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Eobard Thawne

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Todo lo publicado por Eobard Thawne

  1. @@Niko Uzumaki ¡Perfecto! Te lo agradezco mucho. Imagino que se les avisa a los profesores si se da el caso de que alguno de sus alumnos sea oyente. En cuanto se abra la clase, me pasaré a rolear, y ya si llega a surgir alguna duda o algo, me referiré a la inscripción que dejé y a esta sección de dudas. ¡Saludos!
  2. Aprovechando que hay actividad por aquí. ¡Hola, @@Niko Uzumaki! Viendo ya los resultados de las inscripciones para conocimientos de este mes, me surgió una duda, ¿para ser oyente, también debes cumplir con el nivel? Es decir, en mi caso, el siguiente conocimiento es hasta el nivel IV. Comentaba, porque precisamente indiqué que quería ser oyente en Pociones.
  3. Hola, queridos duendes, ¿qué tal? ¡Felices fiestas! Espero que todos se la estén pasando muy bien, ya que, después de un año de arduo trabajo es lo que merecen. Sin más, he venido a dejar constancia de que he abierto la bóveda del negocio con Cande, Quick Labs, la cual dejo a revisión. Gracias de antemano. Saludos.
  4. Esperó a que Horace se retirara para poder reanudar la conversación. Ante la ráfaga de preguntas, que no tuvo oportunidad de responder, una sonrisa se trazó en sus labios, seguida de una leve risa amigable. Romina le recordaba un poco a una etapa más joven de sí mismo, quien al ver que la curiosidad lo llevaba fuera de los límites, comenzaba a disculparse. No era el caso, desde luego. -El clima era benévolo en su mayoría. -comenzó, intentando romper el silencio que había dado a lugar la disculpa de su hermana. -No te estás entrometiendo, al contrario. No siempre hablo de esto, además de que te debo una pequeña ¿explicación? Tendría que sincerarse ante su hermana tarde o temprano. Y, ya entrados en el tema, supuso que podía seguir relatando sus orígenes y de cómo había ido a parar a Reino Unido. Era una historia retorcida, con altas y bajas, pero no le parecía mala. Se sentía cómodo con cada decisión. -Me crié en Boston, con otra familia de magos. Los Thawne, fríos en su mayoría, pero me trataron como a uno de los suyos. Hivolt, mi padre biológico, era el único que sabía de Mia. Al parecer llegaron a un acuerdo que incluía el no revelar mi verdadero apellido, hasta que tuviera edad, o él agonizara. Lo segundo fue lo qué pasó. Repentinamente, el elfo hizo un crack al aparecerse con los pedidos. Depositó una bandeja, en la que se encontraba un plato cuadrado con bastantes sándwiches, además de dos contenedores de cristal: uno con frutas, y otro de golosinas. Acto seguido, y ante sendas reverencias, se esfumó con la misma rapidez con la que había llegado. Le agradeció a la criatura a la par de sustraer un kiwi, que era su fruta favorita. Dirigió su mirada a la joven mientras le instaba a que tomara lo que preferiera. -Y lo siguiente, fue una serie de eventos de muy variada suerte. -continuó, rememorando la etapa final de su estancia en Estados Unidos. -Un encuentro con un vampiro, que por poco echa el Estatuto Internacional del Secreto por la borda, por ejemplo. Pero, gracias a eso, terminé aquí. Hizo una pausa. Si para él, en veces era difícil digerir su propia vida, para Romina podría serlo aún más. O quizá lo entendería de cierta forma. @@Romina Black Lestrange
  5. Okay, no sé si esto va aquí. Aclaro que mi inscripción sería como alumno oyente aunque no sé si ese tipo siga vigente. Supuse que sí había que dejar la inscripción, y espero no aplique el tope de conocimientos por mi nivel xD Creo que puedo ampliar un poco el uso de este conocimiento volviendo a llevar la clase. Nick: Eobard Thawne ID: 121079 Conocimiento: Pociones Nivel de Magia: II Link a la Bóveda: Dinero, dinero Link a la Ficha: E.A.B.L.
  6. La pregunta acerca de aquello que le quitaba el sueño, le pareció peculiar. A esas alturas de su vida, más de una cosa era suficiente para ponerle los nervios de punta. Empezando por las acromántulas. Coincidía en que dormir era una actividad recomendable. Eso había hecho por días, después de las pruebas para la Marca Tenebrosa. -En mi habitación, se alcanza a escuchar el susurro del viento en las copas de los árboles. -comentó, rememorando su primera noche en la mansión. -No es que sea un miedoso, pero complica la labor de dormir. -agregó, con una media sonrisa. Se percató que el espacio personal de Romina estaba muy bien organizado. O más que el suyo. Era la primera habitación que visitaba, además de la propia. Dedicó un breve instante a contemplar su alrededor. A juzgar por la colección de libros, leer parecía ser una de sus actividades predilectas. Le llamó la atención la presencia de una puerta de más. Cristalina. Había divisado el balcón desde el jardín, pero no sabía a quién pertenecía. -No te culpo. Digo, me dejó a mi suerte en Norteamérica...No fue la infancia que me hubiese gustado, pero tampoco estuvo tan mal. Como aquel entonces, admito que tu idea de usar una bebida fue de lo mejor. De su pasado, casi nunca hablaba. Menos con los pocos familiares con los que convivía. Aunque con la joven, no parecía ser tan difícil. Sentía que le debía una explicación de su aparente ausencia todos esos años, porque después de todo, eran hermanos. Ella determinaría si quería profundizar en el tema. La aparición de las pantuflas lo sacó del trance. -Acertaste en la talla. Y el color, combina con mis ojos. ¡Gracias! -emitió una leve risa, pues parecía que se había esforzado por parecer normal sin portar calzado alguno. -¡Horace! Ven aquí, por favor. El esbelto y rubio elfo doméstico se apareció en la estancia, al lado de su amo. Dedicó sendas reverencias a ambos Black Lestrange al tiempo que preguntaba que se les ofrecía. Mientras el castaño se calzaba las pantuflas, permitió que Romina le pidiera lo que deseara a la criatura. Tras hacerlo, decidió pensar en lo que quería para comer. -Si puedes conseguir algo con suficiente azúcar para compensar el desvelo, te lo agradecería muchísimo. @@Romina Black Lestrange
  7. -Gracias. Lamento esta pequeña intromisión. Asintió al adentrarse en la habitación. Esbozó una sonrisa a su hermana, quien daba la impresión de apenas estar reinstalándose. Se giró para acomodar la puerta como la había encontrado. Con paso ágil, se deslizó hasta tomar asiento en el lugar que ella le había ofrecido. Posó ambos brazos sobre el descanso del sillón. -Siempre es bueno tomarse un tiempo fuera, espero que el viaje haya sido productivo. ¿Necesitas que te ayude a desempacar? -inquirió, mirando a su hermana. Después de todo, él era el invasor, por así decirlo. -Te sorprendería...No duermo desde hace tiempo. Planeaba ir por algo de beber, pero no hay muchas opciones. Se levantó los lentes para que observara unas ojeras razonablemente marcadas. Y era cierto: si estaba recluido en su habitación, se quedaba con la vista al techo, mirando a la nada. No obstante, el encuentro con la joven lo había despertado bastante. Sacudió la cabeza, a manera de caer en cuenta de su intento de ropa de dormir. Maldición, debí ponerme unos calcetines. -No te había visto desde esa fiesta en Hogwarts, en la que la hiciste enojar quizá un poco. Si tienes hambre, quizá podríamos pedirle algo a Horace de comer, ¿ponernos al día? Naturalmente, se refería a Mía. Debía admitir que esa primera impresión de Romina, lo había tomado por sorpresa. Nunca antes tuvo oportunidad de presenciar a alguien que la confrontará de esa manera. Le parecía una chica interesante, con quien consideraba que podía llevarse bien. Sobre todo, sin que intentara matarlo, como algún otro miembro habría hecho. @@Romina Black Lestrange
  8. ¿Qué hora será? Deambulaba por la casona, sin ningún reloj personal en su muñeca. Había salido de su espacio personal para conseguir algo de beber en la cocina. No consideró razonable el ingerir alcohol tan temprano, por lo que se dispuso a deshacer todo el recorrido. Sus pies descalzos resonaban en el suelo. Los pantalones cortos grises y la playera polo de manga larga, parecían más una pijama improvisada. No sabía si su ausencia de calzado se debía al desvelo, o al descuido. Lo atribuyó a lo segundo. Y, justo cuando se acercaba a la puerta con su nombre tallado, vio otra entreabierta. ¿Quién estaría despierto tan temprano? Era algo peculiar. Se acercó con cautela, pues tenía la experiencia de que una de sus hermanas había querido matarlo antes de enterarse del parentesco. Divisó una larga cabellera de un tono castaño bastante intenso, más que el suyo, que podía incluso podía considerarse chocolate. La última ocasión en convivieron, y se conocieron: aquella fiesta en la que media familia había estado implicada. -¿Romina? -llamó a la puerta, medio asomando la cabeza. No invadiría el espacio personal de su hermana sólo porque sí. -Veo que regresaste... Hace tiempo que no te veía, ¿cómo va todo? A su mente, vino la imagen de la chica lanzando el cóctel de frutas a Mía por mera diversión. Le seguía sorprendiendo que no hubiera represalia. Se colocó los lentes, que traía sujetos a la playera, para poder enfocar mejor. @@Romina Black Lestrange
  9. Se levantó, sonriendo de forma burlona ante el comentario de su sobrina. Era cierto, aquel atuendo estaba fuera de la época. Igual que él. Aunque, lo viejo a veces podía ser un poco más confiable que lo actual. Había escuchado al rubio presentarse como encargado del hotel, pero hasta la llegada de Cissy, había preferido no emitir palabra. ¿Te refieres a esto? Bueno, sabes que a tu tío en ocasiones le da el piquete norteamericano, y deja a un lado la formalidad. asintió, satisfecho de que hubiese arribado sin tantos problemas. Me da gusto que vengas a apoyar en esta situación. Ahora sí, con la certeza de que se procedería al registro de criaturas, al fin se giró al personaje que le había atendido momentos antes. No sin antes tomar el sombrero, pues era parte de su atuendo. Ladeó la cabeza un par de segundos, como fingiendo haber olvidado por qué estaban en ese lugar. Le agradezco el recibimiento, señor...¿Mondragón, dice? Hemos venido aquí, como mi compañera indicó, a verificar el estado de sus criaturas, incluyendo, desde luego el dragón. Por lo que veo, el señor...¿Antoni? No se encuentra aquí, así que supongo que usted nos puede ayudar. Dos funcionarios ya serían lo suficiente para revisar lo que fuera que habitara en tal negocio, aunque seguía preocupado por la situación del dragón. Sabía que el resto de la dependencia también estaba en encomiendas similares, por lo que la lista de ayuda se reducía; Lady, DJ y Taison estaban en la mansión Karkarov, posiblemente con Edward haciéndoles compañía. ¿Qué pasaba con Ashura? Se acercó a la mesita de nuevo, con intenciones de enviar otro mensaje más. No conocía mucho a la oriental, menos aún, dada su ausencia. Aunque, no la culpaba, pues hasta él se tomaba sus vacaciones forzadas de vez en cuando. Redactó con una velocidad considerable un mensaje dirigido a su hermana: Repitió el proceso seguido para convocar a Cissy. Supuso que su colega se encontraría en la mansión familiar, o en algún lugar conocido, pero no le preocupaba eso, dado que el recado daría con ella sin problema alguno. Se giró, volviendo su mirada al encargado del hotel y a su sobrina. @@Ashura Lestrange @ @
  10. -Eso dolió como si una aguja cosiera mi piel. Pero, te lo agradezco. Deslizó su dedo por el lugar donde momentos atrás había estado la cicatriz. Sólo quedaba un vago vestigio. En definitiva, la habilidad de la Yaxley con esos aspectos de la mágica estaban más desarrollados que los suyos. Asintió al confirmar que su acompañante se encontraba bien. Hubiese odiado tener que llevarla al L.A.I.C. y ver cómo le daban a beber una poción reabastecedora de sangre. El sólo pensar en la viscosidad escarlata, hizo que adoptara una expresión de mareo. -Su nombre es Savitrí. Pero sí, te contaré lo que sé. -replicó, fingiendo molestia ante la mala pronunciación del nombre de la deidad. Después de todo, era la adoración de su padre, no la suya. -Parranda, después de todo esto...¿Aún tienes energía? Emitió una ligera risa nerviosa. Le agradaba la efusividad de Maida; era mucho más enérgica de lo que él era en ese momento. Veía en ella un poco de su ser, más joven. Con todo, le seguia llamando la atención dicha cualidad. En un humano normal, no era una característica habitual. ¿Le escondía algo más? Si era el caso, no podía juzgarla, siendo que todos tenían secretos. Aunque, se había sincerado con ella sobre su reciente degeneración genética. Y, con esta aventura más reciente, era probable que la confianza en ambos hubiese aumentado un poco. -¿Cintas de Colores, tal vez? Sugirió inocentemente, con un encogimiento de hombros, el lugar donde se había suscitado el primer encuentro de los que actualmente eran compañeros de bando. @
  11. Salió dando traspiés de aquel ático, seguido de cerca por la Yaxley. Una rápida reacción suya, evitó que los murciélagos siguieran acosándolos. La puerta quedó sellada, tal como la habían encontrado. A saber, si los dueños decidían hacer un inventario en algún momento, no sospecharían de la intromisión. No enseguida, claro. -Es una interesante cuestión. Soy un imán para las situaciones de alto riesgo. Ya en un lugar más tranquilo, expulsó una gran bocanada de aire, estirando los brazos hacia arriba. La herida en la nuca le molestó al hacerlo, por lo que se palpó con cuidado. Un par de gotitas de sangre reposaban sobre su cuero cabelludo. Se percató que no estaban solos; a una de la jóvenes, la conocía, porque era familiar suya. A la otra, le había visto durante sus labores ministeriales. Una razón más para guardar las apariencias. -¿Te digo algo? Probablemente haga el curso de Primeros Auxilios. Es un asco el no poder sanar tan fácil. -deslizando su mano por la herida, logró cerrarla un poco, dejando una leve cicatriz. Siendo un inexperto en todas las técnicas de curación, se limitaba a lo básico. -Quiero pensar que estás bien, y que no necesitaremos de servicios médicos. En su hipótesis, también iba implícito el conocer si aún conservaba el cuadro deseado, transformado en una quaffle. Con tanto ajetreo, tenía que se le hubiese caído. Metió una mano al bolsillo superior derecho de la gabardina. Al sentir uno de los bordes de Savitrí, dios de la velocidad, esbozó una sonrisa burlona. @
  12. Se apareció en medio de la calle adoquinada, aún girando sobre sus talones. Aquella era la segunda ocasión que debía tomar parte en un registro de criaturas, cosa que no le molestaba. Después de todo, eran gajes del oficio. Dirigió una mirada hacia el local que se erigía a su costado izquierdo. Aliento de Dragón. Sí, definitivamente, este es el lugar. Ojalá Cissy no se demore, que aquí afuera es un infierno helado. Emitió un leve vaho de su boca al hablar para sí, caminando hacia la puerta de cristal que otorgaba acceso a la construcción de piedra caliza. Recordaba quién era el dueño, pues lo había atendido en el Ministerio mismo. Le llamó la atención de que, en dicho negocio, hubiese un Ridgeback noruego. No había tenido el gusto de lidiar con dragones, por lo que le preocupaba un poco el cómo proceder. ¡Buen día! se anunció, una vez que se encontró en la recepción. Aparentemente, el lugar se encontraba vacío. Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, venimos a hacer un par de registros. Aprovechó que nadie se había aparecido para recibirlo, utilizando una de las hojas que reposaban sobre la pequeña mesa circular de la estancia. Con pluma de avestruz en mano, y unas cuantas gotas de tinta aún útiles, comenzó a redactar un pequeño mensaje. Si había dragones, más valía tener ayuda profesional, ¿qué mejor persona, que alguien de su propia familia? Hechizó el fragmento de papel para que adoptara la forma de un memo ministerial. Con un suave chasquido, logró que éste levitará, dirigiéndose hacia la ubicación de la vampiresa. Sin mucho que hacer por el momento, decidió tomar asiento en uno de los pequeños sillones. Depositó el sombrero gris sobre uno de los reposabrazos. Mentalmente, comenzó a cuestionarse si su atuendo, pantalones de cargo, botas de caza y una chamarra gris, cuyo cuello le alcanzaba a cubrir hasta la nariz, era el más indicado; daba el aspecto de ser uno de esos muggles que habían vivido en el oeste de Nortamérica durante el siglo XVIII. @
  13. Bien, datos anotados. Llegó su momento, señor Greyback, debe revisar al unicornio. La llegada del aprendiz no inmutó al Black Lestrange, que sostenía el pedazo de pergamino en el que la vuelapluma hacía lo suyo. Cotejó los datos del estado actual del hipogrifo una vez más, antes de consultar la lista facilitada por Amelie. Le llamó la atención el hecho de que en tal local hubiese Duendecillos de Cornualles. Una vez que haya terminado, procederé con esos pequeños diablillos. sentenció, echándole un vistazo a esa pequeña agrupación de entes humanoides alados. Con un leve movimiento de su mano libre, atrajo la copa con la bebida que le había solicitado al dueño del local, que se supervisaba la revisión en silencio. El cóctel de frutos rojos le heló la garganta al contacto, pero no pareció darle demasiada importancia. Aún en esas fechas, optaba por una bebida fría antes que una mucho más cálida. Así que, a este paso, restarían de revisar, una pantera, un Klang der Liebe, un Runespoor, un Kelpie, una Esfinge, un Kneazle, un Erumpent, y a Meilyna, desde luego. Una vez mencionado el nombre de la mamba negra, instintivamente giró su mirada hacia ésta, que acompañaba a Aries. No era un gran fanático de los reptiles, aunque la criatura daba la apariencia de ser un acompañante bastante peculiar. Volvió la mirada hacia el Greyback, cruzándose de brazos mientras esperaba el veredicto del unicornio. @ @taison_greyback
  14. Me di cuenta que tenía mucho tiempo sin pasarme por acá Nah, mentira, hará de unos meses, nada más. Así que bien, vengo a dejar un pedido para embellecer un poquito mi ficha de personaje, aprovechando que le estoy realizando cambios mayores xD Sin más, dejo la pequeña ficha para que no haya pierde: Creo que no he dejado ningún detalle al azar :emojipensativo: En todo caso, si te llega a surgir una duda o algo acerca de mi pedido, no tengo problema en responder ¡Gracias de antemano! (x2) ¡Saludos!
  15. Un club nocturno. ¿Qué diablos haría en un lugar así? Por la mente del Black Lestrange, pasaban considerables maquinaciones. Se sentía algo viejo para asistir a lugares como esos. Aunque, sólo en el ámbito mental; aún entraba en la categoría de adulto joven. Habiendo recibido invitación por parte de una de sus sobrinas, decidió asistir al negocio. -Hola, buen hombre. Hace buen clima en este día, ¿no cree? Mala combinación de palabras. Confiaba que, siendo parte de la familia, no tendría problema para acceder. Y así fue, acto seguido, el tipo, cuya placa indicaba el nombre de James, le permitió la entrada. Se sintió satisfecho de no tener que recurrir al maleficio controlador para colarse. Cruzó el tramo de alfombra roja que le quedaba, metiendo la mano izquierda en el bolsillo del saco que portaba en ese momento. -¿Rose? Vaya, sí que hiciste un buen trabajo con el lugar. -saludó el joven, dirigiéndose hacia la joven de vestido color marfil y ojos verdes. La reconocía del árbol familiar a la entrada de la casona. -Aunque, creo que luzco demasiado informal para la inauguración. Con un ligero chasquido de sus dedos, la corbata, de rayas azules y plateadas, se ajustó correctamente al cuello de la camisa azul cielo que vestía. Ante la penumbra del lugar, su traje azabache lo hacía confundirse ocasionalmente con las paredes. Dirigió su mirada hacia la barra, siendo invadido por una repentina sed. -Un Mojito, por favor. Claro, si es que tienen algo de eso. -añadió, esbozando una sonrisa sutil. Dirigiéndose hacia la joven que atendía ahí, ordenó su bebida. Recargó la espalda suavemente sobre la barra, volviendo su mirada a la Black Lestrange. Una vez que le sirvieron su pedido, levantó la copa hacia la joven, como si realizase un brindis. -¿Quién más vendrá? Considerando sus pocas interacciones con la familia, ponía a tela de juicio si podría sobrevivir a una invasión de sus familiares.
  16. ¡Buen día! Tengo una duda un tanto curiosa, que espero no genere polémica. Tampoco sé si ya fue respondida antes, así que mejor me saco la espina. Teniendo un personaje mortífago, ¿en verdad no es posible conjurar un patronus? Me refiero al ámbito del rol, ya que se sabe que en duelos esto definitivamente no aplica. Es decir, se sabe que requerimos de un recuerdo suficientemente poderoso y eso, ¿pero se limita a la alineación, o es de libre uso? Lo menciono, porque naturalmente surgió una situación rolística en la que se plantea la idea de hacer uso de este encantamiento para comunicarse.
  17. Su audaz movimiento para evadir a los murciélagos, y la repentina pérdida de la iluminación de su varita, lo obligaron a cerrar los ojos y cubrirse la cara con ambas manos. Escuchar esa clase de chillidos, le ponía el cabello de punta. Y, literalmente, el vello en sus brazos, cubierto por la gabardina y la manga larga, debía había erizado. -Demonios, no... No moriré siendo mordisqueado por estas cosas. Retiró las manos de la cara, expulsando un par de flamas amarillas de las manos. La magia sin varita, aunque le agradaba mucho usarla, requería de un gran esfuerzo físico, y gran concentración. Atribuyó esa magia, a la situación tan tensa en la que se había metido. Divisó la varita, que aún iluminaba tenuemente la estancia. Se inclinó a recuperarla, aprovechando la dispersión de los animales. -Iré por tu cuad... -No terminó la frase, pues un objeto le golpeó la nuca. A juzgar por el material, era madera. ¿Un cuadro? -Esa cosa sí que duele. Iluminó aquello causante de la molestia en su cabeza, intentando seguir su trayectoria. Grande fue la sorpresa al encontrarse con la castaña, sosteniéndolo, mientras se cubría de los murciélagos, que ya habían vuelto a hacer de las suyas. Hizo una mueca, sosteniendo el lugar de la herida con su mano izquierda. -¡Morphos! -apuntó al cuadro, suponiendo que era aquel que la joven buscaba. Su lugar fue tomado por una quaffle, de un carmesí tan brillante como la sangre misma. -No me juzgues, fue lo primero que me vino a la mente. Ahora, salgamos de aquí sin ser el cóctel de madrugada de esas cosas. @
  18. -¡Vaya! Mantienes el acento impecable, a pesar de los años vividos Reino Unido. Sonrió a la luz que emitía la varita, tras escuchar como la Yaxley le hablaba en lo que parecía ser su idioma natal. Si hubiese dicho que le había entendido, sin duda habría sido una gran mentira. Profirió una risa por lo bajo cuando la joven volvió a utilizar el idioma que frecuentaban. Hasta él debía admitirlo, en los ocho años fuera de casa, había perdido un poco de su acento norteamericano. -Cierto, conoces a mi madre...pero nunca te hablé de mi padre, ¿o sí? -giró los ojos hacia arriba, intentando rememorarlo. -No era hindú, pero sí descendía de una serie de adoradores de esta deidad... Savitrí. El dios del movimiento. Una secta de fanáticos, querían emular sus poderes. Flexionó los dedos índice y medio de ambas manos al emitir la última palabra, dando a entender el supuesto. Dicho dios, era conocido por alcanzar velocidades inimaginables. Incluso, se decía que era imposible verle a simple vista. Meras especulaciones, todas ellas, teorías que su padre había formulado durante su vida en Estados Unidos. -Esto, es la única prueba que tengo de encontrar al resto de ese culto. Se agachó para recoger la miniatura del retrato. Justo cuando depositó el objeto en uno de los bolsillos de la gabardina, escuchó a la castaña. Era una súplica, de esas en las que uno deseaba con todo el pensamiento no encontrarse en esa situación. ¿Ratones? Era probable. Pero, siempre podría ser algo más. Con la varita mágica sujeta con firmeza, pasó de iluminar a Maida, a los alrededores más directos. Bastantes cajas polvorientas, más cuadros antiguos. Y, justo en un rincón, cercano a una ventana, se arremolinaban todos ellos. Tragó saliva una vez que la fuente de iluminación le permitió ver un par de alas, de un marrón similar al de su gabardina. -No son roedores...De hecho, diría que son como sus parientes lejanos. Intentó retirar la varita de esa dirección, pero ya era demasiado tarde. La banda de murciélagos salió disparada hacia él, chillando como sus homólogos de cuatro patas. El castaño esbozó una mueca de incomodidad, tirándose al suelo para reducir la posibilidad de una mordida. O dos. Para suerte de ambos, el golpe fue amortiguado por la madera misma. @
  19. Tuvo que reaccionar de forma rápida y concisa, o el asunto hubiese terminado de otra forma. En el peor de los escenarios, los habrían enviado al Ministerio. Una ligera ráfaga de viento, procedente de su varita, mandó a la representación deidad de vuelta a su confinamiento en un viejo pliego de pergamino, que era tan denso que parecía un bulto de cualquier otra cosa. -Ésa fue Ganga. La cultura hindu la concibe como la diosa madre, algo así. Tras responder en susurro lo que parecía ser una pregunta retórica, se encogió de hombros. No era un total conocedor. Y a efectos prácticos, el único adorador de dicha cultura que conocía, había fallecido ocho años atrás. Acompañó a la Yaxley para cerciorarse de que se encontraba bien. Su encontronazo con la esencia de una deidad confinada en papel no parecía ser una situación recurrente en su proceder diario. -Así que... un vampiro. -habló, pero lo hizo tan sutilmente, que cualquiera hubiese jurado que sólo gesticuló. Agradecía haber aprendido a modular su tono de voz. -Suena a una pieza invaluable. ¿De qué año es? Y, cual serpiente, se deslizó hacia un montículo a corta distancia de la castaña. Si ocurría otro percance, quería estar cerca para auxiliarle, aunque no dudaba de su capacidad, que superaba la del castaño sin lugar a duda. Hizo levitas algunos cachivaches y desperdicios, depositándolos con la mayor suavidad posible para no generar tanto ruido. -Pensé que no quedaba gente que venerase a Savitrí en este mundo... Hasta donde yo sabía, Hivolt Thawne era el último. Iluminó un cuadro que se había deslizado de la cima de objetos, hasta sus pies. Se alcanzaba a distinguir la silueta de un hombre alto y fornido, con una toga blanca inferior a manera de una vestimenta. Aún encontrándose de espaldas, podía verse lo que había frente a él. Segundos después, sostenía una especie de esfera azul, que despedía un par de relámpagos. -Creo que es hora de demostrar esa habilidad, señorita Yaxley. -se giró, asintiendo ante su interlocutora. -Estaremos a mano, supongo. Yo busco tu cuadro, y lo extraigo, mientras tú haces lo propio con lo que me interese. @
  20. -Muy graciosa, señorita Yaxley. -replicó Aldrich, fingiendo sentirse ofendido. -Modestia aparte, mi mente retiene mucha información. Como uno de esos...armatostes no mágicos, hay ocasiones en las que se satura. Acto seguido, profirió una risa irónica. Si bien, Cintas de Colores no estaba muy lejos de su actual posición, por alguna razón siempre olvidaba el nombre de dicho establecimiento. Podría tratarse de un efecto secundario de su envejecimiento, sí, aunque él prefería atribuirlo a un breve momento de distracción. -Debe de interesarte mucho ese cuadro, si es que estás dispuesta a aventurarte en un...desván, de este tipo. El Black Lestrange parecía divertido ante su propio comentario. Cerraba la comitiva, sosteniendo la varita con ligereza en la mano derecha. Bufó, disgustado, ante la presencia de telarañas. Los arácnidos, si bien no le aterraban, tampoco eran de su total agrado, sobre todo por la recurrencia de éstos durante sus labores ministeriales. -No quiero ni imaginar la cara que pondrá Arya si me ve cruzando esa puerta. -comentó, desde la retaguardia. -Pero, me esforzaré por sobrevivir lo suficiente para poder ver esa expresión por mí mismo. Iluminó la punta del fragmento de nogal negro con una luz tenue, que no molestara la vista ni los delatara. Conforme iban avanzando, divisaba estatuillas y representaciones de lo que parecía haber sido una exposición de los dioses hindúes. Hizo una combinación entre sonrisa, y una mueca, que habría sido interpretada como que no era lo que esperaba, pero se encontraba satisfecho. @
  21. Mezclar Aparición y comida había sido una pésima idea. Para la suerte de ambos, el castaño no había vomitado. Las náuseas se vieron fugazmente difuminadas mientras era arrastrado hacia la ubicación que Maida había seleccionado para continuar con la visita social. -En ese caso, algo me dice que concluiremos con un desayuno en esa cafetería. Tristemente, mi memoria no me permite recordar el nombre. -comentó el castaño, siguiendo a la Yaxley al interior del Museo Night. Recordaba vagamente el lugar, sobre todo por el breve momento que había pasado allí. Recordaba una versión suya mucho más joven en ese entonces. Aunque fuese subjetivamente. Entonces, ni la fina barba ni el desaliñado cabello largo figuraban en su descripción física. ¿Cómo es que la castaña podía alcanzar tal velocidad en cuestión de poco tiempo? Le seguía el paso, pero claramente le llevaba cierta ventaja. Okay, creo que estoy un poco obsesionado con el concepto de tiempo. Se recargó en el elegante barandal del tercer piso, finalmente alcanzando a su acompañante. Su condición física, no era mala, pero debía admitir que la joven era por mucho más ágil. O tal vez sólo estaba exagerando la situación. Como un noventa por ciento de todo lo que le rodeaba. -Divisé un par de criaturas prehistóricas, un retrato de magos egipcios... y, creo, un busto de Gellert Grindelwald. No obstante, quizá no sea tarde para una visita guiada. La última vez no tuvimos tiempo de recorrer todo el establecimiento. Esbozó una sonrisa torcida, a manera de leve burla. Encontraba las repentinas desapariciones de su compañera de bando un tanto graciosas. @
  22. Intentó figurarse al imponente mortífago siendo como una piedra en el zapato de alguien. No en mala forma, sino más bien, como esas personas que molestan a otras por diversión. Dejó ir una leve risa, a manera de no culpar al hombre por sus acciones en El Centinela de Ottery. -Sanguinaria, eso habría sido interesante de ver. Más que nada, porque conozco una faceta tuya muy tranquila. -concedió el Black Lestrange, intentando enrollar el vello facial de su barbilla. -Sigo firme en mi pensamiento de que, depender totalmente de la varita, puede ser la perdición de uno. Hay que aprender otros modos de defenderse. No todos pudieron con eso, al parecer. Incapaz de recordar su aspecto en el momento de la "ceremonia de iniciación", se aventuró a pensar que quizá había sido uno de los mejores parados en es embrollo. Considerando que, para cuando se enlistó como aspirante, ya manejaba bastante bien ciertos aspectos de la magia, llevaba una leve ventaja. Apenas un par de centímetros. -Creo que diría lo mismo, de ser yo el invitado. Con una media sonrisa ante el comentario de Maida relativo al aparente abuso de su anfitrión, chasqueó los dedos de la mano derecha, ocasionando que la bandeja levitara de vuelta a la casona. Si planeaban abandonar los terrenos familiares, había dos opciones. Pero, antes de eso, tenía un pequeño pendiente. -Si me disculpas... -levantó el dedo índice, como indicándole que esperara ahí. Se desvaneció un par de segundos, para reaparecer casi al minuto. Lucía una gabardina café, ligera, una reciente adquisición. -No me juzgues, me costó el resistirme a comprarla. Lo que sí le sorprendió, fue la determinación con la que la Yaxley le había dicho que no se marcharía del país hasta lograr evitar que envejeciera. Más de lo que ya. ¿Se preocupaba por el, aún después de todo lo hecho? No podía culparla, era su tiempo, a final de cuentas, y se sentiría muy mal, si al final ninguno pudiera hacer algo para evitar la degeneración celular por la que estaba atravesando. -Selecciona el destino. Como miembro de la familia, puedo desaparecerme dentro de los límites. Si lo haces por tu cuenta, tendrías que salir por las verjas. Te ahorraré un par de pasos. Extendió su mano derecha a la castaña. Cualquiera que fuera su destino, Aldrich le llevaría ahí, como muestra de agradecimiento por haber ido a visitarlo hasta aquel remoto recinto. @
  23. -El gusto es mío, siempre quise laborar en un local dedicado a la comida. Sonrió, haciendo el comentario alusivo a aquel detalle de la comunidad mágica y muggle en el que no importaba cual fuera su decisión, jamás se arrepentía. Nicole encabezó la marcha hacia la segunda planta, mencionando qué tal espacio era bastante diferente al lugar en el que se encontraban. Despertó la curiosidad del castaño, haciéndolo pensar en infinidad de posibilidades. Había visto de todo en los negocios. Desde bares improvisados, pequeñas cafeterías, santuarios subterráneos, hasta lugares de reunión bastante escondidos. Aún así, imaginaba que el local de la joven sería la excepción, siendo la segunda planta algo más normal, con menos riesgo para su persona. -Vaya, este es un excelente espacio. Una pena que no se le haya dado uso. -entonces, escuchó la Crowley mencionaba a la otra dueña del negocio. El nombre le era conocido, naturalmente. -¿Romina? Qué curioso, es el nombre de mi hermana. Nombres había muchos, y podría ser una mera coincidencia, por lo que debía asegurarse de que estaban hablando de quién él creía. Hacía mucho que no veía a la hija más joven de Mía, la matriarca. Por lo que sabía, estaba en una especie de vacaciones, algo que no podía reprocharle, dada la locura que sacudía el país británico últimamente. -Podríamos comenzar limpiando. Un poco de mantenimiento aquí, y definitivamente estará preparada para su segundo ascenso. Sacó la varita de nogal negro del contenedor que portaba en la pierna derecha. Tenía poca idea de la limpieza mediante medios mágicos, pero daría su mejor esfuerzo. Teniendo un mundo de encantamientos a su disposición, sólo debía saber cómo sacarle provecho a tal conocimiento. Pensó en deshacerse del polvo primero, creando pequeñas corrientes de viento que poco a poco lo iban apilando en una de las esquinas de la discoteca. @@Nicole Evans Crowley Off: Una disculpaaa v.v Como te mencioné, anduve ocupado en la Uní, pero ya de a poco voy regresando por acá
  24. -Lanzar esa clase de hechizos, es una buena forma de demostrar empatía. O cariño. Digo, no es mi estilo predilecto, pero estuvo en boga durante un tiempo, en Nueva Orleans. Sonrió con sutileza ante la idea de echarle alguna maldición graciosa a la castaña. Pero, aún en ese momento, no estaba precisamente de humor para una broma así. Además, debía considerar que quizá recibiría algo peor a cambio. ¿O no? Dio un largo suspiro, al menos hasta que la Yaxley se volvió a mirarlo de nuevo. -Así que, todo este tiempo... La razón por la que inexplicablemente amanecí colgado de cabeza en el marco de la puerta. -comenzó a hilar los acontecimientos, como quien desvela un misterio. Se comió otra uva, aprovechando el lapsus. -Vaya, por alguna razón, tengo fragmentos. La voz de Aaron, a veces resuena en mis pensamientos. Hablaba de estar a la altura de la causa, tú sabes. Balanceó el cuerpo valiéndose de ambos pies, emulando un metrónomo. Todo tenía sentido si se le miraba de esa forma. ¿Quién más había estado presente? Se le figuraban rostros borrosos. El pequeño grupo de aspirantes en ese momento. Kamra, un sujeto de acento oriental, sus dos sobrinas. Sacudió la cabeza, como intentando despejar su mente. -Me resulta gracioso el hecho de que me pidas disculpas tras meses de lo acontecido. Normalmente, no habría aceptado esto. Pero, a la fecha, me parece gracioso el método de las máscaras. Más aún, todo el acto de dejar colgada a la gente. Disculpa aceptada, señorita. ¿Eso era todo? ¿Simplemente iba a dejar pasar las cosas, sin más? Era parte de ir desprendiéndose del pasado. A efectos prácticos, aquel Eobard era una versión menos razonable que el actual, más inexperta. No era un ser todopoderoso, sino un frágil humano. Pero, iba mejorando con el tiempo. Una corriente de aire lo hizo estremecerse. -Había olvidado lo frío que podía tornarse aquí. @
  25. La pregunta relativa al paradero de la Macnair le tomó por sorpresa, más no pareció darle demasiada importancia. Hacía meses que no sabía de tal persona, y en lo personal, era mejor así. No confiaba en ella, a pesar de las vivencias compartidas. Irónicamente, menos, sabiendo que pertenecían al mismo bando. Me tiene sin cuidado su paradero. respondió, meditabundo, mientras miraba el césped a su alrededor. Acto seguido, dirigió sus orbes hacia la Yaxley. No la he visto desde aquella encomienda, hace meses, en la que me sacaste de la mansión Riddle sin darme tiempo de replicar. Dicen que se fue del país, quizá para siempre. Pero sabía que la curiosidad de Maida quizá no llegaría a ese punto. De su pequeña aventura en el pub de Anne, pocos sabían. Si contaba a Susan, Saori, Romina, incluso a su propia madre, era un círculo muy reducido, y ni siquiera ellos conocían la historia completa. ¿Era tiempo ya de hablar de eso? Eventualmente, se vería forzado a hacerlo. Conociéndote, quieres saber lo que en realidad pasó. Resulta, que estábamos bebiendo todos en el mismo momento; el vampiro, la señorita Macnair, y un servidor. En el momento en que planeábamos retirarnos, este amigable sujeto me reconoció, queriendo armar una buena bronca. Y así fue... No me enorgullezco de haber sido quien la comenzara, pero al menos recibí ayuda de la imprudente jovencita. A efectos prácticos, era un buen resumen de los acontecimientos. Metió una mano en el bolsillo del pantalón, palpando la forma esférica de los caramelos petrificantes que había adquirido en las festividades pasadas. Volvió a su mente, por alguna extraña razón, la situación que vivió siendo aspirante, en la que incluso tuvo que visitar el Ministerio. ¿Me ayudarás con esto? le dedicó una sonrisa irónica, como si dudara de la buena fe de la castaña. Bien podría darle igual, y dejarlo morir a su suerte, pero quizá su aportación al bando mantenía vivo el interés. Pero, antes... Me debes una pequeña explicación a mis lagunas mentales. Ladeó la cabeza hacia la izquierda, cual niño curioso. @

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