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Eobard Thawne

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Todo lo publicado por Eobard Thawne

  1. -Me gusta anticiparme a ciertas situaciones. Sonrío ante su reacción al haber aceptado la invitación a pasar un tiempo en Nueva Orleans. Una vez más, nos adentramos en el juego de palabras, dejando una libre interpretación a las mías, pues estoy seguro que la joven sabrá descifrar el significado de aquel comentario. Al verle adoptar una posición de concentración, sé que el enfrentamiento en la mesa de billar será para el recuerdo, pues esta ocasión no dejaría que la venciera tan fácilmente. La perspectiva de la visita a la Costa Oeste, aún lejana, parece ser una excelente oportunidad de descubrimiento mutuo. Nueva Orleans, en particular, se caracteriza por su bajo mundo, muy distinto de aquel que se retrata en los periódicos o las películas no mágicas. El hampa nomaj era quizá la menor de las preocupaciones, ya no digamos el mágico. Y eso sin contar a las innumerables criaturas y personalidades que elegían tal locación para refugiarse. No había conocido un lugar tan lleno de vileza como aquel. Aún. -Créame, el acento alemán fue sólo el inicio. ¿Por qué no sorprender con algunas destrezas, directas de mi repertorio? -río, dirigiéndole una mirada de sosiego a la joven, negando ligeramente con la cabeza. Todo aquel asunto de mis inesperadas reacciones posiblemente quedará grabado para la posteridad. En el choque de palmas puedo casi asegurar que será difícil de olvidar aquella situación. Y no es porque me guste generar pena ajena, sino por un presentimiento. Una sensación de que, mostrar una faceta quisquillosa y extrañamente irracional, había sido la principal razón para que dichos ojos esmeralda se dirigieran hacia mí. -Sí mata a alguien, asegúrese de que experimente una larga sensación de agonía, hacerlo rápido sería quitarle parte de la diversión a esto. -ironizo el comentario de la joven, quién se prepara para hacer el primer tiro, adoptando una postura que denotaba concentración total. Aprovecho el breve lapso para llamar la atención del barman, levantando la mano. Al cruzar la mirada con Zeta, gesticulo el nombre de la bebida que deseo que se nos traiga. Mirando de reojo la técnica de Juliette en la mesa, contemplo, con un ligero pesar, la marcha de la botella de tequila, siendo reemplazada por una cuyos diseños parecían haber sido tallados a mano, además de ser de una capacidad considerablemente superior al de su predecesora. El crack que genera el impacto entre las bolas hace que vuelva a dirigir mi mirada hacia el juego, donde la chica no ha resultado tan afortunada. A decir verdad, el juego consistía más en planear una estrategia, que la pericia propia en sí. Levanto mi mirada con Juliette, una vez más parecemos enfrascados en un instante en el que simplemente nos limitamos a analizar los globos oculares del otro. Últimamente busco cualquier excusa para encontrarme en el campo de visión de aquellos orbes esmeraldas. -Sí cree que su puntería es promedio, podría decir que la mía se encuentra por debajo de éste. Gesticulo una ligera sonrisa ante la joven, quién parecía observar a los músicos, esperando por su siguiente turno. Al juzgar por la posición donde ha caído la bola blanca, cerca del hueco intermedio izquierdo, hay probabilidad de que por error mi oportunidad se frustre en una triste penalización. Se trata de una trampa. -Bien jugado. -pienso, soltando una leve risa. Con el debido cuidado, coloco mi mano izquierda sobre el borde de la mesa, intentando no empujar la bola hacia el orificio. Una vez lista, deslizo el palo de pool a través del índice y medio, sin inclinarla tanto, pues también resultaría contraproducente. Me posiciono, dando un paso hacia atrás y flexionando mis rodillas, quedando al nivel suficiente para poder apreciar la pulcra esfera. Respiro con suavidad y, dándole un considerable impulso a la vara de madera, atestó un veloz golpe a lo que considero es el centro de la bola. -Una pena. Creo que el vodka tendrá que esperar. -suspiro, observando la reacomodación del resto de las bolas sobre la mesa. Algunas apenas y se desplazan, destacando dos de ellas que, debido al choque con el objeto níveo, se acercan peligrosamente hacia el orificio inferior derecho. Si la joven llegara a aprovechar el regalo que le hecho tras cometer dicho error, estaría perdido. @@Juliette Macnair
  2. No me sorprende que Juliette tenga conocimiento de la celebración de Mardi Gras. Después de todo, es muy famosa en la comunidad nomaj. Y para dos individuos que han pasado prolongados lapsos de tiempo viviendo entre los no mágicos, no es la excepción. Su homólogo brasileño, el Carnaval de Río de Janeiro, también era bien conocido por muchas personas. Pero más imprudente que aquel festival realizado en Nueva Orleans, cuyos colores siempre han sido de mi agrado. -Seríamos dos. No me pude quedar mucho tiempo este año...Llámese una pequeña complicación. -sonrío con recatada malicia ante el comentario de la joven por no poder asistir a la edición del 2017. -Vaya atrevimiento, señorita, me ha tomado por sorpresa. ¿De qué va todo esto? Por lo general, una persona comenzaría con una invitación a su hogar, y eso ya sería poseer un lazo de confianza concreto si se trata de alguien a quien apenas se conoce. No lo pienso porque no confíe en la ojiverde, sino por el hecho de que la invitación a una festividad no mágica resultaba de lo más intrigante. Si bien había pasado tiempo sin tener que adentrarme en la comunidad mundana, ¿por qué no habría de hacerlo? -Pero, naturalmente, acepto su invitación. Será un placer complacerle con mi compañía durante el próximo Mardi Gras. La perspectiva de volver a Nueva Orleans resulta un tanto alarmante, pues estoy casi seguro de que no seré tan bien recibido ahí. Para mi moderada suerte, la facilidad con la que la joven y yo podríamos pasar desapercibidos resulta tentadora. Mientras no generáramos un altercado lo suficientemente comprometedor para atraer al MACUSA, algo bueno podría salir de aquella visita. Si es que se concretaba, pues la última edición había concluido recientemente. Nos daba suficiente tiempo para estrechar la confianza entre ambos. Y para pulir nuestras destrezas mágicas, por si la ocasión lo ameritaba. Tras el breve lapso en el que ambos decidimos enfocarnos a disfrutar de nuestras bebidas, puedo notar que tenemos cierta predilección por causar estragos, o al menos efectuar prácticas que probablemente terminen en un completo desastre. Una combinación peligrosa, debo admitirlo. Observando a la joven preparar el terreno de la mesa de billar para nuestra siguiente actividad, puedo asegurar sólo dos cosas que eventualmente sucederán con el tiempo. Ella se contagiara de mi prudencia ante, básicamente, todas las situaciones a las que me enfrentara. O, que yo terminara por abandonar mi cautela y actuara acorde al fragor del momento. -No soy un as, pero supongo que podemos intentarlo. -atrapo el palo de pool y lo hago girar sobre la espalda cual tridente. -Me disculpo por mi pésima demostración de testosterona, señorita. Ante el inminente agotamiento de la primera bebida que hemos solicitado desde nuestra llegada, comienzo a sopesar otras alternativas. El pub tenía bastante stock, por lo que no dudo que puedan complacernos en cuanto a nuestros deseos de consumir cierto tipo de trago. -Sugeriría algo, quizá, más frío. Digno de la madre Rusia...¿Vodka, tal vez? Esta ocasión decido anticiparme a su invitación de que sea yo quien dé inicio a la partida de billar, con el miedo latente de volver a hacer el ridículo. No podía arriesgarme a tal cosa, menos con aquel par de globos oculares cuyos destellos verdes, y comenzaba a admitirlo, me distraían a momentos. Acomodo cada una de las bolas usando el objeto triangular designado para tal actividad, y centro la figura sobre la superficie de la mesa. Acto seguido, retiro al aditamento de madera. -Las damas primero. -extiendo mi mano, suavemente, dejando espacio para que Juliette haga su movimiento. @@Juliette Macnair
  3. -Buen trabajo, Horace. Llamaré si necesito algo. Me sostengo el estómago con ambas manos al tiempo que el servicial elfo doméstico me dedica una leve reverencia antes de desaparecer. La Aparición Conjunta me causa estragos de vez en cuando, por lo que me alegro haber tenido un desayuno ligero. Pero, con mi licencia para aparecerme aún en trámite, lo más prudente era hacer uso de las habilidades de mi buen amigo. -Huh, extraño lugar. Pero me agrada. -le doy una mirada rápida al Museo Night antes de disponerme a caminar hacia la puerta principal. Siguiendo parcialmente mi lema de Formalidad ante todo, o parte de, había decidido portar un pantalón de vestir de tono gris Oxford, además de una camisa azul cielo. Para rematar, una túnica verde botella, que me parecía un tanto extravagante. Pero no tanto como los animales que coronaban el recorrido principal. La disculpa, tanto como la citación, habían resultado un tanto inesperadas. Después de su inexplicable partida aquella tarde en el Parque de las Lamentaciones, no había vuelto a saber de Maida, llevándome a pensar que al no resulté ser el acompañante ideal, probablemente por los enigmas que encerraba bajo mi recatada personalidad. Y eso era algo que podía comprender si era el caso, ya que en mi afán por ser cauto quizá tendía a cerrarme un poco ante los demás. Con todo, una exposición de arte era un lugar curioso para ver a alguien. No porque me pareciera aburrido, sino por las posibilidades de que alguien realmente sugiriera tal lugar para encontrarse. -Nada mal... -admito, levantando la mirada para poder observar el Hall una vez que me encuentro dentro del edificio. Una estructura abovedada, más común en mansiones o pequeños recintos espirituales, como aquellos que los muggles solían frecuentar. Un módulo de información en el centro, clásico. Y, lo más impactante, criaturas pertenecientes a épocas más contemporáneas, antes y después del auge del ser humano, e incluso representativas de cada continente. Aquella vista me hace recordar al Museo Americano de Historia Natural en Nueva York. En eso, logro divisar una figura que me hace suspender mi análisis del medio. El cabello trenzado y la túnica colorida la delatan, además del hecho de que parece ser la única persona que espera a alguien más. Al menos desde mi punto de vista. Decido desplazarme hacia su posición, calmo, con las manos entrelazadas sobre la espalda. -¡Señorita Yaxley! -saludo, haciendo una ligera inclinación de cabeza. -Peculiar lugar para una reunión. ¿Cómo se encuentra? @
  4. Al parecer no soy el único que parece tener cierta cautela en lo que a los artefactos de humor respecta. Lo irónico es que ni siquiera con los objetos muggles designados para hacer bromas puedes estar seguro. Es irónico en cierta manera, sobre todo por el hecho de que alguien que no sea muy adepto a las bromas se aparezca por ahí. -Son armas de doble filo, en realidad. Hay que saber manejarlas, o huir lo más lejos que se pueda. Puedo notar algo en el tono de la joven que me da a entender que en su familia hay cierto drama, no tanto por el hecho de que tuviera familiares extraños, sino por el dejo en sus últimas palabras. ¿Nostalgia, tal vez? No soy el indicado para juzgar, y ciertamente no lo haría cuando hace sólo segundos que he comenzado a hablar con ella. -Mientras no se trate de una broma, supongo que puedo tomar uno o dos. -esbozo una ligera sonrisa ante el ofrecimiento de un pequeño refrigerio. Los dulces siempre me han parecido una forma de reponer energía, y para el caso de las gominolas no es la excepción, aunque aquellas de sabor frutal siempre han sido mis predilectas. -Oh, ¿Black Lestrange? Vaya, eso es inesperado... -comento, con una expresión de sorpresa ante el encuentro con quien parece ser uno de los miembros de mi nueva familia. -Es un gusto, Saori. No imaginaba coincidir con alguien de la familia en este lugar, a decir verdad. -estrecho su mano, encontrando respuesta al por qué de mi presentimiento de haberla visto antes. -Larga historia...Bueno, te sorprendería un poco si te contara la mía y no estuvieses cabeceando, profundamente dormida, tras concluirla. -me encojo de hombros, dejando escapar una breve risa. -Hasta donde tengo conocimiento, sólo soy estadounidense pero, quién sabe, puede que no sólo me limite a eso. -suspiro, pensando en el cambio que supondría la entrada a laborar en el Ministerio, y el sendero al que estaría sujeto si decidía conocer más acerca de mis orígenes. @ (*) Off rol: Y no, soy miembro de la familia (es la sanguínea), pero no quise aparecerme así como si nada en la casa, porque me gusta hacer drama, una buena entrada era requerida (?) Pero, en fin, con gusto, tómate el tiempo que requieras para responder, no hay problema si te llegas a demorar. xD
  5. -Ah, ¿así que es una visita a la familia? Qué considerada. Yo hago mi mejor esfuerzo por adaptarme, así que pasará un tiempo hasta que comience a visitar los negocios de mis parientes. -río ligeramente, ladeando la cabeza. La joven parecía haberse avergonzado un poco ante el pequeño incidente, pero a expensas del momento no era algo del otro mundo. Hasta los muggles tenían situaciones similares. Entonces comienza a contar lo que parecen ser anécdotas con sus allegados. Algo bastante memorable, pues la sola mención de palabras tales como pizza y la levitación me daban a entender que se trataba de una chica que no desaprovechaba una aventura si era posible, por más pequeña que ésta fuese. -Cada familia tiene lo suyo. -comento, intentando pensar en mi experiencia respecto al tema. La primera experiencia no había resultado del todo grata, llevándome a vivir en el exilio, y no en el castillo de la familia. Tras el mal rato, inesperadamente descubrí que mis orígenes apuntaban hacia otra familia del mundo mágico, llevándome finalmente ante la casona de los Black Lestrange. -No puedo opinar mucho de la mía, pues no he pasado suficiente tiempo en ella. No obstante, han sido gratas experiencias. Una vez más, la joven oriental parecía un tanto preocupada por sus acciones. Normalmente era yo quién se inclinaba por ser más cauto, y con toda la razón, después de lo acontecido en la tienda de bromas. -¿Hechizo de expansión? -pienso mientras miro la bolsa en la que guardaba sus pertenencias, posiblemente la razón por la que se había abierto poco después. -Iba a pedir un par de orejas extensibles pero, no lo sé, reitero, tengo mala experiencia con los artículos de broma. -niego con la cabeza. -Oh, es cierto, mis modales... -me doy un ligero golpe en la frente con el puño, mirando a mi interlocutora. -Mi nombre es Eobard Aldrich Black Lestrange Thawne. -río ante la extensión de aquellas palabras por las que se me conocía. -Aunque puedes llamarme por mi segundo nombre, es mejor. Y el apellido Thawne tiendo a usarlo cuando me encuentro en Norteamérica. Le dedico una ligera reverencia a la joven a manera de presentación adicional. La formalidad no siempre la veía necesaria pero, ¿por qué no? -¿Qué hay de ti, puedo preguntar cuál es tu nombre? @
  6. La última vez que había estado en Moco de Troll, las cosas no habían sido precisamente favorables para mi acompañante y para mí. Ya no digamos, el resto de los clientes. Todo aquel incidente con el pantano portátil comenzaba a quedar atrás. Y en parte agradezco haberme enterado de mi pertenencia a los Black Lestrange poco después, pues habría resultado en extremo vergonzoso. -Bueno, esperemos que en esta ocasión no suceda nada que se pueda escapar de mis manos. Había sido mi primer pensamiento al arribar, por segunda ocasión, al negocio. Bastó con susurrar el ya conocido "¡Travesura Realizada!" para poder ingresar a aquella cabaña de estructura peculiar. Metiendo las manos en los bolsillos, permití que las hadas que dominaban el pasillo molestaran un poco. No tenía muchas ganas de sacar la varita, ni de mover un músculo, en realidad, considerando cómo había terminado la última ocasión. -Aquí vamos de nuevo... -ante la vista de la abarrotada estancia, decido contribuir a la ya preocupante fila, que si no era depurada rápidamente alcanzaría las plantas superiores del local. La mayoría de los clientes solicitan artefactos de broma inofensivos, relativamente. Pastillas vomitivas, polvo peruano de invisibilidad, algunas bombas fétidas. Mi mirada se torna seria al ver a un sujeto ordenando un pantano portátil, cargándolo por su cuenta para abandonar el local. Un leve suspiro acompaña mi tranquilidad al pensar que, si la caja explota, al menos el desastre ocurrirá en el callejón. En eso, una joven, cuyos rasgos denotaban una ascendencia asiática, hizo presencia en el local. De inicio, las hadas no parecieron agradable, puesto que comenzó a hechizarlas apenas se acercaron a ella. Tras esto, había reconsiderado su proceder, pues, como la mayoría, lo que uno menos deseaba en una tienda de bromas era causar revuelo. -Definitivamente, ese cabello rivaliza con el concepto de desorden que supone el mío. -pienso, analizando a la chica, cuya queja de la situación de su cabellera había atraído las miradas de unos cuantos presentes. ¿La habría visto en algún lugar antes? Ni idea. Posiblemente. No tuve mucho tiempo de recordar, pues me había empujado al tropezar por equivocación. -Descuida, mientras no me mates, todo está bien. -río, asintiendo ligeramente con la cabeza. Su calzado era la principal causa del tropiezo, por lo que realmente no había razón para molestarse. Aquella situación me ha traído recuerdos de mi encuentro con Susan, quién también había tropezado conmigo. Casi. -¿No es tu día? -hago una mueca, intentando pensar qué tan malo sería aquello. -Considerando que la última vez que estuve aquí dejé un gran desastre, creo que me siento afortunado de no haber provocado un altercado apenas puse un pie dentro de este lugar. @
  7. Aún sin creer mi contundente victoria en los dardos, observo a la joven cumplir con su parte del pacto. Por una alguna extraña razón, había considerado su posibilidad de escaparse de esa situación, quizá la bebida le habría parecido demasiado fuerte. Pero no, tal como yo había hecho hacía algunos instantes, Juliette deslizaba el tequila por su garganta, haciendo discreta gesticulación antes de el limón a manera de atenuar los efectos. -Una ciudad con una gran influencia francesa, pero interesantes lugares de esparcimiento. La calidad de los casinos no es la misma que en Nevada, aunque no negaré lo bien que uno se la pasa allí. -comento, aprovechando el lapso en el que la joven cumple su parte de la apuesta. Tras terminar su trago, la señorita hace alusión a la intensidad del sabor del tequila, sólo para elogiar mi último intento de tiro, habiendo sido mera cuestión de suerte. Podría haber anotado con la misma exactitud en mi primer intento, pero habría levantado sospechas. No necesariamente por parte de Juliette, pues por lo poco que sé de ella dudo mucho que no se haya enfrentado a situaciones fuera de lo común. Sería en serio una lástima armar una trifulca en este lugar por unos simples dardos. Nadie es tan preciso, sí, pero la sensibilidad de algunos es mayor. Miro alternadamente a los sujetos ebrios de la barra. Cualquiera pudo haber atribuido mi victoria a trampa, llevándonos a un posible enfrentamiento a puño limpio. -Mardi Gras... -asiento ante mención de las fiestas temáticas. -Así es...El señor Sinatra era un personaje muy querido en la Costa Oeste. Incluso, me atrevo a pensar que era uno de los nuestros. Su música complacía hasta a las más exigentes criaturas. -alcanzo otra de las bolas de billar, haciéndola girar entre mis manos. Vienen a mí mente aquellos coloridos festejos en Louisiana al tiempo que escucho el susurro de Juliette sugiriendo un cambio de las reglas del juego. Mi reacción inicial es el desconcierto. Pero, poco a poco, esbozo una suave sonrisa. -Un tanto arriesgado, señorita. No obstante, tengo un gusto por las actividades de esa índole. Acepto con mucho gusto el reto. -concluyo, mirándole una vez más por encima de los lentes, pues sentía que el policarbonato impedía apreciar sus ojos verdes en su totalidad. Al ver que el nivel de tequila en mi caballito alcanzaba su máximo, asiento con ligereza. El poco tiempo de convivencia no ha impedido que trascendamos en lo que parecía estar destinado a una buena amistad. El verdor en sus ojos se hacía notar donde fuera, y eventualmente he comenzado a habituarme a ello. Tomo el diminuto vaso y lo inclino ligeramente en su dirección. -A su salud. -le doy un pequeño sorbo, sucumbiendo una vez más ante el ardor que suponía aquella bebida. @Juli-ette
  8. La quietud apreciable en la tercera planta me obliga finalmente a moverme. No es como que me guste estar estático, de todas formas. Pero sigue estando el pequeño detalle de que no tengo idea cuál de todas las habitaciones ha sido designada para instalarme. Si bien no se trata de una situación de otro mundo, en primera instancia se podría tornar algo incómodo. Así que, procurando que mis pasos no resuenen en la estancia, examino las puertas a mi alrededor, intentando descifrar aquella que servirá de habitación. Basta con acercarme a algunas de ellas para saber que ya se encuentran ocupadas, pues mi instinto me lo indica, como una especie de sensación de ocupación del otro lado de la puerta. Y a decir verdad, no quería realmente saber qué había dentro de las habitaciones de los demás. Comienzo una trayectoria zigzagueante en un afán de examinar las puertas de ambos extremos en menor tiempo, pero decido tomar un breve descanso. El asunto estaba resultando un poco gracioso, pues si la casona tuviera más plantas lo más seguro es que me hubiese perdido en cuestión de minutos. O segundos. El sonido de pasos me saca del ensimismamiento, haciendo que gire mi mirada hacia las escaleras. -Vaya que es fácil perderse aquí, ¿eh? -comento con algo de nerviosismo a Susan, quién seguramente ha acudido a ayudarme a encontrar mi habitación. El shock del repentino encuentro aún sigue latente, por lo que realmente no se me ocurre otra cosa que decirle, dedicándole una ligera sonrisa. En eso, desvío mi mirada hacia una puerta del lado derecho, aún sin analizar, situada casi a mitad del pasillo. A juzgar por el estado en que se encontraba la perilla, la habitación no había tenido un ocupante en considerable tiempo. Consciente de que Susan me observa, y de que me pondré en ridículo si me equivoco, decido hacer girar el redondo objeto, empujando la puerta un poco para finalmente poner un pie dentro de aquel alojamiento. -Nada mal... -susurro, haciendo un rápido sondeo de la alcoba en la que me encuentro. Una cama de considerable tamaño, cuyas sábanas son de un tono crema y marrón. Sobre esta se puede apreciar un par de cojines de colores similares. A su lado, una mesita de noche que más bien tenía forma de un poliedro cuyas caras eran pentagonales. Ese tipo de diseños siempre han avivado mi curiosidad. Del otro lado, una silla junto con una mesa mediana, además de un par de cómodas. La alfombra gris coronaba gran parte del suelo. Sí, demasiados aspectos míos, definitivamente se trata de mi habitación. Sin hacer esperar más a la joven, decido depositar mi mochila sobre la cama y colocar los lentes deportivos sobre la mesita de noche. Más tarde vendría a poner orden. Aprovecho para colocarme los lentes convencionales, que generalmente guardaba en uno de los bolsillos. De igual forma, decido quitarme la capa, pues el clima parecía agradable. Una vez que cierro la puerta, escucho un leve crujido en la madera. Me doy la vuelta y, atribuyéndolo a un encantamiento, la palabra Aldrich ha aparecido sobre la superficie del acceso. Mi segundo nombre. -Bueno...¿Me darás un pequeño tour antes de la cena? -concluyo, mirando a Susan al tiempo que meto una mano en los bolsillos del pantalón. -Supongo que servirá para ponernos al día.
  9. Un impacto directo al centro. No tenía nada que hacer contra ello. Aún visto desde aquella distancia, entre el dardo rojo y el negro parecía haber una inmensa separación, lo suficiente para dictaminar que ha sido una victoria justa. Uno pensaría que Juliette se pondría nerviosa ante la cercanía que había tenido mi tiro, pero creo que más bien ha servido de inspiración para la reciente hazaña. -Buen tiro. -admito al fin, dando un suave aplauso a manera de felicitación. -E irónico, pues ha elogiado mis habilidades previo a la demostración de que no son tan maravillosas como usted creía. Su técnica ha sido impecable, casi como si estuviera usando lentes magnificadores o predijera la fricción del aire. Sí, son cuestiones más encaminadas a la física muggle pero, ni siquiera como magos estamos exentos de algunas de sus leyes, y con más razón, jugando con objetos que dependen de tener alguna idea de ello. -Supongo, entonces, que debo honrar el trato. -esbozo una sonrisa irónica, cual perdedor aceptando su derrota. Destapo la botella que contiene la casi transparente bebida. El olor del agave inunda mis fosas nasales apenas lo hago. Me sirvo un poco del tequila en el caballito y, sin intentar generar más expectativa de la que ya he producido, me lo bebo sin más. El paso por mi garganta resulta abrasador, aún más de lo que cualquier cerveza podría resultar. El calor va desde un revitalizante hasta un considerable ardor. Decido tomar uno de los limones, pues su propósito era atenuar los efectos de dicha bebida. Me coloco el cítrico sobre los labios e intento obtener un poco de su jugo, reduciendo ligeramente el dejo del tequila. -Cautivadora bebida, en verdad. -miro a la señorita por encima de mis lentes, intentando descifrar los pensamientos que cruzan a través de esos ojos esmeralda. Ante su mirada no puedo perder el honor, por lo que decido tomar otro de los dardos, esperando que mi puntería no me traicione en esta ocasión, ni mucho menos, empeoré debido a los efectos del alcohol. -Respondiendo a su pregunta...Preferiría algo más clásico. Llámeme anciano. -río, girando los ojos hacia arriba como buscando una cana en mi cabello. -Sinatra no me molestaría. -me encojo de hombros, haciendo referencia a aquella estrella no mágica que cautivó audiencias durante gran parte del siglo pasado. La música no ayuda mucho a mi concentración, pero no hay cabida para otro error. Para esta ocasión, sostengo el proyectil sólo con el pulgar y el índice, flexionando los otros dedos. Poso mi mano sobre el hombro izquierdo, como si estuviera abrochándome una capa. La mirada de Juliette sobre mí, naturalmente. -Vamos, no me falles ahora. -pienso, antes de efectuar mi segundo lanzamiento, trazando una especie de arco para finalmente liberar el dardo. La velocidad de salida es superior al primer intento, pero eso no me asegura del todo que impactará en su objetivo. Un golpe seco hace crujir ligeramente la madera debajo de la diana. El dardo rojo ha alcanzado el centro, uniéndose a su homólogo azabache, por lo que ambos quedan como una especie de uve vista de perfil. -Suerte de principiante, supongo. Ante esto, dirijo mi mirada hacia la chica, quien parecía concentrada en el dardo entre sus dedos a tal punto, que podría decir que su vida depende de ello. Probablemente se encuentra pensando en algo, pero el retomar el juego de preguntas y respuestas que iniciamos en el pub en ese momento no me parecía la idea más viable. Sería algo que dejaría para cuando se hubiesen acabado los dardos. O el tequila. -Ahora es su turno. -susurro, esbozando una ligera sonrisa a Juliette al tiempo que me recargo en una de las esquinas de la mesa de billar, deslizando mi mano sobre la bola ocho, de un tono oscuro, que se encontraba cerca. @Juli-ette
  10. -Salud por eso. Sonrío, corroborando la alta calidad que caracteriza tanto a la cerveza alemana como el tequila mexicano. Una vez más, viene a mi memoria aquellas vivencias en Ciudad de México. La época en que estuve ahí me favoreció, pues podía hacer algo de magia sin tener que preocuparme por las represalias. Ya no digamos, la captura por parte del organismo regulador. El senado mágico era menos temperamental que el norteamericano, por lo que jamás tuve problema con ellos. -Me disculpo por mi pésima puntería, señorita. -pongo mi mano sobre el pecho y bajo brevemente la mirada, como avergonzado. La ironía de aquel asunto resultaba en exceso graciosa, pues dudo mucho que el mago ebrio se hubiese dado cuenta que un dardo le había atinado, de haber sido el caso. -Es un juego interesante, debo admitirlo. Por supuesto que acepto, así que esperemos no pierda la compostura antes que usted. Tras estrechar las manos a manera de sellar el trato y que Juliette se marchara a conseguir más dardos, decido quitarme los lentes y masajeo mis sienes con suavidad, como si fuera a prepararme para una competencia tan relevante que mi vida pudiera depender de ello. Una vez que la chica regresa con los proyectiles y me entrega el de color rojo comienzo a pensar que la cosa va demasiado en serio. Es una excelente forma de estrechar el lazo de confianza que iniciamos al haber cruzado nuestros caminos tan curiosamente en un pub. -Normalmente insistiría en que tire primero, pero ya que usted se me ha adelantado...como siempre. Río leve, como queriendo sonar molesto por ello. Es una joven bastante peculiar, que parece anticiparse a todo, más aún de lo que yo suelo hacerlo. Pensaría que tiene todo precisamente planeado. Su postura de pierna cruzada delata una gran confianza en sí misma y, ¿por qué no? Una excelente puntería. Deberé esforzarme lo mejor para ganar esta ocasión. Centro mi mirada en aquel dardo, de un tono escarlata cual gota de sangre. Lo sostengo con el pulgar, índice y medio de mi mano derecha, poniéndome lo más centrado posible respecto a la diana. Entrecierro los ojos unos segundos y flexiono el brazo cuya mano sostiene el proyectil, para darle más impulso. Tras un rápido movimiento hacia adelante, libero el pequeño objeto, que unos segundos después se incrusta en el objetivo. -Ha estado cerca. -dictamino, acercándome a la diana para corroborar el resultado. La punta yace en la división entre el centro y el siguiente círculo. Un poco más, y habría ganado dicha ronda. -Su turno. Regreso a la mesa, extendiendo mi mano en su dirección, como invitándole a derrotarme en aquella partida. Es su oportunidad para demostrar su valía, y de paso para que confirme que, en efecto, se trata de una joven fuera de lo común. Aún con el poco tiempo de interacción que hemos tenido, parecería que nos conocemos de toda una vida. Y es curioso, pues al mirarla por unos instantes me trae recuerdos de un encuentro en el pasado. La chica y ella comparten considerables detalles pero, ¿será la misma persona? Tendré que averiguarlo después de beberme ese tequila, pues presiento que la suerte no estará de mi lado en cuanto a los dardos. -No es mi estilo predilecto, pero tampoco me quejo. -comento una vez que el cambio en la música alcanza mis oídos. @Juli-ette
  11. El viaje ha sido corto. Gracias al elfo doméstico de Juliette, no hemos tenido que recorrer una gran distancia para llegar a nuestro siguiente destino. Aunque todo el concepto de la Aparición Conjunta me resulta un tanto excesivo, sobre todo porque las criaturas parecen tomárselo más a la ligera. -Bien, debo conseguir esa licencia cuanto antes. -pienso en aquella autorización para poder efectuar la aparición, y que quizá habría evitado que mi estómago se revolviera tanto. Una vez que la señorita revela el secreto para poder entrar y decide adelantarse, el ambiente dentro del local comienza a inundarme al tiempo que le sigo el paso. Por un momento, me siento de vuelta en Estados Unidos. A pesar de mi inclinación hacia los pubs ingleses, debía admitir que los norteamericanos tenían lo suyo. Y éste en lo particular, mágico, me resulta agradable. No es tan ostentoso como un casino muggle de Nevada, pero coincide con los locales de la Costa Este, los cuales poseen una gran influencia europea, sobre todo francesa. -Al menos aquí no tendremos que preocuparnos por el frío. -comento dejando mi abrigo de caza en el perchero de entrada, dejándome solamente con la camisa que llevaba puesta, de un tono azul apagado. La varita, naturalmente, siempre la guardo bajo una de las mangas, razón por la cual opto por usar prendas superiores de manga larga. Nunca se sabe cuando seremos forzados a ocuparla. Una vez que dejamos la cortina negra atrás, lo que parece una de esas postales muggles se extiende ante ambos. Se escucha música de aquella comunidad no mágica, aunque el bullicio me impide identificar de quién se trata. Magos y brujas despreocupados por doquier, el tintineo del vidrio de las copas, el clásico barman, robusto y de expresión expectante. Me tomo unos segundos para respirar, para después liberar una pequeña tos debido a la presencia del tabaco, el único elemento faltante en la lista. -Oh, por favor. Lo que tú gustes hacer, después de todo, yo fui quien sugirió el lugar. -extiendo los brazos hacia ella como gesto de invitación, pues sé que la idea que tenga en mente no resultaría tan imprudente. -¿Pero qué...? -es mi primer pensamiento al observar a la chica acercarse a la barra, donde el sujeto moreno se había acercado para atenderle. Juliette estaba haciendo uso de su atractivo natural, sin duda. Y no es como que me moleste o me parezca mal, simplemente ha resultado inesperado. Más grande es mi sorpresa al ver que regresa con una botella de tequila, los dos caballitos y el plato de los complementos. -Sí, algo me dice que no conseguiste la botella gratis. -puntualizo, mirando el rubor que cubre el rostro de la joven. Niego con la cabeza, sonriendo de lado. -Yo me encargo de eso, después de todo, tú pagaste mi cerveza la última vez. -dicho esto, me acerco al barman, quien porta una etiqueta que reza el nombre de Zacharias, y le entrego los galeones correspondientes al primer consumo. -Tequila, ¿eh? -pregunto, volviendo con ella. Señalo con el mentón una pequeña mesa situada cerca de la mesa de billar, que nadie usaba en ese momento, y le ayudo con los caballitos y el plato, dejándole la custodia de la botella. -Debo admitir que es una de mis bebidas favoritas. Mexicana, claro. Su comunidad mágica es un tanto ancestral, desde luego, pero aún así no negaré la buena mano que tienen para fabricar bebidas. -sonrío recordando las varias visitas que realice al país situado al sur de EEUU. Había visitado México más veces de las que normalmente admitía, quizá porque la capital muggle era un caos a momentos. No era el lugar ideal para un mago fugitivo. Una vez que nos instalamos, la joven pregunta sobre la primera actividad para realizar. Alterno mi mirada entre la mesa de billar a la que casi hemos invadido, pero mi atención se centra en las distintas dianas que cuelgan de las paredes del local. -Bueno, ya que prácticamente hemos reclamado la mesa de billar, sugeriría practicar nuestra puntería. -ironizo, apuntándole con un pequeño dardo rojo que había tomado sigilosamente al entrar. -Aunque, no dudo que la suya sea impecable. -lanzo el proyectil hacia mi izquierda. Suave, pero veloz, esperando que no se clave en la espalda de algún desprevenido. @Juli-ette (*) Off rol: @ Lo prometido es deuda (?) Tras unos cuantos días de ausencia, de preocupación por mi conocimiento y demás cosas, por fin he decidido hacer honor a mi comentario de pasarme por tu local xD Como dije, no quería venir solo, así que me tomé la libertad de arribar acompañado.
  12. La señorita Macnair me ha preguntado si pondría mi vida en sus manos, un cuestionamiento un tanto curioso, si se me permite. Que tu propia vida dependa de una sola persona parece un tanto problemático. Entonces, ¿si tal individuo decidiera tu muerte, lo aceptarías sin más? Aunque sé que ha sido una metáfora, no evita que cavile brevemente. -Aunque es curioso. He ido a algunos parques en Londres que podrían satisfacer su deseo. -esbozo una suave sonrisa, como entendiendo perfectamente la razón para buscar la sensación de liberación. -Podría ser una opción, si no fuera porque tengo el mal presentimiento de que estarán sufriendo de una avalancha, o algún derivado del agradable clima. Mi tono sarcástico sobre el estado actual del tiempo no pretende ironizar del todo, pues las bajas temperaturas siempre han sido de mi agrado a diferencia del sofocante calor. Mi razón para descartar la visita al parque no es porque no quiera que Juliette tenga una grata experiencia. Al contrario, al parecer tenía razones de sobra para hacerlo, pues el ambiente entre ambos, el pequeño vínculo de confianza, estaba desarrollándose. Mientras se alista para partir, me permite regresar a mis cavilaciones. Pienso en lo que supone la idea de relacionarme con ella y, quizá, el peligro que eso suponga. No para mí del todo, puesto que aceptaría el riesgo, sino para ella. Sé que Zolomon generalmente ignora a los que se encuentran a mi alrededor a la hora de la verdad porque yo soy su principal objetivo pero, ¿y si cambia de opinión está vez? Más específicamente, ¿me perdonaría la señorita Macnair por mi imprudencia? Aunque, y espero estar seguro de ello, no parece el tipo de persona que no sabe defenderse por sí misma. -Conozco el lugar, o al menos, lo he visitado una vez. -asiento, tomando su mano al levantarme. El contacto es cálido, lo cual me sorprende un poco, puesto que yo esperaba que fuese helado. -Pero sí, la probabilidad de adquirir un resfriado es alta, lo cual me resulta innecesario a estas alturas. Su pago por adelantado de las bebidas me ha tomado por sorpresa. Es la segunda vez que alguien lo hace, y aunque no me parece molesto, lo justo es que yo sea quien pague por el consumo, sobre todo si se ha soportado a una persona como yo. Entonces se me viene a la mente otro lugar al que podríamos ir, que al menos es techado. -¿Qué te parece Elviris Pub? -sonrío de lado, uniéndome a ella en la puerta. Abro esta y un vendaval helado entra a menguar por unos segundos el ambiente agradable de El Dragón Verde. -Hay música, bebida, y una que otra actividad no mágica que, por muy mundana que parezca, es entretenida. -río ante la idea de participar en alguno de esos juegos de azar nomaj, de los cuales ya había tenido algo de experiencia durante mis años en la comunidad estadounidense. Dicho esto, cierro la comitiva tras su salida del local, esperando que el frío no nos impida llegar hasta nuestro próximo destino. @Juli-ette
  13. @ También debo agradecer por la eficiente atención brindada en mi peculiar caso (?) Sí me preocupaba por la parte de la clase, que tal y no me era válida...aunque no hubo problema y ahí ando intentando no morir aprobando Por la otra parte, también quería optar por un empleo allá en MM, y no quería llegar sin conocimientos (?) Y bueno, realmente ya ha quedado todo. Sólo faltaría que agreguen el conocimiento elegido, pero esa ya es otra historia. ¡Muchas gracias por todo! PD: Sí me acuerdo, pero no quería aparecerme sólo, así que ya me leerás por allá.
  14. ¿Magia peligrosa? Un concepto bastante interesante, a decir verdad, y una vez más, dependía del punto de vista. Recordando a aquel mago tenebroso, Riddle, sólo había poder y gente débil para buscarlo. El único punto en contra, y quizá el más preocupante, es el hecho de que Tom murió en su búsqueda de la dominación absoluta sobre las masas. -Las personas tienen a decir muchas mentiras, señorita Macnair. -sonrío acariciando suavemente mi barbilla. -Puedo incluirme en esa lista pero, puedo asegurarle que he sido honesto. -asiento sin más, dejando a interpretación abierta mi argumento. -El amor, magia peligrosa en verdad. Aún más que las artes oscuras, y sí, digamos que esa rama es una de mis especialidades. El humor con el que se está tomando todo el asunto me resulta gracioso. Una indiferencia peculiar, sincera. No era algo habitual de presenciar, eso bajo circunstancias normales. Pero esta situación no es una de ellas. Se sale de cualquier descripción mundana, a pesar de sólo ser una conversación. La sinceridad parece algo común entre ambos, a pesar de que se trata de nuestro primer encuentro. Parece que la joven está en calma, disfrutando de aquel momento. Los temas que hemos tratado durante los últimos minutos no son ni a propósito los que dos personas compartirían abiertamente, aún conociéndose de hace años. Son cuestiones que uno generalmente guarda bajo llave. Una sonrisa breve, pero amplia, se curva ante su ágil movimiento de mano para sujetar mi muñeca durante un par de segundos. -Humm...Me temo que la adivinación es una ciencia un tanto imprecisa. -niego suavemente, pensando en la existencia de las llamadas profecías. -Rodeada de tanto misticismo, adquiere esa especie de...¿misterio? Llámeme incrédulo, pero no veo razón para fiarme totalmente de una bola de cristal o de hojas de té. Y en parte eso está justificado. ¿Hace cuánto que no se ha formulado una profecía relevante? Sybill Trelawney, una vidente excepcional, pero un tanto descabellada, había sido la más reconocida durante finales del siglo pasado. Pero, ¿después de la guerra? Nada...Ni una pequeña predicción climática. -Estoy abierto a sugerencias. -extiendo los brazos hacia Juliette, como invitándola a tomar la decisión sobre nuestro siguiente movimiento. Aunque el local parecía a prueba del clima, ante una posible tempestad, lo más prudente era abandonar el lugar. Seríamos muy afortunados de no tener que presenciar otro intento de asalto como el que un sujeto había intentado efectuar. La dueña estaba dispuesta a defender su negocio con su vida, y eso es de reconocerse. Una buena razón para retornar a aquel magnífico pub. -Aunque, si decidiera que nos marcháramos, le prometo estar en contacto. -dicho esto le guiño un ojo a la chica. No como manera de conquista, porque ese no ha sido el afán de toda la conversación, sino una especie de fortalecer dicha promesa de una forma silenciosa. Ha sido una agradable experiencia y, a decir verdad, estoy casi seguro de que no será la única ocasión en que me tope con esos peculiares ojos verde esmeralda. @Juli-ette
  15. Estoy casi seguro de que mi breve descripción sobre Harry Potter le ha causado gracia, pues escucho una risa, breve y discreta, emanar de sus labios. De un momento a otro, parece estar enfrascada en sus propios pensamientos. -Vaya, se la ha terminado antes que yo. -pienso, observando cómo el vaso de la pinta se deslizaba sobre la superficie de la mesa, siendo ya prescindible. Aunque, con el clima que hace, uno normalmente bebería todo lo que su garganta soportara. Continuo devolviéndole la mirada, como si de eso dependiera mi vida, pues sus ojos resultan claramente atractivos. El movimiento que ondula las puntas de su cabello, una actividad tan normal entre las personas, le confiere un aura de momentánea paz. Esa sensación es un tanto peculiar, y podría jurar que comúnmente se la transmite a otras personas, la mayor parte del tiempo sin percatarse de ello. Algo así como el mal presentimiento que genero yo al hacer presencia, el cual al parecer no parece aplicar para ella. -Una pena... -dejo escapar un ligero bufido tras el relato de su experiencia con el amor. No por mofa, sino por la ironía que estoy a punto de expresar. - Gracioso, ¿no? Normalmente, es la experiencia la que nos ayuda a reaccionar ante ciertos eventos. Pero con el amor, nunca es suficiente. Me encojo de hombros. No había experimentado ninguna relación afectiva con alguien desde la huida de la mansión de los Thawne. Y en parte así es como había logrado sobrevivir hasta ahora. Asiento ligeramente al momento que la señorita pide que la disculpe. En su proceder puedo encontrar patrones de comportamiento similares, desde cierto punto de vista, con los que yo manifesté alguna vez cuando joven. A juzgar por el tipo de reacciones que ha demostrado, era la primera vez que compartía ciertos momentos con alguien, o no lo había hecho en considerable tiempo. En cierto modo, me veo a mí mismo pensando en qué debería revelar, y que debería mantener en secreto. -Y a un enemigo...hasta aniquilarlo. -susurro, aún dentro de mis cavilaciones. El tema del perdón resulta un tanto quisquilloso para mí, pues da pie a inevitablemente hacer aquella analogía con mi más grande rival. -Me disculpo por eso, no ha sido adecuado. ¿Cuántas otras disculpas tendría que formular? Un total misterio. El repentino cambio en su actitud me parece alarmante, pues probablemente se debe a algo que he dicho. A una de mis reacciones, probablemente. Y no la culpo, pues nunca he sido un maestro del tacto. Algo en lo que debería comenzar a trabajar, de hecho, si es que quería sobrevivir en el mundo mágico. -Una maestra de adivinación... -río con ganas ante su humor crudo y decido darle un largo sorbo a mi bebida, dejando el vaso de la pinta, vacío, a un lado mío,tal como ella había hecho primero. -No me parece desquiciada en lo absoluto, señorita Juliette. Sonrío, negando con la cabeza. Y era verdad, mi opinión hasta ese momento sobre la joven no implicaba nada malo. Ni siquiera desconfianza, que era lo común. -Esto se pondrá feo dentro de unas horas. -puntualizo, observando la fina capa de hielo que se formaba en el ventanal. @Juli-ette
  16. Pensé que me graduaría de la Academia sin constancia de haber acreditado el TIMO primero (?) Pero me da gusto saber que no será así. Me gustaría que agregarán el conocimiento de: Artes Oscuras Y una duda más, si me postulé al Ministerio en días pasados como aprendiz al no tener conocimientos aún, ¿debo esperar al próximo mes a optar por empleado? ¡Gracias de antemano y saludos!
  17. Esa voz. La última que pensaría escuchar en un tiempo relativamente cercano. ¿No se supondría que evitaría ser el típico imán de los problemas por una vez en la vida? Vaya que he hecho un buen trabajo. Parecería como si la joven que se encuentra al pie de la escalera jamás estuvo presente en aquel desastroso incidente una tienda de bromas del Callejón Diagón. Se ve recuperada, sin secuelas de dicho evento, pero algo la aflige. -Ay, dem... -pienso para mis adentros al tiempo que la sangre que corre a través de mis venas comienza a enfriarse. Puedo casi asegurar que mis manos están heladas. ¿Susan? Si esto se trata de una broma, debo decir que está resultando bastante bien. Este día en definitiva estaba resultando lleno de sorpresas. Y, dándole fin a mis cavilaciones, me percato que ni siquiera le he dirigido la palabra. -Susan. Qué...agradable sorpresa. No esperaba encontrarte aquí, por lo que quiero pensar que eres parte de esta familia. El inesperado encuentro me hace decir incoherencias. Pero, claro que es una Black Lestrange. Si no lo fuera, ¿qué más estaría haciendo allí? Quien no se estaba explicando era yo, por lo que decido que es momento de declarar la razón de mi presencia en aquella estancia. -Es extraño decirlo, pero... -saco el pequeño pergamino de uno de mis bolsillos. Había procurado que no se maltratara, pues en éste se encontraba el texto que validaba mis nuevos apellidos. -Fui adoptado por esta familia. Por...Mia Black Lestrange. -sonrío con nervios, sin saber exactamente con qué proceder. El asunto ya era de por si un tanto extraño, considerando que mi madre era al mismo tiempo mi actual profesora en la Academia. Y la verdad es que no tengo mucha idea de qué podría decirle, considerando que en nuestro primer y penúltimo encuentro, me había esfumado sin dar explicaciones. Entonces recuerdo que quiero dejar mis cosas en mi habitación, la cual aún no conozco, e intentar que el aspecto de merodeador sea menos notorio. -Uh, bueno...Si me disculpas. Creo que iré a buscar mi habitación, por lo que quizá me tarde un poco en regresar. -comento, pasando junto a ella y comenzando mi primer recorrido por la mansión. Llegando al segundo piso, puedo atisbar una pequeña biblioteca. A su lado, una oficina que, sin tener que preguntárselo a alguien, sé con certeza que es privada. El pequeño vistazo a la sala de gran extensión que ocupaba el resto del piso me dio a entender que las habitaciones no se encontraban ni de broma ahí. Continuo mi camino, llegando finalmente al tercer piso. Un estrecho pasillo, con habitaciones a ambos lados, se extiende ante mí. Más puertas de las que me gustaría contar. -Bien, esto es una complicación. -me cruzo de brazos, pues no quiero dar un paso en falso, literalmente. Entrar por error a la habitación de alguien más sería en extremo vergonzoso.
  18. @ Agradezco muchisímo la pronta actualización de mi ficha. Sobre el otro familiar, Lord Nicholas, se me olvidó especificar que también quería eliminarlo (Se trata de la misma persona), una disculpa, si es posible retirarlo adelante, sino con gusto espero al siguiente. Otro detalle es que le faltó la "e" al apellido Lestrange en el apartado del nombre. Son cosas pequeñas, pero prefiero no editar sin previa autorización. Con todo, conforme vaya progresando de nivel, veré como justificar algunas habilidades a través de los objeto se que mencionas, la sugerencia me ha sido de mucha ayuda. ¡Muchas gracias!
  19. Tras un rato caminando, decido detenerme. Han pasado apenas unos insignificantes minutos desde mi última pausa, por lo que creo que he impuesto un nuevo récord. Aquel bosque de álamos resultaba de lo más peculiar, considerando el clima de la zona. Pero puedo percibir un aire más puro, menos contaminado, que el de Londres muggle. Había decidido tomar un camino alterno, a pesar de las recomendaciones de seguir el lindero ya definido. Complicar las cosas es una de mis especialidades. Con todo, el asunto estaba saliendo bastante bien. Una vez que he llegado al linde del bosque, decido tomar asiento en una roca perteneciente a una curiosa formación, que además se encuentra cubierta de musgo. -Ya llegaste hasta aquí, Eobard. No hay vuelta atrás. –pienso, aprovechando para descubrirme los ojos, que había llevado ocultos bajo unos lentes deportivos tipo goggles, populares entre los muggles practicantes de la caza. Tras acomodar dicho artefacto sobre mi frente, por si volvía a requerirlo, me dedico a observar los alrededores. Y ahí está, imponente, la casona de la que tanto he escuchado. La reputación precede a los Black Lestrange, que a mi parecer no han escatimado en gastos para la construcción de dicha edificación. La reja parece cubrir una gran extensión de terreno, y uno pensaría que el lugar se encuentra vulnerable a simple vista, pero me es irrelevante, puesto que no planeo cometer allanamiento de morada. No, esto es diferente. Considerando mis últimas experiencias, el ser parte de una familia parece lo más normal. -Muy bien…Aquí vamos. –suspiro con tranquilidad, deteniéndome frente a las verjas de entrada. Bajo la mirada y miro por encima de mi hombro, procurando que no me han seguido. Lo cual no me hubiese preocupado, pues era una simple excusa para practicar uno que otro hechizo. Una vez que pongo un pie dentro de los terrenos familiares, puedo percibir la presencia de los encantamientos defensivos que se han dispuesto para garantizar la seguridad de los ocupantes. Decido tomar mi trayecto final hacia la mansión con toda la tranquilidad que me es posible, casi contando cada paso que doy. La capa verde, que me llega debajo de las rodillas, ondea con suavidad ante la brisa. Gracias a mi experiencia entre los muggles, generalmente no tengo problema para pasar desapercibido. Pero en esta ocasión, quizá la elección de vestimenta no fue muy ortodoxa. Había decidido portar unos jeans clásicos, ligeramente ajustados, pues me permitían mayor agilidad si se trataba de desplazarse grandes distancias, otro artículo aclamado por los no magos. Sumado a ello, una playera tipo polo gris, cuyas mangas llegaban hasta mis codos. Las botas de caza, de un tono caoba, parecen desentonar a propósito. A juzgar por mi atuendo, emulo a una versión mágica de cierto “cazarrecompensas” que aparece en una película muggle, lo cual quizá hice inconscientemente al elegir las prendas. A la espalda llevo cargando una mochila mediana, en la que había colocado algunas de mis pertenencias, pues debía dejar una parte en Londres por cualquier inconveniente. Alterno mi mirada entre las distintas edificaciones del terreno, quedando satisfecho ante la vista. Los álamos rodean casi todo, pero a la izquierda de la casona puedo distinguir lo que parece una lechucería, a juzgar por el diseño, similar al de Hogwarts. En el otro extremo, lo que da la impresión de ser un cementerio, donde un grifo se pasea tranquilamente. Una vez que he llegado a la puerta, me vuelvo a detener. Se escucha un ligero bullicio, por lo que debe haber considerables miembros en ese momento. Normalmente habría llamado y esperado a que alguien me abriera, pero ahora era parte de la familia, por lo que decidí entrar sin más. -Nada mal. –sonrío ampliamente una vez que cierro la puerta tras de mí, procurando no hacer tanto ruido. Uno de los primeros elementos que tengo el gusto de observar es el árbol genealógico, pintado a mano sin duda. Las voces del resto de los miembros resuenan en aquella estancia, sacándome de mi ensimismamiento. Se puede apreciar luz proveniente del comedor, por lo que parece que he llegado en el momento justo. Bien pude haberme aparecido directamente en mi habitación y bajado como cualquier otra persona, pero había decidido emprender dicha travesía para no perderme ningún detalle. -Esto… ¿Hola? –anuncio mi llegada a la mansión, modulando el tono de voz para que mis palabras fueran perfectamente escuchadas sin recaer en un volumen excesivamente alto. Si de mantener un bajo perfil se tratara, podría escabullirme hacia las escaleras y buscar mi habitación por mi cuenta, pero ante la perspectiva de tener la mala suerte de perderme en el exorbitante lugar, prefiero esperar a alguien. A decir verdad, no me agrada mucho la idea de asomarme al comedor con mi aspecto de viajero sin rumbo.
  20. Toda la situación ha resultado en un sinfín de eventos poco favorables para cualquiera que visite la tienda de bromas aquel día. Las bombas fétidas o los fuegos artificiales son una cosa pero, ¿pantanos portátiles con criaturas reales? Eso sobrepasa cualquier límite que haya visto antes. Soy un imán para los problemas, es algo que no cambia con el paso de los años. No obstante, depende de mí el limpiar este desastre, pues soy el responsable indirecto de que al menos media tienda se encuentre sumergida bajo fango. -Lamento no haberte avisado antes. Prometo que a la próxima lo menciono. -fueron algunas de mis últimas palabras para Susan antes de salir disparado hacia el enfrentamiento con los dugbogs. Había olvidado que los no velocistas experimentaban sensaciones extrañas al compartir la frecuencia vibratoria, pero la chica lo había tomado bastante bien, puesto que se abstuvo de vomitar. Ciencias muggle, tan irrelevantes para los magos, y aún así, resultan ser útiles en ciertos casos. Para mi mala suerte, el fango era muy espeso, lo suficiente para ralentizar mi velocidad. Sin varita, y con al menos media docena de aquellas criaturas rondando en círculos alrededor mío, la suerte no parecía favorecerme. Entonces, vino a mí una idea un tanto imprudente, pues implicaría atentar contra la buena moda de los presentes al manchar su ropa una vez más. -Supongo que lo vale...El fango es fácil de limpiar, al menos con magia. -pienso, antes de repetir el trazo de círculos con mis brazos, generando pequeños torbellinos que desorientaban a los dugbogs. Sin necesidad de mirar a mis espaldas, podía percibir que Susan tenía problemas usando mi varita. Y no me sorprende, considerando la afinidad del nogal negro con el dueño elegido. Sin su apoyo, lo único que puedo hacer es distraerlos hasta que llegue alguien más apto para manejar la situación. Pero para cuando eso pase, posiblemente sea muy tarde. Escucho los encantamientos convocadores de la joven, uno tras otro, comenzando a perder la esperanza. Justo cuando he decidido dejar de girar los brazos, la caja del desecador se encuentra ya en las manos de Susan. Me detengo en seco, observando las pequeñas gotas de fango salpicar con lentitud, esto gracias al uso de mi percepción. Sé perfectamente lo que hará, por lo que me preparo para recibir la caja. Sólo hay una oportunidad. Doy un salto para no dejarlo al azar, y alcanzo a dar un giro sobre mí mismo antes de impactar boca arriba sobre la superficie del fango. Abro la caja, y lo que parece ser una onda expansiva comienza a hacer efecto. Me desplazo hacia las escaleras para poner a salvo algunas personas, pues el radio de impacto posiblemente les cause uno que otro moretón. -Bueno, sólo espero que me perdones por la pésima primera impresión de un sujeto extraño. -río suave, cruzado de brazos frente a una de las mesas de la zona de comidas. La limpieza ahora es tarea de algunos magos, pero he decidido encargarme de Susan, quién quedó brevemente inconsciente, por lo que tuve que recostarla sobre una de las sillas. -Intentaré no pedir más pantanos portátiles, es una promesa. -guardo mi varita en un bolsillo y miro a la joven, que comienza a recobrar el sentido. Sin esperar a ser sujeto de un interrogatorio o algo por el estilo, pongo pies en polvorosa y abandono el local, perdiéndome de la vista pasados unos segundos. El encuentro con Susan ha resultado de lo más extraño, y algo me dice que no será la última ocasión en que veré a la enigmática joven. @@Susan V. Goldstein
  21. ¿Qué tal? He venido a realizar el trámite de actualización de mi bóveda. Sin más, creo que eso sería todo por el momento. Gracias de antemano al duende que modifique
  22. Hola, ¿qué tal? He venido para hacer unas cuantas modificaciones a mi ficha. Los dejo a continuación: Eliminación de la familia Myrddin como sanguínea, y por lo tanto a Kaiser como mi padre. En su lugar, me he unido a la Familia Black Lestrange, para la cual dejo registro y bóveda. De igual forma, agregar a Mia Black Lestrange como madre sanguínea. Cambio del nombre del personaje a Eobard Aldrich Black Lestrange. No sé si será posible, pero si abajo de eso pueden agregar una especie de "alias", o algo, pueden poner: Eobard Thawne, en Norteamérica. Si no, esto puede figurar en Otros Datos. Si se puede en el nombre del topic, cambiar a Eobard Black Lestrange. En "Cualidades psicológicas" hay un pequeño cambio, pero como también me gustaría modificar algunas cosas, dejo la siguiente cita En cuanto a la historia de mi personaje, es una modificación total. En este caso, si llegar a haber algo en el texto que se considere no apto referente a la temática potterica, favor de notificarme, para hacer la modificación pertinente. Si es posible, agregar a Horace como mi elfo doméstico personal (registro ya realizado y presente en ficha), quizá con una ligera descripción: Esbelto y de ojos verde esmeralda, con algunos mechones de cabello castaño. Viste una pequeña túnica azul. Eliminación del primer punto en "Otros datos", agregar los siguientes: Creo que eso sería todo por el momento. Gracias de antemano a quien modifique y saludos
  23. Bueeeno, en vista de que mi proyecto familiar fracasó rotundamente, he venido para negociar mi ingreso a esta familia (?) En fin, dejo la ficha de registro. Supongo que eso sería todo, espero ser aceptado. Nos vemos
  24. Supuse que lo habría aprobado, volviendo al tema de estar en Magia Avanzada, pero aún así me llamó la atención que no haya recibido mensaje alguno del TIMO, supongo que por el paro del foro/cuestiones externas. He andado revisando mi ficha, pero de todas formas quería preguntar, para quitarme la duda xD En fin, estaré pendiente de tal ficha, agradezco mucho por la pronta respuesta, @, saludos.
  25. ¿Qué tal? Estuve en Introducción a la Magia XXIV durante Junio-Julio, y finalmente presenté mi TIMO. No obstante, no he recibido respuesta alguna sobre mi evaluación. Imagino que lo aprobé, puesto que me aceptaron en Magia Avanzada XXV, pero no ha aparecido dicho TIMO en mi ficha, ni la solicitud para pedir mi conocimiento. En estos casos, ¿qué procede? Gracias de antemano. ¡Saludos!

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