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Eobard Thawne

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Todo lo publicado por Eobard Thawne

  1. Ahora sí. ID: 121079 Libro de Hechizos: Libro del Caos Justificante de compra del Libro (Link al post del Concilio de la bóveda trastero): http://www.harrylatino.org/topic/111034-boveda-trastero-de-joseph-r-black-lestrange/?p=5351290 Link a la Bóveda: http://www.harrylatino.org/topic/110224-boveda-de-eobard-thawne/ Link a la Ficha: http://www.harrylatino.org/topic/110221-ficha-de-eobard-a-black-lestrange/
  2. @@Syrius McGonagall ¡Lo dejaste tirado, hombre! Bueno, no, no sé. (?) Pero veo que andas pendiente, así que vamos con ello. Ahí el pequeño dilema, no se me ocurrió pasarme aquí, porque bueno, tristemente los topics organizativos luego caen en el olvido y todo queda al rol. Encuentro datos que resuelven los plot holes de la trama, así que a tener en cuenta en lo siguiente. Igual, sólo como sugerencia, etiquetar a los que participen acá, para que se organice mejor. Kraven lo hizo allá en Quidditch, podría funcionar xD Pero creo que dejamos la continuación para el siguiente mes, así contaría para los T's de Agosto. Salu2.
  3. Contrario a la creencia de Nash, los agentes que lo detuvieron sí contactaron a Eobard. El Black Lestrange, quien seguía teniendo residencia en Inglaterra, interrumpió sus aburridas actividades para ver de qué se trataba. Así, apareció en el pueblito de Sunshine Valley apenas unas horas después de recibir el aviso. Mientras subía por la escalinata, esperaba que el atuendo de padre de familia de anuncio publicitario fuera lo suficientemente convincente para mezclarse entre los locales. -Ah, ¡Nash Wells! -exclamó dando una palmada de triunfo. Apenas entró, lo divisó a él y otro individuo sentados en una zona acordonada, como si estuvieran detenidos-. No hay recintos antiguos aquí, es raro verte en un tranquilo complejo habitacional. ¿Quién es tu amigo? Obviamente conocía a Nick, uno de los mejores investigadores en Boston. Si él estaba ahí, entonces algo gordo pasaba ahí. Gestionó su liberación con el agente que los retenía, argumentando que, como muchos otros, sólo eran personas curiosas de saber lo que ocurría en el pueblo. Cuando fueron liberados y finalmente abandonaron el recinto, Eobard se dirigió al par. -Me debes una, no soy tu tarjeta de acceso total. Y espero que esto valga la pena, así que, venga, me cuentan de camino al sitio del desastre. Antes de partir, Nash envió un memorándum a Claire, la joven que había visto a los dementores y se encontraba dando su declaración, por si quería acompañarlos. Regresaron a la misma avenida en la que habían sido detenidos, sólo que en esta ocasión, sí que se colaron a la casa en ruinas que Nash y Valentine encontraron en primer lugar. -¿Por qué tengo el presentimiento de que se reunieron a cenar y la mitad murió de forma horrorosa? -inquirió Black Lestrange, tirando ligeramente del cuello de la camisa. El calor, derivado del uso del chaleco verde, comenzaba a abrumarlo. Había oficiales que prevenían el paso a civiles, se las arreglaron para colarse sin tanto jaleo. Y cobrando uno que otro favor. La puerta, como en cualquier otro caso, salida de los goznes, los obligó a sacar sus varitas. Las ventanas que alcanzaban a divisarse, tampoco invitaban mucho a entrar, pues estaban quebradas, como si hubiesen lanzado a alguien al exterior. Se adentraron a la zona cero sin más. Lo que fuera que le hubiese hecho a la familia, quizá seguía por ahí. El incidente no era tan pintoresco como el acontecido con la familia Carson en Honolulu, pero ofrecía panoramas similares. Definitivamente no encontrarían dementores ahí; ocho ojos les observaron desde el techo a su llegada, ocultos entre la penumbra de la casa, como un depredador acechando a su cena. La verdadera pregunta no era cuántas había, sino, ¿quién había metido acromántulas de contrabando a tan pacífico pueblo?
  4. Sonrió de lado ante el comentario de la joven respecto al atropello. No la podía culpar, ya que él habría reaccionado de forma similar, o peor aún, habría perdido los estribos y comenzado a lanzar maldiciones a diestra y siniestra. Pero, eran tiempos civilizados, para él, al menos; las naciones podían aniquilarse entre sí. -Creo que esa es la idea, ¿sabes? La desolación ahuyenta a la mayoría de la gente. -opinó, analizando los ventanales, pues las grietas en algunos indicaba descuido de años, quizá previo a la guerra-. Y en estos tiempos, genera intriga. Uno no sabe lo que puede encontrar aquí, supongo que es la expectativa lo que mantiene estos negocios a flote. Dado que había sido el causante de aquel incidente, se sentía medianamente responsable por arruinar el atuendo de la peliazul. Se miró las botas de siete leguas, embarradas de fango, debido a que se había desplazado a altas velocidades, justamente causando todo ello. Conjuró un hechizo de limpieza forma sin articular palabra, para compensar parte de sus acciones. -Lamento el incidente. El trato con otra de personas y la sutileza nunca fueron mi fuerte. Menos aún, con todo este asunto que me ha motivado a encerrarme en un viejo casino. Podría compensarte en metálico por ello. O en especie, si es que estabas buscando alguna planta. Mientras esperaba su respuesta, metió las manos en los bolsillos del disfraz cambiante, que en ese momento le generó un atuendo de expedicionista, con chamarra de cuero y sombrero. Resopló, ligeramente abrumado por el olor a tierra mojada. -Soy Eobard, por cierto. De la familia Black Lestrange...aunque eso ya no importa mucho, le dan caza a la comunidad mágica por igual. Realmente no tenía algo que perder revelando su identidad, y daba pie a la muchacha a revelar la suya, si es que así lo deseaba. Era algo así como una muestra de buena fe. @
  5. Eobard Thawne

    Animagia

    De no haber sido por la intervención de Suluk, probablemente habría acabado muerto. O peor, como comida para las crias. ¿Los reptiles recurrirán al canibalismo en tiempos desesperados?, se preguntó, mientras la serpiente de cascabel daba a conocer su punto. Fue bastante breve y, se atrevía a pensar, ambigua, respecto a zanjar la situación que había surgido a partir de su descuido en la transformación. En realidad, iba a depender de él mismo aclarar la situación, pues la arcana sólo le había brindado la oportunidad para hacerlo. «Ya la escucharon, ¿no? Soy uno de ustedes. O casi. »; abría la boca, esperando emitir el sonido de un camaleón, pero en su lugar, salían palabras con la misma naturalidad que la de su forma humana. «Más importante, ustedes son una comunidad. Un porcentaje importante de los reptiles son amenazados, en estos tiempos, la unidad es vital» Irguió el cuerpo, como si hubiese sido un camaleón de Parson desde el nacimiento, orgulloso de su propia especie. Caminó a paso quieto hacia dónde la coralillo presidía aquel evento que casi termina en ejecución. Como humano, entendía nada del lenguaje de las serpientes, pero como animal, parecía que hablaban como iguales. Aunque le dedicó una mirada lúgubre, que el castaño temió que desembocará en una mordida, finalmente le permitió expresarse. «Es cierto, que los humanos han contribuido en gran medida a la pérdida de nuestros hábitat, y de muchos de nuestras hermanas y hermanos. Pero, no todos son malos; les queda mucho por aprender, y quizá podamos ayudarles en ese sentido» Su propuesta fue tomada como una burla, por lo que hubo siseos y uno que otro gruñido, quizá lo equivalente a abucheos y lanzamiento de tomates. Él realmente no esperaba que comunaran con la idea de apoyar el humano, pues hasta él sabía que la raza estaba condenada. Aguardó a que el murmullo pasara, para retomar la palabra. «Lo he intentado. Y como sólo vine a corroborar que soy un camaleón, será exactamente lo que haré. Después me iré», sentenció mientras giraba los ojos, buscando por el recinto a toda velocidad un elemento que le ayudará a salir de allí. Una pequeña polilla volaba por encima de las cabezas de los animales de sangre fría, atraída por la iluminación del único foco amarillo. Se las arregló para apuntar con su lengua y atrapar al insecto, tragándoselo de un solo bocado poco después. Para su sorpresa, no sintió náuseas, y aprovechó el silencio que tuvo lugar tras su hazaña para regresar al túnel del metro. Su amplio sentido de la vista no le ayudó a localizar a Suluk, pero sí una puerta de mantenimiento que se encontraba abierta, algo raro para un estado tan ordenado como lo era Massachussetts. Ahí se encontró con la anciana, quien seguramente lo esperaba desde hace rato, y que le lanzó su ropa de turista apenas le vio. Eobard volvió a su forma humana, una vez que medio se situó en su vestimenta, quedándose sentado como si estuvieran en la playa. Ella le hablaba del animal en que se convertía, y por fin lo entendía. El camaleón de Parson. Nunca antes había escuchado de él, así que le causaba curiosidad. Más aún, la idea de desplazarse miles de kilómetros a una isla tropical. -Nunca he estado allí pero, siempre hay una primera vez para todo, ¿no? Cruzó el portal que le indicaba la arcana, encontrándose con arena a los pocos instantes. No notó mucho el cambio entre la tenue iluminación, pues fue recibido por el firmamento nocturno. El oleaje se escuchaba a lo lejos, impactando contra la roca. Estaban en una de las varias playas privadas, propiedad de ostentosos hoteles. -¿Acamparemos esta noche? -inquirió el más joven de los Black Lestrange, dirigiéndose a la Inuit con cierta sonrisa de lado-. Debió decirme que vendríamos a nadar, me habría traído mi equipo de buceo.
  6. Estaba ensimismado, cautivo en su búsqueda de los ingredientes que requería para un brebaje que seguramente no llegaría a preparar, hasta que todo a su alrededor sufrió cambios notables. No estaba solo, en definitiva, y en cierta medida se sintió responsable por aquel incidente. -¿Pero qué... ? -inquirió, pero ya era bastante tarde como para cuestionar lo que veían sus ojos. Allá a donde alcanzaba su rango de visión, una serie de plantas frondosas parecían retorcerse como si les hubiesen echado algún fertilizante que no correspondía. Reconocía el chillido, porque era inconfundible, y comenzaba a desonrientarlo. Sostuvo la varita de nogal negro en alto, iluminándola gracias a un Lumos que surgió de entre el barullo de las mandrágoras. -No, no, no. Esto está mal. ¿La maté? Bueno, podría decir que fueron las mandrágoras. Con el fragmento de madera, iluminó el cuerpo de una joven razonablemente alta, de cuyos rasgos resaltaba el color de su cabellera. A juzgar por cómo se encontraba, seguro se debía al llanto de aquellas plantas. Black Lestrange no era un experto, desde luego, así que tuvo que improvisar; lanzó un encantamiento silenciador, aunque eso no evitó que sus oídos sufrieran, y se las arregló para sepultar las caras de las mandrágoras bajo una capa de tierra que convocó de un par de costales. -Vamos, ¿qué podría hacer? Mejor la hago volver en sí, que son capaces de culparme de haberle hecho esto. -dirigió su varita hacia la Macnair, susurrando el hechizo revitalizador-. ¡Enervate! La joven comenzó a dar signos de volver en sí, aunque seguro tendría alguna secuela del incidente. Y no sería raro, dada la cercanía a los chillidos. -Lo siento por eso. Creo que ahí está la razón por la que preferiría tener tentácula venenosa a una mandrágora en casa. Mentalmente, se preparaba para cualquier tipo de reacción por parte de su interlocutora. @
  7. [jusfify]Las gotas de lluvia rebotaban en sus hombros, gracias a un encantamiento impermeabilizante. Era una tarde como cualquier otra en la capital británica, a pesar de que el pronóstico del día auguraba una tormenta sin procedentes. Black Lestrange cruzaba el Callejón Diagón con una tranquilidad poco característica de él, pues normalmente la sensación de que era observado lo mantenía alerta. No buscaba un negocio en particular. Al menos, no hasta que la vista de una edificación que parecía unirse con una estructura de amplios ventanales. -Un momento.-se detuvo cuando ya iba varios metros adelante. Dio marcha atrás, inclinando la cabeza en torno al local-. ¿Por qué me parece extrañamente conocido? Sus recuerdos lo llevaron a los invernaderos en Hogwarts, dominios de Pomona Sprout. Sí bien, el tuvo la oportunidad de cursar solamente el séptimo curso en el famoso Colegio, nunca se especializó en la herbología. Aunque sí era conocedor de la aplicación que tenía en las pociones. Quizá eso fue lo que lo hizo ingresar a la herboristería. -¿Alguien en casa? ... Espero que sí, porque allanar la propiedad privada está tornándose un poco aburrido. La estancia parecía vacía, pero los estantes, abarrotados de frascos con ingredientes para elaborar los míticos brebajes, amortiguaron el eco que produjo su voz. Aquello le dio cierta tranquilidad; era entendible, con la situación actual, muchos negocios habían sido cerrados o pasaban por convenientes etapas de remodelación. «Raíz de ortiga, un poco de mandrágora. Quizá hasta me lleve una muestra de acónito» Su atención fue capturada por la mesa giratoria que se situaba a mitad de la habitación. El exhibidor ofrecía una rápida referencia para los compradores, facilitando su búsqueda. Comenzó a darle vuelta, prestando ojos a las etiquetas de los contenedores, en busca de los ingredientes que tenía en mente. De momento, no se adentraría al vivero, cuyo olor estaba impreso con cierta nota de atracción, como la de los insectos a la planta carnívora. [/justify] @
  8. Tras el partido, Gales v Grecia La multitud vitoreaba el triunfo de los galeses sobre la escuadra griega; la tribuna lucía la magnífica bandera adornada con el mítico dragón rojo, mientras que los mediterráneos se retiraban a sus carpas. Se imaginaba a sí mismo con los de Cardiff, entonando sus coros y lanzando puñados de oro Leprechaun. Pero la realidad era otra. El vozarrón que daba fin al encuentro, fue lo que lo sacó del bizarro sueño. -¿Ganaron? -levantó la cabeza de la almohada, y casi se va de bruces intentando encontrar sus gafas. Prestó oído al barullo en el estadio, a varios metros de distancia-. Ah, ya han terminado. Huyó de la hamaca en cuestión de segundos. Normalmente, dormía pocas horas. Pero el famoso jetlag le estaba afectando más de lo que imaginaba; regresaba a Massachusset, su estado natal, después de años, por lo que había querido hacerlo en uno de esos transportes poco ortodoxos, que los no magos llamaban aviones. Mala idea, desde luego. -¿Cómo le estará yendo a los demás equipos? Abandonó la carpa de los Black Lestrange, para dirigirse hacia el estado, como pez nadando a contracorriente. Hacía buen clima, pero había optado por colocarse la bufanda de la escuadra norteamericana, a juego con un sombrero igualmente colorido, contrastando con su habitual túnica que emulaba el firmamento nocturno. Por el camino pasó por la carpa de comida, así como algunas correspondientes a la prensa, como la de Publick Ocurrences, periódico en el que laboraba un viejo amigo de la familia. Había querido evadir los alimentos y otras distracciones, porque le interesaban los encuentros para cuartos de final, para poder despertarse a tiempo. -Los mejores ocho, ¿eh? A ver... ¡Enfrentarán a Gales! Menudo encuentro, ojalá no se les complique a los estadounidenses. Encontró las respuestas en un tabloide que parecía actualizarse con lo se resultados más recientes. Y ése, como muchos otros que seguramente habría dispuestos a lo largo del campamento, informarían a otros desvelados, como él, de la siguiente etapa. Ya saciado su deseo de conocer el avance de su escuadra predilecta, quizá sería hora de ir a comer algo. O volver a dormir.
  9. Eobard Thawne

    Animagia

    Eobard. se despidió con una cabezada y echó a andar por Atlantic Avenue. Pretendía que la arcana recordara su nombre, así como el de los miembros de su familia que había mencionado. Evidentemente no lo haría con un pobre intento de transformación, ni diciéndole su nombre. Se percató que aún lucía como un vago, aunque no más que de costumbre. Encontró su varita en uno de los varios bolsillos de su maltrecho atuendo y, al no ser tan versado en las transformaciones, se las arregló para convertirlo en unos pantalones cortos y una playera con diseños hawaianos. No lo que tenía en mente, pero así pasaría como un turista con pésimo sentido de la moda. A ver, si Faneuil Hall está hacia el norte, entonces la línea azul no debe estar tan cerca conforme recorría las rústicas calles bostonianas, iba desbloqueando recuerdos . La estación de Aquarium sería la más cercana. Gracioso, uno podría pensar que habría criaturas marinas. Una vez que divisó la abstracta entrada a la estación de metro y hubo ingresado a la misma, causando una ligera falla en el torniquete, se encontró con el andén un tanto abarrotado. Debía ser la hora del día, considerando que la zona tenía varios puntos de interés como la casa de Paul Revere u Old North Church. Convivir con la misma especie. Ojalá tenga suerte en esta estación, aunque no me molestaría realizar un recorrido por toda la red de transporte. Se fijó en el suelo, a ver si lograba divisar algún indicio de la presencia de reptiles. Al inicio no tuvo suerte, y se planteó abordar un tren para continuar a la siguiente, hasta que lo vio. Una pequeña salamandra en el lugar menos esperado. Se arrastraba entre los zapatos de turistas y locales, quienes sólo separaban la mirada de sus celulares ante la llegada de un nuevo tren. El animal desapareció de la vista al alcanzar la escalera de servicio. El problema no sólo era llegar hasta ahí y colarse sin levantar sospechas, pues cada pocos minutos arribaba un nuevo vagón, causando una serie de eventos desafortunados entre los que querían abordar y los que bajaban en aquella estación. Así, aprovechó el descontrol, fingiendo ser empujado hacia el acceso para el personal de mantenimiento, para iniciar su travesía. Intentemos de nuevo, al menos ahora la arcana no podrá ver si me tropiezo. se dijo a sí mismo, alumbrándose con las linternas dispuestas cada ciertos metros. La penumbra parcial resultaba útil . Concéntrate, Eobard. Seguro se equivocaba en que Suluk no se enteraría de su segundo intento de convertirse en aquel animal. Resopló, un tanto abrumado por el incremento de temperatura conforme se iba adentrando en el túnel. Se enfocó en sus sensaciones; era bien sabido que los reptiles toleraban ese tipo de ambiente, así que le ayudaría. Volvía a experimentar la sensación de resequedad en su piel. La distancia que cubría con sus pasos se vio reducida notablemente, hecho que notó cuando abrió los ojos. Su cabeza estaba a nivel de suelo, pudiendo observar las rocas a nivel de suelo. Y no sólo eso, su visión era mucho más amplia que en su forma humana. Más aún, se percató que no era el único ahí, pues otras especies, como lagartijas y algunas pequeñas serpientes pasaban a su lado sin reacción aparente. «Ah, genial, parece que la ropa no se transforma. Ojalá Suluk la vea de camino aquí» Se miró las extremidades escamadas, que parecían adoptar los tonos oscuros del concreto, para ocultarlo de los ojos curiosos. Acompañó a sus similares reptiles a un hueco que finalmente desembocó en una especie de covacha. Juzgando por la afluencia de esos animales, era como su refugio, lejos de los inconscientes humanos. «Eso explica la comitiva de bienvenida. Hasta diría que medio zoológico está aquí», pensó, mientras se acercaba al punto de reunión. «Se organizan, quizá mejor que aquellos sobre sus cabezas». Intentó establecer una conexión con los presentes, así fueran distintos de su forma animal, los unían ciertas características. Notaba cierto resentimiento hacia el trato humano, pero también esperanzas de que aprendieran a respetar al reino animal y vegetal. Una de las serpientes ahí, una falsa coralillo, aparentaba ser aquella que deseaba atacar a las personas. Aquello lo desconcentró unos momentos. Lo suficiente, para que su transformación intentará revertirse, haciendo que su piel se decolorara al tono níveo que era habitual en el castaño. Pensó que nadie lo notaría, pero fue evidente. En menos de cinco segundos, ya le rodeaban variopintas especies, mirándole con desconfianza.
  10. «¿Quieres pagarnos quince mil por un muggle especializado en geología? Con semejante avaricia, sólo conseguirás que te maten.» -Ni siquiera es para mí; planeaba enviarlo como regalo un amigo. -ladeó la cabeza hacia la izquierda, mirando al vendedor, de mediana edad y bigote de manillar, por encima de las gafas-. Le pagaría lo necesario, si fuera con mi dinero. Pero como sólo soy el intermediario, pues...Hay restricciones. Black Lestrange ni siquiera se esforzó en regatear, porque sabía que era un caso perdido. Igual que Nash Wells, quién le había pedido que fuera allí a ver qué se cocinaba. Había entrado sin problema a la bodega en la que tenía lugar la venta de no mágicos; la metamorfomagia y el uso de la maldición imperius eran herramientas bastante útiles, aunque su apariencia fue lo bastante sombría como para que lo dejaran pasar. «¿Por qué les gustan tanto los depósitos para hacer ventas? Aunque la acústica es buena, debo admitirlo». Decidió rondar entre los distintos espacios en los que la oferta y la demanda variaban cada ciertos minutos. Irónicamente, se sentía como la famosa bolsa de valores no mágica. Tan lejos de Wall Street. No tuvo más remedio que acercarse a un pequeño módulo que ofrecía bebidas de dudosa procedencia, porque no puede haber transacciones ilícitas sin alimentos. -Me encantaría probar el peor brebaje que tengan. De otro modo, no sé cómo voy a sobrevivir otros diez minutos aquí. Colocó las finas hebras de la cabellera platinada detrás de la oreja izquierda. Debía admitir que ese tono no le favorecía, pero tampoco iba a ponerse a mutar en medio del gentío; suficiente era lucir lentes oscuros en interiores. Hasta parecía que lo hacía a propósito, pues no llevaba el rostro cubierto. Activó el anillo de escucha con disimulo, buscando conversaciones sin la debida protección. Pero más que el murmullo, su atención la captó un destello que iluminó temporalmente la estancia. Un embrujo punzante, que seguramente terminaría en la cara de otra persona. -Ugh, prepárense para los problemas. -susurró, girando los ojos hacia su pierna derecha, donde su varita estaba contenida en un compartimento del disfraz cambiante. Justo a tiempo, tomaba el caballito con el veneno que había pedido.
  11. ¡Hola! Paso a solicitar la baja del bando. Creo que sería todo Gracias de antemano a quien la realice. ¡Nos vemos!
  12. Eobard Thawne

    Animagia

    Eobard aprovechó el lapsus para servirse un té de lavanda. Se sentía agradecido con la hospitalidad de la arcana, equiparable al de Amara, pero a la vez, desafiante. El solo resumen de la experiencia que habían tenido las dos cabezas familiares en aquella habilidad, casi hacen que el castaño se atragante con el humeante brebaje. Los recuerda, qué halago. Y sí, cada miembro recibe un zorro, es nuestro emblema familiar. Aunque dudo mucho que sea el animal en el que me convertiré, si es que lo logro, claro. Se sentía cómodo discutiendo las condiciones de la animagia con la mayor experta sobre el tema, a pesar de la inconsciente presión que quizá sentiría si no lograba volverse animago como la familia. Ya estaba acostumbrado a salirse de los estándares de los Black Lestrange en Europa; cambiar su aspecto a un ser distinto del emblema no sería tan diferente. Ojalá que no sea un pulpo. Odiaría el lugar que tengo en mente. indicó con cierta ironía, dirigiéndose hacia el portal. Una magia que llevaba tiempo utilizando . Espero le agrade el clima del norte, arcana. Lo mejor será encontrar un punto medio. Pensó en su pasado. El estado que le vio nacer, mientras del otro lado, un país entero pronto se sumiría en otra guerra mágica. Concentró sus recuerdos a la par que accedía al portal, por lo que, cuando puso un pie del otro lado y éste se hubo cerrado tras de sí, se encontraron en la idílica bahía bostoniana. Se tomó un par de segundos para respirar el ambiente marítimo que provenía de las aguas que rodeaban gran parte de la urbe. ¿Sabe, Arcana? Nací en esta ciudad, pero jamás viví aquí. Me hubiese gustado. Tiene un...no sé, bastante distinto de otros lugares en los que he estado, Londres incluida. Consciente de que la presencia de no mágicos quizá dificultaría su proceso de transformación, le pidió a Suluk que le acompañara a uno de los varios parques que rodeaban el puerto. Aún con la variedad de áreas verdes, siempre había uno o dos que se quedaban vacíos. Bien podría usar los poderes de los libros de hechizos, pero aquello merecía hacerse como era debido. Ya en un sitio medio oculto, entre los bancos de roca y un frondoso abedul, que se reanudó el desarrollo de la clase. En uno mismo hay dos naturalezas en constante conflicto, supongo que aplica a lo que dice de los instintos. -sugirió Black Lestrange, apoyándose en el tronco del árbol mientras recordaba cierta novela de un sujeto que se transformaba en otro . ¿Por qué lo primitivo es tan tentador? Hace unos años, presencié varios animagos cediendo. Algo bizarro, a menos que les gustara la idea de quedarse en su forma animal. No pretendía despreciar la capacidad de adoptar una forma distinta a la humana, sino examinar las posibles situaciones que podría conllevar esto. Pigmentos negros en lienzo blanco, que daban como resultado algo gris. Intentó vaciar su mente, acción que siempre consideraba una gran hazaña. Le había funcionado con la metamorfomagia, así que quizá no era tan mala idea. Se dejó llevar por las sensaciones que le rodeaban. El olor a humedad, pues Boston era un estado habitualmente lluvioso, aunque quizá no tanto como Nueva York; la vegetación que ofrecía un escondite a quien lo requiriera, y hasta en los seres que moraban allí. Entre las raíces y la tierra, las ramas y las hojas. Cerró los ojos a medio proceso, pues quería contemplar la reacción de la arcana, si la había, a su intento. No se vaya a reír tanto. Inhaló con tranquilidad antes de dejarse llevar por la sensación de conexión con el medio. Una vez que expulsó la bocanada de aire, notó el primer cambio: lograba ver todo a su alrededor, como si la profundidad de su visión se hubiera ampliado, permitiéndole observar casi hasta sus espaldas. O es lo que percibía, pues no había abierto los párpados. También experimentó una especie de reacción viscosa en su boca. Como si la saliva se hubiese vuelto densa. Movió su lengua, pero parecía más larga y delgada. De pronto, sentía un gran apetito por los insectos que vivían en aquel parque. Abrió los ojos de golpe, y prácticamente se fue de espaldas al perder el equilibrio. Lo vio todo, ¿no? inquirió, apoyándose en sus codos para quedar como si estuviera sentado sobre el concreto. Se acomodó los lentes . Considerando que me han dado ganas de comerme un escarabajo, creo que podemos descartar al zorro de la lista. ¿Es capaz de ver en qué animal se transforman sus alumnos, antes de que ellos lo sepan?
  13. Eobard Thawne

    Animagia

    Un veneno. Un maldito veneno. La arcana de Animagia acertaba casi como por suerte en sus suposiciones. Se sentía avergonzado, no por fallar en distinguir un fruto envenenado, o por no actuar inmediatamente para elaborar un antídoto; no le agradaba para nada el quedar como un simple mortal ante los Arcanos, seres a los que guardaba un profundo respeto, un valor del que pocas veces solía hacer gala. No podía hacer mucho con el ser mortal. Tras sortear la debilidad posterior a la curación de su envenenamiento, se las arregló para incorporarse y reposar en el borde de la cama, frente a frente con Suluk. -Creí que el aspecto desaliñado era una coartada aceptable. Una disculpa, lo consideraré para la siguiente ocasión. Sostuvo su cabeza con ambas manos, como si quisiera masajear su mandíbula. Gracias a su metamorfomagia, dejó atrás la devastación facial que exhibía, dando paso a la piel exfoliada y desprovista de barba que no usaba desde hacía años, además del cabello castaño con mechones rubios que lo caracterizaba. Volvía a ser Eobard. -Así está mejor, supongo. -encontró las gafas que buscaba antes de colapsar, colocándoselas al fin. -Quizá otros Black Lestrange fueron más sutiles con su llegada, pero yo siempre he sido el raro. Y el extranjero. Le dedicó a la arcana una fugaz sonrisa, en pos de demostrar que la travesía recorrida hasta ese punto tenía un propósito. No iba a intentar ponerse de pie en ese momento, se sentía cómodo ahí sentado en el borde del colchón, como si aquello se tratara de una conversación casual. Con aquella iluminación tan lúgubre, era imposible distinguir las reacciones de Suluk, o quizá cerciorarse de que ella era quien creía que era. Un salto de fe, pues él tampoco era alguien en quien se confiaría de inmediato. -No pretendo quitarle mucho tiempo, arcana. No a propósito, al menos. Pero imagino que debe ser cansado, ¿no? Después de tantos años. Hasta podría decir que me vuelvo un alumno predecible al cuestionar todo esto. Colocó la pierna derecha sobre la izquierda, sosteniéndola con su mano, y se inclinó ligeramente hacia su interlocutora. En ese momento, la curiosidad sobre la experiencia que habían tenido Jock, Mía y Aries con la Animagia le hizo preguntarse si estaría a la altura de su propia familia. Le enorgullecía ser metamorfomago como ellos, pero esto era distinto. -Vengo a experimentar todo lo que conlleva el ser un animago. -puntualizó a la par que un cosquilleo se originaba desde el cuello y lo recorría hasta la punta de los dedos. -No tengo antecedentes, claramente; jamás he intentado transformarme una mano, ya no digamos, visiones o sueños donde me visualizo con forma animal. La sensación eléctrica fue suficiente para que se estremeciera. No por miedo o frío, sino por la expectativa. -Además, tengo entendido que un animago, a diferencia de un metamorfomago, no necesariamente lo es de nacimiento, ¿no?
  14. Eobard Thawne

    Animagia

    El retiro le había sentado bastante bien. Irónico, pues su edad no era tan avanzada, y aún más, podía ocultarla gracias a cierta característica mágica y, a su vez, genética. Se encontró a sí mismo en una especie de exilio autoimpuesto, retornando a la civilización sólo cuando era requerido, o cuando le encontraban, siendo más preciso. Su patria norteamericana lo recibió con los brazos abiertos, aunque con discreción. Y aquella aparente estabilidad no duró mucho, desquiciándole la cotidianidad. Dicha travesía lo llevó a Mahoutokoro, en el lejano Este, de las pocas escuelas cuya ubicación no había sido relevada a los no mágicos. De acuerdo a los rumores, ahí se habían establecido los Arcanos, aquellos míticos seres que muy a menudo estaban en desacuerdo con los Uzza. No obstante, sólo conocía a uno de ellos hasta el momento. ¿Cómo estará Amara? Si es que me recuerda, claro. Ha pasado tanto tiempo desde entonces. Ingresó a las instalaciones sin problema alguno, aunque su atuendo distaba de ser el de un estudiante; las botas de cuero aún tenían un poco de nieve de la última locación, y el cabello atado a juego con la barba de varios días, le daban el aspecto de un ermitaño. Supuso que, como en la Universidad, las viviendas de dichos seres estaban repartidas a lo largo de los terrenos, por lo que se aventuró a buscarla. Pero no era a la experta en Metamorfomagia, a quien el Black Lestrange quería consultar. Suluk Akku, Arcana de Animagia. se dijo a sí mismo, cruzando los bellos jardines, aparentemente sin rumbo fijo. Ojalá esto sea buena idea. De lo contrario, bueno, ya es tarde para regresar. Temía que su intriga ocasionara que un ser de tal magnitud perdiera su tiempo, pero lo que lo traía ahí era más que mera curiosidad. Intentó recordar las señas particulares de las que le habló su familia, la vivienda y más o menos, cómo lucía Suluk. Con el sonido del río próximo, se dejó llevar por sus propias pisadas, y hasta se llevó un racimo de moras como aperitivo. Por fin la encontró, y se habría pasado de largo, de no ser porque toda el área que abarcaba la vivienda experimentaba un invierno perpetuo. Le habían dicho que la arcana gustaba de aquella época del año, pero podrían ser detalles para despistar. Lo que llamaba su atención, era la extraña antena que coronaba la variante cuadrada del iglú; al punto, de que se llevó el puñado de moras a la boca, sin preocuparse de si eran venenosas o no. Su fortaleza física flaqueaba, y podía notarlo a cada paso que daba. Hasta la vista parecía fallarle, más que de costumbre. Hurgó el el bolsillo superior del abrigo para buscar sus gafas, pero ya habia recorrido gran parte del trecho, alcanzando la puerta de entrada para apoyar el brazo libre. ¿Acaso será mi primera prueba? Recorrí bastantes kilómetros a pie, por el puro gusto, no planeo morir. No hoy, a menos que la arcana lo considere necesario. Llamó a la puerta utilizando sus nudillos, pues quedaban lejos los días en que allanara la propiedad privada de alguien por el simple hecho de tener la capacidad de hacerlo. Quedaba esperar a que Suluk estuviera en casa. Más preocupante todavía, que lo recibiera.
  15. Jonah Wright España v Liechtenstein El estómago le gruñó, indicándole que se diera prisa en su búsqueda de alimento. Se coló a una carpa bastante concurrida, en la que había diversos stands con comida típica de cada país. El de México estaba bastante concurrido, así que no pudo resistirse y se acercó a hacer su pedido. -¿Tendrá tacos? -inquirió, dirigiéndose a la tendera, aunque casi estaba seguro de la respuesta. Se adelantó a ésta. -Una orden de pastor y tres de suadero, por favor. Empuñando su varita, hizo levitar ambos platos a su lado, arremangándose la camisa azul mientras salía de la carpa de comida. El siguiente partido que debía cubrir, era el de la selección española enfrentándose a la escuadra de Liechtenstein. Había expectativa, dado que los españoles jugaban bastante bien, pero aquel mundial estaba resultando en varias sorpresas. -¿A qué te refieres con qué no estoy en la lista? Por Odín, parece que tengo la placa de adorno. Blandía la mitad del taco de suadero frente al personal que brindaba acceso a uno de los palcos V.I.P., a los cuales tenía acceso gracias a su pase de prensa. El tipo, que al parecer había olvidado sus lentes, entrecerró los ojos para poder leer la identificación, concediéndole el acceso casi a regañadientes. -Qué raro, habría esperado más audiencia en estos sitios exclusivos. -comentó, una vez que se aproximó al reducido grupo compuesto por la joven de piel canela y los dos chicos que parecían ser parientes. -Parece que el Quidditch ya no vende tanto como antes. Finalmente depositó los platos con sus alimentos a ambos lados de la butaca que decidió tomar como suya, a falta de gente que la ocupara. Sentía que hacía un mal tercio, o cuarteto, en todo caso. Se incorporó sobre el asiento, dirigiéndose de nueva cuenta a los jóvenes. -Me disculpo. Jonah Wright, del Publick Ocurrences de Boston. En teoría debo hacer una nota de este encuentro así que, cuéntenme, ¿quién creen que gane, tienen algún favorito? Evidentemente no tenía la vuelapluma o el bloc a mano. Igual y hasta lo mandaban al cuerno (?), pero fuera como fuera, haría una pequeña inclusión de la respuesta del público ante los encuentros. @ @
  16. Eobard Thawne

    Inscripciones

    ID: 121079 Habilidad: Animagia - Camaleón de Parson Nº de conocimientos que se poseen: 10 Link a la Bóveda: http://www.harrylatino.org/topic/110224-boveda-de-eobard-thawne/ Link a la Ficha: http://www.harrylatino.org/topic/110221-ficha-de-eobard-a-black-lestrange/
  17. Jonah Wright Concord, Massachusetts «Dado que Piper está ocupada en Europa, te hemos seleccionado para que hagas la cobertura del Mundial de Quidditch este año. Para mayor facilidad, fuiste autorizado con un pase de prensa. Sin excusas, que te diviertas.»[/right] Releyó la nota del editor en jefe un par de veces, antes de depositarla sobre el escritorio, donde reposaba la placa con su nombre y el periódico mágico al que pertenecía, el Publick Occurences, nombre que tomaba de su antepasado, fundado en la época colonial de Norteamérica. -Claro, envía a tu corresponsal de sociedad, mientras la experta en deportes le sigue el paso al nuevo ministro de Magia en Inglaterra. -repusó el muchacho, ajustando el moño de lunares alrededor del cuello de la camisa. -Una copa de quidditch, ¿qué podría salir mal? Reuniendo toda su indumentaria para realizar la cobertura del magno evento, Wright partió de su hogar, apareciéndose varios kilómetros al noroeste, en Salem. Consiguió el acceso a la tribuna de reporteros, donde coincidió con varios de sus colegas, provenientes de distintos puntos del globo. Allí, acomodado en su asiento, bloc y vuelapluma listos, presenció el encuentro inaugural, así como el de Alemania-México, éste último siendo su segundo predilecto, después de la escuadra norteamericana. «Estados Unidos no decepciona en inauguración de la Copa Mundial», «Alemania sorprende y derrota a México en el último momento» eran algunas de las notas que podían leerse en la hoja. Otros partidos estaban programados para el día de mañana, así que se retiró a la carpa designada para el equipo del diario mágico de Boston, que en ese momento sólo estaba compuesto por él mismo. -Más y más partidos, pero aún ningún incidente como el del mundial del noventa y cuatro. -mencionó el pelirrojo a la par que paseaba entre las carpas, con intención de encontrar algo de comida. -Quizá eso le agregue sabor al evento. Esto va a ser interesante. Con la llegada de un nuevo día, la emoción de los siguientes partidos a disputar se acrecentaba, hecho que podía percibirse en las tiendas, que generaban tal bullicio, que seguramente se escuchaba hasta Sanctuary. Hacía mucho que no veía una celebración tan vívida, quizá se había encadenado demasiado tiempo a sus reportajes mundanos en la región.
  18. Apenas escuchó el chasquido, una media sonrisa se trazó en sus facciones, ocasionando que unas ligeras arrugas se formaran en su mejilla derecha. No era precisamente alguien expresivo, ni siquiera con su círculo más cercano. Debía admitirlo, estaba un tanto sorprendido de que su invitada acudiera, no por las trivialidades de la guerra, sino porque, realmente había pasado bastante tiempo. Un poco, sí...Últimamente, como seguramente habrás visto, no hay mucho movimiento en las calles. Esperó a que la Macnair se hubiese instalado, para poder continuar con la conversación. La percibía, en términos generales, igual que en su último encuentro. Había algo más, sin duda, y seguramente lo atribuía a las razones que obligaban a la hechicera a tomar continuas ausencias. Se inclinó con tranquilidad para recargar el costado derecho sobre el borde de la barra. Veo que Horace no tuvo problema en localizarte. Digo, sé que mi compañía no es, mucho menos, la más agradable, así que asumiré que vienes a jugar una partida de póker. rió por lo bajo, señalando con una cabezada las mesas de apuestas que se extendían a lo largo y ancho de la estancia. Ojalá te agraden las remodelaciones. Extrajo la varita de nogal negro de uno de los bolsillos del disfraz cambiante, esparciendo bocanadas de aquel humo que generaba su vestimenta en el proceso. Bastó un seco movimiento para convocar un par de copas, aquellas que habían sobrevivido al abandono, y una serie de botellas con bebidas variadas. Aquello parecía ser una recreación de la primera ocasión en que coincidieron, un evento que puso en marcha otros más en la línea temporal, como un efecto domino. Bebidas mundanas, como él mismo. Dirigió su mano en torno a ellas, como invitando a la castaña a elegir el veneno que verterían por sus gargantas. Tristemente, no me beneficio mucho de la guerra. El aspecto ruinoso mantiene alejado hasta al más curioso, sí. pasó una mano por su cabellera, mientras ésta adoptaba una tonalidad más grisácea, a juego con sus globos oculares, derivada de su metamorfomagia. ¿Qué opinas, ya se me ve suficiente edad como para pedir mi jubilación y retirarme a Nueva Orleans? @@Juliette Macnair
  19. Harrison Nash Wells Desde su retiro temporal de las expediciones, dada la fragilidad de su actual condición física, Nash Wells rara vez se había encontrado en sitios que no fueran conocidos para él. Pero, en aquella ocasión, atraído por el rumor de que encontraría algún artefacto interesante, o eso le habían prometido. Evidentemente, no esperó tener que batirse a duelo. Vamos, ni siquiera iba vestido para tal ocasión, con una especie de traje sintético ajustado a su esquelético cuerpo, con un solo compartimento para la varita. Ni que decir de su calzado, pues iba descalzo; le encantaba sentir la tierra entre sus dedos. El haz de luz le había surgido como por instinto. No entendí a que se debía, hasta que por fin, después de un rato caminando por el sendero de roca, se encontró con su adversario. El material de la máscara, más que el diseño, le sugirió a Wells que era un mortífago, puesto que él también había usado indumentaria así en su tiempo. Llevaba la varita en mano izquierda, pero su reacción fue por mucho, lenta. Un veneno incoloro que se esparcía por sus vías respiratorias. No le quedó más remedio que conjurar un Anapneo de forma no verbal, para liberarse de aquella afección. Había recibido un daño considerable, pero aún podía mantenerse de pie. Interesante forma de comenzar un combate. Más aún, con mi edad, habría sido una muerte indolora. Ladeó la cabeza ligeramente hacia la izquierda, asintiendo un instante después, a modo de saludo. No conocía a su rival, ni mucho menos. Pero quizá ese duelo serviría como carta de presentación para ambas partes. Dirigió el fragmento de nogal negro hacia Demian, pensando en su siguiente movimiento. ¡Maldición! recitó sin mover los labios o producir sonido alguno. Aquello evitaría que el siguiente hechizo del mortífago derivará en una versión graciosa del mismo, impidiendo que resultara letal para el magigeólogo. @ PV: 70 PP: 7
  20. Qué tanto podría afectar la inestabilidad social y política, derivada del levantamiento del Estatuto Internacional del Secreto, no era la pregunta correcta. En cambio, era de interés saber cuánto tiempo soportarían las estructuras que antaño hospedaban y proveían de servicios a la comunidad mágica. ¿Lograrían ser autosuficientes sin que les conjuraran magia constantemente? Cuestiones de ese tipo, se formulaba el Black Lestrange mientras escalaba los peldaños para plantarse frente al acceso principal. -Muy bonito todo. -susuró con cierto deje de ironía, echando un vistazo a los leones que adornaban la escalinata; el mármol parecía ser atemporal. -Tiene la misma pinta de vertedero que lucía al momento de la...compra. Sin más, empujó la puerta giratoria de cristal, para que sus ojos dieran crédito del descuido. La recepción, naturalmente, desierta; seguro sus empleados permanecían ocultos. La i,uminacion lúgubre, aunado a la fina capa de polvo que cubría los cojines de los días, reforzaban la imagen del recibidor de un hotel en desuso. -¡Horace! Preséntate ante la señorita Juliette Macnair, supongo que la recordarás. Extiende una atenta invitación mía de asistir al Casino, o lo que queda de éste, por los viejos tiempos. El elfo doméstico, así como apareció ante el llamado de su amo, salió despedido a buscar a la persona a quien le había encargado. Eobard confiaba en que apareciera, sobre todo porque el aspecto de mala muerte del local, parecía ser el tipo de lugares que ambos habían frecuentado en el pasado. Se deslizó cual reptil hacia el fondo de la primera planta, donde antes se celebraban variadas partidas. La cava que cubría gran parte de la estancia lucía intacta, pero faltaba ver que así fuera. Aguardó allí, recargado de espaldas a la barra, mientras el humo platinado que despedía su disfraz cambiante, colocado encima de la ropa de muggle que utilizaba para despistar al ojo poco entrenado, disimulaba su atuendo descuidado. Un chasqueo de su lengua generó un eco, cuya propagación fue casi perfecta debido al relativo silencio que reinaba en el local. @@Juliette Macnair
  21. Cuidado de Criaturas Mágicas - Junio 2020 Aprobados Zoella Triviani Reprobados Jank Dayne
  22. ID: 121079 Libro de Hechizos: Libro del Caos Justificante de compra del Libro (Link al post del Concilio de la bóveda trastero): http://www.harrylatino.org/topic/111034-boveda-trastero-de-joseph-r-black-lestrange/?p=5351290 Link a la Bóveda: http://www.harrylatino.org/topic/110224-boveda-de-eobard-thawne/ Link a la Ficha: http://www.harrylatino.org/topic/110221-ficha-de-eobard-a-black-lestrange/ Cambié de parecer, mejor lo llevo el mes entrante o cuando tenga la motivación xDD
  23. Silbó nuevamente para llamar a su snidget, atrapando la réplica de la snitch dorada al vuelo. Mientras la introdujo nuevamente en su bolsillo, notó la emoción que externaban su alumna respecto al tema de la caza de dichas criaturas. Muy a menudo se sentía igual, pues poco era el progreso hecho para la preservación. -Ah, sí, justamente los tritones de doble cola son lo que llamaría otra de las maravillas de la genética mágica. Bicéfalos, como bien dices, adoptan esta forma al nacer. Diría incluso que son bipolares, pues ambas cabezas son independientes entre sí. Había sostenido la varita de nogal negro entre las falanges desde la defensa del escreguto. En ese momento, golpeó su costado derecho, en un afán de recordar sí tenían ejemplares de dicha criatura. Si bien, era bastante común, y no se encontraba entre las especies amenazadas, su pequeño tamaño hacía difícil encontrarlos. -Me parece que sí tenemos un par de estos. Son anfibios, así que habitan tanto en agua como en tierra. -con un leve giro de su varita, abrió otro portal empleando el Fulgura Nox de forma no verbal. -Y en todo caso, los encontraremos en los manglares. Invitó a su alumna a que cruzara primero, aunque el agujero espacio-temporal ya era lo suficientemente grande como para que hasta tres personas caminaran a través de éste al mismo tiempo. Del otro lado, se encontraron con un suelo predominantemente fangoso, típico de las tierras al norte de Inglaterra, así como de gran parte de Norteamérica. Grandes extensiones de flora sobresalían como paredes naturales, formando un laberinto irregular. Bajo el agua, la población de algas dominaba. Estaban en lo que se consideraba la punta este de la Reserva. -Son pequeños y muy escurridizos, pero veremos si hay suerte. Divisó un par de tritoncillos. La coloración verdosa era inconfundible y el largo, que no sobrepasaría el de una regla común, permitía que se sostuviera con una sola mano. Pidió a Zoella que intentara atrapar uno, así como él hizo lo propio. Una vez que ambos tuvieron el espécimen, continuó. -A diferencia de los tritones de una sola cola, éstos no se pueden emplear en la elaboración de pociones. -señaló la cabeza trasera, desde la perspectiva de su mano. Ésta gruñó ligeramente, a diferencia de la superior, que estaba en calma. -Pueden llegar a morder, pero no se han registrado afecciones por ello. Y aunque el Ministerio no ha emitido una clasificación a la fecha, yo diría que es 2X, dada su facilidad para ser domesticada. Incluso, parece adaptar su dieta a todo tipo de algas, desde las encontradas en pantanos, hasta las que pudiera encontrar en pequeños cuerpos de agua. Liberó al suyo, que corrió a reunirse con el resto de los ejemplares que reposaban en una de las zonas libres de agua. Emitían una especie de sonido, similar al de las ranas, cuando se congregaban. -También comparten muchas características con las salamandras, pues nacen de un huevo. Quizá en un futuro logre determinarse la posibilidad de que el tritón sea monocéfalo o bicéfalo. Son muchos de los secretos de las criaturas mágicas que siguen sin resolver y, tal vez, sea mejor que se queden en suspenso. @@Zoella Triviani
  24. Hospital Hindenburg De ser apenas un puñado de personas que se devanaban los sesos para colarse a un edificio de alta seguridad, el número de interesados en asediar el hospital Hindenburg creció casi exponencialmente. El Black Lestrange, en su poca experiencia, consideraba real la posibilidad de que todos estuvieran allí para un objetivo en común, independientemente de si fueran aliados o no. -Yo consideraría que, a efectos prácticos, todos somos hostiles, agente Panda. -opinó el castaño, vislumbrando las tácticas de ataque de Elvis, así como la infiltración de la milicia privada. Acto seguido, se dirigió a Shelle. -Bueno, queríamos una distracción, ¿no? Es nuestra oportunidad de movernos. Empleó su metamorfomagia para cambiar sus rasgos faciales a los de un sujeto de mediana edad, cuyo rostro estaba curtido por cicatrices obtenidas en el campo de batalla, a juego con el corte militar que atenuaba las cañas de su cabellera. El disfraz cambiante le generó una plaquita metálica que rezaba «Nowak». -Mientras esas criaturas centran sus esfuerzos en debilitar la estructura, podemos colarnos por lo que yo llamo un acceso trasero. Con una floritura del fragmento de nogal negro, conjuró uno de los conocidos portales espacio-temporales, producto de Fulgura Nox. Para su propia sorpresa, había logrado tal concentración para que su hechizo funcionara. Se colgó la mochila entregada por Panda al hombro derecho, pareciendo más bien un general salido del campo de batalla. -A menos, claro, que se les ocurra algo mejor. -habló con un acento aún más nasal, acentuando su nueva identidad. -Quizá hayan defensas, sí, así que quizá sea buena idea ponerse las máscaras. O usar un casco burbuja. Tenían una ventaja considerable en ese momento. Con varios grupos atacando por varios flancos, las defensas estarían dispersas, quizá lo suficiente para lograr hacerse con algunos de los infantes. El portal permitía el cruce de, al menos, tres personas al mismo tiempo, y de momento, del otro lado sólo se encontrarían en el limbo, hasta que el castaño se concentrara en algún pasillo interior del edificio. Lo más seguro, es que todos los grupos eventualmente se reunieran en un solo punto.
  25. Es correcto. La personalidad es algo que ni la cruza genética de especies puede cambiar, un rasgo que también aplica para brujas y magos. concedió el castaño, pensando en las alternativas para la reproducción que tenían los no mágicos. Cuando se trata de una criatura doméstica, por otro lado, se dan casos en los que su adaptación al hogar del propietario modifica su comportamiento. Puede aplicar hasta con entes como los dragones o las aves del trueno, pero al ser de categorías superiores, no se debe olvidar el cuidado. Guardó silencio para observar la interacción de su alumna con el híbrido. Parecía haber logrado un excelente dominio del poder que le confería el anillo junto con los aprendizajes obtenidos, más aún, con una criatura que solía ser muy explosiva, y no sólo en sentido figurado, hasta con los especialistas en el manejo de esa clase de especies. Él hizo lo propio, para poder percibir un poco del sentir del escreguto. Al igual que Zoella, notaba cierta inquietud, la cual potenciaba su ya de por sí comportamiento agresivo. Hasta dónde él tenía memoria, mantenían al ejemplar en aislamiento, pero desde luego no era lo único que habitaba en aquella isla, por lo que era normal que reaccionara ante otras criaturas. Cierto...Evander, ¿quieres, por favor, verificar eso? Los clabbert también advierten cuando un no mágico se aproxima, esto a través de una especie de pústula rojiza. Irónicamente, resultaba más llamativo, así que se legisló que permanecieran ocultos. Otro animal que emite sonidos ante el peligro son los augurey, tienen varios de esos ejemplares. Y antes se les asociaba con presagios de muerte, pero pocas veces se confirmó eso. Mientras el guardabosques se retiraba, con cierta dificultad debido a la resistencia del híbrido, a comprobar lo que podría estar potenciando su reacción agresiva, Eobard sacó de su bolsillo una snitch dorada. Naturalmente, era una copia bastante fiel, dado que aquellos artículos rara vez le eran confiados a quienes no practicaban el quidditch. Tristemente, lo del snidget dorado se debió a un maltrato de la especie en el juego. Cómo verás, el parecido de la actual snitch es razonable. hizo que el artefacto aleatara, a la par que convocaba a su propio ejemplar a través de un silbido apoyado en los dedos índice y medio. Se pagaban grandes recompensas a quienes lo capturaban, llegando al punto de matarlos para cobrar premios. Ahí fue cuando madame Rabnott, a mediados del siglo XIII, se las arregló para liberar uno. El pájaro realizó un vuelo de prueba, surcando toda la orilla de la playa hasta regresar, con la réplica de la snitch haciéndole segunda. Desde luego, el ave era veloz, por lo que la esfera dorada por momentos se quedaba rezagada, evidenciando la superioridad de la criatura respecto a su reemplazo dentro del juego. Y les erigieron una reserva propia para evitar que se extinguieran, que lleva el nombre de la mujer que te mencioné, con apoyo de dependencias como el actual Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, al que también le competen asuntos como los gremios duendiles o las plagas. ¿Te interesa visitar alguna criatura más, aparte del escreguto? Se balanceó sobre sus botas, de manera ligera para evitar hundirse en la arena, mientras esperaba la respuesta de la Triviani. El Ministerio, a pesar de todas sus fallas, no había escatimado en gastos para aquel santuario, que el Black Lestrange consideraba como uno de los lugares más seguros para las criaturas mágicas, pues resultaba inmarcable. @@Zoella Triviani

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