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Gatiux

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Todo lo publicado por Gatiux

  1. En algún lugar de Londres. Después de muchas preguntas y unas cuantas horas después, les acompañaron amablemente a un bloque de apartamentos, a medias entre un hotel y un hostal. Les habían dicho que les alojarían allí durante el tiempo que inspeccionaban la Manor, que eran libres de moverse donde quisieran. Y luego los habían dejado solos. Era un coqueto apartamento de una habitación, pero decorado de forma espartana, con los muebles justos y necesarios. Ni cuadros, ni alfombras, ni un triste paragüero. Por suerte llevaba su bolso encantado. Allí tenía preciadas posesiones que le harían la vida más fácil en el caso de tener que irse de casa, cosas muy variadas y alguna que parecería inservible hasta cierta ocasión. Y por supuesto la varita. Si algún muggle demasiado curioso lo abría encontraría el interior de un bolso normal, unas llaves, un paquete de kleenex, algún carnet falso, un bolígrafo y unas cuantas libras esterlinas, no demasiadas para no llamar la atención. Las suficientes para pagar una comida y una cena. Lo primero que hizo al llegar, por supuesto, fue buscar en lugares estratégicos un micrófono o una pequeña cámara pudiera caber: la rendija de ventilación del baño, la de la cocina, bajo los muebles y cualquier superficie sospechosa de esconder algo tan pequeño. Incluso dentro de las lámparas. Una vez comprobó que la pequeña vivienda estaba limpia de objetos de vigilancia siguió buscando otros indicios por la ventana. Contando la gente que pasaba, atenta a los que se pararan a mirar demasiado tiempo hacia la ventana de aquel piso. Habían tenido tiempo de ponerse algo cómodos y dormir unas cuantas horas sin que nadie los molestara. Gatiux se levantó cuando la luz del sol se empezaba a colar por unas cortinas demasiado finas. Se aseó y con ayuda de la magia lavó su ropa y la secó un periquete. No sabían si habrían anotado la ropa con la que llegaron al apartamento, por lo que debería salir por la mañana con la misma y más tarde comprar algo en alguna tienda de ropa cercana. Al regresar dejó las llaves sobre el aparador. Dejó la bolsa de plástico sobre la mesa principal, mirando a Orión mientras fruncía los labios en un gesto de disgusto, acababa de confirmar algo. - El señor que estaba esta mañana cuando salí a por los cafés y los croissants sigue en el mismo sitio. Con el mismo periódico. -dijo Gatiux- Debe ser el lector más lento del mundo. O están vigilando nuestros movimientos. Sacó de la bolsa un paquete de spaguettis, una lata de tomate triturado, una lechuga y una cebolla. Había salido a hacer aquella pequeña compra como excusa para volver a mirar si seguía allí el hombre del periódico con el que se había cruzado en la mañana bien temprano. Y sí. Si no les habían matado o inoculado el suero era porque alguien estaba creyendo aquella pantomima, aunque no lo suficiente como para dejarles sin vigilancia alguna. - He notado algún otro movimiento extraño dentro del supermercado, pero aún no puedo confirmarlo del todo. -prosiguió- Seguramente no esté solo el de la cafetería. No tendría sentido. Gatiux estudió otra vez los papeles que habían afanado al descuido el día anterior. Le resultaba totalmente inverosímil que los muggles, los est*pidos muggles, hubieran logrado crear algo que suprimiera la magia para siempre. Tampoco es que hubiera estado fuera de Londres por tanto tiempo, y algo así solía llevar años de investigación y estudio. Además de un gran presupuesto, y la colaboración de magos. Una locura total. - ¿Qué deberíamos hacer? Matar siempre me parece una buena salida, aunque estamos muy expuestos al encontrarnos en el centro de Londres. No sabemos si tienen algún francotirador escondido con esas balas que inoculan la magia.
  2. Gatiux comenzó a respirar más deprisa. El espacio del camión en el que iban montados le estaba pareciendo enano, aunque era bastante espacioso. Comenzó a sudar por puro nerviosismo, aunque si le preguntaban lo achacaría a la mala ventilación del vehículo. Tenía recuerdos que no le había contado a nadie demasiado recientes. No podía acabar entre rejas otra vez. Se estaba ahogando, ¿por qué nadie la socorría? Que Orión estuviera a su lado la tranquilizaba, pero no mucho, sentía las pulsaciones en el oído. Mentalmente pulsó algunas teclas, recordándose que ya había estado en aprietos anteriormente y que si tenía magia todo iría bien. Sólo tenía que acordarse de alguno de los hechizos que llevaba años sin utilizar, o uno de esos que venían en los libros caros que compró en el Magic Mall. Mataría a alguien del camión, parecería que le estaba dando un ataque al corazón al conductor o al copiloto, la confusión creada les proporcionaría el tiempo necesario para escapara ellos dos. («¿Cómo era aquel hechizo? Cerilla... Cicuta... Empezaba por C. Cisne, Cienaga. No, no, ay, ¿como era?») Como se encontraba mirando hacia abajo intentando hacer memoria, percibió que Orión giraba el oido que protegía la conversación. Al alzar la cabeza se encontró con sus ojos azules. Al mismo tiempo que le apretaba la mano le agradecía la confianza. Ella asintió a sus palabras. Habían ganado tiempo al no oponer resistencia cuando les pusieron la Manor en bandeja, ahora dependía de ellos crear la distracción para escapar de allí donde les llevaran. - Me gustaría salir de aquí por las buenas -dijo la Malfoy llevándose la mano a los labios- pero si la cosa se tuerce... Montar un espectáculo masacrando a cientos de civiles no era su plan ideal de un martes por la manaña, pero a ella no le importaba lo más mínimo aquel puñado de desconocidos. Sólo salvar su propio pellejo y el del hombre que la acompañaba. Podría materializar la varita con un movimiento y llevarse por delante a todos aquellos que decidieron que sería una buena idea transportar a una bruja no muy equilibrada, por muchas armas que portaran aquellos muggles. Una vez bajaron del camión la banshee pudo respirar con normalidad. Condujeron a Orión y a Gatiux a una carpa grande de la que no dejaba de entrar y salir gente. Una mujer se presentó como Oficial Gutierrez, parecía estar al mando del operativo que les había llevado hasta allí. Le ofrecieron nuevamente bebidas, y por ese motivo Gatiux también comenzó a sospechar. ¿Y si se habían hecho con Veritaserum? ¿Les interrogarían tras ofrecerles "inocentes" vasos de agua o zumo? - No gracias, no tengo sed. La Oficial informó alegremente que les habían expropiado la casa, como si Inglaterra fuera algún país tercermundista en el que la gente no tiene nada que decir respecto a lo que les pertenece. Según ella, la Yaxley ahora pertenecía al Estado Inglés. («Y un cuerno»). Ahora era Gatiux quien le repetía a la oficial la historia de que habían comprado la Yaxley a Sagitas, en una subasta que se celebró semanas atrás. Ella asintió y sacó unas fotos de varitas que extendió sobre una mesa. -¿Qué se suponen que hacen con estas maderas, señora? -dijo Gatiux mirando por encima las fotos sin mucho interés- Parecen pinceles de maquillaje, sólo le falta el pelo sintético de la punta. De repente una voz como de «sonorus», proviniendo de fuera de la carpa. «¡¡Están bajo supervisión y detención en nombre de la Organización de las naciones unidas. Se les advierte no utilizar magia, de lo contrario se abrirá fuego a discreción!! ¡¡Deben dejar sus varas de madera en el suelo y salir con la manos sobre la nuca!!...A la cuenta de diez... nueve... ocho...» - ¿Qué dice de varas de madera? -preguntó Gatiux alzando la voz para hacerse oir por encima del griterío- Señora Gutierrez, nos han cacheado tres veces antes de venir aquí, no tenemos nada. No sabemos nada de esas varas de madera que buscan. Llevar tantos años mintiendo tenía una ventaja: las mentiras salían solas. Los gestos adoptados por la mujer de cabellos violetas eran perfectos: los ojos desencajados y el mohín de la boca. Un mago no dejaría aquella cuenta atrás, pensaba la soldado, habrían reaccionado al oir los números. Siete. Aquellos dos no se estaban moviendo del sitio. Seis. La Oficial Gutierrez tragó saliva, mirando a Gatiux primero, y luego por encima de sus hombros, hacia la tela blanca de la carpa. Cinco. ¿Y si moría por nada? Cuatro. Si eran magos ya se debían de haber movido. La soldado pensó en sus hijos, que se quedarían huérfanos, y entonces primó su propio instinto de supervivencia. Tres. - Alto. Alto. ¿Estais locos? ¿Quien ha dado la órden de abrir fuego? ¡¡Yo soy la que está al mando de este operativo!! -la Oficial Gutierrez salió a la entrada de la carpa- Este no es el procedimiento para unos sujetos civiles que no han opuesto resistencia. Ni han mostrado que puedan hacer magia. Por un momento la cuenta atrás se detuvo. Los soldados que estaban más cerca de ella sudaban. Serían ellos los que tendrían que disparar a alguien con quien compartieron momentos de lealtad y camaradería. A la madre de un par de hijos pequeños. Alguno se estaba poniendo verde por la situación y vomitaría allí mismo.
  3. Aunque hubieran transcurrido muchos años, aún se ponía nerviosa cuando Orión la tocaba aunque fuera fugazmente. El corazón martilleó en su pecho cuando sintió la mano grande de él apoyada sobre su cintura. Por supuesto aún quedaba la duda de qué habría pasado en aquel tiempo a ciegas que habían estado separados. ¿Habría compartido sábanas con alguien más?. La pregunta corrosiva seguía latiendo en la cabeza de la banshee. Sin embargo que hubiera aparecido al día siguiente a su llegada tenía que ser una señal, ¿no? Escuchó la mentira de Orión sin inmutarse. Según lo que contaba el patriarca, había estado en en el punto opuesto del mundo donde decía haber estado ella misma, estudiando unos animales muy curiosos. Se habría reído si no significara delatar su propio embuste. Quería creer que lo que estaba diciendo Orión era para cubrir su versión de la historia, pero su castigada psique le susurraba cosas más venenosas. La banshee anotó mentalmente que debía preguntarle qué había estado haciendo en realidad. Otra cosa más a la lista. La Malfoy se puso en tensión cuando él se acercó y suspiró flojito ante el ligero beso, que fue como el roce de una caricia. En su reclusión había soñado en tantas ocasiones con besar y tocar al mortífago que aquel momento le parecía completamente irreal. Y le supo a poco. Observaba cómo se movía el Yaxley por la cocina con la gracilidad de alguien que conoce el lugar. Gatiux también se quedaba mirando fijamente las tazas, la tetera o la sartén, como si quisiera grabar a fuego aquella estampa, aún sin creerse realmente donde se encontraba. Miró una de sus manos y apretó el puño. Compuso una sonrisa, reprochándose que no quería parecer uno de esos adultos colocados que se han pasado dándole a las pociones estimulantes. Luego miró a Ariadna. La Macnair parecía un poco incómoda, y Gatiux supuso que sería por encontrarse de pronto como invitada a un desayuno improvisado y familiar en vez de su cita íntima con Aaron. Se había quedado callada sin interactuar demasiado con los demás, mirando como Orión y Aaron hablaban. Las personalidades combinadas de ambos podían ser abrumadoras. La Malfoy se acercó a la otra mujer. -Ariadna, ¿trabajas en el Ministerio? -preguntó educadamente Gatiux- No me vendría mal saber qué departamentos tienen más trabajo actualmente. Agradeció mentalmente que Aaron pusiera la mesa con un movimiento de varita. La suya estaba arriba aún y no quería estar haciendo esfuerzos por toda la cocina. Todavía no estaba en condiciones, por lo que se sentó en una silla, esperando que los demás no notaran su debilidad física. - Muy amable. Huele de maravilla. -dijo cuando Orión le puso plato de Haggis por delante- Felicite al chef, seguro que está exquisito. Aaron parecía un tanto molesto por el hecho de que ellos dos hubieran vivido ajenos a la realidad del mundo mágico. Gatiux pensó que tal vez sería un poco de envidia. Como cuando ves el bronceado de la gente que ha estado de vacaciones un par de meses mientras tú no has dejado de trabajar incansablemente. - ¿Neutralizar la magia? Para eso deberían tener ayuda de los magos, ¿quién sería el loco de querer algo así? -preguntó Gatiux alarmada- El mundo se ha vuelto un lugar peor en este tiempo... Gatiux se preocupó por que quisieran quitarles la magia a los demás. No por ella, ella en aquel momento se sentía bastante muggle. Los dos años anteriores la única magia que había podido utilizar era la de transformarse en cualquier otra persona, todo lo demás le había sido restringido, por lo que sabía de primera mano lo mal que se pasaba sin ella, cuando te arrebataban parte de quien eras realmente. - ¿El Estatuto del Secreto también ha caído? ¿Y qué más? Yo lo consideraba importante para que las hormigas no se metieran hasta la cocina. ¿No hay nada que se pueda hacer ya para revertir esto? No importaba que las hormigas vivieran en el jardín, ajenas a todo lo bueno que se escondía en la casa. Pero era molesto cuando de vez en cuando conseguían llegar y descubrían el azúcar. Entonces descubrías que tenías una plaga en tu propio hogar. Las hormigas eran los muggles, por supuesto. Aaron habló de alguien a quien no conocía, una tal Zíngara. Los contactos con los Triviani... la única vez que había pisado aquella Mansión Italiana le habían intentado lanzar caca al final de la velada, algo que los habitantes del lugar consideraban muy gracioso, a Gatiux le resultó repulsivo hasta el extremo y nunca más se había querido relacionar con aquella familia. Cuando se cruzaba con alguno de ellos recordaba el mal gusto que tenían. Y su nefasta visión humorística. Luego habló sobre si mismo, pero en una visión negativa. - La visión que tienes sobre ti es completamente errónea, Aaron. Estoy segura de que muchas brujas querrían aguantar a un mago como tu. De fuertes convicciones, que sabe lo que quiere y lucha por ello. Además un tipo elegante. -Gatiux se metió el tenedor en la boca, y tras tragar continuó- Quizás eres tú mismo el que se está cerrando puertas al pensar así.
  4. Los ojos amarillosde Gatiux recorrieron las gotas de sudor que caían por las sienes del hombre con la semiautomática más próximo a ella, en cómo se movía su nuez al tragar saliva. El imperceptible movimiento de los labios. Los signos más visibles del nerviosismo. Estaba segura de que si pudiera haberlo escuchado con claridad, habría encontrado un corazón acelerado. La clave se la dio el tipo del megáfono cuando dudó unos segundos. («¿El Gobierno de Inglaterra? ¿Más de 20 países? ¿Dónde estaba el Ministerio de Magia en todo esto? ¿QUE HA PASADO EN ESTE TIEMPO?») Fue como si le tiraran un jarro de agua fría a la cara. Inesperado. Y comienza a hacer frío cuando el agua comienza a bajar. No habían pensado en que en los últimos tiempos que estuvieron fuera, aislados del mundo, este se vería envuelto en una especie de III Guerra Mundial, ni en sus peores sueños habría podido imaginar al ejército muggle en la puerta de su casa. ¿Qué otras cosas se habrían perdido? Se había quedado helada en el sitio, por suerte Orión reaccionó antes. Se volvió hacia ella girando el anillo que tenía en su mano y le pidió que confiara en ella. Gatiux asintió, se hubiera tirado de la torre más alta si Orión le hubiera dicho que aunque parecía hierba, en realidad cuando llegaran abajo traspasarían un portal mágico. Así de ciega era su confianza. - Ten mucho cuidado con lo que dices. -siseó Gatiux- Hay algo muy gordo que se nos escapa, hemos estado desaparecidos demasiado tiempo. Imitó a Orión cuando éste puso las manos en la nuca. Por otra parte, tenía razón. No es que les estuvieran buscando a ellos específicamente. Si alguien la hubiera buscado directamente a ella, no habría tenido mucho problema en dar con una bruja de pelo morado, ojos amarillos y piel morena. Resaltaba entre la multitud como un faro iluminado en una noche despejada. Para algunos aquel aspecto era exótico, para otros una excentricidad, lo que si era seguro era que gritaba "magia" por todas partes. - La magia existe y estamos en guerra. («¿Y el Estatuto del Secreto? Han volado demasiadas cosas.») Gatiux decidió hacerse aún más la tonta, parpadeando lentamente como si las dos neuronas que tenía no le acabaran de conectar del todo. - La magia, ¿qué magia? ¿Como los unicornios y las hadas? Dos soldados se miraron entre sí. Otro se removió inquieto. Gatiux miró a Orión mientras éste le decía que le habían comprado la casa en una subasta a Sagitas, asintió y cuando volvió para hablar ella, no se molestó en bajar el tono de voz, quería que la escuchara su extraña audiencia. - Ya te dije que vendían demasiado barato el terreno. Debíamos haber sospechado que era la casa de un narcotraficante y se la querían quitar de encima. -decía Gatiux- Ahora dicen estos señores que aquí ocultaban cosas... Si hubiera estado Arthur con nosotros nos habría avisado con toda Seguridad. Bendita la hora que se le ocurrió ponerle a su elfo un nombre común y corriente en Inglaterra. Nada que gritase a nombre de magos o a animal. Y más bendición era que la criatura siempre estaba escuchando pero no se hacía visible para el resto de los humanos, ni siquiera para los familiares. El mensaje en clave estaba más que claro, debía acudir al Ministerio de Magia y comunicar al departamento de Seguridad Mágica que un grupo de soldados muggles había llegado hasta aquella puerta armado hasta los dientes. - Apártese, señora. Alguien movió el arma a un lado para indicarles que dejaran de obstruir el camino. No tenían otra salida que dejarles pasar. Y cruzar los dedos por que no destrozaran mucho su propio hogar. Una pareja de soldados le acompañó fuera. A Gatiux le pareció subrealista que le ofrecieran café una vez fuera aquellos tipos armados. Uno de ellos se había quedado mirando sus ojos más tiempo de la cuenta, y la banshee sabía cuando la gente se empezaba a hacer preguntas sobre su aspecto. - ¿Te gustan mis lentillas? Las compré en Carnaby Street.
  5. Gatiux sonrió mientras mordisqueaba una tostada de pan de centeno con tomate y sal. Asentía al plan de Orión sobre ir juntos a comprar pergaminos al Callejón Diagón. ¡Diablos! Estaba deseando pisar aquella calle luminosa y mirar sus variopintos escaparates, quizás idearía algún plan para escaparse antes del trabajo e ir a buscar a Orión antes de tiempo, aduciendo que se encontraba fatal y que necesitaba que le llevara a casa. Bebió un trago de zumo de naranja. Para volver a la normalidad habían decidido de mutuo acuerdo que volverían a trabajar en el Ministerio. Y para sentirse ella misma también debía acostumbrarse a su antigua ropa, aquellos vestidos entallados en la cintura y con falda de vuelo tan típicos de Gatiux. Y los tacones, por supuesto. Orión miraba por la ventana de la cocina mientras ella se limpiaba la boca con la servilleta. Debía estar viendo algo muy interesante, porque se levantó para verlo más de cerca. Lo mataría si le decía algo sobre las flores y su cancerbero. El hombre le hizo un gesto para que ella también se acercara. - Pero qué demonios... Era como una de aquellas películas muggles, solo que en el jardín delantero de su casa. No faltaba detalle: soldados de uniforme con armas de asaltos, gente bajándose de coches verde militar y gritándose unos a otros para tomar posición frente a la casa. El que mandaba sobre aquel grupo gritó que salieran con las manos en alto. «¿Qué demonios has hecho?». La pregunta debía estar escrita en la frente de Gatiux, que lo miraba con los ojos muy abiertos y los labios apretados con reprobación, porque Orión llegó a responder sin que llegara a verbalizarlo. Sabía que en algún momento los hábitos de quemar cosas de Orión les meterían en algún problema, pero no imaginaba que mandarían a la OTAN a buscarlo. - Te juro que yo no fui. - ¿Y si no has sido tú, quien ha sido? -siseó Gatiux- No me puedo creer que esté el ejército en nuestro jardín. ¿Has estado quemando cosas? Él negó mientras se ponía algo de abrigo encima. Iba a abrirles la puerta. («Estupendo») Gatiux lo imitó y se puso un abrigo de paño gris sobre su vestido negro. Al abrir la puerta los soldados que estaban en primera línea cargaron. La Malfoy irguió la espalda, mirando con seriedad a los que le apuntaban, como si no estuviera mortalmente amenazada en ese momento. En momentos como aquel era cuando salía a relucir la arrogancia tan típica de los Malfoy. - Para empezar, me gustaría saber por qué están aquí. ¿Dicen que tienen una Órden? Me gustaría ver tal documento. Nosotros no hemos cometido delito alguno. -dijo Gatiux con voz firme en dirección al del megáfono- Si no tienen una órden judicial me temo que se pueden ir por donde han venido. ¿Y bien? La mente de Gatiux iba a toda pastilla mientras intentaba encontrar una explicación a todo aquello. Era imposible que estuvieran allí por ellos dos precisamente, habían estado en puntos totalmente alejados de Inglaterra durante bastante tiempo. ¿Entonces quien se había metido en líos de tanta magnitud? ¿La dulce Maida? ¿Aaron? Gatiux sabía que organizaría una masacre antes de dejar que la encerrasen de nuevo, no le importaba el número de cadáveres.
  6. Nick: Gatiux Link a la Bóveda: Bóveda de Gatiux Rol de Personaje: Desmemorizadora en el Departamento de Accidentes Mágicos y Catástrofes del Ministerio de Magia. Información Adicional: También tiene experiencia como medimaga. Trabajó durante años en el Hospital San Mungo.
  7. Hola! No sé si este es el lugar indicado para hacer esta consulta, me gustaría saber si se van a hacer clases de libros durante el mes de diciembre 2020. En algún lugar de mi memoria hay un post-it que dice que en el foro no se hacen clases durante el mes de Navidad, pero no sé si sigue siendo así. Gracias a quien me conteste.
  8. Hello Inscripción a los Mortífagos Nick: Gatiux Número de ID: 135 Link a la Ficha: http://www.harrylatino.org/topic/77586-ficha-de-gatiux-malfoy/
  9. Aaron tomó a Gatiux del brazo y le ayudó a sentarse junto a él y a la mujer que lo acompañaba a la mesa. Parecía realmente sorprendido de encontrarla por allí, eran inevitables las preguntas aceleradas. ¿Qué te ha pasado?. Para la Malfoy no había pasado el tiempo suficiente, tenía que procesar y masticar la experiencia vivida, quizás un tiempo después se animaría a comentar fragmentos o anécdotas con sus más allegados. No todo lo vivido había sido aislamiento en una celda oscura, también podría contar acerca de cómo timar sin magia a un irlandés que jugaba al póker de forma profesional, o cómo se falsifican documentos de forma creíble. Mi padrino. ¿Él está bien? Gatiux frunció el ceño, tardando unos segundos en comprender que Aaron se refería a Orión. Y que no había sabido de su estado en mucho tiempo. La Malfoy negó con la cabeza mientras retiraba la mirada, el veteado de la mesa de madera se había convertido de repente en lo más interesante de la habitación. Siguió una línea con el dedo índice. - Aaron, yo no se donde está Orión, ni cómo... -Gatiux carraspeó, intranquila y culpable- He estado... aislada. De pronto se le ocurrió que a partir de aquel momento, en cuanto la gente se diera cuenta de las lagunas mentales que padecía, contaría una historia rocambolesca sobre que había estado en la Antártida estudiando al pingüino emperador. Era a todas luces una mentira, pero la mayoría de las personas serían políticamente correctas y asentirían mientras dejaban estar el tema. Los magos eran gente muy rarita. Debería leer algún dato estú.pido no tan conocido de esos animales, por si la gente quería hacer alguna pregunta más del tipo "¿Y que tal los pingüinos?". Al menos no tendría que revivir el tormento vivido cada vez que se encontrara con conocidos. Un estruendo interrumpió la helada línea de pensamientos de Gatiux. Sin duda alguien había hecho saltar por los aires la puerta principal. Aaron reaccionó de inmediato, también la mujer que lo acompañaba, Gatiux fue la última y tan solo para darse cuenta de que había dejado su varita en el cajón de los sujetadores, allí donde la descubrió la noche anterior, y que se había olvidado que los magos la llevaban encima en todo momento. Esperó de pie, a unos pasos detrás de Aaron mientras envolvía (o desenvolvía?) al individuo de la alfombra. Ése que ahora se quejaba de que tendría que arreglar la puerta. («¿Es su voz?») Cuando el individuo se levantó del suelo resultó ser Orión Yaxley. Con un poncho horrible. Gatiux se llevó ambas manos al rostro, tapándose la nariz y la boca por la incredulidad. Había tenido tiempo para fantasear con ese momento millones de veces, pero ninguno se parecía al real que estaba sucediendo en ese instante. ¡Era él!. Notó como estaba dejando de ver con claridad, parpadeó y notó como caían las lágrimas. Tenía tantas cosas por decirle, también quería pedirle perdón por no haberle dicho nada antes de irse, preguntarle si había alguien más en su vida. Después de casi dos años y ninguna explicación él podría haber rehecho su vida y ella no tenía derecho ninguno a reclamar. Gatiux se limpió las mejillas mojadas y salvó la distancia que los separaba, adelantando a Aaron ahora que no había peligro alguno. - Estás, estás bien. - Estoy... aquí. -respondió Gatiux todavía con la sorpresa demudando su rostro- Estás aquí Le agarró por los antebrazos para comprobar que era real y no alguna aparición, apretando suavemente sus dedos contra la piel de él. Los ojos amarillos de Gatiux se encontraron con los azules de Orión y avanzó otro paso, ahora poniendo las manos sobre aquella prenda estrafalaria a la altura del pecho. Ambos respiraban con dificultad mientras se miraban. Por encima de ellos flotaban muchas preguntas que no se atrevían a verbalizar. Y también otras frases que expresaban amor y anhelo. Quería que la abrazase y no la soltara jamás. Él era su lugar seguro. - ¿Dónde estaban ustedes dos? -preguntó Aaron- Ya creía que la guerra había terminado con sus vidas... Gatiux parpadeó varias veces seguidas. Por un momento había desaparecido todo lo demás, Aaron y la otra mujer, incluso el resto de los enseres que decoraban la casa Yaxley. Se volvió hacia el que le había hecho la pregunta volviendo a fruncir el ceño, sin soltarse del brazo de Orión temiendo que fuese a desaparecer. ¿Guerra? ¿Se refería a aquellas escaramuzas que sucedían cuando atacaban con máscaras los hogares vecinos? De aquello hacía mucho tiempo, tal vez se intensificaron en los últimos meses. A Gatiux no se le escapó la mirada rápida que le dirigió Aaron a la otra mujer. - He estado en la Antártida, estudiando al pingüino emperador. -respondió Gatiux con la inquietud de no saber- No sé de que guerra me estás hablando... como te dije, he estado aislada del mundo mágico. ¿Habría informado El Profeta de todo aquello? El diario en muchas ocasiones estaba muy parcializado, hacia un lado o hacia el otro, a veces se escondía lo que hacían los mortífagos y otras veces se alentaba a la opinión pública en contra de ellos, pero si había sucedido algo muy fuerte no tendrían más remedio que publicarlo. Se preguntó cuantos ejemplares necesitaría para ponerse al día, tal vez una torre de periódicos más alta que ella misma. No sabía hasta cuanto podía preguntar en presencia de la mujer que ahora le estaban presentando como Ariadna Macnair, pero esbozó una sonrisa cuando dijo la palabra madrina, aunque fuera un interrogante. - Encantada de conocerte, Ariadna. -respondió la mujer de ojos amarillos- Soy Gatiux Malfoy. Siéntete como en casa, los invitados de Aaron son siempre más que bienvenidos.
  10. Ayer hice las cuentas como es debido, sumé dos y dos, hice unas cuantas ecuaciones de segundo grado... Y saqué la fecha en la que me fui de retiro espiritual estudioso, que fue aproximadamente sobre finales de mayo o principios de junio de 2019. Me dije, infeliz de mi, no deben de ser tantas hojas de Vuelapluma. Empiezo a retroceder páginas y más páginas... total que al final estaba en la página 2 y tenía que leer hasta la 15. Total, que estoy escribiendo en un Word para comentar en diferido (en MUY diferido) lo que ha sucedido desde la página 2. La culpa la tienen aquellos que me dejaron este link en mi status para que me pusiera al día de las novedades y cotilleos foriles. Quizás vaya mencionando por temas antiguos que me parecen relevantes, quizás nadie lea mi post porque va en diferido con año y pico de retraso pero me da igual, después del sacrificio que se avecina con tantas páginas, qué menos que escribir lo que se me pase por la cabeza. (No tengo mucho que hacer, ya hice mis tareas domésticas, la comida está lista para luego y tengo una taza de café a mano). Página 2 Crazy dejó de ser Ministro de Magia: Faltaron los links a ese rol, me hubiera gustado leerlos pero no los dejó Maida, y yo bien chismosa porque aunque Manuel es un vago redomado pal' rol (o lo era antes de que me fuera) rolea bien bonito e interesante el muy maldito. También que ya era hora, fue Ministro de Magia visible durante 2 días (nada menos) y luego no se le volvió a ver en el puesto nunca. Era un chiste recurrente el hecho de que nadie supiera de él, el eterno ministro desaparecido. ¿Se fue porque se dio cuenta de su vagueza o lo derrocaron? Hubiera estado bonito un derrocamiento al estilo Rey León, con Simba apareciendo para quitar a Scar del poder. (Creo que aunque no haya sido así mi mente lo quiere imaginar de ese modo a partir de ahora) Página 3 Elecciones a Ministro de Magia. También hay Elecciones de Líder Mortífago y a Líder Pollo Auror Fenixiano. Todo con vueltas de tiovivo. Página 4 Resultado de las elecciones 2019 después de muchas vueltas de tiovivo. El Líder Pollo es: Hobbamock Graves aka Julio. Felicidades atrasadas por el cargo Julio! Espero que lo hayas desempeñado bien y todas esas cosas. Ni idea de este tema, recién me estoy enterando de lo sucedido en el foro xD La Líder Serpiente es: Anne Gaunt. Felicidades atrasadas por el cargo Anne! Ojalá haya sido un nuevo anochecer para la calavera con la serpiente. Se que eres una muchacha aplicada. El Líder Ornitorrinco Ministro de Magia es: Aaron Black Lestrange. Felicidades Rodri, por lo que me contaron por encimita fuiste un Ministro de Magia maravilloso que aportó mucho a la trama de rol, proponiendo nuevos retos rolísticos y siendo activo. Sacando un poco a la gente de esa rutina rolística monótona en la que se había metido el foro. Las nuevas tramas siempre son de agradecer. Mackenzie se fue con los Fenixianos: gasp *se atraganta el café* Ay, supongo que fuiste buscando airearte, buscando nuevos retos rolísticos, o a jugar con junto a amichis, pero igual que penita. Anyway, espero que alguien le haya rayoneado y echado pintura negra a su retrato en el árbol familiar Malfoy (y si no lo haré yo próximamente). *risa maliciosa* Lugartenientes: Esto es como los altos rangos? Felicidades a los que ascendieron entonces!!! *chispitas de colores* He leído los tres post siguiente y ya se me olvidó quienes eran. Lo debía de haber apuntado en mi Word Página 5 Nosequé de unas firmas y cada quien diciendo una cosa diferente. De todo este rollo no me enteré mucho. La gente no se pone de acuerdo de un tiempo a esta parte en nada (oh no, sorpresa!) Alguien dijo funkopops, really? Espero que no hayais llevado firmas de funkopops xDD Líder Neutral: Matt Blackner. No sé qeu cometido tiene el Líder Neutral, pero felicidades y esas cosas. Ahí vi por arribita que Lola dijo que era un puesto off rol, supongo que es más fácil que un puesto rolístico. Ojalá hayas desempeñado tu puesto de forma efectiva y blabla. Me informaré de esto en un futuro cercano cuando le pregunte al primero que pille por banda. Algo del CMI. Voy a ser sincera, este tocho me aburrió a la mitad y de seguro ni estaba tan bueno el chisme. *skip* Página 6 Aquí me he encontrado clickando en un rol antiguo de Orión. Ay, que bonito mi shipper!! (Puedo decir que es mi shipper fav aunque yo sea una de las escritoras del mismo?) Son tan bonitos esos dos *suspiro* ay, la nostalgia xD Felicity intentó recuperar a la Familia Weasley pero le dijeron que NANAI. Opiniones diversas de lo que es un rol. Alguien se peleó con otro alguien por algo que todavía no había pasado. Típico já. Página 7 Nuevos Moderadores: Eileen y Mónica. Felicidades a ambas! Aunque creo que Mónica ya no está en el equipo moderativo porque lo he mirado hace un ratico, pero las felicito por el ascenso de aquel entonces. Hubo una revuelta de los duendes con huelga, gente que amenaza con irse del foro, gente que se va... Bueno, el típico drama de los domingos por la tarde, con mucho tiempo libre para pensar. Al final de la página 7 Maida da una clase de tipos de roles posibles. Go girl! Página 8 Hubo un rol global de una invasión de ratas en Octubre de 2019?? O algo con patitas que corretea a nivel del suelo. Uf, que asco. Luego dijeron que eran bichitos adorables, quien sabe a que atenerse. Alguien hizo un podcast *busca el nombre* fue Julio en Octubre *badumsss* (Llevo mucho rato aquí leyendo en las múltiples páginas y he empezado a desvariar, sorry.) El podcast lo hicieron los Fenixianos contando sus cosas de Fenixi.. *skip* Página 9 A finales de Octubre de 2019 hicieron un Vox Mortia también en versión podcast. Lo bueno de estas cosas en versión para escuchar es que la puedes poner para que te entretengan mientras cocinas o friegas los cacharros de cocina. Hubo Gala de Halloween en 2019 con juegos, galeones, cambios de nick, etc. También se mendigaron likes por aquella época. Me ha dado un pico de estres leyéndolo. Página 10 Candela tuvo hijos con el Ministro de Magia (de aquellas Aaron), pero luego resulta que estaba soltera y entera. Quizás le hizo los niños para sacarle dinero de la manuntención ahora que el tipo cobraba como un nuevo rico. Página 11 Implementaron en Marzo de 2020 una reforma de Conocimientos y Habilidades. Esto ya lo leeré cuando tenga el valor de asomarme por el subforo de instrucciones. Yo había venido al Vuelapluma para los chismes.** **Link pa cuando me lea las instrucciones verdaderas . Entonces el post de Maida tendrá sentido y será grachiocho http://www.harrylatino.org/topic/112276-redactando-a-vuelapluma/?p=5335076 *skip tocho post* Página 12 Roles del CMI. Hubo un Mundial de Quidditch en 2020 (En 2020 sigo teniendo que ir a verificar a Google como se escribe Quidditch) Hubo también un rol en el que se enterraba a gente. OTRA VEZ ELECCIONES! Para la gente de la Marca Tenebrosa y la Órden del Fénix había pasado un año foril, pero para mí solo media mañana. Así que OTRA VEZ. Espero que no sea tan tiovivo como la otra, pero me huelo que si. Estas empezaron en Agosto 2020. Página 13 El Líder Pollo es: Lysander. Alguien me ha chivado que se trata de Puntitos con un nick que te distrae sin saber quien es si no te metes a su perfil a mirar el historial de nombres. Felicidades Nym. El Líder Serpiente es: Aaron Black Lestrange .La gente sigue confiando en él después de procramarlo Ministro de Magia en el año anterior, un buen signo de que es alguien que ha estado activo en el juego y sus compañeros le obsequian con el honor de ser Líder Mortífago. Felicidades otra vez, Rodri. Página 14 **En este punto he aprendido que si leo LT o LT's se viene refiriendo a Lugarteniente(s) Página 15 Nueva Ministra de Magia: Sagitas. Enhorabuena Sagitas, espero que tu mandato en el Ministerio de Magia sea tan bueno como el que me contaron que fue el de Aaron, siempre has tenido buenas ideas para las tramas de los roles, esperemos que se puedan llevar a cabo para que el ánimo no decaiga y nos metamos en una rutina rolística de la que luego le es muy difícil salir al usuario promedio. En esta página se cuenta la trama de la Gala de Halloween 2020 (y luego los premios etc) y Maida hace un resumen de los roles ministeriales actuales que le parecen interesantes. Si estás buscando un resumen de ese tipo, la página 15 es tu página. Hay otra edición de Potterwatch. Supongo que serán Fenixianos contando sus cosas de Fenixianos. (?) Y ahora hay club de lectura Mortífago. Me he metido a cotillear y leen clásicos así como profundos. Están leyendo a Anne Rice para empezar y hay una votación sobre cual debería ser el siguiente. *(NotaMental: No creo que vayan a leer cosas de "chick lit" ) *(NotaMental2: Estar atenta a este topic por si alguien recomienda algún "Enemies to Lovers" interesante) Y ya está: Estoy al día en novedades foriles. YAAAAAAAY! *Tira confeti al ritmo de Let it go*
  11. Gatiux parpadeó con cierto grado de confusión, como si no pudiera creerse la cantidad de luz que entraba por la ventana, o que realmente estuviera arropada en su propia cama. Temía que fuera un sueño del que despertaría en cualquier momento. Se miró las manos, asomándolas por encima del edredón, las volvió y apretó los puños varias veces. A ella le parecieron muy reales, ya se sabe lo que dicen que en los sueños no te puedes ver tus propias manos y que si te las miras te acabas despertando, pero la escena no cambió. Se incorporó hasta quedar sentada, con la almohada en la espalda. Sus ojos amarillos recorrieron la estancia, embebiéndose de la belleza de la escena cotidiana ante sus ojos. Algo presente y lejano al mismo tiempo. Si aquello era un sueño tenía demasiados detalles, como el polvo en suspensión que se veía cayendo por la luz solar o las arrugas del bajo de las cortinas. Suspiró bajito. Faltaba algún reloj que la situara en el tiempo, que le dijera si era más de mediodía o cuanto llevaba allí. - Arthur, quiero desayunar. Todo el mundo pensaba que en la Yaxley no había elfos domésticos, no se le veían de aquí para allá sirviendo y complaciendo a sus amos, pero si que había un elfo. Tras unos años de investigaciones y diversos conjuros, Gatiux había logrado meter a uno, pero era un pequeño secreto: le había hecho prometer que no serviría a nadie más, que no se dejaría ver, y que se encargaría prioritariamente de mantener alimentadas y con salud a sus mascotas. Además el elfo se encargaba de que las pertenencias de su dueña nunca estuvieran fuera de lugar. Se levantó y fue hacia su maleta-armario. Al descender las escaleras lo encontró todo tal cual lo había dejado, el ambiente luminoso y la ropa bien ordenada. Dentro de un cajón encontró varias cajas con diferentes ornamentos, abrió una: contenía colgantes de todo tipo ordenados con pulcritud y esmero, en otra encontró anillos. Tocó anhelante el más brillante de todos, un bonito diamante engarzado en un anillo de oro blanco. No se atrevía a lucirlo, no sabía que había pasado con Orión en los últimos dos años, quizás ahora lo acompañara alguien más en sus andanzas. En la caja siguiente encontró varios relojes, todos daban la misma hora: 15:27. Escogió un reloj de acero pensado en el día a día y lo puso en su muñeca izquierda. Cerró todas las cajas y el cajón mismo. Eligió también un pantalón de chandal y una sudadera ancha de color rosa palo. Al subir de nuevo arriba encontró una bandeja de madera con patas encima de la cama. Tenía zumo de naranja, café, tostadas con mermelada, incluso unos trozos de bacon. El pequeño elfo que le había llevado todo aquello estaba ahora abriendo la ventana para que la habitación se airease. Gatiux se sentó en la cama como un indio y empezó a picotear de su desayuno. Estaba todo delicioso. Gimió al saborear las tiras de bacon, no las comía desde hacía una eternidad. De pronto el elfo chasqueó la lengua con fastidio, lo que captó la atención de Gatiux, mirando en la misma dirección que lo hacía el pequeño elfo. Por la ventana se había colado un pequeño pájaro de papel que revoloteó por toda la habitación, huyendo del alcance del elfo. La banshee sonrió, era muy bonito. - Arthur, ¿quien envía este pájaro de papel? - Arthur no lo sabe -respondió el propio Arthur- Llegan de vez en cuando, algunos domingos. A veces Arthur sufre para capturarlos porque se posan en vigas y ni con la escoba llega. Algún mago que se cree muy gracioso ha decidido enviar estos pajarillos sin remitente. El pájaro dio un par de vueltas por el techo y fue a parar a la cabeza de Gatiux, intentando picotearla sin fuerza ninguna. La mujer se rió mientras lo agarraba con sus propias manos. El pájaro tenía una mancha de té o café en una de sus alas y una pregunta escondida en la misma. Sintió que el corazón se le agolpaba en la garganta. Reconocía la letra. Era una sencilla pregunta. Era su letra. La de él. Las manos empezaron a temblarle y se le humedecieron los ojos. De la mesilla de noche sacó un bolígrafo y extendió el ala contraria del pajarillo. <<Sí>>. Dibujó un pequeño triángulo invertido y tres líneas laterales a cada lado. Puso bien al pájaro y luego lo acercó ella misma a la ventana, donde lo lanzó al aire. El pájaro remontó el vuelo y ella deseó que el viaje le fuera propicio. Se arrepintió un poco del dibujo infantil que había enviado junto a la respuesta, pero ya no tenía remedio. Él no había firmado la misiva, tal vez por si era interceptada o se perdía por el camino. No debía hacerse ilusiones, quizás se estaba engañando a sí misma y aquello no significaba nada, o no era el presagio de algo bueno, pero no podía calmarse en aquel momento. Terminó el desayuno y decidió que debía explorar el Manor. Se vistió y empezó a bajar los escalones de dos en dos, cosa de la que se arrepintió enseguida al quedarse sin aire. No estaba en su mejor forma física, tenía que acordarse de ello, pero no había podido evitar el impulso. Para recuperar la respiración se paró en mitad de las escaleras y se sentó en ellas. Rascó distraidamente la costra de una picadura que tenía en el tobillo. La coleta alta de pelo violeta le caía por un hombro. Mientras recuperaba el aliento pensó en un plan, debía de enterarse lo que había sucedido en los últimos meses en el Mundo Mágico. Seguro que tenían ejemplares atrasados del Profeta en la biblioteca, al menos los de esta semana. Cuando llegó al salón escuchó una conversación que provenía de la cocina y olor a café recién hecho. Dejó que sus zapatillas de deporte se encaminaran hacia allí. Allí se encontraban Aaron y otra mujer, ¿sería una cita? ¿estaba fastidiando el encuentro entre los dos adultos? Se sintió un poco cohibida en aquel momento. - Hola Aaron, cuanto tiempo. -dijo Gatiux esbozando una leve sonrisa, luego dirigió sus ojos amarillos hacia la mujer- Hola, espero no estar interrumpiendo nada.
  12. La uniformidad azul del cielo nocturno se vio interrumpida por una fina línea negra cuyos bordes emitían una extraña luz verdosa. El aire se volvió pesado, maligno, era como si pudiera olerse que algo dañino se avecinaba. Olía a azufre mezclado con algo más. Los lobos se pondrían a aullar en algún lugar del bosque y las presas menores correrían hacia sus madrigueras. La línea dibujada en el cielo primero fue haciéndose más gruesa, y luego comenzó a abrirse en mitad del manto azul, como una boca gigante que bostezaba. Una boca cruel y llena de líneas picudas. El sonido que produjo esta apertura fue similar al de un trueno especialmente grave sostenido durante varios segundos. - Has tenido suerte, deberías darme las gracias. No todos los días devuelvo a aquellos donde pertenecen. La misteriosa figura encapuchada tiró de la muñeca de quien arrastraba y la echó desde la grieta hacia fuera. El cuerpo de la mujer rodó por el césped como una marioneta desmadejada. Si hubiera tenido el valor de mirar más arriba de la altura del corazón habría visto unos ojos negros como el azabache, una sonrisa odiosa y el cabello oscuro como el ala de un cuervo. Sin embargo no tuvo el valor, temía que cambiara de opinión en el último momento, ya conocía sus giros caprichosos carentes de sentido, por lo que asintió cabizbaja, de forma temblorosa, mientras una lágrima se caía hacia el césped. -Espero que no te olvides de mí, querida. -prosiguió la figura- Yo no me olvidaré de ti. Los lazos azules que rodeaban las muñecas de Gatiux cayeron a la hierba, convirtiéndose en ceniza. La risa de la mujer de cabello oscuro llenó el aire, como si aquella muestra de poder hubiera sido divertida. La dueña y señora de Gatiux durante los últimos dos años la dejaba libre de nuevo, en el jardín de su casa, con el recordatorio de que en cualquier momento podría volver y adueñarse nuevamente de su ser. No miró hacia arriba cuando el cielo comenzó a cerrarse con el sonido de un trueno. Ni siquiera diez minutos después. Siguió mucho tiempo después sentada sobre el césped, con la cabeza gacha, juntando entre los dedos la brizna de hierba. Y lloró. Lloró con desconsuelo y rabia, gritando desde lo más profundo del alma. No le importó la imagen que estaría dando, con toda la cara manchada de churretones, mocos y lágrimas. Le costaba respirar. Miró en derredor, le costaba creerse que había vuelto. Allí, a su casa. El viejo manor seguía en pie, aunque todas las luces estaban apagadas. ¿Qué hora sería? Tal vez bien entrada la madrugada. A duras penas reunió fuerzas para levantarse, tambaleándose cuando echó a andar. Por la ropa manchada y raída podría parecer una sucia vagabunda que había acabado allí por casualidad. Un hechizo de aparición que se imagina mal y acabas perdida en cualquier sitio. Tropezó sin llegar a caer, valiéndose del marco de la puerta trasera de la cocina. Al prestar atención Gatiux se dio cuenta de que no se escuchaba nada. Aquel ruído debería haber despertado a alguien por lo menos, pero allí no zumbaban ni las moscas. La Yaxley estaba completamente abandonada. O todos dormian a prueba de terremotos. Subió las escaleras dejando que la luz de la luna le guiase el camino. Arrastraba la mano por la pared, en parte necesitaba cierto apoyo para caminar, pero también que aquello era real y no uno de tantos sueños en el que volvía casa. Ahora se arrepentía de que su habitación estuviera en lo más alto del torreón, un lugar magnífico para ver las estrellas pero no tan bueno cuando te pesan hasta los párpados. Tuvo que sentarse a medio camino para recuperar el aliento. Físicamente se sentía como alguien mucho más mayor, alguien cercano a la muerte. En realidad casi habia podido tocar a la parca con sus propios dedos, ella le ofrecía la mano y a ella le gustó aquel gesto en la desesperación de su celda. Gatiux por fín llegó al último tramo de escaleras. Su habitación estaba como la recordaba, minimalista. Avanzó hasta la cajonera y la abrió. Allí, debajo de sujetadores y bragas estaba su varita mágica. El instrumento más importante que tenía un mago. Hacía dos años que no la veía, le habían desarmado antes de llevársela, la varita rodó por el suelo y alguien decidió que ese era un buen lugar para guardar aquello, el lugar donde la banshee acudiría alguna vez si es que estaba viva. Acercó una mano temblorosa y la cogió. Esperaba fuegos artificiales y la varita apenas vibró, fue un tanto decepcionante para la mujer. Se situó frente al marco de madera de cuerpo entero junto a la cajonera. El espejo le devolvió una imagen conocida y al mismo tiempo odiaba. Era el rostro de aquella mujer, su cabello negro como el ala de un cuervo y sus ojos oscuros llenos de maldad. La nariz pequeña y los labios bien formados. Si no hubiera deseado la muerte con tanto ahínco de aquella mujer podría haber dicho alguna vez que era hermosa. Volvió a llorar, pero esta vez fue algo silencioso. No no era ella, ella había sido su doble, a quien ponían en situaciones comprometidas para hacer cosas. Si alguien le mataba a ella no mataría a la verdadera. Empezó a hiperventilar de nuevo, con las lágrimas corriendo por sus mejillas, mientras hacía un esfuerzo enorme por cambiar el color de su pelo, la forma de su cara, el tamaño de su cuerpo. La imagen conocida de ella misma en esa parte del universo. Estuvo una hora metida en la bañera. Tuvo que cambiar el agua hasta en tres ocasiones porque se teñía de marrón al estar en contacto con la piel sucia. Frotó con ganas y con mucho jabón, eso sí, a oscuras porque demasiada luz dañaría sus ojos poco acostumbrados a no estar en penumbra. Crack. - ¿Necesita algo? No hubo reproches, tampoco preguntas innecesarias que no estaba preparada a responder, tan solo una verdadera preocupación por hacerla sentir cómoda en su casa. El pequeño elfo debía de haber estado observando desde las sombras desde que le dejaron caer en el césped de la Yaxley, pero le había dejado espacio suficiente para que pudiera llorar y calmarse. Le había traído un mullido juego de toallas blancas para cuando decidiera salir de la bañera. También un cómodo pijama de manga larga y un conjunto de ropa interior que dejó al lado del lavabo. - ¿Qué s-sabes de O...? -Gatiux temía pronunciar su nombre en voz alta- Bueno, de él. - Hace mucho tiempo que no se le ve por aquí. - Hmm, entiendo... Se quedó taciturna, mirando a la pared blanca pero sin ver. El elfo entendió que no iba a arrancar muchas más palabras de aquella garganta y que si lo necesitaban sería llamado. Desapareció sin decir nada más. Gatiux mientras tanto pensaba en el pasado, en lo feliz que había sido justo antes de que la arrancaran de su hogar. Y en que después de dos años sin dar señales de existencia alguna no tenía derecho a reclamar nada en ninguna parte, se conformaría con que no le tiraran piedras simplemente. Quería dedicarse a existir, aunque ahora fuera una cáscara vacía, estableciendo unas rutinas de higiene, alimentación y algunos paseos que fortalecieran su musculatura. Recuperarse. Suspiró. ¿Podría dormirse sin sentir el peligro en cualquier momento? Fue una pregunta totalmente absurda que cruzó la mente de Gatiux mientras apoyaba la cabeza en la almohada, antes de dormirse casi al instante. Después de dormir en el suelo durante algún tiempo, aquel colchón con su edredón nórdico era como dormir al abrazo de las nubes más esponjosas del cielo.
  13. Mientras caminaba hacia el lago, Gatiux se preguntó si la Arcana la reconocería. No habitaba ninguna de las dos pieles con las que había interactuado junto a la otra mujer, de apariencia mucho menos exótica que la actual. Por primera vez en los últimos tres días volvía a ser la Gatiux que todos conocían, la que tenía una larga cabellera violeta, la piel tostada, los ojos amarillos como un felino y todas las curvas que la caracterizaban. Debería tener sueño, se había pasado los últimos tres días buscando lo que llevaba en aquella pequeña caja de madera lacada, pero había tomado unas cuantas pociones estimulantes para no sentir el cansancio. Tenía el ánimo bien alto, como si pudiera conseguir todo lo que se propusiera, tal vez si pensara que la suerte estaba de su parte realmente sería así. Apenas tuvo tiempo de una ducha rápida y de vestirse con lo más cómodo que encontró, nunca sabía donde te iba a escupir el portal aquel tras llegar a la pirámide. No quería tener que correr con unos tacones altos y un vestido largo poco práctico, por lo que se había puesto unas mallas ajustadas oscuras, unas deportivas cómodas, una camiseta y una sudadera de color rosa claro. El resto que pudiera necesitar lo llevaba en una pequeña mochila que colgaba en su espalda, encantada para que cupieran unos cuantas pertenencias y cachivaches. Le sonrió a Rosalia cuando estuvo lo suficientemente cerca de ésta, cuando ella le saludó. Gatiux inclinó suavemente la cabeza, a modo de saludo respetuoso hacia aquella de la que tanto había aprendido en los últimos días. Se encogió de hombros azorándose un poco cuando la Arcana afirmó que no era la primera vez que hacía algo así. Acabas aprendiendo ciertas habilidades cuando desarrollas la mala costumbre de que se te peguen en las manos cosas ajenas. - Como te prometí, aquí está lo que acordamos -sacó del bolsillo frontal de la sudadera la cajita que traía- Dentro está la semilla de sauce boxeador que da flores de cerezo. Espero poder venir a verlo algún día cuando haya florecido en todo su esplendor. Caminó detrás de Rosalia mientras admiraba el lago que tenía en frente. Ya había pasado en dos ocasiones sobre el mismo para llegar a la pirámide. El corazón de la Malfoy vibraba de espectación por no saber lo que le aguardaría de allí hasta que llegara al Ouroboros, siempre era distinto y de alguna manera se relacionaba con el camino que le había llevado hasta allí. Escuchó atentamente las instrucciones de la Arcana, mirando la pequeña embarcación y al pequeño recipiente con tierra que la esperaba dentro de la misma. Asentía de vez en cuando, las órdenes eran claras pero temía olvidarse de alguna llegado el momento. Sacó una pequeña hoja y garabateó las palabras esenciales para asegurarse de que llegado el momento no se quedara sin saber qué hacer ante lo que le presentaran. Guardó la hoja doblada en el sujetador, sólo por si acaso. -Está bien, Rosalia. -respondió Gatiux mientras le guiñaba el ojo- Supongo que nos veremos en un rato. La banshee montó en el barco y tras desatar la cuerda que lo unía al muelle le hizo un gesto a la Arcana llevándose el anillo que le dio unos días atrás a la sien. Lo había colocado en el índice de la mano derecha. El agua comenzó a dirigir el barco y la figura de la Arcana fue empequeñeciéndose a la vista de la Malfoy mientras se alejaba. No muy lejos del punto inicial, el barco se paró de repente, como si la corriente mágica se hubiera acabado de pronto. Suspiró y agarró la maceta con ambas manos mientras se concentraba y dejaba la mente viajando unos días hacia atrás mientras buscaba la respuesta a la pregunta que le había dicho Rosalia que necesitaría para llegar al otro lado. Metió las manos en la tierra. Y las uñas se le llenaron de ésta. Estaba suelta y tenía un tacto áspero. Agachó la cabeza y escondió el rostro entre sus palmas ahuecadas. (¿Qué elementos en tu primera visita se compartían entre John, tú y yo?) (Para aplicar la Legilimancia teníamos que estar en igual estado de conciencia. Compartíamos la borrachera y... estar despiertos.) Cuando abrió los ojos y alzó la cabeza. entre las manos de Gatiux había agua. Dejó caer aquel agua sobre la tierra de la maceta, que la absorbió y de la misma comenzó a surgir un árbol que crecía a un ritmo frenético hasta tal punto que empezó a temer por la integridad de la embarcación en la que estaba subida. Cuando paró de crecer fue como si el árbol atrayera sobre si mismo el viento, dirigiendo la barca hacia la otra parte del lago. Aunque creyera que no lo iba a soportar por el peso, la barca la dejó sana y salva en la otra orilla. Gatiux bajó grácilmente en la misma y comenzó a andar hacia donde ella recordaba que seguía el camino hacia la gran pirámide. Pronto los árboles empezaron a juntarse unos con otros. El bosque que le había dicho Rosalia estaba próximo. Gatiux buscó la segunda maceta con cuidado, ya que podría confundirse con el color de alguno de los troncos más oscuros. Estaba allí donde parecía que la tierra estaba más pisoteada, marcando un camino entre un par de árboles. Se sentó junto a la maceta en posición de meditación. (¿Qué elementos de lo exterior te llevaron a cortar la primera vinculación?) (El sonido rítmico de unos pasos que se acercaban, no pertenecían a aquel entorno, se escuchaba diferente como si no perteneciera al mundo que me rodeaba. Una cerradura que se abre y una puerta abriéndose.) Dejó caer el agua que se había vuelto a formar entre las palmas de sus manos ahuecadas. Justo al dejar caer el líquido, se oyó como las hojas golpeaban unas con otras, alzándose frente a Gatiux marcándole un sendero claro por el que debía discurrir para llegar a la entrada del Laberinto. Caminó a paso ligero, a media carrera por temor de que si tomaba demasiado tiempo, la ligustrina comenzara a desaparecer y se quedara perdida en medio del bosque. Los árboles comenzaron a espaciarse nuevamente, dejando a la vista un gran claro frente a unos setos altísimos y tupidos. La entrada del laberinto y más allá podía verse la Gran Pirámide. (¿Qué elementos eran sólo tuyos en la última intervención? Y, ¿cómo pudiste darte cuenta qué era verdad y qué era mentira?) La voz de Rosalia resonaba en la mente de Gatiux con la tercera pregunta. Esta vez un hilo de voz salió de entre sus labios, respondiendo a la pregunta que latía en el aire. Era como si estuviera allí mismo y pudiera tocarla con la punta de los dedos. Posó la yema de los dedos sobre la entrada del laberinto. Allí aguardaba una planta que no pertenecía al mismo. - Eran míos el escenario donde se celebraba el evento, los pequeños detalles de cómo se decoraban las mesas y lo que llevé puesto en el día en que estuve allí realmente. Sentí el mismo amor y orgullo que sintió John al ver a la novia. Pero no podía saber si era real o no, aunque se sintiera como tal. Fue al estar fuera de su conciencia, al transformarme en ella, y ver como el rostro de John se convertía en horror lo que me confirmó que había sido cierto y era a quien estaba buscando. Al escuchar la respuesta de Gatiux la planta cobró vida de repente. Comenzó a crecer y a serpentear por la pared del laberinto a toda velocidad, girando en un lado y a otro, cruzándose por el suelo cuando debía de ir en otra dirección. Gatiux no dudó en ningún momento de la guía, la seguía a la carrera, sin pensar en algún momento que la planta quisiera cansarla hasta acabar por desorientarla. Al final la enredadera se detuvo en la pared del mismo, y cuando la banshee de cabello violeta alzó la vista estaba frente a la Gran Pirámide. Acarició la enredadera a modo de agradecimiento con suavidad. Ascendió las escaleras mientras suspiraba para calmar el ánimo. Casi no podía creer que estuviera allí otra vez. Tras la segunda vez pensaba que no volvería a pisar aquel lugar, sin embargo esta vez había sido tan natural. Por fín un Arcano que no le bufaba al escuchar su apellido o le miraba mal porque sus intenciones no eran las de un caballero de brillante armadura. Era una de esas vivencias de las que se atesoraban con el paso del tiempo, ella lo sabía. Gatiux llegó por fin al salón circular, en el centro del mismo un ouroboros rodeando una estrella, y en cuyo centro estaba Rosalia esperándola. Inclinó la cabeza a modo de saludo mientras se acercaba con una sonrisa en su rostro. Aguardó frente a ella en silencio.
  14. John miraba a Rosalia y a Gatiux de hito en hito, gruñendo por lo bajito. Uno no llega tan lejos en un mundo peligroso como en el que estaba inmerso sin perder de vez en cuando. Y saber cuando llegaba el momento de dar el brazo a torcer era tan importante como mostrarse fuerte. No todas las partidas podían ganarse, y John Doe lo sabía bastante bien. Tenía aprecio porque su cabeza siguiera pegada sobre sus hombros. No le contestó a la mujer de cabello rojo, pero asintió mientras hacía una mueca de disgusto. En aquel momento la que parecía la mujer de John Doe se apartaba un poco para cuchichear fuera del alcance de los oídos del prisionero. Gatiux asintió cuando Rosalia le decía que con el contenido de aquel frasco borraría las huellas de ambas de la mente de John Doe. Se lo suministraría después de que este le dijera lo que quería oir. Rosalia estaba deseando salir de su cabaña, por lo visto la pequeña escapada le había recordado a la Arcana que no era un árbol que tenía que echar raíces en aquel jardín. Gatiux sonrió tras la sorpresa inicial. Bien decían que no se podía juzgar a un libro por su portada y aquel caso era un ejemplo perfecto. O de hacer caso a las habladurías. Justo antes de irse le preguntó si quería afrontar la prueba. ¿Quería? Rotundamente sí, le encantaban los retos y sentía que aquella noche le había servido para aprender como trenzar el camino que unían las mentes por medio de la Legilimancia. Estaba concienciada del peligro que suponía enfrentarse a un sendero por el que transcurría la habilidad, no era algo para usar a la ligera. Y porque conocía perfectamente el riesgo que entrañaba es por lo que se sentía preparada para vincularse con el anillo. - Nos vemos dentro de tres días. -respondió Gatiux guiñandole un ojo a la Arcana- Te llevaré un regalo para ese entonces. Cuando Rosalia se marchó, Gatiux alzó la varita y se la puso bajo el menton a John, clavando la punta de ésta sobre la piel del hombre, que apretaba los dientes justo en aquel instante. No estaba muy claro que aquella mujer no fuera un animal sin correa cuyo dueño acabara por desaparecer. Dejándola hacer a su libre albedrío ahora que se había quedado en soledad. - Creo que tu y yo tenemos una conversación pendiente. -dijo la Malfoy- De donde está el anillo, la semilla, y cómo lo saco de allí. Después de eso te llevaré al hotel de donde te hemos sacado y te dejaré dormir tranquilamente. Aquí no habrá pasado nada. - Reconozco que has ganado esta partida. Bien jugado. ¿Ahora podrías quitarte el rostro de mi mujer? Te lo contaré todo sobre lo que estás buscando. Después de que Gatiux se transformara en la mujer de cabello cobrizo del bar, un rostro muy común y que no la delataba. Aunque fuera a borrar los recuerdos de John Doe no quería perder todas las precauciones tomadas hasta el final. El hombre por su parte comenzó a contarle a Gatiux lo que ella quería, localizaciones, métodos de sortear los hechizos y qué podría esperar. (Van a ser unos días ocupados antes de llegar a la prueba de Legilimancia... -pensó ella-) Agarró a John y se desapareció de la cabaña.
  15. Mientras que Rosalia iba vestida con un hermoso vestido dorado, Gatiux iba de rojo. Ya había llevado aquel vestido antes, lo conocía pese a que nunca más se lo había vuelto a poner. Era elegante, de corte princesa, palabra de honor y mucho tul. En otra época le gustaba parecer una nube flotante en vez de remarcar sus bonitas curvas. Se paró delante de la ventanilla de un coche aparcado para verificar que no tenía el pelo morado, no aún, y en ese momento en que descuidó a la Arcana casi la atropellan. Sonrió levemente y luego agarró a Rosalia por el brazo mientras le quitaba de la trayectoria de los coches. Cerca de donde se encontraban ellas estaba entrando mucha gente elegante. Tipos con trajes de tres piezas y mujeres tan arregladas como iban ellas dos, sin duda no desentonaban en ese ambiente. Al llegar dentro alguien estaba repartiendo objetos que parecían simple basura, botas viejas, unas gafas a las que le faltaba un cristal, medio vinilo. Trasladores. Se inició una cuenta atrás silenciosa cuando cada pareja de dos o de tres tenía entre sus manos el traslador. Gatiux y Rosalia aguardaron y luego se vieron transportadas a otro lugar. Olía a nostalgia - Yo conozco este sitio. -dijo Gatiux mientras miraba a su alrededor- Ya estuve aquí, hace casi una vida atrás. Estaban en una amplia campiña verde. No muy lejos había árboles. El clima era apacible, apenas corría el viento y el sol comenzaba a descender del cielo, aún quedaban un par de horas de luz de día. Había una gran carpa con mesas con elegantes y carísimos manteles de color ocre. En cada una de ellas, un bonito centro de mesa, los cubiertos eran de plata y estaban cuidadosamente colocados alrededor de la vajilla de porcelana con borde de oro, listos para recibir a un montón de comensales. Una zona de cóctel donde los invitados podrían picar un pequeño cóctel antes de la cena, de pie mientras charlaban unos con los otros, con unas mesas altas donde dejar las copas y aquellos pequeños picatostes que servirían los camareros. Sabía que servirían pulpo sobre una espuma de patata en unas pequeñas cucharitas de plástico. También una mini brocheta algo picante y tartar de salmón. Ya había estado allí. Servirían vino antes de la cena. Conocía aquella larga mesa, se había metido debajo de el bonito mantel para esconderse y poder emborracharse tranquilamente fuera de la vista de los novios, quienes no veían con buenos ojos que su hija bebiera alcohol siendo tan joven. Había robado una botella de champagne y allí abajo, en una extraña situación, había conocido a... alguien. No quería compartir aquel recuerdo, sería arriesgado entrar en la cabeza de John para averiguar algo suyo y compartiera demasiado hasta el punto de resultar peligroso. El cazador siendo cazado. Apartó la mirada de la mesa. Era una sensación extraña, conocía el lugar, y cómo se había desarrollado todo el evento que se llevó a cabo en él, lo recordaba. Sin embargo no conocía a ninguno de los invitados por más que buscaba entre todas las caras que pasaban a su lado. Ni siquiera reconocía el vestido de ninguna de las mujeres. Todo era conocido y desconocido al mismo tiempo. Los recuerdos de Gatiux se estaban trenzando con los recuerdos de John Doe, ella ponía el lugar, y él a los figurantes. Más allá estaba la zona a donde todo el mundo se dirigía. Un arco blanco ceremonial con rosas blancas y rosas que se entrelazaban entre grandes hojas verdes. Delante del mismo un cura ataviado con una sencilla túnica blanca esperaba a que todo el mundo ocupara los asientos, en sus sillas recubiertas con tela blanca y una cinta atada en la parte trasera de color burdeos. Olía a cesped recién cortado y flotaba un ligero aroma a flores frescas. - Creo que será mejor que busquemos asiento. Cuando todo el mundo estuvo ordenado en filas, empezó a sonar una suave música. John Doe desfilaba por el camino central mientras la gente se volvía para mirarlo. Caminó hasta quedar frente al cura. La musica se cortó y hubo un espacio de tiempo para que la gente comentara entre ellos lo que le parecía el traje del novio o si se le notaba alterado. El nerviosismo flotaba en el ambiente, ella también podía sentir su corazón acelerarse. La expectación de algo bueno que estaba por suceder. La música comenzó de nuevo a sonar. Todo el mundo se volvió para admirar a la hermosa y ruborizada novia. Una despampanante mujer, alta, rubia, de labios finos pero con una gran sonrisa perfecta. Sus ojos verdes tenían una adorables motitas marrones repartidas por el iris, mientras que el borde amarilleaba. De nariz recta y alargada. El maquillaje era muy ligero, apenas lo necesitaba. El vestido era elegante, lleno de pedrería y de corte sirena. Tenía pinta de que les habría costado una fortuna. La emoción de un gran momento que le llenaba de orgullo. No a ella, esos sentimientos no provenían de sí misma. Ni tampoco el sentimiento de amor que rodeaba el recuerdo al mirar a la cara de la preciosa novia. Eran los de John Doe. Podía sentirlos como propios aunque no le pertenecieran. La novia le sonrió a John, y pudo sentir cómo la felicidad se expandía en el pecho de éste o en el suyo. Una de las invitadas clavaba la vista en Gatiux más del tiempo en que era educado quedarse mirando a alguien, admirando su vestido, ropa o peinado. Ni siquiera hizo esfuerzo por apartar la mirada cuando la Malfoy le miró algo incómoda por aquella fijación repentina de alguien que no conocía. La figura le dio un codazo a la de al lado, un hombre que se quedó mirando a Gatiux y Rosalia sin parpadear. Era inquietante, como muñecos autómatas que localizan algo que no debería estar ahí. Le dio un codazo suave a Rosalia mientras se inclinaba al lado de su oído. - Esto va mal. Tenemos que salir de aquí. Salieron de la fila de las sillas que escuchaban a la ceremonia que se estaba desarrollando, pero aquellas dos personas, sin perderlas de vista hicieron lo mismo que Gatiux y Rosalia, comenzando a seguirlas como muñecos rígidos, no llevaban un paso normal. Tenían que salir de allí. Gatiux miró a la Arcana. Quería hacerlo ella misma, romper la conexión y llevarlas a ambas al mundo real. Agarró a la Arcana de la mano mientras giraban hacia la carpa, al girar la cabeza vio que les seguían los pasos, por lo que apretó el ritmo de caminar. Un plato cayó al suelo y se rompió. Les estaban dando alcance. Y ella tenía que buscar la conexión que Rosalia había trazado para tirar de allí. Debía de buscar más allá, en el plano metafísico de aquella escena. Debía sentir. Distinguir lo verdadero. Tiró del hilo invisible que unía ambas mentes y las sacó de allí. Parpadeó. Trastrabilló y cayó de espaldas, encontrando el suelo con el trasero. Estaban en la cabaña, con John Doe delante que le miraba algo confuso. Gatiux respiraba algo acelerada. Pronto sabría si la jugada le había salido bien. Se puso de pie, agarrando a John Doe del mentón. El hombre se removió sobre la silla en la que estaba atado. Ella le sonrió a Rosalia justo antes de cambiar. Justo antes de convertirse en la novia que acababan de ver, con todo detalle. El rostro de terror de John Doe le confirmó estar en lo cierto, aquella mujer rubia era su rosa, la única a la que quería proteger de entre todas. - Por tu cara diría que no te esperabas verme, querido. -dijo Gatiux- Ahora que ya conocemos el rostro de tu preciosa mujer puede que quieras colaborar con la causa y darme aquello que no te pertenece. El anillo que robaste y la semilla de sauce que te confió tu amigo... John Doe gruñó. Probablemente no le quedaba más remedio que colaborar.
  16. Los ojos amarillos de Gatiux se alzaron hacia el cielo cuando una gota de lluvia cayó sobre la punta de su nariz. Parpadeó un par de veces mientras observaba el resto de nubes que les rodeaban. El cielo ennegrecido presagiaba una buena tormenta en un futuro no muy lejano. Y ella no había traído un buen paraguas que la resguardase, o sí, solía llevar de todo en su ¿bolso? Se llevó una mano a la cadera y lo encontró casi hacia la espalda. Su bolso mágico. Tenía que haberlo recordado, o al menos haber observado que la otra Gatiux lo llevaba consigo mientras atendía a medias lo que decía Apolo. Cuando las charlas entraban en demasiado detalle solía perder el interés sobre lo que le estaban intentando enseñar. Los profesores entraban en teorías complicadas para demostrar su conocimiento en la materia y ella desconectaba. Podría ser peor, por lo menos se abstenía de bostezar. Siguió a la carrera a sus otras versiones, y a los otros dos que estaban tan sucios como ella. No hablaba demasiado porque sabía que ella misma podía volverse en cualquier momento, tenía el oído tan fino como un gato, probablemente les había escuchado con tanto aspaviento de Apolo y estaba atenta con cierta cautela, sin fiarse del todo de sus sentidos, sin alarmar el resto. Sí, ella actuaría de ese modo. Sin embargo su cabeza no dejaba de darle vueltas al mismo tema. El tema del tiempo era algo complejo, por eso se habían destruído tantos giratiempos, convirtiéndolos en artefactos raros y únicos. La gente podía quedar atrapada consigo misma en un bucle temporal, o volverse loca y matarse entre ellos mismos si veían a sus dobles, todo ese tema estaba escrito en muchos libros en los que describían el uso de giratiempos sin control en una época donde las leyes eran mucho más laxas. Apolo les preguntaba si debían ayudarse a ellos mismos para vencer a la enorme serpiente de musgo contra las que luchaban ellos mismos. Gatiux había decidido atacarla con fuego, estaba en su interior destructivo. Lo arrasaría todo mientras miraba con un halo de superioridad cómo calcinaba el bosque entero. Sin un parpadeo. - ¿No lo entiendes? Ya ha pasado. Da igual lo que hagamos para ayudar a los otros, porque eso causará el salto al pasado. -le dijo a Apolo- Tanto si lo haces para impedir que pase como si actuas. Estamos atrapados en un bucle. A menos que te impidas a ti mismo o a ella saltar al pasado cuando tengais la idea. No parecía muy propio de ella arreglar las cosas volviendo hacia atrás para impedirse actuar. Ella era más de arreglar desde el punto donde todo estaba roto. Así que supuso que serían Apolo o Dorothy los de la idea de saltar hacia atrás para impedir "algo", no sabía todavía el qué. Se oyó a si misma gritar. Qué sentimiento extraño es el verte a ti misma mientras eres atacada por algo de poder incierto. Se debatía entre actuar con cabeza o por instinto, o quizás un poco de ambas. Sí, tal vez una combinación era mejor opción. Gatiux sabía que a ella misma no le volaría la cabeza si se encontraba a sí misma, pero tal vez a los otros dos sí, por lo que no podía aparecer con su aspecto habitual. Miró a sus acompañantes con cierto nerviosismo. - Tengo algo de multijugos en el bolso. -dijo- Sólo para emergencias. Sacó un frasco opaco metálico de entre las cosas del bolso. Se lo tomó y volvió a guardar en el bolso la botellita. Hizo una mueca mientras tragaba la desagradable sustancia mientras se encogía sobre sí misma. Tenía la varita en la mano y su ropa cambió a algo muy holgado. Después comenzó a cambiar todo sus facciones, incluso la complexión. Ya no era aquella bella banshee de exóticos colores y bellas curvas. Se estaba transformando en un hombre corpulento, fuerte, con barba de cabello cobrizo y ojos azules. Una copia perfecta de Orión Yaxley. Le sonrió a los otros dos levemente mientras los miraba desde arriba. Comenzaba la nueva función. Salió de entre los arbustos, jadeando como si hubiera corrido una maratón. - ¡Gatiux! -se llamó a sí misma con la voz grave de Orión- ¡Te he estado buscando por todas partes! Corrió hacia donde estaba ella misma, confundida y al mismo tiempo aliviada por ver a su prometido. No importaba la situación, siempre sonreía como una i.diota al ver al hombre. Le causó gracia en su interior verse a sí misma sonreir de aquel modo. (Así que este es el aspecto que tengo cuando le miro...) - ¿Orión? ¿Qué haces aquí? Bueno, supongo que luego me lo contarás. -miró a Dorothy y a Apolo, luego bajó la voz- ¿Crees que puedes echarnos una mano? Supongo que esto te gustará, vas a poder quemar cosas. Juntos comenzaron a quemar a la serpiente de musgo. Las llamaradas arrasaban con todo. Era un poder de fuego impresionante, qie también comenzó a llevarse el bosque que le rodeaba, poco a poco las llamas tomarían el control de todo, y arderían hectareas de árboles antes de que la lluvia pudiera apagar todo aquello. Una columna de humo negro empezó a subir. La serpiente gimió mientras se consumía...
  17. Mientras que Apolo se alteraba con la sola idea de encontrarse de frente consigo mismo porque podrían intentar matarse unos a otros, Gatiux se reía como si la idea le resultara fascinante. ¿Se enfrentaría cada uno a su otra versión? Eso podría dejar en tablas todo el asunto. Lo mejor sería medirse a otros que no fueran ellos mismos. Eso sí que podría ser interesante. La sensación de adrenalina, con el corazón acelerado, era la droga ideal para Gatiux. Poder morir en cualquier momento lo hacía todo mucho más interesante, pero al parecer sus acompañantes no pensaban en absoluto como ella. Gatiux del futuro adoptó la misma expresión que Gatiux del pasado cuando Apolo empezó con la palabrería de lo que eran los Encantamientos y todo eso. Sabía que era un trámite necesario para todos aquellos profesores que impartían diferentes materias en la Universidad, pero había llegado hasta aquella etapa de su vida adulta sin sacarse un ojo con la varita, por lo que su interés fue disminuyendo a medida que aumentaba su cara de aburrimiento. Apolo les pedía a ambas mujeres una prueba de que hicieran una muestra de poder mágico. Dorothy por su parte encantó un par de flores que bailaban en armonía un vals silencioso. Gatiux (la del pasado) tomó uno de los múltiples anillos con los que cargaba y lo lanzó al aire. Mientras caía el anillo, con la ayuda de la varita, se transformó en la silueta de una mariposa de fuego. Fue volando hasta donde las flores bailaban el vals y se posó primero en una y después en la otra, calcinando a las dos florecillas hasta convertirlas en polvo. Luego flotó hasta donde se encontraba Gatiux que deshizo el hechizo y ésta recuperó su anillo. - Bueno, ya hemos comprobado que todos sabemos usar el palito ese que llevamos a todas partes. ¿Vamos a hacer algo más interesante? La Malfoy que se hallaba en los arbustos se mordió el labio inferior para no soltar una carcajada. Al menos estaba siendo divertido el poder observarse a sí misma en tercera persona. Disfrutaba mucho con esa parte sarcástica de sí misma, tanto como para invitarse a una copa. Tal vez luego lo hiciera, cuando no estuviera dividida en dos. En realidad, Gatiux tenía una forma de salir del claro frente a sus personas pasadas sin asustarlas. Ella podía habitar otras pieles, adoptar un rostro desconocido, o uno conocido sólo por ella misma para lanzarse a sí misma una advertencia sin palabras, pero no realizaría esa magia delante de alguien que no fuera su círculo más íntimo. Poca gente sabía de la condición de metamorfomaga de la Malfoy. - No recuerdo nada de esto -le respondió a Apolo en tono susurrante, encogiéndose de hombros- Pero eso tampoco es una novedad. Si juntas las sustancias indicadas puedes "viajar" y luego no recordar nada. Le dedicó un guiño a Dorothy, que parecía extrañada por no poder recordar o por verse envuelta en una situación así. Debía vivir en una familia tranquila, de esas en la que lo más extraño que pasa es que haya un pelo en la sopa, sin embargo Gatiux había vivido mucho, quizás demasiado, lo cual le daba al grupo un hermoso contraste. No pudo evitar la risa cuando la muchacha sacó apenada un giratiempos de su bolsillo. - Premio para la señorita. -dijo Gatiux- Al menos no se nos ha caído por ahí y se nos ha roto. Suspiró. Seguirse a sí misma estaba comenzando a aburrirla, ella quería accionar las cosas para hacerlas más interesantes. Como si la vida no tuviera suficientes baches, a ella le gustaba poner unos pocos más. Ella era impaciente. - Si tu yo del pasado empieza a dar otro discurso sobre la magia me largo. -le dijo a Apolo- Aunque supongo que algo interesante sí pasa al final de la historia que nos obliga a viajar al pasado para impedir que lleguemos a ese punto... Quizás fui yo. Sonrió con malicia ante la idea.
  18. [<<] - Camina. Gatiux ejerció la presión suficiente sobre el cuero cabelludo de John Doe, tirando hacia atrás mientras que con la otra mano lo empujaba hacia delante de la espalda. El tipo tenía las manos bien sujetas a la espalda y si quería escapar no llegaría muy lejos. Soltó un gruñido mientras avanzaba. Habían aparecido en las afueras de la cabaña de Rosalia pero no tardaron mucho en estar al resguardo de su interior. Una vez dentro sentó a John Doe sobre una de las sillas, dejando la atadura de las manos a la espalda y fijando las piernas a las patas de la silla. Gatiux anudó otra cuerda al tronco y lo unió de tal modo que el tipo no se podría levantar de la silla. Este tiraba de las cuerdas con fuerza después de que la banshee lo atara firmemente. Lo único que conseguiría sería poner en carne viva su propia piel. Gatiux se limpió el sudor y se puso frente a John. Les había puesto en un aprieto en los últimos minutos. La Malfoy acarició el pequeño anillo transparente que le había dado Rosalia antes de meterse en la mente de John Doe. Recordando cómo la Arcana le tomó de la cintura y todo cambió en un instante. *** El ambiente olía a alcohol, al igual que ellas. Llevaban trajes masculinos mientras que hombres corpulentos se vestían con ropa de mujer. La luz era fucsia y cambiaba al azulado y luego al verde sobre los cuerpos que se movían al son de la música que sonaba. Gatiux observó el nombre del local que brillaba en letras plateadas y en relieve "Destiny", y bajo el mismo, en una zona VIP estaba John Doe, con los objetos que ellas ansiaban. La sensación de euforia propia del alcohol. Clac, clac, clac, clac, clac, clac. Un sonido rítmico que no pertenecía a aquel entorno. Se estaban acercando. ¿Era la única que lo estaba escuchando? Gatiux le dio un codazo a Rosalia y entonces se comunicaron. Algo no estaba bien y tenían que salir de aquella discoteca. La Arcana pareció entenderlo porque salieron de la mente de John enseguida. Una puerta abriéndose. ¡La puerta de la habitación! - ¿Pero qué demon.. ? -dijo el enorme gorila de dos metros- Sectusempra. Gatiux aún atontada por la vuelta al mundo real no había sido capaz de esquivar aquel hechizo, que le impactó de lleno, pero sí lo suficiente para lanzarle otro hechizo que hizo caer a aquel tipo en el suelo a plomo. No, no lo había matado, solo desmayado. La Malfoy puso las manos sobre su abdomen y el colgante que llevaba bajo la camiseta brillo en un tono amarillo. John Doe se estaba intentando liberar de las ataduras de Rosalia, una tarea imposible. Gatiux mientras tanto se acercó al cuerpo del guardia desmayado y le borró el último recuerdo mientras que con la varita lo puso sobre la silla de la que se levantó, al lado del otro desmayado con el periódico. Si hubiera sido por ella los habría matado a los dos, pero quería portarse bien, o no implicar a la Arcana en algo tan sucio. - Nos tenemos que largar de aquí. -dijo Gatiux- Se va a poner mucho peor si dan la voz de alarma, o cuando la den. Nos llevamos a este mientras tanto. Rosalia había hecho aparecer un portal y las había sacado a ambas del hotel. *** Apartó a Rosalia de John para que este no pudiera captar la conversación de ambas. - ¿Y ahora que? -le preguntó Gatiux a Rosalia, notaba el alcohol en su organismo, pero era bastante dueña de sí misma- ¿Se supone que es en ese lugar que estuvo con el anillo, que lo escondió ahí, o que todo puede ser una mentira? Lo miró por encima del hombro de la Arcana. Tal vez el tipo pensara que estaba en un sueño etílico. - ¿Crees que este tipo está casado? -preguntó Gatiux- Tal vez podríamos saltar a la parte de la ceremonia después de la cena, donde todo el mundo está borracho, el novio incluído. Estaría bien ver a la preciosa novia... Ella por su parte aún estaba procesando el puente que había trazado la Arcana, la sensación tras el contacto visual entre los dos. Cómo la magia se trenzaba entre dos desconocidos, como un trampolín que te sumergía en aguas inciertas, sin saber si será muy profunda o la caída podría matarte por la ausencia de la misma. El no saber si lo que veían o no era cierto lo hacía todo mucho más interesante. Jugarte la vida por una mentira.
  19. Gatiux abrió sus ojos amarillos y frunció el ceño al encontrarse con tanta luz. Lo último que recordaba era haberse desmayado en el subsuelo de la Yaxley, habían bajado para investigar unos extraños movimientos que se estaban dando durante el desayuno y había resultado ser Orión llevando a cabo un extraño ritual. Recordó la mano llena de sangre después de que el gato gigante la mirara y decidiera usarla de trampolín para avanzar más rápido hacia la salida. Pero allí había más gente que la que se había cruzado en el desayuno. Y fuera se escuchaban más ruídos de varios discutiendo. También le llegó a la nariz el repugnante olor a esencia de díctamo. Era muy útil para cerrar heridas, pero Gatiux acabó odiando su hedor tras trabajar mucho tiempo en las mazmorras de San Mungo curando a mortífagos heridos en batalla. Arrugó la nariz y luego se incorporó, quien la hubiera recogido del suelo había decidido ponerla en la mesa de la cocina y ahora se reunían en torno a la misma como si estuvieran en una operación. - Gabriel por la asfalto. -dijo Gatiux- No enarbolo qué persiana. Aún me dado la calabaza. Se llevó una mano a la cabeza, allí donde se había golpeado violentamente tras el choque con el gato gigante. Por lo menos ya no sentía esa sustancia pegajosa cayendo, su sangre, sólo tenía pegajoso y apelmazada su cabellera violeta. - ¿Candor hipo luna? -le dijo a Near- Mi algoritmo de versión. Saludó a su hijo Near, que hacía mucho tiempo que no lo veía por la Manor. No le preocupaban las ausencias de éste, ya que sabía que era un mago muy capaz en el arte de defenderse. Le dedicó una sonrisa. Sacó los pies de la mesa y se puso en pie con cuidado, había notado algún ceño fruncido mirándola, supuso que era porque estaba encima de la mesa de la cocina, donde todos comían, con los zapatos puestos y llena de tierra. - Volante a sarpullido un maleante a caramelo. Una dalia reciente y vacante. Sí, una ducha en aquel momento sería lo mejor, no se sentía cómoda con tanta tierra y restos de sangre encima. Salió de la cocina sacudiéndose los restos de tierra. Tampoco es que estuviera enseñando nada para que la estuvieran mirando así. La ropa no estaba rota por ninguna parte impúdica, y ella no había pedido que la tumbaran en la mesa donde solían comer, si le iban a dedicar esas miradas que la hubieran tendido en el suelo.
  20. El sonido de alguien tocando a la puerta de la caravana hizo que Gatiux levantara la vista del montón de papeles que tenía delante. Pudo escuchar perfectamente como decían que el lugar apestaba a rayos, por lo que no era ninguno de los trabajadores que se afanaban por adecentar el lugar. Se levantó de mal humor y abrió la puerta de un tirón. - ¿Qué pierna se te ha roto? -preguntó- Estamos de remodelación, no se admiten visitantes. Miró de arriba a abajo al chico alto que tenía delante, desde arriba porque la altura de la caravana le daba ventaja. Tenía una combinación un tanto singular de color de ojos, uno amarillo y otro azul. Gatiux lo miró de arriba a abajo con sus ojos amarillos, no estaba de buen humor ni para tonterías. - Mira chico, si vienes a quejarte porque te hemos quitado el lugar para fumar con tus amiguitos, lo siento mucho. No me importa. Tendréis que buscar otro sitio para colocaros con mandrágora... Ahora lárgate por donde sea que te hayas colado. Cerró la puerta de la caravana tan fuerte como la había abierto.
  21. - M-mi cabeza. Gatiux se llevó una mano a la frente, y atrajo consigo un poco de tierra y ramitas. Miró con extrañeza la mano y lo que le rodeaba antes de levantarse de sopetón. Sentía todas las extremidades, llevaba ropa encima, estaba en un bosque que no parecía muy peligroso. Podría ser peor. Podría haberse despertado rodeada de humo y fuego mientras la gente grita desesperada por salvar su vida. (Bueno, ni tan mal, te has despertado en peores situaciones. ) Se sentó con las piernas cruzadas mientras limpiaba las manos en la parte baja del abrigo gris claro, limpiando el pelo de ramitas y pequeñas piedras que se habían adherido a su melena violeta. El resto de la ropa, el pantalón y el jersey negro, o los botines habían vivido mejores tiempos, estaba llena de tierra, y lo de la rodilla izquierda era un agujero por el que cabía un dedo. Parpadeó algo confusa cuando sus ojos amarillos encontraron a Apolo junto a otra chica. Los tres estaban en la misma situación, se miraban unos a otros sin entender muy bien qué los había llevado a juntarse allí. Apolo preguntó si estaban bien. La otra chica asintió y miró a Gatiux. - Estamos vivos... y me puedo mover perfectamente. Se levantó del suelo, sacudiéndose sin mucho éxito. El abrigo y la ropa estaban para quemar, o lo que hicieran los elfos con la ropa sucia, pero no tenía otra muda a mano para cambiarse. Tendría que servir hasta que pudiera irse a casa. Por lo menos recordaba lo esencial, el nombre, donde vivía, las relaciones familiares, lo único que no recordaba era cómo había llegado hasta allí, pero eso no era nada fuera de lo común, solía suceder cuando bebía demasiado, aparecer con una cabra robada o una piña encima de la mesita de noche sin acordarse de donde la había sacado. Lo que pasa es que ahora no olía a alcohol de la noche anterior. - Mi nombre es Gatiux. -le respondió a Dorothy- Al parecer la fiesta se puso buena ayer. Sonrió con cierta satisfacción. Era emocionante atar los hilos de una borrachera épica. Mientras no le hubiera prometido amor eterno a alguien disfrazado de Elvis en las Vegas todo estaba bien. Unas voces alertaron a Apolo y a las otras dos mujeres. El primero fue a seguirlas. Gatiux frunció el ceño al reconocer desde lejos su propia voz. Era el tipo de detalles que reconoce un Metamorfomago, el timbre vocal de uno mismo. Sabía como sonaba exactamente porque había tenido que volver a él en infinidad de ocasiones tras cambiarlo por uno más grave, o una voz más neutra. Se agacharon tras unos arbustos para descubrirse a ellos mismos con la ropa más limpia y completamente peinados. - Hola... Pues, mi nombre es Gatiux Malfoy -decía la otra Gatiux- Vivo en el Manor Yaxley y tengo un Cancerbero que se llama Trasto. Aguantó una risa al escuchar su propia presentación. No le gustaba aquella situación que se repetía cada cierto tiempo, le hacía recordar a los niños pequeños, por lo que solía dar datos aleatorios de su persona. A veces era su color favorito, otras la constelación que más le gustaba en esa época del año, otras la comida preferida. Casi todo el mundo en el pueblo sabía quien era ella, y lo de presentarse nunca se le había dado del todo bien. - Como estoy segura de que yo soy yo y que esa de ahí también soy yo... ¡Estamos en una alteración del espacio-tiempo! -exclamó en bajito, visiblemente entusiasmada- ¿Creéis que alguno de vosotros se volverá loco si salgo de los arbustos? Era como si hubiera llegado la Navidad. A ella le encantaba experimentar. Fue a levantarse pero el firme agarre de Apolo sobre su brazo la detuvo. Ella como Metamorfomaga estaba acostumbrada a habitar otras pieles, estaba mentalmente preparada para encontrarse de cara con alguien idéntico a ella. Lo había hecho con otros del pueblo y el espectro de sentimientos iba desde el asombro hasta el enfado, sólo que esta vez no era alguien que se parecía a tí, era tu yo del futuro. Aunque también estaba el problema de la temporalidad. Si se descubrían y le alertaban a su "otros ellos" sobre su existencias, tal vez cambiasen el devenir de su pasado inmediato, por lo que nunca les llevaría allí y nunca vivirían aquella experiencia maravillosa de saber que te estás viendo a tí mismo tal y como eres, no una copia que gesticula igual que tu. Y tampoco sabrían si los actuales habrían ayudado a sus pasados y encaminado hasta aquel punto. - Yo he estado en todo tipo de situaciones Dorothy. -respondió Gatiux, mientras la chica les tocaba para comprobar que fueran reales- Esto no me sorprende tanto y me parece bastante divertido. Palpó sus propios bolsillos. No había ningún objeto por allí. - Deberíais mirar en vuestros bolsillos. Un giratiempos explicaría por qué nos estamos viendo a nosotros mismos en este preciso instante...
  22. Cuando Rosalia le dijo que conocía a mucha gente que se había perdido, Gatiux se mordió el labio inferior con cierta inseguridad. No sería una de aquellas, pero esas cosas nunca se sabían. Grandes torres caían todos los días, y hasta el mago más capaz podía sucumbir a magias oscuras o a su propia torpeza creyéndose que podría hacer más de lo que realmente era capaz. Debía tener eso en la cabeza, la conexión no debía durar más que lo necesario. La Arcana de Legilimancia comenzó a levantarlo de la cama. La Malfoy se debatía entre el asombro por las agallas que estaba demostrando la otra mujer y la alarma por que el tipo se despertase, gritara para delatarlas y entrasen allí los guardias. Contuvo la respiración cuando comenzó a moverlo para después ayudarla. Juntas lo trasladaron a una silla. Hizo aparecer unas enredaderas y también amordazó a John con la funda de una almohada. Gatiux asintió aprobando las ataduras, comprobando la firmeza de las ramas. Por muy fuerte que fuese aquel hombre no podría liberarse de las robustas ramificaciones que le rodeaban. Gatiux alzó el pulgar de la mano derecha cuando Rosalia le comunicó que debían estar medio borrachas antes de entrar en la mente del que tenían que despertar. Beber siempre le parecía bien, daba igual si era las once de la mañana o las tres de la madrugada. Con todo el trajín de aquella noche no había cenado. Por lo menos le haría efecto el alcohol pronto. Tomó un largo trago después del de Rosalía, casi acabando lo que quedaba de botella de una sentada. Rosalía por su parte ahora lanzaba unas cuantas preguntas difíciles a Gatiux, que se llevó el dedo índice a los labios mientras pensaba. Le había hecho un montón de preguntas un tanto complicadas. Suspiró mientras reordenaba sus pensamientos antes de hablar. - Según tengo entendido, la Legilimancia no es solo ver, no es como un pensadero, es más como... percibir también sensaciones y emociones de la persona a la que lees. Pero lo que esa persona en ese recuerdo perciba con alegría quien lo lee podría percibirlo con odio o resultarle desagradable según sus propias vivencias. Se terminó lo que quedaba de champagne. - Supongo que si sostienes por mucho tiempo el contacto, empezarás a sentir lo mismo que la piel que estás usurpando. Entendiendo lo que le mueve, sintiendo esa rabia, ese odio, esa tristeza y haciéndolos tuyos. -dijo Gatiux- Perdiendo a tu propio ser, olvidándote de dónde viniste o que alguna vez fuiste otra cosa. Fusionándote en esa nueva piel sin saber que no perteneces allí, perdiéndote a tí y arrastrando a la otra persona contigo. Un escalofrío había recorrido su espalda. - Me dijiste que no sabríamos si lo que vemos es verdad o mentira. Así que puede que lo que veamos sea una fantasía bien elaborada de su intelecto. Veremos pero no será como una sucesión de memorias sin más, también sentiremos cosas que no nos pertenecen. La Legilimancia no es ver memorias. Se quedó esperando a la siguiente instrucción de la Arcana de Legilimancia. ¿Podrían despertar ya a John Doe?
  23. - ¿Qué pared se derrumbó ahora? - ¡Hola Maida! Eso pretendemos averiguar. -saludó Gatiux- El día que esto no quiera caerse nos parecerá aburrido. Bajaron en fila las tres mujeres. Gatiux había encendido la varita, igual que Evedhiel. Iban en fila india, aunque hubo un momento en el que Evedhiel se adelantó. Quizás había escuchado un sonido conocido. A Gatiux no dio tiempo a preguntarle hacia donde iba. Se quedó paralizada de repente. Unos ojos amarillos se quedaron mirándola muy fijamente. Intentó poner el brazo en frente de ella para protegerse, pero estaba paralizada de algún modo. No pudo emitir otro sonido que no fuese un gemido lastimero. Una criatura, un gato enorme, saltó al pecho de Gatiux y la derrumbó. Algo crujió pero no supo el qué. La criatura no le mordió ni nada por el estilo, usó a la Malfoy de mero trampolín para seguir su camino hacia las escaleras por donde habían llegado las tres mujeres Yaxley, perdiéndose en la luz del exterior. Gatiux parpadeó, por un instante se había quedado sin respiración y sin saber dónde se encontraba exactamente. Volvió a levantarse, mareándose un poco al recuperar la verticalidad. - Debe ser... el wampus de Orión... Aún no lo había visto... Siguió caminando hacia delante. Intentando aparentar completa normalidad, aunque en realidad se había quedado un poco atontada e intentaba recuperarse. Parpadeó un par de veces mientras agarraba con fuerza la varita que de milagro no se le cayó del susto repentino. Dudó en un par de pasos. Cuando llegó hasta donde se encontraban Orión y Evedhiel no se extraño ver a su prometido meditando sobre unos cuantos triángulos con un pañuelo que tenía un ojo pintado y demás parafernalia. Tal vez para los demás fuera algo poco común, pero ella ya estaba más que curada de espanto con todas las rarezas del Yaxley. Intentó reirse pero salió solo una mueca. - S-sup..ongo.. donde que vueelva cuand-o cont-ará nos est-uv- Le dolía la cabeza, y se sentía mareada. También notó como algo viscoso caía por el cuello. Gatiux llevó la mano hasta su pelo, que estaba pegajoso. Al ponerla delante de su rostro la encontró llena de sangre. No se sentía bien. Sus piernas no le sostuvieron mientras su mundo se fundía a negro.
  24. @Rosália Pereira Vengo a traerle el traslador a la Arcana.
  25. [<<] Antes de salir de la cabaña de Rosalia, Gatiux había cambiado de nuevo, por supuesto, no le interesaba ser tan visible por lo que el cabello violeta y los ojos amarillos los cambió por un color marrón oscuro y unos ojos color avellana. Igual que el resto del rostro, era "normal", una chica que no destacaba mucho. Había cintos de chicas así en Londres, con sus vaqueros azules, una chaqueta camel y sus deportivas blancas marca Adidas. Soltó la mano de la Arcana. Había hecho ella la aparición porque sabían a donde se dirigían, un rato antes había seguido a John Doe y a sus guardaespaldas hasta allí y esperó hasta comprobar que se quedaban, que no volvían a salir y cambiaban esa estancia por otra más adecuada. En realidad tenían que caminar un par de calles, no quería levantar sospechas apareciendo justo delante del Hotel. - Es aquí cerca. -susurró la banshee inclinando la cabeza- Pediremos habitación en recepción, eso nos dará libertad de movimiento por el hotel. Rosalia iba ataviada como toda una rockera, con una pony tail recogiendo su cabellera roja. Sonrió con aprobación. Había escuchado rumores de que aquella Arcana era como una planta más de su invernadero. Con todo aquello de que era una habilidad mental, la gente solía estar callada pensando muy fuerte en sus cosas y Rosalia tenía que vigilarlos para que no se perdieran, llevándolos de la manita para poder rescatarlos en el caso de que la cosa pintara mal. La realidad es que parecía alguien genial, había tardado poco en apuntarse a su idea, tal vez era que nadie le llevaba la propuesta adecuada. Gatiux tenía presente lo que le había dicho Rosalia antes de salir, lo de que lo que vieran en la mente de John Doe podría ser verdad o todo lo contrario. Masticaba aquellas palabras y las desglosaba en su mente. Si la Arcana le había dicho aquello sería porque no había forma de discernir si lo que estabas viendo era real o no. En tí estaba en creer o no lo que veías, en ser capaz de distinguir la verdad del engaño gracias a un sexto sentido. Las mentiras a veces estaban tan elaboradas y asumidas en la mente de las personas que acababan siendo reales para algunos. También sobre la gente que se perdía. - ¿Conoce a mucha gente que se haya quedado en estado zombie por usar mal la habilidad? Cuanto más dificil y peligrosa es la magia, más probable es que se pele el cable y desconecten. -preguntó Gatiux con curiosidad mientras caminaban- Me imagino que alguno no habrá sabido volver a su propia consciencia, quedando una carcasa vacía que respira y poco más. ¿Es fácil perderse de ese modo? Habían llegado a la puerta del Hotel. Al entrar en su interior pudo admirar la opulencia del mismo. No era un lugar barato, tal y como se esperaría de alguien como al que perseguían. Un pequeño elfo esperaba tras la recepción. Gatiux se acercó hasta la misma y la criaturilla hizo una educadísima reverencia esperando a que la Malfoy hablase. Ella sonrió mientras situaba las manos sobre el mostrador. - Hola, queríamos una habitación. El elfo sacó un panfleto con las diferentes comodidades del hotel, desde spa hasta habitaciones de calidades muy distintas. - Por supuesto, disponemos de habitaciones simples, unas especiales donde pueden crear el ambiente que las señoritas deseen y unas suites muy lujosas en la que no les faltará de nada. -el elfo iba señalando las diferentes fotografías mientras hablaba- En todas ellas encontrarán duchas y una cama confortable. Podemos darle camas separadas o de matrimonio. - Estas del tercer piso parecen realmente encantadoras. -dijo Gatiux, sonriendo ampliamente- Me gustaría una noche en una de estas. Doble, por favor. - Muy bien. Tiene que decirme su nombre. Cobramos por adelantado. - Claire Sullivan. -mintió Gatiux con total tranquilidad- El dinero, sí, aquí tienes. El elfo le había tendido un recibo un momento atrás y ahora Gatiux sacaba del bolso de piel de moke un pequeño monedero. Juntó los galeones que le pedían y lo puso encima del recibo mientras inventaba una firma sobre aquel papel. El elfo hizo una reverencia y fue a buscar una de las llaves que tenía detrás de él. - ¿Cómo te llamas? - Elian. - Elian. Pareces un elfo magnífico. -dijo Gatiux- ¿Podrías conseguirnos a mi amiga y a mí una botella de champagne para que nos llevemos a la habitación ahora? El elfo hizo una reverencia y bajó de la silla, marchándose a buscar el pedido. Gatiux aprovechó para encaramarse sobre el mostrador y sacó la pequeña carpetilla donde el elfo había escrito su nombre, un par de entradas más arriba estaba el nombre de John Doe. Habitación 304. Volvió a dejar la carpeta tras el mostrador. Acomodándose sobre un brazo, sonriéndole a Rosalia como si no hubiera hecho nada. - Su botella de champagne, señorita Sullivan. - Gracias, Elian, eres el mejor. Dejó otras cuantas monedas sobre el mostrador, agarró la llave, la botella de champagne y comenzaron a subir las escaleras hacia el primer piso. Al llegar al segundo piso Gatiux comenzó a caminar con más cautela. Miró a Rosalia. El comenzó le latía un poco acelerado, estaban acercándose al peligro. Tenían que aparentar normalidad por si se cruzaban con alguien, pero no hacer ruído que les pusieran en sobreaviso. - John Doe tiene dos guardaespaldas con pintas de armarios empotrados. -le advirtió Gatiux en voz baja- Podríamos encontrarlos en cualquier momento. Hizo aparecer la varita en la mano diestra. Le pasó la botella de champagne a Rosalia. Al llegar al tercer piso encontraron una zona amplia, como un pequeño descansillo con mesitas y sillones incómodos. En uno de ellos dormía con la boca abierta uno de los guardaespaldas, con la boca abierta y roncando, mientras que el otro leía el ejemplar del Profeta del día anterior. Gatiux se pegó a la pared con Rosalia, caminando agazapadas hasta que estuvieron lo suficientemente cerca. - Desmaius. El movimiento fue tan delicado que ni se enteró, el tipo se quedó como dormido con su ejemplar del profeta sobre el vientre. Gatiux le indicó a Rosalía que la siguiera. El otro tipo seguía roncando. Sería como si se hubiera echado una pequeña cabezada durante su guardia. Cuando estuvieron frente a la habitación 304, la Malfoy forzó la cerradura en completo silencio, utilizando fuerza para amortiguar cualquier ruido que pudiera hacer la puerta. Un par de golpes de varita y la puerta se abrió. Pasaron dentro y cerraron tras de sí con mucho cuidado. John Doe dormía bocaabajo, con ropa pero con los zapatos quitados, emitiendo unos sonoros y desagradables ronquidos. - ¿Y ahora qué hacemos? -le preguntó Gatiux a Rosalia casi en el oído- Los guardias podrían despertar en cualquier momento. No sabía cuanto tiempo les llevaría el proceso de Legilimancia, la mejor opción era darle esquinazo a sus guardias y llevárselo, aunque prefería saber la opinión de la Arcana. Un ronquido especialmente fuerte alarmó a Gatiux, temiendo que el tipo se despertara a sí mismo, pero siguió roncando más suave después. Suspiró bajito y luego mordió su labio inferior.

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