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Eobard Thawne

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Todo lo publicado por Eobard Thawne

  1. Eobard se deleitó con la expresión de alarma de su socia. Admitía que todo el número de fingir escándalo y repulsión hacia la presencia de un cadáver en las inmediaciones del casino, podía burlar hasta al más tonto (?). Negó con la cabeza, esbozando su clásica sonrisa burlona. Tosió un poco, para recuperar la compostura. Mira, podría servir hasta de práctica de tiro. Y si alguien pregunta, es un ancestro de los Black Lestrange que sacamos del cementerio bajo autorización. No le cabía duda de que Candela estaba interesada. De otra forma, quizá le habría dado poca importancia al comentario. Estaba preparado para cualquier posible explosión que proviniera de los naipes, pero, para su suerte y la de la gitana, no sucedió. La mantícora, retratada dos veces, apareció en el centro y una de las esquinas del set. ¿Tan obvio soy? terció, dándole la vuelta a una de las cartas que se situaba a la mitad de la fila inferior. Era un occamy. Me interesa el bien común. Como no le des problemas a Sobel, tenemos un trato; quizá haga que Jack te reserve una habitación en la planta de arriba. Todo lo que puedas beber. Claro, también era una estratagema para que, si ella decidía perder la cordura, no matara a un pobre incauto que se encontraba invirtiendo su fortuna. No, no, quería mantener las apariencias tanto como fuera posible. Estaba a punto de darle un toque con la varita al naipe que creía era el par de la criatura, cuando fueron interrumpidos. Matthew había llegado, para su gran sorpresa, seguido de Isabella, quien sostenía una bandeja de plata con algunas bebidas. ¿Cómo es que las había obtenido? Maldición, han encontrado mi suministro privado del mostrador. Dedicó una mirada analítica al castaño mientras éste se acercaba a la barra donde estaban jugando. Eres bienvenido de tomar parte de este destripadero. ¿Jugar ruleta? Desde luego que sí. ¿Gastar nuestra fortuna? Eso ya lo veremos, muchacho. Un sonido como de tamborileo de dedos se escuchó sobre la superficie. La baraja comenzaba a vibrar, lista para explotar. Su distracción le había costado caro. O casi. Con un latigazo proveniente de su varita, lanzó un encantamiento hacia la carta situada del lado derecho de la mantícora central. La suerte le sonrió al encontrar la pareja del occamy. Pero eso no evitó que saliera una que otra voluta de humo del resto de los naipes. Isabella, me da gusto que hayas podido llegar. saludó a la recepcionista, levantando una mano. Cualquier incidente, sea alguien pidiendo informes, o problemas con el Vigilante en la puerta, no dudes en venir. Tras aceptar su asignación con una ligera inclinación de cabeza, la pelirroja se retiró con rapidez, y habilidad, a juzgar por el tipo de calzado que portaba. @@Matthew B. Triviani @@Candela Triviani
  2. Bueno, en vista de que Jessie no se ha pasado, vamos a darle el beneficio de la duda. @@Matthew B. Triviani, te acepto como hijo, bienvenido a la lista de sujetos de pruebas. Tú personaje tendrá que pelear por el favoritismo de Eobard con Rachel y Rhaella Aunque no hemos afinado la relación que todos comparten (?) En fin, bienvenido a la familia @@Mia Black Lestrange Sí dejó sus datos, queda confirmado en la familia (?)
  3. No pasó por alto el hecho de que la joven parecía haber elegido cuidadosamente el set de palabras que quería responder ante la ausencia de alguien con quien compartiera una conexión. Y no la culpó; su frase podía haber sido interpretada de tantas formas, que el castaño prefirió no profundizar en ello. Su concepto de relaciones interpersonales era extraño, lo admitía, aunque la chica de cabello cobrizo le parecía inspirar confianza. Es mejor así, en esto estoy de acuerdo contigo. concedió, asintiendo mientras procuraba que su mente no divagara hacia el pasado. Aunque, admiro tu interés por seguirme el paso; haré lo posible por ver que el tiempo que estás invirtiendo, valga la pena. Parecía que Evedhiel tenía un amplio conocimiento por las plantas, fueran mágicas, o no, pues reconoció el tipo de trébol que el mago le había mostrado. En cuanto el ramillete tocó con suavidad una de las yemas de sus dedos, el color malva fue reemplazado por una tonalidad azul marino. Se sentía tranquilo, aún en tan peculiar lugar, donde tenía la ligera sospecha de que eran observados. Normalmente, le habría cedido el primer turno a su acompañante para disparar, pero ya que ella insistió, había hecho lo propio para conseguir un buen puntaje. Hizo una mueca de dolor al observar como su hechizo aturdido se iba desviado; lo había dado casi todo por perdido, al punto de cubrir su rostro, rojo como tomate, con sus manos. El sonido metálico provocó que sucumbiera, cuidando de que su piel presentara la misma tonalidad nívea antes de mirar a la chica. ¿Qué decías acerca de mi suerte, hace rato? negó con la cabeza, mirando de reojo el trébol, que llevaba prendido al cuello de la playera, junto con las gafas. Se las volvió a colocar. Tú misma lo dijiste, soy un anciano, que además tiene problemas de astigmatismo. No soy el más apto para elegir el premio, por eso te lo confío a ti. Si es que lo logras. Externó una expresión de preocupación, buscando pequeños mechones de su cabello que estuvieran canos, para después echarse a reír. Una voz serena, como perteneciente a un ente etéreo, los interrumpió. Como aún conservaba la varita en la mano, por instinto volvió a apuntar hacia el campo de tiro. Los acertijos no habían sido un ámbito bastante común en su vida, aunque gustaba de dejarlos a las personas por mera diversión. Como el que había en su bóveda trastero, que encima requería trazar cierta figura. Pensó para sus adentros en qué respondiera. Eso era: Justo ahí tenía la clave. Creí que no acertaría a nada. La respuesta a tu acertijo, es el silencio. La esfinge decidió abandonar su escondite, saltando para caer a un lugar desconocido. El tabloide de la esquina superior derecha, que se había mantenido en ceros, cambió su puntaje a cien. En el otro extremo, estaba el marcador para su rival de juego, que se mantenía sin modificaciones. Al menos, hasta que un par de gotas perdidas rociaron su vestimenta. El chorro de agua le dio de lleno al grifo, que se desplomó con un graznido de enfado. Lanzó un picotazo al aire, y se retiró volando. Ahora, iban cincuenta a cien. Entendiendo que eso daba pie a que iniciara su segundo intento, pensó en un encantamiento no-verbal. De su varita, emitió un mini torbellino, que con la intención de que diera en uno de los grifos. ¿Y si lo dejamos a dos de tres? Como dije, mi puntería no es tan buena, aún sin ingerir una gota de alcohol. comentó, observando a la joven, que seguramente estaría pensando en su siguiente estrategia. @Evedhiel
  4. Hubo un momento en el que, cuando Evedhiel se sujetó de sus brazos para poder salir del desnivel, temió perder el equilibrio, lo cual hubiese resultado en ambos cayendo de vuelta a dónde habían comenzado. Pero no era momento para flaquear; se mantuvo firme, y de esa forma, ambos se encontraron en terreno estable. Asintió con suavidad, sorprendido por el método que la joven había empleado para contener a los guardias. Una vez que pasara cierto tiempo, la maldición imperius dejaría de hacer efecto. No querían que fuera tan fácil el seguirles el rastro. Para su buena suerte, estaban solos. -Es extraño. Quizá no estoy acostumbrado a compartir mis victorias, ni dejar que contribuyan a las mismas, porque ese alguien ha estado ausente los últimos veinte y algo años. -agradeció que la deplorable iluminación ocultara el rubor de sus mejillas. -Sobre aviso, no hay engaño. Alguien normal pensaría en un Juramento Inquebrantable, pero ya que aceptaste correr el riesgo... Mientras se desplazaban a través del empredrado camino, que presentaba baches cada ciertos metros, se agachó para rozar la maleza con su mano derecha. Atrapó un cuidado trébol de cinco pétalos. No era común verlos, ni siquiera en el mundo mágico. Con un movimiento de su varita, ocasionó que éste la hiciera a modo de hélice, volando hacia la ojiazul. Notó que su acompañante mantenía su nariz ligeramente arrugada, como si estuviese molesta por alguna expresión. Aún con la iluminación lunar, le era imposible verificar tal estado. Sólo esperaba que no se hubiera arrepentido de ir ahí con él. Quizá sólo te estás volviendo loco. O simplemente, tu fragancia de de almizcle con esencia de cedro es asquerosa, pensó, bajando la cabeza con discreción para confirmar si su vestimenta emitía alguna nota de la fragancia que se había traído de Aruba. Dejó atrás sus cavilaciones cuando encontraron otra fuente de luz, que por alguna razón les hizo dirigirse hacia la misma. Al menos dos hileras de locales se extendían a lo largo de una avenida, que llevaba a una rotonda donde, en otros tiempos, la gente seguro se reunía. -Se me dan bien los ataques a distancia, aunque tengo un pésimo pulso. Acompañó a Eve hasta quedar frente a la barra donde se supone que debían situarse los participantes. En lugar de figuras muggle, había pequeñas estatuillas metálicas de Criaturas Mágicas; Una hilera de Occamy, seguida de un par de esfinges, grifos, e incluso, algunos dragones, que parecían tan pesados, que quizá tomaba más de un disparo lograr derribarlos. -Reducto. - un rayo de tonalidad rojiza, salió de la punta de su varita de nogal negro. Se giró para mirar a su acompañante. -¿Qué habrá para el vencedor? O vencedora. Esbozó una sonrisa ante la posibilidad de que ambos estuvieran parejos en cuanto a su habilidad con la varita. Le había apuntado a uno de los dragones, por lo que quedaba ver si tenía éxito en lograr derribarlo. @@Evedhiel
  5. Gracias a aquel reflejo de la joven para asegurarse de que se encontraba bien, fue que logró recuperar la compostura. Agradeció mentalmente su preocupación. Resultaba curioso, sobre todo porque no todas las personas que se acababan de conocer se interesaban de esa manera. -¿Sabes? Creo que a muchos no les sorprendería que, si muero, apareciera en un lugar así. -comentó, encogiendo los hombros, como si no le importara su imagen. -Es mi tipo de establecimiento en el que iría a fisgonear a ver qué encuentro interesante. Le dedicó una sonrisa a su cómplice, quien parecía ligeramente arrepentida de haber expresado dicha idea. Ya estaban ahí, y no tenía intención de echarse para atrás. -Ser amigos es una empresa peligrosa, así que debes estar segura. No ofrezco muchos beneficios, salvo que soy un imán de líos. En retribución, lo más probable es que intente sacrificarme en lugar tuyo. Escuchó atentamente las razones por las que se encontraban ahí. Ya había tenido encuentros previos con los Nifflers, durante su carrera ministerial, por lo que sabía perfectamente cómo lidiar con ellos. Metió una mano en el bolsillo de la gabardina, y cuando la sacó, en su dedo índice izquierdo, se encontraba el anillo de amistad con las bestias, que posiblemente les serviría. -Por lo que entiendo, esas criaturas buscan cualquier cosa brillante. -razonó, siguiendo a Evedhiel tras una de las fisuras. Hizo lo propio para que su vestimenta no se rasgara. Aquel salto de confianza les había sentado bien, lo suficiente para que no replicara el que hubiese jalado su playera. -El lugar debió tener gran cantidad de premios en metálico hace años. Yo apostaría porque se encuentra en el centro, dónde curiosamente está la montaña rusa. ¿Coincidencia? Probablemente. Asomó la nariz desde el muro que los separaba del acceso principal al parque. Burlar las taquillas, era cosa fácil; pasar por los dos guardias, era otra historia. Resguardaban el descuidado recibidor principal, cuya atracción consistía en una tetera gigante, y tazas a su alrededor. -¡Imperio! Salió de su escondrijo, apuntando directamente a uno de ellos, para después dirigir su varita hacia el otro, que se descuidó ante la repentina aparición del Black Lestrange. Como al castaño se le daban ese tipo de maldiciones, no tuvo problema en subyugar a los vigilantes, quienes, con una cara de confusión, se retiraron bajo sus órdenes. -No ha estado mal. -giró sobre sus talones para indicarle a la chica que ya podía hacer acto de presencia. -Tu amistad resultaría interesante, ¿quién sabe, y en una de esas terminamos siendo cómplices en actividades poco usuales? Extendió ambos brazos como si ofreciera un sinfín de posibilidades. Sabía, por la presencia de ambos en cierta cantina, que estaban del mismo lado, o por lo menos, perseguían ciertos ideales en los que coincidían. @@Evedhiel
  6. -¿No? Por alguna razón, no me sorprendería. -concedió, haciendo una mueca de fingida tristeza. La Triviani pareció tomarse lo de la mano momificada con la seriedad que había esperado. Al igual que con el lote en el que se erigía Quick Labs, se las había arreglado para conseguir el espacio del terreno a su manera. No era como que estuviera muy orgulloso, pero al menos con ella podía hablar sin tantos tapujos. -Era un vertedero olvidado hasta por el mismísimo Ministro, he hecho lo posible por devolverlo a su antigua gloria. Y no digo que esté ni cerca, pero en fin. ¿Quieres el resto del cuerpo? Está arriba, en una tina con hielos. Había mencionado la ubicación de la persona a la que había pertenecido el lugar, con tanta tranquilidad, que uno hubiese pensado que más que una broma, comenzaba a volverse un tanto sádico. Hizo lo propio para tomarse su bebida de Ginebra, que no le dejó la garganta en ascuas cual vodka. -¡De eso estoy hablando! -dio un leve golpe con la palma sobre la madera de la barra al observar la baraja de naipes explosivos. -Técnicamente, te estoy ofreciendo bebida gratis, considéralo como una cortesía de la casa. Mientras no mates a nadie, y su sangre manche las mesas de apuestas (?), pensó, sirviendo la bebida de nueva cuenta en los dos vasitos de cristal. Con varita en mano, dio un leve latigazo para que los naipes quedarán todos boca abajo, listos para iniciar una partida nueva. Resopló, esbozando una sonrisa irónica al escuchar la apreciación que tenía Candela acerca de su jefe de seguridad. -Creo que serviría más de personal de cocina, pues le encanta digerir toda la comida que encuentra a su paso. No preguntes de dónde saco a estos fantoches, siemore busco almas dispuestas a venderle su alma a un empresario desinteresado. Se apoyó sobre sus codos, a la espera del primer movimiento de su rival. Afuera, al pie de las escaleras, un crack resonó en la elegante escalinata. Los tacones de aguja de la pelirroja hacían un ruido seco mientras ascendía para incorporarse a su lugar de trabajo. Isabella Sutherland, con una sonrisa en los labios carmesí, jugaba con la carta de pica negra. Le dedicó una inclinación de cabeza a Sobel antes de entrar. @@Candela Triviani
  7. @@Mia Black Lestrange Me temo que nos ha dejado porque le dimos miedito (?) Nah, tampoco la he visto online. Así que, como no dejó especificado si quería que fuera familia sanguínea, ni dejó sus datos de bóveda o ficha, creo que no pasa nada si no la consideramos en la actualización del árbol; sigo teniendo a Rachel y Rhaella como hijas adoptivas. Quizá se sume Matthew estos días, pero habrá que ver. Tienes mi confirmación de que Azul no es parte de los BL
  8. Aquel uso de la Aparición lo había tomado por sorpresa. Era uno de sus puntos débiles, por lo que una vez que se materializaron en la nueva ubicación, se dobló por la mitad, intentando controlar las náuseas. Quizá la sensación de que el mundo se extinguía se había acentuado por la ingesta de alcohol. Nota mental, no beber demasiado alcohol y aparecerse en intervalos de tiempo cortos, pensó, incorporándose. Descuida, estoy bien... levantó una mano para indicar a su acompañante que seguía vivo. La Aparición Conjunta me revuelve el estómago, pero sobreviviré. Enfocó la mirada para observar el lugar al que habían arribado. Ahí, la lluvia parecía haberse detenido, o había tenido lugar poco antes de alcanzar las inmediaciones de la cantina. Los restos de lo que en mejores tiempos había sido un parque de diversiones. Por un momento, se sintió de vuelta en el escenario donde le había sido reconocido su esfuerzo, pues la temática había sido similar. ¿Maic Lanp? Suena a lugar de terror. Me gusta; al menos, si morimos, dirán que fue desafiando a una de las fuerzas de la naturaleza. Decidió llegar al encuentro con Evedhiel, quien lo esperaba al pie de la taquilla, que parecía lo único funcional en aquel lugar. Bien podía adelantarse, valiéndose de su calzado veloz, e inspeccionar la zona, pero le agradaba más la sensación de peligro. Retiró las gafas de su rostro, colgando éstas del cuello de su playera. Aunque antes de adentrarnos, quisiera saber qué te orilló a traernos aquí. pasó su mano por la nuca, como si estuviera pensando. ¿Puedo llamarte Eve? Me agrada esa abreviatura, aunque no sé si a ti también. Había varios huecos en la valla en donde podían colarse sin siquiera tener que pasar por la taquilla, pero antes de precipitarse a invadir propiedad privada, quería estar seguro de que la joven de cabello cobrizo no reprocharía su decisión. Palpó el bolsillo de sus pantalones, donde aún quedaba varios galeones que no habían sido invertidos en bebida. @@Evedhiel
  9. Después de la reunión familiar (?) Sacó la cabeza del pensadero, sosteniéndola con ambas manos. Había pasado más tiempo de la cuenta analizando sus recuerdos, particularmente, aquellos que lo remitían a Nueva Orleans, en 2009. Aquellas fatídicas vacaciones eran la principal razón por la que evitaba visitar suelo americano desde hacía años. Vampiros, magia oscura, y playeras con diseños hawaianos. Debo estar volviéndome loco. Apoyó los codos sobre el lavabo de su baño personal. El rostro que le devolvía la mirada, estaba un poco más cuidado que la última ocasión. Aún con la cabellera que alcanzaba sus hombros, y la barba de varios días, seguía pareciendo un joven mago. El continuo uso de las Artes Oscuras ya no le estaba pasando factura como al inicio. Parpadeó un par de veces, analizando su atuendo; al menos no llevaba pijama como la última vez. Echó un vistazo a través de la ventana de su habitación. Los jardines parecían pacíficos, inclusive durante la tarde, cuando al sol aún le faltaban horas para ocultarse. Se colocó los lentes para apreciar mejor la vista de los terrenos familiares; el grifo, Grand Marnier, se encontraba descansando sobre sus cuatro patas a un par de metros del cementerio. No había tenido la oportunidad de convivir con la criatura desde su llegada a la casona, por lo que vio la oportunidad perfecta para hacerlo. Consiguió abrir la ventana, y tomó asiento sobre el marco de ésta. Las alturas no le causaban vértigo, aún estando en el tercer piso. Empuñando su varita, se acercó un pedazo de pergamino y una pluma de faisán. Apoyando el papel en sus piernas, comenzó a escribir. Hechizó la misiva para que se convirtiera en un avioncito de papel, que salió disparado a su destino. Como era clásico del castaño, el memorándum picaría a la persona a la que estaba dirigida hasta que decidiera abrir el mensaje. Guardó la varita en el bolsillo de los jeans azules que traía, y extrajo un peculiar objeto del mismo. Tiempo de averiguar si esta cosa en verdad es útil para caídas de más de un metro. Apoyándose del marco de la ventana, se dejó caer al césped. Como llevaba el amuleto volador en la mano, no fue un impacto directo, sino que, más bien, descendió con gran lentitud. Algo irónico, considerando que su calzado le permitía alcanzar altas velocidades. Depositó su mano izquierda sobre el césped, como apreciando el contacto con el crecimiento arbóreo. Mientras esperaba una respuesta a su invitación, se encaminó hacia dónde estaba el grifo. @@Matthew B. Triviani
  10. El Vigilante puso una cara de sorpresa al escuchar las nuevas órdenes de su empleador, como si él hubiese esperado que la próxima ocasión que la Triviani apareciera, tuviera libertad de pedirle que abandonara el local por cualquier medio posible. Sin embargo, se limitó a asentir con la cabeza, sin emitir gran cosa. Dio la espalda a la puerta, colocándose unos lentes color naranja que desentonaban con su vestimenta oscura. Debes disculparlo, a veces estos sujetos se lo toman muy en serio. comentó al alcanzar a la Triviani, quien ya había avanzado gran tramo del vestíbulo. Ese es el secreto del póker: Debes hacer trampa para ganar. Bastante cerca estuvo de abrir la botella del tinto, cuando escuchó a la gitana sugerir otro tipo de bebida. Quizá estaba ahí para beberse toda la cava (?), pero por ser ella, haría una excepción de abrir alguno de los recipientes. La condujo a lo largo de la sala, sorteando los estandartes que reposaban sobre el suelo, y se movieron con suavidad al pasar el castaño utilizando sus botas de siete leguas. Lumos. Con un ligero movimiento de su varita, iluminó la amplia hilera de lámparas de araña que recorrían la sala de partidas públicas. Todo estaba prácticamente intacto, por lo que algunas de las mesas aún tenían una cubierta de plástico, o bien, se encontraban dentro de contenedores de madera. Las barras de aperitivos, a ambos lados, por otra parte, ya estaban en total funcionamiento. Ah, estás de suerte, ya han terminado de organizar este espacio. echó a correr para deslizarse bajo la barra del ala oeste ¿Qué te parece el lugarcillo? No es la octava maravilla, pero es razonable, considerando que me costó una mano momificada, y un ojo. Dedicó una mirada a la Triviani mientras lo alcanzaba, con ambos ojos, porque sí, los conservaba (?). Colocó dos caballitos sobre la superficie de roble. Le encontró un lugar a la botella de vino añeja mientras hurgaba entre las otras bebidas, las cuales se apilaban sobre una cava con bandejas. Sustrajo la botella de contenido transparente, casi como el vodka y, valiéndose de sus dedos para abrir con mayor rapidez el envase, sirvió la misma cantidad, tres cuartos del vaso, para cada uno. Ahora que lo mencionas, tal vez debería comprar un par de naipes explosivos, así los jugadores apostarán su propia vida. @@Candela Triviani
  11. Vigilante Señorita, por favor. se cruzó de brazos, palpando la varita que llevaba prensada al pecho. Ya le he dicho que no puede acceder. Si quiere comer, tendrá que jugar. Y si quiere jugar, necesitará de algunos galeones. Vincent Sobel analizó a la recién llegada con recelo. Su vestimenta quizá no era la que esperaba, pero había algo que no le daba buena espina. De por sí, tampoco era como que su jefe inmediato fuera la persona más normal de la comunidad mágica. Tenía sus manías. Extendiendo la mano para pedirle a la gitana que continuara, dirigió una mirada hacia el lobby, confiando en que el dueño lograra ver a través del cristal. ¿En serio, sigue aquí? Usted sí que es persistente. Bien, la dejaré en manos del experimentado encargado del lugar. De mala gana, se hizo a un lado al escuchar los apresurados pasos del castaño. No estaba en sus planes el empezar su labor de jefe de seguridad con el pie izquierdo. Eobard A. Black Lestrange (?) Por fin encontró lo que necesitaba. Una polvorienta botella de vino tinto entre los cajones del mostrador. Databa de 1995. Sería un niño en ese entonces. Hizo lo que pudo para situar un par de copas. Quizá organizaría un breve brindis con el resto de sus colaboradores. Los gritos al pie de las escaleras lo obligaron a mirar hacia la puerta. ¿Pero qué demo...? Echó a correr, aún sujetando la botella en la mano izquierda. Se derrapó para lograr sortear con facilidad la puerta giratoria. Lo primero que vio, fue a Candela Triviani encarando a un malhumorado Vince, quien parecía resuelto a no permitirle el paso. ¿Había llegado ahí por casualidad, por mera socialización, o buscaba algo? Candela. saludó con una inclinación de cabeza a su socia en Quick Labs. Qué sorpresa. ¿Gustas un poco de vino? Planeaba abrirlo después, pero ya que estamos aquí. Sobel carraspeó, para hacerse notar en la conversación. Eobard giró su mirada hacia él, como intentando comprender lo que había sucedido. No le fue tan difícil, conocía a Vince casi del mismo lugar del que había sacado a Garrick. Puso la mano libre sobre el hombro del rubio, aquella ocasión lo dejaría pasar. Mantén tu posición. Si no te fías de la persona, llamas a Isabella o a mí. La señorita Triviani...Bueno, es un caso especial. (?) @@Candela Triviani
  12. ¿Qué tal? Vengo a notificar que he creado la bóveda para mi negocio, Casino Royale, para la cual he facilitado el enlace. Creo que con ello concluiría el proceso de registro de negocio, pero si llega a surgir un inconveniente, estaré atento a ello. Y, bueno, creo que eso sería todo. Por si las dudas, he llenado las dos líneas mínimas para que no se considere spam. ¡Gracias de antemano!
  13. 1.- Link del tópico de la ficha del o los dueños y links a sus respectivas bóvedas personales: Joseph R. Black Lestrange Ficha de personaje Bóveda 2.- Link del tópico de registro del negocio aprobado: Registro #111184 3.- Link del local aprobado: Local 4.- Link de las familias del o los propietarios: Black Lestrange 5.- Link de la bóveda de las familias del o los propietarios: Black Lestrange
  14. Influenciado por sus habituales visitas a Nueva Orleans, y sus travesías por el continente europeo, el joven Black Lestrange decidió adentrarse en el mundo de las apuestas y el azar. Para tal fin, adquirió un lote extenso para poder edificar ahí su próximo proyecto. Bastante distinto de Quick Labs, el local de mensajería que se encontraba bien escondido en el Londres no mágico. El Casino Royale era una empresa bastante arriesgada, sobre todo porque había optado por encargarse de las finanzas y el mantenimiento del mismo por su cuenta. Pero, el ver el lugar tomar forma, poco a poco, con las mesas de apuestas, los adornos del jardín trasero y, sobre todo, el abastecimiento de bebidas y aperitivos para mantener a sus clientes enganchados a los juegos, fue su principal motivación para continuar con el proyecto. Una majestuosa estructura de dos pisos de alto, lo suficientemente amplia que bien podría haber pasado fácilmente como un hotel muy ostentoso. La arquitectura, de estilo gótico, con pronunciadas cúpulas y esculturas de ángeles empuñando espadas en las cornisas. De igual forma, varios balcones dispuestos a lo largo de los ventanales para esparcimiento de los clientes. Las escaleras de mármol, adornadas a ambos lados por esculturas de leones a juego, le permiten a uno el alcanzar la puerta giratoria de cristal y madera de roble. Sobre ésta, se lee el nombre, grabado en una placa metálica. La primer planta del lugar sería la más concurrida, de eso estaba seguro, pues ahí se situaban la mayoría de las atracciones del negocio. Justo detrás de la elegante recepción, y el muro sobre el cual se erigía el escudo de armas que había elegido para adornar, se extendían miles de mesas hasta donde alcanzaba la vista. En ellas, los clientes podrían jugar desde una simple mano de solitario, hasta partidas más interesantes, sin límite de apuesta. No se había preocupado en demasía por el segundo nivel, que ofrecía a los visitantes un breve descanso de los juegos, o inclusive, hospedaje, en caso de que desearan quedarse más tiempo. Cada habitación contaba con los servicios elementales, y aquellas reservadas para los clientes VIP, desde luego, tenían más comodidades. Mismo caso con la zona subterránea, a la cual sólo tenían acceso ciertas personas: Aquellas que deseaban privacidad, o cuyo monto de apuesta superaba los estándares habituales. Como última parada, el amplio jardín, cuya intención era brindar a los clientes de un momento de claridad, o de reflexión para aquellos que le habían apostado todo a su escalera real, y de milagro no habían perdido la varita. Si les quedaba un galeón, podían lanzarlo a la fuente y desear la estabilidad de su economía. Se trata de un amplio espacio donde la gente puede reposar en los asientos metálicos, o bien, pasear a sus criaturas a lo largo de todo el terreno. Empleados Jack White: Mago irlandés, robusto y parcialmente calvo. Se encarga de la mayoría de los juegos y similares en las mesas de póker. De buen sentido del humor, y propenso a hacer bromas durante los descansos de las partidas. Isabella Sutherland: Recepcionista americana, encargada de la orientación de los visitantes. Comprometida con su trabajo al mil por ciento. Vincent Sobel: Jefe de vigilancia del establecimiento. Usualmente tiende a ser un poco abstraído con la gente, pero dispuesto a ayudar ante cualquier situación. Temperamento frágil. * * * * * Entonces, ¿está todo listo? Desmontó la Saeta de Fuego, sosteniendo el mango sobre el hombro izquierdo, como si planease llevarla a cuestas. El irlandés lo esperaba al pie de las escaleras, luciendo un chaleco de satín, azabache y con un par de rombos rojos a ambos lados. Una vez que su jefe inmediato se encontró a suficiente distancia, comenzó a darle un pequeño resumen. Casi todo. Nos hace falta la clientela. comentó, dejando ir una risa nerviosa mientras cruzaban la puerta giratoria. Y, creo que te encantaría revisar el lugar. Isabella dijo que se retrasaría, y Vince está acabando con nuestros suministros de sushi. Ante el comentario relativo a la voracidad del vigilante, Black Lestrange emitió un chillido de desesperación. Como se acabara la comida antes de que los clientes llegaran a degustarla, estarían en serios problemas. La tranquilidad del local, en sus momentos de apertura, era tal, que sus pasos originaban fuertes ecos en la amplia estancia. Bien, ¿podrías ir a preparar mi oficina? Por favor. Lo más seguro, es que tengamos que estar al día con nuestras finanzas, a menos que queramos que Gringotts nos quite todo. Depositó la escoba sobre uno de los cómodos sillones del hall, tomando asiento al lado de la misma. Sacar el negocio a flote con ayuda podía ser fácil, pero por su cuenta, era totalmente distinto. De inicio, las cosas se pondrían chungas, pero con el tiempo encontraría estabilidad. White, consciente de las órdenes dadas, se retiró a cumplirlas, pues no quería poner de malas al líder del proyecto. Aldrich sacudió la cabeza, intentando mantener sus pensamientos casi tan helados como las bebidas que esperaba brindaran suficientes ganancias. Llegó la hora. Jugando con una diminuta ficha roja, se dirigió al mostrador, donde atendería a algún cliente que decidiera visitar el casino durante el día. Si debía suplir a su propia recepcionista para asegurar el éxito del negocio, lo haría.
  15. Se aprovecharon de que me fui a ver mis series ;o; Aplaudo sus métodos para llevar a la gente ante ella. De verdad, si no les rompe el cuello antes, al menos les da tiempo para suplicar por su vida. Medio contuvo un bufido de ironía. Se encontraba cruzado de brazos, metido en un embrollo que ni siquiera él, siendo un imán para los problemas, había solicitado. ¿Acaso era tan fácil que un anillo de ese tipo se perdiera así sin más? De antemano, sabía que era inútil que el ladrón hurtara ese tipo de magia, dada la naturaleza de la habilidad de la que se trataba. No lo inmutó aquel arranque de violencia contra el recién llegado que había saludado en la puerta, o la presencia del torrencial aguacero que sólo afectaba a las mujeres presentes. Ya no digamos, el estruendo causado en los jardines del lugar. Parecía que había elegido el peor día para presentarse en el castillo de los Triviani. ¿Ishaya? ladeó la cabeza, mirando a quien había ingresado. Su voz, amplificada por magia, era inconfundible. Al parecer, medio mundo estaba ahí. Entonces es un motín, ¿eh? Me apunto, desde luego. Necesito desempolvar viejas técnicas. Todos estaban quietos, como si en ese instante, el tiempo se hubiese detenido. El castaño, sin pensarlo, deslizó su varita hasta que ésta reposó sobre sus dedos. Pensó en un conjuro que había utilizado ya una ocasión para defenderse sin depender tanto del fragmento de nogal negro. De a poco, una sustancia vaporosa, de tonalidad azabache, comenzó a salir por la punta de la varita; era similar al efecto de intangibilidad, pero para él, era más bien una forma de atacar. Intentó apresar el humo, el cual adoptó la forma de un mangual, como los utilizados por los no mágicos en un periodo temporal que él ignoraba. La corte entra en sesión. Ya se esperaba el primer golpe pero, ¿de quién vendría? Una pena. Sobre todo, por la exquisita decoración del hall, que probablemente quedaría reducida a añicos. @InsaniK @That is not my name @@Candela Triviani @ @ @@Susan V. Goldstein @Zoella
  16. @@Jessie Black Lestrange Compra ACEPTADA. Supongo que tuviste un errorcillo de dedo al insertar los BBCodes, así que por esta ocasión la paso. Vuelve pronto
  17. @ @ Compras ACEPTADAS. Vuelvan pronto @@Jessie Black Lestrange Compra RECHAZADA, recuerda que el nick no debe llevar ningún formato, como las negritas. Fuera de eso, todo bien; vuelve a postear, y con gusto acepto la compra. @@Ashura Lestrange Compra ACEPTADA para el caso del Micropuff. El Aethonan es una criatura de clasificación XX, las cuales se pueden comprar a partir del nivel V (Unicornios de Oro).
  18. @ Compra ACEPTADA, disfruta de tus nuevos artilugios para el Quidditch Vuelve pronto.
  19. Bueno, como aún nadie se ha pasado, vengo a hacer acto de presencia (?) @@Azul~ Desde luego que te acepto como hija *o* Sólo debes indicar si ésta será tu familia sanguínea o adoptiva xD Sobre tus datos de la ficha de personaje y la bóveda de Gringotts, no te preocupes, que en cuanto los tengas puedes pasar por acá a dejarlos para que @@Mia Black Lestrange actualice (?) Sin más, bienvenida a la familia /o/ Creo que ya puedes pasarte al castillo de la familia (?)
  20. -Tal vez algún día, y sólo tal vez, valoren la utilidad de esas plantas. Emitió un bostezo casi de cansancio; el uso desmedido de la magia oscura lo había mermado un poco, pero aún podía mantenerse en pie. Tenía bastante tiempo sin necesidad de emplear tal tipo de poderes. Siguió al Askar, ordenando a las Necrohands que le llevaran el baúl de siete cerrojos, ya cerrado, con él. -No ha sido nada, me da gusto que el paseo haya sido educativo. -río con ironía, devolviéndole la reverencia al rubio. -Hasta entonces. Su compañero se desapareció casi al instante. Con la seguridad de que del otro lado de la reja, ya no tendría problemas para esfumarse, concluyó la invocación de las Necrohands, causando que el pesado contenedor impactase sobre el camino que llevaba al castillo. Hizo lo propio para reducirlo y volver a guardarlo en el bolsillo a manera de llavero. -Bien, creo que la próxima ocasión tendré que echare el guante a esa mesa de billar. Claro, mientras ésta no intente matarme. Dedicó una mirada lúgubre a la edificación, que comenzaba a verse deplorable. La niebla conjurada en sus puntos de interés parecía ir ganando terreno, por lo que pronto el acceso sería restringido. O simplemente no recomendado, a saber. Giró sobre sus talones un par de veces, desapareciéndose de aquel lugar sin más que agregar.
  21. -¡Y qué elegante caída! -elogió al rubio mientras levantaba ambos brazos. -Por desgracia, ser humano tiene sus desventajas en cuanto a la resistencia física. El invernadero, recordaba un poco de los que se utilizaban para impartir Herbologia en Hogwarts; de maderos blancos y amplios ventanales, mostrando el contenido que yacía dentro de estos a los espectadores. Para la gran sorpresa de ambos, el acceder al reducido espacio sólo requirió de empujar la puerta. Seguramente los patriarcas habían pensado que nadie más llegaría hasta aquel punto. -Vamos, que estoy ansioso por concluir esto. Posiblemente caiga dormido al regresar. Dio más órdenes a las Necrohands, que obedientemente trasladaron los ejemplares restantes del Libro de la Sangre a distintos confines del espacio. Había poca variedad de plantas mágicas; el Black Lestrange no era una eminencia en la materia, pero alcanzó a distinguir algunas macetas con mandrágoras, un ejemplar de tentácula venenosa y, casi al fondo, lo que en mejores tiempos pudo haber sido Lazo del diablo. -Es una pena, en verdad. Muchas de estas plantas tienen utilidades muy interesantes en la elaboración de Pociones. Resopló, pasándose la varita de una mano a la otra. Una vez que Jeremy le indicó que se encontraba listo, comenzó a repetir un proceso similar al hecho en el vestíbulo del castillo. A diferencia de ese lugar, ahí se enfocó a las plantas que tenían frente a ellos. La tentácula inmediatamente comenzó a ennegrecerse, como si estuviera marchita. Mismo caso para las mandrágoras, cuyas hojitas pasaron de verde a marrón, y posteriormente a gris. -Sí, quizá algún día me atraiga la herbología. -opinó, pasando la mano sobre la parte baja de la máscara, como si se rascara la barbilla. -Nuestra labor aquí está llegando a su fin. A menos que quieras explorar algún otro rincón de este lugar. Aunque era el mortífago a cargo en tal misión, también quería tomar en cuenta la opinión de su compañero. Después de todo, en aquello se basaba la efectividad del bando: el compañerismo y la confianza que había entre sus miembros.
  22. ¿Era en serio, lo habían tomado con la guardia baja? No era la primera ocasión, pero sí había pasado tiempo desde la última vez que alguien se había anticipado a sus movimientos. Notó que la fuerza física de Romina era superior a la suya, habiendo sido capaz de arrastrar a un sujeto fornido como lo era el castaño. Buenos días a todos. Se sostuvo la cabeza con ambas manos, intentando reprimir la jaqueca que tenía. Cualquier pensamiento de solicitarle a su elfo personal que le trajera alguna poción o bebida para lidiar con ello, se vio eclipsado por el saludo de su madre. No quedaba duda de que su vestimenta había dado mucho de qué hablar; y lo gracioso de todo el asunto, es que ni Ashura, Lady o Alegna le habían visto tan desaliñado. Ya no digamos, la matriarca. No esperaba una reunión familiar. Llevo un par de días sin dormir, así que quizá se deba a eso, madre. cerró los ojos por un momento, intentando mantener la compostura. Horace, necesito las botas de siete leguas. El elfo doméstico personal no se hizo esperar ante el llamado. Depositó el pedido a un costado de su amo, quien tomaba asiento en uno de los cómodos sillones de la terraza. La criatura se retiró con las pantuflas que le había entregado a cambio. Extraño. Mía no había reaccionado de mala manera ante el comentario hecho por Romina referente a la artes oscuras. Le dedicó una falsa mirada de reprobación a su hermana mientras se calzaba las botas, que alcanzaban sus rodillas. No soy tan buen profesor como lo sería Candela, por ejemplo, pero creo que una cosa o dos le puedo enseñar. Además, tengo una curiosa necesidad de arriesgar mi integridad física cada que puedo. Lady o Ashura lo podrán asegurar de mi tiempo en Criaturas. Aprovechó el breve lapso de silencio por parte de los presentes para pedirle a la elfina que le trajera jugo de uva, con la esperanza de que el azúcar lo despertara. Mía había preguntado qué habían hecho de su vida en tiempos recientes, y aquello le pareció un tanto problemático de responder. No por lo que había estado haciendo, sino por lo que había sucedido en Reino Unido desde su ausencia obligada. Me fui a Aruba un par de meses. Necesitaba ¿tranquilidad? trazó una sonrisa al recordar cierto enfrentamiento que había acontecido en tal ubicación. A mi regreso descubrí, no sólo que ahora laboro en el Magic Mall, sino que, además, estuve dos meses en Cooperación Mágica. Para cualquiera escuchándolo, eso no tendría pies ni cabeza, pero él sabía exactamente lo que hablaba. Una situación a la que esperaba no tener que enfrentarse nunca. Tomó la copa que le ofrecía la criatura, quien había regresado sigilosamente con los pedidos. Su madre parecía enfrascada en la lectura de un fragmento de papel, pero al ver que la desechaba, intuyó que podía continuar. Espero que todo se encuentre bien. Me preguntaba, ¿será buen momento para anunciar que mi "gemelo malvado", Joseph, estuvo aquí, durante mis vacaciones, haciéndose pasar por mí? @@Romina Black Lestrange @@Mia Black Lestrange
  23. Jeremy decidió adelantarse para esparcir la magia oscura en otro lugar, hecho que no molestó al castaño. De esa manera, optimizaban el tiempo empleado, pensando en que quizá el resto de sus compañeros les agradecería por ello. Una vez que terminó de imbuirle magia oscura al ejemplar del Libro de la Sangre, el brillo morado terminó por formar una niebla peculiar, del mismo tono. Aquello parecía más bien una versión retorcida de alguno de los poderes que el volumen contenía en su interior. Haciendo levitar el baúl de siete cerrojos, se desplazó escaleras arriba; no quería quedar en el rango de efecto del libro, cualesquiera que fuera. -Vaya, vaya...Una Sala de juegos. -anunció el castaño, tras cruzar el marco de la única puerta abierta en un pasillo repleto de éstas. -Quizá me habría llevado el billar para mí, pero creo que tendrá que ser para otra ocasión. Fingió un tono de tristeza en su voz. Con un susurro, invocó a la Necrohand, de la cual aparecieron un par cuidando sus espaldas. Notó que ahí mismo también comenzaba a formarse la neblina púrpura, por lo que debían pensar en moverse de ahí antes de quedar malditos para siempre. Dio la espalda a la única ventana del lugar, que al parecer daba al patio trasero del castillo. -Lo hiciste muy bien. No a todos les gusta utilizar esa disciplina, pero tú no demostraste duda en ningún momento. Sé de alguien que estaría orgulloso. Por cuestiones de seguridad, no mencionaría a Candela, pero esperaba que el rubio captara la referencia, pues según entendía, la gitana impartía dicha asignatura en la Universidad. Regresó al plano actual sacudiendo la cabeza; un último lugar notable en tan precaria morada sería difícil de encontrar. -Vamos al invernadero, con eso tendrán más que suficiente para justificar un reporte. -indicó a las necrohands que se llevarán el baúl a tal ubicación. -Y, tal parece, que tendremos que usar un atajo para llegar. Se dirigió hacia la ventana, o los restos de, por dónde habían salido sus apoyos, y trepó con razonable facilidad. Llevaba el amuleto volador a manera de colgante, por lo que no le preocupó la caída. En lugar de ser brusca y dolorosa, terminó planeando hacia la pequeña estructura cristalina donde se veían plantas. Una vez en el suelo, espero a que su compañero le siguiera el paso.
  24. Aplaudió la rápida reacción de su compañero. Lo que parecía destinado a tonarse un obstáculo en su camino, acabó siendo la menor de sus preocupaciones. La figurilla del león se desplomó, víctima del encantamiento aturdidor de Jeremy. Como el castaño era más fanático de dejar el caos tras de sí, optó por algo menos prudente. ¡Confringo! bramó, causando que un rayo se originara de la punta de la varita de serbal. El impacto le dio de lleno a la estatua, ocasionando que volara en distintos fragmentos. Conjuró un Protego de manera no verbal para cubrir a ambos de los proyectiles. Si eso no despertaba a los que moraban el castillo, entonces nada lo haría. Le indicó a su compañero que avanzaran a través de una cabezada. Caminó con cautela, pateando alguno de los restos del lobo que se atravesaban en su camino. Bien, bien. Me da gusto saber que no soy el único que siente interés por ese tipo de Artes. Pondremos a prueba nuestro conocimiento, todo depende de eso. Todo. Repitió el mismo proceso hecho en la reja para obtener acceso a la mansión. ¿Qué acaso no tenían alarmas anti intrusos? Aquello le seguía pintando mal, pero la mejor opción era serenarse. No podía demostrar flaqueza ante un aspirante. Ya en el vestíbulo, lo suficientemente amplio para que entrara un dragón adulto, se giró para quedar de frente al Askar. Lo que haremos no nos tomará mucho, espero. opinó, buscando el llavero que había guardado previo a salir de casa. Como dices que no tienes problema con las Artes Oscuras, ¿qué te parece si hechizamos unos cuántos de éstos? Soltó el aro de metal, al cual estaba sujeto el baúl de siete cerrojos, y realizó un ágil movimiento con su varita para regresarlo a su tamaño usual. Consciente de que el rubio se preguntaría de qué diablos iría todo eso, se tomó su tiempo para abrir el último compartimento: la bóveda, permitiendo que observara su contenido. Ahí, intactos, yacían un par de ejemplares del Libro de la Sangre, hurtados directamente del Magic Mall. Antes de que preguntes, sí, no pudimos resistirnos a llevarnos unos cuantos. Dejó ir una risa, que quedó eclipsada por la máscara. Sacó uno de los ejemplares mediante el uso de un encantamiento levitador. No podía arriesgarse a sostenerlo con las manos, y que sus huellas quedarán impresas en la pasta. Ya no digamos, experimentar las consecuencias de establecer contacto con un libro superior a su nivel actual. Desconozco todo el potencial de este Libro de Hechizos, pero sé que, como cualquier otro objeto, si es corrompido, los resultados pueden variar. Y, de hecho, me serviría a una pequeña investigación que estoy llevando. Como lo que planeaban hacer requeriría de un esfuerzo razonable, invitó a su acompañante a que tomara parte en la jugada que estaba a punto de realizar. Dirigió la punta de la varita hacia el libro, que levitaba plácidamente en el centro del vestíbulo. Comenzó a recitar algunos hechizos oscuros que conocía, y no dudaba que Jeremy también. Una espesa voluta oscura emanó de su objeto mágico, comenzando a rodear el volumen. El rojo matiz del Libro, que iluminaba la sala, que de por sí tenía una iluminación muy tenue, comenzó a ser eclipsado por una tonalidad morada.
  25. Bostezó. La noche anterior no había logrado pegar el ojo, por lo que se sentía un poco hecho pedazos. Sería su primera misión a campo abierto, sin un alto rango que los guiara; o al menos, Orión no dudaba de la capacidad de ambos para cumplir con la encomienda. Vamos a ver, ¿dónde estás? hurgó entre los objetos que había sobre el escritorio de su habitación. Encontró el diminuto rectángulo, sujeto a un par de llaves. Ah, debería considerar reducirlo a un tamaño menos problemático. Una vez que consiguió meter el reducido Baúl de siete cerrojos en el bolsillo de sus pantalones cortos oscuros, se echó la gabardina beige sobre la playera polo de manga larga que portaba aquel día. Deslizó su mano izquierda sobre el rostro, conjurando la máscara de plata que emulaba a un mimo triste. Todo estaba listo; con varita en mano, abandonó los terrenos de los Black Lestrange a través de la Aparición. Justo a tiempo, creí que llegaba tarde. Las pesadas botas de siete leguas emitieron un golpe sordo al impactar con la grava. Eobard agitó su mano a manera de saludo ante su compañero. Acto seguido, se aproximó hacia las verjas de entrada, adornadas por una aldaba en forma de león. ¿Ése era el famoso castillo Gryffindor? Dio un bufido, expectante. Desde luego. Ésa ha sido la principal razón de mi demora. se giró, respondiendo al Triviani. Hay que avanzar, pero no bajemos la guardia. Valiéndose de su habilidad con los encantamientos, logró abrir la reja para permitirles el acceso. Sabía que aquella edificación, de estilo clásico, había recibido una visita por parte de sus compañeros hacía semanas, por lo que las defensas estarían mermadas. O eso parecía. Lo siento en el aire, y me preocupa. Demasiada calma para mi gusto. Se adelantó, cruzando el adoquinado sendero hasta la escalinata que llevaba a la entrada del castillo. No le llevó mucho tiempo, gracias a su calzado. En el patio trasero, parecía haber un invernadero. Hasta los jardines parecían vacíos. Y aun así, tenía esa sensación de que estaban siendo observados por algo. Le sorprendió la facilidad con la que el rubio le siguió el paso, dada la naturaleza de su calzado. ¿Qué tan bien se te da la magia poco común? Imagino que nada mal. inquirió, haciendo una mueca, invisible para Jeremy, al escuchar su voz transformada por la máscara. Vamos a necesitar un poco de eso aquí. Naturalmente, se refería a las artes oscuras. Mientras más rastros dejaran, mejor. Las estatuas del lobo y el león, a ambos lados de la entrada, estaban empeñadas en impedirles el paso. El Black Lestrange levantó sus brazos, como estirándose, y se dispuso a apuntar al pariente lejano del perro. No era la primera vez que se enfrentaba a vigilantes de ese tipo. Espejo de Niebla. Experimentó el aumento temporal de sus capacidades mágicas, pero no atacó a la figura. Le concedería el primer movimiento a su compañero; después de todo, le serviría de práctica para encomiendas futuras.

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