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Elecciones


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La Evans la seguía observando como si estuviera perdida en medio de sus pensamientos, en serio no recordaba que ya se habían presentado e incluso conversado durante un buen tiempo en el local propiedad de la ojiazul. De pronto un brillo se atravesó en su mirada y entonces la Delacour supo que al fin había conectado los puntos y no pudo evitar reír mientras movía suavemente su cabeza de lado a lado a modo de negación por la falta de memoria de aquella joven.

 

— Tranquila no te preocupes — dijo tranquilamente cuando la bruja se excuso por su descuido, así como también le explico el motivo de su distracción y no era para menos, se imaginaba cómo debía estar aquel departamento en esos momentos con la guerra que estaba sobre sus hombros y que cada día se complicaba más por los diferentes países que marcaban sus posiciones a favor o en contra de Inglaterra, era algo que a cualquiera pondría de cabeza, ella más que nadie lo sabía pues en su anterior puesto había lidiado con el problema y eso que recién estaba iniciando.

 

Asintió a la idea de Nicolle de irse más cerca a la pared, la verdad es que ya estaba un tanto fastidiada con tanta gente arremolinada a su alrededor, de no ser porque necesitaba estar en aquel lugar hace rato se hubiera marchado sin mirar atrás siquiera. Siguió los pasos de la bruja hasta que encontraron un espacio libre cerca a uno de los muros laterales del atrio, desde allí se podía apreciar una panorámica general de todo mientras conversaban. Había algo que no le cuadraba en aquel lugar y eso la tenía un poco prevenida.

 

— Normalmente cuando hay alguna novedad o chisme importante salen magos y brujas hasta de debajo de las piedras, es más podría incluso pensar que algunos hasta solo regresan a Londres cuando se forman esta clase de shows, — dijo señalando el lugar, en esos momentos habían cosas más importantes en el mundo exterior que esas elecciones pero comprendía que necesitaban una cabeza visible que calmara a la gente y les diera un parte de esperanza tal vez? o solo enmascarar la cruda realidad de la situación actual del país. — Si mi nombre estaba rodando por allí pero no pasó a mayores para mi bienestar mental — dijo con una sonrisa mientras se imaginaba ese escenario, después de la acusación en su contra no quería estar en medio de ello.

 

Cuando terminó preguntando si trabajaba en el ministerio no pudo evitar suspirar con algo de frustración, — Es algo complicado, digamos que sí y no — dijo mientras ladeaba su cabeza y pensaba cómo explicarlo. — Era la directora de la oficina del ministro y saw pero cuando salió la declaración de guerra por una serie de sucesos tuve que alejarme y bueno ya no ostentó ese cargo. Regresé para reincoporarme actualmente al cuartel auror así como a buscar una información de mi anterior oficina — termino de decir, allí tenía algunos datos de la investigación inicial del ataque al ministerio y de la declaración de los búlgaros y la necesitaba para continuar intentando encontrar la manera de poner esa guerra a favor de Inglaterra.

 

Hacía un lado del atrio pudo observar como algunos magos en el furor de discusiones se atacaban entre ellos, esperaba que pronto eligieran al próximo ministro y que se empezará a poner un poco de orden aunque con la burocracia nunca se sabía. — Creo que la gente esta más alterada de lo normal últimamente y lo que menos conviene ahora es una guerra interna, con la que tenemos encima es suficiente. — dijo mirando seriamente a la Evans.

 

@@Nicole Evans Crowley

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Lugar desconocido...

 

-Hermanos y aliados es hora derrocar y volver cenizas a los igleses.- Mi voz resonaba como eco. -En el pasado la Warlock @ fue y es una payasa ¿Qué digno es eso para alguien que gobierne? ¿Quien desea que la defensora de los sangre sucia sea que gobierne en contra de nuestros intereses?- Un silencio se creo. -Ella cree en la doctrina de la igual con los seres sin magia y el de proteger al débil. - Varios de los presentes soltaron a carcajadas.-En cambio el otro candidato es soberbio y como Inquisidor no realizó nada, es traidor de la sangre y merece morir, es hora que tomemos el poder y no permitamos que un lacayo de los Mortifagos nos gobierne.- Entonces todos se miraron los unos a los otros. -En verdad ellos son útiles , pero ahora los nuevos talentos son de temer, por algo los Malfoy son los líderes de dos nuevas organización y son seres extraordinarios. Sin embargo, seria bueno ver y dar a esa falsa de votación la cabeza de @@Crazy Malfoy o @@Mackenzie Malfoy .-En aquel momento el búlgaro tomó el mando de la conversación.

 

-Bien, bien Luxure por actuar tan imprudente ¿acaso tu ataque contra el Ministerio de Magia y Hechicería funciono? Admito que nos fuiste útil como empleado ministerial, ahora solo sirve para chiste. No obstante, creo que te puedo encargar la tarea de matar a ese presentador de cuarta.- Le clave la mirada. -Al menos creo que tu poder será suficiente y si logras, ya veré en que puede ser útil a la causa. - En ese momento me desaparecía y me encontraba cerca de donde se llevaría la segunda o no se que faceta de la ronda.

 

-¿quien crees que ganará? - Era lo que escuchaba mientras que caminaba, algunos lanzaba su apuesta y en mi paso lanzaba una que otra maldición para apoyar a cierto candidato, en mis entrañaba no deseaba que ganará ninguno, pero ante un mal era mejor, al menos contar con quien estaría con los ideales del Señor Tenebroso.

 

-Espero, que aún funcione esta ruta.- Y como antiguo director me hizo fácil acceso al atrio, algo que sólo conocia cierto personal para activar o desactivar ciertos mecanismos de seguridad y al no haber entregado el cargo me ayudó a burlar la seguridad. Solo me límite a llegar lo más pronto a donde se encontraba mi presa.

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El sonido de una explosión me sorprendió y me encogí de hombros, mirando hacia el exterior como si con la vista fuera capaz de ver más allá de aquellas paredes. El eco del derrumbe se expandió con fuerza por Diagon y guardé silencio, mordiéndome el labio superior. La Orden tenía que participar en ésto, ¿cómo es que no nos habíamos reunido para hablar de los saqueos y ataques? Si hasta había habido un Morsmordre en Londres y nadie había dicho nada. Apreté un poco más fuerte hasta sentir daño. ¿De qué protestaba si yo misma, al saberlo, no me había presentado sino que me había venido a ver mi negocio? Eso era anteponer mis propiedades al conjunto de ciudadanos. No era el espíritu del Bando.

 

-- Iré en cuanto salga de aquí -- murmuré, convenciéndome de que era una buena miembro, sólo despistada.

 

El eco se alargaba demasiado hasta que me di cuenta que era la propia Anne sobresaltada por mi entrada impetuosa. Me volví, furiosa conmigo misma, supongo, así que le espeté, sin pensarlo.

 

-- Ese bando de La Marca está ahí fuera, aprovechándose del Caos que ha producido la declaración de guerra. Es por eso que sí, voy a aprovecharme de las nominaciones y voy a seguir. A parte de alguna ventaja para el negocio, por supuesto -- le seguí la broma a mi socia -- garantizaría que el Ministerio no cayera en manos de esos... maln... -- Anne no estaba acostumbrada a que yo dijera palabras altisonantes, así que lo cambié al instante -- de esos mortífagos. Son escoria, aprovechándose del miedo del pueblo.

 

Tomé asiento a su lado sin fijarme en la cara que podría quedarle a mi amiga ante tal declaración por mi parte pero estaba segura que iba a entenderme. Era una mujer con mucha experiencia en la vida y seguro que ella pensaba de forma parecida a la mía. Medio le sonreí.

 

-- ¡Oh, vamos, mujer! No necesito usar mi Habilidad de Adivinación para saber que ese hombre te miente. Sé que es un mal momento para conseguir materiales para la tienda pero no debes confiar en él. Si lo necesitas, yo tengo mi propio sistema de abastecimiento para la casa y para algunos negocios... Te lo digo por si quieres que mire algo que necesitemos por aquí. Pero hazme caso: olía feo al entrar. Aquí se cuece algo y no confío en que ese hombre sea de fíar.

 

¿Y de mí? ¿Podría fiarse ella? Una voz extraña avisó del paso a la nueva ronda y ahora sí que le sonreí, divertida:

 

-- Al final me lo creeré, que una payasa pueda llegar a Ministressa. ¿Te lo imaginas? Haré carreras de sillas por los pasillos, a ver quien gana.

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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La comunidad mágica estaba expectante a las votaciones, ¿pecábamos de humanos? ¡en plena guerra! , y todos estaban más preocupados de ir a votar y presentarse a hacer vida social, que a proteger sus castillos y mansiones. Cuestión diferente sería si cada uno tenía un dragón o un par de gigantes, tal vez un troll, rondando por sus terrenos para evitarlos inminentes ataques. En la manor de los Yaxley no cabía ni siquiera un elfo más, mientras que el castillo Black, ¡uf! quien fuera allí no encontraría a nadie, de hecho, el tiempo parecía ser su mayor enemigo, ¡elfos le faltaban a ese lugar!, ¡limpieza!, como antaño.

 

Aquella noche me quedé en el Ministerio, luego de convocar a unos cuantos inquisidores para que evitaran el desorden que se estaba provocando. Hechizos saltaban por todas partes, encantamientos que caldearon a la multitud- vale decir que muchos salieron con una cola de cerdo, bigotes felinos y dientes de castor- ¡ a mí me había llegado un crece uñas!, sí, pero rápidamente lo contrarresté. Fue en ese momento que ordené a la seguridad que si hiciera cargo. Al segundo día no fue diferente, aunque sí menos multitud pues si había solicitado a la comunidad que se quedara en sus casas... varios elfos aparecieron enviados por sus amos para entregar el voto ¿cuántos de ellos estarían comprados?. Todos venían con sus asquerosos harapos, unos más gruñones que otros y así también unos más asustadizos que el resto.

 

Ese día recordé al mago que me había hecho señas con su mano, una ensalada de papeles que debí timbrar y firmar por ser candidato al ministerio. Al no haberle visto jamás en el ministerio, me preguntaba, si como a Toloveus, eran de aquellos miembros parte del inventario ministerial, aunque a juzgar o más bien prejuzgar la perfecta apariencia del muchacho, cualquiera pensaría que es un vampiro de un par de centenares.

 

El viejo guardián de los votos tenía razón, el ministerio estaba bien protegido ¡pero no por su seguridad!, sino por quizás quién y tal vez por eso me quedé allí esas noches, para estudiar el plan de acción que llevaba meditando hacía un tiempo, desde que Sagitas había ordenado mi detención. La secuestraría...solo esperaba el momento.

 

***

 

Aquella mañana Toloveus, con quién pude compartir una copa de vino en un salón del Ministerio la noche anterior,- porque sí, si Hogwarts tenía sus salones secretos, el ministerio y sobre todo el ministerio, también- enseñaría a los finalistas en el proceso electoral. No es que hayamos conversado mucho, de hecho el anciano tomó una copa y cayó dormido, una que le duró casi una hora cuando yo ya llevaba al menos tres. ¿Porqué Crazy y Mackenzie habían dejado la vacante en Inglaterra?, ¿Era cierto que el departamento de Misterios no guarda el último giratiempo?, ¿Nunca más se encontraron horrocruxes de alguien? ... todo eso me lo había contestado su cayado, aunque el anciano algo me había soltado con la bebida o mejor dicho, hablaba dormido...lo curioso era que cada vez que soltaba esa frase, el cayado le daba en la frente para que guardase silencio y como yo no era entrometido, o al menos no directamente, solo dibujaba una sonrisa ante tal acto.

 

¡Abandonad del poder los poderosos!, ¡oh sacrificio!, ¡Oh venganza cruel!

 

Ninguno de esos días cesaron los cuernos de erumpent. Estallaban a cada rato y por las noches cada dos por tres; a veces pensaba que tan solo eran grupitos de magos rebeldes que se aprovechaban del contexto de guerra y de cierta manera, ansiaba un toque de queda por su seguridad y la de mi sangre. Sería más fácil tenerlos a todos apiñados como corderos cuando cayeran los grupos para limpiar ésta sociedad mágica...¡pero claro!, eso solo lo hablaba conmigo. Para el resto ya tenía pensado que decir, y no era muy distinto a lo que habían escuchado las diversas direcciones ministeriales cuando pasó el incidente de la declaración.

 

Oí mi nombre al poco rato de haber despertado, casi al terminar un té en los salones del comedor ministerial. Las instalaciones para quienes guardábamos turnos en el ministerio o cuando se recibían visitas diplomáticas, ¡eran un lujo! y las elfinas mantenían todo en orden a cada minuto; era lo único que me desagradaba, los elfos digo.. Luego de la ducha, bajé a desayunar- se rumoreaba que Bulgaria, España y cuánto aliado tenían, ya habían dejado caer a sus espías. Por ello me mantenía sereno, pues no quería que se percatasen de los cotilleos de pasillo, sobre todo y que de seguro era así, estarían pendientes de Sagitas y de mí pues éramos candidatos al alto mando de la comunidad mágica-, un té fue lo único que bebí. Inglés.

 

***

 

Atrio.

 

-¡Sonorus!- exclamé con la punta de mi arma mágica al cuello; ¡mucha bulla!. Habían varias personas conglomeradas allí- Gracias por su atención...-sostuve al tiempo que observaba a la multitud. Vestía tan discrecional como siempre, túnica victoriana de cuello prusiano con dos pliegues que nacían del cinto que envainaba mi varita en horizontal por la lumbar, botas y pantalón ligero; la camisa contrastaba el tono oscuro de todo eso y la gélida mirada gris, digna de un Black, distinguía la fiereza de mis palabras- Brujas y magos, hermanas y hermanos... amigos- lo último iba para cualquier mortífago o sangre pura que allí se encontrase, fue un gesto cordial que se describió con mis brazos abiertos. Aferré ambas manos al estrado y agaché la cabeza un par de segundos; elevé luego la mirada- disculpen el hecho de venir hasta acá, al ministerio de magia cuando es obvio que existe temor, miedo a circular libremente por las calles, ¡a dejar solos a sus hijos!...- exclamé y seguí sin pausa pero luego marqué un silencio- ...miedo a la guerra...¡¿pero a qué le tenemos miedo?!, ¿a Bulgaria, Italia o países bajos?...¡NO!- respondí y salí del estrado para pasearme por el escenario que allí se había formado hasta sentarme en el borde, lugar donde aún seguía mirándoles con cierta inclinación. La figura de Sagitas y la mía a espaldas y frente de los presentes, imponía un espectáculo- le tenemos miedo a la muerte, a una verdad tan sutil como esa, y es por eso que ¡debo felicitarles!, ¡debo hacerlo! por el hecho de que estén aquí, porque ¡ésto!....- me esfumé en una voluta gris que se disipó entre los presentes para reaparecer sobre un escombro, uno donde semanas atrás yacía la cabeza del dragón- ésto, es un unión, fuerza y coraje...-sostuve al son de juntar ambas manos en un frenesí de hacerles comprender que juntos lograríamos que Inglaterra saliera victoriosa de éste conflicto.

 

Di un brinco y comencé a abrirme paso lentamente entre la multitud, un sendero que ellos mismos habían originado. Me hinqué ante una pequeña bruja que acompañaba a sus padres, puse la varita en su rubia cabellera y una flor azabache decoró el bello trenzado que llevaba, me erguí y seguí el paso.

 

-El primer ministro muggle ya está enterado de nuestro conflicto...- les dije sin reproches-... ¿es lo que corresponde no?, avisarles a aquellas personas que serán espectadores de fuertes cambios climáticos, de desapariciones a lo que ellos han inventado ¡abducciones!, ¡secuestros!, asesinatos sin un porqué...- la gente iba cerrando el pasaje medida que avanzaba nuevamente hasta el escenario- hubieran visto el rostro de aquél muggle- sonreí por lo bajo, luego dispuse seriedad- sí, sí, es un tanto cachetón, bien peinado el hombre, ¡pero se puso pálido!, ¿saben porqué?, porque está asustado, porque no tienen una esencia desarrollada como nosotros. ¡A ellos!, a ellos sí debemos temerles, pero no a nuestro igual... porque el miedo, amigos míos, el miedo es la mejor arma...- y era lo que quería ir encasillando en sus cabezas- ... de eso ya han pasado los días, pero hace poco se supo que las autoridades muggles de Bulgaria apoyarán a los magos ¡¿sometimiento?!, una maldición imperius quizás. No lo sé...- me encogí de hombros- pero la historia se ha vuelto cíclica y como bien se dijo una vez, lo que antes nos servía hoy ha dejado de hacerlo, ¡¿cuánto tiempo pasará para que vuelvan al callejón diagon con sus tropas y nos amenacen con aquél suero que nos quitaba la magia?!, ¡¿cuánto tiempo pasará para que utilicen sus armas en contra nuestra?! - algunos se miraron atónitos, tal vez recordando aquellos dardos que tendieron a los más poderosos de aquella época- ¡Pero no teman!, porque antes de eso podemos amenizar la paz, cuidar de nuestros...muggles...

 

¿Cuidar de ellos? ¡los quería en primera fila para ésta guerra!. Lo que quería que comprendiera la comunidad era que nuestro mundo y el de ellos estaba preso de un falso tratado donde la paz no existía porque jamás se había dado y porque de cierta manera, tampoco podría darse...¡éramos superiores!

 

-El mundo mágico y el muggle han estado en paz porque desconocen ¡esa paz!. Y ¿qué creen que harán cuando esas mentes absurdas y adictas de poder sepan que existen otros sobre ellos?, ¿qué creen que harán con ustedes?...-les pregunté y proseguí sin oír respuesta- ¿qué cosas podrían hacernos con su tecnología? falsa magia por lo demás...- apoyé la espalda en el estrado y crucé los brazos con cierta indiferencia- yo quiero incentivar a esa paz, la que no se logró, la que se tergiversó. Necesitamos mantenernos unidos a éste conflicto porque quién les diga a ustedes que la guerra no llegará, está equivocado... - desenvainé la varita y apunté al telón de Sagitas- Cuando les conté a las autoridades sobre Bulgaria y la guerra que se avecina, ¡ella ordenó mi detención!- exclamé- Dennis Delacour está de testigo...-solté sin más mientras las miradas le buscaban tambié-...porque juntos propusimos una mesa que tomara el control, ¡no nos impusimos!, sin embargo la señorita Potter Blue se antepuso por no querer conflicto...- estaba eufórico, sin embargo era todo un teatro para crear conmociones diversas- pero yo no les quiero obligar a levantar la varita, yo los quiero invitar a defender lo que nos corresponde ¡por derecho!, a defender a Inglaterra. Quiero que sepan, que España apoya a Bulgaria...-solté una chispa que manchó de negro el rostro sonriente de la Warlock en aquel telón- ¡Sagitas es española!

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El atrio estaba abarrotado. Las imágenes en tres dimensiones se sucedían unas tras otras y poblaban las pantallas ministeriales de figuras que tan pronto eran puras imágenes en relieve como salían de de las pantallas y su holograma se fundía entre magos y brujas de carne y hueso que habían acudido a recabar noticias de las elecciones o simplemente a resguardarse de las explosiones y altercados del exterior, donde la guerra no daba cuartel.

 

Una figura encapuchada y cubierta de la cabeza a los pies con una amplia túnica blanca cruzó el atrio con paso decidido. Su destino era la oficina del Ministro y su objetivo algo tan banal como un pequeño colgante. Aceleró el paso mientras pasaba muy cerca de Toloveus Clearandbrightly, el Guardián de los Votos. Se bajó la capucha más si cabe, haciendo que su rostro quedara totalmente cubierto, a excepción de su boca y su barbilla. No obstante, el viejo parecía adormilado, era difícil que pudiera reconocer la figura que acababa de pasar a su lado. No pudo reprimir un gesto de curiosidad y asombro. ¿Acaso lo habían drogado? Lo examinó a distancia, tomando buenas precauciones de que nadie pudiera darse cuenta de lo que hacía. No, no lo habían drogado, tan sólo sufría los efectos de una espantosa resaca. ¡Lamentable! El viejo guardián de los votos dándose a la bebida! Sin duda alguna, muchas cosas estaban cambiando. Con cuidado de que nadie observara lo que hacía, alivió ligeramente los efectos de la resaca y la figura encapuchada siguió su camino.

 

No mucho más allá, reconoció la figura de Luxure. Sin duda alguna, tramaba algo. Aquel hombre nunca había dejado de tramar cosas desde que lo había conocido, muchos años atrás.

 

- ¿Dónde vas Luxure? - Su voz estaba modificada, ni rastro de su verdadero timbre. En cuanto a su aspecto, nadie podría reconocer a quién pertenecía la figura envuelta en aquella túnica encapuchada. - Creo que sea lo que sea lo que tramas esta vez, un cierto retraso no te vendrá mal.

 

La boca que asomaba debajo de la capucha sonrió con malicia.

 

- Fortificum -susurró, invocando una muralla de cristal de azufre. Totalmente transparente e impoluta en su lado exterior, pero altamente contaminante en su interior, en donde había quedado atrapado Demian. Con tanto alboroto y gentío, los transeúntes apenas notarían nada, pero Demian se daría cuenta muy pronto de la muralla invisible que lo tenía atrapado y del alto poder contaminante del cristal de azufre. - Esto te retrasará un rato, sean cuales sean tus planes, mientras descubres como salir de ahí y evitas morir intoxicado. Lo siento, Luxure, pero tienes cara de tramar algo.

 

Sin ser reconocida, la figura continuó su camino hacia la Oficina del ahora inexistente Ministro de Magia. Al llegar allí, abrió un pequeño cajón y tomó la única copia de un colgante que aparentaba ser poco más que una baratija. Un viejo recuerdo de un mago japonés.

 

- Seas quien seas, próximo Ministro, con ésto te tengo en mis manos - pronunció en una extraña lengua.

 

Se acercaba a una puerta escondida junto a una estantería que muy pocos conocían, cuando descubrió que la bandeja de seguridad estaba llena de mensajes. Eran alertas reservadas al Ministro de Magia, pero técnicamente, en aquellos momentos no había ningún Ministro de Magia. Se preguntó si aún podría leerlos... Nada perdía por probar.

 

Entonó la vieja consigna secreta, pero no ocurrió nada. Probó con hechizos desveladores y tampoco ocurrió nada. Así pues, parecía que aquellas alertas se habían reservado ya para el próximo Ministro. Ya iba a desistir, cuando de pronto, cayó en la cuenta. ¡El colgante! Lo giró suavemente y, al momento, quedaron revelados ante sus ojos todos aquellos mensajes tan bien protegidos. ¡Funcionaba realmente! Nunca hasta entonces se le había ocurrido que también tuviera aquella utilidad. Pero claro, nunca hasta entonces había necesitado probarlo.

 

La mayoría de los mensajes eran comunicados sobre la guerra y la figura encapuchada los pasó rápidamente. No le interesaban. Sabía muy bien cómo iba la guerra y, en cualquier caso, aquello carecía de importancia, en aquellos precisos momentos. Leyó sobre los altercados que se habían producido recientemente en el ministerio, un grupo de magos atacándose unos a otros. Leyó sobre una célula de magos que planeaban un ataque, aunque no concretaba cuál. Y leyó sobre intentos de asesinato...

 

- Sagitas, vieja amiga...

 

Así que era una de las candidatas... Tantos recuerdos venían a su mente... El mundo estaba realmente en peligro y su misión era urgente, pero tampoco podía quedarse ignorante de lo que acababa de leer. Pensó en sus tiempos en la Academia, hacía ya tantos años. En su boda con Boss, cuando sólo ella y Lyra la defendieron y la apoyaron. Sabía que tenía que cruzar la puerta secreta y desaparecer de Inglaterra cuanto antes, pero sus sentimientos le hicieron dar un paso atrás, abandonar la oficina del ministro sin ser vista y cruzar de nuevo el Atrio, donde en aquel momento uno de los candidatos estaba dando un flamante discurso a la comunidad mágica. No se paró a escuchar, aunque algo pudo oír. Bonitas palabras, que llevarían a todos a la guerra. Algo que la figura encapuchada ya sabía que ocurriría.

 

Salió del Ministerio y se desapareció lo más rápidamente que pudo.

 

Se apareció cerca de la Mansión y llamó a la puerta. Cuando salieron a abrir, se bajó la capucha y el cabello castaño de Mackenzie Malfoy se desparramó en cascada sobre la túnica blanca.

 

- Deseo ver a Sagitas. Tengo que advertirle de que corre un serio peligro. Alguien planea asesinarla.

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firma
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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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Odiaba a @@Mackenzie Malfoy y mas por su jugaba para detenerme, entre hechizos y contra hechizos sorteaba con mi poder de guerrero uzza liberarme de esa prision, pero el costo de mi ropa se noto y lucio un poco mas como mi demencia interna. Luego comenzaba aplaudir lentamente desde el atrio, por un lado por haber salido casi con vida de ese lugar y lo otro por la sopesa que tenia reserva ,aunque no venía sólo, ya mis acólitos amenazaban a varios magos y brujas con la varita en su cabeza, todos ellos estaban bajo mi influencia y los que no por maldiciones y pactos de sangre. ElLos a mi orden iban a morir, su sangre se derramará en un momento a otro.

 

-Eres patético y deplorable Aaron.- Camine y mi varita apunta a su pecho. -Si intentas algo, ordenó matar a esos inocentes, solo deseo a ese guardián de votos y a nadie mas. Además, Sagitas tu casa es tierna y sus alcobas ya no guardan su tesoro.- Solté una carcajada y mire a los presentes. Pero para este momento mi voz retumba en todo el lugar. -A todos mis hermanos y respetables amigos, esta guerra fue provocada por los Malfoy que solo deseaban el poder, crimenes atroces y siguen libres ¿Acaso no le da intriga porque ahora muestran sus órganizaciones secretas? Debo admitir que este teatro electoral es poético, pero es solo una falsa.- Baje la varita y lanzaba una maldición a una menor de edad y la cual gritaba. -Ese sujeto es un espía español.- Al poco tiempo su cuerpo comenzó a cambiar. -Y hablan de seguridad.- Solté una carcajada.

 

-Y bueno...- Buscaba con la mirada a ese ser que venía a buscar. -El guardián, conoce el secreto más guardado por Mackenzie y Crazy. - En ello tomó de rehén a una bruja embarazada. -Inquisidores y Aurores bajen su varita, pero bueno...- Clave mirada al mago que ostentaba el poder ministerial. -El tiempo esta en tu contra y no existe escape...- Solté una carcajada. -Tic, tac...

Editado por Demian Luxure

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Kaori M.

 

Local Shadowhunters


Por los diferentes medios de comunicación, la pelinegra se había enterado de la inminente guerra en la que se estaba enfrascando el país en donde había decidido quedarse a vivir. Al parecer la situación cada vez se complicaba más y empezaba a hacerse notoria, había pedido a una de sus elfinas que comprara varias cosas para la despensa, pues se habían terminado y regresó tan solo con la mitad de lo que estaba anotado en la lista.

Dejó de revisar las fundas pues era claro que los duraznos en almíbar de los que estaba muy antojada, no estaban. Tomó el periódico y empezó a hojearlo, más noticias referentes a la guerra, la dimisión del ministro, viceministra y la elección de un nuevo representante. > pensó. Siguió leyendo hasta que llegó a un apartado en el que estaba su nombre.

> a ella no le gustaba estar involucrada en nada que involucrara temas políticos y ver su nombre ahí la hizo estremecerse, había mantenido el perfil bajo y no llamar para nada la atención ¿Entonces que hacía ahí su nombre? Quizá alguien lo había puesto por ellos o quizá había un motivo oculto no lo sabía.

—Osiris...hace horas llegó una nota doblada en forma de origami ¿En donde esta? —Preguntó a la criatura que seguía en la labor de arreglar lo que había comprado.

—La botó en la basura mi ama... —Respondió la criatura que sin perder tiempo fue a buscar el pergamino.

Aún estaba doblado, aunque en una esquina estaba mojado con algún liquido de color amarillo, Kaori hizo una mueca de asco mientras lo tomada y con la varita lo limpiaba un poco. Había desechado la nota pensando que se trataba de alguna propaganda de algún negocio, ahora al leerla, se dio cuenta de que en realidad si, su nombre había aparecido entre los votantes.

—¿Piensa ir mi ama? —Pregunto con curiosidad la elfina.

—Quizá si valga la pena ir a dar un vistazo...además cerca hay una cafetería que sirve unos postres riquísimos, además no quiero estar aquí sola... —dijo y al ver la mirada triste de la criatura añadió —Ya sabes a lo que me refiero —añadió con una sonrisa.

 

Dejó a la elfina y subió a cambiarse de ropa pues aun estaba con la pijama. Apenas estuviera lista partiría rumbo al Ministerio de Magia, en donde esperaba encontrarse con su prima Dennis o con alguna otra cara conocida que le contara con mayor detalle cual era la situación actual.

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Frente al Banco con @@Seba Granger

 

La pelirroja sonrió y un suave ronroneo escapó de sus labios al sentir la suave caricia de Seba sobre donde se suponía tenía sus tatuajes, en ese momento ninguno era visible, aunque la Potter Black podía hacerlo para él.

 

—Sabes que solo siento algo por ti —dijo la bruja jugando con las circunstancias, curioso que en medio de una guerra tuviera aún deseos de coquetear con su prometido ¿y por qué no? Era todo para ella, ¿qué le importaba todo lo demás?

 

—Es difícil, los lazos se habían ido enfriando y creo que el corazón verdadero chilla pidiendo que regrese al lado de la verdadera oscuridad, si me entiendes —jamás había olvidado la Orden Oscura, o mejor dicho, la habían hecho olvidar parte de sus recuerdos, pero el extraño vacío, las sensaciones, sus charlas con su ex comandante. Ella había sido la subcomandante lo sabía ahora que los recuerdos habían regresado en su mayor parte tras la caída o desaparición de los bandos. Los que habían tenido la función de ser guardianes de los recuerdos los habían perdido y ella había recuperado todos y cada uno de los conocimientos de los antiguos hechizos.

 

Seba revisaba el pergamino que le había dado mientras ella se enfrascaba en ese recuerdo tan extraño de la Fortaleza Errante cuando las palabras de su novio la hicieron casi sonrojar.

 

—No te enfades, sé que soy capaz, pero a veces creo que el mundo mágico me está superando y lo único importante somos nosotros dos, nuestro hogar y nuestras criaturas, elfos y salvajes —sonrío con sus palabras —no me vas a perder, nunca —acarició la ceja alzada del mago, intentando que se le quitara el enfado.

 

—Yo no creo que tengamos mucha posibilidad de entrar en el Ministerio, están todos enloquecidos por allá y la marca que han invocado, creo que lo mejor es proteger nuestro hogar, Tommy y los otros elfos echaron hechizos sobre él, además las criaturas que pueden defendernos están preparadas, solo espero que no sea necesario —murmuró la bruja, ignorante de que alguien pudiera intentar atacarlos solo porque su nombre hubiera sido mencionado como posible Ministra, ridículo, o al menos así lo veía ella.

 

—Votaremos luego, esto recién empieza, cuando estén definidos los candidatos decisivos iremos, me preocupa que Antoni esté solo y la tía Sagitas —los demás sabían defenderse, bien lo sabía ella, pero mejor primero ocuparse de dejar todo en orden en su hogar y luego ir al Atrio, a acompañar a sus seres queridos.

 

—¿Vamos? —dijo la Potter Black tomando la mano de Seba, lista para desaparecer rumbo a su hogar, cuando, cerca del banco, se había abierto un portal que intentaba llevar criaturas extrañas al lugar y que era repelido por las fuerzas de seguridad de Gringotts.

 

La pareja se volvió y la pelirroja no pudo evitar un grito de asombro y sin pensarlo tenía ya en su mano su varita.

 

—Detritus —gruñó la bruja haciendo que ella y Seba fueran protegidos por una fina y resistente capa gaseosa de color dorado claro que los protegía de cualquier ataque, la bruja no creía que los demonios o licántropos que se habían congregado allí usaran efectos, por lo cual estarían bien por ahora, pero la Potter Black lanzó como prevención un hechizo a los pies de las criaturas.

 

—Fulgura Nox —bajo los pies de las criaturas se abrió un portal por el cual cayeron, Darla se había concentrado y aprovechando sus conocimientos de historia de la magia y runas antiguas los había mandado al canal de la Mancha, cerca de las costas inglesas, los primeros días del mes de Agosto de 1588. Estaba segura que licántropos y demonios se sentirían divertidos de estar en esas aguas con dichas “tormentas de fuego” que los rodearía.

 

—¿Estás bien? —preguntó la pelirroja observando preocupada a su prometido, mientras la seguridad del Banco se deshacía de los pocos enemigos que restaban en el área tras que la mayoría cayera en el portal que ella había creado.

 

@@Seba Granger

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Se colocó detrás de Jeremy y Matthew. De alguna forma habían logrado llegar antes que ella y tenía que aplaudirle a Chuck por haber hecho un buen trabajo; por supuesto, no tardó en reconocer el olor a alcohol que Matthew le ofrecía al mayor de sus hijos, y lo interceptó antes de que éste se decidiese a aceptarlo. No los había citado allí para que arruinaran sus planes y, aunque ella estaba necesitando ginebra en su organismo, prefería mantener la calma y conservar el hilo de sus pensamientos y ser dueña de sus acciones, al menos de momento.

 

Los quiero sobrios ahora. Cuando terminemos podrán beberse el agua del florero, si quieren, antes no. —desapareció el café con mezcla de coñac y buscó con la mirada a quien le daría una respuesta por la carta que le habían enviado.

 

La Triviani se detuvo en los enormes estandartes que lucían los rostros de los postulados; se dijo que, de no ser por la sospecha que tenía, dejaría de indagar entre los posibles nombres que habrían puesto el suyo en la urna, ya que, al parecer, los favoritos eran otros. Mientras tanto, la incógnita seguía, ¿amigo o enemigo?. Cierto era que llevaba un par de días sin recibir indicaciones por parte de los italianos y su contacto americano se había limitado a enviarle un 'Quieta'. ¿Quieta? ¿En serio? Le molestaba el silencio. Y, sobre todo, le molestaba saber que la seguían. Pues no fue ajena a la presencia de alguien apareciéndose en el mismo punto que ella. El aroma la confundía, le era familiar, pero tenía unas combinaciones que no lograba reconocer.

 

Y, como una respuesta a la interrogante formulada en su cabeza, escuchó la voz del hombre a quien vio en cartelera. Se trataba de una voz más cuadrada, seria, lograba articular las palabras unas tras otras sin problema. Lo que decía parecía tener sentido, aunque ella estuviese dispuesta a oírlo nada más que para no perderle la pista. Se abrió camino hasta el Atrio y fue golpeada en el hombro por una figura encapuchada, a la que desestimó en cuanto descubrió a Aaron Black Yaxley —un fuerte candidato a Ministro de Magia— frente a un corro de magos y brujas, dispuestos a escucharlo.

 

Candela dibujó una involuntaria sonrisa en su rostro, lo recordaba ebrio, de hacía muchos años atrás. Lo había visto también en el callejón, cerca del teléfono, pero había decidido no interrumpir su hazaña con los muggles. No podía explicarse cómo es que había caído dos veces en el mismo costal, prueba de ello eran los chicos que le hacían de polizontes (o intento).

 

Dos veces con la misma piedra. —farfulló, presa de la repentina oleada de emociones, entre las que destacaba la ira.— Maldita sea. —La gitana conocía de actos instintivos, únicamente, y lo que hizo a continuación era propio de su naturaleza.

 

La daga del sacrificio apareció en su diestra y, con ella, se realizó un corte en el antebrazo. No tenía tiempo de explicar a Jeremy y Matthew lo que estaba haciendo, ni siquiera se había vuelto a cerciorarse de que aún la estuviesen acompañando; probablemente, imaginó, recuperaron el alcohol y hayan decidido hacer fiesta sin ella. Los ojos mercurio de la bruja estaban fijos en su víctima, en Aaron, quería ver la reacción del inglés. El atisbo de dolor que le provocaría la herida en su propio antebrazo, reflejo del corte de la Triviani. No la decepcionó.

 

Juro acudir cuando me llames y no matarte, o intentar hacerlo, cuando vaya a tí. —siseó y, tras unos segundos saboreando victoria, utilizó el amuleto de curación en su propia herida.

 

El juramento estaba hecho. No tenía sentido sacar a Aaron de donde estaba porque habían demasiados ojos, serían demasiadas preguntas y ligar a todos ellos a sí misma, con una Marca, sería demasiado est****o. Sólo necesitaba del posible futuro Ministro, no de los curiosos. Y aunque la magia practicada ataba también a Candela a lo mismo, lo prefería así a arriesgarse a un escándalo prematuro. Sabía que el Black no sería fácil, no había otra opción.

 

Bien... —dijo cuando se giró y vio que sus hijos seguían allí. Se sorprendía de la inmutabilidad de ambos.— Ahora debemos acondicionar una oficina para hablar de negocios. Por cierto, ¿seguirás mucho tiempo escondida? —Ya no le hablaba a Matthew o a Jeremy, sino más bien a la silueta escondida que había seguido cada uno de sus movimientos desde que salió del castillo. Quizás fuese el dolor, quizás fuese la revelación de lo que estaba a punto de hacer, lo que fuere, había logrado esclarecer la esencia de quien estaba detrás de sus pasos.

 

@ @ @@Alyssa Black Triviani

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Terminado el "debate" con Sagitas esta tomo el riesgo de salir a la calle y yo por fin encontre la jalea para terminar mi tostada. Aunque eso si, no pude saborearla tanto como me hubiese gustado porque el rostro de preocupacion de Perenela se hizo contagioso. No era para menos, las constantes explosiones que a veces se oian anunciaban no solo el caos del clima de "guerra inminente" sino el desorden social a la falta de un lider. Y para eso estaba Sagitas, que podia mediar entre opiniones extremas, buscar concensos, hacer politica, buena politica y no politica del miedo. Me habia comprometido a ayudar en la proteccion de la familia y lo haria, ahora subiria si podia a tomar un baño y luego chequearia las defensas de la Mansion. Trabajo facil y sin tanto riesgo.

 

Claro ante la precupacion de que yo tambien saliera Penerela intervino a lo que sonrei- No te preocupes, que no voy a ningun lado o bueno si, pero sera solo a los jardines a asegurarme que estamos seguros.- mi voz salio suave y segura, para asi relajar el tema de tension en la Mansion. Sin mas subi a la habitacion a cambiarme llevando a Perenela del brazo no sin antes dejar sintonizada la radiomagica por si habia noticias frescas del ambiente electoral.

 

Minutos despues ya bien aseado y vestido baje acompañado por la chica mas bella de Ottery y futura esposa...pero lo que era un rostro de felicidad por la compañia rapidamente muto a un rostro de preocupacion. Por la radio hablaba Aaron, si, reconocia esa voz de aquel dia despues del ataque bulgaro...en el Ministerio, volvia a hablar con esas velada arrogancia que le podia generar muchos adeptos. Empezabamos mal. Baje un poco mas apurada para oir las ultimas palabras y la verdad no me esperaba lo que oi.

 

-Creo que tenemos problemas gordos- dije a los presentes aunque no hacia falta remarcar lo obvio.

 

Basicamente con esa ultima frase del discurso de Aaron presentando a Sagitas como "aliada" de España solo por tambien poseer esa nacionalidad toda la familia quedaba en peligro inminente. Ademas de ser un golpe politico bajo contra la unica contendiente que le quedaba, esas palabras tambien podian desembocar en una violencia no contenida de los partidarios de Aaron que engatuzados a traves del miedo (muy bien manejado en el discurso) podian enfilar hacia la Mansion con la pelivioleta como objetivo.

 

-Hay que regresar a Sagitas y preparanos....-sin mas movi la varita y un plano de la Mansion se abrio ante mi -Harpo???...donde esta ese elfo cuando se le necesita???

 

Y en eso sono la puerta, alce la varita y me acerque con cuidado mirando por un cachibache adjunto a la persona que se encontraba al otro lado mientras oia su reclamo. -Este, alguien conoce a esa chica??? -Maldita Sagitas tenia que haber dejado al menos una lista de aquellos que podian venia para asi hacer encantamientos protectores selectivos.

 

@@Mackenzie Malfoy@@Perenela Arya Grindewald Potter Blue

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