ama Zoeh no estaba a la vista, pero de seguro podrían encontrarla en su oficina. Escolté a las mujeres hasta la puerta de la oficina de la ama Zoeh, y golpeé la pesada puerta de madera. Me despedí amablemente de las mujeres, viendo como una de ellas me devolvía amablemente la despedida y regresé al restaurante. No faltaba mucho para la hora de abrir, y tendría que estar todo listo para ese momento. Mía Zoeh Targaryen Dueña del local En su oficina. Estaba terminando de retirar el maquillaje corrido de mi rostro cuando sentí que golpeaban a la puerta. Me giré en seco; aún faltaba como una hora para que el restaurante abriese, por lo que no debía haber gente. ¿Sería alguno de mis elfos? Me dirigí hacia la puerta para abrirla, pero quienes me devolvieron la mirada no eran ninguno de mis elfos. Eran, en su lugar, tres mujeres con identificaciones del Ministerio de Magia. Alcé una ceja, recostándome al marco de la puerta. ¿Qué tanto había ocurrido la noche anterior para que tuviese a tres mujeres del Ministerio en mi restaurante? Apreté los dientes; Darius. No podía recordar aún demasiado, aunque de a ratos más y más escenas comenzaban a tener sentido en mi cabeza. -Buenos días, señoritas.- saludé, observando que ninguna de ellas era mucho más mayor que yo. No había notado que quien estaba al frente del grupito era mi amiga Mary, ya que ésta tenía su rostro girado, como si estuviese mirando otra cosa. A la otra joven la recordaba de una reunión, aunque tampoco habíamos hablado demasiado. La tercera de ellas sí que no me sonaba de nada. Observé el pergamino que la Croft me ofrecía, y lo tomé. Leyéndolo bastante por encima, vi que certificaba que el negocio estaba libre de plagas. No recordaba que hubiese de esas cuando había hecho la inspección previa a la fiesta, pero ahora estaba certificado que no había. Les sonreí, viendo el cansancio en sus rostros. ¿Habían trabajado toda la noche? -¿Puedo ofrecerles algo para beber? ¿O para desayunar, quizás?- me apresuré a decirles, dando un paso al frente y cerrando la pesada puerta de madera tallada detrás de mí. -Si me siguen, las acompañaré hasta el restaurante. Podrán quedarse cuanto deseen.- les ofrecí, pasando mi mirada de una a la otra. @ @ @@Patri Gryffindor L
  20. Me había decidido al fin a visitar aquel lugar en el Callejón Diagon del que había oído hablar muchas veces pero que nunca había pisado. Es más; estaba segura de no haberlo visto en mis varias visitas al sitio, pero teniendo a la distracción como mejor amiga, ya no me asombraban esas cosas de mí. Iba con un pequeño monedero donde llevaba el dinero que iba a gastar en aquel momento. Había pasado por el banco minutos antes, para asegurarme de que estaba todo en orden. Me detuve frente a la puerta de bronce y respiré hondo. Dejé salir el aire, y al abrir la puerta me encontré con un lugar maravilloso... y lleno de gente. Reprimí un quejido; ¿por qué a todo el mundo se le había ocurrido ir a comprar en ese instante? Tomé un pergamino mientras esperaba y comencé a rellenarlo para poder hacer mi compra. No era demasiado, pero quería salir de allí antes de que acabase debiéndole a medio Ottery. Al terminar con eso, ya casi era mi turno, por lo que lo sostuve firmemente en la mano, y cuando al final me tocó, lo entregué junto al dinero total a la persona que me atendió desde el otro lado del mostrador. -Sería eso solamente... Espero esté todo en orden.- le dije, esperando que me dijeran que podía retirarme y que estaba todo bien. ID: 119097 Nick: Mia Zoeh Nivel Mágico: IV Link a la Bóveda Trastero: --- Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda N°105367 Fecha: 2016-08-21 Nombre del producto: Micropuff Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Criatura Catalogación: X Puntos por unidad: 10 P Precio: 500G Nombre del producto: Monedero de piel de Moke Objeto, Criatura, Poción, Consumible o Libro de Hechizo: Objeto Catalogación: A Puntos por unidad: 10 P Precio: 500G Precio total: 1000G Total de Puntos: 20 P En caso de comprar una criatura, colocar el Rango Social del Comprador: Unicornio de Plata
  21. Mía Zoeh Targaryen Dueña del Local ¿Qué había ocurrido? Parpadeé velozmente, volviendo en mí luego de lo que para mí habían sido segundos, pero que en realidad, a juzgar por todo el revuelo que había en el restaurante, habían sido horas. Estaba sentada en el suelo, recostada a una pared, vestida tal cual recordaba para la fiesta, y con un dolor de cabeza que me estaba matando. No recordaba haber bebido tanto; entonces ¿qué estaba ocurriendo? Me puse de pie con algo de dificultad; pararme sobre aquellos tacones me estaba costando más de lo usual, y la cabeza me daba vueltas al intentar mantenerme erguida. La pirámide de cristal era un caos. La gente ya no estaba allí, a pesar de que aún era de noche a juzgar por la oscuridad que nos envolvía desde afuera. Las mesas y las sillas estaban por todos lados, tiradas, como si todo el mundo hubiese salido huyendo de aquel sitio, que ahora parecía una zona de guerra. Me froté la sien con las yemas de los dedos, intentando que el zumbido que sentía en mis oídos cesara y que la jaqueca me dejase, al menos, pensar en qué demonios había ocurrido con el negocio. Comencé a avanzar entre las sillas y las mesas volcadas; pisaba cristales de copas rotas, apartaba con el pie bandejas y cubiertos de plata lustrada que se encontraban por todos los sitios. Iba teniendo cuidado de no tropezarme; caer sobre cualquiera de aquellas cosas podría causarme cortes que no deseaba. No veía a ninguno de mis elfos por allí, por lo que me dispuse a buscarlos. ¿Dónde estarían? -¡Arian! ¡Vic! ¡Bennet!- fui llamándolos, ya que ellos eran quienes estaban entre la gente hasta donde podía recordar. Vi unos pares de ojos asomarse por encima de la barra de madera, así que casi corrí hasta ellos. Los encontré a todos refugiándose debajo del mostrador, como si algo los hubiese amenazado. Les hice señas de que ya podían salir, y al hacerlo, vi que sus ropas de galas eran ahora simples harapos. Tenían agujeros y marcas de quemaduras, como si algo los hubiese querido atacar. Abracé a cada uno de mis elfos, colocándome en cuclillas para quedar a su altura. No podía recordar nada, y ellos se veían aún aterrados, pero eran la fuente de información más confiable que tenía en aquellos momentos. -¿Qué ocurrió anoche? ¿Dónde están todos?- pregunté con amabilidad, aunque con mucha más curiosidad de la que me caracterizaba. Noté las miradas nerviosas de los elfos entre ellos, pero ninguno se animaba a hablar. Me incorporé; iba a asegurarme de que no quedase nadie y de que no hubiese heridos en algún sitio antes de poderme ir. El sol comenzaba a despuntar por el horizonte. En breve iba a amanecer, y yo simplemente me sentía mal. Caminaba de un sitio a otro, nerviosa, con las lágrimas surcando mis mejillas. Bonnie me seguía de cerca, a pesar de que le había dicho que no era necesario que me acompañase. La elfina, por su parte, sí lo consideraba pertinente, por lo que iba detrás de mí como mi sombra, a medida que yo me movía de un sitio a otro. Salí al oasis, y me quité por primera vez en la noche, aquellos tacones de aguja que había elegido especialmente para aquella ocasión. Sentía la arena bajo mis pies, y cómo la luz del sol comenzaba a iluminar todo lo que había sido oscuridad hasta ese momento. Las lágrimas seguían deslizándose por mis mejillas, arrastrando con ellas lo que quedaba de mi maquillaje de ojos. Pero ya no me interesaba. Sentía ganas de cerrar aquel local por unos días, irme a dormir, y regresar luego a limpiar aquel desastre. Pero no podía hacerlo aún. Los tacones en mis manos se balanceaban de un lado a otro al ritmo de mis pasos, pero casi no sentía su peso colgando de mis dedos. Simplemente caminaba por la arena, con Bonnie siguiéndome aún. El oasis era un desastre también, al igual que la pirámide de cristal. Las sillas estaban corridas, las mesas estaban llenas de copas y hasta había cristales en la arena, que comenzaban a brillar cuando la luz del sol los golpeaba de lleno. Había arena mojada, por lo que supuse que el agua de la piscina había salpicado alrededor, mojando todo. Arena removida, huecos y más denotaban lucha o pelea por allí. Suspiré, secándome las lágrimas, y me regresé a la pirámide de cristal, donde todo seguía siendo un desastre. Saqué mi varita, me coloqué nuevamente los tacones para ahorrarme el peligro de pisar un cristal, y apunté al desorden. -¡Reparo!- dije, y observé cómo los cristales, por más mínimos que fuesen los trozos, comenzaban a unirse nuevamente en las copas que recordaba haber usado aquella noche. -¡Wingardium Leviosa!- apunté a las bandejas y los cubiertos, y comencé a apilarlos encima de la barra, llevándolas levitando hasta allí. Utilicé el mismo hechizo para enderezar y acomodar las mesas, aunque luego me aseguraría yo misma de que todo hubiese quedado bien. Cuando terminé, bajé la varita y me derrumbé en mi lugar. Me recosté a la pared detrás de mí, y me dormí allí, agotada por un esfuerzo que no recordaba haber hecho, con una jaqueca matándome y con ganas de desmemoriarme a mí misma para olvidar el desastre que había sido aquella fatídica noche. ~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~ Desperté ¿cuánto tiempo después? y me encontré con los ojos redondos y amarillos de Vic a centímetros de mi rostro, observándome con preocupación. Miré hacia el exterior; el sol brillaba en lo alto del cielo, por lo que calculé, sería mediodía. Me volví a incorporar; el restaurante relucía de limpio, y las mesas y sillas se encontraban nuevamente en su posición correspondiente. Volteé a ver a mi elfo, sorprendida, y la criatura se limitó a encogerse de hombros y sonreír, antes de darse media vuelta y avanzar hacia la cocina. No podía seguir allí, por lo que bajé hacia mi oficina y me senté en mi sillón. No hacía un día que había abandonado aquel cálido lugar que tanto me gustaba, y sin embargo, lo sentía nostálgico. Me acerqué al mini bar y me serví un poco de coñac en un vaso. Regresé a sentarme, y mientras lo bebía, pasé mis dedos por los pergaminos sin firmar que aún reposaban allí. Podía sentir la calma en el exterior; sin ruidos ni quejas. Todo estaba comenzando a volver a su sitio. Dejé el vaso, tomé la pluma y comencé a firmar los papeles que luego iba a hacer llegar al banco aquella misma tarde. No podía tardar más; ya bastante demorada estaba con todo el papeleo. Sin embargo, había llenado sólo dos formularios cuando un pensamiento cruzó mi mente. ¿Dónde estaba Darius? No lo había visto en el restaurante ni en el oasis; ni siquiera lo recordaba luego del baile. ¿Habría huido? Ese chico tenía cosas que esconder, estaba segura de ello; pero mientras no lo hiciese en mi restaurante, todo estaría bien. Sonreí para nadie en particular y regresé a los papeles. Todo va a estar bien. OFF: Primero que nada, lo lamento por no haberme pasado antes. La vida muggle me absorbió más de lo que esperaba, y se me ha hecho muy cuesta arriba todo. Casi no tengo tiempo para mí, y sin ser este fin de semana que me lo tomaré para responder los roles que debo y relajarme un poco, los demás días es más lo que estoy fuera de casa que en ella. Segundo, quizás sea un rol raro, teniendo en cuenta que hace muchas páginas que no me paso. Simplemente, quería dejar este rol para separar, de alguna forma, el caos de la fiesta de lo que vendrá ahora. Quizás haya una nueva fiesta, aunque puede que no inmediatamente. Son todos más que bienvenidos siempre a La Tierra de los Faraones, y gracias por su entusiasmo en este rol. Espero leerlos pronto. Un saludo!
  22. Todo había ocurrido rápido, y la tensión crecía con cada segundo que pasaba. Todos hablaban a la vez, y se estaba volviendo imposible entender de qué hablaba cada uno. Elevé una ceja; aquello parecía desviarse por momentos a asuntos familiares que yo desconocía y que tampoco me interesaba conocer. Aquella discusión iba y venía de ningún sitio a ningún sitio, y el tiempo seguía corriendo mientras los experimentados de aquél departamento seguían discutiendo qué hacer. Sin embargo, el movimiento hecho por la Potter Blue hizo que las discusiones cesaran. Me volteé a ver hacia donde se había encontrado previamente Sagitas, pero ya no estaba allí. Matt corrió detrás de ella luego de asegurarme que no había nada en los alrededores, y Heliké simplemente resopló al ver todo aquello. Creí que ella saltaría también detrás del Blackner, pero en su lugar, se dedicó a conjurar algo alrededor del muro. Iba a preguntarle qué hacía, pero deduje que era para evitar el acceso de los niños a aquél lugar. Podía ser peligroso para cualquiera que no estuviese al tanto de lo que ocurría, y yo tampoco quería terminar el día con gente herida. Antes de que la Rambaldi saltase dentro del agujero, me acerqué y le lancé una nueva mirada a su interior. Tragué saliva. Es ahora o nunca, me dije, y me dejé caer al interior. La caída no tardó demasiado, por lo que la profundidad tampoco era tanta. Recogí mi varita, que se había deslizado de mi mano derecha para caer un poco más lejos que yo, y conjuré un Lumos. No sería profundo, pero oscuro era seguro. ¿Dónde estarían los otros dos?
  23. Bien, he subido de nivel al fin, así que vengo a inscribirme a un nuevo conocimiento este mes ^^ Nick: Mia Zoeh ID: 119097 Conocimiento: Estudios Muggles Nivel de Magia: IV Link a la ficha: http://www.harrylatino.org/topic/105361-ficha-de-mia-zoeh/ Link a la bóveda: http://www.harrylatino.org/topic/105367-boveda-de-mia-zoeh/
  24. Y, finalmente, entre el silencio que se había generado de repente entre los presentes reunidos alrededor del enorme hueco de origen aún desconocido, habló el único de los presentes que aún no había emitido opinión, pero que yo sabía había estado prestando atención a cada movimiento y detalle de todos. Seguía de cuclillas a la orilla del hueco, intentando iluminar algo dentro, pero nada que pudiese revelar alguna pista sobre el origen de aquel hueco parecía haber por allí. Me incorporé, escuchando que nos iban a dejar a los nuevos trabajar, para que pudiésemos practicar un poco. Tragué saliva, y susurré Nox para apagar la luz de la punta de mi varita. Sin embargo, mis nervios se disiparon cuando oí la palabra "maldición". Hacía nada había obtenido mi conocimiento en esa área, y estaba deseosa de poner a prueba lo que había aprendido en el Ateneo. Sonreí, y di un paso al frente. -¿Entraremos en el hueco, o mejor primero buscamos rastros de qué pudo haber causado ésto en los alrededores?- pregunté, pasando mi mirada por todos los presentes; esperando que alguien me siguiese. Lancé una rápida mirada a lo que nos rodeaba: maleza, plantas, el muro... Nada se veía sospechoso, pero nunca se sabía. @@Matt Blackner @Amya_An
  25. Escuché atentamente las palabras de mi acompañante; de aquella chica algunas veces rubia que estaba comenzando a caerme muy bien. Comía de mi pizza en silencio, sin perderle atención a lo que decía. Podía identificar algunas de las cosas que ella mencionaba respecto a su padre en base a algunas cosas que los muggles me habían enseñado, aunque nunca había sido de interesarme en ángeles, demonios ni todos esos seres que las religiones parecen manejar mucho. Bebí un sorbo de la bebida que tenía enfrente y seguí escuchando sus palabras. ¡Vaya historia tenía aquella chica para contar! Le sonreí cuando terminó, aunque ahora había recibido la pregunta de vuelta y me tocaba a mí contar sobre mi familia. -Bueno... Tengo muchas familias, por decir algo.- comencé, e intenté explicarme para que no sonara más raro de lo que ya lo hacía. -Pues bien; mi madre es bruja, y no conozco a mi padre. Sólo sé que es de apellido Targaryen, por eso lo he heredado yo. Sin embargo, por cuestiones que no conozco demasiado, fui dejada en un orfanato muggle cuando tenía apenas unos días de nacida. A los cuatro años, un matrimonio de inmigrantes griegos que ya tenían dos hijos algo mayores que yo, me adoptaron. Ellos fueron mi familia hasta los dieciséis años, aunque a día de hoy sigo viéndolos como quienes me criaron; y no es raro que me dirija a ellos como mis padres. Para mí es lo que son.- bebí algo de refresco para evitar que se me secase la boca y seguí. -A los dieciséis, ya estudiando en Hogwarts, averigüe quién era mi madre biológica, y me vine a Ottery a buscarla. En lo que me comunicaba con ella, un hombre muy gentil de apellido Hawthorne me abrió las puertas de su mansión, por lo que me quedé una temporada con él. Adopté su apellido también, así que es mi padre adoptivo de alguna forma.- sonreí y me encogí de hombros, como si estuviese dando un motivo. -Y luego, al hallar a mi madre y comunicarme con ella, me vine definitivamente a Ottery, al castillo de la familia, junto a todos mis hermanos sanguíneos. Aún así, visito a mis padres muggles cada vez que puedo, así que en realidad, tengo más de una familia, si se quiere.- finalicé, y tomé un nuevo trozo de pizza. -Espero no haberte aburrido demasiado con mi historia...- me sonrojé ante la idea de haber hablado demasiado. Era uno de mis principales defectos; podía hablar por horas sin cansarme y sin saber si a la otra persona le estaba interesando lo que tuviese para decir. @@Susan V. Goldstein (Lo siento la tardanza; entre bloqueo de escritor y Facultad, casi que no tengo tiempo de venir a rolear.)

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